Los bailes de Carnaval

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Año X
Cartagena 16 de Febrero de 1917
Los bailes de Carnaval
S i los bailes a la usanza d e
nuestros días son inmorales y a b s o l u t a m e n t e reprobables en todas
las épocas del año, los de Carnav a l 3on s u s antifaces, con q u e se
tapa la ]>oquísima irergüenza q u e
»un podría haber en el fondo del
corazón <l9 nuestra j u v e n t u d , res u l t a n inmoralísimos.
Creo y o que en las orgías paganas no descendía tanto el t e r m ó m e t r o de) pudor como en los bail e s de Carnaval, c o m p u e s t o de h i j o s de la igiebt^ Oatólisa, c u y a s
i r e n t e s tod«8 han sido bañadas
con las regeneradoras aguas d^l
bautismo, y c u y o s pechos l\an r e c i b i d o más de una v e z la , v i s i t a
del Altíríimo y P u r í s i m o D i o s de
la Eucaristía; y ¡ay!, tal v e z m u chos, m u y pocas horas antes. E s
horrible el furor con que los cristianos se entregan a I^s orgías d e
CftrnaTal, pisoteando todos los
fueros del pudor y moral católicos, con una tranquilidad de c o n ciencia q u e espanta.
La educBcióii sibarítica y de
molicie, q u e en nuestros días se
d a a l a j u v e n t u d , e n e r v a todas s u s
actividades y energías para,el
bien, doHonoIlíindo su v i t a l i d a d
de una manera pasmosa para b u s par el placer y la diversión. Y l o
t r i s t e éS qiie^ aun e n t r e las personas q u e pasan por piadosas, a esas
báqtiicar o r g í a s e impildíooa bai Íes de carnaval, han dado QII Uaifiar exigencias
sociales, de l a s
cuales no ne puede prescindir sin
hacer el ridículo, y que los t i e m pos evolucionan y hay que tomarte como se presenlan; q u é l a piedad y la v i r t u d ho están reñidas
* e o n las diversiones, (honestas c o n . ©¿do) y otros cuantos tópicos por
«I estilo, con Jos cuales muchas
hlmas buenas pretenden tranquilií i r sü conciencia, y tío ven, las
o i u y ciegas, que tiauen encendidas nna vela a D i o s y otra al diablo. La piedad de estas almas es
algo arqueológico, q u e si no e«tá
. c o m p l e t a m e n t e e x t i n g u i d a , le rec u b r e amarillenta pátina) q u e le
•.quita tcdo su esplendor.
¡Nifia, niña, c u y a HIUIH cámiiiia
e inocente aun uu IIM siiloayo.siada y marchita por los abrasadores
vientos de ¡ini)urezii quo recorren
la sociedad actual, secando corazones, ó y e m e !
¿Has tenido la grandísima suert e de caer en manos de una b u e na madre, de una madre v i g i l a n t e como h a y ])Ocas, penetrada d e
s u misión a l t í s i m a , q u e ha velado diligente por tu inocencia, y ,
m«rced a s u s c u i d a d o s y desvelos,
t e conservas pura como los á n g e les de Dios, para q u e lu tierra RO
sea todo un lodazal? ¿sí, verdad?
Y , claro, t u alma i n g e n u a ha
sido alimentada en una piedad
sincera y u u t r i d a f r e c u e n t e m e n t e en la mesa Eucarística, y más
d e cuatro v e c e s has soñado q u e
te hallabas entre los angelitos de
D i o s , unida a s u s celestiales contentos, y debajo de t u hermosa
y serena frente no ]ia habido m á s
que pensamientos dignos d e una
v i r g e n cristiana, y no conoces, los
intnundos escondrijos de la malicia humana; por eso para ti e s t o do ello, todo de oolor de rosa, y
l o s hombres m u y buenos, m u y
s i m p á t i c o s , m u y amables. ¡ A h !
p u e s mira, te l o v o y a decir a t í
sola:y en confianza, m u y por lo
bajo: eres uu cervatillo entre chacales, un inocente cordero entre
lobos.
Y ahora que y a eres una pollita, casi una mujer, pues y a c u m pliste los diecisiete abriles, y el
m u n d o t e sonríe a t r a y e n t e , e s n e cesario—-te se dice—dejar las m u .fieoas, y oorresponderle, y alterU8r<
Y para hacer boca, como quien
dice, se tfj^ta d e llevarte a los bailes d e Carnaval, un tanto a l i g e r a da de ropas, para que te vayas curando de espanto...
Falon)ictt blanqa y pura, no
quiera(«, u o quieras d e n i n g ú n
modo entrar en esos focos, en
donde sólo se respira la más profundt^ «byecaión moral. P o r q u e ,
¡ay! si v a s , encontrarás, sí, g e n tes sonrientes y alegre»; j ó v e n e s
pisaverdes y disolutos, querrá»
danzar c o n t i g o entre s u s imj)urus brazos, con s u s |)enetrant«58
miruduri ululondrarán tu alma iii'
g e n u a y sencilla, te dirán uosas
MÍ dido, que agostarán t u corazón,
y ;les)>iié.s d e haber andado |)erdirfa entre la t u r b a m u l t a y re-
Núm. 190.
v o l t i j o de danzantes, y a no serás
la palomica blanca, ni el cervatillo i n g e n u o , ui el cordero i n o cente; tn corazón y a no gozará
de la placidez del corazón del
justo, y tal v e z no volverás a soñar con los angelitos del cielo,
c r e y é n d o t e entre sus celestia l e s contentos...
¡Jóvenes inocentes y
j)iadosa8,
h u i l d e los bailes y sobre todft*
de los de Carnaval,-si no quer¿í»
peiiler la inocoiicia, y l.i piedad,
y llenar v u e s t r o corazón de crn»
dos remordimientos, y «ntríatec e r a l p u r í s i m o Corazón de JesúsJ*
Si vais, ¿con q u é c a r a o s presen*
taréis a recibirle en la primeca»
ocasión?...
TITO
CARNAVALINA
Masca rita, mascarita, que paseas atre(vida
derrochando los placci^es y pictórica de
(vida,
recreándote en los juegos y canciones
(del amor.
Dcíenvuelta, vas mgstrando en tus -lo(c«s diversiones
que seducen y aprisionan los incautos
(cot«íoncs,
que desprecias las virtudes y marchi(tas el honor.
No te tapes ya la caca, mascarita bullí'
(ciosa,
que l« gente te conoce y supone, ma(licíosa,
que en asuntos de la honra uada tienes
(que perder.
Tus canciones, tus vestidos y tus ojos
(te traicionan
tus modales, tus jolgorios atrevidos
(hoy pregonan
la lujuria y desenfreno que ea tu perchel suelfi arder.
¡Desgraciada mascarita! Hoy se ríe;
(nunca II*ra;
su hermosura y gentileza en el mundo
(brilla ahora,
en el mnndo que la invita a los goces
(y «1 rcir;
mas vendrá después la muerte I e» la
(frfa aepuhura
guardará la mascarita; y en castigo a
(su locura
para siempr» jpobrecita! sin consuelo
(ha de sufrir.
¿No comprende*mascarita, que eres
(polvo, que eres nada,
¿Qué es la pluma....?
Eli manos de un Sabio es antorcha q u e a l u m b r a las t i n i e b l a s d e
la ignorancia, meusnjera de s u s
ideas, depositaría d e s u s más í n timos secretos.
En manos del historiador e s
azada q u e r e m u e v e las ruinas, p i queta q u e abre brecha en las trad i c i o n e s olvidadas, palanca q u e
pone en m o v i m i e n t o los s i g l o s . ,
Eli manos de una mujer, IH confídenta de s u s acciones y la trompeta q u e pregona s u s virtudt^t».
E n manos de un ignorante cons e r v a s ü calidad de... p l u m a d e
ganso.
que se pasan los placeres y se queda^.
(alKI grabad»'
en el alma pecadora la lanzada del
¿No comprendes, [)obre niñt, que te fia(gen ilusiones
los impúdicos deseos <le atrevidos c o (lasoves
sostenidos y avivados por el diablo te»-
(udod
¿No reparM, infeliz, que I» fior máa
(bella y puni>
se deshoja si U oprimen y se va sugíi»
(laaHMl
8i en atmósleía asfixiante «P Ja obfiga
a resHÜrl
Pues el alma, que es más bella que la»
(más hermosas florea,
engolfada en los placeres, pierde are»
(«iras y cohwH;
y las cosas'celestiales no consigae ya
(seat^.
Quita, joven, los vpslidos que aoa
' fuego del 87etl|0;
borra todas-tus locuras, y a los bouíaa
(del Éter**..
prometiendo santa enmienda, no celar»
(des el UégM
que las iágrima» que brotan de «nape»
(bre arrepestüa
son consuela en sus dolores, y d«i^VÍS
(seria (tiNMa
que a la incauta «matcar^f» áé el ¡S**"
(i)or al f>enI<iMr.
9iL EDUARDO R. StfaUHo, O, E.
E n manos d e un critico ÍÉI^ ,
alternativamente, ceti-bde eȖMy
fusil maúser.
E n manos de un periodista m
s u s c e p t i b l e de mil forman: p á t l t oip4 dé batuta y de gancho d e
trapero, d e v á t a d e A^rón j 4 »
vara d e medir.
La Nueva Bula
DIAI.0iaO
Aquí estoy seAor Cnra^ a KMT
si s^uimos ntiestt'as chai-iaa MK
bre lá £ula.
—Muy bien, Ramón. HaU«eemoa un rato sobre los graa^ÉS'
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