56 NÚMERO • diciembre 2012 • pág. 2 pablo escobar opinión la sublimación del mal dausell valdés gente © canal caracol «soy un pintor de ideas» • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • pág. 4-5 © dausell valdés pág. 10 lázaro valle deporte abel gonzález marrero gente 14 el supersónico de la habana vieja © archivo algunos motivos para desear el apocalipsis 6 el espía de los canarios 7 pág. innovador de la alegría © cortesía del entrevistado Estimados lectores: El disco, o la memoria flash, pasan de mano en mano. La teleserie colombiana sobre Pablo Escobar es vista de corrido, en computadora, por muchos cubanos. Manipuladora, pero de excelente factura, es analizada por el crítico José Luis Estrada Betancourt para editorial este número de LA CALLE. H. Romo Sigler nos trae a Lázaro Valle, estelar lanzador industrialista y del equipo grande, para entrevistarlo con rectas y curvas. Otro entrevistado, el pintor Dausell Valdés, habla de sus paisa- jes conceptuales. La periodista Liudmila Peña descubre en su blog a un personaje maravilloso, y lo subimos a nuestra embarcación. Wejebe Cobo comenta el raro caso del espía nazi en Cuba, fusilado antes de que pu- 12 fotorreportaje vida de vitrina diese hablar; mientras Alba Rico reflexiona sobre el apocalipsis previsto por los medios para este mes de diciembre. Hablamos de todo, de la decencia, de la solidaridad, y ofrecemos algunos consejos culinarios para fin de año. En fin, que seguimos junto a ustedes. Gracias. CM © canal caracol opinión Pablo 2 Escobar: LA CALLE DEL MEDIO diciembre 2012 la sublimación del mal JOSÉ LUIS ESTRADA BETANCOURT Con esa genialidad que siempre le caracterizó, Alfred Hitchcock aseguró alguna vez: «Cuanto más elaborado sea el malo, mejor será la película». Y por años la historia del cine le ha dado la razón a este probado maestro del séptimo arte, director de clásicos como Psicosis, Vértigo y Los pájaros. Bueno, no solo el cine, sino también algunos psicólogos que se han encargado de dar una explicación al porqué no pocos villanos han calado tan profundo en la imaginación popular, al punto de relegar a un segundo plano a quienes deben considerarse como los verdaderos héroes del drama. Tal vez la explicación esté en que, según no pocos especialistas, esos antihéroes muestran características que poseen quienes los admiran, lo cual los convierten en «irresistibles», aunque esto no quiere decir, aclaran, que en estos haya una predisposición a imitarlos. De cualquier manera, una estudiosa como la psicóloga Carolyn Kauffman, del Columbus State Community College en Estados Unidos, piensa que «el público percibe en estos personajes los rasgos más oscuros de su propia personalidad»; mientras un colega suyo, José Félix Rodríguez, experto en psicoterapia, está convencido de que los seres humanos, por principio, nos fascinamos con la fuerza y el dominio. Quizás en las consideraciones anteriores se encuentre la explicación de por qué un personaje tan siniestro como quien fuera el máximo líder del tris- temente célebre Cartel de Medellín haya conseguido despertar el interés y hasta las simpatías en un auditorio que, como ha sucedido en muchos países de América Latina, ha seguido, como hipnotizado, las «pericias» (es decir, los abominables bombazos, secuestros, chantajes, presiones...) del protagonista de Pablo Escobar: el patrón del mal. Al punto de que en Cuba, por ejemplo, esta serie, producida por Canal Caracol de Colombia (logró ser el lanzamiento más visto de la televisión de ese país), se ha agenciado tantos adeptos que da la impresión de que se estuviera exhibiendo en algunos de los canales de la televisión nacional. Lo cierto es que los 113 capítulos de Pablo Escobar: el patrón del mal se han ido moviendo de memoria flash en memoria flash, y se hace hasta difícil hallar un lugar de la isla donde no se hable de esta obra audiovisual que ha logrado traer de vuelta a quien fuera capaz de someter una nación a un régimen de terror durante casi 20 años. La pregunta es: ¿cómo alguien como Escobar, sanguinario, vengativo, manipulador, terrorista a pulso, lejos de recibir el rechazo unánime de la teleaudiencia, ha logrado cautivarla y se ha erguido en «héroe», en lugar de sus captores? Posiblemente, una de las respuestas esté en que la historia de Pablo Escobar: el patrón del mal ha sido contada desde el punto de vista de los malos, aunque espero que los espectadores tengan conciencia de que en este caso no se trata de uno de ficción, de esos de película. Con un guión armado a partir de la adaptación libre del texto La parábola de Pablo, de Alonso Salazar, y basado también en documentos periodísticos y testimonios de personas como Juana Uribe y Camilo Cano –respectivamente sobrina de Luis Carlos Galán e hijo de Guillermo Cano, director del diario El Espectador–, dos de las numerosas víctimas de Escobar, esta serie, a pesar de que no contiene la verdad absoluta, nos acerca a un doloroso pasado signado por el tráfico de drogas y la muerte. Mas casi todo el peso del relato recae en Pablo, su familia y sus sicarios. Comienza con una serie de flashbacks y flashforwards que nos ponen al tanto del operativo que finalmente le dio muerte al magnicida, entre los cuales se insertan algunas escenas reales, al tiempo que se van mostrando varios de los más sonados asesinatos cometidos por este. Luego la historia se trasladará al inicio de todo y el espectador conocerá primero al Pablo niño y el modo como forjó su identidad; y después al joven, para más tarde dejarse «atrapar» y quedarse con el Escobar adulto, que se adentra primero en la vida de las comunas y su submundo, y con el tiempo se transforma en el rey de la cocaína (desde la década de 1970 hasta los primeros años de la década de 1990). Un Escobar interpretado magistralmente, digámoslo, por Andrés Parra. Porque, también hay que reconocerlo: uno de los gran- des méritos de dicha realización de 2012 está en la excelencia de las interpretaciones. Es sencillamente imponente el desempeño de Parra, quien brilla con luz propia y se roba el show. Su estudio del papel fue tan minucioso que a veces cuesta percatarse de cuándo estamos o no ante imágenes de archivo del verdadero narcotraficante; ese que podía poner un carro-bomba que hiciera desaparecer un edificio, sin importarle la pérdida de inocentes, y al mismo tiempo ser un hijo ejemplar, padre dedicado y amoroso, amante esposo... Y sucedía: de repente uno podía descubrirse no solo sintiendo admiración, sino hasta compasión por quien se distinguiera por su abrumadora crueldad. Entonces es cuando uno se percata de cómo puede manipularnos una obra audiovisual como esta, valiéndose de disímiles recursos como la cuidada caracterización de los personajes y la ya mencionada elección de los actores y actrices que los defenderían. Pues no solo Andrés Parra se luce, sino que se eligió un reparto de lujo en el cual nadie está fuera de lugar; además lo hacen Vicky Hernández como Hermilda Gaviria, la madre (cada aparición suya es una clase magistral); Christian Tappan (el primo Gonzalo); Cecilia Navia (Patricia Urrea, como en la serie nombran a Victoria Eugenia Henao de Escobar, la esposa), que conmueve una y otra vez; Angie Cepeda (Regina Parejo); Nicolás Montero (Luis Carlos Galán); Ernesto Benjumea (Rodrigo Lara Bonilla)... Como es de esperar, Pablo Escobar... ha creado cierta controversia por su planteo histórico (la manera como tuvieron lugar los acontecimientos y los personajes involucrados en ellos), y también ha sido criticada por falta de rigor (lo cual va más allá de los cambios de nombres). No obstante, el trabajo técnico y actoral resulta, en mi opinión, muy destacado. Estamos hablando de una producción muy cercana a lo impecable: por la puesta en escena, la dirección de arte (sobresalen la escenografía, el maquillaje y el vestuario, reflejo preciso de toda una época), por la solidez del guión que echa mano al melodrama, el humor, el suspenso, la acción... Pero ya lo hemos dicho: es muy probable que los seguidores de esta serie puedan recordar sin dificultad, e incluso hasta con sus pausas, cualquiera de los diálogos llenos de sarcasmo o simpatía del capo, y por el contrario no consigan memorizar alguno que le parezca memorable de quienes representan a las gentes atormentadas por el pánico. Efectivamente, Pablo Escobar: el patrón del mal anda por las calles y la criminal existencia del narcotraficante ha vuelto a salir a flote. Es evidente que para poder contar las tragedias es necesario dejar pasar el tiempo. Quizás esté todavía por venir esa otra serie donde estén más presentes las reacciones del país, la angustia y el dolor que provocó alguien que ahora, gracias a la ficción, pudiera engañarnos. Pero no nos equivoquemos, porque Pablo Escobar fue dueño de una maldad infinita. CM Cecilia Navia interpreta a Paty Escobar opinión © canal caracol Andrés Parra interpreta a Pablo Emilio Escobar LA CALLE DEL MEDIO DICIEMbre 2012 3 Christian Tappan interpreta a Gonzalo Gaviria Radiografía de una sociedad enferma ENRIQUE UBIETA GÓMEZ Circulan entre nosotros copias piratas de la teleserie colombiana Pablo Escobar: el patrón del mal. De excelente factura –ambientaciones de época, matices del habla adecuadas a cada personaje, un guión sólido y actuaciones memorables–, la serie, que ya contaba con el gancho extraartístico de presentar la biografía de un mito popular, agarra al telespectador (¿estaría bien decir «compuespectador»?) por méritos narrativos propios. Más allá de las simplificaciones dramáticas y de los intencionados desvíos históricos, la serie sorprende por la manera natural con la que se presenta a un país atado de pies y manos por la corrupción, la doble moral y la dependencia de su aristocracia al poder del imperialismo estadounidense. Las escenas de un Presidente que discute la extradición de un asesino –se reconoce como un hecho natural que no pueda ser juzgado en el país, porque los encargados de la justicia serían comprados o liquidados– con los miembros de su gabinete en presencia del embajador de los Estados Unidos (especie de procónsul que no se oculta), son elocuentes. ¿Aceptan los colombianos como normales estas escenas? La sola defensa de la extradición como única alternativa para la justicia, degrada al Estado colombiano, que reconoce su impotencia y su pasividad cómplice ante la corrupción. Solo medítese en lo que sería Cuba si la mafia norteamericana llega a establecer, como pretendía, su cuartel general en La Habana. Precisamente el serial recrea a su manera los contactos de Escobar con algunas personas en Cuba –detectadas, juzgadas y severamente sancionadas en 1989 por la justicia revolucionaria, algo que no se aclara–, en un tráfico que geográficamente hubiese tenido en la isla bloqueada una opción de tránsito y una fuente de enormes ingresos, pero hubiese significado el fin del ideal socialista. Una Revolución solo perdura si sabe defender los principios morales que le dieron origen y que la diferencian de sus enemigos históricos. Pablo Escobar, bien encarnado por el actor Andrés Parra, es un hombre pobre que amasa una enorme fortuna (utilizado, rechazado y temido por la aristocracia colombiana de «sangre azul»), simpático, encantador cuando se lo propone, infantil y sumiso frente a su madre, buen esposo y padre en los cánones del machismo latino, pero también un asesino despiadado, enfermizo y melómano. No obstante, el gobierno de los Estados Unidos no le declaró la guerra por motivos nobles: Pablo Escobar no dejaba sus ganancias en territorio estadounidense. En varias ocasiones el personaje se declara «de izquierdas», y aunque el televidente no le crea, la serie lanza un manto de confusión sobre todos los que intervienen en la guerra. La serie, no obstante, muestra la radiografía de una sociedad enferma.. CM Ernesto Benjumea interpreta a Rodrigo Lara Bonilla Vicky Hernández interpreta a Doña Enelia Nicolás Montero interpreta a Luis Carlos Galán Germán Quintero interpreta a Guillermo Cano GENTE dausell valdés «Soy un pintor de ideas» LA CALLE DEL MEDIO DICIEMbre 2012 4 Las profecías de Einstein ENRIQUE UBIETA GÓMEZ El pintor pinareño Dausell Valdés me había invitado a la inauguración de su exposición Voces al viento, en la Casa de Carmen Montilla, justo frente a la sala de conciertos de la Basílica Menor de San Francisco de Asís. Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, dijo en esa ocasión: «Si la noble inspiración que nace de los bellos parajes de su tierra ha sido la base para el inacabado diálogo entre la vocación y el oficio; si su arte logró hacer diferente todo concepto precedente del paisaje; si entre rocas y nubes plasmó sueños que solo están reservados a los verdaderos artistas, con esta muestra ingresa en un nuevo espacio absolutamente creado por él y para él». Sigo su obra, de implicaciones filosóficas, y decidí esta vez entrevistarlo para los lectores de LA CALLE DEL MEDIO. Dausell es un guajiro lleno de sorpresas. Introvertido, parco pero preciso, tiene una clara comprensión de lo que busca y logra en sus cuadros, que es también lo que busca y encuentra en la vida: sinceridad, paz interior, comunión con el universo y con la historia humana. «Los paisajes de Dausell Valdés nos sumergen en una visión del mundo en pleno proceso de cambio y transformación. Las montañas, los bosques con forma de pájaro o de piedras flotantes, así como los otros elementos que conforman la obra de este artista cubano elaboran un nuevo imaginario», escribía Nicolás Maduro, entonces canciller de la Venezuela bolivariana. Practicante de artes marciales y devoto de las filosofías orientales, expresa con sencillez la identidad de lo humano y lo natural. Su obra puede hallarse en museos, pero también en la casa de artistas e intelectuales y de estadistas europeos, asiáticos, africanos o latinoamericanos. Quede este retrato hablado de su vida artística para nuestros lectores. ¿En tu familia hay antecedentes para tu vocación por las artes? Bueno, que yo conozca, no. He indagado con mis padres, con algunos familiares, y ellos tampoco recuerdan algún antecedente familiar, no ya en las artes plásticas, sino en las artes en general. Mi padre toda la vida fue dirigente, director de escuelas del partido en la región de Guanajay, Artemisa y Mariel, y en la escuela provincial de Pinar del Río. Fue por eso que de niño residí en Mariel. Mi mamá es ama de casa. Tuve una hermana maestra, otra en las fuerzas armadas, y un hermano que trabaja en los muelles del Mariel. ¿Dónde naciste? Yo nací en Pinar del Río, pero desde los cuatro meses y hasta los 15 años viví en el Mariel. Es decir, que no creciste viendo los famosos mogotes de Pinar; los primeros paisajes de tu vida fueron de costa, de mar… Sí, yo crecí pescando jaibas, bañándome en el malecón del Mariel, paseando en bote, atrás había montañas, las de esa zona, pero son apenas unas lomas. Recuerdo que los muchachos del barrio nos escapá- Piedra árbol bamos para bañarnos en el malecón o para empinar papalotes en la costa. Yo hice hasta hornos de carbón. Recuerdo que frente a mi casa vivía un señor a quien llamaban el Nene, que era carbonero, y Juan Carlos, mi mejor amigo de esos años, y yo, nos poníamos a preparar con él el horno de carbón. Hacíamos un saco y lo vendíamos a ocho pesos, cuatro para él y cuatro para mí. A veces íbamos juntos al monte a buscar limones y después los vendíamos recorriendo el pueblo con una carretilla. ¿Dibujabas ya en esos años? Sentí inclinación por las artes plásticas desde muy temprano, con seis o siete años de edad. Comencé modelando animales prehistóricos en plastilina. Un día hice un dinosaurio, y cuando llegó mi cuñado del trabajo por la noche, mi hermana se lo enseñó y él decía: «no, qué va, esto no lo pudo haber hecho él». Entonces lo rompí y lo volví a hacer delante de él. A esa edad la inclinación natural de los niños es explorarlo todo. Lógicamente, recuerdo algunas revistas de historietas…, quizás vi los dinosaurios en ellas. Pero también modelaba cocodrilos, camaleones, aves, todo con plastilina. No conocía desde luego el barro. Recuerdo a un carpintero que vivía al lado de mi casa, y yo iba a verlo trabajar cuando llegaba de la escuela y si él estaba haciendo una cama, con la recortería que me daba, a pequeña escala, hacía la misma cama. Es decir que en esos primeros años sentí más inclinación por las figuras tridimensionales que por el dibujo. No sé si ahora haces esculturas, pero paradójicamente lo que te ha dado a conocer es la pintura… Realmente no hago esculturas. He sentido la necesidad, pero no he emprendido esa aventura aún. En el mes de febrero debo hacer una exposición en el Museo de Arte de Pinar del Río y quiero que sean piezas tridimensionales. Voy a partir de obras bidimensionales ya elaboradas por mí que quiero llevar a ese plano, obras que sean susceptibles de ser convertidas en instalaciones. Y voy a ser fiel al sentido de mi obra, incluso con los materiales que voy a usar, voy a trabajar con elementos propios de la naturaleza, me refiero a la piedra, a la madera, al hierro que se extrae también de la naturaleza. Sé qué quiero, cómo lo quiero, sin apartarme de lo que he venido haciendo hasta ahora. Pero el resultado final todavía para mí es un enigma. Hay que arriesgarse. Pero en algún momento descubriste que te gustaba dibujar y que, además, lo hacías bien… Recuerdo con mucha añoranza que cuando estaba en cuarto, en quinto y en sexto grados, en mi grupo había un niño llamado Ariel, que dibuja- ba también. Ambos teníamos libretas que eran solo para dibujar. Él vivía más pegado a la costa y hacía barcos. Tenía los modelos muy cerca. Entonces establecimos una especie de competencia, a ver quién hacía el barco más bonito. Esa fue mi primera escuela y los mismos compañeritos del aula nos buscaban para que dibujáramos las primeras hojas de sus libretas. Ellos fueron también nuestros primeros admiradores y críticos. ¿Ariel no llegó a ser pintor? No sé, cuando salí del Mariel no volví más, hasta que ya fui un hombre y perdí todo vínculo con mis compañeritos. No sé qué pasó con él, me gustaría saberlo. Ariel Martínez se llamaba. ¿En esos años tomabas en serio tu inclinación natural por las artes plásticas? Un día mi cuñado llevó a la casa a un primo suyo que estudiaba en San Alejandro –actualmente es profesor de cerámica en esa academia– para que viera lo que estaba haciendo, y aquel hombre dijo que tenía aptitudes y me dio algunas instrucciones que no recuerdo si seguí. Pienso que a esa edad pesa más la espontaneidad. Terminado el sexto grado, mi papá me llevó a la Escuela Elemental de Artes de Pinar del Río, aprobé los exámenes de ingreso y me bequé. Ahí estuve un año. ¿Por qué abandonas los estudios académicos? Realmente fui un niño muy apegado a la familia, que de pronto se vio lejos de su casa y le hizo rechazo a la escuela. A tal punto, que no quise seguir, de ninguna manera. Y mi padre, pienso yo que como castigo o como enseñanza, me ubica en una escuela en Guane, setenta y tantos kilómetros más allá. Pero ese año que pasé en la Escuela de Artes fue muy intenso, se impartían programas muy cargados, fui alumno de Pedro Pablo Oliva en pintura, tuve otros grandes profesores como Mario García Portela que me daba dibujo y su esposa Mari Cuqui, en fin… Y al salir, ya traía un cierto entrenamiento académico. Pero en Guane, desde que llegué, me vinculé a los talleres que existían en las Casas de Cultura. Recuerdo que encontré a Lázaro Piloto, que estuvo conmigo en la Escuela Elemental de Artes de Pinar –cuando yo estaba en séptimo, él estaba en noveno–, ya como instructor en la Casa de Cultura de Sandino y pasó de ser mi compañero de estudios a mi profesor. Y así continuó durante esos tres años mi relación con las artes plásticas, en talleres, participando en exposiciones colectivas como aficionado. ¿Te consideras un pintor autodidacta? Sí, desde luego. Bueno, pienso que la escuela además de darte conocimientos te titula, pero hay escuelas que no te ti- La voz de los vientos tulan y son tan provechosas como las otras. Lo importante es la aptitud. Pienso que la escuela siempre está, ya sea en un centro docente o en el taller de otro artista que te recibe. La escuela no se reduce a un título, pero claro, el título te acelera el camino. Por lo general los pintores autodidactas hacen un tipo de paisaje naif o naturalista, pero tú cultivas un arte más conceptual, te alejas de los caminos trillados…, ¿cómo logras conformar tu estilo, tu marca? Mira, desde muy niño practico la filosofía oriental, la filosofía zen. Y estoy muy marcado por ella. Comencé haciendo paisajes naturalistas, casi hiperrealistas, pero llegó un momento en que aquello no me interesó más. Tuve muchas influencias como todo artista. En principio los paisajistas chinos y japoneses, luego los más contemporáneos como Esteban Chartrand, Menocal, Shiskin y después Tomás Sánchez, que le dio un vuelco al paisajismo. También él, por cierto, es practicante de yoga, y todas esas filosofías están unidas, hemos bebido de las mismas fuentes. Pero la práctica de las artes marciales, de la filosofía zen, inconscientemente me fue llevando por un camino, me fue aportando temas que se salían del camino inicial, de un arte más realista, más físico. Fui sintiendo la necesidad espiritual de sacar lo que llevaba dentro. En una ocasión, un gran artista de Pinar, Juan Suárez Blanco, me dijo: «mira Dausell, ¿tú conoces a René Magritte?» Yo no lo cono- cía. «Ve a casa de Pedro Pablo Oliva y dile que te enseñe el catálogo de Magritte». Cuando yo vi sus cuadros me quedé petrificado, yo pensaba que había inventado el agua tibia. Tenía una relación extraordinaria con Magritte –yo creo que eso viene en el subconsciente, está en el éter, no sé– más que con Dalí. Aquello me aplastó. Pero como me dijo Fabelo en una ocasión, todos tenemos influencias, el arte no se crea de la nada, todo es un proceso de acumulación de ideas, de pensamientos, a lo largo de la historia, y uno toma de esa fuente. Muchas veces lo que haces es descontextualizar la idea de otro artista y le pones tu propia interpretación, eso es el arte contemporáneo. ¿Pedro Pablo Oliva ejerció su magisterio sobre ti? Sí, sí, siempre lo he reconocido. Fue mi maestro en la Escuela Elemental y continúa siéndolo cuando nos encontramos o lo visito en su casa y conversamos sobre arte. Y sin embargo, su universo pictórico es muy diferente al tuyo… Uno se apodera de íconos, de símbolos que tienen que ver con el comportamiento de cada individuo, con su manera de mirar el mundo. Pedro Pablo es un cronista, es un artista que plasma sus vivencias personales, las vivencias de su entorno, y yo trato de expresar mis inquietudes espirituales. No trato de explicarlas, sino de darles una reso- nancia, o en todo caso de explicármelas a mí mismo, más que explicárselas a otras personas. Así sucede en el arte, cada quien tiene su poética. La manera de expresar de los creadores como Fabelo, Kcho, Rancaño, Choco y otros, es diferente como diferentes pueden ser sus filosofías. Bueno, ya que mencionas a otros artistas plásticos, más o menos coetáneos, ¿crees que perteneces a alguna tendencia, a algún movimiento artístico generacional?, ¿qué hay de común entre los pintores de tu generación y qué te diferencia de ellos? Lo que tenemos de común, en primer término, es el compromiso con este tiempo que nos ha tocado vivir, la necesidad de expresar o de ayudar a comprender ideas, pensamientos, situaciones. El arte cubano contemporáneo es un arte inteligente, fundamentado en lo ético, en lo estético, en lo filosófico, en lo político, en lo espiritual. Eso se lo debemos a la Revolución. Porque contamos con escuelas que nos enseñaron a pensar y no a trabajar por trabajar, y creo que en eso coincidimos los artistas cubanos. Quizás tu generación más que por una unidad esté marcada por una diversidad… Yo pienso que sí. Hay unidad, pero a la vez hay diversidad. Diversidad de técnicas, de tratamientos, de expresiones… Los artistas cubanos de hoy abordan muchos más te- El filtro y por qué entran la historia y sus héroes en esa dinámica entre lo natural y lo humano? Mi maestro de aikido, Yamada, insistía en que cada practicante tenía que convertirse en naturaleza, no podía verla como algo externo, pues somos parte de ella. Y que para poder comprender los fenómenos había que vivirlos. Esta enseñanza me dejó muy inquieto, y comencé a madurar la idea de llevarla a la obra de arte. Nace entonces la primera figura humana pintada con y a través del paisaje, un autorretrato que titulé La clave budista. En el 2002, durante la inauguración de la exposición de los doce paisajistas pinareños en el Memorial José Martí, a la que asistió Fidel –fue la primera ocasión en que le regalé una obra–, le comento del Martí yacente que hay en Pinar del Río, y él me dice, «¿y tú no te atreves a hacerlo?» Sí, sí, cómo no. «Pero haz tu Martí», insiste. Hice mi Martí claro, que para todo cubano es un símbolo, y así fueron surgiendo una serie de retratos, como los del Che, Bolívar y otros. Quedé motivado por la necesidad de satisfacer, de expresar esa experiencia espiritual, alimentada por aquella primera conversación con mi maestro, y por la conversación que después tuve con Fidel. Al final es inevitable, creo que todo artista cubano ha abordado en algún momento de su obra a Camilo, al Che, a Martí, porque es nuestra historia, estamos marcados por ella. Y como dijera Oscar Wilde: «un hombre sin memoria no puede tener porvenir, por lo tanto un hombre sin recuerdo no puede soñar». Hay quien rechaza los encargos o los desvaloriza, pero la historia universal de las artes plásticas está llena de obras maestras que fueron realizadas por encargo… Puede darse el caso de obras creadas por encargo que te den a conocer, o que te lancen a la fama. Hay encargos que te permiten crear, esos son muy buenos. Pero en ocasiones inducen al artista, acuciado por las necesidades económicas, a alejarse de su proceso de creación y a reiterar sus obras. En una exposición colectiva en la que no estén los nombres de los autores, cualquiera reconocería fácilmente una obra tuya. ¿En algún momento has sentido la necesidad de renovarte, de empezar una etapa diferente? Constantemente uno siente esa necesidad que es un reto. Pero hay que hacerlo de manera tal que siga llevando tu sello. Uno va edificando un estilo que permite que te identifiquen, eso no lo puedes perder. Puedes moverte en otras direcciones, puedes explorar, investigar, experimentar, pero esa esencia que te ha costado tantos años no debe perderse. CM GENTE mas de la vida cotidiana, es el momento el que nos lleva a eso. En el caso específico del paisaje, sí hay un movimiento muy fuerte, no solo en Pinar del Río, sino en toda Cuba, y hay muy buenos paisajistas. ¿Y tú te consideras parte de ese movimiento de paisajistas?; tu obra, ¿no rompe con la concepción tradicional del paisajismo? Yo no me considero un paisajista, al menos no en el sentido tradicional, más bien soy un pintor de ideas, que utiliza el paisaje como medio de expresión. Que recurra al paisaje quizás sea por el contexto en el que vivo, o también por influencia de la escuela de paisajistas de Pinar del Río. Probablemente a los creadores no les guste revelar el procedimiento, la rutina creativa, pero siento curiosidad: ¿primero fotografías el paisaje?, ¿dibujas algunos apuntes frente al paisaje?, ¿o pintas de memoria? Fotografías nunca hago. Yo no soy botánico, a mí no me interesa que puedas identificar una mata de mango o una ceiba…, las palmas, claro, ellas son diferentes y representativas. Solo me interesa que al mirar la obra sepas que es un bosque. Hace mucho tiempo que hice mío un pensamiento zen que dice «para representar la naturaleza lo que importa es captar el espíritu de las cosas y no su aspecto exterior». La mejor fotografía es la memoria que uno tiene, las tantas veces que se ha movido en ese entorno. Hago varios apuntes de la idea que quiero expresar. De ello puede dar fe mi esposa, que es el cincuenta por ciento de mi creación, una mujer muy bien preparada, que ha estudiado mucho y que es mi mejor crítico, muy incisiva y directa. A veces creo que tengo una idea y ella me dice, «no, mira, la estás dando muy literal, estúdiala más». Humanizas la naturaleza, naturalizas el rostro humano, ¿cómo LA CALLE DEL MEDIO DICIEMbre 2012 5 DICIEMbre 2012 6 SANTIAGO ALBA RICO Especial para LA CALLE DEL MEDIO Un tercio de los estadounidenses cree en el apocalipsis; un 15 % está seguro de que llegará en el curso de sus vidas, y un 2 % estaba convencido de que había de producirse el pasado 21 de diciembre. Según las encuestas y como para probar la diferencia cuantitativa de EE.UU., cuya norma es siempre la exageración, ese porcentaje disminuía un poco a escala global: solo 1 de cada 10 seres humanos había aceptado la irremediable desaparición del planeta Tierra en el año 2012 con arreglo a la supuesta predicción del calendario maya. Haríamos mal, en todo caso, en burlarnos de la credulidad de esos –digamos– 100 millones de personas, pues sabemos por experiencia que es posible creer en cualquier cosa, desde la superioridad de la raza blanca hasta el poder afrodisíaco del cuerno de rinoceronte, sin olvidar que la mayor parte de los humanos confía en la ciencia con la misma irracionalidad y por las mismas sinrazones –por una especie de tradición fiduciaria– que en la Santísima Trinidad o en las verdades reveladas del Corán. También haríamos mal en atribuir ese estremecimiento apocalíptico a la pobreza o a la ignorancia. Digamos que esta pasión del fin del mundo es una típica pasión de clases medias; es decir, de ese amplio nicho social situado entre la concreción terrestre de los más pobres, sin tiempo para tonterías, y la soberanía cínica de los más ricos, cuyos temores nunca adoptan una dimensión cósmica. Es lo que el escritor mexicano Juan Villoro ha llamado «turismo de la catástrofe»: gente que puede reservar un hotel junto a las ruinas mayas de Yucatán para ver de cerca el espectáculo o alquilar una habitación en la cumbre del monte serbio Rtanj, «ombligo del mundo», sobre el que los extraterrestres debían activar el 21 de diciembre una «pantalla protectora» para salvar del cataclismo final a unos pocos escogidos. Gente con algunos ahorros y gente, además, con capacidad intelectual e informática para reunir algunos conocimientos inexactos de historia y astronomía y basar en ellos sus certezas catastróficas. David Robinson, un astrobiólogo de la NASA, se ha pasado tres años respondiendo pacientemente a © ares LECTURAS LA CALLE DEL MEDIO Algunos motivos para desear el apocalipsis preguntas de cientos de ciudadanos inquietos, convencidos del inminente apocalipsis, que apoyaban sus consultas en textos sumerios, calendarios mayas y datos casi precisos sobre alineaciones de planetas y distancias entre galaxias. Es normal y humano creer en tonterías, y es hasta bueno que uno haga el esfuerzo intelectual de demostrar su fundamento. Lo realmente inquietante es la hondura de indefensión política y humana que ese impulso revela. En un largo artículo publicado en Skeptical Inquirer (http://www.csicop.org), el mencionado David Robinson reproduce algunas de las consultas recibidas en los últimos meses, así como las reacciones agresivas a sus respuestas tranquilizadoras. Robinson se asombra del grado de violencia, a veces muy amenazante, de esos lectores excitados que no buscan un antídoto racional contra sus temores sino, al contrario, una confirmación de los mismos. ¿Qué temen? ¿El fin del mundo? No, temen dos cosas lateralmente relacionadas e íntimamente fundidas en sus mentes. Temen, en primer lugar, a sus gobernantes. Es decir, la primera idea que quieren confirmar es paradójicamente –ellos que creen en el inminente fin del mundo– la de que no pueden creer en nada ni en nadie. Quieren confirmar que los científicos y los políticos están mintiendo. El apocalipsis no es una especulación; es una certeza. ¿Cuál es la prueba? No el descubrimiento del planeta Nibiru ni la centralidad repentina de la Tierra en nuestra galaxia. «La prueba es que el gobierno lo niega», responde un ciudadano, acusando a Robinson de complicidad. La NASA no convence; sus explicaciones irritan, soliviantan, indignan. «He ahí lo que queríamos demostrar: ¡una vez más nos están mintiendo!» Podríamos decir que este típico «complotismo» de la clase media estadounidense –y ya internacional– se alimenta del desprestigio absoluto de las instituciones científicas y políticas; es más fácil creer en una tontería (sobre todo si es una tontería trágica, una tontería «total») cuando ya no se consigue creer ni en el Parlamento ni en los astrofísicos. Pero el segundo temor es aún más inquietante. Si los lectores de Robinson se enfurecían ante sus razonados argumentos científicos era porque temían lo contrario de lo que decían temer: temían que el astrónomo tuviese razón y finalmente no se produjese ese apocalipsis en el que tantas esperanzas habían depositado. Temían que no pasase nada; que todo siguiese igual. Porque –digamos la verdad– esas clases medias complotistas, consumistas, que han perdido la fe en sus instituciones y que no controlan su propia vida, desean el fin del mundo. Y hoy se sienten frustradas, vacías, desorientadas por esta inesperada e indeseada supervivencia. ¿Por qué desean el fin del mundo? En el capitalismo, los deseos más profundos siempre se adhieren a los impulsos más banales, que son de hecho los más «auténticos» y «originarios». Desean el apocalipsis porque ya han visto todas las películas, montado en todas las montañas rusas, probado todos los platos y agotado todas las fotos. Porque las Torres Gemelas pusieron a la emoción un listón muy alto. Porque un cataclismo inevitable es un buen pretexto para volver a fumar o para irse de putas. Porque es relajante la idea de ser eximido de pronto del trabajo de mantener en pie el pequeño mundo doméstico; y de la responsabilidad de tomar decisiones sin saber adónde conducen. Porque estamos hartos de no saber cuánto durará esto. Y porque no nos apetece nada –diablos– morirnos solos. Esta última razón es quizás la menos banal, la menos «auténtica» y, si se quiere, la más social de todas. El deseo de fin del mundo de las clases medias complotistas y consumistas estadounidenses –y ya internacionales– revela también, o sobre todo, una destructiva sed de comunidad. El apocalipsis representa el fin de la soledad y no porque implique el fin de todo lo existente, sino porque nos une a todos en el tiempo y en el espacio, aunque solo sea para matarnos; porque nombra a la humanidad en su conjunto, aunque solo sea para aniquilarla. El deseo de apocalipsis, que es un deseo de fiesta, es un deseo de fusión amorosa definitiva (como lo son, en la tradición popular, todas las verdaderas fusiones amorosas). Es, si se quiere, una protesta mortal contra el ensimismamiento del consumo. Se suele llamar «populismo» al gobierno que satisface las necesidades de los ciudadanos. Pues bien, el fascismo solo es de manera lateral un «populismo». Porque su programa no consiste en satisfacer las necesidades de los hombres, sino sus deseos. Da un poco de miedo pensar, la verdad, en ese sector no pequeño de nuestra sociedad capitalista que ha dejado de creer en sus instituciones políticas y científicas y cuyos deseos más profundos y más banales convergen en esa atronadora explosión final a la que –una vez más– hemos sobrevivido. CM Es la mañana del 10 de noviembre de 1942, en los fosos de la fortaleza del Castillo del Príncipe, en La Habana, la guarnición se afana desde el amanecer en la preparación del último acto legal del juicio contra Enrique Augusto Lunin, espía nazi condenado a muerte por fusilamiento el 18 del mes anterior durante un proceso rápido y en el cual no se involucró a otro acusado ni se hicieron públicas las actas del interrogatorio del reo. El condenado, un hombre de 31 años, alto, corpulento, de rostro ancho, viste camisa azul de seda y pantalón gris. Dos sacerdotes lo acompañan junto a los custodios por una rampa a un campo de tiro de revólver en las faldas de la fortaleza. Se muestra tranquilo y camina firme al lugar de la ejecución. Se sitúa frente a nueve soldados en espera de las órdenes de mando de un oficial que más tarde confesaría cómo le temblaron las piernas ante la impasibilidad del condenado. Las voces de mando son cortas y una descarga fulmina al inculpado, el único agente alemán ejecutado en América Latina durante la Segunda Guerra Mundial. Lunin arribó al puerto de La Habana el 29 de septiembre de 1941, a bordo del barco de pasajeros español Villa de Madrid, con pasaporte hondureño a pesar de su acento europeo y con la cubierta de hombre de negocios relacionado con casas comerciales españolas. Entre su equipaje trajo una estación de radio camuflada en una maleta de viaje. El agente se hospedó en una discreta casa de huéspedes en el segundo piso de la calle Teniente Rey 366, entre Villegas y Aguacate, en La Habana Vieja, y se hizo de varias jaulas con canarios para que sus cantos se confundieran con el sonido de la manecilla del conmutador morse del trasmisor, con lo cual estableció quizás el único caso en que se utilizaban esas aves para acallar el delator ruido en la historia del espionaje. Además estableció una tienda de modas a la que llamó La Estampa, en la calle Industria 314, y pronto se ganó una buena clientela principalmente entre empleados públicos y señoras de modestos recursos, debido a sus buenos modales y calidad de las prendas que vendía «el polaquito», como comenzaron a nombrarle. El espía se sintió seguro de su destino al establecerse a miles de millas de la guerra en la despreocupada y bullanguera Habana Vieja, en la que se despertaba con el pregonar de los vendedores callejeros que competían con la profusión de establecimientos y almacenes de mercancías de todo tipo que existían en vecindad con antiguas residencias coloniales, divididas en cuartuchos habitados por la gente más pobre de la ciudad. Sin embargo, la suerte de Lunin estaba echada. El FBI y el contraespionaje inglés desde 1941 habían intervenido el correo postal de toda América del Sur y el Caribe hacia y desde Europa, y lo habían organizado de forma tal que el flujo de correspondencia coincidía en un gran cuello de botella en las Bermudas, donde funcionaba un centro de intercepción en el que se abrían las cartas sospechosas y eran analizadas por especialistas para detectar la utilización de textos en tinta secreta o en clave. Una mañana fue descubierta una misiva con mensajes secretos sobre la situación política en Cuba y el tráfico marítimo, estaba escrita con tinta invisible y enviada desde La Habana a Bienvenido Alegría, un conocido colaborador español del espionaje nazi en Madrid. Al parecer, otras cartas similares permitieron que el FBI alertara al contraespionaje local, creado recientemente bajo el nombre de Servicio de Investigaciones de Actividades Enemigas (SIAE), el cual comenzó la pesquisa hasta desenmascarar al agente cuando en otra carta desde España se le indicaba recibir un giro postal en un banco de la ciudad. Pero estas acciones ocurrían dentro de un real entramado con facetas del mejor argumento de novela policíaca, ya que paralelamente el Partido Socialista Popular (comunista) libraba su propia guerra secreta y penetraba los órganos de seguridad del gobierno del general Fulgencio Batista. El investigador que descubrió al agente nazi y lo detuvo, Pedro Luis Gutiérrez, era precisamente un colaborador clandestino de los comunistas, y había sido sembrado desde años antes en la policía del régimen para preparar la insurrección revolucionaria al estilo de la Revolución de Octubre. También –según la información de la época– el FBI envió al país un avión equipado con sistema de intercepción que facilitó la ubicación de Lunin. antecedentes para un análisis Después de la detención de Lunin, se divulgó la versión oficial de que el espía hacía sus indagaciones sobre la salida de barcos de la rada habanera y la vida nacional en entrevistas ocasionales con marinos borrachos en bares y prostíbulos de la zona del puerto, las cuales comunicaba por radio a submarinos alemanes que cerca de las costas cubanas se encargaban de hundir a esas embarcaciones. De esa forma lo hicieron responsable del hundimiento por submarinos nazis cerca de las costas de la isla de las motonaves Santiago de Cuba y Manzanillo el 12 de agosto de 1942, en los que murieron 22 marinos cubanos. Nunca se hizo público que tuviera otras fuentes ni colaboradores en el país. A pesar de esta interpretación de los hechos, hoy se muestra insuficiente para explicar la labor de Lunin dentro del contexto social en que se movió y en los principios del trabajo del espionaje de las grandes potencias de la época. Los servicios de inteligencia de los países beligerantes durante la Segunda Guerra Mundial, incluido el alemán, mantuvieron un principio inalterable de dirección de sus agentes, los cuales enviaban sus informaciones a un único centro encargado de analizar los datos, completarlos, comprobarlos con otras informaciones y según su relevancia, trasladarlos a los dirigentes y jefes militares correspondientes, por lo que es poco probable que existiera una comunicación directa de Lunin con los submarinos alemanes. Además, las pesquisas entre marineros borrachos o indiscretos no es el único medio y el más fiable de obtención de datos de un agente enviado desde Alemania, los que generalmente eran encargados de organizar redes de colaboradores entre personas con acceso de primera mano a informaciones importantes. Después de la derrota alemana, se conoció que la marina nazi inició la operación «Redoble del Tambor», de 1941 a 1942, con el envío de 12 submarinos al Mar Caribe, el Golfo de México y las aguas costeras norteamericanas para entorpecer el tráfico marino, y el método que utilizaron era emboscarse en las principales rutas de navegación y esperar a tener los barcos a tiro y hundirlos. Pero esta estrategia tenía un gran inconveniente debido a la lejanía de las bases de abastecimiento de combustible y logística para los submarinos alemanes, por lo que su reabastecimiento en la zona era vital. Existen versiones sobre la complicidad en el abastecimiento de petróleo a submarinos alemanes por barcos y patanas cubanas principalmente en la costa norte de la antigua provincia de Camagüey, manejada por altos funcionarios, militares y hombres de negocio vinculados al entonces presidente Batista. El 15 de mayo de 1943, el cazasubmarinos cubano CS11, comandado por el joven capitán Mario Ramírez Delgado, hundió un submarino alemán cerca de las costas cubanas, y cuando Fuentes principales Juan Chongo Leiva. La muerte viaja con pasaporte alemán, Ediciones Unión, La Habana, 1984. Ciro Bianchi. «El mulo muerto», Juventud Rebelde, 9 de noviembre de 2008. Jorge Wejebe Cobo. «Submarinos nazis y petróleo en el Caribe». La Calle del Medio, no. 8/12/2008 Norberto Fuentes. Hemingway en Cuba, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1986. lecturas JORGE WEJEBE COBO © archivo El espía de los canarios regresó a su base en Casablanca, en La Habana, fue increpado por teléfono por el entonces presidente Fulgencio Batista. Posteriormente, amigos de Ramírez le confirmaron que el dictador estaba vinculado a la venta de combustible y azúcar a los alemanes, a pesar del estado de guerra que existía entre ambos países. Hasta la actualidad han llegado informaciones que por el tiempo transcurrido se encuentran a medio camino entre el testimonio y la leyenda, acerca de la existencia de depósitos de petróleo para submarinos alemanes en cayos de la costa norte de las actuales provincias de Ciego de Ávila y Camagüey, así como de visitas de tripulantes de esas naves a tierra cubana para sus operaciones de reabastecimiento. Ernest Hemingway, quien residía en Cuba y conocía bien la sociedad habanera, escribió en 1942 una carta al agregado militar de EE.UU. en La Habana en la cual le informaba de la existencia de gran simpatía y apoyo a Alemania entre españoles comerciantes radicados en el país, y se autopropuso para realizar acciones de inteligencia al frente de una red propia. Además, el escritor desarrolló una investigación sobre el general Manuel Benítez, hombre de confianza de Batista y jefe de la Policía, por sospechar que estaba implicado en acciones vinculadas a los nazis, entre otros negocios fraudulentos, lo cual preocupó a agentes del FBI radicados en La Habana y quienes suspendieron la colaboración con Hemingway y su red, con el argumento de que mantenían poca profesionalidad en sus labores, mientras que Benítez fue felicitado públicamente en un carta del embajador norteamericano en La Habana, Spruille Braden. A su vez, Braden tenía negocios e intereses en común con Prescott Bush, abuelo del expresidente norteamericano, quien fue investigado y acusado de traficar petróleo con los nazis en la zona del Caribe cuando EE.UU. ya se encontraba en guerra con Alemania. De seguro Lunin se llevó a la tumba secretos que les quitaban el sueño a importantes personajes alrededor del general Batista, por lo que la muerte del espía les permitió sentirse aliviados al callar para siempre a tan embarazoso testigo. CM LA CALLE DEL MEDIO diciemBRE 2012 7 febrero D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 2425 26 2728 abril D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 2122 23 2425 26 27 2829 30 enero D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 2324 25 26 2728 29 30 31 marzo D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 2425 26 2728 29 30 31 2 AL MA NA QUE agosto D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 2122 23 24 2526 27 2829 30 31 octubre D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 2324 25 26 2728 29 30 31 julio D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 2122 23 2425 26 27 2829 30 31 septiembre D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 2223 24 2526 27 28 2930 AÑO 55 DE LA REVOLUCIÓN mayo D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 1920 21 2223 24 25 2627 28 2930 31 junio D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 1920 21 22 2324 25 2627 28 29 30 0 1 3 noviembre D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 2425 26 2728 29 30 ilustraciones: zardoyas diciembre D L M M J V S 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 2223 24 2526 27 28 2930 31 El Supersónico de la Habana Vieja © archivo deporte lázaro valle LA CALLE DEL MEDIO diciembre 2012 10 H. ROMO SIGLER Con su estilo agresivo de lanzar, Lázaro Valle Martell, El supersónico de la Habana Vieja, marcó toda una etapa desde el montículo en los equipos citadinos. Poseedor de una recta endemoniada que sobrepasó las 98 millas, unido a una slider terrible, cosechó resultados impresionantes desde la «colina de los suspiros». Sus 654 de promedio de juegos ganados lo sitúan como el 8vo. de todos los tiempos. Les encajó a sus rivales 1 351 ponches en solo 1 740 innings. Además de iniciar 209 juegos, relevó en otras 125 ocasiones. Vigente aún en la memoria su espectacular juego perfecto contra Corea del Sur, logrado en la Copa Intercontinental de San Juan en 1989, hazaña nunca antes alcanzada por serpentinero cubano, y solo reeditada desde entonces en competencias foráneas por el guantanamero Dalier Hinojosa, en el 2010, frente a los universitarios de Siri Lanka y los mayores de Malasia. El resto de las incursiones de Valle con la novena de las cuatro letras resultaron también formidables, al punto de cosechar 16 éxitos sin fracasos a lo largo de 11 torneos internacionales. Dicho palmarés representa que apenas concedió libertades a los oponentes en tres Campeonatos del Mundo –e igual número de Copas Intercontinentales y Centroamericanos–, así como los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y otros eventos. En esas 139.o entradas de actuación consiguió un extraordinario promedio de carreras limpias permitidas de 1.04, con 153 ponches propinados. Entre el 23 de noviembre de 1988 y el 19 de diciembre de 1989, Valle hilvanó una cadena de 25 éxitos consecutivos que constituye aún el récord en nuestras Series Nacionales. La inigualable seguidilla comenzó en la XXVIII Serie Nacional, prosiguió durante la XV Selectiva y finalizó en la temporada XXIX. «Pudo extenderse la racha –me dijo–, pero caí 2 x 3 en el Nelson Fernández lan- zando por el Habana Javier Gálvez, actual entrenador de pitcheo de Mayabeque». Este carismático monticulista, que comenzó su carrera como receptor y jardinero, con 4 jonrones como bateador, ha sido uno de nuestros pitchers más inteligentes. Su verbo elocuente nos hace asombrar no solo por los conocimientos sobre la historia del béisbol y sus estrategias modernas, sino porque es capaz de disertar lo mismo acerca de la caída del Sha de Irán, o sobre Meyer Lansky, el judío financiero de la mafia norteamericana. Conversar con él resultó una exigente prueba. Su memoria prodigiosa a la hora de responder y su peculiar estilo discursivo, parecían «desafiar» con elegancia y prontitud, cual estocada de esgrima, cada interrogante. No rehuyó ningún tema y se adentró, por el contrario, en explicaciones peliagudas con la convicción de quien domina magistralmente la materia en la que se desenvuelve. No respondió de manera lacónica. Sabía bien que en la argumentación, coherentemente expresada, además de en las vivencias, descansaba la fuerza de su exposición. Este diálogo pudo realizarse durante un breve descanso del estelar serpentinero, justamente a la puesta del sol, en un rústico terreno de Guanabo que él mismo ayudó a construir. Debo añadir que ello fue posible gracias a la gentileza de Margarita, sostén desde hace más de 20 años de alguien tan carismático y constantemente asediado por sus admiradores. Con la publicación de esta entrevista, LA CALLE DEL MEDIO se suma a las felicitaciones al mítico número 21 de los Azules de la capital, que el 18 de diciembre arribó a los 50 años de vida. ¿Cuáles fueron tus inicios en el béisbol? Nací en La Habana Vieja y al igual que a la mayoría de los muchachos, desde muy pequeño me fascinó la pelota. Con siete años, de la mano de Guillermo Illas y Alberto Álvarez, di mis primeros pasos en El Pontón. Luego matriculé en la Escuela de Iniciación de Béisbol Especial Regional (EIBER) donde aprendí mucho de José Elósegui padre, quien ejerció una gran influencia por su pedagogía en los jóvenes de entonces. ¿De ahí te incorporaste a la Serie Nacional? No, qué va, a pesar de proceder del sistema de enseñanza deportiva, no asistí de inmediato a la Nacional porque entre 1978 y 1980, como miembro del Ministerio del Interior (MININT), participo en las competencias que se realizaban en la Sociedad Dinamo Capitán San Luis. Por cierto, existía una gran rivalidad deportiva entre los concursantes de estos eventos, que en el caso del atletismo, la carrera de orientación y otras disciplinas, formaban parte del programa de las Espartaquiadas de los Ejércitos Amigos. Debo confesarte que atesoro con mucho cariño los recuerdos de aquellos años en el MININT, donde incluso llegué a desempeñarme como patrullero de la Policía Motorizada en la Unidad de Cuba y Chacón. No es hasta la XXII Serie Nacional en 1980, cuando debuto con los Industriales, y aunque muchos no lo conozcan, no lo hago como lanzador, sino como tercer catcher de los Azules. Aquel año jugué poco, pues imagínate que los enmascarados eran Pedro Medina –para mí el más temido ofensivamente de los receptores cubanos, con unas condiciones físicas excepcionales– y Juan Bravo. Al año siguiente, como me enrolé en un curso en el Centro de Preparación de Barbosa, no asistí a la temporada beisbolera. ¿Cuándo regresas? En 1983, en esta ocasión con Metropolitanos, como jardinero y primera base. Quiero decirte que esa fue una tremenda escuela para mí, donde tuve el privilegio de ser dirigido por Pedro Chávez, un extraordinario pelotero de una gran sencillez, dotado de sensibilidad especial para estimular a los más jóvenes. Ya en aquel campeonato, si bien nunca fui un slugguer, las cosas me fueron mejor a la ofensiva, al punto de que llegué a desempeñarme como cuarto bate. Te confieso que mis compañeros de equipo, muchos años después, me mortificaban diciéndome que mi average ofensivo (224) solo me alcanzaba para una pizza, pero impulsé 36 carreras y conecté 4 jonrones. ¿Es algo, no? (No puede ocultar una carcajada.) ¿Cómo y cuándo te decides a encaramarte en la lomita? Soy pitcher, en primer lugar, gracias a Chávez, a Luis Zayas, Germán Águila y a José Modesto Darcourt, quienes conociendo la potencia de mi brazo en los tiros desde los jardines, y a que siempre en las prácticas les tiraba algunas bolas a los bateadores, me embullaron a lanzar. No creas que pensaba tomármelo muy en serio, pero la vida siempre te depara sorpresas, y en 1986, cuando por fin doy «el paso al frente», en mi primer juego frente a Granma en el Latino les di 8 escones. No te oculto que me sentí un chiquillo. Al año siguiente, viendo que no me había ido tan mal, me puse a entrenar con mayor ahínco. En la Nacional, con los Rojos, gané 7 y perdí 3, incluidas lechadas a Citricultores y Forestales con 2,80 de PCL, lo que me catapultó por primera vez a la Selectiva. Creo que esos resultados me abrieron las puertas para integrar la selección que asistió al torneo de Clubes Campeones en Rotterdam. Siempre se ha dicho que 1989 fue un año muy especial para ti. ¿Lo consideras el momento de tu consagración? Imagínate cómo estaba en aquella Copa Intercontinental en Puerto Rico. Para mí era como si no hubiera una sola alma más en el Paquito Montaner de Ponce. Ni me imaginé que aquella noche le tiraría un juego perfecto a los coreanos del sur. Verdad que la artillería nuestra era un trabuco temido en todo el planeta y les hicimos 11 carreras; pero sacar 24 outs sin que nadie te llegue a primera (les dimos nockout en 8 innings), se te puede estropear por cualquier cosa: un error, un deadball, una luz que encandile a los jardineros… Nada, que parece que San Lázaro estaba conmigo. Claro que ese día la bola me caminaba con furia y, al terminar, el brazo no se había enterado. No podré olvidar la cara del Presidente del Comité Olímpico Cubano en ese momento, Manuel González Guerra, al decirme que había visto marcar en la pistola de los scouts 2 lanzamientos de 102 millas y 2 de 100. Y por si te parece que exagero, ahí están los reportes de Pedrito Pérez donde en los 80 envíos que efectué (73 strikes y 7 bolas) no bajé con la recta de las 94 millas por hora.1 En julio de 1991 la prensa publicó: «Sufrió Valle una grave lesión que hace peligrar su asistencia a los Panamericanos». ¿Sentiste que todo acababa? No quiero ni acordarme de aquel jueves, en el estadio de Fomento, practicando para participar en el Torneo Internacional José Antonio Huelga in Memoriam. La mano se me viró debido a una oclusión de la arteria axilar, que apenas permitió la irrigación sanguínea durante casi 6 horas. Era como si me hubieran amputado los dedos meñique y anular. Me llevaron para el hospital provincial y de ahí inmediatamente, gracias a la gestión del compañero José Ramón Fernández, para el Instituto de Angiología en la capital. Comenzaron a inyectarme, ante el peligro real de perder el brazo por la ausencia del pulso cubital, heparina con hielo en el ombligo. De más está decirte el estado depresivo en que me sumí. Pensé que nunca más podría entrar a un diamante. No quería conversar con nadie y todo me irritaba. Solo la labor de un colectivo de prestigiosos profesionales, que nunca olvidaré, con los doctores Ceballo, Oliú y Charles a la cabeza, quienes me diseñaron un plan especial de ejercicios de natación en la playa, junto a la paciencia inconmensurable de mi esposa Margarita y de mi difunto padre Andrés y mi hermana Mercedes, me devolvieron la confianza para retornar al béisbol. ¿Cuándo regresaste? El comisionado nacional Domingo Zabala y su esposa Lolita también tuvieron mucho que ver en eso y junto a las autoridades de la ciudad me convencieron para que jugara la provincial. Era 1993 y, con el dolor terrible de haberme perdido los Panamericanos de La Habana y la Olimpiada de Barcelona, donde por primera ocasión el béisbol competía como deporte oficia, me entregué al equipo de la Ligera que se tituló. Lancé para 10 y 1, lo que me dio mucho ánimo en mi afán de regresar a la Nacional. Allí, a la hora de la verdad, con palmarés de 8 y 1 y de 7 y 3 en la Selectiva, me demostré a mí mismo que me había recuperado. ¿Qué pasó luego? Ponce 93, la Copa en Italia, el Mundial de Nicaragua en el 94, los Panamericanos de Mar del Plata en el 95 y la Serie del 96 en la que los Industriales alzamos la corona, con Medina como timonel, que no conquistábamos desde 1992. Ese también fue un año duro porque falleció mi padre el 21 de febrero, y entonces el 23, en el Sandino, le di la última victoria al equipo frente a Villa Clara en los play off. Él no pudo ver el triunfo, pero ese día tiré con el corazón. Después me lesioné el codo, pero sobre todo me desmotivé. El 21 de abril de 1997, en el Latino de mis amores, me retiré oficialmente. Luego vino la política de enviar a un grupo de jugadores a Japón y conversaron conmigo para que me incorporara. Margarita, una vez más, me persua- Después de que te retiraste en el 2002, ¿qué otros gratos momentos no olvidas? La actuación en los Juegos de la Buena Voluntad de Seattle, el hecho de no haber perdido como lanzador del equipo Cuba un solo juego, mis victorias en los topes frente a EE.UU.,2 y el haber sido seleccionado en 1990, junto a Linares, Pacheco y Kindelán para formar parte de las Estrellas de América que nos enfrentamos a los jugadores más destacados de Asia en un partido celebrado en el Fulton County Stadium de Atlanta. ¿Qué piensas que debe mejorar nuestro béisbol en la actualidad? Si bien hemos mejorado el corrido de las bases, el hit and run y los toques de bola todavía, en su dimensión más amplia, son asignaturas pendientes. En el caso del pitcheo hay que inculcarles a nuestros monticulistas la importancia de ganar apretado. Nuestra mentalidad, en la pelota de hoy, no puede ser dar nockout. Hay que saber imponerse con una carrera de ventaja y para eso hay que perfeccionar todas las tácticas. No se les pueden robar con tanta impunidad bases a los lanzadores, no se puede regalar nada cuando se está en 2 y cero, no debe anotar fácilmente, con un fly de sacrificio, un corredor que ha llegado a tercera. En fin, que debemos revisar todos estos temas. Los lanzadores tienen que conocer a la perfección a los bateadores. Existe una gran polémica sobre cómo debe conducirse a un lanzador. ¿Consideras que debe dirigírsele desde el banco? Es algo muy de moda que en lo personal no respaldo. No digo que en determinada situación el alto mando del equipo se pronuncie, pero para mí lo esencial es el estudio previo que se haga sobre cada bateador. Debe trabajarse en serio, no de mentirita, con la carta de pitcheo. Hay que compenetrarse con el catcher. En otras palabras, tienes que pensar y estudiar mucho. Y que conste que creo que un serpentinero viene a alcanzar la madurez después de al menos siete temporadas, luego de que realice una preparación tan completa que incluya desde el fortalecimiento de los trenes inferior y superior, hasta conocer cómo aplicar, para utilizar en función de sus condiciones, el principio de traslación de la fuerza. Fíjate por ejemplo que los tenistas someten a una mayor tensión que los peloteros el codo y el hombro y sin embargo se lesionan menos. Me llama la atención cómo muchos de los participantes en nuestro principal torneo no conocen, por ejemplo, que en el pitcheo todo se rota y todo se traslada, mientras que en el bateo todo se traslada y nada se rota. Un lanzador no puede empecinarse en ponchar al bateador, sino en dominarlo por cualquier vía. Quien se trepa en la lomita tiene que aprender desde sus inicios a «cambiar» un bateador por otro, en dependencia del momento del juego. Te pongo un ejemplo: Yulieski González, que acaba de obtener su primera victoria de esta Serie y que es un experimentado lanzador que ha integrado en innumerables ocasiones el equipo Cuba –en la campaña 2007-2008 conquistó 15 triunfos sin derrotas– varias veces ha sucumbido ante Industriales porque, en casi todos los casos, no ha dominado a la tanda de zurdos de la capital. Todo atleta debe interiorizar que, en el deporte, no se premian los esfuerzos sino los resultados. ¿A qué serpentinero de tu época admiraste más? A Braudilio Vinent y a Jorge Luis Tati Valdés, dos monstruos a la hora de lanzar. Ellos, además de sus números impresionantes, siempre ganaron el juego bueno, cosa que para mí es decisiva. También siento un respeto especial por Jesús Guerra y José Modesto Darcourt, muy inteligente a la hora de mezclar sus envíos. Carlos Yanes merece una distinción especial porque, a fuerza de coraje y entrega, alcanzó más de 200 victorias cuando desde hacía rato superaba los 40 años. Eso para mí es una verdadera proeza. A escala internacional considero dos extraclases a Nolan Ryan y Greg Maddux.3 ¿Y de los que se desempeñan hoy en día? De los más jóvenes me identifico, porque me recuerda mis años mozos, con Yadier Pedroso. Creo que para la mayoría de la afición y los especialistas es en la actualidad nuestro lanzador más completo. Miguel Lahera tiene condiciones fenomenales pero debe estabilizar sus resultados en las competencias importantes. Vladimir García está en su mejor momento pero, en mi opinión, todavía depende demasiado de su recta. En los últimos meses me han llamado la atención, porque no tienen miedo a la hora de encarar a los rivales, los tuneros Darién Núñez y Carlos Juan Viera. Yoer- ki Cruz, caballo de batalla de los elencos de esa provincia, emplea muchas veces en exceso la sinker. El holguinero Pablo Millán Fernández tiene la virtud de tirar strikes permanentemente. Desgraciadamente no se comprende del todo que el control es la principal arma de un serpentinero. Al respecto recuerdo que una vez elogiaron a Bob Gibson4 y este respondió que estaba insatisfecho porque de 10 sliders que lanzaba solo caían 9 en la zona buena. Odrisamer Despaigne cuenta con un cambio efectivo, buena velocidad y dominio sobre la slider, pero tiene que mejorar su control, pues muchas veces se coloca innecesariamente debajo de los bateadores. Fredy Asiel Álvarez es quien trabaja con mayor dominio en la zona pegada, lo que combina con una formidable curva hacia abajo. Considero que únicamente debe perfeccionar cómo colocar el tercer strike, ya que he notado que, en ocasiones, lanza muy noble cuando el conteo le favorece. Por último, ¿qué significó para ti haber representado a nuestro país? Para mí Fidel y la patria están por encima de todo. Soy un lector empedernido, amante de la historia de lucha de nuestro pueblo, y te digo que la hazaña de estos 55 años no tiene comparación. He tenido el privilegio de, en múltiples ocasiones en las entrañas del monstruo, vibrar escuchando las notas del Himno Nacional, y esos instantes no pueden cambiarse por todo el oro del mundo. ¿Te dije que cuando mi lesión el Comandante en Jefe, personalmente, se encargó de que me enviaran un PPG especial para que mejorara la circulación sanguínea en el brazo? ¿En qué lugar del mundo ocurre eso? He sido, como cientos de atletas, objeto de ofertas de los mercaderes que piensan que todo tiene un precio. Te cuento una anécdota. En Ponce 1993, en el momento más duro del período especial y en un escenario muy complejo donde tuvimos algunas bajas, se me acercó uno de esos chacales intentando disfrazarse de oveja. Después de darme un trago, le solté, sin dejar que se moviera: «Mira mi socio, piérdete y que no se te ocurra insinuarme que abandone el caimán porque se va a formar aquí la fiesta del guatao». El gallo se marchó sudoroso y desplumado. Nada, mi hermano, que ellos con su prepotencia nunca podrán comprendernos. cm notas Valle unió a su velocidad supersónica el dominio de un amplio repertorio. La combinación inteligente de ambas cualidades lo convirtió en el séptimo lanzador de todos los tiempos en Series Nacionales –con más de 1 000 entradas de actuación– con mejor frecuencia de estrucados cada nueve innings. La relación la encabezan los vueltabajeros Rogelio García con 8,62 producto de 2 499 ponches en 2 609 episodios; Faustino Corrales con 8,35 (2 360 en 2 544,1) y José Ariel Contreras con 8,22 (1 346 en 1 473). A continuación aparecen Santiago Changa Mederos: 7,85 (1 420 en 1 628,2); Ariel Prieto: 7,42 (860 en 1 043); Orlando Hernández: 7,19 (1 211 en 1 514,1); Lázaro Valle: 6,99 (1 351 en 1 740); Julio Romero: 6,95 (1 678 en 2 174,2) y Omar Ajete: 6,89 (1 771 en 2 320). No incluyo dentro de la decena a Maels Rodríguez: 11,01 (1 148 en 938); Manuel Alarcón: 8,16 (529 en 583,2) y José Antonio Huelga: 7,26 (722 en 871,1), debido a que no completaron los 1 000 capítulos en nuestros clásicos. El Duque Hernández, Contreras, Prieto y Maels abandonaron el país para insertarse en los circuitos profesionales. 2 Desafortunadamente las estadísticas en aquellos famosos topes, entre las selecciones de ambos países, no se contemplan en los resultados históricos de los peloteros cubanos. Algo parecido sucede con el resto de las inclusiones de nuestros beisbolistas en otros eventos de igual carácter. Una buena parte de los especialistas en la materia no contemplan incluso la actuación en torneos como los de Harlem o Rotterdam, pues plantean que no constituyen competencias del calendario oficial de la IBAF. Considero esta práctica algo funesto que nos impide conocer, a ciencia cierta, las demostraciones históricas de nuestras luminarias de manera integral. 3 Nolan Ryan nació el 31 de enero de 1947 en Refugio, Texas. A lo largo de su formidable carrera, que se extendió a 27 campañas, se desempeñó como lanzador de los Mets de Nueva York, los Angelinos de California, los Astros de Houston y los Rangers de Texas. En tan extensa trayectoria compiló 324 victorias (puesto 14 histórico), con 292 derrotas y promedio de carreras limpias de 3.19. Es el líder de todos los tiempos en ponches, con 5 714 (9.55 por juego completo) y en no hit no runs con 7; segundo en aperturas con 773 (escoltando a Cy Young con 815) y 5to. en entradas lanzadas con 5 387. Es el único jugador cuyo número ha sido retirado de tres equipos: el 30 de los Angelinos y el 34 de los Astros y de los Rangers. Fue exaltado al Salón de la Fama en 1999. Desde 1 el 2010 se desempeña como Presidente de los Rangers de Texas. Gregory Alan Maddux, nacido el 14 de abril de 1966 en San Ángelo, Texas, resultó uno de los serpentineros más dominantes entre 1992 y el 2003. Aunque jugó desde 1986 con los Cachorros de Chicago, novena con la que ganó el Premio Cy Young, fue con los Bravos de Atlanta con los que alcanzó su consagración, y repitió el máximo pergamino de los monticulistas en 1993, 1994 y 1995. Debemos añadir que Maddux comandó la Liga Nacional en promedio de carreras limpias en cuatro oportunidades (1993, 1994, 1995 y 1998), y que fue escogido 8 veces al Juego de las Estrellas, cifra idéntica a la de Ryan. Maddux hilvanó de forma consecutiva, entre 1988 y el 2004, 17 temporadas con 15 o más victorias, único serpentinero en lograrlo en todos los tiempos. Ganó, igualmente récord, 18 Guantes de Oro, 10 de ellos con los Bravos. El legendario manager Bobby Cox lo consideró el mejor, más inteligente y competitivo pitcher que había conocido. 4 Pack Robert Bob Gibson nació en Omaha, Nebraska, el 9 de noviembre de 1935. En la niñez nadie creyó que el muchacho se convertiría en atleta, a partir de que padeció enfermedades como el asma y el raquitismo. En 1957 los Cardenales de San Luis lo firmaron como jugador de Liga Menor. Dos años más tarde debutó en el máximo nivel, aunque no fue hasta 1961 que comenzó a establecerse como un estelar dentro de la Gran Carpa. Cuando abandonó los diamantes, el número 45 de los Pájaros Rojos, en septiembre de 1975, acumulaba foja de 251 victorias con 174 fracasos con 56 lechadas. Su promedio de carreras limpias resultó envidiable con 2.91 anotaciones permitidas por cada nueve entradas. Ponchó a 3 117 oponentes en 3 885 capítulos, para excelente promedio de 7.22 jugadores retirados por esa vía en cada choque. En cinco temporadas alcanzó más de 20 éxitos. En 1964 se erigió en puntal de su elenco en la consecución de la denominada Serie Mundial. Tres años más tarde registró su actuación más descollante, pues además de las 22 sonrisas con 9 descalabros, pintó de blanco a los conjuntos rivales en 13 ocasiones. Su PCL de 1.12 destrozó el vetusto primado de Walter Johnson de 1.13, establecido en 1913. En el desafío inicial de la disputa del «Clásico de Otoño», esa campaña recetó 17 tragos amargos a sus retadores, e implantó de esa manera nueva marca para dicha fase de la MLB. Con esos dígitos obtuvo, sin discusión, el Premio Cy Young. En 1981 el fornido jugador moreno fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown. deporte dió y durante 3 campañas me desempeñé con el Mitsubishi Motors Corporation, el Shidosha de Nagoya y el Shidax. Fuimos varios los antillanos que marchamos a Asia y en mi equipo, específicamente, compartí con Evenecer Godínez, actual timonel de Santiago de Cuba, Pablo Bejerano y Jorge García. ¿Qué te dejó tu recorrido por la tierra del sol naciente? La disciplina como carta de triunfo fundamental. No fabulo si te cuento que había días de estar hasta 16 horas vestido dentro de un terreno. Aprendí a entrenar solo. Mejoré mi mecánica de pitcheo y desarrollé un pensamiento más agudo a la hora de enfrentarme a los bateadores. Ellos son para mí quienes mejor conectan los envíos en recta, debido a que pueden llegar a hacer 1 000 swines diarios. Eso forma parte de la filosofía oriental de alcanzar la perfección y el equilibrio. Me percaté también de que, mientras a la bola alta y pegada eran capaces de depositarla en el bosque derecho, todavía hoy presentan dificultades con los lanzamientos bajos. Los bateadores asiáticos, en sentido general, se colocan detrás en el rectángulo diferente a lo que sucede en Norteamérica, donde los peloteros fornidos se separan bastante de home con el objetivo de extender a plenitud los brazos y depositar sobre la bola toda su fuerza. ¿Cómo se da el hecho, tan inusual, de que regreses a nuestros clásicos? Nuevamente, la provincial fue la salvadora con Luis Daniel Paz y Leonel Ricardo como los responsables de que compitiera por la Habana del Este. Allí perdí un solo juego y la comisión provincial me «exigió» regresar. Corría el año 2000 y obtuve 10 y 3 con 15 salvados. En los play off le gané dos juegos a Pinar y 2 a los Metros, que estaban en su campeonato de ensueño. ¿Por fin la gloria olímpica? Sidney significó el anhelo de tantos años, que las lesiones me lo hicieron esquivo en 1992 y en Atlanta. Creo que soy el pelotero que con mayor edad, 38 años, he asistido a unos Juegos Olímpicos. Y aunque derroté 6 x 2 a Japón, lo más importante fue la tristeza de todos cuando caímos frente a EE.UU. en la final. Estoy seguro de que ese será el momento más desdichado de los que integramos aquel conjunto. LA CALLE DEL MEDIO diciemBRE 2012 11 fotorreportaje LA CALLE DEL MEDIO diciembre 2012 12 Vida de vitrina LÉSTER VILA PEREIRA Contempla al maniquí en la vitrina iluminada. ¿Has visto algo más ideal? ¿Ves cómo su nariz –espectáculo del Cáucaso– se perfila delicada desde la frente despejada? Observa su sonrisa; sus dientes son una perfecta cinta blanca. Deseamos despejar la nube que esmalta su mirada. Dueño de la paciencia, ha detenido sus brazos en un grácil gesto, como si bailara. ¿No lo admiras? En su piel se suman los matices claros del polvo y el dibujo sinuoso de sus labios invita a un beso imposible. Es una criatura hecha para ser amada, destinada a una vida lacia de coches y blandas estancias. Su solidez está acariciada por el éxito. Y parece que todo lo sabe. Mira cómo ignora nuestra existencia y luce lo mejor de la temporada. Fue armado en un pequeño taller. Su perfección supone el privilegio de haber sido labrado a mano, en madera dulce, y bañado en un marfilado estuco de escayola. Eso lo hubiera acercado al carácter irrepetible de la artesanía. Pero lo cierto es que fue fundido en un molde y otros comparten su belleza seriada. Sus músculos son una mezcla sólida de sustancias tóxicas y tinturas. No es un retrato de alguien. Es simplemente un objeto bonito. Una brocha ruborizó sus labios y un pincel fino le dibujó la mirada perdida de los que no poseen sueños que contemplar. Desnudo y desarticulado, viajó el mundo dentro de una caja. Finalmente fue vestido y puesto entre cristales para recordarnos la quimera que queremos ser. Ante él ha discurrido nuestra vida. Las mujeres lo extrañan, cuando miran el precio. Los hombres se comparan. Los niños no lo entienden. Ante su rostro de utopía han corrido las lágrimas, saltado la sangre, las parejas se besan a la sombra de las columnas. Un borracho orinó una noche frente a la vitrina y siguió su camino rezongando. Una vez, una anciana se detuvo, lo observó un rato y luego le sonrió. Los cristales que lo guardan han reflejado edificios que se caen, sobre los tejados se han sucedido los crepúsculos. El sol a veces crea reflejos en el armario y lo pierden. Pero él no reconoce nada; es un objeto bello, y existe como si le bastara. Es una trampa su belleza quieta. Más allá de sus líneas pulcras, detrás de sus labios para el beso, solamente hallarás la nada. No hay para él más mundo que el que sus ojos no ven. La luz lo decolora día tras día y un hollín oscuro lo reblandece. Pero a veces la belleza se cree invencible. A pocos pasos de él, una bella chica de cabellos rubios ha perdido una mano; la peluca castaña de su compañero se ha corrido, lo ha puesto al borde del ridículo. Él ignora que en el fondo de la tienda hay muchos que, como él, vivieron en la luz dorada de los cristales y ahora se apilan sin concierto, son amasijo de torsos, piernas y miradas tristes. Él aún no sabe que en su pecho lleva un gusano de largas alas que ya cava las cavernas profundas que un día hundirán el imperio de las proporciones áureas. Pero él ahora es bello. Y eso basta. CM fotorreportaje LA CALLE DEL MEDIO diciembre 2012 13 diciembre 2012 14 LIUDMILA PEÑA HERRERA (Tomado del blog Poesía de Isla) Hay quien no cree en auras o buenas energías. A veces, también yo dudo. Es difícil creer en lo que no se ve; pero quien se le acerca y le ve sonreír, con ese rostro de eterna niñez, como si no le rondaran problemas, se convence de que la felicidad existe: solo hay que dejarle contar su historia de vida. Nació en un pueblecillo granmense, tan remoto que ni el nombre recuerda, allá por el año 1963, cuando todavía algunos contaban las tragedias del ciclón Flora. «Mi discapacidad siempre fue un misterio. Hace poco se descubrió que mi madre tuvo enfriamiento visceral, porque cuando tenía una panza inmensa de ocho meses de embarazo, estuvo muchas horas expuesta a las inundaciones del Flora, que pasó en octubre y yo nací el 26 de noviembre. De ahí surgió mi displasia fibrosa congénita». El hogar de Abel González Marrero, en el reparto Alcides Pino, es un gran taller donde igual se inventan soluciones para sillas de ruedas, triciclos y autos, que se «fabrican» amistades que duran la vida entera. Y aunque sus innovaciones asombran a quienes no lo conocen, debido a sus limitaciones físicas, este «reparador de sueños» tiene una explicación bien sencilla: «Si te sientas en una silla de ruedas y te enclaustras, te parece que el día tiene 48 horas. Sin embargo, para mí pasa rápido el tiempo, porque siempre tengo un amigo o estoy haciendo algo útil. Los médicos no entienden por qué no me hace falta nada para dormir. Esa ocupación es la mejor medicina para las enfermedades». Inventor por naturaleza, su afición por las tuercas y los tornillos le viene desde pequeño, cuando se convirtió en mecánico de cuanto juguete se rompía en el barrio. «Como tenía mi discapacidad, no podía seguir el mismo ritmo que todos los muchachos. Entonces, les arreglaba los carritos y todo lo que me llegaba a las manos. Por eso me tenían presente siempre y yo me sentía bien». Ahora aquel juego se ha convertido en oficio. No son niños ni juguetes los que le rodean, sino medios de transporte o de vida de limitados físicomotores como él: «Las sillas eléctricas que nos llegan de donación resuelven un problema, pero solo los primeros meses trabajan bien. Cuando falla la batería, el discapacitado no puede usarla. El objetivo de mi taller es quitarle el hardware electrónico que tiene y tratar de hacerla mecánica. También las desarmo y las convierto en triciclos, así pueden usar baterías de otros tipos de transporte y su reparación es más funcional». ¿Y este es su famoso triciclo?, pregunto y él ríe. «Ahorita lo vamos a usar», promete entusiasmado y dice bajito, como para que su esposa, que trajina dentro de la casa, no escuche: «Esta es como mi novia; digo, como mi otra novia: cuando tiene problemas de batería casi se me quita el sueño, lo mismo que me pasa con mi mujer cuando está enfermita. Imagínate, estas son ‘mis piernas’.» Pero dicen que fue usted quien armó un caballete para Marcos Pavón, el reconocido artista discapacitado que pintaba con la boca, sugiero. «Le hice un caballete electromecánico que duró más de 25 años. Sus padres envejecían y él dependía de ellos para pintar. Cuando tenía que hacer un movimiento, debía esperar a que alguien llegara. Con el caballete, subía y bajaba el cuadro con un pie, con independencia». Graduado de Control y Calidad en el Politécnico 26 de Julio, de su ingenio e imaginación han surgido inventos para mejorar la calidad de vida de limitados físico-motores, como un ascensor para que puedan asistir al © cortesía del entrevistado gente LA CALLE DEL MEDIO Innovador de la alegría Estadio «Calixto García», numerosas soluciones a barreras arquitectónicas y hasta una silla sanitaria que él mismo usa. «El ascensor está diseñado sin romper la arquitectura del Estadio. Con eso el minusválido puede tener acceso y disfrutar de la pelota como el resto de las personas. La idea no se ha llevado a la práctica porque falta la decisión. En cuanto a la silla, en Cuba es difícil conseguir las que les sirven a los discapacitados para hacer las necesidades fisiológicas. Por eso cogí una plástica, derretí el fondo y lo moldeé como si fuera una tasa sanitaria. Abajo pongo el orinal y me siento. Sería bueno hacer una línea de producción…» Como el clásico Meñique, nunca piensa «esto es demasia- do» cuando le rondan nuevas ideas aparentemente difíciles de llevar a la práctica. Ahora, entre sus sueños está construir una especie de desplazador mecánico y una caja de velocidad telescópica. «Mi hijo me carga y me lleva hasta donde haga falta. Pero para depender menos, quiero poner una viga con un equipo eléctrico en el techo, encima de la cama, de tal forma que mi esposa me ponga una faja y el aparato me llevaría hasta el baño, que está en línea con el cuarto. Todo sin miedo a caerme, porque llevaría un arnés de protección. »Pero la caja de velocidad telescópica es mi sueño más importante ahora. Con ella multiplicaré la velocidad y la fuerza para el triciclo. He preguntado a mis amigos médicos cómo va a ser el ejercicio y dicen que es perfecto, porque es como ir remando. Hace años que estoy en eso. La necesidad es la madre de la invención. Yo construyo soluciones, pero quiero que quienes las necesiten, las usen también». Jugador de baloncesto, corredor de maratón en silla de ruedas, este «hombre orquesta» integró, como percusionista, el grupo musical Corazón del Caribe, el primero formado por discapacitados en toda América Latina. Y aunque su vida ha sido un constante aporte a los seres humanos, no oculta su deseo de que las personas valoren mejor a los miembros de la ACLIFIM (Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores). «A veces nos miran con un poco de lástima, por el mismo desconocimiento. Lo que nos hace falta son oportunidades para demostrar lo que podemos hacer, porque el discapacitado es un hombre con un corazón, con una discapacidad que tiene una condición especial. Todavía falta romper barreras, crear más talleres donde podamos desarrollar actividades como cualquier otra persona, siempre que tengamos habilidades y condiciones». Negado a la tristeza y la inactividad, Abelito hace de la vida una celebración. «A cada rato hago una fiesta e invito a unos amigos y a otros no, porque después hago otra nueva con el resto y así disfruto el doble. También me engancho en la silla de ruedas con un arnés, me llevan para el río, me bajan con una soga y gozo como cualquiera». «Yo soy el hombre más feliz del mundo», repite otra vez y le creo. Pero no deja espacio para otra pregunta, porque la respuesta definitiva ya le salta de los labios: «Cuando llego a mi casa, me siento a plenitud. Mi esposa es la responsable de todos mis éxitos y mi hijo es mi brazo derecho. Gracias a ellos sé que tengo por quién luchar: mi familia es mi vida». CM © ares ABDIEL BERMÚDEZ BERMÚDEZ (Tomado del blog Misión Cuba) Hacía tiempo que no escuchaba esa palabra. Hacía mucho, sí, sobre todo en boca de mis abuelos, y de otro montón de viejucos que intentaron enseñarme que para ser una buena persona, primero había que ser decente. Y decente para mí era ser honesto, educado y aseado. Si cumplía con estos requisitos era un niño decente. Después, quise ser un joven decente, aunque tuviera pensamientos indecentes cuando una muchacha linda requetelinda me pasaba por el lado. Y traté y traté, aunque reconozco que no siempre he actuado de acuerdo con las leyes de la decencia. La primera vez que fui indecente se la debo a Yeya, una señora de armas tomar que no aceptaba que mis pelotas cayeran en su jardín. Y el día que amenazó con picármelas, se fue toda decencia al demonio, monté en cólera y por poco Yeya pierde el jardín si no es por mi mamá, que me llamó a capítulo. La segunda vez que fui indecente fue por culpa de Isandra, una gordita que resolvió romperme los espejuelos, por cosas de muchachos, cuando estudiábamos en la primaria. Me aguanté de toda la decencia posible para no romperles los de ella, aunque se me salieron un par de palabrotas impronunciables ahora. Debo recordarles que estaba en cuarto grado y era el año 1993, cuando encontrar cristales para los espejuelos era más difícil que escribir con los pies. Después he tratado de mantener la compostura, que decencia también es eso: acatar las buenas costumbres, las normas de convivencia social, porque la decencia, según mis abuelos, está en las conversaciones, vestimentas, gestos y posturas, pues saber comportarse decentemente no viene en los genes, hay que enseñarlo. Y antes, muuuuuuuuuuuuucho antes… la decencia era obligatoria. Ahora no, ahora los nuevos tiempos, estos tiempos de escaseces y estrecheces, han mo- delado nuevas formas de decencia. Y ya para algunos que una joven vaya con una falda-blumer a atenderse a un hospital no es indecente. Cosa con la que mi abuela infartaría. Y no sé por qué, pero cuando veo a un hombre con plena capacidad para trabajar, tratando de vivir del aire; o a una mujer embistiendo a un turista en plena calle, así, abiertamente, sin que medie nada más que una billetera de por medio, no estoy muy seguro de que la decencia esté dando señales de buena salud. Una amiga mía dice que decencia es una palabra demasiado abstracta, como toda cualidad moral, y que por eso se esfuma. Y yo digo que es verdad, pero de qué modo puede materializarse la decencia sino a través de lo que somos hacia dentro de nosotros mismos y hacia los demás. Es como la frase aquella: la mujer del César tiene que ser decente, y además, aparentarlo. Y aparentarlo esta vez no es ficción, ni doblaje, ni teatro. Aparentarlo significa que ser decente no es solo hacer gala de educación y calidad humana en el orden interior, sino de respeto por aquellos que nos rodean. No basta con ser decente: es necesario actuar con decencia, aunque en estos tiempos eso suponga un motivo de burla social. Y lo digo porque últimamente cuando se actúa con decencia ante determinada situación, parece que se peca de bobo, de tonto, de extraterrestre. Es como si actuar correctamente fuese irracional, y además, incorrecto. Por eso, si el joven comete fraude en la escuela, le decimos: «No importa, lo que importa es que apruebes…» Y si no sabe hacer la tarea, se la hacemos; y si le falta el respeto a un profesor, © archivo INCLUYE POEMAS DE... Nancy Morejón A.A.G. «Yo escribo porque necesito hacerlo, el impulso de escribir es irracional», ha dicho alguna vez Nancy Morejón (La Habana, 1944) refiriéndose a su íntima relación con la escritura. Nacida y criada en el seno de una familia obrera de La Habana profunda, escribe poemas desde los trece años y en 1962, con apenas dieciocho, publicó su primer libro de versos. Poeta, ensayista, dramaturga y traductora, en 1966 se graduó como Licenciada en Lengua y Literatura Francesas en la Universidad de La Habana con una tesis sobre el gran poeta martiniqueño Aimé Césaire. Su obra lírica, de personal intimismo, da espacio, con singulares caracteres, a un amplio registro temático de fuertes marcas identitarias al que no han sido ajenas las preocupaciones sociales. Premio Nacional de Literatura y galardonada además con los prestigiosos premios YariYari de Poesía Contemporánea otorgados por la Universidad de Nueva York en el 2004, Corona de Oro de Struga, Macedonia (2006), Rafael Alberti (2007) e Internacional de la Asociación de Escritores Gallegos (2008), en la actualidad Nancy Morejón continúa vinculada a la Casa de las Américas al tiempo que preside la Academia Cubana de la Lengua y la Asociación de Escritores de la UNEAC. · madre · Mi madre no tuvo jardín sino islas acantiladas flotando, bajo el sol, en sus corales delicados. No hubo una rama limpia en su pupila sino muchos garrotes. Qué tiempo aquel cuando corría, descalza, sobre la cal de los orfelinatos y no sabía reír y no podía siquiera mirar el horizonte. Ella no tuvo el aposento de marfil, ni la sala de mimbre, ni el vitral silencioso del trópico. Mi madre tuvo el canto y el pañuelo para acunar la fe de mis entrañas, para alzar su cabeza de reina desoída y dejarnos sus manos, como piedras preciosas, frente a los restos fríos del enemigo. · divertimento (1) · como le gustaría a Rafael Alberti (para guitarra) Entre la espada y el clavel, amo las utopías. Amo los arcoiris y el papalote y amo el cantar del peregrino. Amo el romance entre el oso y la iguana. Amo los pasaportes: ¿cuándo dejarán de existir los pasaportes? Amo los afanes del día y las tabernas y la guitarra en el atardecer. Amo una isla atravesada en la garganta de Goliat como una palma en el centro del Golfo. Amo a David. Amo la libertad que es una siempreviva. · negro · Tu pelo, para algunos, era diablura del infierno; pero el zunzún allí puso su nido, sin reparos, cuando pendías en lo alto del horcón, frente al palacio de los capitanes. Dijeron, sí, que el polvo del camino te hizo infiel y violáceo, como esas flores invernales del trópico, siempre tan asombrosas y arrogantes. Ya moribundo sospechan que tu sonrisa era salobre y tu musgo impalpable para el encuentro del amor. Otros afirman que tus palos de monte nos trajeron ese daño sombrío que no nos deja relucir ante Europa y que nos lanza, en la vorágine ritual, a ese ritmo imposible de los tambores innombrables. Nosotros amaremos por siempre tus huellas y tu ánimo de bronce porque has traído esa luz viva del pasado fluyente, ese dolor de haber entrado limpio a la batalla, ese afecto sencillo por las campanas y los ríos, ese rumor de aliento libre en primavera que corre al mar para volver y volver a partir. CM Lecturas Decencia, ¿una palabra perdida? nos fajamos con el profesor, que para eso somos los padres del niño, y usted, profesor, que se pasa más tiempo con el niño que los padres, que le aguanta toda la malacrianza que ellos le dieron, se tiene que quedar calladito, ¿bien?, porque es lo que hace un profesor decente, ¿no? Pues no. Que enseñar decencia no es obra docente. A ser decente se enseña desde la cuna. Al menos eso es lo que me decía mi mamá cuando me prohibía aparecerme en la casa con un juguete que no hubiese sido comprado por ella, para que aprendiera a respetar los bienes de los demás; y a andar limpio y aseado, y a comer con la boca cerrada, y a no decir malas palabras. La verdad es que yo no seré un modelo de decencia ni mucho menos. Como todo ser humano, he cometido errores por los que he andado cabizbajo, sin levantar mucho la cabeza, porque la vergüenza pesa. Pero si no me avergonzara no estaría en el camino de la decencia. No estaría cerca de ella. Y eso me alejaría de mis padres y mis abuelos, de la gente que me quiere bien. Eso sería imperdonable. Ser decente es no perder la capacidad de avergonzarse, amigos. Incluso ante los errores de los demás, ante un incumplimiento, o ante un hecho delictivo. La decencia es el valor humano que mejor refleja la dignidad humana. Quizás alguien piensa que el listón es demasiado alto, sobre todo cuando hay que ingeniárselas para poner todos los días el pan sobre la mesa. Pero hay cosas a las que un hombre o una mujer no pueden renunciar nunca. Y aunque tengan que luchar con uñas y dientes por sus metas y sus sueños, no deberían perder algo que en buena medida nos hace mejores entre los animales que pueblan la Tierra. Y ustedes ya saben de qué les hablo. CM LA CALLE DEL MEDIO diciemBRE 2012 15 16 56 NÚMERO diciembre 2012 ·el abor ación· Cernir la harina con el polvo de hornear; unir la maicena y la leche en polvo ¶ Batir las claras a punto de merengue ¶ Agregar gradualmente el azúcar, sin dejar de batir; adicionar las yemas de huevo ¶ Unir todos los ingredientes, aflojar con agua; mezclar con suavidad ¶ Colocar la mezcla en molde engrasado ¶ Hornear o cocinar en recipiente apropiado ¶ Comprobar el término de cocción mediante la introducción de un palillo en la masa, que debe salir seco ¶ Cubrir con las frutas glaseadas. nota: Las frutas en almíbar se cocinan con azúcar y agua, preferiblemente picadas en dados pequeños. Se puede utilizar mango, cascos de guayaba, piña, frutabomba, coco, entre otras. Si la masa se confecciona con un batidor eléctrico, se pueden unir todos los ingredientes. TEMAS A LA MITAD DEL MUNDO autor: NELSON VALDÉS intérprete: NELSON VALDÉS CD A la mitad del mundo Bis Music, 2011 ·i ngr edien t es· pa r a c ua t ro c omens a l es ají chay · 4 unidades cebolla · 2 unidades medianas perejil · 1 macito ajo · 8 dientes tomate de cocina · 2 unidades medianas pollo · 4 muslos medianos sal · ½ cucharada bijol · ½ cucharadita aceite · 2 cucharadas comino · ¼ cucharadita puré de tomate · 1 cucharada arroz · 1½ tazas vino seco · 2 cucharadas SIN FRENO autor: MANOLITO SIMONET intérprete: MANOLITO SIMONET Y SU TRABUCO CD Sin freno Bis Music, 2012 HELLO AND GOOD BYE autor: MICHEL CAMILO intérprete: TAMARA CASTAÑEDA CD Saboreando Producciones Colibrí, 2010 ·el abor ación· Cortar los ajíes, las cebollas, el perejil y el ajo fino. Picar el tomate ¶ Poner a hervir el pollo en agua, añadir la mitad del ají, la cebolla, el ajo y el perejil; adicionar la sal y el bijol ¶ Dejar cocinar hasta que el pollo ablande; extraer las masas ¶ Colar el caldo, y reservar dos tazas y media ¶ En cacerola apropiada sofreír en el aceite las masas de pollo y los condimentos frescos; añadir el comino y el puré de tomate; rehogar el arroz ¶ Agregar el caldo, rectificar el punto de sal y dejar cocinar hasta que el grano abra ¶ Dejar secar, cocinar en baja intensidad de calor y perfumar con vino seco al final ¶ Servir preferiblemente con perejil o cebollino por encima. NOU NOU autor: DJ LÁPIZ Y BLACKSOUL intérpretes: KMINOS feat DANAE SUÁREZ CD Continuo Escucha Records, 2012 nota: La cebolla se puede sustituir por cebollino. ·i ngr edien t es· pa r a t r es c omens a l es cebolla · 1 unidad pequeña mantequilla · 4 cucharadas harina de trigo · 5 cucharadas pimienta · 1/8 cucharadita sal · 1 cucharadita leche · 3 tazas caldo de pollo · 1 taza queso rallado · 8 cucharadas ·el abor ación· Cortar la cebolla en trozos ¶ En cazuela apropiada, poner a derretir la mantequilla ¶ Colocar en la batidora la cebolla, la harina de trigo, la pimienta, la sal, la leche y el caldo; batir ¶ Unir la mezcla con la mantequilla ¶ Cocinar la crema hasta que espese, durante veinte minutos, aproximadamente ¶ Servir inmediatamente con el queso polvoreado por encima. ca, el perejil, el culantro y el apio, y verá cómo su comida adquiere nuevos matices de sabor. • El pescado se adoba en la cocina clásica con sal, pimienta y jugo de limón. Cuando se fríe, se pasa siempre por harina de trigo para que seque. • La acelga y la espinaca se pueden consumir crudas o salteadas ligeramente. • Para la mejor conservación del puré de tomate se debe guardar con una capa de aceite por encima. • Los huevos cocidos en agua no deben hervirse durante más de diez minutos, ya que aparece una coloración indeseable. • Para que se mantengan verdes, las habichuelas se ponen en agua hirviendo con sal y se cocinan destapadas durante unos minutos. • Para evitar que el plátano fruta se oscurezca, añádale unas gotas de zumo de limón. • Agregue siempre una pizca de sal a los postres, para darles el punto de sabor. CM director enrique ubieta gómez corrección ana r. gort wong jefa de redacción sheyla valladares fotografías alejandro montesinos léster vila pereira diseño 10k zardoyas ensopada de pollo ·i ngr edien t es· pa r a u na t ort a harina de trigo · 1 taza polvo de hornear · 1 cucharadita maicena · 1 cucharada leche en polvo · 1 cucharada huevo · 3 unidades azúcar refino · ½ taza yema de huevo · 2 unidades agua · 3 cucharaditas frutas en almíbar · 1½ tazas crema de queso rápida A cargo de Ailer Pérez, ijorki morales y Carmen Souto © a.m.r. Las recomendaciones en la cocina obedecen a procedimientos tecnológicos incorporados al quehacer alimentario y que se han ido trasmitiendo de generación en generación por su demostrada eficacia. Las ciencias alimentarias, junto a los saberes de cocineras y cocineros, han conformado un cuerpo de conocimientos que resulta muy provechoso y abarca diferentes temáticas. De esta forma, un consejo en la cocina puede abordar diversos campos, como la higiene y conservación de los alimentos, la nutrición y la tecnología culinaria, así como la presentación y el servicio de los platos. Sin duda, los consejos culinarios también responden a la creatividad en la cocina, pues cuando se comienza a experimentar en la confección de platos, se descubren nuevas combinaciones, se revelan nuevos sabores, se crean nuevas recetas y hasta se agiliza su elaboración. Muchas de ellas solucionan apremios alimentarios. Dos buenos ejemplos son los «inventos» de la pasta de bocadito a base de vegetales y de la mantequilla casera con leche en polvo, que constituyen preparaciones que mucho ayudan en la cocina doméstica, y de muy agradable sabor (ambas recetas ya fueron publicadas en los números 41 y 48, respectivamente, en LA CALLE DEL MEDIO). Esta vez, se proponen nuevos consejos para continuar ampliando este saber: • Corte la berenjena en lonjas, pásela por aceite y ásela en sartén hasta que dore. Agregue después el aderezo. • Para la preparación del almíbar se deben guardar las proporciones entre el agua y el azúcar. Generalmente se utiliza media taza de agua por una de azúcar. • Las pastas alimenticias se cocinan en abundante agua hirviendo con sal, sin sobrecocinarlas y al dente. • Las plantas aromáticas (ajo, cebolla, ajíes…) se saltean en grasa hasta que se marchiten, con baja intensidad de calor para evitar que se quemen. Generalmente se agrega primero el ají, luego el ajo y finalmente la cebolla. • La zanahoria cruda y rallada combina muy bien con ajo machacado, maní y algo de mayonesa o aceite aromatizado. • La calabaza se puede comer cruda y rallada, aderezada preferiblemente con aliños agridulces (miel de abejas, zumo de limón, hojas de menta, albahaca...). • La papa, el boniato y la calabaza se cocinan introduciéndolos en agua hirviendo con sal, de manera tal que cubra ligeramente estos productos, y se tapan. De esta forma, se preservan sus propiedades nutricionales. • Utilice las plantas aromáticas en su cocina, como el jengibre, la albaha- panetela cubierta © a.m.r. MADELAINE VÁZQUEZ GÁLVEZ y ALEJANDRO MONTESINOS LARROSA rnps: 0583 colaboradores a.a.g. santiago alba rico abdiel bermúdez bermúdez josé luis estrada betancourt alejandro montesinos larrosa ijorki morales liudmila peña herrera ailer pérez h. romo sigler carmen souto anido madelaine vázquez gálvez léster vila pereira jorge wejebe cobo ME HACES BIEN autor: JORGE DREXLER intérprete: ARGELIA FRAGOSO junto a PANCHO AMAT CD Inesperadamente Producciones Colibrí, 2012 DISCO diciembre 2012 COMER EN CASA los consejos culinarios (ii) © a.m.r. variados LA CALLE DEL MEDIO PROPUESTAS MUSICALES 30 AÑOS DE SON intérprete: SON 14 EGREM, 2011 ESPACIO Peña de la Camerata del Son últimos domingos de cada mes, 5:00 p.m. Cine Avenida (Calle 41, e/ 56 y 58, Playa) VIDEO CLIP CARNAVAL intérprete: LARITZA BACALLAO Dir.: MANUEL ORTEGA dirección calle 21 no. 406, vedado, la habana, cuba. cp 10400. email [email protected] impresión imprenta federico engels