Crecimiento y desarrollo

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Capítulo 610 Crecimiento y desarrollo & e610-1
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En un recién nacido, la esclerótica es fina y translúcida y tiene una
coloración azulada. La córnea es bastante grande en el neonato (mide
10 mm de promedio) y alcanza el tamaño adulto (casi 12 mm) hacia
los 2 años de edad o antes. Su curvatura tiende a aplanarse con la
edad y cambian de manera progresiva las propiedades refractivas del
ojo. La córnea normal es perfectamente transparente. En los prematuros, la córnea puede presentar una turbidez opalescente transitoria.
La cámara anterior del recién nacido es poco profunda, y las estructuras angulares, importantes para mantener una presión intraocular
normal, aún deben diferenciarse más después del nacimiento. El iris,
típicamente de color azul o gris claro en los recién nacidos de raza
blanca, experimenta un cambio progresivo de coloración al
aumentar la pigmentación del estroma en los primeros 6 meses de
vida. Las pupilas del neonato tienden a ser pequeñas y a menudo
difíciles de dilatar. Con frecuencia se observan vestigios de la membrana pupilar (cápsula vascular anterior) en la exploración oftalmoscópica, que forman líneas semejantes a telarañas en la abertura pupilar, sobre todo en neonatos pretérmino.
El cristalino del neonato es más esférico que el del adulto; su
mayor potencia refractiva sirve para compensar la longitud relativamente corta del ojo infantil. El cristalino continúa creciendo a lo
largo de la vida, y se añaden nuevas fibras a la periferia que empujan
a las antiguas hacia el centro del cristalino. Con la edad, el cristalino
se va haciendo cada vez más denso y resistente a los cambios de
forma propios de la acomodación.
El fondo de ojo del neonato está menos pigmentado que el del
adulto; el patrón vascular coroideo es muy visible y el patrón pigmentario de la retina a menudo presenta un punteado fino. En algunos
recién nacidos muy pigmentados, el fondo de ojo muestra un lustre
gris u opalescente. En el neonato las marcas maculares, sobre todo el
reflejo luminoso foveal, están peor definidas y pueden ser difíciles de
distinguir. La retina periférica se ve pálida o grisácea y sus vasos son
inmaduros, sobre todo en prematuros. El color de la papila óptica
varía entre rosa y ligeramente pálido, y en ocasiones grisáceo. Hacia
los 4-6 meses el aspecto del fondo se asemeja al del ojo maduro.
En muchos recién nacidos se observan hemorragias retinianas superficiales. Suelen absorberse de forma rápida y rara vez dejan secuelas. La mayoría de las hemorragias retinianas de origen obstétrico desaparecen en el plazo de 2 semanas, la resolución completa se produce hacia las 4-6 semanas de vida. También puede haber hemorragias
conjuntivales, que se reabsorben espontáneamente sin consecuencias.
En ocasiones se observan vestigios del sistema vascular hialoideo
primitivo, como pequeños penachos o estructuras filiformes que se
proyectan desde la papila (papila de Bergmeister) o como una fina
banda que atraviesa el vítreo; a veces, sólo permanece un pequeño
punto (punto de Mittendorf) en la superficie de la cápsula posterior
del cristalino.
El ojo del recién nacido es algo hipermétrope. La tendencia
general es que la hipermetropía aumente desde el nacimiento hasta
los 7 años. Posteriormente, el grado de hipermetropía tiende a disminuir con rapidez hasta los 14 años, por lo que puede llegar a
desaparecer. Si el proceso continúa, se presenta miopía. La hipermetropía sigue decreciendo, o la miopía aumenta, de forma más
lenta hasta la tercera década de la vida. El estado refractivo en un
momento dado depende del efecto de muchos factores: el tamaño del
ojo, el estado del cristalino y la curvatura corneal.
Los neonatos suelen tener los ojos cerrados la mayor parte del
tiempo, aunque pueden ver, reaccionar a los cambios de
iluminación y fijar puntos contrastados. Se calcula que la agudeza
visual del recién nacido se sitúa en torno a 20/400. Una de las
respuestas más precoces frente a estímulos visuales definidos es el
interés del bebé por la cara de su madre, sobre todo cuando come.
Hacia las 2 semanas de edad, el neonato muestra un interés más
mantenido por los objetos grandes y hacia las 8-10 semanas puede
seguir un objeto a lo largo de un arco de 180 grados. La agudeza
mejora con rapidez y puede alcanzar valores de 20/30-20/20 hacia
los 2-3 años de edad.
Muchos neonatos normales pueden tener una coordinación
imperfecta de los movimientos y el alineamiento ocular durante
las primeras semanas, aunque debe alcanzarse una coordinación
adecuada hacia los 3-6 meses, y generalmente antes. La desviación
persistente del ojo en un recién nacido debe ser estudiada.
El llanto no suele acompañarse de lágrimas hasta después de
1-3 meses. Los bebés prematuros tienen menor secreción lagrimal refleja y basal, por lo que las medicaciones tópicas pueden concentrarse más y producir desecación rápida de la córnea.
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