HISTORIA DE LAS CONSTELACIONES

Anuncio
HISTORIA DE LAS CONSTELACIONES
Daniel María Arcones
Las constelaciones son agrupaciones estelares arbitrariamente relacionadas entre
sí. Puesto que en el cielo lo único que vemos es una proyección de todos los astros,
nos encontramos que las estrellas que se encuentran próximas en la bóveda del
cielo formando una constelación, en realidad se encuentran separadas entre sí
distancias que pueden ser enormes.
El Zodíaco
Uno de los grupos de constelaciones más famosos es el zodíaco y es también uno
de los más antiguos. Actualmente está formado por doce constelaciones, y posee
una importancia especial por que es el grupo de constelaciones por donde discurre
la eclíptica, es decir, por donde se va desplazando el Sol a lo largo del año. Como la
Luna y los planetas poseen órbitas que además se encuentran prácticamente en el
mismo plano que la órbita terrestre, estos también se mueven en el cielo cerca de
la eclíptica, cruzando también todas las constelaciones del zodíaco.
La visibilidad de las constelaciones
Excepto las estrellas, y por tanto las constelaciones circumpolares que son visibles
en cualquier noche del año, el resto de las constelaciones que son ocultadas
temporalmente por el horizonte, sólo son visibles en determinadas épocas del año.
Así es frecuente oír que Orión es una "constelación de invierno para el hemisferio
norte y de verano para el hemisferio sur ", mientras que el Cisne o Sagitario son
"constelaciones de verano para el hemisferio norte y de invierno para el sur",
mientras que la constelación de Andrómeda posee su mejor época de visibilidad
en otoño. El resultado de todo esto es que durante un año completo, mientras
la Tierra va girando al rededor del Sol, unas constelaciones se van haciendo
progresivamente visibles mientras que otras se van acercando al Sol y por tanto
haciéndose invisibles. Este ciclo se repite cada año igual.
Constelaciones Actuales
Son 88 las zonas que , en la actualidad , se aceptan mundialmente para dividir
todo el cielo, y fueron definidas por la Unión Astronómica Internacional IAU ( por
sus siglas en Ingles ) para delimitar con precisión las diferentes regiones de la
esfera celeste. Pero el concepto científico actual de las Constelaciones difiere del
que se tenía anteriormente y del que aún persiste a nivel popular, hoy en día
son consideradas por los Astrónomos como áreas fijas en el cielo limitadas por
líneas que son paralelas al equador y a los meridianos celestes ; a diferencia de
los arreglos o configuraciones de estrellas formando las figuras de animales u
objetos como las veían los Babilonios o los Caldeos. Remontan sus tradiciones a
tres antiguas civilizaciones: la mesopotámica, la egipcia y la griega.
Antiguamente tenían gran importancia el dibujo o la representación de la
constelación , las estrellas se distinguían apenas de las mismas. Posteriormente
ha sido al revés las estrellas se destacan sobre imágenes apenas indicadas , cuyo
objetivo era más bien señalar los límites de la constelación. Claro está que la
representación por imágenes es sólo elemental , pero ha sido origen y guía de los
límites precisos adoptados más tarde por la IAU.
El origen de las Constelaciones en el Paleolítico: 300.000 a.C.
Numerosos autores han intentado ver vestigios de constelaciones en culturas
prehistóricas. A este respecto destaca el gran número de pueblos distribuidos por
todo el hemisferio norte que ven en la constelación de la Osa Mayor este animal,
por lo que sugieren que su origen se remonta al menos hasta unos 15000 años
a.C, cuando los primeros seres humanos cruzaron a América por el estrecho de
Bering. Algunos van más lejos y proponen la fecha del 50000 a.C. Como origen,
coincidiendo con el culto paleolítico al oso de las cavernas. Otra constelación
que podría tener un origen prehistórico es Tauro, pues algunos investigadores
relacionan las pinturas de las cuevas de Altamira o Lascaux con mapas celestes,
en los que destaca la figura de un toro (en realidad un auroch). Otros autores
como Gurshtein, sugieren un origen prehistórico (16000 a.C.), no sólo de unas
cuantas constelaciones, sino de un gran número de ellas. Se basa Gurshtein (ver
al principio de esta pagina) en la aparente distribución de las constelaciones en
la bóveda celeste según representen a animales aéreos, terrestres o acuáticos,
estando los primeros alrededor del polo celeste (Cisne, Águila,…), y los últimos
(Piscis, Acuario,…) cerca del ecuador.
Para explicar este hecho propone una distribución según tres estratos (aire, tierra
y agua) que dividirían la esfera celeste. Hace 16000 años, debido a la precesión,
los signos del zodíaco encajarían perfectamente en esta división. Asimismo, se
hace eco de la división parecida, arriba mencionada, del cielo en Mesopotamia
(de donde proceden las constelaciones zodiacales, según vimos), donde la región
alrededor del polo estaba dedicada a Enlil (dios de la atmósfera, entre otras cosas),
la ecuatorial a Anu, y la sureña a Enki (dios de las aguas).
Aunque en la zona asignada a Anu no concuerda con la hipótesis de Gurshtein,
lo cierto es que ambas divisiones son bastante parecidas. Dice Gursthein: "En la
cultura del Cro-Magnon del oeste Europeo (30000-26000 a.C) se pueden encontrar
las primeras evidencias de un conocimiento astronómico . Esta cultura de cazadores
y recolectores es conocida por sus métodos de fabricación de utensilios de trabajo ,
instrumentos musicales y una notación simbólica , de esta epoca existe un grabado
que ha sido interpretado como un calendario lunar.
En el período Solutrense del Paleolítico superior (20000-16000 a.C) cuando el
arte de la piedra tallada alcanzó su máximo , fueron establecidas las primeras
constelaciones , quizá en un principio , como grupos de 7 estrellas brillantes.
Después durante el período Magdaleniense ( 16000-8000 a.C ) los grupos estelares
se desarrollaron en 3 estratos simbólicos de los mundos , bajo , medio y superior
; criaturas del agua , la tierra y los cielos se convirtieron en la base de las
representaciones celestes.
De todas formas esta hipótesis, y otras semejantes, van muy lejos teniendo en
cuenta los escasos datos que tenemos a nuestra disposición, aunque no dejan de
ser sugerentes.
Las Constelaciones en el Neolítico
Cerca del año 10000 a.C. La edad del hielo terminó , épocas más cálidas cambiaron
los paisajes y los agricultores remplazaron a los cazadores y los recolectores. Se
hizo entonces necesario un seguimiento más preciso del movimiento anual del Sol
sobre el fondo estrellado. Los observadores se dieron cuenta de que había cuatro
lugares sobre la trayectoria solar que se distinguían pues marcaban , dos de ellos ,
la máxima y mínima alturas que alcanzaba el sol sobre en el cielo , y los otros dos
tenían relación con la equilibrada duración del día y la noche. Eran los puntos de los
solsticios y los equinoccios de esa época.
Las Constelaciones en el Período Histórico: Mesopotamia
Desde el punto de vista de la arqueoastronomía surge el problema de relacionar el
cielo de época homérica con el de Ptolomeo. Efectivamente, en las obras de Homero
y Hesíodo sólo se describen unos cuantos astros: la Osa (también descrita como
el Carro), Orión, las Pléyades, las Híades, Arturo y Sirio. ¿De dónde proceden el
resto?.
Para responder a esta pregunta, los arqueastrónomos han analizado las
constelaciones de Ptolomeo. Y es que si se representan las constelaciones clásicas,
éstas no están distribuidas teniendo como centro el polo celeste, sino que se
hayan desplazadas. Sin duda esto es debido a la precesión, lo que indica que
las constelaciones de Arato fueron descritas en una época anterior. Los diversos
estudiosos sobre el tema proponen unas fechas alrededor del 2000 -3000 a.C.
(Ovenden), para una latitud de unos 36º N.
En cuanto al lugar de origen, la cuestión es más complicada. Aunque muchos
arqueoastrónomos sitúan su origen en Creta (influidos por muchos escritores
clásicos, como el propio Eratóstenes, que atribuía un origen cretense a las Osas), lo
cierto es que desde el punto de vista histórico, tal hipótesis es difícil de sostener.
Más probable parece situar su origen en la costa levantina, en concreto a los
fenicios (Belmonte), ya que por su posición geográfica estaban en contacto con la
astronomía y mitos mesopotámicos, así como los procedentes de Siria, Egipto o
Anatolia.
Además son conocidos los contactos culturales entre griegos y fenicios en la
primera mitad del primer milenio a.C., gracias a los cuales los primeros conocieron,
entre otras cosas, la navegación de altura y el alfabeto. A este respecto conviene
recordar que tanto Arato como Eudoxo eran originarios del sur de Anatolia, por lo
que sin duda conocían las tradiciones astronómico-mitológicas de la zona, así como
las mesopotámicas, sirias, cananeas y por supuesto, griegas.
Está claro que para analizar el origen de las constelaciones hay que referirse
obligatoriamente a la astronomía mesopotámica.
Por el año 5600 a.C. , probablemente en la antigua Babilonia , fueron creadas 4
constelaciones para marcar los grupos estelares sobre los cuales se encontraban
estos puntos , los equinoccios y los solsticios . Éstas son las modernas Géminis ,
Virgo , Sagitario y Piscis. Miles de años después debido al movimiento de precesión
del eje de rotación de la tierra los puntos equinocciales y de los solsticios quedaron
fuera de estas constelaciones y cerca del año 2700 a.C. Se crearon 4 nuevas
dentro de las cuales quedaban entonces dichos puntos , nacieron así Tauro , Leo ,
Escorpio y Aquario , y más tarde y por la misma razón cerca del año 1200 a.C. Se
crearon Aries , Cáncer , Libra y Capricornio. Todas estas 12 constelaciones seguían
reflejando en sus nombres los tres estratos simbólicos de los mundos."
En las diversas civilizaciones que surgieron entre los ríos Tigris y Éufrates es donde
se debe buscar, con toda seguridad, el origen en la cultura occidental de dibujar
figuras a partir del cielo. Los mitos sobre dioses y héroes se asocian rápidamente
a las estrellas y planetas más importantes. Curiosamente, desde tiempos muy
remotos hasta las épocas más recientes, los planetas son considerados como los
principales dioses, dejando a las constelaciones el papel de dioses secundarios (o
como asociación alternativa de los principales) o los protagonistas de importantes
mitos.
La primera referencia escrita a un astro, se encuentra en una tablilla del 2500
ac: se nombra a las Pléyades como "Mul-Mul" ("Mul" significa "astro", por lo que
se hace referencia al "astro por excelencia"). Es en el período babilónico antiguo
(2000-1500 ac), cuando se encuentran ya las primeras observaciones astronómicas
sistemáticas, diferentes calendarios lunisolares y las primeras representaciones
pictóricas de constelaciones, que ya desde esa época tan antigua, se corresponden
a algunas de las actuales: Aquila, Aquario, Tauro, Leo,...
Con la llegada de los cassitas y el surgir del poder babilónico (1500-1000 ac), la
Astronomía inunda la vida de aquellas gentes, con el nacimiento de la "astronomía
judicial": se asocia la observación de un evento astronómico (prótasis) a un hecho
social-político concreto (apódosis): el estudio de los astros se intensifica en gran
medida, dando como resultado miles de observaciones registradas que han llegado
a nuestros días. Se añaden nuevas constelaciones a las anteriores: Hydra, Escorpio,
Sagitario, Capricornio, Triangulo,...
Durante el período de dominación asirio (1100-612 ac) las observaciones son
ya muy sofisticadas. Ejemplo de ello son las "Tablas de Mul-Apin", en las que
se catalogan estrellas, planetas y asterismos, se describen ciclos planetarios, se
elaboran tablas con salidas y puestas de astros por el horizonte, ... Y se describe
el "Camino de la Luna": las constelaciones por las que discurre la Luna en su ciclo,
origen del horóscopo. En el "Camino de la Luna" se describen 18 constelaciones,
algunas coincidentes con las zodiacales (Tauro, Geminis, Leo, Virgo, Libra,
Escorpio, Sagitario y Capricornio ), otras que en su forma incluyen a actuales
constelaciones zodiacales (Cancer, Aquario, Piscis y Aries) y las restantes
componiéndose en su totalidad o en parte de constelaciones actuales no zodiacales.
En el período comprendido desde la caída de Asiria hasta el dominio seléucida
(612-323 ac), las constelaciones del "Camino de la Luna" pasan de 18 a 15 y
finalmente a las 12 actuales en el siglo V. Como dato curioso (y algo triste, viendo
lo que surgió a partir de él), el primer horóscopo personalizado conservado se
remonta al año 409 ac en Babilonia; de aquí, pasaría el sistema a Grecia donde se
inventaría el actual sistema de signos y por último a Roma.
Ampliando en profundidad el Punto Anterior
Los Sumerios fueron, junto con los antiguos egipcios, los fundadores de las
primeras civilizaciones. Su cultura tuvo su apogeo en el tercer milenio a.C.. Entre
otras cosas, a ellos les debemos la rueda, el carro o la escritura (también a los
egipcios, pues no está claro que cultura la desarrolló primero). De todas formas
es más adecuado hablar de cultura sumerio-acadia, pues los acadios fueron ya en
tiempos históricos un porcentaje importante de la población que con el tiempo
sería mayoritario. Determinar sus conocimientos astronómicos es más complicado
debido a la escasez y fragmentación de las fuentes que han sobrevivido. Destaca la
mención en un texto de gramática que data del 2500 a. C. De Mul-Mul (en sumerio,
“estrellas”), es decir, las Pléyades. Es el nombre más antiguo que conocemos para
designar a un astro.
La cultura y civilización sumeria fueron progresivamente asimiladas por pueblos
semitas que vivían en la zona (acadios primero, más tarde amorritas, cananeos,
arameos, caldeos…), como resultado, casi todas las fuentes sobre los
conocimientos astronómicos mesopotámicos son semitas, con lo que resulta
complicado averiguar qué datos son estrictamente sumerios, y cuáles fueron
añadidos por pueblos posteriores. De todas formas, los nombres de estrellas y
constelaciones que aparecerán en épocas posteriores serán sumerios, lo que puede
indicar un origen de tales constelaciones en esta época, aunque es difícil
asegurarlo, pues el sumerio se siguió usando como lengua sagrada siglos después
de haber desaparecido como lenguaje hablado.
Del período acadio (2350-2150 a.C. Aprox.), y la primera época de Babilonia
(1950-1500 a.C. Aprox.) Nos han llegado numerosos cilindros sellos con
representaciones de lo que parecen ser muchas de las constelaciones clásicas
(Águila, Acuario, Tauro, Leo…), cada una representando a un dios. Algunos de estos
cilindros son sumerios y se remontan a épocas anteriores, aunque algunos datan
del “renacimiento sumerio” correspondiente a la III Dinastía de Ur (2050-1950 a.C.
Aprox.), tras la caída de Acad, con lo que no sabemos si están influenciados por el
período acadio.
Del período Cassita (1530-1160 a.C.), llamado así por la tribu de invasores
procedentes de Irán que invadió Babilonia, tras su destrucción (alrededor del 1600
a.C.) Por el rey hitita Murshil I, y que asimilaron su cultura, procede gran parte de
textos que nos hablan del saber astronómico de la época.
Uno de los textos más famosos que se pueden remontar a esta época son los
conocidos como Enuma Anu Enlil (Cuando An y Enlil…: Anu o An, Enlil y Ea eran
los tres dioses sumerios más importantes. Ver el apéndice). Los Enuma Anu fueron
encontrados en setenta tablillas de la biblioteca de Nínive, del rey asirio
Asurbanipal (668-626 a.C.), aunque parece que fueron redactados bajo el rey
babilonio Nabucodonosor I (1124-1103 a.C.).
Es conveniente no confundir el Enuma Anu con el Enuma Elish (Cuando en lo alto…),
el poema de la creación del mundo que se reúne en siete tablillas (unas mil líneas)
encontradas en Nínive, Asur, Kish y Sultantepe.
En los Enuma Anu encontramos más de 7000 observaciones de fenómenos celestes
(salidas de estrellas, conjunciones planetarias, meteorología…), que se sumaron
al corpus de conocimientos astronómicos babilonio anterior a la época cassita,
como las Tablas de Venus redactadas bajo Ammi-saduqa (1646-1626 a.C. Aprox.,
uno de los sucesores de Hammurabi), donde se recogían varias salidas y puestas
helíacas de Venus, así como varios eclipses de Sol, que se han usado para fechar el
reinado de Hammurabi, y en relación con éste, el de la mayor parte de eventos en
la Mesopotamia del segundo y tercer milenio a.C.
En este período hacen su aparición las primeras representaciones clásicas de
constelaciones, especialmente en los kudurrus (kudurreti en plural acadio, que
significa “límite”, “frontera” o “territorio”). Un kudurru es una estela con valor de
acta referida a donaciones de terrenos e inmuebles en beneficio de una comunidad
o personaje importante. En estas estelas se representan los dioses mesopotámicos
(semitizados) bajo símbolos propios de cada uno garantizando la validez del
documento.
Estos símbolos introducidos durante esta época permiten una identificación directa
de cada dios, incluso por parte del pueblo, la mayor parte analfabeto. En algunos
de estos kudurrus los símbolos de los dioses aparecen distribuidos aparentemente
como las constelaciones. En estos kudurrus podemos ver algunas de las
representaciones más antiguas confirmadas de las constelaciones, como Águila,
Hidra, Escorpio, Tauro, Triángulo, Leo, Sagitario, Capricornio o Acuario. En
concreto, se puede decir que seis de las constelaciones zodiacales clásicas tal y
como las conocemos, provienen claramente de este período (aunque su origen es
seguramente muy anterior): Tauro, Leo, Escorpio, Sagitario, Capricornio y Acuario.
Como resultado, los arqueoastrónomos han credo una verdadera disciplina, la
“kudurrología”, intentando descifrar cada símbolo que aparece en estos
monumentos. Naturalmente, es preciso destacar que las interpretaciones basadas
en kudurrus, por no hablar de las basadas en los cilindros sellos, son muy
subjetivas, y varían enormemente de un autor a otro.
Es en esta época, además, cuando se describen por primera vez las distintas
estrellas asociadas a cada mes, así como las divisiones de la bóveda celeste: el
norte para Enlil, la región comprendida entre los trópicos (el trópico de Cáncer sería
el sendero de Enlil y el de Capricornio, el de Ea) para An, y la parte inferior para Ea.
A cada división celeste le correspondería una división geográfica: Enlil con Acad, An
con Elam y Ea con Amurru.
Los astrónomos babilonios se vieron obligados a realzar el papel de Marduk, el dios
supremo de Babilonia, en la astronomía heredada de los sumerios y acadios, por
lo que denominaron estaciones de Marduk (o de Júpiter, pues éste era el planeta
que se identificaba con el dios) a los equinoccios, como podemos ver en el siguiente
texto (según Belmonte):
"Él construyó las estaciones para los grandes dioses, fijando a sus iguales astrales
como constelaciones. Él determinó el año por el nombre de las regiones: él designó
tres astros para cada uno de los doce meses. Tras definir los días del año por las
figuras celestes, él estableció las estaciones de Júpiter para determinar sus bandas.
A su lado estableció las estaciones de Enlil y Ea." Las bandas son la eclíptica y el
ecuador celeste, también denominado Camino de An.
Durante el período asirio (883-612 a.C. Aprox.) Se redactan las tablillas Mul-Apin
(“estrella arado”, se llaman así por comenzar con el nombre de esta constelación,
equivalente a nuestro Triángulo). La más antigua es del 687 a.C., aunque fueron
compuestas con seguridad alrededor del año 1000 a.C.. Dichas tablas incluyen entre
otras cosas (según John Rogers):
Catálogo de estrellas: 33 estrellas de Enlil, 23 de An y 15 de Ea. Se incluyen
asterismos, constelaciones y planetas. Ø Fechas de salidas heliacas: los cálculos de
estas fechas sugieren una redacción que se remonta a finales del II milenio a.C. Ø
Pares de constelaciones (mientras una sale, otra se pone). Ø Intervalos de tiempos
entre salidas heliacas. Ø Pares de constelaciones que se hallan al mismo tiempo
en el cenit y en el horizonte, de acuerdo para el año 1000 a.C. (latitud 36º N, la
correspondiente a Assur, la capital del Imperio Asirio). Ø El camino de la Luna, es
decir, el zodíaco. Ø Uso del gnomon para dar la hora. Ø Calendario solar. Ø Planetas
y sus ciclos.
Las tablas Mul-Apin.
Todo este compendio de conocimientos no sería igualado hasta Ptolomeo, por
lo que está claro que tuvo que jugar un papel fundamental en el origen de las
constelaciones clásicas de Arato.
El camino de la Luna, o sea, la eclíptica, es muy importante para nosotros, pues
se puede decir que el zodíaco tal y como lo conocemos (salvo un par de
constelaciones), tuvo su origen en Mesopotamia.
El zodíaco (del griego kyklos zoidion, el “círculo de animales”) que aparece en las
tablas Mul-Apin contiene 18 constelaciones con nombre sumerio y es el siguiente:
Nombre sumerio - Traducción (dios asociado) - Constelación actual
Mul-mul Las estrellas (Enlil) Pléyades
Gud-an-na El Toro Celeste (Adad/Ishkur) Tauro
Siba-zi-an-na El Verdadero Pastor Celeste (Papsukkal) Orión
Šu-gi El Antepasado (Enmesharra) Sur de Perseo
Gam La Azada (Gamlum) Parte de auriga
Mas-tab-ba-gal-gal Los Grandes Gemelos (Lugalgirra y Meslamtea) Géminis
Al-lul El Cangrejo Cáncer y Proción
Ur-gu-la El Gran León (Latarak) Leo y…
Ab-sin2 El Surco de siembra (Shala) Virgo
Zi-ba-ni-tum Las Balanzas (Shamash/Utu) Libra
Gir-tab Escorpión (Ishhara) Escorpión
Pa-bil-sag El Flechador (un dios) Sagitario
Suhur-maš La Cabra-Pez (Ea/Enki) Capricornio
Gu-la El grande (Ea/Enki) Acuario y…
Zibatti-meš Las Colas de Pez Parte de Pisces
Sin2-mah La Golondrina Pez SW y S de Pegaso
A-nu-ni-tum La Señora del Cielo (una diosa) Pez NE y Andrómeda
Lu2-hun-ga El Gañán o Aparcero (Dumuzi) Parte de Aries
Notas: Gud-an-na también aparece como Gu4-an-na, Gu4=Gud, “res”. Zibatti-meš
aparece como Kun-meš, Kun, “cola”.
Posteriormente, bajo el reinado del caldeo Nabucodonosor II de Babilonia (604-562
a.C.), las 18 constelaciones zodiacales se redujeron a 12 para igualar el número de
constelaciones al de meses (entendiendo aquí mes como lunación), con lo que cada
mes lleva asociada una constelación. Las 12 constelaciones, asociadas a cada mes,
son las siguientes (según Belmonte):
Mes Traducción Constelación actual
Nisanu El Aparcero (Luhunga) Aries
Ayaru (Gudanna) Tauro + Pléyades
Simanu Pastor celeste y los gemelos Orión + Gémini
Du’uzu El Cangrejo (Allul) Cáncer
Abu El León (Urgula) Leo
Ululu La Espiga (Absin) Virgo
Tashritu La Balanza (Zibanitum) Libra
Arajsamna El Escorpión (Girtab) Escorpio
Kislimu (Pabilsag) Sagitario
Tabetu La Cabra-Pez (Suhurmash) Capricornio
Shabatu El Grande (Ea) Acuario
Adaru El campo (Iku) y las colas de pez Parte de Pisces
Como vemos, en este zodíaco babilónico han desaparecido cuatro constelaciones
del camino de la Luna de la época asiria y aparece una nueva, Iku (“El campo”,
el Cuadrado de Pegaso). Posteriormente, en el siglo V a.C. Hará su aparición un
zodíaco ligeramente modificado respecto al anterior, sin las Pléyades, Orión y el
Cuadrado de Pegaso. Este zodíaco será el que se incorporará a la cultura griega y
llegará hasta nuestros días.
Sin embargo, basta un vistazo a la tabla anterior para comprobar que algunas
constelaciones zodiacales no aparecen, como es el caso de Aries, ya que en su lugar
figura el Aparcero (ver Aries). Otras discrepancias son las Colas de Pez en vez de
dos peces completos, y la Espiga en vez de Virgo (ver Virgo y Pisces).
Con la aparición de este zodíaco, también haría su aparición la astrología, tal
y como la conocemos en día. El primer horóscopo personalizado, basado en las
constelaciones zodiacales babilonias (sin Aries) data del 409 a.C.. Tras Alejandro
Magno, esta práctica se extendería por todo el mundo heleno primero, y por el
romano después.
Resumiendo, podemos definir dos grupos importantes de constelaciones, uno de
clara procedencia mesopotámica situado principalmente alrededor de la eclíptica
(y otras como el Águila o el Dragón), creado desde los orígenes de la civilización
sumeria o antes, abarcando un período de tiempo que va del 3000 a.C. Al 500 a.C.,
y el otro formado por el resto de constelaciones clásicas, de las cuales tenemos
las primeras referencias directas con Arato. De dónde viene este segundo grupo no
está claro.
Ya vimos arriba que algunos investigadores proponen la civilización minoica, los
asirios, los hititas o los fenicios como origen posible, poniendo una fecha de
creación del 3000 a.C. Hasta el 2000 a.C., aunque la fecha exacta es muy difícil de
precisar, pues es posible que haya sido un proceso continuado en el tiempo, más
que uno puntual.
Tanto el origen fenicio como el minoico (o quizás compartido) se enfrentan a un
problema, y es lo poco que sabemos de los conocimientos astronómicos de estos
pueblos. Además es posible también que haya varios orígenes posibles para este
grupo de constelaciones. De todas formas, investigaciones actuales relacionan a los
minoicos con otros pueblos preindoeuropeos como los etruscos, iberos y los vascos,
que serían los restos de un sustrato de pueblos relacionados lingüísticamente que
habitaron por todo el Mediterráneo antes del segundo milenio a.C., por lo que
quizás estaríamos ante la cultura creadora de parte de las constelaciones.
Posteriormente serían los griegos, u otro pueblo (¿los fenicios?), los que fundirían
ambas tradiciones alrededor del siglo VI a.C.. Así, parece que las constelaciones
más antiguas tendrían su origen en Mesopotamia durante el cuarto milenio a.C.,
pero surge la pregunta: ¿no es posible remontarse más atrás en el tiempo?.
Naturalmente, al hacer esto nos introducimos en la prehistoria, por lo que la falta
de documentos que ello conlleva parece un obstáculo prácticamente insuperable.
Las Constelaciones bajo el Imperio Egipcio
En los mitos egipcios, al contrario que sucedía en los mesopotámicos, las estrellas
son consideradas dioses o "almas" (ya sea con las estrellas formando grupos o
individualmente), considerando a los planetas como de menor relevancia (esto
es en términos generales). La gran importancia que la Astronomía tuvo en esta
civilización se manifiesta en la elaboración de complejos calendarios desde épocas
remotas (posiblemente ya desde el 3200 ac).
El año egipcio se inicia con el orto helíaco de Sirio (Sepedeth): es la primera visión
que se tiene en el año de la estrella al amanecer. Esto coincidía aproximadamente
con el momento en el que el Nilo inicia su crecida anual, por lo que es evidente la
importancia de este hecho en la vida de la civilización agrícola egipcia.
Las constelaciones egipcias no se corresponden con las mesopotámicas.
Representan divinidades, aunque alguna de éstas se asocia frecuente con estrellas
individuales (Sirio, por ejemplo, era Isis). La manera como las constelaciones
eran construidas variaba con la época (Osiris fue Orión completo algunas veces,
el Cinturón de Orión otras), así como la divinidad atribuida a cada constelación
(el mismo Orión fue tanto Osiris como Horus, su hijo). Esto sugiere que las
constelaciones en el antiguo Egipto no tenían el marcado carácter figurativo que en
Mesopotamia.
Ejemplos de constelaciones y asterismos importantes en algún momento del Egipto
antiguo serían los siguientes: 1) Orión: identificado principalmente con Osiris. Es
la constelación más importante. 2) Canis Major: Sirio es asociado a la diosa Isis.
Por extensión, toda la constelación se asociaba a la representación de la diosa
como una vaca. 3) El asterismo del Carro: era la "Pata" del buey Mesenkhti, una
constelación de mal augurio. 4) Bootes: era la representación de la diosa Epet,
guardiana de la "Pata de Buey", divinidad benéfica y "señora de talismanes".
La elección de correspondientes mesopotámicos de constelaciones es en todo caso
casual, originado sin duda por la evidencia de las formas que las estrellas más
brillantes originan en el firmamento. Los mitos egipcios no pasaron a la cultura
clásica ni por ende a las constelaciones griegas, romanas y actuales. Una excepción,
no obstante, aparece en el caso de Ophiucus, nombre que estaría asociado a
antiquísimos mitos egipcios y que pasaría a los cielos como importante divinidad en
tiempos romanos.
Las Constelaciones en el Período Helénico
Ya para el año 275 ac. El poeta griego Aratus mencionaba en su Phaenomena
48 constelaciones incluyendo las Pléyades y el Arco de Orión , en el año 140
a.C. Hiparco hablaba de estas mismas 48 constelaciones las cuales aparecieron
publicadas en el año 150 de nuestra era en el libro el Almagesto escrito por el
astrónomo griego Ptolomeo.
Los pueblos que navegaban el Mediterráneo ya desde antes del siglo X ac utilizaron
las estrellas para orientarse en sus navegaciones lejos de las costas. Algunos
estudiosos sostienen que el origen de las constelaciones no debería buscarse en
la Astronomía practicada por los pueblos mesopotámicos, si no en la civilización
minoica y fenicia anterior al primer milenio ac. De estos pueblos pasarían
constelacionesutilizadas por los marinos para orientar sus barcos en las noches a
la cultura aquea y helénica posteriores. Las primeras referencias escritas sobre el
tema se encuentran en la obra de Homero.
Tanto en la Ilíada como en la Odisea hace referencia a diversas constelaciones:
Orion, la Osa, las Pléyades y el Boyero. Además, ofrece ya Homero el nombre
alternativo del Carro para la Osa Mayor, cosa que nos puede dar idea de la
importancia que se daba a esta constelación para localizar el norte. Los fenicios
usaban para navegar la Osa Menor, testigo más fiel del norte estelar, llamándola
"Cinosura", según palabras de Arato.
La base de la mitología griega se remonta como es sabido a las obras de Homero
y Hesíodo. Homero vivió en el siglo VIII o IX a.C. Y sería eternamente famoso por
ser el autor de La Ilíada y La Odisea, consideradas el fundamento de la cultura
griega. La Ilíada narra en veinticuatro cantos o 15.537 versos una parte de la
guerra entre griegos (aqueos) y troyanos. La Odisea está constituida por otros
tantos veinticuatro cantos y 12.000 versos, donde se narra la búsqueda de Ulises
(Odiseo en griego) por parte de su hijo Telémaco, así como las diversas aventuras
de Ulises para llegar a su patria en la isla de Ítaca.
Hesíodo vivió en el siglo VIII a.C. Y sus obras más importantes fueron la "Teogonía"
y "Trabajos y días". En la primera, y como indica su nombre, Hesíodo nos explica
el origen del mundo y de los dioses, intentando racionalizar el panteón heleno.
En la segunda incluye varios mitos de carácter social o moral, algunos de ellos,
como el de Pandora, serán fundamentales en la cultura griega. Hesíodo vivió
aparentemente en Ascra, Grecia continental, aunque nació en Asia menor, un
hecho de decisiva importancia porque pone de relieve la influencia de religiones y
mitologías orientales en la base de la mitología griega.
De la vida de Homero prácticamente no sabemos nada, lo que ha dado pie a diversas
hipótesis que sugieren que se trata de una figura ficticia creada por los griegos para
aglutinar varias obras clásicas bajo un mismo autor. Y es que no debemos olvidar
que los griegos en la época de ambos autores eran analfabetos y que su obra se
creó para la transmisión oral.
Fue precisamente una obra de Arato de Soloi, griego del Asia Menor que vivió
entre los siglos IV y III ac, "Los Fenómenos", la que compilaría todo el saber
y las tradiciones que hacían referencia a las constelaciones. En esta obra, Arato
recoge gran parte del saber astronómico de la época, describiendo las distintas
constelaciones conocidas. Otro autor, que un siglo más tarde escribiría la obra
"Catasterismos", fue Eratóstenes de Cirene, que asoció a cada constelación un mito.
Por último, Claudio Ptolomeo asoció las constelaciones a estrellas concretas y
perfectamente diferenciadas. Como hemos señalado, es en la obra de Arato en
la que aparecen las constelaciones clásicas, algunas ya identificadas con mitos
griegos.
Las Constelaciones en la Edad Moderna: La época de los Descubrimientos
Las constelaciones después de Ptolomeo: el Almagesto de Ptolomeo fue la obra
cumbre de la astronomía hasta el Renacimiento, cuando las nuevas investigaciones
y rutas marítimas cambiarían el aspecto del cielo. Los Fenómenos y el Almagesto
fue traducido por los árabes en numerosas ocasiones durante los siglos X-XV, los
cuales desarrollaron una importante actividad astronómica, en la que destacan los
astrónomos Al Battani (Albatagenius, 958-929, aprox.) Y Al Sufi (903-986), así
como las Tablas Toledanas del siglo XI, confeccionadas por Al Zarqali, o las famosas
Tablas Alfonsinas, redactadas por orden de Alfonso X de Castilla (1226-1284)
gracias a los conocimientos aportados por los musulmanes de Al Ándalus, que
ayudaron a diseminar por toda Europa el saber astronómico que se había perdido
tras la caída del Imperio Romano.
Aparte de la descripción de constelaciones, durante la antigüedad ya se intentó
representar gráficamente las estrellas, aunque pocas obras nos han llegado.
Destacan entre ellas las esferas celestes, globos donde las constelaciones se
representaban al revés, es decir, como si el observador estuviera situado fuera de
la esfera. Es representativo el Globo de Farnese, que data del año 70 a.C., en el
que aparece Atlas sosteniendo los cielos. Otra forma de representar el cielo fue la
esfera armilar, que en vez de un globo sólido, era una estructura abierta en la que
sólo figuraban círculos de coordenadas. Uno de los primeros intentos de realizar un
mapa celeste con cierta exactitud fue llevado a cabo por el artista alemán Albrecht
Dürer en 1515, aunque la primera vez que se plasmó la esfera celeste en un mapa
de forma precisa con métodos de proyección fue con Johann Bayer (1572-1625),
abogado y aficionado a la astronomía bávaro. Esta tarea es más complicada de lo
que pudiera parecer, ya que representar una esfera (tres dimensiones) en un mapa
(dos dimensiones), requiere unos conocimientos matemáticos mínimos si se quiere
obtener un resultado no muy distorsionado.
Bayer se basó en las observaciones del astrónomo y noble danés Tycho Brahe
(1546-1601), el cual obtuvo posiciones más precisas (hasta un minuto de arco) que
las del Almagesto, pese a trabajar también a simple vista. Tycho dio a la Cabellera
de Berenice la categoría de constelación (aunque el asterismo era conocido desde
la antigüedad). Tycho entraría en la historia por la puerta grande al suministrar
los datos necesarios para que Kepler desarrollase su revolucionaria teoría acerca
del movimiento de los planetas. Realizó sus observaciones desde un palacio al que
denominó Uraniborg (“Castillo Celeste”), en la isla danesa de Hven, cedida por el
rey Federico II. Los datos de sus observaciones fueron publicados en el catálogo
Progymnasmata (1602), que incluía 777 estrellas, luego ampliado con 223 estrellas
más.
La obra de Bayer fue denominada Uranometria (publicada en 1603) e incluía doce
nuevas constelaciones sureñas (aunque no tenían la misma precisión, ya que para
éstas Bayer carecía de datos de Tycho), en gran medida gracias a las observaciones
que los navegantes holandeses Pieter Diricksz Keyzer y Frederick de Houtman
realizaron en sus expediciones de los años 1595-97. Las nuevas constelaciones
eran: Phoenix (Fénix), Columba (Paloma), Grus (Grulla), Doradus (Carpa Dorada),
Volans (Pez Volador), Musca (Mosca), Triángulo Austral, Pavo, Indio, Tucán, Hidra
Austral o Serpiente de Agua, Camaleón y Apus (Ave del Paraíso).
Bayer también introdujo la costumbre de denominar a las estrellas más brillantes
de cada constelación con letras del alfabeto griego. Aunque en la mayor parte de
casos siguió un orden decreciente de magnitud ("alfa" más brillante que "beta",
etc.), para ciertas constelaciones Bayer siguió el orden según la forma del
asterismo, como es el caso de la Osa Mayor, o bien utilizó el criterio de denominar
a a la estrella situada más al norte, como es el caso de Orión.
Hay que destacar que Bayer no fue el primero en distinguir a cada estrella con una
letra. Este honor le corresponde al italiano Alessandro Piccolomini (1508-1578),
quien en su atlas De le Stelle Fisse (1540) introdujo letras latinas para cada
estrella.
El designar a cada estrella con una letra marcó una gran diferencia frente al método
tradicional de describirlas según su posición respecto a la figura imaginaria de la
constelación (por ejemplo, “la estrella en la punta de la cola”). Esto explica el
interés puesto en todos los mapas celestes por dibujar las figuras mitológicas de
forma detallada, ya que cada astrónomo debía conocer bien la “anatomía” asociada
cada constelación para identificar las estrellas correctamente.
En 1624, el astrónomo alemán Jacob Bartsch añadió cuatro constelaciones nuevas:
Reticulum (Retículo) (Bartsch la denominó “Rombo”, y fue introducida con el
nombre de Retículo por Lacaille), Monoceros (Unicornio), Camelopardalis (Girafa) y
Vulpecula (Zorrilla, constelación popularizada por Hevelius).
Posteriormente, el alemán Johannes Hevelius publicó en 1687 el atlas
Firmamentum Sobiescianum, basado en las mediciones de alta precisión realizadas
por él mismo a simple vista desde la ciudad de Danzig (actualmente en Polonia),
que publicó en un catálogo de 1564 estrellas llamado Prodromus Astronomiae,
publicado en 1690. El atlas de Hevelius introdujo numerosas constelaciones: Canes
Venatici (Perros de Caza), Lacerta (El Lagarto), Leo Minor, Lynx (Lince), Sextans
(Sextante), Scutum (Escudo).
El siguiente atlas celeste destacable fue el Atlas Coelestis de John Flamsteed
(1646-1719), el primer Astrónomo Real, basado en las posiciones medidas con
telescopio publicadas en el Britannic Catalogue, también de Flamsteed. El
astrónomo francés Joseph Jerome de Lalande (1732-1807) introdujo el “número
de Flamsteed” en una edición francesa del atlas. Este número se le asigna a
las estrellas más brillantes de una constelación en orden de ascensión recta,
y es independiente de la clasificación de Bayer. Lalande introdujo también una
constelación que no tuvo éxito posterior: Felis (el Gato).
En 1750 el abad Nicolas Louis de Lacaille realizó una visita al Cabo de Buena
Esperanza para cartografiar con precisión las estrellas del hemisferio sur. Introdujo
numerosas constelaciones: Sculptor (originalmente Taller del Escultor), Fornax
(Horno), Caelum (Buril), Pictor (originalmente se denominó Caballete del Pintor),
Pyxis (Brújula), Antlia (Máquina Neumática), Telescopium, Microscopium, Norma
(Regla), Reticulum, Horologium (Reloj), Circinus (Compás), Mensa (Monte de la
Mesa, situado al sur de la Ciudad del Cabo, donde Lacaille realizó sus
observaciones) y Octans (Octante, la constelación donde está situado el polo sur
celeste).
Es destacable también el trabajo del alemán Johann Elert Bode (1747-1826), autor
del atlas Uranographia. Esta fue la primera obra en la que aparecieron fronteras
para delimitar las constelaciones. Hasta ese momento, había muchísimas regiones
en el cielo que no se sabía a que constelaciones pertenecían, dándose el caso que
muchas estrellas podían pertenecer a dos o más constelaciones a la vez.
Bode introdujo varias constelaciones que no tuvieron aceptación posterior como
Officina Typographica (La Imprenta), Globus Aerostaticus, Machina Electrica,
Lochium Funis (Cuaderno de Bitácora), Sceptrum Branderburgicum o Quadrans
Muralis (de donde procede el nombre de la lluvia de meteoros de las Cuadrántidas).
Estas constelaciones corrieron la misma suerte que muchas otras que se intentaron
introducir a lo largo de los siglos XVIII y XIX por diversos astrónomos como la
Gloria Frederica, Fluvius Jordanus, Tigris Fluviu, Musca Australis, Sceptrum (el
Cetro), el Arpa del Rey Jorge III o el Telescopio de Herschel, así como varias cruces
celestes.
Resumiendo lo expuesto previamente
La lista de Ptolomeo permaneció esencialmente sin cambios hasta finales del siglo
XVI cuando dos navegantes Holandeses P. Dirkszoon Keyser y Frederick de
Houtman agregaron 12 nuevas constelaciones en la región sur del cielo , después
se fueron agregando otras de Ticho-Brahe 1601 ; Bayer 1603; Royer 1678 ; Halley
1690 ; Hevelius 1690 ; Flamsteed 1725 ; Lacaille 1752 ; Le Monnier 1776 ; Lalande
1776 ; Hell 1770 ; Poczobut 1777 ; y Bode 1800.
La lista total llegó a sumar más de 110 constelaciones pero muchas de ellas
desaparecieron y otras cambiaron como sucedió con la antigua y más grande
constelación Ptolemaica Argo Navis ( El barco de los Argonautas ) que fue dividida
por Nicolas Louis de Lacaille en cuatro partes creando así Antlia , Carina , Puppis y
Vela.
Las Constelaciones en La Edad Comtemporánea
La lista moderna de 88 constelaciones fue adoptada en 1922 por la recién formada
Unión Astronómica Internacional , aún así no había límites que fueran aceptados
por todos los astrónomos y las cartas estelares aparecían con líneas punteadas
dibujadas vagamente entre las constelaciones. A nombre de la IAU el astrónomo
Belga Eugene Delporte trazó los límites precisos entre las constelaciones sobre
arcos de ascensión recta y declinación del año de 1875 , esta fecha fue escogida ya
que el astrónomo Norteamericano B.A. Gould ya había realizado un trabajo similar
con las constelaciones del sur basándose en este año. El trabajo de Delporte fue
publicado finalmente en 1930. Como ya dijimos estas modernas constelaciones
son áreas fijas con respecto a las estrellas lo cual quiere decir que por efecto
del movimiento de precesión del eje de rotación terrestre se irán desplazando
gradualmente a partir de las líneas de ascensión recta y declinación sobre las cuales
fueron originalmente trazadas.
Las Constelaciones: Una sumatoria de aportes de diversas culturas
Las constelaciones actuales, visibles desde las zonas templadas del Hemisferio
Norte, tienen su origen en tres fuentes principalmente:
- Las constelaciones zodiacales y parazodiacales (aquellas asociadas a las
zodiacales por situación o por su historia) se forman en Mesopotamia entre el
2500 y el 500 ac. Los mitos que las originaron no han llegado casi en ningún
caso a nuestros tiempos, pero sí en muchos casos su nombre y las figuras que las
representaban (mediante tablillas y cilindros-sello).
- Las constelaciones circumpolares serían producto de las tradiciones de pueblos
marineros del antiguo Mediterráneo. En ellas, fueron decisivos los fenicios y los
griegos, aunque su origen podría deberse a las tradiciones de la civilización
minoica.
- Los egipcios influyeron poco en la composición del firmamento clásico, aunque
algunas constelaciones hayan transmitido sin ningún mito asociado. Los griegos
fueron los que les proporcionarían mitos y representaciones, aunque de forma poco
profunda y con numerosas variantes.
Todas estas tradiciones fueron ensambladas por los griegos de la época helenística
y utilizadas en los tiempos modernos por todos los astrónomos. Un último pueblo
sería de gran importancia en este tránsito: los árabes, que a partir del firmamento
clásico adaptarían gran parte de las constelaciones. Su más destacada aportación
es la de poner nombre a la mayoría de las estrellas que lo tienen (a parte de la
clasificación de Bayer, claro está), algunas veces haciendo referencia a antiguas
tradiciones árabes y en la mayoría de las restantes refiriéndose a mitos clásicos.
En 1922 la Unión Astronómica Internacional (IAU), fijó la lista definitiva de 88
constelaciones en la primera asamblea general de la organización. En 1930, gracias
al trabajo del belga Eugene Delporte, se delimitaron claramente las fronteras entre
ellas (en muchos casos, de forma inevitable, el criterio fue bastante subjetivo),
siguiendo las coordenadas de ascensión recta y declinación correspondientes al
equinoccio 1875.0, con lo cual dichas fronteras se van desplazando respecto al
sistema de coordenadas actual debido a la precesión.
Las Constelaciones del Mundo Antiguo
Se sabe que muchos pueblos identificaron de manera distinta a las estrellas
principales de las constelaciones, pero la herencia helénica se impuso sobre las
otras culturas y de todas las conocidas, la IAU aceptó 48 constelaciones, cuyo
origen se pierde en la historia. La lista actual se remonta a 50 constelaciones, ya
que el antiguo Navío Argos, fue dividido en Popa, Quilla y Vela.
Las constelaciones son: Acuario, Aguila, Altar, Andrómeda, Balanza (Libra),
Ballena, Boyero, Can Menor, Can Mayor, Cangrejo (Cáncer), Capricornio, Carnero
(Aries), Casiopea, Cefeo, Centauro, Cisne, Cochero, Crater, Corona Austral, Corona
Boreal, Cruz del Sur, Cuervo, Delfín, Dragón, Erídano, Escorpión (Escorpio), Flecha,
Gemelos (Géminis), Hércules, Hidra, León, Liebre, Lira, Lobo, Ofiuco, Orión, Osa
Mayor, Osa Menor, Peces (Piscis), Pegaso, Perseo, Pez Austral, Popa*, Quilla*,
Sagitario, Serpiente, Toro (Tauro), Triángulo, Vela*, Virgen (Virgo).
El Aporte de los Astrónomos de la Edad Moderna
Uno de los primeros astrónomos que comenzó con la creación de constelaciones en
la era moderna fue Tycho Brahe, quién a finales del siglo XVI y comienzos del XVII,
separó el asterismo de Cabellera de Berenice de la constelación de la Virgen y la
convirtió en constelación.
En el año 1603, Johanes Bayer presenta su Catálogo de Estrellas en donde se
evidencian la época de viajes hacia los mares del Sur y los descubrimientos que
se realizaron. En el catálogo se encuentran once constelaciones nuevas: Ave del
Paraíso, Camaleón, Dorado, Fénix, Grulla, Hidra, Macho Indio, Pavo, Pez Volador,
Triángulo Austral, Tucán.
En 1687, Johanes Hevelius en su Catálogo de Ggansk, Polonia, inserta once nuevas
constelaciones: Escudo, Jirafa, Lagarto, Lebreles, León Menor, Lince, Mosca,
Paloma, Raposa Sextante, Unicornio.
A mediados del siglo XVIII, Nicolás de Lacaille introduce catorce constelaciones:
Brújula, Buril, Compás, Escuadra, Escultor, Horno Químico, Máquina Neumática,
Mesa, Microscopio, Octante, Pintor, Reloj, Retículo, Telescopio.
La Anarquía llega a las Constelaciones
Durante los siglos XVII y XVIII se produce lo que podríamos denominar el “asalto”
del cielo por parte de aduladores y eclesiásticos. Astrónomos, algunos de renombre,
comenzaron a colocar a reyes y reinas con la finalidad de obtener beneficios
económicos para sus estudios y observaciones. Bajo esta óptica mezquina,
comienzan a aparecer constelaciones nuevas en sustitución de las antiguas,
algunas de las cuales cuentan con más de 3.000 años de antigüedad. Es de especial
renombre, la proposición de unos astrónomos alemanes, aduladores de Napoleón,
que propusieron cambiarle el nombre a la constelación de Orión, por el del
recientemente nombrado emperador. Otra circunstancia digna de reseña fue la
intención de la iglesia católica de cambiar los nombres paganos de los astros y
constelaciones, por nombres cristianos. En la propuesta, el Sol sería Jesucristo y la
Luna, la virgen María. La constelación de Aries (el Carnero) pasaría a ser el apóstol
Pedro, mientras Los Peces, el apóstol Mateo.
La Organización de la IAU, Unión Astronómica Internacional.
En el año 1922 se realizó el Congreso de la Unión Astronómica Internacional,
en donde se decidió realizar una organización de las constelaciones que sepultó
definitivamente las intenciones de aduladores y eclesiásticos que aspiraban con
realizar modificaciones sustanciales en el cuadro de constelaciones. En las
comisiones de trabajo de este congreso desaparecieron las Regalías de Federico II,
el arpa de George y el Corazón de Carlos II y otras 24 constelaciones, entre la que
se encontraba la del Gato, de Lalande. Se establecieron límites definitivos entre las
88 constelaciones restantes.
Fue así que se aceptaron las 47 constelaciones antiguas que fueron compiladas en
el primer catálogo de estrellas elaborado por Hiparco en el año 132 ac y transcritas
en el Almagesto de Claudio Ptolomeo en el año 137 dc. De manera similar se aceptó
una creada por Tycho Brahe en 1600, once creadas por Johanes Bayer en 1603,
once creadas por Johanes Hevelius en 1687, quince creadas por Nicolás de Lacaille,
catorce en 1752 y una posteriormente. Las tres restantes son Popa, Quilla y Vela,
que constituyeron el antiguo navío Argos en el Almagesto de Ptolomeo.
De: http://www.planetarios.com/spanishmanualconstelaciones.htm
Descargar