La idea principal de esta obra –a decir de su autor Daniel Serrano y

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domingo 8 DE JUNIO de 2014 / IDENTIDAD
Roma al final de la vía
La idea principal de esta obra –a decir de su autor
Daniel Serrano y que es recurrente en algunos de sus
textos— es “este sueño de irse a otros lugares donde se
piensa que la vida puede ser mejor, cuando en realidad
el destino no está en irse, pero seguimos agarrados a
un sueño. Uno se vuelve viejo y sigue sosteniendo ese
sueño y a veces no caemos en cuenta que nunca se va
a realizar.”
Por Roberto Perea/Apro
Imágenes: Arturo López/Conaculta.
A casi dos años de distancia vuelvo a
tener la oportunidad de disfrutar en escena Roma al final de la vía (pocas veces se
me antoja ver dos veces una obra y menos
escribir nuevamente sobre la misma) sólo
para constatar y reiterar que se trata de un
trabajo redondo, con dos extraordinarias
y experimentadas actrices que recrean un
texto conmovedor, pleno de emociones,
que con una gran sencillez en su producción mueve los más profundos sentimientos del espectador.
Julieta Ortiz y Norma Angélica son las
actrices encargadas de llevar al público
por este recorrido de vida y amistad, surgido de la pluma del dramaturgo sonorense Daniel Serrano, bajo la dirección de
Alberto Lomnitz, en una temporada en el
Teatro Sergio Magaña que concluye con la
develación de la placa conmemorativa de
118 representaciones, a cargo de Mauricio
García Lozano y Arcelia Ramírez.
Emilia y Evangelina son los personajes
protagónicos de esta historia que comienza cuando ambas tienen siete años de edad
y sueñan con subirse a un tren que pasa
por su pueblo, el cual, dentro de su imaginación infantil, las llevará hasta Roma.
Esa primera visita por las vías del tren,
lugar de sus confidencias, se repetirá a
sus 13, 20, 40, 60 y 80 años de edad y en
cada una de ellas dejarán ver sus aspiraciones, esperanzas, frustraciones, sueños,
preocupaciones y amores, que pueden ser
los de cualquier mujer, siempre con una
mezcla de humor, inocencia, entrañable
calidez humana y profundo sentido de la
femineidad.
Como bien señala Julieta Ortiz, “todos
tenemos nuestra propia Roma, como
metáfora de lo que es la felicidad, de esas
vidas que giran alrededor de una ilusión
y de que al final de la vía se encuentra el
camino que conduce a este lugar esperado.”
La idea principal de esta obra –a decir de
su autor y que es recurrente en algunos de
sus textos— es “este sueño de irse a otros
lugares donde se piensa que la vida puede
ser mejor, cuando en realidad el destino
no está en irse, pero seguimos agarrados a
un sueño. Uno se vuelve viejo y sigue sosteniendo ese sueño y a veces no caemos en
cuenta que nunca se va a realizar.”
El montaje es un resultado extraordinario, en principio, del esfuerzo personal de
las actrices, integrantes y fundadoras de la
compañía Viaje Redondo Producciones,
creada con la idea de autogenerar proyectos de calidad. Mención especial merece
también el trabajo de Alberto Lomnitz, más
que consolidado como uno de los mejores
directores mexicanos del momento.
La iluminación está a cargo de Lomnitz,
Ismael Carrasco y Gonzalo Jacobo, y el
diseño sonoro de Alejandro López Velarde
y Javier de la Peza, elementos fundamentales para la creación de atmósferas donde
se desarrollan dos vidas simples, sencillas,
pero llenas de amor.
Acertada decisión la del Sistema de
Teatros de la Ciudad de México, encabezada por Ángel Ancona, la de dar el
espacio del teatro Sergio Magaña a esta
producción que esperamos poder verla
próximamente en un nuevo escenario, en
el que más público pueda disfrutar de un
trabajo que magnifica el carácter único
del teatro en vivo a partir de sus dos principales elementos: el texto y la actuación
de calidad.
ROMA AL FINAL DE LA VÍA de Daniel Serrano con la dirección de Alberto Lomnitz, las actuaciones de Julieta Ortíz y Norma Angélica.
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