Albelda Marco, Marta (2005c): “Discordancia entre atenuación

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Albelda Marco, Marta (2005c): “Discordancia entre atenuación/cortesía e
intensificación/descortesía en conversaciones coloquiales”, en Blas, J. L, Casanova, M.,
Velando, M. (eds.): Discurso y Sociedad. Contribuciones al estudio de la lengua en
contexto social, Servicio de publicaciones de la Universidad de Castellón, pp. 581-590.
Discordancia entre atenuación/ cortesía e intensificación/ descortesía en
conversaciones coloquiales
Marta Albelda Marco
(Universidad Politécnica de Valencia)
Palabras clave: cortesía, descortesía, intensificación, atenuación, imagen
Desde que Brown y Levinson (1987 [1978]) caracterizaron la cortesía como
reparadora de los actos amenazantes de la imagen (FTAs, face threatening acts), se
asume tácitamente una correspondencia entre el fenómeno de la cortesía y el de la
atenuación. En esta línea, muchos de los trabajos sobre el tema se han referido de forma
indistinta a ambos conceptos. Sin embargo, una reflexión más detenida sobre estas
nociones y un análisis de un corpus de habla del español, invita a plantearse si, por un
lado, pueden realizarse actos corteses mediante estrategias lingüísticas diferentes a la
atenuación, como es la intensificación y, por otro, si la cortesía siempre es reparadora.
Las hipótesis planteadas en este estudio son: primero, las equivalencias entre
atenuación y cortesía, por una parte y entre intensificación y descortesía, por otra parte,
son equívocas, puesto que también se podría ser cortés mediante estrategias de
intensificación; en segundo lugar, conviene distinguir los fenómenos de atenuación e
intensificación de los de cortesía y descortesía. Los dos primeros son categorías
pragmáticas, tal y como las concibe Briz (1998); no son funciones sociales en sí
mismas, aunque están al servicio de estas (Briz 1998: 159). La separación conceptual
entre fenómenos sociales y estrategias comunicativas (Briz 2003: 44) no solo es útil
para destacar una discordancia en la presunta identificación entre cortesía y atenuación
y entre descortesía e intensificación, sino que también ayuda a definir mejor la cortesía,
en tanto que permite apreciar de manera más completa todas sus diversas
manifestaciones.
Esta discordancia se analiza en el corpus de conversaciones Val.Es.Co. (2002,
Valencia Español Coloquial), en el que está recogida la variedad diastrática coloquial y,
por tanto, presenta unas peculiares características situacionales (relación vivencial de
proximidad y relación de igualdad entre los interlocutores, temática no especializada,
marco de interacción familiar).
1. Problema
La caracterización de la cortesía como reparadora de los actos amenazantes de la
imagen (Brown y Levinson 1987 [1978]) ha llevado a algunos autores a emplear los
conceptos atenuación y cortesía indistintamente para referirse a una misma realidad
lingüística (Beinhauer 1991 [1929], Puga 1997).
La atenuación es “una estrategia conversacional vinculada a la relación
interlocutiva, que mitiga la fuerza ilocutiva de una acción o la fuerza significativa de
una palabra, de una expresión” (Briz 1995: 55). En el siguiente ejemplo, (1), se pueden
apreciar estrategias de atenuación en las líneas 4 y 5:
1
2
3
4
5
6
(1)
P: ¿qué? ¿ cómo va el coche ya↓ Juan?
J: muy bien/ que lo diga la mamá→§
C:
§ ¡ay!/ está hecho un artista ((...)) le dije Juan/ no te
duela lo que estás pagando/ tú es que vas a las clases °(un)° poquito distraído/
porque °(como)° llevaba tantas cosas en la cabeza↑§
P:
§ claro/ claro
[G.68.B.1 + G.69.A.1.: 365-386]
En la línea 4, la locución determinativa un poquito atenúa el significado del
adjetivo distraído. En la línea 5 estamos ante una subordinada causal (porque como
llevaba tantas cosas en la cabeza↑), que expresa la justificación al hecho de „ir a las
clases distraído‟. En los dos casos se trata de una atenuación dirigida a salvar la imagen
de J, hijo de C, y constituyen una manifestación de cortesía.
Sin embargo, no siempre las actividades de cortesía se apoyan en estrategias de
atenuación, como se puede observar en los enunciados del mismo ejemplo, (1), en las
líneas 3 (¡ay!/ está hecho un artista) y 6 (claro/ claro). Está hecho un artista es un símil
con valor intensificador, se identifica al interlocutor con un artista. Su función es cortés,
realza la imagen del tú y expresa afiliación (Bravo 1999: 160 y ss.). La repetición de
estos dos adverbios modalizadores en la línea 6 (claro) también constituye una
intensificación de la fuerza ilocutiva del que los emite. De nuevo, estamos ante un caso
de afiliación, se confirma lo que ha dicho el interlocutor manifestando un acuerdo.
Respecto al concepto de intensificación, es el realce de uno o algunos elementos
del enunciado o de la enunciación. Nos podemos referir, en este sentido, a dos tipos de
intensificación, según su nivel de afectación (Briz 1998: 127 y ss.; Albelda 2002: 116):
- intensificadores del contenido proposicional. En este nivel se obtienen los
intensificadores de la cantidad y de la cualidad (positiva o negativa) (Briz
1998: 127).
- intensificadores del modus: son mecanismos que refuerzan el punto de
vista, la intención del hablante, la fuerza ilocutiva (Briz 1998: 128).
El empleo de formas intensificadoras para la expresión de la cortesía no es un
hecho aislado; más bien es un hecho frecuente en la lengua, como lo muestran los
siguientes ejemplos:
1
2
3
4
5
6
(2)
V: ¿no tienes la lámpara que parece una escultura?§
A:
§ no↓¡uy!/ esa va a tardar un mes
((...))
V: ¿no? cuenta// la verdad es que es muy bonita ¿se parece a la mía?/// (3”) ¿eh? ¿tú
has visto la mía?// ¡OSTRAS! ¡QUÉ MOONA!// ¡QUÉ GRACIOOSA!§
A:
§mira cómo
7
8
9
10
11
12
se ((queda))
V: ¿cómo la has encendido↑?§
A:
§ tocando (3”)
V: ¡ay! pues sí/ sí que [ilumina=]
A:
[es un mue(ble)]
V: = ¡qué cosa más bonita! ¿eh? ¡qué original!
[IH.340.A: 1-14]
En el ejemplo (2) aparecen varios casos de intensificación. En la línea 4, la
partícula introductora del enunciado, la verdad es que, presenta un caso de
intensificación en el ámbito de la modalidad. En ese mismo enunciado se produce otra
intensificación mediante el adverbio muy, ahora a nivel proposicional y que
superlativiza el valor significativo del adjetivo bonita. La misma función intensificadora
es desempeñada por las exclamaciones de las líneas 5 y 12. La contrapartida social de
estos usos lingüísticos es un refuerzo de la imagen del destinatario del mensaje.
En el siguiente ejemplo, (3), el hablante B expresa el rechazo al ofrecimiento de
A mediante un procedimiento de intensificación, la repetición y el énfasis prosódico del
adverbio no:
(3)
A: déjame que te ayude
B: NO NO NO NO/ ni se te ocurra/ ya lo acabo yo en un momento
Aunque rechazo, es una estrategia de cortesía dirigida a respetar la autonomía
del oyente (Bravo 1998: 161) y que protege las dos imágenes, la del oyente y la del
hablante.
En definitiva, se desprende de estos ejemplos, por un lado, que las actividades de
cortesía no se realizan solo mediante estrategias de atenuación y que existen otras
estrategias que tienen que ver con la cortesía y que no son atenuantes. De acuerdo con
Bravo,
para nosotros el ser consistente con la imagen no se limitaría solo a establecer la
relación entre amenazas y atenuaciones, sino que buena parte de los esfuerzos
comunicativos están dedicados a la confirmación de la imagen social de los
1
participantes (Bravo 2000: 1504-1505) .
Por otro lado, se ha podido comprobar en el análisis del corpus, reflejado en los
ejemplos anteriores, que en la producción de actos corteses puede intervenir otro
mecanismo lingüístico, la intensificación, fenómeno complementario al de atenuación.
A partir de este planteamiento surge la cuestión de qué relación existe entre estos
cuatro conceptos.
2. Propuesta
Conviene establecer una distinción conceptual entre los términos intensificación
y atenuación, por un lado, y cortesía y descortesía, por otro, puesto que cada uno de
estos pares corresponde a diferentes esferas:
Intensificación vs. atenuación = estrategias lingüísticas
Cortesía vs. descortesía = fenómenos sociales
Intensificación y atenuación son funciones discursivas, propias del lenguaje, se
manifiestan a través de elementos y rasgos lingüísticos. También su ámbito de actuación
y sus efectos se dan en el discurso, bien en el mensaje lingüístico mismo, bien en alguno
de los demás elementos del discurso (los participantes, la situación, el tema).
Por su parte, cortesía y descortesía son fenómenos con valores y efectos en el
nivel social de la lengua, en un nivel externo, en tanto que afectan a las relaciones entre
seres humanos que entablan una comunicación. Si bien uno de sus modos de
manifestarse es la comunicación lingüística, existen otros modos de expresar la cortesía.
En este sentido, se reconoce en la cortesía una determinada actitud social, un modo de
comportarse y, por tanto, es intencionada, se muestra, pues se refiere a cómo deseamos
1
Vid. también Hernández Flores (1999: 38, 42; 2001: 108).
que se nos vea y a cómo se nos ve. La descortesía es el fenómeno contrario a la cortesía;
sus efectos perjudican las relaciones sociales entre los interlocutores afectados.
Ambos, fenómenos sociales y fenómenos discursivos, pueden actuar
conjuntamente combinándose de diversas formas, algunas de ellas más prototípicas que
otras:
a. cortesía expresada mediante atenuación
b. cortesía expresada mediante intensificación
c. descortesía expresada mediante intensificación
d. descortesía expresada mediante atenuación
Los casos de (a) y (b) se han mostrado en los ejemplos del apartado anterior (1, 2
y 3). Se pueden realizar actos corteses por medio de estrategias discursivas de
atenuación e intensificación: una amenaza que dañaría la imagen del receptor se atenúa
con la finalidad de ser socialmente cortés; también puede reforzarse la imagen del
receptor a través de un acto intensificador de lo dicho, como sería por ejemplo el caso
de un cumplido o de un halago. Respecto a la situación que se plantea en (c), también es
habitual, como se puede observar en el siguiente ejemplo:
1
2
(4)
E: ¿¡que si molesta!?// ((¡caray!))
G: no molesta// no molesta
3
4
5
6
7
E: SACA ESO AHÍ FUERA↓ por favor Antonio ((...))
A: PABLO/ ¡sácala!
P: tengo prisa [((que llego tarde))]
G:
[es que tiene] prisa§
A:
§ pues TE ESPERAS
[J.82.A: 182-196]
El de (4) es un diálogo entre unos padres (E, A) y un hijo (P); los padres se
quejan de una bicicleta que obstaculiza el lugar e insisten al hijo en que la quite. El
modo social es descortés y se manifiesta a través de usos lingüísticos de intensificación:
interjecciones (línea 1), imperativos (líneas 3 y 4), entonación enfática (líneas 3, 4 y 6).
Por otro lado, la situación (d), expresar la descortesía mediante atenuación,
parece la menos frecuente. Sin embargo, en tanto que ambos fenómenos pertenecen a
diferentes niveles de estudio, es posible su combinación. Así se puede observar, por
ejemplo en (5), donde aparece una recriminación constituida por el empleo de un
adverbio de probabilidad y un verbo en tiempo condicional:
(5)
P: llegamos tarde/ a ver si te das [más prisa→]
C: no me vengas ahora con prisas// a lo mejor podrías haber colgado antes el teléfono
También, en (6) se emplea un diminutivo (mecanismo lingüístico de atenuación)
en un acto descortés de burla:
(6)
C: mira↓ ¿tú has visto esos dos cuernecitos que tienes [separaos?]
B:
[demasiaos] desengaños (RISAS)
A: por mí/ pocos
[H.38.A1: 593-596]
Lo discursivo se encuentra al servicio de lo social: la intensificación y la
atenuación, por tanto, pueden ponerse al servicio de la cortesía y de la descortesía. Pero,
al mismo tiempo, intensificación y atenuación, como mecanismos lingüísticos que son,
no se emplean únicamente como medios de manifestar la cortesía; en ocasiones
desempeñan otras funciones. Entre las funciones de la intensificación, por ejemplo,
están: hacer más creíble lo dicho, imponer la figura del yo, buscar el acuerdo en el
oyente (Albelda, e.p.). Estas se manifiestan en empleos más concretos, como exagerar,
argumentar en un debate, etc. También la atenuación cumple otras funciones (Briz
1998: 143; 2003: 19-23; 2004: 68); por ejemplo, quitar importancia a un tema delicado,
no alarmar a una persona ante una mala noticia o, también, conseguir que el receptor
otorgue algo al emisor. Sin embargo, sí es cierto que la función más frecuente de la
atenuación es la cortesía (Briz 1998: 143; 2004: 68).
Por último, atenuación e intensificación no se pueden considerar estrategias en
contradicción, ambas pueden ordenarse a salvar o proteger la imagen (Held 1989: 198,
Briz 2003: 25).
3. Conclusiones en relación al concepto de cortesía
Esta distinción teórica entre fenómenos lingüísticos y sociales y la consecuente
desarticulación de los dobletes cortesía/ atenuación, descortesía/ intensificación invita a
cuestionarse la caracterización de la cortesía.
La teoría de Brown y Levinson (1987 [1978]) se fundamenta en la necesidad de
facilitar las relaciones sociales y compensar la agresividad o amenaza de la imagen de
los participantes. La misión de la cortesía, según su propuesta, sería únicamente reparar,
mitigar o evitar esas amenazas para lograr una cierta armonía. Presentan un sistema de
estrategias corteses como resultado del establecimiento de las distintas amenazas que
pueden realizar los actos verbales (y no verbales). Sin embargo, como se ha
comprobado en los ejemplos anteriores, la cortesía no es siempre el resultado de evitar o
reparar amenazas, y la atenuación, por tanto, tampoco es el único modo de expresarla.
Entre otros autores, Kerbrat-Orecchioni (1992, 1996) ha señalado y definido el
concepto de FFAs (face flattering acts), actos de refuerzo de la imagen. Estos no
funcionan a modo de reparación o compensación al daño o agresión sufridos por la
imagen, sino que son un comportamiento estimulante y positivo para la relación
interpersonal. La introducción de los FFAs, junto a los ya descritos FTAs, permite
definir de modo más completo el concepto de cortesía, pues a partir de estos se puede
distinguir una cortesía valorizante de una cortesía mitigadora. De acuerdo con KerbratOrecchioni (1996: 54 y ss.), la cortesía valorizante es de naturaleza produccionista,
consiste en efectuar FFAs y se realiza sin que exista un posible riesgo de amenazas. Por
su parte, la cortesía mitigadora es naturaleza abstencionista o compensatoria “consiste
en evitar producir un FTA o suavizar su realización” (Kerbrat-Orecchioni 1996: 54) y
convive con un posible riesgo de amenazas y se dirige a evitarlas o repararlas (Carrasco
Santana 1999: 22). En definitiva, la producción de actividades corteses puede ser
motivada por dos causas: o bien, por un posible riesgo de amenazas, o bien por el deseo
de producirla sin que ni siquiera se contemple la posibilidad de preocuparse por las
amenazas.
En el análisis del corpus se observa una tendencia a realizar la cortesía
valorizante mediante estrategias de intensificación, mientras que las estrategias que
activan la cortesía mitigadora suelen ser de atenuación. Sin embargo, solo se puede
hablar de tendencia preferencial, ya que como se ha mostrado, los mecanismos
lingüísticos de intensificación y atenuación actúan de modo independiente a los
fenómenos sociales. Así, por ejemplo, también se puede mitigar el efecto de una
amenaza social mediante la adición de actos de refuerzo, como postula la teoría
tradicional de la cortesía (Brown y Levinson 1987 [1978], Leech 1983). Véase de nuevo
el ejemplo (1):
1
2
3
4
5
6
7
8
(1)
P: ¿qué? ¿ cómo va el coche ya↓ Juan?
J: muy bien/ que lo diga la mamá→§
C:
§ ¡ay!/ está hecho un artista ((...)) le dije Juan/
no te duela lo que estás pagando/ tú es que vas a las clases °(un)° poquito
distraído/ porque °(como)° llevaba tantas cosas en la cabeza↑§
P:
§ claro/ claro
C: pues le decían a lo mejor/ la segunda a la derecha// BUENO// y ya no se acordaba/
u- cuando llegaba/ si era en la segunda o era en la tercera/ y eso es lo que fallaba
9
mucho
[G.68.B.1 + G.69.A.1.: 365-386]
Como se aprecia en este ejemplo, los actos intensificadores de refuerzo de la
imagen además de dirigirse directamente a reforzar la imagen, también pueden servir
como medios para salvar o atenuar una amenaza. En este diálogo existe un posible
riesgo de amenazas a la imagen de J, quien está realizando prácticas para conducir con
poca destreza. Esta amenaza a su imagen social se manifiesta en lo expresado por P, su
madre (no te duela lo que estás pagando/ tú es que vas a las clases un poquito
distraído; pues le decían a lo mejor/ la segunda a la derecha// BUENO// y ya no se
acordaba). Además de las atenuaciones de las líneas 4 y 5, C y P emplean mecanismos
de intensificación para reforzar la imagen y compensar la posible amenaza: ¡ay!/ está
hecho un artista (línea 3), claro/ claro (línea 6).
En definitiva, se ha pretendido mostrar la importancia, a la vez que necesidad, de
mantener separados conceptualmente los fenómenos lingüísticos y los fenómenos
sociales. Una de las ventajas que esto ha supuesto ha sido contribuir a la definición de la
cortesía, de modo que se puedan destacar sus valores positivos, produccionistas y no
solo los de reparación.
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