Vecindarios que apestan MÁS DEL 20 POR CIENTO DE LOS HOGARES ESPAÑOLES SUFREN MALOS OLORES Cierran puertas y ventanas. No pasean por su barrio.A veces, tienen que aguantar las náuseas en sus propias casas. Los que viven cerca de un vertedero, una empresa de fertilizantes o una incineradora saben bien qué es la contaminación odorífera. Aunque apenas hay regulación en España, el 20 por ciento de los ciudadanos habita entre malos olores. Algunos vecinos empiezan a ganar la batalla a la pestilencia. Asturias 8,7% Galicia 18,7% País Vasco 15,1% Cantabria 17,5% 20,3% 20,3 % Castilla y León 18,4% Tuberías, saneamiento… 11,6% Por humos, tabaco… 1,2% 1,7% Comercios (supermercados, pescaderías…) 0,6% Contenedores de residuos 1,8% Vertederos 0,9% Otras causas 3,4% Han tomado alguna medida Canarias 18,5% La Rioja 21,1% Aragón 26,7% Extremadura 20,8% Castilla-La Mancha 26,3% Murcia 27,1% 29,1% Andalucía 25,7% Ceuta y Melilla 28,9% 28 interviu.es 29/11/2010 Cataluña 14,1% Los habitantes de los municipios asturianos de Castrillón y Avilés llevan tiempo protestando por las emanaciones de la fábrica de abonos Chemastur. “Aquí, el olor escuece”, dice uno de los dirigentes vecinales. Madrid 20,8% Explotaciones agrarias 2,8% Industrias (alimentarias, pesca, talleres…) Navarra 14,3% Comunidad Valenciana 23,3% MARA VILLAMUZA Baleares 20,7% EL MAPA DEL MAL OLOR La última encuesta de Hogares y Medio Ambiente del Instituto Nacional de Estadística (2008) constató que un 20,3 por ciento de las viviendas sufren malos olores. Tuberías, explotaciones agrarias o industriales son algunas de las causas. Ceuta, Melilla, Murcia, Castilla-La Mancha y Aragón tienen el mayor número de hogares afectados. Casi un 30 por ciento de las viviendas han tomado medidas para escapar de este tipo de contaminación. S • Texto: Anaís Berdié i el día es caluroso y el viento sopla hacia el norte, el hedor puede meterse hasta por las rendijas de ventilación del baño. Por eso, los habitantes del Ensanche de Vallecas, un barrio del sur de Madrid con cinco años de vida, además de mantener siempre las ventanas cerradas, tienen una máxima: “Rezar para que el viento sople hacia Rivas”. El pueblo de al lado. Son las consecuencias de vivir a tres kilómetros de un enorme vertedero: el Parque Tecnológico Valdemingómez. El Defensor del Pueblo acaba de atender las quejas de los vecinos de ambas zonas residenciales. En su respuesta, afirma que “hay zonas, como los alrededores de determinadas instalaciones contaminantes, en las que los derechos a una vivienda digna o a un medio ambiente adecuado simplemente no pueden quedar garantizados”. La institución reprende al Ayuntamiento de Madrid, de quien depende la planta de basuras, por haber permitido el desarrollo urbanístico del Ensanche de Vallecas, con 26.000 viviendas planificadas, en una localización tan cercana a una instalación contaminante ya existente. Y le sugiere que haga un estudio de olores en la zona, actividad que se dejó de hacer en 2008 por considerar, según comunicó la delegada de Medio Ambiente, Ana Botella, que los resultados de las mediciones ofrecían “muy pocas ocasiones en las que se percibe mal olor”. Los vecinos, sin embargo, han hecho un seguimiento de las quejas emitidas desde entonces y aseguran que solo ha habido tres semanas sin una sola reclamación. El hedor emana de un centro de compostaje donde el fertilizante se elabora 3 29/11/2010 interviu.es 29 Saber oler “Casi no aireamos las casas” A la derecha, José Pedro Santos, investigador del CSIC, junto a una ‘nariz electrónica’. Abajo, cuatro empleados de Labaqua-Interlab, una de las pocas empresas acreditadas para analizar olores. Las narices de estas personas están entrenadas para detectar cualquier mal olor. PACO LLATA Vecinos del Ensanche de Vallecas, barrio de Madrid, que viven a unos tres kilómetros del vertedero de Valdemingómez (en el recuadro se pueden ver las casas y, al fondo, el emisor de malos olores). Sus quejas han llegado hasta el Defensor del Pueblo, que les ha dado la razón. “Cada día aireamos menos las casas”, asegura Luisa Ginestá. PACO LLATA JOAQUÍN DE HARO ■ En 1994, una vecina de Lorca logró que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos la indemnizase con 33.000 euros EXPERTOS EN OLFATOMETRÍA PERFECCIONAN SISTEMAS ARTIFICIALES ■ PARA MEDIR el mal olor hacen falta narices. Pero no unas narices cualesquiera. Pueden ser humanas o electrónicas, pero, en cualquier caso, tienen que saber oler. Las humanas, de momento, siguen siendo las más utilizadas. En ellas se basa la técnica de la olfatometría dinámica, la que utilizan la mayor parte de las instituciones para detectar problemas de contaminación odorífera. Requiere de la participación de un panel de expertos en percibir olores: es decir, unas personas elegidas por su pericia para olfatear y emitir un veredicto. Sumilleres de todo lo que se aleje de los buenos olores. Es lo que hacen empresas como LabaquaInterlab, una de las pocas acreditadas para hacer estos análisis. Como explica Juan Manuel Juárez, jefe del producto de olfatometría, el proceso empieza cuando se recoge una muestra de aire en el foco del olor. A continuación se analiza en un aparato llamado olfatómetro, que lo da a oler al grupo de personas seleccionadas. Sus narices, previamente entrenadas, serán las encargadas de detectar si esa muestra de aire supera el umbral de 30 interviu.es 29/11/2010 percepción; es ahí cuando el olor empieza a causar molestias. La ciencia avanza, mientras tanto, para lograr un sistema olfativo artificial que pueda hacer las funciones del órgano humano. De momento, las conocidas como narices electrónicas, evolucionan con paso firme. “Están formadas por una matriz de sensores, que, si lo comparamos con el sentido olfativo humano, harían el papel de las neuronas sensoriales, las que captan el olor –explican María del Carmen Horrillo y Javier Gutiérrez Monreal, miembros de la Red Olfativa Española e Investigadores del Instituto de Física Aplicada del CSIC en Madrid–. Luego tienen un microprocesador que equivaldría a la región del sistema nervioso que caracteriza el olor. Y, por último, un software, que funcionaría como el cerebro”. Han participado ya en diversos proyectos ambientales para medir el olor que desprenden las empresas papeleras o las incineradoras. Ahora, la ambición es hacerlas más reducidas y autónomas. Que se parezcan, cada vez más, al órgano al que quieren imitar. PACO LLATA LAS NARICES MÁS ENTRENADAS Jorge Pinedo, abogado especializado en derecho ambiental. 3 a cielo abierto. El consistorio planea taparlo, pero las mejoras no llegarán, al menos, hasta 2013. “Cada día aireamos menos las casas”, explica Luisa Ginestá, que lleva tres años conviviendo con tantos olores que hasta los ha clasificado. Distingue entre fecal-basura, aceite y quemado-ceniza. “Hay días en que no puedes ni dar un paseo”, apunta Javier Recio, responsable de medio ambiente de la asociación de vecinos. El Defensor del Pueblo argumenta en su escrito que “si una zona es declarada oficialmente habitable (...) no hay título alguno para transgredir singularmente y sin compensación esos derechos”. Es decir, que el responsable debería indemnizar a los afectados. Pero llegar a los tribunales no es sencillo. En España, la regulación legal de la contaminación por olores es prácticamente inexistente. Los ciudadanos, sin embargo, lo perciben como un problema ambiental importante. El 20 por ciento afirma tener problemas de olor en sus viviendas, según la última encuesta de Hogares y Medio Ambiente del INE, hecha en 2008. La contaminación odorífera existe aunque apenas esté regulada. En el Congreso Nacional de Medio Ambiente (Conama), que se celebró la semana pasada, ha sido el tema de uno los grupos de trabajo. Coordinado por el Colegio Oficial de Químicos de Madrid, ha querido analizar el estado de las técnicas para detectar olores, como la olfatometría, que se basa en el olfato humano para medir la respuesta ante distintas sustancias que emanan olor. “El tema ha despertado mucho interés –explica Alicia Torrego, gerente del Conama–. Por ejemplo, entre las administraciones, que, a veces, andan un poco perdidas a la hora de atender las quejas de los ciudadanos”. “Falta mucho camino por andar”, advierte Jorge Pinedo, abogado especializado en derecho ambiental. Ha llevado una treintena de estos casos y afirma que hacen faltan leyes que fijen unos niveles máximos de presencia de olores pestilentes cerca de las viviendas. La sentencia pionera en este tema fue una de esas con nombre de película: López Ostra contra España. López Ostra era Gregoria, una vecina de Lorca (Murcia) que vivía a pocos metros de una planta de tratamiento de residuos sin licencia. Seis años tardó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en darle la razón y en reconocer que los humos y malos olores le impidieron una vida familiar normal y les acarrearon a ella y a los suyos problemas de salud. En 1994 condenó al Estado a pagarle 33.000 euros. “A partir de ahí –dice Pinedo–, lo que se consideraba una molestia pasó a ser la vulneración de un derecho fundamental”, el del respeto al domicilio y la vida privada y familiar. Los afectados lo tienen claro. Reclamarán hasta agotar las posibilidades. El objetivo, a veces, es tan simple como poder abrir la ventana de casa sin sentir “náuseas”. O sin que se haga “difícil respirar, porque el olor escuece”. Es lo que les viene pasando a los habitantes de varios pueblos de Castrillón y Avilés, en Asturias, por las emanaciones de la fábrica de abonos Chemastur. Lo relata Juan Requena, presidente de una plataforma vecinal. El Gobierno regional dice que realiza seguimientos de las emisiones, pero, a tenor de las quejas, no ha conseguido acabar con el hedor. Son pocos los municipios que tienen una regulación específica sobre contaminación odorífera. Lliçà de Vall, en Barcelona, fue uno de los primeros en aprobar una ordenanza. “Antes de que se hiciera la norma, algunos días, cuando hubo episodios muy desagradables, había colas de vecinos para denunciar”, explica Josep Maria Pintó, director técnico de la empresa Envirotec y asesor del ayuntamiento durante su elaboración. Hoy, diez años después, la considera un ejemplo a seguir. “Con el simple hecho de salir publicada ya sirvió a modo de intimidación para las empresas”, relata. Hay ciudades, como A Coruña, donde la actividad industrial y las viviendas están tan conectadas que es casi una frase hecha la de que la ciudad huele a refinería. “Así que hicimos un estudio de campo muy exhaustivo”, recuerda María Luisa Varela, presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales. El ayuntamiento puso en marcha un Plan de Gestión de Olores Molestos. Se investigaron 600 actividades y se formó un grupo de ciudadanos alarma: colaboran en la detección de malos olores y lo ponen en conocimiento de inspectores medioambientales. ■ 29/11/2010 interviu.es 31