DISCUTAMOS UN VERDADERO “MODELO” PARA EL CHACO. Por Eduardo Aguilar1 En tiempos electorales como estos es importante tener claro cuál es la “ agenda ” en la que debería centrarse el debate político, porque las “ campañas ” son terreno fértil para que los eslóganes mediáticos y las acusaciones personales desvíen la atención de lo que en verdad es fundamental. Lo que está sucediendo en el caso del Chaco es un buen ejemplo de esto. Porque más allá de imputaciones de corrupción y del repiqueteo sobre la existencia de un supuesto “ rumbo ” y la continuidad de un supuesto “ crecimiento ”, lo cierto es que el debate electoral ha carecido por completo de fundamentos. El Consenso en Torno al “Modelo de las Ventanillas” Esta falta de dirección, este “vacío” de sentido del debate electoral, se debe a que desde hace algunos años se ha instalado entre cierta clase política del Chaco un consenso respecto al lo que resulta “políticamente viable” en la provincia. Un consenso respecto a un “modelo provincial”, que tiene bases políticas y económicas bien definidas. Para expresarlo de la manera más sencilla, podríamos resumir las ideas del “modelo” provincial en la siguiente suma: Salarios Estatales al Día + Obra Pública Electoralista = Victoria Electoral. Las bases de sustentación política de este “modelo” son claras. La importancia de los “salarios públicos al día” deriva de que los trabajadores estatales forman un gremio combativo, de fácil concentración y gran capacidad de movilización. Y prestan servicios cuya interrupción repercute rápidamente sobre la opinión que el resto de la sociedad tiene del gobierno: los conflictos con los trabajadores estatales, los días de paro en escuelas y hospitales son un termómetro que mucha gente utiliza para medir “como le está yendo al gobierno”. El humo negro de las cubiertas en llamas frente a la Casa de Gobierno se transmite inmediatamente a los noticieros de todo el país, con lo que el gobierno paga un costo de desprestigio político no solo provincial, sino también nacional. 1 El autor es Profesor de Micro y Macroeconomía de la FCE - UNNE. Por supuesto que quienes impulsan este modelo saben que muchos otros sectores del Chaco (nuestro campo, la industria, el comercio) tienen problemas agudos y demandas al menos tan legítimas como las de los trabajadores estatales. Pero saben también que esos sectores tienen una capacidad de protesta mucho menor, sus métodos tienen menos impacto político, y por lo tanto… sus problemas pueden esperar. Así es que, con los salarios públicos al día, gran parte de la lucha electoral está resuelta. Y para reafirmarla, poco antes de las elecciones, una batería de inauguraciones de calles y alumbrados puede poner la frutilla que la torta necesita. En cuanto a las bases económicas del modelo chaqueño, son aún más sencillas: de lo que se trata es de esperar que ingresen los fondos de coparticipación que envía la nacion para pagar los salarios provinciales, y de esperar que ingresen fondos del tipo FONAVI (y sus múltiples variantes) para financiar la obra pública electoralista. ¿Y si con esto no alcanza? Bueno, allí esta posibilidad de seguir endeudando a la provincia para alguna inauguración más o algún otro aguinaldo “a término”. Creo que por su sencillez económica podríamos denominar al modelo provincial “El Modelo de las Ventanillas”, porque toda la política económica provincial consiste en recibir los fondos de la nación por una ventanilla para pagar salarios públicos por la otra. Los Problemas del Modelo de las Ventanillas Este modelo ha revelado ser muy redituable en términos de victorias electorales y proyección política personal. Pero tiene algunos problemas. El primer problema es que la posibilidad de seguir endeudando a la provincia ya ha desaparecido por completo. Y producto de la deuda que ya se acumuló por aumentos continuos del gasto público (y de la carga de intereses que ésta implica), el Chaco enfrenta ahora un escenario similar al de la nación: la necesidad de un ajuste fiscal de gran magnitud, que si no empieza a pensarse y sincerarse desde ya, terminará obligándonos a hacer muy pronto esos “recortes de carnicero” que está implementando el Gobierno Nacional. Es importante descartar desde ya la ilusión de que la emisión de algún bono aliviará nuestros problemas. Esta nos es más que una forma indirecta de reducirle el salario a los empleados públicos, ya que la pérdida de valor de dichos papeles sera inevitable: en definitiva, los bonos no son más que nueva deuda de una provincia que ya está quebrada y que no tiene una estrategia para salir de esta situación. Esta es, hay que decirlo también, una forma cobarde de enfrentar el problema, porque los mismos políticos que disfrutaron de los beneficios de aumentar el gasto y la deuda provincial, ahora pretenden que sean los almaceneros quienes le comuniquen a los empleados públicos que sus salarios se están licuando. El segundo problema es que otros sectores sociales han aprendido “a leer” la lógica del modelo, y saben ahora cuál es el tipo de presiones a los que responde el gobierno. Y es por esto que el Chaco es pionero en los cortes de ruta y las manifestaciones de desocupados que ahora conocemos con el nombre de “piquetes”. De manera que aún con salarios públicos al día, el modelo de las ventanillas ya no puede evitar que el humo negro de las cubiertas en llamas inunde los noticieros nacionales y provinciales. Por eso es fundamental entender que a través de las manifestaciones de desocupados es, paradójicamente, el Chaco de la producción y el trabajo, el Chaco olvidado por el modelo de las ventanillas, el que nos está hablando. Y nos está diciendo que con estas prioridades provinciales no se puede producir ni trabajar de manera independiente en Chaco. Nos está diciendo que con estas reglas de juego, todo aquel que no haya tenido la suerte de conseguir un puesto en el estado estará condenado a abandonar la provincia para poder sobrevivir. Sin embargo, el problema más grave de este modelo provincial es que está actuando como una anestesia (cada vez menos efectiva, es cierto) que inhibe y desalienta el planteo y la discusión de los verdaderos problemas que Chaco necesita resolver para recuperar un futuro. Estos problemas, sobre los que debería girar el debate politíco en el Chaco, se pueden sintetizar en las 3 preguntas siguientes, referidas al campo, la industria y el estado provincial: 1° El Campo ¿El Chaco tiene aún un futuro algodonero, o debemos asumir que la depresión de los precios es un dato estructural, de largo plazo, que nos obliga también a cambios estructurales? Y en este caso, ¿hacia qué dirección y con que instrumentos de política pública debe encararse la reconversión del campo chaqueno? 2° La Industria ¿El Chaco tiene que resignarse a su presente de desindustrialización, para seguir girando sobre el estado, un sector comercial que se contrae y un campo en crisis estructural? Si la respuesta es negativa, ¿cuáles son las industrias que la provincia debería impulsar estratégicamente y, otra vez, mediante qué instrumentos de política económica debería hacerlo? ¿deberíamos tratar de captar industrias de gran escala, o promover el surgimiento de empresas pequeñas y medianas? Adicionalmente, ¿qué tipo de apoyo federal debemos reclamar para esto, y cuál debe ser nuestra posición frente a la política económica nacional? Si nuestro proyecto de reindustrialización se basará en las PyMes, ¿nuestros legisladores nacionales deberían apoyar leyes laborales más o menos flexibles? ¿deberían votar a favor o en contra de mayores impuestos al trabajo (los aportes patronales que el Parlamento aumentó en el último ajuste)? ¿nos convendría apoyar o no los aumentos de aranceles que protegen a industrias radicadas en otras provincias y aumentan los costos de invertir en la nuestra? 3° Finalmente, El Estado ¿cuál es el rol que tiene que jugar el estado provincial en todo este proceso? ¿dispone hoy de instrumentos para guiar la reconversión del sector primario? ¿está preparado para coordinar la inversión y las actividades de las pequeñas y medianas empresas industriales, ayudándolas en todo aquello que el mercado por sí mismo no les proveerá: el acceso a tecnologías modernas, el reentrenamiento de la mano de obra necesaria, la provisión de información sobre mercados y estándares comerciales internacionales? Para estimular este proceso industrialización y reconversión del campo, ¿cuál debería ser la estructura de tarifas públicas (agua, luz, etc) y cuál la estructura óptima de impuestos provinciales? Por último, ¿cuáles son las reformas de largo plazo que requiere nuestro estado provincial para dotarse de la gente, la organización y los recursos que le permitan encarar estas tareas imprescindibles para el desarrollo del Chaco? Este Modelo No Nos Dará Las Repuestas Está claro que el modelo de las ventanillas (que algunos implementan y otros critican marginalmente mientras sueñan con que llegue su momento de dirigirlo) no puede responder a estos interrogantes. Tomemos un ejemplo: el último subsidio algodonero de 32 Millones de Pesos que nos otorgó la Nación, y que equivale a menos de un mes de salarios públicos provinciales. Esto es, pese a que la economía del Chaco se basa en la producción de un campo afectado por una gran variabilidad de condiciones climáticas y una gran incertidumbre sobre los precios de venta, la provincia fue hasta aquí incapaz de constituir un fondo de estabilización mínimo para enfrentar las contingencias que sufren nuestros productores. El posterior “acompañamiento a nuestros productores para golpear todas las puertas de Buenos Aires” a fin de conseguir los fondos, no puede presentarse entonces como un acto de compromiso heroico con el Chaco, sino como lo que en verdad es: la consecuencia lógica de la imprevisión y de que previamente se haya privilegiado la obra pública electoralista por sobre las necesidades reales del Chaco que produce y trabaja. Algunas Continuidades que Lastiman Pero los chaqueños no requieren de muchos argumentos para convencerse de las limitaciones de este modelo provincial, que son evidentes. Porque todos sabemos que más de una década atrás podíamos decir: ♣ Que el campo chaqueño estaba sobrendeudado y con problemas para sobrevivir. Y hoy también. ♣ Que el Chaco estaba desindustrializado. Y hoy también. ♣ Que la salud y la educación chaqueña funcionaban mal. Y hoy también. ♣ Que el Chaco tenía uno de los sistemas políticos más caros del país. Y hoy también. ♣ Que el Chaco tenía un estado ineficiente y mal organizado. Y hoy también. ♣ Que el Chaco casi no exportaba. Y hoy tampoco lo hace. ♣ Que el Chaco tenía uno de los índices de pobreza más alto del país. Y hoy también. Que el Chaco no haya logrado transformar ni su estado, ni su economía, ni su sociedad no es extraño. Lo extraño hubiera sido lo contrario. Este estancamiento es el resultado lógico del “modelo de las ventanillas”. En definitiva, los chaqueños sabemos que antes el Chaco no tenía una estrategia de desarrollo. Y que hoy tampoco la tiene. Empecemos a Debatir los Temas Esenciales. En las tres grandes áreas del campo, la industria y el estado (que son las que definirán el futuro del Chaco y el nivel de vida de quienes no quieran abandonar la provincia) todos sabemos perfectamente que los chaqueños estamos lejos de saber hacia donde vamos. Y gran parte de la indiferencia y el enojo que tiene la gente con la política proviene de que siente que estos temas fundamentales no están siendo puestos arriba de la mesa del debate electoral. Hay que tener claro que estas son preguntas que la Nación no va a responder por nosotros. Porque la experiencia económica entre 1991 y 1998 muestra que no podemos esperar que la mejora de la suerte del país resuelva nuestros problemas: en aquellos años la economía nacional creció fuertemente, sin que el Chaco, entrampado en su modelo de las ventanillas, haya logrado subirse al tren. Individualmente, nadie va a encontrar la solución a los problemas que aquí se plantean: esto demanda el esfuerzo de todos los chaqueños. Y precisamente porque estas preguntas referidas al futuro del campo, la industria y el estado en el Chaco son tan complejas y difíciles de responder, tenemos que centrar en ellas el debate político, para nuclear en torno a estas preocupaciones a la gente más inteligente y mejor intencionada de la provincia. Estos son los temas que el Chaco necesita debatir. Y estamos a tiempo de hacerlo.