Si queréis ayudar a que vuestro hijo progrese y mejore... lenguaje y habla debéis facilitarle ...

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El lenguaje oral es una función y una destreza que se
aprende de forma natural por una serie de intercambios con
el entorno social. Por eso, a su vez, cumple esa labor tan
importante en la socialización de los niños.
La adquisición del lenguaje es un proceso evolutivo que sigue
su propio ritmo y curso. Pero estos no son iguales en todos
los niños.
Que tu hijo o hija pronuncie y articule bien los sonidos
depende, en gran medida, de que vosotros, como padre y
madre, ofrezcáis unos modelos correctos de pronunciación.
En el control de la articulación interviene decisivamente el
oído, la respiración, el soplo y la capacidad de movilidad de
los órganos bucofonatorios (lengua, labios, mandíbula,
paladar…).
Si queréis ayudar a que vuestro hijo progrese y mejore en su
lenguaje y habla debéis facilitarle el mayor número de
situaciones relajadas, para que se exprese sin prisas.
Además, como vosotros sois el modelo que va asimilando e
imitando, tendréis que estar tranquilos, hablar con voz clara,
relajada y cuidando la articulación. Si hablamos
interrumpiendo al otro, con pronunciación incorrecta, a gran
velocidad, gritando y con gran ansiedad, el niño va tomando
como suyo ese modelo de habla.
Tenéis que buscar un rato al día para jugar con él con tiempo
y tranquilidad (30 minutos serán suficientes). Hay que
transmitir al niño la sensación de que se trata de un tiempo
de juego, no de ejercitación del habla, aunque vuestro
propósito sí sea este. El niño no deberá notar que se trata de
una clase de pronunciación. Vosotros no tenéis que tomar la
actitud de profesores o directores sino de compañeros de
juego y participar con él en todas las tareas, poniendo
entusiasmo y disfrutando de las actividades.
A continuación os presento una serie de orientaciones para
la estimulación del lenguaje de vuestros hijos:
Conductas que se deben evitar
Todas aquellas que pretenden directamente forzar al niño a hablar.
1. Conductas de sobreprotección excesiva.
Aunque vuestro hijo/a no sepa hablar o lo haga muy mal no es un bebé. Está
creciendo y necesita que se le vaya dejando crecer en su autonomía. No hay que
exagerar los miedos; poco a poco se debe separar de los brazos de papá y mamá.
2. Repetición de las palabras del niño imitando su “habla bebé”.
No hay que repetir o utilizar las palabras mal pronunciadas por el niño, así como
tampoco las palabras de su vocabulario propio o individual. Esto no quiere decir
que no podamos llamar en las etapas iniciales “guau guau” a un perro, ya que
estas palabras infantiles son conocidas por todos y forman parte de la evolución
normal del lenguaje. Pero no podemos quedarnos en esta etapa y utilizarlas
indefinidamente.
3. Responder en lugar del niño.
La única forma de que vuestro hijo pueda aprender a hablar es practicando en
muchas ocasiones. Si os anticipáis a sus respuestas perderá la ocasión de poner
en práctica su incipiente lenguaje.
4. Pedirle que repita constantemente las palabras mal dichas.
Con la repetición continua lo único que conseguimos es crear una actitud
negativa hacia la comunicación y un sentimiento negativo del niño/a hacia su
propio lenguaje.
5. Imponerle un modelo.
Por supuesto que es necesario que los adultos presentemos los modelos
correctos del lenguaje, pero nunca debemos insistir en que el niño/a los repita.
Ejemplo: “escucha, dilo como yo…”.
6. No darle tiempo para sus explicaciones verbales.
El niño está aprendiendo a hablar, no domina ni los sonidos ni el vocabulario ni
las estructuras gramaticales de nuestra lengua, por eso necesita más tiempo para
elaborar y producir sus palabras y frases.
7. Hablar al mismo tiempo que el niño.
Es absolutamente indispensable respetar el turno del habla del niño.
8. Hacerle preguntas continuamente.
Esto no significa que las preguntas deban suprimirse. Pero no debemos abusar de
las preguntas tipo “¿qué es?, ¿cómo se llama?”. Por el contrario, dentro de un
clima positivo y de forma divertida, el juego de las preguntas permite en buena
medida el enriquecimiento del léxico: “¿qué es ese bicho tan extraño?”. Hay que
suscitar la curiosidad del niño con nuestras preguntas. Para que sea un juego y
enriquezca el léxico es preciso que el adulto esté atento a lo que sabe el niño y a
lo que le divierte, jugando en la frontera de lo conocido y lo desconocido.
9. Mostrarse nervioso o alterado mientras el niño habla.
Mientras vuestro hijo/a habla tenéis que escucharle con atención, demostrando
interés por lo que dice aunque no le entendáis. Siempre con tranquilidad aunque
se exprese mal.
Conductas que se deben seguir
1. Reforzar las emisiones del niño.
Los refuerzos pueden ser:
Refuerzo verbal, con comentarios como “magnífico, muy bien…”.
Refuerzo físico: una sonrisa, una caricia, palmas…
Refuerzo material, dándole el objeto que pide o respondiendo
materialmente a su demanda (darle de comer, el juguete).
2. Prestar atención al niño y a los signos que emite.
Hay que estar muy atento a las emisiones del niño e intentar darle un
significado. Por ejemplo, si el niño ante un objeto emite un sonido (“ta” ante una
pelota) debemos hacerle ver que le hemos entendido y le proporcionamos la
palabra correcta (“muy bien cariño, ¿qué quieres, la pelota?”).
3. Nombrar los objetos, las acciones, los hechos.
El adulto tiene que verbalizar espontáneamente, sin necesidad de que el niño le
pregunte. Hay que ir explicando verbalmente las acciones (“primero ponemos los
calcetines, luego los zapatos”), nombrar los objetos llamando la atención hacia
ellos. Hay que aprovechar las situaciones cotidianas (comida, aseo, compras,
paseo, televisión, etc.) para bañar al niño/a en lenguaje.
4. Insistir sobre la referencia.
Al hablar al niño, se debe hacer sobre las cosas que están presentes. Se le debe
mostrar el objeto aludido dirigiendo a éste la mirada, señalando con el dedo o
imprimiendo al objeto un movimiento para llamar la atención sobre él.
5.
Facilitar el mayor número de conversaciones y de juegos de estimulación
del lenguaje.
Enseñarle canciones infantiles, adivinanzas, etc. Hay que repetirlas tantas veces
como sea necesario hasta que las vaya aprendiendo. Imitación de sonidos
(onomatopeyas) de animales, objetos, etc.
6.
Acentuar la gestualidad, exclamaciones y la entonación que acompaña y
completa el mensaje verbal.
Cuando habléis con vuestro hijo/a tenéis que ser muy expresivos y acompañar
vuestros mensajes con muchos gestos, movimientos corporales y faciales (“un
globo redondo, así”, “¡Allá arriba, allá arriba!”).
7. Presentar el modelo correcto de las palabras pronunciadas por el niño/a.
Cuando el niño/a emite una palabra incorrecta deberéis repetir inmediatamente
la palabra correctamente pronunciada en frases afirmativas o exclamativas
poniendo el acento sobre las mismas.
8. Ajustar el tamaño y complejidad de nuestro lenguaje al nivel del niño.
El lenguaje de los adultos tiene que ser el apropiado para el desarrollo lingüístico
del niño/a. No deberemos de hablarle con formas demasiado infantiles para
él/ella, pero tampoco abusar de un lenguaje muy rebuscado y complejo.
9. Adecuar el espacio de la comunicación.
Es conveniente colocarse a la altura del niño, dentro de su campo visual, ni muy
cerca ni muy lejos, para favorecer de este modo su atención en nuestros gestos y
movimientos con boca y labios.
10. Formular las preguntas de forma indirecta.
Las preguntas es conveniente que se le planteen de tal forma que no pueda
responder “si” o “no”. (Ej.: ¿Quieres una pera o una manzana?).
11. Ampliar los enunciados del niño.
Hay que recoger lo que acaba de decir el niño, imitarlo introduciendo la palabra
en una frase o si se trata de una frase corrigiendo y desarrollando su estructura.
El adulto da la forma correcta, suministra una variante de la misma forma verbal,
demuestra que le ha entendido, que el mensaje del niño le ha interesado, y hace
un comentario sobre la acción.
ÁREA DE ESTIMULACIÓN LINGÜÍSTICA GENERAL
Objetivo general: favorecer situaciones de uso continuo y masivo del
lenguaje.
Materiales: CD’s de cuentos, canciones, vídeos de dibujos y películas, libros
de cuentos, juegos, etc.
Actividades:
1. Cantar y aprender canciones sencillas, asociando secuencias con
gestos y dibujos. Ej.:
o Bota, bota, la pelota…
o Cucú cantaba la rana…
o Tengo una vaca lechera…
o Caracol, col, col…
o Etc.
2. Contarle cuentos apoyados con dibujos, intentando que participe con
palabras o sonidos.
3. Ver dibujos-películas de vídeo (muchas veces la misma). Las películas
no debe verlas el niño solo. Debe de ser apoyo de estimulación,
explicándole cosas, haciéndole preguntas. Imitar gestos. Identificar a
los personajes, dibujarlos, pintarlos. Hacer un álbum con los dibujos
(pegatinas) de los personajes, identificarlos, nombrarlos.
4. Buscar juegos de mesa tranquilos (tipo oca, emparejar dibujos,
describir láminas o dibujos de un cuento, etc.).Formar frases, hacer
descripciones con el patrón de habla lenta y relajada.
5. Ejercicio de habla conjunta y habla en sombra. Si el niño tiene
dificultades en inventar frases con los juegos arriba descritos,
utilizaremos esta técnica: primero el adulto se inventa la frase y la
dice en voz alta; después la repiten adulto-niño al mismo tiempo o el
niño la dice y el adulto le acompaña con voz más floja (habla en
sombra).
6. Jugar con marionetas. Inventar historias o representar cuentos: es
mejor repetir el mismo cuento bastantes veces para que el niño se lo
aprenda bien y no le cueste narrarlo. Preferentemente las frases
deberán ser simples e ir aumentando la complejidad según la
capacidad expresiva del niño.
7. Realizar dibujos juntos. Mientras, el niño va dirigiendo al adulto sobre
lo que quiere que pinte. También que el niño realice un dibujo
mientras que va diciendo en voz alta lo que está haciendo.
8. Practicar la lectura de cuentos. El adulto puede leer una frase y
después practicar el ejercicio de habla en sombra. El niño hace como
si leyera, mientras el adulto en voz muy baja y suave le acompaña.
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