Un tal José Antonio

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CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINIÓN
Enrique de Aguinaga
“Un tal José Antonio”
La figura de José Antonio Primo de Rivera fue el tema elegido por el Catedrático
emérito de la Universidad Complutense de Madrid, Enrique de Aguinaga, quien es además
Decano de los Cronistas de la Villa de Madrid y miembro de la Real Academia
de Doctores de España, para su conferencia pronunciada
en el Casino de Madrid el pasado 24 de noviembre.
E
n sus primeras palabras, De Aguinaga quiso hacer expreso su agradecimiento a la entidad casinista
por dar esta oportunidad para hablar del político español, a lo largo
de una charla que estructuró en lo que él mismo
denominó “estaciones”.
La primera de esas estaciones comprendió la
etapa en la que “José Antonio fue tabú”. En
ella, el ponente lamentó la ignorancia que suele
rodear a la figura de Primo de Rivera, hasta tal
punto que se suele confundir su figura con la de
su padre Miguel. “Es el gran desconocido —
afirmó—, si no es tergiversado o agraviado porque, en el caso de que se le conceda existencia
histórica, aparece como peligroso pistolero fascista, como golpista del franquismo o, en el mejor de los casos, como un tal José Antonio”,
afirmación que da sentido al título de la conferencia.
La tarde estuvo llena de referencias a intelectuales, políticos, escritores y periodistas, tanto
del pasado como actuales. Por ejemplo, la periodista de la cadena Cope, Cristina Lopez Schlichting, quien en su momento no quiso acceder a
que De Aguinaga pronunciara un recordatorio
con motivo del centenario de Primo de Rivera,
con el argumento de que “habrá que esperar cincuenta años”, ya que “José Antonio es víctima
de la utilización ideológica, primero de Franco y,
ahora, de los falsos demócratas”.
Este José Antonio censurado fue, en palabras del participante en el Foro de Opinión del
Casino de Madrid, “un joven esclarecido y gallardo, universitario enamorado del Derecho,
que se perfila como auténtica gloria del Foro español, según la autoridad jurídica y adversaria
de Bergamín; que entra en política noblemente,
en defensa de su padre; que, en política, actúa
plenamente, como titular de un partido, solo
año y medio (…); que, a pesar de tal brevedad,
ha originado más bibliografía que cualquiera de
sus coetáneos ilustres y que muchos de ellos
juntos; que ha dejado mil doscientas páginas de
cristalino pensamiento y nítida prosa, ahí presente para su estudio; que ha movilizado a tres
generaciones de idealistas; que arrastra el cautiverio y la muerte estoicamente, cristianamente;
que para quienes le analizan y conocen honestamente adviene en arquetipo”.
Una censura “implacable e irracional”, de la
que extrajo unas muestras para compartir esa
tarde con los asistentes al Foro de Opinión casinista. Entre ellas, la destrucción de un depósito
de obras suyas, la prohibición y persecución de
un curso universitario en Salamanca, el silenciamiento de conferencias pronunciadas por el
mismo De Aguinaga respecto a José Antonio,
ya sea en el extranjero ya en nuestro país, y las
emisiones negadas del Servicio Filatélico con
“Los dioses
me pusieron
en vuestra
ciudad
como un
tábano sobre
un noble
caballo,
para picarlo,
enardecerlo
y mantenerlo
despierto”.
(Sócrates)
35
CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINIÓN
“Los dos valores
inmediatos de José
Antonio son la
renuncia y la
innovación. Su
abnegada salida
de la torre de
marfil en que le
correspondió vivir
y su originalidad
de un
planteamiento
político que se
remontaba sobre
el orden
establecido”.
36
motivo del centenario de Primo de Rivera. También en su momento el Grupo Socialista del
Ayuntamiento de Madrid prohibió una conferencia titulada “José Antonio Primo de Rivera”
en el ciclo “Madrileños del siglo XX”, y, como
ejemplo añadido de censura, un político del Partido Popular fue destituido en su momento por
calificar a José Antonio ante un reducido auditorio como “español admirable y ejemplar, injustamente olvidado”.
De Aguinaga también consideró de “irracionalidad pavorosa” la afrenta que supone hoy la
condición de franquista, y la de falangista. Irracionalidad en el sentido de que nadie es hoy un
“auténtico” anarquista, socialista, franquista, falangista o comunista. “¿A qué este ensañamiento aniquilador? ¿Será mala conciencia? ¿Será
odio a la excelencia? ¿Será rencor mostrenco?
¿Será simple ignorancia?”, preguntó el ponente
al cierre de esta primera “estación”.
La segunda parte de la conferencia, “En la
que se habla de fascismo, franquismo y violencia”, se dedicó a analizar y desmentir algunas
condiciones ideológicas o actitudes atribuidas a
Primo de Rivera. Por ejemplo, la de fascista,
que no es sino “la gran patraña de la izquierda,
la gran estafa que tan buen resultado dialéctico
le ha dado”, que sólo “zarrapastrosos” políticos
“sacan a pasear, cuando no tienen otro recurso”.
También se ha unido a José Antonio y a Franco, “como unidas están sus tumbas; pero, si no
se puede decir que Franco fuese joseantoniano,
menos aun cabe la ucronía de que José Antonio
fuese franquista”.
En cuanto a la adjudicación de violencia a su
figura, De Aguinaga recordó algunos discursos
de destacados dirigentes socialistas de los años
30, en los que se invocaban “olas de sangre que
teñirán de rojo los mares” (Margarita Nelken),
o ideas como que “el socialismo solamente pue-
de imponerse por la violencia” (Largo Caballero). Frente a eso, la única
frase que se puede atribuir a José
Antonio es la proclama de “la dialéctica de los puños y de las pistolas”,
afirmación que él mismo se encargó
de matizar. El conferenciante expresó que además se deben estudiar datos como su ofrecimiento al Gobierno
como mediador entre febrero de 1936
y el estallido de la guerra. Gil Robles
afirmó ya en 1979 que “José Antonio
nunca quiso una sublevación militar
y, mucho menos, que se instalara una
dictadura militar. De eso tengo noticias exactísimas”. Y el propio José
Antonio lamentó que “una guerra civil, además
de una barbarie es una ordinariez, porque el
pueblo que tiene que lanzarse a ella pone de manifiesto que ha malogrado una de las gracias
más grandes recibidas del Todopoderoso por la
Humanidad; la inteligencia y un lenguaje común para entenderse”.
En la tercera estación, la más breve de este
recorrido por la vida del fundador de Falange,
De Aguinaga “sitúa a José Antonio en su contexto”, labor necesaria para entender su obra.
Un contexto de inestabilidad social, de violencia
política, de asaltos a templos y periódicos, y de
frecuentes atentados. “Los dos valores inmediatos de José Antonio son la renuncia y la innovación. Su abnegada salida de la torre de marfil en
que le correspondió vivir y su originalidad de
un planteamiento político que se remontaba sobre el orden establecido (…) Frente a literalismos, catecismos y clasificaciones, el mérito actual de José Antonio consiste en que, por
encima de la incoación política, que tiene el mérito de la innovación, prevalezca su genio personal, como arquetipo e imperativo moral, que se
subliman en el espíritu de sus postrimerías, ante
la muerte, y que, en definitiva, son la razón
esencial de lo joseantoniano, al día de hoy, en
este otro contexto”.
La cuarta estación, “En la que se explica una
síntesis y un fracaso”, abundó en la idea capital
de su pensamiento, la superación de izquierda y
derecha, tal como expuso el propio José Antonio en agosto de 1935: “Se nos ocurrió a algunos
pensar si no sería posible lograr una síntesis de
la revolución y de la tradición. De la revolución,
no como pretexto para echarlo todo a rodar, sino como ocasión quirúrgica para volver a trazar
todo con pulso firme al servicio de una norma.
De la tradición, no como remedo, sino como
sustancia; no con ánimo de copia de lo que hi-
CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINIÓN
cieron los grandes antiguos, sino con ánimo de
adivinación de lo que harían en nuestras circunstancias. Fruto de esta inquietud de unos
cuantos, nació la Falange”. En noviembre de
1934 también dejó escrito que “ni en la derecha
ni en la izquierda está el remedio. La victoria de
cualquiera de las dos implica la derrota y la humillación de la otra. No puede haber vida nacional en una patria escindida en dos mitades irreconciliables: la de los vencidos, rencorosos en su
derrota, y la de los vencedores, embriagados
con su triunfo”. Una idea superadora que, indicó De Aguinaga, está también presente “en
otras mentes egregias”, como las de Juan Pablo
II, José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno,
Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga o
Julián Marías.
Pero su ideal no se pudo llevar a cabo. Algunos, como Adolfo Muñoz Alonso, lo achacan a
“la estratificación social española”. Otros como
José María García Escudero, entienden que
“esa esperanza de integración tenía inevitablemente que fracasar, puesto que, en definitiva,
incurría en el error de querer integrar a las dos
Españas metiéndolas en el molde político de
una de ellas”. Para Jaime Suárez la guerra civil
fue la tumba del ideal joseantoniano de lograr
una “síntesis de las dos Españas”, dado que supuso “la radicalización absoluta e incompatible
de cada una”, y el inevitable posicionamiento en
uno de los dos bandos, “aunque resultara vencedor, esterilizó a la Falange para llevar a cabo su
proyecto histórico”.
Ahora bien, afirmó De Aguinaga, el fracaso
ha de ser asumido superado, en la línea de los
grandes pensadores, para quienes “naufragar
no es ahogarse” (Ortega), ya que el fracaso es
“característica de la realidad humana” (Lacroix), y “lo verdaderamente importante no es
lo que se consigue, sino lo que se propone” (Marías). En la pared del despacho
de José Antonio se podía leer el
siguiente poema de Kipling: “Si
tropiezas con el Triunfo, si llega
tu Derrota, / y a estos dos impostores les tratas de igual forma”.
Quinta y última estación,
“En la que las estrellas brillan
de noche”, para establecer esa
transición desde la derrota hasta la salvación: “Hay que salvar
a José Antonio como arquetipo
humano, como persona egregia,
como modelo de generaciones,
en la palabra (bella prosa del si-
glo XX), en la obra (conducta heroica) y en el
pensamiento (idealismo seductor)”. “Así —prosiguió—, ha surgido lo joseantoniano, sin militancia alguna, como actitud personal, producto
de un decoro intelectual, como sublimación del
fracaso falangista, como rescate de la memoria,
mientras que, hierba que nace entre las losas,
aparecen signos, rescatados e insistentes, de supervivencia, contra viento y marea”. Signos que
van desde una plataforma cultural con línea de
teléfono y página en Internet, hasta los recientes
títulos publicados por Sánchez Marín, Leon
Klein, Díaz y Uribe o Martín Otin, pasando incluso por las memorias de José María Sanz, “el
roquero más conocido como Loquillo”.
De Aguinaga retomó el lema “ni comunismo
ni capitalismo” de José Antonio, y aseveró que
“la realidad es que el capitalismo incrementa la
desigualdad” pues “en la última década ha aumentado la brecha entre ricos y pobres”, y también que “si, según la Declaración Universal,
todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos, esto depende de las circunstancias de su nacimiento”.
Por último, el ponente rescató el episodio
del “escalofriante” abrazo que Primo de Rivera
dio al magistrado Eduardo Iglesias del Portal,
quien acababa de condenarle a muerte, y al que
“pide perdón por el mal rato que habría pasado
por su causa, ya que ambos se conocían de la
actividad forense”. En este abrazo, sentenció
De Aguinaga, “puede cifrarse el magno monumento de la reconciliación nacional”. Por todo
ello, “cabe concluir, respondiendo a la pregunta
que dejé sin contestar en la primera estación”,
que “las prohibiciones, proscripciones, marginaciones, tergiversaciones, silencios, censuras
y desdenes que sofocan o intentan sofocar la
presencia de José Antonio son el miedo al deslumbramiento”.
“Hay que salvar
a José Antonio
como arquetipo
humano, como
persona
egregia, como
modelo de
generaciones,
en la palabra
(bella prosa del
siglo XX), en la
obra (conducta
heroica) y en el
pensamiento
(idealismo
seductor)”.
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CICLO DE CONFERENCIAS
“Cultura y valores
en la sociedad de hoy”
“Nuestras
sociedades
opulentas de
Occidente son
un vacío en
cuanto a los
valores, se han
ido por un
agujero negro y
se han
concentrado en
un valor que
también lo es,
no lo
desprecio, que
es el dinero”.
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La conferencia del Marqués de Tamarón, puso el broche de oro al Ciclo
“CULTURA Y VALORES EN LA SOCIEDAD DE HOY” iniciado el pasado 3 de octubre por Benigno
Pendás, y en el que han intervenido Serafín Fanjul (19 de octubre), Luis González Seara
(24 de octubre), y Francisco Sanabria (15 de noviembre), cuyas ponencias ya han sido
recogidas en nuestra anterior revista. Seguidamente, les ofrecemos un resumen de
la conferencia de clausura ofrecida por el Marqués de Tamarón el 13 de diciembre de 2005.
Marqués de Tamarón
“La cultura y los valores en un mundo
globalizado”
¿E
xisten valores que puedan
considerarse comunes a
todos los lugares y a todas
las principales culturas del
planeta? En caso afirmativo, ¿han existido siempre? Estas dos fueron las
primeras preguntas a las que se enfrentó Santiago de Mora-Figueroa, Marqués de Tamarón, y
en su argumentación echó mano, si bien con “dosis considerables de escepticismo”, de Ronald Inglehart, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Michigan. Inglehart ha realizado un
trabajo “admirable” basado en sondeos realizados durante quince años en una treintena de países de diversos ámbitos culturales y geográficos.
Para él, existen dos oposiciones en la escala de
valores: tradicionales frente a seculares-racionales; y supervivencia frente a autoexpresión.
Los “tradicionales” son los religiosos, el respeto a los lazos familiares, a la autoridad, y a la
oposición “a ciertas cosas que no están mal vistas” entre quienes no profesan esos valores, como
la eutanasia, el aborto o el suicidio. Los valores
de supervivencia se refieren básicamente al trabajo. Y los de autoexpresión profundizan en la
protección medioambiental y la tolerancia de la
diversidad. Para concretar, el conferenciante recurrió a cuatro ejemplos de los países estudiados
por Inglehart: en el cuadrante de seculares-racionales y autoexpresión hallaríamos a Suecia; en el
opuesto, a Marruecos; Irlanda sería ejemplo de
valores tradicionales pero con fuerte expresión
propia; y Rusia es el caso contrario, valores seculares ligados a valores de supervivencia. La conclusión de todo ello es que “se puede interpretar
como que existen datos objetivos que permiten
decidir si existen valores o no comunes a todo el
planeta”.
Ahora bien, no se trata ya tanto de que existan o no esos valores, sino qué se puede y se debe
hacer para no arruinar su potencialidad de integración. O más bien, qué errores debemos evitar,
asunto al que dedicó los siguientes minutos de su
intervención.
El primer error habitual de Occidente es
“creer que se puede integrar en un vacío”, afirmó
el Marqués de Tamarón. “Nuestras sociedades
opulentas de Occidente son un vacío en cuanto a
los valores, se han ido por un agujero negro y se
han concentrado en un valor que también lo es,
no lo desprecio, que es el dinero”. Frente a ello,
buena parte de la población inmigrante sí tiene
determinados valores en los que cree, y que se
imponen por la simple fuerza de la creencia a la
ausencia de valores entre la población de acogida. Como apoyo a este razonamiento, citó al historiador Arnold J. Toynbee (1889-1975), y su
polémica teoría acerca del colapso de los imperios, según la cual “la fuerza más potente que
CICLO DE CONFERENCIAS
CULTURA Y VALORES EN LA SOCIEDAD DE HOY
puede existir en el corazón humano, y por tanto
en la Historia, es esa mezcla explosiva de envidia
y desprecio, que siente el inmigrante, al ver una
sociedad abyecta, que no cree en nada, pero que
es opulenta”.
Con toda cautela, y como guiño al auditorio,
el ponente calificó este error como “de izquierdas”, frente al que iba a exponer a continuación,
que sería más bien “de derechas”: creer que lengua e imperio siempre fueron unidos, pero no es
así. Y sobran los ejemplos “algo más que anecdóticos”: un judío ciudadano romano que predica
en griego a los gentiles; la comunicación en francés del “constructor” de Italia, Víctor Manuel II,
a sus oficiales acerca de la victoria sobre las tropas austriacas en Solferino; o el inglés que fue
usado en el pacto germano-nipón de 1940 contra
las potencias, precisamente, anglosajonas.
Otro error, “antes de izquierdas, y ahora de
derechas”, es la ecuación entre el paganismo y el
ateísmo. Y aquí se ha de establecer una diferenciación clara, porque “el paganismo está lleno de
sentido espiritual”. También es erróneo creer que
el arte puede servir para integrar a las diversos
grupos humanos, lo que se revela falso porque
“en nuestra cultura occidental el arte ha dejado
de tener esa referencia que antes tenía, y que sigue teniendo, en las sociedades de las que vienen
los inmigrantes”. Un último error habitual es
“creer que en aquellos lugares donde impera un
sistema de valores que a nosotros nos parece abominable, el mundo occidental que es más poderoso y rico que ninguna otra parte del planeta, encontrará medios y los utilizará para persuadir a
esos países de que cambien”.
“La única solución —prosiguió el conferenciante— para conseguir que la cultura y los valores en un mundo globalizado sean una realidad
que no nos conduzcan al manicomio criminal es
imponer el Estado de derecho, que no es lo mismo que la democracia o el pluralismo, no son términos sinónimos. El Estado
de Derecho es que tiene que
haber unas reglas de juego
que tienen que aplicarse a
todos. (…) Y en nuestros
corazones habrá que contestar a la pregunta interna y
formulada de una manera
terrorífica y brutal por Dostoievsky en “Crimen y castigo”: «Si Dios no existe, ¿vale todo?»”.
“La civilización post religiosa, que es la nuestra, tendrá que ver la manera de re-
solver ese problema, porque o da una contestación a esa pregunta, demostrando que no vale todo aunque Dios no exista, o va a ser muy difícil
afrontar ciertas actitudes de quienes sí creen”.
Por último, el Marqués de Tamarón llamó a aplicar el Estado de Derecho a las Relaciones Internacionales a través de la vieja máxima del “pacta
sunt servanda”. Es decir, cumplir los pactos. “Si
conseguimos cumplirlos nosotros también, es posible que evitemos lo peor, y sobre todo dotarnos
de unos medios suficientes para, por lo menos,
pensar que podremos hacer frente a ciertas eventualidades llegado el momento”, concluyó.
En las palabras de despedida del acto, el Secretario del Casino, D. Mariano Turiel de Castro, calificó la intervención del ponente de “clara e interesante, su análisis de los valores ha
sido amplio y riguroso; pero las previsiones de
futuro mucho me temo que no son todo lo alentadoras que supongo que nosotros todos desearíamos. La mezcla explosiva de envidia y desprecio de la que nos habló, y tantas otras
razones a las que aludió, nos hace temer, aunque ninguno por supuesto lo deseemos, que los
valores están en peligro; salvo el dinero, como
según me decía él mismo esta tarde, le había declarado muy pragmáticamente un taxista. Esperemos, confiemos, que haya una solución que
seamos capaces de encontrar; confiemos en el
hombre, que es mucho confiar; y sobre todo, en
el sumo Hacedor, para que no nos deje de su
mano, y nos permita recuperar, respetar, difundir y defender los valores que indudablemente,
hoy, están, muchos de ellos, en serio peligro”.
También aprovechó el Secretario del Casino la
eventualidad de que esa conferencia era la última convocatoria pública societaria del año, para desear a todos los presentes, en su propio
nombre y en el del Casino de Madrid, “unas
verdaderas fiestas de Navidad, y un año nuevo
feliz y venturoso”.
“La única
solución
para conseguir
que la cultura y
los valores en un
mundo
globalizado sean
una realidad que
no nos
conduzcan al
manicomio
criminal, es
imponer el
Estado de
Derecho”.
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CICLO DE CONFERENCIAS
“La violencia infantil”
“El ser humano
es capaz
de dañar
a conciencia,
de imprimir
intencionalidad
a su
comportamiento
agresivo;
cuando sucede
tal cosa, la
agresividad deja
de ser tal y se
convierte en
violencia”.
40
El 14 de febrero de 2006, José Sanmartín era el encargado de inaugurar con su ponencia
un nuevo ciclo del Foro de Opinión casinista: “LA VIOLENCIA INFANTIL”, planteado,
bajo la dirección de Helio Carpintero, para analizar un tema tan grave y tan de actualidad,
con la esperanza de obtener ideas y sugerencias que contribuyan a hacer frente a la violencia
infantil. El Ciclo contó con las intervenciones, resumidas en las siguientes páginas,
de María José Díaz Aguado (23 de febrero), Victoria del Barrio
(9 de marzo) y Javier Urra (21 de marzo -de esta última ponencia encontrarán
referencia en la próxima revista)
José Sanmartín
“La violencia en la sociedad actual”
E
l Presidente del Casino de Madrid
señaló que el Foro de Opinión trataba de “enjuiciar situaciones sociales cuyo nacimiento y continuidad
parecen no tener una explicación
distinta a la de una lacra, producto, posiblemente,
de la civilización moderna, que está haciendo viable llevar al mundo infantil sentimientos y situaciones propias de los mayores, nacidos quizás ya,
en la propia escuela, porque, posiblemente los sistemas políticos y educacionales no han encontrado medio de atajarlo. Y lo cierto es, que se trata de
un fenómeno universal”.
José Sanmartín, Catedrático de Filosofía de
la Ciencia de la Universidad de Valencia y Director del Centro Reino Sofía de estudios sobre la
violencia de la Generalidad Valenciana, comenzó
señalando la dificultad de hablar de la violencia
en general, “intentaré hacerlo desde un espíritu filosófico, que es el de Ortega y Gasset, nuestro
gran filósofo y que, desde mi punto de vista, reflexionó de manera más acertada sobre el ser humano y la cultura”
Vivimos tiempos difíciles, señaló el ponente: a
escala mundial, al menos una mujer es asesinada
por su pareja, o su ex pareja, cada diez minutos;
en España, una cada tres días. En 2004 había en
marcha 32 conflictos armados, que produjeron
más de 25.000 muertos. Hay más de 4 millones de
webs que contienen material relativo a sexo con
menores; y sólo en este última década ha habido
103 atentados terroristas suicidas. Nuestra época
es innegablemente violenta, peor aún parece el
hecho de que las estadísticas de casi todos los tipos de violencia demuestren incrementos muy
significativos.
¿Qué sucede?. ¿Hay explicación científica a
todo este aumento de violencia?. Hay que cono-
cer la raíz más profunda del problema. El ser humano es producto de la evolución cultural, “la cultura nos ha hecho humanos”; estamos dotados de
instintos, de conductas que pliegan y se despliegan ante determinados estímulos, y todo ocurre
con un cierto orden. Eso ocurre con la agresividad en el mundo animal, comienza con unos estímulos y cesa con otros. Como el resto de animales
superiores, los seres humanos también tenemos
instintos y, como en el caso de aquéllos, esta conducta también ha sido seleccionada por la naturaleza junto con sus inhibidores (estímulos que provocan la agresividad y otros que la cesan,
inhibidores de la agresividad). Hay estímulos que
hacen que nuestra agresividad se despliegue de
forma inconsciente; entre ellos están, por ejemplo,
las expresiones faciales. Frente a las acciones del
agresor, están las reacciones del agredido.
Pero el ser humano es mucho más que sus instintos, no hay nada que nos sirva para sobrevivir,
“pero sí hay algo fundamental para que vivamos
CICLO DE CONFERENCIAS
LA VIOLENCIA INFANTIL
bien, como decía Ortega, que
es la capacidad de idear y de
pensar, que nos permiten
comparar, analizar, adoptar y
ejecutar decisiones”.
Nacemos con instintos,
pero no con ideas y pensamientos, que son el resultado
de ciertos circuitos neuronales cuya configuración en
unos casos, y cuya operatividad en todos los casos, es un
producto del aprendizaje de
la educación. Son, en definitiva, fruto de la cultura; esas
ideas y pensamientos que vamos adquiriendo, permiten
la regulación de las emociones. La educación será
la clave, la educación no queda fuera del cerebro,
entra dentro y lo configura.
Esta capacidad de ideación y pensamiento ha
convertido al ser humano en el único animal que
ha tomado en sus manos su propio ser y estar en
el mundo; esa capacidad le ha permitido, como
decía Ortega, “posponer la satisfacción instintiva
de sus necesidades y repensarlas, tratando de hallar el mejor modo de hacerles frente”.
Esta intermediación de la cultura entre el ser
humano y el medio, ha tenido efectos de gran envergadura sobre el ser humano. Positivos y negativos. La cultura ha alterado el decurso del instinto de agresividad sobre los seres humanos.
Cuando un lobo está vencido, se tumba, muestra
la yugular y el lobo vencedor no le da un mordisco en la yugular; simplemente el lobo vencido
suelta un par de gotas de orín y el vencedor las lame.
En el caso de los humanos no ocurre así, ni
muchísimo menos. La evolución no ha hecho de
nosotros animales especialmente dotados de armas naturales para dar muerte a nuestro congéneres; no tenemos garras, colmillos característicos de los carnívoros, ni poseemos una fuerza
especial… Sin embargo, el humano se ha convertido en el matador por excelencia, llegando a
comportarse como un cazador despiadado de los
de su propia especie. El ser humano se comporta como un depredador de sus congéneres, como
si para él no existieran esos inhibidores de la
agresividad que tan operativos resultan en la
mayoría de los animales superiores para impedir
dar muerte a un miembro del mismo grupo.
¿Cómo es posible? “la respuesta está dentro de
nuestra corteza prefrontal —dijo Sanmartín—,
donde habita la conciencia y por tanto la intencionalidad”.
“La violencia
degrada a la
víctima, pero
sus efectos
trascienden a la
persona y
afecta
globalmente a
la sociedad”.
El ser humano es capaz de dañar a conciencia,
de imprimir intencionalidad a su comportamiento
agresivo; cuando sucede tal cosa, la agresividad
deja de ser tal y se convierte en violencia. “La violencia ya no es un instinto, si no una actitud o una
conducta intencional, que daña o puede dañar a
terceros y que nace de la perturbación del instinto básico en que la agresividad consiste. Somos
agresivos por naturaleza, pero violentos por cultura”.
La moralidad del violento, es muy distinta de
la moralidad convencional; entre otras cosas, el
violento aprende a interpretar de manera diferente lo que es una acción violenta, las relaciones entre violencia y sus efectos destructivos, y sobre todo, ve de una manera muy peculiar la naturaleza
de la violencia. José Sanmartín puso como ejemplo a los terroristas, “normalmente emplean eufemismos que los equiparan a soldados”; lo peor es
que en estos juegos lingüísticos perversos, según
señaló el conferenciante, los medios de comunicación, y la gente en general, juegan un papel nefasto, al adherirse incluso con entusiasmo al empleo de una jerga inapropiada; hablar de
comandos, de firmar la paz, “porque el terrorista
no es un soldado que está en guerra, aunque él se
vea así”. También el agresor de mujeres cree que
su agresión no constituye un acto violento, si no
un recurso eficaz y legítimo para resolver un conflicto, para el bien de la pareja, la mujer siempre
es la culpable de la agresión.
También habló José Sanmartín de la ingesta
de alcohol y drogas como causantes de la violencia; de que la violencia devalúa como persona al
ser humano; y de los efectos de la violencia en la
sociedad: “La violencia degrada a la víctima, pero
sus efectos trascienden a la persona y afecta globalmente a la sociedad. El miedo, la inseguridad y
la desconfianza, deterioran la convivencia social”.
41
CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINIÓN
“Estamos
inmersos en
muchos
cambios, no
tenemos
tiempo para
entenderlos, y
mucho menos
para adaptar
las instituciones
educativas”.
42
M.º José Díaz Aguado
“Violencia y escuela”
E
l Presidente del Casino de Madrid
dio la bienvenida a todos los asistentes, e hizo un breve resumen de
la trayectoria profesional de la ponente, señalando que “Títulos y experiencia de cátedra, la definen para ser uno de
los primeros tratadistas del tema que hoy vamos
a tratar”
Mª José Díaz Aguado señaló que hacía más
de 25 años que comenzó a investigarse “cómo se
construye, desde la educación, el sentido de la
justicia con el que nuestra sociedad se identifica,
definido como respeto a los derechos humanos”.
¿Cómo puede trasmitirse estos valores a la generación siguiente?. “Los primeros estudios —señaló la conferenciante— nos llevaron a investigar los procesos de exclusión que se producen en
la escuela, a investigar la intolerancia, la xenofobia, el racismo… y esto nos llevó a la violencia en
general, y luego a dos tipos de violencia muy habituales: la violencia de género y la violencia escolar”.
Todos estos problemas, tal y como señaló
María José Díaz Aguado, “son la antítesis de lo
que queremos ser, y la educación es el escenario
ideal, privilegiado, para llegar a ser lo que queremos ser”. Escuela y violencia; en torno a estos
dos polos se debate nuestra sociedad; y en la escuela esa contradicción es especialmente difícil
de vivir. “El profesorado sufre muchísimo como
consecuencia de esa contradicción; a veces enferma física o psicológicamente. Hay un dato que
ayuda a destacar esta contradicción: los adolescentes evaluados en un 34% nos dicen que nunca
pedirían ayuda al profesorado en el caso de sufrir
acoso por parte de sus compañeros”. ¿Por qué?
“porque te convertías en un chivato, porque los
profesores no están ahí cuando los necesitas…”
son las respuestas de los jóvenes. Los jóvenes dicen que no hay que dejar sola a la víctima, que
hay que pedir ayuda, en primer lugar a los amigos, a la madre, al padre… ¿y a los profesores?
no, sólo a aquellos que den confianza. Entonces,
señaló María José, “una de las grandes tareas para luchar en las escuelas contra la violencia es
adaptar el papel del profesor para que pueda seguir siendo la autoridad que tiene que ser, y al
mismo tiempo transmita confianza y disponibilidad”.
Hay que tener en cuenta una serie de contradicciones para entender lo que está pasando: estamos inmersos en muchos cambios, no tenemos
tiempo de entenderlos y muchos menos para
adaptar las instituciones educativas. La conferenciante señaló seis paradojas que hay que tener
en cuenta para entender esta dicotomía de violencia-escuela:
1) Hoy hay más información que nunca, sin
embargo es más difícil entender lo que nos pasa,
entendernos a nosotros mismos, a los demás, a
nuestra familia… Hoy la información sobra, es
excesiva, lo más difícil en entenderla. Hay que
adaptar los procesos de enseñanza para formar lo
más difícil: la capacidad para juzgar. Hacen falta
personas para educar, para madurar, personas
que puedan llevar a cabo la enorme adaptación
que hay que emprender en estos procesos de enseñanza y educación.
2) Violencia y exclusión, dos caras de la misma moneda. La lucha contra la exclusión tiene
que ser un objetivo prioritario. “La eliminación
de las barreras espaciales que permiten las nuevas tecnologías ha reducido el aislamiento de la
escuela respecto a los problemas que existen en
el resto de la sociedad, también debería contribuir a reducir la exclusión, pero paradójicamente
en muchas ocasiones sucede precisamente lo
contrario”. La conferenciante afirmó que hay te-
CICLO DE CONFERENCIAS
LA VIOLENCIA INFANTIL
ner en cuenta, que “exclusión y violencia son dos
problemas estrechamente relacionados, que encuentran en la adolescencia un momento crítico
para su incremento o prevención”. Para afrontar
los retos que se derivan de esta nueva situación
“es preciso establecer nuevos contextos de colaboración entre la escuela y el resto de la sociedad,
asumiendo que si la escuela no esta aislada de los
problemas que se generan fuera de ella, tampoco
debería estarlo para las soluciones”.
3) Educar para la ciudadanía democrática en
tiempos de incertidumbre. “Nunca había estado
tan claro que no podemos tener certezas absolutas. Esto debería conducir a la superación del absolutismo, a la tolerancia, pero como reacción
conduce en ocasiones al resurgimiento de formas
de absolutismo y autoritarismo que se creían superadas. Como reflejo de la expresión educativa
de estos cambios cabe considerar la dificultad
que supone sustituir adecuadamente el autoritarismo de épocas pasadas por una educación democrática que enseñe a coordinar derechos con
deberes con eficacia, dificultad que no sólo se
produce en la escuela sino también en la familia,
y que es destacada en diversos estudios recientes
como lo más difícil de la educación actual”.
4) El reto de la interculturalidad. “Hoy debemos relacionarnos en un contexto cada vez más
multicultural y heterogéneo. La educación intercultural representa una herramienta fundamental para afrontar este reto, reconociéndola como
medio para avanzar en el respeto a los derechos
humanos, en cuyo contexto es preciso interpretar
tanto la necesidad de la propia educación intercultural como sus límites.
5) Avance en la igualdad entre hombre y mujeres, frente al aumento de la violencia de género.
En los últimos años se ha producido un avance
espectacular hacia la igualdad entre hombres y
mujeres, superando así una de las principales
condiciones que subyace a la violencia de género,
pero frente a esto hay un incremento de sus manifestaciones más extremas, a través de las cuales
se intentan mantener las formas de dominio tradicional.
6) La violencia que se produce en la propia
escuela. Nuestra sociedad expresa hoy un superior rechazo a la violencia, y disponemos de herramientas más sofisticadas para combatirla, pero el riesgo de violencia al que nos enfrentamos
también es hoy superior. Y este riesgo se expresa
a veces en forma de violencia escolar. Para prevenirla es necesario romper la “conspiración del
silencio” que ha existido hasta hace poco sobre
este tema, y enseñar a condenarla en todas sus
manifestaciones, insertando su tratamiento en un
contexto normalizado orientado a mejorar la
convivencia.
La escuela no puede estar aislada, tiene que
asumir un reto descomunal ante los grandes cambios. La escuela de hoy está desorientada; hay
que poner medios para que la escuela se adapte,
y por tanto que se adapte el profesorado. “No
basta con decir que la educación es la clave, hay
que dotar a la escuela de medios —señaló la conferenciante—. Y no me estoy refiriendo únicamente a medios económicos, si no también, por
ejemplo, a tiempo para pensar, tiempo para salir
del desconcierto, a tiempo para diagnosticar dónde está la violencia y sus problemas, a tiempo para hablar con las familias, a tiempo para curarse
del daño que produce tener en clase a un alumno
que boicotea sistemáticamente lo que pretendes
hacer, a tiempo para recibir a las madres desconcertadas, a reconocimiento social, a energía e ilusión para emprender proyectos nuevos que día a
día te permitan renovar tu confianza en la educación”.
La ponente explicó el Decálogo propuesto
para erradicar la violencia en la escuela: 1).
Adaptar la educación a los actuales cambios sociales, desarrollando la colaboración a múltiples
niveles, de forma que sea posible afrontar los
complejos retos sociales que la educación vive
hoy. 2). Mejorar la calidad del vínculo educativo
y desarrollar el empowerment (que cada alumno/a defina y desarrolle sus propios proyectos
escolares). 3). Desarrollar alternativas a la violencia en los contextos y en los individuos. 4).
Romper la conspiración del silencio sobre la violencia escolar e insertar su tratamiento en un
contexto normalizado orientado a mejorar la
convivencia. 5). Enseñar a condenar toda forma
de violencia favoreciendo una representación
que ayude a combatirla. 6). Favorecer la identificación con el respeto a los derechos humanos,
estimulando el desarrollo de la capacidad para
ponerse en el lugar del otro, motor básico de todo el desarrollo socio-emocional. 7). Incluir actividades específicamente dirigidas a prevenir la
victimización dentro de los programas de prevención de la violencia, enseñando a: decir que
no en situaciones que puedan implicar abuso;
pedir ayuda cuando se necesita; y estar preparado emocionalmente para no sentirse culpable
cuando se es víctima. 8) Prevenir la intolerancia
y el sexismo. 9). Educar en la ciudadanía democrática, mejorando la coherencia entre los valores que se pretenden enseñar y la práctica educativa. 10). Poner a disposición del profesorado
los medios que permitan adaptar la escuela a una
situación nueva.
“La violencia
escolar
reproduce un
modelo de
relación social,
de dominio y
sumisión, que
es la antítesis
del respeto
mutuo con el
que nos
identificamos,
es la antítesis de
lo que
queremos ser”.
43
CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINIÓN
“Hoy los
padres
conviven poco
tiempo con sus
hijos, y no
realizan
actividades
diarias juntos”.
44
Victoria del Barrio
“Familia y agresión”
T
ras los habituales saludos del Presidente del Casino de Madrid, la conferenciante agradeció a nuestra Institución “la oportunidad de exponer
ante ustedes algo que preocupa profundamente a todos los profesionales que nos dedicamos al estudio de los problemas infantiles: el
encontrar la explicación a la escalada de violencia
que venimos detectando en niños y adolescentes,
y especialmente tratar de aclarar las raíces familiares de la violencia infantil”.
La conferenciante quiso, en primer lugar, señalar qué se entiende por agresión, “Podemos distinguir entre palabras que tienen relación con la
agresión emociones, actitudes, actos agresivos
con o sin violencia física: 1-Ira, una emoción que
promueve la agresión pero que no lleva a ella necesariamente. 2-la hostilidad, que es una actitud
hacia ciertas personas que consideramos como
una amenaza. 3-agresión, consiste ya en acciones
pero que pueden o no implicar agresión física (calumnias, robo, insultos, amenazas, empujones,
acoso), y 4- violencia, que supone un daño físico
utilizando la fuerza (abuso, robo con violencia, lesiones, muerte)”.
Victoria del Barrio señaló que la agresión física o violencia es la más preocupante, y dijo, refiriéndose al tema de su ponencia, que “Hablar de
familia y agresión puede resultar algo poco definido, puesto que engloba distintos tipos de violencia
que se dan en el ámbito familiar: La violencia de
género, el maltrato infantil, y la violencia del niño”.
“El incremento de la violencia juvenil comenzó hace tiempo y todos nos sentíamos escandalizados por lo que se sabía que estaba sucediendo
en los Estados Unidos. Sin embargo hoy lo tenemos en casa (…) En estos últimos dos meses he
seguido el periódico y cada día aparecía una agresión juvenil: el apuñalamiento de un compañero
en un patio de recreo en Bilbao, a agresión a una
niña en un colegio de Badajoz, el niño apaleado
por sus compañeros en Barcelona, un alumno que
ataca a su profesor en Córdoba; los niños de Hospitalet que pegaban a transeúntes para filmar sus
caras, los niños de Sevilla, que vejaron y maltrataron a una niña con síndrome de Down, la violencia rampante entre bandas adolescentes de la
periferia de Madrid y tantos otros ... indican que
no estamos en un momento de recesión. Una
prueba más es la creación reciente de asociaciones: de padres agredidos por sus hijos, de profesores amenazados; de niños acosados; y esto es
un síntoma más de esa escalada de violencia”.
Todos los expertos subrayan que estamos
asistiendo a una escalada de la violencia sin precedentes. Se ha venido cuantificando la violencia
infantil con precisión desde los años ochenta.
Pfeiffer (2004) ha llevado a cabo estudios en diferentes países y sostiene que en España, la subida
alcanza un 50%. Las cifras oficiales en nuestro
país admitan un incremento del 10% de faltas y
un 10% de delitos por lesiones en la población general. Pero esto es sólo lo que llega a juicio.
Victoria del Barrio habló de “la importancia
enorme de la educación en los primeros años del
niño, en donde el influjo de la familia es trascendental. La violencia infantil siempre ha existido y
siempre existirá, porque se trata de una conducta
instintiva inscrita en nuestros genes, y con una
determinada función que es la autodefensa. Sin
embargo, sus formas, su intensidad, su oportunidad y su frecuencia parece variar sensiblemente
de unos individuos a otros, y también en distintos
períodos históricos y diferentes culturas”.
Tal y como explicó la conferenciante, cada niño llega a este mundo dotado de un organismo en
el que se dan las estructuras básicas de la conducta: “será mejor o peor humorado, más o menos rápido en sus respuestas a los estímulos, más o menos rítmicos en sus funciones biológicas tales
como comida, sueño o eliminación, y más o menos
CICLO DE CONFERENCIAS
LA VIOLENCIA INFANTIL
intensos en sus respuestas de contento
o indignación. Además de esa red básica orgánica, están los patrones o repertorios de conducta no aprendidos, como son los reflejos y los instintos, que
compartimos con muchos animales superiores, aunque en el caso del hombre
estos repertorios no son absolutamente
cerrados. Entre ellos está el instinto de
supervivencia, al servicio del cual está
el ataque y esta es la semilla natural de
la violencia”.
Pero además, la naturaleza impone
una situación básica esencial que es la
inmadurez biológica. “Un cachorro humano no
está listo para la supervivencia autónoma hasta
los 12 años en sociedades naturales y hasta los 25
en las muy desarrolladas. Esta condición de dependencia obliga necesariamente a una convivencia dilatada con los miembros adultos del grupo
familiar”.
“Un niño viene al mundo con un mayor o menor potencial para la conducta violenta, pero en la
convivencia con sus progenitores, obligada por su
inmadurez biológica, permite a éstos enseñarle a
conducirse como es conveniente para el grupo y
para su propia seguridad. Y este es el germen de
la socialización en el seno de la familia”.
“El desequilibrio entre lo biológico y lo social,
la transmisión de conocimientos y la selección de
los mismos son quizás los escollos más graves con
los que se enfrentan los padres de nuestro tiempo
—dijo Victoria del Barrio— No hay dureza de la
vida: los jóvenes con edad de procrear y ganarse
la vida, permanecen en casa de sus padres sobreprotegidos”
“Hoy los padres conviven poco tiempo con
sus hijos y no realizan actividades diarias juntos.
La acumulación perversa de contenidos a trasmitir y la especialización de los mismos hacen necesaria la existencia de un aprendizaje profesional y
mercenario, ya no es posible el aprendizaje en el
ámbito domestico. El contexto del aprendizaje se
ha transformado radicalmente”
También habló Victoria del Barrio de la llamada “crisis de valores”: “Es evidente que no se puede enseñar todo lo que se ha llegado a saber, hay
que escoger. Pero ¿qué es lo valioso? Este es un
tema esencial en la educación de los hijos. Hay
que escoger aquello que le permita solucionar
problemas (…) Hay que fijarse en las características que tienen las personas que han alcanzado
una vida lograda, a las que todos admiramos. Tales características son: saber esforzarse, saber
controlar sus emociones, saber respetar y comprender, ayudar a los otros, saber aguantar la ad-
versidad, saber compartir los sentimientos, saber
respetar los límites en donde la propia libertad interfiere con la de los otros, tener una conversación interesante, ser sensible a la belleza, acatar
las normas de convivencia, ser justo, ser veraz, ser
competente en su profesión, cualquiera que sea.
Es decir una actitud ante la vida de esfuerzo personal, de respeto a los otros y disfrute personal”.
La mayor parte de los padres intentan educar
adecuadamente a sus hijos, lo logren o no; “la meta es que los padres vuelvan a tomar las riendas de
la educación de sus hijos. Ha habido una delegación y hay que ir a una recuperación. Esa recuperación tiene que ser cuantitativa y cualitativa. La
cuantitativa consiste en pasar más tiempo de interacción con los hijos, recuperar su educación, y la
cualitativa en optimizar los métodos usados para
ella”.
Según Victoria del Barrio, “hay dos grandes
llaves para manejar la educación de un niño: las
normas claras, constantes y controladas; y la afectividad”. La combinación de estos dos elementos,
normas y afecto, da tres tipos principales de
crianza (Baumrind, 1967, Maccoby & Martín,
1983, Olson): Autorizada: afecto, pero con normas claras y controladas con flexibilidad. Autoritaria: muchas normas, mucho control y poco afecto. La Permisiva o Negligente: sin normas ni
control. “Se sabe desde todos los puntos de vista
que la crianza Autorizada es la que da mejores resultados en relación con la conducta del niño, incluida la conducta violenta. El afecto (Apego) es
el mejor antídoto de la violencia. Los niños que se
crían en un clima afectivo donde se les valora, se
sienten enormemente vinculados a sus padres, les
imitan y quieren complacerles; por tanto, acatan
las normas con facilidad. Los padres están atentos
a las necesidades de los hijos y evitan las equivocaciones. Pero ello no serviría de nada sin normas. Las normas son exactamente los límites que
todos han de respetar en la convivencia de los
otros”.
“Hay dos
grandes llaves
para manejar la
educación de
un niño: las
normas claras,
constantes y
controladas; y
la afectividad”.
45
CICLO DE CONFERENCIAS
“Entre
mediados del
siglo XIV y
mediados
también del
XVII, la
influencia de la
nobleza sobre
la vida
española tuvo
un valor
decisivo”.
“Nobleza, blasones, cargos
y negocios en la España de los
siglos XVI al XIX”
El Académico Luis Suárez Fernández fue el encargado de inaugurar, el pasado 27 de febrero,
el nuevo Ciclo de conferencias, programado por el Casino de Madrid y coordinado
por el Director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes: “NOBLEZA, BLASONES,
CARGOS Y NEGOCIOS EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI AL XIX”. En él intervendrán
destacados ponentes, todos ellos Académicos de la Real Academia de la Historia.
En las siguientes páginas les ofrecemos un resumen de las dos primeras conferencias
del Ciclo, a cargo de Luis Suarez Fernández (27 de febrero) y Faustino Menéndez Pidal
de Navascúes (7 de marzo).
Luis Suárez Fernández
“La nueva nobleza señorial en el tránsito
a la modernidad”
E
l Presidente del Casino de Madrid quiso inaugurar el Ciclo,
agradeciendo la presencia de todos los asistentes, y el magnífico
trabajo desarrollado para la coordinación del mismo a Gonzalo Anes. También
destacó la admirable trayectoria profesional del
ponente al que, a continuación, cedió la palabra.
Luis Suárez comenzó su intervención señalando que los genealogistas del siglo XVI hicieron un distinción entre la llamada nobleza “vieja”
consolidada en el siglo XI, y la “nueva”, establecida en el XIV. La diferencia entre una y otra se
hallaba en las bases de sustentación: las rentas de
la tierra, en el caso de la nobleza “vieja”; y los ingresos provenientes de la administración de un
territorio que no era de su propiedad, la nobleza
“nueva”.
¿Qué es un señorío?. “Cuando el Rey lo
otorgaba –señaló el ponente—con carácter vitalicio y hereditario, no estaba cediendo ninguna clase se propiedad (…) Para los Reyes era
una forma de atender el gobierno de zonas de
difícil acceso; por ello, nunca las ciudades o villas de importancia eran entregadas en señorío”.
“La aparición de esta nobleza nueva, jurisdiccional, viene acompañada de un cambio ético que las Cortes de Valladolid de 1383 sinteti-
46
zaron en dos palabras: fidelidad y lealtad. La
primera, caracteriza al feudalismo, mientras
que la segunda corresponde a esa nobleza nueva que se inserta en el pactismo.
Según señaló Luis Suárez, los historiadores
del siglo XIX, influidos por las doctrinas de la
CICLO DE CONFERENCIAS
NOBLEZA, BLASONES, CARGOS Y NEGOCIOS EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI AL XIX
“Durante poco
más de un
decenio, don
Álvaro de Luna
pudo ensayar
una nueva
fórmula política
que más tarde
Isabel la
Católica haría
suya”.
Revolución Francesa, formularon juicios muy
negativos acerca de los movimientos protagonizados por la nobleza en los siglos XIV y XV, llegando incluso a justificar acciones muy duras
ejecutadas por tres monarcas del mismo nombre, Pedro, en Portugal, Castilla y la Corona de
Aragón, que trataban de frenar el crecimiento
de esa nobleza “nueva”.
En 1368 Enrique II se apoyaba para su reforma en las Cortes y propone una ordenación
de la nobleza en tres niveles: el más alto estaría
formado por aquellos que recibían título de duque, marqués o conde, cuyo señorío era sobre
una comarca de cierta extensión; en el segundo
nivel estarían los ricos hombres o caballeros,
sin título, todos dotados de señoríos moderados, por lo que tenían que completar sus rentas
con el ejercicio de oficios, dentro y fuera de la
Corte; y por debajo estaban la mayoría nobiliaria de los simples hidalgos, que, en muchos casos, eran pobres, y proporcionaban soldados
para la guerra, funcionarios para el servicio y
muchas cosas más.
El sistema funcionó bien durante más de un
decenio, pero los altos nobles, a lo que se les calificaba de “grandes” no estaban conformes con
aquel reparto de funciones. Ellos tenían reconocida su categoría, pero el poder estaba en
manos de la nobleza media. Aprovechando la
guerra con Portugal en 1383, esos linajes intri-
garon, pero no tuvieron éxito. La oportunidad
vino gracias a la llegada al reinado de un niño,
Enrique III, bajo una regencia a cargo del propio Consejo Real. De este modo, en torno a
1395, la alta nobleza quedó reducida a muy pocos miembros. Los linajes de nobleza media,
asumieron el gobierno en nombre del Rey, pero
no se atrevieron a dar un paso que hubiese resultado decisivo: tomar títulos.
Teóricamente, el modelo de sociedad que
asumieron Enrique II y su consuegro, Pedro
IV, se mantuvo durante las dos generaciones siguientes. Pero en 1420 don Álvaro de Luna
rompe la barrera establecida en el programa de
Enrique II: “tres linajes, Manrique, Pimentel y,
cómo no, Luna, recibían el título de conde. Ya
no era necesario contar con algunas gotas de
sangre real para pertenecer a la primera nobleza”. El de Luna lleva al gobierno todo un programa político, que completaba y modificaba el
previsto por Enrique II, sin que disminuyese
un ápice el papel de la nobleza, antes incrementándola. “Durante poco más de un decenio, don
Álvaro de Luna pudo ensayar una nueva fórmula política que más tarde Isabel la Católica
haría suya”.
Los reinos hispánicos vivieron en el siglo
XV una grave crisis, que no se redujo a ser mera lucha por el poder entre partidos. Dos docenas de linajes aprovecharon las ocasiones que
47
CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINION
“La gran
aportación de
este sector
social a la
cultura
europea fue
descubrir que
la libertad
depende más
del
cumplimiento
del deber, que
de la exigencia
de derechos”.
brindaban los enfrentamientos, para ascender
al primer nivel, asumiendo títulos de ducados,
marquesados, y condados.
Después de unos años de conflictos, salpicados de intrigas, como los rumores de impotencia del monarca Enrique IV, por lo que no
podría tener descendencia; y de una guerra civil, llega al reinado Isabel (más tarde llamada la
Católica por especial concesión del Papa). Tras
otra guerra civil, la de 1475, se plantea la cuestión capital del papel de la nobleza, abordado
en las Cortes de Burgos de 1480 “a las que yo
me atrevo a llamar constituyentes por la importancia de las leyes que aquí se promulgaron”.
La nobleza tendría las tres misiones esenciales:
ser modelo y ejemplo en su conducta para el
conjunto de los súbditos, constituyendo una
minoría aproximada del 5% de la población;
servir a la Corona en aquellos oficios que lo requiriesen; y actuar como verdadero cuerpo político en relación con las Cortes, de las que, en
Castilla, no formaban parte.
Luis Suárez concluyó señalando que “entre
mediados del siglo XIV y mediados también
del XVII, un periodo de tiempo que corresponde a la que los historiadores recomendamos conocer como primera Modernidad, la influencia de la nobleza sobre la vida española
tuvo un valor decisivo”, con preferencia a la
estructura social y a la cultura. “Algunos de los
rasgos que indican el comportamiento, como el
beso de la mano o el saludo despojándose del
chambergo, se insertaron en la conducta. También ciertos defectos, como el desprecio de los
oficios mecánicos o la tendencia al endeudamiento”.
“Don Pedro, combatiente en la guerra de
Cataluña —dijo, para terminar, Luis Suárez—
había descubierto el sentido más profundo, la
verdadera razón de existir de la nobleza, en el
comportamiento moral. Y no se equivocaba; en
medio de innumerables defectos que pueden
señalarse, esa fue la gran aportación de este
sector social a la cultura europea: descubrir
que la libertad depende más del cumplimiento
del deber, que de la exigencia de derechos. Ser
noble no es tanto haber nacido como tal, como
saber comportarse”.
Faustino Menéndez Pidal
“El linaje y sus signos de identidad”
T
ras los saludos de rigor del Presidente del Casino de Madrid, Excmo. Sr. D. Ramón Muñoz-González y Bernaldo de Quirós, el
conferenciante comenzó su ponencia hablando de las “relaciones de méritos y servicios” que preparaban nuestros antepasados
desde fines del siglo XVI a fines del XVIII.
“Multiplicadas en copias manuscritas o en
ejemplares impresos, las repartían a las personas influyentes adecuadas quienes pretendían
un ascenso en la milicia, un mejor puesto en la
administración pública o incluso un título nobiliario. Eran algo semejante al curriculum vitæ
que presentan hoy los aspirantes a ciertos trabajos”. Pero con una diferencia esencial: en aquellas relaciones de antaño se recogen los méritos
y servicios prestados no sólo del pretendiente,
sino también de su padre, de su abuelo, de sus
tíos y antepasados. Los destinatarios antiguos
admitían que el pretendiente participaba de los
48
CICLO DE CONFERENCIAS
NOBLEZA, BLASONES, CARGOS Y NEGOCIOS EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI AL XIX
méritos de sus antepasados y parientes, que entre ellos existía una comunidad de merecimientos. Y esos merecimientos comunes se acopiaban en una entidad formada por todos los
parientes y superior a ellos: su propio linaje.
“Esta es la base de la idea de linaje—señaló MenéndezPidal--, una idea que muchos tienen hoy
por fenecida, pero que un observador atento ve
todavía aflorar acá y allá, porque es algo profundamente natural y humano”.
Tal y como señaló el conferenciante, el linaje
desplaza al individuo como sujeto de la calidad
de nobleza. La nobleza exclusivamente personal
quedará en situación marginal y de inferioridad
frente a la hereditaria. Incorporada esta calidad
al patrimonio transmisible del linaje, se redondea la idea de nobleza propia de nuestra cultura
occidental, cuya característica principal es ésta,
ser transmisible por herencia; será llamada por
eso "nobleza de sangre" para distinguirla claramente de las otras clases.
“El principio de herencia, que supone la
continuidad social, es modernamente el más denostado; no es admitido por la sociedad actual,
una sociedad inquieta, inestable, y por eso propicia al cambio”. Hoy, el sentido de continuidad
está en proceso de pérdida, sólo el instante
cuenta como refugio permanente; no extrañará
pues que no se acepte el principio de herencia
para la nobleza, ni que haya desaparecido la
percepción del linaje, ni que se rechace la Historia.
“La idea de linaje nace de la conciencia de
un patrimonio común, de derechos, de honra y
prestigio. La percepción será pues tanto más definida y fuerte cuanto mayor entidad tenga ese
patrimonio. (…) El linaje así entendido se ha
definido como «un conjunto de bienes tanto materiales como inmateriales que se perpetúa mediante la transmisión de su nombre, de su fortuna y de sus títulos por vía real o imaginaria».
Hay dos componentes o valores en estos patrimonios: espiritual y material, trabados e inseparables, como corresponde a la naturaleza humana.
El linaje, el nacimiento de cada uno, definirá
el puesto que ocupará en la sociedad y también
cómo debe comportarse, pues si quiere tomar
posesión de ese puesto ha de atenerse a las pautas que a él corresponden.
Hay dos señas de identidad del linaje: apellido y armas, cuya efectividad queda bien patente en la sociedad florentina del trecento: los que
cambiaban del grupo social de los magnati a los
popolani cambiaban su apellido y sus armas,
cambios que se registraban oficialmente en un
libro. Tanto las armas como el nombre - el nombre completo- no sólo expresa una individualidad diferenciada de otras, sino que expresa
también la personalidad social: si cambia de clase no puede conservarlos.
Faustino Menéndez Pidal aclaró también
que: “Lo que hemos designado como 'linaje noble' comprende bastante más que la familia inmediata. Prescindiendo aquí de los antepasados
y ciñéndonos sólo a los vivientes, el linaje noble
comprende desde luego a la familia próxima,
pero también a los parientes y, de alguna manera, a los criados. (…) El vínculo de unión con
los señores de la casa no era entonces el simplemente mercenario, como fue luego. No servían
con el único fin de ganar dinero; con su aproximación al superior se sentían honrados, porque
esa aproximación les incluía en la 'casa' y, en
cierto modo, en el linaje, según la interpretación
como grupo de poder”.
Hasta entrado el siglo XVIII, tal y como señaló el conferenciante, se mantuvo en las familias importantes la costumbre tan generalizada
en los siglos anteriores de tener como servidores
a deudos. El amo de la casa era casi siempre 'señor' o siquiera 'caballero'; los parientes que le
servían, simples hidalgos o dueñas pobres. El
parentesco se consideraba próximo hasta el tercer grado. Existía pues una gradación social
dentro del mismo linaje.
Factor básico de la fuerza del linaje, de su
poder en la sociedad, es su cohesión interna;
“que todos sus miembros procuren conservar y
acrecentar el patrimonio común asumiendo cada uno el puesto y la función que le corresponde”.
“El comportamiento noble es producto de siglos: no se improvisa”, dijo Menéndez Pidal. La
antigüedad del linaje es prueba de estabilidad,
firmeza y solidez; por eso se estiman más los linajes antiguos. La antigüedad es un timbre del
linaje noble: «Cuanto dende en adelante más de
lueñe vienen de buen linaje, tanto más crecen en
su honra y en su fidalguía».
En la conservadora Inglaterra, la gran mayoría de las gentes preferiría ser el vigésimo
Mister Tal que reside en el mismo solar de sus
mayores que el hijo o nieto de un político ennoblecido por un título. Muchas familias no tituladas de la landed gentry conservan la conciencia
de ser superiores a otras tituladas. Quizá hoy
resulte difícil comprender el enorme prestigio
que tenía lo tradicional, lo antiguo, no por meramente serlo, sino porque su continuidad era
garantía de calidad. Desde la Ilustración, al
prestigio de lo antiguo y tradicional se opone el
“El linaje, el
nacimiento de
cada uno,
definirá el
puesto que
ocupará en la
sociedad y
también cómo
debe
comportarse,
pues si quiere
tomar posesión
de ese puesto
ha de atenerse
a las pautas que
a él
corresponden”.
49
CICLO DE CONFERENCIAS
FORO DE OPINION
“El apellido ha
cumplido su
ciclo en la
Historia. Para
muchísimos ha
perdido todo
valor de
referencia al
pasado, un
pasado que se
ignora y que,
además, no
interesa de
veras, porque
no se
comprende
como causa del
presente”.
50
de la 'modernidad' y del 'progreso'; las 'novedades' han dejado de ser sinónimo de malas noticias y prestigian las modas en el vestir.
La antigüedad del origen del linaje fue
apreciada desde los tiempos más remotos. En
la España árabe de los reinos de taifas existía
una aristocracia o clase distinguida, bien diferenciada del vulgo, en cuyas familias se habían
hecho hereditarios algunos altos cargos. Un
panorama, como se ve, sumamente parecido a
la Europa cristiana, con una distinción social
que puede equipararse a la determinada por la
calidad de noble; había, incluso, diferente trato
de la ley para unos y otros. Almanzor se preciaba ya de descender de los conquistadores
asentados en Guadacorte. La ascensión en la
sociedad y la consolidación del lugar alcanzado por la aceptación de los demás son hechos
profundamente naturales: lo prueba que se den
en muy diversas culturas. La nobleza de inmemorial, como se decía, implica que no se conoce o no se recuerda su principio; no porque no
lo tuviera, sino porque éste fue paulatino y
producto acumulado de varias personas y de
varias generaciones del linaje.
Los dos factores esenciales sobre los que
descansa la existencia de la nobleza como grupo
social son la actitud de quienes la forman, manifestando pertenecer al grupo, y la aceptación de
tal posición por los otros. Este juego dialéctico
da lugar a un importante aspecto: la reconstrucción continua del linaje, la atención continuada
hacia sus valores, que explica los comportamientos de la nobleza, el exquisito cuidado de
las apariencias, en el
buen sentido de la palabra, que excluye el engaño.
El linaje viene a saciar así el innato deseo
de perpetuación: cada
uno de sus individuos
morirá ciertamente, pero
el linaje perdurará "hasta
el fin de los tiempos".
Evidentemente,
nada
humano es perdurable:
también los linajes mueren, mientras que otros
nacen. Es la continua renovación nobiliaria, que
tiene, naturalmente, épocas de aceleración y de
estancamiento.
Para terminar su intervención, Faustino Menéndez Pidal habló de las manifestaciones perceptibles que hoy en día podemos observar de la
idea de linaje: “Desde luego, no los emblemas heráldicos, los escudos de armas, confinados en su
tratamiento adecuado a un reducido círculo de estudiosos. Lo único perceptible es el apellido. Pero
el apellido ha cumplido su ciclo en la Historia. Para muchísimos ha perdido todo valor de referencia
al pasado, un pasado que se ignora y que, además,
no interesa de veras, porque no se comprende como causa del presente. El apellido se suprime ya
habitualmente en las presentaciones, en los nombres de los hijos políticos e incluso del cónyuge en
las esquelas, … Para estas personas, es simple formalidad administrativa, exigencia que figura en el
DNI, pero manifestarlo en la vida social corriente
sería tan absurdo como añadir el NIF de cada uno
en las ocasiones antes señaladas. Sólo en reducidos ámbitos algunos apellidos conservan las significaciones tradicionales, bien que mermadísimas.
Conforme a las orientaciones de la sociedad actual, que sumen al individuo en la uniforme masa,
el nombre de pila, signo individual, prima sobre el
apellido, signo de grupo”.
“¿Cómo va a subsistir la idea de linaje si hasta
pretenden borrar las palabras padre y madre? —dijo el conferenciante—. Para la inmensa mayoría, esta idea ha muerto. Un componente más
de nuestra tradicional cultura occidental que
desaparece, un componente más de esta nuestra
Europa que se disuelve. Porque Europa no es
sólo un espacio geográfico, ni una red de intercambios comerciales; Europa es, ante todo, una
tradición y una cultura”.
DE PAGINA 43
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