CAUSA N° 317/2007 NORFARO SRL C/ EDENOR SA S/ DAÑOS Y

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CAUSA N° 317/2007
JUZG. N° 1
SECR. N° 1
NORFARO S.R.L. C/ EDENOR S.A. S/ DAÑOS Y
PERJUICIOS.
En Buenos Aires, a los
25
días del mes de agosto de dos mil nueve reunidos en
acuerdo los señores Jueces de la Sala 2 del la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, para conocer en recurso interpuesto en autos: “NORFARO S.R.L. C/
EDENOR S.A. S/ DAÑOS Y PERJUICIOS” respecto de la sentencia de fs. 456/457, el Tribunal
estableció la siguiente cuestión a resolver:
Se ajusta a derecho la sentencia apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación debía ser efectuada en el siguiente
orden: señores Jueces de Cámara doctores Alfredo Silverio Gusman, Eduardo Vocos Conesa y
Ricardo Víctor Guarinoni.
A la cuestión planteada, el señor Juez de Cámara doctor ALFREDO SILVERIO
GUSMAN dijo:
I.- La empresa NORFARO S.R.L. inició demanda contra EDENOR S.A. por los
daños y perjuicios que sufriera como consecuencia de los cortes de suministro de energía
eléctrica acaecidos durante ciertos períodos de los años 2005 y 2006 por la suma de $ 20.058 con
más sus intereses y las costas del juicio.
En su escrito de inicio relata que la empresa se desempeña en el área
gastronómica, bajo la denominación comercial “Bahía Grande”, siendo, al momento de iniciar la
presente demanda, el restaurante más importante de la ciudad “Nordelta”. Afirma que se trata del
único complejo gastronómico con vista al río y amarradero propio para las embarcaciones.
Señala que a causa de los apagones el establecimiento en cuestión se quedaba sin
iluminación, circunstancia que no sólo provocaba la interrupción del funcionamiento de todos los
artefactos, sino en especial de los aparatos extractores, lo que obligaba a los clientes a retirarse
del local por el humo que los invadía, eximidos de abonar la consumición y llevándose una mala
impresión que desacreditaba al restaurante.
Asimismo asevera que, como consecuencia lógica de los cortes de energía, tuvieron
que desechar la mercancía perecedera y que, no obstante estas pérdidas, debieron continuar con el
pago de sueldos a todos los empleados, como así también debieron abonar tasas, impuestos,
contribuciones y otros gastos relacionados con la explotación comercial correspondientes, según
su apreciación, a períodos improductivos.
II.- El señor Juez de primera instancia hizo lugar parcialmente a la demanda,
condenando a la Empresa Distribuidora y Comercializadora Norte S.A. a pagarle a Norfaro
S.R.L. la suma de $ 5.000 con más los intereses (a tasa activa del Banco de la Nación Argentina)
y las costas del juicio.
III.- Dicho pronunciamiento fue apelado por ambas partes, la actora lo hizo a fs. 461
y la demandada a fs. 463 y vta. La accionante expresó sus agravios a fs. 476/77 vta., los que
fueron contestados por su adversaria a fs. 482/85 vta. y la accionada presentó sus quejas a fs.
478/80 vta., replicadas por la actora a fs. 486/88. Median, además, recursos que se vinculan con
las regulaciones de honorarios (fs. 458, 462 y 463 y vta.), los que serán examinados por la Sala
en conjunto a la finalización del presente acuerdo.
IV.- Los agravios de la parte actora se centran en el quantum de la indemnización
que otorgó el señor Juez “a quo”, pues lo considera exiguo.
La demandada se queja porque estima excesivo dicho monto. Asimismo se agravia
por cuanto el señor Juez de la anterior instancia no toma en cuenta el daño a cables subterráneos
producido por terceros. El tercer agravio se relaciona con la falta de consideración de las
condiciones climáticas que le impidieron cumplir con sus obligaciones y su última queja guarda
relación con el primero de los agravios: el quantum de la indemnización, en tanto hace referencia
a las sumas otorgadas en concepto de lucro cesante y gastos fijos.
V.- Quiero señalar, ante todo, que la responsabilidad de la concesionaria de un
servicio público por incumplimiento es de índole objetiva.
Ello así, no tengo duda, en ese sentido, de que EDENOR S.A. es responsable, en
principio, de los cortes de energía padecidos por la empresa Norfaro S.R.L. Por lo demás, ha
quedado debidamente acreditada la actividad comercial que cumplía la actora en dicho
establecimiento, mediante el certificado de habilitación emanado de la Municipalidad de Tigre
(conf. fs. 61) y, asimismo, su carácter de usuaria del servicio eléctrico que presta la demandada
(conf. fs. 50/60).
Es claro, por otra parte, que entre la actora y la demandada existía un vínculo
contractual, de manera que el in-cumplimiento de la obligación de suministrar la energía eléctrica
da origen a la responsabilidad de EDENOR S.A., pues en este ámbito de la responsabilidad
contractual el mero incumplimiento hace presumir la culpa iuris tantum, quedando en cabeza de
la distribuidora la prueba del caso fortuito, culpa de la víctima o de un tercero por el que no debe
responder (conf. esta Sala, causa 3967/96 del 29.6.00; LLAMBÍAS J.J., “Tratado de Derecho
Civil”, Obligaciones, Bs.As., 1967, t. I, p.190, nº 168; ORGAZ, A., “El daño resarcible”, Bs.As.,
1967, p. 14; ALTERINI, A.A. – AMEAL O.J. y LÓPEZ CABANA, R., “Derecho de las
Obligaciones”, Bs.As., 1995, p. 187; COLMO A., “De las obligaciones en general”, 3ª. Ed., nº
110; BUSSO E.A., “Código Civil Anotado”, Bs.As., 1949, t. III, p. 258; etc.).
Es así que, con referencia al usuario, la distribuidora debe demostrar –para eximirse
de responsabilidad por el incumplimiento- que la deficiente provisión del servicio respondió a
causas que no pudo prever o evitar (arts. 513 y 514 del Código Civil). Y sobre el particular,
EDENOR S.A. se ha limitado a invocar excesos pluviales y supuestos actos de terceros, pero no
se preocupó en demostrar qué trabajos de conservación o de re-novación de las líneas practicó
desde que tomó posesión (la empresa fue constituida el 21 de julio de 1992) hasta el año 2005
(fecha en que comenzaron a producirse los cortes que afectaron a la actora).
Por lo demás, el problema no era inevitable obrando con la prontitud que exigían las
circunstancias. Repárese en que la zona se caracteriza por tener gran cantidad de comercios de
este tipo, de mayor o menor envergadura.
Es menester meritar, asimismo, que los usuarios de servicios públicos gozan de
protección constitucional (art. 42), por cuya vigencia en la realidad deben preocuparse los jueces
en tanto son también “autoridades” que proveerán a la protección de los derechos de los usuarios
(conf. esta Sala, causa 3967/96 cit.; Sala I, causa 822/93 del 11.7.95 –anotada por BIDART
CAMPOS, “El servicio telefónico y el art. 42 de la Constitución”, E.D. 21.11.95, fallo nº 46.793-;
10.245/93 del 10.6.97, entre otras).
VI.- Respecto de la causal que invoca la demandada para limitar su responsabilidad,
esto es, la ocurrencia de fenómenos meteorológicos de magnitudes imprevisibles, entiendo que
con ello da por sentado que el mero acaecimiento del hecho descripto es equiparable al caso
fortuito y, por lo tanto, que debe quedar eximida de responder por los daños ocasionados.
Debo recordar con relación a esta cuestión que el cumplimiento de la obligación –en
el caso, la de suministrar el fluido eléctrico en los términos legales y contractuales acordadosimplica por parte de la empresa prestataria la adopción de todas las medidas necesarias para su
materialización. Por tanto, el incumplimiento se verifica cuando, de acuerdo a las circunstancias
de modo, tiempo y lugar (art. 512 del Código Civil) el deudor ha omitido adoptarlas. Esa falta
deriva de una actividad voluntaria (imputabilidad de primer grado, arts. 897 y 900 del Código
Civil) atribuible a la culpa del agente (imputabilidad de segundo grado, arg. del art. 1067 del
Código Civil y LLAMBÍAS J. J., “Tratado de Derecho Civil. Obligaciones” 1973, tomo I,
número 185, pág 231).
No está discutido el hecho mismo del apagón en ninguna oportunidad, ni la
naturaleza del vínculo que unió a las partes, por lo que la carga de la prueba del caso fortuito
recae en la demandada, que es quien lo ha invocado, y máxime cuando su obligación es de
resultado (conf. art. 377 del Código Procesal y LLAMBÍAS, op. cit, t. I, nº 208, pág. 233; esta
Sala, causas 4902 del 31.3.78 y 5545 del 26.5.78, entre muchas otras).
Por cierto que esa prueba no se circunscribe a la sola existencia del fenómeno
meteorológico, sino también, y principal-mente, a su relación de causalidad –inevitable e
imprevisible- con la interrupción del servicio eléctrico (conf. BUSTAMANTE ALSINA, J.,
“Teoría General de la Responsabilidad Civil”, séptima edición, pág. 293/94).
Pues bien, del informe del Servicio Meteorológico Nacional dependiente de la Fuerza
Aérea Argentina, Comando de Regiones Aéreas, surge que las ocurrencias climáticas
corresponden a sólo cuatro de los doce períodos sin suministro eléctrico y, a mi juicio, no
representan fenómenos de intensidad significativa en la zona norte de Buenos Aires y mucho
menos en un área cercana al río, con lo que va dicho que la demandada no puede invocar como
caso fortuito (con todas las características que encierra y que describí en acápites anteriores) unas
tormentas regulares que ella se veía obligada a prever con un mantenimiento adecuado del
servicio que presta.
Ello así, estimo que no existen elementos que sustenten la postura de la demandada
en este punto.
Por los fundamentos expuestos, no habiendo la accionada acreditado el “casus”, su
responsabilidad luce insoslayable.
VII.- Asimismo descarto el argumento dirigido a endilgarle a terceros la
responsabilidad por los daños ocasionados a ciertos cables subterráneos.
Si bien la concesionaria ha hecho alusión a dicha circunstancia en su escrito de
contestación de la demanda (conf. fs. 258, punto “f”), juzgo que no existe prueba efectiva que
avale sus dichos y que demuestren, sin sombra de duda, que los daños constatados en dicha
oportunidad tengan su origen en el accionar de terceros ajenos a esta relación. El testimonio
aportado por el señor Sergio REA DE FALCO (conf. fs. 378), es la declaración de un empleado
de la demandada, extremo que si bien no es, de suyo, razón para descartar sus dichos, permite
prescindir de ellos cuando no se ha allegado a la causa una prueba de mayor peso convictivo que
la refuerce (arg. art. 456 del Código Procesal). En efecto, no constan en autos informes o actas
elaboradas en esa fecha que fundamenten la situación que describe el testigo y que permitan
descartar con sólidos argumentos la responsabilidad que le incumbe a EDENOR S.A. en el
incumplimiento que se le achaca.
VIII.- Habiendo quedado configurada la responsabilidad de la concesionaria del
servicio público de provisión de energía eléctrica, es hora de analizar la magnitud de los daños
que ha sufrido la empresa accionante como consecuencia de los cortes de suministro eléctrico que
invoca.
Tengo en cuenta, en primer término, que ante la interrupción del suministro de
energía eléctrica, dado el curso natural y ordinario de las cosas (arg. art. 901 del Código Civil),
las mercaderías perecederas sufren deterioro y descomposición orgánica, no siendo aptas para el
consumo.
En tales condiciones, me parece claro que un restaurante de primera categoría,
como se trata en la especie (carácter éste que ha quedado demostrado con las diversas
declaraciones de los testigos), ha debido guardar las máximas condiciones de calidad en los
alimentos refrigerados, por manera que no creo sumamente exageradas las consideraciones que
efectúa la accionante respecto al desecho de mercancía que se vio obligada a efectuar luego de
algunos de los cortes de energía que sufrió.
En consecuencia, más allá de lo informado por el señor perito contador en su
experticia de fs. 356/68, punto “b”, lo cierto es que no resulta razonable concluir que el
restaurante carecía de un stock permanente de mercadería perecedera por el solo hecho de no
contar con un inventario de productos en su contabilidad.
Por tales razones, no coincido con el señor Juez “a quo” en este punto, pues la
lógica me indica que la accionante ha debido sufrir algunas pérdidas por este concepto.
No obstante ello, no escapa a mi juicio que de lo que aquí se trata es de determinar
el verdadero detrimento patrimonial resarcible, extremo que, conforme con los principios que
rigen el onus probandi, ponía en cabeza de la demandante la carga de acreditar los daños y
perjuicios cuya indemnización requiere y su relación causal con el hecho antijurídico. Innecesario
parece recordar que sin la prueba del daño y de esa relación no hay responsabilidad jurídica
contractual ni extracontractual.
Pues bien, ante la carencia de una prueba contundente al respecto, como podría
haber sido un conjunto de facturas de productos adquiridos para la época en que se registraron los
cortes, sólo cuadra fijar el daño según pautas de prudencia (art, 165, última parte, del Código
Procesal).
Ello así, estimo excesiva la suma pretendida por la actora por el perjuicio sufrido
por la pérdida de mercadería, máxime cuando de la lectura del informe contable surge que de
todos los cortes de energía que se sucedieron con asiduidad, el período más extenso se registró el
16.12.2006 (conf. fs. 357), con una duración de 9.30 horas, pero con la particularidad de haberse
producido cerca de la medianoche (23.45 hs.) y de prolongarse hasta las primeras horas de las
mañana siguiente (9.15 hs.), con lo que va dicho que el corte, que continuó durante toda esa
madrugada, no pudo afectar el normal desenvolvimiento de la actividad del restaurante, como
tampoco fue necesario abrir las heladeras o freezers en busca de alimentos, hecho éste que, como
es sabido, resulta perjudicial para el mantenimiento de las bajas temperaturas requeridas para la
conservación de los productos perecederos.
En consecuencia, teniendo en cuenta lo expuesto en el parágrafo anterior, estimo
prudente establecer en $ 1.000 el resarcimiento por este concepto.
IX.- Asimismo, considero atendible el reclamo respecto de los sueldos que debió
abonar puntualmente a sus empleados, como así también el pago de impuestos, tasas y
contribuciones que efectuó, erogaciones debidamente probadas a través de lo informado por el
experto contador a fs. 362/65.
No obstante ello, quiero aclarar que discrepo con lo afirmado por la actora en el
sentido de que se trata de erogaciones efectuadas en períodos improductivos, pues si bien la
existencia del daño no se discute, lo cierto es que no se han originado pérdidas que la ubiquen en
un estado cercano a la insolvencia.
Por otra parte, con relación a la queja expuesta por la demandada sobre esta
cuestión no constituyen una pormenorizada y fundada crítica, en los términos exigidos por el
artículo 265 del Código de rito, pues se limita a desconocer cómo el Magistrado de grado arribó a
dicha suma y a solicitar su disminución (fs. 479 vta.). Se impone, respecto de esta parte del
recurso, aplicar las consecuencias del artículo 266 de la ley adjetiva.
En tales condiciones, estimo adecuado confirmar el monto otorgado por el señor
Juez “a quo” por este concepto ($ 1.500).
X.- Me referiré, por último, al quantum que fijó el señor Juez “a quo” en concepto
de lucro cesante, el que la demandada considera elevado.
Diré brevemente al respecto que los argumentos que esgrime sobre esta cuestión
representan meras conjeturas sin apoyo probatorio.
Frases como “...observando además que en tres de esos días ocurrieron
temporales de lluvia y viento, es poco creíble que hayan concurrido comensales, debiendo
retirarse porque faltaba energía eléctrica.” (conf. dichos de fs. 479 vta.) constituyen
apreciaciones de carácter subjetivo, cuya base de razonamiento posee la fragilidad propia de un
comentario ligero y sin el rigor que exige el debate de una cuestión tan significativa como es el
tema de la responsabilidad por daños.
Mas aún, tan escueta aseveración, que dudosamente constituya agravio
técnicamente fundado (art. 265, Cód. Procesal) deja incólumes los agravios que expone la actora
al respecto.
Importa señalar que además de los cortes a los que hice referencia en el
Considerando VIII, el informe contable da cuenta de otro corte prolongado que se extendió
durante siete horas, aproximadamente, comenzando a las 11.57 hs. del día 3 de noviembre de
2005 hasta las 19.01 hs. de ese mismo día y estimo que este corte de suministro también ha
debido causar perjuicios significativos a la actora, como diversas molestias, habida cuenta de que
se trata de un momento de actividad importante en el desarrollo de las tareas típicas de un
restaurante. Lo propio cabe decir de aquellos que se produjeron con fecha 13 de abril de 2005
(que se extendió por un lapso de cinco horas, restaurándose el suministro más allá del mediodía),
asimismo del que aconteció con fecha 13 de abril de 2006, con una duración de casi siete horas,
impidiendo casi en forma absoluta las tareas de la noche, es decir, la preparación de la cena, pues
comenzó a las 19.45 hs. y culminó a las 2.37 hs de la madrugada del día siguiente.
Asimismo, la actora denuncia como hecho nuevo tres cortes de suministro
acaecidos en el año 2007 (conf. fs. 269 y vta. y fs. 272/73 vta.), los que fueron reconocidos
expresamente por EDENOR S.A. (conf. fs. 271 y vta. y 275 y vta.).
Los testigos propuestos por el restaurante están contestes en que los cortes
provocaron la pérdida de clientes. En ese sentido, Viviana Mónica RIMOLDI declaró que estuvo
presente en tres oportunidades cuando se cortó la luz y que a sus amigos les ocurrió otras veces.
Asimismo agregó que el establecimiento comenzaba a llenarse de humo y que había que salir
rápido, corroborando que en esos casos no le cobraron la consumición (conf. fs. 323).
Frente a estas declaraciones que cito a modo de ejemplo y a otras similares, no
puedo soslayar la idea relativa a la desconfianza que genera en el público consumidor (del que
soy parte) un establecimiento gastronómico, o cualquier otro comercio dedicado al expendio de
alimentos, sin energía eléctrica. Aún en momentos en que el servicio es restablecido, los clientes
solemos imaginar que aquello que ingerimos quizás haya sufrido la interrupción de la cadena de
frío que lo mantiene apto para el consumo.
Los demás cortes que da cuenta la experticia no poseen, a mi juicio, la
entidad suficiente como para entorpecer la labor del comercio accionante ni comprometer la
calidad de su mercadería refrigerada.
En consecuencia, juzgo razonable reducir el monto re-clamado por lucro
cesante y fijarlo, según pautas prudenciales (art. 165 del C. P.C.C.N.), en $ 3.000.
XI.- En cuanto a la “pluspetición inexusable” que invoca la empresa accionada
en el punto V de su memorial de agravios, en virtud del monto reclamado y de aquél por el que
prospera la demanda, lo que la lleva a peticionar la eximición de costas o bien la imposición a la
actora en la proporción del éxito obtenido, debo señalar que la demandante estimó el monto de su
pretensión en $ 20.058, mas sujetándolo a “lo que en más o en menos resulte de la prueba a
rendirse” (conf. fs. 67, punto II).
Este hecho ilustra que, no obstante la mención de una determinada cifra, la
actora no circunscribió su demanda a ella. Por ende, debe entenderse que, como la actora triunfó
en el aspecto central del litigio –representado por el reconocimiento de su derecho a la
indemnización del daño producido por el corte energético- es razonable considerar que reviste la
condición de vencedora sustancial de la controversia. No considero, por tanto, que se configure
una conducta temeraria por parte del usuario reclamante.
Juzgo, pues, que la imposición de los gastos del juicio a la demandada refleja
fielmente el principio objetivo de la derrota receptado en el artículo 68, primer párrafo, del
Código Procesal (conf. FASSI - YAÑEZ, “Código Procesal Civil y Comercial”, ed. Astrea, tomo
I, pág. 413; Fallos: 311:1914; 314:1634; 317:1638).
Es que, tal como lo ha sostenido reiteradamente esta Cámara, dicho principio
procura evitar que la defensa del derecho controvertido se convierta en un daño para quien se ve
obligado a ocurrir a los estrados judiciales en busca del reconocimiento de ese derecho (conf. esta
Sala, causa 7332/01 del 9.5.02; Sala I, causa 1597/99 del 27.6.00; Sala III, causa 4146/91 del
6.9.05, entre muchas otras).
XII.- Por ello, voto porque se modifique la sentencia apelada, elevando el
monto de la condena a $ 5.500, con costas de ambas instancias a cargo de la demandada vencida
(art. 68, primer párrafo, del Código Procesal).
Los señores Jueces de Cámara doctores Eduardo Vocos Conesa y Ricardo
Víctor Guarinoni, por razones análogas a las aducidas por el señor Juez de Cámara doctor
Alfredo Silverio Gusman, adhieren a las conclusiones de su voto. Con lo que ter-minó el acto.
ALFREDO SILVERIO GUSMAN - EDUARDO VOCOS CONESA -RICARDO VÍCTOR
GUARINONI -.
Es copia fiel del acuerdo original que obra en las páginas n° 911 a n° 917 del
Libro de Acuerdos de la Sala 2 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial
Federal.
Buenos Aires,
25 de agosto de 2009.Y VISTOS: por lo que resulta del acuerdo que antecede, téngase por resolución de
la Sala lo propuesto en el punto XII del primer voto.
Teniendo en cuenta la naturaleza del asunto, su monto -tomando como tal la pauta
que fijó el a quo, sin controversia de las partes, con más los intereses a la tasa activa B.N.A. hasta
la fecha- la extensión, calidad e importancia de los trabajos desarrollados, así como las etapas
cumplidas, elevase los honorarios de la dirección letrada de la parte actora, doctor Ernesto
Mociulsky a la suma de TRES MIL DOSCIENTOS OCHENTA PESOS ($ 3.280) y los del
apoderado de dicha parte doctor Rodrigo Ezequiel Martínez a la suma de UN MIL
TRESCIENTOS DOCE PESOS ($ 1.312) (arts. 6, 7, 9, 19, 37 y 38 de la ley 21.839, modificada
por la ley 24.432).
En atención al carácter de las cuestiones sobre las que debió expedirse el perito
contador Gabriel Irazoqui, así como a la entidad de su dictamen de fs. 356/368, elevase sus
honorarios a la cantidad de QUINIENTOS PESOS ($ 500).
Por alzada, atendiendo al mérito de los escritos pre-sentados y al resultado final
del recurso, fíjase los honorarios de los doctores Ernesto Mociulsky y Rodrigo Ezequiel Martínez
en las sumas de OCHOCIENTOS VEINTE PESOS ($ 820) y TRESCIENTOS VEINTIOCHO
PESOS ($ 328), en ese orden (art. 14 del arancel).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
ALFREDO SILVERIO GUSMAN
EDUARDO VOCOS CONESA
RICARDO VÍCTOR GUARINONI
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