DOCUMENTO DE REFLEXIÓN SOBRE PRÁCTICAS

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 DOCUMENTO DE REFLEXIÓN SOBRE PRÁCTICAS COMERCIALES ABUSIVAS EN LA CADENA AGROALIMENTARIA Las organizaciones de la cadena agroalimentaria COAG, UPA, ASAJA, Cooperativas Agroalimentarias y ASEDAS, en el marco del decálogo de prioridades para Europa elaborado en Abril de 2014, incluimos un punto sobre el funcionamiento de la cadena agroalimentaria que decía textualmente: “es indispensable poner en marcha más y mejores mecanismos de colaboración y cooperación entre eslabones, incluidas las Administraciones Públicas, para crear verdaderas cadenas agroalimentarias de valor compartido, cadenas agroalimentarias que mejoren la sostenibilidad y la competitividad de las empresas a largo plazo, a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas, sociales y ambientales en las comunidades donde operan tratando de desterrar las prácticas comerciales desleales y abusivas”. El espíritu de esta posición se basa en tres principios que deben fundamentar todas las actuaciones que puedan desarrollarse sobre la cadena de valor: 1. Cualquier acción que pueda llevarse a cabo en cuanto a mecanismos de mejora de la eficiencia de la cadena, ya sea regulatoria o de ámbito privado, debe contemplar al conjunto de la cadena e incluir a todas las partes que la componen. 2. El sector productor constituye el eslabón más débil de la cadena, y por tanto, debe ser el que mayor protección reciba. 3. Deben establecerse y promoverse relaciones contractuales por escrito, obligatorias y claras a lo largo de toda la cadena a nivel europeo, para aportar mayor transparencia y seguridad jurídica a los operadores y mejorar su eficiencia. El funcionamiento de la cadena agroalimentaria debe analizarse desde una visión global, marcado por la pérdida de elementos regulatorios y de sostenimiento de los mercados en el eslabón productor. Luchar contra las malas prácticas no es suficiente para asegurar un futuro sostenible, aunque puede resultar de gran utilidad. La pérdida de instrumentos de regulación de mercado, sin los cambios estructurales necesarios, ha colocado a parte de la cadena en situación de debilidad, y especialmente a los productores. Por ello, se debe empezar por asegurar el futuro del eslabón más débil y poner en marcha medidas que permitan a los productores a equilibrar precios en origen con costes reales y que por otro lado, hagan que el consumidor perciba adecuadamente el valor de los productos. Ambos elementos son esenciales para que la cadena funcione correctamente. En este sentido, consideramos que el establecimiento de contratos obligatorios por escrito para las transacciones comerciales entre todos los agentes de la cadena permitiría una mejora sustancial en la transparencia de las relaciones, siempre que se contemplen en los mismos determinados elementos básicos, entre otros: la correcta identificación de las partes, el precio del contrato (fijo o variable pero referenciado a factores objetivos, verificables, no manipulables y expresamente establecidos), las condiciones de pago y entrega, la duración o condiciones de renovación y modificación del mismo. En el caso concreto de las prácticas comerciales abusivas, las organizaciones firmantes del manifiesto coincidimos en que deben ser eliminadas porque generan costes innecesarios, faltas de eficiencia en el conjunto de la cadena y distorsiones a la competencia al no aportar ventajas al consumidor e implicar costes para los operadores. Por otra parte, suponen una competencia desleal respecto de los operadores que no las realizan y, lo que es más importante, impiden que la sociedad vea nuestro sector como generador de riqueza. Las prácticas comerciales abusivas pueden darse en todos los eslabones y por numerosos motivos, lo que no debe impedir que sean aisladas y no generalizadas. Respecto a cómo deben ser eliminadas estas prácticas, las organizaciones de la cadena agroalimentaria en España estamos trabajando en la actualidad por alcanzar una posición común. Sin embargo, a día de hoy, nuestras visiones no son todavía coincidentes. Desde el punto de vista de la producción, debe haber una regulación obligatoria y un enfoque jurídico único para toda la Unión Europea, que prohíba determinadas prácticas abusivas, aunque pueda dejar cierto margen a los Estados miembro para adaptarse a sus particularidades y hacer frente a sus desventajas específicas, pero que sirva de elemento común para todas las operaciones comerciales, y que garantice la igualdad de condiciones en la Unión Europea. No se apuesta por una futura legislación que ponga en duda los avances conseguidos al nivel de Estado miembro, pero considera que se debe prevenir la fragmentación del mercado único, máxime teniendo en cuenta que una parte importante de nuestras producciones se destina al mercado comunitario. Se trata de un riesgo cierto que ocurre con el actual enfoque descoordinado y diferenciado según cada país. La Unión Europea es el principal destino de nuestros envíos. Por ello, nos preocupa que existan desigualdades de trato según el mercado al que nos dirigimos. En opinión de la distribución, la autorregulación tomada en serio tiene una enorme capacidad de identificar y corregir conductas e influir sobre una realidad tan diversa sin incurrir en costes y distorsiones que perjudican la competitividad de las empresas de la cadena, ya que lo acabaría pagando el consumidor. Para ello, los sectores tienen el deber de generar confianza e influir sobre las empresas para cambiar conductas inadecuadas. La Supply Chain Initiative, a la que la Comunicación de la Comisión propone dar una oportunidad, supone el intento más serio habido hasta el momento en Europa de identificar malas prácticas comerciales y crear un mecanismo ágil de resolución de conflictos. La industria y la distribución europeas han apostado por él. La distribución considera que debe y puede aplicarse a toda la cadena. 
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