ecodiversos37 - Corantioquia

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N.° 37 • Septiembre de 2011 • 7 mil ejemplares,12 páginas • www.corantioquia.gov.co • DISTRIBUCIÓN
Altruismo con la naturaleza
Historias de vida que dan un ejemplo universal
del bien que pequeñas acciones desinteresadas
puede hacerle a las plantas y animales que nos
rodean.
Pág. 4 y 5
GRATUITA
Un tesoro casi virgen
La Laguna Santa Rita es un santuario poco
explorado donde la naturaleza proyecta
toda la magia que contiene.
Pág. 9
Rodeados
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CORANTIOQUIA
Director General
Luis Alfonso Escobar Trujillo
Dirección Territorial Aburrá Norte
Leonel Urrego Murillo
Dirección Territorial Aburrá Sur
James Enrique Gallego Alzate
Dirección Territorial Cartama
Mónica María Ocampo Restrepo
Dirección Territorial Citará
Ignacio Castaños Vélez
Dirección Territorial Hevéxicos
Omar Ramírez Ramírez
Dirección Territorial Panzenú
Guillermo León Diosa Pérez
Dirección Territorial Tahamíes
Liliana Andrea López Noreña
Dirección Territorial Zenufaná
Luis Carlos Ochoa Tobón
Coordinación General
Oficina Asesora de Comunicaciones
Coordinación Editorial
Facultad de Comunicaciones
Universidad de Antioquia
Redacción
Daniela Gómez
Andrés Ángel
Juan David Ortiz
Ronal Castañeda
Víctor Casas Mendoza
Maria del Mar Castaño
Helena Cortés
Luis Alfonso Escobar Trujillo
Director General
E
l territorio está en permanente construcción y resignificación por parte de quienes lo habitamos. El conocimiento de sus
características y dinámicas es indispensable para abordar el gran reto que se ha asignado al
Estado, de garantizar su adecuado uso y el desarrollo sostenible.
Las Áreas Protegidas como parte fundamental
de nuestros territorios, contribuyen a la conservación de la biodiversidad, facilitan las actividades
de investigación, moderan y mantienen la estabilidad del clima local; protegen los suelos y las
cuencas de los ríos; ayudan a la conservación del
patrimonio natural, cultural, arqueológico y paisajístico; además de facilitar el fomento a las actividades de educación ambiental y ecoturismo.
Corantioquia con el fin de garantizar una buena representatividad ecosistémica, identificó y
caracterizó 16 Áreas de Manejo Especial ubicadas
en diferentes pisos térmicos tales como: páramos,
bosques andinos y pisos tropicales húmedos y
secos. Dentro de estas áreas, se encuentran 4 reservas de orden nacional y 12 de carácter regional. Además, la Corporación ha hecho partícipes
a los municipios en la identificación y consolidación de 27 Áreas de Reservas de carácter local,
acompañándolos en el proceso de declaratoria y
en la puesta en marcha de acciones que permiten
su conservación y recuperación.
En 2010 la Corporación realizó intervenciones en 14 áreas protegidas regionales y nacionales aportando al conocimiento, la sensibilización
de las comunidades, la divulgación, la recuperación, la implementación de sistemas productivos
alternativos y la protección del patrimonio natural. Dichas áreas suman en su totalidad 57.733,02
hectáreas.
Las áreas protegidas y su conservación son
hoy una realidad en nuestro territorio gracias al
concurso de todos los actores que inciden en las
dinámicas territoriales y tienen clara la importancia de su biodiversidad, de los bienes y servicios
ambientales con los que cuentan y las culturas
que lo habitan.
En este Ecodiversos presentaremos esas múltiples y diversas maneras que tenemos de proteger
nuestro ambiente. Sabemos que usted es uno de
esos comprometidos ciudadanos que aporta a que
juntos cumplamos este propósito, sea este un espacio para agradecerle y para invitarlo a que continúe con su invaluable labor.
Editor
Diego Agudelo Gómez
Diseño y Diagramación
Luisa Santa
Ilustraciones
Luis Medina
Juan Luis Acosta
Fotografía
Archivo CORANTIOQUIA
Impresión
La Patria
Directorio:
Dirección Territorial Aburrá Sur
Tel. 493 8888 Ext. 1801
Dirección Territorial Aburrá Norte
Tel. 493 8888 Ext. 1815
Dirección Territorial Cartama
Tel. 852 4716
Dirección Territorial Citará
Tel. 843 2226
Dirección Territorial Hevéxicos
Tel. 853 1245
Dirección Territorial Panzenú
Tel. 839 3258
Dirección Territorial Tahamíes
Tel. 860 7489
Dirección Territorial Zenufaná
Tel. 832 6610
Sede Medellín
Carrera 65 N° 44A 32
Teléfono: 493 8888
www.corantioquia.gov.co
Si tiene cualquier inquietud sobre los
temas tratados en esta edición de
Ecodiversos, escríbanos al correo
[email protected]
¿Gato o tigrillo?
Hagan sus apuestas
GAJES
DEL OFICIO er”.
Casos reales de “no te lo puedo cre
Las opiniones estaban divididas en un 50/50. Unos decían que era gato y otros no dudaban al afirmar que era
tigrillo. Mientras tanto, el pequeño felino manchado de rayas que fue encontrado en las inmediaciones del Relleno
Sanitario La Pradera disfrutaba a sus anchas de toda la comodidad que le brindaba la familia de gatos que lo
adoptó, indiferente a su estrellato momentáneo.
La noticia no dejaba de ser insólita: un tigrillo con pocos días de nacido encontrado en un basurero y más que
eso, una movilización titánica, guardadas sus proporciones, para salvarle la vida. La cadena de eventos inició con
el hallazgo de William Londoño, vigilante del relleno sanitario, que vio entre la maleza un movimiento inusual;
siguió con la llamada de Empresas Varias a Corantioquia y terminó en la carrera contrarreloj de la Subdirección de
Ecosistemas por encontrar una gata lactante que adoptara al presunto tigrillo.
Por fortuna, en la Fundación Bienestar Animal una gata recién había parido
tres crías y cuando Camilo Restrepo escuchó esta noticia fue un respiro porque
el bello felino bebé tendría una oportunidad. Al compararlo con sus nuevos
hermanos no cabría ninguna duda: claramente lucía el disfraz de una elegante
fiera.
Sin embargo, el veterinario de Corantioquia, Alexánder Isaza, estaba
completamente seguro de que se traba de un gato doméstico. Las apuestas
siguieron creciendo con el paso de los días pero el único ganador seguro
fue el tigrillo o más bien el gato, pues finalmente se comprobó que era de
esta especie doméstica. El felino crece sano y
saludable mientras disfruta de las mieles del
nuevo hogar que uno de los funcionarios de
la entidad le brindó cariñosamente.
Nº 37 · septiembre de 2011
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Existencia del cedrillo
pende de un hilo
Es un árbol que solo crece en Antioquia; en ningún otro lugar del planeta.
Cuida los suelos, las fuentes de agua y sirve de alimento a las aves y los
insectos: es el cedrillo y está en vía de extinción.
Daniela Gómez
Asesor: Juán Lázaro Toro
E
l bosque casi siempre está envuelto en neblina y la presencia de los
árboles se intuye por las siluetas
oscuras que rompen la uniformidad vaporosa de la nubes. La luz se cuela
según la frondosidad del follaje hasta el piso fértil, cubierto de hojas y
clavado de tallos de envergaduras
variables. Llueve mucho y la humedad lo recubre todo de un musgo verde
oscuro.
Las plantas que crecen aquí, en la
vereda de Boquerón, lo hacen en condiciones de sombra hasta robustecerse y
alcanzar la altura suficiente para exponerse al sol. Este tránsito natural solo se ve truncado por la deforestación que ha disminuido de
manera importante el número de árboles de este rincón natural, vecino del cerro del Padre Amaya y del Alto de Boquerón;
espacio que es, además, hogar de la familia Brunelliaceae y de su único género,
Brunellia, constituido por aproximadamente 51 especies, de las cuales 42 están en
Colombia y nueve en Antioquia, y entre
ellas, el cedrillo de Boquerón, presente únicamente en este bosque pluvial
montano amenazado por la tala.
La
Brunellia
Boqueronensis, o
cedrillo o riñón,
como es conocido,
es un árbol esbelto,
de tronco erguido y cilíndrico, madera liviana y
una delgada corteza exterior de color ocre, rugosa,
fácil de remover y bajo la
cual hay otra más lisa y
rojiza, como las paredes
de un vaso sanguíneo
ocupado en alimentar
una copa de hojas
verdes y marrones,
rígidas y aserradas,
además de las flores
y los frutos nacidos en
sus ramas.
Casi siempre, un par de semillas crecen dentro de los folículos
de los frutos que empiezan a verse un mes después de la floración.
Al inicio del proceso de maduración son de un verde amarillento y
luego de 4 o 5 meses se tornan café claro. El color indica la época de
cosecha antes del inicio de las lluvias y la dehiscencia de semillas
que, listas o no, son arrojadas a las difíciles condiciones del bosque:
un suelo que es humus andino o páramo, hostil para la planta de
lento germinar y tamaño exiguo.
Los meses abril y julio y septiembre y diciembre son los períodos de disposición para la germinación. Deberían ser las aves u
otros animales que se alimentan del Cedrillo lo que lleven el polen
para propiciar la reproducción y combinar las flores de sexos diferentes. Sin embargo, la necesidad de este transporte refuerza la poca
proliferación de la especie y su extinción inminente catalizada por
el deterioro del medio ambiente.
Quedan muy pocos cedrillos en Antioquia (en el último censo
eran 15), y una mínima porción de ellos son árboles jóvenes, lo cual
no garantiza su prolongación en el tiempo. Por ser una especie endémica, desaparecerá del Departamento y de paso del planeta sin
haber sido estudiada lo suficiente, pues los principales aportes sobre ella continúan siendo los hechos por José Cuatrecasas Arumí, el
botánico español exiliado de su país tras la implantación del régimen franquista y alojado en Colombia con el propósito de estudiar
su diversidad, gracias a lo cual descubrió la Brunellia boqueronensis
y más de mil especies propias y de otros países de la región.
Desde ese nueve de abril de 1958, fecha en la cual quedó registrado el cedrillo, se ha reconocido su importancia ecológica como
especie protectora de aguas y suelos y alimento y hábitat de los seres
vivos propios de su ecosistema. Pero su estado es crítico, tal como lo
ha advertido Corantioquia, el Instituto von Humboldt, e incluso la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza al ubicarlo como especie vulnerable en la Lista roja de especies amenazadas a nivel internacional.
Quedan muy pocos cedrillos en Antioquia
(en el último censo eran 15), y una mínima
porción de ellos son árboles jóvenes, lo cual
no garantiza su prolongación en el tiempo.
Si existen posibilidades de recuperación, éstas exigen la declaración del Alto de Boquerón como zona de protección ambiental y
el restablecimiento de la flora nativa de los bosques, porque al menos seis especies de la familia Brunelliaceae pueblan tímidamente
algunos rezagos de tierra ignorados por la deforestación y producen
las últimas semillas de árboles que no existen en ninguna otra parte
del mundo.
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Lo
del cielo
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A la izquierda puede
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Jaramillo mientras pa
por Corantioquia.
biodiversidad liderado
Hay quienes dicen que llegar al Alto de los Jaramillos es como llegar al
cielo. Mauricio, Leonel y Carlos son tres de los ángeles que habitan este
paraíso terrenal que se encuentra ubicado en Ciudad Bolívar. Este texto
cuenta sus historias.
María del Mar Castaño
Técnicos: Catalina María Luján Gallo y Élver
Andrés Ledesma Castañeda
T
odos los días, cuando cae la noche
y aparece la mañana, una porción
de tierra del municipio de Ciudad
Bolívar puede ver un destello de
cielo. Allá, arriba, muy cerca de las montañas, donde el sol tímidamente comienza a
dar sus primeros pasos, se ve el Alto de los
Jaramillos, comunidad que pertenece a la
vereda Angostura Parte Alta.
Probablemente, este es uno de los únicos
lugares del territorio Antioqueño donde ese
gran astro brillante que en nuestra cultura
se conoce popularmente como “Jaramillo”,
está tan cerca de ángeles que día a día trabajan la tierra con la idea de mantener hermoso ese lugar que han querido y construido
por años.
Tres de ellos son Mauricio, Luis Carlos
y Leonel, unidos por el apellido Jaramillo,
como la gran mayoría de quienes habitan
este paradisíaco Alto. Ellos también hicieron parte de un proceso para fomentar la
agricultura ecológica en la Reserva Forestal
Protectora Farallones del Citará, liderado
por Corantioquia y el Municipio de Ciudad
Bolívar.
Entre el personal técnico que fue testigo de varios momentos celestiales, estuvieron Catalina Luján y Élver Andrés Ledesma,
quienes tuvieron la oportunidad de conocer
las historias de estos tres ángeles.
Una de las más alentadoras es la de
Mauricio de Jesús Jaramillo González, un
hombre de 32 años, quien hace cuatro años
tuvo un accidente de moto en el que murió
su padre Antonio José.
En el mismo accidente, Mauricio sufrió
una fractura de fémur que luego se le complicó con una infección, por lo que perdió
parte de su movilidad. Desde el 6 de julio de
2007 anda en muletas pero ninguna de sus
dolencias le ha impedido seguir sembrando
la tierra junto con su familia.
Mauricio dice que todavía tiene ganas
de bailar, cuenta que recorre la vereda en
moto y a caballo. Aunque todavía no ha podido dejar las muletas, combina su trabajo
de agricultor con el de oficial de construcción. “La moral mía es volver a trabajar del
todo en la finca y poder tener una granjita
autosuficiente, con huerta y animales, que
sirva de ejemplo para los visitantes”.
Mauricio nació en el Alto de los
Jaramillos y cada que se le pregunta por el
lugar en el que vive, contesta con otra pregunta que involucra a una vereda vecina.
“¿Quiénes están más cerca del cielo, los de
La Arboleda o nosotros?”.
Por ser geográficamente más alto, personas como Catalina Luján responden: “El Alto
de los Jaramillos está más cerca del cielo”;
frente a lo cual Mauricio replica: “No, está
equivocada, es La Arboleda. Porque el cielo
es el Alto de los Jaramillos, La Arboleda es
la sucursal”.
Y este cielo, de un tono azul que se combina con el verde de las montañas, también
cuenta la historia de Leonel Jaramillo quien
también nació en el Alto que lleva su apellido, hace 42 años, de los que cuáles sólo once
meses ha pasado por fuera de su terruño. La
primera vez que se ausentó fue en 2006 por
cuenta de varias amenazas y la segunda fue
hace poco. “Mi hijo menor, Juan Pablo, nació con problemas del corazón y los médicos
me recomendaron llevarlo a vivir a un lugar
menos alto”.
Juan Pablo murió el 4 de enero de 2011
y desde entonces Leonel vive de nuevo en el
Alto, con su esposa Rosa Elvira y dos hijos.
Vecino de este cielo, justo en la vereda
La Arboleda, habita Luis Carlos Jaramillo
Él es Mauricio. Desde el lugar donde se apoyan sus piernas y sus muletas
puede verse la inmensidad del Alto de los Jaramillos.
Fotos: Catalina Luján
desde hace más de 31 años. Tiene 67 años,
siete hijos y vive con su esposa. Sus obras
angelicales han sido tan fuertes que incluso se han reconocido en el ámbito nacional.
En 1997 fue ganador de un premio por su
esfuerzo de cuidar el agua y cultivar sano.
También hace parte del Comité Ambiental
Amigos de La Arboleda (Coamar).
Don Carlos es un ejemplo a seguir en el
campo de la agricultura orgánica y del cuidado del agua, es consciente de lo importante que es cuidar la tierra. “Las personas
deben hacer todo el esfuerzo para utilizar
pocos químicos”, dice y agrega que ahora
está cumpliendo uno de sus sueños. “Yo le
pedí a Dios que me diera una finquita con
agua y un corazón para conservarla”.
Estos tres campesinos, Jaramillos, marcan la diferencia en el lugar donde viven.
Ciudad Bolívar, un pueblo de cultivos cafeteros, ahora tiene un pedazo de cielo en el
que nacen mangos, naranjas, guanábanas,
yucas, plátanos y otros alimentos que le ponen color y sabor a ese Alto que se ve azul.
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Guanacdaa sde agua
Montaña sagra
Ronal Castañeda
H
acia el norte del Valle de Aburrá,
Antioquia, en las estribaciones
de la Cordillera Central de los
Andes, y a 2.500 metros de altura
sobre el nivel del mar, se encuentra el municipio de Santa Rosa de Osos. Entre las 72
veredas que tiene el municipio, la más alejada y recóndita, la más “virgen”, es la vereda
de Guanacas.
Es en los 2.200 metros de altura donde las corrientes calientes del río Porce se
encuentran con el frío de la montaña y se
condensan: el aire se vuelve blanco, cae
una niebla espesa que no deja ver más que a
unos cortos pasos de distancia. Esa niebla es
agua, y esa agua es Guanacas.
A través de los años, esta vereda fue
concebida para la ganadería, la agricultura
y la extracción de minerales, menoscabando
grandes cantidades de bosque y llevando a
la degradación paulatina de los ecosistemas.
Esta historia cambió hace 20 años.
El hombre
José Rodrigo Castaño Díaz estudió
Licenciatura y Filosofía en la Universidad
Autónoma, y luego Psicología en la
Universidad de Antioquia. El destino le tenía preparada, a él y a su familia, una herencia de 700 hectáreas en el municipio de
Santa Rosa de Osos.
La historia de la herencia data de 1927
cuando el abuelo santarrosano de Rodrigo
soñaba con una finca donde pudiera tener
sus ‘animales’. Un amigo suyo, de apellido
Garay, organizando sus bienes en sus últimos días, llamó al abuelo de José Rodrigo y
le dijo: “Lázaro, tengo una última cosita para
vender y no te la vendo sino a vos. La finca
de Guanacas”. El abuelo, sorprendido, rápidamente le dijo que ni le hablara del tema,
que él no tenía dinero para comprar tanta
tierra. Garay le dijo a Lázaro: “El asunto no
es de plata, yo te la entrego sólo a vos porque para mí ese lugar es sagrado”.
Luego de tener la tierra, el abuelo Lázaro
le heredó Guanacas a sus hijos y sus hijos a
sus hijos. Así llegó a manos de José Rodrigo,
protagonista de esta historia.
Desde que Rodrigo y sus hermanos recibieron la herencia, en 1990, Guanacas no
se ha usado para la producción agrícola ni
ganadera. A Rodrigo no le tiembla la voz
para decir lo que piensa: “La mala práctica
del gremio de la agricultura y la ganadería
es lo que tiene acabada la tierra, los bosques
y el agua”. Por ello decidió deliberadamente
dejar ‘enrastrojar’ lo que en principio fueron
potreros. Todo el mundo le cuestionaba que
tuviera Guanacas “improductiva”; pero ninguno sabía qué entendía José Rodrigo por
poner a producir la tierra.
La Fundación
Tampoco se le pasó ni una vez por la
cabeza poner a la venta Guanacas: “Si yo
vendo la tierra, el que la compre con seguridad será un agricultor o un ganadero, y lo
primero que va a esgrimir es un machete. Va
a tumbar toda la restauración de 20 años de
regeneración natural que hemos logrado”.
Hace alto y termina: “¿Qué va a pasar, entonces, con todas las aves, con todos los mamíferos que tienen sus madrigueras?”
Allí es donde nace, en 2006, por iniciativa propia de Rodrigo, la Fundación
Guanacas Bosques de Niebla. Una ONG dedicada a la protección de la biodiversidad,
la flora, la fauna y el agua. Rodrigo confía en
que la Fundación sea una forma de cuidar
de estas tierras. Así mismo, espera que muchas entidades, públicas y privadas, se puedan vincular para ayudar a preservar todas
las fuentes hídricas y la biodiversidad que
habita este lugar. (Ver más en: http://www.
aguanacas.org/)
José Rodrigo Castaño Díaz: “El valor de la tierra
no puede seguir cuantificándose a partir de su
deforestación”.
La montaña sagrada
Al espíritu de conservacionista de José
Rodrigo se le agrega su interés por las lenguas indígenas. Recientemente encontró que
la palabra “Guanacas” es un vocablo de origen indígena, posiblemente muisca, que significa agua sagrada sobre piedra. Así mismo
se encontró que Guanacas podía tener orígenes en el aimará. En esta lengua ancestral,
“Guanacas” significaría montaña sagrada de
piedra. “Si uno hace una fusión encuentra
que montaña y agua son uno. Sin montaña
no hay agua y sin agua no hay montaña”.
Por lo menos, desde tres generaciones
atrás, Guanacas es tierra sagrada. Todavía
hay historias por contar pero la de Rodrigo
ahora está en su Fundación, donde trabaja
bajo el objetivo de conservar y restaurar un
ecosistema. Guanacas es a su vida como la
montaña al agua: “Mi tumba está allá, yo
quiero estar donde vive mi corazón, donde
vive mi alma”.
6
Inmensas alfombras verdes, humedecidas por murallas boscosas, surcadas por corredores de agua y pobladas por decenas de miles de especies; más de 500.000 hectáreas
que hacen parte del sistema de áreas protegidas en Antioquia, uno de los más impresionantes del mundo por su belleza escénica y biodiversidad, y según Saulo Hoyos,
biólogo de la Subdrección de Ecosistemas de CORANTIOQUIA, en los cuales está la
clave de la sobrevivencia humana.
Las áreas protegidas, definidas por la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza, son superficies de tierra o mar especialmente dedicadas a la protección
legal y mantenimiento de la Biodiversidad, de los recursos naturales y en Colombia, a
diferencia de otros países, de los recursos culturales asociados. Aunque se les vea como
lugares alejados y exóticos, su impacto es cercano y directo.
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ÁREAS PROTEGIDAS EN
Actualmente se sabe que si no existiese la figura de las áreas protegidas, muchas
especies de animales estarían desaparecidas o no serían viables y por tanto su extinción
estaría muy cerca. Sobre éstas figuras de protección legal, se resaltan las posibilidades
que generan a la investigación científica para hacer monitoreo sobre la condición del
medio ambiente
¿Cómo se decide entonces en nuestro país que una extensión terrestre o marítima sea
declarada área protegida? Simplemente porque posee atributos de carácter natural,
patrimonial o cultural que hacen de ella un territorio importante de conservar.
Hoyos, apasionado biólogo encargado del sistema regional de áreas protegidas y el
manejo integral de humedales en CORANTIOQUIA, hace énfasis en que las riquezas de
nuestra región benefician al mundo y que “Las áreas de reserva son nuestra tierra
protegida... no son más que las fuentes de los recursos que nos alimentan y proveen
agua, en resumidas cuentas son el tejido de la vida”.
Distrito de Manejo Integrado
Ríos Barroso y San Juan
3037 hectáreas entre Salgar, Ciudad Bolívar
y Pueblo Rico.
Importante corredor biológico de
intercambio genético entre los valles
del Río Cauca y Río San Juan y muestra
representativa de esta zona de vida, la
más degradada a nivel nacional.
Reserva natural de la sociedad civil:
conservación de áreas privadas
El Sistema Nacional de Áreas Protegidas busca la participación y la incidencia de la sociedad
civil en los procesos de ordenamiento ya que genera construcción del tejido social en torno
a la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de los recursos, la soberanía y
seguridad alimentaria de los pueblos.
Puede decirse que nuestro Departamento es rico en biodiversidad, tiene la fortuna de ser
bañado por tres grandes ríos (Magdalena, Cauca y Atrato), posee 206 mil millones en metros
cúbicos de agua y cuenta con diez complejos hidroeléctricos que proveen el 30% de la
energía eléctrica del país.
Distrito de Manejo Integrado
Cuchilla Cerro Plateado - Alto San José
7.795 hectáreas entre Betulia, Salgar y Concordia
Este Distrito presenta ecosistemas con rasgos
naturales inalterados o ecosistemas alterados de
especial singularidad y alta diversidad.
Reserva Forestal Protectora
Regional Cerro Bravo
313 hectáreas entre Fredonia y Venecia
Macizo eruptivo producto de un
proceso de miles de años que por su
prominencia se constituye en un hito
geográfico de referencia.
Artículo
relacionado
online
Reserva Forestal Protectora Regional
– Farallones de Citará
30.075 hectáreas entre Andes, Betania y Ciudad Bolívar
Esta cadena montañosa cuenta con un
espectacular cuerpo de agua llamado laguna
de Santa Rita, el cual se encuentra ubicado a
los 3.4000 msnm, como testimonio del
subsistema glaciar en Andes.
7
Nº 37 · septiembre de 2011
la Vida
El total del área de antioquia es de
JURISDICCIÓN DE CORANTIOQUIA
6.361.200 HECTÁREAS.
La superficie total de área protegida en este
departamento:
567.129 ha = 8,2%
del total del territorio de Antioquia
Distrito de Manejo Integrado Sistema de Páramos y Bosques Altoandinos
del Noroccidente Medio Antioqueño -
34.807 hectáreas entre los municipios de Belmira, Entrerríos, San José de la montaña, San Pedro
de los milagros y San Andrés de Cuerquia en la zona del altiplano norte antioqueño; y en los
municipios de Olaya, Liborina, Sopetrán, San Jerónimo, y Sabanalarga.
En esta área nacen gran cantidad de fuentes de agua que abastecen el embalse de Río Grande
II y sistemas de acueductos municipales y veredales de la región.
Reserva Natural Bajo Cauca - Nechí
79.579 hectáreas entre Cáceres, Zaragoza y Anorí
Importante estrella hidrográfica con
extensas masas boscosas aún sin
intervenir que incluso albergan
fauna desconocida para la ciencia.
Distrito de Manejo Integrado
Cañón del Río Alicante
6.298 entre Maceo, Puerto Berrío y Yolombó
Cerca del 50% de este territorio presenta
ecosistemas con rasgos naturales
inalterados.
Categoría de manejo de
Reservas Forestales
Protectoras Nacionales
Categoría de manejo de
Parques Nacionales Naturales
103.082 Hectáreas
184.200 Hectáreas
del total del
territorio
Antioqueño
del total del
territorio
Antioqueño
Categoría de manejo de
áreas protegidas regionales
279,847 Hectáreas
del total del
territorio
Antioqueño
3 Reservas Forestales
Este lugar cuenta con cuevas que albergan
especies como el Guácharo, el cual sale en
la noche de su cueva y vuela 150 km,
cumpliendo la función de dispersor de
semillas de palmas y árboles importantes
económica y ecológicamente.
Protectoras Regionales
36.571 ha
2 Parques
Naturales
Regionales
5.119 ha
Reserva Forestal Protectora Nacional Río Naré
8.829 hectáreas entre Envigado, Rionegro, El retiro, Guarne y Medellín
Esta área cuenta con cuencas de vital importancia para el abastecimiento de agua a los municipios del Valle de Aburrá. Además de
conservar valores ecosistémicos, la reserva protege valores
arqueológicos y culturales asociados a la presencia y contrucciones y
caminos de la época prehispánica.
Distrito de Manejo Integrado Nubes - Trocha - Capote
4.148 hectáreas entre Jericó, Pueblo Rico y Tarso.
Este espacio es altamente apreciado y valorado por la población
urbana y rural. Un entono propicio para la investigación.
Distrito de Manejo Integrado Cuchilla Jardín Támesis
28.300 hectáreas entre Jardín, Támesis, Andes, Jericó y Caramanta
La Cuchilla Jardín-Tamésis es considerada una de las
estrellas hidrográficas más importantes del suroeste
Antioqueño.
11 Distrito de manejo integrado
1 Área de
recreación urbana
29 ha
de los recursos naturales
renovables DMI 158.550 ha
Las áreas protegidas son manejadas a
través de medios legales o de otros
medios efectivos, y en Antioquia
existen cinco autoridades ambientales
encargadas por Ley de declarar áreas
protegidas: Parques Nacionales
Naturales, CORANTIOQUIA con
jurisdicción en 80 municipios,
CORNARE con jurisdicción en 26
municipios, CORPOURABÁ con
jurisdicción en 19 municipios y el Área
Metropolitana del Valle de Aburrá con
19 municipios.
8
La Forzosa
Un pacto por la conservación de la tierra
Juan David Ortiz Franco
Asesor: Juan Lázaro Toro
E
n la estribación norte de la
Cordillera Central, enclavada en la
parte alta de la montaña que separa el cañón del Río Porce y el valle
medio del río Nechí, se encuentra un área
aproximada de 1.060 hectáreas de bosques
primarios que conforman la Reserva Forestal
La Forzosa, jurisdicción de la vereda Roble
Arriba del municipio de Anorí. Un área de
especial significado no sólo por sus bosques,
sino además por su biodiversidad, su riqueza hídrica y sus bellezas escénicas.
Una de las características particulares
de la zona es el nivel de conservación de los
bosques en los que la influencia del hombre, traducida en deforestación, se percibe
en menor medida que en otras regiones con
características geográficas similares. Por esa
razón, el trabajo de las entidades que intervienen en su conservación, tiene como propósito adelantar procesos de sensibilización
con las comunidades cercanas y de esa manera incentivar la búsqueda de alternativas
para que las actividades productivas de la
región tengan el menor impacto posible en
los ecosistemas.
La reserva es cercana al área de influencia del proyecto hidroeléctrico Porce III. Su
historia comenzó en 1999 gracias a la gestión de Luis Ángel Ramírez, un habitante
de la zona quien ofreció a Corantioquia la
venta de un predio que no podía conservar
por los costos que implicaba y que consideraba de importancia para la preservación del
bosque.
Para Ramírez, las entidades públicas y
privadas, y las comunidades cercanas, han
asumido el compromiso de proteger la reserva gracias a que se han informado sobre
su importancia: “Tuvimos reuniones con la
gente y se han dado cuenta que se deben
comprometer con las fuentes de agua y las
especies en vía de extinción. La reserva está
en manos de la comunidad”.
La evaluación llevada a cabo por los
funcionarios de Corantioquia determinó que
no solamente ese predio, sino una amplia zona circundante, constituía uno de los últimos santuarios de fauna y flora en esa zona del
departamento. Por esa razón se iniciaron los trámites que permitirían adquirir el predio y declarar el bosque de La Forzosa como zona
protegida.
Luego de la elaboración de un plan de manejo que permitiera
delimitar y conocer de forma detallada las características de la zona,
las autoridades de Anorí declararon, en febrero de 2005, el bosque
de La Forzosa como Reserva Forestal Protectora.
Más tarde, la Fundación Proaves se hizo partícipe de la iniciativa
y creó en una zona colindante la Reserva de las Aves Pájaro Arriero,
dedicada a la protección de esa especie endémica que fue descubierta por un grupo de estudiantes de Biología de la Universidad de
Antioquia.
“Yo quisiera en los años que me faltan por
vivir, poder estar en la reserva, ese es un
futuro para la nación”.
Otra vinculación importante ocurrió en 2010 cuando ISA adquirió tres predios para conservación, en lugar de reforestar y hacer
el mantenimiento de un área de 96 hectáreas como le correspondía
según la licencia ambiental, lo que sumó en total 452 hectáreas que
pasaron a formar parte del área protegida por Corantioquia.
Según Juan Lázaro Toro, ingeniero forestal de la Subdirección
de Ecosistemas de Corantioquia, y uno de los gestores de la reserva,
así se garantiza la protección de un área mayor de bosque. Hasta el
2010 buena parte de la población de la zona dependía económicamente de las obras de infraestructura del Proyecto Hidroeléctrico
Porce III. Se intuía que, al finalizar las obras, las comunidades regresarían a trabajar en sus predios por lo que el deterioro de los
bosques sería inminente: “Mucha gente estuvo ocupada en la represa pero finalizadas las obras han ido regresando a sus predios
y obviamente retomando sus actividades de extracción de madera
para establecimiento de potreros y cultivos.”.
Luis Ángel Ramírez ya tiene 53 años y al hablar de la reserva
recuerda que cuando era niño el bosque hacía parte de la finca que
fue de su padre y antes de su abuelo. Ahora, aunque vive en la
vereda, sigue insistiendo en la necesidad de darle a conocer a las
comunidades cercanas la magnitud de lo que tienen en su entorno:
“Yo quisiera en los años que me faltan por vivir, poder estar en la
reserva, ese es un futuro para la nación”.
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Texto y fotografía: Andrés Ángel Gómez
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las cinco y media de la mañana
partimos hacia la laguna Santa
Rita, situada detrás del cerro
Caramanta, al sur de la reserva farallones de Citará. Este cuerpo hídrico, que
se encuentra en medio de una zona de páramo a más de 3.000 msnm, posee una zona
de turbera y un espejo de agua de unos 350
metros de perímetro.
La ruta es un ascenso fuerte y exigente de 12 kilómetros. Estas montañas, que
pertenecen a la formación geológica de los
farallones de Citará, presentan inclinadas
pendientes, suelos en continua erosión y
un bosque pluvial montano, que en algunos
lugares bien conservados alcanza los 45 metros de altura.
Muy temprano llegamos al alto del Buey,
lugar del que se desciende hasta las playas
del Chaquiro. Ahí, el Silencio vierte sus
aguas en el río Santa Rita. Mario Arboleda
señala un recodo del río donde ha visto al
gallo de roca andino, Rupicola peruviana aequatorialis, especie endémica colombiana.
Luego de atravesar el río el Silencio por
medio de un puente colgante, ascendimos
Santa Rita es una de las lagunas más inexploradas de la
geografía colombiana, ubicada en el cerro Caramanta
de la cordillera Occidental, al suroeste de Antioquia.
Muchos la conocieron luego de que se estrellara una
avioneta en sus alrededores, hace 32 años.
entre un pequeño cultivo de café y otros de
pan coger seguidos de un extenso matorral
repleto de helechos y chusque que en ocasiones entorpecían el caminar. Agradecimos
el momento en que el camino se internó por
un robledal, pues la sombra alivianaba el
esfuerzo que se debía hacer para subir por
el filo de la montaña hasta el alto de los
Musgos a unos 2.800 msnm.
El camino no está exento de obstáculos.
En el terreno abrupto y peligroso, puede
uno toparse con nidos de avispas, y cornisas estrechas que se elevan en el flanco de
precipicios de hasta 50 metros de profunidad. Concentrados en cada paso llegamos de
nuevo a la orilla del río el Silencio que a esta
altura (2.636 msnm) tiene aguas prístinas y
puras.
La laguna Santa Rita está custodiada por
la propia naturaleza. La amenaza de lluvia
hace apresurar el paso y los ríos y cañadas
que atraviesan la zona deben cruzarse hasta
dos veces como sucede con la quebrada El
Desconsuelo, un punto idóneo para descansar antes de emprender el último tramo hasta el tesoro cristalino de la laguna.
En este tramo la montaña nos hizo, literalmente, arrodillar. Un camino tortuoso
De los compromisos al Diálogo,
del Diálogo a los Acuerdos,
de los Acuerdos a la Agenda y
de la Agenda a la Acción
Medellín
los espera
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hasta el campamento base, la Señal, lugar
que sirvió de helipuerto para rescatar a las
víctimas de la avioneta accidentada el 15 de
abril de 1979. En medio de una vegetación
achaparrada compuesta de pequeños arbustos, cardos y algunas orquídeas florecidas se
levantan tres tarimas de madera acondicionadas para instalar las carpas de los expedicionarios y las comisiones científicas que
llegan hasta el lugar.
Hacia la laguna
Al otro día, el sol iluminaba la cumbre del cerro Caramanta, a unos 300 metros de altura sobre nuestro campamento.
Marchamos a través de la cuchilla en la que
encontramos el fuselaje de la avioneta estrellada sobre el pajonal lleno de orquídeas
y bromelias. El paisaje nos conecta inmediatamente con los ciclos vitales que transcurren en estos páramos de los farallones
del Citará, importante estrella hídrica del
Suroeste antioqueño donde nacen los ríos
San Juan, Tapartó, el Silencio y Santa Rita.
Estas cumbres surgidas del choque de las
placas tectónicas albergan numerosos nacimientos que surten acueductos veredales y
municipales de Andes, Betania, Hispania y
Ciudad Bolívar.
Hora y cuarenta minutos de recorrido
bastaron para lograr la cima, donde pudimos divisar a Jardín, Jericó, Andes y los territorios de los departamentos de Risaralda
y Chocó. A esta altura, los frailejones,
Espeletia frontinoensis, de hasta tres metros
de altura, dominan el paisaje.
Cuando alcanzamos el mirador sobre
la laguna Santa Rita, la ocultaba una densa
capa de niebla. Más nos demoramos en llegar que en soplar un suave viento que descubrió el espejo oscuro de agua. Haciéndole
honor a su nombre de santa, la laguna nos
ofreció una maravillosa vista, única recompensa por todo lo sufrido en un camino que,
por momentos, nos pareció imposible de
continuar a través de un bosque altoandino
bien conservado y casi virgen.
10
El custodio de
Cartama y Citará
Con la declaración de un distrito de manejo integrado en el suroeste antioqueño,
Corantioquia busca mantener con vida un ecosistema amenazado por el hombre.
Por Víctor Casas
Con asesoría de Élver Andrés Ledesma
E
n las montañas del Suroeste antioqueño cinco municipios
dividen su geografía y unen esfuerzos para la conservación
de una reserva natural. El lugar es un paraíso en la cordillera
con robustos robles que, imponentes, sobresalen en medio
del bosque, habitado por especies tan particulares y valiosas como el
oso andino, el puma, los venados y las guaguas
Sobre el suelo crece todo un jardín de especies como las pasifloras, las orquídeas, bromelias, anturios y magnolios de monte. De la
tierra, el agua brota haciendo surcos y dando paso a quebradas que
luego se convierten en ríos como el Cartama en Támesis, el Piedras
en Jericó y el San Juan entre Andes y Jardín, de donde se abastecen
acueductos veredales y municipales.
En la Cuchilla Jardín-Támesis la temperatura es fresca todo el
año. Los termómetros se mueven entre los 14 y los 18 grados centígrados y el monte se resiste a desaparecer ante la avanzada de los
humanos que quieren más tierras para la agricultura y la ganadería.
Fue en la búsqueda de conservar ese ecosistema rico en flora y fauna
que se decretó como un Distrito de Manejo Integrado.
Los Distritos de Manejo Integrado (DMI) son espacios definidos
para que se ordenen y regulen los recursos naturales renovables.
Entre los requisitos para ser catalogado como un DMI se necesita
que el territorio posea unos ecosistemas estratégicos, que beneficien a una comunidad y que estén intactos o que sea posible su
recuperación.
Élver Ledesma, tecnólogo forestal de Corantioquia explica que
en Colombia esa figura de conservación es administrada por las
Corporaciones Autónomas Regionales, para el caso de Cuchilla
Jardín-Támesis, bajo la coordinación del equipo de áreas protegidas
de la subdirección de ecosistemas de Corantioquia.
La reserva comprende 28.061 hectáreas de las cuales 12.981 están en el municipio de Jardín, mientras en Támesis son 9.995, en
Jericó 3.862, en Andes 990 y en Caramanta solo 385 hectáreas. Los
cinco municipios, ubicados sobre la cordillera occidental entre los
1.300 y los 2.400 metros sobre el nivel del mar, tienen como eje económico la agricultura y como principal producto el café. Aunque
también se cultiva plátano, caña de azúcar, cacao y frutas.
Para que Corantioquia pudiera declarar ese DIM en los municipios del Suroeste, o cualquier otra entidad en algún lugar del país,
era indispensable cumplir con una serie de requisitos pues no es una
categoría que pueda darse de forma aleatoria. Se deben presentar
estudios preliminares y estructurar el plan integral de manejo que
incluyen, por ejemplo, la delimitación geográfica, qué poblaciones
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le ponen el pecho a la minería
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ocupan esos espacios, riqueza biológica y lo que se haría una vez esos
espacios pasaran a ser un DMI.
Ledesma destaca toda la documentación, investigación y soporte
técnico que se tiene sobre ese distrito. Un trabajo que ha liderado la
Corporación de la mano de algunas
universidades y organizaciones no
gubernamentales.
Mediante convenio suscrito entre Corantioquia y el municipio de
Jardín hay un equipo de trabajo dedicado
exclusivamente a esta reserva, conformado
por cuatro personas que, en este momento,
están en el punto de partida para desarrollar
un trabajo de sensibilización con los actores
locales y así poder encontrar mecanismos
efectivos para frenar amenazas como la deforestación y la cacería de animales.
Jaime Villa, funcionario de Corantioquia
en el municipio de Jericó, destaca el trabajo
que desde la corporación, a través de la figura del DMI, se está haciendo para conservar
en esa reserva la palma macana, una especie
restringida en cuanto a su aprovechamiento y muy apetecida porque de ella se hacen
chambranas, lo que ha ocasionado un tráfico
de sus tallos, teniendo en cuenta además que
la población de esta especie es la más importante en el país según recientes estudios de la
Universidad Nacional de Colombia.
Otra especie por la que se trabaja arduamente es la palma de cera, una planta muy
importante, declarada árbol nacional y hábitat del loro orejiamarillo, ave que en su momento estuvo en peligro crítico de extinción.
Y otra de las amenazas principales es la
minería que cada día toma más importancia y que, está en pleno auge en municipios
como Jericó, Támesis, Valparaiso, Caramanta
y Andes.
Pero no todo son dificultades. En la región hay iniciativas positivas que incluso
son lideradas por la misma población. Es
el caso de José Humberto Jaramillo quien,
como otros habitantes del municipio de
Jardín, tiene tierras en la zona que hace parte de la reserva. Ellos mismos se encargan
de velar porque ese ecosistema se mantenga
sin ser alterado por la mano del hombre, y
reciben a cambio descuentos tributarios por
parte del municipio.
“Es una decisión personal que toma uno
después de ver cómo mucha gente está deteriorando el medio ambiente. Es un compromiso con la naturaleza y a la vez con las
futuras generaciones porque estamos conservando esos bosques en su estado natural”,
explica Jaramillo.
Aunque Ledesma y sus compañeros saben que el trabajo de concientización con
la comunidad sobre la importancia de conservar ese ecosistema, es un trabajo de largo aliento y que los resultados no se verán
de la noche a la mañana, permanece optimista frente al futuro de la Cuchilla JardínTámesis: “Nuestro sueño es que las comunidades tengan un sentido de apropiación y
participen. Que tengan más poder de gestión
y que se hagan redes sociales para hacer un
monitoreo constante en la reserva”, afirma
Ledesma.
a minería despertó una movilización en Jericó, en el Suroeste
antioqueño. El municipio, con
una población de 15.000 habitantes y cuyo principal renglón de la
economía ha sido siempre la agricultura, la ganadería y más recientemente
la industria del cuero, vio con asombro
en los últimos años que se les empezó
a considerar como un posible pueblo
minero, tanto que una compañía internacional inició trabajos de exploración.
Eso llevó a la conformación de la
Organización Foro Minero de la que
hacen parte jericoanos que viven en
el pueblo y residentes en Medellín.
La organización fue creada como un
grupo de estudio desde donde se han
desprendido líneas de investigación
sobre lo que es la minería; algunos
buscan sobre el tema de regalías, otros
la legislación que rige ese sector de la
economía, y así buscan llenarse de argumentos para hacer un debate serio.
“Tenemos que estar fundados en la información y volver el tema un objeto
de estudio para que no se nos vuelva
un asunto emocional y de oposición
irracional”, explica la profesora María
Zoraida Ríos quien hace parte de la
organización.
Desde que empezaron, ya han hecho varios foros sobre la minería, como
el que realizaron hace dos años en
Medellín con la colonia de jericoanos
que allí residen, o el que se cumplió el
26 de julio de este año, al que asistieron
personalidades como el constitucionalista Albeiro Pulgarín, representantes
de la Federación Colombiana Nacional
de Municipios, y el vicepresidente de
la empresa que adelanta la exploración
en el pueblo.
La asistencia superó las expectativas. Más de 350 personas estuvieron
el día del evento y desde entonces se
han ido generando en el pueblo otros
movimientos desde los que se busca
discutir el tema.
“La tarea es muy lenta porque no
somos un país democrático en temas
de la participación, somos un país
muy pasivo y no tomamos participación”, afirma Ríos. “Es además un trabajo muy pedagógico porque es tratar
de controlarle a la gente muchas pasiones”, concluye.
Lo más destacado de la movilización en Jericó es sin duda la generación de hilos de reflexión sobre el
tema, al que ven como un asunto de
largo aliento que debe estar caracterizado por la razón y no por la emoción,
pues como dice la profesora Ríos, para
ellos la minería es un asunto desconocido, y aunque saben lo importante
que es para la economía, también está
en juego el proyecto de vida de muchos jericoanos.
12
Y SU EXTRAÑO VIAJE HASTA
LOS ÁRBOLES CUADRADOS
Una mañana, una pajarita llamada Tangara sobrevolaba el bosque de la Reserva natural La Forzosa, en el nordeste de Antioquia, cuando
una corriente de aire muy fuerte la envolvió. Sin embargo, era tan valiente que en vez de asustarse se dejó llevar por el viento.
Tangara se alejó mucho: pasó por encima de ríos y pueblitos hasta que llegó a un
lugar muy extraño, en el que había “árboles cuadrados”, con las copas casi entre
las nubes: eran edificios, y había llegado a la ciudad, a Medellín.
¡Señorita
Manzanera!
Como era una pajarita muy curiosa, Tangara entró a la ciudad. Voló y voló,
asombrada por el raro paisaje, hasta que encontró una quebrada en medio de un
barrio. Se sintió feliz, pero extrañada: “¿Dónde estoy?”, se preguntaba.
JAJAJAJAJA
JAJAJA...
“Buenas tardes,
Cabecifósforo”
“¡Tienen razón, me
gustan las frutas y
los bichos de los
rastrojos!”
“Rastrojera”
No se trataba de insultos ni la habían confundido. Los pájaros le explicaron que con esos
nombres llamaban a las aves de su especie en distintas regiones de Colombia: por el color de
su cabeza, por lo que comen o por los lugares que frecuentan. “¡Tienen razón, me gustan las
frutas y los bichos de los rastrojos!”, les dijo.
“Mira Tangara, él es
Simón, conoce muchos
animales. Es muy curioso, y
buen amigo. No te dé miedo,
vamos a saludarlo”
Mientras descansaba, pensando qué iba a comer, aparecieron varios pájaros que al
parecer la confundieron con otra: “¡Señorita Manzanera!”, le dijo uno. “¡Ajicerita!”,
“Buenas tardes, Cabecifósforo”, dijeron otros. Incluso un petirrojo la llamó
“rastrojera”, y se sintió casi insultada.
“Pues
bienvenida a Medellín,
Tangara vitriolina, ¿sabías
que ese es tu nombre
científico?”
“Pero deberías volver a tu
bosque: allá te necesitan”, le dijo
Simón. “Tú dispersas semillas cuando
comes frutas, y así pueden crecer
nuevos árboles en el bosque y los
rastrojos. Piénsalo”.
Después de escuchar a Simón, Tangara comienza a recordar las
frutas que más le gustaba comer en La Forzosa. “¿Y si un día no
hubiera más nigüitos, uvitas de monte, mortiños, guayabitas de
mico?”, piensa, y entonces toma una decisión…
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ
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