REPRESENTACION Y SISTEMAS ELECTORALES SONIA MARGARITA ESCUDERO. I.- Reseña histórica.La cuestión de los regímenes electorales no es un tema menor, porque el mecanismo de dichos sistemas, configura, en su conjunto, una técnica de la representación, que es la manera que el pueblo expresa su consentimiento; lo que equivale a decir, el modo en que se legitima el poder.Nuestro país tiene una larga historia en materia de sistemas electorales.- Para empezar, fue uno de los primeros países en establecer el sufragio universal y el voto directo.- La ley de la Provincia de Buenos Aires, del 14 de agosto de 1821, establecía la elección directa de los Representantes (Diputados).- De acuerdo con esa histórica norma, todo hombre libre, natural del país, avecinado en él, de la edad de veinte años, y antes, si fuese emancipado, era hábil para elegir.- Esta fue una de las primeras leyes de sufragio universal del mundo.- Mereció las críticas de un pensador como Esteban Echeverría, quien opinaba que, el sufragio universal "minaba el cimiento del edificio social".- Según Echeverría, la mayoría del pueblo no sabía lo que era sufragio, y era conveniente refrenarlo y ponerle coto.- Por otro lado, Rosas, cuando la Cámara de Representantes le otorgó facultades extraordinarias en 1835, se negó a aceptarlas, en tanto no fueran ratificadas mediante elecciones populares, lo que así se hizo.- Se inauguraba, de ese modo, una dialéctica de posiciones encontradas, entre quienes desconfiaban de la voluntad popular, y los que reivindicaban la necesidad de su ejercicio.- Este contraste iba a mantenerse, en nuestro país, hasta bien avanzado el siglo XX.La primera ley nacional de elecciones, se dictó en septiembre de 1857, con el nº 140, y estableció el sistema de lista completa o plural: se votaba por tantos candidatos como cargos vacantes hubiese.- El voto podía ser verbal o escrito.- Este sistema estaba destinado a regir también en las provincias, para la elección de Diputados Nacionales y Electores de Presidente y Vice.- Con algunas modificaciones, el sistema se mantuvo en el orden nacional hasta fines de 1902, en que se sancionó la ley 4161, estableciendo el voto uninominal o por circunscripciones.- La Capital, y cada una de las Provincias, eran divididas en un número de circunscripciones igual al número de Diputados a elegir.- El sistema fue parcialmente modificado en 1905, mediante la ley 4578, según la cual cada elector debía votar por el número de Diputados o Electores de Presidente o Vice que correspondiesen al distrito.- La evolución anterior a la llamada ley Sáenz Peña culminó con la ley 4719 de 1905, que suprimió la posibilidad de votar oralmente.- Entre tanto, en la provincia de Buenos Aires, había tenido lugar la reforma constitucional de 1873, en la que apareció, por primera vez en nuestro país, la representación proporcional.En 1911, el Presidente Sáenz Peña remitió al Congreso el Proyecto de Ley Electoral de lista incompleta, en cuya elaboración le cupo importante intervención al entonces Ministro de Gobierno, el salteño Indalecio Gómez.- El Proyecto había sido precedido por las leyes de Enrolamiento Militar y Padrón Electoral.- Por primera vez, se establecía un documento habilitante electoral (la libreta de enrolamiento).La ley Sáenz Peña fue finalmente sancionada y promulgada en febrero de 1912, e implantó el sufragio secreto y obligatorio, emitido en base a un Padrón Electoral único y con un escrutinio definitivo centralizado.- La ley establecía que se votaba por un número de candidatos igual a las dos terceras partes de los cargos a llenar.- Con el tercio restante, se aseguraba la representación de la minoría.- Más allá de las características del sistema que instituía la ley Sáenz Peña, la promulgación de esta norma, constituyó un punto de inflexión en la historia electoral del país, porque fue acompañada de la voluntad política de asegurar el carácter genuino del sufragio y proscribir el fraude.- Esta ley prolongó su vigencia hasta 1957, si se exceptúa el período de fraude electoral reiniciado en 1932, cuya existencia fue invocada en 1943 como fundamento de la revolución que tuvo lugar el 4 de junio de ese año.- El voto de la mujer fue consagrado en 1947, con lo que resultó prácticamente duplicado el padrón electoral, aun cuando no se produjo de inmediato, una participación importante de la mujer en la vida política.En la año 1951 tuvo lugar, en la Capital Federal, una fugaz reaparición del sistema uninominal.- En 1957, y en virtud de un decreto dictado por el gobierno militar de la época, se instituyó, por primera vez, en el orden nacional, el régimen de representación proporcional.- Este sistema, se ha mantenido con diversas variantes, hasta el presente.Como corolario de este breve repaso, es necesario señalar, que la reforma de 1994 le dio jerarquía constitucional al principio del voto universal, igual, secreto y obligatorio, incorporándolo al nuevo artículo 37 de la Constitución Nacional.En nuestra Provincia se aplicaron, en su momento, los sistemas electorales vigentes en el orden nacional.- Ello sin embargo, en la década del ‘30 se instituyó, para la elección de Diputados Provinciales, un régimen que mantuvo su vigencia hasta 1946.- Según dicho sistema, los votantes podían consignar, en forma manuscrita, en la boleta, el nombre de alguno de los candidatos que deseaban elegir.- En cuanto al régimen proporcional D´Hondt, éste tuvo, en nuestra Provincia, jerarquía constitucional, por espacio de diez años, a partir de la reforma constitucional de 1986, y continúa actualmente aplicándose, en virtud de lo dispuesto por la ley provincial 6444.- Finalmente, y sin derogar el referido régimen proporcional, se instituyó, por imperio de la ley 6618, de 1991, el sistema de lemas y sublemas, también en vigencia.II.- Problemática actual.La libertad de emitir el voto, y la pureza del sufragio, constituyó, en su momento, un objetivo que consumió las energías políticas de dos generaciones de argentinos desde comienzos del siglo XX hasta mediados de la década del ‘40.- El advenimiento del peronismo al poder, en 1946, tornó, de alguna manera, abstracta esa prioridad política, que había constituído el núcleo programático de la Unión Cívica Radical.- De allí en mas, el propósito de mantener a las masas populares alejadas del poder, se cumpliría a través de la prohibición de participar en elecciones, impuesta al partido mayoritario en 1955.- El justicialismo sufrió así un ostracismo político de muchos años, con la complicidad del propio partido radical.- Por otro lado, los períodos de gobiernos militares, totalizaron, en conjunto, casi cinco lustros, entre 1966 y 1983.A fines del siglo XX, y en los albores del siglo XXI, la vocación popular de participación tiene otra dimensión, que trasciende el mero acto de emitir el sufragio.- La democracia ha evolucionado hacia un sistema partidista, en el que los partidos políticos constituyen, "de jure", o de hecho, las únicas estructuras aptas para presentar candidatos en las elecciones.- Así las cosas, la elección puede convertirse, en la práctica, en una mera opción, que no siempre satisface las expectativas sociales.- De allí que se busquen nuevas bases para profundizar la representación popular.Uno de los caminos consiste en las internas partidarias abiertas.- La legislación sobre partidos políticos en la Argentina ha seguido la tendencia europea, con arreglo a la cual, la Carta Orgánica de cada partido es una suerte de Constitución, en el diseño de cuyas cláusulas no interviene el Estado.- Las Cartas Orgánicas de los principales partidos políticos argentinos se atienen a un modelo en el que las elecciones abiertas no son mandatorias.Ello sin embargo, a fines del año 2000, el Poder Ejecutivo Nacional remitió al Congreso un proyecto, que de ser aprobado, reformaría la ley 23298, tornando obligatorias las elecciones partidarias internas abiertas para seleccionar candidatos a Presidente y Vicepresidente de la Nación.Mas allá de las disposiciones legales, el tema de las internas abiertas debe evaluarse a la luz de la predisposición que, un porcentaje importante del electora- do, pueda tener para participar en elecciones no obligatorias.En ese contexto, la ley de lemas provee, también, un medio para que, indirectamente, el elector participe en la vida interna del partido y supere la necesidad de atenerse a la lista de candidatos elaborada por los órganos partidarios.- Estas estructuras internas se encuentran, generalmente, controladas por un grupo que, el autor Wilfredo Pareto, caracterizó como "la elite" política, y que no siempre tiene la permeabilidad que sería de desear.- La ley de lemas abre a distintos grupos, más o menos contenidos por el partido, la posibilidad de presentar candidatos, y, por ende, ofrece al elector, un repertorio de opciones mas amplio; y, aporta, al Partido, un mayor número de militantes movilizados.Claro está, que, el sistema (o las corruptelas marginales a que el mismo da lugar), tiene algunas secuelas negativas.- Por una parte, el elector se siente, a veces, defraudado y escéptico, al advertir que su sufragio ha encumbrado a un candidato distinto al votado.- Por otro lado, la ingeniería electoral de la ley de lemas permite, en algunos casos, el surgimiento de dirigentes débiles, que en situaciones límite, carecen del consenso suficiente para desplegar la capacidad de contención requerida por la ciudadanía.Hasta aquí un balance, que pretende ser imparcial, acerca de los "pros" y los "contras" de la ley de lemas.- Al margen de los datos objetivos, lo cierto es que se ha generalizado, en un sector de la ciudadanía, una opinión negativa acerca del régimen de Lemas y Sublemas.- Este criterio predomina, sobre todo, en los partidos, que en nuestra Provincia, integran el arco de la oposición.- En este escenario, el Partido Justicialista podría, eventualmente, correr el riesgo de atar su porvenir político a un determinado sistema, (el de Lemas), como si éste fuese un medio indispensable para su triunfo electoral.- Ello implicaría una distorsión de la realidad histórica, pues, si se exceptúa algún breve período en que el justicialismo fue víctima de sus propias contradicciones, la vocación mayoritaria, en nuestra Provincia, del partido fundado por Juan Domingo Perón, no aparece para nada ligada a un régimen electoral en particular; y, de ello, hay suficientes testimonios en el medio siglo transcurrido desde 1946.La opción de volver atrás y ofrecer, al electorado, listas preelaboradas en el comité, no parece ya posible.- Puede que la generalizada protesta contra las llamadas "listas sábana" sea inconsistente, y, en realidad, esconda un interesado propósito de deteriorar a la clase política.- Como quiera que fuese, no podría, hoy, prescindirse de un instrumento que viabilice la participación popular en el proceso de definición de candidaturas.El debate está, hoy, abierto en Salta.- Si se llegase a la conclusión de que la ley de lemas ha perdido el consenso que, necesariamente, requieren las herramientas políticas, no quedaría otra alternativa que impulsar, con fuerza, la idea de realizar internas abiertas en todos los partidos.- En ese caso, la celebración simultánea de tales internas ofrecería claras ventajas para todos, si se piensa en la necesaria intervención de la justicia electoral, y la mayor facilidad que se tendría para detectar posibles irregularidades, tales como la duplicidad del voto.- La simultaneidad de las internas no solamente reportaría una indudable economía de medios; también constituiría un factor importante para impulsar la participación del mayor número posible de ciudadanos.Por de pronto, el Partido Justicialista ha convocado a elecciones internas abiertas para seleccionar candidatos a legisladores nacionales.- La iniciativa se encuentra, ahora, en el campo de las demás fuerzas políticas.Salta, de marzo de 2001.-