COORDINACIÓN EDITORIAL CUERPO ACADÉMICO DE NUTRICIÓN CLÍNICA MSP. Hilda Irene Novelo Huerta ENC. María del Carmen Mata Obregón MSP. Alpha Berenice Medellín Guerrero Dr. en Med. Gerardo Garza Sepúlveda Dra. en C. María de Jesús Ibarra Salas Dr. Erik Ramírez López Dra. Aurora de Jesús Garza Juárez ESPECIALIDAD EN NUTRIOLOGÍA CLÍNICA ENC. María del Carmen Mata Obregón, ED ÁREA DE FORMACIÓN EN NUTRICIÓN CLÍNICA SALUD – ENFERMEDAD ENC. Leticia Márquez Zamora ENC. Maria Alejandra Sánchez Peña, NC COLEGIO MEXICANO DE NUTRIÓLOGOS A.C. CAPÍTULO NUEVO LEÓN ENC. José Angel Torres Treviño, NC CONTENIDO FUNDAMENTOS DEL GASTO ENERGÉTICO ....................................................... 1 Introducción ......................................................................................................... 1 Gasto energético basal ........................................................................................ 2 Gasto energético en reposo ................................................................................. 2 Métodos para determinar el Gasto Energético ..................................................... 2 Principios de la Calorimetría Indirecta (CI) ........................................................... 2 Termogénesis ...................................................................................................... 4 Factores que influencian el GE ............................................................................ 4 Conclusión ........................................................................................................... 5 Referencias bibliográficas .................................................................................... 5 COMPARACIÓN DE 3 ECUACIONES PARA ESTIMAR EL GASTO ENERGÉTICO EN REPOSO VS CALORIMETRÍA INDIRECTA EN ESCOLARES CON OBESIDAD ................................................................................................................................ 7 Introducción ......................................................................................................... 7 Metodología ......................................................................................................... 7 Resultados ........................................................................................................... 8 Conclusión ........................................................................................................... 9 Referencias bibliográficas .................................................................................... 9 REQUERIMINETO ENERGÉTICO EN PACIENTES CON TRASPLANTE DE ÓRGANOS ............................................................................................................ 10 Valoración y tratamiento nutricionales ............................................................... 10 Pre trasplante ..................................................................................................... 10 Periodo pos trasplante inmediato ....................................................................... 11 Periodo pos trasplante tardío ............................................................................. 11 Dieta de baja carga bacteriana .......................................................................... 12 Requerimiento energético en el trasplante renal ................................................ 13 Periodo pos trasplante inmediato y tardío .......................................................... 14 Requerimiento energético en el trasplante hepático .......................................... 15 Requerimiento energético en el trasplante de médula ósea .............................. 16 Conclusión ......................................................................................................... 18 Referencias bibliográficas .................................................................................. 19 ESTIMACIÓN DEL GASTO ENERGÉTICO PARA EL ADULTO MAYOR ............ 20 Introducción ....................................................................................................... 20 Fórmulas para la estimación del gasto energético ............................................. 21 Harris-Benedict. (Tabla 2) ............................................................................... 21 FAO/WHO/UNU (Tabla 3)............................................................................... 22 Fredrix (Tabla 4) ............................................................................................. 23 Mifflin-St Jeor (Tabla 5)................................................................................... 23 Lührmann (Tabla 6). ....................................................................................... 24 Müller (Tabla 7). .............................................................................................. 24 Henry (Tabla 8) ............................................................................................... 25 Frankenfield (Tabla 9) ..................................................................................... 25 Conclusiones ..................................................................................................... 26 Referencias bibliográficas .................................................................................. 26 REQUERIMIENTO ENERGÉTICO EN PACIENTES EN ESTADO CRÍTICO ....... 27 Introducción ....................................................................................................... 27 Validación de ecuación predictiva. ..................................................................... 36 Conclusiones ..................................................................................................... 38 Referencias bibliográficas .................................................................................. 42 FUNDAMENTOS DEL GASTO ENERGÉTICO ME. Gabriela Quiroz Olguín N.C. Adscrita al Servicio de Nutriología Clínica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Introducción La energía que el cuerpo humano requiere para mantener sus funciones vitales es obtenida por la oxidación de los macro nutrimentos provenientes de los alimentos. (1) El gasto energético es considerado como un proceso de producción de energía proveniente de la combustión de sustratos (hidratos de carbono, lípidos, proteínas), en donde hay oxígeno consumido (O2) y producción de dióxido de carbono (CO2). Parte de esta energía química es perdida en forma de calor y orina, y la energía restante es almacenada en moléculas de alta energía conocida como adenosín trifosfato (ATP). (2) En las últimas décadas ha habido un creciente interés por estudiar el gasto energético (GE) en diferentes situaciones, como lo es el ejercicio, o en el ámbito hospitalario, para determinar el requerimiento energético de los pacientes críticamente enfermos que requieren nutrición parenteral o enteral, o en aquellos que se someten a procesos reductivos de peso. Así mismo han aparecido diversas herramientas que nos ayudan a obtener estos datos. Entre los más usados se encuentran la calorimetría indirecta (CI) y las fórmulas de predicción; siendo estas últimas las más utilizadas debido a la disponibilidad y facilidad de uso. Sin embargo, para que una fórmula pueda ser precisa, es necesario considerar ciertos aspectos como los componentes del GE y las cosas que pueden modificar su precisión. El Gasto Energético Total (GET) representa la energía que el organismo consume; está constituido por la suma del gasto energético basal (GEB), también denominado la tasa metabólica basal (TMB), la termogénesis endógena (TE) y la actividad física (AF). (3) La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el GET como: “el nivel de energía necesario para mantener el equilibrio entre el consumo y el gasto energético, cuando el individuo presenta peso, composición corporal y actividad física compatibles con un buen estado de salud, debiéndose hacer ajustes para individuos con diferentes estados fisiológicos como crecimiento, gestación, lactancia y envejecimiento”. (4) 1 Gasto energético basal El Gasto Energético Basal (GEB) es la pérdida de calor o la fracción del gasto de energía total que se requiere para mantener los procesos vitales del cuerpo, como el metabolismo celular, la síntesis de proteínas, el equilibrio de iones, además de las actividades nerviosa, cardiovascular, respiratoria, digestiva, endócrina y la necesaria para el mantenimiento de la temperatura corporal. (5) El GEB contribuye del 60 al 70% del requerimiento de energía diaria para la mayoría de los individuos sedentarios y cerca del 50% para aquellos que son físicamente activos. (6) El GEB debe ser medido en condiciones ambientales estandarizadas como temperatura y humedad. El individuo debe de estar en completo reposo después de al menos 8 horas de sueño y después de 12 a 14 horas de ayuno nocturno. (7) Gasto energético en reposo El GEB es diferente al gasto energético en reposo (GER); este último se obtiene cuando la determinación se hace en reposo y en las condiciones descritas para el GEB pero no en ayuno, incluyendo por lo tanto la energía utilizada para el aprovechamiento biológico de los alimentos, además que el sujeto la mayoría de las veces se encuentra en estrés emocional. Estas mediciones, difieren en menos del 10% y ambos términos se tienden a utilizar indistintamente. En la actualidad se utiliza más la denominación del GER y habitualmente se determina por medio de ecuaciones predictivas. (8) Métodos para determinar el Gasto Energético Existen muchos métodos para medir el Gasto Energético (GE), muchos de ellos utilizados con fines de investigación por ser más caros y otros son más accesibles aunque poco precisos. Entre ellos se encuentran la calorimetría indirecta, el agua doblemente marcada y las fórmulas de predicción. Principios de la Calorimetría Indirecta (CI) Por CI se entiende el proceso de medición del gasto energético a partir de la cuantificación de los elementos del metabolismo de la combustión. La CI tuvo sus principios con las primeras discusiones sobre el intercambio de gases que inició Lavoisier y sus contemporáneos, quienes establecieron que el O2 y el CO2 eran gases importantes en el proceso de combustión y en el metabolismo de los animales y humanos. (9) Boyle inventó un aparato que producía vacío y con esto inició los primeros experimentos sobre la combustión y el metabolismo. Lavoisier en París estudiaba 2 la combustión y oxidación de metales. (8) El dio el nombre de oxígeno al material absorbido por el metal cuando se calentaba en aire. El término de caloría, se introdujo para describir el calor generado tras la combustión. Más tarde Lavoisier realizó más experimentos para describir como los animales tomaban O2 y generaban CO2 junto con la producción de calor. El calor producido fue medido por calorímetro de hielo y ayudó a establecer las bases de la calorimetría. (10) Todas las funciones biológicas requieren energía. Los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas contienen la energía que se utilizará para el trabajo biológico. Por ello se puede hablar, tanto de energía de los alimentos, como de energía utilizada en la realización de trabajo biológico. (11) La caloría se define como la cantidad de calor necesaria para aumentar en 1ºC la temperatura de 1 kg de agua desde 14.5 a 15.5 ºC. Para medir el valor energético de un nutrimento se puede usar un calorímetro. Para ello se quema el alimento en un recinto cerrado y se mide el calor liberado en dicha combustión. El calor liberado en la oxidación de un alimento se conoce como su calor de combustión, y representa el valor energético total de dicho alimento. El valor energético de las grasas varía algo en relación con su composición en ácidos grasos. El calor de combustión medio de un gramo de grasa al oxidarse, se considera como de 9.4 kcal. El calor de combustión de un hidrato de carbono también es variable, dependiendo de la distribuación de los átomos de la molécua. La glucosa tiene un calor de combustión de 3.74 y el almidón de 4.20 respectivamente. En general se usa el valor de 4.2 como el calor de combustión de un gramo de cualquier hidrato de carbono. La energía liberada durante la combustión de una proteína depende, sobre todo, de la proporción de nitrógeno contenida en dicha proteína. Muchas proteínas contienen aproximadamente un 16% de nitrógeno y un calor de combustión medio de 5.65 kcal/gr (proteína de huevo, carne, soja). El calor de combustión medio de un gramo de proteína se considera de 5.65 kcal/gr. El valor energético de un alimento en el organismo no es exactamente el mismo que su calor de combustión determinado por calorimetría. En el caso de las proteínas, el nitrógeno se combina con el hidrógeno para formar urea, que se elimina por la orina. Esta eliminación de hidrógeno representa una pérdida potencial de energía que disminuye el calor de combustión de la proteína en el cuerpo hasta 4.6 kcal/gr, en lugar de los 5.65 obtenidos en el calorímetro. En el caso de las grasas y los hidratos de carbono, el calor de combustión es muy similar al observado en el calorímetro. Otro aspecto a considerar en la determinación de la energía total obtenida de un aliemento, es la eficacia del proceso digestivo. El coeficiente de digestibilidad es la proporción de alimento ingerido que se utiliza para ser metabolizado por el 3 organismo. Los coeficientes de digestibilidad de los hidratos de carbono son de aproximadamente del 97%, los de las grasas del 95% y los de las proteínas del 92%. (12) Termogénesis La termogénesis obligatoria supone entre un 10 y 12% de la energía ingerida. Esta energía se utiliza para la absorción intestinal, las transformaciones bioquímicas y el acúmulo de nutrimentos. La termogénesis inducida por los alimentos, o terigénesis posprandial, se puede medir también mediante calorimetría indirecta. El primero en hablar de termogénesis inducida por la dieta fue Rubner, cuando decidió hacer calorimetrías a perros en ayuno, donde observó que el gasto energético medido de un perro era de 742 kcal. Al siguiente día le dio de comer y nuevamente tomó la calorimetría indirecta y observó que ahora el GE había cambiado y era de 1046 kcal, es decir una diferencia del 16% por lo que nuevamente lo puso en ayuno y observó un gasto similar al primero de 746 kcal. (13) Este experimento dio la pauta para introducir el concepto de termogénesis inducida por alimentos. Factores que influencian el GE El GER está determinado sobre todo por el peso corporal y es proporcional al tamaño corporal del individuo (talla), los individuos de mayor tamaño requieren mayor energía que los pequeños. (14) Con relación a la edad, el GER es mayor en niños que en adultos debido a sus requerimientos para el crecimiento. De forma evolutiva y expresada en función del peso corporal el GER es más alto en la vida prenatal, luego en los dos primeros años de vida y a partir de esa edad tiende a disminuir dado que la velocidad de crecimiento durante la edad escolar se lentifica. Posteriormente, se incrementa de nuevo durante a pubertad y a partir de los 30 años el GER disminuye un 0,4% anualmente, lo que está asociado con la reducción en la actividad metabólica de síntesis. También se han encontrado diferencias en el GER de acuerdo con el sexo, aún existen dudas sobre hasta qué punto éstas son debidas a la composición corporal o a influencias hormonales con independencia de la causa, pues está claro que el GER es mayor en hombres que en mujeres. Además, en mujeres fértiles se ha observado una variación de entre un 6 y 10% ocurrido a lo largo del ciclo menstrual. (15) La temperatura corporal es otro factor que se debe tener en cuenta, los humanos pasan significativamente más tiempo en la zona neutral térmica, por lo cual cuando se encuentran en temperaturas superiores o inferiores requieren de energía para mantener la temperatura corporal. En seres humanos se incrementa el GER de 7 a 17% en periodos de fiebre o a una temperatura corporal elevada. Por cada grado centígrado que aumente la temperatura central, la exposición al calor también disminuye la ingesta de alimentos, sin embargo no se ha demostrado que la 4 exposición crónica al calor cambie el balance de energía suficiente para influir en el peso corporal en los seres humanos. Así mismo cuando se encuentran expuestos al frío también aumenta el gasto energético. La exposición a 16º C es suficiente para aumentar el gasto de energía por aproximadamente 160 kilocalorías por día y la exposición también aumenta la ingesta de alimentos. (16) Conclusión El GE está influenciado por diversos factores como el peso, la edad, la talla y la temperatura corporal entre otras cosas. Existen muchos métodos que pueden ayudarnos a determinarlo, sin embargo dependerá de la disponibilidad de cada uno así como del costo o el grado de complejidad en el uso de cada uno de ellos. En la actualidad la calorimetría es el estándar de oro para la predicción del GE, sin embargo resulta un instrumento caro y poco disponible en el sector salud. Así mismo, se requiere de personal capacitado y calificado para realizar la prueba además de poder interpretarla correctamente. Debemos tomar en cuenta cada una de las variaciones que el GE tiene para poder tomar una cifra de manera correcta. El individualizar a nuestros pacientes hará que la decisión sobre que herramienta usar sea la más adecuada. El conocer el GE de un paciente nos servirá ante todo, para poder dar una correcta prescripción del tratamiento nutricional y así poder minimizar tanto la sobrealimentación como la subalimentación. Referencias bibliográficas (1) Diener JRC. Calorimetría Indireta. Rev Assoc Med Bras 1997; 43 (3): 245-53. (2) Labayen I, Lopes-Marqués J, Martinez JA. Métodos de medida del gasto energético. Nutr Clin 1997; 6 (16): 203. (3) Vargas M, Lancheros L, Barrera M. Gasto energético en reposo y composición corporal en adultos. 2011;59(1):43–58. (4) (WHO). WHO. Obesity: preventing and managing the global epidemic. 2000. (5) Guyton A, Hall J. Energética e metabolismo. In: Guyton A, Hall J, Eds. Tratado de fisiología médica. 10 ed: Editora ABPDEA 2002: 762- 8. (6) Oliveira FCE, Cruz ACM, Oliveira CG, Cruz ACRF, Nakajima VM, Bressan J. Gasto energético de adultos brasileños saludables: una comparación de métodos. Nutr Hosp 2008; 23 (6): 554-61. (7) Rodrigues AE, Marostegan PF, Mancini MC et al. Analise dataxa metabólica de repouso avaliada por calorimetria indireta em mulheres obesas com baixa e alta ingestão calórica. Arq Bras Endocrinol Metabol 2008; 52 (1): 76-84. (8) Vargas M., Op cit. (9) Simon Bursztein. Energy Metabolism. Indirect Calorimetry, and Nutrition. 1989. Williams & Wilkins USA (10) Holmes FL. Lavoisier and the chemistry of Life. Madison, The University of Wisconsin Press. 1985. (11) McArdle WD, Katch VL. Exercise physiology. Energy, nutrition and human performance. Philadelphia Lea and Febiger, 1991. 5 (12) Maffeis C, Schutz Y, Zoccante L, Miccolo R, Pinelli R. Meal-induced thermogenesis in lean and obese prepubertal children. Am J Clin Nutr. 1993;57:481-5 (13) Simon Bursztein, Op cit. (14) Heymsfield SB, Pietrobelli A. Body size and human energy requirements: Reduced mass-specific total energy expenditure in tall adults. Am J Hum Biol. 2010;22(3):301–9. (15) Chiquete E, Tolosa P. Conceptos tradicionales y emergentes sobre el balance energético. Rev Endocrinol y Nutr. 2013;21(2):59–68. (16) Dhurandhar EJ, Keith SW. The aetiology of obesity beyond eating more and exercising less. Best Pract Res Clin Gastroenterol. Elsevier Ltd; 2014 Aug;28(4):533–44. 6 COMPARACIÓN DE 3 ECUACIONES PARA ESTIMAR EL GASTO ENERGÉTICO EN REPOSO VS CALORIMETRÍA INDIRECTA EN ESCOLARES CON OBESIDAD LN Beatriz Ramírez Reséndez Estudiante de la Especialidad en Nutriología Clínica, Facultad de Salud Pública y Nutrición, Universidad Autónoma de Nuevo León. Introducción La obesidad infantil es un problema de salud pública en México que ha aumentado 7.4% durante los últimos siete años. (1) El gasto energético en reposo (GER) es la energía necesaria para mantener las funciones fisiológicas esenciales, es constante y característico para cada individuo, no modificándose salvo por alteración patológica. (2) Dentro de los métodos para evaluar el GER se encuentra la calorimetría indirecta (CI), método utilizado en el área clínica y considerada un estándar de oro. Diversas ecuaciones han sido propuestas a nivel internacional para la estimación del GER en niños, las cuales han sido validadas contra el GER medido por CI. Sin embargo, varían de acuerdo a edad, sexo, raza y composición corporal del grupo estudiado. (3) En este estudio se busca comparar ecuaciones de predicción para el GER con el obtenido por CI en escolares obesos. Metodología Estudio comparativo y descriptivo a conveniencia; bajo previo consentimiento donde se evaluaron escolares participantes en un campamento de verano para niños con sobrepeso y obesidad organizado por el gobierno estatal (SENL, SSNL) y la FASPYN de la UANL en Julio de 2014. Se realizó evaluación antropométrica de peso, masa grasa y masa libre de grasa por medio de bioimpedancia eléctrica y medición de estatura para obtener el IMC (kg/m2). El diagnóstico nutricional se obtuvo con base a tablas de la OMS 2007 (obesidad = +3 DE ó ≥ 97 percentil). La determinación del GER por CI se realizó en las instalaciones del campamento del Bioparque Estrella utilizando un calorímetro modelo Quark RMR® previamente calibrado. La medición se realizó por personal entrenado, en una habitación con condiciones adecuadas, el niño recostado en posición supina y posterior ayuno y 7 reposo de 14 horas. Se les colocó una mascarilla “Kanopi” para recolección de gases por un periodo entre 25 y 30 minutos. La creación de la base de datos y comparación de las fórmulas se realizó con el programa Windows-Excel® 2013 para su posterior análisis estadístico. El análisis estadístico se llevó a cabo con el software MedCalc®, versión 13.3 comparando las ecuaciones predictivas (Tverskaya, Schofield y Lazzer) contra el GER medido por CI. La equivalencia grupal entre el GER calculado por las ecuaciones y la CI se evaluó con el sesgo o media de las diferencias y un análisis de regresión simple donde la pendiente no fuera significativa (P> 0.05). Y la equivalencia individual se evaluó con un método no paramétrico sugerido por Bland y Altman 1999. Resultados Del total de los escolares analizados, 59% fueron niñas y 41% fueron niños, con un promedio de 9 ± 2 años de edad. De acuerdo con la clasificación del IMC, el 100% presentó obesidad. De las ecuaciones estudiadas, Schofield tuvo un promedio de las diferencias de 232 kcal (p<0.0001), Tverskaya 89 kcal (p<0.0028) y Lazzer 251 kcal (p<0.0001). Todas las ecuaciones sobreestiman significativamente el GER comparado con CI y en ninguna se encontró error proporcional. Los límites de concordancia para el rango de diferencias en kcal fueron: Schofield (660,-195), Tverskaya (443,-264) y Lazzer (624,-121). El promedio de kcal por calorimetría indirecta y estimada por cada una de las ecuaciones es la siguiente: calorimetría indirecta (1321±172), Schofield (1553±242), Tverskaya (1411±203) y Lazzer (1572±217). Todas las ecuaciones sobreestiman sistemáticamente. Para confirmar el uso individual entre el GER calculado con las ecuaciones predictivas y la CI se utilizaron valores en calorías que representan los cambios mínimos del GER por cada grupo de edad entre los 6 y 12 años de acuerdo a la OMS del 2001. En 1 de cada 3 pacientes las ecuaciones estiman el GER comparado con la calorimetría por debajo de las 100 kcal de diferencia, en los valores por debajo de 125, 150 y 175 kcal la ecuación que más porcentaje tiene es la de Tverskaya. El 90% de los casos que se comparó con la ecuación de Tverskaya cae por debajo de las 300 kcal, comparado con las ecuaciones de Schofield y Lazzer el 50% de los niños presenta diferencia en cuanto a kcal por debajo de 300. 8 Conclusión Con base en los resultados obtenidos, en cuanto a la evaluación grupal se concluye que las tres ecuaciones de predicción sobreestiman significativamente el GER comparado con CI y ninguna presentó error proporcional. A nivel individual, los límites de concordancia resultantes mostraron variaciones entre 660 y -264 kcal, sólo la ecuación de Tverskaya presentó al 90% de los casos con una diferencia por debajo de 300 kcal respecto a CI. La ecuación de Tverskaya fue la que presentó menor error sistemático comparado con CI, sin embargo ésta se recomienda únicamente a nivel poblacional ya que su exactitud es buena a nivel grupal pero no a nivel individual. Ninguna de las ecuaciones se recomienda en pacientes institucionalizados ya que su uso resultaría cuestionable dado los límites de concordancia. Es importante realizar estudios con un tamaño de muestra suficiente para confirmar el uso de estas ecuaciones de predicción en esta población. Referencias bibliográficas (1) Olaiz G, Rivera J, Shamah T, Rojas R, Villalpando S, Hernández M, Sepúlveda J. 2006. Encuesta Nacional de Salud y Nutrición. Instituto Nacional de Salud Pública. Cuernavaca, México. (2) M. Alonso Franch, Mª.P. Redondo del Río, J. Torrecilla Cañas, Mª.J. Castro Alija, F. Conde Redondo, D. Redondo Merinero, Mª.J. Martínez Sopena. 2006. Dificultades de la estimación del gasto energético en la población infantil. BOL PEDIATR, VOL. 46 Nº 195. 74-108. (3) Margie Balas-Nakash, Angélica Villanueva-Quintana, Felipe Vadillo-Ortega, Otilia PerichartPerera. 2008. Validación del uso de fórmulas para estimar el gasto energético en reposo en niños mexicanos de 9 a 12 años de edad con y sin obesidad. Revista de Investigación Clínica/Vol. 60, Núm.5/Septiembre-Octubre, 2008 / pp 395- 402 9 REQUERIMINETO ENERGÉTICO EN PACIENTES CON TRASPLANTE DE ÓRGANOS E.N. LN. Enedelia Montes de Oca Leal Tutor de la Especialidad en Nutriología Clínica, Facultad de Salud Pública y Nutrición, UANL. Instituto Mexicano del Seguro Social # 25, Monterrey, N.L. Introducción El trasplante de órganos y tejidos sanos para sustituir a sus equivalentes enfermos se ha convertido en un tratamiento cada vez más eficaz y frecuente. El avance en nuestro conocimiento sobre inmunosupresión ha reducido considerablemente el rechazo de los trasplantes. Trasplante Alogénico (de una persona a otra), autólogo (dentro de la misma persona) o incluso Xenogénico (de un animal a una persona), los receptores de trasplantes compartan problemas nutricionales comunes. La administración de un tratamiento nutricional óptimo antes de la realización del trasplante e inmediatamente después del mismo, seguido de un buen control nutricional a largo plazo, conseguir que se reduzcan las complicaciones y que mejore la morbilidad de los pacientes. Valoración y tratamiento nutricionales En el paciente trasplantado se consideran tres fases: 1) Pretrasplante 2) Período pos trasplante inmediato (aproximadamente dos meses), y 3) Periodo post trasplante tardío. Pre trasplante Estado nutricional del paciente que puede afectar considerablemente el resultado quirúrgico, el tiempo de estancia hospitalaria, la morbilidad y la mortalidad. El Especialista en nutrición deberá llevar a cabo una valoración nutricional previa al trasplante. El objetivo del tratamiento nutricional durante esta fase consiste en hacer óptimo el aporte de nutrientes respetando cualquier modificación dietética necesaria. En aquellos pacientes que se someten al trasplante hepático, se han empleado dietas de baja carga bacteriana acompañadas de antibióticos profilácticos por vía oral, con el fin de reducir la incidencia de infecciones. El control, la revaluación y el apoyo nutricional por vía enteral aseguran una ingesta adecuada en el tratamiento de estos pacientes. 10 Periodo pos trasplante inmediato Las necesidades nutricionales dependen del estado nutricio previo al trasplante del grado de hipermetabolismo y/o hipercatabolismo y de la función del aloinjerto. En pacientes sépticos o sometidos a algún estrés puede ser difícil determinar sus necesidades energéticas. En pacientes con dependencia de ventilador, infecciones, trastornos de la fusión gastrointestinal, ingesta oral insuficiente o interrupciones frecuentes de la ingesta, pueden requerir alimentación por vía enteral o parenteral. El tratamiento inmunosupresor impide el rechazado del órgano o tejido trasplantado. Dado que el sistema inmune es responsable de combatir las infecciones, es preciso establecer un equilibrio entre la evitación del rechazo y la lucha contra la infección. Aunque pueden emplearse diversos fármacos para suprimir la respuesta inmune, la combinación de ciclosporina, azatioprina y prednizona constituyen un régimen de uso frecuente. El paciente debe consumir dichos medicamentos de forma indefinida. Estos fármacos se asocian a un conjunto de efectos colaterales relacionados con la nutrición, con frecuencia se indica una dieta baja en carga bacteriana, con la finalidad de reducir al mínimo el riesgo de intoxicación alimentaria. Debe llevarse a acabo de forma rutinaria el control de las interacciones entre el fármaco y nutrientes. La dieta puede ajustarse a demanda para prevenir problemas nutricionales y satisfacer las necesidades inmediatas a largo plazo. Periodo pos trasplante tardío El incremento excesivo de peso durante el primer año de un trasplante constituye un problema nutricional frecuente. Este incremento de peso contribuye a un aumento del apetito debido al tratamiento con corticoides. Entre los factores coadyuvantes se incluye la falta de ejercicio, aumento de la absorción de nutrientes, ingesta de dieta variada, tras un régimen pretrasplante altamente restringido. Aquellos pacientes cuyo peso es inferior al ideal en el momento del trasplante precisa normalizarlo, deben evitar el incremento excesivo de peso para reducir al mínimo la hiperlipidemia, la hipertensión, y la diabetes como consecuencia de los corticoides. Dado el efecto catabólico del estrés y de la medicación postrasplante se recomienda una ingesta adecuada de proteínas para evitar la reducción de sus reservas proteicas. Se recomienda la ingesta de grasa menor al 30% del total de kilocalorías, las grasas saturadas menos del 10% de dicho total, y 300 mg de colesterol al día con el fin de controlar los efectos lipemientas de los corticoides. Se aconseja una dieta sin sal añadida, si persiste o aparece hipertensión o retención de líquidos, se indicará una mayor reducción en la ingesta de sodio. 11 En el resto de los nutrientes se limitan los carbohidratos simples para facilitar el control de peso y la hiperlipidemia. Se recomienda una dieta con elevado contenido en fibra soluble. Las necesidades de electrolitos, como potasio, fósforo y calcio, varían con la función del órgano y los efectos colaterales de la medicación, se recomienda el control rutinario de los niveles séricos postrasplante. El especialista deberá proporcionar una educación nutricional adecuada a los pacientes y sus familiares. Dieta de baja carga bacteriana Son diversos los tipos de dieta de baja carga bacteriana empleados, como medida de prevención de la infección en el paciente trasplantado dichas dietas varían según el tipo de trasplante, y se ajustan a tres principios generales: Evitar alimentos que puedan contener bacterias gramnegativas y algunas levaduras. Practicar técnicas seguras de manipulación y preparación de alimentos para evitar la contaminación. Evitar alimentos contaminados con microorganismos, como los huevos crudos, la carne poco cocida, el pescado, el marisco y la leche no pasteurizada. Las dietas son similares a las hospitalarias en general, no carecen de nutrientes, con aportes dietéticos recomendados por la ADR. Las infecciones son una causa fundamental de mortalidad y morbilidad en los receptores de trasplante. El tratamiento dietético se emplea con frecuencia en la descontaminación intestinal, la antibioterapia y/o el control ambiental para prevenir las infecciones. El objetivo de estas dietas consiste en reducir al mínimo la incidencia de infecciones evitando alimentos asociados con elevado contenido de bacterias gramnegativas y enfermedades de origen alimentario. La prescripción dietética debe iniciar con alimentos sin frutas ni verduras frescas, sin pimienta o bolsitas de hierbas, restricción de sodio, el especialista determina el nivel calórico adecuado y las características de la dieta a partir de la valoración nutricional, la tolerancia del paciente y la consulta con el médico. 12 Grupo de Alimentos Dietas de Baja Carga Bacteriana. Alimentos que deben evitarse. Tipo de Trasplante Órganos Torácicos Cualquier tipo poco cocido Medula Ósea☼ Hígado ┼ Cualquier tipo poco cocido Grasas Leche Almidón Verduras - Fruta - Todas las verduras crudas (incluyendo ensaladas y aderezos) Todas las frutas frescas Cualquier tipo poco cocido; todos los derivados del queso y el requesón Todas las verduras crudas (incluyendo ensaladas y aderezos) Fruta fresca con piel comestible (p. ej., uvas, cerezas, bayas) - Carnes y Huevos Bebidas Condimentos especias / Pimienta, bolsitas de hierbas secas - Páncreas Riñón ≡ Cualquier tipo poco cocido; todos los derivados del queso y el requesón. Todas las verduras crudas (incluyendo ensaladas y aderezos) Fruta fresca con piel comestible (p. ej., uvas, cerezas, bayas) - ☼ Debe seguirse siempre que el recuento de neutrofilos sea <0.5 x 109 x 1 ┼ Debe seguirse durante un mínimo de 21 días siguientes a la realización de un trasplante hepático ortopico y siempre que se ingiera alguna solución descontaminante intestinal selectiva por vía oral. ≡ Debe seguir solo tas trasplante pancreatorrenal y siempre que se tome una solución descontaminante intestinal selectiva por vía oral. £ Se admite la ingesta de las frutas frescas que puedan pelarse y lavarse de forma razonable (p.ej. manzanas, naranjas, plátanos, pomelos, peras, melón, piña, melocotón, nectarinas, kiwi). Requerimiento energético en el trasplante renal El trasplante de este órgano solido se lleva a cabo con mayor frecuencia, tratamiento aceptado por muchos pacientes con enfermedad renal terminal, entre las enfermedades de mayor frecuencia que producen una insuficiencia renal crónica irreversible, como la glumeronefritis, la pielonefritis crónica, oliquistosis renal, la nefropatía diabética y la nefroesclerosis hipertensiva. El trasplante renal se considera un procedimiento de alto riesgo en individuos diabéticos u obesos. La realización de la valoración nutricional adecuada, el peso corporal y las mediciones antropométricas se ven afectadas por el edema y el tratamiento diurético. Las técnicas empleadas para valorar el estado proteico (balance de nitrógeno, albúmina, transferrina) se ven disminuidas en pacientes con enfermedad renal y pueden afectar los niveles de hidratación, las reservas de hierro o posibles infecciones. 13 La historia exhaustiva sobre nutrición (incluyendo ingesta y restricción de nutrientes, suplementos de vitaminas y minerales, cambios de peso relativos en relación con el adelgazamiento, el apetito y la intolerancia alimentaria), se lleva acabo de forma rutinaria la intervención dietética adecuada, contribuye a desacelerar el deterioro de la función renal y reduce al mínimo los riesgos nutricionales del trasplante. Se aconseja al paciente disminuir en su dieta proteínas y sodio, también limitar la ingesta de potasio y/o la de fósforo, a medida que el paciente presenta nefropatía terminal (insuficiencia renal crónica, síndrome nefrótico, diálisis peritoneal y hemodiálisis). Periodo pos trasplante inmediato y tardío Kilocalorías ☼ Proteínas Sodio Potasio Calcio Colesterol Grasa Hidratos de carbono simples Fibra Alcohol Cuidados Nutricionales en Trasplante Renal Periodo de postrasplante Periodo de postrasplante inmediato * tardío Harris-Benedict basal + 30% Harris-Benedict basal + 1020% (para evitar incremento excesivo de peso) 1.3-1.5 g/kg/día 1 g/kg/día 90-135 g/kg/día Sin sal añadida 90 mEq si existe hipertensión Sin Restricción Igual 70 mEq/día en caso de hipercaliemia 1.200 mg/día Igual Igual ≤300 mg/dia 30% de Kilocalorías; Igual importancia de grasa no saturada Limitar Igual Subrayar importancia Evitar Igual Igual ☼ Aproximadamente los primeros dos meses tras el trasplante £ La ecuación de Harris - Benedict y las necesidades proteicas se basan en el peso real (seco). 14 Requerimiento energético en el trasplante hepático Se considera una modalidad terapéutica adecuada. Existen cuatro criterios fundamentales que deben cumplir los candidatos al trasplante hepático: Hepatopatía progresiva irreversible Inexistencia o Ineficacia de tratamientos alternativos útiles Ausencia de contra indicaciones absolutas Aceptación del trasplante por parte del paciente y su familia Hepatopatías Candidatas a Trasplante Genéticas Enfermedad de Wilson Síndrome de Crigler-Najiar, Tipo1 Protoporfiria Alfa- antitripsina Hepatopatías metabólicas Atresia biliar extra hepática Cáncer Hepatobiliar Hepatopatía parenquimatosa crónica Síndrome de Budd-Chiari Hepatitis crónica activa y cirrosis Cirrosis biliar primaria Colangitis esclerosarte Hepatopatía Alcohólica Proceso hepático fulminante (agudo) Viral Farmacológico Enfermedad de Wilson La mayoría de los pacientes con hepatopatías crónicas terminales, que requieren trasplante muestran algún signo de mal nutrición. La valoración nutricional de estos pacientes resulta difícil debido a los efectos de la hepatopatía crónica que no se separan de la malnutrición, su valoración nutricia previa al trasplante debe consistir en una combinación de pruebas habituales de laboratorio y determinaciones antropométricas junto con parámetros subjetivos como el aspecto, historia nutricional y peso, el grado de ascitis o edema. 15 Cuidado Nutricional en el Trasplante Hepático Pretrasplante Periodo de Periodo de postrasplante Postrasplante inmediato * Tardío Kilocalorías Basal + 20% Basal +15-20% Basal 10-20% para mantener el peso deseable Proteínas 1 g/kg/día (reducir la 1,2-1,75 g/kg/día 1 g/kg/día necesidad de restricción) Grasa A demanda 30% de kilocalorías 30% de Kilocalorías bajo en grasas saturadas Hidratos de carbono A demanda 50-60% de Reducir la ingesta de kilocalorías azucares simples Sodio 90 mEq o menos 90-180 mEq 90-135 mEq Líquidos 1.000-1.500 ml A demanda A demanda Calcio 800-1.200 mg 800-1.200 mg 1.200-1.500 mg Vitaminas/otros Hasta satisfacer ADR Hasta satisfacer ADR Hasta satisfacer ADR minerales Forma hidrosoluble de vitaminas A, D, y E Dieta de baja carga Durante la activación Durante un mínimo de Según indicación bacteriana 21 días * Aproximadamente los primeros dos mese después del trasplante La ecuación de Harris-Benedict y las necesidades proteicas se basan en el peso corporal ideal del periodo previo al trasplante y del periodo inmediatamente siguiente al mismo, así como en el peso real (seco) durante el periodo postrasplante tardío. Requerimiento energético en el trasplante de médula ósea Constituye el tratamiento de algunas enfermedades hematológicas como la anemia aplasia, la leucemia aguda, algunas formas de linfomas y algunos tumores sólidos como el cáncer de mama. Resulta crítico para el éxito del trasplante la existencia de un donante histocompatible. El mayor grado de semejanza de antígenos de histocompatibilidad se produce entre gemelos genéticamente idénticos (Alogénico). En algunos casos se aspira la propia médula ósea del paciente para inyectarla posteriormente (autólogo). Antes del trasplante los pacientes se encuentran generalmente en un estado de nutrición adecuado. En el momento del ingreso hospitalario los pacientes son sometidos a valoración dietética, que incluye preferencias y gustos alimentarios que nos sirven de referencia durante la fase postrasplante correspondiente al reinicio de la alimentación oral. La fase de asesoramiento pretrasplante incluye información sobre alimentos y servicios nutricionales, evitar frutas y verduras frescas debido a su contenido bacteriano, comentar posibles efectos colaterales de la medicación entre la preparación “quimioterapia y radiación”. 16 Antes del trasplante, se administra al paciente quimioterapia a altas dosis durante varios días, con el fin de erradicar hasta donde sea posible la leucemia o linfoma y prevenir posibles rechazos del injerto y/o caídas. Entre las consecuencias nutricionales en la fase de acondicionamiento se pueden incluir náuseas, vómito, mucositis, esofagitis, xerostomía, saliva espesa y viscosa, disguesia, anorexia, sensación de saciedad precoz, diarrea y esteatorrea. La duración e intensidad de estos síntomas y el estrés por el tratamiento provoca en los casos cierto grado de malnutrición proteico calórica. Las diversas estrategias terapéuticas planeadas para tratar estos problemas constituyen un objetivo fundamental en los cuidados nutricionales durante la fase postrasplante. Otras consecuencias de la fase de preparación es la alteración de la función inmune y la reducción de la capacidad del organismo del paciente de luchar contra patógenos bacterianos y micóticos por lo tanto se indica una dieta de baja carga bacteriana. Estos pacientes de TMO con frecuencia son incapaces de mantener una ingesta oral adecuada debido a ulceraciones de la mucosa y anorexia inducidos por el programa de preparación de trasplante, infecciones o enfermedades de injerto contra el huésped. Cuidados Nutricionales en Caso de Trasplante de Médula Ósea Periodo pretrasplante Periodo postrasplante Periodo postrasplante (incluye fase de inmediato* tardío preparación) Kilocalorías Basal +10-20% Basal + 20% Basal + 10-15% Proteínas 1 g/kg/día 1,2-1,5 g/kg/día 1 g/kg/día Grasa A demanda A demanda A demanda Hidratos de carbono / A demanda A demanda A demanda fibra Sodio A demanda A demanda A demanda Líquidos A demanda A demanda A demanda Calcio 800-1.200 mg/día 800-1.200 mg/día 800-1.200 mg/día Vitaminas/otros Hasta satisfacer ADR Hasta satisfacer ADR Hasta satisfacer ADR minerales Dieta de baja carga Durante fase de En caso de En caso de bacteriana preparación neutropenia neutropenia *Aproximadamente los dos primeros meses tras el trasplante £ La ecuación de Harris-Benedict y las necesidades proteicas se basan en el peso real (seco) 17 Tratamiento dietético de la enfermedad de injerto contra huésped Etapa 1 Reposo intestinal y dieta absoluta hasta que el volumen de heces sea inferior a 500 ml/día durante dos o más días. Se administra NPC Etapa 2 Introducción de bebidas de bajo contenido en residuo y lactosa (preferiblemente isosmóticas) en comidas frecuentes y poco copiosas. Cuando mejoran los síntomas, pasa a Etapa # 3. Se administra NPC para cumplir los objetivos de nutrientes y kilocalorías. Etapa 3 Introducción de alimentos sólidos con bajo contenido en residuo, lactosa y grasa (aproximadamente 30 g de grasa al día) y que carecen de irritantes gástricos. Estos alimentos deben consumirse según tolerancia. Es necesario introducirlos con lentitud, de uno en uno y en comidas frecuentes y poco copiosas. Etapa 4 Liberalizar gradualmente las restricciones dietéticas anteriores hasta que se tolere de forma asintomática la dieta normal. Conclusión La evolución y la educación nutricional son importantes en todas las fases, aun previamente al trasplante de órganos. La evaluación nutricional debe ser frecuente y el asesoramiento agresivo a fin de prevenir o tratar el aumento de peso, principalmente durante el primer año pos trasplante. La educación del paciente acerca de los potenciales efectos colaterales de los agentes inmunosupresores y de las posibles restricciones de la dieta debe iniciarse antes de la cirugía, siempre que resulte posible, o en el periodo pos trasplante inmediato, y conseguirse a largo plazo. Se requieren intervenciones nutricionales repetidas para facilitar la correlación de los hábitos alimentarios y el desarrollo de la disciplina de un estilo de vida productivo y saludable, para mejorar los trastornos metabólicos inducidos o influidos por la dieta. 18 Referencias bibliográficas (1) Ohara MM. Inmunosuppression in solid organ transplantation: a nutrition perpective. Top Clin Nutr 1992;7 (3): 6 - 1. (2) Wiesner RH, Hermans P, Rakela J, Washington J, Perkins J, DiCecco S, Krom RAF. 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Top Clin Nutr 1992;7(3):24-33 (9) Aker SN. Bone marrow transplantation: nutrition support and monitoring. In: Bloch SA, ed. Nutrition management of the cancer patient. Rockville MD: Aspen Pubs 1990:199-225 (10) Gauvreau Jm, Lenssen P, Cheney Cl, Aker SN, Hutchinson ML, Barale KV, Nutritional management of patients with intestinal graft-versus-host disease. J Am Diet Assoc 1981;79:673-677 19 ESTIMACIÓN DEL GASTO ENERGÉTICO PARA EL ADULTO MAYOR ENC. José Angel Torres Treviño, NC Profesor de la Especialidad en Nutriología Clínica, Facultad de Salud Pública y Nutrición, Universidad Autónoma de Nuevo León. Introducción En la historia del metabolismo energético, debemos reconocer al padre de la nutrición: el francés Antonio Laurent de Lavosier, quien en 1783, junto al marqués Pierre-Simon Laplace, llevaron a cabo los experimentos necesarios para sentar las bases de la calorimetría directa e indirecta, vigentes hasta la actualidad. En 1899 Adolph Magnus-Levy fue el primero en acuñar el término Grundumsatz, que en alemán significa: metabolismo basal, el término enfatizaba en la necesidad de cumplir con los siguientes requisitos: ausencia de actividad muscular, estado post-absortivo, mínima distracción emocional, desvelo, condición nutricional normal, ausencia de enfermedad o infección y ambiente térmico neutral, sin embargo tales requerimientos difícilmente se cumplían en la práctica, debido a que el término: ‘metabolismo basal’ se confundía con el nivel más bajo de gasto energético, lo cual, es incorrecto, pues durante el sueño y en estados de desnutrición, se observa un metabolismo menor que el basal, por ello, Krogh, en 1923, lo definió como: ‘metabolismo estándar’ detallando los criterios necesarios para la evaluación: 1) Con el sujeto descansado, acostado y despierto, 2) Con ayuno de 10-12 horas, 3) Temperatura ambiental de 22-26º C; y 4) Sin estrés emocional o familiar. Aunque se cuenta con registros históricos sobre los requerimientos de energía propuestos desde 1890 por Carl Voit, Atwater en 1895 y Graham Lusk en 1918, estos fueron realizados según la ingesta dietética de energía. Fue hasta 1957 en que la FAO publicó el documento: ‘Calorie requirements’, el cual utilizó por primera vez el término: ‘gasto energético’ para calcular el requerimiento de energía. El resultado del documento fue la formulación empírica de una ecuación simplificada en años posteriores, para la estimación de energía en ambos géneros. A continuación se muestra la fórmula (Tabla 1): Tabla 1: Fórmula FAO, 1957 Hombres = 815 + 36.6*PC Mujeres = 580 + 31.1*PC PC: Peso Corporal Desde 1981, en que el comité de expertos en requerimientos energéticos y proteicos de la FAO, OMS y la Universidad de las Naciones Unidas lanzaron la primer 20 publicación sobre este tema a nivel mundial, se han realizado diversas estimaciones en torno al requerimiento basal de energía en los diferentes grupos de edad (1). También existe el método del agua doblemente marcada, considerado el gold standard para la determinación del gasto energético y el cual es utilizado en humanos desde hace 30 años. Para determinar la producción de CO2 y el cociente respiratorio, el sujeto de estudio recibe una carga de dos isótopos estables: 2H y 18O, los cuales se combinan con los átomos de Hidrógeno y Oxígeno del cuerpo, al producirse energía, se libera CO2 y agua, excretados por exhalación, así como por fluidos corporales, como: saliva, orina y sudor, la pérdida de 2H y 18O, refleja el índice por medio del cual el CO2 es producido, lo que puede ser utilizado para estimar el gasto energético, utilizando la tasa de producción de CO2 y el cociente respiratorio (2). Fórmulas para la estimación del gasto energético A continuación se describe la metodología utilizada por los autores originales en la elaboración de las ecuaciones para estimar el gasto de energía en reposo o el requerimiento basal de energía. Los resultados están expresados en *Mega Joules, para realizar la conversión a calorías, se requiere multiplicarlo por un factor de 238.8 respectivamente. Harris-Benedict. James Arthur Harris y Francis Gano Benedict, en 1919 publicaron la gran obra: “A biometric study of basal metabolism in man” en el Laboratorio de Nutrición de la Carnegie Institution of Washington en Boston, EU, quienes junto a un equipo de colaboradores, elaboraron una ecuación para estimar el requerimiento energético, utilizando por primera vez los principios de la entonces novedosa Biometría, implementando la rigurosa metodología propuesta por Magnus-Levy y haciendo coeficientes de correlación parcial, se crearon estudios de calorimetría indirecta en 239 sujetos (136 hombres y 103 mujeres) de 21 a 70 años, en población normal, atletas y vegetarianos, concluyendo que el peso y la talla tienen una relación independiente en la estimación del Requerimiento Metabólico Basal (RMB) (3), más de 60 años después, Daly (1985) concluiría en su estudio lo que el propio Benedict habría aceptado años después de la publicación en 1919, la ecuación sobreestima de un 10 a un 15% el RMB, especialmente en mujeres jóvenes, aun así, se considera la fórmula más conocida y ampliamente utilizada a nivel mundial (4). Tabla 2. Fórmula Harris y Benedict, 1919 H= [66.473 + (13.752 x PC) + (5.003 x T) – (6.755 x E)] x 4.186 M= [655.096 + (9.563 x PC) + (1.850 x T) – (4.676 x E)] x 4.186 PC: Peso Corporal en kg, T: talla/estatura en cm, E: edad en años 21 FAO/WHO/UNU Los expertos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación, la Organización Mundial de la Salud y la Universidad de las Naciones Unidas, en el tema de requerimientos energético – proteicos, realizaron en 1981 una cumbre en Roma, Italia, en donde Durnin y su equipo plantearon los resultados de una revisión científica sobre la tasa metabólica en reposo (TMR) y datos antropométricos de 2,238 individuos, presentando tablas para estimar la TMR a partir del peso, edad y género, fue entonces cuando se delegó la tarea de ampliar la muestra para la obtención de ecuaciones predictivas, a Schofield y su equipo, concluyendo con una serie de ecuaciones predictivas para ambos sexos, por grupos de edad en años: 03, 3-10, 10-18, 18-30, 30-60; y >60, las cuales conformaron las ecuaciones oficiales del documento de la FAO/WHO/UNU de 1985: ‘Energy and Protein Requirements’, utilizando una muestra de 114 estudios publicados sobre la TMR con un total de 7,173 individuos (5), sin embargo, fue el propio reporte de la FAO/WHO/UNU el que reconoció una sobreestimación del 10-11% en la población asiática y de los trópicos, lo que posteriormente fue corroborado por distintos autores en Caucásica y Asiática, así como una sobreestimación del 7% en población de individuos afro-americanos de 8 a 17 años. Lo anterior está relacionado a la inclusión del 47% de la muestra de 3,388 individuos de nacionalidad italiana, quienes aparentemente tienen una mayor TMR por kilogramo de peso que los otros dos grupos étnicos mencionados, también fue debido a una inclusión de pocos pacientes asiáticos (322) y de los trópicos (615), esto fue reconocido por el propio Schofiled y se replantearon las ecuaciones, excluyendo a la población italiana, para la obtención de la TMR, aunque solo para la población de 18 a 30 años. Para población mayor de 60 años, se utilizó una muestra de 38 mujeres y 50 hombres, por lo que algunos autores han propuesto fórmulas alternas para la comparación y estimación de la TMR, debido al reporte de subestimación en éste grupo de edad, aun así, las ecuaciones de Schofield son ampliamente conocidas y utilizadas gracias a la aproximación para la estimación de la TMR (6). Tabla 3. Fórmula FAO/WHO/UNU, 1985 H= [(8.8 x PC) + (1128 x T) – 1071] x 4.186 M= [(9.2 x PC) + (637 x T) – 302] x 4.186 PC: Peso Corporal en kg, T: talla/estatura en cm. 22 Fredrix E. W. Fredrix, en 1990 publicó la primera ecuación específica para estimación del gasto energético en reposo (GER) en adultos mayores, en el Departamento de Biología Humana de la Universidad de Limburgo, en Maastricht, Holanda, junto a su equipo de colaboradores, identificaron que la población de adultos mayores en hospitales holandeses aumentaba, por lo que midieron el gasto energético en reposo de 40 adultos mayores sanos de 51 a 82 años, utilizando calorimetría indirecta con sistema de ventilación en campana, concluyendo que algunas ecuaciones comúnmente utilizadas, subestiman en 6% del GER en esta población, correlacionando significativamente el GER con la masa libre de grasa y el peso corporal. El análisis de regresión múltiple por pasos, mostró la mejor predicción del GER cuando se utilizaba la combinación de: peso corporal, sexo y edad, aun así, el resultado podría subestimarse o sobreestimarse en 225 calorías debido a la variación de parámetros entre pacientes, también midieron el gasto energético del sueño, concluyendo que era 7% más bajo que el GER (7). Tabla 4. Fórmula Fredrix, 1990 H= [1,641 + (10.7 x PC) – (9.0 x E) – 203] x 4.186 M= [1,641 + (10.7 x PC) – (9.0 x E) – 406] x 4.186 PC: Peso Corporal en kg, E: edad en años Mifflin-St Jeor Mark D. Mifflin, Sachiko St Jeor y colaboradores, publicaron en 1990 una ecuación para predecir el gasto energético en reposo (GER) en individuos sanos, utilizando la base de datos del estudio RENO Diet-Study, que involucró un seguimiento de 5 años en 498 pacientes de un estudio aprobado por el comité de ética de la Universidad de Nevada, Reno, EU. Los participantes fueron estratificados en 5 grupos de edad: 20-29, 30-39, 40-49, 50-59 y >60, excluyendo a los de bajo peso y obesidad mórbida seleccionando la muestra con 264 individuos de IMC normal y 234 con obesidad, en quienes se evaluó el GER por medio de calorimetría indirecta. La ecuación se obtuvo por medio de un análisis de regresión múltiple, utilizando el GER como variable fija y relacionándola con el peso, altura y edad en ambos sexos, se logró la mayor relación entre el GER y la masa libre de grasa, también se encontró una relación significativa con la fórmula de Harris-Benedict, concluyendo que dicha fórmula sobreestima en un 5% el GER en comparación con la presentada por los autores (8). Tabla 5. Fórmula Mifflin – St. Jeor, 1990 H= [(10 x PC) + (6.25 x T) – (5 x E) + 5] x 4.186 M= [(10 x PC) + (6.25 x T) – (5 x E) + 161] x 4.186 PC: Peso Corporal en kg, T: talla/estatura en cm, E: edad en años 23 Lührmann P.M. Lührmann y su equipo de colaboradores publicaron en 2002 una ecuación específica para la estimación de la Tasa Metabólica en Reposo (TMR) en la población de Adultos Mayores, trabajo realizado en el Instituto de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Giessen en Alemania. Se evaluó la TMR por medio de calorimetría indirecta, en una muestra de 179 pacientes femeninos y 107 masculinos de la población de Giessen, quienes contaban con al menos 60 años y no padecían disfunción tiroidea. Se realizó un análisis de regresión lineal múltiple, paso a paso para estimar los mejores indicadores de la TMR, considerando el peso corporal, talla, edad y sexo. Los resultados fueron comparados con los de las ecuaciones de la WHO de 1985 y se concluyó que no había diferencia significativa entre ambas ecuaciones para la población femenina, mientras que en la masculina, se encontró un volumen mayor de la TMR, que lo calculado por la fórmula de la WHO (9). Tabla 6. Fórmula Lührmann, 2002 H= 3,169 + [(50 x PC) – (15.3 x E)] + 746 M= 3,169 + [(50 x PC) – (15.3 x E)] PC: Peso Corporal en kg, E: edad en años. Müller Manfred J. Müller y sus colaboradores, publicaron en 2004, ecuaciones de referencia para la estimación del Gasto Energético en Reposo (GER) en el Instituto de Nutrición Humana y Ciencias de la Alimentación de la Universidad zu Kiel en Kiel, Alemania. Fue un estudio retrospectivo sobre el GER y la composición corporal de 2,528 individuos de 5 a 91 años, de 7 diferentes centros entre 1985 y 2002. Se hizo una regresión de multi-variables para la estimación del GER, las pruebas de asociación entre los resultados de las ecuaciones generadas, fueron comparadas con las ecuaciones de la WHO de 1985, concluyendo que éstas últimas, sobreestimaron el GER en la población estudiada (10). Tabla 7. Fórmula Müller, 2004 H= {[(0.047 x PC) – (0.01452 x E) + 3.21] + 1.009} * 238.8 M= {[(0.047 x PC) – (0.01452 x E)] + 3.21} * 238.8 PC: Peso Corporal en kg, E: edad en años. 24 Henry Henry publicó en 2005 nuevas ecuaciones para la estimación de la Tasa Metabólica Basal (TMB) en la Escuela de Ciencias Biológicas y Moleculares de la Universidad de Oxford Brookes, Reino Unido. Fue un estudio de revisión que incluyó una muestra final de 166 investigaciones publicadas sobre la TMB, con un total de 10,552 individuos, de la que se había excluido la población italiana y se incluía a 4,018 individuos de los trópicos. Los resultados en general mostraban valores más bajos que aquéllos mostrados por las ecuaciones de la FAO/WHO/UNU de 1985 (11). Tabla 8. Fórmula Henry, 2005 H= [(11.4 x PC) + (541 x T) – 256] x 4.186 M= [(8.52 x PC) + (421 x T) + 10.7] x 4.186 PC: Peso Corporal en kg, T: Talla en cm. Frankenfield David Frankenfield publicó en 2010 una validación de 2 ecuaciones para estimar la Tasa Metabólica en Reposo (TMR) para adultos mayores con obesidad y críticamente enfermos, en el Departamento de Nutrición Clínica del Centro Médico Milton S. Hershey, de la Universidad de Penn State, en Hershey, Pensilvania, EU de América. Estudio prospectivo de 50 pacientes con edad ≥ 60 años e Índice de Masa Corporal (IMC) ≥ 30 kg/m2, las mediciones se realizaron por medio de calorimetría indirecta y calculadas con un 95% de intervalo de confianza, utilizando la fórmula modificada de la Universidad de Penn State (PSU), a partir de la ecuación de Mifflin y comparándola con el método propuesto. En la muestra se reportaron pacientes con traumatismo, quirúrgicos y bajo cuidados médicos, en el 36% del total se encontraron febriles durante las 24 horas previas al estudio y se usaron inotrópicos en el 44% de los casos. No se encontró diferencia significativa entre los resultados de ambas fórmulas, sin embargo hubo un menor número de errores máximos en la ecuación propuesta, por lo que se reconoce una mayor exactitud en la misma y se sugiere su implementación en poblaciones con características similares a las presentadas en el estudio (12). Tabla 9. Fórmula Frankenfield, 2010 H= (PA x 0.96) + Tmax (167) + VE(31) – 6,212 PA: peso actual en kg, Tmax: Temperatura máxima en las últimas 24 horas (ºC). V E: minutos de ventilación (L/min). 25 Conclusiones Se sugiere el uso de las ecuaciones presentadas en población con características similares a las presentadas por cada autor. La fórmula de la FAO/OMS/UNU de 1985 subestima la TMR en población de adultos mayores, Harris y Benedict sobreestima de un 5 a un 15% el RMB, Mifflin continúa siendo la ecuación más precisa en adultos mayores con obesidad y Frankenfield está indicada en mayores de 60 años en unidades de terapia intensiva. Henry y Müller son las ecuaciones más cercanas a la TMR por la selección de la muestra y metodología utilizada. Referencias bibliográficas (1) Henry, C.J. (2005). Basal Metabolic Rate studies in humans: measurement and development of new equations. Public Health Nutr, 8(7A), 1133-52. (2) Weir, J.B. (1990). New methods for calculating metabolic rate with special reference to protein metabolism. Nutrition, 6(3), 213-21. (3) Harris J., & Benedict, F. (1919). Biometric study of basal metabolism in man. Washington DC: Carnegie Inst of Wash. (4) Henry, C.J. Op Cit. (5) FAO/WHO/UNU. (2005). Human energy requirements. Scientific background papers of the joint FAO/WHO/UNU expert consultation, Rome 17-24 October 2001. Public Health Nutr, 8, 929-1228. (6) Henry, C.J. Op Cit. (7) Fredrix, E.W., Soeters, P.B., Deerenberg, I.M., Kester, A.D., von Meyenfeldt, M.F. & Saris, W.H. (1990). Resting and sleeping energy expenditure in the elderly. Eur J Clin Nutr, 44(10), 741-7. 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Comparison of predictive equations for resting metabolic rate in healthy nonobese and obese adults: a systematic review. J Am Diet Assoc, 105(5), 775-89. 26 REQUERIMIENTO ENERGÉTICO EN PACIENTES EN ESTADO CRÍTICO Dra. María Dolores Flores Solís Tutora de la Especialidad en Nutriología Clínica, Facultad de Salud Pública y Nutrición, UANL. Jefe del Servicio de Nutrición Enteral y Parenteral Hospital General Dr. Miguel Silva, SS Michoacán Docente e Investigador de Tiempo Completo Facultad de Enfermería, U.M.S.N.H. Introducción La malnutrición en el paciente crítico es un problema común y su consecuencia más importante es el aumento en la morbilidad y mortalidad, la cual se ha asociado con una mayor incidencia de infecciones, retraso en los procesos de cicatrización de los tejidos, disminución en la funcionalidad muscular, aumento de la estancia hospitalaria y mayores costos en la atención. (1) Con el propósito de disminuir el riesgo de malnutrición en estos pacientes, el soporte nutricional (SN) es fundamental y debe ser parte de su manejo integral. En la unidad de cuidados intensivos (UCI), el Soporte Nutricional especializado debe estar a cargo del equipo multidisciplinario que implemente los protocolos desde la selección del paciente hasta el control ambulatorio. (2) La calorimetría Indirecta (CI), es el método considerado, en la clínica, como el “estándar de oro”, (3) para obtener los requerimientos energéticos de estos pacientes en estado crítico. Presenta varios problemas cuando se quiere una CI (equipamiento costoso, tiempo para realizar las mediciones, experiencia y falta de disponibilidad en la mayoría de las unidades) y no está disponible en todas las Unidades. Además, intenta predecir el gasto energético total a partir de mediciones entre 5 y 30 minutos, habiéndose demostrado variaciones del mismo de hasta el 20% a lo largo del día. De esta forma deberemos añadir un 15-20% al gasto energético en reposo para calcular el gasto energético total. Más exacto es mantener las mediciones durante 24 horas para conocer el gasto energético total por medio de CI. (4) La Calorimetría Indirecta (CI) es un método que permite estimar el gasto metabólico de forma indirecta mediante el estudio del intercambio gaseoso, midiendo el consumo de oxígeno (VO2) y la producción de CO2 (VCO2). Esta metodología puede ser de dos tipos: calorimetría indirecta circulatoria y calorimetría indirecta ventilatoria. La primera requiere de la determinación del oxígeno en la sangre arterial y venosa mixta, mediante la inserción de un catéter Swan-Ganz, mientras que en la segunda, el paciente requiere respirar aire a una concentración determinada, a través de una boquilla cerrando la nariz con una pinza, a través de una mascarilla, tubo orotraqueal/ traqueostomía o una caperuza, también llamado 27 canopy. Debido a que es menos invasiva, es más utilizada la ventilatoria, que a su vez se divide en circuitos abiertos (Deltatrac, MCOVX, bolsa Douglas) o cerrados (Body-Gem, MedGem), según la metodología del instrumento de medición. (5) El paciente en estado crítico presenta una enfermedad aguda o crónica reagudizada que provoca un daño que va desde la limitación funcional de uno o más órganos hasta la muerte. Los pacientes con lesiones graves como quemaduras, traumatismo, y los que tienen infección documentada (sepsis), presentan una sucesión de trastornos progresivos que se reflejan en anomalías clínicas, hemodinámicas, metabólicas y funcionales que se conoce como la respuesta inflamatoria. (6) Cuando la inflamación aparece en áreas diferentes al sitio de la lesión afectando también tejidos sanos se le llama síndrome de respuesta inflamatoria generalizada (SRIG), que se caracteriza por liberación de citoquinas, enzimas, radicales libres tóxicos y activación de la cascada de complemento. Además, se producen otros cambios como disfunción endotelial progresiva con aumento de la permeabilidad capilar, llevando a alteración de los mecanismos de vasodilatación y vasoconstricción, responsables de la muerte por choque en muchos de los pacientes. El síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) se caracteriza por hipermetabolismo, gasto cardíaco alto, consumo bajo de oxígeno, saturación alta de oxígeno en sangre venosa, acidosis láctica y balance de líquidos positivo que se acompaña de edema y disminución aguda de las proteínas circulantes. Una de las hipótesis del origen de este proceso es la falla de la barrera intestinal que permite el paso de las bacterias a los ganglios linfáticos mesentéricos para luego entrar al torrente sanguíneo y colonizar a distancia; a pesar de que esto no se ha demostrado en humanos, es claro, que existe una alteración en la relación simbiótica entre las bacterias intestinales y el huésped, ocasionada por la falta de nutrientes en la luz intestinal, la isquemia mesentérica provocada por la enfermedad o el tratamiento con fármacos vasoactivos que causan cambios en la flora intestinal. (7) En pacientes en los que se determina el gasto energético mediante calorimetría indirecta CI, se recomienda comenzar con un aporte energético alrededor del 80% durante los primeros 7-10 días tras la fase de estabilización, dado lo próximo que están al gasto energético en reposo y el gasto energético total durante esta primera fase. Posteriormente se debería aumentar el aporte energético pero sin sobrepasar en las primeras semanas el 120-130% del gasto energético medido, dado el aumento del mismo durante la segunda semana y la fase de convalecencia. En pacientes con desnutrición previa importante y sin altos niveles de agresión, se pueden utilizar aportes en el rango más alto. En pacientes donde no se pueda medir el gasto energético son aplicables las recomendaciones de las guías que nos proporcionan: ACCP- ASPEN, SEMICYUC-SENPE, ESPEN, CRITICAL CARE. Estas Recomendaciones abarcan todo tipo de paciente crítico, estando contempladas diferentes situaciones clínicas y metabólicas, por lo que no son muy ajustadas. (8) 28 La literatura incluye más de 200 fórmulas para estimar el gasto energético (GE), ninguno de los cuales han demostrado una buena correlación con las mediciones realizadas por CI. Sin embargo, se recomienda su uso cuando no se puede realizar calorimetría. Para seleccionar la fórmula más adecuada, debe considerarse el tipo de pacientes de la evaluación (IIb). Un estudio ha sido publicado recientemente, que incluye a 202 pacientes críticos que reciben ventilación mecánica en comparación con CI utilizando diferentes fórmulas para el cálculo de base del GE. Los autores concluyeron que la fórmula de Penn State, proporciona una evaluación más precisa de la tasa metabólica en los pacientes críticamente enfermos con ventilación mecánica (Ib). Ecuación de Penn State, Harris-Benedict (0,85) + VE (33)+ Tmax (175) - 6433. (Peso actual. VE = volumen L/min, según el registro del ventilador. Tmax = temperatura máxima, en grados centígrados, en las 24 horas previas según la gráfica del paciente). Por lo cual se requiere contar que el paciente este dependiente del ventilador. Otro es el método de Fick un método alternativo para el cálculo del gasto-energético a partir de la medición del gasto cardiaco, la concentración de hemoglobina y la concentración de O2 en sangre arterial y venosa mezclada, por lo que se necesita tener insertado un catéter de termo-dilución. En la literatura médica, mientras unos trabajos evidencian una alta correlación con la calorimetría indirecta otros no la encuentran, este método no ha mostrado una buena correlación con la calorimetría y raramente se utiliza en la práctica diaria (III). (9) Método de Fick para el cálculo del Gasto energético (GE) GE = GC x Hb (Sa O2 – Sv O2) 95,18 Donde: – GC: gasto cardiaco – Hb: concentración de hemoglobina sanguínea – Sa O2: saturación arterial de oxígeno – Sv O2: saturación venosa de oxígeno Todos los métodos han demostrado una correlación pobre con el GE medido, con sobreestimación en el 80% de los casos, por lo que se considera que los pacientes críticamente enfermos son a menudo una población diferente que la utilizada como base para esta fórmula. La correlación no es buena debido a las múltiples variables del paciente crítico (III). Varios estudios muestran que no hay buena correlación entre la ingesta de una cantidad fija de calorías (25 kcal/kg/día) y calorimetría indirecta CI (IIa), para obtener mejores resultados con este último. 29 En el 2009 se publicaron los resultados de un estudio en el cuál se realizó CI en una población de 202 adultos críticos, bajo ventilación mecánica. Posteriormente se calculó el gasto energético con las siguientes ecuaciones: Penn State, Swinamer, Ireton-Jones, Mifflin, Mifflin x 1.25, HB x 1.25, HB con peso ajustado y HB con peso ajustado x 1.25. (10) Penn State University (PSU). Fue formulada en una población de 169 adultos que se encontraban en terapia intensiva. Los datos de CI fueron recolectados entre 1992 y 1997. Toma en cuenta variables de tamaño corporal para el cálculo del gasto energético basal, ya sea con la ecuación de HB o Mifflin, y variables de la respuesta inflamatoria como la ventilación por minuto y la temperatura corporal19. Su utilización no requiere ajustar el peso corporal, multiplicadores de estrés ni agregar el efecto térmico de los alimentos (ETA). Swinamer. La ecuación data de 1990, fecha en la que se realizó un estudio en 112 adultos críticos de una región de Canadá. Ireton- Jones. La ecuación de Ireton Jones, una de las más populares en pacientes críticos, data de 1992, como resultado de una investigación en 65 adultos estadounidenses en estado crítico. Esta fórmula tiende a sobreestimar el requerimiento energético en la población sin obesidad, y a subestimar en la población con obesidad. En el estudio mencionado, se encontró que la ecuación de Penn State University, modificada por Mifflin St-Jeor era la que tenía mejor exactitud de la predicción (67%) sin embargo su utilización no es exacta en la población de adultos mayores con obesidad, población para la cual proponen otra fórmula. Esta propuesta fue validada en el 2010 en 55 adultos mayores, la cual es únicamente para individuos de más de 60 años con un IMC mayor a 30. La primera versión ha sido validada para pacientes en coma barbitúrico 10. Así mismo, ambas fórmulas son propuestas por las guías ASPEN para el manejo nutricional de los pacientes en estado crítico con obesidad. (12) Una de las propuestas del artículo, y de interés para realizar el cálculo del gasto energético en individuos que no están bajo ventilación mecánica es utilizar la ecuación de Mifflin x 1.25, la cual tiene una menor exactitud de la predicción comparada con la fórmula de HB utilizando peso ajustado x 1.25, sin embargo, ésta tiende a sobreestimar los requerimientos de los pacientes. Cuándo se utilizan estos tipos de factores de estrés, no es necesario incorporar el ETA. Otra propuesta realizada por Frankenfield y su equipo de trabajo, para estimar el gasto energético en individuos no críticos ha sido publicada, sin embargo aún no ha sido validada. (12) 30 Una de las desventajas de la fórmula de PSU es que en población con IMC <20.5 kg/m2, la exactitud de la predicción es menor a 60%, razón por la cual se han propuesto dos ecuaciones modificadas a utilizar en esta población, sin embargo faltan estudios que validen su exactitud de la predicción. (11) Existen algunas otras recomendaciones para estimar el peso corporal que se basan únicamente en el peso corporal; ASPEN recomienda de 20 a 35 kcal/kg en adultos, y de 11 a 14 kcal/kg de peso actual para el caso de los adultos críticos con obesidad, o bien realizar el cálculo con 22-25 kcal/kg de peso ideal. Mientras tanto, la ACCP recomienda 25 kcal/kg, sin embargo la utilización de las estrategias que se basan únicamente en la variable de peso no es recomendable en los pacientes en estado crítico. (12) Las necesidades cambiarán según la fase metabólica donde el paciente este: fase catabólica o fase anabólica de recuperación. Si el GE no puede medirse, una fuente tan cerca como sea posible a los requisitos medidos por calorimetría indirecta en la fase inicial, se recomienda aumentar en las fases de convalecencia más avanzadas, basadas en estudios que muestran una mayor incidencia de infecciones en comparación con balance negativo de Calorías (III) y mejores resultados con un balance de calorías positivas (Ib). Algunos autores recomiendan suplementar con nutrición parenteral (PN) cuando los requisitos no cumplen (60-70% de alimentación enteral). (13) Un meta-análisis de estudios que compararon la nutrición enteral (EN) con nutrición mixta, aplicada desde la admisión del paciente, no muestra menor incidencia de complicaciones infecciosas, días de estancia en UCI y días de ventilación mecánica (Ia). El peso a utilizar en la fórmula dependerá del índice de masa corporal (IMC). En pacientes con IMC < 18 kg/m2 se recomienda usar el peso actual, para prevenir el síndrome de realimentación, y para el resto de los pacientes el peso antes de la agresión, como el peso actual muestra cambios importantes como resultado de la reanimación inicial. En los últimos años hipoalimentación permisiva durante las primeras fases del paciente crítico (18 kcal/kg peso corporal/día) se está convirtiendo en cada vez más aceptado (III), espera alcanzar el objetivo completo de los requisitos (25 kcal/kg/día) después de la primera semana. Los estudios recientes apoyan este enfoque de búsqueda de mejores resultados clínicos cuando la ingesta de calorías, durante los primeros días de la fase de catabolismo, es entre 33 y 66% de los requerimientos estimados (IIb). Suministros de baja energía estimada estarían asociadas con un mayor número de bacteremias (III) y más alto con complicaciones (IV). Sin embargo, esta recomendación no puede ser fundada sin un estudio prospectivo, que aún no está disponible. (14) La glucosa sigue siendo el sustrato principal de calorías en pacientes críticamente enfermos. Una infusión de glucosa a 4 mg/kg/min sólo suprime la gluconeogénesis (50%) en el catabolismo de proteína en 10-15%, por lo que se recomienda no 31 administrar una fuente de glucosa superior a 4 g/kg/día. En general, los hidratos de carbono representan el 50% de las necesidades de energía globales, aunque este porcentaje puede variar dependiendo de factores individuales y la severidad de la agresión. Debido a la alimentación y el estrés metabólico, la hiperglucemia se produce y se ha asociado con pobre mejoría clínica (III). Múltiples estudios y metaanálisis (Ia) recomiendan mantener la glucemia en valores entre 140 y 180 mg/dL, con insulina si se supera este límite, aunque no existe consenso sobre el valor límite más adecuado. Los valores más altos estarían relacionados con peores resultados clínicos, particularmente en las complicaciones infecciosas. (15) El soporte nutricional especializado (SNS) en pacientes críticamente enfermos ha sido una de las intervenciones terapéuticas más polémicas, y se ha dado preferencia a otros tratamientos que se consideraban más importantes para mejorar el curso clínico de estos pacientes. Sin embargo, en los últimos años numerosos ensayos clínicos han causado que esta situación cambie. Hay pruebas suficientes de que la desnutrición es un factor de riesgo independiente para morbilidad, con una tasa mayor de infecciones, estancia en UCI y hospitalaria, días de ventilación mecánica, dificultad para la cicatrización y mayor mortalidad. Al mismo tiempo, la evidencia sobre la eficacia y el impacto del apoyo nutricional para mejorar resultados en el curso clínico de estos pacientes ha aumentado en la última década. Además, es un tipo de pacientes que pueden experimentar cambios o complicaciones durante su curso que podrá modificar perceptiblemente su gravedad y por lo tanto su pronóstico y tratamiento. Sin embargo, el término "paciente crítico" se refiere a un grupo de pacientes con diversas enfermedades, con respuestas metabólicas a veces muy diferentes o incluso opuestas, por lo que no se puede establecer recomendaciones generales para todos los pacientes admitidos a un departamento de medicina de cuidados intensivos o a otras unidades de cuidados críticos, cualquiera que sea la causa de la admisión. (15) Debido a la alta prevalencia de obesidad en adultos, los médicos de asistencia de nutrición están encontrando un mayor número de pacientes obesos que requieren apoyo nutricional durante la hospitalización. El propósito de esta guía clínica es servir como un marco para el apoyo de nutrición y cuidado de pacientes adultos con obesidad. Una revisión sistemática de la mejor evidencia disponible para responder a una serie de preguntas relativas al manejo del soporte nutricional en pacientes con obesidad, se llevó a cabo y evaluó usando conceptos adoptados en el grupo de trabajo de clasificación de recomendaciones, evaluación, desarrollo y evaluación. Un proceso de consenso, que incluye la consideración de la fuerza de la evidencia junto con los riesgos y beneficios para el paciente, se utilizó para desarrollar las recomendaciones de la pauta clínica antes de múltiples niveles de revisión interno y externo y la aprobación por la Junta Directiva de A.S.P.E.N. Preguntas: los 32 resultados clínicos (1) varían según los niveles de obesidad en pacientes críticos. (16) ¿Los resultados clínicos varían según los niveles de obesidad en pacientes de UCI no críticamente enfermos u hospitalizados? Pacientes críticamente enfermos con obesidad experimentan más complicaciones que los pacientes con niveles óptimos de IMC. Evaluación de nutrición y desarrollo de un plan de ayuda de nutrición se recomienda dentro de 48 horas de la admisión de UCI. Todos los pacientes hospitalizados, independientemente del IMC, deben ser defendidos para riesgo de nutrición dentro de las 48 horas de admisión, evaluación de nutrición para los pacientes que se consideran en riesgo. ¿Cómo deben determinarse los requerimientos de energía en los pacientes obesos críticamente enfermos u hospitalizados no UCI? En el paciente obeso crítico, si la calorimetría indirecta no está disponible, los requisitos de energía deben basarse en la ecuación predictiva de 2010 de la Penn State University, o la ecuación de Penn State modificada si el paciente tiene 60 años o más. En el paciente obeso hospitalizado, si la calorimetría indirecta está disponible y las ecuaciones de la Penn State University no puede utilizarse, las necesidades de energía pueden estar basadas en la ecuación de Mifflin-St Jeor utilizando el peso corporal real. ¿Son los resultados clínicos mejores con dieta hipocalórica alta en proteínas en los pacientes hospitalizados con obesidad? Los resultados clínicos son al menos equivalentes en pacientes con dieta de alto valor proteico e hipocalórica a aquellos con alto valor proteico. Un ensayo de dieta hipocalórica, alta en proteínas se sugiere en pacientes que tienen disfunción renal o hepática severa. Alimentación hipocalórica puede comenzar con 50-70% de las necesidades energéticas estimadas o <14 kcal/kg de peso real. Alimentación alta en proteínas puede comenzar con 1,2 g/kg peso real o 2-2.5 g/kg de peso corporal ideal, con el ajuste de la ingesta de proteína meta por los resultados de los estudios de balance de nitrógeno. hipocalórica, alimentación baja en proteínas se asocia con resultados desfavorables. Se sugiere vigilancia clínica para suministro de proteínas adecuadas en pacientes que tienen disfunción renal o hepática severa. ¿En los pacientes obesos que han tenido un procedimiento quirúrgico restrictivo o malabsorción, se deben evaluar qué micronutrientes? Pacientes sometidos a manga gástrica, bypass gástrico o Derivación Biliopancreática switch duodenal con aumento del riesgo de deficiencia de nutrientes. En pacientes agudo hospitalizados con la historia de estos procedimientos, se sugiere evaluación de evidencia de la depleción de hierro, cobre, zinc, selenio, tiamina, ácido fólico y vitaminas B12, D y repleción de estados carenciales. (16) 33 Son datos que apoyan esta recomendación, donde la ingesta de proteínas de 1.2 g/kg de peso real, (2 g/kg de peso corporal ideal) todos los días se administró a pacientes con dieta hipocalórica, o aporte eucalórico. Un estudio adicional en comparación con los requisitos de proteína basados en estudios de balance de nitrógeno por separado, para pacientes de UCI y pacientes fuera de la UCI. Los pacientes de la UCI requirieron de 2-2.5 g/kg/día y los pacientes fuera de la UCI 1.81.9 g/kg/d para el equilibrio de nitrógeno de enfoque con los requisitos más altos para aquellos con IMC> 40 kg/m2. Estos estudios incluyeron pacientes de hasta 302 kg y con IMC de hasta 50,6 kg/m2, sin embargo la mayoría de los sujetos estuvieron considerablemente por debajo de estos niveles. Los datos no se han encontrado para establecer metas de ingesta de nitrógeno razonable para los pacientes, más allá de estos límites. El balance de nitrógeno fue similar a este nivel de ingesta de proteínas si el consumo de energía es hipocalórica o eucalorica. Estas recomendaciones iniciales deben ajustarse mediante estudios de balance nitrogenado, con el objetivo de equilibrar el nitrógeno entre la ingesta y la excersión. (16) La terapia nutricional en pacientes críticamente enfermos es de suma importancia para la recuperación y rehabilitación de estos. La nutrición juega un papel crucial en la disminución de la fase catabólica, que es sinónimo de enfermedad aguda. Como una de las mejores prácticas en pacientes que requieren de ventilación mecánica se recomienda iniciar nutrición enteral (NE) en las primeras 24-48 horas de su admisión. Sin embargo, el aporte óptimo de NE para obtener resultados clínicos positivos es aún controversial. Diversos estudios sugieren que un aporte por debajo de los requerimientos energéticos totales en cortos periodos (“subalimentación permisiva”) puede mejorar la condición del paciente, o al menos no causar daño. Otros estudios han demostrado mejoras en la evolución clínica del paciente con un déficit reducido de energía. En un estudio observacional dirigido por un balance negativo de energía se correlacionó con resultados indeseables, como: falla renal, sepsis y una tasa mayor de complicaciones (Heidegger et al), recientemente reportaron una disminución del riesgo de infecciones nosocomiales en pacientes que recibieron adecuadas cantidades de nutrición versus aquellos que recibieron solo el 77% de sus requerimientos energéticos. La sobrealimentación también ha sido relacionada con complicaciones como azoemia, aumento en el tiempo de ventilación mecánica y alteraciones de la función hepática. Se han relacionado dichas complicaciones cuando se aporta más del 110% de los requerimientos energéticos como resultado de un incremento de la demanda metabólica asociada a un exceso de sustrato y un aumento de la producción de dióxido de carbono. Cada vez un mayor número de artículos apoyan la necesidad de valorar, monitorear y ajustar cuidadosamente las metas nutricionales de los pacientes para evitar complicaciones. El método para determinar los requerimientos energéticos en pacientes críticamente enfermos hoy en día es un tema en debate. 34 Muchos apoyan el uso de la calorimetría indirecta (CI) para calcular GEER, a través de la medición del volumen de oxígeno inspirado y dióxido de carbono expirado. Sin embargo, la validación de las mediciones de la CI en la práctica clínica siguen siendo cuestionadas, y algunos autores han disputado su efectividad. La incapacidad de distinguir puntualmente entre el uso de sustrato de forma endógena y exógena y lograr la estabilidad del paciente en la unidad de cuidados intensivos, son factores que cuestionan la precisión del uso de la CI. Sin embargo, la CI sigue siendo considerada como el “Gold Standard” para determinar el GEER en pacientes críticamente enfermos. En ausencia de CI, dietistas estiman el GEER de los pacientes con ecuaciones predictivas, que en general, fueron validadas en poblaciones de pacientes sanos y que se cuestionan para su uso en poblaciones de paciente en la unidad de cuidados intensivos (UCI). (17) Se ha desarrollado una ecuación predictiva del nuevo (Gasto Energético Total) GET en la cohorte predictiva de pacientes con t medido (en kcal/Kg/d) como variable dependiente y como variables independientes diferentes factores conocidos que influyen el GET: edad, género, peso, altura y tipo de lesión. Las variables independientes continuas fueron categorizadas para simplificar la ecuación predictiva. El género femenino y la edad de más de 50 años, tienen el valor 1 en la ecuación de regresión múltiple. Altura y peso actual (en el día cuando se realizó la CI) fueron reemplazados por el IMC. (18) Los pacientes fueron estratificados en categorías de IMC según los criterios de la OMS, de manera similar para el estudio de Zauner et al., las categorías de IMC tienen los siguientes valores en regresión lineal: peso normal (IMC 18.5-24.9) valor de 0, los obesos (BMI 25-29.9) de 1, obeso clase I valor (IMC 30-34.9) de clase 2 y obesa valor II (IMC 35-39.9) de 3. El tipo de lesión tenía un valor de 0 para los pacientes de trauma, un valor de 1 para pacientes médicos y un valor de 2 para los pacientes quirúrgicos en el análisis de regresión lineal. La ecuación predictiva fue: GETEP = 33 - (3 x E) - (3 x IMC) - (1 x G). Dónde: E (edad en años): ≤ 50 = 0; > 50 = 1. IMC (kg /m2): 18.5- 24.9 = 0; 25-29.9 = 1; 30-34.9 = 2; 35-39.9 = 3. G (género): hombre = 0; mujer = 1. El sesgo (IC del 95%) entre el GET medido y el predicho fue de -0.1 (-1.0 a 0.7) kcal/ kg/día y los límites (2 DE) fueron -8.0 a 7.8 kcal/kg/d. El GET de la ecuación predictiva fue preciso (entre el 85% y el 115%) en el 73,6% de los pacientes. En el análisis de regresión lineal, las variables independientes que entraron en la nueva ecuación predictiva TEE (en kcal/Kg/d) fueron edad, IMC y género (r2 = 0,37, p < 0.001), cayó el tipo de lesión de la ecuación (Fig. 2 y tabla II). La nueva ecuación predictiva de la TEE en la cohorte de validación fue simplificada sin decimales como se muestra a continuación: T = 33 - (3 x A) - (3 x IMC)-(1 x G) donde: (años): ≤ 50 = 35 0; > 50 = 1; IMC (Kg/m2): 18.5 – 24.9 = 0, 25 – 29.9 = 1, 30 – 34.9 = 2, 35 – 39.9 = 3; Género: masculino = 0, mujer = 1. Tabla 2 Regresión lineal de la ecuación predictiva del Gasto Energético Total (GET) Variable B 95% IC for B Constante 33.01 -32.1 – 34.2 Edad, (≤50 años= 0; > 50 años = 1) - 2.97 - 4.4 – - 1.6 Género, (Hombre=0; Mujer =1) - 1.3 - 2.6 – - 0.1 Índice de Masa Corporal * - 3.1 - 3.9 – - 2.2 p < 0.001 <0.001 0.03 <0.001 Figura 2: Gasto Energético Total medido por CI (GETCI) estratificado por IMC, edad ≤ 50 años o > 50 años de edad y género en 179 pacientes de la cohorte de predicción. Las líneas horizontales dentro de las cajas indican medianas, la parte inferior y superior, extremos de las cajas de los percentiles 25 y 75. Requisitos de energía óptima en pacientes críticamente enfermos están pendientes de un polémico tema. Diferentes estudios recientes demostraron una asociación entre el equilibrio de la energía negativa acumulada e infección nosocomial mayor y la mortalidad de UCI en pacientes críticamente enfermos con ventilación mecánica prolongada destacando la necesidad de una vigilancia estrecha de la ingesta de calorías y proteína. En este entorno, el concepto de "control de calorías" se presentó para evitar sobre y sub alimentación en estos pacientes. Validación de ecuación predictiva. Las diferencias entre medición y predicción de la t por la ecuación de HarrisBenedict y la ecuación de Ireton-Jones 1997, fueron imparciales (IC del 95%), o por Ireton-Jones 1992, ecuación parcial (IC del 95%) (Tabla III). Los límites de acuerdo (diferencia de medias, 2 DE) entre medida y predicción del GET fueron ancho para todas las ecuaciones, sobre todo por las 2 ecuaciones de Ireton-Jones (tabla III). Predicción del GET por la ecuación de nuevo y por la ecuación de Harris - Benedict (REE predijo un 30%) en 90% - 110% de la medida t en casi 55% de los pacientes y en 85% - 115% en casi 75% de los pacientes (Figura 3). Las ecuaciones de IretonJones 1992 y 1997, tuvieron menor exactitud para predecir GET, dentro de 90-110% 36 de la medida t en solamente 29% y 36% de los pacientes y en 85-115% en 44% y 55% de los pacientes respectivamente (Figura 3) Figura 3. — Porcentaje de predicción precisa de la t (cada barra representa un 5% de diferencia de medida t) con la nueva ecuación de predicción, la ecuación de Harris-Benedict y las 2 ecuaciones de Ireton-Jones. En esta cohorte de pacientes la nueva ecuación predictiva de t tenía una exactitud aceptable en casi 74% de los pacientes. Sin embargo, debido a los grandes límites de acuerdo entre GET medido por CI y el GET predicho por la nueva ecuación, debe utilizarse con precaución en la práctica clínica. Lo mismo se aplica a la ecuación de Harris-Benedict aumentada en un 30%, mientras que la t predicha por las ecuaciones de Ireton-Jones, tuvo exactitud pobre y tenía límites muy grandes, por lo tanto, no debe utilizarse en pacientes críticamente enfermos con ventilación mecánica. Una exactitud del 10% de ecuaciones predictivas del GET (dentro de 90-110%) en comparación con t medido por CI sería lo ideal. Sin embargo, teniendo en cuenta que la ecuación de Harris-Benedict es ampliamente aceptada, se estima el GER de 37 un sujeto normal con una precisión del 14%, los autores la consideraron aceptable en la práctica clínica habitual con una precisión del 15% (dentro de 85-115%). Muchos factores influyen en el GET en pacientes críticamente enfermos, y todos ellos no se han tenido en cuenta en nuestra ecuación, porque el objetivo del estudio fue describir una ecuación simplificada para pacientes críticamente enfermos con ventilación mecánica. Los principales factores que modifican el GET en pacientes críticamente enfermos son: – El envejecimiento. Hemos simplificado el efecto del envejecimiento en nuestra nueva ecuación predictiva de t con un límite de 50 años de edad, ya que la disminución progresiva de GER tiene un punto de interrupción para una más rápida declinación alrededor de 39 a 54 años de edad según género e IMC. – Género. Encontramos que las mujeres tenían 1,3 kcal/Kg/día menos que los hombres, mucho más bajos que las 3,7 kcal/Kg/d en el estudio de (Drolz et al). Las causas pueden incluir el número uno de mujer y la potencial interacción entre la edad, el IMC y el sexo con el GER. – Índice de masa corporal, altura y peso. Utilizamos el peso actual para calcular el IMC, ya que anteriormente se encontró que el GER en kcal/Kg/d es el mismo (27 ± 3 kcal/Kg/d) con alto y bajo peso. Las variaciones rápidas de peso fueron atribuibles a cambios agudos en el volumen de agua extracelular. – Tipo de lesión. Como era de esperar, el tipo de lesión se cayó de la regresión lineal. Anteriormente encontramos que los pacientes críticamente enfermos con diferentes tipos de lesiones que reciben ventilación mecánica, tenían mediciones de GER similares cuando fueron emparejados según edad, género, peso, composición corporal y temperatura, como en la ecuación de Frankenfield. (18) Conclusiones Definir el requerimiento de Energía de un paciente crítico depende de la fase metabólica por la que este cursando, el tipo de patología o trauma, o lesión, como quemaduras, neurocrítico, con problema ventilatorio, pancreatitis, sepsis o quirúrgico, por lo que es muy variada su estabilidad, y por otro lado son muy dinámicos los cambios, su proceso y evolución, lo que se debe de cuidar es no sobreestimar las calorías ni subestimar el aporte de energía como marcan las guías de la práctica clínica que debemos de aplicar en nuestro quehacer profesional, esto según las condiciones de estabilidad hemodinámica de nuestro enfermo. ASPEN Los requerimientos energéticos se pueden calcular por ecuaciones o por CI (E). Se debe proveer >50-65% del requerimiento calórico durante la primera semana de hospitalización para obtener los beneficios clínicos de la Nutrición Enteral (NE) (E). 38 Importante: previo a iniciar la NE se deben evaluar la pérdida de peso e ingesta alimentaria antes del ingreso, severidad de la enfermedad y su correlación con el estado nutricional, comorbilidades y función del tracto gastrointestinal (GI) (E). la NE se debe iniciar en los pacientes críticos incapaces de alcanzar sus requerimientos calóricos por vía oral (C). La nutrición se debe aumentar hasta alcanzar sus requerimientos en las siguientes 48-72 hrs (E). Si el paciente está comprometido hemodinámicamente (requiere soporte hemodinámico que incluye dosis de agentes vasopresores, ya sea solos o combinados, con grandes volúmenes de líquidos o resucitación sanguínea para mantener la perfusión celular, entonces la NE se debe detener hasta que el paciente este completamente resucitado/estable y con datos de adecuada perfusión tisular (E). (19) ESPEN El uso de la CI en el paciente crítico es recomendado. (A) Durante la enfermedad aguda, el objetivo debe ser proporcionar energía lo más cerca posible al gasto de la energía medido, con el fin de disminuir el balance energético negativo (B) No se puede hacer una recomendación general, debe de adecuarse a la evolución de la enfermedad y la tolerancia digestiva. En ausencia de calorimetría indirecta, los pacientes de UCI deben recibir 25 kcal/kg/día e ir progresando a la meta en los próximos 2-3 días. (C) Durante la fase anabólica de recuperación el objetivo es de 25-30 kcal/kg. (C) Durante la fase aguda de la enfermedad un aporte mayor a 20-25 kcal/kg se puede asociar a peores resultados. En pacientes con desnutrición severa se debe proveer más de 25-30 kcal/kg/día por vía enteral. si los requerimientos no son alcanzados durante los primeros 2 días considere suplementar con NP (C). (20) CANADIENSE Calorimetría indirecta vs formulas predictivas: Sin cambios en las guías del 2013 al 2015. No existe suficiente información para hacer una reconvención sobre el uso de CI vs formulas predictivas para determinar los requerimientos energéticos o como guía para la indicación de soporte nutricional en el paciente crítico. El uso de calorimetría indirecta comparada con fórmulas predictivas para cubrir los requerimientos nutricionales no tiene efecto sobre la mortalidad. El uso de CI comparada con fórmulas predictivas para complementar la NET con NPT se asocia con una disminución significativa de la mortalidad hospitalaria. El uso de CI comparada con fórmulas predictivas para complementar la NET con NPT pudiera asociarse con una mayor incidencia de infecciones. El uso de CI comparada con fórmulas predictivas para complementar la NET con NPT pudiera asociarse con una estancia prolongada en UCI y duración de ventilación mecánica 39 El uso de CI comparada con fórmulas predictivas pudiera mejorar la ingestión nutricional. (12) SENPE Se recomienda el inicio de la NE en los pacientes dentro de las 24-48 hrs de ingreso a UCI. La precocidad en el aporte se ha relacionado, en algunos grupos de pacientes críticos, con mejoría de la tolerancia a la dieta, menor disfunción de la barrera intestinal, disminución de infecciones y días de estancia hospitalaria, así como disminución de días de ventilación mecánica. No hay estudios planteados en cuanto al plazo de consecución de los objetivos energéticos establecidos. El plazo en el que deben alcanzarse estos objetivos, según la recomendación de algunos autores, estaría en torno a 48-72 hrs de inicio del soporte nutricional. Los propios autores de los estudios relacionados recomiendan aplicación juiciosa de estos hallazgos en la práctica clínica. Aporte calórico: las necesidades variaran dependiendo de la fase metabólica en la que se encuentre el paciente: fase catabólica inicial o fase anabólica de recuperación. Donde no se pueda medir el GE se recomienda un aporte lo mas próximo posible a los requerimientos medidos mediante CI (a) en la fase inicial, para aumentar en fases más avanzadas de la convalecencia, basándose en estudios que demuestren una mayor incidencia de infecciones en relación con el balance calórico negativo y mejores resultados con un balance calórico positivo. Algunos autores recomiendan suplementar con nutrición parenteral (NP) cuando no se llegan a cubrir los requerimientos (60-70% del aporte enteral) En pacientes con IMC <18kg/m2 se recomienda usar el peso actual para evitar el síndrome de sobrealimentación, y para el resto de los pacientes se ha recomendado que sea el peso previo a la agresión, ya que el peso actual presenta amplias variaciones como consecuencia de la reanimación inicial. En ausencia de CI, se recomienda aportar de 25 kcal/kg peso actual/día en pacientes con IMC <30 (C). En enfermos con ventilación mecánica se recomienda un cálculo estimado en los requerimientos calóricos mediante la ecuación de Penn State (B) (22) CRITICO OBESO ASPEN La evaluación inicial de los pacientes críticamente enfermos deben incluir medidas antropométricas (peso corporal actual, peso ideal y circunferencia de cintura), así como biomarcadores de síndrome metabólico (niveles séricos de triglicéridos, colesterol y glucosa). Específicamente peso, IMC, debe considerarse, “signos vitales para los pacientes obesos y registrarse en el expediente clínico. El grado de la reacción inflamatoria sistémica debe ser evaluado para determinar si el paciente está en una condición de estrés oxidativo o metabólico. 40 Patrones de ingesta y cambio de peso antes de una nueva admisión, debe ser evaluado. El uso de peso actual no es recomendado debido a la falta de estudios de validación y variabilidad de la definición en la literatura. Los requerimientos de proteína y calorías deben ser determinados y utilizados para establecer los objetivos de la terapia nutricional, los requerimientos calóricos se deben medir cuando sea posible por CI. La provisión calórica debe ser aproximadamente de 60-70% de kcal, requerimientos calóricos determinados por calorimetría indirecta o por ecuaciones predictivas cuando la CI no esté disponible. Una simple fórmula basada en el peso puede aproximar este objetivo (11-14 kcal/peso actual o 22-25 kcal/peso ideal). En pacientes con IMC mayor de 30 los requerimientos proteicos van de 1.2 a 2 gr/kg de peso actual/día y puede ser más alto en pacientes con quemaduras o trauma múltiple. (E) (23) SENPE El uso de recomendaciones calóricas basadas en el peso real puede inducir la aparición de complicaciones como hiperglucemia e infecciones secundarias, por lo que hay controversia acerca de la utilización del peso actual, peso ideal o peso ajustado para el cálculo calórico. Hay recomendaciones basadas, bien en un porcentaje fijo del gasto energético (6070%) o bien en el peso actual (11-14 kcal/kg/día) o en el peso ideal (22-25 kcal/kg/día). En tipos de obesidad se puede usar la nutrición hipocalórica, al igual en la obesidad mórbida, o estimar 20-25 kcal/peso ajustado. (C) Se considera la CI como gold stadard. (A) Estudio demostró que solo las ecuaciones de Ireton Jones 1992 y Penn-State fueron precisas, por lo que Penn-State 1998 se considera como la ecuación recomendable para su uso en paciente crítico, obeso o no obeso. Se constató que ni la severidad de la enfermedad medida por el SOFA, ni la fiebre, ni la patología traumática, quirúrgica o médica cambiaban la precisión de las ecuaciones. Existe consenso en considerar que en el paciente obeso crítico, la aplicación de cualquier fórmula utilizando el peso real sobrestima las necesidades calóricas, pero la utilidad de las diferentes alternativas existentes sigue siendo objeto de controversia. No hay suficiente evidencia para recomendar el uso del peso ideal o del peso ajustado. La relación de hidratos de carbono/lípidos como fuente energética no se ha estudiado en el paciente obeso crítico, por lo que deben seguirse las recomendaciones habituales, con una relación 60/40 o 70/30 del total energético proteico, buscando siempre la mejor relación que permita controlar la glucemia en valores adecuados, así como los triglicéridos (deben mantenerse por debajo de 400 mg/dl). (22) 41 Referencias bibliográficas (1) Ulibarri Pérez JI, Picón César MJ, García Benavent E. Detección precoz y control de la desnutrición hospitalaria. Nutr Hosp. 2002; 17:139–46. (2) Villazon A, Torres R. Importancia de la nutrición en el apoyo metabólico del paciente grave. En: Morales JL, ed. Nutrición, cirugía y terapia intensiva. Bogotá: Manual Moderno; 2004. p. 521–7. (3) García de Lorenzo A, Montejo JC, Planas M: Requerimientos energéticos en los pacientes críticos. Calorimetría indirecta. 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