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LA ADMISIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE AMPARO
CONTRA AUTOS DE DETENCIÓN
Allan R. Brewer-Carías
Con no poca frecuencia, durante los últimos años y, particularmente, antes de que los principios constitucionales que recoge el nuevo
Código Orgánico Procesal Penal hayan comenzado a permear la insensible jurisdicción penal, en cuanto a derechos humanos se refiere, los
jueces superiores penales han venido declarando inadmisibles las acciones de amparo contra autos de detención, esgrimiendo, como razón
adjetiva, que como contra los mismos existe la posibilidad de ejercer el
recurso de apelación, entonces, no se admite la vía extraordinaria del
amparo, pues supuestamente con la vía ordinaria se podrían obtener
los mismos efectos que se pretenden con la acción de amparo.
Por supuesto, el tema de la admisibilidad de la acción de amparo
contra sentencias y demás actos judiciales, que consagra el artículo 4°
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales en desarrollo del artículo 49 de la Constitución, que se discute
en la jurisdicción penal, ha sido largamente debatido en la jurisprudencia, en otras jurisdicciones, incluso desde antes de la publicación de la
mencionada Ley Orgánica, en primer lugar, al interpretar el artículo 4°
de la misma y, en segundo lugar, con motivo de la construcción del carácter subsidiario, especial, excepcional o extraordinario de la acción de
amparo constitucional, todo lo cual es perfectamente aplicable a los casos de acciones de amparo contra autos de detención dictados por los
jueces penales.
Estas acciones de amparo contra autos de detención, como sucede
con cualquier otra decisión o acto judicial, por supuesto que son admisibles, siempre que reúnan las condiciones establecidas en el artículo
4º de la Ley Orgánica de Amparo y reúnan la extraordinariedad requerida por la jurisprudencia al interpretar las disposiciones de la Ley Orgánica de Amparo, a pesar de que contra los mismos pueda ejercerse
apelación.
I.
EL EJERCICIO DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONTRA DECISIONES JUDICIALES Y LA INTERPRETACIÓN JURISPRUDENCIAL DE LA EXPRESIÓN “ACTUANDO FUERA DE SU COMPETENCIA” DEL ARTÍCULO 4° DE LA LEY ORGÁNICA DE
AMPARO
El artículo 4° de la Ley Orgánica de Amparo, como es sabido, señala lo siguiente
“Artículo 4°.- Igualmente procede la acción de amparo cuando un
Tribunal de la República, actuando fuera de su competencia, dicte
una resolución o sentencia u ordene un acto que lesione un derecho constitucional.”
Conforme a esta norma, por tanto, para que proceda la acción de
amparo contra sentencias o decisiones judiciales es necesario, primero,
que el Tribunal haya actuado fuera de su competencia; segundo, que
en tal forma, haya dictado una resolución o sentencia o haya ordenado
un acto; y tercero, que ese acto haya lesionado un derecho constitucional.
Para que proceda una acción de amparo contra una actuación judicial, por tanto, el requisito esencial y primario es la determinación de
si la actuación judicial concreta se dictó por el juez “actuando fuera de su
competencia”, lo que no sólo es un problema de competencia formal
procesal, sino de carácter constitucional en relación al respeto de los
derechos constitucionales. Ello lo ha interpretado la Corte Suprema de
Justicia en Sala de Casación Civil en sentencia de 21-1-89, en la siguiente forma:
“No puede ser, pues, un problema de competencia en su sentido procesal
estricto, ya que éste surge por la circunstancia de existir varios órganos jurisdiccionales y de división del trabajo por razón del valor
y del territorio”.
“Por eso, la competencia a que se refiere el artículo 4 es algo más
trascendente y de fondo: dice relación con las atribuciones judiciales y con
la usurpación de funciones”.
“En consecuencia, el requisito que exige el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo no es de la mera incompetencia (por la materia,
valor o territorio), pues éste es asunto que, en la mayoría de los casos, es de hecho y tiene el Código su mecanismo para hacerlo valer, por lo que obviamente, el que no lo hizo, no puede usar la “incompetencia” para apoyar una acción de Amparo Constitucional,
ya que sería tanto como derogar reglas expresas precisas del procedimiento”.
“De ahí que esta “incompetencia” se acerque más bien al aspecto constitucional de la función pública, definida en los artículos 117, 118 y 119 de
la Constitución: las atribuciones del Poder Público se hallan establecidas
en la propia Constitución y en las leyes; cada rama del Poder Público tiene sus funciones propias; y toda autoridad usurpada es nula”.(1)
En consecuencia, para que se declare inadmisible una acción de
amparo contra una sentencia, como un auto de detención, no basta
constatar que el Juez lo dictó conforme a la competencia que tiene con
arreglo al Código de Enjuiciamiento Criminal, sino que es necesario
que el Juez de Amparo aprecie que al dictarse tal auto de detención no
se violó un derecho constitucional del accionante. Si esto ocurrió, aún
cuando el Juez haya actuado conforme a su “competencia procesal”
formal, procede el amparo conforme al artículo 4° de la Ley Orgánica
de Amparo, por cuanto ningún Juez puede tener competencia para violar o
lesionar un derecho constitucional de una persona. En este contexto, la Sala
1.
Citada en sentencia de la misma Sala de Casación Civil de 5-12-90 (consultada en
original, caso José Díaz Aquino); y de 14-12-94 (consultada en original, caso Cimarrón).
Político-Administrativa de la Corte Suprema en sentencia de 12-12-89
(caso El Crack C.A.), precisó el sentido de esta expresión del artículo 4°
de la Ley Orgánica de Amparo: “actuando fuera de su competencia”, estableciendo lo siguiente:
“... ya que pareciera que los tribunales que actúan dentro de su
competencia pueden lesionar o vulnerar los derechos y garantías
constitucionales, y las actuaciones que perturban dichos derechos
no pueden ser impugnadas por vía de amparo; es evidente que ningún tribunal de la República tiene competencia para vulnerar o lesionar
derechos y garantías constitucionales u ordenar actos que los lesionan."
“En virtud de ello, se hace imperativo concluir que la palabra
“competencia” no tiene el sentido procesal estricto como un requisito del artículo 4º de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales, por cuanto no se refiere sólo a la incompetencia por la materia, valor o territorio, sino también corresponde a
los conceptos de abuso de poder o extralimitación de atribuciones y, en
consecuencia, esa actuación lesione o vulnere derechos o garantías
constitucionales."
“En efecto, el juez, aún actuando dentro de su competencia, entendida
ésta en el sentido procesal estricto, puede hacer uso indebido de
las facultades que le están atribuidas para fines totalmente distintos al
que se le confirió, o actuar haciendo uso indebido de ese poder, independientemente del fin logrado, y dicte una resolución o sentencia y ordene
un acto que lesione un derecho constitucional...”(omissis).
“En definitiva, la acción de amparo contra resoluciones o sentencias judiciales procedería cuando el Tribunal usurpa funciones,
ejerciendo unas que no le son conferidas o hace uso indebido de las
funciones que le han sido atribuidas, lesionando con su actuación derechos o garantías constitucionales”.(2)
De acuerdo con esta doctrina, por tanto, para que sea procedente
una acción de amparo contra sentencias, no basta que el accionante se2.
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 41, EJV, Caracas ,1990, pp. 110-111. En igual
sentido se destacan las sentencias de la misma Sala Político Administrativa de 27-6-90,
4-7-90, 7-8-90, 5-12-90 y 31-5-91, citadas en Revista de Derecho Público, Nº 46, EJV, Caracas, 1991, p. 132. Igualmente, sentencia de 4-2-93, Revista de Derecho Público, Nos. 5354, EJV, Caracas, 1993, p. 276.
ñale que la sentencia le fue adversa, sino que debe alegar abuso o exceso de
poder del juez, como forma de incompetencia(3), que es lo que se produce cuando un juez penal, al dictar una decisión, viola derechos constitucionales de un ciudadano, pues para ello nunca tiene competencia.
El tema ha sido objeto de consideración detallada y particular por
la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en sentencia
de 5-12-90, al analizar el artículo 4 de la Ley Orgánica, señalando que:
“Antes de la promulgación de la Ley de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, la Sala Político-Administrativa de esta
Corte, en sentencia de fecha 5-6-86, bajo ponencia del Magistrado
Dr. René De Sola, estableció que:
“Si bien la doctrina admite que el recurso de amparo puede
intentarse contra decisiones judiciales, existe consenso en estimar que aquél sólo procedería en casos extremos. Tal cuando un
tribunal incurriere en usurpación de autoridad (art. 119 de la
Constitución), dictando algún acto de naturaleza administrativa o
legislativa en perjuicio de los derechos o garantías constitucionales de una persona. Asimismo, aún actuando dentro de su
competencia —administrar justicia— dictare decisión que en
forma manifiesta viole alguno de estos mismos derechos o garantías,
por ejemplo, condenando un reo a la pena de muerte...”.
La Ley, en su artículo 4 parece acoger uno solo de los supuestos: el
juez que actuando fuera de su competencia, infringe disposiciones
constitucionales; y una interpretación literal de la norma conduce
a pensar que la infracción de un derecho o garantía constitucional
por un juez que, en principio, estaba actuando dentro de sus funciones judiciales, no podría, en ningún caso, ser resuelta por un
amparo autónomo, siendo la única vía abierta al agraviado el procedimiento establecido en el numeral 5 del artículo 6 de la Ley de
Amparo —protección del derecho o garantía vulnerado dentro del
recurso procesal preexistente—; empero considera la Sala que el
planteamiento necesita de un examen más atento...
3.
Véase sentencia CSJ-SPA, 31-5-91, en Revista de Derecho Público, Nº 46, Caracas, 1991,
p. 132.
...Nos preguntaríamos, entonces, si la omisión del legislador, de
señalar como posible la procedencia del amparo en estos casos extremos de actos lesivos de la conciencia jurídica, cuando la decisión fuese dictada por un juez que, en principio, estuviese actuando dentro de los límites de su competencia, conduce, necesariamente, a la inadmisibilidad del recuso. La respuesta debe ser negativa, pues, en estos casos, privaría la entidad de los derechos infringidos sobre la necesidad de preservar, en el caso concreto, la
inmutabilidad de la cosa juzgada, ello sin perjuicio de que la limitación se aplique a la generalidad de los asuntos que se presenten
ante esta Sala.
En materia de derechos constitucionales, y, por ende, de su amparo, es necesario armonizar los derechos de quien solicita el amparo
con los derechos del señalado como agraviante, o, en el caso del
amparo contra decisiones judiciales, con los derechos de la contraparte en
el procedimiento en el cual se pronunció la decisión recurrida, para
determinar su rango frente al derecho del otro, o frente a los derechos e intereses del resto de la comunidad de justiciables. Al respecto basta recordar el expresivo ejemplo que nos ofrece el filósofo
contemporáneo Karl Popper, del juez prudente, quien ante el alegato del matón que protestaba porque, siendo un ciudadano libre
podía mover su puño en la dirección que se le antojase, contestó:
“La libertad de movimiento de tus puños está limitada por la posición de la nariz de tu vecino”. (omissis)
Recapitulando, y sin pretender la Sala establecer una enumeración
casuística, que constituya una especie de “doctrina inmutable”
acerca de cuál derecho debe prevalecer, pues en cada caso concreto deberá decidirse al respecto, de acuerdo a sus características
propias y al entorno social en el momento dado, considera que puede
intentarse y ser admitido el recurso autónomo de amparo contra decisiones judiciales cuando:
1. El juez actuando fuera de su competencia, entendida ésta
en el sentido de la jurisprudencia transcrita, vulnera una
garantía o derecho de rango constitucional;
2. La decisión constituya un acto lesivo a la conciencia jurídica,
al infringir en forma flagrante, por ejemplo, los derechos individuales que no pueden ser renunciados por el afectado; o
3. El fallo vulnere el principio de seguridad jurídica, proveyendo
contra la cosa juzgada, o fuese proferido en un proceso donde
evidentemente no se hubiese garantizado al solicitante del amparo las debidas oportunidades de defensa, o se hubiese irrespetado de alguna otra manera la garantía del debido proceso.”(4)
La Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, en una sentencia de 9-9-93, también ha precisado las exigencias para la procedencia de la acción de amparo, indicando lo siguiente:
“En atención a esa vocación de la definitividad que tienen las decisiones emanadas de los tribunales y a las suficientes garantías que
ofrecen a las partes en conflicto los procedimientos judiciales, el
amparo contra las sentencias debe estar sometido a estrictos requisitos, tendentes a impedir que, so pretexto de solicitar amparo de
derechos constitucionales pretendidamente violados, se esté intentado realmente reabrir indefinidamente los asuntos ya judicialmente decididos e impugnar sentencias por vías diferentes o adicionales a los recursos que el propio ordenamiento jurídicoprocesal ofrece para ello. Es razonable, por tanto, que se exija —
como requisito de procedencia de amparo contra sentencias— el
que la conducta del juez accionado constituya un abuso de poder o
una grave usurpación o extralimitación de funciones, que lesione simultáneamente un derecho constitucional. En cambio, no podría proceder
el amparo cuando el juez haya actuado dentro de los límites de su oficio, sólo que el accionante no está de acuerdo con los criterios jurídicos
utilizados por aquél al adoptar su decisión.
...A este último no le imputa el accionante ninguna conducta constitutiva de abuso de poder o de una grave usurpación o extralimitación de
funciones, violatorias de sus derechos constitucionales... (5).
En definitiva, de toda esta doctrina jurisprudencial, como lo ha resaltado recientemente Rafael Chavero G., resulta que la incompetencia
4.
5.
Caso José Díaz Aquino, consultada en original. Citada también en sentencia de 14-1294 de la Sala de Casación (consultada en original, caso Cimarrón).
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 55-56, EJV, Caracas, 1993, pág. 297.
de orden constitucional no sólo se reduce a la usurpación de autoridad
o de funciones, sino que:
“se ha extendido a aquellas actuaciones judiciales donde se realiza
un uso indebido de las funciones que le son atribuidas por la Ley,
que llevan al juez a incurrir en un abuso de autoridad y por tanto
en una violación de derechos constitucionales.”(6)
No tiene, por tanto, fundamento alguno, reducir la expresión “actuar fuera de su competencia”, de acuerdo al artículo 4° de la Ley Orgánica de Amparo al sólo supuesto de la usurpación de funciones legislativas o administrativas por los jueces, lo cual es contradictorio con
lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia. Conforme a la jurisprudencia citada, al contrario, para que proceda la acción de amparo constitucional, no sólo es la usurpación de funciones lo que puede configurar casos de actuación judicial “fuera de la competencia”, sino que ésta
existe cada vez que un Juez viola un derecho constitucional de una
persona, pues ningún juez tiene competencia para ello.
Lo antes dicho quedó expresado con diafanidad en una sentencia
de 5-3-90 dictada por el Juzgado Superior Décimo en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, en la cual,
precisamente, se acordó con lugar una acción de amparo intentada en
relación a un juicio en el cual se había dictado un auto de detención sin
haberse agotado previamente las diligencias conducentes a la citación, así:
“No se pueden -a juicio de este Tribunal- violentar las bases constitucionales de la detención judicial, porque ello se traduce en la
práctica en la utilización de un procedimiento de mala ley, que en
el fondo, significa una usurpación del poder jurisdiccional. Y ésta
viene a ser la situación cuando los jueces no tienen en cuenta la garantía constitucional del debido proceso, cuyos preliminares exigen como el más elemental de los derechos, aquél que consiste en
ser oído cuando se le pretende endilgar a alguien responsabilidad
6.
Véase Rafael Chavero Gazdik, La acción de amparo contra decisiones judiciales, Caracas
1997, p. 115.
penal. En este sentido debe quedar claro y perfectamente establecido, que se viola la Constitución cuando se adelanta un proceso
penal contra un ciudadano en concreto sin darle oportunidad de
informarse de la existencia de ese juicio, con lo cual se le vulnera
no sólo el derecho sino la posibilidad misma de defenderse ya en
el orden técnico o en el material. Se trata sin que quede ninguna
duda, de la transgresión de un derecho fundamental de la persona, sin cuya vigencia y reconocimiento viene a quedar seriamente
en entredicho la labor jurisdiccional. Ello adquiere todavía más relevancia, porque la violación de esa garantía constitucional, conlleva el desconocimiento de otras más específicas, como por ej.: el
derecho a declarar o abstenerse de hacerlo y todas las consecuencias que jurídicamente de ello se derivan. De modo que al sujeto
investigado, no sólo se le debe citar, sino también imponerlo de los
pormenores del hecho que se inquiere, siendo de observar que tal
requisito es aplicable a todo tipo de procedimientos, ya sea civiles,
disciplinarios o administrativos; pero como es de elemental lógica,
son absolutamente impostergables cuando ellos son referidos al
proceso penal. Porque en caso contrario, no se puede decir con todo rigor que se vive en un Estado de Derecho, donde la Constitución y las Leyes son el marco obligado donde el Estado y sus Instituciones ejercen su poder.”(7)
II. LA ADMISIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONTRA
TODO TIPO DE SENTENCIA O ACTOS JUDICIALES Y EL CARÁCTER EXTRAORDINARIO DE LA ACCIÓN DE AMPARO
Pero por otra parte, el tema de la admisibilidad de la acción de
amparo se ha desarrollado por la jurisprudencia, mediante la interpretación que las Salas de la Corte Suprema de Justicia han hecho sobre el
carácter extraordinario de la acción de amparo, llegándose, en general,
a la conclusión sintetizada de que cuando existe una vía judicial ordinaria, como la apelación, contra una decisión judicial, no sería admisible la acción de amparo contra la misma, si mediante la vía ordinaria se
pueden obtener los mismos efectos perseguidos con la acción de amparo, es
7.
Véase en Diario de Tribunales, 15-3-90, Nº 4.624, páginas 13 y ss.
decir, se puede obtener el restablecimiento de la situación jurídica constitucional lesionada o infringida.
En sentido contrario, y conforme a la protección constitucional que
prevé el artículo 49 de la Constitución, la acción de amparo es admisible y procede intentarla contra sentencias y actos judiciales, aún cuando existan medios procesales ordinarios, como la apelación para reaccionar contra aquellos, si los mismos no permiten en forma idónea y efectiva, el restablecimiento de la situación jurídica denunciada como lesionada; es
decir, si mediante las vías ordinarias existentes, los peticionarios de amparo
no pueden lograr los mismos efectos que los que pretenden obtener por vía
de amparo.
Por tanto, por el sólo hecho de que exista algún remedio judicial
ordinario que puede ejercerse contra una sentencia o un acto judicial
objeto de la acción de amparo, no debe declararse inadmisible la acción
de amparo que pueda ejercerse contra ella. En todo caso, el Juez debe
estudiar las circunstancias del caso planteado para poder establecer previa la argumentación necesaria- si los efectos requeridos por vía de
amparo y el restablecimiento de la situación jurídico constitucional lesionada, pueden o no lograrse mediante el ejercicio de los recursos ordinarios. Este principio se aplica respecto de la acción de amparo contra todo tipo de sentencia o acto judicial, y no hay razón alguna -ni
constitucional ni legal- para excluir de plano la acción de amparo contra un auto de detención, por más que exista apelación contra el mismo, si la apelación no puede ser una vía para restablecer la situación
jurídica infringida o producir los mismos efectos que se persiguen con
la acción de amparo. El Juez de amparo está obligado, por tanto, a hacer
esta evaluación.
En otras palabras, la acción de amparo procede contra los autos de
detención aún cuando contra ellos proceda apelación, cuando mediante este recurso ordinario no se pueda lograr el mismo efecto perseguido por
la acción de amparo, es decir, el restablecimiento de la situación jurídica constitucional infringida.
La doctrina de la extraordinariedad de la acción de amparo, sentada jurisprudencialmente, ha confirmado lo anterior, admitiendo la
acción de amparo contra sentencias, aún en los casos de que existan
medios procesales ordinarios para recurrir de ellas, si estos no son adecuados para el restablecimiento inmediato de la situación jurídica constitucional lesionada.
Esto lo ha precisado muy recientemente la Sala de Casación Civil
en sentencia de 4-2-98 (caso Kawasaki Steel Corporation, ratificando lo
sostenido por la propia Sala en sentencia de 3-7-97 y por la Sala Político
Administrativa de 16-6-96), en la cual se señaló, lo siguiente:
“Al respecto, debe señalarse que si bien el amparo constitucional
está concebido como un medio procesal extraordinario, que sólo
procede cuando no existan, sean inoperantes e ineficaces las vías
ordinarias para el restablecimiento de la situación jurídica planteada, el que no existan medios judiciales diferentes a él no obsta
para que en determinadas situaciones el actor pueda decidir acudir a la jurisdicción directamente mediante esta acción por considerar que las otras que le otorga el ordenamiento jurídico no van a
restablecer, de la forma que lo haría el amparo, su situación subjetiva.”
“En esos casos, el juez debe analizar la controversia debatida, sin declarar inadmisible de plano el amparo, pero circunscribiendo su actuación a las exigencias y formalidades propias de este medio procesal para declarar su procedencia, como la necesidad de violación
directa e inmediata de derechos constitucionales. De esta forma, ya
que el amparo constitucional es un medio que sólo procede en situaciones extremas y excepcionales —donde se lesionan derechos
constitucionales— el actor, al escoger esta vía y no acudir a las ordinarias —preestablecidas para la protección de disposiciones legales—, si bien busca cierta inmediatez en la decisión judicial, ve
limitada sus defensas a la sola invocación de preceptos constitucionales que, siempre, tendrán que transgredirse en forma flagrante para que proceda su pretensión...”.
“De manera que no considera la Sala acertado desestimar in limine litis
el amparo por la existencia de otras vías procesales, cuestión que la lle-
va a desechar la oposición del supuesto agraviante, porque pasa
de seguidas a revisar las denuncias de violación constitucional que
se imputan a la decisión judicial... no sin antes dejar de advertir
que, de acuerdo con los principios acerca de este medio extraordinario de control de fallos judiciales, su actuación está limitada,
precisamente, a esas supuestas violaciones de derechos constitucionales, con exclusión de transgresiones a la ley que sí hubieran
sido examinadas de haber el actor hecho uso de los mecanismos de
impugnación ordinarios. Así se declara...”(8).
Con fundamento en esta reiterada doctrina jurisprudencial, por
tanto, sin duda puede intentarse una acción de amparo contra un auto
de detención, aún si contra el mismo procede el ejercicio del recurso de
apelación ordinario, si dicho medio procesal no puede restablecer la situación jurídica constitucional infringida. Esto sucedería, por ejemplo, en caso de que se dictase un auto de detención que violase el derecho a la
defensa de un indiciado por no habérselo citado previamente, para ser
oído. En estos casos, la situación jurídica constitucional infringida por
el auto de detención sería la de poder defenderse contra una iniquidad, en
libertad, lo cual no podría obtenerse mediante el ejercicio del medio ordinario de apelación, lo que implicaría, incluso, la lesión a la libertad personal, pues el accionante tendría que consentir en su detención para
poder ejercer dicho recurso, lo que empeoraría su situación jurídica.
Este principio de la extraordinariedad de la acción de amparo ha
sido desarrollado por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia, para rechazar acciones de amparo contra decisiones judiciales
sólo cuando en relación a las mismas, las partes disponen de medios de
impugnación adecuados. Así, la Sala de Casación en sentencia de 8-295 (caso María Merchán C.), sostuvo lo siguiente:
“En desarrollo del dispositivo constitucional, la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales consagró en
su artículo 4º la procedencia de esta acción, contra las resoluciones
8
Consultada en original.
o sentencias dictadas por un Tribunal, que actuando fuera de su
competencia, lesione un derecho constitucional. Sin embargo, el
legislador fue cuidadoso al otorgar esta acción frente a un acto
emanado de una autoridad judicial, pues en principio, no permite el
amparo, contra fallos o providencias judiciales que normalmente tienen
sus mecanismos de control en los recursos procesales ordinarios. Con ello
evita, que el ejercicio indiscriminado de esta acción, sustituya todo
el ordenamiento jurídico procesal”.(9)
Sin embargo, sobre la admisibilidad de la acción de amparo ante la
insuficiencia, la no idoneidad o la inoperatividad inmediata de los medios ordinarios, la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo en
sentencia de 19-2-87 señaló lo siguiente:
“En esta oportunidad la Corte precisa aún más su doctrina respecto a la procedencia del amparo, en el sentido de aclarar que por el
fin que persigue la Constitución en su artículo 49, de la inmediata
protección de las garantías constitucionales y en concreto de lograr
el restablecimiento oportuno de las situaciones jurídicas infringidas, cuando los medios ordinarios que existen contra los actos inconstitucionales o ilegales sean insuficientes para reparar el perjuicio, no idóneos para evitar el daño o la lesión causada, por tales actos, la acción autónoma de amparo, entonces resulta procedente. Y si a esta idoneidad e
insuficiencia se agrega la incertidumbre en que se coloca al interesado respecto al ejercicio de un derecho, por la no operatividad
inmediata del recurso ordinario o normal contra el acto ilegal, está
plenamente justificado el amparo como pretensión procesal autónoma, que busca precisamente la protección judicial para que se evite un daño existente, o se impida uno ciertamente inminente e irreparable”(10). Este criterio jurisprudencial ha sido reiterado por la
misma Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, en su jurisprudencia ulterior, particularmente entre otras sentencias, la de
19-2-87, caso “Bello Campo, C.A. vs. Municipalidad del Distrito
Sucre”(11); Sentencia de 7-5-87, caso “Desarrollo 77, C.A. vs. Municipalidad del Distrito Sucre”. Magistrada Ponente: Dra. Hildegard
9.
10.
11.
Consultada en original.
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 29, página 113.
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 29, página 120
Rondón de Sansó(12); Sentencia de 21-5-87, caso “Lume, S.A. vs.
Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables”.
Magistrado Ponente: Dr. Román J. Duque Corredor(13).”
En relación a esta doctrina jurisprudencial y en relación a la admisibilidad de la acción de amparo cuando los medios ordinarios no sean
suficientes, la propia Corte ha reconocido, por tanto, la relatividad del
“principio de la extraordinariedad” al admitir que de aplicarse a la acción de amparo en forma absoluta, el derecho de amparo constitucional sería letra muerta:
“En efecto, de aplicarse el principio de la extraordinariedad de la
acción de amparo en forma absoluta, sería letra muerta el derecho
al amparo consagrado por el Constituyente, pues es difícil concebir una situación fáctica que no tenga un medio procesal ordinario
de impugnación previsto en el ordenamiento jurídico”.
Indudablemente, que los efectos propios de la acción de amparo,
como ha quedado sentado por la propia Corte, son el restablecimiento inmediato frente a las violaciones en forma “directa, manifiesta e incontestable de un derecho o garantía constitucionalmente
tutelado”. Por lo cual, frente a los efectos inmediatos, manifiestos y
directos de la lesión al derecho constitucional, los efectos de la acción de amparo están determinados por el restablecimiento inmediato de la situación jurídica infringida.
Al aplicar esta doctrina interpretativa de la Corte Suprema de Justicia a los casos del ejercicio de la acción de amparo contra autos de detención, al Profesor Carlos Ayala Corao, actual Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, ha expuesto lo
siguiente:
“A los efectos de recurrir (apelar o reclamar) un auto de detención
preventivo, el C.E.C. exige en su artículo 190, que el procesado
“estuviese detenido”, y en todo caso, dichos recursos “se oirán en
12.
13.
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 30, Caracas 1987, página 128
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 30, página 132.
un solo efecto”. Motivo por el cual, en base a los criterios de procedencia de la acción de amparo, una persona que no se haya
puesto a derecho, frente a un auto de detención que le haya sido
dictado sin haber sido citada u oída previamente, puede ejercer la
acción de amparo en virtud de la lesión actual a su derecho a la
defensa y a la amenaza cierta, real, verificable e inminente de lesión
que éste representa a su derecho a la libertad personal.
Por su lado, en el supuesto de la persona puesta a derecho, ésta
igualmente podría ejercer la acción de amparo frente al correspondiente auto de detención que le sea dictado sin haberla citada
ni oído previamente, en virtud de la lesión causada a sus derechos
a la defensa y a la libertad personal. Ello, en virtud de que la vía
ordinaria de los recursos de apelación o de reclamo previstos en el
C.E.C., en todo caso se oyen en el sólo efecto devolutivo más no
suspensivo (artículo 190). Por lo cual, en este caso la utilización de
dicha vía ordinaria le causaría al agraviado un perjuicio irreparable por la sentencia definitiva, lo cual califica como no idónea, insuficiente e inoperante a dicha vía ordinaria para la reparación
“inmediata de la lesión”, habilitándose en consecuencia la vía de
amparo constitucional.
En estos casos, la acción de amparo constitucional prevista en
nuestro ordenamiento jurídico, se configura en el derecho de toda
persona al ejercicio de un recurso sencillo, rápido y efectivo ante
los tribunales competentes, para obtener la protección de los derechos reconocidos por la Constitución, las leyes o los instrumentos
internacionales, al cual hacen referencia la Convención Americana
(artículo 25), el Pacto Internacional (artículo 2), la Declaración
Americana (artículo 25), y la Declaración Universal (artículo
8).”(14)
Por tanto, por ejemplo, en el caso de un auto de detención dictado
contra una persona a quien no se le hubiera garantizado su derecho a
la defensa por no haber sido citada previamente, mediante el ejercicio
del recurso de apelación nunca se le podría restablecer la situación ju-
14.
Véase en Carlos M. Ayala Corao, “El derecho a la libertad personal y el debido proceso frente a las detenciones judiciales preventivas arbitrarias”, en Liber Amicorum,
Libro Homenaje a José Muci Abraham, Caracas 1994, página 863.
rídico constitucional que le ha sido lesionada, que en ese caso sería el
ejercicio de su derecho a la defensa en libertad, pues para ejercerlo tendría
que perder su libertad.
Debe insistirse sobre este requisito de la extraordinariedad de la
acción de amparo y su correcta interpretación, pues el mismo debe ser
aplicado siempre conforme al principio favor libertatis; es decir, no puede conducir al absurdo de que para ejercer un medio de protección de
un derecho constitucional, el agraviado tenga que sufrir una lesión en
otro derecho constitucional, como es la libertad.
Sobre este tema, José Luis Lazzarini ha señalado sobre la admisibilidad de la acción de amparo, aún existiendo otros medios ordinarios,
lo siguiente:
“... el fin teleológico de la Constitución, garantizado en su caso por
el amparo, tiene primacía. La función jurisdiccional y así también
la administrativa no cumplen sus objetivos cuando no están provistos de los procedimientos conducentes, o cuando el órgano
competente no se pronuncia en tiempo oportuno. En consecuencia,
cuando los procedimientos previos o las vías paralelas y concurrentes no son hábiles para reparar el agravio, y el tránsito por los
mismos puede traer apareado un mal grave e irreparable, la vía del
amparo se abre con prescindencia de todo trámite previo.
La sumariedad debe ser el principio dominante en el juicio de amparo, puesto que el mismo tiende a garantizar derechos que no
pueden someterse a los procedimientos comunes, de ahí que,
cuando cualquiera de estos, sean previos o paralelos, son un obstáculo a la reparación del agravio, la garantía constitucional priva y se
abre sin consideración alguna, en virtud del principio de supremacía de la Constitución...”(15)
En consecuencia, si los otros medios son inadecuados, es porque
producen, de emplearse, graves daños, sean morales o materiales, o conducen a violar derechos constitucionales del agraviado; en otras palabras,
15.
Véase en José Luis Lazzarini, El Juicio de Amparo, páginas 139 y 140.
porque el empleo de otros medios no repara el daño, o hacen más gravosa la situación del agraviado. Como al respecto, también dice Lazzarini:
“La condición suficiente para la procedencia del amparo es la irreparabilidad, que se da ante la inexistencia de otra vía legal, o la
imposibilidad de usar de ésta, o la insuficiencia de la misma, y aún
cuando haya otras vías paralelas, se daría el supuesto de irreparabilidad, si ellas no fueran reparadoras en la medida en que lo es el
amparo”(16).
Asentando, lo siguiente en líneas precedentes:
“La irreparabilidad, entonces, viene a ser condición suficiente para
la procedencia de acción de amparo, y es tanto como la inexistencia de otra vía hábil o la imposibilidad de recurrir a otra vía, o la
insuficiencia de ésta. Aún cuando haya otras vías paralelas, se daría
el caso de irreparabilidad no obstante si ellas no fueran suficientemente reparadoras, en la medida en que lo es el juicio de amparo. La acción resarcitoria patrimonial, la acción penal o la disciplinaria administrativa, por ejemplo, tienen objetos distintos que el
amparo, no obstante su aparente paralelismo, puesto que el amparo restaura o impide, mientras que estas acciones, a lo sumo, compensan la lesión y, además, no son excluyentes del amparo y pueden ser concurrentes. Hay también irreparabilidad no obstante la
existencia de otras vías, que como los recursos graciosos, o los pedidos de gracia, u otras peticiones ante ciertos actos administrativos, no son en realidad hábiles y suficientemente restauradoras
del derecho violado o restringido... (omissis)...
De cualquier manera como veremos más adelante, la existencia de
procedimientos previos o de vías paralelas no serán obstáculo al amparo,
si el tránsito por ellos trajera apareado un daño grave e irreparable, y
siempre que aparezca de modo claro y manifiesto la ilegitimidad
de una restricción cualquiera de los derechos constitucionalizados...”(17).
16.
17.
Ob. cit., página 122.
Ib., páginas 94-95.
Por tanto, la existencia de otras vías legales no impide el ejercicio
de la acción constitucional de amparo, si dichas vías resultan insuficientes para restaurar o impedir el agravio o si el empleo de dichas vías
agrava la situación del agraviado; en realidad, sólo prosperaría tal inadmisibilidad cuando aquellas otras vías no producen daño grave e
irreparable, o no conducen a la violación de derechos constitucionales
del agraviado, y sirven para restablecer la situación jurídica lesionada,
en la misma forma que se pretende con el amparo. En cambio, el daño
que se produce cuando se obliga al accionante a recurrir a la vía ordinaria, se convierte en irreparable si la intensidad como lo ha sufrido,
podía ser evitado a través del amparo.
Es interesante la distinción señalada por Lazzarini en cuanto a que
el objeto de los recursos ordinarios en sede penal, antes que restaurar,
persiguen reparar; mientras que a través de la acción de amparo se
tiende a restablecer una situación jurídica lesionada o a impedir la lesión; concluyendo, que al agraviado se le obliga a soportar la lesión,
con el argumento de que puede recurrir a una vía distinta u ordinaria,
y se le infringe un daño irreparable que puede ser evitado con una correcta interpretación y aplicación del amparo. Un medio insuficiente o
más gravoso es, en sí mismo, una lesión: la lesión que precisamente el
amparo pretende evitar.
III. LA ADMISIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONTRA
LAS SENTENCIAS QUE CONTIENEN AUTOS DE DETENCIÓN Y
EL CARÁCTER EXTRAORDINARIO DE LA ACCIÓN DE AMPARO
Todos los principios derivados de la doctrina jurisprudencial de
las Salas de Casación Civil y Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, relativos a la admisibilidad de la acción de amparo
contra decisiones judiciales, son por supuesto aplicables cuando se
ejerce contra autos de detención, si la apelación que pueda ejercerse
respecto de ellos no puede restablecer la situación jurídica constitucional infringida o lesionada. Estos principios, son lo que sin duda, se de-
rivan de la doctrina jurisprudencial de la Sala de Casación Penal de la
Corte.
En efecto, en sentencia de 29-10-92, la Sala de Casación Penal admitió una acción de amparo, aún cuando existía un recurso ordinario,
cuando,
“el solicitante del amparo haya sido privado o limitado en el ejercicio de los derechos y garantías constitucionales de tal forma que
no pueda lograr el restablecimiento de la situación jurídica infringida por
otra vía”(18).
Por otra parte, la Sala de Casación Penal en sentencias de 1-4-93 y
30-6-93 excluyó el amparo contra un auto de detención en un caso específico, por considerar que con el recurso de apelación podía “lograr
el accionante los mismos efectos perseguidos con la solicitud de amparo”;
lo cual no sería aplicable en los casos en los cuales, precisamente, la apelación no sólo no permitiría lograr los mismos efectos perseguidos con una solicitud de amparo, como sería el restablecimiento de una situación jurídica infringida de poder defenderse en libertad, sino que al contrario, ponerse a
derecho y ejercer la apelación, concretaría la lesión a la libertad personal del accionante y no restablecería la situación jurídica derivada del
derecho a la defensa y a ser citado y oído antes de que se le pueda dictar un auto de detención.
Sobre esto, el Profesor Carlos Ayala Corao, en el trabajo antes citado, ha señalado:
“9. A los efectos de recurrir (apelar o reclamar) un auto de detención preventivo, el C.E.C., exige en su artículo 190, que el procesado “estuviere detenido”, y en todo caso, dichos recursos “se oirán
en un solo efecto”. Motivo por el cual, en base a los criterios de
procedencia de la acción de amparo, una persona que no se haya
puesto a derecho, frente a un auto de detención que le haya sido
dictado sin haber sido citada u oída previamente, puede ejercer la
18.
Sentencia Nº 719 de 29-10-92, Ponente Ismael Rodríguez Salazar.
acción de amparo en virtud de la lesión actual a su derecho a la
defensa o a la amenaza cierta, real, verificable e inminente de lesión que éste representa a su derecho a la libertad personal.
Por su lado, en el supuesto de la persona puesta a derecho, ésta
igualmente podría ejercer la acción de amparo frente al correspondiente auto de detención que le sea dictado sin haberla citada
ni oído previamente, en virtud de la lesión causada -aún no cesada- a sus derechos a la defensa y a la libertad personal. Ello, en virtud de que la vía ordinaria de los recursos de apelación o de reclamo previstos en el C.E.C., en todo caso se oyen en el sólo efecto
devolutivo más no suspensivo (artículo 190). Por lo cual, en este
caso la utilización de dicha vía ordinaria le causaría al agraviado
un perjuicio irreparable en sus derechos por la sentencia definitiva, lo
cual califica como no idónea, insuficiente e inoperante a
dicha vía ordinaria para la reparación “inmediata de la lesión”,
habilitándose en consecuencia la vía de amparo constitucional. En
estos casos, la acción de amparo constitucional prevista en nuestro
ordenamiento jurídico, se configura en el derecho de toda persona
al ejercicio de un recurso sencillo, rápido y efectivo ante los tribunales competentes, para obtener la protección de los derechos reconocidos por la Constitución, las leyes o los instrumentos internacionales, al cual hacen referencia la Convención Americana (artículo 25), el Pacto Internacional (artículo 2), la Declaración Americana (artículo 25), y la Declaración Universal (artículo 8).”(19)
Debe mencionarse, además la sentencia de la Sala de Casación Penal de 21-2-92, en la cual se pronunció así:
“...No puede hacerse nugatorio un auto de detención utilizándose
para ello un medio como la acción de Amparo que altere el orden
lógico del proceso, dejando inaplicables las verdaderas y efectivas vías
procesales ordinarias de impugnación a ser interpuestas en la oportunidad legal, luego de ejecutada esa decisión judicial... La protección que pueda otorgar el Juez de Amparo al goce y ejercicio de
los Derechos y Garantías Constitucionales no implica en forma al-
19.
Loc. cit. pág. 873.
guna la declaratoria de nulidad de decisiones como el auto de detención...”(20).
Esta doctrina, por supuesto, tiene que aplicarse en relación a cada
caso concreto y no como un criterio de negativa absoluta de admisibilidad de la acción de amparo contra autos de detención, pues ello sería
contrario al artículo 49 de la Constitución y a los artículos 1° y 4° de la
Ley Orgánica de Amparo.
En efecto, en esta sentencia, el elemento fundamental en el juicio
de la Sala de Casación Penal, es que no podría mediante la acción de
amparo, “inaplicarse las verdaderas y efectivas vías procesales ordinarias
de impugnación” contra un auto de detención; siempre que, por supuesto, sean realmente efectivas en relación a la protección constitucional solicitada. Esta doctrina no difiere en nada, de la sentada por la propia
Sala Penal de la Corte y las otras Salas de la Corte Suprema al plantearse el carácter extraordinario de la acción de amparo, y que sólo procede
cuando los medios ordinarios sean inoperantes o ineficaces para el restablecimiento de la situación jurídica lesionada.
Todo esto obliga al Juez de amparo, en todo caso, a tener que evaluar ineludiblemente, la situación jurídica constitucional lesionada para poder llegar a la conclusión de si los medios ordinarios de impugnación pueden servir o no, es decir, son o no efectivos, para la protección
constitucional.
En el caso, por ejemplo, de que la situación jurídica constitucional
infringida por un auto de detención, hubiera sido el derecho al debido
proceso y a la defensa, pues el mismo se hubiera dictado sin que se
hubiera citado ni se hubiera oído al acusado; esa situación jurídico
constitucional de poderse defender en libertad, no podría ser restablecida mediante el ejercicio de la apelación, para lo cual, precisamente sería necesario perder la libertad, es decir, “ponerse a derecho” y someter-
20.
Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal, Especial, de fecha
21 de febrero de 1992, Oscar Pierre Tapia, folio 64, 65, 66 y 67. Año XX/Julio 1993.
se a detención judicial. Por tanto, la sentencia citada, confirma el criterio
de la extraordinariedad de la acción de amparo.
Por otra parte, la Sala de Casación Penal en sentencia de fecha 9-289, señaló lo siguiente:
“Ahora bien, considera la Sala que al Juzgado de Primera Instancia
al dictar auto de detención por los hechos que consideró delictivos
y la existencia de fundados indicios de culpabilidad en su contra,
no lo hizo fuera de su competencia. Por el contrario, dicho Tribunal actuó dentro de la esfera de su competencia definida por la Ley
Orgánica del Poder Judicial en su artículo 80,letra “D”, Numeral
Primero y el artículo 23 del Código de Enjuiciamiento Criminal.
Mal puede decirse, entonces, que el Tribunal actuó fuera de su
competencia porque actuó con “abuso de poder” o “extra limitación de atribuciones o funciones”. Las expresiones “abuso de poder” y extra limitación de atribuciones o funciones” tiene jurídicamente un mismo significado: “violación de la ley”. El Juez que
abusa del poder o se extralimita de sus atribuciones, lo que está
haciendo en definitiva es “violando la ley”.
En el caso concreto, al Juzgado de Primera Instancia al dictar decisión conforme a sus atribuciones legales, sin duda se ajustó a la normativa que le asigna competencia y por tanto no lo hizo con abuso
de poder ni extralimitándose en sus funciones o atribuciones, como lo alega el solicitante y si dicho fallo o decisión produjo situaciones de carácter procesal que ameritaban remedios judiciales,
bastaba con utilizar los recursos o vías ordinarias establecidos en el Código de Enjuiciamiento Criminal para restablecer la situación jurídica alega
como infringida, recursos que por lo demás, son apropiados, idóneos, eficaces y de resolución breve y sumaria, pero no emplear la acción de
amparo, -la cual tiene una naturaleza totalmente diferente-, como
sustitutivo de esos recursos o vías ordinarias”.(21)
En cuanto al tema de la extraordinariedad de la acción de amparo,
la parte medular de esta sentencia, es la necesaria consideración de que
21.
Sentencia de la Sala de Casación Penal, Corte Suprema de Justicia de fecha 09 de
febrero de 1989. Ponente Magistrado Dr. Roberto Yepes Boscán.
para restablecer la situación jurídica constitucional que se denuncia como lesionada o infringida, los medios procesales ordinarios tiene que ser
“apropiados, idóneos, eficaces y de resolución breve y sumaria”, porque si
no lo son en el caso concreto, procede entonces la acción de amparo. Es
decir, conforme a esta sentencia, no es posible utilizar la acción de amparo contra un auto de detención cuanto los medios o vías judiciales
ordinarias establecidos en el Código de Enjuiciamiento Criminal bastan
“para restablecer la situación jurídica alegada como infringida”.
En consecuencia, de nuevo, conforme a esta jurisprudencia, la acción de amparo contra un auto de detención no debe declararse inadmisible por el sólo hecho de que exista un medio o vía judicial ordinaria de impugnación, sino cuando dichas vías ordinarias “basten para restablecer la situación jurídica alegada como infringida”.
La condición de eficacia y adecuación de las vías ordinarias respecto de la protección constitucional requerida para el restablecimiento
de la situación jurídica infringida es, por tanto, el elemento fundamental que se desprende de esta doctrina jurisprudencial de la Sala de Casación Penal -y de todas las otras Salas de la Corte- que el Juez de Amparo debe necesariamente analizar, para admitir o no la acción de amparo.
Es decir, para poder decidir la inadmisibilidad de una acción de
amparo contra un auto de detención, con fundamento en la doctrina de
la excepcionalidad de la acción de amparo que deriva de la sentencia
citada de la Sala de Casación Penal, el Juez está obligado a analizar cuál es la situación jurídica constitucional lesionada que se alega y determinar si las vías ordinarias son o no suficientes, eficaces e idóneas
para restablecerla. En el caso de un auto de detención dictado en violación al derecho a la defensa, por ejemplo, la conclusión es evidente: la
apelación contra un auto de detención conforme al artículo 190 del Código de Enjuiciamiento Criminal, sólo puede ejercerse por el detenido,
es decir, una vez materializado el auto de detención y la pérdida de la
libertad, por lo que jamás la apelación podría restablecer la situación jurídi-
ca infringida que, en ese caso, es la posibilidad de defenderse en libertad, es
decir, sin perder previamente la libertad.
Por último, debe destacarse una de las más desafortunadas sentencias dictadas por esta Sala de Casación Penal en relación al sagrado
derecho a la defensa, pero que en la materia en consideración sobre la
inadmisibilidad de la acción de amparo cuando existen medios ordinarios idóneos para obtener los mismos efectos que se persiguen con el
amparo, sigue la misma doctrina antes analizada. En dicha sentencia
de 10-5-95, la Sala decidió lo siguiente:
“... Los peticionarios consideran que se violó el derecho a la defensa, porque el auto de detención no fue precedido de las diligencias
conducentes a la efectiva citación de los afectados por la medida
preventiva de privación de libertad. Al respecto se observa, que el
Juez Penal para decretar la detención judicial de una persona deberá cumplir con los requisitos del artículo 182, los cuales son: estar plenamente demostrado el cuerpo del delito, que el mismo merezca pena corporal, que la acción penal no esté prescrita, y que
aparezcan fundados indicios de culpabilidad de alguna persona.
Dentro de estos requisitos no se encuentra el de citación previa del
indiciado, sino que si el Juez que instruye la causa, considera necesario la detención de una persona, cumpliendo con los requisitos
legales, podrá hacerlos pues está plenamente facultado por la Ley
para ello.
En el caso de autos no se trata de que a los indiciados se les negó la
posibilidad de defenderse: o se le negó la asistencia legal de un
abogado; por el contrario, han sido los indiciados los que no han
querido ejercer el derecho de defensa, ya que ni siquiera se han
impuesto de la medida judicial.
Además de lo dicho se observa que esta Sala ha establecido en anteriores oportunidades que no es dable, a través del ejercicio de la
acción de Amparo Constitucional, pretender la declaratoria de nulidad de un auto de detención. Ha sido establecido por la Jurisprudencia de esta Sala que la acción de Amparo Constitucional es improcedente cuando existen medios procesales idóneos que permitan obte-
ner los mismos efectos que se pretenden mediante la acción de Amparo...”.(22)
Esta sentencia, tiene dos partes: una primera, sobre procedencia de
la acción de amparo contra un auto de detención ante el alegato de violación del derecho a la defensa, en relación a lo cual la Sala de Casación
Penal señala, en una forma desafortunada y atentatoria contra el artículo 68 de la Constitución, que para dictar un auto de detención no es
necesaria la citación previa del indiciado, ni que se hubiesen hecho las
diligencias efectivas para la citación de los afectados, por lo que al dictar el auto de detención, sin citación previa del afectado, supuestamente no se violaría el derecho a la defensa, que los afectados podrían ejercer después de que sean detenidos; y una segunda, relativa a la admisibilidad de la acción de amparo cuando los medios ordinarios no sean
idóneos ni produzcan los mismos efectos que se pretenden mediante la
acción de amparo.
En otras palabras, si mediante el ejercicio de la apelación es posible restablecer la situación jurídico constitucional lesionada a que se
refiere la acción de amparo, ésta es inadmisible. Al contrario, si la situación jurídico constitucional lesionada no se puede restablecer mediante la apelación, que entonces no sería un medio procesal idóneo
para la protección constitucional y obtener los mismos efectos que se
pretenden con la acción de amparo, entonces, conforme a dicha sentencia, la acción de amparo es admisible.
En esos casos, por supuesto, el juez de amparo está obligado a
pronunciarse sobre los alegatos formulados y particularmente, sobre si
la apelación es o no el medio idóneo para restablecer su situación jurídica constitucional infringida. Como lo ha señalado la Sala de Casación
Civil en su sentencia de 4-2-98 (Caso Kawasaki Steel Corporation), antes
citada:
22.
Sentencia de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia de fecha 10
de mayo de 1995. Ponente Magistrado Dr. José Juvenal Salcedo Cárdenas.
“el Juez debe analizar la controversia debatida, sin declarar inadmisible de plano el amparo, pero circunscribiéndose su actuación a las
exigencias y formalidades propias de este medio procesal para declarar su procedencia, como la necesidad de violación directa e
inmediata de derechos constitucionales”.
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