SUJECIÓN AL IBI DE SUELO URBANIZABLE SIN

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Circular nº 26_
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SUJECIÓN AL IBI DEL SUELO URBANIZABLE SIN DESARROLLAR
Recientemente el Tribunal Supremo ha dictado
una sentencia resolviendo un recurso de casación
en interés de ley que impide que el suelo
urbanizable, mientras no tenga un desarrollo
urbanístico, tribute en el Impuesto sobre Bienes
Inmuebles (en adelante IBI) como suelo urbano.
Así, en aplicación de este fallo, los propietarios
de suelos urbanos, que hayan obtenido esta
clasificación tras una recalificación, en los que
sin embargo no haya habido ningún desarrollo o
que no cuenten con ningún instrumento
urbanístico aprobado, podrán cuantificar la cuota
de este impuesto como si se tratara de suelo
rústico.
Esta sentencia viene a confirmar la postura que ya
mantuvo el Tribunal Superior de Justicia de
Extremadura, que consideró que, aun tratándose
de suelo urbano, el IBI correspondiente a esta
categoría sólo debe hacerse efectivo cuando
exista un plan parcial urbanístico o se haya
construido alguna dotación (carreteras o
alumbrado), y que en otro caso se debe pagar
como terreno rústico.
A pesar de las nefastas consecuencias en el
ámbito recaudatorio, de las que ya se han hecho
eco distintos órganos de gobierno, este fallo será
trasladable a otros supuestos idénticos al
enjuiciado, y en particular, a propietarios de
suelos incluidos en polígonos industriales
afectados por proyectos paralizados, o de suelos
de uso residencial, que fueron así calificados
gracias a un plan general pero que no cuentan con
instrumento urbanístico aprobado.
Así, los propietarios de fincas recalificadas donde
sin embargo no haya ordenación pormenorizada
ni urbanización deberán tributar como si se tratara
de suelo rústico, lo que evidentemente supone
una minoración importante de la deuda a ingresar.
Lo anterior supone, en la práctica, no sólo que los
Ayuntamientos deben dejar de ingresar notables
cantidades por este concepto impositivo, sino que
los afectados, podrán reclamar, previa
modificación de la calificación catastral, la
devolución de las cantidades ingresadas hasta
ahora siempre que no se trate de ejercicios
prescritos.
SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO
DE 30 DE MAYO DE 2014
Parte esta Sentencia de la definición de los
terrenos “susceptibles de ser urbanizados”, y en
este punto pone de relieve que el legislador
estatal no precisa lo que entiende por suelo
urbanizable ni por suelo sectorizado. Así, el
artículo 7.2 de la Ley del Catastro Inmobiliario,
aprobada por Real Decreto Legislativo 1/2004,
señala que también integran el suelo urbano los
terrenos urbanizables "o aquellos para los que los
instrumentos de ordenación territorial y
urbanística prevean o permitan su paso a la
situación de suelo urbanizado, siempre que estén
incluidos en sectores o ámbitos espaciales
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delimitados, así como los demás suelos de este
tipo a partir del momento de aprobación del
instrumento urbanístico que establezca las
determinaciones para su desarrollo".
Pese a tan amplia fórmula, precisa la Sentencia
que no cabe sostener, como mantenía el Abogado
del Estado recurrente, que todo el suelo
urbanizable sectorizado o delimitado por el
planeamiento general tiene per se la
consideración catastral de suelo urbano, sin
distinguir si se encuentra ordenado o no
ordenado, y que el artículo 7 sólo excluye de tal
consideración al urbanizable no sectorizado sin
instrumento urbanístico aprobado que establezca
las determinaciones para su desarrollo.
Antes al contrario, entiende el Tribunal Supremo
que la intención del legislador catastral es
diferenciar entre suelo de expansión inmediata
donde el plan delimita y programa actuaciones
sin necesidad de posteriores trámites de
ordenación, de aquel otro que, aunque
sectorizado, carece de tal programación y cuyo
desarrollo urbanístico queda pospuesto para el
futuro, por lo que a efectos catastrales sólo
pueden considerarse suelos de naturaleza urbana
el suelo urbanizable sectorizado ordenado así
como el suelo sectorizado no ordenado a partir
del momento de aprobación del instrumento
urbanístico que establezca las determinaciones
para su desarrollo. Antes de ese momento el suelo
tendrá, como ya concluyó la sentencia recurrida,
el carácter de rústico. De no aceptar esta
interpretación perdería todo sentido el último
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inciso del precepto, que hace referencia a “los
demás suelos de este tipo a partir del momento de
aprobación del instrumento urbanístico que
establezca las determinaciones para su
desarrollo”, porque este momento no puede ser
el momento de sectorización o delimitación del
terreno urbanizable, si éste se disocia del
momento de aprobación del instrumento
urbanístico de desarrollo.
De este modo, el Tribunal Supremo confirma lo
sostenido por el Tribunal Superior de Justicia de
Extremadura en Sentencia de 26 de marzo de
2013, a cuyo juicio, “una interpretación lógica y
sistemática del artículo 7.2 del Real Decreto
Legislativo 1/2004 lleva a la conclusión de que
sólo pueden considerarse bienes "urbanos", a
efectos catastrales, los inmuebles considerados
por el Plan General como urbanizables cuando el
desarrollo de su actividad de ejecución no
dependa de la previa aprobación del instrumento
urbanístico que tiene por finalidad su ordenación
detallada. En efecto, si fuera suficiente con la
simple inclusión en el perímetro geométrico de
sectores de desarrollo en el suelo urbanizable, ex
artículo 25 del Reglamento (como propone la
resolución impugnada), sería completamente
innecesaria la mención a "los demás suelos de
este tipo a partir del momento de aprobación del
instrumento urbanístico que establezca las
determinaciones para su desarrollo", tal y como
previene la normativa catastral, pues todos los
inmuebles clasificados de urbanizables serían
"urbanos", a efectos catastrales, por la simple
consideración de tales en el Plan General…”
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MODO DE PROCEDER DE LOS POSIBLES
AFECTADOS
La Sentencia comentada, al haberse dictado en
recurso de casación en interés de Ley, crea una
doctrina a la que se hallan vinculados todos los
Tribunales de Justicia, con lo que beneficiará
automáticamente a quienes ya hubieran acudido a
la vía jurisdiccional y, en otros casos, abrirá la
puerta a otros propietarios de terrenos que no
cuenten con el correspondiente desarrollo
urbanístico para, en primer lugar, instar ante el
Catastro la modificación de la calificación de la
parcela a fin de, en último lugar, solicitar la
devolución de ingresos indebidos por las cuotas
de IBI ingresadas en exceso, esto es, por la
diferencia entre lo pagado, como si de suelo
urbano se tratara, y lo que se debería ingresar al
tributar como suelo rústico.
Resulta procedente por tanto, instar dicha
modificación catastral ante la Gerencia Territorial
del Catastro o interponer reclamación en todo
caso frente a la notificación individual de valor
catastral.
En este sentido, y tal y como advierte la
Sentencia del Tribunal Supremo referida, no
puede olvidarse que el propio Real Decreto
Legislativo 1/2004, afirma en su Exposición de
Motivos, que el Catastro es un órgano de
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naturaleza tributaria, siendo su razón de ser la de
servir para la gestión de diversas figuras
tributarias de los tres niveles territoriales de la
Hacienda Pública, y así lo ha reconocido
expresamente el Tribunal Constitucional en su
sentencia 233/1999, de 16 de diciembre , en la
que refleja que la organización del Catastro,
justamente por tratarse de una institución común
e indispensable para la gestión de los impuestos
estatales más relevantes, es una competencia que
ha de incardinarse, sin lugar a dudas, en la de
Hacienda General del artículo 149.1.14 de la
Constitución, y que la información catastral
estará al servicio de los principios de generalidad
y justicia tributaria de asignación equitativa de
los recursos públicos.
En definitiva, el valor catastral debe reconocer la
realidad urbanística, puesto que de otro modo se
está permitiendo gravar una riqueza ficticia o
inexistente y se está vulnerando el principio
constitucional de capacidad económica.
Una vez materializada la modificación catastral
aludida, podrá solicitarse la devolución de
ingresos indebidos sin exceder de los ejercicios
no prescritos –últimos cuatro años-, y de las
diferencias ingresadas en exceso al haber
tributado como suelo urbano en lugar de, como
hubiera resultado procedente, como suelo rústico.
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