AÑO DE LA FE ARCIPRESTAZGO PALMA-4 PARRÒQUIA SANT ANTONI ABAT SON FERRIOL 3 de Noviembre de 2013 Lectura del libro de la Sabiduría (11, 23-12, 2) Señor, el mundo entero es ante ti como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. En todas las cosas está tu soplo incorruptible. Por eso corriges poco a poco a los que Salmo 144 caen; a los que pecan les recuerdas su pecado, para Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey. que se conviertan y crean en ti, Señor. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día te bendeciré, y alabaré tu nombre por siempre jamás. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, el Señor es buenos con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey. Lectura de la 2ª carta de san Pablo a los Tesalonicenses (1, 11-2,2) Hermanos: Siempre rezamos por vosotros, para que nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación; para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; y para que así Jesús nuestro Señor sea vuestra gloria y vosotros seáis la gloria de él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo. Os rogamos a propósito de la última venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestro encuentro con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras: como si afirmásemos que el día del Señor está encima. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1-10) (19 En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto todos murmuraban diciendo: -Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: -Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Meditemos la PALABRA La conversión cristiana es un proceso, generalmente lento, que el creyente tiene que recorrer. En este momento no nos vamos a referir a la conversión común, que es una tarea de toda la vida, sino a la conversión radical: al cambio de la orientación fundamental del hombre. Ante la narración de Zaqueo creo conveniente que examinemos en qué estadio de la conversión nos encontramos cada uno de nosotros. Esta Palabra de hoy puede ser un resorte para que despertemos y sigamos adelante en ese camino de la conversión en el que nos encontramos parados. El primer paso de toda conversión cristiana es el interés por Jesús. Este interés puede surgir desde mil perspectivas distintas. Lo que interesa es esclarecer que me importa a mí de Jesús, a qué expectativa mía responde, hacia dónde me llama. Si estamos en este nivel, tenemos que ir superando los obstáculos que nos impiden descubrir a Jesús con profundidad, a fin de poder llegar al encuentro con él. Las dificultades pueden ser interiores y del medio en el que nos encontramos. “Trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía… y se subió a una higuera para verlo... pasar” El segundo paso de la conversión es el encuentro con Jesús y la experiencia de sentirnos captados y seducidos por él. Jesús penetra el corazón, nos mira en profundidad, nos interpela y escandaliza, desestabiliza nuestro orden, prende su fuego dentro y nos impide reposar por la inquietud y la energía que genera en la vida. Convertirse es dejarse arrebatar por él, enamorarse de él, liarse la manta a la cabeza y seguirle. “Jesús al llegar a aquel sitio, levantó la cabeza y le dijo: Zaqueo baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. El bajó en seguida y lo recibió muy contento”. ¿Hemos vivido nosotros esta maravillosa experiencia? ¿Hemos aceptado que Jesús entre en nuestra casa, que tome posesión de nosotros, que nos revolucione desde lo más íntimo y familiar? La experiencia de Jesús no es periférica ni exterior ni callejera. El encuentro se da en el corazón, en el interior en el núcleo de nuestro ser personal. “y lo recibió muy contento”. El tercer paso, último y fundamental, de la conversión es el cambio de vida, la transformación de nuestro interior, de nuestros valores, motivaciones, sentimientos, afectos, intereses, orientaciones... Y, como garantía de todo ello, de nuestras acciones de cara a los demás. Los que habéis llegado aquí y habéis realizado esta etapa podéis decir con verdad y con humildad que habéis asimilado el don de Dios. Los que no hayáis, o no hayamos superado este nivel, tengamos en cuenta que en vivir las obras de la conversión radica la autenticidad de la fe. Zaqueo, “puesto en pie”, resuelto, se compromete ante Jesús a hacer la justicia, a implantarla, a separarse de la fuente de la injusticia del mundo. “Si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. La conversión de Jesús pide más. Pero, por lo menos exige justicia. Sin justicia no puede haber amor; aunque si hay amor auténtico, este rebasa el nivel de la justicia con creces. Pero, como primera medida, decidirse a ser justos, hacer la justicia, luchar contra la injusticia. La experiencia del encuentro con Jesús le impulsa a Zaqueo, y nos debe lanzar a nosotros, a ir más allá. El móvil de la nueva vida es el amor y la obra cristiana de la conversión es el amor a Dios y a los demás. “Dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes... se la doy a los pobres”. Esta es la realización de lo que es ser cristiano: compartir bienes y, sobre todo, vida con los demás; considerar al otro como igual y hermano y todas nuestras cosas como suyas; hacer que lo nuestro esté a disposición del que lo necesita. Los que han llegado a vivir así se pueden sentar en la Mesa de los convertidos y celebrar la acción del compartir y la entrega fraternal. En este compartir de la vida, que hace de la Comunidad una familia, en esta casa “se está dando la salvación”. REFLEXIONEMOS: ¿Hemos aceptado que Jesús entre en nuestra casa, que tome posesión de nosotros, que nos revolucione desde lo más íntimo y familiar? OREMOS: Señor, alójate en mí. ¿Por qué se llama Confirmación o Crismación? Se llama Confirmación, porque confirma y refuerza la gracia bautismal. Se llama Crismación, puesto que un rito esencial de este sacramento es la unción con el Santo Crisma (en las Iglesias Orientales, unción con el Santo Myron). (CCIC*, 266) ¿Cuál es el rito esencial de la Confirmación? El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma (aceite de oliva mezclado con perfumes, consagrado por el obispo), que se hace con la imposición de manos por parte del ministro, el cual pronuncia las palabras sacramentales propias del rito. En Occidente, esta unción se hace sobre la frente del bautizado con estas palabras: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. En las Iglesias Orientales de rito bizantino, la unción se hace también en otras partes del cuerpo, con la fórmula: “Sello del don del Espíritu Santo”. (CCIC, 267) ¿Quién puede recibir este sacramento? El sacramento de la Confirmación puede y debe recibirlo, una sola vez, aquel que ya ha sido bautizado. Para recibirlo con fruto hay que estar en gracia de Dios. (CCIC, 269) ¿Quién es el ministro de la Confirmación? El ministro originario de la Confirmación es el obispo: se manifiesta así el vínculo del confirmado con la Iglesia en su dimensión apostólica. Cuando el sacramento es administrado por un presbítero, como sucede ordinariamente en Oriente y en casos particulares en Occidente, es el mismo presbítero, colaborador del obispo, y el santo crisma, consagrado por éste, quienes expresan el vínculo del confirmado con el obispo y con la Iglesia. (CCIC, 270) ¿Qué es la Eucaristía? La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna. (CCIC, 271) ¿Cuándo instituyó Jesucristo la Eucaristía? Jesucristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo, “la noche en que fue entregado” (1 Co 11, 23), mientras celebraba con sus Apóstoles la Última Cena. (CCIC, 272) ¿Qué representa la Eucaristía en la vida de la Iglesia? La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua. Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna. (CCIC, 274) ¿Qué significa el altar? El altar es el símbolo de Cristo mismo, presente como víctima sacrificial (altar-sacrificio de la Cruz), y como alimento celestial que se nos da a nosotros (altar-mesa eucarística). (CCIC, 288) *CCIC: Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica ANY DE LA FE ARXIPRESTAT PALMA-4 PARRÒQUIA SANT ANTONI ABAT SON FERRIOL 3 de Novembre de 2013 Lectura del llibre de la Saviesa (11, 23-12,2) Senyor, el món tot sencer davant vós és com un gra que tot just inclina la balança, com un esquitx de rosada que cau en terra el matí. Justament perquè ho podeu tot, vos apiadau de tothom, i dissimulau els pecats dels homes perquè puguin penedir-se. És que vós estimau tot allò que existeix i no abominau res d'allò que heu creat, ja que no heu fet res sense estimar-ho. ¿Com Salm 144 persistiria res si vós no ho volguéssiu? ¿Què seguiria Beneiré el vostre nom per sempre, existint si no rebés la vostra invitació? I vós, Senyor Déu meu i rei meu. que estimau la vida, tot ho planyeu, sabent que tot és Vos exalçaré, Déu meu i rei meu, vostre, ja que el vostre alè immortal és present a tots. beneiré el vostre nom per sempre. Per això repreneu una mica els qui es desencaminen i, Vos beneiré cada dia, servint-vos d'allò mateix amb què han pecat, els alabaré per sempre el vostre nom. amonestau i els recordau les seves culpes, perquè Beneiré el vostre nom per sempre, s'allunyin del mal i creguin en vós, Senyor. Déu meu i rei meu. El Senyor és compassiu i benigne, Lectura de la 2ª carta de sant Pau als cristians de lent per al càstig, gran en l’amor. Tessalònica (1, 11-2,2) El Senyor és bo per a tothom, Germans, sempre pregam per vosaltres, demanant que estima entranyablement el nostre Déu vos faci dignes de la vocació cristiana, i tot lo que ell ha creat. amb el seu poder dugui a terme tots els bons propòsits i Beneiré el vostre nom per sempre, totes les obres que la fe us inspira. Així el nom de Déu meu i rei meu. Jesús, nostre Senyor, serà glorificat en vosaltres, i Que us enaltesquin les vostres criatures, vosaltres en ell, per la gràcia del nostre Déu i de que us beneesqui els feels; Jesucrist, el Senyor. En quant a l'adveniment de que proclamin la glòria del vostre Regne Jesucrist, nostre Senyor, i la nostra reunió amb ell, vos i parlin de la vostra potència. pregam, germans, que no perdeu el seny ni us alarmeu, Beneiré el vostre nom per sempre, encara que una suposada revelació de l'Esperit o una Déu meu i rei meu. dita o carta que passa com si fos nostra anunciassin que Totes les obres del Senyor són feels, el dia del Senyor és imminent. les seves obres són obres d’amor. El Senyor sosté els qui estan a punt de caure, Lectura de l'Evangeli segons sant Lluc (19, 1-10) els qui han travelat ell els aixeca. En aquell temps Jesús anà de pas a Jericó. Un home que Beneiré el vostre nom per sempre, es deia Zaqueu, cap de cobradors d'imposts i ric, Déu meu i rei meu. intentava de veure qui era Jesús, però la gentada li privava la vista perquè era petit d'estatura. Llavors, per poder-lo veure, corregué endavant i s'enfilà a un arbre en el lloc on Jesús havia de passar. Quan Jesús arribà en aquell indret, alçà els ulls i li digué: »Zaqueu, baixa de pressa, que avui m'he de quedar a ca teva.» Zaqueu baixà tot d'una i el rebé tot content. Tothom qui ho va veure criticava Jesús i comentava el fet que s'hagués quedat a casa d'un pecador. Però Zaqueu es posà dret i digué al Senyor: -»Senyor, ara mateix don als pobres la mitat dels meus béns, i a tots els qui he defraudat, els restituesc quatre vegades més.» Jesús li digué: -»Avui s'ha salvat aquesta casa, ja que aquest home també és un fill d'Abraham. És que el Fill de l'home ha vingut a cercar i a salvar allò que s'ha perdut.» Meditem la PARAULA La conversió cristiana és un procés, generalment lent, que el creient ha de recórrer. En aquest moment no ens anam a referir a la conversió comuna, que és una tasca de tota la vida, sinó a la conversió radical: al canvi de l'orientació fonamental de l'home. Davant la narració de Zaqueu crec convenient que examinem en quin estadi de la conversió ens trobam cadascun de nosaltres. Aquesta Paraula d'avui pot ser un ressort perquè despertem i continuem avançant en aquest camí de la conversió en el qual ens trobam aturats. El primer pas de tota conversió cristiana és l'interès per Jesús. Aquest interès pot sorgir des de mil perspectives diferents. El que interessa és aclarir que m'importa a mi de Jesús, a quina expectativa meva respon, cap a on em crida. Si estam en aquest nivell, hem d'anar superant els obstacles que ens impedeixen descobrir a Jesús amb profunditat, a fi de poder arribar a la trobada amb ell. Les dificultats poden ser interiors i del mitjà en el qual ens trobam. “Tractava de distingir qui era Jesús, però la gent l'hi impedia… i va pujar a una figuera per veure’l... passar” El segon pas de la conversió és la trobada amb Jesús i l'experiència de sentir-nos captats i seduïts per ell. Jesús penetra el cor, ens mira en profunditat, ens interpel·la i escandalitza, desestabilitza el nostre ordre, pren el seu foc dins i ens impedeix reposar per la inquietud i l'energia que genera en la vida. Convertir-se és deixar-se arrabassar per ell, enamorar-se d'ell, embolicar-se la manta al cap i seguir-lo. “Jesús en arribar a aquell lloc, va aixecar el cap i li va dir: Zaqueu baixa de seguida, perquè avui he d'allotjar-me a la teva casa. Ell va baixar de seguida i el va rebre molt content”. ¿Hem viscut nosaltres aquesta meravellosa experiència? ¿Hem acceptat que Jesús entri a la nostra casa, que prengui possessió de nosaltres, que ens revolucioni des del més íntim i familiar? L'experiència de Jesús no és perifèrica ni exterior ni de carrer. La trobada es dóna en el cor, a l'interior en el nucli del nostre ser personal. “i el va rebre molt content”. El tercer pas, últim i fonamental, de la conversió és el canvi de vida, la transformació del nostre interior, dels nostres valors, motivacions, sentiments, afectes, interessos, orientacions... I, com a garantia de tot això, de les nostres accions de cara als altres. Els qui heu arribat aquí i heu realitzat aquesta etapa podeu dir amb veritat i amb humilitat que heu assimilat el do de Déu. Els que no hàgiu, o no hàgim superat aquest nivell, tinguem en compte que en viure les obres de la conversió radica l'autenticitat de la fe. Zaqueu, “posat dret”, resolt, es compromet davant Jesús a fer la justícia, a implantar-la, a separar-se de la font de la injustícia del món. “Si d'algun m'he aprofitat, li restituiré quatre vegades més”. La conversió de Jesús demana més. Però, almenys exigeix justícia. Sense justícia no pot haver-hi amor; encara que si hi ha amor autèntic, aquest depassa el nivell de la justícia amb escreix. Però, com a primera mesura, decidir-se a ser justs, fer la justícia, lluitar contra la injustícia. L'experiència de la trobada amb Jesús impulsa a Zaqueu, i ens ha de llançar a nosaltres, a anar més enllà. El mòbil de la nova vida és l'amor i l'obra cristiana de la conversió és l'amor a Déu i als altres. “Va dir al Senyor: Mira, la meitat dels meus béns... els don als pobres”. Aquesta és la realització del que és ser cristià: compartir béns i, sobretot, vida amb els altres; considerar a l'altre com a igual i germà i totes les nostres coses com a seves; fer que lo nostre estigui a la disposició del que ho necessita. Els que han arribat a viure així es poden asseure en la Taula dels convertits i celebrar l'acció del compartir i el lliurament fraternal. En aquest compartir de la vida, que fa de la Comunitat una família, en aquesta casa “s'està donant la salvació”. REFLEXIONEM: ¿Hem acceptat que Jesús entri a la nostra casa, que prengui possessió de nosaltres, que ens revolucioni des del més íntim i familiar? PREGUEM: Senyor, preniu possessió de mi. ¿Per què s’anomena Confirmació o Crismació? S’anomena Confirmació, perquè confirma i enforteix la gràcia baptismal. S’anomena Crismació (en les Esglésies Orientals: Crismació amb el sant Myron) per raó del seu ritu essencial que és la unció. (CCEC*, 266) ¿Quin és el ritu essencial de la Confirmació? El ritu essencial de la Confirmació és la unció amb el sant crisma (oli barrejat amb bàlsam, consagrat pel bisbe), que es fa amb la imposició de la mà per part del ministre que pronuncia les paraules sacramentals pròpies del ritu. A Occident, aquesta unció es fa al front del batejat amb les paraules: «Rep el signe del do de l’Esperit Sant». A les Esglésies Orientals de ritu bizantí, la unció es fa també sobre altres parts del cos, amb la fórmula: «Segell del do de l’Esperit Sant». (CCEC, 267) ¿Qui pot rebre aquest Sagrament? Pot i ha de rebre’l, només un cop, el qui ha estat ja batejat, el qual, per a rebre’l eficaçment, ha d’estar en gràcia de Déu. (CCEC, 269) ¿Qui és el ministre de la Confirmació? Ministre originari és el bisbe. Es manifesta així el lligam del confirmat amb l’Església en la seva dimensió apostòlica. Quan és el prevere que confereix aquest Sagrament -com passa ordinàriament a Orient i en casos particulars a Occident-, el vincle amb el bisbe i amb l’Església és expressat pel prevere, col·laborador del bisbe, i pel sant crisma, consagrat pel mateix bisbe. (CCEC, 270) ¿Que és l’Eucaristia? És el sacrifici mateix del Cos i de la Sang del Senyor Jesús, que ell va instituir per perpetuar en els segles, fins al seu retorn, el sacrifici de la Creu, confiant així a la seva Església el memorial de la seva Mort i Resurrecció. És el signe de la unitat, el vincle de la caritat, l’àpat pasqual, en el qual es rep Crist, l’ànima s’omple de gràcia i se’ns dóna la penyora de la vida eterna. (CCEC, 271) ¿Quan va instituir Jesucrist l’Eucaristia? La va instituir el Dijous Sant, «la nit que havia de ser entregat» (1Co 11,23), mentre celebrava amb els seus Apòstols L’Última Cena. (CCEC, 272) ¿Que representa l’Eucaristia en la vida de l’Església? És font i cim de tota la vida cristiana. En l’Eucaristia arriben al seu punt més alt l’acció santificadora de Déu envers nosaltres i el nostre culte envers Ell. inclou tot el bé espiritual de l’Església: Crist mateix, la nostra Pasqua. La comunió de la vida divina i la unitat del Poble de Déu s’expressen i es produeixen per l’Eucaristia. Per mitjà de la celebració eucarística ens unim ja a la litúrgia del cel i anticipem la vida eterna. (CCEC, 274) ¿Que significa l’altar? L’altar és el símbol de Crist mateix, present com a víctima sacrificial (altar-sacrifici de la Creu) i com a aliment celestial que es dóna a nosaltres (altar-taula eucarística). (CCEC, 288) CCEC: Compendi del Catecisme de l’Església Catòlica