Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad

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Estudios Constitucionales
ISSN: 0718-0195
[email protected]
Centro de Estudios Constitucionales de Chile
Chile
Nogueira Alcalá, Humberto
Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas constitucionales
en Chile
Estudios Constitucionales, vol. 4, núm. 2, noviembre, 2006, pp. 435-455
Centro de Estudios Constitucionales de Chile
Santiago, Chile
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=82040119
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Estudios Constitucionales, Año 4 N° 2, ISSN 0718-0195, Universidad de Talca, 2006
constitucionalidad
de ladereforma
constitucional
Los límites delControl
poder de
constituyente
y el control
constitucionalidad
de las reformas
constitucionales en Chile
Humberto Nogueira Alcalá; páginas 435 a 455
LOS LÍMITES DEL PODER CONSTITUYENTE Y EL
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE LAS
REFORMAS CONSTITUCIONALES EN CHILE
The limits of the constituent power and the control of
constitutionality of the constitutional reforms in Chile
Humberto Nogueira Alcalá *
RESUMEN
El artículo analiza el tema del poder constituyente originario e instituido, desarrollando una reflexión jurídica sobre los límites de la reforma constitucional y
la función que le corresponde al Tribunal Constitucional en el desarrollo del control de constitucionalidad de ellas conforme al artículo 93 N° 3 de la Constitución chilena reformada en 2005.
PALABRAS CLAVE
Reforma constitucional. Límites materiales. Control constitucional de reformas constitucionales.
* El autor es Doctor en Derecho, Profesor Titular de Derecho Constitucional. Director del Centro de
Estudios Constitucionales de Chile de la Universidad de Talca. Presidente de la Asociación Chilena
de Derecho Constitucional. Vicepresidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional. [email protected] Recibido el 26 de junio de 2006. Aprobado el 30 de agosto de 2006.
Estudios Constitucionales
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Humberto Nogueira Alcalá
ABSTRACT
The article analyzes the theme of the native constituent power and instituted,
developing to a legal reflection on them limits of the constitutional reform and
the function that corresponds to him to the Constitutional Court in the development of the control of constitutionality of them according to the 93 article N° 3
of the reformed Chilean Constitution in 2005.
KEY WORDS
Constitutional reforms. Materials limit of the constitutional reforms. Constitutional control of constitutional reforms.
1. ORIGEN Y DESARROLLO DE LA
CONCEPCIÓN DEL PODER CONSTITUYENTE
Inicialmente podría señalarse a Rousseau como padre del concepto de poder
constituyente, en base a su teoría de la voluntad general, pero dicha teoría que
formula la soberanía popular como inalienable e inenajenable la convierte en
una concepción imposible de practicarse, ya que ella sólo fundamenta una democracia directa ejercida solo por el soberano: el pueblo o cuerpo político de la
sociedad. Así en la concepción rousseauniana no es posible ni legítimo distinguir entre poder constituyente y poderes constituidos.
La doctrina del poder constituyente es desarrollada por Emmanuel Sieyés a
fines del siglo XVIII, en 1789, en su obra ¿Que es el Estado Llano,1 donde la
doctrina del poder constituyente es desarrollada en forma sistemática, como
expresión de su teoría de la representación y la soberanía nacional. Sieyés mediante el concepto y la institución del poder constituyente genera un instrumento que permitirá generar una Constitución, generando a partir de ella una vinculación de la autoridad a la Ley Fundamental que emanaba de la nación soberana. Así gobernantes y gobernados quedaban subordinados a la Constitución.
Para Sieyés el poder constituyente es un poder soberano, el cual no está
vinculado por ninguna norma jurídica previa, pudiendo libremente fijar la idea
de derecho que considere adecuada en la Constitución, el poder constituyente
es un poder prejurídico que actúa libre de toda forma y control.
1
436
Sieyés, Emmanuel. ¿Qué es el Estado Llano? Traducción de Qu’est ce que le Tiers Etat (1789). Ed.
Centro de Estudios Constitucionales, Madrid. 1988.
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Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
La titularidad del poder constituyente reside en la nación, ente que constituye una ficción jurídica y política que se integra por todo el pueblo, pero a su
vez, en nadie en concreto,2 lo que origina la democracia representativa como
forma de ejercicio de dicho poder constituyente. Con ello, bajo la ficticia soberanía de la Nación estableció la soberanía efectiva de la Asamblea, que posibilitó en la práctica la soberanía de los representantes, excluyendo la participación directa del pueblo.
Así la Asamblea Constituyente es quien expresa la soberanía nacional y establece la Constitución, ella constituye la representación extraordinaria que posibilita
a la Asamblea ejercer un poder tal como le plazca a la Nación dárselo, confiando a
los representantes extraordinarios los poderes necesarios en tales ocasiones, los
cuales puestos en lugar de la nación misma ejercen la potestad de establecer la
Constitución, la voluntad común de los representantes extraordinarios vale por la
voluntad de la nación misma. Una vez terminada dicha obra el poder constituyente cesa y surgen los poderes constituidos que sustentan su actuación en su previsión constitucional. Surge así la separación nítida entre poder constituyente y poderes constituidos o instituidos por la Constitución y subordinados a la misma.
Sieyés sostendrá que los representantes de la nación en la Asamblea constituyente son libres y pueden realizar todo, pudiendo establecer la Constitución en
cuanto poder constituyente, como asimismo pueden ejercer las funciones propias
de los poderes constituidos, en cuanto expresión de la voluntad del pueblo.
La doctrina norteamericana del constitucionalismo en una perspectiva diferente y más pragmática, aporta la concepción de la radicación de la soberanía y
el poder constituyente en el pueblo, a diferencia de los ingleses que lo radicaban
en el Parlamento con facultades omnipotentes. Los inmigrantes al establecer las
colonias de Nueva Inglaterra al redactar los convenants, pactos políticos fundantes de la organización política de las colonias en Norteamérica como nuevas
sociedades, lo hacían en base a un pacto, en el cual el poder era directamente
ejercido por el pueblo.
Más tarde, cuando las colonias se independizan de Inglaterra, generaron una
federación que salvaguardaba las autonomías de sus comunidades, estableciendo limitadamente los poderes del gobierno central como gobierno federal
en la Constitución de 1787, salvaguardando el principio que la plenitud de los
poderes residía en el pueblo de los estados miembros, los cuales ejercieron su
poder constituyente a través de referéndum.
2
Böckenforde, Ernst Wolfgang. Estudios sobre el Estado de derecho y la democracia. Ed. Trotta,
Madrid. 2000, pp. 163 y ss.
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El aporte norteamericano es así la radicación del poder constituyente en el
pueblo, la generación de una Constitución escrita, expresión de la voluntad soberana del pueblo.
Así el poder constituyente en cuanto poder originario, no deriva de ningún
otro poder jurídico preexistente. El poder constituyente sería un poder prejurídico y por ello ilimitado.3 El poder constituyente originario es aquel que organiza y
da forma jurídica a un Estado o permite que este vuelva a refundar su orden
jurídico luego de un proceso revolucionario o de un golpe de Estado, constituyendo una erupción de la libertad política del pueblo para dotarse de un nuevo
orden jurídico fundamental.
Sieyés afirma también en diversos pasajes de su obra antes señalada, el poder ilimitado y absoluto de la Nación: “Ante todo, una Nación no puede ni
alienar ni prohibirse el derecho de querer; y cualquiera que sea su voluntad, no
puede perder el derecho a cambiarla en el momento en que su interés lo exija”.
Así el pueblo puede romper el orden constitucional por él establecido, ya que la
voluntad nacional no tiene límite alguno. En tal sentido, vale como un principio
dogmático lo establecido por la Constitución francesa del 3 de septiembre de
1791, la cual en su artículo 1º del Título VII señala: “La Asamblea Nacional
Constituyente declara que la Nación tiene el derecho imprescriptible de cambiar
su Constitución”.
El poder constituyente es así “la voluntad originaria, extraordinaria y soberana de una comunidad que dicta las normas fundamentales para la organización
y funcionamiento de la convivencia política”;4 en términos similares Bockenförde señala que “es aquella fuerza y autoridad (política) capaz de crear, de sustentar, y de cancelar la Constitución en su pretensión normativa de validez”.
2. EL PODER CONSTITUYENTE DERIVADO, SUS
LÍMITES Y EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
2.1. Caracterización del poder
constituyente instituido o derivado
A su vez, fuera de dichos periodos de profundos cambios políticos y sociales
o de crisis políticas e institucionales, opera la Constitución vigente, expresión de
3
4
438
De Vega García, Pedro. La reforma constitucional y la problemática del poder constituyente. Ed.
Tecnos, Madrid. 1985, pp. 24 y ss.
Lucas Verdú, Pablo. Curso de Derecho Político. Vol. II. Ed. Tecnos, Madrid. 1983.
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constitucionales en Chile
la voluntad de los gobernados, que opera en base a poderes constituidos de
acuerdo a las reglas constitucionales, dentro de los cuales se encuentra el poder
constituyente instituido que posibilita adecuaciones parciales de la Constitución
manteniendo la continuidad e identidad de la misma y sus principios fundamentales, poder de reforma constitucional que se radica en órganos constituidos representativos de la voluntad popular, de referéndum o plebiscito o procedimientos combinados de democracia representativa y democracia directa. La
reforma constitucional dentro del Estado constitucional sólo será legítima cuando sus fines y medios sean democráticos y compatibles con la idea de derecho
básica, el contenido fundamental o la fórmula política contenida en la Carta
Fundamental.5
El poder reformador de la Constitución es un poder instituido por la Carta Fundamental, constituye una actividad sometida y reglada por la propia Constitución.
La reforma constitucional permite afrontar las cambiantes circunstancias históricas
y sociales de los pueblos, posibilitando la adaptación de la Carta Fundamental a
los nuevos desafíos y vicisitudes históricas, dentro del marco de la juridicidad y la
continuidad e identidad de la Constitución, siendo tributario de las formas, procedimientos y contenidos esenciales o fórmula política constitucional.
El poder constituyente derivado o de reforma constitucional, constituye un
poder constituido, un poder creado y regulado por la Constitución, teniendo
limitaciones formales y materiales. Como señala Zagrebelsky el poder de revisión constitucional no es el poder constituyente, sino un poder constituido, aunque se trate “del poder dotado de la máxima eficacia jurídica entre todos los
previstos en el ordenamiento actual”,6 el cual como poder constituido tiene límites, salvo que se manifieste como un poder extra y contra ordinem, lo cual es
inadmisible. Zagrebelsky precisará que “el poder de revisión de la Constitución
se basa en la misma Constitución, si la contradijera como tal, para sustituirla por
otra, se transformaría en un poder enemigo de la Constitución y no podría invocarla como base de su validez. Quién combate a un enemigo no puede pretender hacerlo en nombre del mismo enemigo: ‘los órganos que actúan contra la
Constitución dejan de ser sus órganos’”.7
5
6
7
Lucas Verdú, Pablo. El sentimiento constitucional. Ed Reus, Madrid. 1985, pp. 103 y ss. Ver
también Canossa Usera, Raúl. Interpretación constitucional y fórmula política. Ed. Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, pp. 249 y ss.
Zagrebelsky, Gustavo. Manuale di diritto Costituzionale. Ed. UTET, segunda edición, Turín, Italia.
1988. Versión es español, “La Constitución y sus normas” , en Teoría de la Constitución. Ensayos
escogidos. Ed Porrúa y Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. 2000, p. 73.
Zagrebelsky, Gustavo. “La Constitución y sus normas” , en Teoría de la Constitución. Ensayos
escogidos. Ed Porrúa y Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. 2000, p. 73.
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Cualquiera sea la modalidad a través de la cual opere el poder constituyente
derivado o poder de reforma de la Constitución, este no puede destruir la Carta
Fundamental. Ello implica que la Constitución establece límites explícitos o implícitos al poder constituyente derivado.
Como ya sostenía Carl Schmitt la facultad de reformar la Constitución, “atribuida a una formación legal-constitucional, significa que una o varias regulaciones legal-constitucionales pueden ser sustituidas por otras regulaciones legalconstitucionales, pero sólo bajo el supuesto que queden garantizadas la identidad y continuidad de la Constitución considerada como un todo: la facultad de
reformar la constitución contiene, pues, tan sólo la facultad de practicar, en las
prescripciones legal-constitucionales, reformas, adiciones, refundiciones, supresiones, etc., pero manteniendo la Constitución; no la facultad de dar una nueva
Constitución, ni tampoco la de reformar, ensanchar o sustituir por otro el propio
fundamento de esta competencia de revisión constitucional”.8
Ello lleva a afirmar que el poder constituyente derivado no puede sustituir al
poder constituyente originario, alterando la idea de derecho, la fórmula política
o principios supremos establecidos constitucionalmente,9 el poder constituyente
derivado sólo puede operar dentro de los principios supremos del orden constitucional o fórmula política establecida por el constituyente originario, sin poder
sustituirla o abrogarla.
La potestad constituyente derivada es una potestad de órganos instituidos
por la Constitución y sometidos a ella, como asimismo a los límites jurídicos
formales y materiales que ella determina, cuyo cumplimiento puede controlar la
jurisdicción constitucional, cuyo principal cometido es la defensa jurídica del orden constitucional.
En efecto, la Constitución chilena vigente, en su artículo 6°, determina que
“Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la República”.
Agregando en su inciso 2° que “los preceptos de esta Constitución obligan
tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo”. El artículo cierra con su inciso 3° que precisa: “La infracción de
esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley”.
8
9
440
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Ed. Alianza, Madrid, 1982, p. 119.
Ver sentencia de la Corte Constitucional italiana N° 1146 de 1988, que identifica los límites
naturales de la reforma constitucional con los principios supremos del ordenamiento constitucional. En forma similar, el Tribunal Constitucional peruano en la sentencia Exp. N° 050-2004-AI/TC
y otros, la cual reconoce límites materiales expresos y tácitos de la reforma constitucional.
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constitucionales en Chile
La Constitución es así el fundamento de legitimidad y validez de todo el
ordenamiento institucional instituido por ella. Toda producción normativa de los
órganos estatales, como asimismo, todos los actos de particulares deben guardar lealtad y fidelidad a la Carta Fundamental. Ello constituye una obligación
jurídica que genera responsabilidades y sanciones, las cuales el legislador debe
establecer en cada hipótesis concreta.
A su vez, el artículo 7° de la Constitución refuerza tales reglas en sus dos
primeros incisos, los cuales determinan:
“Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de
sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
“Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les haya conferido en virtud de la Constitución o las leyes”.
Todo órgano estatal tiene que operar con la investidura regular que en cada
caso determina la Constitución o las leyes que la complementan, sólo dentro de
las competencias determinadas por el ordenamiento jurídico y sometido a todas
las formalidades que éste determine. Asimismo, en el ordenamiento jurídico
chileno ningún órgano estatal o autoridad puede atribuirse competencias diferentes que las que el propio ordenamiento jurídico le haya atribuido, ni siquiera
circunstancias extraordinarias posibilitan o legitiman la atribución de competencias no expresamente otorgadas por la Constitución y las leyes que conforme a
ella se hayan dictado.
Finalmente, el inciso 3° del artículo 7° cierra la disposición, señalando que
“Todo acto en contravención a este artículo es nulo y origina las responsabilidades y sanciones que la ley señale”.
Una reforma constitucional no puede sustituir la Constitución vigente por
otra, ya que ello supone la muerte de la primera y el surgimiento de un nuevo
orden constitucional, lo que no es posible de concretar sin la participación efectiva y decisiva del poder constituyente originario. Las reformas constitucionales
deben respetar la continuidad e identidad de la Constitución vigente.
2.2. Control de constitucionalidad
de las reformas constitucionales
El Estado constitucional contemporáneo legitima y justifica el control de constitucionalidad de las reformas constitucionales, competencia que se radica en
aquel órgano de jurisdicción constitucional que la propia Constitución ha esta-
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blecido para su propia defensa jurídica, que puede ser la Corte Suprema, una de
sus Salas o un Tribunal Constitucional. Así la reforma de la Constitución ha ido
paulatinamente abandonando la calidad de cuestión política no justiciable.10
En América del Sur, en diversos países se ha establecido un control constitucional de las reformas constitucionales expresamente atribuyéndole dicha competencia al órgano encargado de la defensa jurídica de la Constitución, el Tribunal Constitucional,11 en otros casos, las jurisdicciones constitucionales cuyas constituciones no establecen expresamente el control de constitucionalidad de las
reformas constitucionales, la han configurado vía interpretativa del control de
constitucionalidad de las “leyes”, vocablo que se considera que incluye también
las “leyes de reforma constitucional”.12
La Constitución chilena vigente, en su artículo 93 establece entre las atribuciones del Tribunal Constitucional, de acuerdo al numeral 3°, resolver las cuestiones de constitucionalidad que se susciten durante la tramitación de los proyectos de reforma constitucional, requerimiento que puede ser formulado por el
Presidente de la República, de cualquiera de las Cámaras o de una cuarta parte
de sus miembros en ejercicio, siempre que sea formulado antes de la promulgación de la ley de reforma constitucional y, en caso alguno, después del quinto
día del despacho del proyecto.
10
11
12
442
Sobre la materia ver Landa, César. “Justicia constitucional y political questions”, en Anuario
Iberoamericano de Justicia Constitucional N° 4, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid. 2002, pp. 173 y ss.
Constituciones de Bolivia, art. 120 N° 10 en armonía con artículos 116 y 117 de la Ley 1.836 de
1998; Colombia, art. 241 N° 1; Chile, artículo 93 N° 3.
Tribunal Constitucional peruano. Exp. N° 014-2002-AI/TC; Exp. N° 014-2003-AI/TC; especialmente Exp. N° 050-2004-AI/TC y otros, fundamento 20, que interpreta el artículo 200, inciso 4 de
la Constitución, que establece el control de constitucionalidad de los preceptos legales: “Tal
dispositivo debe ser interpretado correctamente de manera extensiva, a diferencia de lo propuesto negativamente en el fundamento 3, en consecuencia, puede concluirse válidamente que
el precitado artículo permite la revisión de una ley de reforma constitucional”. En otra perspectiva diferente, la Corte Constitucional de Francia, al ser requerida para pronunciarse sobre la
reforma constitucional sobre la organización descentralizada de la República, aprobada por el
Congreso el 17 de marzo de 2003, dictó sentencia del 26 de marzo de 2003, la cual en su
considerando o fundamento 2° precisó: Considerando que el artículo 61 de la Constitución otorga
al Consejo Constitucional la misión de apreciar la conformidad a la Constitución de las leyes
orgánicas y, cuando ellas son llevadas a su conocimiento en las condiciones fijadas por este
artículo, también de las leyes ordinarias; que el Consejo Constitucional no tiene ni por el artículo
61 ni por el 89 ni por ninguna otra disposición de la Constitución el poder de pronunciarse sobre
una reforma constitucional”, declarándose incompetente para conocer de dicha materia. La misma perspectiva había asumido el Tribunal Constitucional chileno en 1972, respecto del proyecto
de reforma constitucional Hamilton-Fuentealba sobre las tres áreas de la economía.
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Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
Se trata así de un control por vía de acción limitada o restringida solo a ciertos
órganos constitucionales, siendo un control abstracto y de naturaleza preventiva, si la sentencia estima inconstitucional el proyecto de reforma o algunas de
las disposiciones contenidas en él, los efectos son la imposibilidad de incorporarlas al ordenamiento constitucional.
2.2.1. Control de constitucionalidad y límites materiales de la reforma constitucional.
El control de constitucionalidad de los proyectos de reforma constitucional,
además de resguardar los límites formales establecidos constitucionalmente (órganos, procedimiento, quórum y formas), puede resguardar también los límites
materiales explícitos e implícitos.
Los límites constitucionales materiales explícitos son los que la propia Constitución establece como límites o limitaciones a la reforma constitucional.13
En la Constitución chilena estos límites o limitaciones materiales explícitas y
directas se encuentran en el artículo 5° inciso 2° de la Carta Fundamental.
En efecto, nuestra Carta Fundamental en su artículo 5°, inciso 2°, determina
que “el ejercicio de la soberanía tiene como limitación el respeto a los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana”. Asimismo, la parte final de
dicha disposición precisa que “Es deber de los órganos del Estado respetar y
promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así como por los
tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentran vigentes”.
Así, puede sostenerse que dicho artículo 5° inciso 2°, determina a los derechos
fundamentales como un límite material, de carácter expreso, a la reforma constitucional, en la medida que tales derechos ya asegurados por el propio texto constitucional, como asimismo, aquellos asegurados por los tratados internacionales
ratificados por Chile y vigentes, constituyen limitaciones a la soberanía. Ello signi-
13
Diversos estados constitucionales democráticos han establecido en sus Cartas Fundamentales
límites materiales a la reforma de la Constitución, como son los artículos 139° de la Constitución
italiana de 1947: “La forma republicana no puede ser objeto de revisión constitucional”; el
artículo 89 de la Constitución francesa de 1958: “…No podrá iniciarse ni proseguirse ningún
procedimiento de reforma mientras sufra menoscabo la integridad del territorio. No podrá la
forma republicana de gobierno ser objeto de reforma”; el artículo 32° de la Constitución peruana,
que establece como límite expreso de la reforma total de la Constitución, la prohibición de
reducción o restricción de los derechos fundamentales; el artículo 119 de la Constitución de la
República Dominicana de 2002: “Ninguna reforma podrá versar sobre la forma de gobierno, que
deberá ser siempre civil, republicano, democrático y representativo”.
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fica que el poder constituyente derivado no puede suprimirlos ni disminuirlos respecto del aseguramiento que ya está asegurado por nuestro ordenamiento.
Toda reforma constitucional debe respetar la irreversibilidad de los derechos
fundamentales, sin perjuicio de que ella está autorizada para ampliar el ámbito
de tales derechos, aumentar sus garantías, asegurar nuevos derechos sin alterar
el alcance de los ya vigentes en el orden constitucional, en definitiva, los derechos solo pueden ser reformados para mejorar su situación preexistente y potenciarlos. Asimismo, tales derechos tienen como fundamento la dignidad humana, la que se erige, por tanto, como valor y principio legitimador de los derechos fundamentales y limitador de cualquier norma u acto del poder público
que vaya en contra de ella.
Puede sostenerse que la dignidad de la persona humana y los derechos expresamente asegurados por el propio texto constitucional como derechos fundamentales o constitucionales son derechos esenciales en virtud de la propia
determinación del poder constituyente originario, como asimismo lo son los
derechos contenidos en los tratados internacionales ratificados por Chile y vigentes, porque así lo afirman los preámbulos de los mismos tratados que han
sido asumidos por el Estado chileno al ratificar los respectivos tratados e incorporarlos a nuestro ordenamiento jurídico, además de poder invocar para ello también la doctrina de los actos propios.
Asimismo, puede sostenerse la existencia de límites materiales implícitos, ya
que toda reforma constitucional no puede alterar la identidad y continuidad de
la Constitución, tales límites implícitos están dados por el carácter republicano
democrático del Estado chileno (artículo 4° de la Constitución) y por constituir un
Estado constitucional de derecho (artículos 6° y 7° de la Constitución), donde se
concreta el principio de supremacía constitucional y el principio de legalidad, la
distribución del poder estatal en órganos con competencias delimitadas, la responsabilidad de los gobernantes y la sanción de conductas contrarias al orden
jurídico y la garantía jurídica efectiva de los derechos fundamentales.
En efecto, una reforma que instaurare un régimen autocrático, ya sea en sus
modalidades totalitaria o autoritaria es contraria a los principios básicos y fundamentales del orden constitucional, como expresamente lo reconoce en forma
parcial el artículo 19 N°15 de la Constitución en su inciso 6°, el cual determina:
“La Constitución garantiza el pluralismo político. Son inconstitucionales los
partidos, movimientos u otras formas de organización cuyos objetivos, actos o
conductas no respeten los principios básicos del régimen democrático y constitucional, procuren el establecimiento de un sistema totalitario, como asimismo
aquellos que hagan uso de la violencia, la propugnen o inciten a ella como
método de acción política”.
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Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
Louis Favoreu sostenía que ya, a partir de mediados del siglo XX, cada vez
más se puede considerar normas de derecho positivo obtenidas del derecho
internacional y del derecho comunitario y que pueden denominarse normas
internacionales o supranacionales supraconstitucionales.14
El derecho internacional puede así imponer límites al poder constituyente.15
El derecho internacional hoy establece limitaciones al poder constituyente en
materia de derechos humanos. Dichas limitaciones vienen dadas en forma importante por el derecho convencional internacional, tratándose de obligaciones
libre y voluntariamente consentidas por los propios Estados, que ponen límites a
su propia potestad estatal. Aquí destacan los pactos internacionales con vocación universal, como las convenciones regionales, donde destacan la Convención Europea y la Convención Americana, dotadas de órganos jurisdiccionales,
cuyas sentencias son vinculantes para los estados, las cuales han logrado uniformar el derecho vigente en el ámbito tanto europeo como latinoamericano,
estableciendo un núcleo común de valores y principios indisponibles, posibilitando algún margen de apreciación por las jurisdicciones nacionales, las cuales deben seguir, en todo caso, la jurisprudencia de las Cortes de Derechos Humanos
regionales, las cuales han construido un cuerpo jurisprudencial sólido sobre el
alcance y contenido de los derechos determinados en los respectivos Convenios.
La Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969 se refiere a
las colisiones entre tratados y constituciones, en su artículo 27, el cual precisa:
“una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46”.
A su vez, el artículo 46 dispone:
“El hecho de que el consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado haya sido manifestado en violación de una disposición de su derecho interno concerniente a la competencia para celebrar tratados no podrá ser alegado
por dicho Estado como vicio de su consentimiento, a menos que esa violación
sea manifiesta y afecte a una norma de importancia fundamental de su derecho interno.
“Una violación es manifiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier
Estado que proceda en la materia conforme a la práctica usual y de buena fe”.
14
15
Favoreu, Louis. “Souveraineté et supraconstitutionnalité”, en Pouvoirs N° 67, París, Francia. 1993,
p. 74.
Rigaux, M.F. La theorie des limites materielles a l’exercice de la fonction constituante . Ed. Larcier,
Bruselas, 1985.
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Respecto de este artículo 46 de la Convención de Viena sobre Derecho de los
Tratados de 1969, deben establecerse tres precisiones: Primero, el artículo 46 se
refiere a normas constitucionales anteriores a la conclusión de un tratado internacional, la aprobación de una norma constitucional posterior al tratado no justifica la violación del mismo; Segundo, se refiere a la conclusión de un tratado
internacional en violación de las normas referidas a la competencia para celebrar
tratados, no a cualquier norma constitucional del Estado; Tercero, la violación
competencial interna debe ser de importancia fundamental y manifiesta, lo que
excluye infracciones constitucionales de poca gravedad.16
Además del derecho convencional internacional, tales limitaciones del derecho internacional al poder constituyente pueden provenir del derecho consuetudinario internacional y de los principios imperativos de derecho internacional
general o normas de ius cogens, explícitamente consagrado en el artículo 53 de
la Convención sobre derecho de los Tratados de 1969.
En efecto, el artículo 53 de dicha Convención determina que una norma
imperativa de derecho internacional general es aquella “aceptada y reconocida
por la comunidad internacional de estados en su conjunto como norma que no
admite acuerdo en contrario y que solo puede ser modificada por una norma
ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter”.
Hoy se reconoce como punto pacífico que los principios pacta sunt servanda,
no discriminación, prohibición de la esclavitud, prohibición de genocidio constituyen normas de ius cogens, señalándose también que los derechos básicos de
la persona humana también lo son.
En esta materia, nos acompaña, entre otros colegas, don Alejandro Silva
Bascuñán, el cual en su Tratado de Derecho Constitucional determina:
“Si la Carta de 1980 precisa que ‘el ejercicio de la soberanía reconoce como
limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana’ (art. 5° inc. 2°), el Poder constituyente instituido o derivado, al reformar la Carta, no puede prescindir de la valla sustancial que ha tenido en cuenta
el constituyente, por cuya autoridad se estableció el Estatuto Básico y se ha
venido completando y adaptando. Esta conclusión evidente tendrá que ser fundamento ineludible para que el tribunal constitucional repare un proyecto de
reforma que pugne con los derechos esenciales del hombre”.
16
446
Diez-Picaso, Luis María. “Límites internacionales al Poder Constituyente”, en Revista Española
de Derecho Constitucional, N° 76, año 26, enero/abril 2006, Ed. Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid. 2006, p. 14.
Estudios Constitucionales
Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
“Por otra parte, las decisiones de Chile como país soberano, expresándose en
el ejercicio del Poder Constituyente instituido, que actúa a través de la aprobación de un proyecto de reforma constitucional, no pueden vulnerar tampoco las
restricciones que derivan tanto del derecho internacional convencional como del
consuetudinario; esta fuente de restricción dará también al Tribunal Constitucional otra pauta a la que habrá de ajustarse al examinar un proyecto de reforma en
el que haya surgido la cuestión de constitucionalidad por sentenciar”.17
Son estos límites materiales explícitos e implícitos en la Carta Fundamental los
cuales deben ser cautelados por la jurisdicción constitucional al momento de
ejercer el control de constitucionalidad de las reformas constitucionales, ya que
su vulneración implica la aniquilación del orden constitucional vigente.
La reforma de la Constitución concretada por un órgano constituido no puede sustituir los principios o presupuestos básicos de la Constitución vigente, que
están dados por la dignidad de la persona humana y los derechos fundamentales que se fundan en ella, no puede ser alterado el régimen republicano democrático, como tampoco el carácter de Estado Constitucional de Derecho, que
constituyen el núcleo duro de la Carta Fundamental vigente.
2.2.2. Los límites formales de la reforma constitucional.
La Constitución chilena es una Constitución rígida, lo que impide ser modificada por el legislador, requiere para su modificación de un procedimiento distinto y más complejo que el procedimiento legislativo.18
En el orden constitucional chileno, el capítulo XIV regula el ejercicio de la
potestad constituyente instituida o potestad de reformar la Carta Fundamental.
Las disposiciones de los artículos 127 a 129 de la Carta Fundamental establecen
los órganos titulares del poder constituyente derivado y cómo éste ejerce su
función, como asimismo los procedimientos y formalidades para ello.
2.2.2.1. Los órganos que participan de la potestad constituyente instituida.
En efecto, el artículo 127 determina las autoridades u órganos instituidos que
tienen iniciativa de reforma constitucional, el Presidente de la República a través
de un mensaje y los parlamentarios, diputados o senadores por una moción, la
17
18
Silva Bascuñán, Alejandro. Tratado de Derecho Constitucional. Tomo X, Ed. Jurídica de Chile,
Santiago, 2004, p. 264.
Ver Bryce, James. “Flexible and rigid constitutions”, en Studies in history and jurisprudente.
Volumen I. Ed. Clarendon Press Oxford, 1901, pp. 145 y ss. Traducción al español: Constituciones
flexibles y constituciones rígidas. Ed. Instituto de Estudios Políticos, Madrid. 1951.
Estudios Constitucionales
447
Humberto Nogueira Alcalá
que no puede ser firmada por más de cinco senadores ni más de diez diputados, conforme lo determina el artículo 65 de la Constitución.
El constituyente no le reconoce iniciativa en esta materia al pueblo, o a otros
órganos constitucionales, como se establece en diversos otros ordenamientos
constitucionales.
En materia de reforma constitucional, la Cámara de origen puede ser cualquiera de ambas ramas del Congreso Nacional, sin que sean aplicables las normas que afectan a los proyectos de ley y que determinan una Cámara de origen
determinada, pudiendo originarse en el Senado un proyecto de reforma constitucional referente a materias tributarias.
Por otra parte, son aplicables al procedimiento de reforma constitucional las
normas que rigen el procedimiento de formación de las leyes referentes a la no
introducción de indicaciones que no hayan estado contempladas en las ideas
matrices del proyecto de reforma constitucional.
La discusión y resolución de la moción o mensaje recaen principalmente en
el Presidente de la República, la Cámara de Diputados y el Senado. El cuerpo
político de la sociedad puede eventualmente ser convocado a resolver sobre la
reforma en las hipótesis de conflicto entre el Presidente de la República y la
mayoría parlamentaria, como se establecerá mas adelante.
El Presidente de la República participa indirectamente en el debate parlamentario de la reforma constitucional, a través de sus Ministros de Estado. Estos
pueden asistir a las sesiones de la Cámara de Diputados o del Senado, y tomar
parte en sus debates, con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin
derecho a voto.
2.2.2.2. Procedimiento ordinario y extraordinario de reforma. El inciso 2° del
artículo 127 de la Constitución precisa los quórum requeridos para la aprobación
parlamentaria de la reforma, de acuerdo a los contenidos constitucionales que
deseen modificarse: “El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en
cada cámara el voto conforme de las tres quintas partes de los diputados y
senadores en ejercicio”. Es lo que se denomina procedimiento ordinario de reforma constitucional.
La expresión “voto conforme” supone una expresa y positiva manifestación
de voluntad de los parlamentarios de concurrir a la aprobación de la reforma
constitucional.
La misma disposición se refiere a lo que se denomina procedimiento extraordinario de reforma constitucional, que es aquel referente a los contenidos dis-
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Estudios Constitucionales
Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
puestos en los capítulos: I “Bases de la Institucionalidad”, III “De los Derechos y
Deberes Constitucionales, VIII “Tribunal Constitucional”, XI “Fuerzas Armadas,
de Orden y Seguridad Pública”, XII “Consejo de Seguridad Nacional” o XIV “Reforma de la Constitución”, en cuyo caso se necesita, “en cada Cámara, la aprobación de las dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio”.
En lo demás aspectos del procedimiento, sistema de urgencias, insistencias,
comisión mixta, vetos y plebiscito, rigen las mismas normas que para el procedimiento de reforma ordinario, lo que hace que la diferencia de procedimiento
quede radicada solamente en los quórum de aprobación de la reforma en cada
Cámara del Congreso Nacional.
La reforma constitucional de 2005, agregó un inciso final al artículo 127 de la
Constitución, disponiendo la aplicabilidad de las normas de formación de la ley
a los proyectos de reforma constitucional, debiendo en todo caso respetarse
siempre los quórum señalados en el artículo 127 inciso 2°, lo que destraba el
procedimiento de reforma constitucional haciendo posible aplicar a ella el sistema de comisiones mixtas que posibilitan la búsqueda de acuerdos entre ambas
ramas del Congreso Nacional cuando ellas hayan tenido posiciones encontradas
en los dos primeros trámites constitucionales, de acuerdo a lo dispuesto en los
artículos 70 y 71 de la Ley Fundamental, como asimismo, el mecanismo de
insistencia del Presidente de la República, que posibilita a éste requerir el pronunciamiento de la Cámara revisora cuando la Cámara de origen haya rechazado la idea de legislar sobre dicha reforma constitucional, a partir del cual se
obliga a un segundo pronunciamiento de la Cámara de origen, de acuerdo con
la regulación establecida por el artículo 68 de la Carta Fundamental.19
2.2.2.3. La sanción u observaciones del Presidente de la República y la insistencia del Congreso. Asimismo, en el proceso de aprobación de la reforma constitucional también participa el Presidente de la República, el cual de acuerdo con
el artículo 128 de la Constitución, puede sancionar o vetar el proyecto de reforma constitucional aprobado por el Congreso Nacional, las observaciones o vetos pueden ser vetos parciales (aditivos, sustitutivos y o supresivos), como asimismo puede ser un veto total, oponiéndose en bloque a la aprobación de la
reforma constitucional.
El artículo 128 de la Constitución precisa que “si el Presidente de la República
rechazare totalmente un proyecto de reforma aprobado por ambas cámaras y
19
Ver al respecto sentencia del Tribunal Constitucional, Rol N° 464-01-006 de 31 de enero de 2006.
Ver asimismo comentario de dicha sentencia de este autor, en Revista Estudios Constitucionales,
año 4 N° 1. Ed. Librotecnia. Santiago. 2006, pp. 437 y ss.
Estudios Constitucionales
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Humberto Nogueira Alcalá
éstas insistieren en su totalidad por las dos terceras partes de los miembros en
ejercicio de cada Cámara, el presidente deberá promulgar dicho proyecto, a menos
que consulte a la ciudadanía mediante un plebiscito”.
Para los efectos del quórum se entienden por senadores y diputados en ejercicio, aquellos que efectivamente se encuentran desempeñando sus funciones. Se
excluyen de la calidad de parlamentarios en ejercicio, los electos que aún no se
hayan incorporado a la respectiva Cámara, los que estén ausentes del país con
permiso constitucional y los que se encuentran suspendidos de sus funciones.
El quórum de las tres quintas partes que exige la Constitución debe ser obtenido en cada una de las Cámaras, Cámara de Diputados y Senado.
A su vez, “si el Presidente observare parcialmente un proyecto de reforma
aprobado por ambas cámaras, las observaciones se entenderán aprobadas con
el voto conforme de las tres quintas o dos terceras partes de los miembros en
ejercicio de cada Cámara, según corresponda de acuerdo con el artículo anterior,
y se devolverá al presidente para su promulgación”.
En la hipótesis de que “las Cámaras no aprueben todas o algunas de las
observaciones del Presidente, no habrá reforma constitucional sobre los puntos
en discrepancia, a menos que ambas cámaras insistieren por los dos tercios de
sus miembros en ejercicio en la parte del proyecto aprobado por ellas. En este
último caso, se devolverá al Presidente la parte del proyecto que haya sido objeto de insistencia para su promulgación, salvo que éste consulte a la ciudadanía
para que se pronuncie mediante un plebiscito, respecto de las cuestiones en
desacuerdo”.
2.2.2.4. Facultad presidencial para convocar a plebiscito. De acuerdo con
dicha disposición constitucional sólo en dos situaciones el Presidente de la República podrá convocar a plebiscito: a) Cuando el Jefe de Estado rechace totalmente un proyecto de reforma constitucional aprobado por el Congreso y éste
insista por las dos terceras partes de sus miembros en ejercicio; b) Cuando las
Cámaras rechacen todas o algunas de las observaciones del Presidente de la
República e insistan por los dos tercios de sus miembros en ejercicio en el texto
aprobado por ellas.
De esta forma, la Constitución no solo establece con claridad los órganos instituidos que ejercen el poder constituyente derivado, sino que también determina
la participación eventual del propio cuerpo político de la sociedad para dirimir los
conflictos que se susciten entre el Presidente de la República y la mayoría del
Congreso Nacional en el proceso de aprobación de una reforma constitucional,
cuando el Presidente estime necesario o conveniente dicho arbitraje del pueblo.
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Estudios Constitucionales
Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
A su vez, el artículo 129, en su inciso 1° precisa que “la convocatoria a plebiscito deberá efectuarse dentro de los treinta días siguientes a aquel en que
ambas Cámaras insistan en el proyecto aprobado por ellas, y se ordenará mediante decreto supremo que fijará la fecha de la votación plebiscitaria, la que no
podrá tener lugar antes de treinta días ni después de sesenta, contado desde la
publicación de dicho decreto. Transcurrido este plazo sin que el presidente convoque a plebiscito, se promulgará el proyecto que hubiere aprobado el Congreso”.
Quien convoca a plebiscito es el Presidente de la República, mediante decreto supremo. Esta facultad debe ejercerla dentro de los 30 días siguientes a aquel
en que ambas Cámaras insistan en el proyecto aprobado por ellas. Transcurrido
este plazo sin que el Presidente convoque a plebiscito, este último deberá promulgar el proyecto que hubiere aprobado el Congreso, pues se entiende que
tácitamente le otorga su conformidad.
El decreto supremo por el cual se convoque a la ciudadanía a plebiscito fijará
la fecha de la votación plebiscitaria, la que de acuerdo a la Constitución no podrá
tener lugar antes de 30 días ni después de 60, contados desde su publicación,
como indica el artículo 129 de la Carta Fundamental, en su inciso 1°.
El inciso 2° del artículo 129 determina que el decreto de convocatoria contendrá, según corresponda, “el proyecto aprobado por ambas Cámaras y vetado
totalmente por el Presidente de la República, o las cuestiones del proyecto en las
cuales el Congreso haya insistido. En este último caso, cada una de las cuestiones en desacuerdo deberá ser votada separadamente en el plebiscito”.
2.2.2.5. El Tribunal Constitucional realiza la calificación del plebiscito y determina el texto de la reforma constitucional. El Tribunal Calificador de Elecciones es
el órgano encargado de calificar el plebiscito y determinar su resultado, el que
deberá comunicar al Presidente de la República, especificando el texto del proyecto aprobado por la ciudadanía, el que deberá ser promulgado como reforma
constitucional dentro de los cinco días siguientes a dicha comunicación, según
determina el artículo 129, inciso 3°.
Una vez que el proyecto de reforma se promulga y desde la “fecha de su
vigencia, sus disposiciones formarán parte de la Constitución y se tendrán por
incorporadas a ésta”.
La Constitución regula así el procedimiento que deben seguir los órganos
legitimados, que comprende la forma de concreción de la iniciativa de reforma,
el procedimiento de debate y aprobación parlamentaria, el quórum requerido en
cada caso, distinguiendo el procedimiento ordinario del procedimiento extraordinario de reforma, según sean las materias del texto constitucional que se so-
Estudios Constitucionales
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Humberto Nogueira Alcalá
metan a reforma, la sanción o las observaciones (vetos) que puede formular el
Presidente de la República y su tramitación en el Congreso Nacional, la facultad
presidencial de convocar a plebiscito en caso que no estime adecuado promulgar el texto de la reforma insistida por el Congreso Nacional, la forma en que se
convoca a plebiscito y el contenido del mismo, el órgano que calificará y determinará el texto de la reforma aprobada en el plebiscito, la promulgación de la
reforma constitucional y la fecha en que esta rige.
El texto actual que hemos analizado constituye un procedimiento mucho
más simple y expedito que el que contenía el texto original de la Constitución de
1980 que contenía tres procedimientos diversos de reforma constitucional, los
cuales fueron simplificados en los dos actualmente existentes en la reforma constitucional de 1989.20 Como asimismo, la reforma constitucional de 2005 que
suprimió la instancia del Congreso Pleno antes prevista como una fase del proceso de aprobación de la reforma constitucional.21
La Constitución chilena vigente no establece ningún procedimiento para la
sustitución de la Constitución por otra ni para abrogar la Carta Fundamental, por
lo tanto toda reforma constitucional debe ser intrasistémica.
3. LA CONSTITUCIÓN CHILENA NO ESTABLECE
PROCEDIMIENTO PARA LA MODIFICACIÓN TOTAL
O SUSTITUCIÓN DE LA CONSTITUCIÓN POR OTRA
CARTA FUNDAMENTAL
Una reforma total, que equivale a la sustitución de la Constitución por otra,
bajo principios jurídicos básicos diferentes, rompiendo el principio de continuidad y estabilidad del orden constitucional, constituye un acto fuera del marco
constitucional, siendo, por tanto, nulo e ineficaz, como lo determina el artículo
7° inciso 3° de la Constitución.
La reforma total de la Constitución no se refiere a un aspecto de carácter
cuantitativo, sino de carácter cualitativo, ya que dicha reforma total puede implicar una sola o muy pocas disposiciones constitucionales, en la medida que ellas
se refieran a los principios esenciales o supremos del orden constitucional desnaturalizándolo, haciéndole perder su identidad, transformándolo en otro orden
20
21
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Ley N° 18.825 de reforma constitucional, artículo único N° 49. Diario Oficial del 17 de agosto
de 1989.
Ley N° 20.050, artículo 1° N° 51, publicada en el Diario Oficial del 26 de agosto de 2005.
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Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad de las reformas
constitucionales en Chile
constitucional distinto y nuevo, vale decir, dotando al Estado de una nueva identidad jurídica.
Hay estados que positivizan el derecho a la revolución, vale decir, la sustitución de la Constitución o la reforma total de ella estableciendo una diferente,
facilitando las vías jurídicas pacíficas destinadas a la sustitución de la Constitución por un nuevo orden constitucional,22 facilitando que cada generación pueda revisar el orden constitucional e impedir que la generación actual pueda obligar a las generaciones venideras.
La Constitución solo puede ser sustituida por un poder constituyente originario, asimismo, sólo el poder constituyente originario puede sustituir los principios básicos o formula política básica de la Carta Fundamental, la que puede
concretarse a través de una Asamblea Constituyente mandataria del cuerpo político de la sociedad, a través de la manifestación directa del pueblo a través de
un referéndum o plebiscito constitucional o una combinación de ambos mecanismos, lo que implica una ruptura con el orden constitucional vigente, la cual
puede ser pacífica y concertada entre los diversos actores políticos y jurídicos o
ser el producto de una ruptura institucional producida por un golpe de Estado o
una revolución.
El poder constituyente originario en tales casos constituye un poder que reside en el pueblo, plenamente autónomo, que, en cualquier momento tiene derecho a cambiar la Constitución, no es un poder sometido a limitaciones jurídicoinstitucionales, no tiene limitaciones formales, es un poder extra-ordinem, el
cual se fundamenta en la idea de derecho vigente en la sociedad en ese momento histórico, en su propia potestad, en las restricciones que se autoimponga
y en los límites de oportunidad que posibiliten la legitimación de su obra por el
cuerpo político de la sociedad.
La actuación del poder constituyente originario no tiene parámetros jurídicos
a través de los cuales pueda ser controlado, a diferencia del poder constituyente
instituido. Expresiones de procesos constituyentes originarios han sido la Constitución de 1991 de Colombia, la Constitución de 1999 de Venezuela y el proceso constituyente boliviano de 2006, para señalar sólo algunos ejemplos sudamericanos de ellos.
En tales casos, el pueblo puede optar entre diversas alternativas, una primera
alternativa es elegir libremente y mandatar a una Asamblea Constituyente para
22
Ver Requejo Pagés, J.L. Las normas preconstitucionales y el mito del poder constituyente. Ed.
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1998, pp. 101 y ss.
Estudios Constitucionales
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Humberto Nogueira Alcalá
que autónomamente apruebe una nueva Constitución, en cuyo caso, no solo
ejerce la función sino que también goza de potestad constituyente originaria,
teniendo la capacidad de decidir el contenido de la Carta Fundamental y de
instaurar un orden constitucional nuevo, como ocurrió con el proceso constituyente que dio lugar a la Segunda República Española en 1931, a la Constitución
italiana de 1947, a la Constitución portuguesa de 1976, la Constitución de El
Salvador de 1983, la Constitución de Guatemala de 1985, a la Constitución de
Brasil de 1988, entre otras; o elegir una Asamblea Constituyente que ejerza la
tarea de elaborar un texto constitucional, pero reteniendo el pueblo la aceptación o rechazo del mismo o de las eventuales alternativas que surjan de dicha
Asamblea, a través de su potestad directa de aprobar o rechazar la Constitución
a través de un plebiscito o referéndum, como ocurrió con el proceso constituyente de la IV República francesa en 1945-1946, el proceso constituyente de la
Constitución española de 1978, el proceso constituyente de la Constitución de
Venezuela de 1999, entre otros.
Manteniendo la racionalidad jurídica y los principios del constitucionalismo
democrático contemporáneo, consideramos que un poder constituyente originario que opera conforme la idea de derecho vigente en nuestra sociedad, si
existiere el convencimiento inequívoco de la necesidad de sustituir el orden constitucional por otro nuevo, debería llevar a la convocación de una Asamblea Constituyente representativa de la pluralidad política de la sociedad chilena, la cual
elaboraría un texto constitucional o, eventualmente en algunas materias hipótesis alternativas del mismo, las que deberían ser ratificadas por un referéndum o
plebiscito informado, transparente y limpio, en que el pueblo, en quien radica el
poder constituyente originario determine la nueva Carta Fundamental.
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