Alejandro Santana

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Alex Santana
Octavio Paz
Ensayo
Introducción
No son pocos los escritores, es decir: novelistas, cuentistas, periodistas, poetas, guionistas,
dramaturgos y todo aquel que se gana la vida con la palabra, quienes opinan que la obra de
Octavio Paz, fue la mayor aportación de las letras mexicanas del siglo pasado. Su obra extensa;
nunca carente de interés, a menudo sorprende por su claridad narrativa. Cultivó la poesía y el
ensayo, pero, como una novela bien estructurada, su obra nos platica algo. Nos lleva de la mano
por el camino de la reflexión y la pregunta, del amor y la duda, de la vida y la muerte. Es
precisamente, el carácter analítico de su obra, el factor fascinante de su prosa. “El Laberinto de la
Soledad”, es un estudio del mexicano, no del criollo ni el mestizo, no del indígena, ni el
descendiente de padres o abuelos extranjeros, no del chilango o el jalisquillo, tampoco del jarocho
ni del norteño: sino de todos ellos y muchos más. Su vigencia es impactante.
Contiene ocho capítulos y un apéndice en los cuales recorre la historia de México. Sus momentos
simbólicos y dramáticos. Su lectura es un deleite.
Capítulo uno.
El Pachuco y otros extremos.
Es curioso como inicia Paz su ensayo: habla sobre el adolescente y su asombroso descubrimiento
de sí mismo, que lo lleva por conclusión, a una consciente soledad en el mundo. ¿Qué somos y
cómo realizaremos eso que somos? La adolescencia, ese preciso momento en que tomamos
conciencia de nuestro ser, es comparado por el autor con los pueblos “en trance de crecimiento”.
El México pos revolucionario, dejó un país en etapa reflexiva que necesariamente lo llevó a la auto
contemplación. Fue entonces, cuando afloraron distintos niveles históricos que convivían, o se
enfrentaban, en un mismo presente. México, estaba hecho de distintas razas, además de las
diferentes lenguas, que ya de por sí marcaban una brecha por entender.
Fue en la ciudad de Los Ángeles donde Octavio Paz comenzó su análisis, comparando
precisamente al gringo promedio, con más de un millón de mexicanos que ahí radicaban.
Mexicanos que no se mezclan y que se autonombran Pachucos. Es decir, “Bandas de jóvenes
generalmente de origen mexicano, que viven en las ciudades del sur, que se singularizan por su
vestimenta conducta y lenguaje”. Personas que no quieren volver a su origen mexicano, pero que
tampoco quieren pertenecer al sistema americano. El Pachuco, según Octavio Paz, “Es uno de los
extremos a los que puede llegar el mexicano”. Siempre marginal, al Pachuco le gusta irritar a la
sociedad, entonces, y sólo entonces, el Pachuco encuentra su lugar en el mundo y por lo tanto, su
razón de ser. Se siente libre de romper las reglas, de conocer lo prohibido, en pocas palabras, de
desafiar al sistema.
Entonces el Pachuco se sabe distinto y por ello, se sabe solo.
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Paz niega el supuesto complejo de inferioridad que caracteriza al mexicano. “Sentirse solo no es
sentirse inferior sino distinto”, de hecho, la soledad no es una ilusión, es la vida contemplada con
los ojos abiertos. La soledad del mexicano, tiene sus raíces en su profundo sentido religioso, y en
la muerte, la compañera perfecta de la vida. Sólo en México se rinde culto a la muerte pues se
sabe dadora de vida.
La historia de México es la búsqueda de su origen: indigenista, hispanista, afrancesado; México,
quiere “volver al centro de la vida de dónde un día, en la conquista o en la independencia, fue
desprendido”.
Máscaras mexicanas.
Varias son las facetas del mexicano, ser singular que sin embargo, “siempre está lejos, lejos del
mundo y de los demás. Lejos también de sí mismo.” Capaz incluso de hacer uso del silencio,
además de la palabra, como un instrumento de defensa.
Y a propósito de la palabra, el poeta reflexiona sobre el poder real que la palabra misma ejerce
sobre el mexicano. Conceptos como “rajarse”, revelan el grado de machismo que todos llevamos
dentro. ¡Puto el que se raje! Otro ejemplo, que sólo en México existe, es el albur. Lenguaje
secreto, ingenioso, de fuertes connotaciones sexuales que agrede, reta, y finalmente, termina por
demostrar nuestro carácter cerrado frente al mundo.
El mexicano usa máscaras para proteger su intimidad, no le interesa la ajena y por lo tanto, el
círculo de la soledad se vuelve a cerrar. L a manera instintiva en la que consideramos peligroso a
todo lo que representa lo exterior, tiene su razón si revisamos la historia de nuestro país. Las
derrotas se sufren con dignidad. Lo anterior, subraya el autor: “No carece de grandeza”.
Mención aparte sería el caso de la mujer mexicana. Mujer cuyo recato tiene que ser a toda
prueba. La vanidad masculina, heredada de los indígenas y los españoles, se regodea bajo la
sumisión, económica, moral y social de la mujer. “En un mundo hecho a la imagen del hombre, la
mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos”. Desde luego, que el centro de
atención de la mujer es su sexo: “oculto, pasivo. Inmóvil sol secreto”.
Sin embargo, también se está consciente de que la mujer, la tierra, representa la continuidad de la
especie, el orden, y la dulzura. De nada sirve lo anterior, el machismo necesita mujeres
impersonales para subsistir. Se respeta el concepto de la madre, de la mujer abnegada pero no de
la persona: la mujer como protagonista de su historia. Por ello, refranes, canciones populares y
conductas cotidianas, aluden al amor como falsedad y mentira si la protagonista “deja” al hombre,
quien por su parte, encuentra consuelo en los brazos del alcohol. Una mentira más que pudo ser
verdad.
Las máscaras del mexicano, sus mentiras, reflejan sus carencias, lo que fuimos y queremos ser. Sin
embargo, de tantas posturas y tantas mentiras terminamos simulando lo que queremos ser, -la
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referencia a la obra El Gesticulador de Rodolfo Usigli no es gratuita- Ignorando nuestra condición,
estamos condenados a representar una verdad ficticia, ajena a la realidad. El ejemplo que usa el
autor es en verdad desconcertante: De niño, escuchó un ruido y al preguntar quién era, una
sirvienta recién llegada le contestó: “No es nadie señor; soy yo”. Alguien se vuelve nadie y sin
embargo, está presente siempre.
Capítulo tres.
Todos santos, día de muertos.
La contradicción forma parte del mexicano. “Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la
marcha del tiempo” y las Fiestas populares, resultan el desagüe idóneo para tal efecto. Durante las
Fiestas populares, desde el grito de independencia hasta el día de la raza, el mexicano se siente
completo, seguro. La razón es sencilla, en ese instante, en ese presente, “el pasado y el futuro al
fin se reconcilian”.
En todos los rincones de México existen sus Ferias y tradiciones, aún en los más miserables. Los
ricos, la minoría que no es pueblo, no festejan, sus reuniones son frías y ni por equivocación se
faltan los modales. “Las Fiestas son el único lujo de México”.
Y una vez más, el círculo de la soledad se cierra. El mexicano derrocha esperando que el derroche
mismo atraiga a la abundancia y si no la atrae, por lo menos se aparenta.
Lo importante es que, durante la Fiesta, “todo pasa como si no fuera cierto, como en los sueños”.
La gente se burla del clero, de las instituciones, del ejército y hasta del mexicano mismo.
Uno de los festejos que más llama la atención: es el día de muertos. Ya desde antes de la llegada
de los españoles, los indígenas creían que la vida se continuaba con la muerte, y de hecho, la vida
misma se alimentaba de la muerte. Nada más privilegiado en vida, que ser sacrificado para los
Dioses. Mientras que para los cristianos la muerte es la antesala a otra vida, para los aztecas, la
manera de participar fundirse con las fuerzas creadoras. Para los aztecas, ni la vida ni la muerte les
pertenecía, todo era un capricho de los dioses. La religión y el destino, trazaban la vida de sus
hijos. “La conquista de México, sería inexplicable sin la traición de los dioses, que reniegan de su
pueblo”.
Actualmente, Paz señala, “todo funciona como si la muerte no existiera”, se exalta la salud con
drogas milagrosas en un siglo donde también hubo campos de concentración. Para el mexicano
moderno, la muerte ha dejado de ser tránsito, ahora es su amor más permanente, su juguete
favorito.
Dos autores mexicanos refiere Paz en este capítulo: José Gorostiza y Xavier Villaurrutia, autores de
Muerte sin fin y Nostalgia de la muerte respectivamente. Ambos poetas, a su manera, pretenden
quitarle la máscara a la muerte, la Muerte Original, la que fue antes de la vida. La entraña
materna.
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Capítulo cuatro.
Los hijos de la Malinche.
Paz abre el capítulo, con una dura crítica al capitalismo. Sistema económico o modo de
producción (según Marx) donde la condición humana es rebajada hasta sus últimas consecuencias.
El individuo se vuelve obrero, número de fábrica prescindible. Produce mercancía que el mismo
consume. Se disuelve en la masa y entonces cobra significado. Ahora pertenece a una clase. Luego,
volviendo a aterrizar en tierras mexicanas, el autor sorprende con una frase demoledora. “El
mexicano no quiere o no se atreve a ser el mismo” Demasiados fantasmas lo habitan: la conquista,
la colonia, la independencia, las guerras contra Francia y Estados Unidos “nuestro buen vecino”,
demasiados abandonos por parte de los dioses. Sin embargo, los mexicanos tenemos una manera
de exorcizar a nuestros demonios. Un grito es suficiente para afirmarnos ante lo exterior, ante los
demás: ¡Viva México hijos de la Chingada! Y ¿quién es la Chingada?, ¿a quién o quienes se dirige
tal grito de guerra? No es casual por supuesto, que el 15 de septiembre, aniversario de la
independencia, todo México, embriagado de seguridad y orgullo, lo grite. Y tampoco es casual que
la figura materna, por un lado falsamente respetada, sea el blanco de la agresión.
La Chingada, es la mujer abierta, violada, es el resultado del conquistador, penetrando por la
fuerza a la mujer indígena. Sin embargo, los hijos de la Chingada son los otros, los no mexicanos,
los malinchistas.
La Malinche, encarna al mito, nadie en México le perdona su colaboración con el invasor y
también, nadie en México negaría a la Virgen de Guadalupe su lugar como madre suprema de
todos los mexicanos; seres provenientes de la soledad “fondo de dónde brota la angustia y que
empezó el día en que nos desprendimos del ámbito materno y caímos en un mundo extraño y
hostil”. Tonantzin, la virgen india, es la madre que vino a cuidarnos de nuestra orfandad.
Y Así, la Chingada y la Virgen de Guadalupe, ambas figuras pasivas, representan el amor -odio del
mexicano hacía sí mismo.
Al gritar, ¡Viva México hijos de la Chingada! Continuamos gritando nuestra voluntad de cerrar los
ojos al pasado.
Capítulo cinco.
Conquista y colonia.
Al llegar los españoles al nuevo continente, encontraron una civilización perfectamente
estructurada: Mesoamérica. La próxima Nueva España comprendía el centro y sur del actual
México y parte de Centroamérica, además, se encontraba poblada con distintas culturas peleadas
entre si y con enemigo común: los últimos pobladores del Valle de México, los Aztecas
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La agricultura, el uso del maíz, el juego de pelota, y los sacrificios humanos, eran rasgos
característicos de todos los pobladores de Mesoamérica. Y todos también, se regían por un
sistema teocrático y militar. Dentro del mismo culto, los dioses Tláloc, Tezcatlipoca,
Huitzilopochtli, Mixcóatl etc., contemplaron sin duda, la llegada del invasor.
Al arribo de los españoles, todos los pueblos sometidos por los Aztecas, vieron una posible
liberación, por ello, muchos o no oponían resistencia, o se dejaban llevar por la indiferencia.
Algunos más, como los Tlaxcaltecas se aliaron incluso a Cortés. La meta, Tenochtitlan. Sin
embargo, Moctezuma, emperador Azteca, (sabía o creía saber) que una era cósmica estaba por
terminar, para dar paso a otra más. Todos esperaban el regreso de Quetzalcóatl, la serpiente
emplumada que juró regresar. Moctezuma recibe a Cortés con presentes, y Cortes, con un puñado
de hombres, la mayoría aventureros, realizó la conquista más absurda de la historia. Los signos, las
profecías se habían cumplido y los dioses le dieron la espalda a sus creyentes. Ningún pueblo se
habrá sentido tan desamparado como ellos. Cuauhtémoc se enfrenta al invasor, pero se enfrenta
sabiendo de antemano su derrota.
“Si México nace en el siglo 16 hay que convenir que es hijo de una doble violencia imperial y
unitaria; la de los Aztecas y la de los Españoles”.
España era por ese entonces una nación medieval, que tomó su lugar en la Europa renacentista,
gracias a su “descubrimiento”.
Posteriormente, el catolicismo se convierte en el corazón de la Nueva España y los indígenas,
conscientes de su orfandad, abrazan al Cristo ensangrentado, al Cristo humillado pues de alguna
manera, ven un certero reflejo de su realidad. Hay que hacer notar, que la decadencia del
catolicismo europeo coincide precisamente con esta época.
La Nueva España, no sobresalió por un arte, mito o pensamiento originales. No poseemos a ningún
reformador o místico de importancia. Pero es quizás Juana de Asbaje o Sor Juana Inés de la Cruz, la
figura más representativa de la colonia. Poeta, monja Gerónima, autora dramática y
profundamente adelantada a su tiempo. Feminista antes de las feministas, lectora de Platón y
Aristóteles, Sor Juana representa la más pura reflexión intelectual. Cree en Dios, pero siempre
busca una explicación racional de las cosas y es precisamente, en un mundo donde sólo las
afirmaciones puras y las negaciones puras pueden existir, donde queda fuera la duda y el examen.
“Su doble soledad, de mujer e intelectual” la coloca como la primer mujer moderna de México.
Capítulo seis.
De la Independencia a la Revolución.
La independencia de la Nueva España, es tan ambigua como la conquista. No es una
independencia propositiva en ideas, no hay postulados ni ideas universales. Los caudillos, es decir
los sacerdotes, no tienen una idea clara de que hacer. Su única virtud, es que escuchan de cerca al
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pueblo. La independencia sudamericana inicia con San Martín y Simón Bolívar. Se crean estados y
promulgan leyes. En la Nueva España, se luchaba por liberar a los criollos de la burocracia
peninsular pero, no se pretendía cambiar las estructuras económicas ni sociales. Los ecos de la
Revolución Francesa y la norteamericana se escuchaban por todos lados. Los insurgentes vacilan
entre la independencia total, o formas modernas de autonomía. La guerra inicia por los abusos de
la burocracia española contra los latifundistas. Pero más allá estaba también el abuso de los
latifundistas hacia sus campesinos. “No es una rebelión de la aristocracia contra la metrópoli, sino
del pueblo contra la primera”. Hidalgo termina con la esclavitud, Morelos reparte los latifundios,
pero, la iglesia y los grandes propietarios buscan ayuda en la Corona Española. Hidalgo, Morelos y
Mina, sucumben ante la alianza. Entonces, un hecho inesperado sucede. En España, los liberales
toman el poder, transforman la monarquía en constitución y amenazan seriamente los intereses
del clero. En México, la iglesia y los grandes propietarios, temiendo quizá una reacción en cadena,
buscan a los insurgentes vivos y ¡consuman la Independencia de la Nueva España!
Sin embargo, se hereda el viejo orden español sin la visión futura de una sociedad moderna.
Aparece entonces, la imagen del dictador hispanoamericano con su primera impresión: la del
libertador. Las nuevas sociedades se formaban por militares ansiosos de repartirse el botín. En
México mientras tanto, aparece una constitución, copia de Europa y Estados Unidos que pasaban
por una realidad muy distinta a la nuestra, es decir: la revolución Industrial. Esta constitución
ligeramente liberal y democrática, era, por un lado inaplicable, y por el otro, ocultaba nuestra
realidad histórica por completo.
“La mentira política, se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente”
La rueda de la historia se precipita, el Virreinato se transforma en Imperio Mexicano con un
Emperador: Iturbide. Efímero y ridículo. Todos esperan que con un cambio de leyes la situación
cambie y, como en Europa, aparecería una nueva clase social: la burguesía. Las facciones se pelean
entre sí, lo cual aprovechan los norteamericanos para quitarle a México ¡más de la mitad de su
territorio! por medio de Antonio López de Santa Ana. “El arquetipo del dictador
latinoamericano” Los conservadores se arman, Benito Juárez responde con la Reforma; separa
iglesia de estado. Nuevamente, los conservadores piden ayuda al extranjero. Napoleón III manada
otro emperador Maximiliano de Habsburgo. A su vez fusilado por el liberal Juárez. La Reforma
consume la independencia. Y entonces aparece la constitución de 1857. Libertad de enseñanza
promulgada. El autor evita la auto complacencia y agudamente observa “La Reforma funda a
México negando su pasado, rechaza la tradición y busca justificarse en el futuro”.
Finalmente, la esperada aparición de una burguesía mexicana, es decir, una clase social pudiente y
productiva, jamás apareció. México era un país agrario muy ajeno al occidente industrializado. En
cambio surge una casta latifundista que reniega del progreso. Muerto Juárez, el poder está a
merced de los caudillos; Porfirio Díaz, militar de corte liberal asume el poder. Una nueva máscara
se pone México, ahora de estilo afrancesado y pretendidamente sofisticado. Los indígenas son
desplazados de sus tierras, se abre la economía al capital norteamericano. México –que nació
endeudado como país- se endeuda más. Aparentemente México progresa, se construyen los
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ferrocarriles, se estimula el comercio e industrias modernas. Díaz recibe el nuevo siglo y de
repente, cumple 33 años en el poder.
La Revolución mexicana, tampoco tuvo precursores ideológicos conscientes de la verdadera
situación del país. De los más radicales, los hermanos Flores Magón, que militaron desde el
exterior del país, poco queda en las reformas de los trabajadores. Francisco I Madero, un místico
convencido, resumió el cambio que, según él, México necesitaba: “Sufragio Efectivo no reelección”
los males del país se debían a la eterna presencia del general Díaz y sus “científicos” en el poder.
Madero, de cuna terrateniente, no se daba cuenta de la naciente clase obrera mexicana y de la
explotación de los caciques hacia los campesinos. Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho
Villa y Emiliano Zapata, ambos surgidos del pueblo mismo lo entendían. Aun así, sus limitaciones
se hacían evidentes. Los líderes revolucionarios se amparaban en sus respectivos planes para
cambiar las estructuras políticas y económicas del pueblo. Desterrado el viejo general, Madero
asume el poder. Nada cambia. La situación política se complica pues desde el norte, un golpe de
estado, perpetrado por Victoriano Huerta se consume. Madero y Pino Suarez son fusilados. Villa,
Zapata, Álvaro Obregón y un viejo porfirista Venustiano Carranza, forman sus bandos, la guerra
civil entre los líderes revolucionarios deja un saldo trágico pues de alguna manera, todos mueren a
manos de todos y a la postre, se convierten en mitos populares. “Villa cabalga todavía en el norte,
en canciones y corridos; Zapata muere en cada feria popular; Madero se asoma en los balcones
agitando la Bandera Nacional; Carranza y Obregón viajan aún en aquellos trenes revolucionarios,
en un ir y venir por todo el país. Todos los siguen: ¿a dónde? Nadie lo sabe. Es la revolución, la
palabra mágica, la palabra que va a cambiarlo todo y que nos va a dar una alegría inmensa y una
muerte rápida”.
Capítulo siete.
La “Inteligencia” Mexicana.
Octavio Paz define de la siguiente manera a la “Inteligencia” mexicana: “sector que ha hecho del
pensamiento crítico su actividad vital” aunque señala que la obra de esta “Inteligencia” no se
encuentra del todo en libros, sino más bien en su influencia en la obra pública. Y es José
Vasconcelos, el fundador de la educación moderna en México, el primero en citar. Miembro del
grupo ateneo, Secretario de Educación Pública que pretende continuar la obra de Justo Sierra:
ampliar la educación elemental y perfeccionar la enseñanza superior. Vasconcelos funda sus
principios educativos en la tradición. La nueva educación, anota Paz, “se funda en la sangre, la
lengua y el pueblo”. El filósofo y escritor, nutre su proyecto con la revolución, colaboran poetas,
escritores, pintores, artistas en general, que como Vasconcelos, siente al periodo revolucionario
como la verdadera cara de México. Emergen las artes populares, los muros son para los muralistas
y se fundan escuelas en todos los rincones de México. La literatura mexicana, reflexiona sobre la
conquista y el pasado indígena, y los autores más atrevidos en la reciente revolución.
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Había que levantar al país y quién mejor que los intelectuales para hacerlo. Los caudillos se
allegaron de gente de estudios, y muy pronto: los poetas estudiaron economía, los novelistas se
hicieron abogados y ejemplos por el estilo.
Por supuesto que no todos los miembros de la “Inteligencia” colaboraron; algunos incluso se
opusieron al régimen y como en el caso de Manuel Gómez Morín y otros, fundaron el partido de
oposición. El Acción Nacional.
Otros miembros de la “Inteligencia” que por su impacto nombra el autor serían: Samuel Ramos,
autor de El perfil del hombre y la cultura en México, primer estudio del mexicano y antecedente
directo de El laberinto de la soledad, Jorge Cuesta, quien dedica su obra a indagar el sentido de
nuestras tradiciones, Daniel Cosío Villegas, fundador del Fondo de Cultura Económica, Textos de
todo tipo al alcance de todos, José Gaos, exiliado español y filósofo, Alfonso Reyes, escritor
apasionado, poeta crítico y ensayista, quien pretendía “Buscar el Alma Nacional” Leopoldo Zea,
historiador, y algunos más de tipo político.
Concluye Paz, “exceptuando la revolución hemos vivido nuestra historia como un episodio de la
del mundo entero. Nuestras ideas, así mismo, nunca han sido nuestras del todo, sino herencia o
conquista de las engendradas por Europa” Sin embargo, sostiene “el mundo moderno ya no tiene
ideas” México, a partir de su conquista, fue influenciado por las ideas liberales, que como el
mundo mismo, se tenían que actualizar. La diferencia histórica de una Europa: vanguardia de las
artes, las guerras, las ideas y el pensamiento filosófico, con un México nacido de la violencia y
cursando un tiempo histórico distinto, fue lo sucedido.
Pero a partir de la Revolución, México y el mundo viven al día. “Con un futuro por inventar”.
Capítulo ocho.
Nuestros días.
Antes de continuar con el estudio del libro, quiero recordarte que fue escrito en 1950, es decir y
perdón la redundancia a mediados del siglo pasado. Continuemos.
“La revolución no a hecho de nuestro país una comunidad o siquiera una esperanza de
comunidad”. Sin embargo, como todas las revoluciones del mundo, -la de México fue la primera
del siglo veinte- ninguna ha terminado satisfactoriamente su labor. ¿Y cuál sería el punto
culminante de una revolución? El autor nos contesta: “En primer término, liquidar el régimen
feudal, transformar el país mediante la industria y la técnica, suprimir nuestra situación de
dependencia económica y política y, en fin, instaurar una verdadera democracia social”. Ahora
bien, la historia va a la par para todos, el planeta, unificado desde la expansión imperialista,
enredó por completo las economías de todos los países. Desde luego, unos beneficiados y otros
no. “Lo conquistado hay que defenderlo todavía”
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Particularmente, en México, el crecimiento demográfico, no previsto por los primeros gobiernos,
se presentó como una máscara que esconde el actual desequilibrio. La reforma agraria por su
parte, cuenta todavía con millones de campesinos en extrema pobreza; principal causa de
braceros en Estados Unidos. La industria y los centros de producción son insuficientes para
absorber la demanda de trabajo en las ciudades. Ahora bien, si bien el General Lázaro Cárdenas al
expropiar el petróleo y el ferrocarril entre otros impulsó la economía interna del país, también es
cierto que tocó fibras muy sensibles, económicamente hablando, del vecino país del norte.
Con la industrialización del país, surge la clase obrera, aquella que según Marx “lleva el curso de la
historia”. En México, esa clase obrera y mediana burguesía, surge desde las entrañas mismas del
poder. Primero se apoya a Venustiano Carranza –buen momento para recordar que también fue
gobernador porfirista- luego a Álvaro Obregón y finalmente a Plutarco Elías Calles. El estado desde
entonces ha protegido las organizaciones sindicales. La burguesía por su parte, se alió
directamente con el gobierno así, el banquero se convirtió en senador o diputado.
Desgraciadamente, carecemos de una industria básica por la sencilla razón de que somos un país
productor de materias primas. Entonces, dependemos de los grandes capitales que imponen
condiciones cual viejos conquistadores. También carecemos de una industria pesquera, el turismo
y los dólares equilibran, sensiblemente, la economía pero nada más. Paz propone: “La inversión de
capitales públicos ya sea en préstamos gubernamentales o por medio de las organizaciones
internacionales”. Y más adelante continua: “Podríamos hacer más si nos unimos a otros pueblos
con problemas semejantes a los nuestros” incluye África y los países asiáticos.
Sorprende la visión y crítica de Paz hacia los países comunistas y la “cristalización” de la “Dictadura
del Proletariado” encarnado por la entonces Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas. Su
carácter visionario es evidente. Finalmente el autor nos hace reconocer que “muy pobres son
nuestros instrumentos intelectuales, hemos pensado muy poco por cuenta propia. Pero somos
nosotros los equivocados, no la historia” Aunque también nos recuerda “Somos por primera vez
en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres”.
Apéndice.
La Dialéctica de la soledad.
“El hombre es el único ser que se siente sólo y el único que es búsqueda de otro”. Para el Nóbel
Mexicano, la soledad lleva irremediablemente a la conciencia. Nacemos y morimos solos. Pero
también somos capaces de traspasar nuestra soledad mediante el amor como “elección, libre
elección acaso de nuestra fatalidad, súbito descubrimiento de la parte más secreta y fatal de
nuestro ser”. Las relaciones amorosas están viciadas por culpa de la sociedad, misma que impide
la libre elección. La mujer es presa de su imagen; impuesta por una sociedad básicamente
masculina. Tampoco el hombre puede elegir, el primer contacto sexual del niño ocurre con la
madre y/o hermanas. De modo que un carácter simbólico de incesto, está presente en nuestro
erotismo. Se elige por confusión, por belleza o conveniencia; por creer que “no hay de otra”, o
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porque “se me va el tren”. Lo cierto es que la gran mayoría de mexicanos, y mexicanas, piensan al
final de su existencia: “Y pensar que he perdido los mejores años de mi vida con una mujer que no
era mi tipo” frase de Swan citada por el propio Paz.
Para la sociedad, el amor equivale a tener hijos pues la familia, es el primer reflejo de la sociedad.
La doble moralidad aterriza directamente en el concepto del Matrimonio, es decir la naturaleza
conservadora de la pareja. Al amor garantizado constitucionalmente.
El verdadero amor es antisocial y revolucionario, y es precisamente en la adolescencia, en dónde
se expresa en su forma más pura y contradictoria. La adolescencia no implica únicamente soledad
sino “los grandes amores, el heroísmo y el sacrificio”.
El ensayo cierra con una unas últimas reflexiones sobres las Ferias, las Máscaras y algunas
constantes que acabas de leer. Espero haberte hecho el paro y te invitó a acercarte a la obra de
Octavio Paz.
Por último

Octavio Paz Lozano, nace en la ciudad de México en el año de 1914. Estudia en la facultad
de Derecho de la UNAM. En 1931 publica sus primeros poemas y ensayos en el Nacional y
en la revista Barandal. Su obra, abarca además libros sobre poética, antropología, arte,
historia, biografía, y crítica política y literaria. Ha sido traducido a más de 30 idiomas entre
los que se encuentran el Estonio, el Alabes, el Islandés y el Malayalam.

En 1935 conoce a Los Contemporáneos. Posteriormente, y sin dejar jamás de escribir,
realiza funciones diplomáticas en varias partes del mundo. En Francia, traba amistad con
el grupo de los surrealistas. En 1949 publica lo que a consideración del propio Paz resulta
su primer libro: Libertad bajo palabra, al año siguiente, El Laberinto de la soledad aparece
por primera vez y para siempre. Algunas de sus más importantes obras serían: El arco y la
lira, Piedra del sol, Salamandra, Postdata, Sor Juana o las trampas de la fe. Fundador de
las revistas literarias Plural y Vuelta. Embajador de la India de 1962 a 1968, renuncia al
cargo en protesta por la matanza del 2 de octubre. Este acto es bien recordado por el
México moderno.

Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentran: el Príncipe de Asturias, el
Cervantes, el Alexis, y en 1990 el Nobel de Literatura “por su escritura apasionada y de
amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensual, y la integridad de su
humanismo”. Muere en la ciudad de México el 19 de abril de 1998. Su último acto público
fue la asistencia a la inauguración de la fundación que lleva su nombre.
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