capítulo XIII - Economía Andaluza

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José A. Antón Pérez
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capítulo XIII
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El nuevo modelo de IRPF tras la reforma de la Ley 35/2006
Capítulo XIII. Beneficios fiscales
XIII. Beneficios fiscales
1. El alcance de los beneficios fiscales
El capítulo se inicia realizando algunas aclaraciones terminológicas. Hablar
de beneficios fiscales supone una cierta anfibología ya que un determinado
“beneficio” puede considerarse bien como una exención, total o parcial, por
razones de justicia o por razones de política económica o bien entenderse
que es constitutivo del régimen tributario que resulta apropiado para una
determinada institución. Por esa razón, no incluimos en este capítulo el
estudio de determinadas reducciones de la base imponible.
Como primera observación se hace constar las dudas que suscita la
eficacia de los incentivos fiscales. Buena prueba de ello es la importante
reducción de incentivos que se ha producido en el Impuesto sobre
Sociedades a través de la Ley 35/2006. Su justificación última dependerá
de su eficacia contrastada para la consecución del logro de objetivos de
política económica o de equidad.
2. Alternativas para la aplicación de beneficios fiscales
Los mecanismos aplicativos de los beneficios fiscales pueden revestir
varias modalidades. Las tres principales serían: deducciones en base,
deducciones en cuota o desgravaciones.
Las primeras, deducciones en base, suelen criticarse porque afectan
a la progresividad del tributo (cuando, como es el caso del IRPF, éste
es progresivo), ya que al reducir la base minoran el tipo marginal.
Las segundas, deducciones en cuota, no afectan a la progresividad
y son indiferentes, respecto de las deducciones en base, cuando el
tributo es proporcional.
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Analistas Económicos de Andalucía
Por último, las desgravaciones tuvieron una época pasada en que fueron
utilizadas. Consisten, como su nombre indica, en reducir la cuota en
la misma proporción que haya sido gravada la base de la deducción.
Mantienen, así, la progresividad del tributo, porque no se minora la base,
pero reducen la cuota no en una cuantía fija, sino en la misma medida
en que se haya gravado. El sistema supone que se deduce de la cuota
la cantidad resultante de aplicar el tipo medio efectivo de gravamen a
la parte de la base que se desea beneficiar. Nuestro actual sistema no
utiliza este método.
3. Los beneficios fiscales en el IRPF
El actual IRPF prevé que ciertos beneficios fiscales actúen mediante
deducciones de la base, y otros, sobre la cuota. Actúan como reducciones
de la base imponible las aportaciones y contribuciones a sistemas de
previsión social y las aportaciones a patrimonios protegidos de personas
con discapacidad. Dado que a estas fórmulas de seguro y previsión social se
dedica un capítulo en esta obra, se prescinde aquí ahora de su análisis.
En cuanto a los beneficios fiscales que se articulan como deducciones
de la cuota la Ley del IRPF regula cinco: la deducción por inversión en
vivienda, las deducciones en actividades económicas, las deducciones
por donativos, las deducciones para protección del Patrimonio Artístico
y la cuenta ahorro-empresa.
La más popular y extendida de estas deducciones es, sin duda, la
deducción por inversión en vivienda. Así, del total de deducciones en la
cuota íntegra del impuesto, que la última Memoria de la Administración
Tributaria, del año 2005, cifra en 5.605 millones de euros, 5.253 millones
corresponden a la inversión en vivienda habitual, es decir, un 72,4 por
ciento. Es clara su mayor relevancia si las comparamos con los incentivos
a la inversión empresarial, que sólo alcanzan los 59,5 millones, de los
cuales 47,8 millones corresponden a la Reserva para Inversiones en
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Capítulo XIII. Beneficios fiscales
Canarias. Puede suponerse fácilmente que esta disparidad es debida a
que la mayor parte de las actividades económicas que tienen una cierta
relevancia se desarrollan a través de sociedades y, por tanto, es en el
impuesto que grava a las entidades jurídicas donde los incentivos a las
inversiones cobran relevancia. Más aun, la limitación del uso de estos
incentivos a las actividades económicas que determinan su rendimiento
mediante el sistema de estimación directa limita las posibilidades de
uso de los sometidos al régimen de estimación objetiva. En este último
caso, la única deducción que está a su alcance es la deducción para el
fomento de la información y de la comunicación. En la misma línea de
evaluar la importancia de estas deducciones ha de señalarse que, respecto
de 2003, los incentivos a la inversión empresarial han caído un 19,8 por
ciento y que igualmente resulta importante el retroceso en la deducción
por actuaciones para la protección y difusión del Patrimonio Histórico
Español y el Patrimonio Mundial, que ha registrado una caída del 41,6
por ciento. En cambio, las cantidades depositadas en cuentas de ahorroempresa han experimentado un incremento del 8 por ciento, lo que es
también revelador de la primacía de las sociedades como instrumento a
través del cual se organiza la realización de actividades económicas.
En relación con la deducción por inversión en vivienda, la Ley 35/2006 ha
introducido pocas novedades en relación con un régimen ya consolidado
en nuestro sistema, aunque no está libre de críticas. De una parte, se ha
afirmado que quienes verdaderamente obtienen ventaja de esta deducción
no son los compradores, sino los vendedores de viviendas en cuanto la
deducción les da la posibilidad de aumentar los precios. De otra parte,
se observa que la compra de viviendas determina una menor libertad
de movimiento para trasladarse a otras poblaciones en las que las
condiciones laborales puedan ser mejores, desventaja que puede afectar
de forma más sensible a los jóvenes para acceder al mercado laboral. En
este sentido, se considera que resulta preferible la concesión de incentivos
al alquiler, en lugar de a la compra. Pero, en todo caso, el gran número de
afectados, en caso de suprimirse este incentivo, hace que políticamente
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resulte inviable. No obstante, puede observarse una mínima tendencia a
minorar su importancia. Así se ha suprimido el tratamiento privilegiado
de la financiación ajena durante los primeros años de la adquisición de
la vivienda.
En términos generales, el incentivo consiste en la deducción de un 15
por ciento (sumada la deducción estatal y la autonómica general) de
las cantidades invertidas en la adquisición, construcción o ampliación
de la vivienda habitual, entendiendo por tal aquélla en la que se reside
por un periodo mínimo de tres años, salvo circunstancias excepcionales
(fallecimiento, separación matrimonial, traslado laboral, etc).
La aplicación de esta deducción suscita una amplia casuística en la que,
entre otras, se incluyen cuestiones como las siguientes: los problemas
que se plantean en el supuesto de pluralidad de viviendas habituales,
los límites cuantitativos de la deducción, las especialidades de la
rehabilitación de viviendas, los efectos de la adquisición de nuevas
viviendas, así como de la exención de las posibles ganancias como
consecuencia de la enajenación de la vivienda y su reinversión, y el
régimen de las cuentas-vivienda.
En cuanto a la deducción por actividades económicas, la Ley del impuesto
se remite a lo establecido en la Ley del Impuesto sobre Sociedades
señalando determinadas especialidades, especialmente cuando se
determina el rendimiento neto por el método de estimación objetiva.
En la deducción por donativos se estudia fundamentalmente el régimen
fijado en la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las
entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.
Asimismo, es objeto de atención la deducción por actuaciones para la
protección y difusión del Patrimonio Histórico Español y de las ciudades,
conjuntos y bienes declarados Patrimonio Mundial.
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Por último, la deducción por cuenta ahorro-empresa trata de fomentar
la constitución de sociedades Nueva Empresa, regulada en la Ley de
Sociedades de Responsabilidad Limitada. El porcentaje de deducción es
del 15 por ciento sobre una base máxima de deducción de 9.000 euros
anuales. La sociedad Nueva Empresa está obligada a destinar los fondos
aportados a la adquisición de inmovilizado exclusivamente afecto a la
actividad, a los gastos de constitución y de primer establecimiento o a
gastos de personal empleado con contrato laboral.
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