S.C. S 377~ L. XXXIV.- Suprema C()rte: La Sala 1 de la Cámara

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s
HORACIO y OTRO.
HECTOR él V
S.C. S
377~
L. XXXIV.-
Suprema
C()rte:
1.
La Sala 1 de la Cámara Criminal y Correccional Federal de
esta ciudad, confirmó la resolución por la cual se declaró extinguida por
prescripción y se sobreseyó parcial y definitivamente a Horacio V
orden al delito de injurias por el que querelló Héctor S
en
. Contra esa
sentencia, el' accionante interpuso recurso extraordinario, cuyo rechazo dio
lugar a esta queja.
11.
Con fundamento en la doctrina de la arbitrariedad y en la
lesión de las garantías de defensa en juicio y del debido proceso, el apelante
se agravia porque el a quo ha considerado que no se encuentran previstas en
el artículo 67 del Código Penal como causales de suspensión de la
prescripción, las numerosas paralizaciones del proceso di spuestas por el juez
con
motivo
de
incidencias
o
recursos
planteados
por
las
defensas,
contradiciendo de esa forma su propia jurisprudencia.
También cuestiona la interpretación literal
que se ha
efectuado de esa norma, pues no, es congruente con la jurisprudencia de la
Corte que indica que la solución justa de un caso impone no aplicar
rigurosamente las palabras de la ley, sino que cabe considerar su espíritu y
también el que fluye de los fines y valores de la Constitución Nacional.
Asimismo, con sustento en el artículo 456 del Código de
Procedimientos en Materia Penal, que establece la suspensión del trámite en
los casos de las excepciones, afirma que al operar ello por imperio de la ley,
no puede restársele eficacia suspensiva o interruptiva de la
pr~scripción.
Agrega, que sería ·una contrad.cción lógica que la propia ley ordenara la
paralización de un proceso y, al mismo tiempo, considerara que el término de
la prescripción continúa transcurriendo, beneficiando de tal modo a quien la
provoca. aún sin razones valederas.
Finalmente,
alega
que
el
rechazo
por
el
órgano
jurisdiccional de todas las defensas deducidas por los querell ados, ha
otorgado al proceso una dinámica en procura de la pretensión punitiva, que
debe ser comprendida en el concepto «secuela de juicio" del artículo 67 del
Código Penal.
III.
Advierto que la apelación se vincula con la inteligencia de
las, normas relativas a las causales de suspensión de la presqri pe ión de la
acción penal, lo cual remite a la
con~ideración
de cuestiones de hecho, prueba
.
y derecho común ajenas por principio a la jurisdicción extraordinaria federal,
a menos que se demuestre que el tribunal ha incurrido en un apartamiento
inequívoco de las disposiciones legales aplicables o en s'erios defectos de
fundamentación que descalifican su decisión a la luz de la doctrina de la
arbitrariedad (Fallos: 311: 1438, 1668; 312: 608; 313: 209, entre muchos otros),
circunstancias que, a mi modo de ver, son ajenas al caso.
No paso por alto que el criterio favorable a la vigencia de
la acción cuando el obstáculo provenga de la ley, fue reconocido por V.E. en
Fallos: 194: 242 y 199: 617. En
eso~
precedentes, anteriores al dictado de la
ley 13.569, que modificó el artículo 67 del Código Penal, se resolvió que la
suspensión debía operar a fin de evitar la extinción de la acción como
consecuencia de )a paralización del juicio dispuesta por la ley, pues de lo
contrario se vulneraba la inviolabilidad de la defensa en juí cio. Al res pecto ha
dicho Ricardo Núñez, que la Corte reaccionó frente a casos, IllUY frecuentes,
de prescripciones produci das en procesos provinciales por delitos leves,
paralizados en virtud de querellas por del i tos contra el honor deduci das co n ,
posterioridad ante los tribunales federales, los cuales 1\0 llegaban a su'
término ante la prioridad de juzgamiento que establecla a favor de la justicia
federal el articulo 38 del Código de Procedimientos en Materia Penal
C~Tratado
181/2).
de Derecho Penal", Ed. Lerner, 2 11 reimpresión 1988, tomo 2 págs.
S.C. S
377~
L. XXXIV.-
Sin embargo, aún de admitirse que ésa doctrina fuera
aplicable en relación a la inteligencia de los artículos 67 del Código Penal y
456 del Código de Proced"imientos en Materia Penal (ley 2372) que propone el
querellante, esto es, considerar suspendido por imperio legal el curso de la
prescripción durante los períodos en que tuvieron trámite y se resolvieron las
diversas incidencias suscitadas en el proceso, la cuestión tropieza con
circunstancias que, en la- especie, impiden igualmente su viabi lidad.
En este sentido, cabe recordar que el artículo 67 del Código
Penal
prevé, en su
último
párrafo, que
la
prescripción se suspende
separadamente para cada uno de los partícipes del delito. Por lo tanto, en el
caso sólo podrían cónsiderarse como suspensiones individuales del plazo de
prescri pción de la acción penal deducirla contra cada uno de los querell ados,
las respectivas articulaciones planteadas por ellos en su favor.
Así lo pienso, de acuerdo con la hermenéutica de la ley que
enseña el precedente publicado en Fallos: 312:2075, entre muchos otros, pues
ése es el criterio que mejor permite armonizar las garantías constitucionales
que se dicen afectadas, con aquélla nOfma sustancial y con el texto del citado
artículo 456, que establece la suspensión de la causa princi pal en caso de
plantearse excepciones previas después de concluido el sumario, pero con la
salvedad que cuando -como en el sub judice- fueren varios los procesados y
sólo algunos las dedujesen, se formará pieza por separado para su trámite y
resolución, continuando el juicio para los demás.
Pese al claro texto de ese precepto, que el propio recurrente
ha invocado en beneficio de la interpretación que postula, del escrito de
recurso extraordinario surge que se han considerado a favor de la vigencia de
la acción .penal, los lapsos correspondientes a las incidencias planteadas por
ambos querellados, sin distinguir entre la que subjetivamente podría resultar
aquí relevante y las articuladas por el otro procesado (ver apartado VI de esa
presentación, acompañada como Anexo "D").
No obstante esa omisión y por tratarse c;le una materia de
orden público, cabe señalar que aún de entenderse suspendida la prescripción
desde que se inició el trámite hasta que se dictó resolución definitiva en la
única cuestión interpuesta por la defensa de Horacio V
(ver punto 2
del mencionado apartado VI y fs. 153 y 345 de los autos principales), el
tiempo transcurrido entre el traslado de la acusación (10 de junio de 1993 ver fs. 70) y el auto de apertura a prueba (14 de octubre de 1996 - ver fs.
399), etapas_cu.y.o carácter de "secuela de juicio" no ha sido objetado, excede
el plazo previsto por el artículo 62, inciso 2°, de la ley sustantiva.
En cuanto a los plantees del otro acusado, el recurrente
pud'o haber intentado impedir que perj udicaran la acción seguida contra
V
, de haber instado en los momentos procesales oportunos según lo
indica el citado artículo 456, máxime cuando la pena prevista por el artículo
110 del Código Penal y las decisiones del juez federal de suspender cada vez
el trámite de los autos principales para resolverlos con carácter previo (ver fs.
93 y 362), permitían presumir su incidencia desfavorable en tal sentido.
Al respécto, ha resuelto V. E. que si el apelante omitió la
debida actuación en la etapa procesal pertinente a los fines de una adecuada
defensa de sus derechos, éstos no resu Itan susceptibles de ser tutelados por la
vía del artículo 14 de la ley 48, al quedar afectados por las consecuencias de
su conducta discrecional (Fallos: 307:635 y sus citas).
En 10 referido a que las resoluciones que rechazaron,
aquellos planteos constituyen "secuela d.e juicio" en los términos del artículo
67 del Código Penal, al margen de recordár que se trata de una cuestión ajena
por principio al remedio intentado, recién fue introducido al interponerse el
recurso extraordinario contra la sentencia definitiva (ver apartado VII, punto
b) del
escrito). En consecuencia, no
corresponde
su
tratamiento
por
extemporáneo al no haber sido propuesto ante los jueces de la causa (Fallos:
306:911; 308:1775; 313:1075 y 314:1404, entre otros).
S.C. S 377; L. XXXIV.-
Por ello, opino que V.E. debe declarar improcedente la
presente queja.
Buenos Aires,
ES COPIA
? de mayo de 1999.
EDUARDO EZEQUIEL CASAL
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