3XEOLFDFLyQ /913B 6HFFLyQ 'HSRUWHV 3iJLQD 3iJLQD (GLFLyQ &$57$*(1$ 56 K8VXDULRFJJUDQHUR Viernes 15.01.16 LA VERDAD DEPORTES NUESTRO GOLF «El golf me ha hecho ser quien soy» Pascual Jiménez supo desde siempre que quería ser jugador y ha sufrido como tal, aunque su gran pasión es la docencia. Desde 2014 dirige el campo de La Marquesa reto. (...) Por no haber no había ni bolas en la cancha de prácticas, así que el primer día de clase los alumnos se quedaron sorprendidísimos viéndome sacar un saco de bolas del coche». La escuela infantil la crea nada más llegar. «Empiezo con niños españoles, todo del pueblo de Rojales. Y todos muy buenos. Tener el golf cerca nos lo facilitó mucho». Recuerda de aquellos tiempos a Carlos Aguilar, Víctor Andreu o a los ‘amateurs’ Manolo Navarro, José A. Sánchez, Borja González y Jesús Rodríguez, ahora profesor. MARÍA JESÚS PEÑAS [email protected] ALICANTE. «Qué mal ser bajito», se dijo Pascual Jiménez Zapata (La Zenia, 1964) a la edad de 9 años –por aquel entonces era sencillamente Pascualín–, cuando se dio cuenta de que arrastraba la bolsa de palos de golf que le habían encomendado llevar al ‘tee’ del 1, del campo de Villamartín (Alicante). A los 150 metros el peso de la bolsa pudo con él y, otro compañero del ‘caddy master’ tuvo que hacerse cargo de ella. El recuerdo de aquel momento sigue fresco en la memoria de Jiménez; incidente que no aflojó en él las ganas de ser hoy lo que con aquella tierna edad ya intuía: ser profesional de golf. Carambolas de la vida, 40 años después, ésta le pondría ‘a prueba’ de nuevo con una ‘pesada’ bolsa que llevar al hombro. La de su amigo Miguel Ángel Jiménez. «Fue emocionante». Uno de los momentos que no duda reconocer como más emotivos y queridos de su vida en el golf. Ser el ‘caddie’ de su amigo en el Masters de Augusta de 2014. Aunque todo arranca meses antes, con una divertida conversación entre el malagueño y este hijo de padre alicantino –de Pilar de la Horadada para más señas– y madre murciana, como no podía ser de otra manera, llamándose Fuensanta. Tiger Woods: ¿Jiménez? «Recibo la llamada de Miguel que me dice durante la conversación que mantenemos: ¿Me llevarías los palos?» –comienza a relatar Pascual–. –Pascual Jiménez: «¿Al coche?» –Miguel Ángel Jiménez: «No, al Masters (silencio). ¿Es que no quieres?» –PJ (Pascual reacciona): «No digas eso… no sé… ¿tú crees que lo puedo hacer bien?» –MAJ le respondió: «...Pues sí o no». El buen juego de ‘El Pisha’ le colocó en esa edición en los puestos de cabeza y lo emparejó con Tiger Woods «y un chino, pero no me preguntes su nombre ¡porque no me acuerdo!», dice divertido Pascual para seguir explicándose. «Compartimos con el estadounidense horarios en el ‘driving’ y ‘putting’. Le seguía todo el mundo, así que me sentí tremendamente observado. Tú eres consciente de que no eres importante y que no pintas nada para la televisión..., pero estás en plano». Esta vez la bolsa que portaba Pascual sí llegó hasta el ‘tee’ del 1. Allí no lo esperaba un socio de Villamartín, sino la TV, la multitud y el silencio. «Ese silencio que lo contamina todo porque todo se escucha; el bullicio, en cambio, enmascara cualquier cosa». Allí se encontró con Tiger. «Me &$57$*(1$ Plena satisfacción Pascual Jiménez, entre dos hombres que admira, José María Olazábal (i) y Miguel Ángel Jiménez . :: LV SOBRE PASCUAL JIMÉNEZ José María Olazábal Jugador profesional Miguel Ángel Jiménez Jugador profesional «Es una persona muy cercana, abierta, con la que es fácil entablar conversación. Muy meticulosa y con buena vista para los detalles del ‘swing’» «Pascual pertenece a un grupo de jugadores de los 80 con muchas inquietudes y ganas locas por jugar, aunque luego derivó hacia la enseñanza. En el campo es un jugador agresivo que tira a bandera» miró y me dijo: ‘I am Tiger.’ A lo que le respondí: Pascual Jiménez». –Tiger Woods: «¿Jiménez?» Pascual recuerda perfectamente la cara de sorpresa del jugador (que se debió preguntar: ¿otro?). Para entonces Miguel Ángel ya había intervenido con su intrépido inglés: «Is my brother» (risas), para finalmente aclarar: «Is very good friend». De aquella experiencia, Pascual no se dijo así mismo: ‘qué bajito eres’, pero sí se percató de que no estaba en la mejor forma física tras cubrir el recorrido; «fue la adrenalina la que me dio fuerzas y aguanté a base de los muchos estiramientos que hacia al final del día. Pero fue tremendo y aquel ‘buzo’ grueso que te ponen en Augusta para identificarte como el ‘caddie’, no ayuda». Desde entonces hace Pilates, «antes no, y he ganado en flexibilidad y equilibrio». table del campo. Con su bicicleta BH roja a pedales recorría todos los días los casi 4 kilómetros que separaban su casa del golf. Buena parte cuesta arriba. Pero no importaban las incomodidades o el esfuerzo del trayecto o las largas horas en el campo. Era donde quería estar. Sus padres le instaron ya de adolescente a que siguiera con el negocio familiar. «El golf no te va a dar de comer», le recordaba su madre a instancias de su padre. «Se que me hubiera ganado la vida muy bien con la empresa de Jardines y Viveros de mi progenitor (como pretendía él), pero yo sabía lo que quería ser». Así que no cejó en su empeño. El jugador profesional de los años 50 y 60 y campeón de España en cuatro ocasiones, Ramón Sota, que en aquel tiempo trabajaba en Villamartín, también le advirtió «de que esto es muy difícil». Del cántabro, tío de Severiano Ballesteros, Pascual recibió muchas mañanas de golf tirando bolas y un hierro 7 que exprimió al máximo practicando en la playa. Los comienzos Pascual entró muy joven a trabajar en Villamartín. Fue a través de un vecino de La Zenia (Orihuela), con- Con 16 abandona definitivamente el colegio y se centra por completo en este deporte, alimentado su ilusión con referencias como la del gran Seve Ballesteros, al que por entonces veía en vivo o por televisión. «De él aprendimos que todo era posible. Que solo hay que creer (...). Seve hizo que explotáramos nuestro talento individual. Ver la bola y elegir el golpe diciéndose –como decía el de Pedreña–: ‘El 60% de lo que se interpone entre la bola y el hoyo solo es aire’». Pascual bebió de Emilio Rodríguez Pareja, de Juan de Lope y por supuesto de Juan Miguel Buendía («que fue mi padre en el mundo laboral») y trabajó su ‘swing’ como un autodidacta, hasta que viajó a Madrid con 18 años. Allí lo aprendió todo de los maestros Arruti y Celles (que es lo mismo que hablar de la escuela de John Jacobs), para formarme como maestro de golf y poder ejercer como tal. Porque las clases eran ingresos y «sin patrocinadores es difícil sobrevivir en los circuitos. Mis únicos sponsors en los años de competición fueron mis riñones». Se casa con 21, con la que hoy sigue siendo su mujer, Genoveva, a pesar de que «¡es la única persona con la que he discutido como profesor!», dice divertido. Resume este hecho. «Ella me dijo tras darle un consejo: Yo lo hago a mi manera, Pascual». Con ella ha tenido dos hijas, Cristina y Miriam, que juegan estupendamente. El mundo de la docencia Durante un tiempo simultáneo ambas facetas (jugar y enseñar), hasta que con 26 años, llega a La Marquesa. Son los años 90. Y descarta seguir compitiendo «porque me habían fichado para dar clase. Supuso todo un «La docencia me ha dado la confianza de sentir que he hecho algo bien. Y te diré más. A lo largo de los años en absoluto he perdido la ilusión, porque cada alumno es distinto. Es como jugar un hoyo diferente; y ningún hoyo es aburrido. Tampoco hay ningún hoyo fácil», dice convencido. Y es de la opinión de que no hay alumnos muy ‘difíciles’. «Cuando tienes un ‘miura’ sacas lo mejor que tienes». –¿Y quién es el mejor alumno? –Te realizas más como profesor con un adulto, aunque no hay nada más bonito que un junior o infantil que sienta este deporte. Encontrarlo no es sencillo. Pero si cuentas un niño con afición, es incomparable. A adultos y menores ha intentado en sus años de profesión inculcarles que el 50% del éxito del golf es la preparación del golpe. «La rutina. El resto es técnica; habilidad. Por eso debes cuidarla, porque sino te vuelves un jugador vulnerable». Pone el acento en practicar los puntos débiles de casa uno. «No hay otra manera. Y usar la cabeza. Es lo que distingue a los grandes jugadores del resto. Porque no es suficiente con darle bien. El golf es resolver; cada golpe es decidir. Aunque ¡cuidado!, porque pensar, que parece una ventaja, es más bien un inconveniente sino tienes una buena cabeza». Desde enero de 2014, Pascual Jiménez combina las funciones de profesional y profesor de golf del campo alicantino de La Marquesa, con la faceta de gerente. Es su casa. Donde están los amigos de las dos partidas que juega: la de los miércoles y la de los viernes, que lleva disputándose desde hace 26 años sin que se haya suspendido nunca. «Ni en Navidad». Entre ellos cómo no destacar a José María Buendía: «mi ‘partner’. La persona que me lo ha soportado todo, mis cabreos y últimamente mi mal juego», dice honestamente. A sus 51 años, Pascual Jiménez es quien ha querido ser siempre y «el golf me ha hecho ser quien soy». El golf es el espacio donde está la gente que quiere y que le hace feliz. «Si no jugase no sería Pascual». Hace unos meses en casa, se volvió a ver por el Plus y a cámara rápida, todo el Masters de Augusta, donde hizo de ‘caddie’. Se emocionó como un niño.