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Charlotte Roche: Los hombres no son el enemigo
Prodavinci · Sunday, May 26th, 2013
Fragmento de una entrevista de Álex Vicente publicada en El País.
Charlotte Roche nació hace 35 años en High Wycomb, localidad de la que despegaban
los cazas británicos de la RAF que bombardearon Alemania. A la escritora no le
disgusta imaginarse como uno de aquellos pilotos que hostigaron al enemigo en su
propio terreno. Instalada en Alemania desde los dos años, Roche se dedica a
ametrallar la moral dominante con la irreverencia como única artillería, a través de
libros que aspiran a sembrar el pánico entre los autóctonos. “Escribo buscando riña.
Mientras haya gente que quiera detenerme, que diga que mis libros son pornografía y
que soy un elemento peligroso, estaré satisfecha”, reconoce la autora, sentada en un
café de su ciudad, Colonia, en el que sirven desayunos bio y suena folk escandinavo en
el hilo musical. Vista de cerca, con sus formas exquisitas y sonrisa angelical, Roche no
parece la degenerada que describen sus múltiples enemigos. “A la gente siempre le
sorprende que sea tan educada y que vaya tan limpia”, dice la autora, que saltó a la
fama hace una década con un programa de entrevistas en Viva (la MTV alemana), en
el que ya despertó un primer escándalo por no depilarse las axilas.
En su primera novela, Zonas húmedas (2009), Roche logró escandalizar con su retrato
de una adolescente postrada en un hospital por una lesión anal, que pasaba los días
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masturbándose con un hueso de aguacate. Hizo saltar todas las alarmas del decoro,
pero despachó dos millones de copias. Su reválida llega con Furores íntimos (2013)
(Anagrama), en la que se adentra en terrenos más maduros y sombríos sin renunciar a
causar un poco de alboroto. La novela comienza con una descripción de 15 páginas de
la felación que su protagonista, Elizabeth, realiza a su marido adorado. A lo largo de
tres días, asistimos al monólogo interior de esta madre treintañera, atea radical,
adicta a la psicoterapia, militante medioambiental y fundamentalista del
vegetarianismo. En especial, desde que leyó Comer animales, el ensayo sobre los
peligros de la carne roja firmado por Jonathan Safran Foer, cuya portada lleva tatuada
la propia Roche en el reverso de su muñeca. Si quería enmascarar a su ‘alter ego’
literario, se podría haber esforzado un poco más.
“Hay mucho de mí en la novela. Hay que decirlo alto y claro, por respeto al lector. No
soporto a esos escritores que se protegen diciendo que todo lo que cuenta es ficción”,
responde Roche. Elizabeth sufre del mismo trauma que la autora: hace diez años, sus
tres hermanos murieron en un accidente de carretera cuando se dirigían a su boda en
Inglaterra. Querían tomar el avión, pero prefirieron el coche para transportar su
vestido de novia. Solo sobrevivió su madre. “Era imprescindible que lo contara. Es
algo que te arruina la vida y que nunca cicatrizará, pero fue un alivio dejarlo por
escrito. Es como cuando se lo cuento a alguien por primera vez. Por un momento,
siento que ya no es mi problema sino el suyo. Al ver el horror dibujado en su rostro,
me pongo hasta contenta”. El gesto molestó a su familia. Su padrastro la acusó de
utilizar la tragedia familiar “sin consideración, escrúpulos ni respeto”.
En otro frente de batalla, la decana de las feministas alemanas, Alice Schwarzer, que
aparece en el libro como malhumorada voz de la conciencia, la acusó de defender el
orden patriarcal y la sexualidad sumisa. Y es que Elizabeth, obsesionada por
convertirse en madre y esposa perfecta, cree deber la vida a su marido. “Como
contraprestación por mis desarreglos psíquicos, me esfuerzo mucho a la hora de
chupársela, agradeciéndole que siga aguantando a este animal traumatizado”, escribe
Roche. Si le pide que la acompañe al burdel para tener sexo con prostitutas, ella le
sigue sin rechistar hasta 18 veces. La autora se considera feminista y dice que el libro
también lo es, pese a que no cree que su heroína sea un modelo de conducta. “Las
feministas de la vieja escuela se equivocaron en muchas cosas. Consideraban que la
sexualidad masculina era asquerosa e incitaban a combatirla. Pero los hombres no son
el enemigo. Yo no he conocido la opresión masculina en la vida. Muchas de aquellas
feministas eran lesbianas que no sabían lo que era vivir con un hombre. ¿Quiénes son
ellas, que no tienen ninguna experiencia, para decirme cómo tengo que vivir?”, se
interroga.
***
Puede leer el artículo completo aquí.
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on Sunday, May 26th, 2013 at 12:36 am and is filed under Actualidad, Artes
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