LAURA VICUÑA Laura Vicuña Pino, nació un 5 de abril de 1891, en una familia en que se contrastaban muchos elementos. Partamos haciendo notar que su padre, Don José Domingo Vicuña, pertenecía a una familia de la aristocracia criolla chilena, de gran influencia política y alto nivel social. Su madre en cambio, Doña Mercedes del Pino, era de una familia más bien pobre. Esta diferencia social no fue nunca bien aceptada, sobre todo por la familia Vicuña, lo cual fue un motivo de tensión y conflicto dentro del cual se desarrolló la primera etapa de la infancia de la niña. Los posteriores conflictos políticos por el poder y la guerra civil, trajeron fuertes dificultades a los Vicuña, lo cual se vio agravado por la derrota ante las familias influyentes en el camino al poder de la nación. Este fue el motivo por el cual la familia integrada ahora por los esposos, Laura y una nueva hermana llamada Amanda debe huir de la capital. Luego de un tiempo en esta mudanza forzada a Temuco, el padre de familia, angustiado por el cansancio y la desesperación, muere. Aquí comienza el drama; en primer lugar para la madre, que debe buscar los medios para mantener a las niñas. En segundo lugar, el problema de las necesidades en que se verían envueltas. No teniendo a quien pedir apoyo en Chile, y viendo la falta de posibilidades de trabajo, la madre toma a sus dos niñas y emprende el recientes determinaron que esta es la foto viaje hacia la vecina República Argentina, al poblado de Estudios auténtica de Laurita Vicuña, tomada en el Colegio. Neuquén. La situación no cambia mucho el primer tiempo. Mercedes hace grandes esfuerzos para ganar un poco de dinero en forma honrada, apareciendo ante esto un primer rasgo característico de la pequeña Laura. La firmeza para enfrentar los momentos de necesidad, transformándose en el apoyo y consuelo de la madre y 1 de su pequeña hermana, sumándose a esto la gratitud y el reconocimiento que en todo momento expresaba ante el esfuerzo que veía en la madre. Fue en este momento cuando aparece la figura de Manuel Mora. Era dueño de una gran estancia ubicada en las afueras del pueblo de Junín de los andes, en Argentina. Ocurrió que repentinamente, la madre y sus dos niñas se mudaron al predio "Quilquihué", y pasaron de la necesidad a una completa comodidad, con todo lo que necesitaban... ropa, alimentos, buenas habitaciones, y sobre todo el sentirse acogidas como si verdaderamente estuvieran en algo propio. Las dos niñas, pudieron ser matriculadas en un colegio abierto hace poco en el pueblo de Junín, por los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. A pesar de continuar demostrando su gratitud en todo lo que podía, Laura, con sus nueve años ya veía con algo de extrañeza lo que estaba ocurriendo con su madre y con ellas mismas y el cambio de vida tan repentino. Había ya en esa niña algo que el enseñaba a ver más allá de las comodidades y los bienes materiales: que le mostraba que en estas cosas no está lo más importante de la vida, sino aquello se lleva dentro y se encuentra en otras cosas y por otros caminos, precisamente algo de este elemento faltaba en la persona del "bienhechor". La asistencia a las clases regulares, el apoyo y la amistad que encontró en ese colegio, fueron determinantes para que Laura fuera formando dentro de si ese espíritu de amor a Dios por sobre todas las cosas, que se combinaba al mismo tiempo con una gran fortaleza y valentía que fueron creciendo hasta hacerse más importantes en los duros momentos que vendrán después y que la llevarán pronto a la muerte. UN GOLPE MUY FUERTE En el colegio de Las Hijas de María Auxiliadora, Laurita hizo su primera comunión, el 2 de junio de 1901, ocasión en que manifestó su vocación de amor a Dios y su deseo de servirle siempre, llegando incluso a expresar que prefería la muerte a ofenderlo con el pecado. Dentro de las cosas que aprendían las niñas en el colegio se valoraba mucho la familia y se enseñaba a las niñas como debía ser y vivir una familia cristiana. Aprendió también que el verdadero sentido de una relación de pareja, está únicamente en el amor que puede existir entre ambos, y que no son válidos los motivos sociales, económicos, o cualquiera otra cosa externa. Dentro de estas reflexiones, sin embargo, vino una prueba muy fuerte, que Laura, desde su inocencia ya podía entender con mucha claridad. Su madre estaba conviviendo con ese hombre solo por interés económico. Laura comprendía a la perfección la situación que estaba viviendo su madre, y lo alejada que ella se encontraba del Señor. Esto la llenó de inquietud y ansiedad, por lo que le rogaba a Dios todos los días por la salud del alma de su madre, pidiéndole que no la abandonara y le diera las fuerzas necesarias para dejar a Manuel Mora. 2 Si bien Laurita era una niña muy querida por todo el mundo, muchas veces sus compañeras no comprendían su actitud de constante entrega y sacrificio, llegando a pensar que se creía superior al resto. Nada de esto importaba a la niña, que prefería pasar sus recreos orando en la capilla por su familia, particularmente por su madre. Es así, como superada la primera impresión, se muestra en la niña un propósito difícil y hermoso a la vez: " Debo devolver a mi madre; mostrarle el verdadero amor. Lucharé Señor, aunque me cueste a mí la vida. Mi vida por la suya, valdría la pena... No hay amor más grande que el que da su vida por la persona amada." Al ir al predio de Mora en vacaciones, va dándose cuenta de que sus temores son ciertos. No logra entablar una conversación con su madre, aunque en el fondo desearía hacerlo y decirle toda la verdad ya. Antes de entrar, recibe otra advertencia que la confunde más: "Pueden rezar donde quieras -dice la madre-, pero que no las vea Mora, porque se enfadaría". Ahora, hasta su relación con Dios, tan cercana y necesaria a la vez, parece tener trabas. Pero no se alejará de El. Hace sus mayores esfuerzos por encontrarlo en las cosas de cada día, y ofrece como penitencias los malos momentos, los problemas, las contradicciones y las dudas, nunca abandonara la oración. Al volver al colegio, trae muy marcadas las cosas que ha visto. Sin embargo, no quiere que esto sea un problema para todas las personas que comparten con ella; sigue siendo muy servicial, dispuesta a ayudar a todos los trabajos que se le pidieran. Le gusta ser buena compañía para sus amigas, se interesa por las materias de estudio y por seguir creciendo en la fe. Al mismo tiempo, su salud se va deteriorando, pero solo ella lo sabe bien. Tampoco quiere ser motivo de preocupación para los demás. Entre estas situaciones, termina el año escolar. Las evaluaciones de Laura, son siempre notables: además ha recibido la primera comunión y pertenece a la compañía de las Hijas de María. Llega otro momento de contradicción. Por un lado, sabe que al volver a la finca significa estar con su madre, y al mismo tiempo sufrir por la presencia de Manuel Mora, y la amenaza de este, que ya no solo irá hacia la madre, sino también guerra dañar a Laura. La enfermedad no se detiene. Llega el invierno con fuertes lluvias y heladas. Laura se desgasta día a día, manteniendo intacta su dulzura, su delicadeza, su humildad y al mismo tiempo, tratando de mantener también la fortaleza. Mercedes, decide llevarla a la estancia para atenderla mejor, pero tampoco hay mejoría notoria. La lleva luego a Junín, pensando también que más medicinas y doctores al alcance... todo sigue igual y avanza. Es en ese lugar donde cae la gota que derramó el vaso. Manuel Mora, llega hasta donde se encontraban, y entrando por la fuerza exige quedarse ahí también. Laura a pesar de la fiebre y la debilidad, se impone con firmeza para que esto no ocurra. Recibirá a cambio una golpiza, pero su objetivo se cumple. Ante este panorama, al fin logra que su madre se dé cuenta de lo que ha hecho todo este tiempo y decida cambiar su vida. 3 Con esta noticia tranquilizadora, Laura Vicuña muere el 22 de enero de 1904, sin haber cumplido aún los trece años. El 3 de septiembre de 1988, el Papa Juan Pablo II la declaró beata y la presentó como un modelo para la juventud, mostrando con esto que la santidad es posible en una niña de solo 12 años. 4