92 LATERCERA Sábado 25 de mayo de 2013 Cultura&Entretención LA SECRETA VIDA LITERARIA DE AUGUSTO PINOCHET Juan Cristóbal Peña. Debate. 220 págs. L a investigación de Juan Cristóbal Peña apunta a un hecho esencial, que se destaca a lo largo de todo el libro bajo diferentes ángulos: la obsesión de Augusto Pinochet por figurar ante el resto como un intelectual de peso. Aunque nunca demostró tener grandes habilidades para adquirir conocimientos, Pinochet fue construyéndose una personalidad libresca, guiado, según el autor, por una inseguridad lancinante. Lo anterior explicaría la fijación que el general demostró por acumular miles de libros, muchos de ellos sumamente valiosos, y también por escribir otros que, siendo justos, carecen del más mínimo valor. El origen de La secreta vida literaria de Augusto Pinochet se remonta a un celebrado reportaje acerca de la biblioteca del dictador que el autor publicó el año 2007. Luego de eso, siguiendo el consejo del escritor Germán Marín, Peña vio que la posibilidad de expandir la investigación y transformarla en un libro era algo posible, aunque lo que en un principio parecía ser un tema bastante abordable, terminó siendo un trabajo de varios años. Pero claro, CRITICA DE LIBROS Pinochet, el intelectual Juan Manuel Vial Crítico literario Muy bien documentado y bastante revelador, este libro aborda la pertinacia con que Augusto Pinochet intentó convertirse en un pensador de fuste. para obtener un buen resultado, como es el caso, no podía haber sido de otra manera: el retrato de Pinochet que surge a partir de esta lectura es puntilloso, a ratos íntimo y sobre todo convincente. Dividido en cuatro partes, el libro ahonda en los años de estu- diante del general, en las dos décadas que gastó como docente en la Academia de Guerra y en la pertinacia que demostró, antes y después del golpe de 1973, por convertirse en un autor respetado. La faceta de ávido coleccionista de libros valiosos está aquí descrita en detalle, al igual que los gustos literarios de Pinochet, quien despreció cualquier obra de ficción o poesía, para concentrar su atención en tratados de historia, geopolítica y asuntos relacionados con la vida de Napoleón. En palabras del autor, la investigación también trata acerca de “la pretensión, los celos y esa corte de consejeros, amanuenses y aduladores que se empeñaron por forjar la imagen de un líder político y militar”. Una serie de actores secundarios, varios de ellos entrevistados por Peña, complementan el cuadro que nos adentra en la mente de Pinochet. Entre éstos destaca la voz de Alvaro Puga, el primer civil que trabajó para el régimen, un hombre a quien el general llamaba “el escritor”. Además de bosquejar ciertos rasgos de personalidad llamativos del comandante en jefe, Puga es locuaz a la hora de describir las rencillas al interior de palacio que se vivieron entre los gremialistas liderados por su archienemigo, Jaime Guzmán, y el bando nacionalista que, a las finales, perdió esa batalla interna por obtener los favores del mandatario. Otros temas que le entregan valor histórico a este libro, por sobre el innegable atractivo periodístico, son la trastienda de la famosa visita de Borges a la Junta Militar chilena, la intranquilidad y la ansiedad que provocaban en Pinochet las memorias del general Prats antes de que fuesen publicadas y las camarillas de personajes serviles que promovieron la invención de un dictador intelectual. Memorable es el caso de un tal Manuel Araya, quien en un curioso libro titulado Biografía de Su Excelencia el Presidente de la República e integrantes de la Honorable Junta de Gobierno, llegó a afirmar que “si don Augusto Pinochet se hubiera dedicado a la literatura en forma exclusiva, se habría destacado como un connotado escritor en América”. En cuanto a lector, fue el mismo Pinochet quien reconoció en una entrevista que nunca se dormía sin antes haber leído 15 minutos. En cuanto a autor, Peña demuestra que los libros escritos por el general son un compendio de plagios y de omisiones dolosas. Y en cuanto a pensador, surge la figura de un tipo lleno de complejos y limitaciones intelectuales que se empeñó, con singular dedicación, en ocultar su tremenda bastedad tras una onerosa y monumental biblioteca adquirida con fondos públicos.