Barrios y plazas de

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Montevideo
Barrios y plazas de
Tango y melancolía
Recostada sobre el Río de la Plata, la capital uruguaya asiste a un renacer social
que llega cargado de esperanza. Nuevos
aires de prosperidad que se respiran en
sus calles, más concurridas que nunca,
en su creativa oferta cultural y en la ilusión renovada del apenas millón y medio
de almas que pueblan esta bella ciudad
de perfil irremediablemente nostálgico,
urdida de tango y candombe, de fútbol y
literatura. Esta ciudad que vive, trabaja y
sueña de cara a ese mar que no es un mar.
TEXTO: Noelia Ferreiro FOTOGRAFÍA: Cristina Candel
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omo la letra de un tango, Montevideo destila melancolía. Tal vez porque discurre silenciosa bajo el brillo metálico del
Río de la Plata, o porque su memoria ha quedado suspendida en
otra época del pasado o porque su alma está transitada de lecturas y esperanzas, de boliches y cafés, de melodías de arrabal. En
Montevideo se vive sin alardes y se camina despacio, se bebe mate
bajo el sol y se chamusca carne en plena calle, se baila milonga al
atardecer y, de tanto en tanto, cuando se toca la fibra, se desbordan como un ciclón las pasiones futboleras. Y sin quererlo o sin
saberlo siquiera, su día a día lleva impreso el sello de la nostalgia,
que no la tristeza, porque la ciudad goza en los últimos tiempos
de nuevos despertares y su irremediable halo melancólico es como
una primavera tardía, pero primavera al fin y al cabo.
Ni la historia y ni la cultura de esta capital de gentes extremadamente cálidas y amables podría entenderse sin ese río sin horizonte,
el más ancho del mundo, que la separa de Buenos Aires en un paseo
de tres horas en barco. Montevideo puede recorrerse de un extremo
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A la izquierda, Plaza
Independencia, con
la estaua del héroe
nacional José Gervasio
Artigas, y recipiente
de mate. En la doble
anterior, La Rambla y
el Río de la Plata.
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El Teatro Solís,
situado en la Ciudad
Vieja, alberga los
acontecimientos
culturales más
relevantes del país.
Destaca su fachada de
estilo neoclásico.
a otro siempre mirando a ese mar que no es un mar, sobre el que
se recuesta una ciudad que al principio no era una ciudad sino un
puerto, antes de la llegada de los primeros pobladores procedentes
de las Islas Canarias, cuando la Corona española solo supo ver en
esta tierra sin oro un bastión estratégico contra los portugueses.
AGUAS DE LEÓN. Hoy el mítico Río de la Plata es la esencia de la
ciudad. A su orilla está unida para siempre a través de esa Rambla
costera que va mudando de nombre a lo largo de 20 kilómetros,
en un paisaje también cambiante en el que se alternan los espacios
verdes, los edificios modernos y las playas. Esa Rambla que, por
cierto, tiene más de malecón habanero, incluso de un Miami sin
oropeles, que del homónimo paseo barcelonés. Por ella transitan
los montevideanos desde bien temprano en la mañana, siempre
con su termo de agua caliente bajo el brazo, una imagen que es
indisociable del paisaje humano de la ciudad. También en la Rambla se hace deporte, y se pasea en bicicleta, y se amodorran los
pescadores desde las escolleras esperando a que muerda alguna
corvina. Pero es el atardecer el que invita a la congregación, a la
salida del laburo, como dicen ellos, cuando acuden a sentarse en
los poyetes de piedra, a entregarse al mate y a la conversación
mientras el sol tiñe de naranja las aguas. Porque el color del río
también tiene su propia miga. Un amarillo opaco que varía en
función de la marea oceánica y del aporte de agua de los afluentes, y que muestra unas veces destellos púrpuras; otras, un tono
achocolatado, pero que a los rioplatenses les gusta decir que tiene
“color de león”, como cantaba el poeta Leopoldo Lugones.
Más allá de la Rambla, el tejido urbano de la capital uruguaya
ha estado históricamente abierto a tantas corrientes arquitectónicas que hoy exhibe un eclecticismo sin igual, una suerte de amalgama algo decrépita en la que caben desde los palacios suntuosos
hasta los mazacotes de viviendas apelotonadas. En Montevideo se
suceden plazas en las que se respira aire europeo, barrios que conservan la pátina de los tiempos coloniales, calles que no quieren
dejar de ser pueblo y otras que nunca pretendieron serlo. La Ciudad Vieja es la que mejor conserva el patrimonio histórico, con
Tras los pasos de Mario Benedetti
“Al sur al sur/ está quieta, esperando/ Montevideo”. Discreto y taciturno como la ciudad que más retrató su obra,
la figura de Mario Benedetti es indisociable de la capital
uruguaya porque en cada rincón laten sus versos, sus ideas,
sus personajes... Por eso también puede ser recorrida tras
la huella del escritor. El Montevideo de Benedetti es el
del liceo donde estudió, las oficinas donde trabajó, el café
donde escribió o el cementerio donde descansa desde hace
apenas cuatro años. Pero también es el Montevideo que
inspiró su literatura inolvidable. El de los escenarios de La
Tregua, como el Palacio Salvo, “casi una representación del
carácter nacional: guarango, soso, recargado, simpático”.
El de la playa Pocitos de Gracias por el fuego, “con el murallón de grandes edificios que dan sombra a la playa y la
cubren de una falsa melancolía”, o el del Prado “en horas
de la siesta” de Primavera con una esquina rota. También
en el Jardín Botánico está presente su recuerdo, en ese
lugar A la izquierda del roble donde alumbró uno de sus
más bellos poemas de amor.
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Diez paseos imprescindibles
■ LA RAMBLA. Es el paseo favorito de los montevideanos
y el balcón por el que se asoman al mítico Río de la Plata.
De oeste a este, comienza en la Rambla Sur y recorre unos
20 kilómetros hasta Carrasco, dejando a su paso parques y
playas como la de Pocitos, la más concurrida en verano.
■ EL PUERTO. Su relevancia le viene dada por el tránsito
de cargas del Mercosur, cuya sede está en Montevideo.
También por el ambiente mágico de sus alrededores, con
el complejo gastronómico del Mercado del Puerto, donde
se emplazan las mejores parrilladas de la ciudad. Los sábados al mediodía se convierte en una fiesta.
■ PEATONAL SARANDÍ. Por las entrañas de la Ciudad Vieja
avanza esta pintoresca calle sin tráfico que atraviesa la Plaza
Matriz y discurre entre edificios de gran riqueza arquitectónica, puestos callejeros de artesanía y viejas librerías.
■ PLAZA INDEPENDENCIA. El corazón de Montevideo es su
plaza principal, cuyo centro preside el prócer José Gervasio
Artigas sobre el mausoleo que guarda sus restos. En un
extremo se alza el Palacio Salvo, edificio emblemático que
llegó a ser la torre más alta de Sudamérica. Atravesándola
en diagonal se llega al Teatro Solís, donde tienen lugar los
acontecimientos culturales más relevantes del país.
■ AVENIDA 18 DE JULIO. La avenida más comercial debe
su nombre a la Jura de la Constitución de 1830. Es el eje
del Montevideo moderno, con tiendas, quioscos, cafeterías,
cines... Atraviesa, además, tres plazas hasta llegar al Obelisco a los Constituyentes, en el Parque Batlle.
■ PARQUE RODÓ. Erigido a principios del siglo XX en una
zona privilegiada a escasos minutos del centro y en la misma
orilla del Río de la Plata, se trata de una zona arbolada con
un lago, fuentes y bancos de azulejos, que alberga también
un castillo, un parque de atracciones, el Teatro de Verano y
el Museo Nacional de Artes Visuales. Entre su vegetación se
esconden maravillosas estatuas, como la del filósofo chino
Confucio o la dedicada a Lemanjá, la diosa del mar.
■ EL CERRO. Este icono que figura en el escudo de Uruguay
ofrece, además de valor histórico, la más bella panorámica
sobre la bahía desde sus 148 metros de altura. En su cima
se encuentran la Fortaleza y el Faro. En los alrededores
crecieron los barrios de los inmigrantes, que acabaron
bautizando la zona como Villa Cosmópolis.
■ JARDÍN BOTÁNICO. Integrado en los Jardines del Prado, este
paseo reúne cientos de plantas, muchas autóctonas y otras
tantas de Asia, África, Latinoamérica y Europa. Calistemos,
plumerillos, alcanforeros, canelas, catalpas, coralinas... son
algunas de las especies de este fantástico parque.
■ BUCEO. La arquitectura moderna tiene su espacio en este
barrio del Este, con los edificios más lujosos. Apartamentos
y oficinas de negocios, centros comerciales y la sede del
Yatch Club de Uruguay –joya de estilo art decó– dan paso a
la propuesta del World Trade Center, un complejo presidido
por tres torres que promete un crecimiento imparable.
■ ZONAMÉRICA. Los interesados en el business hallarán
en este proyecto innovador su emplazamiento ideal. Zonamérica es un parque de negocios en una superficie de 92
hectáreas rodeada de zonas verdes. Uno de sus edificios,
el Celebra, ha recibido varios premios internacionales por
su arquitectura ultramoderna.
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fachadas que han sido recuperadas para abrir restaurantes, bares,
talleres de artistas plásticos y tiendas de antigüedades donde hallar
cachivaches de tiempos olvidados. Un delicioso renacer cultural
que ensambla el pasado con el presente.
LA CIUDAD VIEJA. Frente al muelle comienza el paseo por la Ciudad
Vieja, con el aroma a parrillada que se desprende del emblemático
Mercado del Puerto. Aquí, cada sábado al mediodía se despliega
la fiesta de la carne, acompañada de música callejera a golpe de
tamboril o bandoneón. Y es que el asado, siempre con brasas de
leña –nunca con carbón–, es el plato nacional de este país que presume de contar con cuatro vacas por habitante. Será el momento
de probar el chivito, el bocado que mejor representa la identidad
culinaria uruguaya. Un sandwich de lomo de ternera y vegetales
que puede tener tantos ingredientes como maneras de prepararse.
Para acompañarlo, qué mejor que un medio y medio (mitad vino
blanco seco, mitad espumoso), el trago ideado por el bar Roldós
y que está institucionalizado como la bebida del puerto.
La Ciudad Vieja es más que este bullicio marinero tan genuinamente descarado y popular. La Ciudad Vieja es, sobre todo, la peatonal Sarandí, que la atraviesa de punta a punta. Es quizás la callecita
montevideana por excelencia, la que discurre entre edificios históricos y fuentes, la que está flanqueada de puestos callejeros donde se
vende artesanía y la que reúne algunas de las librerías más bellas,
Puerta de la Ciudadela,
en la Plaza de
Independencia, que
marca el inicio de la
Ciudad Vieja. El Palacio
Salvo de esta plaza llegó a
ser el edificio más alto
de Sudamérica.
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Casi a la altura del brasileño, el carnaval que se vive en Montevideo
es la gran fiesta popular del país. Una celebración de cuarenta días,
la más extensa del mundo, que comienza en la Avenida 18 de Julio a
principios del mes de febrero para continuar después en los tablados
barriales, en el imprescindible Desfile de Llamadas y en el Concurso de
Agrupaciones Carnavalescas que tiene lugar en el Teatro de Verano. Se
trata de un producto turístico y cultural único que es propio de un país
de inmigrantes: la tradición europea original se fusiona con la herencia
africana, con géneros artísticos varios en los que prevalece la murga y
el candombe. El primero, con sus raíces en el género chico español, es
la expresión de la picaresca interpretada por un coro que narra historias
satíricas sobre los acontecimientos del año; el segundo, de una sensualidad cautivadora, es el ritmo de percusión afro-uruguayo, único en el
planeta, cuyo máximo espectáculo acontece cuando las comparsas de
negros y lubolos (blancos pintados de negros) desfilan por Barrio Sur y
Palermo con un estruendo y algarabía indescriptibles.
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Botánico
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en el corazón de la capital. En este espacio rodeado de palmeras que
marca el límite de la Ciudad Vieja con el moderno centro comercial
late la vida cotidiana, las celebraciones y las protestas, siempre bajo
la estatua ecuestre de José Gervasio Artigas, el héroe nacional. En la
Plaza Independencia encontramos el símbolo de Montevideo, el Palacio Salvo, que tiene en el Palacio Barolo de Buenos Aires su construcción hermana, y que llegó a ser el edificio más alto de América del Sur
cuando aún la palabra rascacielos sonaba como un vocablo extraño.
En él pervive el recuerdo de la confitería La Giralda –demolida para
su construcción–, donde en 1917 se estrenó la famosa Cumparsita,
más apacible en sus otros barrios menos concurridos. Y también
en sus frondosos parques, que convierten a esta ciudad en la más
verde de América Latina en relación a su población. El Parque Rodó,
llamado el Paseo del Pueblo, o Los Jardines del Prado, en el señorial
barrio del mismo nombre, son los más pintorescos, aunque más
fama se lleva el Parque Batlle, acaso porque en él se encuentra otro
de los grandes iconos: el Estadio Centenario, declarado Monumento
Histórico del Fútbol Mundial. Fue aquí donde Uruguay ganó su
primera Copa del Mundo en 1930 –la segunda sería en el 50 con el
maracanazo– alimentando para siempre la garra charrúa, expresión con
la que se alude al espíritu de lucha de la selección celeste.
Otros paseos, y otras bellezas, encierran barrios como Punta Carretas, antiguo hogar de pescadores y lavanderas; Pocitos, con su playa
atestadísima y su rambla escenario de conciertos, y Buceo, donde
se elevan al cielo lujosos edificios que miran al río. Y más emoción
deparan Palermo y Barrio Sur, hogares de la cultura afrodescendiente. Por sus calles retumban los repiques y tamboriles del candombe, el género musical que dieron a luz los esclavos como símbolo de la negritud rioplatense. Ritmo, gesticulación y color en una
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ciudad donde hay mucho espacio para la alegría.
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EL CENTRO. Pero hay que llegar a la Plaza Independencia para estar
ESPACIOS VERDES. Fuera del centro, Montevideo ofrece una cara
En la capital uruguaya se dice que,
si no se visita el Mercado del Puerto,
no se visita Montevideo. Y es que este
emblemático establecimiento se ha
convertido en el centro gastronómico de la ciudad, rodeado de un buen
número de restaurantes, bares y terrazas. Destaca entre ellos El Peregrino (Pérez Castellano, 1553. t +59
8 29164737. Email: ‧ elperegrino@
adinet.com.uy), una parrillada y marisquería con terraza sobre la peatonal y mesas de ambiente tradicional
en el interior del Mercado, donde se
puede degustar desde el clásico y sabrosísimo asado (tira, lomo, cochinillo, rack de cordero... con los cortes
auténticos uruguayos) hasta mariscos traídos desde Rocha y Maldonado para los que no se inclinen por la
exquisita carne.
En el capítulo de la gastronomía un
poco más sofisticada, la palma se la
lleva el Rara Avis (Buenos Aires, 652.
t +59 8 29150330. ‧ www.raraavis.
com.uy), un restaurante con alma de
teatro, puesto que se ubica dentro del
Teatro Solís. En sus elegantes y acogedores salones se ofrece una cocina original y creativa, dentro de un
ambiente exclusivo que se extiende
también al Chivas Bar.
Otra alternativa culinaria es la que
proporcionan las bodegas familiares,
donde el picoteo o el almuerzo vienen
acompañados del recorrido guiado
por las instalaciones y, por supuesto, de una cata de los mejores caldos
del establecimiento. Las Bodegas Carrau (‧ www.bodegascarrau.com),
en el barrio de Colón, ofrecen varias
opciones de visita para conocer su
tradición centenaria de orígenes catalanes y para descubrir sus excelentes vinos con degustación de quesos
y carne a la parrilla incluida.
Paraguay
como Más Puro Verso, en una antigua óptica de 1877, con sus dos
pisos conectados con el primer ascensor que tuvo la ciudad.
Como una arteria silenciosa, Sarandí atraviesa la Matriz, el espacio público más antiguo, nacida como Plaza Mayor y bautizada
después como Plaza de la Constitución porque fue aquí donde el
pueblo celebró el nacimiento legal de la República. En su perímetro se encuentra la Catedral, el Cabildo reconvertido en museo y
la sede del Club Uruguay, reducto de la alta burguesía de Montevideo. Muy cerca se alza el Teatro Solís, el templo de la cultura uruguaya. Inaugurado en 1856 y modernizado en 2008 con una obra
faraónica, por su escena han desfilado las compañías más reconocidas del mundo, aunque la huella más profunda la dejó Margarita
Xirgú, que dirigió la Comedia Nacional.
La capital de Uruguay dispone de una
amplia oferta de hoteles para todos
los gustos y bolsillos. NH Columbia
(Rambla Gran Bretaña, 473. t +59 8
29160001. ‧ www.nh-hoteles.es) es,
quizás, el más apropiado de precio
medio. Emplazado en plena Rambla,
con vistas al Río de la Plata y a un
paso de la Ciudad Vieja, este hotel
funcional, confortable y con un desayuno fantástico destaca por su ubicación privilegiada y su buen servicio.
Precios desde 78 euros.
Otras opciones más lujosas pasan
inevitablemente por abonar un precio más elevado. Entre ellas, Radisson Montevideo (Plaza Independencia, 759. t +59 8 29020111. ‧ www.
radisson.com), en la Plaza Independencia, el pleno corazón de la ciudad, con unas instalaciones especialmente aptas para conferencias
y convenciones: 28 salas con capacidad de hasta 2.900 personas. Menos carácter de negocios tiene este
otro cinco estrellas: Don Hotel (Piedras, 234. t +59 8 29161688. ‧ www.
donhotel.com.uy), que está concebido
como un hotel-boutique donde prima,
ante todo, el encanto.
DÓNDE COMER
Rambla
Air Europa (‧ www.aireuropa.com)
inauguró a principios de junio el vuelo
directo Madrid-Montevideo, con tres
conexiones semanales (lunes, miércoles y viernes por la noche desde
Barajas; y martes, jueves y sábado a
mediodía desde el aeropuerto internacional de Carrasco), con un precio
en torno a los mil euros ida y vuelta.
Se trata del único vuelo sin escalas
que existe entre España y Uruguay.
El aeropuerto internacional de Carrasco está situado a 30 kilómetros
del centro de Montevideo.
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CÓMO LLEGAR
DÓNDE DORMIR
escrita por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez.
Un tango –el más versionado de la historia– que es
el himno cultural del país y que sirve para reivindicar
su triunfo en la eterna rivalidad con Argentina. Porque en Montevideo la tradición tanguera es cosa seria
–salas como El Milongón, Fun Fun o Joventango dan
buena cuenta de ello–. Tanto, que en la gran incógnita sus gentes siguen defendiendo que Carlos Gardel nació en Tacuarembó. De la Plaza Independencia arranca la Avenida 18 de Julio, el eje de la ciudad
moderna. Una calle comercial que abarca 34 cuadras
hasta el Obelisco a los Constituyentes, mientras deja
en el camino hermosos edificios de fachadas expresionistas y art decó, y algunos rincones muy queridos por la población,
como la escultura El Entrevero, en la Plaza J.P. Fabini, o la Fuente de
los Candados, donde dejan su recuerdo los amantes.
» Montevideo (Uruguay)
Flo
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guía práctica
Av.
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La buena literatura y
la carne son señas de
la identidad uruguaya.
Izquierda, el Café
Brasileiro, en la Ciudad
Vieja, tiene todas las obras
de Benedetti. Debajo,
Mercado del Puerto.
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N
Punta Carretas
cartografía: DIGYTAL
COMPRAS
En Uruguay la artesanía tiene un peso
bastante importante como forma y
medio de vida, y también como reconocimiento artístico. Tanto, que
existe una Asociación Uruguaya de
Artesanos (AUDA) que han creado
la marca Ma (mercado de los artesanos) con tres locales de venta en
Montevideo donde ofrecen las mejores artesanías: el Espacio R. Barradas (Pérez Castellano, 1542), en
la Ciudad Vieja, y el Mercado Plaza
(Plaza Cagancha, 1365) y el Mercado
de la Abundancia (San José, 1312), en
el centro. En todos se pueden hallar
productos de cuero, botellas pintadas a mano, joyería con cristal y piedras preciosas. Otro espacio para encontrar no solo artesanía sino todo
cuanto resulta imaginable (monedas,
pájaros, antigüedades, libros, flores,
relojes, viejos periódicos y revistas...)
es la Feria de Tristán Narvaja, una
suerte de rastro montevideano con
un pintoresco ambiente. Tiene lugar
todos los domingos, desde las 9.00
hasta las 15.00 horas.
Para compras de productos menos
tradicionales existen varios centros comerciales con una sustanciosa oferta. Montevideo Shopping
es el primero que se construyó en
la ciudad, de camino a la playa de
Pocitos. Su edificio, proyectado por
Eladio Dieste, es patrimonio de la
arquitectura internacional por sus
techos autoportantes y sus paredes
curvas. Otro singular mall es Punta
Carretas Shopping, levantado sobre
una cárcel que fue famosa por las
históricas fugas de sus convictos. Y
están también Portones Shopping,
en Carrasco, y el Centro Comercial
de Tres Cruces, en el centro geográfico montevideano.
DE COPAS
La amplia propuesta de salas de teatro, cines y boliches convierten a esta
capital en una de las más animadas
del cono sur. Para tomar una copa,
siempre habrá locales con historia
como el Roldós, donde se sirve el
medio y medio; el Bar-Tanguería Fun
Fun, donde se bebe la uvita, que es
un trago con fórmula secreta, o el
Café Brasilero, frecuentado por los
escritores uruguayos Mario Benedetti
y Eduardo Galeano.
La marcha nocturna más joven se
puede hallar los jueves y viernes en
la Ciudad Vieja, en los alrededores
de la peatonal; o los fines de semana
en Pocitos y Punta Carretas, donde
la noche se alarga hasta la madrugada. Caín Dance Club es una de las
discos con más historia, que abre a
partir de la medianoche. El panorama homosexual cuenta con numerosos locales como el Small Club, con
divertidos shows, o Il Tempo, con un
ambiente incombustible.
Más información
Embajada de Uruguay. Paseo del
Pintor Rosales, 32. 28008 Madrid.
t 917 58 04 75
‧ www.embajadadeuruguay.org
‧ www.uruguaynatural.com
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