Fiordos - Completa

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GUIA CRUCERO (FIORDOS) AL COMPLETO
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Copenhague
El tránsito entre la zona de desembarque y los buses de Iberocruceros también fue largo. Pronto nos
encontramos con personal de Costa y de Pullmantur, pero de nuestros guías, no sabíamos nada, y la
verdad que hubiera sido necesario porque si el que iba en cabeza se llega a meter en la gruta de Odín,
todos nos habríamos ido con él. Nosotros íbamos con nuestros flamantes polares rojos, en busca de
la salida. Enseguida encontramos a los inconfundibles chicos de Ibero, que no tardaron nada en
reconocer a los famosos Thorpedos. La temperatura era agradable 15º.
Ya en el bus nos facilitaron la hoja de las excursiones, tanto para contratarlas como para que
comprobásemos los recorridos. Hice una mirada curiosa hacia los compañeros de bus y veía caras
con pensamientos contradictorios al ver las ofertas del barco.
Tardamos un poco en ponernos en marcha, estábamos ansiosos de llegar al barco para poder
acomodarnos e iniciar nuestra excursión en Copenhague. El recorrido desde el Aeropuerto hasta el
puerto, se puede decir que eran unas pinceladas turísticas de la City.
El momento de entrar en la terminal del puerto fue espectacular, 3 cruceros atracados: El Empress,
uno de costa y nuestro Gran Mistral, majestuoso y con los brazos abiertos esperándonos.
Estaba muy organizada la recepción para los nuevos cruceristas. Apenas habían colas y tras
presentar la documentación correspondiente, nos facilitaron nuestras flamantes tarjetas. Tal como
nos dijo el innombrable unas tarjetas maravillosas. También encontramos unos prácticos mapas de
Copenhague que suelen ser facilitados por la oficina de turismo. Accedimos al barco por la cubierta 5
y fuimos rápidamente a organizar nuestras mesas de cena para estar el grupo lo más juntos posible.
No hubieron problemas, sino sólo atenciones y ventajas. Posteriormente nos interesamos por el T.I.
Algún combinado no entraba pero la mayoría si, las cervezas de Mahou, San Miguel, los Gin Tonic de
Beefeater, vinos del día, la mayoría buenos y todo tipo de cafés, capuchinos, hierbas y licores. Es un
paquete familiar que incluía a todos los miembros del mismo camarote. Lo teníamos claro antes de ir,
pero con una mirada cómplice lo contratamos todos los presentes. Nos colocaron la pegatina
identificativa del todo incluido en la tarjeta mágica. Debemos de felicitar a Iberocruceros porque se
puede decir que ha sido un gran acierto. Bebidas de calidad sin preocuparse por si te tomas 1 ó 2. Hay
personas que no le interesan y por lo tanto se puede decir que no es justo que paguen lo que no
consumen.
Aportado por: YULI
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Con nuestra mesa arreglada y nuestro paquete de bebidas en el bolsillo nos fuimos a los camarotes y
a reponer fuerzas…
Uff increíble, nuestras maletas estaban delante de nuestra puerta. Casi llegan antes que nosotros. Eso
es eficacia. Subimos al buffet donde estrenamos nuestras flamantes tarjetas. Qué gracioso era ver
cómo nos dábamos codazos por invitarnos unos a otros. Entre risas y dentelladas fueron apareciendo
nuevos Thorpedos.
La comida excelente, En general han mejorado mucho, los platos bien elaborados, exquisitos y con
una presentación sensacional. También cierto que soy fácil de convencer.
A las 15:00 estábamos listos para partir y disfrutar de Copenhague.
Salimos del barco y nos dirigimos hacia la salida de la terminal. Hacía calor pero tampoco molestaba
el polar con una camiseta de manga corta debajo. No obstante, el polar hacía una función
fundamental, distinguir las luciérnagas de los ratones. Justo enfrente de la salida teníamos las vías
del tren con un paso inferior, lo cruzamos y giramos hacia la izquierda buscando la estación de
Nordhavn, aproximadamente unos 400 mts. en paralelo a la vía. Nos sorprendimos al ver gran
cantidad de bicicletas aparcadas cerca de la estación. La mayoría sin candados. En éste país la
bicicleta es un medio de transporte habitual, los impuestos son tan elevados que el que quiera un
coche que lo pague. Un vehículo que en España cuesta 9000 € en Dinamarca cuesta 20000 €. Estas
informaciones nos la ofreció posteriormente nuestro guía Pablo.
En la parte inferior de la estación, en un kiosco compramos unos bonos de 10 viajes para 2 zonas,
llamados kliperkort. Teníamos previsto utilizarlos para ir y volver 5 parejas. Su precio es de 135 DDK
cada bono. Después de la cancelación pertinente iniciamos nuestro viaje hasta la estación de
Norreport, solo 2 paradas en dirección hacia la city.
Cuando subimos a la superficie nuestro primer destino era el castillo de Rosenborg y sus jardines. El
Castillo de Rosenborg es un recinto bonito desde fuera donde guardan las joyas de corona, no
pudimos verlo por la premura de tiempo. Los jardines son preciosos y bien cuidados en contraste con
la fauna que vimos aquella tarde, chavales que parecían continuar con la fiesta nocturna, con unos
disfraces que asemejaban a espectros salidos de ultratumba. Eso si, sin excesivo alboroto. Un grupo
de fotógrafos nos lanzó una instantánea furtiva cuando posábamos para nuestra foto de grupo delante
del castillo. Es curioso como los Daneses aprovechan la luz cálida del día y disfrutan de sus jardines y
parques.
Desde el parque cogimos la calle Landemaerket hasta la esquina de Kobmagergade, donde se
encontraba la iglesia tritinatis junto con la torre redonda, un antiguo observatorio astronómico. La
peculiaridad de ésta torre es que tiene una rampa helicoidal. La familia Gata y mi mujer se quedaron
disfrutando de la calle, mientras el resto a razón de 25 NOK por persona subimos hasta la cima. No
hay ascensor y la rampa se hace eterna. Dos sorpresas te esperan al final de la rampa. La primera una
empinada escalera que castigan las piernas ya debilitadas y una vista espectacular.
Aportado por: YULI
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Desde ésta Atalaya se podían divisar los majestuosos cruceros atracados en Nordhavenen. Tres
edificios se elevaban de puntillas para indicarnos su situación a través de sus torres, la cúpula de
iglesia de mármol destacaba entre la medianía… qué maravilla. Después de realizar nuestras baterías
de fotos y nuestro silencio contemplativo, descendimos, no sin antes disfrutar de de una galería que
muestra la estructura interna de madera del techo de la iglesia, una joya bien conservada. Terminado
el descenso continuamos por la calle Kobmagergade hasta la calle Storget.
La calle Storget es una bulliciosa calle tomada al asalto por los Daneses. Giramos a la izquierda en
dirección hacia el Royal Theatre. Magnífico edificio que no pudimos saborear en su esplendor porque
la zona estaba en obras, no obstante sus columnas emulaban la entrada del Partenón.
Por fin llegamos al puerto Nyhavn. Y allí estaban el resto de Thorpedos capitaneados por nuestra Jefa,
con su melena al viento bien escoltada por su fiel y calvo escudero. Rápidamente Gata contactó con
Pablo Gabay de Allianza Tours. Nuestro acuerdo incluía una ruta de 75 minutos y al superar la cifra de
20 personas nos ajustó el precio a 13,50 € /persona. Teníamos el tiempo muy ajustado, Pero Pablo un
gran profesional de nuestra quería Argentina, nos propuso buscar un bus para el regreso al barco con
un coste adicional de 3,50 €/personas adicionales. Y además nos compraba los billetes del tren no
utilizados. Genial. Fue todo un acierto aceptar su sugerencia.
El paseo por los canales nos encantó, fue un recorrido agradable con un sol tibio y una brisa
refrescante. La ciudad la disfrutamos desde otra perspectiva. Pablo, nos puso al corriente de la vida
en Dinamarca, precios, salarios, costos y ventajas y algún critica descarnada, que salida de sus labios
era gracioso. Me encantó escuchar sus lacónicas explicaciones sobre los barrios y cada uno de los
edificios que vimos, como un tango.
Los puentes que cruzábamos eran realmente bajos y nos obligaban a todos los que estábamos
inquietos moviéndonos de una lado para otro agacharnos. Siempre resonaban la inconfundible voz de
Pablo “por favor, agachen sus cabezas”. Hay dos cosas que realmente me sorprendieron, los barcos
faros y el The Black Diamond. La biblioteca Nacional en forma de diamante negro, conseguí una foto
con unos reflejos indescriptibles.
Navegando por estos canales aprendimos nuestro saludo de guerra. Y como siempre fueron unas
niñas maliciosas las que al llegar a una zona de silencio pactado y obligatorio, nos saludaban
extendiendo la palma de la mano y moviéndola suavemente con un giro de muñeca. Tal como lo haría
una princesa. … Tal vez fueran 2 princesas que se estaban divirtiendo a nuestra costa.
El Paseo fue un éxito, sentados o de pié disparando fotos por doquier, nos enseñaron los edificios
más importantes. Cabe destacar la bolsa con su famosa torre culminada con la cola de 4 dragones.
Una vez finalizado el paseo Pablo nos llevó hasta la zona donde teníamos aparcado nuestro bus. Qué
gracia, nuestro bus estaba en cabeza de todos los de Ibero. Nos llevó hasta la terminal y tuvimos que
rogarle al conductor que no nos dejase a pie de escalerilla. No queríamos levantar pasiones.
Aportado por: YULI
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La primera noche en barco conocimos a un personaje siniestro, nuestro Director de Crucero, el doble
de Boris Karlof, vampiro de cruceristas y enemigo de la luz. Ataviado con una levita, éste pajarraco es
un ser sin gracia, sus chistes son de monotema… La cisterna, no sé que problema ha tenido pero 7
días con el mismo cuento. Hay algunos tripulantes que dicen, que nunca lo han visto pasar al lado de
espejos. Bien haría Ibero encerrarlo en una jaula y mandarlo a Madeira.
Pero nosotros fuimos a lo nuestro. Borsalino por aquí, Café Gijón por allá y teatro Ibiza para continuar.
La música una delicia escucharla en directo. Y los camareros super atentos.
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OSLO
Lo que no va en lágrimas suele ir en suspiros, nos levantamos tarde porque el cansancio tiene como
amiga una argolla en la cama. Antes de bajar comimos como generales para que no nos entrase una
pájara. La excursión fue reprogramada sabiamente por nuestro Duque de Oslo.
El Gran Mistral atracó puntualmente en el puerto de Oslo. Hacía buena temperatura pero era un día de
nubes y claros. Desembarcamos con nuestras letras en el bolsillo sin ningún problema.
Nuestro Duque, se orientó adecuadamente al ver que estábamos al pié de la fortaleza Akershus, toda
la zona estaba de obras. Comenzamos nuestro recorrido girando a la izquierda dirección hacia el
ayuntamiento. Es un ayuntamiento de arquitectura peculiar un edificio con 2 torres gemelas de tonos
marrones oscuros en una zona casi peatonal. Vimos pocos coches circular. Alguien dejó escapar que
no habíamos comprado la Flexicard, un bono de 8 viajes. El recorrido reprogramado no hacia rentable
la compra de la Oslocard.
Para no volver sobre nuestros pasos optamos por preguntar en la tienda de Souvenirs HOLM en la
calle H. Heyerdahls gate 1. Preguntamos a su dueña la señora Bjorg en nuestro inglés cheyenne. En
seguida en un castellano perfecto nos dijo, “si éramos españoles”. Había vivido 25 años en España.
Realmente una mujer agradable. Le comenté que al regreso le haríamos las compras de souvenirs,
pero no pudimos, se nos echó el tiempo encima. Así que recomiendo éste sitio para hacer las
compras, porque hablan español y seguro que explican con claridad lo de las tasas. Total en Oslo no
vamos a encontrar un sitio barato, todo está por las nubes.
La familia Lester es quien mejor tenía aprendida la lección de la tasas. Nos devuelven el IVA de los
productos comprados en Noruega, cuando fuésemos a salir del País. Al realizar una compra creo que
superior a 300 nok tienes que pedir la factura para la tax free. Hay 2 posibilidades si pagas en efectivo
te dan una factura estrecha de unos 40 centímetros de largo, y éste recibo lo pagan en efectivo y
euros el último día en Noruega, es decir en Flaam. Si pagas con tarjeta de crédito el trámite es otro. Te
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facilitan una hoja de datáfono también de unos 40 cms. y se entrega en el aeropuerto de Copenhague
en el banco de Dinamarca, debidamente cumplimentada, lo tienen todo controlado. Te lo ingresan en
cuenta después de poner todos los datos. Nosotros hicimos algunas compras en conjunto para
siempre superar los 300 NOK. Lamentablemente no pudimos hacerle ninguna compra a la señora
Bjorg porque teníamos prisa, pero amablemente nos indicó que un seven eleven situado en la plaza
del ayuntamiento vendían las flexicard.
Con nuestras Flexicard en el bolsillo nos dirigimos a la Galería Nacional. La Entrada era gratuita y
debimos dejar los enseres en unas taquillas. Menos mal que tenía servicios en el sótano para
aliviarnos.
La Galería fue una visita esplendorosa, si bien es cierto que el cuadro más famoso es el grito,
hubieron otros cuadros que me impactaron, por su realismo y dureza. Había pintado un entierro íntimo
que solo transmitía dolor. Por el contrario creo que en la sala 41 una mujer alegre y jovial desprendía
vida por doquier, vimos obras geniales donde las pinceladas transformadas en visillos y botellas eran
de un realismo impactante. Creo que eran de Ludvig Karsten pero no estoy seguro.
Una vez finalizada nuestra visita y satisfechos de gritos y matices nos dirigimos hacía el Slottet
Parken. El Parque que rodea el palacio Real. Zona agradable donde los noruegos disfrutaban del sol
primaveral. Llegamos a la Calle Drammensvelen y allí esperamos al tranvía nº 19.
Fue una fiesta, dentro del tranvía intentando cancelar los bonos, no sabíamos cómo hacerlo y los
noruegos nos miraban con cara sorprendida. Parecía que había subido una jauría. Una Noruega pegó
un grito desgarrador, no sé si para que nos callásemos o para indicarle al conductor que no le había
abierto la puerta en la parada anterior.
De repente un personaje encantador apareció en escena. La señora Berta una ecuatoriana que vivía
más de 25 años en Noruega. Se iba a comer pero, al vernos se ofreció para acompañarnos y hacernos
de guía en el parque Vigeland. Al llegar a final del recorrido el tranvía nº 19 cambió de número y se
convirtió en 12 y de ésta manera ya teníamos hecho el transbordo previsto. Dos paradas más tarde
estábamos delante de la puerta principal del parque Vigeland.
Nos dimos 45 minutos de libertad para disfrutar el parque cada uno a su aire. Si en el parque que
rodea del palacio Real había noruegos, éste estaba a reventar. Es una zona verde, de lagos, césped,
flores y estatuas de vigeland en una gran avenida culminada por una fuente de la vida y por un altar
con figuras entrelazadas elevadas al cielo. Según nos comentó la Sr. Berta todas figuras representan
etapas de la vida. Hubieron figuras muy entrañables que fueron debidamente inmortalizadas en
nuestras cámaras.
Nos despedimos de Berta y cogimos el tranvía 12 en el mismo anden que nos habíamos apeados para
continuar nuestro viajes en un con un recorrido circular desde que lo cogimos en el palacio real. Nos
bajamos en Aker Brygge, una zona portuaria llena de bares donde el personal estaba cenando.
Hubieron Thorpedos que tuvieron interés en dedicarle más tiempo al edificio de la Opera y se
Aportado por: YULI
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despidieron temporalmente.
El resto nos dirigimos hacia la calles karl Johans gate, una avenida preciosa donde pudimos
comprobar que algunas Noruegas les gusta hacer el perrito por la calle, estaban de fiesta o despedida
de soltera. La calle era preciosa y las cepas de los árboles estaban rodeadas de flores. Caramba con
los Noruegos o son Heaveys o hay una concentración de fans del ACDC. Exacto, tipos con camisetas
negras, motos de vértigos, pantalones de cuero, toda una jauría de movía por la calle sin saber muy
bien a donde iban o de donde venían.
Las piernas ya no respondían y se nos terminaba el tiempo, pero todavía pudimos contemplar el
Parlamento y la Catedral protestante. Divididos entre reventados y cansados, unos se dirigieron hacia
el barco y el resto nos flagelamos en un último esfuerzo por ver el nuevo edificio de la Opera.
Creo que debíamos haberle dedicado más tiempo a éste edificio. Es una construcción increíble que
parece que surge del mar, el techo es pisable en una rampa que nace del mar. Con el tiempo agotado y
los nervios palpitantes andamos hacia el barco siguiendo nuestro instinto y nuestros mapas. El
momento de júbilo nos llegó cuando pudimos divisar el Gran Mistral.
La excursión fue un éxito rotundo y para ello le hicimos el correspondiente pasillo ante la escalerilla a
nuestro amigo Arturo. Alguno cruceritas ajenos al complot, ponían cara de contrariados, mientras
nuestro Gran Duque de Oslo con sonrisa desbordante, pasaba aclamado entre aplausos como un
auténtico soberano. Viva el Duque de Oslo
OLDEN
Como siempre el Gran Mistral llegó puntual. Había terminado la incursión por el fiordo de Nordfjod y
estábamos alojados en el ramal Oldebukta. Fuimos a desayunar a la cubierta 11 donde pudimos
contemplar nuestro transporte, perfectamente diferenciado del resto contratado por la naviera. Bien
desayunados y ataviados de nuestras letras de desembarque por si nos las pedían. Nos dirigimos
hasta la cubierta 5 al lado de recepción para realizar el desembarque por escalerilla. Al llegar al bus
nos dimos un sorpresón de muerte, no era nuestro bus, correspondía a otro grupo, La jefa estaba
nerviosa y pudimos apreciar que algo no andaba bien. Creo firmemente en la bondad de las gentes y
nuevamente contactamos con un chaval amabilísimo, Jaime, que hablaba español, estaba contratado
como guía por Ibero. Cuando ésta alma caritativa comenzaba a utilizar su móvil para llamar a la
nuestra empresa contratada apareció el bus para alivio de la Jefa. Jaime nos dijo que no debíamos
preocuparnos porque solían ser puntuales y efectivamente lo fueron. Desde estas líneas y para las
personas interesadas creo que sería un magnífico contacto para organizar cosas. Ésta información la
pondré en el blog que prepararé
Aportado por: YULI
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Una vez todos a bordo y perfectamente identificados por la jefa, ella dijo la palabra mágica al
conductor ¡GO!
Todos más relajados empezamos a disfrutar del paisaje. Resulta difícil explicar las magnitudes del
lugar. En seguida notas que te has adentrado en el reino del Glacial Briksdal. El fiordo de Olden recibe
constantemente agua dulce a través de un valle de lágrimas arrancadas de las nieves perpetuas. Los
lagos Floen y Oldevatnet se alargan en un intento abrazarse y de fundirse con el fiordo. Duele la vista
de ver tanta belleza natural, agua jubilosa goteando por cataratas imposibles, verde fulguroso ganado
a pulso de primavera y nieve expectante, aguantando el chaparrón de sol.
Todavía extasiado por el momento, nuestro conductor nos hizo una parada en la mistad del lago
Oldevatnet en un estrechamiento que permite el tránsito por la orilla opuesta. Es un espectáculo para
las vistas. Reflejos de montañas verdes, savia diluida del Glacial y nieve en las cimas. Simplemente
impresionante. Las máquinas de fotos cacareaban sin parar. Tras cinco minutos de cortesía
reanudamos la marcha. Cada vez las cascadas eran más abundantes y abruptas. Sin darnos cuenta
llegamos al parking del Glacial.
Al bajar del bus lo primero que miramos no es el suelo para poner pie, miramos las descomunales
paredes que nos rodeaban y sus cascadas. Atónito recobramos un poco el sentido de la orientación y
vimos al bus de la confusión con el otro grupo. Nuestro conductor nos indicó la hora que debíamos
estar en el bus nuevamente. A las 16:00 horas.
Así que con las cosas claras, iniciamos nuestra marcha hacia el glacial con nuestro palos de
peregrinos en mano. Observamos el parking de los Troll que esperaban clientes. En nuestro grupo 2
personas necesitaban subir con ésta maravillosa ayuda. El resto de valientes pisamos tierra.
Cometimos el error de iniciar la marcha por la senda en lugar del camino. La senda es más abrupta y
dura que el camino. En unos primero minutos, los más castigados desfallecimos, pero el pundonor, la
tranquilidad de la subida y sobre todo el espectáculo natural, fueron el acicate para ascender
suavemente hacia nuestro destino.
Un río de aguas bravas y cristalinas ofrece su compañía y belleza. En uno de los recodos nos ofrece
una cascada espectacular con arco iris incluido la Briksdalbre Fjellstore. Respetuosamente sentados
en la proximidad para disponer de buenas fotos, recibimos el rocío furtivo en cada bocanada de
viento, como aviso necesario para advertirnos que estábamos invadiendo un terreno cedido por el
Briksdal.
Llegamos a la zona final de camino de los Trolls y nos cruzamos con los amigos que tenían alquilado
el bus de la confusión. Las montañas mantienen paredes verticales, inexpugnables para nuestras
humildes condiciones. El valle nos guardaba varias sorpresas. Varios postes nos marcaban el lugar
hasta donde había llegado la lengua del glacial. Es innegable la recesión continua degradante. Me
sorprendió las fuerzas descomunales que debieron existir en el desplazamiento del glacial, Hay rocas
que muestran las huellas del tiempo, surcos de más de 2 cms. Moles de roca descarnadas por la lima
continua que debió ejercer el glacial. Desde un punto de vista Geológico es impresionante. Pero el
premio gordo aparece cuando tienes el glacial a la vista sin obstáculos. Un lago recoge las aguas del
deshielo.
Aportado por: YULI
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Unos intrépidos e insensatos decidimos acercarnos hasta la lengua del glacial. Varios carteles
anuncian el peligro, pero he de reconocer que un imán nos arrastraba hacia la catarata de hielo.
Extasiado, sin palabras para describir el momento, el glacial nos lanzó una advertencia para
indicarnos que el lugar era sagrado. Con un estertor ronco varias moles de hielo se deslizaban hacia
nosotros. En la distancia parecía canicas pero sabíamos que eran piezas de varias toneladas.
Respetuosamente nos hicimos las fotos reglamentarias y nos llevamos un trozo de hielo para
enseñárselos a los más prudentes. Otro rugido nos avisó que estábamos abusando del momento. Así
que retrocedimos con cautela para reunirnos con los nuestros.
Una nueva batería de fotos en grupo, y nueva sorpresa un coreano con sombrero oriental en Noruega,
paseando por las inmediaciones. No pudimos evitarlo y algunos se hicieron una foto souvenirs. A las
15:00 horas iniciamos el camino de descenso. Al llegar al parking de altura de los troll. Estaban
tomados por coreanos que regresaban. Curiosamente las mujeres tenían cubiertos casi todo el cuerpo
incluso las manos para evitar recibir el sol directo. Pronto nos cruzamos con la primera avanzada de
las excursiones del barco. Fue doloroso ver como se arrastraban hacia la cima, mujeres mayores y
hombre con niños cargados a los hombros. Los coreanos habían copado todos los trolls, así que la
única manera de subir era a pie.
A pie de bus, tuvimos un pequeño affaire. El bus de la confusión había abandonado el lugar, dejando
tirados al grupo titular del mismo. Querían subir en nuestro bus, que era de la misma compañía, pero
no había sitio para los dos grupos. Así que el conductor hizo una llamada para solucionar el tema. De
camino de regreso al barco nos cruzamos con el bus que subía para recogerlos.
En Olden nos adentramos en las tiendas de souvenirs y tras las compras oportunas dimos por
finalizada la excursión. Pero nos quedaba algo más, un extra. Nos metimos en el Jacuzzi. Qué gozada,
extenuados por la caminata y allí estábamos disfrutando del entorno con un masaje continuo y unas
cervezas que nos suministraban nuestros amigos. Estábamos en el Paraíso. A mi modo de ver creo
que fue el día estrella.
GEIRANGER
Amaneció nublado. Fue sin lugar a dudas el día más difícil. El Gran Mistral huelga decir que llegó
puntual. Estaba en frente del puerto a unos 200 mts. El desembarque se debía hacer en lanchas. La
Jefa se comprometió con el transporte a las 8:30. En principio 3 horas de excursión. Desayunamos
observando el entorno. Si todos los fiordos imponen, El de Geiranger es extremo porque está
encunado entre paredes verticales.
A las 8:15 estábamos todos listos para desembarcar. Aquí tuvimos más dificultades. Porque el
desembarque fue lento y el tiempo que disponíamos todos poco. Al final llegamos algo tarde al puerto,
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pero nuestro transporte estaba esperándonos. Más relajados pudimos contemplar el espectáculo,
nuevamente verde, pero las cimas tenían acentuado el blanco de las nieves. Nuestro conductor
Ángelo recibió la orden de la jefa con otro ¡GO!
La carretera hacia el monte Dalsnibba parecía por momentos más estrecha de lo que realmente era.
Un camping y unas casitas aisladas, estaban incrustadas en pequeñas terrazas con vistas al fiordo
más bonito del mundo. Al poco tiempo llegamos a una zona de descanso… El mirador Flydalsyuvet.
Cuando ves las fotos de propaganda, con un día soleado y con buena luz, sueñas con tener la suerte
de que te salga un día así. No fue nuestro caso; pero en directo, a pie de precipicio y escuchando las
cascadas en surround, no desmerece en absoluto. La piel se me puso de gallina a pesar de tener el
polar colocado. El fiordo de Geiranger es estremecedor, podíamos ver el Gran Mistral y otro crucero
que acababa de llegar que parecían estar al pairo. Las cimas nevadas, con esas tiras de nieve
azucarada que parecían resbalar al precipicio, me recordaban a una gran tarta. El Torrente
Flydalsyuvet, que da nombre al paraje, se abocaba con estruendo hacia el camuflado lago que
simulaba el fiordo. Por más que abría los ojos, no conseguía captar más detalles, en un colapso de
belleza natural.
Las máquinas de fotos nuevamente refulgían por los destellantes flashes.
El paraje estaba preparado para recoger varios buses y dispone de un aseo público para alivio de los
viajeros. Los quince minutos de permiso, los habíamos consumido en medio suspiro. Y
efectivamente..., con un suspiro profundo y un ay! entre los labios, ascendimos a nuestro bus para
continuar el recorrido hasta el Dalsnibba.
La carretera se estrechaba cada vez más mientras desaparecía el verde entre rocas vivas. Subíamos
serpenteando mientras por la izquierda nuestro río rompía su cola en la roca negra.
Verde, gris y ahora Blanco. Todo Blanco, como era posible que en apenas unos kilómetros
estuviésemos transitando por un paraje de hielo y nieve. Simplemente habíamos ascendido un
escalón, ahora circulábamos por un valle blanco en la ladera derecha del Danilsbba. En nuestro frente
una montaña de caída vertical hacía de respaldo a un lago helado. El lago Djupvatnet, se diferenciaba
claramente por la superficie extremadamente lisa con respecto al entorno. Lo bello es totalmente
subjetivo, No había verde, solo roca oscura y blanco. Nuestro día gris nos ayudó a transportarnos a
un mundo en blanco y negro. Unas casas de paredes y tejados oscuros al borde del encunado lago
nos indicaban un cruce de caminos.
Nos desviamos hacia la izquierda para iniciar un ascenso más angosto. Previamente nuestro
conductor tuvo que realizar una parada en un peaje. Se paga por persona, coche y/o bus. Éste peaje
estaba incluido en nuestro precio. La carretera desapareció, circulábamos por un camino de zahorra,
aunque con una explanación buena, sin baches ni hendiduras.
Otra sorpresa nos aguardaba, el camino discurría por una trinchera de hielo y nieve que sobrepasaba
la altura de los autobuses.
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No entendía porque no había carretera, la respuesta la obtuve al llegar a la cima. Un rompehielos
quitanieves estaba en la cima como retén de seguridad. Una máquina de éstas características y
diseñada para comer hielo no parecía que fuese muy cuidadosa con un firme asfaltado. El peaje
supongo que sirve para mantener ésta cobertura.
En la cima un viento gélido hizo que los esclavos de la familia Lester y Anny30, que hasta ahora lucían
sus mangas cortas, saliesen del bus algo más abrigados. Era la prueba del algodón de que hacía frío.
Estábamos en la cota 1500.
Una barandilla nos indicaba el mirador, el límite del abismo. Qué espectáculo natural, podíamos
contemplar la cota cero. Allí abajo y a lo lejos estaba el fiordo de Gerainger con nuestro Mistralillo,
minúsculo y casi de juguete. Distinguíamos el valle perfecto en forma de V. El agua del fiordo rodeada
de verde, con las líneas de la vegetación perfectamente definidas en las laderas del valle. Luego
piedra y en las cimas blanco. Pudimos contemplar la carretera serpenteante que ascendía hasta el
monte en continuo zigzaguear. A nuestras espaldas todo hielo y nieve. Qué bonito.
Queríamos fotos más atrevidas y rebasamos nuevamente la zona segura para pisar nieve cerca del
abismo en un pequeño saliente de roca firme. Nuestras botas de montaña nos ayudaron a no
mojarnos los pies y a no resbalarnos. Fue espectacular.
El minutero como siempre corría en nuestra contra. Ángelo quería que parásemos en las casitas del
cruce de caminos, pero la jefa le indicó nuevamente go!, teníamos que deshacer el camino y luego
continuar hacia el Ornesvingen, el famoso mirador de la carretera del águila. Durante el descenso y
antes de llegar al pueblo del Geiranger, nuestro conductor retuvo unos segundos el bus ante una
cascada impresionante. Al llegar a Geiranger, pusimos nuestros cronómetros en hora, mentalmente. A
las 11:30 era la hora límite para subir todos a bordo.
Llegamos al mirador y nos dimos 5 minutos para esperar que el bus diese la vuelta y hacer las fotos
de rigor. Si desde la cumbre del Dalsnibba es espectacular desde éste mirador en la cuota 500 no
desmerece nada. Lo definiría como un balcón con vistas al fiordo. Hacia la izquierda contemplamos el
Gran mistral y dos cruceros más. La belleza de la estampa con las nevadas cimas acurrucando entre
dos manos al fiordo no tiene parangón. El mirador está dispuesto en el recodo del fiordo, al otro lado
del recodo se podían ver cascadas de varios cientos de metros en caída vertical directamente al
fiordo.
Nuevamente con el tiempo agotado y realizadas las fotos de rigor nos dirigimos como exhalación
hacia el barco. Los minutos que nos sobraron los dedicamos a fotografiarnos por parejas delante de
un gran troll con nuestro barco al fondo. Nosotros cumplimos, pero siempre debía haber excursiones
rezagadas. No zarpamos casi hasta la 13:00. Previamente decidimos tomarnos un refrigerio en el bar
de la piscina que nos sirvió de comida, porque no queríamos perdernos el tránsito por el fiordo entre
Geirenger y Hellesylt. Acertamos nuevamente porque las vistas prometían ser espectaculares. Tres
bocinazos ensordecedores nos dieron la señal de salida. Al cruzarnos con cada uno de los barcos
atracados, nuevos bocinazos marcaban el saludo cordial entre marinos. Un Ferri de la compañía Fjord
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nos saludo con un bocinazo más humilde, parecía un cascarón al lado del Mistral.
Las cascadas se sucedían una tras otra, a derecha y a izquierda, el Pretendiente, el Velo y las famosas
Siete Hermanas; un Torrente de aguas vírgenes que acercaba a una familia hasta el altar del destino.
Siete brazos se arrojaban al vacío con el deseo de extasiarnos entre riscos resbaladizos. La lluvia hizo
acto de presencia obligando al refugio de gran parte del pasaje, sólo unos intrépidos conscientes de
la belleza del lugar se mantuvieron firmes para intentar retener en la memoria ese momento.
El Gran Mistral casi a paso de hombre navegó por el fiordo para colocarse al pairo al abrigo de una
mole a la espera de recoger a los cruceristas que embarcarían en Hellesylt.
Sin lugar a dudas habíamos contemplado el fiordo más bello del mundo
FLAM
Puntualmente llegamos a Flaam. La previsión era de tener un día relajado. Nuestro tren salía a las
9:45. A las 9:00 ya estábamos en la estación para pagar y recoger nuestro billete previamente
reservado. El día se debatía en claros y nubes, más nubes que claros. La jefa compró nuestro billete,
algunos Thorpedos regresaron fugazmente al barco para ataviarse mejor. Otros curioseaban en la
tienda de souvenirs para las compras posteriores.
A las 9:40 subimos a nuestro tren. Teníamos un vagón reservado. El vagón lo compartimos con otro
grupo que también tenía la reserva hecha. Como siempre entramos como un elefante en una
cacharrería y con nuestra alegría habitual nos colocamos en nuestros asientos. El jefe de estación dio
la salida a su hora e iniciamos el ascenso por el margen derecho del río Flamselvi que descendía por
un valle esplendoroso. Aguas bravas y cristalinas nos acompañaban en nuestro ascenso. En un valle
encajonado entre altas montañas donde se podía apreciar las cumbres ligeramente nevadas.
Casi sin darnos cuenta cruzamos al margen izquierdo del río, A una zona en mitad de camino llamada
Berekvam, En su estación se efectuó el cruce con el tren descendente de Myrdal. Apenas esperamos
unos minutos cuando apareció el tren descendente prácticamente vacío. Realizado el cruce, iniciamos
la marcha cambiadas las agujas por la responsable de la estación.
Durante el recorrido observas torrentes y cascadas que se entregan al río bravo. Lo mejor estaba por
llegar, en apenas 20 Km. Íbamos a ascender 863 metros. Próximos al inicio de la zona más
espectacular del recorrido, el tren se detuvo unos minutos. Nuestro vagón se detuvo en el túnel. Una
voz nos indicó que podíamos descender para contemplar un espectáculo único. Nos apeamos a un
estrecho andén que conectaba con una plataforma acondicionada para observar la cascada de
Kjosfossen.
Las cascadas vistas anteriormente no tenían nada que ver con lo que observamos en esa humilde
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plataforma. Un estruendo de agua discurría con una fuerza brutal bajo nuestros desorbitados ojos. La
blancura del agua rota nos dejó hipnotizados durante breves momentos. Una sorpresa nos aguardaba,
varias mujeres aparecieron entre las rocas mientras practicaban una extraña danza con sonidos
ancestrales. Con el fin de inmortalizarnos delante de la salvaje y descomunal cascada, todo el pasaje
nos agolpábamos a codazos para hacernos las fotos más próximas posibles a la barandilla, que
separaba la seguridad de la plataforma con el torbellino de agua. Allí en aquella lejana plataforma te
vuelves a sentir minúsculo, oyes, hueles y sientes el poder de la naturaleza y la fragilidad de la vida.
La fina lluvia reflejada por las rocas de la cascada nos despertaba del impacto visual.
El sonido de varios toques de silbato nos marco el fin del tiempo concedido. Todos subimos a
nuestros vagones e iniciamos la marcha hacia la zona más espectacular. En la zona alta puede
observar túneles semiabiertos en el costado en paralelo uno encima del otro. El tren discurría por
ellos La dificultad técnica es extrema y no me podía creer radio de vía configurado para superar ese
desnivel. Hoy se que se asciende en espiral. Pero allí solo oyes el chirrio de carriles en un agónico
ascenso entre túneles de vez en cuando abiertos, superando desniveles del 55 por mil. La fragilidad
del hombre es compensada por su ingenio y determinación.
Por fin llegamos a Myrdal un paraje desértico que aparentemente no tiene nada, sólo la conexión del
tren de Oslo.
Otra voz nos indicó que había 20 minutos hasta que saliese el tren. Bajamos del tren con libertad para
dar una vuelta. Nos dimos cuenta enseguida que nos habíamos confundido. El tren salía de regreso en
5 minutos. Los nervios volvieron a salir a flor de pie. Estamos desperdigados. Adicionalmente
teníamos que comunicarnos con el maquinista para que nos parase en la Estación de Hareina.
Afortunadamente, fuimos capaces de introducirnos todos en el tren de regreso y gracias a un esclavo
de la familia Lauvife pudimos transmitir al maquinista la información necesaria.
El descenso fue más relajado y disfrutamos más del paisaje. En ésta ocasión compartimos el tren con
un nutrido grupo de turistas Orientales. La parada de Kjosfossen las disfrutamos nuevamente y nos
volvimos a sobrecoger
El tren se detuvo tres veces más. Una para recoger a un personaje curioso, un montañero del siglo
pasado, con barbas blancas y la mochila de Amunsen, otra para hacer el cruce de trenes necesario y
la última dos estaciones antes de llegar a Flaam, Hareina, la estación donde teníamos previsto
apearnos.
Con todo el grupo bajo del tren, nos despedimos agitando los brazo al pasaje del tren que desaparecía
de nuestra vista con lenta monotonía. Vimos la Iglesia de Flaam del siglo XVII, una pequeña pero
coqueta iglesia de madera. Firmamos en el libro de honor, como no podía ser de otra manera, aunque
nos equivocamos al datar el evento. Nos sorprendió la tranquilidad del lugar, el sosiego que se
respira. A pesar de nuestro alboroto, de las casas aisladas no salió nadie para interesarse quienes
eran los intrusos que estaban invadiendo su intimidad. Esa fue la sensación, invadir la intimidad a
pesar de pasear por una carretera en dirección a Flam.
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Queríamos ver la cascada de Brekkenfossen. Todos intentamos el ascenso pero enseguida nos dimos
cuenta que era un ascenso duro. Así que solo unos intrépidos continuaron el ascenso, el resto
retrocedió sobre sus pasos y continuaron el paseo hasta Flaam. La información de los mapas que
cogimos en la oficina de turismo no era precisa. Tenía cierta dificultad. Los que subimos, apreciamos
de cerca otro espectáculo increíble pero no pudimos estar mucho tiempo porque el tiempo apremiaba.
En Flaam nos reagrupamos nuevamente para hacer las compras de rigor. Otros miembros del grupo
realizaron un safari por el fiordo, Ataviados con trajes especiales que proporcionaba la empresa.
Según nos contaron, también fue maravilloso aunque solo pudieron ver una foca. Pero les acercaron
hasta unas cascadas que rompían en el fiordo, parece ser que valió la pena el safari por el espectáculo
natural contemplado.
Todos en el barco pudimos disfrutar de nuestra partida de flaam a traves de uno de los ramales del
fiordo Sognefjorden, el Aurlandsjforden. Considerado el fiordo más largo y profundo del mundo, el
Sognefjorden es un fiordo de 200 km de longitud y casi mil metros de profundidad en algunos puntos.
A mi juicio uno entre los más bellos.
STAVANGER
El Gran Mistral estaba atracando sobre las 14:30 en el Vagen havn. Terminamos de comer y corriendo
fuimos a nuestro punto de encuentro. Siempre capitaneados por nuestra Jefa nos dirigimos todos los
Thorpedos en busca de la parada de autobús nº 29.
A la derecha del lago en la calle Haakon VIIs Gate. Eran las 15:12 y justo estaba llegando el bus, una
avanzadilla fuimos acelerados a cogerlos. Mientras sacábamos nuestros billetes 25 NOK/persona y
trayecto. Los 34 Thorpedos hicimos que saliese algo tarde del bus. En 10 minutos llegamos a nuestro
destino.
Amablemente nuestro conductor de bus nos indicó la dirección de las Sverd i fjell. Aproximadamente
andamos unos 400 mts. Una pequeña arboleda y una orilla verde definían el contorno del tranquilo
fiordo Hafrsfjord.
Allí estaban, viendo pasar el tiempo las tres espadas, hundidas en roca viva, símbolo de unidad entre
los Noruegos. Son majestuosas y podrían haber sido clavadas por Titanes, en protesta por la sangre
derramada en esos parajes. Desde luego es un monumento que no deja indiferente a nadie. Ahora ese
lugar es utilizado como zona de recreo y barbacoas. Unos intrépidos chavales entre sonrisas y gritos
se daban un baño en las aguas del fiordo, no excesivamente frías.
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El tarde era agradable y por ende de la latitud las luz incide diferente en los objetos y las cosas. El
verde es más espectacular. Nos hicimos las correspondientes fotos, media hora después estábamos
de regreso hacia Stavanger.
Durante el regreso observaba que todo el recorrido era una zona completamente poblada. Se nota que
la industria petrolera, genera puestos de trabajo. El bus nos dejó entre el lago Breiavatnet y la
estación del tren. Allí nos dimos tiempo para que cada cual hiciese lo que le gustase.
Bordeamos el lago observando las casas unifamiliares de su orilla, los bancos orientados para ver los
patos nadar, entre los chorros de varias fuentes. El ambiente era relajante, sin darnos cuenta
estábamos ante la catedral. El interior de la catedral es realmente bello, sus vidrieras, el pulpito
barroco y órgano son exquisitos, pero sobre todo destaca una Biblia del siglo XVI. Es una catedral de
estilo Gótico donde reina la luz sobre las sombras. El color de su piedra le da el aire de grandeza que
merece la catedral más antigua de Noruega.
Nos movimos por la calle Kirkegata sorteando una ruidosa concentración pro Palestina buscando la
Valberg Tower. Una torre fortaleza desde la que se tiene una vista general de puerto y la Old Town. Las
vistas no son tan espectaculares como nos hubiera gustado porque las copas de los árboles velaban
a nuestros ojos.
Bajamos al puerto y nos dirigimos a las Stavanger Old Town. Las famosas casitas blancas que son
realmente deliciosas con sus maceteros llenos de flores multicolores y su pavimento adoquinado. Es
una calle preciosa, relajante e imprescindible de visitar. Más o menos a la altura de donde estaba el
Mistral descendimos pero antes de dar por finalizada la visita compramos algunos souvenirs y nos
fuimos a tomas una cervecita. La cerveza más cara que jamás haya pagado, 9 euros, menos mal que
estaba buena.
Exhaustos, y todavía tambaleantes ante el rejonazo recibido, seguimos a nuestras autómatas piernas
que nos llevaron hacia el Gran Mistral. Zarpamos a la hora prevista. Veíamos alejarse Stavanger, con
una San Miguel en la mano tomada desde la popa del barco.
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