Rev. de Med . E. G. Navarm II: 176, /() j i) Tratamiento de las úlceras gastt·oduodenales perforadas :J. Voltas La úlcera gastroduodenal, en su tendencia terebrante, puede akanzar la serosa y producirse así una solución de continuidad en la pared, dando lugar a una de las complicaciones del úlcus, la perforación. Dada la frecuencia en la actualidad de la úlcera péptica y admitiendo que la perforación es una complicación bastante corriente, pues se da en un 5 a 10 por cien de pacientes con úlcera péptica probada (Lefebre 11) comprenderemos porqué resulta ser tema de interés el ocuparse de su tratamiento. La perforación se localiza comunmente en el duodeno principalmente en la parte superior y anterior de la primera porción (Martinis y colab. 16), siguiendo el orden de frecuencia la gran curvadura del estómago y la zona yustapilórica; en la mujer no parece existir esta predisposición duodenal. Quizá este mayor número de perforaciones duodenales con respecto a las gástricas, sea simplemente debido a la mayor frecuencia del úlcus duodenal; según una reciente estadística de Franquelo 8 de 1.187 úlceras, 914 eran pilorod uodenales y sólo 273 gástricas. Esta complicación se advierte preferentemente en el varón. Algunos autores opinan que quizá esto sea debido a la mayor frecuencia del úlcus duodenal en el hombre con respecto a la mujer; se- gún la misma estadística de Franquelo de 855 úlceras piloroduodenales, 755 correspondían a hombres y solamente 104 a mujeres. Pero parece ser que existen otros factores que condicionan esta observada predisposición en los varones, ya que si sólo fuese debido a que en la mujer es menos corriente el úlcus duodenal debería seguir existiendo aproximadamente la misma proporción numérica, y esto no es ni mucho menos así. García Barón 9 ha encontrado que sólo el 3, 4 por cien de las perfon'\ciones ocurría en mujeres; y en otros aµtores la diferencia es mayor. En las 83 de Franquelo sólo hubo una mujer; de 94 casos de Lefebre 11 , una mujer. En cuanto a la edad, el mayor porcentaje se observa entre los 20 y los 40 años, siendo poco común por debajo de 20 y excepcional por encima de los 70. Normalmente la perforación se presenta en pleno brote úlceroso, coincidiendo con una comida copiosa, infección intercurrente, etc. Pero no es raro observar que la perforación sea la única manifestación de una úlcera hasta el momento ignorada . Según aparezca la perforación en un enfermo con brotes ulcerosos anteriores o bien en un enfermo carente de toda historia , algunos autores diferencian aquella en crónica y aguda respectivamente. Junio 1958 TRATAi\IIENTO DE LAS ÚLCERAS GASTHODUODENALES PEHFORADAS La perforación del úlcus duodenal produce una peritonitis tóxica inicial que evoluciona, si no se trata adecuadamente, transformándose en una peritonitis bacteriana en la mayoría de los casos. El tiempo transcurrido desde el accidente perforativo hasta la instauración de la peritonitis séptica, guarda estrecha relación con el horario de la última comida. El estado de vacuidad del estómago es un elemento de real valor en la evolución de estos enfermos (Cerdán Alfonso"). Cuando la perforación sobreviene a 8 horas o más de la última comida el paso al peritoneo de las sustancias contenidas en el estómago y la contaminación son menores y más lenta la evolución de la peritonitis séptica. No es excepcionai que después del cuadro tumultuoso de la perforación se produzca una franca mejoría de los síntomas generales y locales y por adherencias con los órganos vecinos o el epiplón, se llegue a la curación espontánea de la perforación (perforación cubierta). Para que el tratamiento tenga una E:ficacia máxima, es necesario un diagnóstico lo más precoz posible ya que si se retrasa la intervención las posibilidades de salvar al enfermo disminuyen con rapidez, de un 4,5 por cien en los intervenidos antes de pasar 12 horas de la perforación a un 35 por cien cuando ya han transcurrido más de 12 horas (Desmond y Seargeant 7). El diagnóstico de la perforación de una úlcera gástrica o duodenal es por re,gla general fácil de establecer por lo típico del cuadro clínico: el dolor intensísimo de comienzo brusco, la contractura de los músculos abdominales y en muchos casos la historia de molestias gástricas crónicas. Es muy útil el examen roentgenológico, ya que el neumoperitoneo es signo patognomónica de la perforación aunque su falta no la excluye ya que sólo se presenta en un 60 por ciento de los casos. Una vez llegado al diagnóstico de una perforación gastroduodenal, cabe preguntarnos cual es el mejor tratamiento a se- 177 guir. Esta pregunta ha sido contestada de un modo muy distinto por unos u otros autores. Dejando aparte la simple epiploplastia y otros métodos como el de Pérez Fontana 23 que utiliza el ligamento suspensorio del hígado en el cierre de las perforaciones gastroduodenales, y el recientemente descrito por Manoliu Furnica 1 1. 15 , que emplea la vesícula biliar como material de cierre en al perforación duodenal, podemos decir que en la actualidad quedan reducidos a: l.º Tratamiento incruento por medio de la aspiración gástrica. 2.º Sutura simple de la perforación con o sin gastroenterostomía y 3.º Resección gástrica primaria. Tratamiento comervador.~Este método cuenta con pocos adeptos, a pesar de los buenos resultados que con él parece obtener Taylor 3o, 31 · 32 • 33 . Consiste en esquema, en la aspiración gástrica continua previo vaciamiento del estómago con un tubo de Faucher; mantenimiento parenteral del balance electrolítico y administración de antibióticos. Se pretende con ello, que cese la contaminación, drenando al exterior las substancias que pasarían a la cavidad peritoneal, confiando el cierre de la perforación a la serosa, la cual, en su natural tendencia fibroplástica, se basta para cerrar la solución de continuidad y reabsorber el exudado y líquidos derramados, si se impide la reinvasión peritoneal con nuevas substancias. Para emplear este procedimiento, es fundamental tener la seguridad de que realmente el cuadro abdominal agudo, es producido por una perforación gastroduodenal y no por otra causa, como por ejemplo, una perforación de un divertículo duodenal, que aunque rara (Mousseau y De Ferran 2º) puede ocurrir, en las perforaciones de divertículos de Meckel, o perforaciones intestinales de cualquier otra etiología. En los ulcerosos crónicos el diagnóstico es fácil, pero es precisamente en éstos, en los que tal sistema terapéutico tiene menos éxitos. Se- 178 J. V O L T A S gún Taylor y Warren 32 , los más entusiastas defensores de este método, en los ulcerosos crónicos la mortalidad asciende al 14 por cien y las complicaciones a un 80 por cien. El mismo Taylor 33 en una de sus últimas publicaciones hace notar que los ulcerosos crónicos tratados por el procedimiento no quirúrgico, siguen con sus molestias y es necesario intervenir en un 60 por cien de los mismos. En estos casos por lo tanto es aconsejable la gastrectomia parcial, y sólo debe emplearse el tratamiento conservador en los muy graves, en los que está aquella contraindicada. Las dificultades surgen en los ulcerosos agudos, de quienes se carece de antecedentes dispépticos y, en un 40 por ciento la falta de neumoperitoneo, hacen dudar dei diagnóstico. De decidirse por la aspiración gástrica como tratamiento de la perforación, hay que seguir cuidadosamente la evolución de los síntomas y signos en que se diferencian las perforaciones cerradas de las permeables. Cuando el pulso se acelere progresivamente, se eleve la temperatura, o empeore el estado general; cuando persista la contractura de la musculatura abdominal o el dolor, o· aumente el neumoperitoneo, es señal de que el tratamiento por medio de la aspiración ha fallado y hay que recurrir a la intervención quirúrgica, como es lógico, con un peligroso retraso. Para valorar la eficacia del método, como muy bien hace observar Sánchez de Vega 2 7, debemos hacerlo en función de la mort1lidad con él obtenida y en orden a la proporción en que se recurrió al tratamiento quirúrgico; y el mismo Taylor 31 , se ve obligado a intervenir a un 12 por cien de los pacientes tratados por medio de la aspiración. En la actualidad este método, representa una evidente mejora como tratamiento coadyuvante preoperatorio, ya que, liberando al peritoneo de las substancias existentes en el estómago, se mantiene el estado general, alargándose el períado de tiempo útil para realizar, con Vol. 11 posibilidades de éxito, la adecuada intervención quirú1;gica; pero como tratamiento exclusivo, sólo debe ser empleada en los enfermos asistidos tardíamente con estado general grave y que se suponga no puedan resistir una intervención quirúrgica, en los enfermos con signos evidentes de perforación cubierta y también, como última medida, en pacientes que rehuyen la intervención. Sutura simple.-Es un método sencillo, con resultados suficientemente buenos para ser aceptados por algunos como procedimiento de elección (Bishop y Lipin 2 ; Schink 29; Titland 35). Thorban 34 califica al estómago como órgano vital, y no considera a la perforación gastroduodenal como causa justificada para la práctica de una resección gástrica. En cuanto al tipo de sutura, mientras unos abogan por el cierre del orificio y plicatura (Me Caugham y Bowers 12), hay quien la admite en un solo plano con puntos entrecortados, por ser más sencilla y de mejor curso postoperatorio (Bremen y Jambe 3). Debemos reconocer que es un método que puede realizarse con gran rapidez y con mínimas manipulaciones intraperitoneles, poca duración de la anestesia y extraordinaria facilidad técnica, factor éste decisivo, si el operador no domina la cirugía gástrica. Pero no puede considerarse el mencionado como tratamiento definitivo del perforado gastroduodenal, ya que sólo tiende a evitar el paso del contenido gástrico a la cavidad peritoneal, sin tener en cuenta las posibilidades evolutivas de la úlcera, y lo que interesa lograr con la intervención es, no solamente solucionar el problema agudo, sino también curar la enfermedad ulcerosa, y esto no lo lograremos con la sutura simple, ya que de un 60 a 80 por cien de los pacientes tratados con tal método, continúan con sus molestias ulcerosas y de un 38 a 50 por cien requieren un tratamiento quirúrgico ulterior, aparte de que la motralidad operatoria con el sis- Junio 1958 TRATAMIENTO DE LAS ÚLCERAS GASTRODUODENALES PERFORADAS tema expresado no es despreciable. Según Martinis y colaboradores 16. es de un 13,4 por cien, pudiendo aceptar como media de unos a otros autores un 10 por cien (Pierandozzi 24). Johnson 10 halla en enfermos intervenidos de resección gástrica alrededor de un 10 por cien de úlceras concomitantes gástricas y duodenales. En ocasiones, por lo tanto, en el momento de la perforación existe ya otra úlcera que puede evolucionar igual que la que estamos tratando; hecho no infrecuente ya que, según Manfredi 13 , la incidencia de reperforación en operados y suturados gástricos o duodenales es de un 1O a 20 por cien. Por otra parte Schaanning 28 publicó dos casos de pacientes tratados por medio de una sutura, que murieron porque la úlcera continuó destruyendo la pared gástrica. Ga~trectomia subtotal primaria.-Es el método ideal. Ha sido impugnado por algunos, alegando que hs manipulaciones necesarias para practicarla hacen que aumente la contaminación peritoneal; y que por lo tanto lo más correcto es practicar la simple sutura, dejando la gastrectomia parcial para un segundo tienÍpo con el enfermo en mejores condiciones. Sánchez de Vega 26 , en un estudio muy detallado sobre la evolución postoperatoria de la peritonitis por perforación del úlcus gastroduodenal, hace observar que la infección derivada de aquella es ligera, que cede fácilmente a la terapéutica antibiótica y a la defensa peritoneal, si se evita la continua invasión del peritoneo suprimiendo el orificio de comunicación. Creemos que el modo de suprimir el foco infectivo representado por la úlcera es la resección gástrica. Hay una serie de indicaciones para la gastrectomía con las que están de acuerdo la mayoría de los autores, que son: l.º Perforados de edad avanzada sin otra complicación. 2.º Cuando existen perforación y hemorragia. 8 179 3.º Perforación en enfermo con una historia ulcerosa que dura más de seis meses o con úlcus probado por rayos X. 4.º Cuando en el momento de Ja intervención se observe que la úlcera es crónica. 5.º Perforación por neoplasia y 6.º Perforación en enfermos con obstrucción pilórica. Algunos añaden a estas indicaciones. Ja perforación de úlcus gástrico (Martinis y colab. 16) ya que el pronóstico de estos perforados, en las mujeres y en los enfermos de edad avanzada es verdaderamente más sombrío (Matheson 17). . ~uchos son los. que ponen co.mo condícíon para practicar la rcsccc;ón, que el tiempo transcurriao desde la perforación hasta la intervención no sea superior a las 6 u 8 horas, porque entonces la primitiva peritonitis tóxica se ha transformado ya en peritonitis bacteriana. Desde luego el tiempo transcurrido es un factor importantísimo en el pronóstico, tanto en los enfermos tratados por medio de una gastrectomía primaria como en los que lo han sido con una sutura simple. Desmon y Seargeant 7 , comprueban que la mortalidad en los enfermos perforados tratados por medio de la gastrectomía. cuando aún no han pasado l2 horas de su accidente perforativo, es de 1,8 por cien, y cuando han transcurrido más de 12 horas la mortalfüad asciende a un 33 por 100; en otro grupo de enfermos tratados por simple sutura, la mortalidad es en el primer caso de 7 ,3 por cien y en el segundo de 36.3 por cien. Vemos por lo tanto que la mortalidad es en ambos casos mayor por simple sutura. El tiempo transcurrido de la perforación y la edad def paciente no deben decidir el tipo de intervención; es el estado general; son la infección peritoneal y las condiciones locales, Jos datos que deben ser tomados en cuenta (Nana y Mircioiu 22 ). 180 J. V O L Allen 1 , Danicico s, Del Bello 6, Moore 19, Museran y colab. 21 , Quast 25 , Valentino y Scopetta 36, y tantos otros, son del parecer, que en los enfermos tratados por medio de una resección, es menor la mortalidad operatoria, la frecuencia de las complicaciones y la necesidad de una reintervención. Creemos por tanto que los éxitos obtenidos por una gastrectomía primaria justifican el método, sin que con ellv TA S Vol. /! queramos decir, que deba practicarse de un modo sistemático; estamos plenamente convencidos de que, como muy bien dicen Mialaret y colab. 1s, la abstención, la sutura y la gastrectomía, todas tienen sus indicaciones; pero, lo estamos igualmente, de que cada vez será mayor e1 número de enfermos perforados tratados por medio de una gastrectomía subtotal primaria, y menor el de los que serán tratados por la sutura simple. BIBLIOGRAFÍA l. 2. 3. 4. e>. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. ALLEN, F. R. J. Nat. M. A. 48: 384, 1956. BrsHOP, C. A. y R. J. 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