15_sobre algunos aportes de karl jaspers

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SOBRE ALGUNOS APORTES DE KARL JASPERS
PUBLICADA EN EDICIÓN N° 35 DE CONTEXTO PSICOLOGICO
Como si se tratara de una competencia de saberes sobre vinos franceses y alemanes,
la diferencia entre las escuelas psiquiátricas homónimas quedó establecida a partir de
ciertos supuestos sostenidos a lo largo de la historia, según los cuales, se podría decir
que, a grandes rasgos, los franceses darían testimonio de sus observaciones clínicas
lo más despojados que pudieses de la influencia de cuestiones teóricas; y los
alemanes, en cambio, harían un abordaje esencialmente teórico, formulando
conceptos y buceando en las causas y los mecanismos intervinientes en la formación
de los síntomas.
Posiblemente los comienzos de la disciplina que hoy llamamos psiquiatría, haya tenido
bastante que ver con estas ideas. La historia suele situar en la obra de Pinel y en los
tiempos de la revolución francesa el punto de partida de una práctica que nació en los
hospitales de Bicêtre y La Salpetrière bajo la forma de un abordaje médico de la
problemática de los alienados. Los médicos observaban a sus pacientes despojados
de cualquier tipo de pensamiento que pudiera condicionarlos. Casi siempre atraídos
por las formas más llamativas de la locura, dejaban por escrito brillantes registros de
esas experiencias de la mirada.
En Alemania, en cambio, durante mucho tiempo, el terreno de la locura fue abordado
por animistas y filósofos. Se considera que fue Wilhelm Griesinger quien, tras
culminar sus estudios de medicina en Zurich en 1838 y pasar un tiempo breve en
París, se instaló en su país de nacimiento e inauguró el abordaje clínico a la manera
de los franceses, pero con algunos aportes originales. No pudo sustraerse de la
historia que lo antecedía, y esto le dio a la psiquiatría alemana la impronta que la
caracteriza.
En lo personal, siempre dudé de cierta forma de presentar las escuelas psiquiátricas
francesa y alemana como si fueran compartimientos estancos. Pero pude advertir que,
en determinados momentos históricos, autores importantes encarnaron este modo de
planteos, como si fueran soldados de una batalla entre dos naciones en conflicto.
Sí, aunque parezca raro, en determinados párrafos de algunos escritos, uno se
encuentra con palabras que parecen más propias de soldados, que de psiquiatras o
alienistas.
¿Cómo pensar estas idas y vueltas de expresiones denostadoras de unos sobre otros,
a manera de fuego cruzado? ¿Por qué cuando se defienden ciertas posiciones, lo que
se dice y, por momentos, el modo en que se dice, impresionan como un intento de
defensa de cierta soberanía?
Hace algunos años atrás, la lectura de un texto me permitió pensar algunas posibles
respuestas a dichos interrogantes.
En la introducción de “El abordaje clínico en psiquiatría”, Pierre Pichot confronta dos
obras: la “Psicopatología General” de Karl Jaspers de 1913 y un discurso dado por
Arnaud como presidente del Congreso de Médicos Alienistas y Neurólogos de Francia
y de los países de lengua francesa, también de 1913, que parece pensado a modo de
respuesta a algunas expresiones vertidas previamente por Jaspers, quien decía que,
en función de ciertas tendencias, agrupaba a los psiquiatras bajo dos denominaciones:
los narradores y los analistas.
Esquirol, gran psiquiatra francés, es el prototipo de los “narradores”, que describen la
vida psíquica tal como la observan, sin que sus registros sean acompañados de una
elaboración conceptual.
Jaspers expresa su preferencia por el grupo de los “analistas” que “piensan más de lo
que miran”, generando una base conceptual sobre la que es posible seguir
construyendo.
“La mejor manera de captar la diferencia entre la psiquiatría alemana y la francesa –
comenta – es retomar la distinción entre el narrador y el analista… los franceses
realizaron el trabajo de descripción más fino, los alemanes están dotados de más
profundidad analítica”. Más adelante habla de “la falta de espíritu crítico que
caracteriza a los franceses” y, si bien reconoce que los alemanes adoptaron sus ideas,
tuvieron el buen tino de librarlas de sus “accesorios imaginarios”. ¿Recuerdan ese
refrán que dice que las comparaciones son odiosas? Los efectos de estas
declaraciones de Jaspers no tardaron en llegar. Pronto Arnaud tuvo la posibilidad de
su discurso, y en él tomó como blanco la obra de Emil Kraepelin, todo un símbolo de la
psiquiatría alemana. Condenó su lenguaje oscuro que “es el signo de un pensamiento
impreciso” y, reconociendo el interés que esta monumental obra alemana había
suscitado en Europa, exhortaba a sus compatriotas a mantenerse “más apegados que
nunca a la exacta observación clínica, indestructible tradición de nuestra”, expresión
de “nuestro espíritu francés, pleno de precisión y de claridad” (1)
Se me ocurrió que analizar el contexto histórico en que se produce esta guerra (y no
estoy haciendo un uso demasiado metafórico de la palabra) puede aclararnos un poco
el panorama.
Recordemos que hacia 1912 se acentuaban los contrastes entre las potencias
europeas. Se delineaba cada vez más el enfrentamiento entre dos bloques: el de
Alemania por una parte y el formado por Inglaterra, Francia y Rusia por el otro.
Paralelamente resurgía la crisis de los Balcanes en la que se vieron comprometidas
las potencias. En 1913 fue asesinado en Grecia el rey Jorge I, cuñado del emperador
alemán. Todo esto generaba un clima de tensión que anunciaba lo que ocurriría al
año siguiente: el desencadenamiento de la primera guerra mundial, en cuyo marco
Alemania le declaró la guerra a Rusia y Francia. Es evidente que ese clima político
también pareció invadir el territorio de la psiquiatría de la época, y se hizo ostensible
en el claro tono hostil de los trabajos citados.
Pero la lucha de Karl Jaspers no fue sólo contra los franceses, también libró batallas
dentro de la psiquiatría alemana. Cuestionó los pilares de la obra de Karl Wernicke,
para quien la afasia era el paradigma de las enfermedades mentales. Los seguidores
de Wernicke tomaron el guante y siguieron la pelea.
“El desarrollo de la psiquiatría – dice Karl Leonhard – hubiera tomado otro curso si
Wernicke, el gran adversario de Kraepelin, no hubiera fallecido tan prematuramente”.
“La división de Kraepelin en sólo dos formas de psicosis endógenas ha causado en
este sentido un efecto muy perjudicial”. Luego Leonhard apunta los cañones hacia los
seguidores de Kraepelin, tras reconocer que “el mismo efectuó, más allá de la
separación en dos partes muchas separaciones más sutiles, a las que sus sucesores
no le prestaron atención; ellos vieron sólo la división grosera entre demencia precoz o
esquizofrenia y la enfermedad maníaco-depresiva” (2). Uno puede inferir que, cuando
ataca a los herederos de Kraepelin, alude, entre otros, a Karl Jaspers, quien hablaba
de Wernicke utilizando la irónica y destituyente calificación de “mitólogo cerebral”.
¿Quién era este aguerrido psiquiatra que abría tantos frentes de batalla sin
debilitarse?
Karl Theodor Jaspers nació en la ciudad alemana de Oldemburg el 23 de febrero de
1883. Su vida fue una clara prueba del carácter metonímico del deseo. Su padre era
jurista y eso influyó a la hora de elegir una carrera universitaria. Pronto advirtió que el
tema de las leyes no era lo suyo y en 1902 decidió estudiar medicina. Se graduó en
1909 y comenzó a trabajar en el Hospital Psiquiátrico de Heidelberg donde Emil
Kraepelin había estado años antes. Su permanencia en el trabajo clínico duró poco, ya
que en 1913, año en que publicó la “Psicopatología General”, comenzó a trabajar
como profesor de psicología en la universidad. Se dice que nunca retomó su práctica
como psiquiatra.
A la edad de cuarenta años se dedicó de lleno a la filosofía. Durante la segunda guerra
mundial tuvo que dejar su puesto de profesor dado que su mujer era judía. En este
punto comenzó a separar las aguas de su corta amistad con Martín Heidegger que
adhería al nacionalsocialismo. Al final de la guerra volvió a su trabajo universitario y
publicó “La cuestión de la culpabilidad alemana”. En 1948 se trasladó a la Universidad
de Basilea, Suiza, donde trabajó como docente, sostuvo su reconocimiento como
filósofo y falleció el 26 de febrero de 1969.
No obstante su fugaz permanencia en el terreno de la psiquiatría, el cometa Jaspers
dejó una estela que gravitó sobre sus colegas de la llamada Escuela de Heidelberg
(Wilmanns, Hans W. Gruhle, Carl Schneider, W.Mayer-Gross, Kurt Schneider etc.) y, a
través de ellos, en la psiquiatría europea y mundial. También perduró su obra, valiosa
en tanto tuvo como punto de partida su motivación personal por mejorar el modo en
que los médicos de su época abordaban el campo de las perturbaciones mentales.
Trató de despejar, en el ruidoso “palabrerío psicopatológico...lo que se sabe y lo que
no se sabe, en qué sentido y dentro de qué límites se sabe algo”. Lo hizo con rigor
metodológico desarrollando instrumentos conceptuales que le permitieron organizar y
“dar sentido” a los datos aislados de la observación. Puso énfasis en el registro de
datos biográficos y en el modo de relación de cada paciente con sus síntomas y en el
singular sentido que les daba en el contexto de un particular desarrollo histórico-vital.
Su método funcionaba como un gran cedazo que separaba los cuadros clínicos en dos
grandes grupos:
1-
Las perturbaciones cuyo desarrollo es perfectamente comprensible. Se
trata primero de las “reacciones verdaderas, cuyo contenido está en relación
comprensible con el acontecimiento original, que no se hubieran nacido sin este
acontecimiento y cuya evolución depende del acontecimiento y de su relación con él”.
Hemos visto – dice Paul Bercherie – en los trabajos de la corriente psicodinamista
numerosos ejemplos de esta patología ( psicosis de los prisioneros, perturbaciones
histéricas, neurosis de combate, psicosis sensitivas, patología de guerra o traumática)
. Se incluyen, además, ciertos desarrollos de personalidades patológicas y la paranoia
de Kraepelin.
2-
Las perturbaciones psicopatológicas cuyo desarrollo no es comprensible
que se caracterizan por romper más o menos brutalmente el desarrollo comprensivo
de la vida mental, introduciendo “un cambio psíquico totalmente nuevo”. (3)
Este es un grupo bastante amplio dentro del cual Jaspers incluye, entre otros, un tipo
de perturbación que me interesa particularmente en relación al desarrollo histórico de
conceptos como la manía y la melancolía, y en el que he venido avanzando desde los
antiguos griegos y romanos, siguiendo por el rescate del la obra del árabe Ibn Amran
por Constantino el Africano, la historia clínica en la que el Dr. Andrés Piquer
documentara la enfermedad del rey Fernando VI, la disputa entre los franceses Falret
y Baillarguer por la paternidad de la entidad clínica que uno llamó “locura circular” y el
otro “Locura a doble forma”, Emil Kraepelin y su propuesta de la locura maníacodepresiva, entre otros. Arribo ahora a la Psicopatología General de Karl Jaspers, obra
en la que podemos situar la problemática en cuestión dentro del grupo de los llamados
“ciclos de evolución típicos”, que se presentan bajo el modo de fases o sea “alteración
de la vida psíquica, ya sea puramente endógena, ya sea determinada por una
influencia accidental, que luego pueden durar semanas, meses o años y desaparecer
de manera que el estado anterior se restablezca”. Jaspers marca la diferencia entre
este modo de presentación “cíclica”, sin evolución deficitaria, en las que el estado
anterior a la perturbación se restablece ( esto es lo propio de la fase) y un modo
particular de proceso psíquico, más duradero, que cursa con “una alteración marcada
de la personalidad”, a menudo bajo la forma de un defecto, de un deterioro de la
misma, de un no retorno al estado previo a la enfermedad (esto es lo propio del brote),
que se corresponde con el grupo de las esquizofrenias de Bleuler. En cierto modo la
agrupación que hace, según su propio método, es solidaria con la nosografía
kraepeliniana y esto parece abonar el terreno de algunas de las críticas que recibiera.
A lo que es comprensible y lo que no, a la oposición de formas entre la fase y el brote,
agrego otros dos conceptos fundamentales en la obra de Jaspers: proceso y
desarrollo.
El Dr. Alonso-Fernández dice al respecto: “ El problema proceso-desarrollo, en cierto
sentido, viene a ser la versión psicopatológica del problema cuerpo-alma. La
denominación de proceso es aplicada a ciertas alteraciones psíquicas producidas por
enfermedades corporales conocidas o postuladas. La entidad llamada desarrollo
abarca, además de la línea evolutiva de la personalidad normal, las anomalías
psíquicas independientes de cualquier clase de somatosis”. (4)
Este enfoque , propio del primer momento en la obra de Jaspers(1910-1913) que
plantea, por un lado, el proceso como irrupción de la vida psíquica, como lo
incomprensible; y por otro, el desarrollo como conservación de la continuidad de la
línea histórico-vital, lo psicológicamente comprensible, y las presenta como entidades
incompatibles , como todo enfoque dualista comenzó a hacer agua ante ciertas
instancias de la clínica.
Esto le exigió a Jaspers la revisión de sus planteos iniciales. Sobre este punto en
particular, el Dr. Alonso-Fernández comenta: “Aunque Jaspers (1953) continúa
manteniéndose firme a la aceptación de la alternativa proceso o desarrollo, reconoce
explícitamente la existencia de cierto tipo de enfermos que no permiten tomar una
decisión diagnóstica. Enumera entre ellos las escasos paranoias legítimas, la neurosis
obsesiva progresiva y ciertas psicosis atípicas a base de interceptaciones y
negativismo” (5) Podríamos agregar a la lista muchos otros cuadros, como por ejemplo
las toxicomanías, que muchas veces debutan como desarrollos anómalos de la
personalidad, y que con el consumo crónico advienen verdaderos procesos orgánicos.
En una psiquiatría que parece signada por cierta ahistoricidad, demasiado
concentrada en su apasionado romance con la farmacología y las neuro-imágenes, de
tanto en tanto aparecen destellos, espasmos de interés por los aportes de los clásicos.
Para esos momentos, la obra de Karl Jaspers aguarda, como el agua de un manantial
generoso que espera ser bebida.
(1)El abordaje clínico en psiquiatría. Bajo la dirección de Pierre Pichot y Werner Rein.
Tomo 1. Editorial Polemos.
(2)Clasificación de las Psicosis Endógenas y su Etiología Diferenciada. Karl Leonhard.
Editorial Polemos.
(3) Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del saber psiquiátrico. Paul
Bercherie. Editorial Manantial.
(4) (5) Fundamentos de la psiquiatría actual. Prof. Dr. Francisco Alonso-Fernández.
Editorial Paz Montalvo.
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