REFLEXIÓN SANTA MISA JUEVES SANTO APRENDER A AMAR 1 – ENSEÑADOS EN EL AMOR. En la educación familiar, más de uno hemos sido educados en el respeto, la consideración del otro, el servicio, y hemos experimentado la gracia de ser amados al ser tratados desde las actitudes antes mencionadas. Sin embargo, en el hoy de nuestra historia, parece que ciertos valores que expresan vivencias de este amor, han ido perdiendo principios y criterios, que se manifiestan en nuevas conductas. Podemos también mirar esta realidad desde una educación de estado. Y desde ahí nos encontramos con una materia que habla de educar para el amor: la sexualidad. Educar en valores desde el amor, que suscita normas de comportamientos acordes a una convivencia en el respeto por la vida y todo lo que conlleva con ella, me parece que es una materia pendiente. Dejarnos educar como hijos, en la familia, y como ciudadanos desde el estado, es también una responsabilidad personal. Hoy nos encontramos que no es fácil educar en el amor, pues el hombre no presenta cierta docilidad, y hasta se resiste a la hora de dejarse enseñar. Educar: tarea de padres, maestros, dirigentes, iglesia toda, en todos sus ámbitos de evangelización y catequesis. ¿Cómo dejarnos educar como Pedro? Ahí nos encontramos con una imagen concreta que puede verse reflejada en muchos ámbitos de nuestra sociedad. Un Pedro que se resiste hasta hacer el proceso, que lo lleva caer en la cuenta, cuán necesario es amar y dejarse amar. 2 – JESÚS NOS ENSEÑA A AMAR. Teoría y práctica. Dos dimensiones que entran en juego en lo que venimos reflexionando. El aprender a amar como hijos, como cristianos, como ciudadanos, es propio de un deber de estado, si lo tomamos desde una ley evangélica que nos lo manda. Tan cierto como que es obligación ir a la escuela, lo es también para el discípulo ir al encuentro del Maestro para aprender. Y aquí podemos encontrarnos con una índice de deserción considerable. Ser y deber ser. La práctica unifica lo que somos, si lo asumimos y lo vivimos. Yo puedo saber que soy hijo de Dios, pero si el deber ser, que pasa por vivir en el amor como tal, no es realidad, la disociación tiene consecuencias inesperadas. Dios es amor. Yo, el hombre, no siempre. En tanto y en cuanto no asuma quién soy como hijos de Dios, desde el amor, la identidad será otra, menos la de alguien que manifiesta amando, quién es. Discípulos: hacer la experiencia de ser amados. Dejarnos amar. Todo un programa de vida en el espíritu. Con humildad debemos reconocer que siempre debemos estar aprendiendo, tan cierto como que el tema de conversión, pasa por la falta de amor. Para poder amar. No hay otro camino. Nadie ama por casualidad. Hay una causalidad. Desde que Dios nos amó primero, estamos llamados a seguir su camino: aprendiendo y enseñando, siendo amado y amando. Hacer la escuela cristiana del amor, en la familia, en la comunidad, en la sociedad, es una tarea cotidiana, eterna. No podemos dar por supuesto que amar es una conducta de sentido común. Es educar, crear hábitos, establecer principios y criterios, dar normas de conducta, etc., que den elementos para vivir en el amor. Muchos no han tenido la posibilidad de la escuela del amor. Como cuenta pendiente está en muchos hermanos de zonas marginales, y también que por otras situaciones de vida, no saben lo que es el amor. Desde la familia hasta la escuela y el estado, la iglesia, se nos presenta el gran desafío, para con quienes no asumen esta dimensión de la vida, porque no la conocen o no han tenido la posibilidad. Ahí, el lenguaje del amor es otro, tiene otros “códigos”, que tienen que ser reeducados, evangelizados, redimidos. Muchos la han tenido, pero la vida, el ambiente, los ha hecho “olvidar”. La esperanza de hacer la experiencia del amor, como que está truncada. Hacer en esos lugares, con esos hermanos, la escuela del amor cristiano, que es realidad en muchos lugares y en muchos de nosotros comprometidos, pero siempre desafío para muchos otros. El anuncio de que el amor es posible, es una buena noticia que hay que anunciar. Y esto es tarea de todos. 3 – NO PODREMOS COMPRENDER. Tantas situaciones que nos pasan hoy como sociedad. Muchas de ellas tienen su causa en resentimientos, falta de valoración humana, de consideración por el otro. Todo porque quien no es capaz de amarse así mismo, tampoco podrá amar al otro. Y al no amar, las conductas contrarias son terribles. Situaciones que no alcanzamos a entender o a comprender. Entender: es percibir el significado de algo, aunque no se comprenda. Comprender: es hacer propio lo que se entiende y actuar congruentemente con ello. Todo un proceso, que estamos llamados a considerar en la vida propia y ayudar a hacer en otros. Es un compromiso a asumir, pues de lo contrario seguiremos sin entender, ni comprender las acciones de muchos, que se manifiestan con efectos contrarios a una acción desde el amor. Pedro: refleja a muchos que no han hecho el proceso. Que tenemos que ayudar a hacerlo. Por diversa razones les cuesta. Ayudar a comprender, con gestos, palabras, obras, es tarea de todos en los diversos ámbitos. Evangelización – catequesis: vivir en el amor. No sólo saber sobre el amor. Planteo de fondo en estos ámbitos pastorales de nuestra iglesia, pues de nada servirá enseñar para recibir los sacramentos, frutos del amor divino, sino educamos en el amor para la vida. 4 - ENTRE LA FALTA DE AMOR Y EL AMOR HASTA EL FIN. Estamos llamados a acortar distancias. A hacernos cargo de educar en y para el amor. Mirar los gestos de Jesús en este día. Nos ha dado ejemplo para que hagamos lo mismo. Ponernos al servicio en la escuela de educar para el amor, es parte del ejercicio de nuestro sacerdocio ministerial en Cristo, recibido en el bautismo. Materia y lugares hay y sobran. ¿Cuánto hay? ¿Cuánto falta? Hogares de niños – cárceles – Hogares de recuperación de adicciones – Nuestras villas – Las mismas escuelas católica – Cuántas familias, etc. Renovarnos en nuestros propósitos, y asumir el desafío. Es una responsabilidad: “no todos están limpios”. Nuestra falta de compromiso en este campo, puede significarnos la advertencia de Jesús a sus discípulos. Ver de qué tenemos que limpiarnos: de la indiferencia; de la falta de corresponsabilidad; de un amor no práctico: de negligencias - etc. Vivir la alegría de amar y ser amados. Ayuda a tantos Pedros a hacer el proceso y descubrir la conveniencia personal y social de vivir en el amor. Más vale “ensuciarse” amando que estar limpios sin haber amado lo suficiente. El amor no le hace mal a nadie, pero tanto mal se hace, cuando éste falta. Que el Señor nos dé la ayuda del Espíritu y no asista con su gracia, para comprender nosotros y hacer comprender a tantos, lo que tenemos que hacer para vivir en el amor.