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EDUCACIÓN Y DESARROLLO. UNA PERSPECTIVA DESDE
LA DIVERSIDAD
Línea Temática: 4. Educación y Promoción de la Salud, Calidad de Vida y
Medio Ambiente
Prieto Jiménez, Esther
Dpto. de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Pablo de Olavide. Carretera
de Utrera, Km. 1, 41013, Sevilla, ESPAÑA [email protected]
Rodríguez Casado, María del Rocío
Dpto. de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Pablo de Olavide. Carretera
de Utrera, Km. 1, 41013, Sevilla, ESPAÑA [email protected]
Resumen: Las transformaciones sociales, económicas, políticas… que se están produciendo en
nuestro entorno en los últimos años, están contribuyendo a la conformación de una ciudadanía cada
vez más plural y diversa. Todo ello está demandando un especial interés, así como una serie de
respuestas que, en ocasiones, no sabemos muy bien como presentarlas.Desde nuestro punto de
vista, entendemos que la educación es la pieza clave que podrá contribuir al desarrollo de la
ciudadanía en su conjunto. Para ello partiremos, por un lado, del concepto de educación como
elemento transformador en la escuela y proceso educativo continuo, ya que la educación unida al
desarrollo posibilita nuevos retos sociales y exigencias de calidad y justicia. Por otro lado, nos
apoyamos en una Educación Intercultural (EI) como modelo de gestión para atender a la diversidad
cultural presente en las aulas. En esta misma línea, son múltiples los dilemas conceptuales
relacionados con la inmigración y educación que emergen desde el punto de vista socio-pedagógico.
Pues, en pro de permanecer luchando ante la situación de crisis actual, merece la pena seguir
profundizando en todos y cada uno de los términos planteados a fin de continuar alimentando los
debates pedagógicos de nuestra sociedad, con el objetivo de obtener una mayor transparencia y
claridad ante los conflictos que surgen y requieren ser solventados en materia socioeducativa.
Palabras Clave: Educación; Desarrollo; Educación para el Desarrollo; Educación Intercultural;
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Introducción
Los diferentes desajustes económicos que se están produciendo a nivel mundial, están generando
una serie de movimientos migratorios de ciudadanos en busca de una mejor calidad de vida. Debido
a esta convivencia de culturas en los distintos lugares del mundo, se ha ido apreciando un mayor
sentimiento de preocupación social, reflejado en la inquietud de analizar, asimilar y tomar
responsabilidad en la situación de la diversidad cultural. Por ello, comienzan a surgir distintos
conceptos relacionados con esta realidad, que cada vez van obteniendo más importancia en la
sociedad y a los que debemos prestar especial interés los profesionales que participamos en la
formación de la ciudadanía.
La educación se ha considerado una de las piezas claves para el desarrollo de las naciones en todos
sus ámbitos. A lo largo de estas líneas nos centraremos en presentar una perspectiva de la
educación tomando como referencia la diversidad. Para ello, a conceptos propios como la equidad y
calidad de todo el alumnado con el objetivo de que se pueda alcanzar la excelencia educativa para
todos y todas, independientemente de las particularidades que nos hacen diferentes a unos de otros.
Así en la Constitución Española del año 1978, observamos como en el artículo 27, se reconoce que
“la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los
principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, dice en su artículo 26, que “la
educación… favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos
los grupos étnicos y religiosos...”
En la Declaración de los Derechos del Niño (1959) se refiere en su artículo 29 a que:
“La educación debe ser orientada a desarrollar la personalidad, talento y capacidad mental y física del
niño, a fin de prepararlo para una vida adulta activa, inculcarle el respeto a los derechos humanos
elementales, su propia identidad cultural, idioma y valores, así como los antecedentes culturales y los
valores de los otros” .
Por último, queremos hacer referencia a La Ley Orgánica de Educación (LOE) que en su preámbulo
ya nos adelanta el carácter integrador que pretende, afirmando que:
“Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y
el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas posibilidades de sus
fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales,
de promover la solidaridad y evitar la discriminación, con el objetivo fundamental de lograr la
necesaria cohesión social”.
La educación y formación es la base para el desarrollo, pues, mediante ambas, se profundiza en
términos y situaciones de desigualdad, exclusión y pobreza. Este conocimiento de la realidad actual
constituye una mejora en el contexto. Es decir, a través de la formación-educación se genera una
serie de reflexiones que pueden provocar un tipo de acción para que se produzca un cambio y
transformación social en el entorno con el que trabajamos. Esto se conoce también como el principio
de la acción transformadora de la Educación para el Desarrollo (EpD)80.
80
Datos extraídos del contenido teórico del Master Universitario de Educación para el Desarrollo, Sensibilización Social y
Cultura de Paz de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla (Curso académico 2010 – 2011).
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De igual forma, a la hora de diseñar una acción formativa en Educación para el Desarrollo (EpD)
debemos tener clara la finalidad que perseguimos, el contexto en el que se ubican los destinatarios,
los posibles agentes implicados y las condiciones que pueden llegar a optimizar el proceso formativo.
Asimismo, debemos plantearnos que los movimientos sociales se crean siempre por un motivo y/o
idea para lograr un objetivo común. De ahí que se plantee necesario la existencia de vínculos y redes
sociales, tanto internas como externas, así como que se potencie habilidades y actitudes para
superar oposiciones.
Contextualización de la Educación para el Desarrollo (EpD)
En primer lugar, partimos de la Ley de Cooperación Internacional Ley 23/1998, de 7 de julio, en la que
se aprobó un marco legal general en torno a la cooperación al desarrollo y en el que la Educación
para el Desarrollo (EpD) fue considerada como:
“un conjunto de acciones que desarrolla las Administraciones Públicas, directamente o en
colaboración con Organizaciones no Gubernamentales para el desarrollo, con el fin de promover
actividades que favorezcan una mejor percepción de la sociedad hacia los problemas que afectan a
los países en desarrollo y que estimulen la solidaridad y cooperación activa con los mismos” (…) (Ley
23/1998 de Cooperación Internacional. Artículo 13).
Asimismo, se establecen las obligaciones al respecto exponiendo que:
“las Administraciones públicas promoverán el fomento del voluntariado y la participación de la
sociedad española en las iniciativas a favor de los países en desarrollo, así como la conciencia de la
solidaridad y la cooperación activa con los mismos por vía de campañas de divulgación, servicios de
información, programas formativos y demás medios que se estimen apropiados para tal fin” (Ley
23/1998 de Cooperación Internacional. Artículo 13).
Una de las definiciones más generalizadas y la que nos expone la Dirección General de Planificación
y Evaluación de Políticas para el desarrollo, es la presentada por Ortega Carpio (2006) que defiende
la Educación para el Desarrollo (EpD) como:
“proceso educativo (formal, no formal e informa) constante encaminado, a través de conocimientos,
actitudes y valores a promover una ciudadanía global generadora de una cultura de la solidaridad
comprometida en la lucha contra la pobreza y la exclusión, así como con la promoción del desarrollo
humano y sostenible” (Ortega Carpio, 2006b:15).
Por otra parte, desde el ámbito educativo formal, la vigente Ley Orgánica 2/2006 de 3 de mayo de
Educación (LOE), aborda la Educación para el Desarrollo (EpD) a través de la Educación para la
Ciudadanía en sus distintos niveles educativos. Su objetivo básico es ofrecer al alumnado un espacio
de reflexión, análisis y estudio acerca de las características fundamentales y el funcionamiento de un
régimen democrático, de los principios y derechos establecidos en la Constitución Española y en los
Tratados y en las Declaraciones Universales de los Derechos Humanos, así como los valores
comunes que constituyen el sustrato de la ciudadanía democrática en un contexto global (Ley
Orgánica 2/2006 de 3 de mayo de Educación. Preámbulo).
Por su parte, el Plan Andaluz de Cooperación al Desarrollo 2008 - 2011 (PACODE), tomando como
referencia el marco internacional en materia de cultura y desarrollo, considera una prioridad horizontal
de la cooperación el respeto por la libertad cultural. En este sentido, desde la cooperación andaluza,
se debe garantizar la toma en consideración de la diversidad cultural, del entorno en el que la misma
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se desenvuelva, profundizando en su conocimiento y amoldando en consecuencia el contenido de
sus intervenciones (PACODE, 2008 – 2011:22).
En cuanto a todo lo expuesto y en relación a las acciones de Sensibilización y Educación para el
Desarrollo (EpD) en la educación formal, que se llevan a cabo en la actualidad, se destacan la
mediación intercultural en los centros educativos y la prevención del absentismo escolar con
inmigrantes, además de un programa de mantenimiento de culturas de origen dirigido a los centros
con diversidad cultural.
Por esto último, el análisis de la Educación Intercultural (EI) en las actuaciones socioeducativa de los
centros escolares mantiene su pertinencia social y comunitaria en la actualidad, teniendo como base
la relación con la Educación para el Desarrollo (EpD).
La diversidad cultural en la Educación para el Desarrollo (EpD)
Como se ha mencionado anteriormente, la Educación para el Desarrollo (EpD) se puede presentar
desde diferentes perspectivas, ya que engloba un ámbito muy amplio en el que poder intervenir. Sin
embargo, en esta ocasión, nos centramos en el modelo de educación ante la diversidad cultural que
debe existir en nuestra sociedad y en el que se lleva trabajando varias décadas atrás.
Con respecto a la educación intercultural, se expone en el Plan Estratégico Ciudadanía e Integración
2007 – 2010 que:
“una gestión efectiva de la interculturalidad requiere del sistema educativo el impulso del
conocimiento, la percepción y la compresión de grupos y culturas distintos a los propios de tal modo
que, la búsqueda de las semejanzas y la comprensión de las diferencias, logran una convivencia
enriquecedora. La incorporación curricular de la educación en valores y para la ciudadanía se
presenta por tanto como un instrumento esencial para alcanzar una adquisición de competencias y
conocimientos interculturales” (Plan Estratégico Ciudadanía e Integración 2007 – 2010:225).
Asimismo, desde nuestra postura, se aboga por una Educación Intercultural (EI) que englobe a todo
el alumnado por igual y no sólo al alumnado que viene de fuera, así como que se enmarque en todos
los centros escolares, no sólo en aquellos con presencia de minorías étnico-culturales, ya que
fomentaríamos la gestión de la diversidad desde lo multicultural.
De acuerdo con Besalú (2002), la educación intercultural es fundamentalmente una actitud y un
comportamiento relativo al tipo de relaciones que se dan entre culturas particulares que conviven en
un ambiente determinado. Por ello, una de las bases de la educación intercultural deberá ser el mejor
conocimiento mutuo y la mejor compresión para llegar a un espacio referencial para todas las
personas, en donde se practiquen normas de convivencia que respeten a las diferencias (En Ortega,
I., 2004:47).
No podemos finalizar este apartado, destinado a la argumentación de la necesidad de trabajar la
Educación Intercultural (EI), desde la perspectiva de la Educación para el Desarrollo (EpD), sin
matizar que, entendiendo que el proceso de socialización de un menor de edad es considerado una
de las etapas más importantes de la vida, seria conveniente profundizar en ella desde diferentes
contextos socioeducativos, inculcando nuevos y viejos valores socioculturales.
Todo lo anteriormente expuesto conllevaría el fomento de una educación orientada al desarrollo de la
personalidad y las capacidades del menor con un fin último común: potenciar el respeto a los
Derechos Humanos y a los valores culturales – nacionales propios y de sociedades distintas a la
suya.
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La Educación Intercultural (EI)
En 2010, se publicó un documento denominado “Objetivos de la Educación para la Década 2010 –
2020 aprobado por el Consejo de Ministros. En el presente se toma como objetivo: “Educación
inclusiva, diversidad e Interculturalidad: derecho a la diferencia sin diferencia de derechos”. De la
misma forma, se expone el deber de garantizar la educación inclusiva, el reconocimiento de la
diversidad y la interculturalidad con el establecimiento de los medios y recursos necesarios para que
los centros educativos, sostenidos por fondos públicos, puedan asegurar la plena incorporación e
inclusión, en condiciones de igualdad de oportunidades.
Sin embargo, no podemos dejar al margen los cada vez más elevados índices de diversidad cultural
presente en nuestros centros educativos. A esta cuestión, debemos unir el carácter ambiguo que
sostiene el concepto de interculturalidad frente al término de multiculturalidad, aunque en muchas
ocasiones el primer concepto es el más usado.
Con la finalidad de establecer una aclaración sobre ambos conceptos tratados, exponemos a
continuación varias acepciones, según el espacio temporal y la perspectiva de diversos autores, que
tratan sobre la educación ante la diversidad cultural.
Cuadro nº 1: Modelos de gestión de la educación ante la diversidad cultural
EDUCACION INTERCULTURAL
EDUCACION MULTICULTURAL
La educación intercultural intenta educa en el
conocimiento, compresión y respecto de las diversas
cultural; se apoya en el intercambio entre culturas,
como valor positivo que enriquece a la sociedad;
pretende establecer diálogo entre diversas culturas; es
un proyecto de intercambio y solidaridad; es universal y
supera la mera coexistencia de culturas (De Miguel,
1995)
En concreto, De Miguel (1995) puntualiza que la
educación multicultural es aquella que se refiere sólo a
centros escolares con presencia de minorías étnicas,
que aplica programas para mejorar el rendimiento
escolar sólo del alumnado inmigrante o de las minorías
étnicas y que se apoya en la enseñanza de varias
lenguas y varias cultural, realizando acciones puntuales
relacionadas con tópicos y esteriotipo.
La educación intercultural propone un modelo de
análisis y actuación que afecte a todos los ámbitos del
proceso educativo, luchando por la igualdad de
oportunidades, la superación del racismo y la
competencia intercultural en todos los individuos,
independientemente de su grupo cultural de referencia
(Aguado, 2003).
Una década después, la multiculturalidad sigue
haciendo referencia a la coexistencia de diferentes
culturas en una misma sociedad. Por tanto, cualquier
sociedad compleja es multicultural por definición, ya que
este concepto crea una etiqueta estática acerca de
individuos que pertenecen a diferentes grupos
diferenciados entre sí por razones culturales, lo cual
aparece en cualquier sociedad existente (Pulido, 2005).
Se define la educación intercultural teniendo en cuenta
las siguientes características: a) las diferencias son
dinámicas y cambiantes, constituyen la norma y el foco
de la reflexión educativa; b) va dirigida hacia todo el
alumnado y miembros de la sociedad; c) como objetivos
se plantea el logro de la igualdad de oportunidades
educativas para todas las personas y la superación de
la discriminación y el racismo; d) contribuye a la
cohesión social y tiene como meta una educación de
calidad para todas las personas; y e) como fin, toma la
escolaridad como medio para conseguir una vida digna
(Aguado, 2004).
La educación multicultural mantiene los siguientes
rasgos: considera la escuela como el lugar que refleja
las relaciones interétnicas, pero desde una perspectiva
estática de las culturas que acentúa las diferentas; pone
en marcha actuaciones educativas dirigidas a alumnado
en función de sus distintos orígenes étnicos-culturales;
favorece acciones que sólo afectan al curriculum de la
escuela sin tener en cuenta las relaciones de poder
existentes entre las diferentes culturas; realizan
intervenciones centradas en establecer sólo contacto
entre distintas culturas, por lo que se incluye en ellas
tópicos culturales de las minorías (Barandica, 2006).
La educación intercultural debe tener como base el
conocimiento mutuo y la mejor comprensión para llegar
a un espacio referencial para todos y todas, en donde
se practiquen normas de convivencia que respeten a
las diferencias (Besalú, 2002).
Existencia de diferentes culturas en un mismo espacio
sin procurar cambios reales desde el punto de vista de
la interacción cultural (Olivencia y Pedrero, 2010:34)81.
81
Para un detalle más exhaustivo consultar Diversidad Cultural y Atención Socioeducativa. Una visión desde diferentes
prismas. Capitulo II. 2010: 31.
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Claves para la puesta en práctica de la EI en el marco de la EpD
Tras lo trabajado en líneas anteriores, entendemos que por un lado, la Educación para el Desarrollo
(EpD) comprendida como ámbito estratégico, ya que contribuye a que la ciudadanía pueda responder
a los nuevos retos que se plantean en diferentes campos. Y, por otro lado, nos planteamos como reto
educativo la Educación Intercultural (EI) que desde la Educación para el Desarrollo (EpD) se permite
dar respuestas basadas en derechos, en la promoción de capacidades humanas y en la ayuda
inclusiva.
Por consiguiente, estaríamos hablando de una Educación Intercultural (EI) centrada en la promoción
del respeto por todas las culturas y basada en la percepción de la mutua aceptación e interrelación de
las diferentes culturas en contacto. Con esta acepción introduciríamos innovaciones y otras
propuestas de mejora en el ámbito socioeducativo, así como diversos planteamientos sobre las
políticas socioeducativas actuales.
Como conclusión, teniendo en cuenta que se ha mencionado sutilmente, queremos insistir en la idea
de sociedad global dentro del marco de la Educación para el Desarrollo (EpD) entendida según Mesa
(1994) como una educación para la ciudadanía global que debe responder a la crisis del desarrollo,
surgida a partir de los años noventa, y que debe defender sus contenidos de manera reflexiva y
crítica sobre el fenómeno de la globalización, reafirmando el vínculo entre desarrollo, justicia y
equidad.
Cabe que destaquemos, en esta sección, que todo proceso educativo está inmerso en una realidad
compleja y diferente para cada persona y que, por ello, sería necesario trabajar en los siguientes
propósitos:
1. Reflejar de forma más concisa de qué manera atender a la diversidad cultural con la finalidad de
promover y desarrollar Programas de Educación Intercultural (PEI), tanto en el ámbito social
como en el educativo.
2. Fomentar una educación inclusiva orientada y dirigida a la diversidad para que el alumnado
aprenda estrategias de resolución de conflictos de manera cooperativa y solidaria.
3. Potenciar la creación de entornos cooperativos para dar respuesta a las diversas necesidades y
demandas de la sociedad en colaboración con las redes sociales más cercanas, formales e
informales, con la idea de implicar a toda la comunidad socioeducativa en la mejora de su
contexto.
Nuestra labor como educadores, consistirá en seguir cultivando esa semilla que ya encontramos en
nuestro alumnado, que está compuesta de tolerancia y diversidad, y que con nuestras iniciativas y
compromisos, sepamos mantener la implicación de estos niños en la difícil tarea de construir una
sociedad en la que cualquier grupo, raza o cultura puedan tener su lugar, sin necesidad de oprimir a
otra.
Es necesario, que los educadores proporcionemos un medio cultural y experiencial enriquecido, en el
que pueda desplegar plenamente sus capacidades (Palacios, Marchesi y Coll, 1996). Pero ello
demanda, a su vez, una mayor dotación de recursos, tanto materiales como humanos, adaptados a
las necesidades actuales de la ciudadanía; sino todo el esfuerzo sería en vano.
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Reflexiones finales
Abogamos por una implicación de la Educación Intercultural (EI) generalizada en todos los ámbitos
del sistema educativo, pero otorgamos más relevancia, si cabe, a los primeros años de la
escolarización. De esta manera consideramos imprescindible su incorporación en los primeros niveles
del proceso educativo, es decir desde la infancia. Es en la más tierna infancia cuando se adquiere la
identidad personal y social y para adquirirla “se van alternando identificaciones con diferenciaciones,
es decir, el niño va sabiendo quién es porque reconoce en sí mismo características de los demás y
también porque se distingue de otros al interactuar y adoptar papeles complementarios a los de ellos”
(Lebrera Baena, 1997).
La Educación Intercultural (EI) se debe desarrollar desde ambos sectores escolares, es decir, no se
debe de intentar conseguir una asimilación por parte de los niños que procedentes de otras culturas,
ingresan en nuestro sistema escolar. Si persiguiéramos esta intención, estaríamos rechazando las
características propias de su cultura, de una forma consciente o inconsciente anularíamos su
identidad cultural. Tampoco perseguimos la idea de “igualar” las distintas culturas que puedan
converger en un lugar determinado, sino que nuestro único fin debe ser, igualar las oportunidades
educativas para alumnos culturalmente diferentes.
Debemos, por tanto, plantear un proceso de enseñanza y de aprendizaje en el cual tengan cabida
todas las culturas, y mediante el estudio de sus características peculiares y la aplicación de valores
como el respeto y la tolerancia, puedan llegar a convivir en una misma sociedad, puedan llegar a
realizar proyectos de futuro comunes y, de esta manera, garantizar un enriquecimiento social.
La Educación Intercultural (EI), debe asumir el protagonismo en nuestro sistema educativo actual. La
atención a la diversidad, el conocimiento de los distintos rasgos que caracterizan y diferencian a las
culturas, la asimilación y el respeto de las identidades culturales propias y ajenas, es la misión
principal que debe preocupar a la escuela. Esta misión es responsabilidad de toda la comunidad
educativa en su conjunto. Es necesario que, tanto profesores, padres, alumnos y los organismos
directivos del sistema educativo, tomen conciencia de la realidad y sean capaces de encontrar una
línea de actuación conjunta que les permita conseguir una convivencia plural, que en ningún caso
pueda llegar a suponer una amenaza para nadie, sino que sea esta misma diversidad, la que
enriquezca el desarrollo personal, colectivo y global.
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Reseña Curricular de la autoría
Esther Prieto Jiménez: Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla. Profesora
en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Vicedecana
de Relaciones Internacionales e Institucionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
Pablo de Olavide de Sevilla. Presidenta de la Asociación de Jóvenes Investigadores de Teoría e
Historia de la Educación (AJITHE). Miembro del Grupo de Investigación de Educación de la
Universidad Pablo de Olavide (GEDUPO). Miembro de la Sociedad Española de Educación
Comparada. Miembro del Consejo Editor de la Revista Foro de Educación. III Premio Nacional Pedro
Rosselló a la mejor Tesis Doctoral en el ámbito de la Educación Comparada. Entre sus líneas de
investigación se encuentran las siguientes: Diseño, desarrollo y evaluación de programas y proyectos
socioeducativos, Educación para el Desarrollo, innovación, estudios comparados.
María del Rocío Rodríguez Casado: es Diplomada en Trabajo Social y Educación Social, con
Master en Educación para el Desarrollo, Sensibilización Social y Cultura de Paz por la Universidad
Pablo de Olavide. En la actualidad, es Becaria de la Facultad de Ciencias Sociales y Colaboradora
Honoraria del Departamento de Ciencias Sociales, en el Área de Teoría e Historia de la Educación de
la Universidad Pablo de Olavide. Doctoranda en el programa de Desarrollo y Ciudadanía: derechos
humanos, igualdad, educación e intervención social de la Universidad Pablo de Olavide. Miembro del
Grupo Emergente SEJ-457 denominado “La atención a la Diversidad Cultural en Centros Educativos”
y del Grupo de Investigación de Educación Ambiental, Diversidad y Codesarrollo de la Universidad
Pablo de Olavide. Entre sus líneas de investigación se pueden destacar la interculturalidad en el
contexto socioeducativo, la educación para el desarrollo con enfoque intercultural, actuaciones ante la
diversidad cultural en el marco escolar y actualmente trabaja en materia de migraciones y género.
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