71. La tertulia de lectura dialógica como herramienta para la

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LA TERTULIA DE LECTURA DIALÓGICA COMO HERRAMIENTA PARA LA
EDUCACIÓN INTERCULTURAL
SÁEZ-BENITO ARNEDO, Josep. e-mail:
[email protected]
TRAVER MARTÍ, Joan Andrés . e-mail: [email protected]
IES Bovalar.
Universitat Jaume I.
Departament d’educació.
Resumen:
Dialogar sobre literatura o el arte de revivir la letra impresa
Un escollo tradicional de la educación es la lectura: no es asunto fácil seducir al alumnado
para que se aficione a leer. Paralelamente, el centro Ateneu lleva su dinámica de
rehabilitación sin haberse planteado en principio ir más allá. Con la tertulia se pretende
integrar estos dos ámbitos que no por ser vecinos tenían relación. Esta estrategia
sociocomunitaria de tertulia de lectura dialógica pretende por una parte sembrar en los
alumnos y en los afectados de daño cerebral el gusto por la lectura y al mismo tiempo hacer
de esta actividad una estrategia de transformación de las realidades. Los alumnos del IES
mayoritariamente, no son aficionados a la lectura. Cabría preguntarse: ¿por qué funciona la
tertulia IES Bovalar / Ateneu? El secreto está en el método de aprendizaje dialógico donde
todas las culturas son bienvenidas como aportaciones al progreso común.
Abstract
Dialoguing on literature or the art of reviving printed characters
One of the most common handicaps of education is reading: it is not an easy matter to
seduce the students into becoming fond of reading. It is even harder when not keen on
learning students are involved. In its turn, the centre Ateneu keeps practising its
rehabilitation therapy far away from thinking on going further. The colloquy intends to
integrate both fields that in spite of being neigbours had no link. This sociocommunitary
strategy of colloquy on dialogic reading tries on the one hand to sow the urge and the taste
for reading in the students and in the handicapped. At the same time this activity becomes
an instrument for changing their realities. Then, we could ask: why does this colloquy
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work? The secret is the dialogic method of learning where different cultures are welcome as
a contribution to the communal progress.
El aula como un espacio para el diálogo.
Partiendo de la consideración de la educación como proyecto formativo de enculturación,
para poder entender los productos del hecho educativo en la escuela, es necesario analizar
ésta como un espacio ecológico de cruce de culturas. Siguiendo a Pérez Gómez (1991,
1998a, 1998b) las diferentes culturas que están presentes durante el hecho educativo escolar
y que van a conformarlo, son principalmente:
Cultura pública. Conocimiento acrisolado del saber y del saber hacer que viene
configurado en las disciplinas científicas. Los depositarios son los científicos.
Cultura académica. Concreción de la cultura pública seleccionada para ser trabajados en la
escuela. Los depositarios de esta cultura son los docentes..
Cultura escolar. Conjunto de significados y comportamientos que genera y alimenta la
escuela como institución, y que le son propios, aunque no se trabajan explícitamente,
Cultura social. Identificamos por cultura social al conjunto de significados y
comportamientos que comparte un grupo social. La función básica de la cultura social es la
integración de las nuevas generaciones. Los depositarios de ella son todos los miembros de
la sociedad, y en nuestro caso, la comunidad educativa.
Cultura experiencial. Conjunto de significados y comportamientos que cada persona
construye en función de su contexto experiencial (relacional). Expresión de la diversidad.
Cultura educativa. Es el conjunto de significados y comportamientos resultantes del acto
de reconstrucción de los conocimientos de la cultura experiencial, por medio de, sobretodo,
el uso de los instrumentos más poderosos de la cultura pública (pero no sólo). Es el objetivo
que debe perseguir el hecho educativo. Por lo tanto, en la escuela no es preciso intentar
cambiar la cultura experiencial por la pública o la académica, sino que hay que intentar
reconstruir la primera por medio de las aportaciones de las otras dos. La finalidad de la
escuela es reconstruir y mejorar la cultura experiencial (privada de cada sujeto), para
interpretar mejor la realidad.
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La educación es un proceso interno en la que una persona reconstruye por medio de la
interacción social su forma de entender la realidad -cultura experiencial-, intentando
mejorarla con los instrumentos y estrategias más adecuados del resto de culturas,
principalmente de la cultura pública y académica. Tal como afirma Gimeno (1992), la
educación no debe pretender la asimilación sin más de la cultura académica, sino la
transformación de las formas de pensar, sentir y comportarse del alumnado, entrando con
eso de lleno en aquello que hemos denominado cultura educativa (producto que debe
buscar la escuela). El reto didáctico según Pérez Gómez (1991), supone que los contenidos
del currículo y las experiencias e intercambios que se generan al desarrollar una
determinada estructura de tareas académicas y relaciones sociales en la aula, debe provocar
no sólo el aprendizaje significativo de una cultura paralela o añadida que el alumnado
aprende para poder resolverse con éxito frente a las demandas específicas de ese ambiente,
sino el aprendizaje relevante de una cultura viva que induce la transformación del
pensamiento vulgar y cotidiano del alumnado.
Entendiendo la escuela como un espacio ecológico de cruce cultural, los principales
conflictos que aparecerán en ella serán los relativos al choque entre las diferentes culturas
subjetivas pertenecientes a distintos sectores sociales y grupos culturales, y que provocarán
la mayoría de las incomprensiones interculturales y problemas de comunicación (Sales y
García, 1997); y los del choque entre las culturas pública y académica que ostentan los
docentes (cultura de la logosfera) con la cultura experiencial de sus alumnos (cultura de la
iconosfera). Desde los planteamientos de la educación intercultural y desde los
presupuestos de las perspectivas sociocomunitarias en educación, estos conflictos sólo se
pueden resolver desde planteamientos dialógicos de conciliación entre contrarios y, por lo
tanto, entenderemos la escuela como un espacio dialógico de cruce cultural.
Dialogar sobre literatura o el arte de revivir la letra impresa
Uno de los escollos tradicionales de la educación es la lectura: no es asunto fácil seducir al
alumnado para que se aficione a leer. Mucho más difícil resulta con alumnos desmotivados
hacia el ámbito académico. Paralelamente, el centro Ateneu 1 lleva su dinçamica de
rehabilitación sin haberse planteado en principio ir más allá. Con la tertulia se pretende
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Ateneu: Centro de Día de Castellón que atiende a personas con lesión cerebral sufrida de forma sobrevenida.
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integrar estos dos ámbitos que no por ser vecinos tenían relación. Esta estrategia
sociocomunitaria de tertulia de lectura dialógica pretende por una parte sembrar en los
alumnos y en los afectados de daño cerebral la inquietud y el gusto por la cultura escrita y
al mismo tiempo hacer de esta actividad una estrategia de transformación de las realidades
de los colectivos implicados. Los alumnos del IES que participan en la tertulia,
mayoritariamente, no son aficionados a la lectura. No se puede olvidar que el gusto por la
lectura no viene inscrito en el código genético y no se desarrolla automáticamente.Entonces
cabría preguntarse: ¿por qué funciona la tertulia IES Bovalar / Ateneu?
Si nuestros alumnos quieren hacer que vaya adelante la tertulia es porque allí tienen lugar
experiencias que realmente los motivan. Tanto los afectados de daño cerebral como los
alumnos del IES van voluntariamente. La no-imposición garantiza la libre opción y una
disposición positiva hacia la actividad. Esto es posible gracias a su dimensión dialógica2.
Por eso mismo, engloba al aprendizaje significativo y lo lleva a una dimensión
sociocomunitaria donde se hace posible la superación de las desigualdades educativas y la
integración de las diferentes culturas que conviven en esta realidad (cultura de la
discapacidad, cultura académica, culturas sociales de los grupos y etnias a los que
pertenecen los participantes de la tertulia). El diálogo es una modalidad de proceso
comunicativo donde un-a emisor-a y un-a receptor-a como mínimo, interactúan
intercambiando pensamientos, ideas, opiniones y similares con la intención de encontrar
algún acuerdo, relevándose en estos papeles comunicativos. Además del intercambio de los
roles comunicativos, otro aspecto que caracteriza el diálogo es la inmediatez: las
intervenciones se hacen en presencia; a una pregunta del/la emisor-a responde el/la
receptor-a más o menos inmediatamente. La correspondencia escrita no sería propiamente
un diálogo.
La lectura dialógica como acto comunitario.
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Como apuntan Elboj y otros (2002:116) “El concepto de lectura dialógica incorpora las aportaciones
constructivistas al proceso de aprendizaje de la lectoescriptura dentro de un marco explicativo más amplio y
transformador. Las aportaciones desde ambas perspectivas no se contraponen sino que enfatizan focos
distintos del proceso de aprendizaje. La lectura dialógica pone la prioridad del aprendizaje en la calidad y
diversidad de las interacciones alrededor de los procesos instrumentales lectoescritores, mientras que la
concepción constructivista se ha centrado en su significatividad en función de los conocimientos previos
sobre el lenguaje escrito[...]”.
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Una tertulia de lectura dialógica es un acto comunitario. Normalmente leer se convierte en
una actividad solitaria. El enfoque sociocomunitario cambia la perspectiva de trabajo: la
captación del sentido, el proceso y el producto que se consigue, las interacciones y la
reconstrucción que se lleva a cabo se realizan de forma acompañada y no solipsista. Como
se suele decir, nadie sabe más que entre todos. Tradicionalmente, el hecho de leer era
simplemente la interpretación de los signos de la escritura y la transformación en
conocimiento de aquello que está escrito. Por eso mismo, la tertulia deviene ahora un
instrumento de creación de comunidad, no sólo de aprendizaje sino también de personas
que van creando vínculos personales a través del hecho de compartir palabras, sentimientos,
experiencias de vida. “La lectura dialógica crea puentes y acciones coordinadas entre la
escuela y otros espacios que no hacen más que multiplicar las interacciones y los momentos
de aprendizaje y, en definitiva, aumentar las experiencias de lectura para todos [...]” (Elboj
y otros, 2002:117). La sinergia que intencionalmente se busca y se hace realidad es
precisamente lo que permite que las personas avancen desde sus posibilidades reales de
cambio. Cada persona aporta su idiosincrasia –su visión cultural- y así la lectura se
convierte en una herramienta para la educación intercultural que culmina en una
experiencia transformadora. Un aprendizaje estrictamente académico es frío; cuando tiene
consecuencias sobre el entorno de las personas implicadas transforma su vida para mejor
sin convertirse en una actividad moralista. Aquí radica el secreto y la gran potencia de esta
estrategia. Como decía Paulo Freire, frente a la cultura de la pasividad, de la queja estéril, la
cultura de la transformación.
La lectura como acto individual, monológico, es una realización pobre, carente del
enriquecimiento de las otras subjetividades con quien convivimos. Todo acto comunicativo
aspira a ser interactivo y en la lectura privativa, sólo cabe una interpretación sobre el
mensaje fijado por la escritura. Por ello, la lectura dialógica necesita ser mucho más que
una primera lectura. Quizá la lectura individual ha sido un estadio previo preparatorio para
la fase realmente dialógica, tertulia, donde entran en juego los diferentes discursos, las
diferentes culturas de las personas participantes. Por eso podemos decir que en la lectura se
conversa siempre, como mínimo, con la persona que ha escrito el texto. La perversión de
este hecho es hacernos creer que puede existir lectura sin diálogo. Es una cosa a la que
nuestra escuela tradicional ha dedicado mucho tiempo, esfuerzos y estrategias trabajándola
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desde una visión excesivamente analítica y algorítmica, perdiendo valor simbólico
convirtiéndose meramente en una cuestión sígnica.
La tertulia: un lugar para compartir y contagiar el deseo lector.
Omo afirma Pennac (2001), la lectura, como el diálogo y el amor, no admiten el
imperativo.
Demasiado a menudo, la lectura ha sido impuesta. Quizá albergábamos el temor de que si
no insistíamos machaconamente no se leería: íntimamente conectado con este temor estaría
la presuposición de que las personas tienden mayoritariamente hacia la comodidad como si
éste fuera su estado natural al que aspiran. Eso ha comportado, por una parte la
identificación entre lectura y castigo (trabajo que hay que forzar a hacer, porque como leer
es en sí un acto trabajoso y árido...); por otro lado, el prejuicio de creer que las personas
somos gandulas por naturaleza ha impedido ver que lo que las personas necesitan para leer
no es intimidación sino unos buenos motivos. Es necesario que la lectura responda a una
necesidad vital de las personas como por ejemplo, el acceso a información auténticamente
relevante que transforme sus vidas. Si en el ámbito de las relaciones afectivas se acepta que
no tiene sentido programar el deseo, ya que éste se mueve y se deja arrastrar hacia donde
realmente vale la pena, en las actividades educativas pasa una cosa parecida.
Los afectados de daño cerebral sobrevenido sufren lesiones que les limitan la capacidad de
percepción y expresión cognitiva. Habitualmente, suelen tener más facilidad por
comprender que para exteriorizar mensajes. En general, no suelen ser personas amantes de
la lectura. Los alumnos del IES no tienen ninguna discapacidad fisiológica pero en mayor o
menor grado tienen en común que son personas que no han tenido éxito en el sistema
educativo convencional. Los y las alumnos son adolescentes entre catorce y dieciséis años y
no suelen ser lectores-as entusiastas. Incluso nos encontramos casos de analfabetos
funcionales. En un primer momento funciona bien el hecho de que los lectores más sueltos
lean a las personas que tienen más dificultad por hacerlo: así van cogiendo el gusto por
gozar de la lectura.
Uno de los aspectos importantes es el espacio físico, las condiciones materiales. La tertulia
no tiene lugar en un aula convencional sino en un espacio del centro Ateneu próximo al IES
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que no forma parte de las instalaciones de éste. Los afectados de daño cerebral nos ofrecen
una sala habitualmente adscrita al descanso de mediodía para llevar a cabo esta actividad.
Para ambos colectivos es un lugar distinto de los que frecuentan cotidianamente: taller,
comedor, despacho de logopedia, gimnasio de rehabilitación funcional. El hecho de ser un
lugar específico para la tertulia tiene como ventaja el privilegio de los lugares idóneos, una
especie de locus amoenus libre de interferencias, muy accesible para sillas de ruedas, con
mobiliario confortable –sofás donde estamos cara a cara y próximos. No hay lugares fijos y
procuramos sentarnos mezclados los alumnos del IES con los afectados.
Como situación de aprendizaje es más “real” que no un aula de instituto: las condiciones
físicas, las personas que intervienen –no sólo profesor y alumnado-, la dinámica que se
genera... todo junto hace que el alumnado no lo viva como un trabajo forzado, sino como
una ocasión para convivir y compartir mucho más que palabras. La situación de
comunicación tiene mucha importancia en el resultado y en el proceso comunicativo.
Cambiando estas condiciones hemos llegado a dotar de un sentido nuevo y más atrayente
una actividad que per se no suele resultar muy atractivo en las aulas: la lectura, que es
vivida demasiadas veces como letra muerta.
Una lengua viva se debe emplear para recrear y potenciar la vida.
Como señala R. Flecha (1997) en la tertulia se dialoga, se aprende vida y literatura
mientras se conversa. El libro fue elegido asambleariamente entre alumnos y afectados:
Once minutos de Paulo Coelho. Trata el tema de una niña brasileña que sueña con una vida
mejor, viajar, ser famosa y que acaba ejerciendo de prostituta en Suiza. Algunos alumnos
son inmigrantes y sus padres han venido con patera; por eso el tema de la inmigración nos
permite comentar las razones que llevaron a sus familias en concreto hacia la Península, las
condiciones de las personas inmigrantes, afectados que han sido inmigrantes a su vez en
Alemania o Francia... Todo ello permite que la lectura sea pretexto para compartir
experiencias, relatos, sentimientos, actitudes, valores y al mismo tiempo instrumento de
acceso al conocimiento. Siguiendo a Marta Soler, (2001, 2003) también defendemos que
los resultados son contundentes porque hace que personas neolectoras o que nunca habían
leído un libro, lleguen a gozar de las obras de la literatura clásica universal. La tertulia de
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lectura dialógica se basa en el diálogo igualitario: los miembros se ayudan recíprocamente
y generan una comprensión conjunta leyendo entre líneas. Todo junto aumenta las
posibilidades de transformar su realidad a partir de un acto lector. De esta manera, personas
que no formaban parte del circuito de la cultura prestigiosa tienen acceso a conocimientos
académicos reservados tradicionalmente a la universidad: encuentran un lugar donde
escuchar, leer, decir la suya mientras adquieren, transforman y crean conocimiento.
Diálogo igualitario
En la tertulia no hay privilegios ni discriminaciones: cada uno en la medida de sus
posibilidades coopera. Ni la cultura, ni el género, ni la etnia ni la ideología son motivos
discriminadores. Cada miembro de la tertulia siente que es aceptado y que las razones, los
argumentos son lo que marca la diferencia entre las diferentes opiniones y
posicionamientos. Así se producen transformaciones igualitarias que son resultado del
diálogo. La tertulia es un espacio de libertad de expresión y además se basa en estructuras y
procesos democráticos. La diversidad, la discrepancia, no son un inconveniente: más bien
garantizan el conflicto, el debate; ello nos fuerza a aprender a escuchar antes que nada, a
aceptarnos en la diferencia y a caminar juntos rechazando la exclusión cultural. Resulta
curioso como la compañera profesora Conxa nos comenta “Abderrahim este año está más
personita”. No creemos que sea nada más resultado del paso cronológico de seis meses: las
actividades de la comunidad de aprendizaje van dejando ver su efecto. El aprendizaje
dialógico transforma también las relaciones entre las personas y su entorno para mejor. En
la tertulia, por definición, conviven muchos discursos que de alguna manera dialogan entre
ellos: el diálogo igualitario permite el uso de las habilidades comunicativas como
instrumento para resolver situaciones que una persona por sí sola no sería capaz de
solventar. No se excluye el discurso académico, sino que convergen todos los dicursos.
Mucho más que meras palabras bonitas.
Finalmente, la mayor potencia de la tertulia de lectura dialógica se encuentra en que es un
instrumento de integración: no son sólo palabras bonitas de escaparate. La tertulia literaria
se basa en el aprendizaje dialógico que es “aquel aprendizaje que resulta del diálogo entre
iguales basado en pretensiones de validez” (Aubert y otros: 2004). Es un espacio solidario
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creado por las aportaciones de todos y todas, académicos o no, hechas no en función del
status social sino del interés común. Se erige en estrategia de lucha contra la exclusión
derivada de la dualización de nuestra sociedad: los triunfadores-as y los perdedores-as. De
alguna manera, según este prisma, tanto el alumnado del Programa de Educación
Compensatoria como los afectados de daño cerebral son unos perdedores y perdedoras. La
tertulia es el refugio reparador donde sentirse acogido, coger ánimos, sanar heridas,
reencontrar sentido –asumiendo la propia autonomía, el compromiso y la responsabilidad
de las personas por orientar la propia existencia alrededor del proyecto vital que eligen- y
haciendo pasos que paulatinament nos erigen como soberanos de nuestras vidas y nunca
más resignados al papel secundario, marginal que nos otorga esta sociedad que nada más
valora el rendimiento económico, el beneficio, la utilidad, la perfección... ¿Podemos hacer
alguna cosa en función de la construcción lectora por paliar el neoliberalismo excluyente?
Pensamos con Vygotsky que el desarrollo cognitivo está ligado al entorno sociocultural y si
ese entorno no se transforma tampoco se podrá cambiar el tipo de aprendizaje que se
consigue. La tertulia de lectura dialógica es un instrumento para hacer realidad la igualdad
efectiva, aunque sólo sea en un primer momento en el plano ideológico y de la expresión
democratizando el saber. Las acciones son hijas de las elaboraciones culturales. Quizá sea
éste el terreno donde el cambio resulta más difícíl y al mismo tiempo más decisivo, eficaz.
Fue el año 1966 cuando F. Truffaut rodó la versión de la novela de Ray Bradbury Farenheit
451 y nos presenta un mundo donde los libros –y consecuentemente el pensamiento libre, el
diálogo, la posible discrepancia- son prohibidos, sospechosos, responsables de la
insatisfacción de los humanos mientras que la televisión sería la garantía de un pensamiento
aceptable, filtrado, esterilizado de microbios tóxicos. A veces parece que nos mueve más la
pulsión por el consumismo y la acumulación de trastos nada necesarios mientras a nuestro
alrededor mucha gente sufre necesidad, explotación –pongamos por caso la de los
inmigrantes, especialmente las mujeres que se deben prostituir-. La tertulia de lectura
dialógica nos moviliza desde un intercambio de opiniones a un posible cambio de actitudes
y finalmente a una transformación de la nuestra práctica diaria. La lectura dialogada nos
hace más personas, más humanos y nos vacuna contra la insensibilidad, el totalitarismo
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dogmático. En la tertulia todo el mundo puede pedir la paz y la palabra para decir su
opinión.
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