CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINIÓN Enrique de Aguinaga “Un tal José Antonio” La figura de José Antonio Primo de Rivera fue el tema elegido por el Catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, Enrique de Aguinaga, quien es además Decano de los Cronistas de la Villa de Madrid y miembro de la Real Academia de Doctores de España, para su conferencia pronunciada en el Casino de Madrid el pasado 24 de noviembre. E n sus primeras palabras, De Aguinaga quiso hacer expreso su agradecimiento a la entidad casinista por dar esta oportunidad para hablar del político español, a lo largo de una charla que estructuró en lo que él mismo denominó “estaciones”. La primera de esas estaciones comprendió la etapa en la que “José Antonio fue tabú”. En ella, el ponente lamentó la ignorancia que suele rodear a la figura de Primo de Rivera, hasta tal punto que se suele confundir su figura con la de su padre Miguel. “Es el gran desconocido — afirmó—, si no es tergiversado o agraviado porque, en el caso de que se le conceda existencia histórica, aparece como peligroso pistolero fascista, como golpista del franquismo o, en el mejor de los casos, como un tal José Antonio”, afirmación que da sentido al título de la conferencia. La tarde estuvo llena de referencias a intelectuales, políticos, escritores y periodistas, tanto del pasado como actuales. Por ejemplo, la periodista de la cadena Cope, Cristina Lopez Schlichting, quien en su momento no quiso acceder a que De Aguinaga pronunciara un recordatorio con motivo del centenario de Primo de Rivera, con el argumento de que “habrá que esperar cincuenta años”, ya que “José Antonio es víctima de la utilización ideológica, primero de Franco y, ahora, de los falsos demócratas”. Este José Antonio censurado fue, en palabras del participante en el Foro de Opinión del Casino de Madrid, “un joven esclarecido y gallardo, universitario enamorado del Derecho, que se perfila como auténtica gloria del Foro español, según la autoridad jurídica y adversaria de Bergamín; que entra en política noblemente, en defensa de su padre; que, en política, actúa plenamente, como titular de un partido, solo año y medio (…); que, a pesar de tal brevedad, ha originado más bibliografía que cualquiera de sus coetáneos ilustres y que muchos de ellos juntos; que ha dejado mil doscientas páginas de cristalino pensamiento y nítida prosa, ahí presente para su estudio; que ha movilizado a tres generaciones de idealistas; que arrastra el cautiverio y la muerte estoicamente, cristianamente; que para quienes le analizan y conocen honestamente adviene en arquetipo”. Una censura “implacable e irracional”, de la que extrajo unas muestras para compartir esa tarde con los asistentes al Foro de Opinión casinista. Entre ellas, la destrucción de un depósito de obras suyas, la prohibición y persecución de un curso universitario en Salamanca, el silenciamiento de conferencias pronunciadas por el mismo De Aguinaga respecto a José Antonio, ya sea en el extranjero ya en nuestro país, y las emisiones negadas del Servicio Filatélico con “Los dioses me pusieron en vuestra ciudad como un tábano sobre un noble caballo, para picarlo, enardecerlo y mantenerlo despierto”. (Sócrates) 35 CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINIÓN “Los dos valores inmediatos de José Antonio son la renuncia y la innovación. Su abnegada salida de la torre de marfil en que le correspondió vivir y su originalidad de un planteamiento político que se remontaba sobre el orden establecido”. 36 motivo del centenario de Primo de Rivera. También en su momento el Grupo Socialista del Ayuntamiento de Madrid prohibió una conferencia titulada “José Antonio Primo de Rivera” en el ciclo “Madrileños del siglo XX”, y, como ejemplo añadido de censura, un político del Partido Popular fue destituido en su momento por calificar a José Antonio ante un reducido auditorio como “español admirable y ejemplar, injustamente olvidado”. De Aguinaga también consideró de “irracionalidad pavorosa” la afrenta que supone hoy la condición de franquista, y la de falangista. Irracionalidad en el sentido de que nadie es hoy un “auténtico” anarquista, socialista, franquista, falangista o comunista. “¿A qué este ensañamiento aniquilador? ¿Será mala conciencia? ¿Será odio a la excelencia? ¿Será rencor mostrenco? ¿Será simple ignorancia?”, preguntó el ponente al cierre de esta primera “estación”. La segunda parte de la conferencia, “En la que se habla de fascismo, franquismo y violencia”, se dedicó a analizar y desmentir algunas condiciones ideológicas o actitudes atribuidas a Primo de Rivera. Por ejemplo, la de fascista, que no es sino “la gran patraña de la izquierda, la gran estafa que tan buen resultado dialéctico le ha dado”, que sólo “zarrapastrosos” políticos “sacan a pasear, cuando no tienen otro recurso”. También se ha unido a José Antonio y a Franco, “como unidas están sus tumbas; pero, si no se puede decir que Franco fuese joseantoniano, menos aun cabe la ucronía de que José Antonio fuese franquista”. En cuanto a la adjudicación de violencia a su figura, De Aguinaga recordó algunos discursos de destacados dirigentes socialistas de los años 30, en los que se invocaban “olas de sangre que teñirán de rojo los mares” (Margarita Nelken), o ideas como que “el socialismo solamente pue- de imponerse por la violencia” (Largo Caballero). Frente a eso, la única frase que se puede atribuir a José Antonio es la proclama de “la dialéctica de los puños y de las pistolas”, afirmación que él mismo se encargó de matizar. El conferenciante expresó que además se deben estudiar datos como su ofrecimiento al Gobierno como mediador entre febrero de 1936 y el estallido de la guerra. Gil Robles afirmó ya en 1979 que “José Antonio nunca quiso una sublevación militar y, mucho menos, que se instalara una dictadura militar. De eso tengo noticias exactísimas”. Y el propio José Antonio lamentó que “una guerra civil, además de una barbarie es una ordinariez, porque el pueblo que tiene que lanzarse a ella pone de manifiesto que ha malogrado una de las gracias más grandes recibidas del Todopoderoso por la Humanidad; la inteligencia y un lenguaje común para entenderse”. En la tercera estación, la más breve de este recorrido por la vida del fundador de Falange, De Aguinaga “sitúa a José Antonio en su contexto”, labor necesaria para entender su obra. Un contexto de inestabilidad social, de violencia política, de asaltos a templos y periódicos, y de frecuentes atentados. “Los dos valores inmediatos de José Antonio son la renuncia y la innovación. Su abnegada salida de la torre de marfil en que le correspondió vivir y su originalidad de un planteamiento político que se remontaba sobre el orden establecido (…) Frente a literalismos, catecismos y clasificaciones, el mérito actual de José Antonio consiste en que, por encima de la incoación política, que tiene el mérito de la innovación, prevalezca su genio personal, como arquetipo e imperativo moral, que se subliman en el espíritu de sus postrimerías, ante la muerte, y que, en definitiva, son la razón esencial de lo joseantoniano, al día de hoy, en este otro contexto”. La cuarta estación, “En la que se explica una síntesis y un fracaso”, abundó en la idea capital de su pensamiento, la superación de izquierda y derecha, tal como expuso el propio José Antonio en agosto de 1935: “Se nos ocurrió a algunos pensar si no sería posible lograr una síntesis de la revolución y de la tradición. De la revolución, no como pretexto para echarlo todo a rodar, sino como ocasión quirúrgica para volver a trazar todo con pulso firme al servicio de una norma. De la tradición, no como remedo, sino como sustancia; no con ánimo de copia de lo que hi- CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINIÓN cieron los grandes antiguos, sino con ánimo de adivinación de lo que harían en nuestras circunstancias. Fruto de esta inquietud de unos cuantos, nació la Falange”. En noviembre de 1934 también dejó escrito que “ni en la derecha ni en la izquierda está el remedio. La victoria de cualquiera de las dos implica la derrota y la humillación de la otra. No puede haber vida nacional en una patria escindida en dos mitades irreconciliables: la de los vencidos, rencorosos en su derrota, y la de los vencedores, embriagados con su triunfo”. Una idea superadora que, indicó De Aguinaga, está también presente “en otras mentes egregias”, como las de Juan Pablo II, José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga o Julián Marías. Pero su ideal no se pudo llevar a cabo. Algunos, como Adolfo Muñoz Alonso, lo achacan a “la estratificación social española”. Otros como José María García Escudero, entienden que “esa esperanza de integración tenía inevitablemente que fracasar, puesto que, en definitiva, incurría en el error de querer integrar a las dos Españas metiéndolas en el molde político de una de ellas”. Para Jaime Suárez la guerra civil fue la tumba del ideal joseantoniano de lograr una “síntesis de las dos Españas”, dado que supuso “la radicalización absoluta e incompatible de cada una”, y el inevitable posicionamiento en uno de los dos bandos, “aunque resultara vencedor, esterilizó a la Falange para llevar a cabo su proyecto histórico”. Ahora bien, afirmó De Aguinaga, el fracaso ha de ser asumido superado, en la línea de los grandes pensadores, para quienes “naufragar no es ahogarse” (Ortega), ya que el fracaso es “característica de la realidad humana” (Lacroix), y “lo verdaderamente importante no es lo que se consigue, sino lo que se propone” (Marías). En la pared del despacho de José Antonio se podía leer el siguiente poema de Kipling: “Si tropiezas con el Triunfo, si llega tu Derrota, / y a estos dos impostores les tratas de igual forma”. Quinta y última estación, “En la que las estrellas brillan de noche”, para establecer esa transición desde la derrota hasta la salvación: “Hay que salvar a José Antonio como arquetipo humano, como persona egregia, como modelo de generaciones, en la palabra (bella prosa del si- glo XX), en la obra (conducta heroica) y en el pensamiento (idealismo seductor)”. “Así —prosiguió—, ha surgido lo joseantoniano, sin militancia alguna, como actitud personal, producto de un decoro intelectual, como sublimación del fracaso falangista, como rescate de la memoria, mientras que, hierba que nace entre las losas, aparecen signos, rescatados e insistentes, de supervivencia, contra viento y marea”. Signos que van desde una plataforma cultural con línea de teléfono y página en Internet, hasta los recientes títulos publicados por Sánchez Marín, Leon Klein, Díaz y Uribe o Martín Otin, pasando incluso por las memorias de José María Sanz, “el roquero más conocido como Loquillo”. De Aguinaga retomó el lema “ni comunismo ni capitalismo” de José Antonio, y aseveró que “la realidad es que el capitalismo incrementa la desigualdad” pues “en la última década ha aumentado la brecha entre ricos y pobres”, y también que “si, según la Declaración Universal, todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, esto depende de las circunstancias de su nacimiento”. Por último, el ponente rescató el episodio del “escalofriante” abrazo que Primo de Rivera dio al magistrado Eduardo Iglesias del Portal, quien acababa de condenarle a muerte, y al que “pide perdón por el mal rato que habría pasado por su causa, ya que ambos se conocían de la actividad forense”. En este abrazo, sentenció De Aguinaga, “puede cifrarse el magno monumento de la reconciliación nacional”. Por todo ello, “cabe concluir, respondiendo a la pregunta que dejé sin contestar en la primera estación”, que “las prohibiciones, proscripciones, marginaciones, tergiversaciones, silencios, censuras y desdenes que sofocan o intentan sofocar la presencia de José Antonio son el miedo al deslumbramiento”. “Hay que salvar a José Antonio como arquetipo humano, como persona egregia, como modelo de generaciones, en la palabra (bella prosa del siglo XX), en la obra (conducta heroica) y en el pensamiento (idealismo seductor)”. 37 CICLO DE CONFERENCIAS “Cultura y valores en la sociedad de hoy” “Nuestras sociedades opulentas de Occidente son un vacío en cuanto a los valores, se han ido por un agujero negro y se han concentrado en un valor que también lo es, no lo desprecio, que es el dinero”. 38 La conferencia del Marqués de Tamarón, puso el broche de oro al Ciclo “CULTURA Y VALORES EN LA SOCIEDAD DE HOY” iniciado el pasado 3 de octubre por Benigno Pendás, y en el que han intervenido Serafín Fanjul (19 de octubre), Luis González Seara (24 de octubre), y Francisco Sanabria (15 de noviembre), cuyas ponencias ya han sido recogidas en nuestra anterior revista. Seguidamente, les ofrecemos un resumen de la conferencia de clausura ofrecida por el Marqués de Tamarón el 13 de diciembre de 2005. Marqués de Tamarón “La cultura y los valores en un mundo globalizado” ¿E xisten valores que puedan considerarse comunes a todos los lugares y a todas las principales culturas del planeta? En caso afirmativo, ¿han existido siempre? Estas dos fueron las primeras preguntas a las que se enfrentó Santiago de Mora-Figueroa, Marqués de Tamarón, y en su argumentación echó mano, si bien con “dosis considerables de escepticismo”, de Ronald Inglehart, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Michigan. Inglehart ha realizado un trabajo “admirable” basado en sondeos realizados durante quince años en una treintena de países de diversos ámbitos culturales y geográficos. Para él, existen dos oposiciones en la escala de valores: tradicionales frente a seculares-racionales; y supervivencia frente a autoexpresión. Los “tradicionales” son los religiosos, el respeto a los lazos familiares, a la autoridad, y a la oposición “a ciertas cosas que no están mal vistas” entre quienes no profesan esos valores, como la eutanasia, el aborto o el suicidio. Los valores de supervivencia se refieren básicamente al trabajo. Y los de autoexpresión profundizan en la protección medioambiental y la tolerancia de la diversidad. Para concretar, el conferenciante recurrió a cuatro ejemplos de los países estudiados por Inglehart: en el cuadrante de seculares-racionales y autoexpresión hallaríamos a Suecia; en el opuesto, a Marruecos; Irlanda sería ejemplo de valores tradicionales pero con fuerte expresión propia; y Rusia es el caso contrario, valores seculares ligados a valores de supervivencia. La conclusión de todo ello es que “se puede interpretar como que existen datos objetivos que permiten decidir si existen valores o no comunes a todo el planeta”. Ahora bien, no se trata ya tanto de que existan o no esos valores, sino qué se puede y se debe hacer para no arruinar su potencialidad de integración. O más bien, qué errores debemos evitar, asunto al que dedicó los siguientes minutos de su intervención. El primer error habitual de Occidente es “creer que se puede integrar en un vacío”, afirmó el Marqués de Tamarón. “Nuestras sociedades opulentas de Occidente son un vacío en cuanto a los valores, se han ido por un agujero negro y se han concentrado en un valor que también lo es, no lo desprecio, que es el dinero”. Frente a ello, buena parte de la población inmigrante sí tiene determinados valores en los que cree, y que se imponen por la simple fuerza de la creencia a la ausencia de valores entre la población de acogida. Como apoyo a este razonamiento, citó al historiador Arnold J. Toynbee (1889-1975), y su polémica teoría acerca del colapso de los imperios, según la cual “la fuerza más potente que CICLO DE CONFERENCIAS CULTURA Y VALORES EN LA SOCIEDAD DE HOY puede existir en el corazón humano, y por tanto en la Historia, es esa mezcla explosiva de envidia y desprecio, que siente el inmigrante, al ver una sociedad abyecta, que no cree en nada, pero que es opulenta”. Con toda cautela, y como guiño al auditorio, el ponente calificó este error como “de izquierdas”, frente al que iba a exponer a continuación, que sería más bien “de derechas”: creer que lengua e imperio siempre fueron unidos, pero no es así. Y sobran los ejemplos “algo más que anecdóticos”: un judío ciudadano romano que predica en griego a los gentiles; la comunicación en francés del “constructor” de Italia, Víctor Manuel II, a sus oficiales acerca de la victoria sobre las tropas austriacas en Solferino; o el inglés que fue usado en el pacto germano-nipón de 1940 contra las potencias, precisamente, anglosajonas. Otro error, “antes de izquierdas, y ahora de derechas”, es la ecuación entre el paganismo y el ateísmo. Y aquí se ha de establecer una diferenciación clara, porque “el paganismo está lleno de sentido espiritual”. También es erróneo creer que el arte puede servir para integrar a las diversos grupos humanos, lo que se revela falso porque “en nuestra cultura occidental el arte ha dejado de tener esa referencia que antes tenía, y que sigue teniendo, en las sociedades de las que vienen los inmigrantes”. Un último error habitual es “creer que en aquellos lugares donde impera un sistema de valores que a nosotros nos parece abominable, el mundo occidental que es más poderoso y rico que ninguna otra parte del planeta, encontrará medios y los utilizará para persuadir a esos países de que cambien”. “La única solución —prosiguió el conferenciante— para conseguir que la cultura y los valores en un mundo globalizado sean una realidad que no nos conduzcan al manicomio criminal es imponer el Estado de derecho, que no es lo mismo que la democracia o el pluralismo, no son términos sinónimos. El Estado de Derecho es que tiene que haber unas reglas de juego que tienen que aplicarse a todos. (…) Y en nuestros corazones habrá que contestar a la pregunta interna y formulada de una manera terrorífica y brutal por Dostoievsky en “Crimen y castigo”: «Si Dios no existe, ¿vale todo?»”. “La civilización post religiosa, que es la nuestra, tendrá que ver la manera de re- solver ese problema, porque o da una contestación a esa pregunta, demostrando que no vale todo aunque Dios no exista, o va a ser muy difícil afrontar ciertas actitudes de quienes sí creen”. Por último, el Marqués de Tamarón llamó a aplicar el Estado de Derecho a las Relaciones Internacionales a través de la vieja máxima del “pacta sunt servanda”. Es decir, cumplir los pactos. “Si conseguimos cumplirlos nosotros también, es posible que evitemos lo peor, y sobre todo dotarnos de unos medios suficientes para, por lo menos, pensar que podremos hacer frente a ciertas eventualidades llegado el momento”, concluyó. En las palabras de despedida del acto, el Secretario del Casino, D. Mariano Turiel de Castro, calificó la intervención del ponente de “clara e interesante, su análisis de los valores ha sido amplio y riguroso; pero las previsiones de futuro mucho me temo que no son todo lo alentadoras que supongo que nosotros todos desearíamos. La mezcla explosiva de envidia y desprecio de la que nos habló, y tantas otras razones a las que aludió, nos hace temer, aunque ninguno por supuesto lo deseemos, que los valores están en peligro; salvo el dinero, como según me decía él mismo esta tarde, le había declarado muy pragmáticamente un taxista. Esperemos, confiemos, que haya una solución que seamos capaces de encontrar; confiemos en el hombre, que es mucho confiar; y sobre todo, en el sumo Hacedor, para que no nos deje de su mano, y nos permita recuperar, respetar, difundir y defender los valores que indudablemente, hoy, están, muchos de ellos, en serio peligro”. También aprovechó el Secretario del Casino la eventualidad de que esa conferencia era la última convocatoria pública societaria del año, para desear a todos los presentes, en su propio nombre y en el del Casino de Madrid, “unas verdaderas fiestas de Navidad, y un año nuevo feliz y venturoso”. “La única solución para conseguir que la cultura y los valores en un mundo globalizado sean una realidad que no nos conduzcan al manicomio criminal, es imponer el Estado de Derecho”. 39 CICLO DE CONFERENCIAS “La violencia infantil” “El ser humano es capaz de dañar a conciencia, de imprimir intencionalidad a su comportamiento agresivo; cuando sucede tal cosa, la agresividad deja de ser tal y se convierte en violencia”. 40 El 14 de febrero de 2006, José Sanmartín era el encargado de inaugurar con su ponencia un nuevo ciclo del Foro de Opinión casinista: “LA VIOLENCIA INFANTIL”, planteado, bajo la dirección de Helio Carpintero, para analizar un tema tan grave y tan de actualidad, con la esperanza de obtener ideas y sugerencias que contribuyan a hacer frente a la violencia infantil. El Ciclo contó con las intervenciones, resumidas en las siguientes páginas, de María José Díaz Aguado (23 de febrero), Victoria del Barrio (9 de marzo) y Javier Urra (21 de marzo -de esta última ponencia encontrarán referencia en la próxima revista) José Sanmartín “La violencia en la sociedad actual” E l Presidente del Casino de Madrid señaló que el Foro de Opinión trataba de “enjuiciar situaciones sociales cuyo nacimiento y continuidad parecen no tener una explicación distinta a la de una lacra, producto, posiblemente, de la civilización moderna, que está haciendo viable llevar al mundo infantil sentimientos y situaciones propias de los mayores, nacidos quizás ya, en la propia escuela, porque, posiblemente los sistemas políticos y educacionales no han encontrado medio de atajarlo. Y lo cierto es, que se trata de un fenómeno universal”. José Sanmartín, Catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valencia y Director del Centro Reino Sofía de estudios sobre la violencia de la Generalidad Valenciana, comenzó señalando la dificultad de hablar de la violencia en general, “intentaré hacerlo desde un espíritu filosófico, que es el de Ortega y Gasset, nuestro gran filósofo y que, desde mi punto de vista, reflexionó de manera más acertada sobre el ser humano y la cultura” Vivimos tiempos difíciles, señaló el ponente: a escala mundial, al menos una mujer es asesinada por su pareja, o su ex pareja, cada diez minutos; en España, una cada tres días. En 2004 había en marcha 32 conflictos armados, que produjeron más de 25.000 muertos. Hay más de 4 millones de webs que contienen material relativo a sexo con menores; y sólo en este última década ha habido 103 atentados terroristas suicidas. Nuestra época es innegablemente violenta, peor aún parece el hecho de que las estadísticas de casi todos los tipos de violencia demuestren incrementos muy significativos. ¿Qué sucede?. ¿Hay explicación científica a todo este aumento de violencia?. Hay que cono- cer la raíz más profunda del problema. El ser humano es producto de la evolución cultural, “la cultura nos ha hecho humanos”; estamos dotados de instintos, de conductas que pliegan y se despliegan ante determinados estímulos, y todo ocurre con un cierto orden. Eso ocurre con la agresividad en el mundo animal, comienza con unos estímulos y cesa con otros. Como el resto de animales superiores, los seres humanos también tenemos instintos y, como en el caso de aquéllos, esta conducta también ha sido seleccionada por la naturaleza junto con sus inhibidores (estímulos que provocan la agresividad y otros que la cesan, inhibidores de la agresividad). Hay estímulos que hacen que nuestra agresividad se despliegue de forma inconsciente; entre ellos están, por ejemplo, las expresiones faciales. Frente a las acciones del agresor, están las reacciones del agredido. Pero el ser humano es mucho más que sus instintos, no hay nada que nos sirva para sobrevivir, “pero sí hay algo fundamental para que vivamos CICLO DE CONFERENCIAS LA VIOLENCIA INFANTIL bien, como decía Ortega, que es la capacidad de idear y de pensar, que nos permiten comparar, analizar, adoptar y ejecutar decisiones”. Nacemos con instintos, pero no con ideas y pensamientos, que son el resultado de ciertos circuitos neuronales cuya configuración en unos casos, y cuya operatividad en todos los casos, es un producto del aprendizaje de la educación. Son, en definitiva, fruto de la cultura; esas ideas y pensamientos que vamos adquiriendo, permiten la regulación de las emociones. La educación será la clave, la educación no queda fuera del cerebro, entra dentro y lo configura. Esta capacidad de ideación y pensamiento ha convertido al ser humano en el único animal que ha tomado en sus manos su propio ser y estar en el mundo; esa capacidad le ha permitido, como decía Ortega, “posponer la satisfacción instintiva de sus necesidades y repensarlas, tratando de hallar el mejor modo de hacerles frente”. Esta intermediación de la cultura entre el ser humano y el medio, ha tenido efectos de gran envergadura sobre el ser humano. Positivos y negativos. La cultura ha alterado el decurso del instinto de agresividad sobre los seres humanos. Cuando un lobo está vencido, se tumba, muestra la yugular y el lobo vencedor no le da un mordisco en la yugular; simplemente el lobo vencido suelta un par de gotas de orín y el vencedor las lame. En el caso de los humanos no ocurre así, ni muchísimo menos. La evolución no ha hecho de nosotros animales especialmente dotados de armas naturales para dar muerte a nuestro congéneres; no tenemos garras, colmillos característicos de los carnívoros, ni poseemos una fuerza especial… Sin embargo, el humano se ha convertido en el matador por excelencia, llegando a comportarse como un cazador despiadado de los de su propia especie. El ser humano se comporta como un depredador de sus congéneres, como si para él no existieran esos inhibidores de la agresividad que tan operativos resultan en la mayoría de los animales superiores para impedir dar muerte a un miembro del mismo grupo. ¿Cómo es posible? “la respuesta está dentro de nuestra corteza prefrontal —dijo Sanmartín—, donde habita la conciencia y por tanto la intencionalidad”. “La violencia degrada a la víctima, pero sus efectos trascienden a la persona y afecta globalmente a la sociedad”. El ser humano es capaz de dañar a conciencia, de imprimir intencionalidad a su comportamiento agresivo; cuando sucede tal cosa, la agresividad deja de ser tal y se convierte en violencia. “La violencia ya no es un instinto, si no una actitud o una conducta intencional, que daña o puede dañar a terceros y que nace de la perturbación del instinto básico en que la agresividad consiste. Somos agresivos por naturaleza, pero violentos por cultura”. La moralidad del violento, es muy distinta de la moralidad convencional; entre otras cosas, el violento aprende a interpretar de manera diferente lo que es una acción violenta, las relaciones entre violencia y sus efectos destructivos, y sobre todo, ve de una manera muy peculiar la naturaleza de la violencia. José Sanmartín puso como ejemplo a los terroristas, “normalmente emplean eufemismos que los equiparan a soldados”; lo peor es que en estos juegos lingüísticos perversos, según señaló el conferenciante, los medios de comunicación, y la gente en general, juegan un papel nefasto, al adherirse incluso con entusiasmo al empleo de una jerga inapropiada; hablar de comandos, de firmar la paz, “porque el terrorista no es un soldado que está en guerra, aunque él se vea así”. También el agresor de mujeres cree que su agresión no constituye un acto violento, si no un recurso eficaz y legítimo para resolver un conflicto, para el bien de la pareja, la mujer siempre es la culpable de la agresión. También habló José Sanmartín de la ingesta de alcohol y drogas como causantes de la violencia; de que la violencia devalúa como persona al ser humano; y de los efectos de la violencia en la sociedad: “La violencia degrada a la víctima, pero sus efectos trascienden a la persona y afecta globalmente a la sociedad. El miedo, la inseguridad y la desconfianza, deterioran la convivencia social”. 41 CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINIÓN “Estamos inmersos en muchos cambios, no tenemos tiempo para entenderlos, y mucho menos para adaptar las instituciones educativas”. 42 M.º José Díaz Aguado “Violencia y escuela” E l Presidente del Casino de Madrid dio la bienvenida a todos los asistentes, e hizo un breve resumen de la trayectoria profesional de la ponente, señalando que “Títulos y experiencia de cátedra, la definen para ser uno de los primeros tratadistas del tema que hoy vamos a tratar” Mª José Díaz Aguado señaló que hacía más de 25 años que comenzó a investigarse “cómo se construye, desde la educación, el sentido de la justicia con el que nuestra sociedad se identifica, definido como respeto a los derechos humanos”. ¿Cómo puede trasmitirse estos valores a la generación siguiente?. “Los primeros estudios —señaló la conferenciante— nos llevaron a investigar los procesos de exclusión que se producen en la escuela, a investigar la intolerancia, la xenofobia, el racismo… y esto nos llevó a la violencia en general, y luego a dos tipos de violencia muy habituales: la violencia de género y la violencia escolar”. Todos estos problemas, tal y como señaló María José Díaz Aguado, “son la antítesis de lo que queremos ser, y la educación es el escenario ideal, privilegiado, para llegar a ser lo que queremos ser”. Escuela y violencia; en torno a estos dos polos se debate nuestra sociedad; y en la escuela esa contradicción es especialmente difícil de vivir. “El profesorado sufre muchísimo como consecuencia de esa contradicción; a veces enferma física o psicológicamente. Hay un dato que ayuda a destacar esta contradicción: los adolescentes evaluados en un 34% nos dicen que nunca pedirían ayuda al profesorado en el caso de sufrir acoso por parte de sus compañeros”. ¿Por qué? “porque te convertías en un chivato, porque los profesores no están ahí cuando los necesitas…” son las respuestas de los jóvenes. Los jóvenes dicen que no hay que dejar sola a la víctima, que hay que pedir ayuda, en primer lugar a los amigos, a la madre, al padre… ¿y a los profesores? no, sólo a aquellos que den confianza. Entonces, señaló María José, “una de las grandes tareas para luchar en las escuelas contra la violencia es adaptar el papel del profesor para que pueda seguir siendo la autoridad que tiene que ser, y al mismo tiempo transmita confianza y disponibilidad”. Hay que tener en cuenta una serie de contradicciones para entender lo que está pasando: estamos inmersos en muchos cambios, no tenemos tiempo de entenderlos y muchos menos para adaptar las instituciones educativas. La conferenciante señaló seis paradojas que hay que tener en cuenta para entender esta dicotomía de violencia-escuela: 1) Hoy hay más información que nunca, sin embargo es más difícil entender lo que nos pasa, entendernos a nosotros mismos, a los demás, a nuestra familia… Hoy la información sobra, es excesiva, lo más difícil en entenderla. Hay que adaptar los procesos de enseñanza para formar lo más difícil: la capacidad para juzgar. Hacen falta personas para educar, para madurar, personas que puedan llevar a cabo la enorme adaptación que hay que emprender en estos procesos de enseñanza y educación. 2) Violencia y exclusión, dos caras de la misma moneda. La lucha contra la exclusión tiene que ser un objetivo prioritario. “La eliminación de las barreras espaciales que permiten las nuevas tecnologías ha reducido el aislamiento de la escuela respecto a los problemas que existen en el resto de la sociedad, también debería contribuir a reducir la exclusión, pero paradójicamente en muchas ocasiones sucede precisamente lo contrario”. La conferenciante afirmó que hay te- CICLO DE CONFERENCIAS LA VIOLENCIA INFANTIL ner en cuenta, que “exclusión y violencia son dos problemas estrechamente relacionados, que encuentran en la adolescencia un momento crítico para su incremento o prevención”. Para afrontar los retos que se derivan de esta nueva situación “es preciso establecer nuevos contextos de colaboración entre la escuela y el resto de la sociedad, asumiendo que si la escuela no esta aislada de los problemas que se generan fuera de ella, tampoco debería estarlo para las soluciones”. 3) Educar para la ciudadanía democrática en tiempos de incertidumbre. “Nunca había estado tan claro que no podemos tener certezas absolutas. Esto debería conducir a la superación del absolutismo, a la tolerancia, pero como reacción conduce en ocasiones al resurgimiento de formas de absolutismo y autoritarismo que se creían superadas. Como reflejo de la expresión educativa de estos cambios cabe considerar la dificultad que supone sustituir adecuadamente el autoritarismo de épocas pasadas por una educación democrática que enseñe a coordinar derechos con deberes con eficacia, dificultad que no sólo se produce en la escuela sino también en la familia, y que es destacada en diversos estudios recientes como lo más difícil de la educación actual”. 4) El reto de la interculturalidad. “Hoy debemos relacionarnos en un contexto cada vez más multicultural y heterogéneo. La educación intercultural representa una herramienta fundamental para afrontar este reto, reconociéndola como medio para avanzar en el respeto a los derechos humanos, en cuyo contexto es preciso interpretar tanto la necesidad de la propia educación intercultural como sus límites. 5) Avance en la igualdad entre hombre y mujeres, frente al aumento de la violencia de género. En los últimos años se ha producido un avance espectacular hacia la igualdad entre hombres y mujeres, superando así una de las principales condiciones que subyace a la violencia de género, pero frente a esto hay un incremento de sus manifestaciones más extremas, a través de las cuales se intentan mantener las formas de dominio tradicional. 6) La violencia que se produce en la propia escuela. Nuestra sociedad expresa hoy un superior rechazo a la violencia, y disponemos de herramientas más sofisticadas para combatirla, pero el riesgo de violencia al que nos enfrentamos también es hoy superior. Y este riesgo se expresa a veces en forma de violencia escolar. Para prevenirla es necesario romper la “conspiración del silencio” que ha existido hasta hace poco sobre este tema, y enseñar a condenarla en todas sus manifestaciones, insertando su tratamiento en un contexto normalizado orientado a mejorar la convivencia. La escuela no puede estar aislada, tiene que asumir un reto descomunal ante los grandes cambios. La escuela de hoy está desorientada; hay que poner medios para que la escuela se adapte, y por tanto que se adapte el profesorado. “No basta con decir que la educación es la clave, hay que dotar a la escuela de medios —señaló la conferenciante—. Y no me estoy refiriendo únicamente a medios económicos, si no también, por ejemplo, a tiempo para pensar, tiempo para salir del desconcierto, a tiempo para diagnosticar dónde está la violencia y sus problemas, a tiempo para hablar con las familias, a tiempo para curarse del daño que produce tener en clase a un alumno que boicotea sistemáticamente lo que pretendes hacer, a tiempo para recibir a las madres desconcertadas, a reconocimiento social, a energía e ilusión para emprender proyectos nuevos que día a día te permitan renovar tu confianza en la educación”. La ponente explicó el Decálogo propuesto para erradicar la violencia en la escuela: 1). Adaptar la educación a los actuales cambios sociales, desarrollando la colaboración a múltiples niveles, de forma que sea posible afrontar los complejos retos sociales que la educación vive hoy. 2). Mejorar la calidad del vínculo educativo y desarrollar el empowerment (que cada alumno/a defina y desarrolle sus propios proyectos escolares). 3). Desarrollar alternativas a la violencia en los contextos y en los individuos. 4). Romper la conspiración del silencio sobre la violencia escolar e insertar su tratamiento en un contexto normalizado orientado a mejorar la convivencia. 5). Enseñar a condenar toda forma de violencia favoreciendo una representación que ayude a combatirla. 6). Favorecer la identificación con el respeto a los derechos humanos, estimulando el desarrollo de la capacidad para ponerse en el lugar del otro, motor básico de todo el desarrollo socio-emocional. 7). Incluir actividades específicamente dirigidas a prevenir la victimización dentro de los programas de prevención de la violencia, enseñando a: decir que no en situaciones que puedan implicar abuso; pedir ayuda cuando se necesita; y estar preparado emocionalmente para no sentirse culpable cuando se es víctima. 8) Prevenir la intolerancia y el sexismo. 9). Educar en la ciudadanía democrática, mejorando la coherencia entre los valores que se pretenden enseñar y la práctica educativa. 10). Poner a disposición del profesorado los medios que permitan adaptar la escuela a una situación nueva. “La violencia escolar reproduce un modelo de relación social, de dominio y sumisión, que es la antítesis del respeto mutuo con el que nos identificamos, es la antítesis de lo que queremos ser”. 43 CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINIÓN “Hoy los padres conviven poco tiempo con sus hijos, y no realizan actividades diarias juntos”. 44 Victoria del Barrio “Familia y agresión” T ras los habituales saludos del Presidente del Casino de Madrid, la conferenciante agradeció a nuestra Institución “la oportunidad de exponer ante ustedes algo que preocupa profundamente a todos los profesionales que nos dedicamos al estudio de los problemas infantiles: el encontrar la explicación a la escalada de violencia que venimos detectando en niños y adolescentes, y especialmente tratar de aclarar las raíces familiares de la violencia infantil”. La conferenciante quiso, en primer lugar, señalar qué se entiende por agresión, “Podemos distinguir entre palabras que tienen relación con la agresión emociones, actitudes, actos agresivos con o sin violencia física: 1-Ira, una emoción que promueve la agresión pero que no lleva a ella necesariamente. 2-la hostilidad, que es una actitud hacia ciertas personas que consideramos como una amenaza. 3-agresión, consiste ya en acciones pero que pueden o no implicar agresión física (calumnias, robo, insultos, amenazas, empujones, acoso), y 4- violencia, que supone un daño físico utilizando la fuerza (abuso, robo con violencia, lesiones, muerte)”. Victoria del Barrio señaló que la agresión física o violencia es la más preocupante, y dijo, refiriéndose al tema de su ponencia, que “Hablar de familia y agresión puede resultar algo poco definido, puesto que engloba distintos tipos de violencia que se dan en el ámbito familiar: La violencia de género, el maltrato infantil, y la violencia del niño”. “El incremento de la violencia juvenil comenzó hace tiempo y todos nos sentíamos escandalizados por lo que se sabía que estaba sucediendo en los Estados Unidos. Sin embargo hoy lo tenemos en casa (…) En estos últimos dos meses he seguido el periódico y cada día aparecía una agresión juvenil: el apuñalamiento de un compañero en un patio de recreo en Bilbao, a agresión a una niña en un colegio de Badajoz, el niño apaleado por sus compañeros en Barcelona, un alumno que ataca a su profesor en Córdoba; los niños de Hospitalet que pegaban a transeúntes para filmar sus caras, los niños de Sevilla, que vejaron y maltrataron a una niña con síndrome de Down, la violencia rampante entre bandas adolescentes de la periferia de Madrid y tantos otros ... indican que no estamos en un momento de recesión. Una prueba más es la creación reciente de asociaciones: de padres agredidos por sus hijos, de profesores amenazados; de niños acosados; y esto es un síntoma más de esa escalada de violencia”. Todos los expertos subrayan que estamos asistiendo a una escalada de la violencia sin precedentes. Se ha venido cuantificando la violencia infantil con precisión desde los años ochenta. Pfeiffer (2004) ha llevado a cabo estudios en diferentes países y sostiene que en España, la subida alcanza un 50%. Las cifras oficiales en nuestro país admitan un incremento del 10% de faltas y un 10% de delitos por lesiones en la población general. Pero esto es sólo lo que llega a juicio. Victoria del Barrio habló de “la importancia enorme de la educación en los primeros años del niño, en donde el influjo de la familia es trascendental. La violencia infantil siempre ha existido y siempre existirá, porque se trata de una conducta instintiva inscrita en nuestros genes, y con una determinada función que es la autodefensa. Sin embargo, sus formas, su intensidad, su oportunidad y su frecuencia parece variar sensiblemente de unos individuos a otros, y también en distintos períodos históricos y diferentes culturas”. Tal y como explicó la conferenciante, cada niño llega a este mundo dotado de un organismo en el que se dan las estructuras básicas de la conducta: “será mejor o peor humorado, más o menos rápido en sus respuestas a los estímulos, más o menos rítmicos en sus funciones biológicas tales como comida, sueño o eliminación, y más o menos CICLO DE CONFERENCIAS LA VIOLENCIA INFANTIL intensos en sus respuestas de contento o indignación. Además de esa red básica orgánica, están los patrones o repertorios de conducta no aprendidos, como son los reflejos y los instintos, que compartimos con muchos animales superiores, aunque en el caso del hombre estos repertorios no son absolutamente cerrados. Entre ellos está el instinto de supervivencia, al servicio del cual está el ataque y esta es la semilla natural de la violencia”. Pero además, la naturaleza impone una situación básica esencial que es la inmadurez biológica. “Un cachorro humano no está listo para la supervivencia autónoma hasta los 12 años en sociedades naturales y hasta los 25 en las muy desarrolladas. Esta condición de dependencia obliga necesariamente a una convivencia dilatada con los miembros adultos del grupo familiar”. “Un niño viene al mundo con un mayor o menor potencial para la conducta violenta, pero en la convivencia con sus progenitores, obligada por su inmadurez biológica, permite a éstos enseñarle a conducirse como es conveniente para el grupo y para su propia seguridad. Y este es el germen de la socialización en el seno de la familia”. “El desequilibrio entre lo biológico y lo social, la transmisión de conocimientos y la selección de los mismos son quizás los escollos más graves con los que se enfrentan los padres de nuestro tiempo —dijo Victoria del Barrio— No hay dureza de la vida: los jóvenes con edad de procrear y ganarse la vida, permanecen en casa de sus padres sobreprotegidos” “Hoy los padres conviven poco tiempo con sus hijos y no realizan actividades diarias juntos. La acumulación perversa de contenidos a trasmitir y la especialización de los mismos hacen necesaria la existencia de un aprendizaje profesional y mercenario, ya no es posible el aprendizaje en el ámbito domestico. El contexto del aprendizaje se ha transformado radicalmente” También habló Victoria del Barrio de la llamada “crisis de valores”: “Es evidente que no se puede enseñar todo lo que se ha llegado a saber, hay que escoger. Pero ¿qué es lo valioso? Este es un tema esencial en la educación de los hijos. Hay que escoger aquello que le permita solucionar problemas (…) Hay que fijarse en las características que tienen las personas que han alcanzado una vida lograda, a las que todos admiramos. Tales características son: saber esforzarse, saber controlar sus emociones, saber respetar y comprender, ayudar a los otros, saber aguantar la ad- versidad, saber compartir los sentimientos, saber respetar los límites en donde la propia libertad interfiere con la de los otros, tener una conversación interesante, ser sensible a la belleza, acatar las normas de convivencia, ser justo, ser veraz, ser competente en su profesión, cualquiera que sea. Es decir una actitud ante la vida de esfuerzo personal, de respeto a los otros y disfrute personal”. La mayor parte de los padres intentan educar adecuadamente a sus hijos, lo logren o no; “la meta es que los padres vuelvan a tomar las riendas de la educación de sus hijos. Ha habido una delegación y hay que ir a una recuperación. Esa recuperación tiene que ser cuantitativa y cualitativa. La cuantitativa consiste en pasar más tiempo de interacción con los hijos, recuperar su educación, y la cualitativa en optimizar los métodos usados para ella”. Según Victoria del Barrio, “hay dos grandes llaves para manejar la educación de un niño: las normas claras, constantes y controladas; y la afectividad”. La combinación de estos dos elementos, normas y afecto, da tres tipos principales de crianza (Baumrind, 1967, Maccoby & Martín, 1983, Olson): Autorizada: afecto, pero con normas claras y controladas con flexibilidad. Autoritaria: muchas normas, mucho control y poco afecto. La Permisiva o Negligente: sin normas ni control. “Se sabe desde todos los puntos de vista que la crianza Autorizada es la que da mejores resultados en relación con la conducta del niño, incluida la conducta violenta. El afecto (Apego) es el mejor antídoto de la violencia. Los niños que se crían en un clima afectivo donde se les valora, se sienten enormemente vinculados a sus padres, les imitan y quieren complacerles; por tanto, acatan las normas con facilidad. Los padres están atentos a las necesidades de los hijos y evitan las equivocaciones. Pero ello no serviría de nada sin normas. Las normas son exactamente los límites que todos han de respetar en la convivencia de los otros”. “Hay dos grandes llaves para manejar la educación de un niño: las normas claras, constantes y controladas; y la afectividad”. 45 CICLO DE CONFERENCIAS “Entre mediados del siglo XIV y mediados también del XVII, la influencia de la nobleza sobre la vida española tuvo un valor decisivo”. “Nobleza, blasones, cargos y negocios en la España de los siglos XVI al XIX” El Académico Luis Suárez Fernández fue el encargado de inaugurar, el pasado 27 de febrero, el nuevo Ciclo de conferencias, programado por el Casino de Madrid y coordinado por el Director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes: “NOBLEZA, BLASONES, CARGOS Y NEGOCIOS EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI AL XIX”. En él intervendrán destacados ponentes, todos ellos Académicos de la Real Academia de la Historia. En las siguientes páginas les ofrecemos un resumen de las dos primeras conferencias del Ciclo, a cargo de Luis Suarez Fernández (27 de febrero) y Faustino Menéndez Pidal de Navascúes (7 de marzo). Luis Suárez Fernández “La nueva nobleza señorial en el tránsito a la modernidad” E l Presidente del Casino de Madrid quiso inaugurar el Ciclo, agradeciendo la presencia de todos los asistentes, y el magnífico trabajo desarrollado para la coordinación del mismo a Gonzalo Anes. También destacó la admirable trayectoria profesional del ponente al que, a continuación, cedió la palabra. Luis Suárez comenzó su intervención señalando que los genealogistas del siglo XVI hicieron un distinción entre la llamada nobleza “vieja” consolidada en el siglo XI, y la “nueva”, establecida en el XIV. La diferencia entre una y otra se hallaba en las bases de sustentación: las rentas de la tierra, en el caso de la nobleza “vieja”; y los ingresos provenientes de la administración de un territorio que no era de su propiedad, la nobleza “nueva”. ¿Qué es un señorío?. “Cuando el Rey lo otorgaba –señaló el ponente—con carácter vitalicio y hereditario, no estaba cediendo ninguna clase se propiedad (…) Para los Reyes era una forma de atender el gobierno de zonas de difícil acceso; por ello, nunca las ciudades o villas de importancia eran entregadas en señorío”. “La aparición de esta nobleza nueva, jurisdiccional, viene acompañada de un cambio ético que las Cortes de Valladolid de 1383 sinteti- 46 zaron en dos palabras: fidelidad y lealtad. La primera, caracteriza al feudalismo, mientras que la segunda corresponde a esa nobleza nueva que se inserta en el pactismo. Según señaló Luis Suárez, los historiadores del siglo XIX, influidos por las doctrinas de la CICLO DE CONFERENCIAS NOBLEZA, BLASONES, CARGOS Y NEGOCIOS EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI AL XIX “Durante poco más de un decenio, don Álvaro de Luna pudo ensayar una nueva fórmula política que más tarde Isabel la Católica haría suya”. Revolución Francesa, formularon juicios muy negativos acerca de los movimientos protagonizados por la nobleza en los siglos XIV y XV, llegando incluso a justificar acciones muy duras ejecutadas por tres monarcas del mismo nombre, Pedro, en Portugal, Castilla y la Corona de Aragón, que trataban de frenar el crecimiento de esa nobleza “nueva”. En 1368 Enrique II se apoyaba para su reforma en las Cortes y propone una ordenación de la nobleza en tres niveles: el más alto estaría formado por aquellos que recibían título de duque, marqués o conde, cuyo señorío era sobre una comarca de cierta extensión; en el segundo nivel estarían los ricos hombres o caballeros, sin título, todos dotados de señoríos moderados, por lo que tenían que completar sus rentas con el ejercicio de oficios, dentro y fuera de la Corte; y por debajo estaban la mayoría nobiliaria de los simples hidalgos, que, en muchos casos, eran pobres, y proporcionaban soldados para la guerra, funcionarios para el servicio y muchas cosas más. El sistema funcionó bien durante más de un decenio, pero los altos nobles, a lo que se les calificaba de “grandes” no estaban conformes con aquel reparto de funciones. Ellos tenían reconocida su categoría, pero el poder estaba en manos de la nobleza media. Aprovechando la guerra con Portugal en 1383, esos linajes intri- garon, pero no tuvieron éxito. La oportunidad vino gracias a la llegada al reinado de un niño, Enrique III, bajo una regencia a cargo del propio Consejo Real. De este modo, en torno a 1395, la alta nobleza quedó reducida a muy pocos miembros. Los linajes de nobleza media, asumieron el gobierno en nombre del Rey, pero no se atrevieron a dar un paso que hubiese resultado decisivo: tomar títulos. Teóricamente, el modelo de sociedad que asumieron Enrique II y su consuegro, Pedro IV, se mantuvo durante las dos generaciones siguientes. Pero en 1420 don Álvaro de Luna rompe la barrera establecida en el programa de Enrique II: “tres linajes, Manrique, Pimentel y, cómo no, Luna, recibían el título de conde. Ya no era necesario contar con algunas gotas de sangre real para pertenecer a la primera nobleza”. El de Luna lleva al gobierno todo un programa político, que completaba y modificaba el previsto por Enrique II, sin que disminuyese un ápice el papel de la nobleza, antes incrementándola. “Durante poco más de un decenio, don Álvaro de Luna pudo ensayar una nueva fórmula política que más tarde Isabel la Católica haría suya”. Los reinos hispánicos vivieron en el siglo XV una grave crisis, que no se redujo a ser mera lucha por el poder entre partidos. Dos docenas de linajes aprovecharon las ocasiones que 47 CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINION “La gran aportación de este sector social a la cultura europea fue descubrir que la libertad depende más del cumplimiento del deber, que de la exigencia de derechos”. brindaban los enfrentamientos, para ascender al primer nivel, asumiendo títulos de ducados, marquesados, y condados. Después de unos años de conflictos, salpicados de intrigas, como los rumores de impotencia del monarca Enrique IV, por lo que no podría tener descendencia; y de una guerra civil, llega al reinado Isabel (más tarde llamada la Católica por especial concesión del Papa). Tras otra guerra civil, la de 1475, se plantea la cuestión capital del papel de la nobleza, abordado en las Cortes de Burgos de 1480 “a las que yo me atrevo a llamar constituyentes por la importancia de las leyes que aquí se promulgaron”. La nobleza tendría las tres misiones esenciales: ser modelo y ejemplo en su conducta para el conjunto de los súbditos, constituyendo una minoría aproximada del 5% de la población; servir a la Corona en aquellos oficios que lo requiriesen; y actuar como verdadero cuerpo político en relación con las Cortes, de las que, en Castilla, no formaban parte. Luis Suárez concluyó señalando que “entre mediados del siglo XIV y mediados también del XVII, un periodo de tiempo que corresponde a la que los historiadores recomendamos conocer como primera Modernidad, la influencia de la nobleza sobre la vida española tuvo un valor decisivo”, con preferencia a la estructura social y a la cultura. “Algunos de los rasgos que indican el comportamiento, como el beso de la mano o el saludo despojándose del chambergo, se insertaron en la conducta. También ciertos defectos, como el desprecio de los oficios mecánicos o la tendencia al endeudamiento”. “Don Pedro, combatiente en la guerra de Cataluña —dijo, para terminar, Luis Suárez— había descubierto el sentido más profundo, la verdadera razón de existir de la nobleza, en el comportamiento moral. Y no se equivocaba; en medio de innumerables defectos que pueden señalarse, esa fue la gran aportación de este sector social a la cultura europea: descubrir que la libertad depende más del cumplimiento del deber, que de la exigencia de derechos. Ser noble no es tanto haber nacido como tal, como saber comportarse”. Faustino Menéndez Pidal “El linaje y sus signos de identidad” T ras los saludos de rigor del Presidente del Casino de Madrid, Excmo. Sr. D. Ramón Muñoz-González y Bernaldo de Quirós, el conferenciante comenzó su ponencia hablando de las “relaciones de méritos y servicios” que preparaban nuestros antepasados desde fines del siglo XVI a fines del XVIII. “Multiplicadas en copias manuscritas o en ejemplares impresos, las repartían a las personas influyentes adecuadas quienes pretendían un ascenso en la milicia, un mejor puesto en la administración pública o incluso un título nobiliario. Eran algo semejante al curriculum vitæ que presentan hoy los aspirantes a ciertos trabajos”. Pero con una diferencia esencial: en aquellas relaciones de antaño se recogen los méritos y servicios prestados no sólo del pretendiente, sino también de su padre, de su abuelo, de sus tíos y antepasados. Los destinatarios antiguos admitían que el pretendiente participaba de los 48 CICLO DE CONFERENCIAS NOBLEZA, BLASONES, CARGOS Y NEGOCIOS EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI AL XIX méritos de sus antepasados y parientes, que entre ellos existía una comunidad de merecimientos. Y esos merecimientos comunes se acopiaban en una entidad formada por todos los parientes y superior a ellos: su propio linaje. “Esta es la base de la idea de linaje—señaló MenéndezPidal--, una idea que muchos tienen hoy por fenecida, pero que un observador atento ve todavía aflorar acá y allá, porque es algo profundamente natural y humano”. Tal y como señaló el conferenciante, el linaje desplaza al individuo como sujeto de la calidad de nobleza. La nobleza exclusivamente personal quedará en situación marginal y de inferioridad frente a la hereditaria. Incorporada esta calidad al patrimonio transmisible del linaje, se redondea la idea de nobleza propia de nuestra cultura occidental, cuya característica principal es ésta, ser transmisible por herencia; será llamada por eso "nobleza de sangre" para distinguirla claramente de las otras clases. “El principio de herencia, que supone la continuidad social, es modernamente el más denostado; no es admitido por la sociedad actual, una sociedad inquieta, inestable, y por eso propicia al cambio”. Hoy, el sentido de continuidad está en proceso de pérdida, sólo el instante cuenta como refugio permanente; no extrañará pues que no se acepte el principio de herencia para la nobleza, ni que haya desaparecido la percepción del linaje, ni que se rechace la Historia. “La idea de linaje nace de la conciencia de un patrimonio común, de derechos, de honra y prestigio. La percepción será pues tanto más definida y fuerte cuanto mayor entidad tenga ese patrimonio. (…) El linaje así entendido se ha definido como «un conjunto de bienes tanto materiales como inmateriales que se perpetúa mediante la transmisión de su nombre, de su fortuna y de sus títulos por vía real o imaginaria». Hay dos componentes o valores en estos patrimonios: espiritual y material, trabados e inseparables, como corresponde a la naturaleza humana. El linaje, el nacimiento de cada uno, definirá el puesto que ocupará en la sociedad y también cómo debe comportarse, pues si quiere tomar posesión de ese puesto ha de atenerse a las pautas que a él corresponden. Hay dos señas de identidad del linaje: apellido y armas, cuya efectividad queda bien patente en la sociedad florentina del trecento: los que cambiaban del grupo social de los magnati a los popolani cambiaban su apellido y sus armas, cambios que se registraban oficialmente en un libro. Tanto las armas como el nombre - el nombre completo- no sólo expresa una individualidad diferenciada de otras, sino que expresa también la personalidad social: si cambia de clase no puede conservarlos. Faustino Menéndez Pidal aclaró también que: “Lo que hemos designado como 'linaje noble' comprende bastante más que la familia inmediata. Prescindiendo aquí de los antepasados y ciñéndonos sólo a los vivientes, el linaje noble comprende desde luego a la familia próxima, pero también a los parientes y, de alguna manera, a los criados. (…) El vínculo de unión con los señores de la casa no era entonces el simplemente mercenario, como fue luego. No servían con el único fin de ganar dinero; con su aproximación al superior se sentían honrados, porque esa aproximación les incluía en la 'casa' y, en cierto modo, en el linaje, según la interpretación como grupo de poder”. Hasta entrado el siglo XVIII, tal y como señaló el conferenciante, se mantuvo en las familias importantes la costumbre tan generalizada en los siglos anteriores de tener como servidores a deudos. El amo de la casa era casi siempre 'señor' o siquiera 'caballero'; los parientes que le servían, simples hidalgos o dueñas pobres. El parentesco se consideraba próximo hasta el tercer grado. Existía pues una gradación social dentro del mismo linaje. Factor básico de la fuerza del linaje, de su poder en la sociedad, es su cohesión interna; “que todos sus miembros procuren conservar y acrecentar el patrimonio común asumiendo cada uno el puesto y la función que le corresponde”. “El comportamiento noble es producto de siglos: no se improvisa”, dijo Menéndez Pidal. La antigüedad del linaje es prueba de estabilidad, firmeza y solidez; por eso se estiman más los linajes antiguos. La antigüedad es un timbre del linaje noble: «Cuanto dende en adelante más de lueñe vienen de buen linaje, tanto más crecen en su honra y en su fidalguía». En la conservadora Inglaterra, la gran mayoría de las gentes preferiría ser el vigésimo Mister Tal que reside en el mismo solar de sus mayores que el hijo o nieto de un político ennoblecido por un título. Muchas familias no tituladas de la landed gentry conservan la conciencia de ser superiores a otras tituladas. Quizá hoy resulte difícil comprender el enorme prestigio que tenía lo tradicional, lo antiguo, no por meramente serlo, sino porque su continuidad era garantía de calidad. Desde la Ilustración, al prestigio de lo antiguo y tradicional se opone el “El linaje, el nacimiento de cada uno, definirá el puesto que ocupará en la sociedad y también cómo debe comportarse, pues si quiere tomar posesión de ese puesto ha de atenerse a las pautas que a él corresponden”. 49 CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINION “El apellido ha cumplido su ciclo en la Historia. Para muchísimos ha perdido todo valor de referencia al pasado, un pasado que se ignora y que, además, no interesa de veras, porque no se comprende como causa del presente”. 50 de la 'modernidad' y del 'progreso'; las 'novedades' han dejado de ser sinónimo de malas noticias y prestigian las modas en el vestir. La antigüedad del origen del linaje fue apreciada desde los tiempos más remotos. En la España árabe de los reinos de taifas existía una aristocracia o clase distinguida, bien diferenciada del vulgo, en cuyas familias se habían hecho hereditarios algunos altos cargos. Un panorama, como se ve, sumamente parecido a la Europa cristiana, con una distinción social que puede equipararse a la determinada por la calidad de noble; había, incluso, diferente trato de la ley para unos y otros. Almanzor se preciaba ya de descender de los conquistadores asentados en Guadacorte. La ascensión en la sociedad y la consolidación del lugar alcanzado por la aceptación de los demás son hechos profundamente naturales: lo prueba que se den en muy diversas culturas. La nobleza de inmemorial, como se decía, implica que no se conoce o no se recuerda su principio; no porque no lo tuviera, sino porque éste fue paulatino y producto acumulado de varias personas y de varias generaciones del linaje. Los dos factores esenciales sobre los que descansa la existencia de la nobleza como grupo social son la actitud de quienes la forman, manifestando pertenecer al grupo, y la aceptación de tal posición por los otros. Este juego dialéctico da lugar a un importante aspecto: la reconstrucción continua del linaje, la atención continuada hacia sus valores, que explica los comportamientos de la nobleza, el exquisito cuidado de las apariencias, en el buen sentido de la palabra, que excluye el engaño. El linaje viene a saciar así el innato deseo de perpetuación: cada uno de sus individuos morirá ciertamente, pero el linaje perdurará "hasta el fin de los tiempos". Evidentemente, nada humano es perdurable: también los linajes mueren, mientras que otros nacen. Es la continua renovación nobiliaria, que tiene, naturalmente, épocas de aceleración y de estancamiento. Para terminar su intervención, Faustino Menéndez Pidal habló de las manifestaciones perceptibles que hoy en día podemos observar de la idea de linaje: “Desde luego, no los emblemas heráldicos, los escudos de armas, confinados en su tratamiento adecuado a un reducido círculo de estudiosos. Lo único perceptible es el apellido. Pero el apellido ha cumplido su ciclo en la Historia. Para muchísimos ha perdido todo valor de referencia al pasado, un pasado que se ignora y que, además, no interesa de veras, porque no se comprende como causa del presente. El apellido se suprime ya habitualmente en las presentaciones, en los nombres de los hijos políticos e incluso del cónyuge en las esquelas, … Para estas personas, es simple formalidad administrativa, exigencia que figura en el DNI, pero manifestarlo en la vida social corriente sería tan absurdo como añadir el NIF de cada uno en las ocasiones antes señaladas. Sólo en reducidos ámbitos algunos apellidos conservan las significaciones tradicionales, bien que mermadísimas. Conforme a las orientaciones de la sociedad actual, que sumen al individuo en la uniforme masa, el nombre de pila, signo individual, prima sobre el apellido, signo de grupo”. “¿Cómo va a subsistir la idea de linaje si hasta pretenden borrar las palabras padre y madre? —dijo el conferenciante—. Para la inmensa mayoría, esta idea ha muerto. Un componente más de nuestra tradicional cultura occidental que desaparece, un componente más de esta nuestra Europa que se disuelve. Porque Europa no es sólo un espacio geográfico, ni una red de intercambios comerciales; Europa es, ante todo, una tradición y una cultura”. DE PAGINA 43