BAILE- UNA EXPRESION ALEGRE DEL ESPIRITU HUMANO Lilian Bryan Se dice que el baile es la madre de las artes. El baile es único como forma de arte – no requiere de ningún instrumento, palabras o materiales. A través del baile damos expresiones de sentimientos profundos del interior. Un baile es un arte viviente, creado en espacio y tiempo. La bailarina es el medio del arte. La bailarina se entrega al gusto de la auto-expresión, libre de inhibiciones, miedos y barreras. A través del movimiento la bailarina trae cuerpo, mente y espíritu en perfecta armonía. A través del baile podemos pasar a otro mundo, al reino del mundo espiritual, y ser alejados de la monotonía. El baile ha sido parte de la humanidad desde inicios de la existencia del hombre en la Tierra. Sabemos por las pinturas en las cuevas, que desde la Era Paleolítica en las montañas de Sud África y Europa, la gente bailaba. Antes de que existieran las palabras, los seres humanos bailaban para celebrar, para rezar, para sumar las fuerzas de la naturaleza. En todas las culturas a través del tiempo, los bailes eran una parte integral de la vida diaria de la gente. Las muchas causas para bailar incluyen, rituales religiosos, como para pedir bendiciones para un recién nacido o una ceremonia matrimonial; para pedir la sanación de un enfermo, bendiciones para la coronación de un rey; para la bendición de antes de ir a la guerra y muchas otras ocasiones. Los bailes son usados para ocasiones sociales y para entretenimiento. El baile es usado como desahogo psicológico, es apreciado por su valor estético y también por su valor educacional para pasar tradiciones de generación en generación. En muchas culturas alrededor del mundo se considera que el baile involucra poderes supernaturales, tales como los Indios Hopi en Norte Américo, o como los Samoans en Polinesia. A través de la historia los bailes han sido cambiados con las culturas, transformados y adaptados; han sido prohibidos por el gobierno o por religión. Muchos de ellos que hacemos hoy tienen su origen en otras culturas. Muchos de los bailes sociales europeos son Latino – Americanos en su origen, muchos otros tienen raíces Africanas, otros han evolucionado a formas de arte clásica. Hoy en la culturan del Oeste el baile es cada vez menos un ritual de vida. Tiende a ser algo que vemos, más que algo que hacemos. Mucho como la música y la pintura, tenemos una actitud de consumismo hacia estas formas de arte. Viendo un baile experimentamos una elevación indirecta, viendo cuerpos que vuelan y giran por los aires. Pero es sólo una experiencia secundaria, que no se compara con hacerlo nosotros mismos. Esto es porque vemos al baile cualitativamente, de acuerdo a su estética, mientras que en otras partes del mundo es visto como una función cultural, sirviendo a un propósito específico. Entonces vemos que mientras el baile es una actividad humana universal no juega el mismo rol en todas las culturas. Para comprenderlo, debemos abrirnos a la cultura de la que proviene, según vamos adquiriendo mayor visión de éste, estamos en el camino del entendimiento del arte que lo produce. De cualquier forma al verlo debemos darnos cuenta que las dinámicas del baile están tan cerca de las dinámicas de la vida que cualquier otra forma de arte que nos podamos imaginar. Cambia con todos los que bailan, cambia con el individuo, con el tiempo, el país, la estación, el evento. Es intensamente personal, ya que cada bailarina crea un nuevo baile. W. B. Yeats escribe sobre la bailarina, “¿Cómo podemos conocer a la bailarina desde el baile?” Bailar es innato – aún antes del nacimiento el feto se muevo al ritmo de los movimientos de la madre. El niño que aún no nace es estimulado para moverse según escuche los sonidos internos y rítmicos de la madre, tales como el latir de su corazón y su respiración. Movimientos auto-generados en esta etapa temprana del ser son impulsos humanos básicos. Exámenes muestran que el ritmo de Mozart y Vivaldi son preferidos por el niño en el útero, ya que su ritmo es más como el latir del corazón de la madre. Nada calma más a un recién nacido que el movimiento rítmico hecho cuando se lleva o mece un bebé. Parece haber una atracción universal a movimientos rítmicos. Esta experiencia primaria de ritmos se queda con nosotros a través de la vida y se reproduce por el golpeteo de los tambores acostumbrados por muchas culturas. El sonido del golpeteo de los tambores acompaña, o más bien provoca que el baile sea una voz interior que nos dicta bailar. El sonido de los tambores remueve el corazón y el cuerpo del bailarín, tan evidente en las culturas nativas de América y África. Los bailarines sienten que están siguiendo el pulso básico de la naturaleza, quizá el latir de la Tierra. Como educadores Montessori valoramos el rol que juega el movimiento en el desarrollo del niño. A través del movimiento el ser humano se pone en contacto con el mundo externo y expresamos nuestros pensamientos, sentimientos e ideas. Nuestros cuerpos son el templo de nuestro espíritu. Ningún otro acercamiento educativo toma en consideración a tal grado la importancia de unir la mente, cuerpo y espíritu en armonía. Para convertirte en una persona completamente funcional y actualizada debemos adquirir esta unidad de nuestro ser físicos y psicológico. Nuestras acciones deben surgir de una sinergia producida por la mente y el cuerpo unidos en un estado según lo describe Mihaly Csikszentmihalyi, “la psicología de la experiencia óptima”, en su libro titulado “Flow”. Csikszentmihalyi nos hace darnos cuenta de una variedad de experiencias, las cuales nos traen a un estado de trascendencia, al que el llama flow. Nuestro cuerpo es un vehículo perfecto capaz de darnos perdón, un sentido de contenido total. Sabemos del sentido adictivo del bienestar experimentado por los corredores. Sabemos del estado alterado por los practicantes de yoga o tai chi. De todos los usos del cuerpo ninguno ha alcanzado grandes alturas o han sido expresados con gran variedad por las culturas, más que la danza. En muchas otras actividades corporales, ninguna tan satisfactoria como el baile, el cual nos puede dar el sentimiento de la expresión óptima. Aún, mucha gente ignora esta capacidad de sus cuerpos, nunca experimentando tal regocijo. En nuestra sociedad educada en donde la adquisición intelectual es valorada tan altamente, particularmente en las culturas del oeste, hay un daño en nuestros cuerpos atrofiándose, permitiendo que la calidad de nuestra vida sea disminuida. No debemos pensar en experiencias con nuestros cuerpos como carente en valor intelectual. Howard Dardner, quien nos ha iluminado sobre los diferentes tipos de inteligencia, habla de las funciones del cuerpo como nuestra inteligencia corporal kinestésica. Dardner indica que debemos ver más allá del legado del pensamiento Cartesiano del Oeste como nuestra única y última inteligencia. Dardener nos hace estar alerta de la relación entre el uso del cuerpo y nuestros otros poderes cognitivos. Cuando realizamos actividad física, debemos seguir mensajes finamente entonados del cerebro los cuales coordinan cuerpo y secuencia de cada paso de la acción. Respecto a la actividad física del baile, la cual involucra movimientos armoniosos de todo el cuerpo y lo podemos relacionar con el hecho de que debe haber mensajes extremadamente finos y en sintonía dirigiendo cada parte del cuerpo. Debemos maravillarnos con la habilidad del cirujano o del músico, en quienes el dominio de los músculos de la mano excede a los de las personas ordinarias. En el caso de los que bailan debemos estar admirados de que cada músculo recibe órdenes para moverse de manera precisa y armoniosa. Cada paso, el movimiento de cada dedo, la inclinación de la mano, toda la postura, adaptación del cuerpo al espacio disponible, deserción de la dirección derecha o izquierda. Todos estos movimientos precisos deben caber en un patrón rítmico del acompañamiento musical. Cada movimiento debe estar preprogramado por la mente antes de INIA. Cada fracción de segundo es nuevamente programada. Dardner indica, la inteligencia corporal esta dirigida por formas espaciales y matemáticas intrínsecas del entendimiento. La evolución de la precisión del movimiento del hombre no fue sólo manifestada en el uso de nuestras manos, esos instrumentos magníficos de nuestra mente, sino también en los movimientos de nuestro cuerpo, de cómo movemos nuestro cuerpo a través del espacio con gracia. Los humanos son la única creatura que no nacen con movimientos coordinados específicos. El niño recapitula la evolución de movimiento de la humanidad. El niño tiene que pasar a través de un periodo prolongado de aprendizaje para moverse – dirigido por la mente. El “hormé” es a lo que la Dra. Montessori llámala energía fuerte y fuerzas de vida. El hormé motiva al niño a moverse. De hecho sabemos que el niño está prácticamente en usado de movimiento perpetuo. Para el pequeño el movimiento es escaso, este ocurre por impulso y es desorganizado. Aún cuando el bebé esté haciendo escasos movimientos, intenta controlarlos a través de grandes esfuerzos y repeticiones, el niño logra poco a poco controlarlos, retos físicos que son básicos para el funcionamiento humano. Desde el primer intento de comprender, de alimentarse a sí mismo, de pararse, manejar objetos y finalmente el glorioso movimiento de caminar, estos son obstáculos universales en esta conquista del cerebro sobre un cuerpo. La acción involuntaria se vuelve voluntaria. La mente sufre por un cuerpo y el cuerpo encuentra expresión para la mente. Toma años perfeccionar este instrumento- nuestro cuerpo. Debemos considerar el efecto psicológico de movimientos controlados. Nuestra imagen es creada por experiencias a través de movimiento. La manera en que una persona ve su cuerpo, determina su auto imagen. Los más o menos movimientos satisfactorios del cuerpo dan respuesta como un espejo. El cuerpo torpe da información negativa al niño, diciéndole que no puede con la tarea. Esto se agrega al sentido no adecuado, tímido y hasta de temor por las experiencias de la vida. Por otro lado, los movimientos que son suaves, directos, eficientes, llevan a una visión de uno mismo como de una persona triunfadora. Alguien quien puede controlar retos, una que no tiene miedo a intentar, una quien tiene confianza en la vida y en sí mismo. La necesidad del niño por establecer movimientos controlados es mayor en su desarrollo. Nosotros como educadores Montessori entendemos este proceso de refinamiento gradual y lo vemos como nuestra responsabilidad de dar al niño cada ayuda posible para lograr esa meta. A través del la exploración física del niño en el medio ambiente que él construye su intelecto y su personalidad. Ya sea en casa o en un ambiente Montessori, el ambiente del niño debe permitirle esta exploración física. El adulto debe preparar el ambiente para ayudar a este proceso, el cual es fundamental para el desarrollo humano. Aunque el adulto aún parece detener al niño en esta exploración vital. Sin embargo el mundo parece reclamar estar más al pendiente de las necesidades del niño, los adultos están protegiendo sus espacios de interferencias más que nunca. En Estados Unidos algunos niños invierten horas cada día atrapados en asientos de coche, esto es cuando no están siendo llevados en carriolas o en carritos de súper. El regalo más grande para un niño es la libertad de movimiento en un ambiente protegido. Todavía no podemos saber cuan grande es el potencial que tiene cada niño. No podemos saber a qué grado cada persona controla sus movimientos para una habilidad en particular. ¿Se convertirá la persona en un gran atleta, bailarín, músico o artista? No sabemos, este es el secreto del niño. Todo lo que podemos hacer es preparar el camino para él, darle libertad de movimiento y guías para movimientos precisos y dirigidos. Podemos confiar en los poderes del desarrollo natural del niño. Particularmente en los Periodos Sensibles. Estos conllevan al niño hacia una actividad física irresistible. Todo lo que tenemos que proveerle son actividades- y permítanos no olvidar- a nosotros como modelos. En Casa de Los Niños, ofrecemos todos los ejercicios de Vida Práctica, los cuales ofrecen herramientas para el control. Las herramientas no son artificiales o sin sentido, sino relacionaos a la vida real. A través de esos ejercicios de Vida Práctica el niño puede comprometerse con trabajo real. El trabajo que él ve que es realizado en su propia casa o en otras casas. Ahí es donde recae la gran atracción: el niño participa en la vida que ha observado a su alrededor. Cada cultura tiene su Vida Práctica particular y a través de su control, el niño adquiere un sentido de pertenencia, el niño se conecta socialmente con otra gente en su familia, en su escuela y en su comunidad. Damos gran énfasis a la actividad del niño cuando usa sus manos. Ya sea que esté puliendo un objeto, construyendo la Torre Rosa, contando cadenas de perlas, el relleno de la comida de los pájaros, o el trazo de las letras en el papel de lija. El niño controla a través del esfuerzo repetido. Los movimientos se convierten en refinados, según el niño aprende a seguir una secuencia lógica de los distintos pasos, eliminando cualquier movimiento innecesario. Cuando un reto manual es repetido y el esfuerzo da paso a lo fácil una serie de movimientos refinados es posible. La Dr. Montessori nos recuerda, que hay dos desarrollos paralelos de coordinación motora: aquella de las manos y la del balance del cuerpo. Los educadores Montessori se enfocan básicamente en actividades manipulables y el producto visible que logran. Hacemos muy poco los ejercicios que respectan a ayuda para que todo el cuerpo logre balancearse, libremente y con refinamiento. Caminando en la Línea se viene a la mente como el único ejercicio para entrenar los movimientos de todo el cuerpo. Caminar en la Línea es frecuentemente rechazado, o peor, lo convertimos en lo que refleja una “caminataprisión”, donde los niños se mezclan en una elipse llena de niños, la cual es mucho más pequeña para la libertad de movimiento. Eso es ciertamente insuficiente para dar a los niños experiencias placenteras con movimientos del cuerpo en libertad y en gracia y, por ello, es eliminado de la experiencia del baile. Entonces, ¿Cómo podemos traer baile a los niños? ¿Cómo podemos hacer del baile una expresión divertida del espíritu humano para los niños en nuestra clase? Justo como otras experiencias de aprendizaje en una clase Montessori, el baile no debería ser enseñado sólo como una lección formal. Debemos enseñar al niño que el baile es una actividad natural, normal, divertida y con frecuencia espontánea, la cual tiene un valor intrínseco en nuestras vidas. Así como cantar, o leer poesía, o caminar en el bosque, hacemos estas cosas porque enriquecen nuestras vidas. También deberíamos bailar. Esto significa que nosotros, los adultos, debemos examinar nuestras actitud, y posiblemente nuestras inhibiciones hacia el baile. Muchos adultos se sienten incómodos ante el simple pensamiento de bailar. Lo ven como una forma de verse ridículos. Muchos adultos han sido entrenados a valorar sólo las actividades intelectuales, y a mover el cuerpo únicamente con un propósito específico, con un resultado visible. Meras actividades físicas, como yoga son vistas frecuentemente como esotéricas. El baile es visto como difícil, algunas veces como frívolo, o como algo que uno va a ver, pero no ha realizar. Ese conjunto de pensamientos congela nuestro cuerpo en una concha sin vida, con nuestra mente-espíritu aprisionados dentro, sin permitir sentirnos completos. ¿Qué tipo de bailes para niños enseñamos? Hay bailes con pasos específicos hechos en grupo. Tales bailes grupales dan un sentido de unidad. Bailes folclóricos alrededor del mundo brindan esta característica de unidad en una cultura. Estos bailes van desde pasos extremadamente simples a cualquier grado de dificultad. Enseñar a los niños bailes folclóricos los conectara con Geografía y diferentes culturas alrededor del mundo. Muchas ciudades tienen clubes de baile folclórico internacional. Para los adultos, aprender estos bailes puede ser un alivio de estrés y un ejercicio sano. Bailar bailables folclóricos con un grupo puede ser una experiencia comunitaria hermosa. Produce lo que se ha llamado “efervescencia colectiva”, mucho como cantar en un coro. Entonces hay bailarines de auto expresión. Bailar de manera espontánea con la música o tambores puede ser muy placentero. Aquí bailamos el baile que sentimos dentro de nosotros mismos. El único baile que eres tú. No hay ningún paso con receta. ¡Es el baile de tu vida! El primer paso al enseñar baile a los niños, es compartir con ellos nuestro gusto por él. Es la actitud positiva hacia esta actividad humana natural, la cual es absorbida permanentemente por la psique del niño. Esta actitud junto con experiencias tempranas de baile nunca será borrada. Es muy fácil enseñar a los niños a bailar, porque ellos son irresistiblemente llevados a mover sus cuerpos y ellos siempre están atraídos por actividades musicales. Como todo lo que presentamos a los niños, debemos preparar la lección. Es lo mismo con el baile. El adulto debe practicar lo que va a enseñar al los niños, de tal manera que cada paso pueda ser hecho de manera clara para los niños. Debemos de dividir la actividad en sus partes y demostrar cada paso a la vez, tal como las otras lecciones que damos en clase. Con el tiempo la maestra construye un repertorio, el maestro más experimentado puede iniciar el baile de manera más espontánea, sin el rigor de una preparación detallada. El baile del momento puede ser aquella según el estado de ánimo del momento o el evento del mismo. Quizá, un cumpleaños, el clima, el día festivo conlleve un baile, etc. Una cosa a la que no debemos temer es a la crítica del niño. Ellos olvidan fácilmente. Exactamente como otras actividades a cumplir en clase, podemos darles a los niños una preparación indirecta antes de introducir el baile como tal. Empezamos con lecciones de Movimiento Elemental, así como la manera de caminar sin tropezar con algo, sentarse correctamente, caminar alrededor de tapetes, caminar sin hacer un ruido con los pies, etc. También introducimos actividades rítmicas, a las cuales los niños siempre reaccionan con gusto. Podemos hacer muchas de las siguientes actividades: a) Encontrar el ritmo de una canción moviendo nuestro cuerpo aplaudiendo, o con instrumentos de percusión. b) Los niños pueden columpiar sus brazos junto con otro compañero para seguir el ritmo de una canción. c) Moverse en la elipse con diferentes ritmos, saltando, marchando, galopando, resbalando, corriendo, etc. d) Tocar un eco en un tambor o cualquier otro instrumento de percusión. e) Actuar una canción. f) Encontrar el ritmo de un poema, aplaudiendo. g) Hacer a los niños conscientes de todo su cuerpo y cada parte de el con ejercicios de relajación. h) Hacer yoga con los niños. i) Escuchar música clásica y disfrutar el timo, dirigiendo la música, usando instrumentos de percusión. j) Aprender vocabulario musical relacionado al rimo, como presto, lento, prestísimo, piano, andante, moderato, etc. (tan hermosas palabras italianas). k) Aprender direccionalidad: de derecha a izquierda, a través de muchas actividades diarias, como leer y escribir. Las actividades preparatorias harán del aprendizaje un baile actual muy, muy fácil hasta para niños muy pequeños. Tenemos que recordar que las actitudes, al igual que habilidades motoras son en mucho establecidas durante los primeros seis años. Cualquier inhibición o temor que tengamos puede no ser borrada fácilmente después de los primeros seis años. El baile es tradicionalmente enseñado hasta la adolescencia, y por ello, en un escenario muy incomodo y formal. Podemos recordar manos sudorosas y movimientos penosos, los cuales odiábamos. Y aprender esto con alguien del sexo opuesto. Debemos darnos cuenta que niños mayores de seis años son muy conscientes, por esta razón evitan hacer el ridículo a toda costa. ¡Que pena! Traigamos el baile a las vidas de nuestros niños y recordemos que la educación inicia en el nacimiento. En casa, los papas deberían de bailar con el bebé alrededor de la casa. Los niños deberían asistir a bodas y a otras festividades donde la gente baile. En la escuela el baile puede ser una relajación bendita en lugar de estar sentado en la línea o un día agotador, cuando el trabajo que requiere concentración no se puede realizar. Bailar en la escuela es una experiencia comunitaria valiosa, juntar a maestros y niños de varios ambientes, para evitar el sentido de aislamiento. Hay tantas ocasiones que invitan al baile: 10 de mayo, el primer día de primavera, el primer día de verano, otoño invierno. La caída de las hojas, tiempo de cosecha, cualquier día festivo, poner una obra- o cualquier día ordinario. Vayamos a nuestras casas y escuelas y traigamos el baile a nuestras vidas. Busca oportunidades para bailar, o crea ocasiones para bailar. Padres y maestros: desechen la carga de su vida diaria, olviden por un rato las preocupaciones del mundo, tomen un tiempo libre para el placer de bailar. Ve a bailar- y déjate y a los niños experimentar el simple y profundo placer del baile.