la ciudad, documento histórico: reflexiones

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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
N.º XXIII, pp. 141-161, 1996
ISSN 0214-7971
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTÓRICO:
REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA
ARQUEOLOGÍA URBANA EN LA COMUNIDAD AUTONOMA
DEL PAÍS VASCO
A. Azkarate Garai-Olaun (1)
I. García Camino (2)
RESUMEN
Partiendo de las principales experiencias europeas (británicas, francesas o italianas) en "arqueología urbana", se efectúa en este artículo un balance de la práctica desarrollada en los últimos 10 años en la Comunidad
Autónoma del País Vasco. Tras analizar las características específicas del urbanismo de Alava, Bizkaia y Gipuzkoa, se valoran los denominados "documentos de evaluación" del Patrimonio contenido en un núcleo habitado
puesto que, al posibilitar estos la elaboración de estrategias de intervención, contribuyen a desarrollar tanto la
investigación histórica como la propia planificación urbana. Como se verá, los resultados obtenidos soportan
dignamente cualquier comparación que se quiera efectuar con experiencias similares de ámbito estatal, pero no
hay que olvidar que es bastante todavía lo que falta para llegar al nivel alcanzado en otros países y superar así
el error que supone identificar la intervención puntual en un solar de una ciudad con la "arqueología urbana".
SUMMARY
Based on major European experience (i.e., British, French or Italian) in the field of "urban archaeology'', the
article reviews the practica! work done in the last 10 years in the Autonomous Community of the Basque
Country. Beginning with an analysis of the specific features of urban development in Alava, Bizkaia and Gipuzkoa, what are known as the "documents of evaluation" of the Patrimonio, or Heritage, for a particular inhabited area are then assessed. These docúments are particularly valuable because, by making intervention strategies possible, they also facilitate historical research as well as urban planning. As is clear, the results obtained
bear comparison perfectly well with similar experiences throughout Spain, although there is of course still a
long way to go if we are to catch up with the most advanced countries and eradicate the tendency to identify
one-off interventions ata specific plot of city land with "urban archaeology".
(1)
(2)
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea.
Diputación Foral de Bizkaia/Bizkaiko Foru Aldundia.
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A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO
LABURPENA
"Hiri arkeologian" europar (britaniar, frantziar edo italiar) esperientzirik garrantzizkoenetan oinarrituaz, artikulu honetan, Euskal Herriko Autonomi Elkartean azken 1Ourteotan garatu den praktikaren balantze bat egiten
da. Araba, Bizkaia eta Gipuzkoako hirigintzaren berarizko ezaugarriak aztertuaz gero, biztanleduna den gune
batetan barrusartzen den Ondarearen "ebaluatzeko agiriak" izenekoak baliotzen dira zeren eta, hauek, partehartzeko jokabideak gauzatzea ahalbidetzen dutenez gero, bai historiazko ikerlaritza zein hiri-plangintza bera
ere garatzeko laguntzen baitute. Ikusiko denez, lortu diren emaitzek, estatuaren esparruko pareko esperientziekin egin nahi dadineko edozein konparaketa duintasunez jasatzen dute, baina ez da ahaztu behar aski dela beste lurraldeetan lortu den mailara iritsi eta, horretara, hiri bateko orube batetan burutzen den puntuzko interbentzioa "hiri arkeologia"-rekin berdintzeak suposatzen duen hutsa gainditzeko falta dena.
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
l. LAS EXPERIENCIAS PREVIAS COMO PUNTO DE PARTIDA
La "arqueología urbana" posee una rancia tradición en los países europeos, fundamentalmente en los
anglosajones. En el nuestro, en cambio, constituye
una disciplina joven y con cuestiones pendientes
todavía de definición, tal y como se desprende de la
bibliografía más reciente. Se comprenderá, por tanto,
que comencemos esta exposición recordando algunas
experiencias de las que nos sentimos conceptualmente deudores. De los británicos -verdaderos pioneros
en el tema- nos fijaremos en la conceptualización
misma de lo que debe entenderse por arqueología
urbana, cuestión ésta todavía nada clara entre nosotros. De los franceses, en sus documentos de evaluación. De los italianos, finalmente, en la aplicación
que del método estratigráfico han sabido hacer para la
documentación y análisis del patrimonio edificado, _
fundamentalmente de período post-clásico.
A.- Finalizada ya la Segunda Guerra Mundial,
ciudades que habían sido bombardeadas como Londres, Canterbury, Exeter, Southampton o Winchester
fueron objeto de las primeras excavaciones de carácter arqueológico. A pesar de que los propios británicos hayan criticado la falta de coordinación y las deficiencias de aquellas primeras intervenciones (H. Cleere, 1982; B. Hobley, 1985), lo cierto es que constituyeron la base de la futura arqueología urbana europea, fundamentalmente por la continuidad que supieron dar a aquellos primeros intentos.
Martín Biddle -con su ejemplar intervención en
Winchester- no fue ajeno a la progresiva toma de
conciencia del colectivo británico de arqueólogos
que, ya para finales de la década de los sesenta,
comenzaba a articular los primeros programas sistemáticos sobre la práctica arqueológica en contextos
urbanos. La constitución de Department of Urban
Archaelogy (D.UA.) del Museo de Londres en 1973
supuso un hito en la arqueología urbana europea y un
modelo, sin duda, tanto para las ciudades británicas
como para muchas continentales.
Hoy en día no hos queda sino sonrojamos cuando,
al consultar algunas publicaciones británicas que tienen ya casi veinte años -o más en algún caso-, podemos apercibirnos de la enorme distancia que nos
separa todavía no ya de la praxis diaria sino, incluso,
de la propia conceptualización que reflejan aquellos
trabajos sobre lo que ha venido a denominarse
"arqueología urbana". No deja de ser significativo, a
este respecto, que en el estado de la cuestión que en
1988 efectuara M.O.H. Carver sobre la arqueología
europea, con un amplio e interesante anexo de bibliografía crítica en la que se recogen ejemplos británicos, escandinavos, alemanes e incluso americanos, el
autor no considerase necesario recoger una sola refe-
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rencia a intervenciones o publicaciones españolas en
este campo.
Todavía se confunde entre nosotros la arqueología urbana con la práctica arqueológica ocasional en
un contexto urbano, potenciando un grave error conceptual de consecuencias nefastas. La ocasionalidad a
la que nos referimos suele estar generada bien por el
interés del arqueólogo en algún resto monumental
significativo -generalmente de período clásico-, bien
por la necesidad de documentar los testimonios materiales condenados a desaparecer en una operación de
carácter inmobiliario.
Tanto en un caso como en otro, este tipo de experiencias se encuentran en las antípodas de lo que se
entiende por arqueología urbana, al menos entre los
principales representantes de esta modalidad arqueológica (M. Biddle, M.H.O. Carver, H. Galinié, etc.).
Como apuntaba certeramente M. Biddle -a quien
seguiremos en este punto- "ceci est de l'archéologie
en ville, pas de l'archéologie urbaine", porque esta
última no trata tanto de satisfacer una curiosidad intelectual o de atenuar los efectos de la destrucción de
un legado material más o menos significativo, cuanto
de concebir la arqueología de la ciudad como la comprensión integral del fenómeno urbano. Se trataría,
en palabras de quien dirigiera la importante experiencia de Winchester, de un proyecto que abarca -sin
distinción de períodos- desde los orígenes de una ciudad hasta su historia más reciente; que se ocupa de
los testimonios de todas las escalas sociales, desde las
estructuras más suntuosas promovidas por el Poder
hasta la más humilde de las viviendas urbanas; que
trata, finalmente, de aprehender la totalidad del fenómeno urbano 1 en sus aspectos cronológicos, geográficos, económicos y sociales. (M. Biddle, 1982). Como
señala en otro punto del mismo estudio, describir los
elementos patrimoniales de una ciudad tal y como se
han conservado, es una cosa. Comprender, en cambio, las interrelaciones de estos elementos, saber captar la manera en la que el palimpsesto urbano ha llegado a convertirse en lo que contemplarnos actualmente, es otra cosa muy distinta, mucho más importante y compleja. Esta investigación de la herencia
urbana es el campo real de la arqueología que venimos comentando. Una empresa de esta naturaleza,
cuya ejecución exigió veinte largos años en Winchester, requiere obviamente de un proyecto integral en el
que la distinción maniquea entre "arqueología de
investigación" y "arqueología de gestión" -tan en
boga por desgracia entre nosotros- carece de sentido.
Necesita también una estrategia precisa, un equipo
humano de sólida formación en diversas especialida-
Referido no únicamente a la ciudad, sino también a su territorio
(M.O.H. Carver, 1988).
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des, una financiación inteligentemente resuelta, grandes dosis de pragmatismo y diplomacia para moverse
en el complejo mundo de los intereses urbanísticos.
B.- Tomando como punto de partida el movimiento británico, el año 1973 nacía en Tours, bajo la
dirección de H. Galinié, una importante experiencia
-voluntariosa en origen (H. Galinié, 1982) y renombrada en la actualidad (Centre National d' Archéologie Urbaine)- que ha marcado también una importante línea a seguir. Una de sus aportaciones más interesantes son, sin duda, sus Documents d' évaluation
du patrimoine archéologique urbain, realizados de
acuerdo a un programa previo (Guide pour l' élaboration des documents d' evaluation ... ). Su publicación
sistemática, a partir de 1990 -Angers, Douai, Besancon, Grenoble, Arles, etc.- ha constituido un ejemplo
para iniciativas similares llevadas a cabo en la Comunidad Autónoma Vasca que más adelante mencionaremos.
Estos "Documentos de Evaluación" tratan de atajar uno de los mayores riesgos de la práctica arqueológica en contextos urbanos --el intervencionismo
individualista, descoordinado, sujeto a las más diversas circunstancias de carácter inmobiliario o político-, constituyéndose en verdaderas cartas arqueológicas que coadyuven a la planificación urbanística de
una ciudad.
C.- Durante los últimos años es de Italia -y particularmente de la Universidad de Siena- de donde
proceden los avances metodológicos más significativos, al abrirse nuevas líneas de investigación de gran
utilidad para la arqueología urbana. Esta nueva metodología a la que pronto nos referiremos, comenzó utilizándose para la documentación y análisis de las
construcciones históricas y ha acabado usándose también para descubrir y expresar la evolución en el
tiempo del propio tejido urbano.
Frente a quienes suponen que el objeto de la
arqueología se encuentra únicamente -incluso fundamentalmente- bajo la cota cero, se defiende la necesidad de tratar de forma unitaria tanto la estructura
edificada como el contenido de su subsuelo 2 • El patrimonio edificado no es visto sólo como perteneciente
a tal o cual período, como algo construido según este
o aquél estilo, sino como el producto final mixtificado por las múltiples huellas que, inevitablemente, va
dejando el paso del tiempo. Estas huellas del tiempo
-demoliciones, reconstrucciones, ampliaciones, reparaciones, etc.- quedan recogidas en la fábrica de un
edificio, convirtiéndolo en un documento histórico de
primer orden que hay que saber transcribir primero y
leer correctamente más tarde.
Como indicara R. Parenti (1995), "el patrimonio
arquitectónico, ya sea un monumento o la vivienda
más modesta, es como un enorme registro que recoge
en su estructura una gran cantidad de datos. Datos que
la mayor parte de los investigadores deben poder descodificar con criterios uniformes y transmisibles, si
queremos que no se pierda la gran masa de observaciones y que se conviertan en las informaciones necesarias para que avancen nuestros conocimientos".
Este proceso de descodificación se lleva a cabo
mediante el "análisis estratigráfico de construcciones
históricas" o "arqueología de la arquitectura", método de trabajo que parte, como es sabido, de los mismos principios teóricos de Harris. Su origen común,
sin embargo, no debe hacemos olvidar que los testimonios edificados no se ajustan estrictamente a las
leyes fundamentales que rigen las relaciones estratigráficas de un depósito arqueológico (G.P. Brogiolo,
1995), circunstancia ésta que ha motivado la creación
de una metodología de carácter específico. Su objetivo fundamental es el de identificar y analizar las
diversas unidades constructivas que componen un
edificio (también una manzana o un sector urbano)
para -una vez establecidas sus relaciones estratigráficas recíprocas- descubrir las claves que posibiliten la
lectura de una secuencia diacrónica no siempre fácil
de aprehender como consecuencia de los diversos
avatares sufridos a lo largo de los siglos.
La arqueología de la arquitectura se ha revelado
como un poderoso instrumento relacionado con
diversos campos, todos ellos aplicables también en
arqueología urbana:
- Historia de la arquitectura. Determinadas concepciones de la Historia de la Arquitectura y de la
Historia del Arte que tienden a valorar el patrimonio
edificado en función, básicamente, de criterios de
carácter estético, han conducido a la creación de
"modelos" constructivos, analizando las estructuras
como si hubieran quedado "congeladas" en el
momento mismo de su edificación y calificándolas
globalmente dentro de tal o cual estilo artístico. Se
olvida, de esta manera, que las edificaciones que contemplamos actualmente no son, en la mayoría de los
casos, sino el resultado de sucesivas mixtificaciones
de carácter constructivo que sólo un detallado análisis estratigráfico de su fábrica puede identificar, individualizar y articular cronológicamente hasta permitir la comprensión de su historia real3 •
"La lectura del edificio y la lectura del substrato arqueológico
deben efectuarse a la vez, de modo que se consiga una lectura
unitaria, considerando que las relaciones entre estratos, objetos
y restos o elementos constructivos forman, de hecho, un solo
contexto" (L. Caballero, 1987).
La aplicación, por ejemplo, de esta metodología al prerrománico
ha producido ya la revisión de algunos presupuestos tradicionalmente consensuados entre los historiadores de la arquitectura,
generando un debate sumamente positivo (L. Caballero et alii,
1991/1992; L. Caballero, 1994; A. Azkarate, 1995)
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
- Análisis diacrónico del tejido urbano. Desde
hace algunos años, esta metodología ha venido siendo aplicada con éxito al análisis diacrónico del propio
tejido urbano. Las experiencias son prometedoras por
cuanto subrayan las posibilidades de la lectura estratigráfica para aprehender la evolución de un centro
habitado y representar gráficamente su secuencia
temporal. "Por esta vía -señalaba recientemente R.
Parenti (1995)- nos parece posible reconstruir planimetrías que pongan en relieve la diacronía de los edificios con el fin de llegar a comprender el crecimiento y las transformaciones de un centro urbano a través
de la historia de sus componentes materiales".
- Adquisición de nuevos instrumentos de estudio.
La individualización de las unidades constructivas de
un edificio y su articulación en una secuencia diacrónica (diagrama), permite tanto la caracterización de
las técnicas constructivas como la identificación de
modelos constructivos de las distintas épocas históricas (R. Parenti, 1995). Las posibilidades -todavía no
exploradas suficientemente entre nosotros- son verdaderamente grandes, como lo vienen demostrando
arqueólogos y arquitectos italianos. Los Atlas de técnicas constructivas -regionales o subregionales- (R.
Parenti, 1988), los estudios de mensiocronología (T.
Mannoni; M. Milanese, 1988) y las tablas tipocronológicas que vienen elaborando (l. Ferrando; T. Mannoni; R. Pagella, 1989) constituyen un instrumental
de primer orden en la documentación arqueológica.
- Restauración. Como señalábamos en otra ocasión, sin embargo, sospechamos que haríamos un flaco favor a este método, si lo defendiéramos únicamente como un instrumento para el conocimiento histórico de un edificio o de una ciudad. Siempre habrá
mentes pragmáticas a las que esto del conocimiento
histórico les parezca un entretenimiento intelectual
propio de ociosos y difícilmente asumible por motivos tan razonables como el aumento de presupuesto,
la ralentización de las obras, las urgencias de plazos,
etc. Pensamos, en cambio, que la arqueología de la
arquitectura tendrá futuro en la medida en la que
resulte rentable para los proyectos y objetivos de los
propios arquitectos. Cuando estos se aperciban, por
ejemplo, de que determinadas patologías estructurales puedan ser explicadas -y corregidas, por lo tantopor el descubrimiento de patologías históricas, o
cuando al término de un proyecto de documentación
bien ejecutado, el arquitecto reciba un informe serio
y preciso que facilite sus decisiones finales, tan delicadas y comprometidas muchas veces (A. Azkarate,
et alii 1995).
- Conservación. Constituye uno de los capítulos
fundamentales en el ámbito de la arqueología urbana.
No vamos a abordarlo, sin embargo, en su sentido
más habitual -al modo, por ejemplo, como se ha
planteado en la recentísima polémica sobre los testi-
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monios exhumados en la Plaza de Oriente de
Madrid- sino en otro no menos importante y frecuentemente olvidado.
Existen, en relación con este tema, actitudes
maximalistas que defienden a ultranza la conservación de cualquier resto más o menos monumental.
Hemos sido testigos de actitudes de esta índole que,
en su afán conservacionista, han intervenido en un
determinado monumento, "restaurándolo", embalsamándolo, sin efectuar previamente ningún estudio de
documentación. Como resultado, hemos ganado un
objeto-fetiche, pero hemos perdido -definitiva e irreversiblemente- un documento histórico. Como indicaba, hace ya bastantes años, J. Oriol Granados "és
també important destacar que conservació no és sempre mantenir unes estructures. Moltes vegades pot ser
una conservació documental, mitjancant un estudi de
l'objecte, de l'edifici o de les restes antigues"
(AA.VV., 1985). En esta misma línea, el "análisis
estratigráfico de las construcciones históricas" se
convierte -tras un exhaustivo vaciado de las fuentes
escritas y una restitución fotogramétrica en 3D, por
ejemplo- en un instrumento para la conservación
documental absolutamente clave.
D.- La práctica arqueológica en centros urbanos a
nivel estatal ha sido impulsada, en sus fases iniciales,
por la necesidad de recuperar y registrar aquellos elementos de interés arqueológico que pudieran surgir
en el transcurso de las labores de rehabilitación de los
principales centros históricos. Esta modalidad arqueológica estuvo marcada desde sus orígenes por la
improvisación administrativa, el voluntarismo de
algunos arqueólogos y la total inhibición -por utilizar
un término elegante- de la arqueología "oficial" vinculada a universidades o museos. A nadie debe extrañar, por tanto, que pronto recibiera algunas adjetivaciones4 que, pese a no poseer connotaciones negativas
intrínsecas, acabaron utilizándose eufemística y displicentemente para diferenciarla de la "arqueología
de investigación".
Esta jerarquización maniquea de la arqueología, y
pese a las reiteradas protestas que salpican la reciente bibliografía española, ha sido asumida por las distintas administraciones autonómicas y por muchos
arqueólogos. Si hacemos, por ejemplo, un breve repaso de los anuarios que publican las distintas comunidades autónomas recogiendo los informes de las
intervenciones realizadas en los territorios de su
ámbito competencial, puede observarse que todos los
estudios referentes a contextos urbanos aparecen
recogidos bajo el epígrafe "programas de conservación o protección del patrimonio", en un lugar clara-
Arqueología de "salvamento", de "intervención", de "urgencia",
de "gestión", etc.
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A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO
mente diferenciado del capítulo relativo a los "programas de investigación" que ocupan las primeras
páginas.
Resulta sorprendente, a este respecto, que los
debates llevados a cabo hace veinte años en algunos
países europeos apenas hayan tenido repercusión en
la arqueología urbana española, presa de graves deficiencias, no ya operativas, sino puramente epistemológicas o conceptuales. Existen, por fortuna, experiencias sumamente interesantes -llevadas a cabo
sobre todo en los territorios de la fachada mediterránea (AA.VV, 1985)- que, junto al tono crítico que
reflejan algunas publicaciones recientes (AA.VV.
l 994a; AA. VV. l 994b), permiten albergar esperanzas
sobre un aggiornamento a todas luces necesario y
urgente.
La situación de la Comunidad Autónoma del País
Vasco participa, en términos generales, de lo dicho
para ámbito estatal. Junto a algunas iniciativas de
indudable interés -que las hay, como veremos-,
arrastramos todavía algunas deficiencias que habrán
de ser corregidas a breve plazo. Todo ello será objeto
de comentario en las líneas que siguen.
2. LA EXPERIENCIA EN LA COMUNIDAD
AUTÓNOMA DEL PAÍS VASCO (C.A.P.V.)
2.1 Características históricas del urbanismo vasco
La mayor parte de las ciudades de la C.A.P.V., y
sin lugar a dudas los grandes espacios metropolitanos, tienen su origen en la Baja Edad Media. En poco
más de doscientos años -entre el 12 de Enero de 1140
y el 3 de Octubre de 1383- los territorios de Alava,
Bizkaia y Gipuzkoa asistieron a la creación de una
densa red constituida por 69 núcleos urbanos -denominados villas y dotados de un estatuto jurídico propio- que provocaron un cambio radical en la organización del espacio, en la distribución del poblamiento, en los emplazamientos preferentemente elegidos
para tal fin, en la morfología de los mismos e, incluso, en la concepción de territorialidad (J.A. García de
Cortázar, 1978). Estos enclaves, especialmente los de
la vertiente cantábrica del País Vasco, estimularon el
desarrollo económico de la Edad Moderna, determinando, -al triunfar decisivamente como centros habitados, comerciales e industriales- la conformación
del poblamiento contemporáneo. Tanto su peculiar
nacimiento, impulsado por decisión señorial o real y
motivado por circunstancias socio-económicas y
políticas diversas, como su desarrollo posterior han
condicionado los planos urbanos y, en consecuencia,
la tipología de éstos como documentos históricos en
los que ha quedado reflejada su evolución. Analicemos brevemente ambas circunstancias.
Las ciudades medievales -situadas en la costa, en
ámbitos fronterizos, en las riberas de los cursos fluviales navegables o en las encrucijadas de caminosse organizan respondiendo a un modelo homogéneo y
regular -irtdependientemente de la forma que pueda
adquirir su perímetro condicionado por la topografía
del asentamiento-. La existencia de un proyecto urbano, definido físicamente por una cerca o muralla y
caracterizado por la existencia de una o varias calles
paralelas atravesadas ortogonalmente por otras vías
más estrechas denominadas cantones, dio origen a
manzanas compactas subdivididas en solares que, sirviendo de asiento a las casas de villa, eran propiedad
de las distintas familias de pobladores. La escasa
superficie de los recintos, la ausencia de espacios
públicos abiertos y amplios, el dominio de una o
varias iglesias en el paisaje construido, la presencia
de huertos en el interior de las villas y la integración
de éstas en su territorio a través de las principales vías
de comunicación completan los rasgos distintivos de
la urbanística medieval, observables todavía en la
actualidad. (B. Arizaga, 1990; Deiker [J.A. Barrio
dir], 1989/90/91).
Estos núcleos raramente fueron ampliados en la
Edad Media, salvo en casos excepcionales como
Vitoria, Orduña o Lekeitio. Fue el crecimiento económico y demográfico posterior el que provocó las
primeras expansiones fuera de los recintos amurallados, materializadas en la aparición de nuevos espacios de creación espontánea y de apariencia heterogénea -contrastando así con la regularidad de los enclaves primitivos- pero estructurados formalmente en
torno a los caminos preexistentes que determinaron
su configuración esencialmente lineal. Estos ensanches sirvieron de asiento a fundaciones monásticas,
primero, y a vecinos acomodados, más tarde, que
buscaron extramuros espacios amplios donde construir viviendas palaciegas acordes con su rango económico y social. El crecimiento, sin embargo, fue
limitado en extensión. Algunas villas, incluso -sobre
todo las vizcaínas-, tuvieron serios obstáculos jurídicos para rebasar el recinto originario (A. De Andrés,
1990), optando, ante la presión demográfica, por
otras soluciones como el crecimiento vertical de las
edificaciones, la fragmentación de los solares y la
ocupación del suelo público, especialmente de los
pasos de ronda. Pese a todo, la morfología del plano
urbano no experimentó transformaciones significativas (J.I. Linazasoro, 1978) y la villa continúo siendo
la entidad organizadora del espacio circundante. Sólo
en algún caso como Hondarribia y Donostia -por su
situación estratégica y fronteriza-, cercaron estos
arrabales con un nuevo cinturón defensivo, interrumpido por cubos terminados en puntas de diamante,
acordes con las nuevas necesidades militares del
renacimiento.
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
A fines del siglo XVIII se inició una nueva fase en
el desarrollo urbanístico de las villas vascas: el racionalismo ilustrado pretendió organizar, al menos en
apariencia, la trama urbana, regularizando alturas e
imponiendo criterios estéticos que trataban de unificar la imagen de la ciudad. Se intervino, en consecuencia, tanto en el interior del recinto medieval
como en los ensanches modernos, demoliendo "tejavanas", "casillas" y "mugas", ocupando huertas,
construyendo edificios públicos de carácter cívico y
creando, finalmente, servicios e infraestructuras
reclamados por una burguesía ascendente que vio en
estas operaciones urbanísticas una fuente de riqueza
de la que hasta entonces sólo se beneficiaba la nobleza rural. La regularidad que todavía puede observarse en el Casco Viejo de Bilbao al fundirse los ensanches renacentistas y barrocos con el núcleo medieval,
empeño de la actividad desarrollada por arquitectos
municipales como Agustín Humaran y Juan de Zabala (A. Santana, 1990), la reconstrucción de Donostia
según proyecto de Ugartemendia tras el incendio
efectuado por los franceses en 1813 (J.I. Linazasoro,
1978) y las reformas planificadas en Vitoria por Justo Antonio de Olaguíbel (S. Arechaga, 1990), son
algunos de los testimonios más significativos de este
proceso. El centro histórico se ordena: se destruyen
las viejas murallas, se sustituyen algunas casas de
escasa calidad -especialmente las situadas en los
lugares más soleados de las villas-, se abren nuevos
espacios públicos, pero en lo fundamental la huella
del pasado permanece en la trama urbana. En este
periodo, no obstante, se observan los primeros síntomas de una pérdida de protagonismo económico y
social por parte de los centros históricos que, en adelante, será asumido progresivamente por unos ensanches que asoman ya al horizonte como alternativa a la
ciudad primitiva.
En la primera mitad del siglo actual, y tras la consolidación del proceso industrializador en amplias
zonas de la C.A.P.V., la tendencia apenas emergente en
la centuria anterior, se generaliza y triunfa, aunque
afecte en diverso grado a los diversos núcleos urbanos.
Los centros históricos de las grandes ciudades se
abandonan socialmente y reducen su actividad, desplazándose las funciones urbanas a los nuevos ensanches -más amplios, cómodos y adecuados para su
desarrollo- en los que acabarán instalándose también
las clases altas de la población.
Los de las ciudades medianas -cabezas comarcales- se trasformaron sustituyendo manzanas de casas
enteras e incluso variando los antiguos trazados que
permanecían desde la Baja Edad Media.
Las villas de pequeño tamaño -que sólo en el
momento de su fundación pudieron considerarse
urbanas- reforzaron su carácter rural, permaneciendo
integradas en el campo.
147
Al conjunto de transformaciones descrito -que no
fue ni homogéneo ni sincrónico- se superpuso el crecimiento descontrolado que, afectando fundamentalmente a la periferia de los municipios, caracterizó el
caótico desarrollismo de los años sesenta.
Esta larga evolución histórica culmina, a comienzos de la década de los ochenta, con la toma de conciencia general sobre el grave deterioro que presentaban los cascos históricos y con la puesta en marcha,
por parte de las instituciones, de diversos programas
orientados a la restauración, rehabilitación y recuperación de los mismos. La redacción de los diversos
Planes Especiales, sin embargo, descubrió pronto la
aparente contradicción existente entre el mantenimiento de las tipologías históricas de estos viejos
enclaves y las nuevas estrategias propuestas para
dinamizarlos económica y socialmente.
Con ánimo de superar esta dificultad, han venido
articulándose diversas iniciativas -con la colaboración entre las administraciones y profesionales-, y se
ha procedido a efectuar algunas actuaciones arqueológicas que describiremos en la última parte del artículo y que han permitido identificar algunos marcadores significativos sobre la permanencia o ausencia
de los elementos del pasado en la trama urbana
actual. Como punto de partida, en efecto, era fundamental que conociéramos las especificidades de nuestros viejos solares históricos. Se hacía necesario
determinar -en expresiones usadas por M.O.H. Carver- tanto el origen en el tiempo y la densidad de los
contextos estratigráficos, como el grado de conservación de los mismos.
El urbanismo histórico europeo se caracterizaba,
en gran medida, por la reutilización constante de los
espacios y por el origen antiguo -frecuentemente
romano- del trazado urbano (J. Chapelot, 1990).
Pronto iba a advertirse, sin embargo, que la situación
de las villas y ciudades vascas resultaba muy distinta.
La larga presión demográfica durante más de seiscientos años sobre núcleos que raramente superan las
4 Ha. de superficie5 , alteró profundamente la calidad
de los estratos desde antiguo. No son raras, por ejemplo, las referencias documentales a nuevas edificaciones proyectadas en el Bilbao del siglo XVI en las
que se recoge la necesidad de limpiar los escombros
de un solar hasta los cimientos antes de proceder a la
nueva construcción, por lo que difícilmente encontraremos una larga y continuada sucesión de estratos
históricos. En algunas villas vascas se prefirió -y la
Vitoria -la fundación más extensa de la C.A.P. V.- dispuso de 20
Ha, de superficie intramuros, seguida de Bermeo y Laguardia
que apenas superan las 7 Ha. Si estas cifras se comparan con las
480 Ha. que tenía Florencia en la misma época o con las 360 de
Brujas, ciudad con la que Bilbao tuvo continuas relaciones
comerciales se comprenderá el alcance cuantitativo del fenómeno urbano vasco. (B. Arizaga, 1990).
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A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO
arqueología lo está demostrando- la sustitución a la
reutilización. Es cierto que los "ordenadores urbanos" -trazados de los viales, manzanas, perímetro de
la muralla, etc.- se mantienen, pero las modificaciones afectaron incluso a las viejas parcelaciones originales. Resulta significativo a este respecto, por ejemplo, que la hipótesis sobre la pervivencia del denominado "solar gótico" en el entramado urbano haya sido
puesta en cuestión desde diversos frentes 6 •
Muchas de las villas vizcaínas y guipuzcoanas
parecen de nueva planta y su origen raramente
remonta a época romana7 , lo que, junto a las circunstancias de conservación ya descritas, hace que la actividad arqueológica en contextos urbanos pueda parecer -a algunos arqueólogos- escasamente gratificante. Considerando que los marcadores arriba expuestos
-alto nivel de destrucciones físicas y escasa densidad
de contextos estratigráficos- tienen, además, su reflejo en la calidad y conservación del registro arqueológico, se comprenderá claramente que las técnicas tradicionales de la arqueología -basadas esencialmente
en la excavación- no generen demasiadas expectativas respecto a la comprensión y valoración del fenómeno urbano. Es por ello por lo que, tras los resultados de las primeras intervenciones, se creyó necesario potenciar la elaboración de otros instrumentos de
análisis arqueológico.
2.2. INSTRUMENTOS de planificación: La elaboración progresiva de los documentos de evaluación del Patrimonio Urbano en la Comunidad
Autónoma Vasca
do en la C.A.P.V. algunos instrumentos que están
contribuyendo a la definición del proyecto de arqueología urbana entendido como la planificación del
estudio histórico de la ciudad y concebido tanto para
revalorizar restos olvidados de especial contenido
simbólico, como para comprender el diálogo que históricamente ha entablado la ciudad con el campo y, en
definitiva, descodificar la compleja lectura de los
núcleos habitados. Son tres los instrumentos puestos
en práctica: los dos primeros, inventarios y estudios
histórico-arqueológicos, conforman un ambicioso
proyecto de evaluación del patrimonio, a ejecutar a
medio plazo. El tercero, los proyectos puntuales de
intervenciones arqueológicas, tratan de constituir una
respuesta controlada a la ineludible necesidad de
documentar las partes del entramado urbano que van
a ser alteradas por circunstancias derivadas de la presión inmobiliaria o de un planeamiento deficiente de
los usos del suelo. Los resultados obtenidos en este
tercer tipo de intervenciones están sirviendo, además,
para completar una información que revierte en los
documentos de evaluación en curso.
A.- Los Inventarios: Nivel básico de evaluación
Los trabajos se iniciaron a fines de la década pasada ante la confluencia de dos tipos de intereses9 : por
una parte, la obligación de la administración -en este
caso la del Departamento de Cultura del Gobierno
Vasco- de disponer de un instrumento de gestión del
patrimonio cultural; y por otra, la necesidad de dotar
a los arqueólogos de un marco que diera sentido a
unas actuaciones que, de otro modo, quedaban descontextualizadas y estériles 1º. Se trataba, en suma, de
A lo largo de los últimos diez años -y al amparo
del marco legal vigente8- se han venido desarrollanB. Arizaga, 1990; l. García Camino, 1992/93. Los resultados de
algunas intervenciones arqueológicas realizadas en Bilbao y la
observación del parcelario actual muestran las continuas variaciones en las dimensiones de los solares. Este fenómeno se aprecia especialmente en aquellos núcleos que no llegaron a prosperar como centros de dominio, control y organización del entorno,
quedando reducidos a entidades de población inmersas en el
mundo rural. El caso vizcaíno de Rigoitia es, en este sentido,
paradigmático (DEIKER [J.A. Barrio dir], 1990)
La ocupación antigua de Lekeitio -uno de los pocos lugares
urbanos donde se han documentado niveles de época romanaconcluye en el siglo V (B. Bengoetxea, S. Cajigas, l. Pereda,
1995), y ese espacio no vuelve a reutilizarse hasta los siglos XII
o XIII, cuando en el entorno se dieron las condiciones precisas
para el desarrollo de la vida urbana, lo que supone la existencia
previa de un territorio organizado y productor de excedentes económicos generados por la explotación agropecuaria.
La ley de Patrimonio Cultural Vasco, la ley del Suelo, la ley de
la Reserva de la Biosfera del Urdaibai, los planes rectores de uso
y gestión de parques naturales, los decretos por los que se califican o inventarian los bienes culturales y las Directrices de ordenación del territorio ordenan o recomiendan, según su rango, rea-
10
!izar el análisis y diagnóstico de los cascos históricos, de su edificación, de su infraestructura, de sus recursos culturales y de sus
interrelaciones funcionales, morfológicas y estructurales con el
territorio, al objeto de establecer un programa de actuaciones a
corto y medio plazo.
Debido a esta dualidad de intereses, ha habido quienes han pretendido distinguir entre inventarios de gestión y de investigación
o cartas arqueológicas (M. A. Querol, 1992). Desde su inicio se
rechazó esta posibilidad puesto que no comprendíamos la forma
de otorgar un grado de protección a una ciudad, a un sector de la
misma o a un monumento sin evaluar su importancia histórica o
su aportación al conocimiento de la evolución urbana del territorio. Por ello, creímos más conveniente plantear el inventario a
diversos niveles que, sucediéndose en el tiempo van acumulando
e interpretando la información disponible a medida que las investigaciones se desarrollan en profundidad. Bajo esta óptica el
inventario se presenta como un producto en continúa renovación
y ampliación.
En otras ocasiones (l. García Camino, 1988; 1992-93) indicábamos cómo los resultados de las primeras intervenciones urbanas
que realizamos en Bilbao en 1985, nos parecieron frustrantes y no
tanto por la calidad de los materiales exhumados -escasamente
espectaculares, por cierto- o por las dificultades a las que tuvimos
que enfrentamos al abordar por vez primera la excavación de un
núcleo habitado, sino porque nuestros resultados carecieron de
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
definir los principales elementos que configuraron el
tejido urbano del núcleo habitado, recogiendo también aquellos otros que fueron organizando su territorio.
Para realizar este primer documento básico de
evaluación del patrimonio urbano, se procedió a la
revisión exhaustiva de la bibliografía sobre la evolución de la villa, cotejando luego los datos obtenidos
con la planimetría actual. Los resultados se materializaron en un plano escala 1/1000, definiendo, por una
parte, el área susceptible de ser analizada con metodología arqueológica; por otra, el trazado de la muralla, indicando los lienzos conservados y los lugares
por donde hipotéticamente debía discurrir; en tercer
lugar, los elementos que destacaban en el entramado
urbano por ser centros de poder religioso, civil o económico -torres, palacios, iglesias, fraguas, talleres
artesanales, alhóndigas, etc.- haciendo especial referencia a su cronología, dado que su presencia ha condicionado la configuración urbanística actual; y,
finalmente, aquellas zonas de la ciudad que -pese a
haber estado ocupada en épocas históricas- carecían
actualmente de interés al haber sido vaciadas de contenido por circunstancias diversas 11 •
Los elementos identificados fueron valorados en
una ficha escrita, incidiendo en las posibilidades de
investigación arqueológica que ofrecen y en su aportación al conocimiento del urbanismo histórico en
función de los datos disponibles, de su conservación,
de su interrelación con otros elementos significativos
y de su contextualización en la formación del tejido
urbano. En definitiva, aunque someramente, se pretendía conocer los elementos básicos de un núcleo
habitado para proceder a su protección. Pero, además,
y puesto que el nacimiento urbano no pudo materializarse -ni puede concebirse- sin la existencia previa
de un territorio cuya formación histórica remonta a
épocas antiguas se procuró también caracterizar el
entorno registrando las huellas de los asentamientos
preurbanos e incluso la de aquellos vinculados, posteriormente, a la villa.
Concluido el Inventario se dispone en la actualidad de un primer diagnóstico de los casi 300 municipios de C.A.P.V., incluidos los 69 cascos fundados en
la Edad Media, lo que nos permite reconocer algunas
de sus características relevantes a través de sus signos
externos y responder, al menos parcialmente, a los
repercusión al no estar integrados en un proyecto de investigación urbana.
En la elaboración del inventario -realizado entre los años 1989 y
1995- participó un amplio equipo compuesto, en algunos territorios, por casi 20 personas, entre las que se encontraban arqueólogos con experiencia en el análisis de períodos diferentes, historiadores de arte, documentalistas y delineantes.
149
problemas planteados por la presión urbana, como se
verá en el último apartado de este artículo.
B. Los estudios histórico-arqueológicos de las
villas: Segundo nivel de evaluación
Al objeto de integrar en los Planes de Ordenación
Urbana (Planes Especiales de Rehabilitación Integrada, Normas Subsidiarias de Planeamiento, Planes
Generales ... ) el régimen de protección de los Bienes
Culturales, el Departamento de Cultura del Gobierno
Vasco ha iniciado un segundo nivel de profundización en el inventario mediante "estudios históricoarqueológicos" de las 69 villas de fundación medieval.
El nivel básico al que nos referíamos en el capítulo anterior era útil como primer instrumento de planificación, pero resultaba insuficiente para su incorporación a los Planes de Ordenación Urbana, más exigentes y exhaustivos en la información que requieren
sobre la evolución histórica de la villa y su realidad
arqueológica. Los objetivos, por tanto, de este segundo nivel de evaluación son mucho más precisos y
específicos: ya no se trata de recoger los principales
elementos de un núcleo habitado, sino de determinar
-al modo de los Documents d' évaluation franceseslas variaciones en el tiempo de su tejido urbano, esto
es su evolución diacrónica; analizar en detalle los elementos pertenecientes a cada período y diagnosticar
la calidad de los elementos patrimoniales conservados. Se trata, en definitiva, de confrontar las previsiones científicas, es decir, las expectativas que generan los análisis bibliográfico, archivístico, arqueológico, topográfico, cartográfico o de cualquier otro
tipo, con el registro real de destrucciones en un
núcleo urbano concreto. En otras palabras, de definir
la calidad de su registro arqueológico. Para ello
resultan sumamente provechosos los datos procedentes de observaciones de tipo puntual --ejecución de
cualquier obra, sondeos y prospecciones geofísicas
efectuadas con fines distintos a los arqueológicos,
informes de antiguas excavaciones-. Pero es la actuación programada la que mayores resultados ofrece.
Una actuación que pasa por el reconocimiento sistemático del patrimonio edificado -con la incorporación metodológica del análisis estratigráfico al que
nos referíamos en la primera parte del artículo- y por
la ejecución de sondeos estratigráficos distribuidos
estratégicamente en función de los problemas históricos que previamente se han planteado.
Estas intervenciones programadas constituyen el
punto fundamental de todo el proceso, puesto que
permiten registrar tanto la densidad del patrimonio
arqueológico como su estado real de conservación.
Todo ello posibilitará la planificación de futuras
investigaciones, evitará la ejecución de excavaciones
innecesarias y contribuirá a la protección de nuestros
150
A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO
centros históricos, mediante su incorporación al Planeamiento Urbano 12 • Este proceso, pese al avance de
los últimos años, no ha hecho más que comenzar. De
los sesenta y nueve centros históricos, diez y ocho
están siendo objeto de este tipo de estudios 13 y la
labor realizada ha sido ciertamente intensa14 • Se han
observado, sin embargo, algunas deficiencias en el
tratamiento, presentación e interpretación de la información que, evidentemente, han condicionado los
resultados globales y la utilidad de los estudios, y que
habrán de ser corregidas de inmediato al objeto de
alcanzar un nivel óptimo de rendimiento.
Hay que reconocer, en primer lugar, que la calidad
de las investigaciones ha sido muy desigual. Frente a
trabajos exhaustivos, totalmente implicados en la planificación urbana y en la protección y valoración del
Patrimonio, otros se han limitado a recopilar textos,
materiales y datos de diversa procedencia, reproduciendo mecánicamente las directrices de la administración que no eran más que un índice orientativo de
las labores técnicas a realizar.
En otras ocasiones la diversa formación de los
equipos ha generado desequilibrios en la recopilación
de los datos al recibir prioridad en ciertos trabajos
algunas cuestiones que, sin embargo, fueron relegadas en otros 15 • En algún caso se obtiene incluso la
12
13
14
15
La programación sistemática de sondeos en Bermeo (D. Gil, A.
Llamosas, 1996, inédito.), por ejemplo, permitieron definir la
escasa calidad de los depósitos arqueológicos, pese a que en la
Edad Media fuera el centro urbano más importante de Bizkaia y
a que existieran algunos indicios sobre su pasado romano. También mediante un programa de sondeos se ha podido documentar
que es en la zona baja de Bilbao -en tomo a Barrenkale- donde
mejor está representada la secuencia del Casco Viejo. En Lekeitio confirmaron que las nivelaciones de la Edad Moderna habían
arrasado prácticamente los depósitos estratigráficos medievales,
aunque conserve todavía algunos lienzos de muralla necesitados
de una lectura estratigráfica.
Bien acogiéndose a los Planes de Ayudas del Gobierno Vasco
para la redacción y modificación del Planeamiento Urbanístico
que afecta a los Bienes Culturales (Salvatierra, Antoñana, Santa
Cruz de Campezo y Labastida en Alava; Durango, Lekeitio, Bermeo, Elorrio y Bilbao en Bizkaia y Hondarribia, Donostia y
Elgoibar en Gipuzkoa) o bien impulsados a instancias de los
Ayuntamientos, de las Diputaciones afectadas o de las Sociedades Urbanísticas de Rehabilitación de los cascos históricos (Salinas de Leniz, Mondragón, Bergara, Elgeta e Irún en Gipuzkoa y
Alegría-Dulantzi en Alava).
La información recopilada se cartografió en diversos planos que,
a modo de síntesis, muestran la fisonomía de la ciudad en sus
principales fases de desarrollo histórico, los sectores que han
sido objeto de intervenciones arqueológicas o que conservan elementos significativos para su comprensión, las áreas que carecen
de interés al haber estado sometidas a una fuerte presión y, finalmente, las propuestas de actuación reflejadas en el parcelario
actual.
Algunos grupos, por ejemplo, han centrado sus documentos de
evaluación en el análisis estratigráfico de las murallas medievales, otros han preferido profundizar en la información que se desprende de la documentación escrita y ha habido, finalmente,
impresión de que el avance con respecto al nivel básico de inventariado no ha sido el esperado, al no reflejarse nítidamente en las conclusiones el carácter diacrónico del fenómeno urbano. Como consecuencia se
ha otorgado la misma valoración y el mismo grado de
protección a los distintos elementos patrimoniales y a
los distintos depósitos arqueológicos, proponiendo su
conservación en el estado actual y condicionando
cualquier otra utilización del suelo que ocupan a una
excavación previa que libere de contenido arqueológico el lugar de referencia.
Resulta evidente que planteamientos como los
descritos poco aportan a cualquier intento de ordenación urbana, por lo que alguno de estos documentos
de evaluación no terminan siendo sino simples anexos yuxtapuestos a las directrices del Planeamiento,
sin incidencia alguna en las mismas. Se produce, en
consecuencia, una fisura en la transmisión de la información entre los arqueólogos y los agentes implicados en la planificación; fisura que se amplia por la
incomprensión que, en ocasiones, muestran estos últimos para captar la complejidad y riqueza del fenómeno urbano.
Para superar este problema se está estudiando la
necesidad de establecer, como guía para la redacción
de estos trabajos, unos criterios mucho más rigurosos
que ayuden a homogeneizar los resultados tanto en lo
que respecta a sus contenidos como a la presentación
de los mismos. Sería también sumamente deseable
que la coordinación de los estudios no recayera
exclusivamente en los arqueólogos de la administración, sino en un consejo asesor compuesto tanto por
estos como por otros interlocutores ya sean arqueólogos, arquitectos, urbanistas o gestores.
C. Los proyectos puntuales de intervenciones
arqueológicas
Los centros históricos de nuestras ciudades, sin
embargo, siguen su curso y no pueden esperar a que
un proyecto como el descrito finalice en un plazo
todavía no determinado. Ante la necesidad de responder a los problemas planteados en el quehacer
cotidiano y regular las intervenciones arqueológicas
que, inevitablemente, van a tener que efectuarse
entretanto, se está proponiendo la necesidad de exigir
en cada actuación un proyecto arqueológico que se
ajuste, al menos, a los siguientes criterios: a) Contextualización bistórica del sector urbano en el que se va
a intervenir, al considerar que la arqueología constituye siempre un método de investigación del pasado.
b) Diagnóstico de su secuencia diacrónica y de su
potencial arqueológico. c) Estrategia de intervención
quienes han orientado sus esfuerzos básicamente al estudio del
contenido arqueológico de los recintos.
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
derivada de la evaluación efectuada en el punto anterior y basada en el registro estratigráfico referido tanto al subsuelo como al patrimonio edificado. d) Análisis de los resultados y contextualización de los datos
arqueológicos en una propuesta de carácter histórico.
e) Difusión de los mismos a través de publicaciones
y propuesta de integración de los restos en su contexto urbano.
Estos proyectos -como hemos señalado más arriba- han permitido ampliar, por una parte, el conocimiento disponible sobre el urbanismo histórico 16 ,
cuestionar, por otra, algunas hipótesis que parecían
sólidamente asentadas en la historiografía 17 y desarrollar, finalmente, experiencias metodológicas de indudable interés 18 •
La realidad, sin embargo, no siempre es así y, en
ocasiones, la contextualización histórica debe hacerse en poco tiempo y con escasos instrumentos; la evaluación preceptiva resulta de difícil ejecución por la
ausencia de estudios previos; los análisis efectuados
no siempre son homogéneos, priorizando los de tipo
estratigráfico y olvidando el estudio pormenorizado
de los materiales exhumados; los resultados no se
difunden, acentuando la "privatización" de unas
intervenciones en las que domina un individualismo
incapaz de comprender que cada sector, cada solar en
el que se interviene no es una unidad susceptible de
ser analizada al margen del marco espacial y temporal en el que se halla inmerso. Todo se agrava, en fin,
por la ausencia de un Plan Integral de Intervenciones
que impide desarrollar coherentemente programas de
financiación, quedando ésta en manos de los particulares que pueden, en consecuencia, elegir libremente
al profesional que "libere" cuanto antes el solar en
16
17
18
El origen romano de algunas villas costeras de Bizkaia- entre las
que el caso de Lekeitio resulta paradigmático (B.Bengoetxea, S.
Cajigas, I. Pereda, 1995)- era desconocido hasta que no se realizaron las primeras intervenciones arqueológicas. De hecho algunos "documentalistas" consideraron, sin criterio alguno, que el
pretender remontar la antigüedad de Lekeitio más allá del siglo
XIII era una "falacia" (J. Enríquez; E. Sesmero, en AA.VV.
1992b)
La pervivencia del solar gótico en el entramado actual o la pretendida homogeneidad y regularidad de la urbanística medieval
son algunas de estas cuestiones (l. García Camino, e.p.)
El País Vasco, y más en concreto el territorio alavés, está en lo
relativo a la arqueología de la arquitectura a la cabeza de las
experiencias estatales. Tras su aplicación en iglesias como San
Pedro de Quilchano, San Román de Tabillas o Andra Mari de
Ulibarri-Ganboa y en puentes como Bitorika, Katuja, Gardea o
Berguenda, se está utilizando también en ámbitos urbanos. En
este sentido, puede mencionarse, a modo de éjemplo, el análisis
estratigráfico (A. Fdez. de Jáuregui, 1996, inédito), integrado en
el proyecto de restauración de las murallas de Laguardia llevado
a cabo por la arquitecta Mª Paz Larrumbide o el importante Plan
Director de la catedral de Santa María de Vitoria (A. Azkarate, en
prensa).
151
cuestión de ese contenido arqueológico a veces tan
molesto.
Es por ello por lo que, desde la administración, se
están tomando algunas medidas que corrijan el panorama expuesto. Bizkaia, por ejemplo, dispone de una
Normativa Foral en la que se establecen los criterios
para el desarrollo, ejecución y promoción de las actividades arqueológicas. En ella se regulan las características de los proyectos, la experiencia que debe
acreditar la dirección de los trabajos, la presentación
de los resultados y la constitución de un Archivo
Arqueológico concebido como centro de documentación público. Se pretende, con ello, que cada informe
se convierta en un documento para la elaboración histórica y no en un mero trámite administrativo. El éxito del archivo y la utilidad de todas estas intervenciones exige evidentemente un cambio de mentalidad,
un cambio por el que la investigación arqueológica
deje de ser un bien privado, una experiencia particular y se convierta en un bien colectivo cuyo disfrute y
aprovechamiento revierta en todos.
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A. AZKARATE GARAl-OLAUN - I. GARCIA CAMINO
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Bilbao:Elementos de Interés Arqueológico.
Programa de Arqueología de Intervención
Fecha: 18/6/91.
D
Sotanas
Solares sin interés arqueológico
CD Elemento de interés arqueológico
8jj
•
Solares vacíos
- - Restos de muralla
D
Solares excavados
- - - - Trazado hipotético de la muralla
FIGURA l. Bilbao, [6,07 Ha.].
Fue fundado en 1300 por D. Diego López de Haro, con el objeto de fortalecer las actividades económicas que se desarrollaran en la ría. Organiza su trazado en siete calles paralelas atravesadas por estrechos cantones que responden a un único proyecto urbanístico definido por una muralla de piedra. La regularidad del espacio intramuros sólo se ve rota por la iglesia de Santiago en cuya plazuela se celebraba el mercado semanal,
antes de su traslado a la Ribera, aprovechando las ventajas que proporcionaba el puerto interior. La documentación arqueológica disponible parece indicar que, a diferencia de otras villas vizcaínas, existió una división de funciones en los distintos espacios urbanos (I. García Camino,
1992/93), según se desprende de la aparición de diversas fraguas y hornos bajos en las excavaciones realizadas en las manzanas definidas por las
calles Artekale y Somera.
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
155
Durango: Elementos de Interés Arqueológico
Programa de Arqueologia de Intervención
Fecha: 08/06/91
•
Area de interés primario (núcleo medieval)
Solares vacíos
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Edificios de nueva construcción
CD Elemento de interés arqueológico
FIGURA 2. Durango, [5,01 Ha.].
Fue fundado hacia 1276, a fin de fortalecer un nudo comercial. Se articulaba en tres calles que confluyen en sendas iglesias (Santa María y Santa
Ana). Con anterioridad a 1483 el recinto original se quedó pequeño produciéndose un ensanche consistente en la apertura de una nueva calle (Kalebarria) que, a su vez, se integró dentro del espacio intramuros al ser rodeada por una nueva muralla. La presión demográfica del siglo XVI propició la creación de otros ensanches organizados entorno a las principales vías de comunicación y asiento de fundaciones monásticas e instalaciones
industriales. El bombardeo de la Guerra Civil y el desarrollismo de los años 60 ha alterado en profundidad amplias zonas de la villa. (B. Bengoetxea; S. Cajigas, 1995).
A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO
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Salinas de Leniz: Elementos de Interés Arqueológico
Programa de Arqueología de Intervención
Fecha: 30/04/95
O
lll
CD
Solares de reciente construcción
Solares vacios
Elemento de interés arqueológico
• • • • • Trazado hipotético de manzanas de casas desaparecidas
- - - - - Trazado hipotético de la muralla.
FIGURA 3. Salinas de Leniz, [l Ha.].
Villa de realengo fundada en 1331 por Alfonso XI, en una zona montañosa de compleja orografía, en la cabecera del valle del Deba. Su fundación atrajo a la población del entorno asentada en un cerro cercano presidido por un pequeño templo que más tarde se convertiría en el actual Santuario de Nuestra Señora de Dorleta. La existencia de salinas, utilizadas al menos desde el siglo IV, y de una importante ruta que comunicaba la
Llanada alavesa y los puertos del Cantábrico fueron los motores de su crecimiento. El plano urbano se organiza en tres calles paralelas que han
sufrido diversas alteraciones históricas, entre las que el cambio de posición de la iglesia y la desaparición de la.5 manzanas orientales por corrimientos de tierra, son las más significativas (M. Urteaga, 1994.).
LA CIUDAD, DOCUMENTO lllSTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
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Donostia-San Sebastian: Elementos de Interés Arqueológico
Programa de Arqueología de Intervención.
Fecha: 19/10/95
CD
Trazado hipotético de la muralla medieval
Trazado ae la muralla moderna según documentación.
Elemento de ineterés arqueológico
- - Trazado de la muralla moderna según datos arqueológicos
~ Parcelación anterior al siglo XIX.
FIGURA 4. San Sebastián, [6,4 Ha].
Fundada hacia ll80 por el rey navarro Sancho el Sabio es una de las villas más trasformadas de la C.A.P.V. Su trazado medieval no debió presentar la regularidad que adquirió tras el incendio de 1489, pese a lo que el espacio construido --envuelto por una cerca de piedra desde el siglo
XIII- no se amplia hasta el siglo XVI, en el que una muralla compleja, adaptada a las necesidades militares del renacimiento, fortifica un nuevo
recinto. Este esquema urbanístico se mantiene hasta el siglo XIX, cuando el arquitecto ilµstrado P.M. Ugartemendia proyecta íntegramente una
nueva ciudad conformando el trazado que hoy en día puede verse. (M.M. López Colom, 1994)
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A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO
Vitoria-Gasteiz: Elementos de Interés Arqueológico
Programa de Arqueología de Intervención.
Fecha: 23/07/93
Solares vacíos
Trazado hipotético de la muralla
Delimitación del área de la judería
O
CD
Edificios sin interés arqueológico
Restos de muralla
Elemento de interés arqueológico
FIGURA 5. Vitoria, [20,7 Ha.].
Fue fundada en 1181 por el rey navarro Sancho el Sabio, sobre la aldea de Gasteiz -de la que apenas quedan testimonios- al objeto de defender
la frontera del viejo reino. En la zona más alta de la colina se trazaron tres calles que confluyen en las iglesias de Santa María y San Vicente. El
conjunto fue rodeado por una cerca abierta al exterior a través de seis portales que enlazan con las principales vías de comunicación. En 1200 la
villa dejó de ser dominio navarro incorporándose a la corona de Castilla. Alfonso VIII inicio, entonces, una nueva fase expansiva que afectó a la
ladera oriental del cabezo, trazando tres nuevas calles paralelas a las primitivas. Más tarde, en 1256, Alfonso X propiciara el ensanche definitivo
por el costado Este, siguiendo un esquema idéntico al anterior. Quedó así configurado el plano de Vitoria que no se vio alterado hasta finales del
siglo XVIII en el que se emprenden las reformas ilustradas tendentes a conectar la ciudad medieval con la nueva. En sus iglesias, conventos, palacios y casas todavía se observan lienzos y estructuras de edificaciones históricas que requieren ser documentadas arqueológicamente.
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA
•
Solares vacíos
Trazado de la muralla conservada
Laguardia: Elementos de Interés Arqueológico
Programa de Arqueología de Intervención.
Fecha: 23/07/93
Edificios sin interés arqueológico
Trazado hipotético de la muralla
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159
O
Elemento de ineterés arqueológico
FIGURA 6. Laguardia, [7,4 Ha.].
El 25 de Mayo de 1164 Sancho VI el Sabio otorgó Carta Puebla a un pequeño núcleo habitado --organizado alrededor de un castillo- elevándole
a la categoría jurídica de villa y concediéndole privilegios comerciales. Algunos años más tarde Sancho VII el Fuerte fortifica la puebla rodeándola de una muralla coronada de almenas y protegida por torreones cuadrangulares. El recinto creado siguió un plan urbano regular que se ha conservado hasta la actualidad. La presión demográfica y la dedicación económica de sus habitantes. basada en el cultivo de la vid y en la elaboración del vino, impulsó a efectuar continuas reutilizaciones de la edificación -lo que se detecta especialmente en la muralla y en la apertura de
bodegas en el subsuelo- (F. Martínez de Salinas, 1991). Circunstancias estas que están determinando la calidad del patrimonio arqueológico y, en
consecuencia, la estrategia de las intervenciones.
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A. AZKARATE GARAl-OLAUN - l. GARClA CAMINO
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FIGURA 7. Aplicación del análisis estratigráfico en las construcciones históricas: Iglesia de San RomlÍn de Tobilla.s (Alava).
Considerada románica, tras un análisis pormenoritado desveló la existencia de dos importantes fases prerrománicus que habí:in pasado desapercibidas (A. Azkarate, 1995). En la figura se observan de fonna sintética las tres fases fundamentales del trabajo.
11 Fase: Documentación exhaustiva de la fábrica del templo mediante la fotogrametrla analítica informatizada y el vaciado sistemático de todas
las referencias bibliográficas y documentales. (altomedievales, Libros de fábrica. Libros de mayormeria, etc ... )
21 fase: Análisis estratigráfico del edificio, con la identificación e individualización de las distintas Unidades Constructivas presentes en su fábrica (cada una de ellas con su numeración correspondiente y ficha analítica,) y establecimiento de h1s relaciones estratigráficas existentes entre ellas.
3° fase: Presentación de los resulllldos a través de un diagrama final periodizado en el que la diacronía del edificio queda perfectamente reflejada. (A.Azkarate, A. Fdez de Jáuregui, J. Núñez, 1995).
I..A CIUDAD. DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXlONES SOBRE LA PRACTICA DE I..A ARQUEOLOGIA URBANA
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MURALLA LAGUARDIA ZONA FRONTON ESCALA 1:50
FIGURA 8. Murallas de Laguardia (Alava). El último estudio en el que se está aplicnndo e l método estrotígr.í.fico en Ja lectura de \ns construcc iones históricas esul siendo realizado en la muraUa de Laguardia (A. Femández de Jáuregui, 1996), constituyendo la fase documental y previa
del proyecto de restauración del monumento dirigido por M" Paz Larrambide. La intervención está pcnnitiendo identificur las distintas fábricas y
la evolución diacrónica de este elemento de origen medieval.
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