JURISDICCIÓN Y CIENCIA1 DR. JOSE RAMÓN COSSÍO DÍAZ2 Cuando me invitaron a participar en este evento se me asignó el tema de las relaciones entre el Derecho y la Ciencia. Es por esto que de un modo más específico decidí titular está charla “Jurisdicción y Ciencia”. En lo particular quiero abordar algunos casos resueltos por la Suprema Corte de Justicia, donde es evidente la relación que existe entre esas dos grandes formas del quehacer humano. Antes de entrar al tema de fondo quisiera hacer un paréntesis para explicar en términos generales la manera en que tradicionalmente se estudia el Derecho en nuestro país. Desafortunadamente a los abogados en las universidades se nos enseña un manejo de las normas muy distanciado de los hechos, como si éstas pudieran tener un sentido y unas formas ajenas a ellos. En realidad, las normas se construyen para significar hechos y es precisamente a partir de éstos que se generan las consecuencias jurídicas. Como ejemplo de lo anterior, podemos mencionar que una persona puede privar de la vida a otra en una riña, en legítima defensa, en un homicidio simple, en un homicidio imprudencial o en un homicidio calificado. En los cinco supuestos podría cometerse el delito de homicidio, pero la forma de apreciar los hechos tiene consecuencias extraordinariamente diversas al grado que dicha apreciación es la que nos lleva a determinar si la persona es culpable o no dentro de un proceso penal. Esta apreciación no es propia de una rama particular del derecho, sino que puede presentarse en la materia civil, mercantil, fiscal, laboral, administrativa o en cualquier otra. Con estos elementos en cuenta, podemos señalar que en la actualidad cada vez con mayor frecuencia se presentan problemas complejos en materias donde la Suprema Corte de 1 Versión estenográfica de la conferencia realizada el 19 de enero de 2012 en el Auditorio de la Academia Mexicana de Ciencia con motivo de la Reunión General “Ciencia y Humanismo”. 2 Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y profesor de derecho constitucional en el Instituto Tecnológico Autónomo de México. 1 Justicia no había tenido oportunidad de pronunciarse, porque no se le habían planteado los casos para resolver este tipo de conflictos. Como ejemplos de las materias que generan estos conflictos tenemos la indígena, la económica, la salud, las telecomunicaciones, entre muchas otras. Todas ellas obligan a los juzgadores a reconstruir los hechos que originaron el caso para darles su significación normativa. Es en este contexto en el que vengo a exponerles algunas de las sentencias que ha resuelto la Suprema Corte de Justicia en diversas materias donde se ha requerido conocimiento de diversas ciencias para entender los hechos y, a partir de ellos, asignar la correspondiente respuesta normativa. Por razones de duración de mi intervención, no voy a describir todas las resoluciones que ha emitido nuestro más Alto Tribunal. Voy a exponer diversas sentencias que ejemplifican muy bien las relaciones entre Derecho y Ciencia. Debe quedar en claro que los conflictos que se presentan ante la Suprema Corte de Justicia no son los únicos que abordan estos temas porque, desde luego, no es el único tribunal de justicia del país. Sin embargo, me parece que con estos fallos podemos encontrar claras vinculaciones entre el Derecho, las Ciencias Sociales, las Humanidades y, por supuesto, las llamadas “ciencias duras”. Antes de seguir debemos tener en cuenta las condiciones en la que con mayor frecuencia se presentan los litigios. En ellos, los abogados buscan una respuesta normativa a su conflicto sin precisar en muchas ocasiones los hechos de los cuales están partiendo y que los juzgadores habrán de significar normativamente. A los juzgadores se les hacen preguntas como si todo el tema a resolver fuera normativo, de tal forma que el tiene que reconstruir los hechos para dar su respuesta. Para realizar la función anterior, el juzgador debe apoyarse necesariamente en algunos elementos. En primer lugar, en el Código Federal de Procedimientos Civiles de 1943 se estableció en el artículo 79,3 que los juzgadores podemos allegarnos de cualquier persona o 3ARTICULO 79.- “Para conocer la verdad, puede el juzgador valerse de cualquier persona, sea parte o tercero, y de cualquier cosa o documento, ya sea que pertenezca a las partes o a un tercero, sin más limitaciones que las de que las pruebas estén reconocidas por la ley y tengan relación inmediata con los hechos controvertidos.” 2 documento para llevar a cabo la construcción fáctica, con independencia de que las partes los hubieren presentado u ofrecido dentro del proceso. Esto es de gran relevancia ya que los juzgadores no están limitados a las condiciones litigiosas, pues pueden ordenar ex officio que se recopilen los elementos necesarios para conocer los hechos y así resolver el caso que se les presenta. Ello es una herramienta de una extraordinaria importancia para determinar los hechos controvertidos dentro del litigio. En segundo lugar, la Suprema Corte de los Estados Unidos resolvió en 1993 el caso Daubert v. Merrel Dow Pharmaceuticals, Inc, en el que además de dirimir el correspondiente litigio, determinó que el carácter científico del conocimiento experto debería de satisfacer las siguientes características: estar probado y sujeto a refutabilidad; haberse publicado y sometido a revisión de pares; expresar sus márgenes de error y los criterios de control de las operaciones técnicas y ser generalmente aceptado por la comunidad científica. No es que la Corte planteara de manera a priori cuál era el conocimiento al que le daría carácter científico. Por el contrario, únicamente señaló los atributos generales que debería tener todo conocimiento al que, primero, se le pudiera atribuir el estatus de científico para, segundo, significar de un modo específico ciertas porciones de la realidad para, finalmente y desde ahí, asignarle a esos hechos y por ende a las personas vinculadas con ellos, las consecuencias normativas correspondientes. Con estas dos aclaraciones previas, paso a analizar las resoluciones que traigo para ustedes. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia recogió el criterio de la sentencia Daubert en la contradicción de tesis 154/2005.4 En este asunto la pregunta que se le hizo a la Corte fue lo siguiente: ¿qué sucede cuando una madre señala a un cierto sujeto como padre de su hijo y el padre se niega a practicarse una prueba de ADN? La Constitución Política dice con mucha claridad que los niños tienen una posición prioritaria en el texto constitucional y dentro de los elementos que constituyen los derechos de los niños está, por supuesto, el de paternidad. Sin embargo, se presentaba una importante restricción en cuanto a que para lograr la protección a la integridad de la persona, no se podía tomar una muestra biológica 4 Sentencia resuelta el dieciocho de octubre de dos mil seis por mayoría de tres votos. 3 del supuesto padre sin su consentimiento, como sería un cabello, un poco de saliva, una uña o una parte de piel desde la cual se pudiera practicar la determinación de ADN. El razonamiento que hicimos los ministros de la mayoría fue el siguiente: es verdad que la señora puede señalar al sujeto como padre de su hijo, también es cierto que aquel puede negarse a practicarse la prueba, pero existe una presunción en términos de la afirmación de la mujer, hasta en tanto el padre decida demostrar lo contrario a través de una prueba que tenga un valor científico relevante, tal como es el análisis del ADN. Lo importante de esta sentencia para el tema que nos ocupa es que fue la primera en incorporar el criterio contenido en la sentencia Daubert, introdujo un criterio importante de valor científico. Me parece relevante reconocer en este Foro que la forma de entender los problemas de ADN fue aportada por miembros de la Academia Mexicana de Ciencias y de la Academia Nacional de Medicina. Otro caso que resolvió la Suprema Corte de Justicia fue el amparo en revisión 2146/2005,5 relativo a la inconstitucionalidad de las normas de la Ley del Instituto de la Seguridad Social de las Fuerzas Armadas que establecían que una persona seropositiva al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), debiera ser considerada “inútil” para desempeñar su función en el Ejército y, por lo mismo, pasar a situación de retiro. En este asunto se valoró el conocimiento científico aportado por miembros de la Academia Mexicana de Ciencias, para establecer la diferencia entre portadores de VIH y enfermos de SIDA. Finalmente, se determinó que la ciencia médica ha demostrado la imposibilidad de decretar que las personas seropositivas deban ser consideradas incapaces o inútiles para efectos de las fuerzas armadas. Lo anterior, en virtud de que la medicina ha demostrado que existe un amplísimo espacio de gradación de la enfermedad que permitiría reubicar en otra área a la persona en lugar de considerarlo inútil de un modo general para desempeñar sus funciones. La Suprema Corte de Justicia ha resuelto también diversos casos relacionados con la tabla de enfermedades que establece la propia Ley del Instituto de la Seguridad Social de las 5 Sentencia resuelta por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia el veintisiete de febrero de dos mil siete por mayoría de ocho votos en el sentido de declarar la inconstitucionalidad de las disposiciones que afectaban al quejoso. 4 Fuerzas Armadas. Ello en virtud de que en ésta se establece un catálogo de enfermedades que describe padecimientos que se consideran incompatibles con el servicio en el Ejército y, por tanto, se justifica la orden de retiro por inutilidad en el servicio. Tales casos son los amparos en revisión 516/2010 y 725/2010,6 promovidos porque los quejosos fueron dados de baja del Ejército por sufrir epilepsia u otras formas de crisis convulsivas o equivalentes. La Suprema Corte de Justicia estableció que en cada caso se debía de hacer una interpretación de las normas para determinar si estas enfermedades provocan inutilidad para el servicio de las armas, puesto que para determinarle esta condición era necesario establecer que por lo avanzado de la enfermedad la invalidez debía producirse. En este caso yo voté en contra del proyecto de la mayoría porque en la sentencia no se usó conocimiento científico aportado por expertos, sino que se sustentó en información obtenida a través de medios electrónicos que, a mi juicio, no reunía las cualidades suficientes para superar el estándar que se estableció en la contradicción de tesis 154/2005 ya expuesta. En otro caso asignado a la Ponencia que encabezo, se consideró necesario y se solicitó al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, su apoyo para determinar si la epilepsia era una enfermedad inhabilitante siempre y cuando la persona estuviera sujeta a determinado tipo de condiciones. Desafortunadamente la mayoría de los ministros no aceptó el magnífico dictamen, con lo que a mi juicio, se tomó una determinación generalísima que no va a favor en cuanto a las circunstancias particulares de los integrantes de las fuerzas armadas. Otro caso más fue el amparo en revisión 129/2010,7 relacionado con la Ley del Instituto de la Seguridad Social de las Fuerzas Armadas. En él se analizó la situación de los militares que eran dados de baja por mantener, después de varios avisos, altos niveles de obesidad, considerándolos no aptos para el servicio. Para la solución de estos temas también nos ayudaron personas de los Institutos Nacionales de Salud, particularmente, para confirmar si era sólida la manera en la que se estaba diferenciando entre los distintos tipos de obesidad y 6 Sentencias resueltas por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia el dieciséis de marzo de dos mil once por mayoría de tres votos. 7 Sentencia resuelta por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia el cuatro de agosto de dos mil diez por unanimidad de votos. 5 las consecuencias que éstas conllevan. Con la información que se nos presentó, determinamos que la disposición de la Ley del Instituto de la Seguridad Social de las Fuerzas Armadas sí satisfacía estos criterios y, consecuentemente, las formas de aproximación al problema, los tiempos que se les daban a los militares y marinos y los requisitos que debían satisfacerse, eran correctos. Además de los casos relacionados con las fuerzas armadas recién expuestos, tuvimos el amparo directo 30/2008,8 en el cual se presentó una situación de violencia intrafamiliar entre los padres de unos menores. La violencia que se presentaba en el matrimonio no incidía físicamente sobre los niños, es decir estos no eran maltratados físicamente, pero observaban la problemática entre sus padres. La pregunta a resolver fue la siguiente: ¿el testimonio que podían dar los niños de la violencia entre sus padres podía o no tener valor probatorio? y, en su caso, ¿cuál? La doctora María Elena Medina Mora, Directora del Instituto Nacional de Psiquiatría, nos proporcionó un estudio que quedó transcrito en la sentencia y mostraba que las declaraciones de los menores sí podían tener valor probatorio siempre y cuando se recabaran de determinada manera y se valoraran a partir de ciertos métodos. Consecuentemente, la Suprema Corte de Justicia generó a través de esta sentencia un estándar para que el resto de los tribunales del país, cuando tengan que enfrentarse con situaciones desafortunadas de violencia intrafamiliar, sepan cómo valorar las declaraciones de los menores y el peso específico que se le debe de dar a éstas dentro de la resolución del conflicto. El último caso en el que la Suprema Corte de Justicia se allegó de elementos científicos fue el incidente de inejecución de sentencia 40/2003,9 conocido como la expropiación del predio denominado “El Encino”, ubicado en Santa Fe. En ese caso y después de un largo litigio, los propietarios del predio ganaron los amparos, por lo que había que devolverles la porción del predio que impedía la culminación de la carretera que debía llegar a comunicar a dos importantes porciones de esa zona. Sin embargo, la Constitución prevé que cuando el 8 Sentencia resuelta por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia el once de marzo de dos mil nueve por mayoría de tres votos. 9 Sentencia resuelta por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia el once de agosto de dos mil once por mayoría de seis votos. 6 daño social que pueda derivarse de la devolución del bien en litigio sea mayor al beneficio individual que un sujeto puede tener por la ejecución de la sentencia de amparo, se debe abrir un proceso de indemnización económica y no devolverle el bien a quien, en principio, tenía derecho a recibirlo. En primer lugar, se usó el conocimiento científico para determinar cuál era la correcta relación costo-beneficio que se daba en el litigio. Esta determinación la realizaron diversos economistas. Posteriormente, le solicitamos al Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro, que designará a expertos en urbanismo, valuación de bienes, arquitectura e ingeniería para realizar el estudio. El Rector designó a los doctores: Antonio Azuela de la Cueva, Carlos Bustamante Lemus y Eduardo Ramírez Fabela, quienes realizaron un estudio muy completo a través del cual demostraron lo que intuitivamente algunos percibían: que resultaba mucho más costoso a la sociedad devolverle físicamente el predio por razón de los puentes, el número de coches que pasaban, la distribución de población, los circuitos, etcétera, que pagarle al quejoso el valor del predio al momento de la expropiación, más las actualizaciones correspondientes. Este estudio, el cual contenía análisis económicos y cuestiones urbanísticas, fue el sustento mediante el cual la Corte ordenó al Gobierno del Distrito Federal que pagara por la porción del predio expropiado. La relación hecha de algunas sentencias, permite poner varios casos de manifiesto. Que en la medida en que la relaciones sociales se vuelven más complejas, los litigios que se presentan en la Suprema Corte de Justicia y en el resto de los tribunales del país, van mostrando las diferentes formas en que se pueden expresar las relaciones entre el Derecho y la Ciencia. También, pone en evidencia la necesidad de que los juzgadores se apoyen en conocimiento científico para conocer los hechos que provocan las disputas entre las partes y resolverlas del mejor modo posible. Desde luego podemos mencionar otros casos, tales como el de la interrupción legal del embarazo antes de la décima segunda semana en el Distrito Federal o aquellos en materia de telecomunicaciones, que nos han permitido ir construyendo los elementos normativos 7 para aceptar el conocimiento científico en sede jurisdiccional. Paralelamente, en la Suprema Corte de Justicia, por la relevancia de algunos casos, se han abierto audiencias públicas para conocer la posición de diversos sectores de la sociedad en ciertos temas. A manera de ejemplo podemos mencionar, de nuevo, el de la interrupción legal del embarazo antes de la décima segunda semana, donde acudieron cerca de setenta personas de diversas profesiones, creencias e ideologías para expresar sus posiciones en el tema. Finalmente, me gustaría señalar que aparte de las audiencias, las cuales desafortunadamente por cuestiones de tiempo no pueden hacerse en todos los casos en que fuera deseable, los integrantes de diversas comunidades de carácter científico han presentado ante la Corte escritos que en Estados Unidos de Norteamérica se conocen como “amicus curiae”. Se trata de posiciones mediante las cuales definen e indican la solución que, a su juicio, debía dictar la Corte. Es importante resaltar que tales opiniones no sólo se ocupan de los aspectos normativos, sino que más bien muestran los elementos fácticos a partir de los cuales se pueden construir respuestas normativas. Afortunadamente estos escritos se presentan cada vez con mayor regularidad y en temas muy variados. A manera de ejemplo, podemos señalar los que nos han traído cuando se presentan problemas con lenguas indígenas respecto de personas privadas de su libertad, sin haber tenido derecho a un traductor para su lengua particular. Asimismo nos han planteado la diferencia entre traductores e intérpretes y, en fin, una gran cantidad de problemas sobre los que cada vez más tenemos mayores aportaciones. A mi parecer, lo hasta aquí expresado es una llamada de atención sumamente importante para la comunidad científica, para que sus integrantes aporten crecientemente sus posiciones respecto a los temas jurídicos que les interesan y, de esta forma, se vayan generando propuestas que ayuden a los creadores del derecho a darle significación normativa a los hechos que se les presentan. A veces se preguntan los científicos cómo colaborar directamente con la sociedad. He tratado de dar algunas ideas para motivar su participación informada y profesional. Muchas gracias. 8