El rol protagónico del sector privado frente al cambio climático

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28 marzo, 2016 | Fundación Ideas para la Paz
El rol protagónico del sector
privado frente al cambio
climático — Ciencia — El
Tiempo
defensiva ante la idea de adoptar medidas ecológicas. Su
justificación era que no podían asumir los costos que ello
suponía. Sin embargo, una drástica caída del precio de las
tecnologías ecológicas, especialmente las energías renovables, y
la fijación de precios más elevados al carbono, que impone
cargos a las empresas por emitir gases de efecto invernadero
(GEI), han modificado ese cálculo. Hoy, las empresas están muy
interesadas en inversiones que tengan en cuenta el cambio
climático, no solo porque moralmente es lo correcto, sino porque
es ventajoso para sus resultados financieros.
Después de la 21.° Conferencia Internacional sobre Cambio
Climático, de París, queda claro que poner freno al cambio
climático no será gratis. Los países en desarrollo necesitarán
alrededor de US$ 100.000 millones anuales en nuevas
inversiones durante los próximos 40 años para impulsar la
capacidad de recuperación económica frente a los efectos del
cambio climático. Se prevé que los costos de las actividades de
mitigación se dispararán a entre US$ 140.000 millones y US$
175.000 millones anuales para el 2030.
En un estudio realizado recientemente en el que se analizó una
muestra de 1.700 firmas internacionales importantes se
comprobó que sus inversiones en reducir las emisiones de gases
de efecto invernadero reportaron una tasa interna de retorno del
27 %, lo que indica que dichas inversiones generan beneficios.
Otros estudios, como el de Harvard, han demostrado que las
empresas que respetan la sostenibilidad ambiental y social
logran mejores resultados que las que tienen una actitud
despectiva respecto de esos temas.
Los gobiernos no pueden asumir esta enorme carga. Muchos de
ellos ya tienen problemas para financiar sus gastos y requerirán
el respaldo y la participación del sector privado para poder
cumplir el acuerdo.
Las empresas también son conscientes de que al planificar sus
estrategias de negocios se deben tener en cuenta las inquietudes
¿Por qué tendría que preocuparse del cambio climático el sector
relativas al riesgo de cambio de la reglamentación y al hecho de
que los gobiernos asuman la gestión de la transición hacia una
economía con bajos niveles de emisión de carbono. Esa es la
razón por la que el sector privado está cada vez más abierto à la
fijación de un precio a las emisiones de carbono y hace un
llamado a establecer regímenes regulatorios más estables y a dar
señales de precios a largo plazo.
empresarial, cuya principal responsabilidad fiduciaria es hacia
sus accionistas? La respuesta es sencilla: son cada vez más
numerosos los estudios que indican que el cambio climático es
desastroso para los resultados financieros de las empresas. Si las
temperaturas mundiales aumentan 4 °C de aquí al 2100 –la
tendencia actual– las sequías, las inundaciones y feroces
tormentas provocarán un caos financiero que afectará a
pequeñas empresas tanto como a los grandes conglomerados.
En septiembre del 2014, más de mil empresas unieron fuerzas
para apoyar la fijación del precio del carbono. Ahora se han
adherido à la Coalición de Liderazgo para la Fijación del Precio
del Carbono, que se formó durante la COP21 en París y cuyo
objetivo es ampliar la aplicación de políticas eficaces para la
fijación del precio del carbono, a fin de mantener la
competitividad, crear empleo, alentar la innovación y lograr una
reducción significativa de las emisiones. Esto se suma al respaldo
creciente del sector empresarial a tomar más acciones respecto
del cambio climático. En carta abierta publicada en junio del
2015, seis importantes petroleras solicitaron a los gobiernos y a
Naciones Unidas que adoptaran medidas más enérgicas sobre el
precio del carbono.
Un estudio realizado por CitiGroup llega à la conclusión de que el
calentamiento excesivo podría arrasar con hasta US$ 72 billones
del producto interno bruto mundial. En un informe publicado por
la revista Nature, se concluye que el calentamiento puede
reducir en casi la cuarta parte el promedio de los ingresos
mundiales. Un aumento de 4 °C también podría afectar los
sectores de agricultura, bienes raíces y maderero, entre otros.
Las acciones de los mercados emergentes también se verían
afectadas. En definitiva, se generarían condiciones perjudiciales
para las empresas de todos los tamaños.
Los inversionistas no serían inmunes. Un informe de la
Universidad de Cambridge señala que las carteras de acciones
caerían hasta en 45 %, a medida que los temores relacionados
con el clima repercutan en los mercados bursátiles. Algunas
firmas ya comienzan a sentir los efectos. A principios de año, el
máximo ejecutivo de Unilever –empresa que en el 2014 registró
ventas por US$ 52.000 millones– sorprendió a todos cuando
informó que los desastres naturales relacionados con el cambio
climático le costaban a su empresa unos US$ 330 millones
anuales.
Dean Scarborough, máximo ejecutivo de Avery Dennison, dijo
recientemente en una entrevista al Harvard Business Review: “El
cambio climático pone en peligro nuestra cadena de suministro,
las empresas de nuestros clientes, y las comunidades de las que
formamos parte. Si queremos mantenernos en actividad en el
largo plazo, contribuir à la lucha contra el cambio climático es la
estrategia adecuada, así de simple”.
¿Oportunidades dónde?
No hay que ser un gigante empresarial para adoptar tecnologías
ecológicas. Basta con preguntarle a Arab Printing Press, del
Líbano. La empresa cuenta con 130 empleados y es un excelente
ejemplo del número creciente de pequeñas empresas que
adoptan opciones ecológicas. Hace unos años, esta firma con
sede en Beirut instaló paneles solares en su casa matriz y eliminó
la dependencia del petróleo, combustible de costo elevado.
Como toda fuerza disruptiva, el cambio climático está creando
oportunidades para las empresas dispuestas a innovar. En el
mundo, un sector que está preparado para una fase de
crecimiento es el de la energía renovable. Honduras e India han
fijado metas ambiciosas para generar energía eólica, solar e
hidroeléctrica. Para lograrlas, necesitarán inversión privada.
¿Qué tan generalizado es el anhelo de usar energía limpia?
Por años, las empresas de todo el mundo se pusieron à la
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Incluso Arabia Saudí, donde están algunas de las mayores
reservas de petróleo del mundo, considera generar el grueso de
su electricidad a partir de energías renovables y energía nuclear
para el 2040.
condiciones en las que el sector privado pueda prosperar y las
inversiones en energía renovable se justifiquen desde el punto de
vista financiero. El sector privado debería ayudar a impulsar esas
reformas, que pueden llegar a crear oportunidades de inversión
de miles de millones de dólares. Ha llegado la hora de
aprovechar.
Ya hay empresas que han tomado decisiones al respecto en
Panamá, donde un consorcio está construyendo lo que será el
mayor parque eólico de Centroamérica. La planta Penonomé, de
215 MW, evitará la emisión de 400.000 toneladas anuales de
dióxido de carbono, que equivale a sacar de circulación unos
84.000 automóviles. Al tiempo, el sector privado juega un papel
decisivo en la construcción de una gran central de energía solar
de 510 MW en el desierto marroquí, que suministrará
electricidad a 1,1 millones de personas. El proyecto, cuyo valor
asciende a US$ 2.600 millones, podría ayudar a convertir a
Marruecos en una potencia de energía renovable y servir de
modelo para futuras alianzas público-privadas. En Nepal, está
previsto que la primera central hidroeléctrica del país genere
alrededor de 200 GW/h de electricidad, lo que contribuirá a
abordar la debilitante escasez de energía eléctrica, causa de la
falta de progreso industrial en ese país.
Dimitris Tsitsiragos
Especial para EL TIEMPO
La energía renovable no es el único ámbito relacionado con el
cambio climático preparado para crecer. Las empresas pueden
encontrar oportunidades en la construcción ecológica y en
ayudar a las ciudades a prepararse para los cambios del clima.
En el 2050, más de 6.000 millones de personas vivirán en zonas
urbanas, lo que creará la necesidad de diversos servicios de
infraestructura, como agua y saneamiento. Para el 2020 se prevé
la construcción de 400 millones de viviendas, que podrían
constituir una oportunidad para las constructoras que puedan
incorporar tecnologías verdes en sus diseños.
En fin, existen grandes oportunidades en el ámbito de las
soluciones financieras inteligentes. Soluciones muy variadas, y
van desde los bonos verdes emitidos por gobiernos e
instituciones internacionales hasta microcréditos para
empresarios. ¿Cuáles son las posibilidades? Según cálculos
conservadores, de hoy al 2030 los prestatarios necesitan invertir
como mínimo US$ 700.000 millones anuales en infraestructura,
energía limpia, uso eficiente de los recursos y construcciones
ecológicas.
En Sudáfrica hay un banco orientado a ese mercado. El Sasfin
Bank ha creado una línea de crédito para ampliar el
financiamiento de proyectos que ayudará a pequeñas empresas a
aumentar la eficiencia energética y la sostenibilidad.
La COP21 puso de manifiesto los peligros de un cambio climático
sin control. Este representa una amenaza para el desarrollo
económico a lo largo de nuestra vida y, si no se hace nada para
frenarlo, podría sumir en la pobreza a 100 millones de personas
para el 2030. Si eso ocurriera, se echarían por tierra los
impresionantes avances para combatir la pobreza que se han
logrado en los últimos 15 años en todo el mundo.
El sector privado puede ayudar al planeta a evitar ese destino.
Pero en muchos lugares del mundo en desarrollo la corrupción y
el exceso de burocracia obstaculizan las inversiones en energía
renovable y en otros proyectos favorables para el clima. Al
mismo tiempo, los subsidios estatales a los combustibles fósiles
mantienen los precios artificialmente bajos y, por lo tanto, es
difícil que las energías renovables puedan competir.
Los gobiernos deben eliminar esos obstáculos y crear
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