Educar No 26 - Quaderns Digitals

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El compromiso del novel
educador físico
Fernando Bautista Buenfil*
P
ermítanme ahora, con la venia del honorable presidium y con la anuencia de la
generación 1995-1999 y de sus distinguidos acompañantes, desproveerme del
ropaje de maestro de ceremonias y tomar el papel del amigo que compartió el aula
con este inolvidable grupo, pretendiendo orientarlo en su formación académica.1
***
Sin el más mínimo afán de intentar decepcionar a estos respetables jóvenes, considero
pertinente decirles que —paradójicamente, hoy, día de su graduación— no concluyen,
principian; no terminan, comienzan.
En este momento dan el primer paso en la odisea de la vida profesional, obviamente
cobijados con el manto de la ciencia. Desde ahora —por tanto— deberán esmerarse en
estudiar más, en asistir a congresos y cursos, en incursionar posgrados y en destinar parte de
sus no tan generosos emolumentos magisteriales a la obtención de nuevas fuentes de lectura
tanto impresas como cibernéticas.
De seguir estas modestas sugerencias reducirán, sin lugar a dudas, los espúreos sesgos que
rondan —como fantasmas— la formación física del educando. Pero, a decir verdad, “hay
alumnos que aprenden con el maestro, sin el maestro y a pesar del maestro”, como reza la
conocida frase.
Este panorama, aunque no lo pinté con las más policromas acuarelas, es importante llevarlo
a la práctica y no dejarlo, simplemente, en buenas intenciones. Al respecto, alguien dijo
que el camino del infierno está, precisamente, lleno de buenas intenciones, sin ningún halo
de actividad; y, por el contrario, el sendero que nos lleva al cielo está colmado de espinas,
escollos y esfuerzos.
El filósofo y economista alemán decimonónico, Karl Marx (1818-1883), en la carta que le
envió hasta Londres al ciudadano Maurice Lachátre, con fecha 18 de marzo de 1872 (en torno
a la edición francesa de su máxima obra en la cual aborda —entre otras cosas— la plusvalía
del trabajo) hace una observación que bien vale la pena resaltar, debido a que se vincula a lo
anteriormente expuesto: “En la ciencia no hay calzadas reales, y quien aspire a remontar sus
luminosas cumbres tiene que estar dispuesto a escalar la montaña por senderos escabrosos”.
***
Obtener la licenciatura en educación física, es una alta honra. Para tal fin, antes que nada,
deben ser hombres y mujeres de férrea integridad y estar convencidos de la formación
corporal del niño y del adolescente.
Asimismo, tienen que ser individuos de mentalidad colectiva de apoyo mutuo profesional,
dispuestos a aceptar el reto de la lucha diaria entre lo utópico y lo real, es decir, entre lo que
debe ser y lo que realmente es.
*Profesor de la Dirección de Educación Física y Deportes de la SEJ.
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Por esta razón, como educadores físicos no adopten la cómoda postura de ser, solamente,
preparadores de escoltas y de contingentes una semana antes de los dos desfiles anuales.
Luchen por ser considerados en el equipo multi e interdisciplinario de salud. Tienen el
sustento jurídico y las herramientas teórico-prácticas para hacerlo.
En este sentido, si realizan una verdadera tarea formativa, con seguridad habrá una niñez
más sana, una juventud más vigorosa, una madurez más fortalecida y una tercera edad más
florida.
De esta manera, harán una mejor labor que veinte cardiólogos juntos y otro tanto de
cirujanos de tórax, quienes representan altos costos al ya de por sí deteriorado erario.
Viéndolo desde esta óptica, de ustedes depende promover el rasgo cultural de la actividad
física. De hacerlo, desecharán el malsano sedentarismo y la nociva inadecuada nutrición.
***
Actualmente la escuela clásica forja más el área cognoscitiva e induce a la pseudointelectua
lidad, a la inactividad y a la excesiva ingestión de nutrimentos perniciosos como la sacarosa,
las grasas saturadas, el cloruro de sodio y el alcohol etílico.
“Educa” —por tanto— para formar ciudadanos sedentarios y obesos con dislipidemias,
como es el caso de las hiperlipidemias (hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia y desproporción entre las lipoproteínas LDL y HDL), hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo II,
tabaquismo y estress. Todas estas características son factores de riesgo de las arterias coronarías y de las arterias del cerebro, las cuales, como consecuencia, presentan un cuadro de
arterioesclerosis.
Este fenómeno endurecedor, que redunda en el infarto al miocardio y en el evento vascular
cerebral, aumenta la tasa de mortalidad y acrecienta la población discapacitada e improductiva
y —obviamente— abate la calidad de vida. No obstante lo dramático y alarmante de esta
sombría y catastrófica escena, se puede evitar.
Tal prevención es posible debido a que el infarto al miocardio y el evento vascular cerebral
no son rayos fulminantes que caen de la noche a la mañana, como heraldos de la mala
suerte. Son fenómenos que se van buscando cotidianamente, con un tergiversado estilo de
vida, donde destaca el mencionado malsano sedentarismo y la referida inadecuada mala
nutrición.
Desafortunadamente,
la
escuela
clásica
sigue
reproduciendo estas situaciones. En otras palabras,
“educa” para enfermarnos y morirnos en menos tiempo.
Contradictoriamente, promueve el retroceso de la
esperanza de vida, la cual ha ido en aumento gracias al
avance tecnológico biomédíco.
***
Para poder emprender una lucha educativa sin tregua,
nunca se olviden del Artículo 3° constitucional que les da
la base legal, el cual destacamos en las clases de Política
educativa. El citado artículo —que será la punta de lanza de
sus acciones— habla de la educación integral. Sin embargo,
sabemos que tiene más de integral el pan Bimbo que el proceso
educativo mexicano.
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Nuestros administradores públicos tienen la actitud y la capacidad para implantar
programas y acciones encaminados a desarrollar todas nuestras potencialidades humanas.
Pueden equilibrar los horarios de trabajo académico con los tiempos que requiere la
actividad física. Pero, pese a esto, no han demostrado la aptitud y la conducta para tal empresa.
Son como los fumadores que, a pesar de tener una conciencia clara en cuanto a la adquisición
de un carcinoma de pulmón, siguen fumando. En este sentido, cursos vienen y cursos van
en materia de administración. Todos manejan la herramienta teórica administrativa, pero son
contados los que hacen actividades encaminadas a un verdadero objetivo: formar ciudadanos
en cuerpo y alma.
He ahí el gran compromiso de ustedes. Para puntualizar más en lo planteado, bien vale la
pena citar la undécima y última “Tesis sobre Feuerbach”, del citado Marx, escrita en 1845,
que dice: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo,
pero de lo que se trata es de transformarlo”.2 Con esta visión deben comenzar a modificar la
educación en general, para que la educación física tenga su propio lugar. Tomen conciencia
de esa gran responsabilidad.
Entre otras cosas, de ustedes depende que los niños aprendan a caminar adecuadamente;
a correr como es debido; a saltar en forma acertada; a lanzar de manera idónea. Todas estas
características son requisitos previos enfocados a la posterior práctica deportiva. Son la
condición sine qua non para competir, posteriormente, en el ámbito internacional.
Ustedes pueden detectar en los niños (de manera temprana) escoliosis, acortamientos
de miembros pélvicos, genu varo, genu valgo, pie plano y otras alteraciones del aparato
locomotor. Estas aportaciones serán determinante para el crecimiento y el desarrollo de
nuestros coterráneos párvulos.
Ustedes deben dar a esos niños una precisa estimulación múltiple temprana, plataforma de
sistemático despegue para la adquisición de la fisiológica psicomotricidad.
Ustedes dosificarán el trabajo lúdico para preparar los infantiles cuerpos a tolerar —más
adelante, cuando entren a la juventud— las cargas de trabajo que demanda la actividad física
competitiva: el deporte. Por tanto, serán facilitadores de los entrenadores quienes podrán,
con mayores y mejores alternativas, aplicar la metodología del entrenamiento deportivo
para seguir desarrollando las cualidades físicas: fuerza, rapidez, resistencia aerobia, potencia
anaerobia, movilidad (flexi-elasticidad) y coordinación dentro de los aspectos técnico y
táctico.
Sus intervenciones pedagógicas serán fundamentales, porque el ejercicio físico es
similar a los medicamentos. Si se da poco nada pasa, pero al darse en demasía intoxica. A
propósito, recordemos las palabras del alquimista y médico suizo Theophrastus Bombastus
von Hohenheim, llamado Paracelso (1493-1541), uno de los puntales de la medicina
experimental: “en la dosis está el veneno”.
***
Tengan presente que la educación física y el deporte ya entraron a la era de la investigación
científica. Estarán, por tanto, en una constante búsqueda de la verdad, que, si bien ésta es
relativa, dicha indagación siempre estará en función de encontrar una cabal concordancia
entre lo teórico planteado y la realidad misma, aunque ésta pierda vigencia al diluirse en el
tiempo, para dar paso a otras verdades a través de continuos saltos cuantitativos a cualitativos
y, así, llegar a cúspides insospechadas de la ciencia.
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Por esta razón, deben investigar su propio entorno. Solamente actuando de esta manera
podrán programar con indicadores de su propia realidad. De no hacerlo, inevitablemente
caerán en la ciencia ficción, al aplicar patrones rígidos procedentes de otras latitudes. Al
paso de los años, ustedes mismos se condenarán a laborar con las migajas heurísticas de las
grandes potencias.
Para esto, no olviden articular la teoría con la práctica y poder acceder al verdadero camino
que guía a un conocimiento más profundo y más completo de los fenómenos del todo real.
Tengan presente —a cada momento— las palabras del sociólogo investigador mexicano
Raúl Rojas Soriano quien, acertadamente, ha puesto el dedo sobre la llaga al decir:
La vinculación teórica-práctica no debe demostrarse sólo en el pensamiento como lo hacen
muchos teóricos que están de acuerdo con esa vinculación, pero no realizan investigación científica
concreta. La relación teórica-práctica (debe demostrarse en el terreno concreto de los hechos en
donde las reflexiones sobre dicha vinculación se ajustan, enriquecen o se cambian en un proceso
que nos acerca cada vez más a un conocimiento más amplio y exacto de la realidad.3
Por tal motivo, en sus labores cotidianas no enseñen a investigar, enseñen investigando,
para que sus alumnos —obviamente— no aprendan a investigar, sino aprendan investigando.
Para lograr esto, truequen el enciclopedismo heurístico por la investigación para la vida.
Cabe ahora agregar cierta frase la cual, a pesar de que nunca supe su autoría,
indiscutiblemente realza más estos comentarios: “una teoría sin práctica es una bonita utopía
y una práctica sin teoría es una buena rutina”.
Para ahondar un poco más en lo anteriormente expuesto, consideremos el pensamiento
del político chino Mao Zedong, mejor conocido como Mao Tsé Tung (1893-1976). Este
planteamiento, el cual destaca en su trabajo “Sobre la práctica; sobre la relación entre el
conocimiento y la práctica, entre el saber y el hacer”, escrito en 1937, dice:
...cada una de las dos etapas del proceso cognoscitivo tiene sus propias características: en la etapa
inferior, el conocimiento se manifiesta como conocimiento sensorial y, en la etapa superior, como
conocimiento lógico, pero ambas son etapas de un proceso cognoscitivo único. Lo sensorial y lo
racional son cualitativamente diferentes; sin embargo, uno y otro no están desligados, sino unidos
sobre la base práctica. Nuestra práctica testimonia que no podemos comprender inmediatamente
lo que percibimos, y que podemos percibir con mayor profundidad sólo aquello que ya comprendemos. La sensación sólo resuelve el problema de las apariencias;
únicamente la teoría puede resolver el problema de la esencia.
Quien quiera conocer una cosa, no podrá conseguirlo sin
entrar en contacto con ella, es decir, sin vivir (practicar)
en el mismo medio de esa cosa. ...Si quieres conocer,
tienes que participar en la práctica transformadora de la
realidad. Si quieres conocer el sabor de una pera, tienes tú
mismo que transformarla comiéndola. Para una persona
que cierra los ojos y se tapa los oídos y se aísla totalmente
del mundo exterior objetivo, no hay conocimiento posible.
El conocimiento comienza con la experiencia: éste es el
materialismo de la teoría del conocimiento. El segundo punto
es que el conocimiento necesita profundizarse, necesita
desarrollarse de la etapa sensorial a la racional: ésta es la
dialéctica de la teoría del conocimiento.4
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Sumergidos en este océano fenomenológico concatenado, es fácil adivinar, entonces, que es
un toral error administrativo pensar solamente en términos de la selección nacional de fútbol
para mejorar el deporte, sin promover la educación física dentro de los cánones científicos.
Para comprobar esta afirmación no es necesario ir lejos, veamos con el. rabillo del
ojo la pequeña isla que emerge de las esmeraldas y cristalinas aguas caribeñas como un
titán deportivo. No perdamos de vista que este pequeño gigante cosecha medallas como
si estuviera en época de zafra, gracias a que su deporte se asienta en una sólida base: la
educación física.
Luchen a pesar de las barreras que aparezcan en su incansable camino. En esencia, son
y serán los mismos obstáculos que tuvo ese gran pedagogo francés de ascendencia italiana
Pierre de Fredy, barón del señorío de Coubertin (1863-1937), identificado —también— como
el barón Pierre de Coubertin, pero mejor conocido como Pierre de Cubertin o simplemente
Coubertin quien —pese a que no fue profeta en su tierra— legó el movimiento ecuménico
más grande y más importante, no tan sólo de los siglos XIX y XX, sino también de todo
el milenio: los Juegos Olímpicos de la era moderna, los cuales han revivido a los de la
antigüedad que se realizaban en Olimpia, Grecia.
No desistan en esta infrenable competición educativa, aunque escuchen seductores cantos de
sirenas tal como le sucedió a Ulises (en la homérica obra griega La Odisea) cuando navegaba
rumbo a la isla jónica de Ítaca —su patria— para encontrarse con su esposa Penélope; sirenas
que, actualmente, se materializan en el imperdonable pecado capital de la corrupción.
***
Tienen, en forma indeleble, el maternal sello de nuestra normal superior en el alma. Como
estudiantes portaron su emblema, con orgullo, en sus uniformes deportivos. Lleven con
honor el nombre de nuestra loable institución y denle agradecido lustre con su empeño, su
conducta, su constante superación y su entrega.
Recíprocamente, con el mismo sentimiento hoy, nuestra madre, la Escuela Normal
Superior de Yucatán “Profr. Antonio Betancourt Pérez”, en breves instantes finalizará su
trabajo de parto, el cual inició al principio de esta ceremonia. Dará a luz a treinta y ocho
nuevos hijos que seguirán forjando la educación física.
Cabe repetir, ahora, las palabras de la doctora jamaiquina, quien naciera en 1893, Cicely
D. William. Tales vocablos invitan a la reflexión, puesto que van más allá de lo dicho por el
poeta latino Décimo Junio Juvenal (60-130), y no por Sócrates de Atenas (470-399 a.n.e.),
como algunos creen.
Mientras que Juvenal dijo: “Mens sana in corpore sano” (mente sana en cuerpo sano), la citada
doctora William mencionó: “ya es tiempo de que la medicina reconozca que su deber es aspirar
no sólo a mentes sanas en cuerpos sanos, sino a personas sanas en una comunidad sana”.
Estas prolíficas y profilácticas frases pueden ser coronadas por las palabras del político
y orador latino Marco Tulio Cicerón (106-43 a.n.e.): “Prevenir es el gran arte” ¡Y qué más
prevención!, ¡qué más profilaxis!, que la noble misión de la educación física bien llevada en
apego al Artículo 3° constitucional, que ha consagrado —con la cuota de sangre de muchos
mexicanos— la educación integral.
Ahora sí, nuestra madre, nuestra querida ENSY, está terminando su trabajo de parto. Así
como contamos en clase los diez segundos, en invertida escala, digamos en voz alta estas
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regresivas unidades de tiempo, para que —al final— se dé el divino milagro del nacimiento.
Será, entonces, con mi nostalgia, la última cuenta que haga con ustedes.
Les voy a extrañar. Les deseo lo mejor, porque estoy seguro que no defraudarán a nuestra
normal, a sus padres y a la sociedad mexicana que tanto espera de ustedes.
¡Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero! ¡Felicidades nuevos
licenciados en Educación Física! ¡Bienvenidos a la palestra educativa! ¡Felicidades de
nuevo, enhorabuena!
Notas
Mensaje del doctor Fernando Bautista Buenfil dirigido a la generación 95-99 de Licenciados en Educación Física de
la Escuela Normal Superior de Yucatán “Profr. Antonio Betancourt Pérez” la noche del 28 de julio de 1999.
2
Karl Marx, El Capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1972, t. 1, p. XXV.
3
Marx y Engels, Obras escogidas, Progreso, Moscú, t. I, 1976, p. 11.
4
Raúl Rojas Soriano, El proceso de la investigación científica, Trillas, México, 1998, p. 20.
5
Mao Tsé Tung, Obras escogidas, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, , t. I, 1972, pp. 321, 322 y 325.
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