BUSCANDO ESTRATEGIAS PARA LA MOTIVACION Y EL APRENDIZAJE. “El

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BUSCANDO ESTRATEGIAS PARA LA MOTIVACION Y EL APRENDIZAJE.
“El temor es la base educacional de los malos maestros, que no
interpretando la responsabilidad de su misión, hacen desagradable el estudiar y
perturban vocaciones.” Dr. José F. Arias
El sistema educativo no pasa por el mejor momento; más allá de los
magros resultados de los conocimientos asimilados por los educandos como
los análisis, evaluaciones y conclusiones de los distintos organismos
nacionales e internacionales sobre este tema, queda claro, que esto se centra
en algo mucho más profundo, siendo una de las causales: el entorno, la
genética, el crecimiento y desarrollo de las recientes generaciones.
Por tanto, debemos asumir las responsabilidades que nos corresponden
como adultos, técnicos y profesionales en el área; no podemos delegar en
nadie el sagrado y privilegiado apostolado de enseñar, y cuando nos
enfrentamos al terreno de trabajo escolar y sus protagonistas: el aula y los
educandos particularmente, salvo los ámbitos íntimos en la relación de
compañeros de labor, que nos permite intercambiar opiniones y sentires; en el
sindical, reivindicando reclamos naturales como el salario, condiciones de
trabajo entre otros aspectos; ante las autoridades, buscando y a la vez
solicitando la jerarquización académica y la valoración del rol en los temas
educativos del país - nos concierne y debe escuchársenos sin lugar a dudas -;
tenemos que encarar con fervor esa encomiable misión de educar, pues, de la
labor que elegimos por vocación o profesionalismo, los alumnos esperan les
enseñemos como nosotros exigimos que aprendan.
Reconocido este principio de acción, es oportuno analizar, que no
podemos malgastar energías y esfuerzos, que no sean en pos de trabajar
sobre estrategias que permitan lograr en los educandos, la apropiación del
saber en forma óptima y útil.
Para ello, más allá de la currícula, misión escolar del docente y
supervisión a la cual estamos sometidos, debemos - aprovechando la libertad
de cátedra - buscar las formas para que los niños, adolescentes especialmente
y adultos puedan encontrar en el ámbito educativo una oportunidad de culto al
conocimiento, convirtiendo la posible pesadumbres del salón de clase, el tedio
del contenido o la apatía del docente, en un espacio de disfrute, distendido con
sentido de responsabilidad y compromiso.
Pues las condiciones, cultura y demanda social, en el momento menos
pensado, pedirá cuentas a cada individuo para otorgarle un lugar de
participación según la oferta, aspiración, educación y el conocimiento adquirido,
demostrable y aplicable, adjunto indiscutiblemente con el don de gente, que
más allá de la familia - institución en franca transición - y los entornos de pares,
hoy los profesores nos hemos transformados en bastiones de contención y
palabra de aliento, provocando y generando ciudadanía sobre la bases del
pensamiento crítico, creativo y responsable, que identifica y caracteriza al
ciudadano libre con ricas e intransferibles individualidades que se
complementan en el concierto de un equipo, grupo, de un todo fuerte y pujan
Entonces, es imprescindible formarnos y asistirnos, más allá de la
pasión, ahínco, devoción por hacer lo mejor posible, reconociendo la necesidad
y acción proactiva de las ciencias sociales y la educación, representadas y
operadas por educadores, asistentes sociales, psicólogos, sociólogos,
pedagogos entre otros respectivamente, que deben integrarse fehacientemente
al staff educativo a través de los equipos multidisciplinarios; pues las realidades
en el aula, sugieren y recomiendan a viva voz, el auxilio de estos especialistas
para que dicho espacio escolar no se transforme en un intercambio estéril.
Pues el ir a estudiar, más allá de una obligación, no se trata de concurrir
al centro educativo a hacer acto de presencia, ingresar en el aula, sentarse en
una banca a cumplir un horario esperando que acontece, y salir a los recreos
para socializar en forma poco civilizada con el conflicto interpersonal como
denominador común; donde el esfuerzo docente se hace complejo,
particularmente cuando se pretende hacer entender y complementar la acción
de los responsables de estos educandos, que la apropiación del saber cualquiera sea su nivel, orientación u objetivo - hace la diferencia entre iguales
a la hora de encarar un oficio, profesión o simplemente acceder a un trabajo.
Muchísima gente está poniendo más que el hombro, frente al panorama
desalentador del aprendizaje y el sentimiento de frustración de los docentes a
la hora de la autocrítica; pero no podemos desconocer, que en ocasiones la
responsabilidad y compromiso desplegado por la mayoría de los actores, no
suele ser compatible con las circunstancias que se presentan, donde las
consecuencias son más complejas que centrar la gestión y el resultado en los
alumnos y profesores; igualmente hay que asumir la tarea, exigiendo a los
educandos que hagan lo suyo y advertir a las familias o quienes estén a cargo
de su crianza, cuidado y educación que no se hagan los distraídos, tomen las
potestades que les compete en la supervisión de sus escolaridades como
comportamientos fuera del ámbito del hogar, para coadyuvar con lo poco y
mucho - si se lo propone - que puede hacer el educador.
Conocemos bastante de esto, nuestras herramientas cultivadas,
planificadas hasta improvisadas para abatir las causas del bajo rendimiento
escolar y el fenómeno de la tergiversación de valores, nos permite captar,
palpar realidades que subyacen detrás de los estudiantes, pretendiendo
resolverlas en algún sentido, cuando de los mismos en el aula o entorno frente
a la confianza que profesamos, afloran en cuerpo y alma vicisitudes,
acontecimientos intrafamiliares y sociales que viven, reproduciendo y
reflejándolos en el espacio escolar, dejándonos boquiabiertos; cuestión que
hace la función sacrificada y enaltecedora a la vez, con emociones de las más
diversas al oficiar accidentalmente de terapeutas de estas “raíces orientales”.
Ante este escenario, es fundamental hacer frente en la forma más
pedagógicamente posible con el fin de cumplir el objetivo de contener al
estudiante en el aula logrando la apropiación del saber - por lo menos en su
forma básica -, de acuerdo al nivel que cursa para continuar adelante y tener
elementos para manejarse en la vida cotidiana, convivir en sociedad y acceder
a un trabajo digno y de calidad, gracias a lo aprendido.
Es importante centrar la atención en la potenciación de las capacidades
a través de la motivación, movida por distintas causas: la voluntad u obligación
de cumplir los requisitos escolares que corresponden a todos los ciudadanos;
necesidad de ocupar el tiempo en socializar, recrear, estudiar y aprender por
vía del ámbito educativo; expectativas impulsadas a formarse como técnico o
profesional aspirando a un trabajo; búsqueda de atención y contención fuera
del núcleo familiar y del entorno de pares más diverso.
Sobre esta plataforma podemos abordar acciones de promoción,
destinadas a despertar a través de la formación escolar y el saber académico:
la cultura general y popular; los insumos para una vida digna con mayores
posibilidades de acceso a fuentes laborales de calidad que aseguren un futuro
prospero; como parte integral de las actividades lúdicas, artísticas, recreativas,
físicas y el ejercicio de ciudadanía; como elemento liberador del individuo y
puente de conocimientos de derechos, garantías a reivindicar, sostener,
defender y, obligaciones a cumplir, sembrando la impronta cívica para colonizar
la cultura, a través del intelecto, destrezas, talento y virtudes plasmadas en el
pensamiento, razonamiento, libertad de expresión y el saber hacer.
Para esta “Patriada Educativa” del proceso de enseñanza - aprendizaje,
macro y complejo, es imprescindible contar con todos los actores que
participan y coadyuvan en el mismo, sin dejar de centrar la atención en el
imperioso, comprometido hasta dedicado papel y conexión, que atañe cumplir a
los docentes: ejes y columnas vertebrales de esta organización del saber.
Este plantel de articuladores educativos - carta de presentación y espejo
de la política institucional - son responsables de los mensajes a través de cada
centro de estudios que la población estudiantil y el entorno detrás de ella
reciben, generando la bienvenida a cada generación de estudiantes e invitando
a recorrer el ámbito escolar, allanando y dando paso al fantástico, apasionante
y cada vez más dinámico triangulo entre: Docente - Saber - Educando.
Ante tal encrucijada, amerita preguntarnos:
¿Cómo abordar y colonizar democráticamente en estos tiempos, el
espíritu, mente, disposición y potencial del educando?
Siendo conscientes de esta realidad, si no se poseen o no se ponen en
práctica - a conciencia y voluntad - cualidades y valores como la humildad,
tolerancia, respeto, ética, autocrítica, calidad humana por sobre todas las
cosas, la acción del docente puede frustrar cualquier intento de celebración del
contrato didáctico posible con el alumno, necesario e imprescindible en el aula
para que el despliegue del bagaje de conocimientos a impartir e intercambiar,
tengan proyección en la vida del individuo como un instrumento útil, de
presentación, realización personal y cotización en la actividad que emprende.
Estos elementos entre otros, son indispensables para lograr una base
sólida y elaborar las simientes junto con los educandos, de una campaña
educativa que de creces, en función de estas características aggiornadas,
negociadas, compartidas, aceptadas y respetadas - incluso en el disenso -
buscando la armonía y el clima ideal.
Es evidente, que ante las generaciones del actual proceso educativo y
para la cual debemos comprometer y accionar toda la formación docente,
energías y esfuerzos, al recibir los educandos - propósito y fin - el legado de
nuestro rol de enseñar; sí no ejercitamos y desarrollamos estas virtudes,
difícilmente lograremos la interacción adecuada e imprescindible para
conquistar con el saber a esa persona pre adolescente o joven.
Saber, que compite y hasta a veces es sustituido por una batería de
información y conocimiento - aunque no sea científico - no elaborado ni
clasificado, ofrecido y a disposición en los medios de comunicación y
herramientas tecnológicas, que a veces inciden, distorsionan y afectan la idea
del saber académico, siendo indispensablemente dentro de una sociedad
democrática, tener una base o formación formal para poder elegir mejor, en
función de los intereses y expectativas que mueven al hombre desde su
creación, especialmente frente a la cultura predominante de la época.
Indefectiblemente, en dicho trabajo permanente de dedicación, se debe
intercalar el saber con el fomento de valores, hábitos, conductas,
comportamientos, brindando instrumentos para la socialización y preparando el
terreno para diseminar el conocimiento en forma primaria e ir abordándolo en la
medida de la disposición y apertura de los estudiantes, despertando el interés
por la esencia, profundidad y especificidad, buscando conocer y aprender lo
nuevo o reafirmar lo sabido, agotando interrogantes.
Hoy la población estudiantil ha conformado un frente común, muestra y
espejo de la cultura social y general que como generación reciben y heredan,
de la misma forma que nosotros y el resto la asimila, muchas veces con la
ventaja de contar con mayor madurez y mecanismos de defensa a diferencia
de los jóvenes, sin que ellos sea óbice para que igualmente nos envuelva.
Antes de imputar responsabilidad en los jóvenes, debemos asumir la
nuestra y entender que son producto también de ciertos mensajes que el
sistema - al cual también contribuimos y somos parte - ha construido en pleno
desarrollo de sus crecimientos; y esta situación como espartanos,
aprovechando que constituimos algo más que - metafóricamente “Trescientos”, hay que asimilarla aguantando el envión, de lo que los
sociólogos y distintos estudios han calificado como la “generación perdida”, que
cíclicamente se produce en las sociedades, para con nuestra entrega
sobreponernos a este fenómeno conteniéndolos e iniciar luego el largo camino
del proceso de enseñanza - aprendizaje, renunciando muchas veces al
contenido del saber por cultivar aspectos básicos como hábitos, afectos,
valores ausentes y reclamados, antes de iniciar cualquier tipo de campaña
educativa.
Si ello no es factible, podemos correr el serio riesgo de tener personas
con todo el entusiasmo, expectativas traídas desde afuera y de acuerdo a los
mensajes desde la Institución y políticas de enseñanza, frustradas ante la
experiencia del contacto: centro educativo - docente - alumno, que lo induce a
solo formar parte del decorado del aula, aggiornado por un profesor casi
autómata que imparte conocimiento abstraído o creído que son aprendidos, y
en definitiva, terminan cumpliendo igual papel que el estudiante que permanece
impávido, esperando incesantemente el toque de timbre para liberarse de esa
hora u horas, donde en vez de ser un lugar de descubrimiento, aprendizaje,
enriquecimiento cultural, distención con alegría, se vuelve en un calvario;
sumado a que no se lo escucha, no interesan sus inquietudes, sencillamente
no se lo valora como un ser con decisión, pensante y sujeto de derecho por
más calidad de menor que reviste.
Agravado si se quiere, pues el docente tiene la potestad de calificar,
establecer juicios unilaterales de ese educando, en función de su rendimiento y
conducta a diferencia de este último, cuya opinión, cuestionamiento, incluso
disgusto por cómo se desenvuelve en clase el profesor; pero estos elementos
que suelen concretarse muchas veces por medio del reclamo o la denuncia
formal, pueden ser considerados o vistos por el educador como una afrenta a
su rol por más éticos, imparciales o amplios que seamos en el discurso;
volviéndose al inicio de lo que pregonamos y deseamos evitar, el bloqueo ante
la indiferencia y caso omiso a la autocrítica a la cual debemos someternos,
además de una empatía que cuesta revertir - si se da - con quien debe ser el
orientador, conductor, líder paternalista del grupo, no solo por la formalidad que
otorga su investidura y saber, sino por el sello que le otorgan espontáneamente
los alumnos por la ascendencia natural, llamado: Don de Persona.
No nos sorprendamos entonces, de la deserción o revelación del
educando a través de llamados de atención, inconductas o comportamientos
fuera de lugar, manifestando no estar conformes y a gusto en la Institución que
los cobija, donde los docentes sin excepción, somos los apóstoles de esta
misión de enseñar, a la vez que aprendemos del capital de nuestros
educandos, en ese ida y vuelta lógico entre individuos pensantes, en formación
permanente en todos los sentidos.
Se hace cada vez más indispensable, con mayor razón, los que estamos
en contacto directo con los estudiantes, capacitarnos más que en el propio
saber que impartimos, en la formación técnica pedagógica, de forma tal de
poseer recursos para el trabajo en grupo, como forma de canalizar óptima y
eficientemente la energía, hiperactividad, falta de autocontrol o pasividad,
indiferencia y apatía, que por distintas causas los estudiantes expresan;
pretendiendo potenciar y despertar el interés por el saber y generar la reacción
positiva, ya sea a través de la recreación o de la simple gimnasia espiritual
“dialogo”, “intercambio”, “comunicación” y “conexión” en una charla informal por ejemplo -, socializando lejos del saber curricular.
Aspectos que debemos reconocer y aplicar, si queremos tener cierto
éxito, pues por el mecanismo de la enseñanza convencional que antes se
desarrollaba respondiendo a otros momentos históricos y culturales, no será
posible y podrá redundar en resistencias, fracasos, desencantos y deserción.
Puede ser un buen comienzo para potenciar el trabajo colectivo del y
con el grupo, generando la responsabilidad y seriedad que implican las tareas
en el aula, pero a su vez, fomentando y cultivando el autocontrol en actitudes,
comportamientos y procederes, a través de todas estas actividades alternativas
y complementarias, apuntando a esa integralidad que perseguimos, logrando
que el escenario escolar no se transforme en una zona de conflicto permanente
en el relacionamiento de estudiantes entre sí, estudiantes con el profesor y
demás actores, producto de descargas de frustraciones, desafectos, violencia,
energía descontrolada y catarsis entre otros aspectos, que a veces crea un real
y mal ambiente, donde la tarea de educar puede convertirse en algo poco
placentero, insatisfactorio o una carga diaria para quienes poseen ese deber.
Sería un aliciente, para que el profesor redujera el tiempo excesivo que
ocupa en lograr un orden y clima adecuado, para recién comenzar la tarea de
enseñar; cuestión, que esta situación en forma reiterada y sistémica, destroza
psíquica y físicamente al mismo, más aún, cuando carece de atención y
contención de un equipo multidisciplinario para evitar los posibles trastornos y
enfermedades laborales a las cuales se está expuesto.
No podemos darnos el lujo, que ningún compañero quede en soledad y
desista espantado o superado, de esta noble función - como sucede -, pues en
ocasiones se asemeja a un operador de un reformatorio; teniendo presente,
que en este momento no se puede prescindir de nadie, debiéndonos ayudar
solidariamente entre todos, dejando a veces el individualismo y egoísmo que
nos atrapa por la vorágine de la vida misma y la función; porque la educación,
precisa de todos y del docente: elemento insustituible - por ahora - del arte de
lograr enseñar y que otros puedan aprender.
El filosofo argentino Carlos Cullen, sobre el tema “Ética y ciudadanía
democrática”, señala medularmente entre otros aspectos, en: “el cuidado de sí
mismo (creatividad)”, lo que estamos refiriendo, en cuanto a la adopción de
estrategias, técnicas y habilidades para superar los escollos que se presentan
en el aula y, así hacer la labor más grata y saludable; y “el cuidado del otro
(responsabilidad)”, no es ni menos ni mas, que la preocupación por los colegas,
cuando notamos a través de sus manifestaciones, actitudes hasta sutiles
llamados de auxilio, ofreciendo la cooperación desinteresada, pero solidaria
con la problemática que presenta y afronta con la sola disposición de mirar a
los costados, dejando el “yo” unos minutos y reparar en el compañero que
acusa pasarle algo o puede necesitar de nuestra ayuda.
De eso se trata la solidaridad y el compañerismo, como reflejo natural
del individuo, a desarrollar y cultivar cada vez más, para sentir que
contribuimos a vivir y convivir mejor, en armonía con los otros.
Comprometidos en la investigación, indagando en la acción,
continuaremos buscando respuestas a una inquietud permanente: la postura
docente, como estrategia para lograr la permanencia y aprendizaje en el aula
del educando, salvando a los más de la ignorancia, pobreza intelectual que
conduce al otro tipo de flagelo y miseria, la cual apostamos a revertir en este
noble Uruguay con el mandato Valeriano de: “Educar, educar y educar”.
Marcelino Rodríguez
Docente
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