HISTORIA 4. El Sexenio Democrático (1868−1874) Cronología del período •

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HISTORIA
4. El Sexenio Democrático (1868−1874)
• Cronología del período
La cronología del período viene marcada por diferentes sistemas políticos, y debemos de establecer cuatro
etapas:
• 1868−1870: Gobierno provisional de Serrano, con la coalición de septiembre, formada por los Progresistas
de Prim y los unionistas.
• 1871−1873: reinado de Amadeo I de Saboya.
• 1873−enero de 1874: República Federal, con Figueras y Pi i Margall
• Enero 1874 hasta diciembre de 1874: República Presidencialista, con Salmerón y Castelar.
El Sexenio es un período de apertura de la historia constitucional, pues se logrará el sufragio universal, y
además posee un gran dinamismo social e ideológico. Pero reaparecerá la crisis social y la guerra carlista, la
segunda para España (1873−1875) y la Tercera para Cataluña (1873−1877), ya que la Segunda Guerra
Carlista o dels Matiners, sólo afectó a Cataluña, aunque en general podemos hablar de la Tercera GC. Además
comenzará la llamada Guerra Chiquita en Cuba o guerra de los 10 años, entre 1868 y 1878, la guerra colonial
más importante hasta la de 1898.
• La crisis del moderantismo y la crisis económica de 1866
Tras el Bienio Progresista (1854−1856), Isabel II confió el gobierno a O´Donnell, de la Unión Liberal, quien
restauró el régimen que dos años antes había ayudado a derrocar. Estableció los principios del moderantismo,
restableciendo la Constitución de 1845 y anuló reformas establecidas por los progresistas. A su vez se inició
una dura política exterior, para intentar desviar la atención política, como la intervención en Marruecos con la
victoria de Wad−Ras, que permitió a España incorporar el Sidi Ifni o la ampliación del territorio de Ceuta.
Pero la oposición demócrata, progresista y republicana era fuerte, sobretodo en un contexto de crisis
económica. Ante esta crisis O´Donnell dimitió en 1863, y le sustituyó Narváez, el líder de los moderados,
iniciándose una etapa autoritaria, donde las cortes eran marginadas, y eso unido a la persistente crisis, provocó
el desprestigio de la propia monarquía.
Así todo el período moderado estuvo generalizado por una crisis económica, siendo una crisis financiera
capitalista unida a una fuerte crisis de subsistencia.
La crisis financiera se originó porque las inversiones ferroviarias no eran rentables, ya que el ferrocarril
español producía unos rendimientos muy escasos, y en consecuencia, el valor de las acciones ferroviarias se
desplomó. Esta crisis financiera coincidió con una crisis industrial, sobretodo en Cataluña, fruto de la falta de
competitividad y por el auge de precios provocado por la crisis.
Esta coyuntura económica ayudó al deterioro político, y así, hacia 1868, era mucha la gente que tenía motivos
para levantarse contra la reina. Los inversores querían salvar su dinero, los industriales demandaban
proteccionismo y las clases populares denunciaban su miseria.
Ya en 1866 y 1867 hubo incidentes revolucionarios que fueron reprimidos, y ante esta represión política y por
la imposibilidad de acceder al poder, los progresistas se fueron alejando del régimen y optaron por la vía
conspirativa.
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En 1866 la oposición se unió para acabar con el moderantismo en el poder, firmando el Pacto de Ostende,
firmado por progresistas y demócratas exiliados, un pacto revolucionario antiisabelino y programaron que el
futuro gobierno de España se elegiría por sufragio universal. A este pacto se le añadieron los unionistas, en
1867, lo que fue vital para el triunfo de la revolución. Los unionistas, liderados por Serrano ayudaron a
contrarrestar el impulso demócrata y republicano .
• La Revolución Gloriosa. El fin del moderantismo y el gobierno provisional.
La revuelta se inició en Cádiz, dirigida por Topete, a la que se sumó Prim y la población. La revuelta se
extendió a los días siguientes de septiembre por el sur y poco a poco se fueron constituyendo juntas
revolucionarias. En Barcelona, la Junta del Principat estaba controlada por republicanos y demócratas, lo que
la hizo más radical. Los revoltados atacaron el símbolo se la represión real, la Ciutadella.
El gobierno y la Corona, se encontraron totalmente aislados, y tras la derrota del ejército isabelino en Alcolea,
Isabel tuvo que exiliarse a Francia el 29 de septiembre, 11 días después del inicio de la revolución.
La revuelta quedó en manos de las Juntas Revolucionarias, pero a inicios de octubre los firmantes del Pacto de
Ostende se hicieron con el control de la misma: unionistas y progresistas tomaron la dirección del
movimiento.
Se constituyó un gobierno provisional, formado por progresistas (Prim) y unionistas (Serrano), que supuso la
marginación de los demócratas y los republicanos.
El gobierno inició una serie de reformas, reconociendo toda una serie de libertades, como el sufragio universal
o libertad de expresión, reunión y asociación. Se convocaron elecciones para cortes constituyentes, las
primeras donde hubo sufragio universal masculino, ganando la coalición gubernamental, formada por
progresistas y unionistas. En Cataluña las elecciones dieron la victoria a los republicanistas federales.
Se elaboró la constitución de 1869, claramente liberal− democrática, con un régimen de libertades muy
amplio:
• Soberanía nacional
• Sufragio universal masculino
• Derechos individuales.
Lo peculiar era que la constitución mantenía a la monarquía como forma de gobierno, donde el rey ejercía su
poder por medio del gobierno y sólo podía sancionar las leyes realizadas por las cortes. Se trataba de una
monarquía democrática y parlamentaria, donde predominaba el poder legislativo, en un sistema bicameral:
Senado y Congreso de los Diputados.
El sufragio universal promovió la organización de más partidos, y el panorama político se puede resumir en
cuatro grandes tendencias:
• Carlistas: a favor de la unidad religiosa del país y la monarquía tradicional.
• Moderados: fieles a Isabel II, sobretodo la burguesía agraria latifundista, siendo uno de sus líderes
Cánovas del Castillo.
• Conjunción monárquico−democrática: eran los firmantes del pacto de Ostende, es decir, los
unionistas, los progresistas y los monárquicos demócratas.
• Partido Republicano Federal: estaba formado por gente que provenía del partido demócrata,
separándose cuando éstos se declararon monárquicos. Destacaban Pi i Margall y Figueras.
En Cataluña dominaban los federalistas, y entre 1869 y 1873 se desarrollaron las revueltas federales, de
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carácter popular en contra del sistema monárquico. La Revolución no introdujo reformas socioeconómica, con
lo que los campesinos y obreros no vieron mejorar su situación, iniciándose un período de mucha
conflictividad social, con reivindicaciones favorables a la repartición de la tierra en el campo, o movimientos
antimilitaristas o contra los impuestos en las ciudades. Fue en el Sexenio cuando de empezó a radicalizar el
movimiento obrero, y se comenzará a organizar entorno a la AIT, creada en 1864, cuyas ideas
internacionalistas penetrarán a España, sobre todo el anarquismo, que se difundirá rápidamente entre los
sectores más descontentos.
• La monarquía de Amadeo I de Saboya (1870−1873)
El triunfo de los partidos monárquicos y el carácter de la constitución del 1869, hicieron que la principal labor
del gobierno fuera la de buscar otra dinastía reinante, siendo Prim el encargado de buscar los candidatos.
Finalmente se impuso la candidatura de Amadeo de Saboya, miembro de una dinastía popular que justo
comenzaba a reinar en Italia, tras el proceso de unificación.
Amadeo era un hombre muy joven, 26 años, favorable a la monarquía democrática. Fue elegido rey en las
cortes en noviembre y llegó a España el 30 de diciembre de 1870, tres días después del asesinato del general
Prim. El nuevo rey se quedó sin su consejero y principal valedero. El 2 de Enero fue proclamado rey.
El nuevo rey pronto recibió la oposición de diversos sectores, como los moderados, favorables a los Borbones.
Cánovas comenzó a perfilar el retorno de la dinastía tradicional, en la figura del joven Alfonso. Se pensaba
que era mejor la solución borbónica por ser garantía de orden social y estabilidad y por ser una monarquía
menos democrática y favorable a las oligarquías. Cánovas recibió el apoyo de la Iglesia y de la élite del
dinero. Pero surgieron otros sectores de oposición, la republicana y la carlista, con lo que el nuevo rey lo tenía
difícil.
Fue un período de permanente inestabilidad, y se inició otra guerra carlista en 1872, que veían que una vez
desaparecida Isabel era el turno de recuperar el trono los carlistas, esta vez con Carlos VII.
También se tuvo que hacer frente a la Guerra de los 10 años en Cuba (1868−1878) y a nuevos alzamientos
federalistas, donde se unía el federalismo y el internacionalismo de izquierdas.
Pero el hecho que marcó el fin de la monarquía de Amadeo I fue la desintegración de la coalición
gubernamental, que dejó al monarca sin apoyo, con un gobierno inestable, y eso forzó la renuncia al trono el
10 de febrero de 1873.
• La Primera República Española (1873−1874)
Ante la renuncia del rey, las cortes eran las depositarias de la soberanía, y se sometió, ante la falta de
alternativas, la votación a la república, que fue aprobada el 11 de febrero por amplia mayoría. Pero la mayor
parte de la cámara era monárquica y el voto a la república era sólo una estrategia que pretendía el deterioro
político del país, para así justificar la intervención borbónica. Al día siguiente de la proclamación, se tomaron
medidas para evitar la creación de juntas revolucionarias que intentaran hacer el cambio de forma real. Así la
consigna del nuevo sistema estatal era el continuismo socioeconómico, y sólo había un cambio de modelo de
estado. Son federalistas sin experiencia de gobierno, que han de moderar y rebajar sus planteamientos una vez
que están en el poder.
El republicanismo español estaba dividido, ya que había federalistas benévolos (partidarios de la legalidad
para conseguir una república federal), federalistas intransigentes (partidarios de la insurrección) y unitarios,
partidarios de una república centralizada. Los líderes de las tres tendencias eran respectivamente Pi i Margall,
José María de Orense y Castelar. Los intransigentes quedarán fuera del sistema, y serán los que protagonizen
el cantonalismo.
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La instauración de la República vino acompañada de revueltas populares y obreras y el primer presidente,
Figueras, demostró que se iba a respetar la legalidad y las revueltas fueron reprimidas.
El siguiente paso era construir un nuevo modelo de estado, dentro del federalismo. Se hicieron elecciones a
cortes constituyentes, pero hubo una abstención del 70%. Quien votó, lo hizo a favor de la República federal.
Así surgió un parlamento constitucional, definiendo a España como un estado según el modelo suizo. La
República traerá un modelo social avanzado, que fomente el desarrollo económico, que difunda la protección
laboral, pero no tuvo tiempo para abordarlo por los problemas de inestabilidad y por la presión del
conservadurismo.
Pi i Margall se convirtió en el presidente de la República Federal y se comenzó a redactar un proyecto
constitucional donde el poder se repartía entre el municipio, la región y la nación, reconociendo 15 estados
federales en España, más Cuba y Puerto Rico. Era una constitución democrática, como la del 1869, pero no
llegó a aplicarse, por la conflictividad que imposibilitaba el funcionamiento institucional.
La República tuvo que hacer frente al carlismo, a la guerra en Cuba y al cantonalismo, movimiento que
declaraba la independencia de regiones, sobre todo en el sur y el levante. Ante esta situación, Pi i Margall
dimitió, porque tenía que combatir a sus propios compañeros federalistas, y le sustituyó Salmerón, que inició
una dura represión del cantonalismo. Su gobierno duró meses, pues dimitió, pues no quería firmar las penas de
muerte de los líderes del cantonalismo. Así le sustituyó Castelar, cuyo gobierno hizo un giro a la derecha a
partir de septiembre, abandonando la democracia y el federalismo. Esto provocó el descontento de las cortes,
que planteó una moción de censura, donde Castelar fue derrotado por los votos de centro−izquierda. El
ejército intervino para evitar la formación del nuevo gobierno, liderado por el General Pavía, que invadió el
hemiciclo con la Guardia Civil, disolviendo la asamblea a la fuerza. A pesar de tener el poder, Castelar
dimitió y se le dio el poder a Serrano, el líder de 1868, para devolver el espíritu de unión. Se formó un
gobierno de coalición entre unionistas y progresistas de carácter conservador, pero no tenían el apoyo social,
porque los posibles pilares de este proyecto eran favorables a la restauración borbónica. Era una república
muy militarizada, y cada vez más se acentuó el carácter monárquico de los militares, comenzando a conspirar
, destacando Martínez Campos. Se recortaron muchos de los derechos constitucionales, como la libertad de
expresión, y Serrano intentó solucionar todo por la vía militar, pero cada vez eran menos los que le apoyaban,
y la conspiración borbónica se acrecentaba, mostrando el fracaso del sistema liberal republicano unitario.
El 29 de diciembre de 1874 el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto, proclamó
como rey de España a Alfonso XII. Isabel II había abdicado en su hijo, y el 1 de diciembre, Alfonso había
firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, que sintetizaba el programa monárquico,
conservador y católico, favorable al orden social como garantía del funcionamiento político liberal. Así se
iniciaba el período conocido como la Restauración.
• Cataluña durante el Sexenio
Durante el período se fue consolidando el hecho diferencial y es cuando se podrán en marcha programas y
organizaciones anteriores. Es la época de politización del catalanismo, que surgió como un fenómeno cultural.
Es ahora cuando se acelera el catalanismo, que tendrá una tendencia al crecimiento a lo largo del siglo XIX.
En Cataluña se desarrollará como ideología más importante en el período el federalismo, que se convertirá en
una filosofía política popular. Este es el origen del conservadurismo de la burguesía catalana, que no
participará en el federalismo. El Sexenio es una situación muy revolucionaria, con el carlismo, los
movimientos cantonales o el creciente movimiento obrero, lo que hizo que los políticos catalanes se acercaran
al conservadurismo español y apoyen la restauración borbónica.
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