dictamen /2003 - Gobierno de Aragón

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DICTAMEN
1 /2004
Materia sometida a dictamen: Proyecto de Decreto por el que se crea el Consejo
Aragonés de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria.
De los ANTECEDENTES resulta:
Primero.- Con fecha 27 de noviembre de 2003 tuvo entrada en el Registro de la
Comisión Jurídica Asesora, remitido por el Consejero de Industria, Comercio y Turismo del
Gobierno de Aragón, el texto del proyecto de Decreto por el que se crea el Consejo
Aragonés de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria, interesando la emisión de
dictamen, conforme a lo establecido en el Texto Refundido de la Ley del Presidente y del
Gobierno de Aragón, aprobado por Decreto Legislativo 1/2001, de 3 de julio.
El proyecto consta de un texto introductorio o preámbulo y de un texto articulado,
compuesto por once artículos, sin división en capítulos, así como dos disposiciones
transitorias y dos disposiciones finales. El artículo 1 tiene por objeto la creación del Consejo
Aragonés de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria y en los siguientes regula una serie
de materias cuyo contenido se deduce de su respectiva titulación: integrantes del Consejo;
funciones; órganos de gobierno, el Pleno; el Comité Ejecutivo; el Presidente; adopción de
acuerdos; presupuesto; normativa aplicable; y tutela. Por su parte, las disposiciones
transitorias se refieren a la elaboración del Reglamento de régimen interior y a la
presidencia del Consejo durante el bienio 2003-2004, mientras que las disposiciones finales
contienen prevenciones sobre la habilitación para el desarrollo reglamentario y la entrada en
vigor del Decreto.
Segundo.- Los antecedentes remitidos junto con el proyecto de Decreto, formando
el correspondiente expediente, y su adjunto índice de documentos, consisten en:
- Borrador de Decreto de creación y regulación del Consejo Regional de Cámaras
Oficiales de Comercio e Industria de Aragón, compuesto por diez artículos, que el
1
Secretario General de la Cámara de Zaragoza remite, con fecha 22 de noviembre de 2002,
a los titulares de los cargos homólogos en las Cámaras de Huesca y Teruel, advirtiendo que
de no recibir en un breve plazo noticias al respecto presumirá su conformidad con el
borrador y lo remitirá a la Administración Autonómica.
- Nuevo borrador del Decreto, sobre la base del referido en el apartado anterior,
constando igualmente de diez artículos, sin mención de su fecha, y en cuya primera página
figura una nota manuscrita indicando que ha sido propuesto por la Cámara de Zaragoza y
revisado por el Departamento.
- Escrito dirigido por la Cámara de Huesca al Secretario General de la Cámara de
Zaragoza, el 29 de noviembre de 2002, acompañando determinadas sugerencias sobre el
borrador de que se trata. Ello da lugar a un nuevo texto de borrador del Decreto, acogiendo
algunas de las sugerencias, sin que conste la fecha ni el autor de la redacción..
- Orden de 6 de febrero de 2003, del entonces denominado Departamento de
Industria, Comercio y Desarrollo, por la que se acuerda iniciar el procedimiento de
elaboración del texto de un Decreto por el que se cree y regule el Consejo de Cámaras de
Comercio e Industria de Aragón.
- Texto del proyecto de Decreto, compuesto por diez artículos, dos disposiciones
transitorias y dos disposiciones finales, que el Director General de Comercio y Artesanía
remite a los Presidentes de las Cámaras de Huesca, Teruel y Zaragoza mediante escritos
de fecha 6 de marzo de 2003, en los que indica que el texto ha sido elaborado por los
servicios técnicos del Departamento, a partir de la propuesta remitida por la Cámara de
Zaragoza y las sugerencias de la de Huesca, concediendo un plazo de quince días para
que comuniquen su conformidad o formulen sus reparos al mismo. Obran en el expediente
las contestaciones dadas por las Cámaras en relación con el texto (de conformidad la de
Huesca, la sugerencia de la de Zaragoza de que el texto debería fijar su sede en dicha
ciudad por ser sede del Gobierno de Aragón y diversas observaciones para la mejora del
texto formuladas por la de Teruel).
- Con fecha 16 de mayo de 2003 se remite el proyecto para informe a la Dirección
General de Servicios Jurídicos, acompañado de una memoria justificativa de las razones
inspiradoras de la elaboración de la norma, que responde también a una demanda de las
propias Cámaras; no se adjunta memoria económica por considerar que el proyecto no
conlleva gasto económico adicional para el Gobierno de Aragón. El informe es emitido por
un Letrado del Servicio Jurídico el 19 de septiembre de 2003, pudiendo resumirse su
contenido en los siguientes términos: a) la Comunidad Autónoma tiene competencia en
materia de Cámaras de Comercio e Industria (art. 35.1.21 Estatuto Autonomía), sin perjuicio
de las competencias estatales en materia de comercio exterior y sobre las normas básicas
del régimen jurídico de las administraciones Públicas y del procedimiento administrativo
común; b) la ley estatal 3/1993, de 22 de marzo, Básica de las Cámaras Oficiales de
Comercio, Industria y Navegación, dispone en su art. 5.1 que en cada provincia existirá, al
menos, una Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación, pudiendo, no obstante,
existir otras Cámaras de distinto ámbito territorial “o Consejos de Cámaras de ámbito
autonómico, si así lo determina la legislación autonómica respectiva”, debiendo entenderse
el Decreto proyectado no como el desarrollo de una norma previa sino como el uso de una
habilitación normativa ; c) se aprecia un defecto de rango normativo, por ser necesaria, a
tenor del art. 52 de la Constitución, una norma con rango legal que dé cobertura a la norma
propuesta, ya que la ley 3/1993 no crea ningún Consejo autonómico, sino que defiere su
creación a la legislación autonómica respectiva, invocando al respecto jurisprudencia
2
aplicable al caso y el propio art. 35.1º del Código Civil, sin perjuicio de reconocer que las
Comunidades Autónomas de Castilla y León y Castilla-La Mancha han procedido a la
creación de su respectivo Consejo autonómico de Cámaras mediante Decreto aprobado por
sus respectivos Gobiernos, por lo que apunta la conveniencia de solicitar dictamen
facultativo de la Comisión Jurídica Asesora, a fin de que se pronuncie respecto a la
suficiencia del rango reglamentario; y d) finalmente, se efectúan diversas observaciones, de
distinto alcance según los casos, en relación con el contenido de los arts. 1, 2, 4, 5, 6, 7 y
11, así como de las disposiciones transitorias.
- La versión definitiva del proyecto de Decreto, con once artículos, dos disposiciones
transitorias y dos disposiciones finales.
- Finalmente, el expediente remitido venía completado con un anexo documental,
constituido por la Ley 3/1993, el Real Decreto 1.052/1994, de traspaso de funciones y
servicios de la Administración del Estado en materia de Cámaras a la Comunidad
Autónoma de Aragón, el Decreto 77/1995, de 27 de abril, por el que se crea y regula el
Consejo Regional de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria de Castilla y León, el
Decreto 4/1997, de 28 de enero, de creación del Consejo de Cámaras de Castilla-La
Mancha, y las sentencias del Tribunal Supremo de 10 de febrero de 1989 y de 20 de marzo
de 1996.
CONSIDERACIONES JURIDICAS
I
Procede, en primer término, declarar que el dictamen solicitado a la Comisión
Jurídica Asesora se encuentra incluido en el ámbito competencial objetivo que legalmente
tiene atribuido, pero no dentro de la categoría de los dictámenes preceptivos (con respecto
a los cuales, el art. 56.1- b) del Texto Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de
Aragón -en adelante, TRLPGA-, aprobado por el Decreto-Legislativo 1/2001, de 3 de julio,
del Gobierno de Aragón, dispone que, en el ámbito de actuación de la Comunidad
Autónoma, la Comisión Jurídica Asesora emitirá dictamen preceptivo sobre "los proyectos
de disposiciones de carácter general que se dicten en ejecución de una ley, sea ésta estatal
o autonómica, o de una norma comunitaria, así como sus modificaciones"), ya que el
proyecto objeto de consideración no puede decirse, en puridad, que constituya, desarrollo
reglamentario de una previa norma legal, ya que, como se ha resaltado en los
antecedentes, la Ley 3/1993, en su art. 5.1, que tiene carácter básico, se limita a prever la
posible existencia de Consejos de Cámaras de ámbito autonómico “si así lo determina la
legislación autonómica respectiva”, por lo que solo de un modo muy forzado podría
concluirse que la regulación proyectada constituye desarrollo reglamentario de tal texto
legal. Con ello, en definitiva, se estaría admitiendo la configuración de la norma proyectada
como un reglamento organizativo de carácter independiente, ya que no desarrolla un
reenvío legal a una ulterior normación que haya de efectuar la Administración como
complemento de la ordenación que la propia ley establece. Volveremos sobre esta materia
más adelante, al tratar de la cuestión del rango de la norma proyectada.
3
A la vista de lo expuesto, ha de sostenerse que estamos en presencia de un
dictamen que ha sido correctamente solicitado haciendo uso de la potestad atribuida a los
Consejeros pro el art. 57.1.e) del Texto Refundido de la ley del Presidente y del Gobierno
de Aragón, en el sentido de requerir dictámenes con carácter facultativo en cualesquiera
otros asuntos de interés para el Presidente y los Consejeros.
Y en particular, dado su objeto, compete emitir el presente dictamen al Pleno de este
Organo Consultivo, por mandato del art. 63.1- a) del citado Texto Refundido, dada la
naturaleza normativa del texto remitido para dictamen.
II
El proyecto de Decreto dictaminado tiene por objeto la creación y regulación del
Consejo Aragonés de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria, debiendo plantearse ab
initio una cuestión fundamental, la referente al rango de la norma. Como ya ha quedado
señalado, el proyecto trae causa, y así lo explicita su propio texto introductorio, de la
previsión contenida en el art. 5.1 de la Ley estatal·3/1993, Básica de las Cámaras, que
admite la existencia de un Consejo de Cámaras cuando así lo determine la legislación
autonómica respectiva. Ello trae de la mano la cuestión del rango de la norma, como
acertadamente se plantea en el informe emitido por la Dirección General de Servicios
Jurídicos, según el cual el art. 52 de la Constitución impone la necesidad de una norma con
rango de ley, sin que sea suficiente, para cumplir tal requerimiento, el art. 5.1 de la Ley
3/1993, por lo que se echa en falta la existencia de una norma legal autonómica que
contemple la creación del Consejo de Cámaras.
Ciertamente, la apreciación de la cuestión planteada debe partir de lo dispuesto por
el art. 52 de la Constitución, a cuyo tenor “la ley regulará las organizaciones profesionales
que contribuyan a la defensa de los intereses económicos que les sean propios”. Es decir,
estamos en presencia de una materia afectada por reserva de ley, por lo que la creación ex
novo de un Consejo Aragonés de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria, configurado
como Corporación de Derecho Público, con personalidad jurídica propia y plena capacidad
de obrar para el cumplimiento de sus fines, se resiente de la falta de existencia de una
norma previa que le dé suficiente cobertura legal, siendo oportuna aquí la invocación de la
sentencia del Tribunal Supremo de 10 de febrero de 1989 (Aranzadi 1218/1989), que
confirma la declaración de nulidad del Decreto 190/1983, de 21 de septiembre, de la Junta
de Andalucía, por el que se creó el Consejo General de Cámaras Oficiales de Comercio,
Industria y Navegación de Andalucía, por adolecer de cobertura legal.
El problema estriba en que la Ley 3/1993 remite la existencia de los Consejos
autonómicos de Cámaras a la previa determinación por la legislación autonómica
respectiva, planteándose aquí si es posible entender dentro del término “legislación”
cualquier norma comprendida dentro del ordenamiento jurídico autonómico de que se trate,
aunque su rango sea meramente reglamentario, en cuanto formalmente aprobada por el
Gobierno respectivo, o si por el contrario es indispensable una norma con rango legal que
contemple la existencia del Consejo de Cámaras como Corporación de Derecho Público, sin
perjuicio de que pueda posteriormente ser complementada mediante el correspondiente
desarrollo reglamentario.
El tratamiento de dicha cuestión, que no ha recibido en el Derecho comparado
autonómico un tratamiento unívoco (pues, así, frente a los Decretos 77/1995 y 4/1997, que
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crean, respectivamente, los Consejos de Cámaras de Castilla y León y de Castilla-La
Mancha, sin interposición de norma autonómica alguna, hay que trae a colación la Ley
18/2003, de 11 de abril, de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de Canarias,
cuyo capítulo VII se dedica al Consejo General de Cámaras Oficiales de Comercio, Industria
y Navegación de Canarias, regulando en sus arts. 32 a 36 la creación del Consejo, como
corporación de Derecho Público, con personalidad jurídica, sus funciones, y órganos de
gobierno), no resulta sencillo, pero, en todo caso, ha de resolverse a la luz de los principios
generales sobre la materia.
Para avanzar en el tratamiento de la cuestión que nos ocupa, resulta particularmente
útil recordar la sentencia del Tribunal Constitucional número 107/1996, de 12 de junio, que
resolvió la cuestión de inconstitucionalidad promovida en relación con determinados
preceptos de la ley 3/1993, de 22 de marzo, referidos fundamentalmente al régimen de
adscripción forzosa a las Cámaras. Pues bien, dicha sentencia indica que “la Constitución
ha venido a admitir expresamente la legitimidad de la genéricamente llamada
Administración corporativa, es decir, de las “corporaciones no territoriales”, “corporaciones
sectoriales de base privada” o “entes públicos asociativos”, entendiendo por tales, en
términos generales, a diversas agrupaciones sociales, creadas por voluntad de la Ley en
función de diversos intereses sociales, fundamentalmente profesionales, dotadas
frecuentemente de personalidad jurídico-pública, y acompañadas, también frecuentemente
del deber de afiliarse a las mismas”. Añadiendo que aunque el art. 52 de la Constitución, a
diferencia de lo que ocurre en el art. 36 respecto de los Colegios profesionales, no llama a
las Cámaras por su nombre, “hay que concluir que éstas, en cuanto organizaciones
profesionales, encuentran un apoyo en el art. 52 de la Constitución con el que no contaban
otras Cámaras”. Y, así las cosas, la sentencia subraya que “el art. 52 CE encomienda a la
ley un particular protagonismo en la conformación concreta de estas organizaciones
profesionales” (en el mismo sentido, las sentencias del Tribunal Constitucional 113/1994 y
179/1994). Por otra parte, según la sentencia de constante referencia, “los entes que
integran la Administración corporativa tienen su origen no en un pactum asociationis sino en
un acto de creación estatal……., sin que estas agrupaciones de tipo corporativo y de
creación legal puedan incardinarse, pese a contar con una base asociativa, sin profundas
modulaciones, en el ámbito de los arts. 22 y 28 de la Constitución”.
En definitiva, pues, el Tribunal Constitucional reconoce que el Estado puede
intervenir en la vida social mediante la constitución de entidades de configuración legal,
para el ejercicio de funciones públicas de carácter administrativo, creando por voluntad de
la ley y en función de diversos intereses sociales, Corporaciones de Derecho Público
dotadas de personalidad jurídico-pública.
Se impone una recapitulación: por mandato constitucional, la organización de las
Cámaras de Comercio, en cuanto comprendidas en el ámbito objetivo del art. 52 de la
Constitución, exige norma de rango legal. Y así lo respetó el legislador estatal cuando, en el
ejercicio de la competencia que le viene atribuida por el art. 149.1.18 de la Constitución
sobre las bases del régimen jurídico de las Administraciones Públicas, y en la medida en
que las Cámaras son Corporaciones de Derecho público que participan de la naturaleza de
las Administraciones Públicas, aprobó la ley promulgada bajo el número 3 de 1993, con la
denominación de Ley Básica de las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y
Navegación, que dedica su capítulo IV a la regulación del Consejo Superior de Cámaras,
con naturaleza de Corporación de Derecho público, dotado de personalidad jurídica propia e
integrado por representantes de todas las Cámaras. La propia Ley 3/1993 se refiere
también, en su art. 5.1 como se ha señalado ya con reiteración, a la posible existencia de
Consejos de Cámaras de ámbito autonómico “si así lo determina la legislación autonómica
5
respectiva”, de modo que será competencia de cada Comunidad Autónoma el desarrollo
legislativo de tal norma básica.
Una vez residenciada la cuestión en el ámbito y características propias de una
norma autonómica de desarrollo de una norma básica estatal, hay que destacar que, en
este caso, la norma básica se limita a la contemplación de la posible existencia de un
Consejo de Cámaras con el ámbito de la correspondiente Comunidad Autónoma, sin
establecer ningún principio regulatorio sobre su naturaleza, funciones, organización, etc, ni
establecer siquiera una remisión a los principios con arreglo a los cuales la propia ley
básica estatal configura el Consejo Superior de Cámaras. Es decir, que el legislador
autonómico cuenta con un apreciable margen de maniobra a la hora de establecer la
normación de desarrollo. Y aquí nos encontramos de nuevo con el interrogante planteado
inicialmente, acerca de cuál deba ser el rango de la norma autonómica de desarrollo. Para
resolver esta cuestión, en el caso concreto que nos ocupa, considera la Comisión Jurídica
Asesora que ni siquiera el dato de la referencia que el art. 5.1 de la Ley 3/1993 efectúa a la
“legislación autonómica respectiva” puede erigirse en elemento fundamental de decisión,
aunque resulta un indicio significativo, toda vez que como el Tribunal Constitucional tuvo
ocasión de subrayar, ya desde su fase más temprana de funcionamiento, sobre la
utilización por el art. 149 de la Constitución de la expresión “legislación”, dicha utilización
del concepto “legislación” como criterio definidor del ámbito en el que las Comunidades
Autónomas pueden adquirir competencias propias, ha de ser entendido en sentido material,
sea cual fuere el rango formal de las normas, solución que podría aplicarse también cuando
se está en presencia de una relación interordinamental, con ausencia de cualquier
perspectiva de jerarquía entre las respectivas normas. En definitiva, la cuestión del rango de
la norma autonómica de desarrollo debe remitirse al orden de rangos aplicable con carácter
ordinario y general, sin que la mera circunstancia de tratarse del desarrollo de una ley
básica estatal implique que la norma autonómica de desarrollo deba adoptar rango legal.
Llegados a este punto, hay que volver al principio del planteamiento, recordando que
el art. 52 de la Constitución proclama un principio de reserva de ley para las normas
reguladoras de las organizaciones profesionales que contribuyan a la defensa de los
intereses económicos que les sean propios, habiendo ya el legislador estatal respetado
dicho principio al aprobar por ley la regulación de las Cámaras, abriendo, al hacerlo con el
carácter de norma básica, un terreno para su desarrollo por las Comunidades Autónomas.
Lo que ocurre es que, por lo que se refiere en concreto al Consejo de Cámaras de ámbito
autonómico, la norma básica estatal solo ha contemplado su posible existencia, sin
establecer principio alguno sobre su regulación, de lo que deriva la necesidad de que la
regulación de dicho Consejo, con la configuración concreta de Corporación de Derecho
público, dotada de personalidad jurídica, y el esquema fundamental de sus competencias y
su organización, no pueda ser establecida por la Comunidad Autónoma mediante una
norma aprobada por el titular de la potestad reglamentaria, sino que requiera una
regulación, por mínima que sea en su extensión, de rango legal, sin perjuicio de que dicha
norma legal habilite al Gobierno para dictar otras normas, éstas sí de carácter
reglamentario, para el complemento y desarrollo de la regulación legal. El contenido de la
norma legal autonómica puede ser, y se trata de opciones legítimas a adoptar por el
legislador, bien la creación directa del Consejo autonómico, con integración obligada de
todas las Cámaras de Comercio, con sede en el territorio aragonés, bien la simple previsión
de que dichas Cámaras podrán decidir voluntariamente su integración en el Consejo, cuya
constitución se haga depender de su decisión común, pero tanto en un caso como en otro la
ley debe definir la naturaleza del Consejo, sus competencias fundamentales y el esquema
mínimo de su organización, aspectos todos ellos susceptibles de posterior desarrollo
reglamentario.
6
La conclusión anterior queda reforzada si se considera que el art. 15 de la Ley
12/1983, de 14 de octubre, del Proceso Autonómico, contiene una serie de principios a los
que habrá de adecuarse la actuación de las Comunidades Autónomas que hayan asumido
estatutariamente competencias en relación con las Corporaciones de Derecho público
representativas de intereses económicos, contemplándose en concreto la previsión de que
por ley del Estado podrán constituirse Consejos Generales o Superiores de las
Corporaciones a que se refiere el artículo para asumir la representación de los intereses
corporativos en el ámbito nacional o internacional, exigencia de rango que deba alcanzar
también, en coherencia, a la constitución de tales Consejos en el ámbito autonómico.
Todo lo que acaba de exponerse supone la formulación de una objeción de carácter
sustancial al proyecto de Decreto sobre el que versa este dictamen, no obstante lo cual, la
Comisión Jurídica Asesora efectúa a continuación, en el ejercicio de su competencia y con
la finalidad de colaborar en la adecuada elaboración de las disposiciones de carácter
general, el análisis, aunque sea de modo sumario, del procedimiento de elaboración del
proyecto de Decreto y de su contenido.
III
Continuando, pues, con la consideración del proyecto objeto de dictamen, ha de
comprobarse, en primer término, la acomodación del proceso de elaboración del proyecto al
procedimiento específico contenido en la Sección 2ª del capítulo II del Título IV del Texto
Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón (arts. 32 y 33), aprobado por
Decreto Legislativo.1/2001, de 3 de julio.
En relación con dicho procedimiento, cabe formular las siguientes observaciones:
-
En primer término, la Orden del Consejero competente por razón de la materia,
de fecha 6 de febrero de 2003, incoando formalmente el procedimiento de
elaboración de la correspondiente disposición general, es acorde con la
exigencia que tradicionalmente viene reiterando la Comisión ("toda norma debe
nacer como consecuencia de un procedimiento en el que, tras la propuesta o
providencia del órgano competente para asumir la iniciativa, habrán de
efectuarse estudios, borradores y sucesivos anteproyectos…”), si bien no se
encomienda a ningún órgano concreto del Departamento la elaboración del texto
correspondiente. Además, con carácter previo, ya se había realizado, como se
ha puesto de manifiesto en los antecedentes del dictamen, alguna actuación, al
menos de revisión y modificación de la redacción de un borrador que había sido
propuesto por alguna de las Cámaras de Comercio afectadas. Es, quizás, por
otra parte, esta iniciativa de la norma, situada extra muros de la Administración
Autonómica, la que pueda explicar que se haya dado por supuesta la mera
exigencia de un Decreto para regular la materia, siguiendo la inercia del
planteamiento efectuado por las Corporaciones interesadas en sacar adelante
de la forma más rápida posible su iniciativa de constituir el Consejo Aragonés de
Cámaras de Comercio.
-
Se desconoce la fecha de elaboración de la Memoria justificativa y el órgano
redactor de la misma, insistiendo la Comisión en su doctrina acerca de la
necesidad y contenido de tal documento de valor ineludible e imprescindible, que
no debe considerarse mera exigencia formal sino elemento sustantivo de juicio,
7
que permite dotar de transparencia los propósitos perseguidos con el proyecto
de norma y, en su caso y momento, el debido control jurisdiccional de la norma.
La memoria adjuntada al expediente no alcanza todos los puntos necesarios
para su debida consideración como tal, siendo especialmente subrayable que
para nada se plantea el problema del rango de la norma en proceso de
elaboración y que no alude para nada tampoco a los aspectos materiales de la
regulación contenida en el proyecto.
-
Se echa especialmente en falta una valoración posterior, por escrito, en la que
se consigne la razón de las decisiones, adoptadas en sentido positivo o
negativo, sobre la redacción definitiva del proyecto, una vez conocido el informe
de la Dirección General de Servicios Jurídicos. De nuevo aquí hemos de repetir
que dicho silencio resulta especialmente clamoroso en relación con la cuestión
del rango de la norma, puesto en cuestión en el indicado informe.
IV
Por lo que se refiere al estudio del proyecto dictaminado desde la perspectiva de su
contenido, nada habría que oponer a la falta de distinción entre el Decreto de aprobación y
la norma de creación y regulación del Consejo Aragonés de que se trata, dada la naturaleza
y el contenido de la norma.
En lo que atañe al preámbulo o exposición de motivos del Decreto proyectado, ha de
recordarse que, como es sobradamente conocido, esta pieza ha de facilitar con la adecuada
concisión la comprensión del objetivo de la norma, aludiendo a sus antecedentes y al título
competencial en cuyo ejercicio se dicta, y ayudando a advertir las innovaciones que
introduce, con la aclaración de su contenido, si ello es preciso para la comprensión del
texto. En el supuesto que nos ocupa, el preámbulo del proyecto de Decreto cumple, aunque
sea de forma casi esquemática, los requerimientos mínimos que acaban de expresarse, si
bien no se entiende necesaria la referencia al Real Decreto (y no Decreto, como el texto
expresa) 1052/1994, de traspaso de funciones y servicios a la Comunidad Autónoma de
Aragón, y se echa en falta una justificación del rango de la norma, máxime si se considera
que el texto cita el contenido del art. 5 de la ley ·/1993, que remite a la determinación de la
legislación autonómica respectiva. En todo caso, el preámbulo debería ser lugar adecuado
para recoger o explicar las líneas fundamentales de la regulación, con un mayor grado de
concreción que el utilizado.
Por lo que respecta a la parte dispositiva del proyecto de Decreto, cabe formular las
siguientes observaciones, de distinto alcance según los casos, respetando el orden del
propio articulado:
- En el art. 1 deben quedar adecuadamente diferenciadas sus funciones como
órgano consultivo y de colaboración con la Administración Autonómica y las que tienen por
objeto la representación, relación y coordinación de las Cámaras con sede en Aragón.
Además, resulta superflua y carente de sentido la frase destinada a dejar a salvo las
competencias de las Cámaras de Huesca, Teruel y Zaragoza
- En el art. 2 el título debería referirse a todas las materias reguladas en el precepto,
incluyendo la referencia a la naturaleza del Consejo. Por otra parte, como integrantes
deberían comprenderse todas las Cámaras de Comercio con sede en el territorio de
8
Aragón, sin una referencia nominativa a las actuales, con la finalidad de cubrir el hipotético
supuesto de que en algún momento pudiera crearse alguna Cámara con ámbito distinto del
provincial, al amparo de una legislación autonómica que así lo permitiese.
- Por lo que se refiere al apartado 1 del art. 3, dejando aparte la consideración de
que el título del artículo no hace referencia al contenido de este apartado 1, hay que señalar
que si se quiere contemplar el régimen jurídico del Consejo sería oportuno expresar que en
los supuestos de ejercicio de competencias administrativas de carácter público y de
ejercicio de competencias delegadas es aplicable supletoriamente la legislación sobre
procedimiento y régimen jurídico de las Administraciones Públicas. Por lo que afecta a la
contratación y el régimen patrimonial parece preferible repetir la fórmula contenida en el art.
1.3 de la Ley 3/1993, aunque carezca de carácter básico, que refiere su regulación al
Derecho privado, dejando a salvo el supuesto de ejercicio de competencias públicas o de
funciones delegadas, en lo que habrá que estar a lo dispuesto por el ordenamiento vigente.
En el apartado 2, subapartado e) del mismo art. 3 hay una errata: debe decir
“intereses representados por las Cámaras…”.
- En el art. 4, los términos “gobierno” y “administración” deben utilizar las
minúsculas.
- Por lo demás, el art. 5.1 regula la composición del Pleno, pero se echa en falta la
determinación de a quién corresponde la designación del representante de la Diputación
General de Aragón.
En el apartado 2 del art. 5, la Presidencia, rotatoria, no puede ser por un turno
bianual, que quiere decir que se produce dos veces por año, sino, en coherencia con lo
establecido en la Disposición transitoria segunda, bienal, es decir, que se produce cada dos
años. Pero además debería determinarse que el turno es entre los Presidentes de las
respectivas Cámaras.
En cuanto a las funciones atribuidas al Pleno, se le atribuye, entre otras, la
aprobación provisional de los presupuestos, queriendo significar con ello que la aprobación
definitiva no le corresponde a dicho órgano sino a la Administración tutelante, por lo que
esta competencia debería expresarse con claridad en el art. 11, destinado a la tutela.
Además, idéntico tratamiento debería darse, por su trascendencia, al reglamento de
régimen interior, para mantener un paralelismo con el caso del reglamento de cada Cámara.
En este sentido debería además reflexionarse sobre la posibilidad de contemplar un plazo
en que la Administración tutelante expresara su decisión al respecto, para que, a falta de
pronunciamiento, pudieran considerarse aprobados tanto el reglamento de régimen interior
como los presupuestos.
- En el art. 6.1 podría recogerse la previsión de que actuara como Secretario el que
lo sea del Pleno en cada momento.
- El art. 7.3 se refiere al turno rotatorio de los Vicepresidentes, pero la norma debería
completarse, acaso en la Disposición transitoria segunda, con la determinación del orden de
ese turno rotatorio (es decir, quién ocupa, en la primera ocasión, el cargo de vicepresidente
primero, y si es él el que pasa a la presidencia cuando el primer Presidente agote su
mandato.
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- La adopción de acuerdos se regula en el art. 8, disponiendo el apartado 1 que los
acuerdos del Comité Ejecutivo se adoptarán “por consenso de las tres Cámaras”. Dejando
aparte que los componentes del Comité Ejecutivo no son las Cámaras sino sus respectivos
Presidentes, se plantea el problema de que el cuarto representante, designado por la
Diputación General de Aragón, del que no se dice en el art. 6 que tenga voz pero no voto,
queda sin capacidad decisoria efectiva. Por otra parte, el consenso parece aludir a la
unanimidad por parte de los representantes de las tres Cámaras, lo que no se compadece
adecuadamente con el régimen de adopción de acuerdos en cualquier órgano colegiado (en
el ámbito administrativo, así el art- 29 del Texto Refundido de la Ley de Administración de la
Comunidad Autónoma) y en la práctica puede conducir a situaciones de paralización.
Además, siendo funciones del Comité Ejecutivo la elaboración del reglamento de régimen
interior y la de los presupuestos, ¿qué sentido tiene exigir consenso entre los
representantes de todas las Cámaras, si luego los acuerdos respectivos del Pleno se rigen
por la mayoría absoluta, en el primer supuesto, y la de dos tercios en el segundo.
- El art. 9.1, sobre el presupuesto solo contempla la aportación anual a satisfacer por
las Cámaras, pero sería lógico que estableciera algún criterio al respecto (igualdad,
proporcionalidad….), o en otro caso puede resultar muy difícil alcanzar el consenso al que
se refiere el art. 8 al elaborar el presupuesto. Por otra parte, se cita dicha aportación “entre
otros recursos”, por lo que precepto debería contemplar los restantes recursos posibles,
- En el art. 11 debería significarse que dicha tutela será ejercida por el Departamento
competente en materia de comercio o de Cámaras de Comercio. También, en línea con lo
apuntado con anterioridad, deberían especificarse las manifestaciones principales de dicha
tutela: aprobación definitiva del reglamento de régimen interior, de los presupuestos, etc.
- Por su parte, la Disposición transitoria primera establece un plazo para la
elaboración del reglamento de régimen interior, plazo que debería ser para que el Pleno
aprobara (provisionalmente, si se atiende la observación formulada con anterioridad) el
reglamento, remitiéndose a continuación a la Dirección General competente en materia de
comercio pero no para su conocimiento y aprobación, sino solo para esta última, que cabría
calificar como aprobación final o definitiva.
- Finalmente, en la Disposición transitoria segunda habría que determinar cómo se
ordena el turno rotatorio (quién será el segundo presidente, por qué orden se ocupan las
vicepresidencias….).
En mérito a lo expuesto, la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón emite
el siguiente DICTAMEN:
Que procede informar desfavorablemente el proyecto de Decreto por el que se crea
el Consejo Aragonés de Cámaras Oficiales de Comercio e Industria, por el defecto de rango
a que se refiere la Consideración jurídica II, objeción que se reputa de carácter esencial, sin
perjuicio de las restantes observaciones formuladas en el cuerpo de este Dictamen.
En Zaragoza, a diez de febrero de dos mil cuatro.
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