ÍNDICE Pág:1 INTRODUCCIÓN Págs:2

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ÍNDICE
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I:
Pág:1
Págs:2
Págs:3−9
SIGMUND FREUD: BIOGRAFÍA
CAPÍTULO II:
Págs:10−12
TEORÍA DEL PSICOANÁLISIS DE FREUD
CAPÍTULO III:
Págs:
INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
CAPÍTULO IV:
Págs:13−32
TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
CONCLUSIÓN
ANEXO I:
Pág: 33
Pág:34−35
ILUSTRACIONES
INTRODUCCIÓN
El tema general de trabajo es la teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud. Hemos podido limitar el trabajo
mostrando una visión general de su teoría y analizando la interpretación de los sueños y loas principales
trastornos psicológicos con sus correspondientes tratamientos. Este tema tiene influencia en diversos sectores,
tales como: filosofía, ética, moral, medicina, psicología, psiquiatría.....
La finalidad y objeto que se persigue es realizar con mayor profundidad un estudio sobre el tema.
Para la obtención de información hemos recurrido a diversas fuentes, que nombraremos posteriormente en la
bibliografía y de un modo secundario e indirecto hemos obtenido datos de disteintos servidores de
INTERNET.
El trabajo consta de varios capítulos y también figuran los apartados de índice, introducción y conclusión a
continuación vamos a delimitar el trabajo nombrando las partes que cada una ha realizado:
Leticia Benito Pérez: Capítulos I y II
Silvia García Portela y Victoria Vicente − Arche: Capítulo IV
Marisol Soriano García: Capítulo III
BIOGRAFÍA DE SIGMUND FREUD
(Véase anexo I, foto I)
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VIDA DE SIGMUND FREUD
(Véase anexo I, foto 2)
MATHILDA LOOY,nacida en Pennsylvania (EE.UU) en el seno de una familia de la secta Amish, pero
apartada de ese grupo étnico−religioso y residente en Nueva York, llevaba años sometiéndose a sesiones de
psicoanálisis sin apenas notar mejoría. "Vivía en una montaña rusa que me hacía pasar de la euforia a un pozo
negro de desesperación. Con ayuda de mi psicoanalista, había recorrido todos los desvanes de mi inconsciente
en busca de las causas ocultas de mi trastorno. Creía firmemente que mis problemas eran consecuencia de la
educación puritana que había recibido de niña, con un padre autoritario e intransigente y una madre
indiferente y débil. Sin embargo, aunque el haber comprendido ese pasado me ayudó a conocerme mejor, no
puso fin a la tortura que es vivir en un tobogán mental".
Un día Mathilda leyó que un grupo de científicos había detectado dos marcadores genéticos entre los Amish,
que rara vez se casan con gente ajena a su grupo. Apuntaban a un gen defectuoso en la punta del cromosoma
11, que impedía la síntesis normal de la dopamina, un neurotransmisor que permite la comunicación entre las
neuronas. Hoy, en espera de un tratamiento genético específico, Mathilda, que ha cumplido ya 31 años, toma
fármacos para controlar los niveles anormales de dopamina. "Llevo varios años sin psicoterapia", explica la
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mujer, que se ha casado pero no quiere tener hijos por miedo a transmitirles la enfermedad. "Cuando tienes un
gen de por medio, poco puede hacer Freud por ti".
SIN DIVÁN
Un siglo después de que el genial médico austríaco revolucionara los textos de psicología y psiquiatría con su
hallazgo del inconsciente y el método psicoanalítico, cada vez más trastornos mentales parecen tener solución
lejos del diván del psicoanalista. Y es que, en contra de Freud, para quien "la verdadera causa de los trastornos
hay que buscarla en sucesos ocurridos en la infancia del individuo, relacionados con impresiones de carácter
sexual", las imágenes cerebrales de varios pacientes con obsesiones compulsivas obtenidas por PET
(tomografía por emisión de positrones) revelan que ese problema se debe a menudo a un metabolismo
acelerado de ciertas zonas del cerebro. Otros estudios señalan que los niveles de serotonina, un
neurotransmisor, son excesivos en ellos. En particular la esquizofrenia, observada por Freud a la luz del
inconsciente, es hoy objeto de sustancias pensadas para influir en la química cerebral.
"Desde Freud, los psiquiatras tratan al enfermo mental mejor porque comprenden su conducta absurda"
Steve Elmore, de 40 años, lo ha comprobado personalmente. Cuando tenía 19 años, su vida cambió de la
noche a la mañana. Oía voces que le insultaban y que nadie más que él escuchaba : "Imbécil! ¡Cierra la boca!
¡Lárgate y pégate un tiro!". Aterrado, salía a la calle gritando. Tras años de psicoterapia, acudió por fin al
Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, en Bethesda (Maryland). Allí, un neurólogo le
mostró dos imágenes de ordenador: la de la corteza frontal de su hermano gemelo David, sin síntomas de
trastorno mental, y la de su propio cerebro. Aunque genéticamente idénticos, los cerebros de los dos hermanos
tenían poco en común. El de Steve mostraba menos corteza y más ventrículos con líquido cefalorraquídeo. La
parte de corteza que le faltaba era, justamente, la encargada del pensamiento organizado, lo que explicaba el
delirio. "Fue un alivio saber que mi problema tenía origen orgánico y que había un tratamiento". De nuevo,
dicho tratamiento suponía regular la acción de la dopamina, que, ante cualquier estímulo, pone a las neuronas
en estado de alerta. "Las neuronas poseen más de ocho receptores de dopamina", explica Steve, que hoy lleva
una vida normal e, incluso, se ha casado. "Si se reduce la acción de este neurotransmisor, los síntomas de la
esquizofrenia se atenúan. Por eso, cuando oigo voces, tomo una dosis adicional de Stelazine, que impide que
la dopamina llegue a los receptores neuronales. Como se ve, es cuestión de química".
Francis Crick, premio Nobel de Medicina por haber descifrado el código genético del ADN (ácido
desoxirribonucléico), va más lejos. En su libro La hipótesis desconcertante (The Astonishing Hypothesis)
afirma: "Usted, sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y ambiciones, su sentido de la identidad y su libre
albedrío son resultado del comportamiento de un inmenso conglomerado de neuronas y sustancias que
interactúan con ellas".
VIGENCIA
Ante semejante afirmación, y sintiéndonos súbitamente privados de "alma", nos preguntamos: ¿Y dónde
queda eso que Freud denominó consciente, esa maravillosa facultad humana también definida como lenguaje?
Isabel Menéndez, conocida psicoanalista madrileña, nos alivia de esa visión mecanicista: "¡Claro que hay algo
más que química en el cerebro! ¿Quién es capaz de cartografiar la personalidad, ese cóctel maravilloso de
fantasía, cultura, deseos, instinto, afectos, pulsiones...? Precisamente, el psicoanálisis trata de aquello que no
se puede cuantificar. Diría más: reducir la personalidad a causas físicas es volver al maniqueísmo de la época
victoriana, a la eterna moral de `buenos y malos por naturaleza'. Preguntarse por la vigencia del psicoanálisis
es como preguntar por qué soñamos".
La propia ciencia abona la polémica. Porque el cerebro es, en efecto, un laboratorio químico, pero es, también,
permeable a las influencias del entorno. De hecho, numerosos estudios han demostrado que, hasta los siete
años, el cerebro infantil crea circuitos neuronales nuevos "aprendiendo" de la experiencia y de su relación con
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los que le rodean, en especial de la relación con la madre. Es decir que, tal como comprendió Freud, las
vivencias infantiles conforman la personalidad, del mismo modo que los genes. Isabel Menéndez puntualiza:
"Si lo importante es la demostración empírica, ahí están los miles de personas a las que el psicoanálisis ha
ayudado a conocerse, aceptarse y enfrentarse a los retos de la vida de forma más eficaz. El psicoanálisis es un
autodescubrimiento, porque el cerebro es más que un mapa".
Matthew Simpson, un niño de Alburquerque, Nuevo Méjico, es prueba de ello. En sexto curso de enseñanza
primaria, toca el piano, tiene buenas notas y se lleva bien con sus compañeros. Nada extraordinario si no fuera
porque, en 1994, y tras diagnosticarle una encefalitis de Rasmussen (que le provocaba crisis epilépticas), a
Matt le quitaron la mitad del cerebro. En concreto, la mitad izquierda de la corteza cerebral, esa sucesión de
pliegues que controla el raciocinio y gran parte de las capacidades humanas. La intervención podía dejar a
Matt inválido, en coma, o provocarle la muerte. De hecho, nadie sabía decir cómo quedaría. Hoy, los médicos
apenas creen lo que ven. La capacidad de lenguaje de Matt aumentó en meses lo que correspondía a un niño
de un año. Si bien fue privado del hemisferio izquierdo (especializado en aptitudes musicales y matemáticas),
a Matt le encantan sus clases de piano y las matemáticas son su asignatura preferida. La conclusión: esas
aptitudes se han trasladado al hemisferio derecho.
"Freud quería ser sólo médico, pero acabó haciendo una teoría de la cultura", afirma uno de sus discípulos. El
buen funcionamiento cerebral pasa por que sus cien mil millones de neuronas creen buenas conexiones. Esas
conexiones se forman tanto por pautas determinadas por la herencia, como en respuesta a estímulos, que las
neuronas codifican. Una vez en el cerebro, provocan la liberación de neurotransmisores, que generan a su vez
nuevos impulsos eléctricos. Ese mecanismo favorece a veces la formación de nuevas dendritas
(prolongaciones filamentosas de las neuronas). Según los expertos, eso es lo que le ha ocurrido a Matt: "tras la
operación, pasa por fases sorprendentes de desarrollo acelerado de las dendritas".
¿Sorprendente? Simplemente, el cerebro humano encuentra caminos que el hombre desconoce. En este punto
y hora, la hipótesis pertinente sería la de que si, al hacer revivir a las personas deseos reprimidos causantes de
trastornos mentales, el psicoanálisis no estimularía la creación de nuevas conexiones y "rutas" neuronales, por
zonas del cerebro menos angustiosas y más "vivibles" para el individuo. Los éxitos del tratamiento
psicoanalítico apuntan en esa dirección, por mucho que algunos trastornos inscritos de forma "física" en el
cerebro −como en el caso de Steve− precisen de terapia química.
HUMANIZACIÓN
"Por fértiles que sean las nuevas técnicas, no podrán restar validez a la obra de Freud", afirma Amelia Díez,
bióloga, psicoanalista y miembro fundador de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero de Madrid.
"Históricamente, su hallazgo del inconsciente es uno de los descubrimientos más originales del hombre, y la
`asociación libre' constituye un instrumento tan valioso como el microscopio. La palabra −la capacidad de
verbalización del consciente y del inconsciente− es lo que hace al ser humano privilegiado, porque la palabra
es capaz de hurgar en el cerebro e influir en el cuerpo y en la mente". Desde Freud, los psiquiatras tratan al
enfermo mental de forma más considerada porque comprenden su conducta absurda y pueden sostener con él
una conversación "razonable". Al analizar el calvario del niño hasta su socialización desde el estado
instintivo, Freud ha humanizado" la educación. Al estudiar la agresividad humana, ha hecho que el hombre
trate mejor a los animales. Al sacar a la luz los deseos inconscientes ha creado una sociedad menos hipócrita,
capaz de expresarse plenamente. De hecho, los primeros en comprender el alcance de la teoría freudiana
fueron las mentes más privilegiadas del siglo. Científicos como Einstein, pintores como Dalí, Picasso o Paul
Klee, escritores como Thomas Mann, Rainer María Rilke, André Gide, Aldous Huxley, Lou
Andreas−Salomé...se declararon admiradores de Freud y competían para ser recibidos por él. Su personalidad
y su cultura contribuían a ello. El interés de Freud abarcaba todos los saberes: poesía, política, arqueología, las
lenguas extranjeras... (hablaba alemán, francés, italiano y español, que aprendió traduciendo El Quijote, y
hasta fundó una "Academia Castellana").
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EXILIADO
"No me siento atraído a elogiar a hombres famosos", escribió Leonard Woolf, marido de Virginia Woolf,
quien quiso visitar a Freud en su exilio de Londres, al que se vio forzado como judío, cuando los nazis se
instalaron en el poder en Austria. "Casi todos los famosos me defraudan. Freud, en cambio, ni decepcionaba
ni aburría.
Sus libros conservan una frescura fascinante. Dos ejemplos: "Si la satisfacción de cierto número de miembros
de la sociedad tiene como premisa la opresión de otros, es comprensible que los oprimidos desarrollen una
intensa hostilidad contra la sociedad que sostienen con su trabajo, pero de cuyos bienes no participan".
"Cuando, a través del superyó, el hombre se impone a sí mismo y a los demás las restricciones de esa
sociedad, se vuelve incapaz de criticarla y su función es sostenerla".
EL psicoanálisis nació con Anna O., joven vienesa de 21 años a la que el Dr. Josef Breuer diagnosticó histeria
y sometió a hipnosis, tratamiento divulgado por Jean M. Charcot, del que Freud había sido alumno en París.
Durante esas sesiones, las experiencias que Anna narraba tenían relación con los cuidados que había dedicado
a su padre. Explicó que no podía mirar de frente porque la noche en que éste murió, le preguntó la hora y ella
tuvo que mirar el reloj de reojo a causa de las lágrimas. Más tarde, la halló retorciéndose y gritando: "Ahora
va a nacer el bebé del Dr. Breuer". Aterrado, Breuer no volvió a verla. (Luego se sabría que el nombre real de
Anna O. era Bertha Pappenheim. Al morir, en 1936, era una conocida defensora de los derechos de la mujer y
del niño.)
Freud fue más lejos: "Los síntomas histéricos desaparecen en cuanto logramos despertar el recuerdo del
proceso que los provocó..." Aportó otro valioso dato: "Los síntomas neuróticos expresan motivos
inconscientes de naturaleza sexual. El niño desarrolla un afecto especial hacia su madre, a quien considera
como propiedad suya, y ve a su padre como un rival. Así, el complejo de Edipo es el núcleo de las relaciones
familiares en las que todo deseo ilícito es censurado". Freud abandonó pronto la hipnosis. Bastaba que los
pacientes se tumbaran en un diván y expresaran lo que llegase a su mente. Él intentaría detectar el material
"reprimido". Lo llamó "asociación libre". Al cabo de 100 años el psicoanálisis sigue las mismas pautas.
(Véase anexo I, foto 3)
RECORRIDO A LO LARGO DE LA VIDA DE FREUD
1856. El seis de mayo nace Sigmund Freud, en Freiberg (Moravia). Una semana después es circuncidado.
1873. Ingresa en la Universidad de Medicina de Viena.
1881. Se gradúa el 30 de marzo. Durante cinco años no se presentó a los exámenes.
1882.Se compromete con Martha Bernays. Hasta 1885 trabajó en el Hospital de Viena.
1884. Freud comienza a investigar la cocaína.
1885. Es nombrado profesor de Neuropatología en la Universidad de Viena.
1886. Abre su consultorio privado en Rathausstrasse.
1887. Contrae matrimonio con Martha Bernays. Nace el primero de sus seis hijos.
1892. Nace su hijo Ernst.
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1896. Muere su padre. Sigmund Freud comienza a emplear el término de "psicoanálisis.
1897. Freud inicia el psicoanálisis de su subconsciente.
1899. Publica "La interpretación de los sueños".
1915. El médico austríaco escribe sus contribuciones fundamentales a la Metapsicología.
1919. Es nombrado profesor de universidad. Nunca obtuvo la cátedra.
1920. Escribe "El yo y el ello" y "Más allá del placer".
1922. Anna, su hija menor, ingresa en la Sociedad Vienesa. Muere su hija Sophie.
1923. Primeros síntomas del cáncer de mandíbula, que le llevó al quirófano en 31 ocasiones.
1927. Publicación de "El porvenir de la ilusión".
1929. Publica "El malestar en la cultura".
1930. La ciudad de Francfort le concede el Premio Goethe. Muere su madre a los 95 años.
1939. Fallece el 23 de septiembre exiliado en Londres.
PSICOANÁLISIS
Método de tratamiento de los trastornos mentales, fundado en la investigación psicológica profunda y
convertido en ciencia del inconsciente. −Su fundador, Sigmund Freud, especialista vienés de enfermedades
nerviosas y antiguo discípulo de J.−M. Charcot y de Bernheim (Nancy), al observar los efectos nocivos de
ciertos acontecimientos traumáticos aparentemente olvidados, estableció una relación entre estos y los
síntomas observados, y llegó a la conclusión de que existía un inconsciente dinámico.
Algunos de nuestros actos, desde los más fútiles (olvido de echar una carta al correo) hasta los más extraños,
están condicionados, según afirma, por causas oscuras, pero reales. Los síntomas neuróticos tienen un sentido;
pueden ser comprendidos a condición de vencer ciertas resistencias detrás de las cuales se encuentra el
inconsciente. Para lograrlo, S. Freud ensaya sucesivamente la hipnosis, la sugestión (usted puede recordar su
pasado) y, por último, el método de libre asociación (diga todo lo que le pase por la mente), que es mejor,
porque respeta la persona humana. De esta manera, el sujeto colabora en su tratamiento. El descubrimiento de
su inconsciente no se produce bruscamente, sino después de un largo camino voluntario, en el curso del cual
el sujeto aprende a manejar sus emociones. Sólo después de abandonar sus resistencias llega a comprender las
motivaciones ocultas de su comportamiento y puede dominar su conducta. Durante las sesiones, el
psicoanalista deja que el paciente se exprese sin restricciones; interpreta sus resistencias y sus actitudes a su
respecto (transferencia).
La cura analítica, especie de reeducación psicológica que dura meses incluso años (a razón de tres o cuatro
sesiones por semana), sólo puede emprenderse si se cumplen ciertas condiciones. Las más importantes son:
voluntad del paciente de curarse (sin la cual no puede respetar las normas básicas: regularidad de las sesiones,
regla de no−omisión, etc., y todos los esfuerzos consentidos resultan vanos); nivel intelectual y cultura
suficiente (el débil inculto es incapaz de efectuar una buena introspección y de comprender las sutilezas del
inconsciente); edad poco avanzada (es difícil modificar las actitudes en la edad madura). Debe ser dirigida por
un psicoterapeuta altamente calificado, que se haya sometido él mismo a un análisis didáctico y de control.
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El psicoanálisis permitió poner de manifiesto cierto número de hechos psíquicos, de los que S. Freud dedujo
leyes. Su principal descubrimiento es el de la sexualidad infantil, que nace con la vida y pasa por diferentes
estadios antes de llegar al período genital propiamente dicho, en el que el fin sexual es el coito normal con una
pareja del sexo contrario. S. Freud llegó a elaborar su teoría, incesantemente retocada y en continua evolución,
cuyos principios son los siguientes:
1ºToda conducta tiende a suprimir una excitación penosa (principio de placer); el mundo exterior impone
ciertas condiciones que deben ser tenidas en cuenta(principio de realidad); las experiencias notables tienden a
reproducirse (compulsión de repetición).
2ºEl aparato psíquico consta de tres instancias: el ello (conjunto de las pulsiones primarias, sometidas al
principio de placer); el superyo (conjunto de prohibiciones morales interiorizadas),y el yo, cuya función
consiste en resolverlos conflictos entre las pulsiones y las realidades exteriores, o entre el ello y la conciencia
moral.
3º Cuando el yo consigue ajustar, de manera satisfactoria, el sujeto a su medio, o colmar sus necesidades, se
producen desórdenes en la conducta: regresión, neurosis, trastornos psicosomáticos, delincuencia, etc., que
pueden mejorar o curarse con el tratamiento psicoanalítico. Reservado, en un principio, a los adultos
neuróticos, el tratamiento psicoanalítico se extendió progresivamente a los niños, a los delincuentes y a los
esquizofrénicos. Pero el psicoanálisis no se contenta con ser una terapéutica, sino que se ha convertido en una
ciencia explicativa del comportamiento humano y proporciona hipótesis fecundas a las diversas ciencias del
hombre: pedagogía, sociología, antropología, religiones.
(Véase anexo I, foto 4)
"El Psicoanálisis ha cambiado poco en sus 100 años de existencia", explica Amelia Díez, psicoanalista de la
Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero. "El método freudiano se basa en la teoría de que todos `somos' en
función del lenguaje que utilizamos. Pero éste es un lenguaje censurado, no accesible por la razón y que nos
da una idea deformada de la realidad, provocando todo tipo de trastornos, desde neurosis a depresiones
pasando por obsesiones y fobias. A través del psicoanálisis, el sujeto vuelve a `habitar el lenguaje', a hablarse
a sí mismo sin prejuicios y de forma relajada. Es un mero testigo de la vida, de modo que no tiene por qué
huir ni precipitarse. Ese descubrimiento le permite cambiar". "Puede tumbarse en ese diván", dice Amelia
Díez a sus pacientes. "Diga lo que se le ocurra. Deje que la mente fluya libremente. Haga como si viajara en
un tren y describiera el paisaje que pasa ante su ventanilla".
No sirvo para nada. Soy un inútil". "Esas palabras delatan claramente a un deprimido", explica
Amelia. "Son personas que no sólo hablan mal de sí mismas, sino que lo hacen sin pudor. El problema
es el contrario: se aman tanto a sí mismas, que se creen omnipotentes. Por eso, porque creen que nada
puede escapar a su control, no aprenden a sustituir. De ahí que cuando su ideal muere o desaparece, se
sienten morir. Si ese ideal es el trabajo, pierden `todos' los trabajos. Si es la novia o el amigo íntimo,
pierden a `todas' las posibles novias y amigos. Asociar libremente a través del psicoanálisis es aprender
a sustituir una palabra, un ideal por otro. Es asumir que nada es definitivo. Yo diría que, en
contraposición, el o la viuda que encuentran una nueva pareja serían las personas realmente sanas. El
hecho de buscar alternativas indica relaciones anteriores plenas y adultas... ".
"Los médicos dicen que no tengo nada, pero a mí me duelen los riñones", dice Carlos, de 27 años, y explica
con pelos y señales sus padecimientos. Poco después, declara: "Mis hermanos mayores siempre están
enfadados. Chillan a nuestra madre". La psicoanalista sabe que el significado real de un problema suele estar
contenido no en la frase que lo define, sino en "la siguiente". Así descubre que los "riñones" son "las personas
que riñen". Que el síntoma (el dolor de riñones) es el reflejo de un conflicto al que Carlos no se atreve a
enfrentarse. Sólo al verbalizar el problema real, se librará Carlos de su dolor.
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"Me encanta coquetear con un hombre, pero en cuanto se me insinúa, pierdo interés por él", cuenta Carmen,
modelo publicitaria de 22 años. Para Amelia, "en una estructura mental histérica, el deseo es un fin en sí
mismo, por eso, tiene que quedar insatisfecho. De ahí que la persona histérica provoque su propio fracaso: el
fin está en la fantasía, en creer que hay algo `mejor' más allá. Cuando alguien dice: `No acepto tal trabajo
porque tengo miedo a fracasar', en realidad quiere decir: Tengo miedo al éxito. El psicoanálisis ayuda a recibir
el éxito o el fracaso sin vanagloriarse.
"Me lavo las manos continuamente". Ya durante la primera sesión de psicoanálisis de Julia, ama de casa de 34
años, se desvela una fantasía sexual que tenía de niña y que acalló contando mentalmente hasta diez; un contar
hasta diez que silenció con ritos como dejar los zapatos a diez metros exactos de la cama; poner los zapatos a
diez metros...
"Limpio la ducha cuatro veces". También Luis, 38 años, descubrió en el psicoanálisis el origen de su manía de
limpiar cuatro veces la ducha antes de meterse en ella: la relación sexual que tuvo de niño con una prima
mayor que él, y que su conciencia no quería reconocer.
"Al salir, compruebo mil veces si he cerrado la puerta". La obsesión de Dolores, 50 años, por comprobar
veinte veces que la puerta estuviera cerrada necesitó de varios meses de psicoterapia para revelar su origen
inconsciente. Siendo adolescente envió anónimos a varios amigos, en los que desacreditaba a otra chica a la
que envidiaba. "Los rituales obsesivos intentan acallar algún suceso del pasado que es innombrable para el
sujeto", explica Amelia.
"Cuando ese pasado aflora, ya no hay nada que encubrir y los rituales sobran.
TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
Afecciones o síndromes psíquicos y conductuales, opuestos a los propios de los individuos que gozan de
buena salud mental. En general, son causa de angustia y deterioro en importantes áreas del funcionamiento
psíquico, afectando al equilibrio emocional, al rendimiento intelectual y a la adaptación social. A través de la
historia y en todas las culturas se han descrito diferentes tipos de trastornos, pese a la vaguedad y a las
dificultades que implica su definición.
A lo largo de la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura no era consideraba una enfermedad
sino un problema moral el extremo de la depravación humana o espiritual casos de maldición o de posesión
demoníaca. Después de unos tímidos inicios durante los siglos XVI y XVII, la psiquiatría empezó a ser una
ciencia respetable en 1790, cuando el médico parisino Philippe Pinel decidió quitar las cadenas a los enfermos
mentales, introdujo una perspectiva psicológica y comenzó a hacer estudios clínicos objetivos. A partir de
entonces, y desde que se inició el trabajo en los manicomios, se definirían los principales tipos de
enfermedades mentales y sus formas de tratamiento.
Clasificación.−
La clasificación de los trastornos mentales es todavía inexacta y varía según las escuelas y doctrinas
psicopatológicas. Para uniformar criterios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó la DSM,
clasificación universal de los trastornos mentales que ha conocido hasta la fecha varias versiones.
La mayoría de los sistemas de clasificación reconocen los trastornos infantiles (por ejemplo, el retraso mental)
como categorías separadas de los trastornos adultos. Igualmente, distinguen entre trastornos orgánicos, los
más graves provocados por una clara causa somática, fisiológica, relacionada con una lesión estructural en el
cerebro, y trastornos no orgánicos, a veces también denominados funcionales, considerados más leves.
Partiendo de la distinción en función de la gravedad y de la base orgánica, se diferencian los trastornos
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`psicóticos' de los `neuróticos'. De forma general, psicótico implica un estado en el que el paciente ha perdido
el contacto con la realidad, mientras que neurótico se refiere a un estado de malestar y ansiedad, pero sin
llegar a perder contacto con la realidad. En su extremo, como formuló Sigmund Freud, el fundador del
psicoanálisis, todos somos buenos neuróticos, en tanto que los casos de psicosis son contados. Los más
comunes son: la esquizofrenia, la mayor parte de los trastornos neurológicos y cerebrales (demencias) y las
formas extremas de la depresión (como la psicosis maniaco−depresiva). Entre las neurosis, las más típicas son
las fobias, la histeria, los trastornos obsesivo−compulsivos, la hipocondría y, en general, todos aquellos que
generan una alta dosis de ansiedad sin que exista una desconexión con la realidad.
Trastornos infantiles.−
Algunos trastornos mentales se hacen evidentes por primera vez durante la infancia, la pubertad o la
adolescencia.
El retraso mental se caracteriza por la incapacidad para aprender con normalidad y llegar a ser independiente
y socialmente responsable como las personas de la misma edad y cultura. Los individuos con un cociente
intelectual inferior a 70 se consideran retrasados en cuanto a su inteligencia.
La hiperactividad, desorden que parte de un déficit en la atención y la concentración, se traduce en un exceso
de ímpetu en el individuo que la padece, haciéndole incapaz de organizar y terminar su trabajo, de seguir
instrucciones o perseverar en sus tareas, debido a una inquietud constante y patológica.
Los trastornos ansiosos comprenden el miedo a la separación (abandono de la casa o de los padres), a evitar el
contacto con los extraños y, en general, un comportamiento pusilánime y medroso.
Otros trastornos mentales se caracterizan por la distorsión simultánea y/o progresiva de varias funciones
psíquicas, como la atención, la percepción, la evaluación de la realidad y la motricidad. Un ejemplo es el
autismo infantil, trastorno caracterizado por el desinterés del niño hacia el mundo que le rodea.
Algunos problemas del comportamiento pueden ser también trastornos infantiles: la bulimia, la anorexia
nerviosa, los `tics', la tartamudez y demás trastornos del habla y la enuresis (incapacidad de controlar la
micción, generalmente por las noches).
Trastornos orgánicos mentales.−
Este grupo de trastornos se caracteriza por la anormalidad psíquica y conductual asociada a deterioros
transitorios o permanentes en el funcionamiento del cerebro. Los desórdenes presentan diferentes síntomas
según el área afectada o la causa, duración y progreso de la lesión. El daño cerebral procede de una
enfermedad orgánica, del consumo de alguna droga lesiva para el cerebro o de alguna enfermedad que lo
altere indirectamente por sus efectos sobre otras partes del organismo.
Los síntomas asociados a los trastornos orgánicos mentales podrán ser el resultado de un daño orgánico o la
reacción del paciente a la pérdida de capacidades mentales. Ciertos trastornos presentan como característica
principal el delirio o un estado de obnubilación de la conciencia que impide mantener la atención,
acompañado de errores perceptivos y de un pensamiento desordenado e inadaptado a la realidad.
Otro síntoma frecuente de los trastornos orgánicos como la enfermedad de Alzheimer, es la demencia,
caracterizada por fallos en la memoria, el pensamiento, la percepción , el juicio y la atención, que interfieren
con el funcionamiento ocupacional y social. La demencia senil se da en la tercera edad y produce alteraciones
en la expresión emocional (apatía creciente, euforia injustificada o irritabilidad).
Esquizofrenia.−
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La esquizofrenia abarca un grupo de trastornos graves, que normalmente se inician en la adolescencia. Los
síntomas son las agudas perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción que afectan a las
relaciones con los demás, unido a un sentimiento perturbado sobre uno mismo y a una pérdida del sentido de
la realidad que deteriora la adaptación social. El concepto de `mente dividida', implícito en la palabra
esquizofrenia, hace referencia a la disociación entre las emociones y la cognición, y no, como vulgarmente se
supone, a una división de la personalidad que, más bien, hace referencia a otro tipo de trastornos como la
personalidad múltiple o psicopatía, denominada así por el psiquiatra alemán Emil Kraepelin.
Trastornos de la afectividad.−
Son aquellos trastornos en los que el síntoma predominante es una alteración del estado de ánimo. El más
típico, la depresión, se caracteriza por la tristeza, el sentimiento de culpa, la desesperanza y la sensación de
inutilidad personal. Su opuesta, la manía, se caracteriza por un ánimo exaltado, expansivo, megalomaníaco y
también cambiante e irritable, que se alterna casi siempre con el estado depresivo.
Trastornos paranoides.−
Su síntoma principal son las ideas delirantes (creencia falsa, firmemente asentada, y resistente por ello a la
crítica) y las más típicas son las de persecución (se considera víctima de una conspiración), las de grandeza (el
sujeto se cree de ascendencia noble, principesca, santa, genial e incluso divina) o las celotípicas (celos
desmedidos). En cualquier caso, la personalidad paranoide es defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, por
lo que tiende a aislarse y puede llegar a ser violentamente antisocial. Este trastorno normalmente suele
iniciarse en la mitad o al final de la vida, destruyendo las relaciones sociales, sobre todo las de pareja.
Trastornos ansiosos.−
La ansiedad es el síntoma predominante en dos casos: los desórdenes que suponen pánico ante situaciones
concretas y los trastornos ansiosos generalizados.
En las fobias y las neurosis obsesivo−compulsivas, el pánico aparece cuando el individuo intenta dominar
otros síntomas: el miedo irracional, desmedido, a una situación, objeto o animal concretos que altera su vida
cotidiana. Entre las más perturbadoras está la agorafobia, miedo a los espacios abiertos o muy cerrados
(claustrofobia), tras el cual se oculta en realidad un miedo desmedido a la muerte o al propio pánico, y que
impide a los que la sufren salir a la calle. Por otro lado, las obsesiones, neurosis cada vez más frecuentes
(frente a la histeria, que ha ido disminuyendo su frecuencia), consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o
ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que se ve sin embargo sometida a ellos. Por último, la
compulsión es la tendencia irrefrenable a repetir mecánicamente comportamientos inútiles, rituales de
comprobación o de previsión (por ejemplo, lavarse las manos más de treinta veces al día o revisar una y otra
vez la llave de paso del gas).
Otros trastornos neuróticos.−
Además de la depresión neurótica y otros trastornos ansiosos, hay diversas situaciones que tradicionalmente
se han considerado neuróticas, como la histeria, las reacciones de conversión (de un conflicto psíquico a una
enfermedad orgánica irreal), la hipocondria y los trastornos disociativos.
Los llamados trastornos psicosomáticos se caracterizan por la aparición de síntomas físicos sin que concurran
causas físicas aparentes. En la histeria, las quejas se presentan de forma teatral y se inician, por lo general, en
la adolescencia, para continuar durante la vida adulta. Es un trastorno que se ha diagnosticado con mayor
frecuencia en mujeres que en hombres, y en su extremo la histeria de conversión aparecen parálisis que imitan
trastornos neurológicos, de modo similar al dolor psicogénico que no presenta una causa física aparente. Por
último, en la hipocondria el síntoma dominante es el miedo irracional a la enfermedad.
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Entre las formas disociativas de trastorno mental están la amnesia psicológica y la personalidad múltiple
(antaño conocida como histeria de la personalidad alternante), una extraña enfermedad en la que el paciente
comparte dos o más personalidades distintas, alternando el predominio de una o de otra (es el caso de la obra
de Robert Louis Stevenson Dr. Jekyll y Mister Hyde y de la película de Alfred Hitchcock, Psicosis).
Trastornos de la personalidad.−
A diferencia de lo episódico de los trastornos neuróticos e incluso de algunos psicóticos, los trastornos de la
personalidad duran toda la vida; determinados rasgos de la personalidad del enfermo son tan rígidos e
inadaptados que pueden llegar a causar problemas laborales y sociales, daños a uno mismo y probablemente a
los demás.
La personalidad paranoide se caracteriza por la suspicacia y la desconfianza. La esquizoide ha perdido la
capacidad e incluso el deseo de amar o de establecer relaciones personales, mientras que la esquizotípica se
caracteriza por el pensamiento, el habla, la percepción y el comportamiento extraños. Las personalidades
histriónicas se caracterizan por la teatralidad de su comportamiento y de su expresión, relacionadas en parte
con el siguiente tipo, la personalidad narcisista, que demanda la admiración y la atención constante de los
demás.
Las personalidades antisociales (antes conocidas como psicopatías) se caracterizan por violar los derechos de
los demás y no respetar las normas sociales. Este tipo de personalidad es inestable en su autoimagen, estado
de ánimo y comportamiento con los demás, y los `evitadores' son hipersensibles al posible rechazo, la
humillación o la vergüenza. La personalidad dependiente es pasiva hasta el punto de ser incapaz de tomar una
decisión propia, forzando a los demás a tomar las decisiones en su lugar. Los `compulsivos' son
perfeccionistas hasta el extremo e incapaces de manifestar sus afectos. Por último, los `pasivos−agresivos' se
caracterizan por resistirse a las exigencias de los demás a través de maniobras indirectas, como la dilación o la
holgazanería.
Incidencia y distribución.−
Es imposible saber con exactitud cuántos individuos padecen trastornos mentales. Los registros de admisión a
los centros psiquiátricos pueden ser orientativos, pero hay que tener en cuenta que excluyen a un amplio
número de personas que nunca buscan tratamiento por no considerar que sufren algún trastorno.
De estos últimos, la mayor parte presenta trastornos menores, ya que el riesgo de sufrir una esquizofrenia
alguna vez en la vida es de un 1%, mientras que el de sufrir una depresión el trastorno mental más común en
la actualidad, e incluso el motivo de consulta médica en atención primaria más frecuente es de un 10%.
Actualmente existe una preocupación cada vez mayor por los trastornos mentales orgánicos, puesto que
inciden con más frecuencia en las personas mayores, un sector de población que está aumentando
vertiginosamente en los países más desarrollados.
Enfermedad de Alzheimer.−
Enfermedad degenerativa progresiva del cerebro que hoy se considera la primera causa de demencia en la
vejez. Fue descrita por primera vez por el neuropatólogo alemán Alois Alzheimer en 1906. En Estados Unidos
afecta de 2,5 a 3 millones de personas. En Inglaterra, se calcula que el número de individuos que padecen este
trastorno pasará del millón hacia el año 2010. Los porcentajes (número de casos por 100 individuos de 65
años o más) mundiales van del 0,6 en China al 10,3 en Massachusetts, Estados Unidos. La incidencia de la
enfermedad aumenta con la edad, pero no hay pruebas de que su origen esté en el proceso de envejecimiento.
La esperanza media de vida quienes padecen esta enfermedad está entre cinco y diez años, aunque en la
actualidad muchos pacientes sobreviven 15 años o más debido a las mejoras conseguidas en la atención y
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tratamiento médico. La causa de esta enfermedad no se ha descubierto, aunque se dispone de terapia paliativa.
La capacidad de los médicos para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer se ha incrementado en los últimos
años, pero sigue siendo un proceso de eliminación en el que el diagnóstico final sólo se puede confirmar
mediante la autopsia.
Durante la autopsia de pacientes de Alzheimer se observa pérdida de neuronas en las áreas cerebrales
asociadas con las funciones cognitivas. Las lesiones características de esta enfermedad consisten en la
formación de proteínas anómalas conocidas como placas seniles y degeneración neurofibrilar. La naturaleza
de estas proteínas anómalas y la localización de los genes que producen la proteína precursora ha sido
identificada. La enfermedad de Alzheimer también se caracteriza por un importante déficit de
neurotransmisores cerebrales, las sustancias químicas que trasmiten los impulsos nerviosos, en particular la
acetilcolina, vinculada con la memoria. La cuestión científica más importante que se plantea respecto a la
enfermedad de Alzheimer se centra en cual es la causa de que determinados tipos de neuronas sean
vulnerables y mueran. Muchos investigadores están tratando de responder a esta pregunta a través de estudios
que analizan los efectos potenciales de factores genéticos, toxinas, agentes infecciosos, anomalías
metabólicas, y una combinación de estos factores. Los hallazgos recientes señalan que un pequeño porcentaje
de los casos de enfermedad de Alzheimer pueden ser hereditarios.
DEFINICIÓN DE TÉRMINOS DE LOS PRINCIPALES TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
Afasia.−
(Del griego, a, 'sin'; phanai, 'hablar'), término introducido por el médico francés Armand Trousseau para
denominar la incapacidad de expresar los pensamientos mediante palabras, como consecuencia de ciertas
alteraciones cerebrales. De su acepción inicial ha pasado a utilizarse para denominar cualquier alteración en el
proceso de transmisión de los pensamientos, de manera que puede también denominarse así la pérdida
completa pero transitoria de memoria.
La afasia motora consiste en la pérdida de la capacidad cerebral para realizar los movimientos coordinados
necesarios en el habla, la escritura y la formación de gestos. (La incapacidad para la escritura se denomina
agrafia). Los pacientes con este trastorno no pueden nombrar los objetos que se les presentan, pese a que
saben lo que son. Tampoco pueden responder a las preguntas, aunque las comprendan. En la afasia sensorial,
se ha perdido la capacidad de reconocimiento del significado de los símbolos lo que puede alterar el lenguaje
hablado. El paciente afectado por este trastorno puede escuchar todos los sonidos pero es incapaz de
comprenderlos.
Amnesia.−
Pérdida o incapacidad de la memoria, cuyo origen puede ser debido a trastornos orgánicos, como las lesiones
en el cerebro, arterioesclerosis cerebral, o trastornos mentales funcionales, como la histeria. La amnesia puede
ser total, con una completa pérdida de la memoria; parcial (desde un determinado momento hacia adelante en
el tiempo, o desde un momento hacia atrás); lagunar (en un periodo de tiempo antes o después de un hecho
traumático, frecuente en los accidentes); o sistemática, relacionada con un tipo determinado de experiencias.
La amnesia es más un síntoma que una enfermedad, y su tratamiento intenta determinar y eliminar sus causas
básicas originales.
Anorexia nerviosa.−
Enfermedad que se caracteriza por el miedo intenso a ganar peso y por una imagen distorsionada del propio
cuerpo (dismorfofobia). Conduce a un grave adelgazamiento debido a una dieta exagerada y a un exceso de
ejercicio. No se asocia con ninguna otra enfermedad orgánica previa. Se presenta habitualmente en
adolescentes, especialmente en las mujeres. La enfermedad produce alteraciones en los ciclos hormonales, una
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inmunodepresión con aumento del riesgo de infecciones, y aproximadamente entre el 5 y el 18% de los
anoréxicos muere por desnutrición. Los pacientes también padecen a menudo bulimia, que consiste en ingerir
enormes cantidades de alimentos y después provocar el vómito para permanecer delgados; los vómitos
repetidos alteran el equilibrio hidroelectrolítico, produciendo, en general, hipopotasemia que puede afectar al
funcionamiento cardiaco.
No existe un tratamiento universalmente aceptado para la anorexia nerviosa. Frecuentemente se asocia con
depresión y baja autoestima, y los pacientes suelen mejorar con antidepresivos. La normalización del peso
corporal es un paso importante en el tratamiento de la enfermedad. La psicoterapia y la terapia familiar a
menudo son importantes. La mitad de los pacientes se curan definitivamente, aunque a veces, la enfermedad
acaba produciendo alteraciones metabólicas y hormonales que agravan el proceso puramente psíquico.
Muchos pacientes con anorexia nerviosa nunca acuden al médico, por lo que no se conoce con exacitud la
frecuencia de aparición de la enfermedad.
Bulimia.−
Desorden alimenticio causado por la ansiedad y por una preocupación excesiva por el peso corporal y el
aspecto físico. Se caracteriza por episodios repetidos de ingesta excesiva seguidos de provocación del vómito,
uso de laxantes, dietas exageradas y/o abuso del ejercicio para controlar el peso.
A veces el comportamiento bulímico se observa en los enfermos de anorexia nerviosa o en personas que
llevan a cabo dietas exageradas, pero la bulimia por sí misma no produce pérdidas importantes de peso. Lo
que sí produce a veces, debido a los vómitos provocados, son problemas gastrointestinales e hipopotasemias
(concentraciones bajas de potasio en sangre) graves, así como lesiones en los dientes debido a la acidez de los
vómitos. La bulimia aparece sobre todo en adolescentes, en especial en las mujeres, debido a diferentes
mecanismos psicológicos; el más obvio es la respuesta a la presión social que valora la delgadez como
atractivo físico, pero también por las dificultades para asumir un cuerpo sexuado. Para tratar la enfermedad se
utilizan diversas terapias de grupo y terapias de condicionamiento. Los antidepresivos pueden también ser
efectivos, pues muchos de los bulímicos sufren también depresión.
Autismo.−
Trastorno grave de comunicación y conducta de la infancia que se desarrolla antes de los tres años de edad. El
término ha sido utilizado para describir muchos tipos de trastornos mentales, pero el autismo infantil
temprano, como se denominó en principio en 1943 por el psicólogo infantil Leo Kanner, describe un conjunto
poco frecuente de síntomas. Su incidencia es aproximadamente de unos 4 casos cada 10.000 y los niños
autistas superan a las niñas en una proporción de cuatro a una.
El niño autista es incapaz de utilizar el lenguaje con sentido o de procesar la información que recibe del
medio. Cerca de la mitad de los niños autistas son mudos, y aquellos que hablan, por lo general sólo repiten de
forma mecánica lo que escuchan. El término autismo se refiere a su expresión ausente o perdida, aunque la
connotación de alejamiento voluntario es inapropiada.
Otras características del autismo son: un patrón de desarrollo desigual, la fascinación por objetos mecánicos,
una respuesta ritualizada a los estímulos del medio y una resistencia a cualquier variación del medio. Algunos
niños autistas presentan capacidades precoces como destreza matemática.
La causa, el pronóstico y el tratamiento del autismo todavía están en estudio. Las investigaciones sugieren que
la causa del trastorno es un defecto genético que puede consistir en alguna forma de enfermedad autoinmune o
de enfermedad degenerativa de las células nerviosas cerebrales. El tratamiento de elección es la educación
especial, un aprendizaje intenso gradual y un control estricto de la conducta del niño. También se están
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probando tratamientos con fármacos como la fenfluramina y el haloperidol. Por lo general, el pronóstico es
malo en aquellos niños autistas que permanecen sin hablar pasados los cinco años de edad. Los niños que
hablan mejoran mucho y algunos de ellos se recuperan.
Demencia senil.−
Forma clínica de deterioro intelectual del anciano. Alrededor de un 10% de todas las personas mayores de 65
años sufren un deterioro intelectual significativo. Aunque una quinta parte de los casos se debe a causas que
pueden ser tratadas, como por ejemplo reacciones indeseables a fármacos, la mayoría padecen la enfermedad
de Alzheimer.
La demencia senil se inicia por fallos en la atención y la memoria, pérdida de habilidades matemáticas,
irritabilidad, pérdida del sentido del humor y desorientación, tanto temporal, como espacial. El Alzheimer es
una enfermedad de progresión lenta y conduce a la muerte en un periodo de 5 a 15 años. El análisis
histológico del tejido cerebral de los fallecidos por Alzheimer muestra en algunas áreas, entremezcladas con
las células nerviosas normales, unas fibras retorcidas características (ovillos neurofibrilares) y placas de
proteínas anormales (placas neuríticas). No se conoce tratamiento para la enfermedad de Alzheimer. Una
forma clínica especial afecta a personas más jóvenes; se llama enfermedad de Pick o demencia presenil.
Dislexia.−
Dificultad específica en uno o más de los aprendizajes siguientes: leer, escribir, deletrear o numerar. Está
asociada con deficiencias de la memoria a corto plazo. Las personas disléxicas a menudo tienen problemas de
coordinación y de autoorganización.
Se estima que un 4% de la población está significativamente afectada por la dislexia; lo cual quiere decir que
en cada clase de cada escuela hay un alumno que requiere ayuda para superar estas dificultades y progresar
adecuadamente. Mucha gente disléxica tiene capacidades compensatorias, como habilidades de agudeza
visual−espacial que les hace muy buenos ingenieros y arquitectos y son muchas las personas creativas que han
desarrollado su talento después de haber tenido dificultades con la escritura.
Causas de la dislexia.−
La investigación sobre las causas de la dislexia ha establecido que la estructura celular del cerebro disléxico es
diferente a la de otros cerebros. También existe un elemento hereditario, pues tiende a ocurrir en algunas
familias y la más reciente investigación aporta también la incidencia de un componente genético. Los niños
presentan un mayor porcentaje de disléxicos. Hay indicadores que incluso a la edad de 3 años detectan si un
pequeño tiene dificultades. La dislexia es normalmente identificada en la escuela primaria en el momento en
que las habilidades de la lectura y escritura debían desarrollarse y eso no ocurre.
Vivir con la dislexia.−
La dislexia no se cura, pero a las personas que la tienen se las puede ayudar con una enseñanza adecuada y de
apoyo para que puedan desarrollar sus capacidades. Cuanto antes se diagnostique la dislexia en una persona
antes podrá conseguir progresos en su desarrollo. Por ejemplo, un chico puede tener una deficiencia
fonológica, lo cual le provoca dificultades para diferenciar entre los sonidos de las palabras; si se realiza
pronto un trabajo intensivo para reforzar la distinción fonológica, por medio de juegos de ritmos y de
palabras, puede mejorar esa habilidad.
Hay muchos signos iniciales de dificultad para la lectura, la escritura y el manejo de los números, como el
lento desarrollo de la conversación y una pobre coordinación, que pueden ser advertidos antes de llegar al
colegio. Innovaciones como métodos asistidos por ordenador ayudan a la temprana detección de la dislexia.
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Las organizaciones para la dislexia proporcionan soporte vital e información a los padres, profesores,
profesionales de la salud y gestores por medio de sus servicios de información. Mucho se ha hecho en las dos
últimas décadas para incrementar el conocimiento, la aceptación y la ayuda a las personas con esta dificultad.
Epilepsia.−
Trastorno crónico del cerebro caracterizado por convulsiones o ataques repetidos. El origen de los ataques
puede estar en una lesión cerebral subyacente, en una lesión estructural del cerebro, o formar parte de una
enfermedad sistémica, o bien ser idiopática (sin causa orgánica). Los ataques epilépticos varían según el tipo
de lesión, y pueden consistir en pérdida de consciencia, espasmos convulsivos de partes del cuerpo,
explosiones emocionales, o periodos de confusión mental. Los estudios demuestran que aunque la epilepsia no
es hereditaria, existe un rasgo hereditario de predisposición a padecerla que puede ser el responsable de
algunos de los casos idiopáticos.
En los individuos que padecen epilepsia, las ondas cerebrales, que son una manifestación de la actividad
eléctrica de la corteza cerebral, tienen un ritmo característico anómalo producido por una descarga excesiva y
sincronizada de las células nerviosas. Además, los tipos de ondas varían de forma notable según la causa. Los
registros de las ondas cerebrales son importantes para el estudio y diagnóstico de la enfermedad, y se obtienen
con un aparato denominado electroencefalógrafo (véase Electroencefalograma).
No existe un tratamiento curativo específico para la epilepsia, pero se puede prevenir o reducir la frecuencia
de las crisis hasta en el 90% de los pacientes mediante la administración de fármacos. Los fármacos
anticonvulsivantes que se emplean son la difenilhidantoína (fenitoína), el fenobarbital, la carbamacepina, la
etosuximida y el ácido valproico.
Debido a que las crisis epilépticas varían en cuanto a intensidad y a manifestaciones, la epilepsia se divide en
los siguientes tipos principales: crisis focales (incluyendo crisis motoras) y crisis generalizadas (incluyendo
crisis tipo gran mal y pequeño mal).
Con frecuencia, el inicio de una crisis tipo gran mal viene señalado por un grito involuntario producido por la
contracción de los músculos respiratorios. Cuando se produce la pérdida de consciencia, todo el cuerpo se ve
afectado por una contracción muscular espástica. La cara se pone lívida, la respiración se detiene, y se arquea
la espalda. Después se producen a lo largo de todo el cuerpo contracciones y relajaciones de los músculos de
forma alternada con una agitación tan violenta que es posible que el paciente se produzca lesiones graves. La
introducción de un pañuelo doblado en la boca puede ayudar a prevenir las lesiones por mordedura en la
lengua y las paredes internas de la boca. Cuando la convulsión cede, el paciente queda exhausto y
profundamente dormido. Al despertar suele presentar fatiga y depresión, y a veces no recuerda el episodio de
la crisis. Los ataques aparecen a intervalos variables, en algunos casos una vez al año, y en otros incluso
varias veces en un mismo día. Las convulsiones pueden sucederse sin periodos de recuperación. Esta
situación, denominada estatus epiléptico, afecta aproximadamente al 8% de los pacientes con crisis de tipo
gran mal y puede ser fatal a menos que se instaure con rapidez el tratamiento con diacepam u otros fármacos.
En la epilepsia tipo pequeño mal, las crisis se caracterizan por disminución o pérdida momentánea de
consciencia. Los síntomas evidentes suelen ser tan sutiles como un desplazamiento superior de los ojos con
mirada fija, una marcha tambaleante, o movimientos espasmódicos de los músculos de la cara. El paciente
suele recuperar su actividad normal sin ser consciente de la crisis que ha presentado.
En la epilepsia psicomotora el síntoma principal es la amnesia. La duración de las crisis varía entre unos
minutos y varias horas. La actividad del paciente durante las crisis no cesa, aunque su comportamiento está
disociado del entorno por completo. Este tipo de crisis, que también reciben el nombre de epilepsia del lóbulo
temporal, puede estar precedida por el aura (malestar abdominal, vértigo, o sensaciones u olores extraños).
Algunas formas graves de epilepsia del lóbulo temporal son tratadas de forma satisfactoria mediante
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extirpación quirúrgica de la parte del cerebro lesionada.
Esquizofrenia.−
Denominación común para un grupo de trastornos mentales con variada sintomatología. En sentido literal,
esquizofrenia significa "mente dividida", sin embargo, a pesar de la concepción popular que se tiene de este
trastorno, no se produce una disociación de la personalidad (el paciente no se comporta como dos personas
distintas). La esquizofrenia empezó a entenderse como enfermedad diferente del resto de las psicosis a
principios del siglo XX.
Síntomas.−
Los síntomas de la esquizofrenia no aparecen de manera simultánea. Afectan a las áreas del pensamiento, las
percepciones, los sentimientos, los movimientos y las relaciones interpersonales. Las alteraciones del
pensamiento se traducen en la incapacidad para establecer conexiones lógicas, o en la aparición de delirios.
Las alucinaciones son la principal alteración de la percepción, y las más frecuentes son las auditivas: el
paciente oye sus propios pensamientos en voz alta, o escucha voces imaginarias que le ordenan realizar ciertos
actos, o realizan comentarios. Las reacciones emocionales son frías o inapropiadas. Las alteraciones del
movimiento se manifiestan de dos formas: la catatonia es una situación poco frecuente en la que el paciente
mantiene una postura rígida durante largos periodos de tiempo; sin embargo son más frecuentes los
movimientos incongruentes y reiterativos realizados de forma impulsiva. Las relaciones interpersonales se
deterioran progresivamente, ya que el paciente esquizofrénico tiende a ser introvertido.
Los primeros síntomas de la esquizofrenia suelen aparecer antes de la edad adulta: los primeros episodios
acontecen durante la adolescencia o al principio de la edad adulta, y se continúan con episodios sucesivos. Se
van deteriorando la capacidad laboral y las relaciones sociales, y el paciente es cada vez más dependiente de
los demás. A la vez pueden manifestarse cualquiera de los síntomas indicados previamente.
La degradación tan profunda que produce la esquizofrenia no puede ser descrita en términos de la simple
enumeración de sus síntomas: se trata del trastorno mental más devastador. A pesar de que el discurso
incoherente y el comportamiento extravagante de los pacientes pueden resultar cómicos en ocasiones, existe
un conflicto interior que es una fuente de tormento. El paciente vive con la angustia de ser incapaz de
controlar sus propios pensamientos y de obedecer a unas órdenes que proceden del exterior, tiene una visión
distorsionada de la realidad que le aisla de los demás. Todo ello hace de esta enfermedad uno de los procesos
más incapacitantes para el individuo.
Causa.−
Los científicos coinciden en que no existe una causa única de la esquizofrenia, sino que su aparición resulta de
la combinación de factores biológicos, psicológicos y culturales (los mismos que configuran la personalidad
en circunstancias normales). La incidencia de la esquizofrenia está en torno del 0,03 al 0,12% anual en la
población mayor de 15 años. La prevalencia es del 0,01 al 3% en todo el mundo. La esquizofrenia tiene una
cierta influencia familiar; así, los familiares cercanos de los pacientes esquizofrénicos tienen más riesgo de
padecer este trastorno que la población general. Mientras el riesgo promedio de padecer esquizofrenia está en
torno al 1%, el 10% de los niños nacidos de padres esquizofrénicos desarrollarán la enfermedad. Todavía no
se sabe con certeza si ese elevado porcentaje se debe a la transmisión hereditaria de la enfermedad, o a las
alteraciones psicológicas del niño educado por un progenitor con trastornos mentales acusados.
En los últimos años se ha demostrado que la esquizofrenia puede tener su origen en un defecto genético
hereditario. Por ejemplo, entre los gemelos idénticos (que tienen los mismos genes), cuando uno de los dos es
esquizofrénico, las posibilidades de que el otro presente el mismo trastorno van del 35 al 58%. Todavía se
desconoce el factor que se transmite de forma hereditaria (una alteración biológica, un trastorno neurológico o
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un defecto enzimático); muchos científicos consideran que la herencia juega un papel variable como causa de
la esquizofrenia, y que tiene mayor o menor influencia según los casos.
La investigación en el campo de la psicología ha puesto de manifiesto la relación de ciertos factores
ambientales con la esquizofrenia. Los trastornos de comunicación entre los distintos miembros de la familia
(comunicación ambigua) puede ser uno de estos factores, aunque no se sabe hasta qué punto esta alteración es
la causa o la consecuencia de la esquizofrenia de un determinado miembro de la familia. La falta de
organización de la vida diaria en ambientes de pobreza también ha sido relevante; a esto se suma el que las
madres de las familias poco favorecidas tienen con frecuencia problemas de salud que pueden afectar a la
salud de sus hijos futuros o recién nacidos.
La investigación neurológica ha aportado numerosos datos que ayudan a comprender las alteraciones propias
de la esquizofrenia. Por ejemplo la dopamina, uno de los neurotransmisores cerebrales (sustancias que actúan
como mensajeros químicos) está presente en cantidades anormales en el cerebro de los esquizofrénicos. Otro
ejemplo es la demostración, gracias a las técnicas de escáner, de alteraciones estructurales en determinadas
áreas del cerebro de estos pacientes.
Tratamiento.−
El tratamiento más efectivo de los síntomas de los pacientes esquizofrénicos es la medicación antipsicótica
(Psicofármacos). Estos medicamentos empezaron a utilizarse a mediados de la década de 1950, y gracias a
ellos mejoran los síntomas más espectaculares, como es el pánico a la desintegración de la personalidad. Se
emplean tanto en el tratamiento de los ataques agudos como en la prevención de ataques sucesivos. Estos
medicamentos tienen algunos inconvenientes, como ciertos efectos secundarios (sequedad de boca, mareos) y
otros a largo plazo: algunos pacientes que han tomado esta medicación durante años sufren un trastorno
conocido como disquinesia tardía caracterizado por movimientos anormales de la boca y de la lengua; su
importancia reside en que no tienen tratamiento y pueden continuar a pesar de retirar la medicación. Los
psicofármacos no son eficaces en todos los esquizofrénicos, y en algunos casos no producen ningún beneficio.
También se utiliza la psicoterapia en sus diferentes modalidades, como tratamiento único o como
complemento a la medicación para conseguir la adaptación del paciente al entorno social, o su integración
laboral o vocacional.
Estrés o Stress.−
En medicina, proceso físico, químico o emocional productor de una tensión que puede llevar a la enfermedad
física. Una eminente autoridad en estrés, el médico canadiense Hans Seyle, identificó tres etapas en la
respuesta del estrés. En la primera etapa, alarma, el cuerpo reconoce el estrés y se prepara para la acción, ya
sea de agresión o de fuga. Las glandulas endocrinas liberan hormonas que aumentan los latidos del corazón y
el ritmo respiratorio, elevan el nivel de azúcar en la sangre, incrementan la transpiración, dilatan las pupilas y
hacen más lenta la digestión. En la segunda etapa, resistencia, el cuerpo repara cualquier daño causado por la
reacción de alarma. Sin embargo, si el estrés continúa, el cuerpo permanece alerta y no puede reparar los
daños. Si continúa la resistencia se inicia la tercera etapa, agotamiento, cuya consecuencia puede ser una
alteración producida por el estrés. La exposición prolongada al estrés agota las reservas de energía del cuerpo
y puede llevar en situaciones muy extremas incluso a la muerte.
Fobia.−
Miedo intenso y persistente hacia un objeto, situación o actividad específica, debido al cual el individuo lleva
una vida limitada. La ansiedad que se sufre suele ser desproporcionada con las situaciones reales, y las
víctimas son conscientes de que su miedo es irracional.
La ansiedad fóbica se distingue de otras formas de ansiedad porque ocurre sólo en presencia de un objeto o
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situación específica, caracterizándose por síntomas fisiológicos como el latido cardiaco acelerado, molestias
gástricas, náuseas, diarreas, micción muy frecuente, sensación de ahogo, enrojecimiento del rostro,
transpiración abundante, temblores y desmayos. Algunos fóbicos son capaces de afrontar sus miedos, pero por
lo general evitan el objeto que les causa el temor, lo que a menudo impide la libertad del sujeto.
Los psiquiatras reconocen tres tipos principales de fobias: las fobias simples hacia objetos y situaciones
específicas, como a ciertos animales (por ejemplo, las arañas o las serpientes), a espacios cerrados o a las
alturas; la agorafobia, miedo a espacios públicos abiertos (como el metro o centros comerciales) de los que
resulta difícil escapar, o en los que se experimenta agobio, miedo que aumenta hasta que el sujeto es incapaz
de salir a la calle, y fobias sociales, como el miedo de sentirse ridículo o sentir vergüenza en público.
Las fobias simples, especialmente el miedo a ciertos animales, comienzan en la niñez y se pueden mantener
en la edad adulta, mientras que la agorafobia suele comenzar al final de la adolescencia o en la primera
juventud; las fobias sociales tienden a relacionarse también con la adolescencia.
La agorafobia, más frecuente en la clínica psicológica, no es tan común como las fobias simples. Se calcula
que todas las fobias tienen una incidencia total del 5% en la población general. La agorafobia y las fobias
simples se diagnostican con más frecuencia entre las mujeres que entre los hombres, y tanto aquella como las
fobias sociales o las fobias a los animales tienden a darse con mayor frecuencia en una misma familia.
La terapia de conducta se ha mostrado eficaz para tratar estos trastornos, especialmente las fobias simples y
las sociales. La desensibilización sistemática, terapia que consiste en ir enfrentando gradualmente al paciente
a situaciones u objetos similares a los temidos, ha sido muy eficaz hasta ahora, pero recientemente en la
terapia implosiva (otro método conductista) se obtienen mejores resultados. En esta terapia los fóbicos se
enfrentan directamente al estímulo temido en su expresión extrema para que experimenten lo injustificado de
su miedo y así descienda el temor.
Hipocondría.−
Término tradicional para una condición mórbida caracterizada por la simulación de síntomas de una o varias
enfermedades. El hipocondríaco, convencido de una grave enfermedad, puede sufrir de forma aguda, no sólo
los síntomas de la supuesta enfermedad, sino también ansiedad y depresión. En la clasificación psicológica
moderna el término ha sido reemplazado en su mayor parte, por hipocondriasis, la preocupación crónica por
una enfermedad o síntoma para los que no se ha encontrado ninguna causa orgánica específica. Los síntomas
no están bajo control voluntario, ni el paciente sabe posibles beneficios derivados de los síntomas. Los
psiquiatras y médicos también reconocen que una hipersensibilidad congénita puede predisponer a la persona
a la hipocondriasis.
Algunos fóbicos utilizan ciertos ansiolíticos como paliativo; al parecer, los medicamentos contra la depresión
son también eficaces en el tratamiento de algunas fobias.
Histeria.−
Trastorno mental que se caracteriza por la manifestación de conflictos emocionales reprimidos en forma de
síntomas físicos (denominados reacciones de conversión), o como grave disociación mental.
El diagnóstico psiquiátrico de la histeria depende del reconocimiento de un conflicto mental y de las
conexiones inconscientes entre síntomas y conflicto. El término histeria colectiva se aplica a las situaciones
en que un grupo humano muestra los mismos síntomas físicos sin causa orgánica que los motive. Un incidente
de histeria colectiva tuvo lugar en Estados Unidos en 1977 cuando 57 miembros de la banda de un grupo
escolar experimentaron dolores de cabeza, náuseas, vértigos y desfallecimientos tras un acontecimiento
deportivo. Después de buscar sin éxito causas orgánicas, los investigadores concluyeron que había sido la
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reacción al calor de algunos miembros de la banda que se había extendido, por sugestión, a otros miembros.
No obstante, hay que tener en cuenta que tal conclusión pudo deberse a que los miembros de la banda eran
mujeres, sexo al que se solía relacionar con esta enfermedad. Hoy se prefiere la expresión reacción de
ansiedad colectiva para denominar aquellas situaciones que se suelen dar durante las aglomeraciones de
gente.
Histeria de conversión.−
Sometidos a la ansiedad que conllevan los conflictos emocionales, todos podemos reaccionar con síntomas
físicos que incluso produzcan patologías orgánicas reales (de origen psicosomático, como las úlceras o
algunas alergias), pero en las reacciones de conversión, son los conflictos mentales inconscientes los
convertidos en síntomas con apariencia física sin fundamento fisiológico real. Entre los síntomas comunes
están las parálisis musculares, la ceguera, la sordera y los temblores. Aunque este tipo de síntomas parecía ser
habitual a comienzos de siglo, caracterizando incluso un tipo de personalidad (dramatizadora, histriónica,
extravagante, absorbente, egocéntrica, neurótica y manipuladora), su frecuencia en la actualidad es escasa,
habiendo aumentado por el contrario otras manifestaciones de conflictos neuróticos, como las somatizaciones,
los estados depresivos, o las obsesiones−compulsiones.
Reacciones disociativas.−
Los pacientes que sufren reacciones histéricas de conversión pueden atravesar periodos de intensa emoción y
falta de autoobservación. Los síntomas extremos de estos trastornos de la personalidad son las fugas o el
sonambulismo. En las fugas, se abandona repentinamente el hogar, se asume una nueva identidad y no se
recuerda en absoluto el pasado (su otra vida). En el sonambulismo, un estado restringido de la conciencia, más
frecuente en la adolescencia, el paciente puede intentar resolver una situación antes dolorosa, pero sin tener en
cuenta los condicionantes actuales.
Estudio y tratamiento.−
Entre los trastornos mentales más controvertidos por su significación ideológica estaba la histeria,
clásicamente definida como trastorno propio de las mujeres. Desde el punto de vista de la etimología es una
enfermedad ligada a este sexo, que ya los antiguos griegos definieron para referise a la inestabilidad y
movilidad de los síntomas físicos y a los accesos de desequilibrio emocional propios de las mujeres, según la
teoría de que el útero se situaba en posiciones distintas (en griego, útero es hystera). Este término designó
cualquier trastorno caracterizado por un comportamiento muy emotivo. Durante la edad media, la histeria se
atribuía a la posesión demoníaca y a los hechizos, lo que justificaba, al mismo tiempo, la persecución de
algunas mujeres.
Con el desarrollo de la anatomía y la fisiología en el siglo XIX, se tendió a interpretar todos los fenómenos
mentales como anomalías del cerebro, pese a lo cual, a finales de siglo, el neurólogo francés Jean Martin
Charcot demostró que las ideas mórbidas podían producir manifestaciones físicas, sin que hubiera en el
paciente alteraciones estructurales orgánicas, ni cerebrales ni de otro tipo. Más tarde, uno de sus discípulos,
Pierre Janet, describió la histeria como un trastorno psicológico. Otro antiguo discípulo de Charcot, el
austriaco Sigmund Freud, desarrolló la teoría de que los síntomas histéricos eran el resultado del conflicto
entre las exigencias morales, sociales, que se hacían sobre el paciente, y los deseos reprimidos, que
retornaban. Era por tanto una teoría psicogenética del origen de la enfermedad, que sin embargo no impidió
que siguiera asociada al género femenino, siendo muy poco frecuente que a un hombre le diagnosticaran esta
enfermedad. Este trastorno ha sido uno de los que con más frecuencia se han diagnosticado erróneamente; hoy
no se cree que sea un trastorno único, sino un síndrome más complejo y no muy bien definido.
No obstante, los pacientes (por lo general mujeres) que sufren esta enfermedad se tratan por lo general con
algún tipo de psicoterapia y, en algunos casos, formas prolongadas de terapia analítica, o psicoanálisis. En los
19
casos de crisis histéricas agudas asociadas con ansiedad, también se prescriben tranquilizantes.
Impotencia.−
Condición en la que un hombre es incapaz de alcanzar la erección del pene, por lo que éste no alcanza la
consistencia precisa para la penetración en las relaciones sexuales. Esta condición se denomina también
disfunción eréctil, que muchos médicos y psicólogos consideran que entraña menos connotaciones negativas
que impotencia. (El término impotencia posee un significado más amplio que el estrictamente médico:
también puede significar falta de poder o incapacidad).
La impotencia no debería confundirse con la eyaculación precoz, pérdida de la libido, o ausencia de orgasmo;
en todos estos casos puede obtenerse una erección satisfactoria. La incidencia aumenta con la edad y se cree
que el 25% de los hombres mayores de 65 años son impotentes. Ciertas enfermedades pueden contribuir a la
impotencia; la diabetes mellitus predispone a los hombres a manifestar disfunción eréctil, y aproximadamente
la mitad de ellos padece impotencia. Se cree que el aumento de impotencia se debe también al incremento de
la longevidad de la población, que conlleva más actividad sexual entre los ancianos. Se han descrito
tratamientos para la impotencia en la antigua literatura egipcia, griega y romana.
Causas de impotencia.−
En condiciones normales, cuando un hombre se siente sexualmente excitado, su pene aumenta de tamaño,
poniéndose erecto y rígido, lo que le permite la penetración en el sexo de su pareja. El pene suele medir entre
7 y 10 cm de largo; en posición erecta el tamaño se incrementa hasta unos 17 centímetros. Leonardo da Vinci
demostró que el pene se rellena de sangre para desencadenar la erección. De hecho, un pene erecto contiene
seis o siete veces el volumen de sangre de un pene fláccido. Este proceso se controla a través del sistema
nervioso vegetativo. La proporción de corriente sanguínea hacia el pene es mayor que la proporción de sangre
que efluye del mismo, lo que provoca acumulación de sangre.
La impotencia puede tener causas psicológicas. Por ejemplo, si un hombre ha perdido su trabajo su
sentimiento de fracaso le puede conducir a padecer una impotencia temporal. Con frecuencia puede asimismo
estar ocasionada por trastornos del sistema sanguíneo, sistema nervioso, cerebro u hormonas, así como por
daño o intervención quirúrgica en la pelvis o en el pene. Sin embargo, la causa más común es yatrogénica. Es
decir, la impotencia puede estar ocasionada por los medicamentos que toman para tratar otros trastornos. Los
diuréticos, los antidepresivos tricíclicos, los bloqueantes de los receptores H2, los betabloqueantes, las
hormonas, por ejemplo, pueden provocar impotencia; una vez que el tratamiento médico ha llegado a su
término, varía o se suspende, las erecciones deben producirse con normalidad (excepto que surjan, reiteren o
transformen los problemas psicológicos que originaron el trastorno).
Es posible determinar si la causa de la impotencia de un hombre responde tan sólo a motivos psicológicos; si
experimenta con normalidad una erección durante la fase REM (rapid eye movement) del sueño es
improbable que exista alguna causa orgánica para que sufra impotencia cuando se halle en estado consciente.
Sin embargo, en algunos casos, una causa orgánica que no es lo bastante grave por sí sola para producir
impotencia puede hacer más vulnerable su desarrollo si también están presentes otros factores psicológicos
menores.
El tratamiento de la impotencia.−
El tratamiento de la impotencia habría de atender tanto las causas orgánicas como las psicológicas.
Hay diversos procedimientos para tratar la impotencia. Desde principios de la década de 1980 ha sido posible
que los hombres afectados se inyecten fármacos específicos en el cuerpo cavernoso (tratamiento
intracorpóreo). Esto afecta el tono de la musculatura lisa de los vasos sanguíneos, produciendo una erección
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que llega a prolongarse durante una hora (cuando se emplea durante largos periodos pueden aparecer
problemas de cicatrización). Se puede insertar una prótesis dentro del pene bajo anestesia, que puede ser un
implante semirrígido o inflable.
Hay diversos prototipos en el mercado, conocidos como aparatos de constricción al vacío, que se usan para
producir la erección. El pene se introduce dentro del aparato y por un sistema de vacío aporta sangre a los
cuerpos cavernosos, provocando la erección. Se coloca un anillo elástico en la base para mantener la erección.
También está muy extendido el uso de tratamientos basados en varias formas de psicoterapia. Masters y
Johnson propusieron en 1970 un programa de terapia conductual para ser llevada a cabo por el afectado y su
pareja. Este método precisa de la colaboración de la pareja en cuanto que ésta no debe intentar la realización
del coito en el plazo de varias semanas, y en tanto se cumpla dicho programa, desarrollarán otras facetas de su
relación tanto en el plano físico como psicológico.
Frigidez.−
Reducción o diminución de la capacidad sensitiva de la mujer, que se caracteriza por la dificultad, e incluso a
la posibilidad de conseguir el orgasmo durante la relación sexual. Las causas pueden ser variasy, por lo
general, la psicoterapia es el único tratamiento posible.
Hipermnesia.−
Exageración patológica de la capacidad de evocación de los recuerdos que irrumpen en el ámbito de la
conciencia. Se da en diversos cuadros patológicos: ciertas psicosis, conmoción cerebral, estado de delirio en
determinadas enfermedades infecciosas, etc., y también en momentos de emoción intensa y en estados
hipnóticos.
Neurosis: término con que se designa un extenso grupo de afecciones mentales cuyos rasgos diferenciales más
importantes con respecto a las psicosis (el segundo gran grupo de trastornos psiquiátricos) son que el enfermo
es capaz de conocer su realidad y que no pueden demostrarse alteraciones anatomopatológicas.
Concepto.−
En psiquiatría la neurosis sigue siendo un término genérico que sirve para agrupar una serie de deficiencias y
trastornos emocionales frente a otro gran grupo de enfermedades mentales, el de la psicosis. Ambos tipos de
enfermedad mental se diferencian porque en la neurosis esta aparentemente conservada la capacidad de
conocer la realidad y de adaptarse a ella, si bien a costa de un esfuerzo y un sufrimiento excesivos que sitúan
al neurótico en los límites del equilibrio psicológico normal, mientras que en la psicosis las funciones de
conocimiento de la realidad y de adaptación parecen quebradas por procesos mentales anormales que hacen
que el mundo del psicótico sea un mundo extraño e incomprensible para la mente sana. El neurótico también
modifica involuntariamente la percepción del mundo real y su respuesta al mismo, peor mediante mecanismos
que no son en último término más que una exageración caricaturesca de las distorsiones afectivas que hacen
que la realidad sea normalmente percibida, sentida y vivida de forma diferente por cada persona.
Tratamiento.−
El tratamiento de la neurosis se divide, como todo tratamiento médico, en tratamiento sintomático y
tratamiento causal. El primero tiene por objetivo la desaparición de los síntomas, principalmente de aquellos
que causan más sufrimiento al paciente y a quienes le rodean. El segundo se propone la modificación
estructural de la personalidad a la que se hace referencia en apartado anterior. El tratamiento causal exige un
marco de relación personal que ofrezca al paciente la posibilidad de aprender y estructurar nuevas formas de
relación consigo mismo y con los demás. Para el mero tratamiento sintomático pueden utilizarse numerosos
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recursos que van desde la persuasión, la sugestión y la hipnosis hasta la elevación del umbral de ansiedad con
el uso de los modernos psicofármacos.
Oligofrenia.−
Deficiencia de la capacidad intelectual de una persona, debida a una causa congénita o a una trastorno del
desarrollo.
La oligofrenia se distingue de la demencia en que en ésta se produce un deterioro de las capacidades
intelectuales, que previamente eran normales. La oligofrenia, en cambio, es congénita o se produce durante el
desarrollo.
Se considera que una persona es oligofrénica cuando su cociente intelectual es de 70 o inferior. Se calcula que
entre un 1 y un 2%de la población presenta esta anormalidad. Las oligofrenias suelen clasificarse en tres
grupos, según el cociente de inteligencia: moderada, de coeficiente entre 50 y 70 (un 75% de los casos);
grave, entre el 25 y 50 (un 20% de los casos); y profunda, inferior a 25.
Los individuos con oligofrenia moderada pueden llegar a leer y escribir a y desenvolverse socialmente de un
modo adecuado s i su entorno ambiental es favorable y si reciben una adecuada atención médico−pedagógica.
Los oligofrénicos graves suelen adquirir un dominio del lenguaje que les permite la comunicación oral simple;
su edad mental se sitúa entre los 3 y los 7 años. En cuanto a los oligofrénicos profundos, su nivel intelectual es
equivalente al de un niño de 2 o 3 años; difícilmente llegan a articular algunas palabras. Mediante técnicas
especiales, es posible adiestrar a algunos de ellos a adquirir los hábitos elementales de higiene y limpieza.
La etiología de la oligofrenia es generalmente incierta. No obstante, y atendiendo a su origen, puede
clasificarse en dos grandes grupos: congénitas y adquiridas. Las oligofrenias congénitas, a su vez, pueden ser:
1) secundarias a factores hereditarios perfectamente delimitados; 2) debidas a factores que intervienen en el
curso de la gestación: infecciosos, parasitarios, tóxicos, etc., o bien a factores predisponentes a una gestación
anómala, como la edad excesiva de la madre, que se ha comprobado estrechamente ligada al mongolismo. Las
oligofrenias adquiridas suelen obedecer a: 1) factores endocrinológicos, en especial el mixedema; 2) factores
traumáticos en el curso de parto; 3) afecciones cerebrospinales de la primera infancia; 4) factores culturales,
familiares o sociales, capaces de influir en el desarrollo del niño.
Paranoia.−
Delirio interpretativo que evoluciona de manera progresiva con una lógica aparentemente perfecta y sin
pérdida alguna de la capacidad intelectual. Es sinónimo de delirio sistematizado o de delirio de interpretación.
Los enfermos afectos de paranoia suelen ser personas inteligentes y a menudo consiguen disimular la
naturaleza delirante de su pensamiento gracias a su facilidad para el razonamiento y la racionalización. El
contenido del delirio está constituido generalmente por ideas de prejuicios, de desconfianza, celotípicas,
querulantes o de reforma. En su mecanismo de formación intervienen siempre la proyección de impulsos
agresivos, como medio de evitar el sentimiento de culpa, y también tendencias egocentristas. La combinación
de estos dos factores explica la suspicacia y la hostilidad característica de los paranoicos. La conversación de
una mente clara, la fuerza pasional de delirio y la hostilidad que el paranoico proyecta en el ambiente, y a la
que a menudo reacciona exigiendo una justicia vengativa o tomándosela por su propia mano, suelen hacer de
aquel un enfermo peligroso.
Psicosis.−
Término general aplicado a los trastornos mentales de etiología psíquica u orgánica en los cuales se presenta
una desorganización profunda de la personalidad y alteraciones del juicio crítico y de la relación con la
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realidad. p. ext. Obsesión colectiva provocada por un grave problema social o político. alcohólica. La debida
a una lesión orgánica consecutiva al alcoholismo crónico. infantil. Forma de psicosis que aparece en la
infancia. postpartum o puerperal. Denominación general de diversos estados psicóticos que ocurren durante el
puerperio. reactiva. La desencadenada por circunstancias vitales o ambientales traumáticas. tóxica. Desorden
psicótico debido a la acción de sustancias tóxicas.
Las psicosis se diferencian de las neurosis metodológicamente, pero las fronteras entre ambos grupos
heterogéneos de alteraciones no siempre son claras. En general, las psicosis desorganizan más gravemente la
personalidad, con gran perturbación de la capacidad de discernir entre realidad interna y externa. Las psicosis
sintomáticas son aquellos trastornos mentales de tipo psicótico originados por lesión o toxicidad del cerebro;
se incluyen los síndromes asociados a traumatismo craneal, senilidad, arteriosclerosis, sífilis tardía,
alcoholismo, toxicidad medicamentosa y trastornos metabólicos y endocrinológicos. Las psicosis funcionales
tienen mayor interés en psiquiatría, pues alteran gravemente la personalidad sin causa orgánica conocida, por
lo que constituyen el auténtico objeto de la teoría psicopatológica. línica y descriptivamente, se dividen en
psicosis esquizofrénicas y psicosis maniaco−depresivas.
Sadismo.−
Comportamiento sexual por el cual el placer se obtiene por el sufrimiento o la mortificación provocados al
otro. Crueldad refinada, con deleite o regodeo de quien la ejecuta.
PSICOANÁL. El término sadismo, tomado de Krafft−Ebing (1886) por Freud y la teoría del psicoanálisis, fue
utilizado por el psiquiatra austríaco para definir una de las partes de la pulsión de muerte (descrita
anteriormente por él mismo) que, junto con las pulsiones sexuales, se proyecta al exterior. El sadismo implica
agresividad hacia el otro, vaya o no asociado a impulsos sexuales. Esta pulsión aparece en las fases
sádico−oral y sádico−anal infantiles, mientras que el sadismo asociado a la relación sexual ha de considerarse
combinado con el masoquismo.
Depresión.−
Acción y efecto de deprimir o deprimirse. Concavidad, hundimiento de una superficie. Decaimiento,
desánimo. Baja, descenso en general. CLIMAT. Sistema de bajas presiones en las latitudes medias y altas.
ECON. Fase del ciclo económico caracterizada por la caída de la demanda, el aumento del paro y las bajas
expectativas de ganancia. GEOL. Tipo complejo de pliegue generado en el transcurso del repliegue de otro
pliegue ya existente, y que produce la coincidencia de un anticlinal y un sinclinal. desértica. Cuenca o
depresión endorreica en el desierto montañoso del SO de EE UU y el N de México. MED. Espacio o zona
huecos o deprimidos natural o accidentalmente. Disminución de la actividad vital en una parte o en la
totalidad del organismo. METEOROL. barométrica. Descenso de la columna de mercurio del barómetro
debido a una reducción de la presión atmosférica. térmica. Situación atmosférica caracterizada por la rotación
del aire alrededor de un centro de baja presión, a causa de las diferencias térmicas entre las masas terrestres y
las oceánicas. PSIQUIATR. endógena. Melancolía. reactiva. Síndrome depresivo que aparece relacionado
con un trauma psicológico en un sujeto con una estructura de personalidad neurótica. sintomática. La
observada en el curso de una psicosis o de una afección orgánica. TECT. Cubeta más o menos alargada cuyo
origen está en una deformación negativa de la corteza terrestre.
ECON. La depresión supone un período más prolongado y profundo de dificultades en el funcionamiento
económico que el que se da cuando hay recesión. La depresión puede durar años y afectar a extensas áreas de
la economía mundial. El período más prolongado de depresión que se ha dado en la historia económica del
capitalismo moderno fue el período de entreguerras.
PSIQUIATR. La principal diferencia entre depresión endógena y reactiva estriba en que la primera se presenta
sin ninguna causa que a justifique, es decir, es inmotivada, mientras que la depresión reactiva es consecuencia
23
de un trauma psíquico o físico. En este último caso, la intensidad no es muy manifiesta y el proceso depresivo
va disminuyendo a medida que se aleja el trauma que lo causó. Por lo general, las depresiones se acompañan
de trastornos orgánicos: cefaleas, fatiga, inapetencia, insomnio, etc. Las más intensas pueden ir asociadas a
deseos suicidas, que a veces obligan a una estrecha vigilancia del enfermo. Se ha comparado el estado
depresivo al estado de duelo, aunque en este caso hay una pérdida real, mientras que en la depresión mental la
pérdida es muchas veces simbólica. En la actualidad, la enfermedad se trata con fármacos denominados
antidepresivos y con psicoterapia, aunque en casos extremos puede ser aconsejable aplicar otros métodos
terapéuticos como los electrochoques.
CONCLUSIÓN
Tras la elaboración y seguimiento de los distintos capítulos de los que consta este trabajo, hemos podido
apreciar que de algún modo conocemos facetas nuevas de filosofía y psicología que antes desconocíamos. Nos
gustaría añadir que, hemos empezado a encontrarle mayor salida al objeto que tiene por estudio tanto el
psicoanálisis como la filosofía, la ética y moral, el que, antes no lográbamos comprender, creyendo así que es
necesario, tanto como las demás ciencias experimentales, aunque en ocasiones no tenga la misma validez
demostrada y comprobada mediante un método y un proceso de investigación.
Concluyendo, nos gustaría decir que es la primera vez que profundizamos en un tema tan complicado y
extenso aunque, hemos podido aprender ciertos conceptos y términos que no comprendíamos con
anterioridad.
ANEXO I
ILUSTRACIONES
24
Sigmund Freud junto a su hija Anna, asomados a la ventanilla del
tren que les llevaría su exilio en Londres.
En 1938, un año antes de su muerte, Freud lee cartas de sus
amigos en el despacho de su casa de Londres.
25
El diván de la casa de Londres, hoy Museo de Freud, en la que él y su hija Anna vivieron hasta su muerte.
Foto. − 1
Foto. − 2
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Foto.− 3
Foto. − 4
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