Documento 721428

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VOTO PARTICULAR QUE FORMULA EL SR. MINISTRO SERGIO
A. VALLS HERNÁNDEZ EN EL AMPARO DIRECTO EN
REVISIÓN 103/2014, RESUELTO POR LA SEGUNDA SALA DE
LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN.
La Segunda Sala, en sesión de doce de marzo de dos mil
catorce, con la mayoría de tres votos, resolvió el Amparo Directo en
Revisión 103/2014 en el sentido de considerarlo improcedente, tras
considerar que los planteamientos del recurrente son de legalidad,
incluso los referentes a la aplicación del principio pro persona.
Lo anterior, tras considerar que en la demanda de amparo no
se planteó la inconstitucionalidad de una norma general, ni se
propuso la interpretación directa de un precepto de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos o un derecho humano
establecido en un Tratado Internacional del que el Estado Mexicano
sea parte, así como que tampoco se expusieron argumentos que
vincularan al Tribunal Colegiado para llevar a cabo la interpretación
directa de algún precepto constitucional, limitándose a controvertir
cuestiones de mera legalidad.
Además, se afirmó que los aspectos sobre los que se
pronunció el órgano colegiado en la sentencia recurrida, se refieren
única y exclusivamente a aspectos de mera legalidad, sin que fuera
un impedimento para dicha afirmación el principio pro persona y su
inaplicación en beneficio del recurrente, toda vez que tal cuestión
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 103/2014
implica sólo un problema de legalidad relativo a la aplicación de ese
principio.
En cuanto al contenido del principio pro persona, en la
sentencia se sostuvo que sólo exige preferir la norma más amplia o
la interpretación más extensiva cuando se trate de reconocer o
favorecer derechos humanos, y a la inversa, elegir la norma o la
interpretación más restringida cuando se trate de restricciones al
ejercicio de estos derechos o de su suspensión extraordinaria, pero
de ninguna manera supone la inaplicación de las reglas de
procedencia del recurso de revisión en amparo directo.
En términos de lo anterior, si bien los agravios planteados por
la parte recurrente son esencialmente aspectos de legalidad por
referirse a la valoración de las pruebas por parte de la Sala
responsable, no comparto la afirmación en la que se califican los
planteamientos referentes a la aplicación del principio pro persona
como cuestión de legalidad, ya que en mi opinión, aun cuando es
objeto de estudio su “aplicación”, es un planteamiento de
constitucionalidad por las razones que expondré a continuación.
El principio pro persona tiene rango constitucional, al estar
previsto en el artículo 1° constitucional, como ya lo reconoció el
Tribunal Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación al
resolver la Contradicción de tesis 293/2013 y afirmar que el Poder
Reformador le otorgó dicho rango.
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Además, el principio pro persona es
un método de
interpretación, una herramienta armonizadora y dinámica de las
normas de derechos humanos, que gozan de supremacía
constitucional, por lo que su interpretación y aplicación comparten
también dicho carácter.
Se actualiza la aplicación de dicho principio en los casos de
duda generados por la duplicidad en la regulación de un derecho, y
las diversas interpretaciones y antinomias que ello genera, así como
por la multiplicidad de normas aplicables, en los que es inviable la
aplicación de los criterios tradicionales de solución de antinomias,
dando lugar a una interpretación a favor de la persona en términos
de la Constitución.
En ese sentido, la aplicación del principio pro persona es un
mandato constitucional que exige la interpretación de las normas
relativas a derechos humanos en concordancia con la Constitución y
los
tratados
internacionales
de
la
materia,
por
lo
que
necesariamente dicha interpretación requiere tomar en cuenta como
punto de partida y análisis, a las normas constitucionales, al
momento de llevarla a cabo.
En esos términos, no comparto las consideraciones en las que
se sostiene que los planteamientos referentes a la aplicación del
principio por persona son cuestiones de legalidad, ya que en mi
opinión, al ser un principio de rango constitucional y tener como
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objeto de aplicación a las normas de derechos humanos que son de
contenido constitucional, es una cuestión de constitucionalidad.
Sin embargo, tampoco considero que su aplicación deba ser
en todos los casos y a favor de las pretensiones del quejoso, sino se
deben cumplir los supuestos de su aplicación, que en mi opinión, en
términos de lo resuelto por el Tribunal Pleno, son los siguientes: 1)
que se trate de una norma de derechos humanos, 2) que sea un
caso de duda o antinomia generada por la posible duplicidad en la
regulación de dicho derecho o por la multiplicidad de normas
aplicables e interpretaciones del mismo.
Así su aplicación será con el objeto de resolver dicha
antinomia o duda, favoreciendo en todo tiempo la protección más
amplia. Lo anterior, acorde al pronunciamiento del Tribunal Pleno en
el sentido de que el principio pro persona es un criterio
interpretativo, una herramienta y un elemento armonizador y
dinámico, de aplicación obligatoria.
En esos términos, en mi opinión, los planteamientos referentes
a la aplicación del principio pro persona son cuestiones de
constitucionalidad, siempre y cuando se cumplan los supuestos que
actualizan su aplicación, lo que debe ser motivo de estudio y
análisis, con el objeto de determinar si estamos ante una cuestión
de dicho carácter.
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En el caso no se cumplen los requisitos que actualicen su
aplicación y por tanto, el control constitucional de la inaplicación del
principio pro persona no es aplicable, ya que la ahora recurrente
planteó en los conceptos de violación la omisión de aplicar el
principio pro persona de forma insuficiente y categórica, sin esgrimir
argumentos para justificar la actualización de los supuestos de su
aplicación, como el estar ante una antinomia o duda respecto a una
norma en materia de derechos humanos, o su aplicación.
En los conceptos de violación, la quejosa -ahora recurrenteadujo la violación a diversos derechos humanos por el indebido
análisis de los documentos probatorios por parte de la Sala
responsable, omitiendo realizar una interpretación en su beneficio,
puesto que ha sido privado del empleo que venía desempeñando
como Agente del Ministerio Público de la Federación, sin que exista
resolución o medio que acredite la renuncia o la imposibilidad de
desempeñar tal cargo.
El Tribunal Colegiado, al resolver se refirió al principio pro
persona, afirmando que estaba impedido para valorar las pruebas
buscando el “mayor beneficio” del quejoso, ya que no señaló qué
pruebas son las que no se analizaron por la responsable.
En contra de esa y otras consideraciones, el recurrente
planteó en su único agravio que el Tribunal Colegiado vulneró los
artículos 14, 16 y 17 constitucionales, en relación con los artículos
76, 78 y 79 de la Ley de Amparo, al pasar por alto el principio pro
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persona en cuanto a la interpretación que beneficie al quejoso, para
lo cual, tenía a su disposición los autos del expediente relativo al
juicio de nulidad.
En esos términos, en mi opinión, aun cuando la quejosa se
refirió al principio pro persona, su aplicación no es obligatoria al no
actualizarse los supuestos para ello, ya que la recurrente se refirió a
la valoración de las pruebas por parte de la autoridad responsable,
sin plantear la existencia de normas de derechos humanos
contradictorias, o múltiples, o la existencia de diversas o
contradictorias interpretaciones de un mismo derecho, que al ser
objeto de aplicación por parte del juez, no haya elegido la más
favorable.
Por el contrario, la recurrente solo hace referencia a la
indebida aplicación de las normas adjetivas relativas a la valoración
de las pruebas, derivando la violación al principio pro persona del
análisis de las pruebas en términos de dichas normas adjetivas
aplicables, y no por duda respecto a las posibles interpretaciones de
dichas normas o la multiplicidad de normas aplicables, o la
existencia de antinomias, supuestos de aplicación del principio pro
persona no referidos y que no se cumplen, planteando así, solo
cuestiones de legalidad.
Por las razones anteriores, en mi opinión, los planteamientos
referentes al
principio pro persona no deben calificarse como
cuestiones de legalidad solo por consistir en la “aplicación” de dicho
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principio, ya que al tratarse de casos de duda y antinomias de
normas de derechos humanos y sus posibles interpretaciones, al ser
el principio pro persona la herramienta armonizadora por mandato
constitucional de dichas normas, los planteamientos referentes a su
aplicación serán una cuestión de constitucionalidad.
En ese sentido, no coincido con lo resuelto por la Segunda
Sala, en razón a que en mi opinión, el recurso de revisión debió ser
admitido por plantear la aplicación del principio pro persona, y
posteriormente, ser calificado como infundado después de analizarlo
y determinar que no se cumplen los supuestos de aplicación de
dicho principio.
MINISTRO SERGIO A. VALLS HERNÁNDEZ
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