Violencia en la Pareja Página 1 de 20 completo crimi 23/11/2005

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Violencia en la Pareja
Teresa Salazar*
Elizabeth Torres R**
Vítalia Rincón***
*Universidad de Los Andes Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Escuela de
Criminología. Departamento de Intervención Criminológica. [email protected]
**Universidad de Los Andes Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Instituto de
Estadística Aplicada y Computación. eliza @ula.ve
***Medicatura Forense. [email protected]
RESUMEN
La violencia en la pareja es un fenómeno arraigado en la sociedad con amplias raíces
culturales. “Según cifras de las Naciones Unidas, el 60% de las mujeres latinoamericanas
han sufrido algún tipo de violencia (González en Buyo, 2003). Este es un estudio de casos
sobre la violencia en la pareja en víctimas y victimarios que acudieron a la Medicatura
Forense del Estado Mérida, en el lapso de Abril y Mayo de 2004. Se midi ó la confiabilidad
del instrumento con el coeficiente Alfa de Cronbach (a=0,75), el cual es aceptable. Entre
los resultados resaltan, (76,7%) de los casos son mujeres. El 46,5% no culminó la
secundaria. Un 36% recibió asistencia médica, 6% psicológica y 58% policial y/o jur ídica.
El 44% pertenecen a familias desintegradas; 85% es victima del cónyuge. Un 30,2%
presenció maltrato en su familia de origen. El 23.8% presenta reacción a stress grave. La
mayoría (69,77%) manifiesta que el hecho de violencia ocurrió en el hogar. El 55,81%
refirió que el hecho sucedi ó bajo influencia de sustancias licitas o il ícitas. En cuanto al tipo
de violencia reportada se evidencia que la violencia psicológica ocupa el primer lugar, el
segundo la física, el tercero la sexual y por último, la patrimonial.
Palabras Claves: Violencia, maltrato, pareja.
Violence in Couples
ABSTRACT
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Violence in couples is a phenomenon ingrained in society with deep cultural roots.
According to United Nations figures, 60% of Latin American women have been victims of
some type of violence (Buyo, 2004). This is a case study on violence in couples (both
victims and abusers) who have been attended at the Forensics Laboratory in M érida State,
Venezuela, during April and May of 2004. The reliability of this study was measured using
the Cronbach Alfa coefficient (a =0.75), and is acceptable. Among the results, we find that
76.7% of the cases include women; and 46.5% of these women did not finish high school;
36% received medical assistance; 6% psychological assistance; 58% involved legal or
police intervention; 44% come from disintegrated families; 85% of the abuses were
caused by spouses; 30.2% had suffered family abuse as children in their family of origin;
and 23.8% showed a deep stress reaction. In most cases (69.77%) the violent acts took
place in the home; and 55.81% declared that they had occurred under the influence of
legal or illegal substance abuse. As far as the type of violence reported, psychological
violence was in first place, physical in second, sexual in third and patrimonial was last.
Keywords: Violence, abuse, couple.
Recibido: 22-11-2004 . Aceptado: 05-03-2005
1. INTRODUCCIÓN
Este estudio trata sobre la violencia en la pareja que se origina como un planteamiento
teórico-práctico, desde la perspectiva científica y humanista a dicha problemática. Es una
investigación preliminar del Proyecto denominado “La Violencia en la Familia. Diagnósticos
y Soluciones, Mérida 2004”.
La violencia es, según el Diccionario de la Real Academia Española (1992) “la cualidad
del violento, del que está fuera de su natural estado, situación o modo. Que obra con
ímpetu y fuerza (Del Lat. violentia).
Por violencia puede entenderse una especie de agresividad injustificada e ilegítima con
fines perversos e ilegales. La violencia genera rechazo, frustración y más violencia que se
acentúa y perpetúa mediante un ciclo patológico que es necesario romper. La agresividad
o agresión es un término que describe una conducta, una acción o ataque hacia otra
persona o a si mismo.
Hace más de una década que el autor español Fernández (1989: 574-575) manifiesta
que la violencia representa, sobre todo, la forma de la agresividad maligna. Este autor
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considera a la violencia como el perfil perverso de la agresividad, aún cuando distingue
la violencia legítima como la del policía, e ilegítima la del criminal. A partir del momento
en que el ejercicio de la fuerza no es legítimo, porque no cuenta con la aprobación de la
gente, o al menos no es legal por no contar con la aprobación de las leyes, puede
afirmarse con toda seguridad que la agresividad ha tomado la configuración maligna de la
violencia.
Por otra parte, es bien conocido que la familia es la base fundamental de la sociedad y
paradójicamente el principal ente generador de violencia; ciertamente, es uno de los
espacios sociales en el que la violencia se presenta bajo formas muy sui-géneris, entre
ellas, violencia en la pareja.
La sociedad occidental está sujeta a constantes cambios sociales que inciden en la
relación de pareja, hoy existen diversas formas de establecer ésta relación, tales como
novios, concubinos, parejas que viven independientemente, parejas de homosexuales,
casados, divorciados que conviven de nuevo con su exc ónyuge. Existe violencia en la
pareja cuando el hombre o la mujer arremete física, psicológica, sexualmente, ó sobre el
patrimonio del otro.
El género designa un sistema clasificatorio de representación cultural que divide a los
seres humanos según sus diferencias sexuales, en masculino y femenino; de modo que a
partir de la significación atribuido al cuerpo sexuado, varones y mujeres van siendo
socializados mediante un conjunto de prácticas, estereotipos, roles, normas, actitudes,
nociones, valores, patrones de comportamiento y formas de relación vivenciadas y
expresadas en representaciones sociosimbólicas (Según Jodelet citado en Cabral y García,
2002: 27).
En éste trabajo se analizan algunos factores de la dinámica de violencia en las relaciones
de pareja como parte fundamental de la familia 1. Resulta obligatorio un abordaje científico
de la cuestión a fin de poder medir este fenómeno en sus verdaderas dimensiones, así
como el alcance de los efectos negativos que ocasiona en la pareja. No se puede pasar
indiferente ante estos eventos sociales que lesionan a todos.
Vega (1997: 8) manifiesta que el objetivo de la violencia es el dominio del otro. La idea
es reducir al otro a la función de un objeto totalmente asimilable. También desde el lado
del sujeto cuyo deseo se captura, puede ocurrir que haya una delegación o proyección de
sus impulsos agresivos sobre el otro, al que hace actuar como dominador. Considerando
que es la subjetividad donde se encuentran acuñadas el conjunto de experiencias vividas,
cada persona interioriza los modelos sociales y sus relaciones interpersonales. La cultura
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es el marco de referencia al cual se remite cada ser humano en su proceso de
crecimiento y desarrollo, y ésta es trasmitida como modelo de socialización desde los
comienzos de la vida de cada uno.
Es conocido que la cultura asigna un lugar de género, que se internaliza y se asume,
mediante los procesos de socialización y se adopta el rol femenino ó masculino. Como
manifiestan Cabral y Garc ía (2002: 29) el problema es, que se trata de un orden social de
relaciones de dominación que trastoca las diferencias sexuales convirtiéndolas en
desigualdades sociales y en oposiciones entre los sexos, – desigualdad genérica –, lo que
significa devenir – varón y mujer – en un contexto de relaciones jerárquicas y asim étricas
de poder que se problematizan en una lógica de poder, de control y dominación del
hombre sobre la mujer.
También, Cabral y García (2002:29) señalan que las relaciones desiguales entre
hombres y mujeres comienzan a visibilizarse al ser denunciadas, cuestionadas y
desmontadas, en principio, por el movimiento feminista y las luchas de las mujeres por la
igualdad y defensa de sus derechos, lo cual ha sido una lucha y práctica política,
fundamentalmente cuando la acción se orienta a la transformación de las relaciones
sociales entre los sexos; luego, cuando es incorporado a la academia, un trabajo de
reflexión teórico sobre las desigualdades entre los sexos, el género se constituye en una
categoría de análisis crítico.
En el marco de la cultura patriarcal, el concepto de dominación masculina se encuentra
íntimamente vinculado al de violencia masculina, ya que la violencia es el instrumento
interpersonal más expeditivo para controlar las situaciones e imponer la voluntad. La
violencia, es decir el uso de la fuerza como método para la resolución de conflictos
interpersonales es legitimada con más frecuencia cuando la emplean los varones, en
función de un modelo que se apoya en la supremacía masculina (Corsi, 2002:28-29).
Según Deza (1997: 20), la violencia en la pareja pasa por tres etapas. Primera fase:
acumulación de la tensión, que se caracteriza por la fácil irritabilidad del agresor. La
segunda fase o explosión, en ésta el agresor muestra una agresividad incontenible. La
tercera fase es de calma o reconciliación. Esta etapa se caracteriza porque el agresor
muestra conductas de arrepentimiento y afecto a la pareja. Al inicio de ésta fase es
cuando el agresor acepta ayuda. La realidad, sin embargo, es que las cosas no cambiarán
por si solas y el ciclo de la violencia se repite indefinidamente, atrapando a la pareja en un
circulo vicioso difícil de salir.
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2. UNA VISIÓN DEL PROBLEMA
La violencia contra la mujer y la familia adquirió relevancia internacional a raíz de los
movimientos que surgieron en los años setenta y que ganaron terreno en los Derechos
Humanos y se comienza la larga lucha para reivindicar e igualar los derechos y libertades
del hombre y la mujer (Gómez en Mora, 2004: 6). Gracias a los esfuerzos internacionales
se logró la creación de estrategias que protegieran a la familia y la mujer tales como: La
Conferencia Mundial de la Mujer, en Beinjig (1995). La Declaración sobre la eliminación de
la Violencia contra la Mujer, en Viena (1993). Los Informes De Las Naciones Unidas sobre
la Violencia en el Hogar (1980). El Plan Regional para la Integración de la mujer en el
Desarrollo Económico y Social (1977), entre otras.
Según datos del Instituto Nacional de la Mujer en Venezuela (2004), 89 de cada 100
mujeres vuelven a ser agredidas, cada tres días una mujer es asesinada, cada mes una
mujer es asesinada a golpes, cada doce días un hombre mata a una mujer en el contexto
de la relación de pareja. De cada 100 lesionados atendidos en los centros de salud
cuarenta fueron mujeres agredidas en el hogar. Más de la mitad de las mujeres
latinoamericanas han sido objeto de agresión en el hogar.
Jim énez (1991: 21) considera que: “La violencia es generada en la misma estructura del
sistema, en el autoritarismo y rigidez de la cultura patriarcal donde se generan las
múltiples formas de violencia contra la mujer no reconocidas ni declaradas como tales y es
así porque sólo mediante la violencia es posible sostener un sistema de relaciones
humanas que se sustentan en el sometimiento de la mitad de la humanidad. En
consecuencia el ejercicio del poder por parte de quienes lo detentan, los hombres,
generalmente encierra la violencia ”.
3. METODOLOGÍA
Para la realización de la investigación se toman las definiciones del articulado que
contiene “La Ley sobre la Violencia contra la mujer y la Familia” (1998):
Violencia Familiar.
“Se entiende por violencia la agresión, amenaza u ofensa ejercida sobre la mujer u otro
integrante de la familia por los cónyuges, concubinos, ex cónyuges, ex concubinos o
personas que han cohabitado, ascendientes, descendientes y parientes colaterales,
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consanguíneos o afines, que menoscaben su integridad f ísica, psicológica, sexual o
patrimonial” (Artículo 4).
Violencia física.
“Se considera violencia física toda conducta que directa o indirectamente esté dirigida a
ocasionar un daño o sufrimiento físicos obre la persona, tales como heridas, hematomas,
contusiones, excoriaciones, dislocaciones, quemaduras, pellizcos, pérdida de dientes,
empujones o cualquier otro maltrato que afecte la integridad física de las personas”.
Igualmente se considera violencia física a toda conducta destinada a producir daño a los
bienes que integran el patrimonio de la víctima” (Art ículo 5).
Violencia psicológica.
“Se considera violencia psicológica toda conducta que ocasione daño emocional,
disminuya la autoestima, perjudique o perturbe el sano desarrollo de la mujer u otro
integrante de la familia a que se refiere el artículo 4 de esta Ley, tales como conductas
ejercidas en deshonra, descrédito o menos precio al valor personal o dignidad, tratos
humillantes y vejatorios, vigilancia constante, aislamiento, amenaza de alejamiento de los
hijos o la privación de medios económicos indispensables” (Artículo 6).
Violencia sexual.
“Se entiende por violencia sexual toda conducta que amenace o vulnere el derecho de la
persona a decidir voluntariamente su sexualidad, comprendida en ésta no sólo el acto
sexual sino toda forma de contacto o acceso sexual, genital o no genital” (Artículo 7).
En la elaboración del instrumento de medición se emplearon dichas definiciones, así
como, otros aspectos propios de la entrevista siquiátrica. Este es un estudio de casos
(Hernández et al., 2003) sobre la violencia en la pareja en víctimas y victimarios que
acudieron a la Medicatura Forense del Estado Mérida, en el lapso de Abril y Mayo de 2004.
Para medir la confiabilidad del instrumento utilizado, se emplea el coeficiente alfa de
Cronbach, el cual resulta igual a aa=0,75, considerado aceptable. Para el análisis de la
información se identifica en primer lugar sus regularidades, en términos de su distribución
porcentual, cuya presentación se ofrece en forma gráfica y tabular. La información fue
procesada mediante el software SAS, versión 8.2 bajo UNIX, para una IBM RS 6000
instalada en el Centro de Cálculo Científico de la Universidad de Los Andes (CECALULA), y
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ejecutado remotamente desde el Instituto de Estadística Aplicada y Computación.
4. RESULTADOS
Este estudio trata de 43 casos de víctimas y victimarios entrevistados en la Medicatura
Forense por violencia en la pareja, de los cuales 33 son mujeres, lo que representa el
76,7% (Gráfico 1).
Las víctimas de sexo femenino manifiestan que acuden a denunciar el maltrato debido al
apoyo que perciben actualmente por la puesta en pr áctica de la “Ley contra la violencia a
la mujer y la familia”. También por la información que brindan los medios de comunicación
social. Además, sienten que emocionalmente ya no toleran ésta situación.
En la Medicatura Forense se entrevistan más víctimas que victimarios, el 81,4% son
víctimas y 18,6% victimarios; de acuerdo al sexo de las víctimas 33 son mujeres y 2
hombres (Gráfico 2).
Esto podr ía explicarse debido a que los investigadores del Cuerpo de Investigaciones
Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) encargados de resolver este tipo de delitos
tienen mayor inclinación de referir a la Medicatura a las víctimas del sexo femenino,
también depende de los criterios de la Fiscalía. Algo similar ocurre con las víctimas o
victimarios homosexuales. Para el período de estudio no se registraron denuncias de estos
últimos.
De acuerdo al vínculo con el agresor, el 80% de las víctimas son maltratadas por su
cónyuge y el 20% por su excónyuge.
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En cuanto a la nacionalidad el 97% de estos casos son venezolanos, solo una victima es
extranjera y procede de Argentina. Además, la distribuci ón geográfica nos indica que el
75% de los entrevistados son nativos del Estado Mérida, el 5% nacieron en el Distrito
Federal y 5% en Trujillo; el 15% restante procede de Aragua, Miranda, Falcón, Zulia,
Táchira y Argentina, correspondiendo a cada uno el 2,5%. Según el Municipio en el que
habitan, la distribución de los casos es el siguiente: 53,49% Libertador, 32,56% Campo
Elías y, Sucre y Pueblo Llano con 6,98% cada uno.
La Tabla 1 muestra que la edad de las víctimas oscila entre 22 y 51 años, con un
promedio de 35,7 años y una desviación estándar de 7,4 años. Se tiene que por lo menos
el 75% de los casos analizados presenta edades de 28 a 43 años.
En la Tabla 2 se muestra el estado civil de los entrevistados, observándose un igual
porcentaje de casados y divorciados (37,21%), en concubinato 13,95% y solteros
11,63%. Estos resultados reflejan la dificultad de convivencia de las parejas y la posible
disfunción inherente a la misma.
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En la Tabla 3 se observa que la mayoría de los entrevistados corresponden a amas de
casa (26,83%), profesionales universitarios (19,51%), Obrero (14,63%), empleados
(12,2%), estudiante universitario (9,76%), entre otros.
En cuanto al nivel de instrucción se observa que el 16,28% de los entrevistados culminó
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la primaria, 13,95% secundaria completa, 6,98% universitaria y 11,63% postgrado.
El 28,95% de los entrevistados recibió asistencia policial, 18,42% asistencia policial y
médica, 10,53% jurídica y 10,53% no recibió ninguna asistencia, 7,89% jurídica y policial,
7,89% psicológica, policial y médica, 5,26% siqui átrica, jurídica y policial, 2,63% ayuda
sicológica, 2,63% sicológica, siquiátrica, jurídica y médica, 2,63% siqui átrica y policial, y
2,63% jurídica y médica.
La Tabla 6 muestra que el 30,2% de los entrevistados presenció maltrato en su familia
de origen y el 69,8% restante no. De los que presenciaron maltrato, un 7,69% refirió
maltrato físico, el 15,38% psíquico, 23,08% ambos tipos y el 7,69% indic ó físico, psíquico
y patrimonial. El 28,57% de las víctimas presenció violencia en su familia de origen,
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mientras el 37,5% de los victimarios también la presenció. Es posible que los
entrevistados omitan, oculten información por razones socioculturales (no incriminar a
otros familiares, incluyendo a los padres en su denuncia). Por lo general, las víctimas al
denunciar se encuentran psicológicamente afectadas y utilizan mecanismos de defensa
para sobrellevar la situación tales como negación, proyección y regresió
El análisis cruzado del tipo de familia con el tipo de entrevistado, indica que el 41,86%
de los entrevistados procede de familia desintegrada, de los cuales el 37,14% son
víctimas y el 62,5% son victimarios. El 53,49% de los entrevistados provienen de familias
amalgamadas, de los cuales 57,14% son víctimas y el 37,5% son victimarios. Llama la
atención que los victimarios provienen en su mayoría de familias desintegradas en donde
la regla es la carencia de normas, de afecto, de apoyo moral y psicológico. Las víctimas
proceden en su mayoría de familias amalgamadas donde reina la incapacidad para tomar
decisiones sin el consentimiento del grupo, lo cual hace que los rasgos de dependencia de
sus miembros se arraiguen en su estructura de personalidad.
El análisis individual del tipo de violencia reportada evidencia que la violencia psicológica
presenta el primer lugar (97,67%), en segundo lugar la física (86,05), en tercer lugar la
sexual (61.11%) y por último, la patrimonial con el 51,16%. La violencia comienza con el
maltrato verbal que incluye trato vejatorio, humillación del victimario a la victima hasta
que se pierde el control y se llega al maltrato físico. De los entrevistados que presentaron
violencia física un 86,5% son víctimas y 13,5% son victimarios.
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En la Tabla anterior se muestran las características de las lesiones. El 45,71% presenta
lesiones de consideración, tales como: fisuras, fracturas, hematomas, hemorragia
conjuntival, síndrome del latigazo y excoriaciones generalizadas que indican la gravedad
de la violencia física.
Han sufrido daño sicológico 42 de los 43 casos estudiados, de los cuales 35 son víctimas
y 7 victimarios. Solo un victimario no refiri ó daño psicológico. Las víctimas al ser
agredidas pueden tomar conductas defensivas para repeler el ataque del victimario,
mediante verbalizaciones hostiles. Entre los casos de violencia sicológica el 74,4% refiere
trato vejatorio, 48,84% deshonra, 46,51% descrédito, 30,23% vigilancia constante,
27,91% privación de medios económicos, 16,28% amenaza con aislar a los hijos y un solo
caso de aislamiento (encerró a la victima en una habitación bajo llave).
De las 35 víctimas de violencia sexual 14 informaron contacto genital no voluntario y 7
no genital. Mientras que el resto no informó, lo cual podría explicarse porque las víctimas
ocultan información debido a lo delicado del tema. Por otra parte, se evidencia que en la
violencia de pareja la violencia sexual es una forma de dominación hacia la mujer.
Con relación a la violencia patrimonial 19 de las víctimas y 3 de los victimarios
manifestaron daño a sus bienes o patrimonio (puertas, electrodomésticos, muebles,
ventanas con vidrios, etc.). El resto no informó. Esta es una forma de expresión de la
agresividad en la pareja que canaliza la rabia reprimida inadecuadamente.
El tiempo promedio de maltrato es de 7,08 años, con una desviación típica de 5,67 años
y un coeficiente de variación del 80,1%, lo cual nos indica que existe mucha variabilidad
en los casos. Debido a la variabilidad presente, es mejor analizar la mediana del tiempo
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de maltrato, la cual nos indica que el 50% de los casos ha sufrido maltrato durante 5
años o menos.
En cuanto a la frecuencia del maltrato en el último año el 46,51% de los entrevistados
refieren semanalmente, el 30,23% ocasionalmente, 11,63% diariamente y 11,63% no dio
información.
La mayoría de los entrevistados indica que el comienzo del maltrato ocurrió durante el
matrimonio (46,51%), debido a que la estructura de la relación de pareja se va
consolidando y a medida que trascurre el tiempo de matrimonio se manifiesta la anomalía.
El 27,91% lo refirió durante el último año de convivencia, momento en el que el deterioro
de la relación es marcado e insalvable. El 9,30% a partir del nacimiento del primer hijo,
éste genera un nuevo reto y responsabilidad a la pareja. El 2,33% manifestó maltrato
recién casados y durante el embarazo, respectivamente, y 11,63% indicaron otro no
especificado.
El 55,81% refiere que el hecho sucedió bajo influencia de sustancias licitas o il ícitas; de
los cuales el 83,33% consumió alcohol y el 16,67% alcohol y cocaína. Debido al consumo
de estas sustancias muchos victimarios exacerban patologías subyacentes, desinhibidas
por la acción de las mismas.
La mayoría (69,77%) manifiesta que el hecho de violencia ocurrió en el hogar, ya que en
éste espacio la pareja se muestra tal cual es. Mientras que el 30,23% restante indicó
hogar, calle, trabajo y otro. Esto último ocurrió sobretodo en parejas que estaban
separadas f ísicamente.
La reacción de la victima ante el maltrato es de temor (11,76%), depresión, inseguridad
y temor (11,76%), inseguridad y temor (8,82%), rabia, depresión, inseguridad y temor
(8,82%), solo depresión (8,82%), solo tolerancia (5,88%), temor y tolerancia (5,88%),
solo rabia (5,88%), rabia y depresión (5,88%), mientras el 26,50% manifiesta una mezcla
de emociones caracterizadas por: tolerancia, frustración, rabia, depresi ón, inseguridad y
temor. Las emociones distímicas encontradas en las víctimas acentúan trastornos
subyacentes o desarrollan s índromes y trastornos psicológicos o emocionales a posteriori.
Antes del maltrato el estado emocional del victimario fue de rabia (21,95%), con éste
mecanismo psicológico regresivo y primitivo, el victimario somete e intimida a su victima
por lo que le genera temor. Bajo influencia de alcohol o drogas (17,07%), los victimarios
se tornan irritables, iracundos, violentos y agresivos por la acción desinhibitoria de éstas
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sustancias.
La reacción de rabia y celos en los victimarios (hombres) es propia de la cultura
machista Latinoamericana, representa en éste estudio (17,07%) y celos (14,63%). Se
observ ó solo depresión (7,32%); rabia, celos y bajo efectos de alcohol o drogas (9,76%),
sicótico (9,76%), y rabia, depresión y celos (2,44%).
El estado del victimario después del maltrato fue de arrepentimiento para la mayoría de
los casos estudiados (40,48%), éste es un mecanismo de manipulación psicológica muy
común en nuestro medio social. Amenaza con volver a hacerlo se hall ó en (26,19%) de
ésta forma tiene coaccionada a la victima quien no tiene posibilidades de salir del círculo
vicioso: maltrato-arrepentimiento-amenaza. Y por último, (33,33%), conformado por 14
casos especificados de la siguiente manera: 3 culpabilizan a la esposa, 4 manifiestan
indiferencia, 3 evasiones, 1 depresión, otro intento de suicidio y 2 no especificaron. Esto
evidencia mecanismos de defensa inmaduros para enfrentar la situación.
La mayoría reporta que el objeto utilizado para la agresión fue manos, pies y dientes
(69,05%), propio de las personas desbordadas emocionalmente y sin capacidad de
control. El arma blanca se utilizó en el (23,81%), debido a la disponibilidad en el hogar de
cuchillos de cocina u otros objetos como tijeras. El uso de armas de fuego se observ ó en
el (4,76%), el victimario tenía porte legal de armas. Manos, pies, dientes y correa
(2,38%), por lo general cachetadas, puñetazos, patadas y mordiscos son las acciones
infringidas en las v íctimas.
Con respecto a los antecedentes delictivos 8 víctimas y 3 victimarios si los tienen. Los
tipos de antecedentes no están descritos en el estudio.
La violencia generó en 5 víctimas intento de suicidio, en 3 intentos de homicidio, esto
ocurre cuando llega a la desesperación extrema y a la visión tubular de no hallar solución
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ante la situación de maltrato y 2 intentos de homicidio y de suicidio. Pero, 25 de las
víctimas no aportaron información. Uno de los victimarios realiz ó un intento de homicidio
y los 7 restantes no informaron.
A consecuencia de la violencia el 61,91% de las parejas se han separado. Se evidencia
que la violencia no permite a las parejas reiniciar una relación funcional. El 21,43%
intenta separarse sin embargo, la dependencia económica y psicológica mantienen los
lazos de la relación disfuncional. El 16,67% otros, de los cuales 3 buscaron ayuda
profesional, 1 firmó caución y el resto no especificó. Se observa un menor porcentaje de
los que buscaron ayuda. El 57,14% de las víctimas reportaron que pueden sostener
económicamente a sus hijos y el 42,86% no.
La mayoría de las víctimas que acuden a la Medicatura Forense presentan trastornos
secundarios a situaciones estresantes para el momento de la evaluación, que se analizan
según la Décima Clasificación de las Enfermedades Mentales y del Comportamiento.
(CIE10 F40-F48). Así, el Trastorno de Ansiedad se presenta en 29.18 % de las víctimas,
“la característica esencial es una ansiedad generalizada y persistente. Las quejas más
frecuentes son sentirse constantemente nerviosos, con temblores, tensi ón muscular,
sudoración, palpitaciones, v értigos y molestias epigástricas, este trastorno es más
frecuente en mujeres y está relacionado con estrés ambiental crónico” (CIE, 1992:176).
La Depresión Reactiva Prolongada representa el 14.28 % y se caracteriza por un estado
depresivo moderado que se presenta como respuesta a la exposición prolongada a una
situación estresante, pero cuya duración no excede a los dos años (CIE, 1992:189). Una
de las víctimas presentó además, un Trastorno Somatomorfo, el rasgo principal de éste
trastorno es la presentación reiterada de síntomas somáticos acompañada de demandas
persistentes de exploraciones cl ínicas y de continuas garantías de que los síntomas no
tiene ninguna justificación somática, el comienzo y la duración de los mismos guardan una
estrecha relaci ón con acontecimientos biográficos desagradables o con dificultades o
conflictos de origen psicológico donde la depresi ón y ansiedad son evidentes.
El 23.8% presenta Reacción a Stress Grave como consecuencia por ejemplo, de una
“paliza” propinada por el victimario a la victima, o de una situación traum ática sostenida
(trato vejatorio continuo, humillaciones frecuentes etc.). “El acontecimiento estresante o
las circunstancias desagradables persistentes son un factor primario y primordial, de tal
manera que en su ausencia no se hubiera producido el trastorno de stress” (CIE, 1992:
182). La Reacción a Estr és produce síntomas tales como depresión, ansiedad, ira,
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desesperación, hiperactividad o aislamiento, episodios reiterados de volver a vivenciar el
trauma en forma de reviviscencias sobre un fondo persistente de una sensación de
entumecimiento emocional, de falta de capacidad de respuesta al medio, de anhedonia y
de evitación de actividades y de situaciones evocadoras del estrés (CIE, 1992:182-184).
Uno de los casos presenta además, Personalidad Anancástico cuyas características son
entre otras: falta de decisi ón, dudas y precauciones excesivas que reflejan una
inseguridad personal, rigidez y obstinación.
El 19.04% es Pasivo Dependiente según la CIE (1992) estos sujetos fomentan o
permiten que otras personas asuman responsabilidades de la propia vida, sentimientos de
malestar o abandono al encontrarse solo, debido a miedos exagerados a ser capaz de
cuidar de si mismo, temor a ser abandonado por una persona con la que se tiene una
relación estrecha y capacidad limitada para tomar decisiones.
Un caso presentó rasgos Esquizoide de la Personalidad como frialdad emocional,
desapego o embotamiento afectivo incapacidad para expresar sentimientos de simpatía,
ternura o ira hacia los demás, ausencia de relaciones personales íntimas o de mutua
confianza.
En relación a los victimarios se observa que un 46.66% presenta Síndrome de
Dependencia
al
alcohol,
que
se
caracteriza
por
“manifestaciones
fisiológicas,
comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de la sustancia adquiere la
máxima
prioridad
para
el
individuo,
mayor
incluso
que
cualquier
otro
tipo
de
comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto” (CIE, 1992:103). El
10% de estos victimarios además, consumen drogas (cocaína y sus derivados). El 3.33%
de estos entrevistados cursaba con cuadro depresivo agregado a su dependencia al
alcohol. Un 3.33% presentó Trastorno Sic ótico por ingesta crónica de alcohol, éste se
caracteriza por “alucinaciones vívidas ideas delirantes o de referencia (a menudo de
naturaleza paranoide o de persecución), trastornos psicomotores (excitación, estupor) y
estados emocionales anormales, que van desde el miedo intenso hasta el éxtasis ” (CIE,
1992: 107).
El 23.33% presenta Consumo Perjudicial de Alcohol el cual se trata de una forma de
consumo que está afectando ya la salud física o mental (CIE, 1992: 102). De éste grupo
el 3.33% consum ía adem ás cocaína, estimulante que incrementaba la excitabilidad y la
irritabilidad de la conducta.
El 9.99% presentó Trastorno Explosivo de la Personalidad “cuyas características
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predominantes son: inestabilidad emocional y la ausencia de control de impulsos…
explosiones de violencia o un comportamiento amenazante, en especial ante la crítica de
terceros” (CIE, 1992:253). Un 3.33% cursaba a su vez con un Cuadro Psicopático de la
Personalidad, el cual llama la atención debido a la gran disparidad entre las normas
sociales prevalecientes y su comportamiento, como por ejemplo cruel despreocupación
por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía, bajo umbral para
descargas de agresividad, comportamiento violento, baja tolerancia a la frustraci ón,
incapacidad para sentir culpa entre otros (CIE, 1992: 252).
El 6.66% presentó Trastorno Orgánico de la Personalidad como consecuencia del
consumo de alcohol y drogas. Se caracteriza por “una alteración significativa de las formas
de comportamiento que afectan de un modo particular a la expresión de las emociones, de
las necesidades y de los impulsos” (CIE, 1992: 91). Un caso presentó Psicosis Tóxica por
consumo de alcohol sin dependencia.
El 6.66%, se diagnosticó Trastorno Paranoide de la Personalidad en el cual se presenta
sensibilidad excesiva a los contratiempos y desaires, incapacidad para perdonar agravios y
perjuicios y predisposición a rencores persistentes. Tendencia generalizada a distorsionar
las experiencias propias interpretando las manifestaciones amistosas de los demás como
hostiles o despectivas (CIE, 1992: 250).
Finalmente, un caso tiene Trastorno Narcisista de la Personalidad cuya característica
principal es la tendencia a ser el centro de atención del grupo familiar, manipulando según
sus intereses, situaciones cotidianas. Si son frustrados en el intento pueden presentar
crisis explosivas y agresividad (CIE, 1992: 256).
5. CONCLUSIÓN
En este trabajo se aborda la violencia en la pareja desde varias perspectivas, tales
como: médico, psiquiátrico y jur ídico, sustentado en la visión del género como categoría
de análisis crítico; intentando darle la importancia que cada uno, masculino y femenino,
tienen para la sociedad.
Aunque según evidencian los resultados se observa mayor porcentaje de v íctimas
femeninas que acudieron a la Medicatura Forense; también se presentan v íctimas
masculinas en menor porcentaje. Como manifiesta Torres (2003) la violencia contra la
mujer es una expresión de relación de desigualdad entre el hombre y la mujer. Es una
violencia basada en la afirmación de la superioridad de un sexo sobre el otro.
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Se podría concluir que la violencia se ha convertido en un patrón de socialización, que es
trasmitido de generación en generación, el cual abarca todos los ámbitos de la vida del
individuo, desde su lenguaje hasta su forma de relacionarse. Es algo que se encuentra
inmerso en todas y cada una de las redes sociales (García et al, 2000). Por lo cual, luce
necesaria la participación de todos los entes y factores de la sociedad para planificar
ejecutar y evaluar los planes y políticas con miras a limitar la violencia en la pareja.
También surge la necesidad de promover y desarrollar investigaciones, en el área
médica, social, psicológica, jurídica y criminológica. Unificar criterios para la elaboración
de las estadísticas en todas las instituciones que se relaciona con la violencia en la pareja.
Además, contar con el apoyo de políticas educativas y sociales en el cual el Estado sea
garante del cumplimiento de las mismas.
Por último, resulta interesante aclarar que los diagnósticos de los trastornos de
personalidad, consumo de alcohol y/o drogas ilícitas son los resultados de ésta
investigación empírica que no pueden ser generalizados, pues es un estudio de casos .
Ante ésta realidad se requiere además del diagnóstico, y de la reflexión necesaria,
promover una experiencia de trabajo terapéutico individual, de pareja o grupal en aras de
romper éste círculo vicioso de la violencia en la pareja, que consecuentemente afecta a la
familia como ente fundamental de la sociedad.
AGRADECIMIENTOS
El equipo de investigación desea agradecer tanto al CDCHT, ULA, por el otorgamiento del
financiamiento para llevar adelante esta investigación, bajo el c ódigo D-208-0209-C, como
a la Medicatura Forense del Estado Mérida por permitir la realización de la misma.
También agradecemos al Centro de Cálculo Científico de la ULA (CecalcUla) por la
ejecución remota del software SAS, versión 8.2 bajo UNIX.
1 El tema de la Violencia en la familia se abordará en otro artículo.
LISTA DE REFERENCIAS
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