/:BA:.:-¡Í;Í SEMANARIO G lE N T Í F I C O - A R T ASO I. PRECIOS DE SUSCRICION • Minlrid. Seia nioses* . 4 reales. 10 iil. 18 id. 31 id. AMALIO B Afraíleos. 17 id. 1 Soineütro. MUÑOZ AI>Ml>iIiTR.\C10N: GALLE DE LA VILLA, 1 y id. id. id. JOSÉ Madrid 9 de Diciembre de 18^^ NÚM. 19 PRECIOS DE SUSCRICION DIRECTOR GEREHTE Y PROPIETARIO Provincias. Wxtraiijero. 13 21 48 RELIGIOSO Í S T I G O-I.IT E R A R I O Cuba j Pnerto-Bico. . . . 1 2 F i l i p i n a s , Méjico y B i o | posos Un año. 3 pesos 0 id. Kn los domas Estados de América fi, au el precio los señores Alientes. Director religioso, D. FRANCISCO CAMINERO, presbítero. —Director literario, D. VALENTÍN GÓMEZ S U M A R I O TKX ro.—A'uMíros gi-abados, por A—Revista de la ttmana, por D- Valen, tin Goinoz.—Bí o fleto de escritor {continuación), por D . Qabino Tejado.— JEl árbol de liedcncion (continuación), por don Antonio E . Aparicio.— ¡Virgen y Madre! poesía, por D. J . S. de Ursina.—Ante una iviú'Jen de la Virgen, poesía, por D . Antonio de Valbuena,.—David, leyenda bíblica, por 0 . Torcuato Tarrago.—I(X Guerra, por \,— Movimiento religioso . — Miscelánea. — Advertencia. — Anuncio, GRABADOS — Monasterio de Nuestra Señora de Salas, dibujo del Sr. Reyes, grabado del señor M a t a i x . - I a Concepción, fotografía de Laurent, dibujo del S r . Barneto, (fi^bado del señor Galau. NUESTROS GMBIÜOS Monasterio de Nuestra Señora de Salas.— Este monasterio, que antiguamente se llamó de la Vil-gen de la Huerta, está situado á un cuarto de legua de la ciudad de Huesca (Aragón). Es uno de los tem- MONASTIÍHIÜ DE NUEíTitA SEÑORA DE SAL\S píos más antiguos y venerados de a q u e l antiguo reino, y el Obispo de Huesca, al mitrarse, toma el título de abad de dicho monasterio. No se sabe nada acerca de su primitiva fundación, pero consta que ya existia en el año de 1200. Este edificio ha sufrido muchas alteraciones, y lo único que se c o n s e r v a de su construcción antigua es la fachada y la torre , que publicamos en nuestro grabado, y pertenecen al estilo bizantino; el atrio ó galería de la izquierda es obra del siglo XVI, y el interior del templo se edificó á principios del siglo pasado, en el año 17*22, según afu'ma el historiador Fr. Ramón de Huesca. Fué habitado por monjes, y hoy sólo se celebra misa en algún dia festivo. Por lo demás, está á cargo de un santero que lo guarda. La Concepción.— N a d a hemos creido mejor para celebrar 15) LA ILUSTRACIÓN CATÓLICA artísticamente la festividad de la Inmaculada, que dar una copia en grabado de una de esas magnificas Concepciones de Murillo,'que son la gloria más pura de este insigne pintor cristiano, honra de la católica España. En el cuadro, cuya copia publicamos, aparece la Virgen Santísima en pié sobre un trono de deshechas nubes, vista de frente, con las manos puestas delante del pecho, y elevada un tanto la cabeza como en arrobamiento. Está vestida con túnica blanca y manto azul rozagante de rico ultramar, que, recogido sobre el brazo izquierdo, baja por la espalda y flota al viento. Enriquecen su trono de nubes cuatro hermosos ángeles niños, que ostentan vastagos de azucenas, rosas, palma y olivo, símbolos ó atributos de la Madre de Dios. Sirve á la Virgen de aureola un rompimiento de gloria, con un grupo de serafines á cada lado. La figura es de tamaño natural. El cuadro, que pertenece al estilo llamado vaporoso, se encuentra en el Real Museo de Pinturas. REVISTA DE LA SEMANA Levantemos una vez siquiera á las alturas del cielo la mirada que se fija rastreando en la superficie de esta miserable tierra. No veamos en la semana que acaba de pasar nada que no sea la grandiosa festividad de la Inmaculada Concepción. El arte, después de todo, no nos ha dado en estos últimos dias más que una prueba dolorosa de su repugnante degradación. El Trece de Febrero, de D. José María Diaz, os un absurdo moral y artístico, que el público ha rechazado con justicia desde el primer dia de su representación escénica. El Sr. Díaz, que á semejanza de ciertos generales, ha conquistado una reputación á fuerza de derrotas, quiso plantear un problema, que no lo es, y saltando por encima de monstruosas situaciones y de caracteres ilógicos engendrados en una fantasía extraviada, llegó á una solución, que tampoco es solución. La falta voluntaria es siempre falta, sean cualesquiera los accidentes que la agraven ó la atenúen, y toda falta cometida debe tener su castigo adecuado en éste ó en el otro mundo, sin que el arrepentimiento pueda excluir jamás la penitencia. El Sr. Díaz ha querido pintar la falta como hija de una fatalidad (no siéndolo realmente en la acción dramática), y ha intentado vituperar á la conciencia social porque rechaza á quien cometió la falta, sin cuidarse para nada ni de los accidentes de la culpa ni del arrepentimiento del culpable. El ár. Diaz no ha logrado ni lo uno ni lo otro, y la sociedad continuará abriendo un abismo entre la mujer pura y la que no lo es, dejando á ésta que se entienda con el Juez Supremo para la restauración de su estado moral. En cuanto al Sr. Diaz, la sociedad no tiene tampoco que agradecerle sus lecciones. Desgraciadamente no es este escritor de los llamados, ni á enaltecer la noble belleza del espíritu, ni á sacar al arte de su postración presente. Apartemos, pues, los ojos de estas desdichas, y llevémoslos á esas clarísimas regiones en que flota, como celeste aparición, la figura de la Inmaculada, símbolo eterno de belleza artística, sublime ideal á que aspira la creadora mente humana cuando eh el mundo visible sólo contempla los reflejos de otro mundo superior, perpetuo manantial de luz inextinguible y de verdad sin velo. El orbe, católico, levantando su voz sobre el clamo- rear de las pasiones y el rugir de los tenebrosos abismos, ha entonado un himno de alabanza á la Santísima Madre de Dios, saludándola amorosamente como á criatura exenta de pecado desde el primer instante de su ser natural. Es inefable consuelo para nuestro corazón cristiano pensar que en todos los países de la tierra conocida se ha entonado ese himno de alabanza. En medio de las populosas ciudades de Europa y de América; en las modestas aldeas ocultas entre el repliegue de las montañas; en el seno de los grandes imperios entregados al error ó á la idolatría; hasta en los salvajes bosques del África, sellados por la heroica planta del misionero, hay voces fervorosas que en el dia 8 de Diciembre celebran regocijadas la Concepción sin mancha de María, á quien todas las generaciones llaman bendita entre las mujeres. ¡Qué grandioso espectáculo de la catolicidad de la Iglesia! Sean cualesquiera los triunfos parciales del error, e^ un hecho que el mundo dobla la frente ante la doncella purísima que mereció llevar en sus entrañas á la segunda persona de la Trinidad, y que este Divino Verbo tomase de aquel virginal seno la carne qu3 más tarde fué lacerada en el Pretorio y la sangre que abundantísimamente fué derramada en el Calvario por la salud de la familia humana. Este hecho, que no ha nejado de serlo en el espacio de diez y nueve siglos, que ha desafiado á los perseguidores y ha vencido las tentaciones de la prosperidad, es uno de los grandes motivos de nuestra esperanza en el amanecer de dias más serenos para la Iglesia... y para España. Para la Iglesia, que ha puesto siempre como particular esmero en el delicado culto de la Virgen; para España, porque es el pueblo al cual visitó y distinguió de singularísima manera, aun antes del tránsito á los cielos. La Virgen Inmaculada es patrona de los españoles. Su nombre lo tenemos constantemente en nuestros labios. Suspiramos con él, cuando una angustia nos oprime; le invocamos en nuestras amarguras; le proclamamos agradecidos en las horas de nuestra dicha. ISi un peligro nos amenaza, á la Virgen María acudimos para que nos salve. Llevamos su imagen sobre nuestro pecho, y el más descreído lleva tal vez un residuo de su amor á María en el fondo de su corazón apagado. Lá devoción á María es quizá la primera que enseñamos á nuestros hijos. Los ponemos bajo su protección, porque fiamos en su maternal cariño harto más que en el nuestro propio, tan egoísta, tan mudable y tan ineficaz contra los infortunios de la vida. Las flores de la primavera parece que nacen para ser ofrecidas como tributo á la candida hermosura de aquella azucena celestial. Cuando llega la época en que la tierra da sus frutos, en todos los pueblos se festeja á la Reina de los cielos, como á la verdadera Reina de la abundancia, como al tipo sublime de la inmaculada fecundidad. Más tarde, al coronarse de nieve nuestras montañas, lá veneramos sonriendo al Divino Niño que acaba de nacer entre humildes pajas y teniendo por primeros cortesanos á unos sencillos pastores. No hay una época del año en que no vayamos á los pies de la Virgen María á ofrecerle los dones de nuestro amor. Por eso en ella hemos puesto nuestra confianza. Un pueblo que no olvida á María no puede parecer, aunque los enemigos le cerquen como leones sangrientas; aun- LA ILUSTRACIÓN CATÓLICA que estallen las tormentas preñadas de rayos y levanten las aguas del m a r alborotado sobre el nivel de la tierra. ¡Oh Virgen Sin mancilla! E s p a ñ a te a m a ; tú a m a s también á E s p a ñ a . . . ; Protégenos! VALKNTIN GÓMEZ. EL OFICIO DE ESCRITOR VI Pues que ya tenemos datos suficientes, definamos bien los términos. Hay frases de suyo muy complicadas. Por ejemplo: cierto caballero gallego, residente en Andalucía, pasaba junto á una turba de segadores, compatriotas suyos, que al son de la gaita bailaban la muñeira; riéndosele en el corazón los recuerdos de la infancia, piísose á bailar con los segadores, y tan lindamente lo hizo, que acercándosele uno de ellos, díjole, arrobado de gozosa admiración: «Vusté lia sidu gallegu.» «Escritor» no es todo el que escribe, pues como dice un epigrama moderno: De «escribir» snle escribiente, "Escribano y escritor.» jDe dónde hns salido t i. Miserable escribidor? El Diccionario español-latino de Valbuena, que tengo á la vista, dice que «escritor» es «el autor de algún libro.» No me conformo con esta definición, porque el uso llama «escritores» á una porción de gentes que jamás se han metido en semejante gusto de ingenio. Reintegremos el sentido de la palabra. Cuando se dice de cualquiera que es «escritor,» se sobrentiende «público;» pero aún este adjetivo no lo expresa todo, pues «escritor piiblico» no llama el lenguaje común á cualquiera que para el público escribe, sino al que vive de escribir para el público, ó en otros términos, al que es de oficio escritor. Constituya, pues, ó no clase, el escritor es de todas maneras un personaje nuevo, producto genuino de la civilización moderna. VII En este sencillo aserto se contiene todo un mundo de gravísimas reflexiones. Por de pronto, en virtud de la ley de continuidad, que es constitutivo esencial de toda generación, resulta que el personaje «escritor» y la «civilización moderna» son recíproca y simultáneamente causa y efecto: la civilización moderna pare al escritor de oficio; el escritor de oficio engendra á la propia madre que lo parió. Plstudiemos ahora los caracteres de la raza. Si hemos de considerarla según lo más primitivo que hay en ella, tenemos que empezar definiendo al hombre; tarea por cierto mayúscula, pues aquí el objeto definible es nada menos que un misterio. Y tan claro lo vio así, entre otros, San Agustín, que buscando fórmula para expresar adecuadamente todo lo que hay en ser tan oscuro y tan complejo, acabó por llamarle microcosmos: mundo en pequeño. Como si dijéramos: «busca.» La docta cosmología le llama «animal racional;» lo cual ha sido ponerle de ropa de Pascua, pues por un lado le declara sujeto al cocinero y al sastre, y por otro forzado á no saber, por ejemplo, cuántas son cinco, sino comparando la unidad con una serie de reproducciones de sí misma. Según la teología, es un hijo de Dios que anda muy atropellado desde que vendió por una manzana la herencia paterna. De todas estas definiciones del hombre, saco yo una. que lól me guardaré bien de dar por modelo; pero que ahora me hace al caso. Es, diré, una inteligencia que va dando tumbos de disparate en disparate. Naturalmente, mientras más anda más tumbos da; y como una de las cabalgaduras donde más corre es la palabra humana, de aquí que mientras más la monta, más disparate. Y aun por eso el adagio vulgar, repitiendo una enseñanza del Espíritu Santo, dice que «el que mucho habla, mucho yerra.» Por aquí se ve «también cuan misericordioso designio encierra la advertencia divina sobre que el día del ajuste final hemos de dar cuenta de las palabras ociosas. VIII Imaginad, pues, qué será una civilización donde todas las cosas están dispuestas de manera que todo el mundo, á toda hora y en todas partes, pueda estar hablando de todo; y después considerad que cabalmente el órgano oficial, el primer ministro de esta locuacidad, tan exenta de todo límite y medida, es el escritor público, y os hallareis con que la civilización moderna ha instituido como primer grado y orden distinguido en la jerarquía social, el oficio de decir disparates y palabras ociosas. Esto se demuestra fácilmente. Es indudable que hay quien tiene por oficio escribir para el público. Decir que hay quien tiene este oficio, equivale á decir que de él vive; ó lo que es igual, que sí no escribe, no come, pues quien nada más posee sino su oficio, necesita ejercerlo para comer, condición indispensable del vivir. Pero ejercer un oficio, tanto .significa como hacer todo lo que á ese oficio pertenece, y es así que al oficio de escritor pertenece todo cuanto puede caer debajo de la pluma, y que debajo de la pluma puede caer todo lo que cabe en el pensamiento humano y en la palabra humana: luego el oficio de escritor lleva consigo el escribir sobre todo cuanto puede ser pensado y hablado. Es así, digo ahora, que el hablar mucho, lleva consigo el errar mucho y el decir mucha palabra ociosa; con que ayiideme Vd. á sentir qué será el hablar de todo, como lo lleva consigo el oficio de escritor. Me dices que contra esto hay el remedio de que cada escritor no escriba sino de lo que entiende, cierto; pero ¿qué se hará el escritor si el público da en no entender ó en no gustar de lo que entiende él? Caerá en el abismo de la huelga forzosa; para él quedará parado el oficio, y no comerá, y si no come, claro es, no vivirá. Luego si ha de vivir con su oficio, no tiene más remedio que escribir de lo que el público entienda ó guste, aunque no lo entienda él. De donde resulta, que entre las consecuencias posibles, y aun inminentes, del oficio de escritor, se encuentra la alternativa, ó de morir de hambre, ó de decir mucho disparate y cargar con la responsabilidad de mucha palabra ociosa. Quod erat demonstrandum. IX Otra consideración resulta de lo dicho. Para que el oficio de escritor sea medio de vivir, se necesita ima ecuación perfecta entre el público y el escritor; es decir, que la inteligencia y las aficiones del uno sean adecuadas, ya que no proporcionadas, á la inteligencia y aficiones del otro. Pero el público es la gente, es el vulgo, es un perpetuo niño, á quien siempre hay que estar enseñando. Si, pues, la inteligencia y aficiones del escritor de oficio se adecúan á las del público, ¡pobre cultura pública! Si no se adecúan, ¡pobre escritor! Ejemplo de lo primero: Comella barbarizando el teatro. Ejemplo de lo segundo: Cervantes muriendo en el hospital. X Aquí me arguyes que el escritor de dignidad y de conciencia debe sobreponerse al público. Cierto también; pero yo te estoy hablando del escritor de oficio, es decir, del que escribe para el público, no por cima del público ó contra el público: 152 LA ILUSTliACION CATÓLICA porque para sobreponerse ó para oponerse al pú))lico se necesita, ó no ser escritor de oficio, ó tener temple do liéroe, ó decidida vocación de mártir. Y por desgracia, es de suyo más abundante la cosecha de escritores de oficio, que la de mártires ni la de lir'roes... ¿Comienzas A ir sospechando la grave cuestión social que hay debajo de este asunto? Pues aún me prometo pone'rtela más clara. GABINO TUJADO. (.8» emUintt»rá.) cual representa al hijo primogénito de Constantino, Crispo César, en el anverso, coronado de laurel y llevando un cetro, y en la extremidad un globo, sobre el cuardeseansa una águila imperial y la inscri])ciün Ciiisruí N'on. CAKS. En el reverso está el Salvador, bendieiondo y sentado, llevando en la mano izquierda la Cruz, y en medio de dos figuras militares armadas de astas. Rodea el grupo la inscripción SAI.U.5 ET SPE-Í. X. IÍEI- i'b'ULiCAE, y en el exergo s. r. ]?ste es' el monumento más antiguo que existe do esto género; y aun cuándo alguno lia habido que dudo de su autenticidad, ésta ha sido completamente probada, pues en el m u seo do San Clemente liay otra medalla con igual reverso, y que publicó el Sr. ]\Iionet. VIH Cuando el inundo cristiano tuvo noticia del feliz hallazgo, la devoción de los fieles hacia el santo Madero se manifestó de mil modos, pero singularmente bajo la forma de las peregrinaciones. APUNTES HISTÓRICOS SOBRE Llí CRUZ DK'NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO San Jerónimo, que fué uno de los más ilustres peregrinos, y que moró en la Palestina los últimos treinta años de su Vil vida, afirma que durante su permanencia en la Ciudad Santa E N TOUTO NIKA, en esta señal vencerás. Esto habia leido el vio en ella fieles de todo el mundo. Las más apartadas regiogran Constantino escrito con caracteres de luz al rededor del nes del Oriente, del Atlántico, de la Bretaña, etc., daban ejérmonograma de Cristo; y esto le manifestó y probó al mundo citos de peregrinos que iban á besar el bendecido Madero. En que la Cruz, desde el momento en que el Dios-Hombre liabia el tiempo de Pascua, dice San Paulino de Ñola, era mucho derramado en ella su preciosa sangre, liabia dejado de ser un mayor la anuencia, porque entonces se exponía la preciosa reliquia á la veneración de los fieles, y aun cuando esto se signo de deshonra, para convertirse en señal de triunfo. Los siglos, en esos grandes cataclismos que han presen- liallaba establecido como regla, se vieron los Obispos en la ciado, han venido corroborando esta verdad; y desde el triun- necesidad de exponerla á la veneración en muchas ocasiones, fo del joven Augu.sto en el puente Milvio, hasta la batalla de fuera de este tiempo, para no dejar defraudadas las esperanzas las Navas de Tolosa, y de ésta á la toma de Granada, cuantos de los fieles, que desde los más remotos países acudían con ejércitos han llevado por bandera el signo santo de redención este objeto. Tan numerosas eran estas peregrinaciones, que diez años han experimentado sus beneficios, mientras no han apartado BU corazón de la fé; y si la impiedad ó los sectarios consi- después del descubrimiento, esto es, en 333, se escribió el priguieron algunos triunfos. Dios los permitió, ó para liacer vol- mer itinerario de Burdeos á Jerusalen para satisfacer las necever á los pueblos cristianos al camino de la virtud, abandona- sidades de los peregrinos. Gibbon no puede menos de reconodo por seguir el del vicio, ó para hacer brillar más tarde y con cer que el ferviente anhelo de contemplar los monumentos doble esplendor ese augusto signo, consuelo y alegría del cris- mismos de la redención del género humano llevaba á Jerusalen, con los sabios y los héroes, una multitud innumerable de tiano. Si desde el punto en que Constantino, venciendo á Majen- fieles. En estas peregrinaciones, y para satisfacer el celo y la fé cio, se apoderó del impeno de Occidente, ostentó en todos los cuerpos de su ejército el monograma como bandera de los de todos los cristianos esparcidos por el mundo, fué cuando, mismos, después, movido de singular gratitud, lo puso sobre como un verdadero tesoro de inestimable valor, se extendiesu casco de guerra, en su corona y hasta en sus monedas, en ron por todas partes pequeñísimas porciones del santo Madecuyo anverso grabó su busto, esculpiendo en el reverso, y en- ro, que so guardaban en preciosos relicarios. La misma Santa Elena habia dado el ejemplo cuando divitre dos guerreros armados de asta y escudo, el santo monograma que los fieles habian usado para desfigurar la Cruz, á fin dió la Cruz, y no es extraño que los fieles, estimulados por la de que no fuera conocida en los tiempos de las persecuciones. emperatriz, aspiraran á poseer un fragmento de tan preciado Madero. Autoridades como San Cirilo, Obispo de Jerusalen en aquel tiempo, San Paulino de Ñola y otros, pudiéramos citar en comprobación de todo lo expuesto; pero es corto el espacio que se dispone en un artículo para emitir tostimonios que, por otra parte, nuestros piadosos lectores no necesitan. VA santo Madero fué adoíado desde el día de su feliz h a llazgo, y más do doscientos años después afirmó el diácono EL ÁRBOL DE REDENCIÓN R ú s t i c o «7U<! el Madero de la venerable Cruz adorábase SIN C O N TiiADicciox ALGUNA por tuda la Iglesia esparcida sobre la faz del universu,'> por manera que no cabe duda de que en la Iglesia de Jerusalen se estableció la festividad desde el momento en que fué descubierta por la piadosa Elena. «Más difícil,—dice el Sr. Obispo de Antinoe,—es fijar la época en que se extendió á toda la Iglesia el rito (jue en honra de la Cruz celebraban desde la época más remota las Iglesias de Jerusalen y Roma. Es cierto que. desde no pocos siglos, dos son las fiestas que en honra do la Cruz celebra la Iglesia universal: la de la Invención, el 3 de Mayo, y la de la Exalta- • cion, el 14 de Setiembre...>> Esta última nos «recuerda lu'incipalmente el rescate de la santa Cruz en el siglo Vil por obra del Emperador Heraelio.» Los griegos celebraron esta última antes que la de la I n vención. Y por último, como prueba de la antigüedad que tiene la fiesta de la Exaltación, copiaremos á Nicéforo, el cual, en su Historia Eclesiástica, dice, hablando de Jerusalen, «q»e en esta ciudad la Emperatriz mandó se celebrara todos los años la sagrada Exaltación.» Fijfura 2." Aun cuando es muy corto el espacio de que disponemos, no nos es ¡¡osible pasar en silencio ciertos detalles que por su I/a figura 1." es una copia exacta de una moneda de bronce naturaleza son una censura de aquellos tiempos de fé y podedel emperador Constantino, el cual, no contento con grabar río, para estos de indiferencia y de universal enflaquecimiento. De imbéciles ó fanáticos son tachados los que hoy se atreel monograma y la Cruz en todas partes, hizo que por primera vez se retratara á Jesucristo de cuerpo entero, llevando en la ven á hacer ostentación de la Cruz para demostrar su piedad, mano el santo signo de la redención, como puede verse en la y aun cuando los Estados conservan la costumbre de premiar medalla á que se refiere la figura 2.', publicada por el P. Bian- ciertos heclios notables con cruces, llamadas vulgarmente chi, y que se conserva en el museo clel príncipe Borghese, la condecoraciones, los que las usan, en su gran mayoría, no ven Fi(?urii 1.' LA CONCEPCIÓN 154 LA ILUSTRACIÓN OATÜLiCA en ellas la señal de la Cruz, que les debe recordar el santo sacriflcio del Calvario, sino un signo de vana distinción. Además que no es tan raro obíervar en el peelio de algunos cristianos, al lado de las cruces, condecoraciones musulmanas; ni pasma ya á nadie saber que á los musulmanes, enemigos eternos de la Cruz, se les condecora con las insignias de nuestras órdenes de Isabel la Católica ó de Carlos IIL Desde el tiempo de Constantino se dio al ejército cruces que se llamaron cslocinníiles, y como se conservaban en los cuerpos de guardia, de ahí que á éstos se les llamara esluciones. Los fíeles siguieron este ejemplo, y en las procesiones y en los actos religiosos llevaban una magnífica cruz; siendo indudablemente de las más notables y ricas la que el Emperador Carlo-Magno regaló al Pontífice León III, cuando de sus manos recibió la consagración imperial: cruz esmaltada de jacintos, que se depositó en la basílica del Salvador, llamada Constantina, y la cual precedía á las letanías, por disposición del mismo Pontífice, hasta que,—según afirma Anastasio,—fué robada de noche y «por sugestión diabólica.» Estas fueron las primeras fiestas establecidas en honor de* la Cruz, y de aquí data el origen de las cruces parroquiales, de las estaciovates, que había en Roma en todas las basílicas; conservándose una de aquéllas todavía en la de San Juan de Letran y otra en la iglesia metropolitana de Rávena, que mandó fabricar el Arzobispo San Ángelus, en la segunda mitad del siglo VI. ANTONIO E . APAHICIO. ¡VIRGEN Y MADRE! EN SU D : A , Á M I (¿UEKIDA Y SANTA MADUE DOÑA CONCEPCIÓN CAÑAVERAL, í MANUEL DE VILLENA. IMITACIÓN DEL FRANCÉS En los agrestes bosques De la montaña, Vierte una pobre niña Mares de lágrimas; y , entre suspiros, Así expresa la causa De su martirio: «Con la luz de la luna Salté del lecho, Donde un sueño apacible Jamás encuentro, y la montaña, Antes que el sol naciente, Vi con el alba. Todo en redor sonríe, Todo (despierta: El joven pajarillo Trina en la selva; Su madre alegre, Amorosa, alimento Viene á traerle. De lágrimas mis ojos Tristes se llenan; Ese cuadro de amores Causa mi pena. Feliz el ave... Yo soy más desgraciada; No tengo madre! Me arrojaron de niña Sobre una piedra, Entre" pobres harapos, Junto á la iglesia. Nunca he probado De una madre el cariño Ni los abrazos! Jamás ninguna niña Me llamó hermana, Ni compartí sus fiestas En las veladas; Ni aun en el suelo. Nunca osé cerca de ellas Tomar asiento. Alguna vez errantes Buscan mis pasos Consuelo entre las tumbas Del campo santo; Yo no lo encuentro, Yo estoy sola, Dios mió. Sola en el suelo! Mas no, tengo una casa Y un rinconcito. Donde siempre mis penas Tienen alivio; Es la capilla. Allí tengo á mi madre. Madre divina! Virgen pura y sin mancha! Madre de Cristo, Que con Él á los hombres Has redimido; Tú eres la Madre De todos los que lloran En este valle!... J . S. UK UliirNA. Piiris, 8 de Diciembre, 187«. ANTE UNA IMAGEN DE LA VIRGEN ¡Mirad qué hermosa! La estrella Que aclara el nocturno velo Es oscura junto á ella:' Si aquí parece tan bella, ¿Qué parecerá en el cielo? ¡Mirad qué hermosa! Su frente Divina, candida y pura, Como cendal trasparente, Deja entrever la hermosura Del pensamiento inocente. Y su dulcísimo pecho, Sagrado nido de amor. Se inflama y crece al calor Que arde en su recinto estrecho De sus hijos en favor. Y la luz de paz que brilla En su virginal mejilla Encarnada y pudorosa. Es más síiave y más sencilla Que las tintas de la rosa. Blanco, torneado y bello Es su purísimo cuello Donde el placer se recrea, Y sobre él graciosa ondea La mata de su cabello. Y á la divina garganta Plegada túnica honesta, l'a hace tan noble y tan santa, Que apenas se manifiesta Los corazones encanta. Amor sagrado provoca La luz de sus ojos pura. Y el alma se vuelve loca Contemplando la dulzura De sus labios y su boca. Reina augusta, celestial, Toda limpia como es Sin pecado original, Tiene al dragón infernal Muerto de rabia á sus pies. Y con semblantes gozosos, De pesar sin una sombra. Los ángeles más hermosos Se tienen por muy dichosos Con ser de sus pies alfombra. ¡Qué hermosa esfaí! Todo bien Su perfección acrisola, Y luce en torno á su sien La misteriosa aureola Que la adorna en el Edén. Y ni el sol da más consuelos. Ni calma tantos enojos. Ni disii)a tfinto.s duelos: LA ILUSIKAUÍÜN OA'J'OLICA Ni es el azul de los cielos Como el azul de sus ojos. Ni la orgullosa palmera Que estremece su cimera Kn la abrasada llanura, Puede remedar siquiera La gracia de su cintura. Paréceme que la miro Tan hermosa como fué Allá cuando en su retiro Respondió con un suspiro Al ángel en Nazareth; O con la misma hermosura, Cual no se conocen dos, Con que llena de ventura Brotó cristalina y pura Del pensamiento de Dios. Los ángeles que estuvieron Gozando allá de su vista Solos copiarla pudieron; Ellos movimiento dieron A la mano del artista. O él en devota oración Soñando acaso con ella, De la hermosa aparición Grabada en su corazón, Copió esta imagen tan bella. Que es un milagro, un liechizo. Engendro puro y castizo Del sentimiento cristiano; ¡Bendita sea la mano Que tan hermosa la hizo! ¡Virgen! Bendigo la hora En que vi tanta beldad. ¡Ah! Feliz si como ahora Pudiera verte, Señora, Por toda la eternidad. A la pena de perder Tu semolante no resisto; Porque ya no pueden ver Cosa que les dé placer Los ojos que á tí te han visto. Por eso el alma ardorosa Tiende apresurado vuelo , Hacia tu mansión gloriosa... Si eres aquí tan hermosa, ¡Cómo serás en el Cielo! 155 Allí Abissan deja una larga sucesión de treinta hijos; allí se escucha el lamento de Jeremías; se ve pasar á lo lejos el humo de los sacrificios, y se siente el eco moribundo del cinor Iiebreo perdiéndose en las tristes laderas de la Idumea. El pueblo de Dios habia llegado al término del descanso. Cuarenta años de peregrinación habían demostrado la voluntad de una nación que se constituía bajo un Código supremo, dado entre los esplendores del Sinaí. Habían trascurrido los tiempos. Othonies habia recogido la herencia de Josué; Débora habia sabido dar leyes admirables bajo la sombra de una palmera; Gedeon habia sido el terror de los filisteos; las doncellas de Israel habían llorado por largo tiempo el heroico sacrificio de la hija de Jepté; los hijos de Helí habían recibido el castigo de sus impurezas, y la voz severa de Samuel aleccionaba al pueblo escogido, ya con la experiencia de la historia, ya con los infortunios de lo presente. Este pueblo especial, que habia roto las cadenas de Egipto, que habia caminado entre numerosos portentos á través de abrasados arenales, que habia llegado á la tierra prometida, que habia sido gobernado por quince jueces, depositarios de las verdades divinas, acababa de ceñir con la púrpura y la corona á un joven de la tribu de Benjamín. Señalado Saúl para ocupar el reciente trono, recibe de Samuel el óleo sagrado cuando viene de cultivar su campo; es aclamado por el pueblo, y lleno del fuego divino que inflama su corazón, alcanza victorias maravillosas, hasta que pierde, por su orgullo, el favor del cielo y la amistad y confianza del gran sacerdote de Israel. Tal era el estado de la nación hebrea por los años 2994 de la creación del mundo. II El risueño valle de Bethleem, cubierto con las pardas sombras de la tarde, se mostr.iba en parte bañado por los últimos reflejos del sol, que se hundía lentamente hacia el lago Sirbon. Los perfumes silvestres venían envueltos entre los soplos de las brisas; el iln-i, ave venida de los. desiertos del Egipto, se posaba melancólicamente sobre alguna ruina que asomaba su negra mole entre los zarzales y madreselvas; mientras que un reflejo violado parecía levantarse liácia el lado donde las ciudades malditas habian sido devoradas por el fuego del cielo. El bosque estaba solitario, si bien en lo profundo y bajo las ramas de los sauces sentíanse los balidos de los ganados que presagiaban el vecino establo. Una humilde y cristalina corriente serpeaba entre floridas adelfas y algunos granados. Entreabríase el valle en algunos parajes, y entonces se dilataban espacios cubiertos de yerbas, entorpecidas poéticamente con peñascos sembrados de musgo. En uno de estos lugares, un joven pastor apacentaba su rebaño. Cerca de la clara linfa y colocado á orilla de uno de aquellos riscos tapizados de yedra, miraba vagamente hacia la espesura del bosque como si esperase alguna cosa. ANTONIO DE VAI.BUENA. Era este joven de noble estatura, de hermoso semblante y rubia cabellera. En su despejada frente resplandecía la luz del genio, y en su protunda mirada la llama de la inspiración. Tendriade edad unos diez y ocho á veinte años. Vestía una ancha túnica de lana, que le caía airosamente hasta la rodilla; DAVID cubría su espalda con un manto, también de lana, puesto que la ley hebrea no permitía que el lino se usase á la par, pendiendo de este gracioso manto aquellos cordones color violado LEYENDA BÍBLICA que se llamaban zizit, y que eran un signo de gran fé religiosa. -Unas sandalias defendían sus píes de los abrojos, y un T dijo el Señor á Samuel: jHasta cuándo tú llornrás á Snul, hnbiéndole rústico cayado le servia de apoyo y de defensa. En su mano o desechadO'para que no reme sohre izquierda serpenteaba una honda, signo del pastor, la cual, Íaraelp Hinche tu cuernn ile ncaile y pronta á crugir en las manos del joven, esperaba el momento ven, que te enviaré & laaí de Bethleem, de trazar sus rápidos círculos en el espacio. orque entre sus hijos me he proveído El hermoso mancebo dejaba apacentar su ganado sin echar e rey. (Libro I de los Reyes, eap, XVI.) de ver que el sol iba desapareciendo lentamente. En su actitud y en su inmovilidad parecía uno de aquellos reyes pastores que habian sido en otro tiempo el encanto de las magas de Bajo las elevadas palmeras que sirven como de límite al la Asiría, y como si esperase algo del cielo ó de la suerte, sólo desierto de Sin, cerca de la oscura Rama, tumba de Raquel, se contentaba con mirar al fondo del valle con ansiedad crey á través de los rojos horizontes que se pierden en las már- ciente. De pronto, entreabriéndose el ramaje, apareció una casta genes del Mar Muerto, se levantaba, y aún se levanta hoy día, la pintoresca Bethleem como un recuerdo sagrado de los y bellísima joven, que caminaba con lentitud hacia donde estaba el pastor. antiguos tiempos. Un vivo resplandor de alegría iluminó el semblante de Colocada allí donde se alzaban las tiendas de la tribu de Judá, rodeada por terrenos escabrosos y llanuras accidenta- éste. Sin duda la esperaba. das, era, por decirlo así, el objeto supremo adonde se habían III fijado las miradas de los profetas y adonde los pastores de Israel dejaban el rústico cayado para cubrirse con la púrpura Era la joven una de aquellas doncellas de Israel, radiande los reyes. te de pureza y llena de hermosura, semejante á las que canAbraham había llegado á aquel sitio, y le denominó F.phra- . taban las glorías y lloraban las desgracias del pueblo escogita, es decir, fructuosa; aquellos campos habían sido testigos do. De esbeltas formas, de airosa y gentil cabeza, de mirada de los castos amores de Ruth la espigadora, y más hacia J e - dulce y tranquila, de rostro ovalado y perfecto, podía decirse rusalen estaba la piedra donde descansaba y el olivo que que en ella se veía la imagen de Scila, cuando entonaba, como prestaba sombra al inspirado Elias. el cisne, su cántico de muerte. S 156 LA ILUSTRACIÓN CATÓLICA Cuando la doncella llegó adonde estaba el pastor, la dijo éste con voz cariñosa, pero algiin tanto resentida. —El Dios de nuestros padres te bendiga, Michol. Bien baya la hora en que te lias acordado del pobre pastorcillo que tanto te ama. ¡Oh! jCuán hermosa eres, hija de Saúl! Dínie, ¿vienes de Grabaá, allí donde se levanta la casa de tu padre? ¿Has atravesado el valle de Terebinto, todo cubierto de flores? ¿Has cantado algún trino al son del tirso y del salterio? Corónente los rayos del cielo y los albores de la aurora, paloma niia; son tus mejillas como la púrpura de Sidon y tus labios como la flor del granado de las laderas de Betel. Sonrióse la pura doncella al oir la amorosa queja del pastor, y sentándose tristemente en una piedra para ver correr el manso arroyuelo, exclamó: —Vengo de Crabaá, David; mi alma, como un eco de tu amor, ha respondido á tu amor mismo, y heme aquí que vengo á contemplar estos valles y estos montes, nido de nuestras esperanzas, como si aquí cerca descubriera el dulce hogar del Cis, el padre de mi padre. ¡Qué dulce y tranquila es esta soledad! Yo creía oir á lo lejos tus cantos, dulces como la miel y tristes coirio las sombras del Hermon; á veces entre el movimiento de las hojas y el suspiro de los vientos, eraia oir los retemblidos de tu arpa, pero flie lie engañado. ¿Dónde has dejado ese instrumento divino, que tanto consuela en los momentos de tribulación? (S« continuará.) TOKCUATO TÁIiliAGO. LA G U E R R A En realidad, no han adelantado materialinenti; ni un pasO los rusos en la semana que acaba de trascurrir. Todos los día** se anuncia que la caida de Plewna es inminente, y que Erzerum no tardará en sucumbir bajo el poder de los ejércitos del Gran Duque Miguel. Pero la resistencia de ambas plazas se prolonga, y si es cierto que la de Erzerum se debe principalmente á que el mal tiempo impide á los rusos trasportar la artillería de sitio, la de Plewna es efecto de la enérgica tenacidad de Osman-bajá, que sin duda está firmemente resuelto á no entregarse mientras tenga un pedazo de pan que dar á sus soldados y un cartucho que quemar contra el enemigo. Sin embargo, es imposible que la resistencia se prolongue más allá del présente mes, porque Mehemet-Alí, situado en Sofía, lejos de mostrar empeño en socorrer á Plewna, pierde cada día terreno, y quizá no cuenta con fuerzas ni aun para estar á una defensiva segura y traníjuila. í¡n cuanto á Solimán, se limita a escaramucear contra el príncipe heredero de Rusia, en las orillas del Lom, sin resultado alguno positivo. Esta situación, bastante desagradable para los otomanos, produce en Constantinopla serias inquietudes y ha dado lugar á pasquines amenazadores contra el gobierno del Sultán, (jue pronto se convertirán en sangrientos tumultos ó en silenciosas estrangulaciones. Entre tanto, Inglaterra, aislada en su política oriental, no sabe cómo conjurar los graves peligros que la asedian con la preponderancia de las armas rusas. Austria permanece indiferente, y Francia no está para pensar si no en sí misma. V. MOVIMIENTO RELIGIOSO La cuestión de la enseñanza religiosa en las escuelas de Italia, surge cada día con más insistencia. La malhadada ley votada por las Cámaras, bajo la presión del ministro Cojipino, partidario exaltado de la moral sin religión, empieza á producir sus frutos. La francmasonería trabaja sin tregua ni descanso por arrojar el Catecismo de las escuelas. Quiérese absolutamente matar los principios del catolicismo y preparar una generación de librepensadores y ateos que produzca una pequeña Commune, al estilo de la de Paris, de lúgubre memoria. La decisión adoptada por el municipio de Turin con motivo de la enseñanza religiosa, ha herido los sentimientos católicos y no ha satisfecho completamente á los clerófobos, para quienes no hay términos medios. Debe darse á Dios pasaporte si es que se ha de contentar á los partidarios del hombre-mono y de la moral independiente. Siguiendo otro sistema, debe esperarse la excomunión de los hombres de aquel partido, ün Moleschott, un Lessoun, un Bottero, un Garibaldi, no se acomodan con tanta facilidad con las íipariencias: quieren el ateísmo, no sólo en la práctica, sino también en la teoría. Quieren hacer al hombre ateo, y que audazmente se gloríe de serlo, y sin este dignus non eU intrare en el Areópago de los comedores de salchicha en Viernes Santo. Es lo cierto que el municipio de Turin, con su pusilánime decisión, no lia satisfecho á nadie en la cuestión del Catecismo en las escuelas. Los doctrinarios del justo medio entre la francmasonería, el radicalismo y el catolicismo, no han tenido e'xito alguno. MM. Blanclii y Bignon han sido desaprobados por los unos y condenados por los otros. A Dio spincnti ed ai nemici srwi, como dice Dante. Tal suerte merecían. La salud del Papa, aunque algún tanto quebrantada, continúa siendo relativamente satisfactoria. MISCELÁNEA En la solemne publicación de la Bula de la Santa Cruzada,que se celebró el Domingo pasada, predicó un notabilísimo sermón el Reverendísimo Padre Fita, de la Compañía de Jesús y académico de la Historia. Después de trazar una magnírtca descripción del estado do Europa al tiempo de las Cruzadas, el orador sentó como proposición dn su discurso que l'a Bula de la Santa Cruzada, por la autoridad de donde provenia, por los motivos dñ su concesión y por su fln, reclamaba la veneración y sumisión de nuestra inteligencia, y nuestro afecto y gratitud, mostrado en buenas obras, única, digna y justa correspondencia al objeto de la Bula. El desenvolvimiento de tal proposición facilitó al ilustre jesuíta extenderse en profundas consideraciones acerca de la autoridad del Romano Pontífice; refutando á los protestantes y racionalistas, trazó la historia de las Cruzadas y su verdadero carácter, y de cuándo es justa la guerra; y por último, enumeró las gracias espirituales que otorga la Santa Bula. Un paralelo entre la vida de los católicos, amantes de esta concesión pontificia, que procuran lograr sus gracias, y la de los impugnadores de la Bula, que son lógicos en su proceder, constituyó una magnífica apología de la concesión pontificia, objeto deí discurso, y un magistral r e sumen de todo lo dicho terminó tan notable oración. ADVERTENCIA Rogamos encarecidamente á nuestros suserltores que no envíen á esta Administración sellos de correos en pago de sus abonos, y sobre todo, sellos de guerra, .que no podemos utilizar apenas p a r a nuestra correspondencia, n i son admisibles en los centros administrativos. Procuren, pues, p a r a no perjudicarnos, remitirnos el importe de las suscricioues en letras de fácil cobro ó en libranzas del Gii'o Mutuo, que es el mejor medio p a r a todos. PASATIEMPOS DE NAVIDAD OBRAS DRAMÁTICAS DEL P R E S B Í T E R O D . JOSÉ MARlA LEÓN Y DOMÍNGUEZ Catedrático del Seminario Conciliar de Cádiz /-a adoraeion de los pastures, 6 rs.—La resurrección de los jlistos, 3 rs.—El Seise Mártir de Zaraqoza, 4 rs.—la reconquista de Cádiz, 8 rs.—La adoración de tus Reyes, 6 rs.—Los mártires patronos de Cádiz, 6 rs.—Santa Eulalia de Barcelona, La corona de San Luis Gonzaga y Ester (un cuaderno), 8 rs.—El ángel del Puigcerdá, 5rs.—Constantino, G rs.—Covadonga, 4 rs.—Dimas, ó la huida á Egipto, 4 rs.—losé en Egipto, 6 rs.—Justicia del cielo, 4 rs.— Vengunzi de buena ley, ira.—El ándala más templáo, pieza cliistosa para fin de fiesta, 4 rs. Hállanse de venta en Madrid en las librerías de Olamendi, Aguado y Perdiguero, y en las principales do provincias. Ratablecimionto tipopr. do Josi5 Amalio Muñoz, Cuesta de líaTion. 3