Análisis de la constitucionalidad del proyecto de ley que delega

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Documento de Trabajo Nº 40
ANALISIS DE LA CONSTITUCIONALIDAD DEL PROYECTO DE LEY QUE
DELEGA FACULTADES LEGISLATIVAS AL GOBIERNO
Juan Carlos Ruiz Molleda
Instituto de Defensa Legal
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Documento de Trabajo Nº 40
1.- Introducción
En días recientes se abrió debate en torno a la delegación de facultades legislativas
aprobada por el Congreso de la República el 10 de junio pasado, contenida en el Proyecto
de Ley 3908/2009-PE y que hasta la fecha (01/07/2010) no ha sido publicada. Nos parece
necesario que este tipo de medida sea revisada y analizada pues, como luego veremos,
estimamos que no se han cumplido con los requisitos sustanciales exigidos por la
Constitución para su expedición.
Este artículo quiere contribuir con el debate, brindando una serie de herramientas
conceptuales y analíticas para comprender mejor este fenómeno, así como la necesidad que
su utilización se ajuste al texto constitucional. Esto se concreta a través del análisis del
cumplimiento de los requisitos de forma y de fondo, a efectos de evaluar si se ha expedido
todos éstos de acuerdo con la Constitución.
2.- Fundamentos del carácter excepcional de la delegación de facultades legislativas al
gobierno
Una de las principales funciones del Congreso de la República —si es que no es la
principal1— es la de expedir leyes. En efecto, según el artículo 102 inciso 1 de la
Constitución, es atribución del Congreso dar leyes. Se trata de una función y de una
facultad originaria, que solo bajo determinados supuestos y condiciones puede ser delegada
al Poder Ejecutivo (decretos de urgencia y decretos legislativos), en el marco del principio
de colaboración de poderes, el cual, bien sabemos, modula y atempera el principio de
separación de poderes (o más modernamente separación de funciones del poder). Es
incoherente que no ejerza esa función, pues constituye la esencia misma de su función y de
su propio nombre Poder Legislativo. Sin embargo, no son pocos ni extraños los casos en
que el Gobierno ha legislado más que el Congreso2.
El Congreso es el titular de las facultades legislativas es el Congreso, en su calidad de
titular de la representación nacional. Esta es la regla general. Sin embargo, la propia
Constitución reconoce la posibilidad que el Poder Ejecutivo pueda expedir normas con
rango de ley, pero de forma excepcional. En efecto, este puede expedir decretos legislativos
y decretos de urgencia en consonancia con el artículo 104 y con el artículo 118 inciso 19 de
la propia Constitución. En estos últimos casos se trata de facultades derivadas, es decir no
originarias, que solo tendrán cobertura constitucional, en la medida que su uso se realice en
1
Según Giovanni Sartori las funciones históricas del Congreso han sido la función representativa, la función Legislativa y
la función de control político. Giovanni Sartori, Elementos de Teoría Política, Alianza Universidad, Madrid, 1992, pág.
201.
2
Como lo menciona el profesor César Landa, entre 1980 y 1989 el Ejecutivo produjo 2,114 normas con rango de ley
mientras que el Legislativo solo aprobó 1,851. Citado en: Francisco Eguiguren, Los Retos de una Democracia
Insuficiente. CAJ, Lima, 1990, pág. 164.
2
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los supuestos expresamente contemplados.
De conformidad con el principio de corrección funcional3, a la hora de interpretar la
Constitución, debemos de respetar el reparto de competencias realizado por el
Constituyente. No tiene sentido que la Constitución le haya reconocido la misma función y
facultad a dos poderes del Estado (El Congreso y el Poder Ejecutivo). Eso es un absurdo, en
consecuencia, la diferencia entre las facultades legislativas del Congreso y del Poder
Ejecutivo está en que esta última tiene carácter excepcional y es derivada y no originaria.
Prueba de ello es que el Congreso podrá y deberá realizar el control parlamentario de las
normas expedidas por el Poder Ejecutivo derogándolas si evalúa que no se ajustan a la
Constitución o no resultan convenientes a los intereses de la nación.
La consecuencia es evidente, si no existe este carácter excepcional, la delegación de
facultades y los decretos legislativos de un lado y los decretos de urgencia de otro, tendrán
un vicio de nulidad, pues han sido utilizados, en supuestos distintos a lo establecido en la
Constitución, todo ello de conformidad con el artículo 45 del mismo cuerpo normativo, el
cual precisa que “El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con
las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen”.
El carácter originario de las facultades legislativas en el Congreso, no es un capricho del
constituyente. De conformidad con el principio democrático, la Constitución le ha
reconocido al Congreso la posibilidad de hacer leyes, pues es el órgano con mayor
representatividad en el Estado lo que se traduce en una mayor legitimidad democrática, toda
vez que se trata de un poder elegido directamente por el pueblo. Pero por qué el Congreso
es el órgano más idóneo para elaborar leyes, fundamentalmente por tres razones que a
continuación desarrollaremos, por el carácter público del procedimiento legislativo, porque
este asegura el pluralismo político y el respeto al debate democrático, y porque este
garantiza la deliberación y la promoción del consenso.
El carácter público del procedimiento legislativo.Si el Congreso es un foro de ideas y de debate en función del interés del pueblo es porque el
acto legislativo debe ser por definición público, de cara a la ciudadanía. Esta condición del
proceso legislativo asegura la participación ciudadana, en la medida que facilita el acceso a
la información a través de la prensa, de las sesiones públicas, de la invitación a sectores
representativos o interesados por la legislación para ser consultados, etc.
¿Por qué es importante el carácter público del procedimiento? Dicho procedimiento es
importante en tanto que se presenta como el medio para que la ciudadanía conozca de los
temas en debate, pueda hacerse sus propias convicciones y eventualmente tomar parte en el
debate nacional sobre las materias legislativas que el Congreso debe modificar o regular. Se
3
STC Exp. Nº 5854-2005-PA/TC, f.j. 12. c.
3
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trata de que el ciudadano conozca directamente lo que sus representantes elaboran, las
circunstancias y los elementos que debaten para llegar a sus conclusiones. Supone,
asimismo, el control ciudadano de la conducta y trabajo de su representante. En una época
de creciente desprestigio del Parlamento, éste es un acto que alienta la credibilidad en esa
institución.
La condición de estar resolviendo sobre materias públicas que afectan a toda la ciudadanía
hace imprescindible que el procedimiento sea también público. La única excepción es
cuando la materia, por su naturaleza, obliga a la sesión secreta, se trata de temas estatales,
usualmente vinculados a la seguridad nacional y/o a asuntos internacionales confidenciales
o secretos. En este último caso la ciudadanía, a través de las elecciones, ha confiado en sus
representantes parlamentarios el derecho de conocer, revisar y eventualmente confirmar o
modificar normas de carácter secreto.
En tal sentido, el Congreso en el caso del Perú, debe ser un instrumento de aliento y de
expresión de una cultura política de la transparencia y la credibilidad sobre los temas
públicos. De ahí la importancia de construir una institución cercana a la sociedad y a la
ciudadanía en particular, de asegurar la publicidad de los debates y el progresivo ingreso de
la actividad parlamentaria a la cotidianidad de la sociedad peruana de hoy. Todo ello debe
ser una meta del Congreso del Perú.
La apropiación de las facultades legislativas por parte del Ejecutivo y la abdicación de las
funciones del Congreso, cuando ambas se producen por fuera de los supuestos exigidos por
la Constitución, impiden que este terreno público de debate sea utilizado. La discusión la
tienen en privado -por no decir en secreto- los gabinetes de los ministros, siendo los
asesores (y usualmente los asesores externos de los asesores) quienes no tienen mandato
popular ni pueden ser objeto de la crítica o del escrutinio público como los representantes,
lo encargados de elaborar los decretos legislativos y los decretos de urgencia. Si existen o
no grupos de presión o loobys para conseguir una u otra norma, o para conseguir una
modificación de lo establecido para beneficiar a tal o cual negocio, nunca lo sabremos. Y es
muy probable que muchas veces ni siquiera los Ministros o el propio Presidente, quienes
suscriben los decretos legislativos y de urgencia, lo sepan.
El pluralismo político y el respeto al debate democrático.Se trata del principio de respeto a la representación plural que debe existir en el Congreso;
es decir, el respeto a las minorías y al libre y adecuado debate del tema público. El
Congreso es la única instancia del Estado donde se institucionaliza la presencia -y el
debate- de diversas fuerzas políticas, algunas de ellas distintas y opositoras al gobierno. Y
es bueno remarcar que no se trata sólo de mayorías y minorías, lo que finalmente parece
aludir más a una materia numérica o a grupos4.
4
"Los términos oposición y minoría no son sinónimos. El concepto de oposición es esencialmente jurídico y político,
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Se trata más bien de mayoría y oposición, de gobierno y oposición, lo que supone un tema
cualitativo de opciones políticas distintas en un terreno público de disputa por los votos del
electorado, donde una o varias fuerzas políticas de "oposición" buscan reemplazar al
gobierno. En ese sentido, una de las características de esta instancia de integración es el
pluralismo político, lo que supone la existencia real de la oposición, con plenas facultades
para debatir y disputar políticamente.
Todo ello supone el respeto no solo a los grupos políticos como tales, sino también al
parlamentario individual, quien constituye "la primera minoría", quien tiene derecho a
opinar y decidir5. En la democracia el método para la adopción de decisiones se modifica,
deja de ser el simple gobierno de la mayoría, para constituirse en gobierno de la mayoría
limitada, respetuoso de los derechos de la minoría y por ende de la oposición. Esta actitud
se convierte así en el auténtico criterio para determinar si un régimen es o no democrático6.
Este principio de incorporar el pluralismo, otorgar derechos a las minorías y aceptar el libre
debate y competencia democrática, debe expresarse en el debate público entre mayoría y
oposición de la mayoría en, por lo menos, la gran parte de las leyes del país.
Es obvio que la adopción de una práctica de agente legislador permanente de parte del
Ejecutivo frustra este carácter democrático y de debate en el desarrollo de la función
legislativa. Las leyes, en lugar de ser producto del debate y competencia de diversas
fuerzas, sometidas todas ellas al escrutinio público, es producto exclusiva y
excluyentemente de algunos miembros del Poder Ejecutivo.
La deliberación y la promoción del consenso.Una de las funciones substanciales del Congreso es la de desarrollar una actividad
deliberativa. Se trata de "pensar con detenimiento acerca de los aspectos, antecedentes y
consecuentes de un acontecer para tomar una decisión, lo que implica una suma de
conocimientos, previa o simultánea al acontecer, relativa a cuál debe ser el sentido de una
decisión7". Los procedimientos deben asegurar que la deliberación parlamentaria, expresada
en el debate real y profundo de los temas que tratan se realice en la práctica.
Pero a la deliberación y al debate o confrontación hay que añadir el deseo, la necesidad de
la construcción del consenso nacional. Existen en nuestros países innumerables temas de
interés nacional donde es posible, y muchas veces necesario, desarrollar un consenso, voz
concertada y unánime de los representantes. Los mecanismos parlamentarios tienen como
un criterio promover el desarrollo y aplicación el fomento del consenso parlamentario, la
mientras que el de minoría es mucho más amplio: cabe hablar de minorías étnicas, lingüísticas, sociales" SÁNCHEZ
NAVARRO, Ángel,Análisis Comparado del papel de las minorías en la Vida Parlamentaria. Valladolid, 1991, pág. 42.
5
COLOMER Antonio y LÓPEZ GONZÁLEZ, citado por Sánchez Navarro, op.cit., pág. 51
6
SÁNCHEZ NAVARRO, op.cit., pág. 40.
7
BERLÍN VALENZUELA, Francisco, Derecho Parlamentario, Fondo de Cultura Económica, México, 1993. pág. 135.
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generación de espacios y ocasiones donde los congresistas de mayoría y de oposición
puedan llegar a ciertos acuerdos de carácter nacional. La consecuencia de ellos para el país
es muy importante, pues se trata de la ubicación de objetivos nacionales trascendentes y de
acciones vinculadas a dichos objetivos.
El ejercicio ilimitado de la función legislativa por el Ejecutivo, cuando por ejemplo el
Gobierno expide decretos legislativos por fuera de los cauces constitucionales establecidos,
impide ejercer la función de consenso nacional en determinados temas en los que puede
haberlo, frustrando la mayor solidez y eficacia de las normas legales, las que salen como
expresión unilateral y no de cierto consenso del conjunto de los sectores políticos del país.
3.- Naturaleza de los decretos legislativos
Los gobiernos no sólo poseen el poder de expedir normas secundarias consideradas
expresiones de su poder reglamentario8 también llamadas normas reglamentarias, sino, que
además, la doctrina y la legislación comparada admite la posibilidad de adoptar normas
jurídicas primarias que pueden equipararse a las contenidas en las leyes parlamentarias.
Esta posibilidad jurídica es permitida por las Constituciones manteniéndolo en general,
firme el principio de titularidad parlamentaria de la competencia para emanar normas
primarias, pues se considera intocable la supremacía de las asambleas en cuanto inmediatas
representantes de la soberanía popular9.
Esta capacidad de expedir normas primarias se expresa a través de dos instituciones, los
decretos de urgencia y los decretos legislativos. En este último caso, la asamblea habilita al
Ejecutivo para ejercer la función legislativa mediante un acto o grupos de actos; en tal caso
la asamblea determina las condiciones a que debe el ejecutivo adecuarse10.
Los Decretos Legislativos son una institución normativa que intenta responder
legislativamente a situaciones y problemáticas complejas. Según Montero Gibert, estas
situaciones están caracterizadas por las dificultades específicas que presenta la regulación
de una materia acusadamente técnica. En aquellos casos, se considera que la
Administración está en una mejor situación —léase infraestructura y servicios de asesoría y
consultoría— para realizar la parte más técnica de la labor legislativa y en consecuencia, se
delega en ella a este respecto, imponiendo unas directrices a seguir y unos límites,
materiales y temporales, para su actuación11.
El fundamento del control parlamentario de los decretos legislativos sería en que se está
delegando potestades legislativas a quien no es su depositario habitual, esto es, el Gobierno,
8
GIUSEPPE DE VERGOTTINI. Derecho Constitucional Comparado. Espasa Calpe S.A., Madrid, 1983, pág. 724.
Ibídem..
10
Ibídem..
11
J. R. MONTERO GIBERT. El Control Parlamentario. Tecnos, 1984, Madrid, pág. 109.
9
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y de otro lado, en la necesidad de asegurar que la ley sea la expresión de la voluntad popular
manifestada a través de sus representantes en el Parlamento. Asimismo, según Montero
Gibert, la pertinencia del control parlamentario tiene su base también en la existencia de
una previa delegación, que faculta al delegante para controlar el uso que de la facultad
delegada se hace12.
4.- Test de constitucionalidad de la ley delegativa
Como ya lo adelantamos, el uso de los decretos legislativos no es discrecional, es necesario
observar un conjunto de requisitos establecidos en la Constitución y en el Reglamento del
Congreso13. En ese sentido, consideramos que toda propuesta de delegación de facultades
legislativas (ley delegativa) y los decretos legislativos posteriores deben pasar y aprobar el
llamado "Test de constitucionalidad", es decir, adecuarse al mandato constitucional para
dichas normas. Es imprescindible, entonces, establecer los parámetros constitucionales, a
partir de los cuales se va a controlar la delegación de facultades. En nuestro concepto los
criterios a tener en consideración a la hora de realizar el control parlamentario sobre los
decretos legislativos, son los siguientes:
I. Requisitos de forma
4.1.- Solo se delega por un tiempo determinado (mandato temporal)
La ley autoritativa debe fijar el mandato temporal. Esto es importante a efectos de evaluar
posteriormente si la expedición del decreto legislativo se ha realizado dentro del plazo
señalado por la ley autoritativa.
Uno de los parámetros a evaluar a la hora de desarrollar el control parlamentario es el
criterio referido al plazo. Obviamente la delegación no es permanente ni eterna. Ella está
circunscrita a un plazo preciso, impostergable e inamovible. Según el art. 104 de nuestra
Carta Política y el art. 81º letra "f" del Reglamento del Congreso de la República, el
Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar, mediante decretos
legislativos, por el plazo determinado y establecido en la ley autoritativa14.
12
Ibídem, pág. 110.
13 El antecedente de esta norma del Reglamento del Congreso lo encontramos en la Ley 25397, la cual regula los decretos
legislativos del artículo 13 al 21. En el artículo 14 se establece por ejemplo que “La Ley que autoriza el ejercicio de la
legislación delegada debe precisar: a) La materia y los criterios que definen el marco de las facultades legislativas que se
otorgan; y, b) El plazo dentro del cual se pueden ejercer las facultades legislativas.
La ley que autoriza dictar decretos legislativos en materia de leyes orgánicas debe aprobarse por la mayoría calificada a la
que se refiere el artículo 194 de la Constitución Político. El contenido de los decretos legislativos no puede exceder el
marco definido por este artículo”.
14
“Leyes autoritativas de legislación delegada; pueden ser aprobadas para autorizar el ejercicio de la función legislativa al
Gobierno mediante decretos legislativos o a la Comisión Permanente mediante la aprobación de proposiciones de ley, con
las limitaciones establecidas en el segundo párrafo del inciso 4) del artículo 101° y en el segundo párrafo del artículo
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Si consideramos que el titular de la facultad legislativa es el Congreso de la República, y
que sólo por vía de excepción el Ejecutivo puede legislar (siempre que el propio Congreso
así se lo autorice), concluiremos que la delegación de facultades no puede ser por grandes
períodos de tiempo, sino por tiempos muy breves y puntuales15. En esa misma lógica, un
pedido de delegación de facultades por un plazo cercano al año no tendría sentido, pues
desnaturalizaría dicha institución convirtiéndose, en los hechos, en una abdicación por parte
del Congreso de las facultades legislativas frente al Poder Ejecutivo.
4.2.- Solo se pueden delegar en materias “específicas”, precisas y bien delimitadas
(Mandato material)
Este es otro requisito clave, que está contenido en el artículo 104 de la Constitución, y que
exige que la delegación de facultades deba ser sobre “materia específica”. Una delegación
sobre materias imprecisas, poco delimitadas, deviene en los hechos en omnicomprensivas
de todos los temas, lo cual a su vez equivaldría a la renuncia de sus facultades legislativas
por parte del Congreso. En ese sentido materias poco claras, abiertas, poco especificas, son
absolutamente incompatibles con la Constitución, siendo pasivas de ser revisas y corregidas
a través de un proceso de inconstitucionalidad.
Un ejemplo de algo que no debe suceder es lo contenido en el artículo 2 de la Ley N° 29157
antes comentada. En dicha ley se delegó facultades en materias de forma muy amplia e
imprecisa. El artículo 2 de la mencionada disposición hizo el listado de materias objeto de
delegación de facultades:
“a) facilitación del comercio;
b) mejora del marco regulatorio, fortalecimiento institucional y simplificación
administrativa, y modernización del Estado;
c) mejora de la administración de justicia en materia comercial y contencioso
administrativa; para lo cual se solicitará opinión al Poder Judicial;
d) promoción de la inversión privada;
e) impulso a la innovación tecnológica, la mejora de la calidad y el desarrollo de
capacidades;
f) promoción del empleo y de las micro, pequeñas y medianas empresas;
g) fortalecimiento institucional de la gestión ambiental; y,
104° de la Constitución Política. Deben indicarse la materia específica de la delegación y el plazo de la misma”.
15
Un ejemplo de algo que no debe volver a ocurrir es el artículo 2 de la Ley N° 29157, que delegó facultades legislativas
a propósito de la implementación del TLC con Estados Unidos. En dicha ley se delegó facultades por 180 días, es decir,
por medio año. Esto es sin lugar a dudas excesivo, pues si tenemos en cuenta que la delegación de facultades es
extraordinaria -es decir, es la excepción y no la regla-, y que tiene sentido en la medida que se trata de temas sumamente
técnicos y complejos que requieren el concurso de técnicos y especialistas, un plazo tan prolongado desnaturaliza la
esencia de la delegación de facultades. Y decimos esto pues en ese tiempo, tranquilamente el propio Congreso pudo
contratar técnicos o encargar el tratamiento legislativo a un comisión de expertos.
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h) mejora de la competitividad de la producción agropecuaria” (resaltado nuestro).
Observando lo resaltado, podemos constatar que el problema es que si bien hay materias
que han sido precisadas con claridad, existen otras materias que son sumamente abiertas y
ambiguas; como por ejemplo, la delegación de facultades contenida en el artículo 2.1 letra a
y d: “facilitación del comercio” o la “promoción de la inversión privada”. Todo proyecto de
ley con contenido económico puede ser fácilmente “encuadrable” y “reconducible” en
estas materias delegadas. Prácticamente, estamos ante una delegación de facultades
legislativas “general” en materia económica.
Otro tanto ocurre con lo contenido en el artículo 2.1 letra b: “mejora del marco regulatorio,
fortalecimiento institucional y simplificación administrativa, y modernización del Estado”.
Toda reforma de algún nivel del Estado puede ser fácilmente “reconducible” a
modernización del Estado. Si se analiza bien, la materia delegada contenida en el 2.1 letra b
es un exceso. Ella señala como materia delegada la “mejora del marco regulatorio… del
Estado”. Toda norma que esté referida al Estado tranquilamente podrá ser encuadrada en
este tópico, desnaturalizando la institución de la delegación de facultades.
Estas formulaciones de la materia delegada guardan notables diferencias con otras que
contiene la propia ley de delegación de facultades y que sí se ajustan a la exigencia
constitucional de precisión y claridad. Nos referimos, por ejemplo, a la contenida en el
artículo 2.1 literal g: “mejora de la administración de justicia en materia comercial y
contencioso administrativa para lo cual se solicitara opinión al Poder Judicial” o el
“fortalecimiento institucional de la gestión ambiental”. A diferencia de las anteriores, estas
últimas sí están bien precisadas.
Ante la imprecisión y vaguedad de algunas materias objeto de delegación de facultades,
deberá de recurrirse a la motivación de la ley delegativa y más específicamente al objetivo
de tal delegación. Esto significa que deberá exigirse que los decretos leyes tengan relación
directa con los objetivos trazados. Éste será el principio orientador y criterio de
interpretación de cada decreto legislativo al que ha de sujetarse el control parlamentario.
Finalmente, un problema adicional será que con materias formuladas de manera tan amplia,
será difícil para el Congreso realizar el control parlamentario de dichas disposiciones,
habida cuenta que el parámetro de control es abierto e impreciso. En ese sentido, una ley
delegativa con materias amplias y vagas, se traducirá en decretos legislativos sobre todo
tipo de temas, no necesariamente ajustados a la ley delegativa.
4.3.- No se puede delegar facultades legislativas en materias que no se pueden delegar
a la Comisión Permanente
El artículo 104º de nuestra Carta Política señala que no puede delegarse facultades
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legislativas al Ejecutivo en materias indelegables a la Comisión Permanente. Por su parte,
el numeral 4 del art. 101 de la misma Constitución señala que no pueden delegarse a la
Comisión Permanente -y en consecuencia, no pueden ser objeto de delegación de
facultades- entre otras, las materias relativas a reforma constitucional, la aprobación de
tratados internacionales, leyes orgánicas, ley de presupuesto y ley de la Cuenta General de
la República.
“Artículo 104°. El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de
legislar, mediante decretos legislativos, sobre la materia específica y por el plazo
determinado establecidos en la ley autoritativa. No pueden delegarse las materias
que son indelegables a la Comisión Permanente […]”. (Subrayado y resaltado
nuestro)
“Artículo 101°.
[…] Son atribuciones de la Comisión Permanente:
4. Ejercitar la delegación de facultades legislativas que el Congreso le otorgue. No
pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma
constitucional, ni a la aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas,
Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta General de la República”. (Subrayado y
resaltado nuestro)
Esto implica que todo decreto legislativo que regule las materias antes referidas, o
introduzca modificaciones, será inconstitucional, debiéndose demandar su
inconstitucionalidad inmediatamente.
4.4.- Los decretos legislativos no pueden legislar materias reservadas a la ley
parlamentaria
En diversas ocasiones el texto constitucional especifica que tal o cual materia debe
regularse "por ley expresa". Es evidente que la Constitución en este caso se está refiriendo a
la ley en su sentido formal y no material, y no está considerando como tal a los "decretos
legislativos" producto de la legislación delegada. Es evidente, en consecuencia, que cuando
la Constitución dice que un determinado campo debe regularse por "ley expresa" no puede
otorgar facultades delegadas en dicha materia. Un ejemplo de ello está en el artículo 2
inciso 24 letras b y d de la Constitución referidos a la reserva de ley en materia penal. En
otras palabras, solo por ley se pueden crear delitos.
En la doctrina, "la reserva de ley" se entiende como aquella reserva que debe contener
"todas las decisiones esenciales y políticamente importantes y, en especial, las que trazan
las líneas básicas y las directrices del orden estatal y social". También se ha dicho que
contiene a "la competencia exclusiva para regular los derechos fundamentales", no
10
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solamente aquellos que tienen que ver con las libertades del individuo"16.
Detrás de conceptos como la reserva de ley, se encuentra una manera de concebir la ley
como forma superior de creación de derecho en un sistema democrático. De esta manera, su
elaboración sería a través del Parlamento, por medio de la discusión y las negociaciones
entre las diversas fuerzas sociales, con la participación de la opinión pública17.
4.5.- No se pueden delegar materias que se regulan por ley orgánica
Si bien está contenida en el requisito anterior queremos resaltar su importancia. En efecto,
no todas las leyes son iguales. Existen diferentes tipos de leyes, una de ellas son las leyes
orgánicas, las cuales se caracterizan por su contenido y por su forma de aprobación. Según
el artículo 106 de la Constitución, mediante leyes orgánicas “se regulan la estructura y el
funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución”. Agrega que para
la aprobación o modificación de las leyes orgánicas se requiere “el voto de más de la mitad
del número legal de miembros del Congreso”.
La exigencia de la votación calificada tiene su razón de ser. El constituyente ha querido que
determinadas leyes, en este caso, las leyes orgánicas, por su importancia, toda vez que
regulan la estructura y el funcionamiento de las principales instituciones del Estado, sean
aprobadas por consenso. En otras palabras, el constituyente establece como mandato que las
diferentes agrupaciones parlamentarias se pongan de acuerdo, de lo contrario, estas leyes
nunca podrán ser aprobadas. Esto implica que los decretos legislativos no podrán regular
materia contenida en leyes orgánicas, en consonancia con el principio de corrección
funcional.
II. Requisitos de fondo
4.6.- La delegación de facultades debe tener carácter excepcional (acreditar la
imposibilidad del Congreso para legislar)
Un primer requisito de fondo que hay que evaluar es el carácter excepcional de la
delegación de facultades. De lo contrario estaríamos ante una verdadera abdicación del
Congreso de sus facultades legislativas del Congreso, encomendadas por la Constitución.
En ese sentido, la pregunta que debemos hacernos y que debe orientar el análisis es ¿Por
qué las materias delegadas no pueden ser legisladas por el Congreso? En otras palabras
¿Qué impide al Congreso legislar sobre estas materias?
16
RUBIO LLORENTE, Francisco. Rango de ley, fuerza de ley, valor de la ley. En: Revista de Administración Pública, Nº
100. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1983, págs. 428-430.
17
CANTUARIAS SALAVERRY, Luis Felipe. Acerca de los Decretos llamados de Urgencia y de la adecuación a sus
caracteres y peculiar naturaleza sin necesidad de una previa reforma constitucional. En: Revista DERECHO, Revista de la
Facultad de Derecho de la PUC Nº 45, diciembre 1991, Lima 1991, pág. 371.
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Estamos ante un requisito que si bien no está literal y expresamente reconocido, se deduce
de una interpretación sistemática de la Constitución, que armoniza el reconocimiento de las
facultades legislativas al Congreso contenidas en el artículo 102 inciso 1 de la Constitución
y del artículo 104 del mismo cuerpo normativo.
No se trata de un requisito más, es el requisito que orienta e informa la aplicación de los
demás requisitos. Así por ejemplo si se delega facultades legislativas, en plazos muy
extensos como por un ejemplo 180 días o en materias imprecisas, genéricas, se termina
vaciando de contenido el carácter excepcional de la delegación de facultades legislativas.
4.7.- Solo se deben delegar materias técnicas especializadas, no materias políticas ni
controversiales
Ésta es una consecuencia de la propia naturaleza de la delegación excepcional de facultades
legislativas. Ésta es una institución que está hecha para regular materias fundamentalmente
técnicas y complejas, que requieren del concurso y la participación de asesores
especializados. Se entiende, entonces, por qué el Congreso delega en el gobierno la
regulación de estas materias. Piénsese, por ejemplo, en la aprobación de los Códigos Penal,
Civil, Procesal Penal y Procesal Civil. Todas estas materias fueron reguladas por el
Gobierno a través de decretos legislativos.
Sin embargo, esto se desnaturaliza cuando se utiliza esta facultad para aprobar materias y
temas que no tienen un componente técnico especializado, sino que son materias
mayormente políticas y controversiales, cuya aprobación exigía un amplio debate por su
importancia, trascendencia y la necesidad de generar consensos. En aquellos casos, el
decreto legislativo solo buscará sorprender al Congreso y evitar, si es que no burlar, al
titular de la representación nacional.
4.8.- Se debe motivar las razones que sustentan y motivan la delegación de facultades
legislativas
Un tercer requisito estrechamente vinculado con los anteriores tiene que ver la motivación
de la ley delegativa. Como bien sabemos, no solo los jueces están obligados a motivar sus
decisiones jurisdiccionales18. La única manera de saber la finalidad del Congreso al
momento de aprobar la delegación de facultades es analizando la motivación y la
exposición de motivos de la ley delegativa.
Esta motivación viene también exigida por la jurisprudencia del TC (Exp. N.° 0090-200418
Según la sentencia del TC recaída en el Exp. Nº 3943-2006-PA/TC, reiterada en Exp. Nº 00728-2008-HC, f.j. 7, los
supuestos de incumplimiento de la obligación de motivación son: a) Inexistencia de motivación o motivación aparente, b)
Falta de motivación interna del razonamiento, c) Deficiencias en la motivación externa; justificación de las premisas, d)
La motivación insuficiente, e) La motivación sustancialmente incongruente.
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AA/TC). En ella se establece que los actos políticos deben estar motivados y dicha
motivación debe estar orientada al interés público. Una decisión del Estado que no ha sido
motivada o ha sido deficientemente motivada es arbitraria, solo gozará de protección y
reconocimiento constitucional cuando éste motivada, en cuyo caso se dirá que estamos ante
decisión discrecional.
En otras palabras, discrecionalidad no es lo mismo que arbitrariedad. La primera tiene
cobertura constitucional, la segunda está proscrita, y se configura, cuando una decisión
política carece de motivación o fundamento. Las decisiones administrativas incluso cuando
la ley las configure como “discrecionales”, no pueden ser “arbitrarias”. Señala el TC, que
un sentido moderno y concreto, la arbitrariedad aparece como lo carente de fundamentación
objetiva, como lo incongruente y contradictorio con la realidad que ha de servir de base a
toda decisión. Es decir, como aquello desprendido o ajeno a toda razón de explicarlo. Como
señala el TC “Optar por uno o por otro es su derecho, pero razonar el por qué de su
elección es su deber, su inexcusable deber. El mero «porque sí» está constitucionalmente
excluido, como lo está la nada infrecuente apelación al carácter discrecional de la elección
y, con mayor motivo todavía, el simple silencio al respecto” (Exp. N.° 0090-2004-AA/TC,
f.j. 9 y 12)
Pero no solo la jurisprudencia exige que se motive. El Reglamento del Congreso exige que
todo proyecto de ley debe tener una exposición de motivos, así como el análisis costobeneficio de la iniciativa legislativa que se está presentando19. Sin embargo, no dice nada en
relación a si los decretos legislativos deben tener una exposición de motivos o algo
semejante. Ante este vacío, deberá hacerse una interpretación sistemática y armónica, y
deducir que existe una obligación del Gobierno en motivar el decreto legislativo aprobado.
El fundamento de lo anterior se halla en el principio de la interdicción de la arbitrariedad, el
cual prohíbe las actuaciones abiertamente irracionales del poder público, desprovistas de
toda motivación20. De este modo una ley o un decreto legislativo será arbitrario cuando no
sea razonable; es decir, cuando no intente realizar ningún derecho o bien
constitucionalmente relevante21.
El TC español ha declarado que una ley es arbitraria solo si carece de explicación
racional22. El juicio de arbitrariedad sobre la norma se agota en la comprobación de que ésta
19
“Requisitos y presentación de las proposiciones
Artículo 75°.- Las proposiciones de ley deben contener una exposición de motivos donde se expresen sus fundamentos, el
efecto de la vigencia de la norma que se propone sobre la legislación nacional, el análisis costo-beneficio de la futura
norma legal incluido, cuando corresponda, un comentario sobre su incidencia ambiental. De ser el caso, la fórmula legal
respectiva que estará dividida en títulos, capítulos, secciones y artículos. Estos requisitos sólo pueden ser dispensados por
motivos excepcionales”.
20
BERNAL PULIDO, Carlos. El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales. Madrid, 2003, págs. 603-604.
21
Ibídem. pág. 604.
22
STC 108/1986, f.j. 18º citado por Bernal Pulido, op. cit., pág. 604.
13
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Documento de Trabajo Nº 40
no carece por entero de finalidad y que, por lo tanto, no puede considerarse irracional por
completo23. Para Tomás Ramón Fernández, un acto arbitrario es aquel que proviene del
ejercicio de un poder puro y simple, de un poder desnudo de justificación que pretende
afirmarse sobre sí mismo, por su sola fuerza o, para ser más exactos, por la fuerza de que
dispone quien lo ejerce, de un poder, en suma, que a la pregunta del “por qué” sólo ofrece
como respuesta un “porque sí” o un “porque yo lo digo”, “porque yo lo mando” o “porque
me parece”24.
Tomás Fernández ha estudiado exhaustivamente las diversas definiciones de arbitrariedad
acuñadas en la jurisprudencia del TC Español, y ha encontrado lo siguientes significados: la
injusticia material, la inexistencia de una razón material o procesal que apoye la actuación
del Estado, la discriminación o ausencia de explicación racional, el capricho, la
inconsecuencia o la discriminación no justificada. Fernández opina, no obstante, que la
clave o el hilo conductor de todos estos conceptos estriba en la idea de que la ley no pueda
sustentarse en razones plausibles25.
Ciertamente, el Gobierno tiene una facultad de configuración normativa, -claro está,
encuadrada en la ley autoritativa y en la Constitución-, la cual obedece a razones de
oportunidad o conveniencia. Sin embargo, como ya vimos, esta facultad discrecional no es
no arbitraria, y la diferencia entre ambas es la motivación. La discrecionalidad supone una
decisión motivada, y por ello cuenta con cobertura constitucional; mientras que la segunda
no cuenta con cobertura constitucional26.
4.9.- No se pueden delegar materias que impliquen modificación de la Constitución
Política
Si bien esto puede parecer obvio, debemos de insistir en el hecho que la Constitución está
por encima de los decretos legislativos. Pero de manera especial, los derechos
fundamentales son limites materiales, es decir, criterios sustanciales de validez de las
normas infra constitucionales, como son los decretos legislativos.
¿Cuál es la fuerza normativa de la Constitución en un Estado Democrático? En primer
término debe reconocerse el carácter vinculante de la Constitución Política27. Si bien la
Constitución es una norma política en la medida en que organiza y limita el ejercicio de
poder, es también y fundamentalmente una norma jurídica vinculante para todos los poderes
23
BERNAL PULIDO, op. cit., pág. 605.
RAMÓN FERNÁNDEZ, Tomás citado por BERNAL PULIDO. Op. cit., pág. 603. Ver citas de pie de página.
25
Ibídem, pág. 604.
26
Ver sentencia del TC recaída en el Exp. N° 0090-2004-AA/TC, f.j. 8 y sgts.
27
Seguimos el esquema desarrollado por Prieto Sanchis cuando caracteriza los elementos caracterizadores de lo que él
llama un constitucionalismo fuerte. Ver: PRIETO SANCHÍS, Luis, Justicia Constitucional y derechos Fundamentales,
Trotta, Madrid, 2003, pág. 116.
24
14
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Documento de Trabajo Nº 40
públicos y para los propios particulares, sin excepción alguna28. En segundo lugar, debe
reconocerse la supremacía o superioridad jerárquica de la Constitución en el sistema de
fuentes29. Es decir, la Constitución no sólo es una norma jurídica, sino que es la norma
suprema del ordenamiento jurídico, es la norma de mayor importancia en el sistema de
fuentes del Derecho, cuyos efectos irradia a todo el ordenamiento jurídico. De ahí que se
señale con propiedad, que ella condiciona la validez de todos los demás componentes del
orden jurídico, y que representa un criterio de interpretación prioritario30. Ello solo es
posible, gracias “a la omnipresencia de la Constitución en todas las áreas jurídicas y en
todos los conflictos mínimamente relevantes, en lugar de espacios exentos a favor de la
opción legislativa o reglamentaria”31.
Una lógica consecuencia de los dos elementos antes predicados de la Constitución Política,
es la eficacia y aplicación inmediata de esta. Negarle dicha característica implica regresar al
Estado Legislativo de derecho en el cual la Constitución no vinculaba a los poderes
públicos. En efecto, si la Constitución es una verdadera norma suprema, ello supone que no
requiere del desarrollo legislativo para desplegar su fuerza vinculante. En tal sentido, en la
medida en que los preceptos constitucionales sean relevantes en un proceso cualquiera, su
aplicación resultará obligatoria32. La supremacía o superioridad jerárquica en el sistema de
fuentes y la eficacia o aplicación directa de la Constitución se encuentra recogida en los
artículos 51º 33 y 138º de la Carta Política.
La consecuencia es evidente, bajo ninguna circunstancia, la delegación puede autorizar a
modificar la Constitución ni directa ni indirectamente, destacando de manera especial, los
derechos fundamentales como límites de validez sustancial de los decretos legislativos.
4.10.- No se pueden delegar materias que impliquen incumplimiento de instrumentos
de protección internacional de los derechos humanos y jurisprudencia de tribunales
28
El Tribunal Constitucional ha desarrollado jurisprudencialmente el principio según el cual ningún poder puede estar
exento del control constitucional, pues lo contrario significaría que el poder constituyente está por encima del poder
constituido. Así por ejemplo en la sentencia recaída en el Exp. Nº 00006-2006-CC/TC, f.j. 44, señala que “En un Estado
Constitucional Democrático los poderes constituidos no están por encima de la Constitución, sino que están sometidos a
ella”. Esto implicaría en los hechos la pérdida o la limitación de la eficacia normativa de la Constitución. Ver por ejemplo
CASTILLO CÓRDOVA, Luis, La inexistencia de ámbitos exentos de vinculación a la Constitución, en: Gaceta Jurídica,
julio 2007, año 13, pág. 73 y siguientes.
29
Para García de Enterría, el origen de esto está en la distinción entre un poder constituyente, que es de quien surge la
Constitución, y los poderes constituidos por éste, de los que emanan todas las normas ordinarias. De aquí se dedujo
inicialmente, la idea de “rigidez” de la norma constitucional, que la asegura una llamada “súper legalidad formal”, que
impone formas reforzadas de cambio o modificación constitucional, frente a los procedimientos ordinarios”. Esto a su
vez, llevará al reconocimiento de una “superlegalita material” que asegura a la Constitución una preeminencia jerárquica
sobre todas las demás normas del ordenamiento, producto de los poderes constituidos por la Constitución misma, obra del
poder constituyente. Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional,
Editorial Civitas, 3ra edición, Madrid, 1985, pág. 50.
30
PRIETO SANCHÍS, Luis, Justicia Constitucional y derechos Fundamentales, Trotta, Madrid, 2003, pág. 116.
31
Ibídem, pág. 117.
32
Ibídem, pág. 116.
33 “La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente”
15
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Documento de Trabajo Nº 40
internacionales en materia de derechos humanos
Otro límite sobre el cual no puede delegarse facultades legislativas es todo lo relacionado
con obligaciones internacionales contraídas por el Estado Peruano, al firmar y ratificar
tratados internacionales de protección de los derechos humanos. Se trata de un límite “no
disponible” por el gobierno a la hora de legislar a través de los decretos legislativos.
No podemos olvidar que los tratados internacionales de derechos humanos no solo forman
parte del ordenamiento jurídico en virtud del artículo 55 de la Constitución sino que, de
conformidad con la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la misma Constitución tienen
rango constitucional, y su contenido normativo que reconoce derechos fundamentales,
viene a complementar el elenco de derechos fundamentales reconocidos en la Constitución.
Esto ha sido reconocido por el propio TC, el cual ha reiterado que los tratados
internacionales de derechos humanos tienen rango constitucional34.
“Los tratados internacionales sobre derechos humanos de los que el Estado
peruano es parte integran el ordenamiento jurídico. Dichos tratados no sólo
conforman nuestro ordenamiento sino que, además, detentan rango
constitucional”. (Nº 00025-2005-PI/TC y Nº 00026-2005-PI/TC acumulados, f.j.
25).
“El rango que detentan trae consigo que dichos tratados estén dotados de fuerza
activa y pasiva propia de toda fuente de rango constitucional; es decir, fuerza
activa, conforme a la cual estos tratados han innovado nuestro ordenamiento
jurídico incorporando a éste, en tanto derecho vigente, los derechos reconocidos
por ellos, pero no bajo cualquier condición, sino a título de derechos de rango
constitucional. Su fuerza pasiva trae consigo su aptitud de resistencia frente a
normas provenientes de fuentes infraconstitucionales, es decir, ellas no pueden ser
modificadas ni contradichas por normas infraconstitucionales e, incluso, por una
reforma de la Constitución que suprimiera un derecho reconocido por un tratado o
que afectara su contenido protegido. Los tratados sobre derechos humanos
representan en tal sentido límites materiales de la propia potestad de reforma de la
Constitución”. (STC Nº 00025-2005-PI/TC y 00026-2005-PI/TC, acumulados f.j.
34).
Pero no solo vincula y obliga los tratados internacionales de derechos humanos sino las
34
Cfr. Exp. Nº 0217-2002-HC/TC y Exp. Nº 0218-2002-HC/TC, f.j. 2; Exp. Nº 0026-2004-AI/TC, f.j. 13; Exp. Nº 279804-HC/TC, f.j. 8; Exp. N.° 1417-2005-AA/TC, f.j. 7; Exp. Nº 4677-2005-PHC/TC, f.j. 11-13; Exp. N.° 5854-2005PA/TC, f.j. 22-23; Exp. N.° 4587-2004-AA/TC, f.j. 44; Exp. Nº 8123-2005-PHC/TC, f.j. 22 y 23; Exp. Nº 0047-2004AI/TC, f.j. 18-22; Exp. Nº 8453-2005-PHC/TC, f.j. 22 y 23; Exp. Nº 0025-2005-PI/TC y 0026-2005-PI/TC, f.j. 25-35;
Exp. Nº 0174-2006-PHC/TC, y Exp. Nº 8817-2005-PHC/TC, f. j. 22; Exp. N.° 2730-2006-PA/TC, f.j. 12-16; Exp. Nº
679-2005-PA/TC, f.j. 35-37; Exp. Nº 00007-2007-PI/TC, f. j. 12-26; Exp. Nº 03938-2007-PA/TC, f.j. 14. Esta relación
fue elaborada por Lilia Ramírez Varela, integrante del Consorcio Justicia Viva.
16
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Documento de Trabajo Nº 40
reglas desarrolladas en la jurisprudencia de los tribunales internacionales de derechos
humanos. En efecto, según el artículo Art. VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional aprobado mediante Ley 28237, “Los jueces interpretan y aplican las leyes o
toda norma con rango de ley y los reglamentos según los preceptos y principios
constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las
resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional”. Esto ha sido ratificado por la
jurisprudencia de propio TC:
“En consecuencia, al Tribunal Constitucional, en el presente caso no le queda más
que ratificar su reiterada doctrina, imprescindible para garantizar los derechos
fundamentales, bien se trate de procesos jurisdiccionales, administrativos o
políticos: que las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos son
vinculantes para todos los poderes públicos y que esta vinculatoriedad no se agota
en su parte resolutiva, sino que se extiende a la ratio decidendi, incluso en aquellos
casos en los que el Estado peruano no haya sido parte en el proceso”. (Subrayado
nuestro)(Exp. Nº 00007-2007-PI/TC, f.j. 36).
Una conclusión que brota de esto es la obligación de todo funcionario público de inaplicar
toda legal cuando ella sea contraria a un tratado internacional de derechos humanos y
contraria a la jurisprudencia vinculante de tribunales internacionales de derechos humanos
como la Corte IDH. Esto es lo que se conoce en la doctrina de la Corte IDH como “control
de convencionalidad”.
“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en
el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato
del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los
efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la
aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de
efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de
“control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican en
los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta
tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también
la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana”. (Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y
otros Vs. Chile. párr. 124).
Esta misma institución del control de convencionalidad ha sido reconocida por el TC
cuando señala:
“Así, las obligaciones, en materia de derechos humanos, no sólo encuentran un
17
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Documento de Trabajo Nº 40
asidero claramente constitucional, sino su explicación y desarrollo en el Derecho
Internacional. El mandato imperativo derivado de la interpretación en derechos
humanos implica, entonces, que toda la actividad pública debe considerar la
aplicación directa de normas consagradas en tratados internacionales de derechos
humanos, así como en la jurisprudencia de las instancias internacionales a las que
el Perú se encuentra suscrito”. (Subrayado nuestro) (Exp. Nº 02798-2004-HC/TC,
f.j. 8)
Si bien el Ejecutivo tiene una facultad de configuración legislativa del contenido de los
decretos legislativos, se trata de una facultad restringida, toda vez que no se trata de una
facultad legislativa “originaria” sino “delegada”, y en ese marco, uno de los límites mayores
que tiene, al igual que el Congreso son los derechos fundamentales. En definitiva como lo
dijo la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), “el respeto a los
derechos humanos constituye un límite a la actividad estatal, lo cual vale para todo órgano
o funcionario que se encuentra en una situación de poder, en razón de si carácter oficial,
respecto de las demás personas”35.
5.- Análisis de la delegación de facultades contenida en el Proyecto de Ley 3908/2009PE
A continuación, vamos a realizar un análisis general de la ley autoritativa, pues ella
contiene el mandato al Poder Ejecutivo de la delegación de facultades.
I. Requisitos de forma
5.1.- El mandato temporal se ajusta a la Constitución y al Reglamento del Congreso
La ley autoritativa establece como plazo 60 días, lo cual nos parece razonable y congruente
con el carácter excepcional de la delegación de facultades legislativas del Congreso en el
Poder Ejecutivo. En consecuencia, estamos ante un plazo compatible con lo establecido en
el artículo 104 de nuestra Carta Política y el art. 81º letra "f" del Reglamento del Congreso
de la República, según el cual el Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad
de legislar, mediante decretos legislativos, por el plazo determinado y establecido en la ley
autoritativa.
5.2.- El mandato material se ajusta a la Constitución
De conformidad con el artículo único del proyecto de ley aprobado se delega facultades en
las siguientes materias:
a. Adecuación del Código de Justicia Militar –Policial y de la Ley de Organización y
35
Corte IDH, Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, 2001, párr. 68.
18
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Documento de Trabajo Nº 40
Funciones del Fuero Militar-Policial a la jurisprudencia establecida por el
Tribunal Constitucional.
b. Adecuación a la legislación sobre el empleo y uso de la fuerza por las fuerzas
armadas y policiales a la jurisprudencia establecida por el Tribunal Constitucional
c. Normas procesales y penitenciarias relacionadas exclusivamente al personal
Militar-Policial que han sido condenados o procesados por Delitos que implican
violación a Derechos Humanos.
Las dos primeras materias están adecuadamente delimitadas y se ajustan a los parámetros
exigidos de determinación. El problema viene con la materia delegada en la letra c la cual
en nuestra opinión no está adecuadamente delimitada, a pesar que se puede advertir un
esfuerzo por precisársele. En resumen, las dos primeras se ajustan a lo establecido en el
artículo 104 de la Constitución Política.
5.3.- Se ha delegado facultades legislativas en materias no prohibidas por la
Constitución
Se han delegado facultades legislativas en materias que no están prohibidas por la
Constitución de conformidad con el artículo 101 inciso 4 en concordancia con el artículo
104 de la Constitución expresamente.
5.4.- No se ha delegado facultades legislativas en materias sobre leyes orgánicas
No se han delegado facultades legislativas en materia de leyes orgánicas, todo ello de
acuerdo con el artículo 101 inciso 4 en concordancia con el artículo 104 de la Constitución.
5.5.- La ley delegativa no está referida a materia con reserva de ley prima facie
Este es un tema sobre el cual la exposición de motivos se ha pronunciado. Aparentemente,
no se ha abordado materia sujeta a reserva de ley. En todo caso, habrá que estar atento a la
hora de analizar y hacer control de la constitucionalidad de los decretos legislativos.
II. Requisitos de fondo
5.6.- No se ha acreditado el carácter excepcional de la delegación de facultades
legislativas
Ni el Congreso y menos el Gobierno han sustentado porque razones estas materias no
pueden ser abordadas y legisladas por el Congreso. No se ha sustentado sobre los problemas
o las dificultades del Congreso para afrontar esta agenda de temas.
19
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Documento de Trabajo Nº 40
5.7.- Delegar facultades en materias políticas y controversiales viola el principio de
excepcionalidad de la delegación de facultades legislativas
Este punto está estrechamente vinculado con el anterior. Se está delegando facultades que
deberían ser discutidas por el congreso en virtud de su carácter político y controversial. No
estamos ante materias complejas que escapan al entendimiento del legislador. Ello viola sin
lugar a dudas la naturaleza y el principio de la excepcionalidad de la delegación de
facultades legislativas. El más idóneo para discutir estos temas es el Congreso que es el
máximo espacio de liberación, toda vez que estas leyes exigen escuchar a amplios sectores
y luego un amplio debate por su importancia, trascendencia y la necesidad de generar
consensos.
5.8.- No se ha motivado adecuadamente la delegación de facultades
Si uno revisa el proyecto de ley aprobado, advertirá que la motivación está centrada en la
necesidad de no delegar materia sobre la cual hay una reserva de ley en materia penal, luego
se sustenta la importancia de las materias, la complejidad de las mismas, inclusa se cita
sentencias del TC. Sin embargo, en ningún lado se explica porque el congreso no está en
condiciones de legislar estas materias. Motivar no es llenar páginas y páginas. Es persuadir
y convencer sobre las razones de una decisión, y en el presente caso, eso es precisamente lo
que no se hace.
Estimamos que se ha violado la obligación de motivación del Congreso de explicar las
razones de la delegación de facultades, lo cual a su vez acarrea la vulneración del principio
de interdicción de la arbitrariedad. El TC ha sido enfático al señalar que en un Estado
Constitucional, no hay zonas exentas de la fuerza normativa de la Constitución, y del
cuadro de valores, derechos y principios que ella contiene36. En tal sentido, el hecho de ser
titular de la representación nacional no lo exonera de su vinculación a ella.
Esta falta motivación es más grave de lo que parece pues nos priva de conocer cuáles son
los verdaderos objetivos del Congreso, el cual es un criterio fundamental para evaluar
posteriormente la constitucionalidad de los decretos legislativos.
En el mejor de los casos estamos ante una deficientemente motivación que linda con la
36
Según el TC “sus resoluciones tienen validez constitucional en tanto las mismas no contravengan el conjunto de
valores, principios y derechos fundamentales de la persona contenidos en la Constitución, lo que supone, a contrario
sensu, que si ellas son ejercidas de una forma tal que desvirtúan el cuadro de principios y valores materiales o los
derechos fundamentales que aquella reconoce, no existe ni puede existir ninguna razón que invalide o deslegitime el
control constitucional señalado a favor de este Tribunal en los artículos 201.° y 202.° de nuestro texto fundamental”.
(Exp. N.° 2409-2002-AA/TC). Esto es reiterado en Exp. Nº 2366-2003-AA/TC. En otra oportunidad el Tc ha señalado
que se “estaría admitiendo la posibilidad de decisiones arbitrarias lo cual está vedado en un Estado de Derecho, donde no
deben quedar zonas exentas de control” (Exp. N° 0090-2004-AA/TC, f.j. 17. Esto último es reiterado en el Exp. N° 00092007-PI/TC y Nº 0010-2007-PI/TC, f.j. 22.
20
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Documento de Trabajo Nº 40
arbitrariedad, la cual es incompatible con la Constitución. También se viola el Reglamento
del Congreso exige que todo proyecto de ley debe tener una exposición de motivos.
5.9.- La ley delegativa está referida a materia sobre derechos humanos sobre los cuales
el Gobierno no puede pronunciarse
Esta es quizá una de las partes más oscuras de la ley delegativa, pues sugiere la posibilidad
de amnistiar a personal militar responsable de crímenes contra los derechos humanos. En
razón bien vale un comentario sobre el particular.
a. Normas procesales y penitenciarias relacionadas exclusivamente al personal
Militar-Policial que han sido condenados o procesados por Delitos que implican
violación a Derechos Humanos. (subrayado y resaltado nuestro)
Los Estados Parte de la Convención Americana37 tienen la obligación internacional, bajo
los artículos 1.1 (obligación de respetar los derechos), 8 (derecho a las garantías judiciales)
y 25 (derecho a la protección judicial) de este tratado internacional, de investigar, juzgar y,
en su caso, sancionar las graves violaciones de derechos humanos. En ese sentido, el
contenido de esta obligación internacional ha sido delimitado por la Corte IDH en su
abundante jurisprudencia, desarrollada respecto de varios casos y varios países del
continente. Uno de los elementos que fijan el contenido de esta obligación consiste en que
los Estados Parte no pueden invocar razones de derecho interno para eximirse de su
obligación de investigar, juzgar y, en su caso, sancionar.
Si bien la tercera materia delegada es ambigua, hay que recordarles a los autores de esta
propuesta y al Gobierno que hará uso de estas facultades, que no le está permitido al
Gobierno declarar la prescripción de graves violaciones a los derechos humanos, ni de
formas similares de exclusión de responsabilidad penal ni a través de los decretos
legislativos ni a través de ningún tipo de normas. Esta prohibición ha sido reiterada en
forma clara por la jurisprudencia de la Corte IDH la cual como ya vimos vincula a los
poderes públicos de nuestro país. La regla de inadmisibilidad de invocar razones de derecho
interno para eximirse de la obligación de investigar, juzgar y eventualmente sancionar las
graves violaciones de derechos humanos fue establecida por la Corte IDH en el caso
Barrios Altos vs. Perú.
“son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y
el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los
derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o
arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir
derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos
37
Perú es Estado parte desde el 28 de julio de 1985.
21
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Documento de Trabajo Nº 40
Humanos” (Caso Barrios Altos vs. Perú, párr. 41)
Esta regla fue reiterada por la Corte IDH en el caso de la Cantuta:
“Específicamente en relación con la figura de la cosa juzgada, recientemente la
Corte precisó que el principio non bis in ídem no resulta aplicable cuando el
procedimiento que culmina con el sobreseimiento de la causa o la absolución del
responsable de una violación a los derechos humanos, constitutiva de una
infracción al derecho internacional, ha sustraído al acusado de su responsabilidad
penal, o cuando el procedimiento no fue instruido independiente o imparcialmente
de conformidad con las debidas garantías procesales. Una sentencia pronunciada
en las circunstancias indicadas produce una cosa juzgada “aparente” o
“fraudulenta” (Caso La Cantuta, párr. 153)
También tenemos el Caso Bulacio. En ella la Corte IDH precisó que:
“De acuerdo con las obligaciones convencionales asumidas por los Estados,
ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la prescripción,
podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en cuanto a la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones de los derechos
humanos. Si así no fuera, los derechos consagrados en la Convención Americana
estarían desprovistos de una protección efectiva. Este entendimiento de la Corte
está conforme a la letra y al espíritu de la Convención, así como a los principios
generales del derecho; uno de estos principios es el de pacta sunt servanda, el cual
requiere que a las disposiciones de un tratado le sea asegurado el efecto útil en el
plano del derecho interno de los Estados Partes” (Caso Bulacio vs. Argentina,
2003, párr. 117)
No son los únicos casos, esta regla ha sido reiterada y aplicada en múltiples casos
relacionados con ejecuciones extralegales, entre otros, en los casos Almonacid Arellano vs.
Chile, La Cantuta vs. Perú, Cantoral Huamaní y García Santa Cruz vs. Perú, Zambrano
Vélez vs. Ecuador, Las Masacres de Ituango vs. Colombia, y La Rochela vs. Colombia. En
este último, “la Corte recuerda su jurisprudencia constante sobre la inadmisibilidad de las
disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de
excluyentes de responsabilidad, que pretendan impedir la investigación y, en su caso, la
sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como
la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones
forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos” (caso La Rochela vs. Colombia, párr.
294).
Incluso se habla de la obligación de remover obstáculos que impiden el pleno ejercicio de
22
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Documento de Trabajo Nº 40
los derechos humanos de conformidad con el artículo 2 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, la Corte IDH precisó “que en cumplimiento de su obligación de
investigar y, en su caso, sancionar a los responsables de los hechos, el Estado debe
remover todos los obstáculos, de facto y de jure, que impidan la debida investigación de los
hechos, y utilizar todos los medios disponibles para hacer expedita dicha investigación y
los procedimientos respectivos, a fin de evitar la repetición de hechos tan graves como los
presentes. El Estado no podrá argüir ninguna ley ni disposición de derecho interno para
eximirse de su obligación de investigar y, en su caso, sancionar penalmente a los
responsables de los hechos”. (Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá, párr. 246).
La conclusión es evidente. No está permitido al gobierno a través de delegación facultades
ni a través de ninguna norma, declarar la prescripción de violaciones de derechos humanos.
Se trata de un límite “no disponible” por el gobierno a la hora de legislar a través de los
decretos legislativos.
5.10.-La delegación de facultades no puede violar el derecho fundamental a la verdad
ni promover la impunidad de los crímenes contra los derechos humanos
Un punto sobre el que es oportuno abundar es el referido a la prohibición de violar el
derecho a la verdad y promover la impunidad de los crímenes contra los derechos humanos,
a propósito de la tercera materia delegada.
La posición del TC en relación con la judicialización de graves violaciones a los derechos
humanos es clara y sostenida38. Este ha señalado que “La ejecución extrajudicial, la
desaparición forzada o la tortura, son hechos crueles, atroces, y constituyen graves
violaciones a los Derechos Humanos, por lo que no pueden quedar impunes; es decir, los
autores materiales, así como los cómplices de conductas constitutivas de violación de
derechos humanos, no pueden sustraerse a las consecuencias jurídicas de sus actos. La
impunidad puede ser normativa, cuando un texto legal exime de pena a los criminales que
han violado los derechos humanos; y también fáctica, cuando, a pesar de la existencia de
leyes adoptadas para sancionar a los culpables, éstos se liberan de la sanción adecuada
por la amenaza o la comisión de nuevos hechos de violencia”. (Exp. 2488-2002/HC/TC,
f.j. 5)
El TC no ha tenido problema en reconocer que el derecho a la verdad es un verdadero
derecho fundamental: “La Nación tiene el derecho de conocer la verdad sobre los hechos o
acontecimientos injustos y dolorosos provocados por las múltiples formas de violencia
estatal y no estatal. Tal derecho se traduce en la posibilidad de conocer las circunstancias
38 Cfr. Villegas Namuche (Derecho a la Verdad y marco general) Exp. 2488-2002/HC/TC, f.j. 5; Navarrete (DIDH y su
articulación al derecho interno) Exp. Nº 02798-2004-HC/TC; Martín Rivas I Exp. Nº 4587-2004-PA/TC, f.j. 74; (Ne bis
in ídem y cosa juzgada)Martín Rivas II Exp. Nº 679-2005-PA/TC, f.j. 58; (leyes amnistía y cosa juzgada) Salazar Monroe
(Ne bis in ídem y cosa juzgada) Exp. Nº 03938-2007-PA-TC; El Frontón (votos singulares de los magistrados Eto Cruz y
Landa Arroyo) Exp. Nº 03173-2008-PHC/TC.
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de tiempo, modo y lugar en las cuales ellos ocurrieron, así como los motivos que
impulsaron a sus autores. El derecho a la verdad es, en ese sentido, un bien jurídico
colectivo inalienable” (Exp. Nº 2488-2002-HC/TC, f.j. 8).
Asimismo, en relación con el fundamento del derecho a la verdad, precisa el TC que “Los
derechos a la vida, a la libertad y a la seguridad personal, constituyen el sustento y
fundamento de todos los derechos humanos; por tal razón, su vigencia debe respetarse
irrestrictamente, sin que sea moralmente aceptable estipular excepciones o justificar su
condicionamiento o limitación. El respeto de ellos y de las garantías para su libre y pleno
ejercicio, es una responsabilidad que compete al Estado. En el caso que en el sistema
jurídico no se tenga norma explícita que los garantice, se debe adoptar, con arreglo a los
procedimientos constitucionales y a las disposiciones de la Convención Americana, las
medidas legislativas o de otro carácter que sean necesarias para hacerlos efectivos. Así lo
disponen los artículos 1º y 2º de la Convención Americana de Derecho Humanos, y el
artículo 2º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”. (2488-2002-HC/TC,
f.j. 10)”
Incluso el TC ha ido más lejos, pues ha sostenido que la investigación de las denuncias y el
procesamiento de los responsables de crímenes contra los derechos humanos, no son
simples formalidades, “La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la
obligación de investigar debe cumplirse con seriedad y no como una simple formalidad
condenada de antemano a ser infructuosa. La investigación que desarrolle el Estado, por
medio de sus autoridades jurisdiccionales, debe ser asumida como un deber jurídico
propio y no como una gestión procesal cualquiera. El derecho a la tutela judicial, tal cual
queda establecido en la presente sentencia, exige que los jueces dirijan el proceso de modo
de evitar dilaciones y entorpecimientos indebidos que provoquen situaciones de impunidad,
frustrando así la debida protección judicial de los derechos humanos” (Caso Bulacio
versus Argentina, Sentencia del 18 de septiembre del 2003). (Exp. Nº 02798-2004-HC/TC,
f.j. 19)
De otro lado, en relación con la posibilidad de que el Congreso decrete amnistías, el TC ha
sido firme al rechazarlas de plano en los siguientes términos: “si bien el Poder Legislativo
tiene la atribución de ejercer el derecho de amnistiar, es decir olvidar el delito cometido
por determinadas personas, lo que produce los efectos de la cosa juzgada, según los
artículos 102, inciso 6, y 139, inciso 13, de la Constitución, ello no significa que el
Congreso pueda cobijar en las leyes de amnistía a delitos de lesa humanidad –como el
secuestro, tortura y ejecución sumaria de personas, por ejemplo–; por cuanto la
legitimidad de la Constitución reposa en la defensa de la persona humana y en el respeto
de su dignidad, como fin supremo de la sociedad y del Estado, según el artículo 1 de la
Constitución”. (Exp. Nº 679-2005-PA/TC, f.j. 58).
Más adelante agrega el TC que “En mérito de ello, el Tribunal considera que las leyes de
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amnistía Nº 26479 y Nº 26492 son nulas y carecen, ab initio, de efectos jurídicos. Por
tanto, también son nulas las resoluciones judiciales dictadas con el propósito de garantizar
la impunidad de la violación de derechos humanos cometida por los integrantes del
denominado Grupo Colina. En su condición de resoluciones judiciales nulas, ellas no dan
lugar a la configuración de la cosa juzgada constitucional garantizada por los artículos
102, inciso 6 y el artículo 139, inciso 13, de la Constitución, en la medida en que no existe
conformidad con el orden objetivo de valores, con los principios constitucionales y con los
derechos fundamentales que la Constitución consagra”. (Exp. Nº 679-2005-PA/TC, párr.
60)
El fundamento último de esta proscripción de las leyes de amnistía estaría en el hecho que
el Poder Ejecutivo al igual que el Congreso, se encuentra vinculado a la Constitución y a los
derechos, valores y principios ahí contenidos. En palabras del TC, “Este principio-derecho
[dignidad humana] constituye una norma jurídica que contiene un mandato obligatorio, el
que se hace efectivo, tanto en conexión con el ejercicio de los derechos fundamentales de
los particulares –derecho a la vida (artículo 2, inciso 1, de la Constitución) o el derecho a
la justicia (artículo 139 de la Constitución)–, como en el cumplimiento de las funciones de
las autoridades estatales. Precisamente por esto, la facultad legislativa del Congreso no es
ilimitada, ya que el ejercicio del poder constituido no puede vulnerar los principios y
valores constitucionales –como la dignidad de la persona humana, la vida, la justicia, la
verdad, entre otros– en que se funda la obra del poder constituyente”. (Exp. Nº 679-2005PA/TC, f.j. 59)
La conclusión es evidente, el Poder Ejecutivo no puede expedir ningún tipo de beneficio
que promueva, favorezca, o aliente la impunidad de graves crímenes contra los derechos
humanos.
5.11.- Apreciación general
La delegación de facultades legislativas es una típica manifestación del principio de
colaboración de poderes, no es un artilugio para “saltarse” al Congreso. El Estado de
Derecho significa que el derecho rige la actividad tanto de gobernados como de
gobernantes, y los obliga jurídicamente39. El Estado de Derecho es una forma de
institucionalizar el poder político, bajo el imperio de las normas jurídicas fundamentales
contenidas en un documento llamado Constitución. El ejercicio de las facultades
legislativas delegadas al Ejecutivo, sin la presencia efectiva de los requisitos exigidos para
el caso de los decretos legislativos señalados en nuestra Carta Política, viola la Constitución
Política. Se produce una vulneración del principio de supremacía de la Constitución,
consagrado en el art. 51. Dicha norma establece que: " La Constitución prevalece sobre toda
norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente".
39
MARIENHOFF S., Miguel. Tratado de Derecho Administrativo, Tomo I. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1965. pág.
63.
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Asimismo, se viola el principio de la división de poderes, pues el Gobierno comienza a
realizar una tarea que el constituyente le ha encargado a otra institución. El reparto de las
competencias estatales es un rasgo característico de nuestro ordenamiento constitucional, al
ser que el art. 43º de la Carta indica que "el gobierno se organiza según el principio de la
separación de poderes". Nos encontramos ante una situación, donde la sobrevaloración de la
eficacia, expresada en la profusión de decretos legislativos, coloca virtualmente al Poder
Ejecutivo por encima de la Constitución Política.
Finalmente, en relación con los decretos legislativos, es preciso y necesario evitar que una
potestad normativa concebida con carácter excepcional se convierta en una fuente habitual
de producción legislativa que sustituya, como dice Girbert Montero, "a la fuente lógica de
las normas con fuerza de ley", esto es, al Congreso.
6.- Conclusiones
En atención a los fundamentos antes desarrollados, podemos concluir lo siguiente en
relación con la delegación de facultades legislativas del Congreso al Poder Ejecutivo
contenida en el Proyecto de Ley 3908/2009-PE:
a. El Congreso ha cumplido con los requisitos formales para expedir una ley
delegativa de facultades legislativas a favor del Poder Ejecutiva, esto decir, el
mandato temporal y material se ajusta a la Constitución y al Reglamento del
Congreso, se ha delegado facultades legislativas en materias no prohibidas por la
Constitución, no se ha delegado facultades legislativas en materias sobre leyes
orgánicas y la ley delegativa no está referida a materia con reserva de ley prima
facie.
b. No obstante ello, el Congreso no ha cumplido con respetar y observar los requisitos
sustanciales de fondo que se le exige para delegar facultades legislativas. En efecto,
no se ha acreditado el carácter excepcional de la delegación de facultades
legislativas, se está delegando facultades legislativas en asuntos políticos y
controversiales que muy bien pudieron ser legislados por el Congreso. Asimismo,
no se ha motivado adecuadamente la delegación de facultades, la ley delegativa está
referida a materia sobre derechos humanos sobre la cual no puede pronunciarse, y
finalmente, la delegación de facultades abre la posibilidad de aprobar beneficios
procesales a militares y policías procesados y condenados, lo cual implica una
violación del derecho fundamental a la verdad, toda vez que pretendería promover
la impunidad de los crímenes contra los derechos humanos.
San Isidro, 1 de julio de 2010
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