3509 - historia del diseño 2 - barroco español

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BARROCO ESPAÑOL
El estilo se difunde en Europa, desde principios del siglo XVII, y se prolonga hasta la segunda
década del siglo XVIII. Nace en Italia, con gran esplendor estético, y se extiende por casi toda
Europa y América.
Los arquitectos que trabajaban en Roma como Borromini, Vignola y Bernini comienzan a
abandonar el clasicismo, utilizando curvas y formas plásticas. También, hay un cambio
fundamental, en las fachadas, en las que los arquitectos juegan con los efectos de luz y sombra, pero
esto sólo ocurre en las iglesias. En las viviendas privadas, las ventanas fueron mayores y llevaban
mayor decoración en sus marcos.
El Barroco español comenzó durante el reinado de Felipe III (1598-1621) y se mantuvo
durante los reinados de Felipe IV (1621-1665), Carlos II (1665-1700) y Felipe V (1700-1746);
durante los reinados de Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788) se utilizan en las
ciudades los detalles del rococó, pero también empiezan a aparecer las características del
neoclásico.
Los primeros treinta años del siglo XVII, marcan el período de transición hacia el Barroco,
propiamente dicho.
Durante el reinado de Felipe III, el país acentúa su bancarrota política y económica. Hasta
esos años, la moda española influenciaba a casi todas las cortes europeas, pero a partir de ese
momento, todas éstas fueron influenciadas por el Barroco italiano, menos España que tomará la
influencia flamenca.
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ROCOCÓ
El estilo Rococó en España, no llegó a todo el país, la influencia francesa se dio en la Corte,
apoyado por el rey Carlos III que creó las Manufacturas Reales, generando el nacimiento de la
escuela ebanística. También hizo llegar de Francia e Italia a artesanos y entre ellos el diseñador más
destacado fue Matías Gasparini.
En las distintas regiones españolas no llegó el rococó francés, sino algunos detalles
decorativos y en las regiones cercanas al océano Atlántico llegó el rococó inglés (Chippendale).
La decoración con rocalla, “haricot”, lazos, moños, ángeles, etc. y la pata cabriolé se usaron
por poco tiempo, por esta razón, al estilo, en el país, se lo atribuye a la última parte del Barroco.
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DISEÑO INTERIOR
Se multiplicaron y agrandaron los ambientes. Se utilizó la línea curva en edificios y
decoración.
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Como el objetivo del estilo era emocionar y llamar la atención del espectador, todo se llenaba
de abundante ornamentación con flora y fauna, como si fuera un escenario.
La decoración abundante era costosa y el mobiliario se cambiaba dos o tres veces por año, por
lo tanto, se trató de prohibir el lujo y el derroche, por medio de leyes suntuarias y otras, llamadas
pragmáticas.
El diseño interior durante el rococó cubría las paredes con estucos floreados. La rocalla y los
motivos asimétricos aparecían pero en forma simple.
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La sala del estrado
La utilización del estrado se debió a dos razones: una funcional, aislar del frío suelo de
piedra, la zona destinada a sentarse, mediante una tarima de madera, sobre la que se colocaba una
alfombra; la otra es de tipo representativo...
Su importancia aumenta con el paso del tiempo, reservándose su uso a las damas y
persistiendo hasta el siglo XVIII. Las damas españolas se sentaban al uso morisco, sobre
almohadones de terciopelo o guadamecí, en torno a braseros de plata,...
Cuando el estrado femenino acrecentó su importancia fue durante el siglo XVII, allí se
ubicaban alfombras de Turquí y Persia. Según un manuscrito del Abate Arnolfini, fechado en 1622,
en la casa noble, debe haber tres estrados, uno mejor que otro.
...Primero se entra al estrado “de respeto”, que tiene tapices, alfombras y algún sillón, luego
está el “de cumplimiento”, que es una sala cubierta con damascos y terciopelos, cuadros, bufetes
(mesas) de ébano y marfil y sillones de vaqueta, alfombras moriscas, escritorios con marqueterías y
vitrinas, donde se exponían pequeños objetos costosos. En el dormitorio de la dama estaba el
estrado “de cariño”, donde ésta se reúne con sus amigas, se sientan sobre almohadones, alrededor
de un pequeño brasero de plata, en el que se echaban “huesecillos de olivas”, que producían un
olor agradable. La utilización del brasero... fue algo característico de la vida doméstica española.
De plata sobre peana de ébano o marfil, en las salas y pequeños, siempre en el mismo metal, sobre
los estrados, y sobre los que también había bufetillos (mesitas) de plata...Se mostraba en los
estrados la mayor ostentación, desde los más sencillos hasta los más ricos.
Un estrado común se instalaba en una sala con guadamecíes, cuatro sillas, tres taburetes, un
bufete (mesa), una alfombra central con almohadones de terciopelo carmesí, pero los más ricos
tenían almohadones de terciopelo verde con borlas y guarniciones de plata, un brasero también de
plata, alrededor se instalaban taburetes pequeños, donde se sentaban los caballeros para poder
gozar de los olores producidos por lo que se quemaba en el brasero...
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Pisos
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Los pisos, en de las ciudades, se utilizaron piedras o losetas cerámicas, algunos en damero, en
los pisos altos, madera.
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Paredes
Se buscaba crear efectos luminosos, generando entrantes y salientes, para esto se utilizaban
pilastras de forma estípite y columnas griegas, romanas y salomónicas. Además de usarse
numerosas cornisas molduradas.
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Puertas y ventanas
Se utilizaba el mármol para enmarcar las aberturas. Utilizando sobre los dinteles frontones
partidos.
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Telas y tapices
Se importaban tapices de Bruselas, terciopelos y brocados de Milán y Florencia, la mayoría de
usaba con flecos de oro, y reemplazaban a los guadamecíes.
Las telas podían cubrir toda la pared e incluso sobre ellas se disponían cuadros y espejos.
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Espejos
El campo de los espejos era pequeño, pero su superficie se agrandaba con grandes marcos
decorados, realizados en plata o madera dorada.
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Durante el rococó, agrandaron su superficie y se ubicaban sobre la chimenea.
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Cueros
Con la invasión árabe, en el siglo VIII, se introdujo la forma de curtir, teñir y dorar el cuero,
permitiendo gran variedad de usos y aplicaciones.
Los cueros más empleados en la decoración fueron los “cordobanes” y los “guadamecíes”.
El “cordobán” era la piel de macho cabrío, especialmente tratada por los musulmanes, en la
ciudad de Córdoba, cuya calidad, flexibilidad y suavidad lo hicieron famoso en Europa, siendo
exportado a diferentes países.
Se empleó para confeccionar gran cantidad de objetos: estuches, cajas, bandejas,
encuadernaciones, zapatos y guantes. También se revistieron muebles como bancos de zaguán,
sillones fraileros y arcas.
En el siglo XVI, numerosos asientos, sillas de tijera o sillones fraileros se revistieron con
cordobanes oscuros o negros, decorados con círculos o flores de lis.
Durante el siglo XVII aparecieron bancos de zaguán almohadillados, con ornamentación
vegetal. También cofres, arcas y arquillas llevaban cordobán oscuro sostenido por clavos y herrajes
“Guadamecí” es la piel de carnero curtida, dorada, grabada y policromada. Su nombre
proviene de la ciudad de Ghadamés, oasis del Sahara.
Se aplicaba en forma ornamental en estuches, cajas, arcas, sillones, almohadones, manteles,
encuadernaciones, retablos, frontales de altar, pero para lo que más se usó fue para tapizar paredes y
cubrir suelos.
Numerosos palacios y casas de los siglos XV, XVI y XVII, tenían en sus salones
guadamecíes, que resistía la humedad y eran más baratos que los brocados y damascos.
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Hubo tres centros productores de guadamecíes: el andaluz, con la ciudades de Córdoba,
Granada, Sevilla y Jaén; el levante con Barcelona, Valencia y Lérida y en centro con Madrid,
Toledo y Valladolid. El centro principal, durante varios siglos fue Córdoba.
La mayoría de los talleres dejaron de trabajar con la expulsión de los musulmanes de España.
Las principales técnicas empleadas fueron: tallado, grabado, repujado, rebajado, estampado,
ferreteado, plateado, dorado, recortado, bordado y pespunteado.
Los motivos decorativos más antiguos eran temas de lacerías a base de rectas y curvas
entrelazadas. En este período no se usó el dorado, ni el plateado. También se usan temas persas,
semejantes a los de las telas de la época.
En los siglos XVI y XVII corresponden a la mejor producción de los cueros decorados. Los
temas decorativos se toman de las telas, se utilizaron el dorado y el plateado y los colores rojo,
verde, azul, negro, carmín y blanco. Un motivo muy empleado fue el rombo con un centro floral.
Al terminar el siglo XVI, aparecieron águilas bicéfalas, grifos, medallones, caballos marinos,
grutescos y columnas.
Durante el siglo XVII, la decoración se basó en los estilos franceses, y los motivos del siglo
anterior se agrandaron, mientras que los rombos perdieron importancia.
Se introducen frutos, jarrones floridos, amorcillos tirando flechas, pájaros, estaciones del año
y temas chinos. Se siguen imitando los tejidos, especialmente el brocado veneciano en oro y plata.
En el Rococó se tenía preferencia por la rocalla dorada, en relieve, sobre fondo oscuro,
también por los arabescos y los motivos reticulados.
El período neoclásico y el siglo XIX llevan a la declinación de los guadamecíes. Las telas
estampadas y la utilización del papel pintado contribuyeron a esta decadencia.
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Techos
Los techos, en las ciudades, se pintaban con frescos ilusorios como en Italia.
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MOBILIARIO
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Materiales
Los materiales eran lo más destacado frente al diseño o las terminaciones. El nogal continuó
siendo la madera más empleada, siendo usados en el norte: castaño, haya y roble. También se
hicieron arcas para ropa, de cedro, por su aroma agradable, pero como este árbol, no es común en
España fue sustituido por el alcanfor de las Indias (América). También se utilizaban palo santo, palo
de rosa, palisandro y caoba. Además seguían usando ébano, boj, marfil, nácar y carey para taraceas.
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Muebles
Durante el siglo XVII se siguió usando la jamuga, sin cambiar su forma, pero sin taracea y
con los frentes de las zapatas rematados por estrías.
El sillón frailero en su evolución hacia el Barroco, recortaba y ondulaba la chambrana. Los
brazos tomaban la forma curva y el respaldo se elevaba presentando curvas en el copete. Algunos
fraileros tenían un faldón con la misma decoración que la chambrana.
Las sillas evolucionan como el frailero recortando y tallando la chambrana y torneando las
patas. Los respaldos altos con balaustres, arquerías y tallas, siendo rematados con copetes iguales a
la chambrana.
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A partir de 1660, no falta en ninguna casa española, la silla portuguesa con respaldo y
bastidor de cuero repujado con grandes clavos y remates de bronce en forma de vaso, entre los
cuales hay un copete curvo. Las patas delanteras eran siempre torneadas, con chambrana delantera
formada por dos “S” cruzadas.
Los bancos eran más usados que las sillas, seguían siendo plegables, sin brazos, con respaldo
inclinado, sostenido con bisagras, con decoración barroca y almohadillados de cuero, patas abiertas,
de lira, sostenidas con fiadores de hierro.
Las mesas de refectorio llevaban patas con torneado salomónico.
Las de fiador, complicaban a este, en forma de “S”, adosándoles zarcillos.
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Las mesas de faldón, lo ensancharon más aún y aparecieron dos cajones.
Durante el rococó se usó el tocador.
Los bargueños conservaron la forma superior de arcón, pero se le agregaron molduras rizadas
de ébano, nácar o cristal pintado en el interior, la puerta central llevaba un frontón partido, apoyado
sobre columnas salomónicas y presentaba un gran faldón tallado.
Los armarios tenían dos puertas con casetones de talla vegetal y frontones ondulados.
Los arcones se cubrían con cuero o telas tachonadas o se tallaban. Los “de novia” catalanes,
con cajones pequeños para guardar joyas, con doble tapa pintada y los laterales tallados o
marqueteados.
Las camas con baldaquín sostenido por columnas torneadas y cabecero con arquerías y
agregados de bronce y marfil, de la zona gallego-portuguesa.
Las de Olot llevaban el cabecero festoneado y pintado con patas cabriolé.
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EL MUEBLE POPULAR
El Renacimiento provocó una renovación en el arte y el diseño interior generando
refinamiento y riqueza que influyeron en el mobiliario.
Tallistas, orfebres y esmaltadores trabajaron con los ebanistas en la confección de muebles
lujosos. De Madrid y Barcelona este movimiento se extendió a las provincias donde se adaptaron
los modelos.
Apareció así el mueble provinciano, algo pesado y con decoración rústica. Los bronces,
porcelanas y taraceas de marfil fueron sustituidos por relieves de madera y pinturas. Los artesanos
de ciudad imitaron el trabajo cortesano.
En cambio, el mueble rural fue realizado por artesanos anónimos o campesinos, que
trabajaron la madera con herramientas rudimentarias, construyendo sus propios muebles. No les
interesó la moda extranjera, sólo su comodidad y empleaban técnicas heredadas de sus padres.
Usaban maderas locales, cuya decoración fueron tallas geométricas toscas. Donde se podía ver el
“horror vacui”, ya que rellenaban los frentes con círculos, rosetas, estrellas, espirales, flores o
lacerías.
En los siglos XVI y XVII, durante el reinado de la casa de Austria y en la época barroca, el
mueble fue realizado con materiales y decoración lujosos. Algunas piezas podían competir con las
piezas italianas.
Mientras, España trataba de mantener su hegemonía política en Europa, el diseño interior, se
caracterizaba por la desaparición de las tallas platerescas del siglo anterior, sustituidas por tallas
gruesas y profundas de hojas.
Se copiaron temas geométricos y resurgió la lacería morisca. El torneado se aplicaba a la
cabecera de las camas y a las puertas de alacenas y armarios.
Con los Borbones, en el siglo XVIII, el diseño interior cambia en la Corte, entre la nobleza y
la alta burguesía, pues se adoptan los estilos franceses de los Luises.
En el mueble popular, el único estilo francés que se utilizó fue el Luis XVI, por sus formas
rectas y por la facilidad de repetir lazos y guirnaldas florales, prevaleció durante casi todo el siglo
XIX.
•
MOBILIARIO
Los muebles más tradicionales fueron los que se usaban junto al hogar, bancos, escaños,
taburetes, sillas y mesas.
En las casas más lujosas hubo cofres, armarios, sillones, arquimesas, bargueños y la gran
mesa de sala, y en los dormitorios la cómoda.
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Entre los muebles típicos estaban las sillas de tipo mallorquín y en Cataluña fueron famosos
los “arcones de novia” y las camas Olotinas.
En las sillas, a partir del siglo XVI, el nogal reemplaza al pino blanco y las formas cuadradas
y macizas llevaban tallas. Los respaldos incorporaban arquerías sostenidas por barrotes torneados.
En el siglo XVII, por influencia del Barroco apareció la decoración en las patas delanteras y
en la chambrana. A fines del siglo y en el siglo XVIII, predominaron los largueros torneados y se
eleva el respaldo, rematado por copetes en forma de venera o círculos con tallas en relieve. El
asiento de madera cambia por el de anea.
Se impone el sillón renacentista con respaldo y asiento de cuero, clavado y repujado. Este
sillón frailero tuvo tanta aceptación por sus formas sencillas y comodidad, que en los siglos XVI y
parte del XVII, lo copian en Inglaterra, Alemania, Francia y los Países Bajos.
En Andalucía se realizaron sillas torneadas, pintadas de azul, rojo o verde con decoración
floral de color amarillo o rojo. Los asientos eran de anea y los respaldos curvados o rectos con
aldabas.
En las “arcas de novia”, de nogal, con talla, la decoración se componía de arquerías falsas
sostenidas por columnas talladas en relieve y motivos florales sobre fondos lisos, en el siglo XVIII
apareció la marquetería floral.
La corriente italiana renacentista dejó sentir su influencia y las arcas de pino que se cubrieron
de terciopelo rojo y se les aplicaron herrajes y clavos para disimular su rusticidad.
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Las mesas tenían grueso tablero rectangular con patas gruesas y torneadas, solían llevar dos o
tres cajones y su frente decorado.
Las camas, de cabecera alta, decorada, que se construían en Olot (Gerona). Estas, barrocas o
neoclásicas, con pinturas ingenuas o religiosas, enmarcadas por curvas o rodeadas de guirnaldas
florales que alternaban con relieves de estuco dorado o plateado.
En Mallorca la cama tenía cabecera alta con arquerías dobles, balaustres y tallas con patas de
columnitas torneadas.
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NEOCLÁSICO: CARLOS IV (1788-1808)
Cuando el Barroco llegó a su fin, se observaba una reacción contra esa exageración en la
ornamentación que terminó en el Rococó; se produjo una rápida evolución, en la que influyeron las
Academias de Bellas Artes, cuya tarea era dar normas sobre la vuelta al clasicismo puro. Estas
reglas estuvieron influenciadas por los descubrimientos ocurridos en Pompeya, antigua ciudad
romana, ubicada en ese momento en el reino de Nápoles, cuyo rey Carlos de Borbón, sería el futuro
Carlos III de España, (1759-1788).
Cuando ascendió al trono Carlos IV, (1788-1808) gobernó ayudado por favoritos, poco aptos
para gobernar.
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DISEÑO INTERIOR
El estilo neoclásico siguió las influencias del estilo Luis XVI francés, llegó a los virreinatos
americanos, pero no al Río de la Plata.
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Pisos
Se usaron pisos de maderas finas y mármoles, en la Corte.
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Paredes
Se cubrían con empanelados de maderas finas, con taraceas grutescas. También se pintaban o
empapelaban llevando motivos pompeyanos, como falsas perspectivas arquitectónicas y guirnaldas.
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Chimeneas
Se utilizaron chimeneas de mármol blanco, con espejos de marcos dorados, sin olvidar el
brasero de bronce con peana.
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Telas y tapices
Las sedas bordadas y las tapicerías, como las realizadas en los talleres reales de Santa
Bárbara. En esta fábrica trabajó Francisco Goya, produciendo cartones sobre temas populares.
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MOBILIARIO
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Materiales y decoración
Casi todos los ebanistas y artistas de este período trabajaron y realizaron muebles en estilo
barroco o rococó, pero con ornamentación cada vez más simple.
A fines del siglo XVIII, había muchos ebanistas en la zona mediterránea, pero sus obras no
tenían originalidad, sólo copiaban los modelos franceses.
Los Talleres Reales que funcionaban desde 1636, lograban algunos muebles originales, por
ejemplo: los de la “Casa del Labrador” de Aranjuez o la “Casita del Príncipe” del Pardo, realizadas
en la época de Carlos IV. El rey era aficionado a la ebanistería y trabajaba personalmente en los
talleres reales de El Escorial.
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Si bien la caoba, ya se usaba desde hacía tiempo, a partir de este momento se usó como
característica del estilo, además se utilizaban muebles pintados con colores suaves y dorados, en los
cuales la madera era de inferior calidad, como la haya, el pino o el peral. Se usan enchapados de
palo santo y palo de rosa.
Los motivos de taraceas cambian totalmente, en ese momento se usaron rombos y en general,
temas geométricos o grutescos, con la aplicación de gran cantidad de bronces.
La aversión a la línea curva del barroco-rococó fue tan extrema, que se llegaron a realizar
volutas con forma cuadrada.
La decoración fue simétrica, utilizó estrías, grecas, guirnaldas, ánforas, grutescos y motivos
orientales, griegos y temas pompeyanos.
Las patas eran rectas, estípite, de sección circular, extremadamente finas, desapareciendo las
chambranas.
En los baquetones se ubicaban guirnaldas de bronce con cintas en forma de “X” y los frisos de
mesas, cómodas y bureaux se coronaban con galerías de bronce.
En España se podía seguir la evolución de este estilo en los diseños del arquitecto Ventura
Rodríguez, nacido en 1717, cerca de Madrid.
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Muebles
Las sillas más características fueron las de respaldo de peineta, única creación del país,
todavía de la época de Carlos III, con marquetería de ébano, en el respaldo; o pintadas. Otras con
respaldos sumamente variados, a veces calados.
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Las cómodas fueron prismáticas, estaban cubiertas de marqueterías, con las que se
disimulaban los cajones.
Las camas proyectadas por V. Rodríguez tuvieron formas varíadas, sin baldaquín, pero las
“Olotinas” seguían teniendo silueta barroca en el cabecero y patas cabriolé, pero usaban colores
suaves.
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SEGUNDO NEOCLÁSICO: FERNANDINO (1808-1833)
El paso del Neoclásico: Carlos IV al Segundo neoclásico: Fernandino fue violento; porque
llega de la mano de la invasión napoleónica.
El estilo Imperio francés fue impuesto por Napoleón, regalando, a los nobles, muebles del
nuevo estilo, macizos con aplicaciones de bronce cincelado.
Durante los últimos años del reinado de Carlos IV y la primera década del siglo XIX, llegaron
a España, los primeros muebles Imperio, con carácter propio, técnica, materiales y ornamentación,
definidos en los proyectos de los arquitectos Percier y Fontaine.
Los últimos años del reinado de Carlos IV representan la transición entre el estilo Luis XVI y
los primeros años del Consulado francés.
El estilo Imperio transcurrió durante el reinado de Fernando VII (1808-1833) y continuó
después de la muerte de éste, durante el gobierno de la “Reina Gobernadora”, que representó un
estilo más burgués, que correspondió a la época de la Restauración y el reinado de Luis Felipe, en
Francia.
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DISEÑO INTERIOR
En los salones se empiezan a ubicar arpas y pianos, con placas de porcelana de Sèvres o
Wedgwood, como en París, sin olvidar el brasero.
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Paredes
Se utilizaron telas cubriendo las paredes, como si fueran tiendas de campaña, o se usaron
papeles pintados con aspecto de telas plegadas o con grutescos.
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Espejos
Se usaron los Psiques franceses, estos eran grandes espejos, de formas geométricas, ubicados
entre dos columnas, que apoyaban sobre un pie.
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MOBILIARIO
Los primeros diseños y ejemplares de muebles fueron conocidos por los ebanistas de los
Talleres Reales, bastante tiempo después, de los regalos de Napoleón y por los maestros de los
talleres provinciales, algo más tarde. Llegó a Cataluña, las Baleares y algunos puntos del sur y
alcanzó gran desarrollo, en los dos primeros decenios del siglo XIX.
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Barcelona, Olot, Valencia, Castellón y Cádiz fueron los centros de producción.
Los Talleres Reales cambiaron el mobiliario y llenaron los palacios españoles con sillas,
consolas, cómodas y camas Imperio y con otros muebles que fueron copiados por la burguesía.
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Materiales y decoración
Se empleó la caoba maciza o como enchapado, además de ébano, boj, castaño, peral y abeto.
Se usó la talla, cuyos motivos fueron: esfinges, cisnes, águilas y en general todos los motivos
decorativos usados por los franceses, pero de mayor tamaño.
Las aplicaciones de bronce dorado y cincelado fueron sustituidas por metal dorado o tallas de
madera dorada, en general toscas.
A lo largo del siglo XIX, el mueble popular repitió estos modelos, aunque casi no existen, en
la actualidad, estos muebles de tipo popular, y sólo quedaron algunos de corte.
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Muebles
En Mallorca, el ebanista Adrián Ferrán, construyó tocadores rematados con grandes espejos
sostenidos por elementos tallados y dorados, además de camas y cunas; pero los muebles más
creativos fueron los sofás y divanes.
Los muebles fernandinos se caracterizaban por los cisnes y las águilas, muy grandes, con
cabeceros de cama desproporcionados, con siluetas de vasos con frutas y la forma de góndola.
Durante el gobierno de la “Reina Gobernadora” (1833-1843), la línea se hace más simple y
van desapareciendo los bronces y las tallas doradas, siendo reemplazadas por taraceas con filetes
metálicos.
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BIBLIOGRAFÍA
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 Bennett Oates, Phyllis, Historia dibujada del Mueble Occidental. Ed. Blume. España 1984.
 Bomchil, Sara; Carreño, Virginia, El mueble colonial de las Américas y su circunstancia
histórica, Ed. Sudamericana. Argentina 1987.
 Brian, Estilos de la Decoración, Ed. L.E.D.A. España 1980.
 Feduchi, Luis, El mueble español, Ed. Polígrafa, España 1969.
 Feduchi, Luis, Historia del mueble, Ed. Blume, España 1986.
 Ginsburg, Madeleine y otros, Historia de los textiles, Ed. Libsa, España 1993.
 Meyer, F. S., Manual de Ornamentación, Ediciones Gustavo Gili, México 1994.
 Payne, Christopher, Concise Encyclopedia of Furniture, Ed. Conran Octopus, G. Britain
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 Wills, G., Baroni, D., Chiarelli, B., El mueble, historia, diseño, tipos y estilos, Ed. Grijalbo.
España 1985.
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