la-calle-del-medio-56

Anuncio
56
NÚMERO
• diciembre 2012 •
pág.
2
pablo escobar
opinión
la sublimación
del mal
dausell
valdés
gente
© canal caracol
«soy un pintor
de ideas»
• ISSN: 1999-8090 • $1.00 •
pág.
4-5
© dausell valdés
pág.
10
lázaro valle
deporte
abel gonzález
marrero
gente
14
el supersónico
de la habana vieja
© archivo
algunos
motivos
para desear
el apocalipsis
6
el espía
de los
canarios
7
pág.
innovador
de la alegría
© cortesía del entrevistado
Estimados lectores: El disco, o
la memoria flash, pasan de mano en
mano. La teleserie colombiana sobre
Pablo Escobar es vista de corrido,
en computadora, por muchos cubanos. Manipuladora, pero de excelente factura, es analizada por el crítico José Luis Estrada Betancourt para
editorial
este número de LA CALLE. H. Romo Sigler nos trae a Lázaro Valle, estelar
lanzador industrialista y del equipo
grande, para entrevistarlo con rectas
y curvas. Otro entrevistado, el pintor
Dausell Valdés, habla de sus paisa-
jes conceptuales. La periodista Liudmila Peña descubre en su blog a un
personaje maravilloso, y lo subimos
a nuestra embarcación. Wejebe Cobo
comenta el raro caso del espía nazi
en Cuba, fusilado antes de que pu-
12
fotorreportaje
vida
de vitrina
diese hablar; mientras Alba Rico reflexiona sobre el apocalipsis previsto
por los medios para este mes de diciembre. Hablamos de todo, de la decencia, de la solidaridad, y ofrecemos
algunos consejos culinarios para fin
de año. En fin, que seguimos junto a
ustedes. Gracias. CM
© canal caracol
opinión
Pablo
2
Escobar:
LA CALLE
DEL MEDIO
diciembre 2012
la sublimación
del mal
JOSÉ LUIS ESTRADA BETANCOURT
Con esa genialidad que
siempre le caracterizó, Alfred
Hitchcock aseguró alguna vez:
«Cuanto más elaborado sea el
malo, mejor será la película». Y
por años la historia del cine le
ha dado la razón a este probado maestro del séptimo arte,
director de clásicos como Psicosis, Vértigo y Los pájaros. Bueno,
no solo el cine, sino también algunos psicólogos que se han
encargado de dar una explicación al porqué no pocos villanos han calado tan profundo
en la imaginación popular, al
punto de relegar a un segundo
plano a quienes deben considerarse como los verdaderos héroes del drama.
Tal vez la explicación esté
en que, según no pocos especialistas, esos antihéroes muestran características que poseen
quienes los admiran, lo cual los
convierten en «irresistibles»,
aunque esto no quiere decir,
aclaran, que en estos haya una
predisposición a imitarlos. De
cualquier manera, una estudiosa como la psicóloga Carolyn
Kauffman, del Columbus State
Community College en Estados Unidos, piensa que «el público percibe en estos personajes los rasgos más oscuros de
su propia personalidad»; mientras un colega suyo, José Félix
Rodríguez, experto en psicoterapia, está convencido de que
los seres humanos, por principio, nos fascinamos con la fuerza y el dominio.
Quizás en las consideraciones anteriores se encuentre la
explicación de por qué un personaje tan siniestro como quien
fuera el máximo líder del tris-
temente célebre Cartel de Medellín haya conseguido despertar el interés y hasta las simpatías en un auditorio que, como
ha sucedido en muchos países
de América Latina, ha seguido,
como hipnotizado, las «pericias» (es decir, los abominables
bombazos, secuestros, chantajes, presiones...) del protagonista de Pablo Escobar: el patrón del
mal. Al punto de que en Cuba,
por ejemplo, esta serie, producida por Canal Caracol de Colombia (logró ser el lanzamiento más visto de la televisión de
ese país), se ha agenciado tantos adeptos que da la impresión
de que se estuviera exhibiendo
en algunos de los canales de la
televisión nacional.
Lo cierto es que los 113 capítulos de Pablo Escobar: el patrón
del mal se han ido moviendo de
memoria flash en memoria
flash, y se hace hasta difícil hallar un lugar de la isla donde no
se hable de esta obra audiovisual que ha logrado traer de
vuelta a quien fuera capaz de
someter una nación a un régimen de terror durante casi 20
años.
La pregunta es: ¿cómo alguien como Escobar, sanguinario, vengativo, manipulador, terrorista a pulso, lejos de recibir
el rechazo unánime de la teleaudiencia, ha logrado cautivarla y se ha erguido en «héroe», en lugar de sus captores?
Posiblemente, una de las respuestas esté en que la historia
de Pablo Escobar: el patrón del
mal ha sido contada desde el
punto de vista de los malos,
aunque espero que los espectadores tengan conciencia de
que en este caso no se trata de
uno de ficción, de esos de película.
Con un guión armado a
partir de la adaptación libre del
texto La parábola de Pablo, de
Alonso Salazar, y basado también en documentos periodísticos y testimonios de personas
como Juana Uribe y Camilo Cano –respectivamente sobrina
de Luis Carlos Galán e hijo de
Guillermo Cano, director del
diario El Espectador–, dos de las
numerosas víctimas de Escobar, esta serie, a pesar de que
no contiene la verdad absoluta,
nos acerca a un doloroso pasado signado por el tráfico de
drogas y la muerte. Mas casi todo el peso del relato recae en
Pablo, su familia y sus sicarios.
Comienza con una serie de
flashbacks y flashforwards que
nos ponen al tanto del operativo que finalmente le dio muerte al magnicida, entre los cuales se insertan algunas escenas
reales, al tiempo que se van
mostrando varios de los más
sonados asesinatos cometidos
por este. Luego la historia se
trasladará al inicio de todo y el
espectador conocerá primero
al Pablo niño y el modo como
forjó su identidad; y después al
joven, para más tarde dejarse
«atrapar» y quedarse con el Escobar adulto, que se adentra
primero en la vida de las comunas y su submundo, y con el
tiempo se transforma en el rey
de la cocaína (desde la década
de 1970 hasta los primeros años
de la década de 1990). Un Escobar interpretado magistralmente, digámoslo, por Andrés
Parra.
Porque, también hay que
reconocerlo: uno de los gran-
des méritos de dicha realización de 2012 está en la excelencia de las interpretaciones. Es
sencillamente imponente el
desempeño de Parra, quien brilla con luz propia y se roba el
show. Su estudio del papel fue
tan minucioso que a veces cuesta percatarse de cuándo estamos o no ante imágenes de archivo del verdadero narcotraficante; ese que podía poner un
carro-bomba que hiciera desaparecer un edificio, sin importarle la pérdida de inocentes, y al mismo tiempo ser un
hijo ejemplar, padre dedicado y
amoroso, amante esposo...
Y sucedía: de repente uno
podía descubrirse no solo sintiendo admiración, sino hasta
compasión por quien se distinguiera por su abrumadora
crueldad. Entonces es cuando
uno se percata de cómo puede
manipularnos una obra audiovisual como esta, valiéndose de
disímiles recursos como la cuidada caracterización de los personajes y la ya mencionada
elección de los actores y actrices que los defenderían.
Pues no solo Andrés Parra
se luce, sino que se eligió un reparto de lujo en el cual nadie
está fuera de lugar; además lo
hacen Vicky Hernández como
Hermilda Gaviria, la madre (cada aparición suya es una clase
magistral); Christian Tappan
(el primo Gonzalo); Cecilia Navia (Patricia Urrea, como en la
serie nombran a Victoria Eugenia Henao de Escobar, la esposa), que conmueve una y otra
vez; Angie Cepeda (Regina Parejo); Nicolás Montero (Luis
Carlos Galán); Ernesto Benjumea (Rodrigo Lara Bonilla)...
Como es de esperar, Pablo
Escobar... ha creado cierta controversia por su planteo histórico (la manera como tuvieron lugar los acontecimientos y los
personajes involucrados en
ellos), y también ha sido criticada por falta de rigor (lo cual va
más allá de los cambios de nombres). No obstante, el trabajo técnico y actoral resulta, en mi opinión, muy destacado.
Estamos hablando de una
producción muy cercana a lo
impecable: por la puesta en escena, la dirección de arte (sobresalen la escenografía, el maquillaje y el vestuario, reflejo preciso de toda una época), por la solidez del guión que echa mano
al melodrama, el humor, el suspenso, la acción... Pero ya lo hemos dicho: es muy probable que
los seguidores de esta serie puedan recordar sin dificultad, e incluso hasta con sus pausas, cualquiera de los diálogos llenos de
sarcasmo o simpatía del capo, y
por el contrario no consigan memorizar alguno que le parezca
memorable de quienes representan a las gentes atormentadas por el pánico.
Efectivamente, Pablo Escobar:
el patrón del mal anda por las calles y la criminal existencia del
narcotraficante ha vuelto a salir
a flote. Es evidente que para poder contar las tragedias es necesario dejar pasar el tiempo. Quizás esté todavía por venir esa
otra serie donde estén más presentes las reacciones del país, la
angustia y el dolor que provocó
alguien que ahora, gracias a la
ficción, pudiera engañarnos. Pero no nos equivoquemos, porque Pablo Escobar fue dueño de
una maldad infinita. CM
Cecilia Navia interpreta a Paty Escobar
opinión
© canal caracol
Andrés Parra interpreta a Pablo Emilio Escobar
LA CALLE
DEL MEDIO
DICIEMbre 2012
3
Christian Tappan interpreta a Gonzalo Gaviria
Radiografía
de una sociedad
enferma
ENRIQUE UBIETA GÓMEZ
Circulan entre nosotros copias piratas de la teleserie colombiana Pablo Escobar: el patrón del mal. De excelente factura –ambientaciones de época, matices
del habla adecuadas a cada personaje,
un guión sólido y actuaciones memorables–, la serie, que ya contaba con el gancho extraartístico de presentar la biografía de un mito popular, agarra al telespectador (¿estaría bien decir «compuespectador»?) por méritos narrativos
propios.
Más allá de las simplificaciones dramáticas y de los intencionados desvíos
históricos, la serie sorprende por la manera natural con la que se presenta a un
país atado de pies y manos por la corrupción, la doble moral y la dependencia de su aristocracia al poder del imperialismo estadounidense. Las escenas
de un Presidente que discute la extradición de un asesino –se reconoce como
un hecho natural que no pueda ser juzgado en el país, porque los encargados
de la justicia serían comprados o liquidados– con los miembros de su gabinete
en presencia del embajador de los Estados Unidos (especie de procónsul que
no se oculta), son elocuentes. ¿Aceptan
los colombianos como normales estas
escenas? La sola defensa de la extradición como única alternativa para la justicia, degrada al Estado colombiano, que
reconoce su impotencia y su pasividad
cómplice ante la corrupción.
Solo medítese en lo que sería Cuba
si la mafia norteamericana llega a establecer, como pretendía, su cuartel general en La Habana. Precisamente el
serial recrea a su manera los contactos
de Escobar con algunas personas en
Cuba –detectadas, juzgadas y severamente sancionadas en 1989 por la justicia revolucionaria, algo que no se aclara–, en un tráfico que geográficamente
hubiese tenido en la isla bloqueada una
opción de tránsito y una fuente de
enormes ingresos, pero hubiese significado el fin del ideal socialista. Una Revolución solo perdura si sabe defender
los principios morales que le dieron
origen y que la diferencian de sus enemigos históricos.
Pablo Escobar, bien encarnado por
el actor Andrés Parra, es un hombre pobre que amasa una enorme fortuna (utilizado, rechazado y temido por la aristocracia colombiana de «sangre azul»),
simpático, encantador cuando se lo propone, infantil y sumiso frente a su madre, buen esposo y padre en los cánones
del machismo latino, pero también un
asesino despiadado, enfermizo y melómano. No obstante, el gobierno de los
Estados Unidos no le declaró la guerra
por motivos nobles: Pablo Escobar no
dejaba sus ganancias en territorio estadounidense. En varias ocasiones el personaje se declara «de izquierdas», y aunque el televidente no le crea, la serie lanza un manto de confusión sobre todos
los que intervienen en la guerra. La serie, no obstante, muestra la radiografía
de una sociedad enferma.. CM
Ernesto Benjumea interpreta a Rodrigo Lara Bonilla
Vicky Hernández interpreta a Doña Enelia
Nicolás Montero interpreta a Luis Carlos Galán
Germán Quintero interpreta a Guillermo Cano
GENTE
dausell valdés
«Soy un pintor
de ideas»
LA CALLE
DEL MEDIO
DICIEMbre 2012
4
Las profecías de Einstein
ENRIQUE UBIETA GÓMEZ
El pintor pinareño Dausell
Valdés me había invitado a la
inauguración de su exposición Voces al viento, en la Casa de Carmen Montilla, justo frente a la sala
de conciertos de la Basílica Menor
de San Francisco de Asís. Eusebio
Leal, Historiador de la Ciudad, dijo en esa ocasión: «Si la noble inspiración que nace de los bellos parajes de su tierra ha sido la base para
el inacabado diálogo entre la vocación y el oficio; si su arte logró hacer
diferente todo concepto precedente
del paisaje; si entre rocas y nubes
plasmó sueños que solo están reservados a los verdaderos artistas,
con esta muestra ingresa en un
nuevo espacio absolutamente creado por él y para él». Sigo su obra, de
implicaciones filosóficas, y decidí
esta vez entrevistarlo para los lectores de LA CALLE DEL MEDIO. Dausell es un guajiro lleno de sorpresas. Introvertido, parco pero preciso, tiene una clara comprensión de
lo que busca y logra en sus cuadros,
que es también lo que busca y encuentra en la vida: sinceridad, paz
interior, comunión con el universo
y con la historia humana. «Los paisajes de Dausell Valdés nos sumergen en una visión del mundo en
pleno proceso de cambio y transformación. Las montañas, los bosques con forma de pájaro o de piedras flotantes, así como los otros
elementos que conforman la obra
de este artista cubano elaboran un
nuevo imaginario», escribía Nicolás Maduro, entonces canciller de
la Venezuela bolivariana. Practicante de artes marciales y devoto
de las filosofías orientales, expresa
con sencillez la identidad de lo humano y lo natural. Su obra puede
hallarse en museos, pero también
en la casa de artistas e intelectuales y de estadistas europeos, asiáticos, africanos o latinoamericanos. Quede este retrato hablado
de su vida artística para nuestros
lectores.
¿En tu familia hay antecedentes para tu vocación por las artes?
Bueno, que yo conozca, no.
He indagado con mis padres,
con algunos familiares, y ellos
tampoco recuerdan algún antecedente familiar, no ya en las
artes plásticas, sino en las artes
en general. Mi padre toda la vida fue dirigente, director de escuelas del partido en la región
de Guanajay, Artemisa y Mariel, y en la escuela provincial
de Pinar del Río. Fue por eso
que de niño residí en Mariel.
Mi mamá es ama de casa. Tuve
una hermana maestra, otra en
las fuerzas armadas, y un hermano que trabaja en los muelles del Mariel.
¿Dónde naciste?
Yo nací en Pinar del
Río, pero desde los cuatro meses y hasta los
15 años viví en el Mariel.
Es decir, que no creciste viendo los famosos
mogotes de Pinar; los primeros paisajes de tu vida
fueron de costa, de mar…
Sí, yo crecí pescando jaibas, bañándome en el malecón
del Mariel, paseando en bote,
atrás había montañas, las de
esa zona, pero son apenas unas
lomas. Recuerdo que los muchachos del barrio nos escapá-
Piedra árbol
bamos para bañarnos en el malecón o para empinar papalotes
en la costa. Yo hice hasta hornos de carbón. Recuerdo que
frente a mi casa vivía un señor
a quien llamaban el Nene, que
era carbonero, y Juan Carlos,
mi mejor amigo de esos años, y
yo, nos poníamos a preparar
con él el horno de carbón. Hacíamos un saco y lo vendíamos
a ocho pesos, cuatro para él y
cuatro para mí. A veces íbamos
juntos al monte a buscar limones y después los vendíamos
recorriendo el pueblo con una
carretilla.
¿Dibujabas ya en esos años?
Sentí inclinación por las artes plásticas desde muy temprano, con seis o siete años de
edad. Comencé modelando
animales prehistóricos en plastilina. Un día hice un dinosaurio, y cuando llegó mi cuñado
del trabajo por la noche, mi
hermana se lo enseñó y él decía: «no, qué va, esto no lo pudo
haber hecho él». Entonces lo
rompí y lo volví a hacer delante
de él. A esa edad la inclinación
natural de los niños es explorarlo todo. Lógicamente, recuerdo algunas revistas de historietas…, quizás vi los dinosaurios en ellas. Pero también
modelaba cocodrilos, camaleones, aves, todo con plastilina.
No conocía desde luego el barro. Recuerdo a un carpintero
que vivía al lado de mi casa, y
yo iba a verlo trabajar cuando
llegaba de la escuela y si él estaba haciendo una cama, con la
recortería que me daba, a pequeña escala, hacía la misma
cama. Es decir que en esos primeros años sentí más inclinación por las figuras tridimensionales que por el dibujo.
No sé si ahora haces esculturas, pero paradójicamente lo que te
ha dado a conocer es la pintura…
Realmente no hago esculturas. He sentido la necesidad,
pero no he emprendido esa
aventura aún. En el mes de febrero debo hacer una exposición en el Museo de Arte de Pinar del Río y quiero que sean
piezas tridimensionales. Voy a
partir de obras bidimensionales ya elaboradas por mí que
quiero llevar a ese plano, obras
que sean susceptibles de ser
convertidas en instalaciones. Y
voy a ser fiel al sentido de mi
obra, incluso con los materiales
que voy a usar, voy a trabajar
con elementos propios de la naturaleza, me refiero a la piedra, a la madera, al hierro
que se extrae también de la
naturaleza. Sé qué quiero,
cómo lo quiero, sin apartarme de lo que he venido
haciendo hasta ahora. Pero el resultado final todavía
para mí es un enigma. Hay
que arriesgarse.
Pero en algún momento descubriste que te gustaba dibujar y que,
además, lo hacías bien…
Recuerdo con mucha añoranza que cuando estaba en
cuarto, en quinto y en sexto
grados, en mi grupo había un
niño llamado Ariel, que dibuja-
ba también. Ambos teníamos
libretas que eran solo para dibujar. Él vivía más pegado a la
costa y hacía barcos. Tenía los
modelos muy cerca. Entonces
establecimos una especie de
competencia, a ver quién hacía
el barco más bonito. Esa fue mi
primera escuela y los mismos
compañeritos del aula nos buscaban para que dibujáramos
las primeras hojas de sus libretas. Ellos fueron también nuestros primeros admiradores y
críticos.
¿Ariel no llegó a ser pintor?
No sé, cuando salí del Mariel no volví más, hasta que ya
fui un hombre y perdí todo vínculo con mis compañeritos. No
sé qué pasó con él, me gustaría
saberlo. Ariel Martínez se llamaba.
¿En esos años tomabas en serio
tu inclinación natural por las artes plásticas?
Un día mi cuñado llevó a la
casa a un primo suyo que estudiaba en San Alejandro –actualmente es profesor de cerámica en esa academia– para
que viera lo que estaba haciendo, y aquel hombre dijo que tenía aptitudes y me dio algunas
instrucciones que no recuerdo
si seguí. Pienso que a esa edad
pesa más la espontaneidad.
Terminado el sexto grado, mi
papá me llevó a la Escuela Elemental de Artes de Pinar del
Río, aprobé los exámenes de ingreso y me bequé. Ahí estuve
un año.
¿Por qué abandonas los estudios académicos?
Realmente fui un niño muy
apegado a la familia, que de
pronto se vio lejos de su casa y
le hizo rechazo a la escuela. A
tal punto, que no quise seguir,
de ninguna manera. Y mi padre, pienso yo que como castigo o como enseñanza, me ubica
en una escuela en Guane, setenta y tantos kilómetros más allá.
Pero ese año que pasé en la Escuela de Artes fue muy intenso,
se impartían programas muy
cargados, fui alumno de Pedro
Pablo Oliva en pintura, tuve
otros grandes profesores como
Mario García Portela que me
daba dibujo y su esposa Mari
Cuqui, en fin… Y al salir, ya
traía un cierto entrenamiento
académico. Pero en Guane, desde que llegué, me vinculé a los
talleres que existían en las Casas de Cultura. Recuerdo que
encontré a Lázaro Piloto, que
estuvo conmigo en la Escuela
Elemental de Artes de Pinar
–cuando yo estaba en séptimo,
él estaba en noveno–, ya como
instructor en la Casa de Cultura de Sandino y pasó de ser
mi compañero de estudios a mi
profesor. Y así continuó durante esos tres años mi relación
con las artes plásticas, en talleres, participando en exposiciones colectivas como aficionado.
¿Te consideras un pintor autodidacta?
Sí, desde luego. Bueno, pienso que la escuela además de
darte conocimientos te titula,
pero hay escuelas que no te ti-
La voz de los vientos
tulan y son tan provechosas como las otras. Lo importante es
la aptitud. Pienso que la escuela siempre está, ya sea en un
centro docente o en el taller de
otro artista que te recibe. La escuela no se reduce a un título,
pero claro, el título te acelera el
camino.
Por lo general los pintores autodidactas hacen un tipo de paisaje naif o naturalista, pero tú cultivas un arte más conceptual, te alejas de los caminos trillados…, ¿cómo logras conformar tu estilo, tu
marca?
Mira, desde muy niño practico la filosofía oriental, la filosofía zen. Y estoy muy marcado
por ella. Comencé haciendo paisajes naturalistas, casi hiperrealistas, pero llegó un momento
en que aquello no me interesó
más. Tuve muchas influencias
como todo artista. En principio
los paisajistas chinos y japoneses, luego los más contemporáneos como Esteban Chartrand,
Menocal, Shiskin y después Tomás Sánchez, que le dio un
vuelco al paisajismo. También
él, por cierto, es practicante de
yoga, y todas esas filosofías están unidas, hemos bebido de
las mismas fuentes. Pero la
práctica de las artes marciales,
de la filosofía zen, inconscientemente me fue llevando por
un camino, me fue aportando
temas que se salían del camino
inicial, de un arte más realista,
más físico. Fui sintiendo la necesidad espiritual de sacar lo
que llevaba dentro. En una ocasión, un gran artista de Pinar,
Juan Suárez Blanco, me dijo:
«mira Dausell, ¿tú conoces a
René Magritte?» Yo no lo cono-
cía. «Ve a casa de Pedro Pablo
Oliva y dile que te enseñe el catálogo de Magritte». Cuando yo
vi sus cuadros me quedé petrificado, yo pensaba que había
inventado el agua tibia. Tenía
una relación extraordinaria
con Magritte –yo creo que eso
viene en el subconsciente, está
en el éter, no sé– más que con
Dalí. Aquello me aplastó. Pero
como me dijo Fabelo en una ocasión, todos tenemos influencias,
el arte no se crea de la nada, todo es un proceso de acumulación de ideas, de pensamientos,
a lo largo de la historia, y uno
toma de esa fuente. Muchas veces lo que haces es descontextualizar la idea de otro artista y
le pones tu propia interpretación, eso es el arte contemporáneo.
¿Pedro Pablo Oliva ejerció su
magisterio sobre ti?
Sí, sí, siempre lo he reconocido. Fue mi maestro en la Escuela Elemental y continúa
siéndolo cuando nos encontramos o lo visito en su casa y conversamos sobre arte.
Y sin embargo, su universo pictórico es muy diferente al tuyo…
Uno se apodera de íconos,
de símbolos que tienen que ver
con el comportamiento de cada
individuo, con su manera de mirar el mundo. Pedro Pablo es un
cronista, es un artista que plasma sus vivencias personales, las
vivencias de su entorno, y yo trato de expresar mis inquietudes
espirituales. No trato de explicarlas, sino de darles una reso-
nancia, o en todo caso de explicármelas a mí mismo, más que
explicárselas a otras personas.
Así sucede en el arte, cada quien
tiene su poética. La manera de
expresar de los creadores como
Fabelo, Kcho, Rancaño, Choco y
otros, es diferente como diferentes pueden ser sus filosofías.
Bueno, ya que mencionas a
otros artistas plásticos, más o menos coetáneos, ¿crees que perteneces a alguna tendencia, a algún
movimiento artístico generacional?, ¿qué hay de común entre los
pintores de tu generación y qué te
diferencia de ellos?
Lo que tenemos de común,
en primer término, es el compromiso con este tiempo que
nos ha tocado vivir, la necesidad
de expresar o de ayudar a comprender ideas, pensamientos, situaciones. El arte cubano contemporáneo es un arte inteligente, fundamentado en
lo ético, en lo estético, en
lo filosófico, en lo político, en lo espiritual. Eso
se lo debemos a la Revolución. Porque contamos con escuelas que
nos enseñaron a pensar
y no a trabajar por trabajar, y creo que en eso
coincidimos los artistas cubanos.
Quizás tu generación
más que por una unidad
esté marcada por una diversidad…
Yo pienso que sí.
Hay unidad, pero a la
vez hay diversidad. Diversidad de técnicas, de
tratamientos, de expresiones… Los artistas cubanos de
hoy abordan muchos más te-
El filtro
y por qué entran la historia y sus
héroes en esa dinámica entre lo natural y lo humano?
Mi maestro de aikido, Yamada, insistía en que cada
practicante tenía que convertirse en naturaleza, no podía verla
como algo externo, pues somos
parte de ella. Y que para poder
comprender los fenómenos había que vivirlos. Esta enseñanza me dejó muy inquieto, y comencé a madurar la idea de llevarla a la obra de arte. Nace entonces la primera figura humana pintada con y a través del
paisaje, un autorretrato que titulé La clave budista. En el 2002,
durante la inauguración de la
exposición de los doce paisajistas pinareños en el Memorial
José Martí, a la que asistió Fidel –fue la primera ocasión en
que le regalé una obra–, le comento del Martí yacente que
hay en Pinar del Río, y él me dice, «¿y tú no te atreves a hacerlo?» Sí, sí, cómo no. «Pero haz
tu Martí», insiste. Hice mi Martí claro, que para todo cubano
es un símbolo, y así fueron surgiendo una serie de retratos,
como los del Che, Bolívar y
otros. Quedé motivado por la
necesidad de satisfacer, de expresar esa experiencia espiritual, alimentada por aquella
primera conversación con mi
maestro, y por la conversación
que después tuve con Fidel. Al
final es inevitable, creo que todo artista cubano ha abordado
en algún momento de su obra a
Camilo, al Che, a Martí, porque
es nuestra historia, estamos
marcados por ella. Y como dijera Oscar Wilde: «un hombre sin
memoria no puede tener porvenir, por lo tanto un hombre
sin recuerdo no puede soñar».
Hay quien rechaza los encargos o los desvaloriza, pero la historia universal de las artes plásticas
está llena de obras maestras que
fueron realizadas por encargo…
Puede darse el caso de
obras creadas por encargo que
te den a conocer, o que te lancen a la fama. Hay encargos
que te permiten crear, esos son
muy buenos. Pero en ocasiones
inducen al artista, acuciado por
las necesidades económicas, a
alejarse de su proceso de creación y a reiterar sus obras.
En una exposición colectiva
en la que no estén los nombres
de los autores, cualquiera reconocería fácilmente una obra
tuya. ¿En algún momento has
sentido la necesidad de renovarte, de empezar una etapa
diferente?
Constantemente uno
siente esa necesidad que es
un reto. Pero hay que hacerlo de manera tal que
siga llevando tu sello.
Uno va edificando un estilo que permite que te
identifiquen, eso no lo
puedes perder. Puedes
moverte en otras direcciones, puedes explorar,
investigar, experimentar, pero esa esencia que te ha
costado tantos años no debe
perderse. CM
GENTE
mas de la vida cotidiana, es el
momento el que nos lleva a eso.
En el caso específico del paisaje, sí hay un movimiento muy
fuerte, no solo en Pinar del Río,
sino en toda Cuba, y hay muy
buenos paisajistas.
¿Y tú te consideras parte de ese
movimiento de paisajistas?; tu
obra, ¿no rompe con la concepción
tradicional del paisajismo?
Yo no me considero un paisajista, al menos no en el sentido tradicional, más bien soy un
pintor de ideas, que utiliza el
paisaje como medio de expresión. Que recurra al paisaje
quizás sea por el contexto en el
que vivo, o también por influencia de la escuela de paisajistas
de Pinar del Río.
Probablemente a los creadores
no les guste revelar el procedimiento, la rutina creativa, pero siento
curiosidad: ¿primero fotografías el
paisaje?, ¿dibujas algunos apuntes
frente al paisaje?, ¿o pintas de memoria?
Fotografías nunca hago. Yo
no soy botánico, a mí no me interesa que puedas identificar
una mata de mango o una ceiba…, las palmas, claro, ellas son
diferentes y representativas.
Solo me interesa que al mirar
la obra sepas que es un bosque.
Hace mucho tiempo que hice
mío un pensamiento zen que
dice «para representar la naturaleza lo que importa es captar
el espíritu de las cosas y no su
aspecto exterior». La mejor fotografía es la memoria que uno
tiene, las tantas veces que se ha
movido en ese entorno. Hago
varios apuntes de la idea que
quiero expresar. De ello puede
dar fe mi esposa, que es el cincuenta por ciento de mi creación, una mujer muy bien preparada, que ha estudiado mucho y que es mi mejor crítico,
muy incisiva y directa. A veces
creo que tengo una idea y ella
me dice, «no, mira, la estás dando muy literal, estúdiala más».
Humanizas la naturaleza, naturalizas el rostro humano, ¿cómo
LA CALLE
DEL MEDIO
DICIEMbre 2012
5
DICIEMbre 2012
6
SANTIAGO ALBA RICO
Especial para LA CALLE DEL MEDIO
Un tercio de los estadounidenses cree en el apocalipsis;
un 15 % está seguro de que llegará en el curso de sus vidas, y
un 2 % estaba convencido de
que había de producirse el pasado 21 de diciembre. Según las
encuestas y como para probar
la diferencia cuantitativa de
EE.UU., cuya norma es siempre la exageración, ese porcentaje disminuía un poco a escala
global: solo 1 de cada 10 seres
humanos había aceptado la irremediable
desaparición del
planeta Tierra
en el año 2012
con arreglo a la
supuesta predicción del calendario maya. Haríamos mal, en todo caso, en burlarnos de la credulidad de esos –digamos– 100
millones de personas, pues sabemos por experiencia que es
posible creer en cualquier cosa,
desde la superioridad de la raza blanca hasta el poder afrodisíaco del cuerno de rinoceronte, sin olvidar que la mayor parte de los humanos confía en la
ciencia con la misma irracionalidad y por las mismas sinrazones –por una especie de tradición fiduciaria– que en la Santísima Trinidad o en las verdades
reveladas del Corán.
También haríamos mal en
atribuir ese estremecimiento
apocalíptico a la pobreza o a la
ignorancia. Digamos que esta
pasión del fin del mundo es una
típica pasión de clases medias;
es decir, de ese amplio nicho
social situado entre la concreción terrestre de los más pobres, sin tiempo para tonterías,
y la soberanía cínica de los más
ricos, cuyos temores nunca
adoptan una dimensión cósmica. Es lo que el escritor mexicano Juan Villoro ha llamado «turismo de la catástrofe»: gente
que puede reservar un hotel
junto a las ruinas mayas de Yucatán para ver de cerca el espectáculo o alquilar una habitación en la cumbre del monte
serbio Rtanj, «ombligo del mundo», sobre el que los extraterrestres debían activar el 21 de
diciembre una «pantalla protectora» para salvar del cataclismo final a unos pocos escogidos. Gente con algunos ahorros y gente, además, con capacidad intelectual e informática
para reunir algunos conocimientos inexactos de historia y
astronomía y basar en ellos sus
certezas catastróficas. David
Robinson, un astrobiólogo de
la NASA, se ha pasado tres años
respondiendo pacientemente a
© ares
LECTURAS
LA CALLE
DEL MEDIO
Algunos motivos para
desear el apocalipsis
preguntas de cientos de ciudadanos inquietos, convencidos
del inminente apocalipsis, que
apoyaban sus consultas en textos sumerios, calendarios mayas y datos casi precisos sobre
alineaciones de planetas y distancias entre galaxias.
Es normal y humano creer
en tonterías, y es hasta bueno
que uno haga el esfuerzo intelectual de demostrar su fundamento. Lo realmente inquietante es la hondura de indefensión
política y humana que ese impulso revela. En un largo artículo publicado en Skeptical Inquirer (http://www.csicop.org),
el mencionado David Robinson
reproduce algunas de las consultas recibidas en los últimos
meses, así como las reacciones
agresivas a sus respuestas tranquilizadoras. Robinson se asombra del grado de violencia, a veces muy amenazante, de esos
lectores excitados que no buscan un antídoto racional contra
sus temores sino, al contrario,
una confirmación de los mismos. ¿Qué temen? ¿El fin del
mundo? No, temen dos cosas lateralmente relacionadas e íntimamente fundidas en sus mentes. Temen, en primer lugar,
a sus gobernantes. Es decir,
la primera idea que quieren
confirmar es paradójicamente
–ellos que creen en el inminente fin del mundo– la de que no
pueden creer en nada ni en nadie. Quieren confirmar que los
científicos y los políticos están
mintiendo. El apocalipsis no es
una especulación; es una certeza. ¿Cuál es la prueba? No el
descubrimiento del planeta Nibiru ni la centralidad repentina
de la Tierra en nuestra galaxia.
«La prueba es que el gobierno
lo niega», responde un ciudadano, acusando a Robinson de
complicidad. La NASA no convence; sus explicaciones irritan,
soliviantan, indignan. «He ahí
lo que queríamos demostrar:
¡una vez más nos están mintiendo!» Podríamos decir que este
típico «complotismo» de la clase media estadounidense –y ya
internacional– se alimenta del
desprestigio absoluto
de las instituciones
científicas y políticas;
es más fácil creer
en una tontería
(sobre todo si es
una tontería trágica, una tontería
«total») cuando ya
no se consigue creer ni
en el Parlamento ni en
los astrofísicos.
Pero el segundo temor es
aún más inquietante. Si los lectores de Robinson se enfurecían ante sus razonados argumentos científicos era porque
temían lo contrario de lo que
decían temer: temían que el astrónomo tuviese razón y finalmente no se produjese ese apocalipsis en el que tantas esperanzas habían depositado. Temían que no pasase nada; que
todo siguiese igual. Porque –digamos la verdad– esas clases
medias complotistas, consumistas, que han perdido la fe en sus
instituciones y que no controlan
su propia vida, desean el fin del
mundo. Y hoy se sienten frustradas, vacías, desorientadas por
esta inesperada e indeseada supervivencia.
¿Por qué desean el fin del
mundo? En el capitalismo, los
deseos más profundos siempre
se adhieren a los impulsos más
banales, que son de hecho los
más «auténticos» y «originarios». Desean el apocalipsis porque ya han visto todas las películas, montado en todas las
montañas rusas, probado todos
los platos y agotado todas las
fotos. Porque las Torres Gemelas pusieron a la emoción un
listón muy alto. Porque un cataclismo inevitable es un buen
pretexto para volver a fumar o
para irse de putas. Porque es
relajante la idea de ser eximido
de pronto del trabajo de mantener en pie el pequeño mundo
doméstico; y de la responsabilidad de tomar decisiones sin saber adónde conducen. Porque
estamos hartos de no saber
cuánto durará esto. Y porque
no nos apetece nada –diablos–
morirnos solos.
Esta última razón es quizás
la menos banal, la menos «auténtica» y, si se quiere, la más social de todas. El deseo de fin del
mundo de las clases medias
complotistas y consumistas estadounidenses –y ya internacionales– revela también, o sobre
todo, una destructiva sed de comunidad. El apocalipsis representa el fin de la soledad y no
porque implique el fin de todo
lo existente, sino porque nos
une a todos en el tiempo y en el
espacio, aunque solo sea para
matarnos; porque nombra a la
humanidad en su conjunto, aunque solo sea para aniquilarla. El
deseo de apocalipsis, que es un
deseo de fiesta, es un deseo de
fusión amorosa definitiva (como lo son, en la tradición popular, todas las verdaderas fusiones amorosas). Es, si se quiere,
una protesta mortal contra el
ensimismamiento del consumo.
Se suele llamar «populismo»
al gobierno que satisface las necesidades de los ciudadanos.
Pues bien, el fascismo solo es de
manera lateral un «populismo».
Porque su programa no consiste en satisfacer las necesidades
de los hombres, sino sus deseos.
Da un poco de miedo pensar, la
verdad, en ese sector no pequeño de nuestra sociedad capitalista que ha dejado de creer en
sus instituciones políticas y
científicas y cuyos deseos más
profundos y más banales convergen en esa atronadora explosión final a la que –una vez más–
hemos sobrevivido. CM
Es la mañana del 10 de noviembre de 1942, en los fosos de
la fortaleza del Castillo del
Príncipe, en La Habana, la
guarnición se afana desde el
amanecer en la preparación del
último acto legal del juicio contra Enrique Augusto Lunin, espía nazi condenado a muerte
por fusilamiento el 18 del mes
anterior durante un proceso rápido y en el cual no se involucró a otro acusado ni se hicieron públicas las actas del interrogatorio del reo.
El condenado, un hombre de
31 años, alto, corpulento, de rostro ancho, viste camisa azul de
seda y pantalón gris. Dos sacerdotes lo acompañan junto a los
custodios por una rampa a un
campo de tiro de revólver en las
faldas de la fortaleza.
Se muestra tranquilo y camina firme al lugar de la ejecución. Se sitúa frente a nueve soldados en espera de las órdenes
de mando de un oficial que más
tarde confesaría cómo le temblaron las piernas ante la impasibilidad del condenado.
Las voces de mando son
cortas y una descarga fulmina
al inculpado, el único agente
alemán ejecutado en América
Latina durante la Segunda Guerra Mundial.
Lunin arribó al puerto de
La Habana el 29 de septiembre
de 1941, a bordo del barco de
pasajeros español Villa de Madrid, con pasaporte hondureño
a pesar de su acento europeo y
con la cubierta de hombre de
negocios relacionado con casas
comerciales españolas. Entre
su equipaje trajo una estación
de radio camuflada en una maleta de viaje.
El agente se hospedó en una
discreta casa de huéspedes en
el segundo piso de la calle Teniente Rey 366, entre Villegas y
Aguacate, en La Habana Vieja,
y se hizo de varias jaulas con
canarios para que sus cantos se
confundieran con el sonido de
la manecilla del conmutador
morse del trasmisor, con lo cual
estableció quizás el único caso
en que se utilizaban esas aves
para acallar el delator ruido en
la historia del espionaje.
Además estableció una tienda de modas a la que llamó La
Estampa, en la calle Industria
314, y pronto se ganó una buena clientela principalmente entre empleados públicos y señoras de modestos recursos, debido a sus buenos modales y calidad de las prendas que vendía
«el polaquito», como comenzaron a nombrarle.
El espía se sintió seguro de
su destino al establecerse a miles de millas de la guerra en la
despreocupada y bullanguera
Habana Vieja, en la que se
despertaba con el pregonar
de los vendedores callejeros que competían con la
profusión de establecimientos y almacenes de
mercancías de todo tipo
que existían en vecindad
con antiguas residencias
coloniales, divididas en
cuartuchos habitados
por la gente más pobre
de la ciudad.
Sin embargo, la suerte
de Lunin estaba echada. El
FBI y el contraespionaje inglés desde 1941 habían intervenido el correo postal de
toda América del Sur y el Caribe hacia y desde Europa, y lo
habían organizado de forma tal
que el flujo de correspondencia
coincidía en un gran cuello de
botella en las Bermudas, donde
funcionaba un centro de intercepción en el que se abrían las
cartas sospechosas y eran analizadas por especialistas para detectar la utilización de textos en
tinta secreta o en clave.
Una mañana fue descubierta una misiva con mensajes secretos sobre la situación política en Cuba y el tráfico marítimo, estaba escrita con tinta invisible y enviada desde La Habana a Bienvenido Alegría, un
conocido colaborador español
del espionaje nazi en Madrid.
Al parecer, otras cartas similares permitieron que el FBI alertara al contraespionaje local,
creado recientemente bajo el
nombre de Servicio de Investigaciones de Actividades Enemigas (SIAE), el cual comenzó la
pesquisa hasta desenmascarar
al agente cuando en otra carta
desde España se le indicaba recibir un giro postal en un banco de la ciudad.
Pero estas acciones ocurrían dentro de un real entramado con facetas del mejor argumento de novela policíaca,
ya que paralelamente el Partido Socialista Popular (comunista) libraba su propia guerra
secreta y penetraba los órganos
de seguridad del gobierno del
general Fulgencio Batista.
El investigador que descubrió al agente nazi y lo detuvo,
Pedro Luis Gutiérrez, era precisamente un colaborador clandestino de los comunistas, y había sido sembrado desde años
antes en la policía del régimen
para preparar la insurrección
revolucionaria al estilo de la
Revolución de Octubre.
También –según la información de la época– el FBI envió al país un avión equipado
con sistema de intercepción
que facilitó la ubicación de Lunin.
antecedentes
para un análisis
Después de la detención de Lunin, se divulgó la versión oficial
de que el espía hacía sus indagaciones sobre la salida de barcos
de la rada habanera y la vida nacional en entrevistas ocasionales con marinos borrachos en
bares y prostíbulos de la zona
del puerto, las cuales comunicaba por radio a submarinos alemanes que cerca de las costas
cubanas se encargaban de hundir a esas embarcaciones.
De esa forma lo hicieron
responsable del hundimiento
por submarinos nazis cerca de
las costas de la isla de las motonaves Santiago de Cuba y Manzanillo el 12 de agosto de 1942,
en los que murieron 22 marinos cubanos. Nunca se hizo público que tuviera otras fuentes
ni colaboradores en el país.
A pesar de esta interpretación de los hechos, hoy se muestra insuficiente para explicar la
labor de Lunin dentro del contexto social en que se movió y
en los principios del trabajo del
espionaje de las grandes potencias de la época.
Los servicios de inteligencia de los países beligerantes
durante la Segunda Guerra
Mundial, incluido el alemán, mantuvieron un
principio inalterable de
dirección de sus agentes, los cuales enviaban
sus informaciones a
un único centro encargado de analizar
los datos, completarlos, comprobarlos con
otras informaciones
y según su relevancia,
trasladarlos a los dirigentes y jefes militares correspondientes,
por lo que es poco probable que existiera una
comunicación directa
de Lunin con los submarinos alemanes.
Además, las pesquisas
entre marineros borrachos o
indiscretos no es el único medio y el más fiable de obtención
de datos de un agente enviado
desde Alemania, los que generalmente eran encargados de
organizar redes de colaboradores entre personas con acceso
de primera mano a informaciones importantes.
Después de la derrota alemana, se conoció que la marina
nazi inició la operación «Redoble del Tambor», de 1941 a 1942,
con el envío de 12 submarinos
al Mar Caribe, el Golfo de
México y las aguas costeras
norteamericanas para entorpecer el tráfico marino, y el método que utilizaron era emboscarse en las principales rutas
de navegación y esperar a tener
los barcos a tiro y hundirlos.
Pero esta estrategia tenía
un gran inconveniente debido a
la lejanía de las bases de abastecimiento de combustible y logística para los submarinos alemanes, por lo que su reabastecimiento en la zona era vital.
Existen versiones sobre la
complicidad en el abastecimiento de petróleo a submarinos alemanes por barcos y patanas cubanas principalmente
en la costa norte de la antigua
provincia de Camagüey, manejada por altos funcionarios, militares y hombres de negocio
vinculados al entonces presidente Batista.
El 15 de mayo de 1943, el cazasubmarinos cubano CS11, comandado por el joven capitán
Mario Ramírez Delgado, hundió un submarino alemán cerca
de las costas cubanas, y cuando
Fuentes principales
Juan Chongo Leiva. La muerte
viaja con pasaporte alemán, Ediciones Unión, La Habana, 1984.
Ciro Bianchi. «El mulo muerto», Juventud Rebelde, 9 de noviembre de 2008.
Jorge Wejebe Cobo. «Submarinos nazis y petróleo en el Caribe». La Calle del Medio, no.
8/12/2008
Norberto Fuentes. Hemingway en
Cuba, Ed. Letras Cubanas, La
Habana, 1986.
lecturas
JORGE WEJEBE COBO
© archivo
El espía
de los canarios
regresó a su base en Casablanca, en La Habana, fue increpado
por teléfono por el entonces presidente Fulgencio Batista.
Posteriormente, amigos de
Ramírez le confirmaron que el
dictador estaba vinculado a la
venta de combustible y azúcar
a los alemanes, a pesar del estado de guerra que existía entre
ambos países.
Hasta la actualidad han llegado informaciones que por el
tiempo transcurrido se encuentran a medio camino entre el
testimonio y la leyenda, acerca
de la existencia de depósitos de
petróleo para submarinos alemanes en cayos de la costa norte de las actuales provincias de
Ciego de Ávila y Camagüey, así
como de visitas de tripulantes
de esas naves a tierra cubana
para sus operaciones de reabastecimiento.
Ernest Hemingway, quien
residía en Cuba y conocía bien
la sociedad habanera, escribió
en 1942 una carta al agregado
militar de EE.UU. en La Habana en la cual le informaba de la
existencia de gran simpatía y
apoyo a Alemania entre españoles comerciantes radicados en el
país, y se autopropuso para realizar acciones de inteligencia al
frente de una red propia.
Además, el escritor desarrolló una investigación sobre el
general Manuel Benítez, hombre de confianza de Batista y jefe de la Policía, por sospechar
que estaba implicado en acciones vinculadas a los nazis, entre otros negocios fraudulentos, lo cual preocupó a agentes
del FBI radicados en La Habana y quienes suspendieron la
colaboración con Hemingway
y su red, con el argumento de
que mantenían poca profesionalidad en sus labores, mientras que Benítez fue felicitado
públicamente en un carta del
embajador norteamericano en
La Habana, Spruille Braden.
A su vez, Braden tenía negocios e intereses en común con
Prescott Bush, abuelo del expresidente norteamericano, quien
fue investigado y acusado de
traficar petróleo con los nazis
en la zona del Caribe cuando
EE.UU. ya se encontraba en
guerra con Alemania.
De seguro Lunin se llevó a
la tumba secretos que les quitaban el sueño a importantes personajes alrededor del general
Batista, por lo que la muerte
del espía les permitió sentirse
aliviados al callar para siempre
a tan embarazoso testigo. CM
LA CALLE
DEL MEDIO
diciemBRE 2012
7
febrero
D L M M J V S
1 2
3 4 5 6 7 8 9
10 11 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23
2425 26 2728
abril
D L M M J V S
1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12 13
14 15 16 17 18 19 20
2122 23 2425 26 27
2829 30
enero
D L M M J V S
1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12
13 14 15 16 17 18 19
20 21 22 2324 25 26
2728 29 30 31
marzo
D L M M J V S
1 2
3 4 5 6 7 8 9
10 11 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23
2425 26 2728 29 30
31
2
AL
MA
NA
QUE
agosto
D L M M J V S
1 2 3
4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
18 19 20 2122 23 24
2526 27 2829 30 31
octubre
D L M M J V S
1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12
13 14 15 16 17 18 19
20 21 22 2324 25 26
2728 29 30 31
julio
D L M M J V S
1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12 13
14 15 16 17 18 19 20
2122 23 2425 26 27
2829 30 31
septiembre
D L M M J V S
1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
2223 24 2526 27 28
2930
AÑO 55 DE LA REVOLUCIÓN
mayo
D L M M J V S
1 2 3 4
5 6 7 8 9 10 11
12 13 14 15 16 17 18
1920 21 2223 24 25
2627 28 2930 31
junio
D L M M J V S
1
2 3 4 5 6 7 8
9 10 11 12 13 14 15
16 17 18 1920 21 22
2324 25 2627 28 29
30
0
1
3
noviembre
D L M M J V S
1 2
3 4 5 6 7 8 9
10 11 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23
2425 26 2728 29 30
ilustraciones: zardoyas
diciembre
D L M M J V S
1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
2223 24 2526 27 28
2930 31
El Supersónico de
la Habana Vieja
© archivo
deporte
lázaro valle
LA CALLE
DEL MEDIO
diciembre 2012
10
H. ROMO SIGLER
Con su estilo agresivo de lanzar, Lázaro Valle Martell, El supersónico de la Habana Vieja, marcó toda una etapa desde el
montículo en los equipos citadinos. Poseedor
de una recta endemoniada que sobrepasó las
98 millas, unido a una slider terrible, cosechó
resultados impresionantes desde la «colina de
los suspiros». Sus 654 de promedio de juegos
ganados lo sitúan como el 8vo. de todos los
tiempos. Les encajó a sus rivales 1 351 ponches
en solo 1 740 innings. Además de iniciar 209
juegos, relevó en otras 125 ocasiones.
Vigente aún en la memoria su espectacular juego perfecto contra Corea del Sur, logrado en la Copa Intercontinental de San
Juan en 1989, hazaña nunca antes alcanzada por serpentinero cubano, y solo reeditada
desde entonces en competencias foráneas por
el guantanamero Dalier Hinojosa, en el
2010, frente a los universitarios de Siri Lanka
y los mayores de Malasia.
El resto de las incursiones de Valle con la
novena de las cuatro letras resultaron también formidables, al punto de cosechar 16 éxitos sin fracasos a lo largo de 11 torneos internacionales. Dicho palmarés representa que
apenas concedió libertades a los oponentes en
tres Campeonatos del Mundo –e igual número de Copas Intercontinentales y Centroamericanos–, así como los Juegos Olímpicos de
Sidney 2000 y otros eventos. En esas 139.o entradas de actuación consiguió un extraordinario promedio de carreras limpias permitidas de 1.04, con 153 ponches propinados.
Entre el 23 de noviembre de 1988 y el 19
de diciembre de 1989, Valle hilvanó una cadena de 25 éxitos consecutivos que constituye aún el récord en nuestras Series Nacionales. La inigualable seguidilla comenzó en la
XXVIII Serie Nacional, prosiguió durante la
XV Selectiva y finalizó en la temporada
XXIX. «Pudo extenderse la racha –me dijo–,
pero caí 2 x 3 en el Nelson Fernández lan-
zando por el Habana Javier Gálvez, actual
entrenador de pitcheo de Mayabeque».
Este carismático monticulista, que comenzó su carrera como receptor y jardinero,
con 4 jonrones como bateador, ha sido uno de
nuestros pitchers más inteligentes. Su verbo
elocuente nos hace asombrar no solo por los
conocimientos sobre la historia del béisbol y
sus estrategias modernas, sino porque es capaz de disertar lo mismo acerca de la caída
del Sha de Irán, o sobre Meyer Lansky, el judío financiero de la mafia norteamericana.
Conversar con él resultó una exigente
prueba. Su memoria prodigiosa a la hora de
responder y su peculiar estilo discursivo, parecían «desafiar» con elegancia y prontitud,
cual estocada de esgrima, cada interrogante.
No rehuyó ningún tema y se adentró, por
el contrario, en explicaciones peliagudas con
la convicción de quien domina magistralmente la materia en la que se desenvuelve.
No respondió de manera lacónica. Sabía
bien que en la argumentación, coherentemente expresada, además de en las vivencias, descansaba la fuerza de su exposición.
Este diálogo pudo realizarse durante un
breve descanso del estelar serpentinero, justamente a la puesta del sol, en un rústico terreno de Guanabo que él mismo ayudó a
construir. Debo añadir que ello fue posible
gracias a la gentileza de Margarita, sostén
desde hace más de 20 años de alguien tan carismático y constantemente asediado por sus
admiradores.
Con la publicación de esta entrevista, LA
CALLE DEL MEDIO se suma a las felicitaciones
al mítico número 21 de los Azules de la capital, que el 18 de diciembre arribó a los 50 años
de vida.
¿Cuáles fueron tus inicios en el béisbol?
Nací en La Habana Vieja y al igual que a
la mayoría de los muchachos, desde muy
pequeño me fascinó la pelota. Con siete
años, de la mano de Guillermo Illas y
Alberto Álvarez, di mis primeros pasos
en El Pontón. Luego matriculé en la Escuela de Iniciación de Béisbol Especial
Regional (EIBER) donde aprendí mucho
de José Elósegui padre, quien ejerció
una gran influencia por su pedagogía en
los jóvenes de entonces.
¿De ahí te incorporaste a la Serie Nacional?
No, qué va, a pesar de proceder del
sistema de enseñanza deportiva, no
asistí de inmediato a la Nacional porque
entre 1978 y 1980, como miembro del
Ministerio del Interior (MININT), participo en las competencias que se realizaban en la Sociedad Dinamo Capitán
San Luis. Por cierto, existía una gran rivalidad deportiva entre los concursantes de estos eventos, que en el caso del
atletismo, la carrera de orientación y
otras disciplinas, formaban parte del
programa de las Espartaquiadas de los
Ejércitos Amigos. Debo confesarte que
atesoro con mucho cariño los recuerdos
de aquellos años en el MININT, donde
incluso llegué a desempeñarme como
patrullero de la Policía Motorizada en la
Unidad de Cuba y Chacón. No es hasta
la XXII Serie Nacional en 1980, cuando
debuto con los Industriales, y aunque
muchos no lo conozcan, no lo hago como lanzador, sino como tercer catcher
de los Azules. Aquel año jugué poco,
pues imagínate que los enmascarados
eran Pedro Medina –para mí el más temido ofensivamente de los receptores
cubanos, con unas condiciones físicas
excepcionales– y Juan Bravo. Al año siguiente, como me enrolé en un curso en
el Centro de Preparación de Barbosa, no
asistí a la temporada beisbolera.
¿Cuándo regresas?
En 1983, en esta ocasión con Metropolitanos, como jardinero y primera base. Quiero decirte que esa fue una tremenda escuela para mí, donde tuve el
privilegio de ser dirigido por Pedro
Chávez, un extraordinario pelotero de
una gran sencillez, dotado de sensibilidad especial para estimular a los más jóvenes. Ya en aquel campeonato, si bien
nunca fui un slugguer, las cosas me fueron mejor a la ofensiva, al punto de que
llegué a desempeñarme como cuarto
bate. Te confieso que mis compañeros
de equipo, muchos años después, me
mortificaban diciéndome que mi average ofensivo (224) solo me alcanzaba para
una pizza, pero impulsé 36 carreras y
conecté 4 jonrones. ¿Es algo, no? (No puede ocultar una carcajada.)
¿Cómo y cuándo te decides a encaramarte en la lomita?
Soy pitcher, en primer lugar, gracias
a Chávez, a Luis Zayas, Germán Águila y
a José Modesto Darcourt, quienes conociendo la potencia de mi brazo en los tiros desde los jardines, y a que siempre
en las prácticas les tiraba algunas bolas
a los bateadores, me embullaron a lanzar. No creas que pensaba tomármelo
muy en serio, pero la vida siempre te depara sorpresas, y en 1986, cuando por
fin doy «el paso al frente», en mi primer
juego frente a Granma en el Latino les di
8 escones. No te oculto que me sentí un
chiquillo. Al año siguiente, viendo que
no me había ido tan mal, me puse a entrenar con mayor ahínco. En la Nacional, con los Rojos, gané 7 y perdí 3, incluidas lechadas a Citricultores y Forestales con 2,80 de PCL, lo que me catapultó por primera vez a la Selectiva. Creo
que esos resultados me abrieron las
puertas para integrar la selección que
asistió al torneo de Clubes Campeones
en Rotterdam.
Siempre se ha dicho que 1989 fue un año
muy especial para ti. ¿Lo consideras el momento de tu consagración?
Imagínate cómo estaba en aquella
Copa Intercontinental en Puerto Rico.
Para mí era como si no hubiera una sola
alma más en el Paquito Montaner de
Ponce. Ni me imaginé que aquella noche
le tiraría un juego perfecto a los coreanos
del sur. Verdad que la artillería nuestra
era un trabuco temido en todo el planeta
y les hicimos 11 carreras; pero sacar 24
outs sin que nadie te llegue a primera (les
dimos nockout en 8 innings), se te puede
estropear por cualquier cosa: un error,
un deadball, una luz que encandile a los
jardineros… Nada, que parece que San
Lázaro estaba conmigo. Claro que ese
día la bola me caminaba con furia y, al
terminar, el brazo no se había enterado.
No podré olvidar la cara del Presidente
del Comité Olímpico Cubano en ese momento, Manuel González Guerra, al decirme que había visto marcar en la pistola de los scouts 2 lanzamientos de 102 millas y 2 de 100. Y por si te parece que exagero, ahí están los reportes de Pedrito Pérez donde en los 80 envíos que efectué (73
strikes y 7 bolas) no bajé con la recta de las
94 millas por hora.1
En julio de 1991 la prensa publicó: «Sufrió Valle una grave lesión que hace peligrar
su asistencia a los Panamericanos». ¿Sentiste que todo acababa?
No quiero ni acordarme de aquel
jueves, en el estadio de Fomento, practicando para participar en el Torneo Internacional José Antonio Huelga in Memoriam. La mano se me viró debido a
una oclusión de la arteria axilar, que
apenas permitió la irrigación sanguínea
durante casi 6 horas. Era como si me hubieran amputado los dedos meñique y
anular. Me llevaron para el hospital provincial y de ahí inmediatamente, gracias
a la gestión del compañero José Ramón
Fernández, para el Instituto de Angiología en la capital. Comenzaron a inyectarme, ante el peligro real de perder el
brazo por la ausencia del pulso cubital,
heparina con hielo en el ombligo. De
más está decirte el estado depresivo en
que me sumí. Pensé que nunca más podría entrar a un diamante. No quería
conversar con nadie y todo me irritaba.
Solo la labor de un colectivo de prestigiosos profesionales, que nunca olvidaré, con los doctores Ceballo, Oliú y Charles a la cabeza, quienes me diseñaron un
plan especial de ejercicios de natación
en la playa, junto a la paciencia inconmensurable de mi esposa Margarita y
de mi difunto padre Andrés y mi hermana Mercedes, me devolvieron la confianza para retornar al béisbol.
¿Cuándo regresaste?
El comisionado nacional Domingo
Zabala y su esposa Lolita también tuvieron mucho que ver en eso y junto a las autoridades de la ciudad me convencieron
para que jugara la provincial. Era 1993 y,
con el dolor terrible de haberme perdido
los Panamericanos de La Habana y la
Olimpiada de Barcelona, donde por primera ocasión el béisbol competía como
deporte oficia, me entregué al equipo de
la Ligera que se tituló. Lancé para 10 y 1,
lo que me dio mucho ánimo en mi afán
de regresar a la Nacional. Allí, a la hora
de la verdad, con palmarés de 8 y 1 y de 7
y 3 en la Selectiva, me demostré a mí mismo que me había recuperado.
¿Qué pasó luego?
Ponce 93, la Copa en Italia, el Mundial de Nicaragua en el 94, los Panamericanos de Mar del Plata en el 95 y la Serie del 96 en la que los Industriales alzamos la corona, con Medina como timonel, que no conquistábamos desde 1992.
Ese también fue un año duro porque falleció mi padre el 21 de febrero, y entonces el 23, en el Sandino, le di la última
victoria al equipo frente a Villa Clara en
los play off. Él no pudo ver el triunfo, pero ese día tiré con el corazón. Después
me lesioné el codo, pero sobre todo me
desmotivé. El 21 de abril de 1997, en el
Latino de mis amores, me retiré oficialmente. Luego vino la política de enviar a
un grupo de jugadores a Japón y conversaron conmigo para que me incorporara. Margarita, una vez más, me persua-
Después de que te retiraste en el 2002,
¿qué otros gratos momentos no olvidas?
La actuación en los Juegos de la Buena Voluntad de Seattle, el hecho de no
haber perdido como lanzador del equipo Cuba un solo juego, mis victorias en
los topes frente a EE.UU.,2 y el haber sido seleccionado en 1990, junto a Linares,
Pacheco y Kindelán para formar parte
de las Estrellas de América que nos enfrentamos a los jugadores más destacados de Asia en un partido celebrado en
el Fulton County Stadium de Atlanta.
¿Qué piensas que debe mejorar nuestro
béisbol en la actualidad?
Si bien hemos mejorado el corrido de
las bases, el hit and run y los toques de bola todavía, en su dimensión más amplia,
son asignaturas pendientes. En el caso
del pitcheo hay que inculcarles a nuestros monticulistas la importancia de ganar apretado. Nuestra mentalidad, en la
pelota de hoy, no puede ser dar nockout.
Hay que saber imponerse con una carrera de ventaja y para eso hay que perfeccionar todas las tácticas. No se les
pueden robar con tanta impunidad bases a los lanzadores, no se puede regalar
nada cuando se está en 2 y cero, no debe
anotar fácilmente, con un fly de sacrificio, un corredor que ha llegado a tercera. En fin, que debemos revisar todos
estos temas. Los lanzadores tienen que
conocer a la perfección a los bateadores.
Existe una gran polémica sobre cómo debe conducirse a un lanzador. ¿Consideras
que debe dirigírsele desde el banco?
Es algo muy de moda que en lo personal no respaldo. No digo que en determinada situación el alto mando del
equipo se pronuncie, pero para mí lo
esencial es el estudio previo que se haga
sobre cada bateador. Debe trabajarse en
serio, no de mentirita, con la carta de pitcheo. Hay que compenetrarse con el catcher. En otras palabras, tienes que pensar y estudiar mucho. Y que conste que
creo que un serpentinero viene a alcanzar la madurez después de al menos siete temporadas, luego de que realice una
preparación tan completa que incluya
desde el fortalecimiento de los trenes inferior y superior, hasta conocer cómo
aplicar, para utilizar en función de sus
condiciones, el principio de traslación
de la fuerza. Fíjate por ejemplo que los
tenistas someten a una mayor tensión
que los peloteros el codo y el hombro y
sin embargo se lesionan menos. Me llama la atención cómo muchos de los participantes en nuestro principal torneo
no conocen, por ejemplo, que en el pitcheo todo se rota y todo se traslada,
mientras que en el bateo todo se traslada y nada se rota. Un lanzador no puede
empecinarse en ponchar al bateador, sino en dominarlo por cualquier vía.
Quien se trepa en la lomita tiene que
aprender desde sus inicios a «cambiar»
un bateador por otro, en dependencia
del momento del juego. Te pongo un
ejemplo: Yulieski González, que acaba
de obtener su primera victoria de esta
Serie y que es un experimentado lanzador que ha integrado en innumerables
ocasiones el equipo Cuba –en la campaña 2007-2008 conquistó 15 triunfos sin
derrotas– varias veces ha sucumbido
ante Industriales porque, en casi todos
los casos, no ha dominado a la tanda de
zurdos de la capital. Todo atleta debe interiorizar que, en el deporte, no se premian los esfuerzos sino los resultados.
¿A qué serpentinero de tu época admiraste más?
A Braudilio Vinent y a Jorge Luis Tati
Valdés, dos monstruos a la hora de lanzar. Ellos, además de sus números impresionantes, siempre ganaron el juego bueno, cosa que para mí es decisiva. También
siento un respeto especial por Jesús Guerra y José Modesto Darcourt, muy inteligente a la hora de mezclar sus envíos.
Carlos Yanes merece una distinción especial porque, a fuerza de coraje y entrega, alcanzó más de 200 victorias cuando
desde hacía rato superaba los 40 años.
Eso para mí es una verdadera proeza. A
escala internacional considero dos extraclases a Nolan Ryan y Greg Maddux.3
¿Y de los que se desempeñan hoy en día?
De los más jóvenes me identifico,
porque me recuerda mis años mozos,
con Yadier Pedroso. Creo que para la
mayoría de la afición y los especialistas
es en la actualidad nuestro lanzador
más completo. Miguel Lahera tiene condiciones fenomenales pero debe estabilizar sus resultados en las competencias
importantes. Vladimir García está en su
mejor momento pero, en mi opinión, todavía depende demasiado de su recta.
En los últimos meses me han llamado la
atención, porque no tienen miedo a la
hora de encarar a los rivales, los tuneros
Darién Núñez y Carlos Juan Viera. Yoer-
ki Cruz, caballo de batalla de los elencos
de esa provincia, emplea muchas veces
en exceso la sinker. El holguinero Pablo
Millán Fernández tiene la virtud de tirar strikes permanentemente. Desgraciadamente no se comprende del todo
que el control es la principal arma de un
serpentinero. Al respecto recuerdo que
una vez elogiaron a Bob Gibson4 y este
respondió que estaba insatisfecho porque de 10 sliders que lanzaba solo caían
9 en la zona buena. Odrisamer Despaigne cuenta con un cambio efectivo, buena
velocidad y dominio sobre la slider, pero
tiene que mejorar su control, pues muchas veces se coloca innecesariamente
debajo de los bateadores. Fredy Asiel Álvarez es quien trabaja con mayor dominio en la zona pegada, lo que combina
con una formidable curva hacia abajo.
Considero que únicamente debe perfeccionar cómo colocar el tercer strike, ya
que he notado que, en ocasiones, lanza
muy noble cuando el conteo le favorece.
Por último, ¿qué significó para ti haber
representado a nuestro país?
Para mí Fidel y la patria están por
encima de todo. Soy un lector empedernido, amante de la historia de lucha de
nuestro pueblo, y te digo que la hazaña
de estos 55 años no tiene comparación.
He tenido el privilegio de, en múltiples
ocasiones en las entrañas del monstruo,
vibrar escuchando las notas del Himno
Nacional, y esos instantes no pueden
cambiarse por todo el oro del mundo.
¿Te dije que cuando mi lesión el Comandante en Jefe, personalmente, se encargó de que me enviaran un PPG especial
para que mejorara la circulación sanguínea en el brazo? ¿En qué lugar del
mundo ocurre eso? He sido, como cientos de atletas, objeto de ofertas de los
mercaderes que piensan que todo tiene
un precio. Te cuento una anécdota. En
Ponce 1993, en el momento más duro del
período especial y en un escenario muy
complejo donde tuvimos algunas bajas,
se me acercó uno de esos chacales intentando disfrazarse de oveja. Después de
darme un trago, le solté, sin dejar que se
moviera: «Mira mi socio, piérdete y que
no se te ocurra insinuarme que abandone el caimán porque se va a formar aquí
la fiesta del guatao». El gallo se marchó
sudoroso y desplumado. Nada, mi hermano, que ellos con su prepotencia nunca podrán comprendernos. cm
notas
Valle unió a su velocidad supersónica el dominio de un amplio repertorio. La combinación inteligente de ambas cualidades lo convirtió en el séptimo lanzador de todos los
tiempos en Series Nacionales –con más de 1 000 entradas de actuación– con mejor frecuencia de estrucados cada nueve innings. La relación la encabezan los vueltabajeros
Rogelio García con 8,62 producto de 2 499 ponches en 2 609 episodios; Faustino Corrales
con 8,35 (2 360 en 2 544,1) y José Ariel Contreras con 8,22 (1 346 en 1 473). A continuación
aparecen Santiago Changa Mederos: 7,85 (1 420 en 1 628,2); Ariel Prieto: 7,42 (860 en
1 043); Orlando Hernández: 7,19 (1 211 en 1 514,1); Lázaro Valle: 6,99 (1 351 en 1 740); Julio
Romero: 6,95 (1 678 en 2 174,2) y Omar Ajete: 6,89 (1 771 en 2 320). No incluyo dentro de la
decena a Maels Rodríguez: 11,01 (1 148 en 938); Manuel Alarcón: 8,16 (529 en 583,2) y José
Antonio Huelga: 7,26 (722 en 871,1), debido a que no completaron los 1 000 capítulos en
nuestros clásicos. El Duque Hernández, Contreras, Prieto y Maels abandonaron el país
para insertarse en los circuitos profesionales.
2
Desafortunadamente las estadísticas en aquellos famosos topes, entre las selecciones
de ambos países, no se contemplan en los resultados históricos de los peloteros cubanos. Algo parecido sucede con el resto de las inclusiones de nuestros beisbolistas en
otros eventos de igual carácter. Una buena parte de los especialistas en la materia no
contemplan incluso la actuación en torneos como los de Harlem o Rotterdam, pues
plantean que no constituyen competencias del calendario oficial de la IBAF. Considero
esta práctica algo funesto que nos impide conocer, a ciencia cierta, las demostraciones
históricas de nuestras luminarias de manera integral.
3
Nolan Ryan nació el 31 de enero de 1947 en Refugio, Texas. A lo largo de su formidable
carrera, que se extendió a 27 campañas, se desempeñó como lanzador de los Mets de
Nueva York, los Angelinos de California, los Astros de Houston y los Rangers de
Texas. En tan extensa trayectoria compiló 324 victorias (puesto 14 histórico), con 292
derrotas y promedio de carreras limpias de 3.19. Es el líder de todos los tiempos en
ponches, con 5 714 (9.55 por juego completo) y en no hit no runs con 7; segundo en aperturas con 773 (escoltando a Cy Young con 815) y 5to. en entradas lanzadas con 5 387. Es
el único jugador cuyo número ha sido retirado de tres equipos: el 30 de los Angelinos
y el 34 de los Astros y de los Rangers. Fue exaltado al Salón de la Fama en 1999. Desde
1
el 2010 se desempeña como Presidente de los Rangers de Texas. Gregory Alan Maddux,
nacido el 14 de abril de 1966 en San Ángelo, Texas, resultó uno de los serpentineros
más dominantes entre 1992 y el 2003. Aunque jugó desde 1986 con los Cachorros de
Chicago, novena con la que ganó el Premio Cy Young, fue con los Bravos de Atlanta
con los que alcanzó su consagración, y repitió el máximo pergamino de los monticulistas en 1993, 1994 y 1995. Debemos añadir que Maddux comandó la Liga Nacional en
promedio de carreras limpias en cuatro oportunidades (1993, 1994, 1995 y 1998), y que
fue escogido 8 veces al Juego de las Estrellas, cifra idéntica a la de Ryan. Maddux hilvanó de forma consecutiva, entre 1988 y el 2004, 17 temporadas con 15 o más victorias,
único serpentinero en lograrlo en todos los tiempos. Ganó, igualmente récord, 18
Guantes de Oro, 10 de ellos con los Bravos. El legendario manager Bobby Cox lo consideró el mejor, más inteligente y competitivo pitcher que había conocido.
4
Pack Robert Bob Gibson nació en Omaha, Nebraska, el 9 de noviembre de 1935. En la niñez nadie creyó que el muchacho se convertiría en atleta, a partir de que padeció enfermedades como el asma y el raquitismo. En 1957 los Cardenales de San Luis lo firmaron
como jugador de Liga Menor. Dos años más tarde debutó en el máximo nivel, aunque no
fue hasta 1961 que comenzó a establecerse como un estelar dentro de la Gran Carpa.
Cuando abandonó los diamantes, el número 45 de los Pájaros Rojos, en septiembre de
1975, acumulaba foja de 251 victorias con 174 fracasos con 56 lechadas. Su promedio de
carreras limpias resultó envidiable con 2.91 anotaciones permitidas por cada nueve entradas. Ponchó a 3 117 oponentes en 3 885 capítulos, para excelente promedio de 7.22 jugadores retirados por esa vía en cada choque. En cinco temporadas alcanzó más de 20
éxitos. En 1964 se erigió en puntal de su elenco en la consecución de la denominada Serie Mundial. Tres años más tarde registró su actuación más descollante, pues además de
las 22 sonrisas con 9 descalabros, pintó de blanco a los conjuntos rivales en 13 ocasiones.
Su PCL de 1.12 destrozó el vetusto primado de Walter Johnson de 1.13, establecido en
1913. En el desafío inicial de la disputa del «Clásico de Otoño», esa campaña recetó 17
tragos amargos a sus retadores, e implantó de esa manera nueva marca para dicha fase
de la MLB. Con esos dígitos obtuvo, sin discusión, el Premio Cy Young. En 1981 el fornido jugador moreno fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown.
deporte
dió y durante 3 campañas me desempeñé con el Mitsubishi Motors Corporation, el Shidosha de Nagoya y el Shidax.
Fuimos varios los antillanos que marchamos a Asia y en mi equipo, específicamente, compartí con Evenecer Godínez, actual timonel de Santiago de Cuba, Pablo Bejerano y Jorge García.
¿Qué te dejó tu recorrido por la tierra del
sol naciente?
La disciplina como carta de triunfo
fundamental. No fabulo si te cuento que
había días de estar hasta 16 horas vestido dentro de un terreno. Aprendí a entrenar solo. Mejoré mi mecánica de pitcheo y desarrollé un pensamiento más
agudo a la hora de enfrentarme a los bateadores. Ellos son para mí quienes mejor conectan los envíos en recta, debido
a que pueden llegar a hacer 1 000 swines
diarios. Eso forma parte de la filosofía
oriental de alcanzar la perfección y el
equilibrio. Me percaté también de que,
mientras a la bola alta y pegada eran capaces de depositarla en el bosque derecho, todavía hoy presentan dificultades
con los lanzamientos bajos. Los bateadores asiáticos, en sentido general, se
colocan detrás en el rectángulo diferente a lo que sucede en Norteamérica, donde los peloteros fornidos se separan bastante de home con el objetivo de extender a plenitud los brazos y depositar sobre la bola toda su fuerza.
¿Cómo se da el hecho, tan inusual, de que
regreses a nuestros clásicos?
Nuevamente, la provincial fue la salvadora con Luis Daniel Paz y Leonel Ricardo como los responsables de que
compitiera por la Habana del Este. Allí
perdí un solo juego y la comisión provincial me «exigió» regresar. Corría el
año 2000 y obtuve 10 y 3 con 15 salvados.
En los play off le gané dos juegos a Pinar
y 2 a los Metros, que estaban en su campeonato de ensueño.
¿Por fin la gloria olímpica?
Sidney significó el anhelo de tantos
años, que las lesiones me lo hicieron esquivo en 1992 y en Atlanta. Creo que soy
el pelotero que con mayor edad, 38 años,
he asistido a unos Juegos Olímpicos. Y
aunque derroté 6 x 2 a Japón, lo más importante fue la tristeza de todos cuando
caímos frente a EE.UU. en la final. Estoy seguro de que ese será el momento
más desdichado de los que integramos
aquel conjunto.
LA CALLE
DEL MEDIO
diciemBRE 2012
11
fotorreportaje
LA CALLE
DEL MEDIO
diciembre 2012
12
Vida de vitrina
LÉSTER VILA PEREIRA
Contempla al maniquí en la vitrina
iluminada. ¿Has visto algo más ideal?
¿Ves cómo su nariz –espectáculo del
Cáucaso– se perfila delicada desde la
frente despejada? Observa su sonrisa;
sus dientes son una perfecta cinta blanca. Deseamos despejar la nube que esmalta su mirada. Dueño de la paciencia, ha detenido sus brazos en un grácil
gesto, como si bailara. ¿No lo admiras?
En su piel se suman los matices claros
del polvo y el dibujo sinuoso de sus labios invita a un beso imposible. Es una
criatura hecha para ser amada, destinada a una vida lacia de coches y blandas
estancias. Su solidez está acariciada por
el éxito. Y parece que todo lo sabe. Mira
cómo ignora nuestra existencia y luce lo
mejor de la temporada.
Fue armado en un pequeño taller.
Su perfección supone el privilegio de
haber sido labrado a mano, en madera
dulce, y bañado en un marfilado estuco
de escayola. Eso lo hubiera acercado al
carácter irrepetible de la artesanía. Pero lo cierto es que fue fundido en un
molde y otros comparten su belleza seriada. Sus músculos son una mezcla sólida de sustancias tóxicas y tinturas.
No es un retrato de alguien. Es simplemente un objeto bonito. Una brocha
ruborizó sus labios y un pincel fino le
dibujó la mirada perdida de los que no
poseen sueños que contemplar. Desnudo y desarticulado, viajó el mundo dentro de una caja. Finalmente fue vestido
y puesto entre cristales para recordarnos la quimera que queremos ser. Ante
él ha discurrido nuestra vida. Las mujeres lo extrañan, cuando miran el precio. Los hombres se comparan. Los niños no lo entienden. Ante su rostro de
utopía han corrido las lágrimas, saltado
la sangre, las parejas se besan a la sombra de las columnas. Un borracho orinó una noche frente a la vitrina y siguió
su camino rezongando. Una vez, una
anciana se detuvo, lo observó un rato y
luego le sonrió. Los cristales que lo
guardan han reflejado edificios que se
caen, sobre los tejados se han sucedido
los crepúsculos. El sol a veces crea reflejos en el armario y lo pierden. Pero él
no reconoce nada; es un objeto bello, y
existe como si le bastara.
Es una trampa su belleza quieta.
Más allá de sus líneas pulcras, detrás
de sus labios para el beso, solamente
hallarás la nada. No hay para él más
mundo que el que sus ojos no ven. La
luz lo decolora día tras día y un hollín
oscuro lo reblandece. Pero a veces la belleza se cree invencible. A pocos pasos
de él, una bella chica de cabellos rubios
ha perdido una mano; la peluca castaña
de su compañero se ha corrido, lo ha
puesto al borde del ridículo. Él ignora
que en el fondo de la tienda hay muchos
que, como él, vivieron en la luz dorada
de los cristales y ahora se apilan sin
concierto, son amasijo de torsos, piernas y miradas tristes. Él aún no sabe
que en su pecho lleva un gusano de largas alas que ya cava las cavernas profundas que un día hundirán el imperio
de las proporciones áureas. Pero él ahora es bello. Y eso basta. CM
fotorreportaje
LA CALLE
DEL MEDIO
diciembre 2012
13
diciembre 2012
14
LIUDMILA PEÑA HERRERA
(Tomado del blog Poesía de Isla)
Hay quien no cree en auras
o buenas energías. A veces, también yo dudo. Es difícil creer en
lo que no se ve; pero quien se le
acerca y le ve sonreír, con ese
rostro de eterna niñez, como si
no le rondaran problemas, se
convence de que la felicidad
existe: solo hay que dejarle contar su historia de vida.
Nació en un pueblecillo
granmense, tan remoto que ni
el nombre recuerda, allá por el
año 1963, cuando todavía algunos contaban las tragedias del
ciclón Flora.
«Mi discapacidad siempre
fue un misterio. Hace poco se
descubrió que mi madre tuvo
enfriamiento visceral, porque
cuando tenía una panza inmensa de ocho meses de embarazo, estuvo muchas horas expuesta a las inundaciones del
Flora, que pasó en octubre y yo
nací el 26 de noviembre. De ahí
surgió mi displasia fibrosa congénita».
El hogar de Abel González
Marrero, en el reparto Alcides
Pino, es un gran taller donde
igual se inventan soluciones para sillas de ruedas, triciclos y
autos, que se «fabrican» amistades que duran la vida entera.
Y aunque sus innovaciones
asombran a quienes no lo conocen, debido a sus limitaciones físicas, este «reparador de
sueños» tiene una explicación
bien sencilla:
«Si te sientas en una silla de
ruedas y te enclaustras, te parece que el día tiene 48 horas. Sin
embargo, para mí pasa rápido
el tiempo, porque siempre tengo un amigo o estoy haciendo
algo útil. Los médicos no entienden por qué no me hace falta nada para dormir. Esa ocupación es la mejor medicina para las enfermedades».
Inventor por naturaleza, su
afición por las tuercas y los tornillos le viene desde pequeño,
cuando se convirtió en mecánico de cuanto juguete se rompía
en el barrio. «Como tenía mi
discapacidad, no podía seguir
el mismo ritmo que todos los
muchachos. Entonces, les arreglaba los carritos y todo lo que
me llegaba a las manos. Por eso
me tenían presente siempre y
yo me sentía bien».
Ahora aquel juego se ha
convertido en oficio. No son niños ni juguetes los que le rodean, sino medios de transporte o de vida de limitados físicomotores como él: «Las sillas
eléctricas que nos llegan de donación resuelven un problema,
pero solo los primeros meses
trabajan bien. Cuando falla la
batería, el discapacitado no
puede usarla. El objetivo de mi
taller es quitarle el hardware
electrónico que tiene y tratar
de hacerla mecánica. También
las desarmo y las convierto en
triciclos, así pueden usar baterías de otros tipos de transporte y su reparación es más funcional».
¿Y este es su famoso triciclo?, pregunto y él ríe. «Ahorita
lo vamos a usar», promete entusiasmado y dice bajito, como
para que su esposa, que trajina
dentro de la casa, no escuche:
«Esta es como mi novia; digo,
como mi otra novia: cuando tiene problemas de batería casi se
me quita el sueño, lo mismo
que me pasa con mi mujer
cuando está enfermita. Imagínate, estas son ‘mis piernas’.»
Pero dicen que fue usted
quien armó un caballete para
Marcos Pavón, el reconocido
artista discapacitado que pintaba con la boca, sugiero. «Le hice un caballete electromecánico que duró más de 25 años.
Sus padres envejecían y él dependía de ellos para pintar.
Cuando tenía que hacer un movimiento, debía esperar a que
alguien llegara. Con el caballete, subía y bajaba el cuadro con
un pie, con independencia».
Graduado de Control y Calidad en el Politécnico 26 de Julio,
de su ingenio e imaginación han
surgido inventos para mejorar
la calidad de vida de limitados
físico-motores, como un ascensor para que puedan asistir al
© cortesía del entrevistado
gente
LA CALLE
DEL MEDIO
Innovador
de la alegría
Estadio «Calixto García», numerosas soluciones a barreras arquitectónicas y hasta una silla
sanitaria que él mismo usa.
«El ascensor está diseñado
sin romper la arquitectura del
Estadio. Con eso el minusválido puede tener acceso y disfrutar de la pelota como el resto de
las personas. La idea no se ha
llevado a la práctica porque falta la decisión. En cuanto a la silla, en Cuba es difícil conseguir
las que les sirven a los discapacitados para hacer las necesidades fisiológicas. Por eso cogí
una plástica, derretí el fondo y
lo moldeé como si fuera una tasa sanitaria. Abajo pongo el orinal y me siento. Sería bueno hacer una línea de producción…»
Como el clásico Meñique,
nunca piensa «esto es demasia-
do» cuando le rondan nuevas
ideas aparentemente difíciles
de llevar a la práctica. Ahora,
entre sus sueños está construir
una especie de desplazador mecánico y una caja de velocidad
telescópica.
«Mi hijo me carga y me lleva hasta donde haga falta. Pero
para depender menos, quiero
poner una viga con un equipo
eléctrico en el techo, encima de
la cama, de tal forma que mi esposa me ponga una faja y el
aparato me llevaría hasta el baño, que está en línea con el
cuarto. Todo sin miedo a caerme, porque llevaría un arnés
de protección.
»Pero la caja de velocidad
telescópica es mi sueño más importante ahora. Con ella multiplicaré la velocidad y la fuerza
para el triciclo. He preguntado
a mis amigos médicos cómo va
a ser el ejercicio y dicen que es
perfecto, porque es como ir remando. Hace años que estoy en
eso. La necesidad es la madre
de la invención. Yo construyo
soluciones, pero quiero que
quienes las necesiten, las usen
también».
Jugador de baloncesto, corredor de maratón en silla de
ruedas, este «hombre orquesta» integró, como percusionista, el grupo musical Corazón
del Caribe, el primero formado
por discapacitados en toda
América Latina. Y aunque su
vida ha sido un constante aporte a los seres humanos, no oculta su deseo de que las personas
valoren mejor a los miembros
de la ACLIFIM (Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores).
«A veces nos miran con un
poco de lástima, por el mismo
desconocimiento. Lo que nos
hace falta son oportunidades
para demostrar lo que podemos hacer, porque el discapacitado es un hombre con un corazón, con una discapacidad que
tiene una condición especial.
Todavía falta romper barreras,
crear más talleres donde podamos desarrollar actividades como cualquier otra persona,
siempre que tengamos habilidades y condiciones».
Negado a la tristeza y la inactividad, Abelito hace de la vida
una celebración. «A cada rato
hago una fiesta e invito a unos
amigos y a otros no, porque
después hago otra nueva con el
resto y así disfruto el doble.
También me engancho en la silla de ruedas con un arnés, me
llevan para el río, me bajan con
una soga y gozo como cualquiera».
«Yo soy el hombre más feliz
del mundo», repite otra vez y le
creo. Pero no deja espacio para
otra pregunta, porque la respuesta definitiva ya le salta de
los labios:
«Cuando llego a mi casa,
me siento a plenitud. Mi esposa
es la responsable de todos mis
éxitos y mi hijo es mi brazo derecho. Gracias a ellos sé que
tengo por quién luchar: mi familia es mi vida». CM
© ares
ABDIEL BERMÚDEZ BERMÚDEZ
(Tomado del blog Misión Cuba)
Hacía tiempo que no escuchaba esa
palabra. Hacía mucho, sí, sobre todo en
boca de mis abuelos, y de otro montón
de viejucos que intentaron enseñarme
que para ser una buena persona, primero había que ser decente.
Y decente para mí era ser honesto,
educado y aseado. Si cumplía con estos
requisitos era un niño decente.
Después, quise ser un joven
decente, aunque tuviera pensamientos indecentes cuando una
muchacha linda requetelinda me pasaba por el lado. Y traté y traté, aunque
reconozco que no siempre he actuado de acuerdo con las leyes de la decencia.
La primera vez que fui indecente
se la debo a Yeya, una señora de armas
tomar que no aceptaba que mis pelotas
cayeran en su jardín. Y el día que amenazó con picármelas, se fue toda decencia al
demonio, monté en cólera y por poco Yeya pierde el jardín si no es por mi mamá,
que me llamó a capítulo.
La segunda vez que fui indecente fue
por culpa de Isandra, una gordita que resolvió romperme los espejuelos, por cosas de muchachos, cuando estudiábamos
en la primaria. Me aguanté de toda la decencia posible para no romperles los de
ella, aunque se me salieron un par de palabrotas impronunciables ahora. Debo
recordarles que estaba en cuarto grado y
era el año 1993, cuando encontrar cristales para los espejuelos era más difícil
que escribir con los pies.
Después he tratado de mantener la
compostura, que decencia también es
eso: acatar las buenas costumbres, las
normas de convivencia social, porque la
decencia, según mis abuelos, está en las
conversaciones, vestimentas, gestos y
posturas, pues saber comportarse decentemente no viene en los genes, hay
que enseñarlo.
Y antes, muuuuuuuuuuuuucho antes… la decencia era obligatoria. Ahora
no, ahora los nuevos tiempos, estos tiempos de escaseces y estrecheces, han mo-
delado nuevas formas de decencia. Y ya
para algunos que una joven vaya con
una falda-blumer a atenderse a un hospital no es indecente. Cosa con la que mi
abuela infartaría.
Y no sé por qué, pero cuando veo a un
hombre con plena capacidad para trabajar, tratando de vivir del aire; o a una mujer embistiendo a un turista en plena calle, así, abiertamente, sin que medie nada
más que una billetera de por medio, no
estoy muy seguro de que la decencia esté
dando señales de buena salud.
Una amiga mía dice que decencia es
una palabra demasiado abstracta, como
toda cualidad moral, y que por eso se esfuma. Y yo digo que es verdad, pero de
qué modo puede materializarse la decencia sino a través de lo que somos hacia dentro de nosotros mismos y hacia
los demás. Es como la frase aquella: la
mujer del César tiene que ser decente, y
además, aparentarlo.
Y aparentarlo esta vez no es ficción, ni
doblaje, ni teatro. Aparentarlo significa
que ser decente no es solo hacer gala de
educación y calidad humana en el orden
interior, sino de respeto por aquellos que
nos rodean. No basta con ser decente: es
necesario actuar con decencia, aunque
en estos tiempos eso suponga un motivo
de burla social. Y lo digo porque últimamente cuando se actúa con decencia ante
determinada situación, parece que se peca de bobo, de tonto, de extraterrestre. Es
como si actuar correctamente fuese irracional, y además, incorrecto. Por eso, si el
joven comete fraude en la escuela, le decimos: «No importa, lo que importa es que
apruebes…»
Y si no sabe hacer la tarea, se la hacemos; y si le falta el respeto a un profesor,
© archivo
INCLUYE POEMAS DE...
Nancy Morejón
A.A.G.
«Yo escribo porque necesito hacerlo,
el impulso de escribir es irracional», ha
dicho alguna vez Nancy Morejón (La
Habana, 1944) refiriéndose a su íntima
relación con la escritura. Nacida y criada en el seno de una familia obrera de
La Habana profunda, escribe poemas
desde los trece años y en 1962, con apenas dieciocho, publicó su primer libro
de versos. Poeta, ensayista, dramaturga
y traductora, en 1966 se graduó como
Licenciada en Lengua y Literatura Francesas en la Universidad de La Habana
con una tesis sobre el gran poeta martiniqueño Aimé Césaire. Su obra lírica,
de personal intimismo, da espacio, con
singulares caracteres, a un amplio registro temático de fuertes marcas identitarias al que no han sido ajenas las
preocupaciones sociales. Premio Nacional de Literatura y galardonada además con los prestigiosos premios YariYari de Poesía Contemporánea otorgados por la Universidad de Nueva York
en el 2004, Corona de Oro de Struga,
Macedonia (2006), Rafael Alberti (2007)
e Internacional de la Asociación de Escritores Gallegos (2008), en la actualidad Nancy Morejón continúa vinculada a la Casa de las Américas al tiempo
que preside la Academia Cubana de la
Lengua y la Asociación de Escritores de
la UNEAC.
· madre ·
Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reír
y no podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento de marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos del enemigo.
· divertimento (1) ·
como le gustaría a Rafael Alberti
(para guitarra)
Entre la espada y el clavel,
amo las utopías.
Amo los arcoiris y el papalote
y amo el cantar del peregrino.
Amo el romance entre el oso y la iguana.
Amo los pasaportes: ¿cuándo dejarán de existir los pasaportes?
Amo los afanes del día y las tabernas
y la guitarra en el atardecer.
Amo una isla atravesada en la garganta de Goliat
como una palma en el centro del Golfo.
Amo a David.
Amo la libertad que es una siempreviva.
· negro ·
Tu pelo,
para algunos,
era diablura del infierno;
pero el zunzún allí
puso su nido, sin reparos,
cuando pendías en lo alto del horcón,
frente al palacio
de los capitanes.
Dijeron, sí, que el polvo del camino
te hizo infiel y violáceo,
como esas flores invernales
del trópico, siempre
tan asombrosas y arrogantes.
Ya moribundo
sospechan que tu sonrisa era salobre
y tu musgo impalpable para el encuentro del amor.
Otros afirman que tus palos de monte
nos trajeron ese daño sombrío
que no nos deja relucir ante Europa
y que nos lanza, en la vorágine ritual,
a ese ritmo imposible
de los tambores innombrables.
Nosotros amaremos por siempre
tus huellas y tu ánimo de bronce
porque has traído esa luz viva del pasado fluyente,
ese dolor de haber entrado limpio a la batalla,
ese afecto sencillo por las campanas y los ríos,
ese rumor de aliento libre en primavera
que corre al mar para volver
y volver a partir. CM
Lecturas
Decencia, ¿una palabra perdida?
nos fajamos con el profesor, que para
eso somos los padres del niño, y usted,
profesor, que se pasa más tiempo con el
niño que los padres, que le aguanta toda
la malacrianza que ellos le dieron, se tiene que quedar calladito, ¿bien?, porque
es lo que hace un profesor decente, ¿no?
Pues no. Que enseñar decencia no
es obra docente. A ser decente se enseña desde la cuna. Al menos eso es lo
que me decía mi mamá cuando me prohibía aparecerme en la casa con un juguete que no hubiese sido comprado
por ella, para que aprendiera a respetar los bienes de los demás; y a andar
limpio y aseado, y a comer con la boca
cerrada, y a no decir malas palabras.
La verdad es que yo no seré un modelo de decencia ni mucho menos. Como todo ser humano, he cometido errores por los que he andado cabizbajo, sin
levantar mucho la cabeza, porque la vergüenza pesa. Pero si no me avergonzara
no estaría en el camino de la decencia.
No estaría cerca de ella. Y eso me alejaría de mis padres y mis abuelos, de la
gente que me quiere bien. Eso sería imperdonable.
Ser decente es no perder la capacidad
de avergonzarse, amigos. Incluso ante los
errores de los demás, ante un incumplimiento, o ante un hecho delictivo.
La decencia es el valor humano que
mejor refleja la dignidad humana. Quizás alguien piensa que el listón es demasiado alto, sobre todo cuando hay
que ingeniárselas para poner todos los
días el pan sobre la mesa. Pero hay cosas a las que un hombre o una mujer no
pueden renunciar nunca. Y aunque tengan que luchar con uñas y dientes por
sus metas y sus sueños, no deberían
perder algo que en buena medida nos
hace mejores entre los animales que
pueblan la Tierra. Y ustedes ya saben
de qué les hablo. CM
LA CALLE
DEL MEDIO
diciemBRE 2012
15
16
56
NÚMERO
diciembre
2012
·el abor ación·
Cernir la harina con el polvo de hornear;
unir la maicena y la leche en polvo ¶ Batir
las claras a punto de merengue ¶ Agregar
gradualmente el azúcar, sin dejar de batir;
adicionar las yemas de huevo ¶ Unir todos
los ingredientes, aflojar con agua; mezclar
con suavidad ¶ Colocar la mezcla en molde
engrasado ¶ Hornear o cocinar en recipiente apropiado ¶ Comprobar el término de
cocción mediante la introducción de un palillo en la masa, que debe salir seco ¶ Cubrir
con las frutas glaseadas.
nota: Las frutas en almíbar se cocinan con azúcar
y agua, preferiblemente picadas en dados pequeños. Se puede utilizar mango, cascos de guayaba,
piña, frutabomba, coco, entre otras. Si la masa se
confecciona con un batidor eléctrico, se pueden
unir todos los ingredientes.
TEMAS
A LA MITAD DEL MUNDO
autor: NELSON VALDÉS
intérprete: NELSON VALDÉS
CD A la mitad del mundo
Bis Music, 2011
·i ngr edien t es·
pa r a c ua t ro c omens a l es
ají chay · 4 unidades
cebolla · 2 unidades
medianas
perejil · 1 macito
ajo · 8 dientes
tomate de cocina · 2 unidades
medianas
pollo · 4 muslos
medianos
sal · ½ cucharada
bijol · ½ cucharadita
aceite · 2 cucharadas
comino · ¼ cucharadita
puré de tomate · 1 cucharada
arroz · 1½ tazas
vino seco · 2 cucharadas
SIN FRENO
autor: MANOLITO SIMONET
intérprete: MANOLITO SIMONET Y SU TRABUCO
CD Sin freno
Bis Music, 2012
HELLO AND GOOD BYE
autor: MICHEL CAMILO
intérprete: TAMARA CASTAÑEDA
CD Saboreando
Producciones Colibrí, 2010
·el abor ación·
Cortar los ajíes, las cebollas, el perejil y
el ajo fino. Picar el tomate ¶ Poner a hervir el pollo en agua, añadir la mitad del
ají, la cebolla, el ajo y el perejil; adicionar
la sal y el bijol ¶ Dejar cocinar hasta
que el pollo ablande; extraer las masas ¶
Colar el caldo, y reservar dos tazas y media ¶ En cacerola apropiada sofreír en
el aceite las masas de pollo y los condimentos frescos; añadir el comino y el puré de tomate; rehogar el arroz ¶ Agregar
el caldo, rectificar el punto de sal y dejar
cocinar hasta que el grano abra ¶ Dejar
secar, cocinar en baja intensidad de calor
y perfumar con vino seco al final ¶ Servir preferiblemente con perejil o cebollino por encima.
NOU NOU
autor: DJ LÁPIZ Y BLACKSOUL
intérpretes: KMINOS feat DANAE SUÁREZ
CD Continuo
Escucha Records, 2012
nota: La cebolla se puede sustituir por cebollino.
·i ngr edien t es·
pa r a t r es c omens a l es
cebolla · 1 unidad pequeña
mantequilla · 4 cucharadas
harina de trigo · 5 cucharadas
pimienta · 1/8 cucharadita
sal · 1 cucharadita
leche · 3 tazas
caldo de pollo · 1 taza
queso rallado · 8 cucharadas
·el abor ación·
Cortar la cebolla en trozos ¶ En cazuela
apropiada, poner a derretir la mantequilla
¶ Colocar en la batidora la cebolla, la harina de trigo, la pimienta, la sal, la leche y el
caldo; batir ¶ Unir la mezcla con la mantequilla ¶ Cocinar la crema hasta que espese,
durante veinte minutos, aproximadamente
¶ Servir inmediatamente con el queso polvoreado por encima.
ca, el perejil, el culantro y el apio, y
verá cómo su comida adquiere nuevos matices de sabor.
• El pescado se adoba en la cocina clásica con sal, pimienta y jugo de limón. Cuando se fríe, se pasa siempre por harina de trigo para que seque.
• La acelga y la espinaca se pueden
consumir crudas o salteadas ligeramente.
• Para la mejor conservación del puré de tomate se debe guardar con
una capa de aceite por encima.
• Los huevos cocidos en agua no deben hervirse durante más de diez
minutos, ya que aparece una coloración indeseable.
• Para que se mantengan verdes, las
habichuelas se ponen en agua hirviendo con sal y se cocinan destapadas durante unos minutos.
• Para evitar que el plátano fruta se
oscurezca, añádale unas gotas de
zumo de limón.
• Agregue siempre una pizca de sal a
los postres, para darles el punto de
sabor. CM
director
enrique ubieta gómez
corrección
ana r. gort wong
jefa de redacción
sheyla valladares
fotografías
alejandro montesinos
léster vila pereira
diseño
10k
zardoyas
ensopada de pollo
·i ngr edien t es·
pa r a u na t ort a
harina de trigo · 1 taza
polvo de hornear · 1 cucharadita
maicena · 1 cucharada
leche en polvo · 1 cucharada
huevo · 3 unidades
azúcar refino · ½ taza
yema de huevo · 2 unidades
agua · 3 cucharaditas
frutas en almíbar · 1½ tazas
crema de queso rápida
A cargo de Ailer Pérez, ijorki morales
y Carmen Souto
© a.m.r.
Las recomendaciones en la cocina
obedecen a procedimientos tecnológicos incorporados al quehacer alimentario y que se han ido trasmitiendo de
generación en generación por su demostrada eficacia. Las ciencias alimentarias, junto a los saberes de cocineras
y cocineros, han conformado un cuerpo de conocimientos que resulta muy
provechoso y abarca diferentes temáticas. De esta forma, un consejo en la cocina puede abordar diversos campos,
como la higiene y conservación de los
alimentos, la nutrición y la tecnología
culinaria, así como la presentación y el
servicio de los platos.
Sin duda, los consejos culinarios
también responden a la creatividad en la
cocina, pues cuando se comienza a experimentar en la confección de platos, se
descubren nuevas combinaciones, se revelan nuevos sabores, se crean nuevas
recetas y hasta se agiliza su elaboración.
Muchas de ellas solucionan apremios
alimentarios. Dos buenos ejemplos son
los «inventos» de la pasta de bocadito a
base de vegetales y de la mantequilla casera con leche en polvo, que constituyen
preparaciones que mucho ayudan en la
cocina doméstica, y de muy agradable
sabor (ambas recetas ya fueron publicadas en los números 41 y 48, respectivamente, en LA CALLE DEL MEDIO).
Esta vez, se proponen nuevos consejos para continuar ampliando este
saber:
• Corte la berenjena en lonjas, pásela
por aceite y ásela en sartén hasta
que dore. Agregue después el aderezo.
• Para la preparación del almíbar se
deben guardar las proporciones entre el agua y el azúcar. Generalmente se utiliza media taza de agua por
una de azúcar.
• Las pastas alimenticias se cocinan
en abundante agua hirviendo con
sal, sin sobrecocinarlas y al dente.
• Las plantas aromáticas (ajo, cebolla, ajíes…) se saltean en grasa hasta
que se marchiten, con baja intensidad de calor para evitar que se quemen. Generalmente se agrega primero el ají, luego el ajo y finalmente
la cebolla.
• La zanahoria cruda y rallada combina muy bien con ajo machacado,
maní y algo de mayonesa o aceite
aromatizado.
• La calabaza se puede comer cruda
y rallada, aderezada preferiblemente con aliños agridulces (miel de
abejas, zumo de limón, hojas de
menta, albahaca...).
• La papa, el boniato y la calabaza se
cocinan introduciéndolos en agua
hirviendo con sal, de manera tal
que cubra ligeramente estos productos, y se tapan. De esta forma,
se preservan sus propiedades nutricionales.
• Utilice las plantas aromáticas en su
cocina, como el jengibre, la albaha-
panetela cubierta
© a.m.r.
MADELAINE VÁZQUEZ GÁLVEZ
y ALEJANDRO MONTESINOS LARROSA 
rnps: 0583
colaboradores
a.a.g.
santiago alba rico
abdiel bermúdez bermúdez
josé luis estrada betancourt
alejandro montesinos larrosa
ijorki morales
liudmila peña herrera
ailer pérez
h. romo sigler
carmen souto anido
madelaine vázquez gálvez
léster vila pereira
jorge wejebe cobo
ME HACES BIEN
autor: JORGE DREXLER
intérprete: ARGELIA FRAGOSO
junto a PANCHO AMAT
CD Inesperadamente
Producciones Colibrí, 2012
DISCO
diciembre 2012
COMER EN CASA los consejos culinarios (ii)
© a.m.r.
variados
LA CALLE
DEL MEDIO
PROPUESTAS
MUSICALES
30 AÑOS DE SON
intérprete: SON 14
EGREM, 2011
ESPACIO
Peña de la Camerata del Son
últimos domingos de cada mes,
5:00 p.m. Cine Avenida
(Calle 41, e/ 56 y 58, Playa)
VIDEO CLIP
CARNAVAL
intérprete: LARITZA BACALLAO
Dir.: MANUEL ORTEGA
dirección
calle 21 no. 406, vedado, la habana,
cuba. cp 10400.
email
[email protected]
impresión
imprenta federico engels
Descargar