Historia La instauración de la Segunda República

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Historia
La instauración de la Segunda República
La proclamación de la II República española, realizada el 14 de abril de 1931 con gran entusiasmo por la
mayoría de la población, trajo consigo la democracia y las libertades individuales y sociales.
En la noche del mismo día 14 asumió el poder el Gobierno provisional y comienza a actuar: nombra a Niceto
Alcalá Zamora presidente del Gobierno, decreta amnistía general, proclama las libertades públicas y
sindicales y comienza a elaborar las líneas de lo que serán las grandes reformas.
La República originó actitudes de apoyo y rechazo que dividieron a la sociedad española y crearon un
ambiente de tensión que fue aumentando hasta desencadenar la Guerra Civil de 1936. Diversos factores y
circunstancias contribuyeron a crear esta situación: una conjetura internacional adversa; una sociedad dividida
y enfrentada; fragmentación y polarización política, derivada del nuevo papel asignado por la República a los
ciudadanos.
El Gobierno provisional tenía como objetivo prioritario convocar elecciones generales y Cortes
constituyentes. Estas selecciones se celebraron el 28 de junio y dieron de nuevo el triunfo a la alianza
republicano−socialista, por lo que el Gobierno no se modificó. Los historiadores denominan este primer
período republicano como bienio reformista, por las importantes reformas que se realizaron o
republicano−socialista, por las fuerzas políticas que gobernaron.
Las Cortes iniciaron sus trabajos eligiendo como presidente a Julián Besteiro. Durante las primeras semanas
refrendaron los decretos elaborados por el Gobierno provisional y crearon una comisión para la redacción de
la Constitución. Cualificada como democrática, reformista y de izquierdas, en este texto se definen las bases
del sistema republicano y el nuevo concepto de Estado y de la organización territorial de España: soberanía
popular, derechos individuales, laicismo, autonomía de los municipios y regiones, economía mixta.
Los debates parlamentarios que originó la elaboración de esta Constitución fueron muy intensos,
especialmente en aquellos temas que tocaban aspectos tradicionales de la historia de España: la declaración y
ampliación de los derechos de los ciudadanos, la definición de España, las relaciones Iglesia−Estado, la
organización territorial, el voto de las mujeres.
El hecho de que esta Constitución no fuera ratificada en referendo impidió conocer el grado identificación
ciudadana y otorgó argumentos a la derecha para rechazarla.
La Constitución definía España como una república de trabajadores de toda clase y como un Estado integral
compatible con la autonomía de los municipios y regiones.
Como fórmula política del gobierno fue establecida la república parlamentaria. Las Cortes, que eran una única
cámara, tenían el poder legislativo y el control de los presupuestos y del Gobierno. El presidente de la
República era elegido por los deputados para un mandato de seis años, y tenía la facultad de nombrar y cesar
al presidente del Gobierno, pero contando siempre previamente con la confianza de las Cortes; también tenía
la facultad de suspender y disolver las Cortes; podía ser destituido por las Cortes en caso del empleo abusivo
de sus prerrogativas. El presidente del Gobierno y sus ministros ejercían el poder ejecutivo y eran
responsables ante las Cortes; para poder gobernar necesitaban tanto la confianza parlamentaria como la del
presidente de la República.
Una vez aprobada la Constitución comenzó la actividad reformista a través de innovadoras leyes que
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afectaban a los intereses de grupos acostumbrados a ejercer el poder y control, lo que originó una fuerte
oposición a todo tipo de cambios que supusieran la pérdida de su predominio social y económico, al mismo
tiempo que se produce la reorganización de las fuerzas políticas de derechas.
En el momento de proclamarse la república la mayoría de la jerarquía eclesiástica era muy conservadora, y no
estaba dispuesta a perder el dominio ideológico, cultural y social que tenía desde hacía siglos. El
enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado se acentuó tras la aprobación de la Constitución.
La política de secularización llevada a cabo por el Gobierno incluía medidas como la separación de la Iglesia
y el Estado, la extinción de los presupuestos del clero, la libertad de cultos, la secularización de los
cementerios, el matrimonio civil, el divorcio, y la imposición a ciertas limitaciones a la Iglesia, como bien
refleja el documento1.
La reforma del ejército era evidente, especialmente desde el fracaso de 1898. Fue Manuel Azaña quién
emprendió la reforma del ejército en profundidad con tres objetivos básicos: eliminar el poder político de los
militares; reducir el número de oficiales, cuerpos y unidades; y aumentar la eficacia. El conjunto de medidas
formaron la Ley Azaña, a lo que hace referencia el documento 2.
Las reformas crearon malestar entre algunos sectores del ejército. Las quejas de los militares, estaban
relacionadas con el proceso de creación de las autonomías.
Para contar con una fuerza armada leal, la República creó un nuevo cuerpo: la Guardia de Asalto.
La España de 1931 seguía a ser un país básicamente rural (45,5 %). La distribución de la propiedad de la tierra
casi no experimentara transformaciones desde los procesos desamortizadores del siglo XIX, que
contribuyeran ala consolidación de los grandes latifundios y al aumento del proletariado rural.
El Gobierno provisional tomó una serie de medidas para aliviar la extrema pobreza de algunas zonas
campesinas, llevadas a cabo por el socialista Francisco Largo Caballero.
La reforma de las estructuras agrarias fue un proceso más lento y complejo y, tras interminables discusiones y
atrasos, fue aprobada en 1932 la Ley de bases de la reforma agraria que autorizaba la expropiación, mediante
indemnización, de tierras concedidas en usufructo a los campesinos asentados en ellas, como refleja el
documento 3. También fue aprobada la Ley de intensificación de cultivos, que permitía la cesión de tierras no
cultivadas por sus propietarios a los jornaleros. Para la aplicación de esta ley fue creado el Instituto de
Reforma Agraria (IRA).
El gobierno de Azaña desarrolló una intensa actividad educativa destinada tanto a disminuir las elevadas tasas
de analfabetismo (30−50 % de la población total) y mejorar el nivel cultural de la población, como a
modificar la mentalidad general. En la Constitución estaba la nueva filosofía educativa: enseñanza obligatoria,
gratuita y laica.
El Ministerio de Instrucción Pública diseñó un ambicioso programa de escolarización que incluía la creación
de numerosas escuelas y la mejora de la formación de los maestros, especialmente de enseñanza primaria.
El des de llevar la instrucción y la cultura a todos los lugares de España propició la aparición de nuevas
experiencias. Entre ellas destacaron las Misiones Pedagógicas, organizadas por el Ministerio y que llevaron
por los pueblos, teatro, cine, conferencias, libros y La Barraca, agrupación teatral des estudiantes
universitarios dirigidos por Federico García Lorca.
La Constitución republicana intentó conjugar las aspiraciones de autogobierno de algunas regiones con la
defensa del Estado unitario, estableciendo que el Estado integral republicano era compatible con la autonomía
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de los municipios y de las regiones. Aquellas zonas que decidieran organizarse como región autónoma
deberían elaborar un Estatuto de Autonomía y superar una serie de condiciones.
Los catalanes iniciaron el proceso de elaboración del Estatuto autonómico antes de aprobarse la Constitución
republicana. Su discusión en las Cortes fue lenta y polémica, acelerándose tras el intento golpista de Sanjurjo;
fue aprobado en septiembre de 1932.
El Estatuto garantizaba a Cataluña muchas de sus aspiraciones. El Gobierno catalán −Generalitat− quedaba
integrado por un Parlamento, el Presidente de la Generalitat y un Consejo ejecutivo. Disponía de facultades
legislativas y ejecutivas amplias en hacienda, economía, educación y cultura, transportes y comunicaciones y
orden pública, como refleja el documento 4.
Las elecciones para formar el primer parlamento de Cataluña fueron ganadas por Esquerra Republicana y
Francesc Maciá se convirtió en el primer presidente de la Generalitat.
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