leyendas y cuentos de encantamiento

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LEYENDAS Y CUENTOS
DE ENCANTAMIENTO
recogidos junto al Estrecho de Gibraltar
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Prólogo de José Manuel de Prada Samper
LEYENDAS Y CUENTOS
DE ENCANTAMIENTO
recogidos junto al Estrecho de Gibraltar
A quienes hacen mejor este mundo desde el anonimato
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
recogidos junto al Estrecho de Gibraltar
© Juan Ignacio Pérez y Ana María Martínez
© De esta edición, Asociación LitOral
www.weblitoral.com
Primera edición: septiembre 2004
Segunda edición: julio 2009
Se permite la reproducción de los textos siempre que se indique la
procedencia de los mismos
ISBN: 978-84-609-2270-4
Depósito Legal: SE-3918-2009
Ilustración de portada:
El gigante de piedra, obra de Isabel de la Osa.
Silos Gallery (Tarifa, Cádiz).
Printed by Publidisa
Juan Ignacio Pérez
Ana María Martínez
LEYENDAS Y CUENTOS
DE ENCANTAMIENTO
recogidos junto al Estrecho de Gibraltar
COLECCIÓN
CUATRO VIENTOS
3
Asociación LitOral
ALGECIRAS
2004
Índice
PRÓLOGO por J. Manuel de Prada Samper ............... 13
INTRODUCCIÓN
Hace mucho, mucho tiempo ................................................
¿Cuentos o leyendas? ..........................................................
Criterios de clasificación .....................................................
Narradores natos y circunstanciales ....................................
Sobre peculiaridades y semejanzas ......................................
Avisos para lectores .............................................................
19
21
22
24
27
31
TEXTOS
La hija del diablo
1. Blancaflor .............................................................. 35
El muchacho fortachón
2. Juanillo (el de) la burra ......................................... 47
El príncipe encantado
3. El príncipe pájaro .................................................. 52
4. El muchacho lagarto .............................................. 55
8
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
La princesa encantada
5. La tierra de Ir y No Volver ....................................
6. Las tres toronjas .....................................................
7. El príncipe y el zapatero ........................................
8. Historia del tío Juan el pescador ............................
9. La admiración del mundo ......................................
59
62
65
69
75
La princesa y el pastor
10. La puerta de madera de hinojo y piel de piojo ...... 84
Las maravillas del mundo
11. La flor del aguilar .................................................. 91
12. El hombre que entendía el habla de los animales .. 97
13. La olla de barro ...................................................... 99
14. La jaquita de siete colores .................................... 101
15. El príncipe jardinero ............................................ 102
16. La historia del pájaro sabio, el agua saltarina y el
árbol cantor ................................................................. 106
Niños perseguidos
17. La niña mentirosa ................................................
18. La niña y sus siete hermanitos .............................
19. La garrafita ..........................................................
20. La muchacha tuerta y sin mano ...........................
21. Mariquita y su hermanastra .................................
22. El enano Sin Nombre ...........................................
23. Periquito y Mariquita ...........................................
24. La princesa de la capa de cerdo ...........................
25. Las tres hermanas ................................................
26. Los hijos de palo ..................................................
27. La sirenita del mar ...............................................
28. Los hijos del azafranero y el gigante ...................
113
115
118
120
125
131
133
136
137
140
142
144
Niños valientes
29. El viejecito y los tres hermanos ...........................
30. Miguelito y el gigante ..........................................
31. El niño y el gigante ..............................................
32. El listo de la familia .............................................
33. Juanito el cabrero .................................................
149
152
154
157
159
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
9
34. Juan sin Miedo .................................................... 161
Cristo y San Pedro en la Tierra
35. Juan Pipeta .......................................................... 163
36. Dios te lo pague ................................................... 168
37. El pobre cordelero ............................................... 172
La ambición castigada
38. Los deseos de los viejos ......................................
39. La mansión de los doce meses del año ................
40. El hacha del leñador ............................................
41. ¡Mariquita, caca! .................................................
42. El pescador y el jurel mágico ..............................
177
178
183
185
187
Encuentro con la Muerte
43. El hombre que se encontró con la Muerte ........... 190
Leyendas y noticias de tesoros
44. El tesoro de la cueva del negrito .........................
45. El cabrero que hacía un botijo..............................
46. El tesoro de la Fuente Nueva ...............................
47. El tesoro de la Peña .............................................
48. La cabeza del toro ...............................................
49. El tesoro de la orza-1 ...........................................
50. El tesoro de la orza-2 ...........................................
51. El tesoro de la cabra negra ..................................
52. En Osuna está la fortuna .....................................
53. Quien me vuelva al otro lado será afortunado .....
54. El tesoro del Sauzal .............................................
55. La fortuna de los viejecitos .................................
56. Tres tesoros custodiados .....................................
57. Indicios de oro escondido ....................................
58. El tesoro de la Misericordia ................................
59. El tesoro del Tajo de las Corzas ..........................
60. El Cerro Redondo ................................................
61. El tesoro de la Fuente Chica ................................
62. El cofre de las tres llaves .....................................
63. El tesoro del cencerro de los López .....................
64. El tesoro del Madroñal ........................................
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212
10
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
65. El sueño del capataz ............................................ 213
Leyendas de sucesos extraordinarios, lugares encantados y
personajes fabulosos
66. El mago avariento ................................................ 215
67. La piedra del soldado ........................................... 221
68. Cuevas de durmientes en la Sierra de Betis ......... 222
69. ¿A dónde vais? ..................................................... 222
70. El Molino del Duende .......................................... 222
71. El duende del Puente de la Vieja ......................... 223
72. El duende del perol .............................................. 224
73. La dama blanca .................................................... 225
74. La cueva que aparecía y desaparecía ................... 227
75. El cabrero que se perdió en el monte ................... 227
76. La serpiente listilla ............................................... 229
77. Los gentiles .......................................................... 230
78. Dos extraños sucesos en San Roque .................... 233
79. El Cristo de la bisabuela ...................................... 233
80. La leyenda de la retama ....................................... 235
81. La defensa del castillo de Jimena ........................ 237
82. La Garganta del Capitán ...................................... 237
83. Sucesos extraños en el Monasterio del Cuervo .... 238
84. El fantasma del soldado ....................................... 239
85. Los monos de Gibraltar ....................................... 240
86. Por qué existen los pobres ................................... 240
87. Por qué las mulas no paren .................................. 241
ÍNDICE DE INFORMANTES ........................................ 243
ÍNDICE DE RECOPILADORES ................................... 246
BIBLIOGRAFÍA ............................................................. 247
ESTE ES UN LIBRO INACABADO ............................. 251
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
13
PRÓLOGO
José Manuel de Prada Samper
Ya en los tiempos de los hermanos Grimm, los
folkloristas vaticinaban en tono sombrío el fin inminente
de la tradición oral. Los cuentos y otras tradiciones que
ellos recogían entonces eran su último estertor. Fuese en
Noruega o en los Balcanes, en Italia o en Francia, los
estudiosos insistían en que había que darse prisa, o de lo
contrario aquellas últimas perlas del acervo popular
terminarían por desvanecerse sin dejar rastro. Sin
embargo, a aquellos agoreros sucedía una nueva
generación de folkloristas, que hacía sus investigaciones
entre una nueva generación de informantes. Se recogían
nuevas perlas, se cantaban las alabanzas de la tradición y
sus portadores y, una vez más, se advertía: démonos
prisa, esto está a punto de desaparecer, si nos
dormimos…
Han pasado casi dos siglos desde que los Grimm
fundaron la ciencia del folklore, y en ningún sitio puede
decirse que la tradición oral se haya esfumado. Porque
tan difícil es que la tradición oral desaparezca como que
la energía del universo se agote. Porque, al igual que la
energía, la tradición sólo puede transformarse, nunca
14
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
destruirse. Y a diferencia de ésta, siempre está en proceso
de creación. En todo el mundo occidental los cambios
sociales, económicos y culturales de los últimos sesenta
años se han hecho sentir en las cosas que contamos y
escuchamos. Pero el impulso de contar y escuchar sigue
incólume, con todo su potencial creador. No debe
extrañarnos: ese impulso es un elemento constitutivo de
nuestra humanidad. Y ese impulso siempre se articulará
en torno a una tradición, una tradición en la que, sin
duda, se dejarán sentir nuestras condiciones de vida, y
nuestras preocupaciones, nuestros miedos y nuestros
anhelos.
En España, la recopilación rigurosa de cuentos
populares comienza, como tantas otras cosas, con
considerable retraso. Nuestros Grimm fueron dos
estadounidenses, padre e hijo, que recogieron entre
ambos más de 800 cuentos. Aurelio M. Espinosa padre
(1880-1958) recorrió buena parte de las provincias de
habla castellana en 1920. Su hijo, del mismo nombre, que
acaba de morir en Stanford con 97 años, realizó su
trabajo en 1936, en los crispados meses que precedieron
al estallido de la guerra civil. Sus respectivos libros,
Cuentos populares españoles (1923-1926) y Cuentos
populares de Castilla y León (1988-1989) son dos
clásicos desconocidos y apenas valorados de la literatura
española. Poco sabemos del estado de la tradición en
lengua castellana antes de estas recopilaciones, porque,
como ya he dicho, en España, antes de que ellos iniciaran
sus investigaciones, apenas se habían recogido unas
decenas de cuentos. Lo que sí está claro es que en las
primeras décadas del siglo XX, su vitalidad era
considerable. Los informantes de los Espinosa, por
decirlo de algún modo, fueron nuestros abuelos o
bisabuelos. Las condiciones sociales, económicas y
culturales que tuvieron que vivir han desaparecido para
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
15
siempre, pero la tradición que floreció con ellas dista de
haber muerto. Sin duda se ha empobrecido, y es cierto
que cada vez tiene menos oportunidades de expresarse.
Pero está ahí, y todavía tiene mucho que enseñarnos. El
libro que nos ocupa lo demuestra, a la vez que deja
patente una vez más que en España los folkloristas
tienen trabajo para rato.
Leyendas y cuentos de encantamiento recogidos
junto al Estrecho de Gibraltar se inscribe en una
ambiciosa labor de recopilación cuya anterior entrega fue
el libro Cien cuentos populares andaluces (2003). En
esa obra Juan Ignacio Pérez y Ana María Martínez nos
ofrecieron una amplia colección de relatos del Campo de
Gibraltar, sobre todo de corte costumbrista y picaresco.
Este nuevo libro se centra en los cuentos de
encantamiento, sin duda uno de los géneros mayores de
la literatura tradicional. Lo complementa una colección
de 44 relatos sobre tesoros y sucedidos fabulosos. La
leyenda es un género que en España se ha recogido muy
poco, y que apenas ha sido estudiado. Las 44 historias
que cierran este libro constituyen, pues, una aportación
nada despreciable a nuestro conocimiento de las leyendas
españolas.
Los 187 relatos que comprenden ambas colecciones
(más los 41 que fueron incluidos en un primer volumen
de cuentos con adivinanzas) nos permiten hacernos una
cabal idea de la riqueza de la tradición cuentística del
Campo de Gibraltar. También nos permiten aproximarnos
a las personas que han conservado esta tradición.
Algunos de los narradores que han colaborado con Juan
Ignacio y Ana María son especialmente notables. Me
permito destacar aquí a Antonia González Navarro
(1914), natural de Jimena de la Frontera, que aporta un
total de diez relatos (seis de ellos en este libro), que me
parecen de los mejores de todo el corpus. Antonia
16
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
González es una narradora de talento, que hace uso del
diálogo con una destreza envidiable. Sus relatos, sean
cuentos de encantamiento o relatos humorísticos, están
espléndidamente narrados. Hay que esperar que las
investigaciones de Juan Ignacio y Ana María nos
permitan en el futuro saber más cosas sobre esta persona.
La lectura de Leyendas y cuentos de encantamiento...
ha sido un doble placer. Por un lado, el placer estético
que siempre debe derivarse de los cuentos tradicionales,
sobre todo si están contados con acierto y bien puestos
por escrito. Por otro, el placer erudito de los hallazgos
inesperados que nos invitan a reflexionar y a establecer
relaciones con otros cuentos, otros narradores y otras
tradiciones. En el cuento número 18, «La niña y sus siete
hermanitos», narrado por María Dolores Flores, de
Algatocín (Málaga), la suegra de la protagonista arroja a
esta y a su hijo a un estanque y en su lugar pone a otra
mujer. Tenemos aquí una variante del motivo clasificado
por Stith Thompson en su Motif-Index como K 1911.2.2.
(«falsa novia arroja al pozo a la verdadera»)1. Thompson
dice que el motivo se asocia fundamentalmente a los
tipos 408 («Las tres naranjas») y 450 («Hermanito,
hermanita»), que forman, junto a otros, una constelación
narrativa en la que se inscribe el cuento de María Dolores
Flores, cuento que tiene sobre todo afinidades con el tipo
451B de Camarena y Chevalier2. Thompson dice que el
motivo en cuestión se da sobre todo en la India y en el
Japón, pero lo cierto es que también está presente en
África. Al menos yo lo he encontrado en dos lugares tan
apartados entre sí como el desierto del Kalahari y la
1
Thompson, Stith. Motif-Index of Folk Literature, edición revisada y
aumentada, 6 vols. Indiana University Press, 6 vols., 3ª reimpresión.
Bloomington y Londres, 1975.
2
Camarena, Julio y Chevalier, Maxime. Catálogo del cuento
folklórico español: Cuentos maravillosos. Ed. Gredos. Madrid, 1995.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
17
ciudad marroquí de Marrakech. En el primer caso, forma
parte de un mito de los bosquimanos ju/'hoansi (!kung)
de Namibia y Botswana, un mito que es a todos los
efectos una variante del tipo 403, «La novia blanca y la
novia negra», que también pertenece a la mencionada
constelación3.
En el caso del relato de Marrakech, el motivo lo he
encontrado en «'Âicha rmâda, 'Âicha souillée de
cendres», una variante del cuento de la Cenicienta que
contiene al final el episodio de la esposa suplantada. Este
interesante relato lo recogió Françoise Legey en las
primeras décadas del siglo XX de boca de una vieja
esclava.4 No es difícil imaginarse cómo y cuándo llegó el
motivo desde Marruecos a este lado del Estrecho. Pero si
al norte de África llegó desde el sur del continente, como
muy bien podría ser el caso, estamos hablando de una de
esas migraciones cuya sola evocación nos quita el aliento
y nos obliga a inclinarnos ante el vigor inagotable de los
cuentos.
Barcelona, julio de 2004
3
Véase Biesele, Megan. Women Like Meat. Wistwartersrand
University Press, Indiana University Press, págs. 124-133.
Bloomington, 1993.
4
Legey, Francoise. Contes et légendes populaires du Maroc recueillis
à Marrakech. Editions Ernest Leroux, págs. 19-23. París, 1926.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
19
INTRODUCCIÓN
“Esto pasó hace muchos años,
tantos que ninguno de los que estamos aquí
habíamos nacido, ni los que están muertos
habían pensado en nacer”.
Lorenzo García Domínguez, 78 años.
“Hace mucho, mucho tiempo...
... cuando los animales hablaban y los gigantes se
disputaban con los hombres el dominio de la Tierra,
ocurrieron ciertos hechos maravillosos que mucho
después habrían de ser contados...”
Esto es lo que parecen decirnos los relatos que hemos
seleccionado para este tercer volumen de tradiciones
orales del Estrecho de Gibraltar. Algo que nuestro
informante Lorenzo García Domínguez consiguió
expresar con sus propias palabras y que, precisamente por
no utilizar un lenguaje prestado, encabeza esta
introducción. Su intención no es otra que la de alejarse de
los hechos que está contando, un distanciamiento que, a
la vez que le mantiene al margen de los episodios
narrados (“no vayan a creerse ustedes que esto pasó de
20
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
verdad”), sitúa la acción en un tiempo y un espacio
distintos y distantes, un escenario donde cualquier cosa
era posible.
Porque en este volumen hemos reunido precisamente
los textos menos cotidianos, aquellos que nos hablan de
sucesos extraordinarios, de personajes fabulosos, de
costumbres antiquísimas que están en la base de nuestra
propia sociedad, a pesar de que algunas nos resulten
crueles, desmedidas o, por lo menos, difíciles de
comprender. Unos textos que, exceptuando los sucedidos
y leyendas locales, no son exclusivos de la zona de
estudio, sino que forman parte del folklore universal,
pero que en cada lugar adquieren unas dimensiones
propias.
Y si algo pretendemos extrayéndolos (a veces no sin
esfuerzo) de la memoria de nuestros vecinos es
exactamente eso: conocer cuál de estos ancestrales relatos
ha calado más en la población del Estrecho, qué escenas
se repiten con mayor frecuencia en la zona y pasan de
unos cuentos a otros, qué detalles personales incorporan
los informantes a los textos, qué importancia y sentido
dan a lo que están recordando y, por último, qué lugar
ocupan actualmente estos fragmentos del pasado en sus
creencias, costumbres y tradiciones. A ello dedicamos
algunos de los comentarios que incluimos tras cada uno
de los textos.
Así, desempolvando los trasteros de la memoria y
ofreciendo la oportunidad para que lo que hasta ahora era
patrimonio personal o familiar vuelva a ser propiedad
colectiva, recuperamos unos textos que nos ponen en
contacto con viejos conflictos y maneras sociales,
familiares y, sobre todo, existenciales. Un acercamiento
que es a la vez testimonial y divulgativo, filológico,
antropológico y estructuralista (¿por qué no conciliar los
valores de las distintas perspectivas investigadoras?),
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
21
literario e incluso afectivo, sobre todo porque hemos
nacido y vivimos donde recogemos estos materiales y
porque muchos de ellos nos fascinan continuamente
desde el complejo significado de sus contenidos y desde
la frescura de su lenguaje.
¿Cuentos o leyendas?
Quizá la primera inquietud que asalte al lector al
encontrarse con un libro que reúne cuentos y leyendas sea
la de conocer las diferencias y parentescos entre unos y
otras. Intentemos resolver, en la medida de lo posible,
esta cuestión.
Cuentos y leyendas populares, considerados textos
fundacionales de la literatura universal, nacen
paralelamente a la necesidad humana de comunicarse y
comparten en su exposición la forma narrativa de hechos
sobresalientes, la transmisión oral y el ya mencionado
alejamiento temporal. Sin embargo, los cuentos de
encantamiento refieren hechos extraordinarios sin reparar
en su lugar de acción, interesando más el curso de los
acontecimientos que su veracidad. Las leyendas, por su
parte, siempre hacen referencia a un hecho tenido por
cierto y ocurrido en una zona determinada, llegándose a
aportar incluso datos concretos sobre lugares y personajes
e idealizando los hechos históricos mediante su
combinación con otros imaginados.
Por otro lado, si analizamos su estructura argumental,
vemos que el cuento maravilloso, por regla general, se
rige por un canon en forma de espina dorsal en torno a la
cual se van presentando escenas y motivos, cumpliendo
los episodios resultantes determinadas funciones
significativas para el desarrollo del tema principal. Estas
funciones, que la leyenda no cumple a no ser que se le
22
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
añadan elementos propios del cuento, fueron descubiertas
y planteadas en 1928 por Vladimir Propp5 y aplicadas a
los cuentos españoles en 1982 por Antonio Rodríguez
Almodóvar6. Siete personajes principales (héroe,
usurpador, agresor, donante de objeto mágico, víctima,
padre de la víctima y auxiliares del héroe) y otros
motivos y elementos accesorios se encargan de ponerlas
en funcionamiento.
Estos motivos, a su vez, están recogidos en un magno
catálogo realizado por Anti Aarne y ampliado por Stith
Thompson en 19287, obra que constituye la base de la
conocida como escuela finlandesa, actualmente seguida
por la mayoría de folkloristas.
Por lo que respecta a las leyendas, se suelen dividir
en cuatro grandes grupos: etiológicas (sobre el origen de
lugares, costumbres, plantas y animales), históricas,
religiosas y las referidas a seres y fuerzas sobrenaturales.
Criterios de clasificación
Antes hemos utilizado indistintamente los términos
“maravilloso” y “de encantamiento” refiriéndonos a los
cuentos de este volumen. La diferencia entre unos y otros
5
Propp, Vladimir. Morfología del cuento. Editorial Fundamentos,
Madrid, 1977. Algunas de las funciones, de un total de treinta y una,
serían: la carencia inicial, el viaje del protagonista, las acciones del
agresor, pruebas y tareas encomendadas al héroe, entrega del objeto
mágico, persecución, reparación de la carencia o fechoría, recepción
de una marca de autenticidad, vuelta a casa, aparición de un falso
héroe, reconocimiento del verdadero héroe, boda y ascensión al poder.
6
Rodríguez Almodóvar, Antonio. Los cuentos maravillosos
españoles. Ed. Crítica. Barcelona, 1982, y Cuentos al amor de la
lumbre. Ed. Anaya. Madrid, 1983.
7
Aarne, Anti y Thompson, Stith. The types of the Folk-tales (A
classification and bibliography). Academia Scientiarum Fennica.
Helsinki, 1964.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
23
se halla en que los primeros poseen todos los elementos
mágicos definidos por Propp y los segundos, aún
presentando hechos extraordinarios similares, carecen de
alguno de ellos (fundamentalmente el donante y el objeto
mágico), posiblemente por deterioro. En el presente libro
hemos incluido tanto cuentos maravillosos como de
encantamiento, además de leyendas e, incluso, sucedidos
de hechos recientes (no necesariamente probados) que
funcionan como leyendas locales.
Los cuentos han sido dispuestos en ciclos
adaptándonos en lo posible a la clasificación de
Rodríguez Almodóvar con objeto de facilitar su
localización e intención, habiendo incluido, después de
cada título, el número de tipo de acuerdo con la
clasificación de Aarne-Thompson, aunque tomando como
referencia principal el catálogo realizado por CamarenaChevalier para los cuentos españoles8. Las leyendas, por
el contrario, al no existir aún ningún catálogo tipológico,
han sido distribuidas en dos grupos que atienden a
criterios temáticos: las que hacen referencia al hallazgo
de tesoros, muy abundantes en la zona y muchas veces
expuestas como sucedidos, y las que incluyen sucesos o
personajes extraordinarios.
Sea como fuere, tengamos en cuenta que las
dificultades para acertar de pleno en materia de
clasificación están motivadas por la naturaleza propia de
la transmisión oral, cuestión que en el campo de los
cuentos incluye la polivalencia de sus motivos y
personajes, la complejidad de los esquemas y las
peculiaridades locales o personales, todo ello unido al
deterioro procedente de la fragilidad de la memoria y de
la falta de ocasiones para practicar la narración oral,
como veremos a continuación.
8
Catálogo del cuento folklórico español: Cuentos maravillosos. Ed.
Gredos. Madrid, 1995.
24
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Narradores natos y circunstanciales
Muchos de los textos que presentamos, sobre todo los
más breves, están literalmente cogidos al vuelo. Aparecen
hilvanados a lo largo de conversaciones que parten de un
cuestionario específico al que es preciso volver
continuamente para ahondar en el tema. Y es que, por lo
general, a nuestros informantes les cuesta recordar los
textos con la nitidez necesaria para formar con ellos un
relato completo, con sentido para el oyente. De ahí que,
en ciertas ocasiones, hayamos optado por recoger de aquí
y de allá lo poco o mucho que nos han ido diciendo y lo
hayamos organizado hasta completar la historia con todos
los detalles registrados, lo que ha requerido varias visitas
al mismo lugar. Otras veces, las menos, son los mismos
informantes quienes los han escrito, perdiendo así la
frescura de la narración oral, aunque ganando en detalles
que a duras penas se recuerdan en la conversación, sobre
todo cuando esta se produce con unos desconocidos que
enarbolan una extraña arma a la que llaman grabadora.
En los últimos años hemos descubierto que la forma más
productiva de recoger textos que requieren cierto
ejercicio memorístico es dejarles el susodicho aparato,
yendo a recogerlo a las pocas semanas. Así, sin miedo a
esos extraños que vienen a preguntarles, estas personas
recuerdan más detalles de los textos que en una entrevista
presencial.
Estrategias estas que surgen sobre todo ante la falta
de narradores natos, esas personas, al parecer abundantes
en otras épocas, capaces de mantener el interés de la
audiencia durante horas e incluso días en torno a un
cuento de tradición oral9; hombres y mujeres (en esto no
9
A este respecto, en Cuentos de las Tierras Altas escocesas
(Ediciones Siruela, Madrid,, 1999, pág. 26) J. Manuel de Prada
escribe acerca de ciertos narradores del siglo XIX: “Algunos de estos
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
25
ha habido tantas distinciones entre sexos como se cree)
que encontraban una historia para cada lance del día y a
quienes recurrían niños y adultos cuando deseaban
alimentar su imaginación.
A falta de este tipo de informantes “modélicos”,
como no se trata tanto de encontrar un buen narrador
como de sacar a la luz lo escuchado años atrás, lo que
hemos buscado son narradores circunstanciales, personas
que recibieron vía oral estas historias pero que llevan
muchos años sin verbalizarlas y que ahora lo hacen
motivadas por nuestra visita. El esfuerzo que han de
hacer para recomponer secuencias, motivos y diálogos es
grande, pero los recuerdos rescatados (y no nos referimos
únicamente a los contenidos de los cuentos) hacen que les
merezca la pena.
Entre unos y otros queremos destacar algunos
ejemplos, concretamente cinco formas diferentes de
narrar los relatos que se guardan en la memoria.
El primero de ellos, Ignacio Morales, al que ya
dedicamos un trabajo etnográfico en el que destacábamos
su interés por conservar determinadas formas
tradicionales de relación con el medio10, llama la atención
por su sensibilidad ante el valor afectivo de la
transmisión oral: todas sus aportaciones (no sólo las
contenidas en este volumen) están vinculadas
explícitamente a hechos cotidianos de su infancia11, con
continuas referencias al entorno y, sobre todo, a las
personas que significaron algo importante para él, como
sus padres, su abuela y su bisabuela.
relatos eran tan largos que, no pocas veces, su narración se prolongaba
durante varias noches.”
10
“Ignacio Morales Trujillo, un informante singular” en Almoraima nº
26. Instituto de Estudios Campogibraltareños, págs. 151-166.
Algeciras, 2001.
11
Véase, por ejemplo, su comentario sobre la función educativa de los
cuentos en Cien cuentos populares andaluces, pág. 23.
26
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Francisco Castro, por su parte, representa al narrador
que gusta de enriquecer su relato con gran profusión de
detalles. Su carácter tranquilo y metódico y su portentosa
memoria permite que podamos disfrutar de unas
narraciones que parecen escritas en lugar de expresadas
oralmente, lo que consigue con una sola condición: que le
demos unos días para tejer el relato en su memoria lo más
fielmente posible.
Antonia González, con noventa años, es la expresión
de la frescura de la que tantas veces hemos hablado
refiriéndonos a la literatura oral. Nos sorprende con unas
versiones ricas en acciones (por encima de los detalles
descriptivos) en las que los personajes cobran vida por sí
solos. Antonia, además, rompe con la tópica respuesta
que solemos encontrar en nuestro trabajo de campo: que
las personas que vivieron una infancia difícil no tuvieron
oportunidad de escuchar cuentos (se argumentan falta de
fuerzas, de tiempo, de interlocutores...). Ella, huérfana
desde muy niña, quedó a cargo de una hermana de tan
sólo dos años y, sin embargo, escuchó cuentos y los
recuerda con nitidez. Es también un ejemplo de lo que
aún está por descubrir: los cientos de personas que, por su
edad o su forma de vida, permanecen en sus hogares sin
que nadie, aparte de los familiares más directos, conozca
el patrimonio que atesoran en su memoria. En este caso
fueron su bisnieta Cristina y la madre de esta, Chelo,
quienes nos hicieron llegar hasta ella.
Candelaria Ibáñez es nuestra más prolífica
informante: casi sesenta adivinanzas aportó al primer
libro de esta colección, veinticinco cuentos al segundo y
otros once a este, además de conocer más de cuarenta
romances y cientos de refranes, chascarrillos, canciones,
supersticiones y otros textos de un valor etnográfico
incalculable. Su estilo no es quizás demasiado brillante,
precisamente porque no tiene muchas oportunidades para
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
27
practicar, pero la riqueza de contenidos de sus
aportaciones convierte su desinterés por la forma en una
mera anécdota. Sin duda, dos de los aspectos que le
permiten recordar tantos hechos distintos son su
credulidad y el entusiasmo con que escucha a los demás.
Por último, Isabel Benítez representa al informante
con conciencia de lo que tiene entre manos. Poco antes de
fallecer decidió dejar por escrito, sobre todo como legado
para sus nietos, aquellos cuentos que con tantos detalles
le narraba su abuela Rosalía. Hoy, gracias a la mediación
de su hija Encarna, no sólo podrán conocerlos sus nietos
sino todos nosotros, despertando nuestro asombro por la
profusión de motivos maravillosos que encierran. Una
buena muestra de lo que debieron ser los viejos cuentos
maravillosos españoles en su época dorada, antes de
entrar en un declive que dura ya más de un siglo.
Las diferencias de estilo, vocabulario, intención y
extensión de estos informantes tienen, en fin, tanto que
ver con su formación personal como con las
circunstancias que se dieron en su recogida, habiendo
sido preciso en la mayoría de los casos un contacto
personal continuado del que no nos arrepentimos en
absoluto.
Sobre peculiaridades y semejanzas
Hemos resumido a continuación algunos de los
motivos y secuencias más repetidos en la selección de
textos que presentamos. Unos asuntos que nos acercarán
a los mecanismos de particularización utilizados por los
narradores tradicionales a partir de los textos básicos
universales y en los que se puede profundizar a través de
libros como los de Aarne-Thompson y Espinosa padre,
entre otros.
28
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
En primer lugar, si los cuentos ofrecen soluciones a
diversas cuestiones vitales, se nos plantean varias
preguntas: ¿dónde, quién y cómo comienzan los
problemas? La respuesta suele estar en las carencias
familiares (solvencia o descendencia), que motivan el
envío de los hijos a recorrer el mundo en busca de algo
mejor o también el pacto con seres oscuros a cambio de
la entrega del propio hijo. Pero no todo comienza así,
también hemos encontrado a príncipes que con acciones
imprudentes pueden provocar una maldición a la que él
mismo tendrá que combatir.
Otra cuestión: ¿Quién es presentado como héroe y
hacia dónde se debe encaminar para que su empresa
llegue a buen puerto? El destino de casi todos los héroes
es el Castillo, Tierra o Jardín de Irás y No Volverás,
aunque en algunas recopilaciones se le da otros nombres
(por ejemplo, en Cuentos populares españoles
encontramos las Piedras del Nifo, el castillo de las siete
naranjas y el Castillo de Oropé). Un lugar aceptado
colectivamente para desencantar a alguien hechizado,
conseguir objetos mágicos, lograr la realización personal
(lo que se expresa mediante la coronación como príncipes
o reyes) o encontrar a la pareja soñada. Un destino del
que sólo vuelven los que demuestran ser limpios de
corazón, sinceros, valientes o humildes, y al que suelen
acceder tanto hombres como mujeres, normalmente el
menor de tres hermanos. Un lugar, en fin, que está
emparentado con el más allá o la muerte, de donde, según
las diversas tradiciones, no regresan más que
determinados personajes míticos. En este lugar el héroe
se encuentra con la vida puesta del revés: los animales
tienen la comida cambiada, una anciana barre con el palo
de una escoba, una puerta nunca acaba de cerrarse, los
vigilantes duermen con los ojos abiertos y los cierran
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
29
para despertar..., un caos que se debe remediar para poder
seguir adelante.
¿Y con quién tiene que enfrentarse el héroe? Entre
los personajes malvados abundan tanto los masculinos
(representados por el diablo, un ogro o un gigante) como
los femeninos (papeles que se reparten una gitana, una
negra y una mora que practican la brujería y que deciden
usurpar el lugar de una bella princesa y encantarla
pinchándole con un alfiler). Y cuando se trata de un
animal, domina la presencia de la serpiente o el dragón de
siete cabezas.
¿Cómo deshacerse de estos agresores cuando parecen
físicamente invencibles? Comprobaremos que una de las
formas más repetidas es encontrar un huevo donde se
oculta el alma del ser malvado y estrellarlo contra su
frente.
¿Y qué personajes secundarios pueden llegar a odiar
al protagonista o héroe y cómo lo manifiestan? Veremos
en varios textos que, como en la vida real, la envidia es el
sentimiento negativo más común, aliándose con la
mentira y la calumnia para entrar en acción. Unos
sentimientos que proceden sobre todo de hermanos y
otros familiares cercanos (madrastras, madres y tíos), que
los llevan hasta las últimas consecuencias, como el
enclaustramiento o emparedamiento de la esposa y el
abandono o asesinato de los hijos.
¿Qué debe hacer o evitar el protagonista en el camino
hacia la felicidad final? El trayecto que ha de realizar el
héroe está plagado de obstáculos y pruebas. Una de las
acciones prohibidas es volver la cabeza para ver lo que ha
dejado atrás bajo pena de petrificación y otra abrazar a
una mujer de su familia con la pérdida de la memoria
como consecuencia. Aunque quizás la prueba más
repetida es la atención que debe prestar el héroe al
donante que se le aparece disfrazado de mendigo o
30
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
ermitaño, bien a pie de camino o en una casa que ha de
ser ordenada.
Por otra parte, vemos en un buen número de cuentos
que algunos adultos consideran a los niños como un
estorbo para su felicidad. ¿Cómo actúan esos adultos
cuando piensan de esta manera? El abandono en el
bosque (muy utilizado en los cuentos centroeuropeos) es
sustituido aquí por la introducción de los hijos en un arca
o cajón que luego es depositada en un río o en el mar. Y
no sólo nos referimos a niños recién nacidos sino
también, como veremos, a adolescentes.
Además de estas semejanzas entre unos textos y
otros, encontramos paralelismos incluso en los diálogos
de los personajes, como la frase con que suelen recibir al
héroe cuando este se acerca a su destino liberador: “Muy
mal te quieren los que por aquí te encaminan” o “¿Quién
tan mal te quiere que hasta aquí te envía?” El joven suele
responder con una frase que falta en nuestras versiones:
“Mi suerte mala o buena”.
Otros motivos dignos de mención por su insistencia o
su valor en la historia pueden ser la pérdida del dedo
meñique del protagonista, presente en “Blancaflor”, “La
niña y sus hermanitos” y la serie sobre la flor del aguilar
o lililá; también la elección que ha de hacerse entre dos
opciones, a la que nunca debe aplicarse la lógica
cotidiana; la rotura de cántaros cuando una agresora
femenina se enfada; las transformaciones en animales (las
princesas como palomas blancas y los ayudantes como
águilas, hormigas o leones); los zapatos de hierro que ha
de gastar la heroína antes de acceder a lo que desea... En
la lectura de los textos iremos descubriendo estos y otros
elementos que suelen tener un carácter simbólico y que
sirven para que tanto el narrador como el auditorio
puedan conocer y comprender mínimamente la
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
31
complejidad del mundo, así como dominar sus propios
sentimientos.
Destaquemos por último, de acuerdo con Holbek12,
que todos estos cuentos de encantamiento giran en torno
a la familia, el sexo y el poder, desarrollándose por medio
de tres pares de elementos opuestos:
adultos vs. niños
hombres vs. mujeres
poderosos vs. humildes.
Avisos para lectores
Hemos procurado confeccionar un libro pequeño y
manejable que puede llevarse a cualquier parte. Puede
gozarse a solas, pero el usuario descubrirá que la mejor
forma de disfrutarlo es leer en voz alta los relatos o
contarlos una vez leídos, compartiendo los fabulosos y
emocionantes hechos que suceden a los protagonistas.
¿Son para adultos o para niños? Esta es una pregunta que
irán respondiendo quienes los escuchen. Mientras tanto,
no pongamos trabas a la comunicación y dejemos que
estas historias vuelvan a fluir entre los descendientes de
quienes las vieron nacer y desarrollarse.
Como en libros anteriores de esta misma colección,
para facilitar la lectura, hemos procedido a hacer dos
pequeñas modificaciones: por un lado, eliminar las
repeticiones y titubeos que proceden de la dificultad para
recordar fielmente los textos; por otro, normalizar la
fonética de los mismos (fundamentalmente el ceceo
propio de esta zona, la aspiración de la h y la pérdida de
la d intervocálica), excepto cuando su presencia era
12
Holbek, Bengt. “L’interprétation des contes merveilleux” en
Cahiers de littérature orale nº 28. Institut National des Langues et
Civilisations Orientales, págs. 53-70. Paris, 1990.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
necesaria para mantener el ritmo de la narración.
Igualmente, se han respetado los giros y modismos
propios del lugar, considerando que los que no son muy
conocidos son descifrables por el contexto.
Para facilitar la localización hemos incluido al final
del libro la relación de informantes y su procedencia, así
como la lista de personas que nos cedieron algún texto.
Se observará que algunos de los cuentos no incluyen los
datos personales de quienes los contaron; estos textos
suelen proceder de reuniones en centros de pensionistas
con varios informantes (algunas veces más de veinte)
donde se contaban los cuentos atropelladamente y sin
posibilidad de especificar datos.
Finalmente, a quienes se acerquen a estas páginas les
recordamos también que los cuentos y leyendas incluidos
en este volumen proceden de la tradición oral y no
pertenecen en exclusiva ni a los recolectores ni a los
informantes, aunque será de justicia, al divulgarlos,
mencionar a unos y a otros como agentes decisivos para
su conservación.
Esperamos que disfruten con su lectura tanto como lo
hemos hecho nosotros durante su recuperación.
TEXTOS
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
35
La hija del diablo
Blancaflor, la hija del diablo que elige por amor
convertirse en una mujer mortal, es un ciclo narrativo
antiquísimo emparentado con mitos como el de Cupido y
Psiqué, Medea o Perséfone. Se trata de una historia que
resuena en la memoria de muchísima gente de la zona,
aunque, por su extensión y características, sólo algunos
detalles de la misma suelen ser recordados: el nombre de
la protagonista, la elección del caballo para huir o la
saliva parlante para entretener a su padre. No obstante, el
texto seleccionado es una muestra excelente de lo que
encierra este ciclo.
De la veintena de versiones que hemos recogido, a
pesar de tener todas ellas escenas y motivos coincidentes,
destacamos estas tres singulares variantes:
-Los padres son gigantes o monstruos y no diablos.
-La madre, en su certera aparición final, convierte a
los enamorados en patos y los condena a vivir
eternamente en un estanque.
-La manera de deshacerse del diablo perseguidor es
arrojar unas semillas que, al rozarlas, se convierten en
descomunales árboles que lo rodean y lo atrapan.
1. Blancaflor
313C
[LA MUCHACHA AYUDANTE + LA NOVIA OLVIDADA]
Remedios Cabello y Ana Navarro
Tarifa
Eran tres muchachas que se estaban bañando en un
río y a esto que pasó por allí un muchacho que era rey y
se sentó en la orilla a verlas cómo se bañaban. Cuando le
pareció, el muchacho cogió la ropa de la más chica, se la
36
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
escondió y se fue. Cuando las muchachas salieron a
vestirse, dice la más chica:
-¡Ay, mi ropa, que no aparece, que se la han llevado!
Y las otras:
-Pues aligérate y búscala que si no nos vamos.
Empezaron a buscarla por las cañas y las malezas del
río, pero nada. Venga a buscar por todos lados, pero no la
encontraron.
-Pues nosotras nos vamos.
Total, que se fueron y dejaron a la hermana chica allí
sola. En ese momento apareció el muchacho, y le dice
ella:
-Dame mi ropa. ¿Por qué me has tenido que coger mi
ropa?
-Te la doy si me dices quién eres.
Ella le dijo quién era y él le devolvió la ropa.
-Nosotras somos las hijas del diablo, de modo que
como mi padre se entere de que tú andas conmigo...
-Pues, mira, yo ando buscando trabajo, así que si tú
me dices dónde vives, yo llego y hablo con tu padre a ver
si me da algo de trabajo.
-Venga. Cuando yo me haya ido, entonces vas tú.
-Sí, pero me tienes que decir cómo tengo que hablar
con tu padre, cómo lo saludo.
-Pues tú vas como si fuera una casa normal: “Buenos
días” o “buenas tardes”, y ya le cuentas lo que quieras.
Y así lo hizo. Ella se fue y al ratito de llegar llamaron
a la puerta.
-Buenas tardes. Mire usted, vengo buscando trabajo,
vengo andando desde el pueblo a ver si usted me pudiera
dar...
-¿Y qué sabe hacer?
-Lo que sea. Usted me manda lo que sea, que yo hago
de todo.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
37
-Bueno, pues le voy a dar trabajo. Mañana le diré lo
que tiene que hacer.
Y le enseñó dónde iba a estar su cuarto, junto a la
cuadra, para que se quedara a dormir ya aquella noche.
Antes de anochecer se le presentó la hija pequeña del
diablo, que se llamaba Blancaflor.
-Mira, mi padre te va a mandar mañana al mar para
que cojas un anillo que se le cayó a su madre, mi abuela,
así que tú, cuando te mande, le dices que te dé un
cuchillo, un lebrillo y una botella, y haces como si yo no
te hubiera dicho nada.
Por la mañana lo llamó el diablo y le dijo:
-El primer trabajo es este: tienes que ir al mar y coger
un anillo que se le cayó a mi madre. Es un recuerdo de
familia, así que lo que quiero es que me lo traigas.
-De acuerdo, pero me tiene usted que dar un cuchillo,
un lebrillo y una botella.
Y así se fue camino de la playa. Al llegar, ella estaba
allí, y el muchacho le preguntó:
-Ahora dime tú a mí qué hago yo ahora, cómo cojo
yo ese anillo.
-Verás, ahora tú me vas a matar, mi sangre la vas a
echar en la botella con mucho cuidadito, que no vaya a
caer fuera ni una gota, y las tajaditas las vas echando en
el lebrillo. Cuando lo tengas todo listo lo tiras al mar.
Así lo hizo él. No quería, pero ella lo convenció
pidiéndole que confiara en lo que le decía. Y pasó que,
cuando estaba echando la sangre en la botella, cayó una
gotita en la arena. “Bueno, no importa, por una chispita
no se va a dar ni cuenta”, pensó él, así que lo tiró todo al
mar.
Al rato aparece ella nadando con el anillito en la
mano, puesto en un dedo que tenía un trozo menos.
38
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Has hecho lo que te he dicho, pero se te ha caído una
gotita de sangre y mira la chispita menos de dedo que
tengo.
El fue y le dio el anillo al padre, que le dice:
-¡Ay, que tú andas con mi hija Blancaflor!
-¿Usted tiene una hija que se llama Blancaflor?
-No, no, hijo, eso es un refranillo mío.
Y el muchacho se hizo el tonto, como si no hubiera
visto nunca a la hija.
Aquella tarde llega otra vez Blancaflor a hablar con
él:
-Mira, mañana mi padre te va a encargar que
construyas allí enfrente un horno y después que amases la
harina y que hagas pan caliente. Todo eso lo tienes que
terminar en un día.
-Pero, ¿cómo voy a hacer yo eso?
-Pues nada, cuando te lo diga mi padre tú te acuestas
a dormir.
-¿Tú comprendes que yo me pueda acostar a dormir?
-Tú hazme caso.
Llegó el padre y le dijo:
-Mira, mañana por la mañana vas a construir en aquel
sitio un horno. Cuando lo tengas hecho vas a amasar la
harina, le vas a meter fuego y nos vas a hacer pan caliente
para la una del día.
-Ya veré si lo puedo hacer.
-Lo tienes que hacer si quieres seguir vivo.
Él se echó a dormir y llegó ella, que como era la hija
del diablo, lo hacía todo en un momento.
-Chiquillo, que son cerca de la una. Ahí lo tienes todo
hecho. Llévale el pan a mi padre.
Y allá fue él con el pan.
-Tome usted.
Y el padre:
-¡Ay, que tú andas con mi hija Blancaflor!
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
39
-¿Usted tiene una hija que se llama Blancaflor?
-No, no, hombre, eso es un refranillo mío.
Y él haciéndose el tonto. Entonces el diablo le dijo:
-Voy a poner a mis tres hijas al lado de la puerta y tú
vas a escoger a una, la que tú quieras, y con ella te vas a
casar.
Ella le advirtió al muchacho:
-Mi padre nos va a poner al lado de la puerta sin que
nos veas la cara, así que tú te fijas en la que tenga el
dedito de menos. Cuando digas: “¡Aquella!”, me coges
corriendo por el vestido porque mi padre sabe mucho y
nos puede cambiar.
A la mañana siguiente, el diablo llamó al muchacho.
-Mira, tengo aquí a mis hijas, elige la que tú quieras
para ti.
Entonces empezó a fijarse y a fijarse.
-Mire, aquella misma que tiene usted allí, y le echó
mano al vestido para que no la cambiara.
-Bueno, pues esa misma. Pero antes te tengo que
poner otra prueba. Ya te avisaré.
Entonces llegó ella, como siempre, y le dice:
-Mira, ahora nos va a convertir a las tres hermanas en
palomas, nos va a subir en aquel tejadito y te va a
preguntar a ver qué palomita escoges. Como las tres
somos iguales, yo haré así un poquito con el ala y ya
sabrás que soy yo.
El diablo lo llamó a la mañana siguiente.
-Mira, allí arriba tengo tres palomitas blancas. ¿Cuál
te gusta a ti de las tres?
-Esa misma que ha meneado el ala.
Entonces el diablo la convirtió en persona y resultó
que era ella.
-Vale, ya que la has escogido, te puedes casar con
ella.
40
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Se casaron y se fueron a dormir al piso de arriba de la
casa. Pero el padre no estaba contento y pensó: “Esta
noche a ese lo mato yo; se le ha metido en la cabeza a mi
hija Blancaflor, pero a ese lo mato yo esta noche”. Pero
ella, como todo lo sabía, dice:
-Mira, mi padre nos va a matar, pero yo he pensando
que vamos a hacer lo siguiente: él tiene en la cuadra dos
caballos, uno el del viento y otro el del pensamiento. El
del viento está muy gordo y el del pensamiento está muy
flaco. Yo voy a coger dos pellejos de cochinos y los voy
a llenar uno de vinagre y otro de vino dulce. Los voy a
poner en la cama como si fuéramos nosotros dos.
Mientras ve tú y coge el caballo del pensamiento.
Él se fue, pero cuando llegó le dice ella:
-¡Ay, que has traído el del viento, que está más
gordo!
-Es que el otro lo vi muy flaco y pensé que no iba a
aguantar nada. Por eso he cogido este.
-Ya no nos da tiempo, este mismo vale, que mi padre
ya mismo viene a matarnos.
Ella cogió una toalla, un peine, un espejo y un cofre y
se subieron al caballo. Allá que se fueron los dos, pero
antes de salir echó una saliva grande en la habitación. En
esto que el padre se acercaba a la habitación y le decía:
-¡¡¡Blancaflor!!!
Y la saliva le contestaba:
-¡Mande usted, padre!
-Todavía están despiertos, no puedo ir a matarlos.
Al rato otra vez:
-¡¡¡Blancaflor!!!
Y la saliva cada vez más bajito:
-¡Mande usted, padre!
-Bueno, ya se están durmiendo.
Al rato otra vez:
-¡¡¡Blancaflor!!!
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
41
Y la saliva más bajito porque se iba secando:
-¡Mande usted, padre!
Y al rato ya no contestaban.
-Ahora es la mía, ya están dormidos.
Cogió un cuchillo, le dio una puñalada a uno y otra al
otro. Del primero le saltó un poco de vinagre en la boca y
dice: “¡Ay, qué sangre más fuerte tienes!”, y del otro le
saltó vino dulce y dice: “Y tú, ¡qué dulce la tienes!”.
Se fue para abajo y se lo contó a su mujer:
-Ea, ya he matado a tu hija y a tu yerno, que, por
cierto, ¡tiene una sangre más fuerte!
-¡Ay, tonto, si lo que tú has hecho es pinchar dos
pellejos, uno de vino dulce y otro de vinagre! ¡Y tu hija
va corriendo camino del campo!
-¿Sí? Pues ahora yo voy a ir tras ellos y no se me van
a escapar.
Fue a la cuadra y cogió el caballo que corría tanto, el
del pensamiento. Ella, que todo lo sabía, le dice:
-¡Mi padre viene, mi padre viene!
-¿Qué hacemos?
Ella tiró el peine y todo se volvió huerta, él se
convirtió en hortelano y ella en lechuga. Y pasó por allí
el diablo y se paró.
-Oiga usted, hortelano, ¿ha visto pasar a un hombre y
a una mujer en un caballo?
-Las lechugas, que todavía no han crecido y no las he
amarrado.
-No, hombre, que si usted ha visto pasar por aquí...
-¿Las papas? Todavía ni han nacido.
-¡Váyase usted a tomar viento, que está más sordo
que una tapia!
El diablo se volvió a su casa y le dijo a su mujer:
-No la he podido encontrar. Lo único que me he
encontrado ha sido un hortelano muy sordo.
42
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-¡Ay, tonto! El hortelano era tu yerno y la lechuga tu
hija.
-Bueno, pues ahora voy otra vez y no me engaña
más.
Ella, como lo sabía todo, dice:
-¡Ay, mi padre viene otra vez!
-¿Qué hacemos?
Tiró la toalla y se volvió iglesia, y ella era la virgen y
el muchacho el ermitaño. Y llegó el diablo y le pregunta
al ermitaño:
-¡Oiga! ¿Ha visto usted pasar a un hombre y a una
mujer montados en un caballo?
Y el otro le contesta:
-Las doce no son, todavía no son.
-Que si usted ha visto pasar...
-El primer toque todavía no ha dado, así que la misa
tarda.
-¡Usted está más sordo que una tapia, váyase a tomar
viento!
Se volvió a su casa y se lo dijo a su mujer:
-No los encuentro por ningún sitio, sólo he visto una
iglesia con un ermitaño más sordo que una tapia.
-Pues ese era tu yerno y la virgen era tu hija.
-Bueno, pues voy otra vez y ya no me engañan más.
-¡Quita, hombre, déjame a mí, que a mí no se me
escapa!
Y fue la madre. Y Blancaflor que se da cuenta:
-¡Ay, ahora viene mi madre y a ella no la podemos
engañar! Seguro que nos coge.
Entonces Blancaflor tiró el espejo que llevaba y todo
se convirtió en un mar, así que su madre no pudo pasar y
le echó una maldición:
-¡Permita Dios que tu marido te olvide!
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
43
Y se volvió a su casa. Mientras, ellos siguieron
caminando para el pueblo del muchacho y, antes de
llegar, él la dejó a ella al lado de un árbol.
-Espera aquí, que voy a por un coche.
-Sí, pero te cuidado, que no te bese ni te abrace
ninguna anciana, que mi madre nos ha echado una
maldición.
-Pero...
-Es que como una anciana te bese o te abrace tú te
vas a olvidar de mí.
-¿Cómo me voy a olvidar de ti con lo que te quiero?
Llegó a su casa y su madre lo besó, pero él no se
olvidó de Blancaflor.
-Mamá, mientras yo me echo una cabezadita, llama a
un coche, que tengo a mi mujer esperándome.
La madre fue a por un coche y entonces llegó la
abuela y le dio un abrazo. Volvió la madre y le dijo:
-Ya está aquí el coche que querías.
-¿Qué coche, mamá?
-Chiquillo, ¿tú no me has mandado a por un coche
para tu mujer?
-¡Anda, mamá! ¡Qué coche ni qué mujer! Ni tengo
mujer ni quiero coche.
Y le dijo al hombre del coche que se fuera.
Pasaba el tiempo y Blancaflor se subía todos los días
al árbol a ver si venía su marido, pero nada. Junto al árbol
había una fuente donde todos los días cogía agua una
criada negra que tenían en palacio, y cuando se acercaba
veía reflejado en el agua un rostro blanco y se decía: “Tú
tan blanca y yo tan colorá, rómpete y cantarás”, y el
cántaro se rompía. Y así todos los días. Cuando la criada
llegaba al palacio, le preguntaban:
-¿A ti qué te pasa que todos los días rompes el
cántaro? A partir de ahora, te daremos uno de lata.
44
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Cuando la negra fue otra vez a la fuente, sintió llorar
a un niño, miró para arriba y descubrió a Blancaflor en la
rama del árbol. La muchacha le contó toda la historia:
-Estoy esperando a mi marido desde hace mucho
tiempo y he tenido este niño mientras lo esperaba.
Entonces, la negra le dijo:
-¿Quieres que te peine? Porque llevas tanto tiempo
aquí que tienes el pelo fatal.
-Vale, pues péiname.
Cuando la estaba peinando cogió una agujita de
cabecilla negra y se la clavó en la cabeza a Blancaflor,
que se convirtió en una paloma. La criada cogió al niño,
contó la historia en palacio y se sentó en el árbol a
esperar a que llegara el rey. Cuando él llegó, la criada le
gritó:
-¡No te dije que no te besara ninguna anciana!
Él empezó a recordar algo.
-Pero... ¡si tú no eras así!
-Hijo, tanto tiempo dándome el sol...
-Pero... Esto es muy raro.
Se quedó pensando pero se la llevó a palacio.
Todos los días venía la paloma a los jardines de
palacio, se le acercaba al jardinero y le decía:
-Jardinero del rey, ¿cómo le va a su rey con su reina
mora?
-Muy bien, señora.
-¿Y su niño, ríe o llora?
-Unas veces ríe y otras veces llora.
-¡Qué triste de mí! Yo por el campo sola.
Tantos días pasaba esto que el jardinero fue a
contárselo al rey, que le dijo:
-Pues te voy a dar un lacito de pita para que, cuando
se acerque, le eches el lazo y la traigas.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
45
Al otro día llegó la paloma y tuvo la misma
conversación con el jardinero, pero ella, sabiendo lo que
querían hacerle, añadió:
-Y lazo de pita no cae en mi patita.
El jardinero se lo contó al rey, que dijo:
-Pues usaremos un lazo de plata.
Volvió la paloma y tuvo la misma conversación con
el jardinero, aunque añadió:
-Y lazo de plata no cae en mi pata.
Otra vez fue el jardinero a contárselo al rey, que
pensó en ponerle un lazo de oro.
Cuando la paloma conversó con el jardinero, ella
añadió:
-Y lazo de oro cae en mi patita y en todo mi tesoro.
Y se dejó coger para que la llevaran a palacio.
Estaban comiendo los reyes cuando el jardinero
llegó. La reina, que se dio cuenta de que era Blancaflor,
no quería que la paloma estuviera allí, pero el rey insistía:
-Pero mira qué bonita es.
Hasta que de tanto mirarla le vio la agujita negra
clavada en la cabeza.
-Pero, ¿qué es lo que tienes aquí?
Y arrancó la aguja. En ese momento, la paloma se
convirtió en Blancaflor y él empezó a acordarse de todo.
El rey le preguntó a Blancaflor:
-¿Qué quieres que hagamos con la criada?
-Que la maten y la pongan de escalón para que cada
vez que yo suba o baje la pise.
Así lo hicieron y así se acabó este cuento.
□□□
Conviene señalar los elementos simbólicos que van
jalonando el relato: la intención del protagonista de casarse con
un ser no humano, la situación de su cuarto junto a la cuadra,
las pruebas relacionadas con los cuatro elementos, los tabúes
46
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
de no derramar la sangre o no dejarse besar por otra mujer
antes de su boda, la saliva parlante, las doncellas-palomas, el
caballo que aparenta lo que no es, el peine mágico y el papel de
Blancaflor como heroína, guía y conciencia de quien, en
principio, parece salvarla de las garras del diablo.
Tenemos una versión de la provincia de Málaga que
también conserva rasgos ancestrales, como la presencia
continua de la madre del protagonista-príncipe en todas sus
peripecias, detalle que conecta con la necesaria protección
femenina en los antiguos ritos iniciáticos, la transformación de
las tres hermanas en bestia que el joven debe domesticar o la de
los enamorados en virgen y sacerdote. Una versión muy bien
conservada que, por razones geográficas, publicaremos en un
próximo trabajo.
Como curiosidad, en el texto nº 122 de Cuentos populares
españoles de Aurelio Espinosa, padre, encontramos la siguiente
alusión a nuestra zona de estudio (escena del anillo que debe
recuperar el joven): “Una vez que pasaron mis tatarabuelos por
el estrecho de Gibraltá se les cayó en el mar una sortija, y
quiero ahora que vaya usté y la saque y me la traiga”.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
47
El muchacho fortachón
Otro de los viejos ciclos de la narrativa folklórica es
el que suele presentar las hazañas del hijo de una mujer y
del oso que la rapta. En nuestro caso contamos con una
versión más moderna y suavizada en la que el secuestro y
la cohabitación han sido sustituidos por el auxilio
prestado al protagonista por parte de una burra, hecho
que evita su muerte y que le aporta una fuerza
sobrenatural.
De este tema no sólo quedan cuentos maravillosos
sino también recuerdos de sucesos acaecidos en un
pasado más o menos remoto, como los referidos por
Agúndez en sus Cuentos populares sevillanos (pp. 173180), o el que incluimos en Cien cuentos populares
andaluces con el título “La mujer y el hombre bravío”.
2. Juanillo (el de) la burra
301B
[EL FORTACHÓN Y SUS COMPAÑEROS]
Rosa González Ruiz
Algeciras
Juanillo era un muchacho que no tenía nada que
comer. Un día salió con su madre a coger tagarninas y se
perdió en el monte. Cuando se hizo de noche se encontró
con una burra tumbada en el suelo, entonces Juanillo se
echó sobre ella para calentarse y empezó a alimentarse
con la leche del animal.
Fue pasando el tiempo y Juanillo se hizo mayor, así
que pensó que no se iba a tirar toda la vida detrás de una
burra. Un buen día se decidió a correr mundo. Montó en
la burra y se fue de pueblo en pueblo.
48
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
En uno de ellos se encontró con un muchacho
arrancando pinos que le dijo:
-¿A dónde vas, Juanillo?
-Voy a ver si me busco la vida. ¿Y tú qué estás
haciendo?
-Aquí ando trabajando.
-Pues vente conmigo a ver lo que encontramos.
El muchacho se fue con él y siguieron andando hasta
que encontraron a otro chaval que estaba arrancando
piedras de molino de tres en tres. Juanillo le preguntó lo
mismo que al primero y también lo convenció para que se
fuera con él a buscarse la vida, así no estaría trabajando
siempre en lo mismo.
-Mira –les dijo Juanillo-, a partir de ahora tú te
llamarás Arrancapinos y tú Trespiedrasdemolino.
Los tres salieron caminando hasta que se les echó la
noche encima. Vieron entonces una lucecita a lo lejos y
decidieron acercarse. Cuando llamaron a la puerta les
abrió una ancianita que estaba asando chorizos y que les
dijo que podían pasar la noche allí si ellos querían. Y
entraron y le explicaron que lo que ellos querían era
buscarse la vida por esos caminos del mundo.
La mujer les contó que por allí cerca vivía un rey que
tenía tres hijas encantadas en una cueva. Por lo visto, a
quien las sacara vivas de allí, el rey le daría una
recompensa muy buena, pero hasta entonces nadie lo
había conseguido, todos habían fracasado. Juanillo no se
lo pensó dos veces y le dijo a la viejecita:
-Bueno, pues mañana mismo vamos a buscar al rey.
Y así lo hicieron. Cuando se levantaron fueron a
buscar al rey. El rey les comentó que al que sacara a sus
tres hijas de la cueva le daría una recompensa muy buena
y se podría casar con la hija mayor. Les indicó dónde
estaba la cueva y les proporcionó ropas y provisiones
para el viaje. Cuando llegaron al lugar se dieron cuenta
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
49
de que la cueva era hondísima, así que tuvieron que
fabricar una cuerda muy larga con hojas de palma.
Ninguno de los tres quería ser el primero en bajar y
tuvieron que echarlo a suertes. Le tocó a Arrancapinos. Y
Juanillo le dijo:
-Mira, aquí hay una campanita atada a la cuerda.
Cuando la toques, te subimos.
Arrancapinos comenzó a bajar, pero al ver lo hondo y
oscuro que estaba aquello, tocó la campanita enseguida y
lo subieron.
Después le tocó a Trespiedrasdemolino. Empezó a
bajar, bajar, bajar, hasta que se asustó y tocó la
campanita. Y otra vez para arriba. Y dijo Juanillo la
burra:
-Ahora me toca a mí. Pero yo voy a hacer lo contrario
que ustedes. Cuanto más toque yo la campanita, más
cuerda soltáis para abajo.
Y venga a tocar y venga y venga y al llegar abajo se
encontró con dos espadas, una buena y otra mala. Cogió
la que le parecía que cortaba mejor y siguió para dentro
hasta que se topó con un ogro, que le dijo:
-¡A carne humana me huele!
Y Juanillo:
-A este lo mato yo.
Lo mató, le cortó el dedo más largo y se lo guardó en
el bolsillo. Ese ogro era el que guardaba a la hermana
más pequeña, así que la sacó y la subió para arriba.
Juanillo siguió para dentro y encontró una serpiente
de siete cabezas. La mató, le cortó las siete cabezas y se
las guardó. Como la serpiente era la que guardaba a la
hermana mediana, la liberó y la subieron para arriba.
Siguió para dentro y se encontró con un toro, que era
el que guardaba a la mayor. Pero Juanillo hizo lo mismo:
con mucho valor lo mató, le cortó la lengua y se la
guardó. Y a la princesa la subieron para arriba.
50
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Cuando ya estaban las tres hermanas fuera, los
amigos, para llevarse la recompensa, no quisieron sacar a
Juanillo de la cueva. Lo dejaron abajo y se fueron ellos a
palacio.
Juanillo la burra se quedó allí abajo pensando cómo
podía haber pasado aquello y qué podría hacer para salir
de allí. Entonces se le apareció un diablillo:
-¿Qué te pasa, Juanillo?
-Que mis dos amigos se han ido y me han dejado
aquí.
-No te preocupes, yo te llevaré a palacio. Súbete a mi
espalda y te llevo arriba.
Cuando Juanillo llegó a palacio, los amigos estaban
celebrando una fiesta. Juanillo le contó al rey lo que
había pasado y el rey dijo:
-¿Tienes alguna prueba para que yo sepa que tú eres
el que ha salvado a mis hijas?
-Sí. Este es el dedo del ogro que guardaba a la
pequeña, estas son las siete cabezas de la serpiente que
guardaba a la mediana y esta es la lengua del toro que
guardaba a la mayor.
Entonces dijo el rey:
-Pues sí que es cierto. Por ser el más honrado, te
casarás con mi hija mayor. Y estos dos, por
desagradecidos, se quedarán sin nada y tendrán que
trabajar para ti durante toda su vida.
Y así fue que Juanillo heredó todo el reino.
□□□
Nuestra informante nos comentó que había aprendido este
cuento de su marido, Francisco Lobón Rojas, ya fallecido, y
que lo siguen contando a los más pequeños de la casa como un
legado familiar.
Las versiones publicadas por otros investigadores y las
recogidas por nosotros en la misma zona siempre incluyen
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
51
como ayudante principal a Rancapinos o Arrancapinos,
repartiéndose entre otros personajes el resto de papeles: el que
escucha a la hormigas (curiosamente, uno de nuestros
informantes, Ignacio Morales, afirma poseer esta capacidad), el
que ve lo traspuesto, el correcaminos, el hacesogas,
Allanacerros con el culo, Aplastacuestas, Aplastapeñas, el que
saca piedras con los dientes o el poderoso soplador, tipos
similares a los que podemos encontrar en el cuento nº 10, “La
puerta de madera de hinojo y piel de piojo”.
52
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
El príncipe encantado
Ciclo que se equilibra con el de la princesa encantada
y en el que el problema es subsanado por una mujer.
3. El príncipe pájaro
302 + 554
[ALMA EXTERNADA + ANIMALES AGRADECIDOS]
Antonia González Navarro
Algeciras
Esto era un rey que tenía un hijo que era muy malo,
que cuando era chico se iba por ahí sin avisar a sus
padres y, además, le pegaba a los criados.
Cuando el niño ya se hizo mayor, le dio por jugar a
las cartas y en eso se gastaba todo el dinero que llegaba a
sus manos. El padre, como era rey, vivía abochornado
por ese hijo tan desgraciado que tenía, así que un día
pensó: “Lo voy a encantar en un pájaro a ver si se
enmienda”. Habló con gente que sabía de encantamientos
y lo encantaron en un pájaro. Justo lo que quería el rey.
Mientras tanto, el muchacho se había echado una
novia. Y desde que lo encantaron, todos los días, el
príncipe pájaro entraba a las doce en punto en la
habitación de su novia. Ella dejaba abierta las ventanas y
él venía volando y se colaba.
Pero un día la muchacha no se acordó de abrir las
ventanas y el pájaro, confiado, se chocó con el cristal. Se
hirió la cabeza y se enfadó con la novia, y le dijo:
-Ahora, si me quieres ver más, tienes que ir sola al
Castillo de Irás y No Volverás.
Pasaron varios días y el pájaro no aparecía por las
ventanas, así que la muchacha no tuvo más remedio que
ir al castillo. No había caminado mucho cuando se
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
53
encontró con un águila, un cuervo y una hormiguita que
se estaban peleando por comerse un burro. Pero armaban
tanto jaleo que no se les entendía nada. Entonces la
muchacha les preguntó:
-¿Qué os pasa? ¿A qué viene tanto ruido?
Y los animales le contestaron:
-Es que estamos peleándonos por comernos este
burro.
-No os peleéis más. Yo haré las particiones. Toma,
hormiguita, para ti la cabeza, que tiene sitios pequeños
por donde tú te puedes meter. Toma, cuervo, para ti las
patas, que tienes un pico fuerte para romper los huesos. Y
toma, águila, para ti las tripas, que tú no tienes dientes.
Se pusieron a comer y, cuando se fue la niña, dijo el
águila:
-Hay que ver lo bien que ha hecho las particiones y
no le hemos dado ni las gracias.
-Pues llámala, que se las vamos a dar.
Fue el águila detrás de ella y la niña, que la vio,
pensó asustada: “Ay, madre mía, eso es que ya se han
comido el burro, ya se han hartado y ahora me quieren
comer a mí”. Pero se volvió para atrás y le preguntó:
-¿Qué queréis?
-No, que no te hemos dado las gracias.
El águila se arrancó una pluma y se la dio, y le dijo:
-Cuando me necesites, sólo tienes que decir: “Yo y
águila” y saldrás volando.
La hormiguita le dio un pelo de sus antenas y le dijo:
-Si te hace falta, di: “Yo y hormiga” y te harás
pequeña como una hormiga.
Y el cuervo también le dio una pluma.
-Cuando me necesites, grita: “Yo y cuervo” y te
convertirás en un cuervo como yo.
La chiquilla cogió las tres cosas y se fue corriendo.
Por el camino se encontró con una casita donde vivía un
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
anciano muy viejo y muy sucio. La casa también estaba
muy sucia, sin barrer, los platos sin fregar..., y dice ella:
-No se preocupe, abuelo, ahora mismo se lo hago yo
todo.
Le fregó los platos, le hizo de comer, le lavó la ropa y
le dio de comer. Al otro día, le dijo al anciano:
-Mire, ya me tengo que ir.
-¿Dónde vas?
-Al Castillo de Irás y No Volverás.
-Ese es un sitio muy peligroso. Mira: cuando llegues,
te vas a encontrar muchos perros a un lado del camino y
toros en el otro lado. Los toros tienes puesta carne para
comer y los perros tienen puesto grano. Como tienen la
comida cambiada, pues todo el que pasa por allí no sale
vivo, se lo comen entre unos y otros. Cuando tú llegues,
lo primero que tienes que hacer es ponerles a los perros la
carne y el pienso a los bueyes. Y así puedes pasar por su
lado sin que te pase nada.
Así lo hizo. Fue cambiando los cestos de un lado a
otro y pasó sin peligro. Llegó al castillo y empezó a dar
vueltas por un lado y por otro, pero todas las puertas y
todas las ventanas estaban cerradas y no conseguía entrar.
Entonces vio una ventana muy alta que estaba abierta y
gritó: “Yo y águila” y echó a volar hasta que alcanzó esa
ventana y entró en el castillo.
Cuando estaba dentro, se encontró que todas las
puertas estaban cerradas, así que dijo: “Yo y hormiga”, se
volvió hormiga y entró por debajo de las puertas hasta
que encontró al príncipe, que estaba encerrado allí, pero
ya en forma de persona. El príncipe estaba acostado boca
arriba, sin poder moverse, y le explicó que la única forma
de desencantarlo era trayendo un huevo de paloma y
estrellándoselo en la frente.
La muchacha no se lo pensó dos veces y gritó: “Yo y
cuervo”. Se convirtió en cuervo y salió volando del
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
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castillo hasta que encontró un palomar y robó un huevo
de paloma. Volvió al castillo y le estrelló el huevo en la
frente y entonces se le quitó el encantamiento al príncipe.
Volvieron los dos a palacio, se casaron y tuvieron dos
hijos muy buenos que no eran como su padre. Y se acabó
este cuento con pan y pimiento y rabanillos tuertos.
□□□
Versión en la que, además de combinarse motivos
comunes a otros cuentos, encontramos a una heroína, y no a un
héroe, visitando el famoso castillo encantado y siendo
socorrida por animales mágicos agradecidos.
El motivo del alma externada se expresa en la
transformación del príncipe en pájaro y en la consiguiente
extracción de su alma humana, que es depositada, en este caso,
en un huevo de paloma. Posiblemente, la explicación de este
último detalle haya sido olvidada por la informante o se ha
quedado en el camino de la cadena oral. Lo cierto es que, como
veremos en otras versiones, la única posibilidad de devolver la
normalidad a un ser encantado es estrellar un huevo en su
propia frente o en la de la bestia que lo custodia, aunque en una
versión recogida en 1920 por Espinosa padre el alma del
encantado se halla en el corazón de una serpiente de siete
cabezas (nº 156). En unos y otros casos, lo interesante es que,
cuando un ser está encantado, su alma queda oculta en algún
lugar como único vínculo con su estado natural y también
como única puerta para el desencantamiento.
4. El muchacho lagarto
425A
[ANIMAL COMO ESPOSO]
Pilar Pecino Quiñones
Los Barrios
Era un matrimonio que había tenido un hijo en forma
de lagarto. El hijo estaba todo el día detrás de la madre:
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Mamá, casar; mamá, casar.
-¡Ay, pero, hijo! ¿Con quién te voy a casar yo a ti?
Y “mamá, casar” y “mamá, casar” todo el día. Y se lo
dijo a una vecina de enfrente y la muchacha le respondió:
-Bueno, pues yo me voy a casar con él a ver qué
pasa.
Y se casó y se quedaron a vivir en la misma casa de
los padres del muchacho. Por la noche, cuando se iban a
acostar, él, creyendo que ella estaba dormida, fue y se
quitó la ropa y la puso en la pirindola de la cama. Y ella
se hacía la dormida. Ya por la mañana le dice ella a la
suegra:
-Su hijo no es un lagarto, su hijo se quita la piel y es
humano.
Entonces la madre decidió meterse en su alcoba
cuando los dos estaban dormidos y con una vela le
quemó la piel de lagarto, que la tenía colgada en la cama.
En ese momento, él dio un salto de la cama y le dijo a su
mujer, que estaba dormida:
-Ahora me voy y, si me quieres volver a ver,
zapatitos de hierro tienes que romper.
Y se fue. El muchacho perdió la memoria vivió por
ahí como si fuera otro. Y la muchacha empezó a
buscarlo. Se compró unos zapatos de hierro y se lió a
buscar, a buscar, a buscar... ¡hasta que se rompieran los
zapatos, figúrate!
Ella preguntaba por un lado, preguntaba por otro,
pero nada, nadie lo había visto. Como tenían dinero, ella
llevaba encima una gallina de oro con pollitos de oro y se
hacía pasar por vendedora para poder meterse por todos
sitios y encontrarlo. Así fue como se enteró de que él ya
se había casado con una princesa y que vivía en un
palacio. Y un día llegó frente al palacio y la criada le dijo
a su señora, que era la que se había casado ahora con él:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
57
-Ahí fuera hay una mujer guapa, pero muy extraña.
Vende una gallina de oro con pollos.
-Bueno, pues ve y pregúntale a ver si me la vende.
Y salió la criada y le preguntó:
-Dice la señora que si le vende usted la gallina.
-Yo no quiero dinero. Yo lo que quiero es que me
dejen dormir tres noches con el príncipe.
La criada se lo dijo a la princesa, pero ella dijo que
no.
-Ande, ya, señora, que se lave y se bañe y se le da a
él un poco de adormidera. Así, él se duerme y no se
entera de nada, y nos quedamos con la gallinita.
-Bueno.
Así lo hicieron. Ella pasó a la alcoba y estuvo toda la
noche diciéndole:
-Ay, príncipe lagarto, ¿no te acuerdas de mí, que me
dijiste “si me quieres volver a ver, zapatitos de hierro
tienes que romper”?
Y por la mañana, antes de que se despertara él, la
echaron a la calle.
A la noche siguiente, otra vez, pero por lo visto él no
se acabó de tomar el vaso entero y, cuando ella empezó a
hablarle, él empezó a escuchar algo muy lejano de
“príncipe lagarto”, “zapatitos de hierro”... Pero no se
podía despertar.
Y a la tercera noche, en vez de tomarse la
adormidera, no se la tomó y ella empezó a decirle lo
mismo:
-¡Ay, mi príncipe lagarto! ¿No te acuerdas de mí, de
tu esposa, o de tu madre, que te quemó la piel? ¿No te
acuerdas que me dijiste: “Si me quieres volver a ver,
zapatitos de hierro tienes que romper”? Pues mira, ya los
traigo gastados de tanto buscarte.
58
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Como él esa noche estaba despierto, abrió los ojos, se
acordó de ella y durmieron los dos allí hasta por la
mañana.
Al día siguiente, el príncipe lo aclaró todo y volvió
con ella.
□□□
Aunque aquí se ha perdido el nombre del castillo, se trata
de una versión tan parecida a otras más antiguas que no nos
cabe duda del lugar donde la muchacha se reencuentra con su
amado. La pérdida de la memoria, la existencia de tres
hermanas que aspiran a la boda, la mayor inteligencia de la más
pequeña, el papel opositor de la madre de él, los zapatos de
hierro que ha de gastar, las tres noches necesarias antes de
descubrirse lo sucedido... son motivos comunes que, en esta
ocasión, se entremezclan con algunos detalles que indican
cierto deterioro de la historia: ninguno de los dos jóvenes son
de sangre real (se sustituye por el comentario “como tenían
dinero...”) y no hay presencia de ayudantes sobrenaturales que
faciliten su entrada en el palacio.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
59
La princesa encantada
5. La tierra de Ir y No Volver
408
[LAS TRES NARANJAS]
Pilar Pecino Quiñones
Los Barrios
Érase una vez un príncipe que estaba siempre en la
azotea de palacio y le tiraba piedras a todo el que pasaba.
A eso que le dio a una gitana que pasaba por allí, miró
para arriba y dijo:
-Niño, ¿qué haces? ¡Permítalo Dios que vieras la
tierra de Ir y No Volver!
Y se fue. El niño se quedó muy intrigado y bajó
corriendo preguntando a todo el mundo que dónde estaba
esa tierra. El rey le contó que era una tierra muy lejana y
que quien allí iba no volvía nunca. Pero él quiso ir y,
cogiendo un pedazo de queso y otro de pan, se puso en
camino. Caminando, caminando, encontró a un viejecito
y le preguntó por la tierra de Ir y No Volver.
-Pues, mira, coge el camino y sigue hacia delante,
muy lejos, por allí preguntarás. Pero dame algo, que
tengo hambre.
El niño le dio un pedazo de queso y el viejecito
siguió:
-Mira. Cuando llegues allí verás un campo que nada
más entrar hay un peral. Tú vas y coges una pera para el
camino. En el otro lado verás que hay un pero y en otro
lado un nogal. Pues coges un pero y una nuez. También
encontrarás una vieja que está barriendo con la escoba al
revés. Tú se la pones al derecho. También una vaca
comiendo un hueso y un perro comiendo paja. Pues tú los
cambias. Ah, y una puerta que está siempre dando
60
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
portazos. Coges una piedra y la pones en la puerta para
que no siga dando portazos. Haciendo todo esto podrás
volver.
-Muchas gracias –y le dio un pedazo de pan y siguió
adelante.
Cuando llegó al campo aquel, hizo lo que le había
dicho el viejo:cogió la puerta y le puso una piedra grande,
a la vieja le puso la escoba al derecho y cambió la paja
por el hueso. Y, cuando se iba, había un loro que decía:
-¡Vieja, cógelo ahí, cógelo ahí!
Pero la vieja le contestó:
-No, que antes estaba barriendo con la escoba al
revés y ahora estoy barriendo con la escoba al derecho.
-¡Puerta, cógelo ahí!
Y la puerta:
-No, que he estado toda la vida dando portazos y
ahora por fin estoy quieta.
-¡Vaca, cógelo!
-No, que he estado toda la vida comiendo huesos y
ahora estoy comiendo paja, que es lo que me gusta.
-¡Perro, cógelo ahí!
-No, que he estado toda la vida comiendo paja y
ahora estoy comiéndome un hueso.
Total, que él cogió una nuez, una pera y un pero para
el camino y marchando de vuelta tuvo hambre y abrió el
pero. De dentro le salió una princesa muy guapa que le
preguntó:
-¿Tienes agua, toalla y jabón?
-No.
-Pues, entonces, vete.
Un poquito más adelante le pasó lo mismo: tuvo
hambre, abrió la pera y le salió una princesa muy guapa
que le preguntó:
-¿Tienes agua, toalla y jabón?
-No.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
61
Y la dejó ir. Y llegando a una fuente abrió la nuez y
le salió otra princesa muy guapa.
-¿Tienes agua, toalla y jabón?
Pero esta vez el contestó que sí y ella le respondió:
-Pues contigo me voy a casar.
El príncipe aceptó y le dijo:
-Para llevarte a mi palacio te tengo que llevar como
una princesa, así que espérame aquí en la fuente que yo
venga a por ti con la corte.
Se fue el príncipe y la princesa se sentó en la fuente.
A esto que llegó una gitana con un cántaro y al coger
agua vio a la princesa reflejada en el agua y le dio coraje:
-¡Ay, yo tan bonita y venir a la fuente a por agua!
¡Rómpete, cántaro, que me voy a mi casa!
Y partió el cántaro y se fue. Y eso un día y otro. La
madre, que ya estaba harta de que le partiera tantos
cántaros, le dio uno de lata y se fue a la fuente otra vez a
por agua. Cuando llegó, vio otra vez a la princesa
reflejada en el agua y dijo:
-Yo tan bonita y venir a la fuente a por agua.
¡Rómpete, cántaro, que me voy a mi casa!
Lo tiró, pero el cántaro no se partía. La princesa, que
la estaba viendo, se echó a reír y la gitana le dijo:
-¿Quién eres tú? ¡Ven, baja, baja! ¡Qué guapa, qué
pelo tan bonito!
Empezó a peinarla, le clavó un alfiler y la convirtió
en paloma y ella se puso en la fuente. A esto que llega el
príncipe con la corte.
-¡Qué cambio has dado! ¡Si estás muy morena!
-Hijo,es que he cogido mucho sol desde que te fuiste.
Llegaron a palacio y se casaron. Un día, el jardinero
le dijo al príncipe:
-Príncipe, todos los días viene al jardín una paloma,
se posa en una rama y dice: “¡Ay, yo tan bonita volando
sola por esos caminos!”. Todos los días dice lo mismo.
62
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Pues esa paloma la quiero yo.
Y otro día, cuando vino la paloma, la cogieron. El
príncipe le dio de comer en su plato. La paloma se cagaba
en el plato de la gitana y en el del príncipe comía, y la
gitana protestaba:
-¡Ay, qué asquerosa! ¡Llévatela, llévatela!
El príncipe acariciaba a la paloma diciendo:
-No, que no se la lleven, que es muy bonita.
Acariciándola estaba cuando le encontró la agujeta y
se la arrancó. Y al arrancársela apareció su princesa.
-¡Pero si esta es mi princesa! ¿Qué ha pasado?
La princesa le contó que la gitana le había hecho el
hechizo ese. El rey echó a la gitana y el príncipe se casó
con su princesa. Y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
□□□
Pocas veces el tema de las tres naranjas que encierran a
princesas encantadas se expresa a través de otros objetos. Esta
es una de ellas, al igual que el cuento nº 108 de Espinosa hijo,
en el que el mágico lugar de clausura son tres capullos de
rosas. Por lo demás, estamos ante una versión completa en
cuanto a la presencia de las distintas funciones narrativas,
aunque no se detiene en detalles.
6. Las tres toronjas
408
[LAS TRES NARANJAS]
Sin datos de informante
Betis (Tarifa)
Érase una vez un viejo rey que, como estaba
preocupado por su sucesión, decidió hablar con su hijo:
-Hijo mío, tienes que casarte. No moriré tranquilo si
no me das un nieto y un futuro heredero de mi trono.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
63
El hijo le contestó:
-Pero, padre, es que no me gusta ninguna de las
princesas ni hay doncella que enamore mi corazón.
-No te preocupes –le dijo el padre-, tengo una idea.
Repartiré aceite a todas las mujeres del reino para que
vengan hasta aquí.
De este modo, el rey consiguió que una buena
cantidad de mujeres llegaran al castillo a recoger el
presente y, mientras, el príncipe, desde un balcón, pudo
ver si encontraba alguna de su gusto.
Ninguna pareció convencerle, pero de pronto vio a
una graciosa gitana que caminaba salerosa abrazada a una
tinaja de aceite. La gitana, por aprovechar la ocasión,
también llenó de aceite un cascarón de huevo y lo llevaba
sobre la cabeza.
El príncipe, divertido, le tiró una piedrecita al
cascarón y el aceite se derramó sobre la cara de la
gitanilla, que masculló entre dientes:
-¡¡Maldigo al árbol de las tres toronjas!!
El príncipe, que la escuchó, le preguntó qué quería
decir con aquello y ella le explicó que cerca de allí había
tres princesas encantadas en un árbol; el árbol tenía tres
frutos y dentro de cada uno estaba encerrada una
princesa. Por si fuera poco, un terrible león custodiaba el
lugar y, para engañar a todo el que se acercara, dormía
con los ojos abiertos y vigilaba con los ojos cerrados.
El príncipe no se lo pensó dos veces. Montó en un
caballo y partió en busca del árbol de las tres toronjas.
Cuando llegó, esperó a que el león abriera los ojos, se
acercó al árbol y cogió las tres toronjas.
Una vez a salvo las partió una a una y esto fue lo que
le salió: en la primera apareció una princesa bellísima con
un largo traje azul que con voz suave le decía:
-Dame pan y agua, que si no me muero.
Pero el príncipe le contestó:
64
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Pan puedo darte, pero agua no tengo.
Y la princesa se murió. El príncipe emprendió el
camino y al rato se paró. Al abrir la segunda toronja
apareció otra princesa con un largo vestido rosa que le
dijo:
-Dame pan y agua, que si no me muero.
Y el príncipe contestó otra vez:
-Pan puedo darte, pero agua no tengo.
Y la segunda princesa murió.
Montó el príncipe en su caballo y buscó una fuente
antes de abrir la tercera toronja. Cuando la abrió salió
otra preciosa princesa con un vestido blanco que le dijo:
-Dame pan y agua, que si no me muero.
El príncipe fue a la fuente y le dio agua y sacó su pan
y también se lo dio. La princesa se repuso y él le contó
cómo había llegado hasta allí para salvarla. Los dos se
enamoraron y decidieron casarse. Pero el príncipe decidió
dejarla en la fuente mientras iba a recoger una carroza
para llevarla a palacio. Ella se subió a un árbol para estar
a salvo de las fieras mientras esperaba.
Poco después, una sirvienta negra se acercó a la
fuente a recoger agua y, al ver el bello rostro de la
princesa reflejado en el agua, dijo:
-Yo tan negra y tú tan blanca. Rompo el cántaro y me
voy a mi casa.
Al rato la mandaron otra vez a por agua y le volvió a
pasar lo mismo. La princesa no puedo contener la risa y
la criada la descubrió subida en el árbol.
-Baja y te peinaré esos cabellos tan bonitos.
La princesa bajó y, mientras la peinaba, le fue
contando que estaba esperando al príncipe que tenía que
venir con una carroza. La criada, celosa de su suerte, le
clavó un alfiler en la cabeza y la convirtió en paloma.
Cuando llegó el príncipe, era la sirvienta negra la que
estaba en el árbol. Él no supo cómo reaccionar, pero le
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
65
había dado su palabra de casarse con ella y no tuvo más
remedio que cumplirla.
Cuando unos meses más tarde el rey murió, el
príncipe ocupó el trono. Desde ese día, una paloma lo
visitaba y se posaba en su ventana cantándole:
-¿Qué hará el rey con la reina mora? Y yo, triste de
mí, por el campo sola.
El rey empezó a acariciar a la paloma hasta que dio
con el alfiler que tenía clavado entre las plumas. Se lo
quitó y la paloma se transformó en su querida princesa.
Ella le explicó lo que le había sucedido con aquella
sirvienta, que fue encerrada en las frías mazmorras del
castillo. El príncipe y la princesa, ya reyes, vivieron
felices y comieron perdices, a mí me dieron las patas y yo
no las quise.
□□□
La gitana y la negra (también una mora), que suelen
representar de forma independiente el papel de brujas y
usurpadoras en este tipo de cuentos, en este caso lo comparten:
la gitana lanza la maldición y la criada negra usurpa el lugar de
la princesa ante su amado.
7. El príncipe y el zapatero
516
[EL CRIADO FIEL]
Sin datos de informante
Medina Sidonia
Había una vez un príncipe y un zapatero que eran
muy amigos. El rey no quería que su hijo se juntara con
el zapatero, así que un día decidió encerrarlo en el castillo
para separarlos. El zapatero, triste por no poder hablar
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
con su amigo, paseaba por los alrededores del castillo
jugando con un tirachinas y espantando pajarillos.
Una de estas veces, al mirar hacia arriba vio a su
amigo en una ventana del castillo y le preguntó:
-Amigo, príncipe, ¿qué haces tú ahí?
-Mi padre me ha encerrado para que no seamos
amigos. Tírame una cuerda, que nos vamos.
Así ayudó a escapar al príncipe. Y cuando llegó la
noche dijo el zapatero:
-Acuéstate tú, que yo me quedo vigilando los
caballos.
El amigo zapatero, mientras vigilaba, empezó a jugar
haciendo un agujerito en la tierra y de ahí salió una
princesa y se la regaló al príncipe.
Cuando llegó la segunda noche, el príncipe quería
quedarse a vigilar los caballos, pero el zapatero le dijo
que no. Ya de madrugada se le presentó un pajarito que,
posándose en el hombre, le dijo:
-De nada te ha servido sacar a la princesa de la tierra.
Tendréis que pasar por un peral y a la princesa se le van a
antojar las peras. Si las come revienta y si tú la avisas,
piedra de mármol te vuelves.
Cuando amaneció, el príncipe le preguntó al zapatero
que qué le pasaba, pero el zapatero no podía decirlo.
La noche siguiente se presentó otra vez el pajarito y
volvió a decirle:
-De nada te ha servido sacar a la princesa. Tendréis
que pasar por una fuente y a la princesa se le va antojar el
agua. Si la bebe revienta y si tú se lo dices, en piedra de
mármol te convertirás.
Llegada la siguiente noche, volvió a aparecer el
pajarito y le dijo:
-De nada te ha servido sacar a la princesa, pues la
noche de novios tiene que venir un dragón y comérselos.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
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Pasaron los días y llegaron a un sitio donde había
árboles frutales. A la princesa se le antojó comer peras y
le dijo al zapatero:
-Ay, amigo zapatero, qué peras más lindas. Tráeme
una, que me la quiero comer.
El muchacho no sabía qué hacer, se dirigió al peral,
cogió una pera, la estrujó contra su pecho y le dijo a la
princesa:
-Mira, mi reina, cómo están estas peras, están malas.
Pasaron luego por la fuente y dijo la princesa:
-Ay, quiero un vasito de agua.
Entonces el zapatero movió el agua y le dijo:
-Princesa, el agua está muy turbia.
De esta manera, al verla tan sucia, la princesa no la
quiso. El zapatero respiró aliviado al pensar que ya había
salido victorioso de dos de las tres cosas que el pajarito le
había dicho.
El príncipe arregló todas las cosas para su boda con
la princesa. Y, por la noche, el zapatero se metió debajo
de la cama de los novios. Cuando vino el dragón, los
príncipes estaban dormidos. El zapatero salió y mató al
dragón, pero la princesa se levantó para hacer sus
necesidades y, al sacar la escupidera de debajo de la
cama, vio al amigo zapatero y gritó:
-¡Ay! ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué has hecho esto?
El príncipe se despertó y el amigo zapatero se vio
obligado a contarles por qué se había metido debajo de la
cama:
-Cuando yo saqué a la princesa de la tierra, a la noche
siguiente vino un pajarito y me dijo: “De nada te ha
servido sacar a la princesa de la tierra. Tendréis que pasar
por un peral y a la princesa se le van a antojar las peras”.
Si las comías reventarías y si os avisaba, en piedra de
mármol me convertiría.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Y según lo iba contando, el zapatero se iba
transformando en mármol.
A continuación explicó lo que le había pasado con el
agua y siguió convirtiéndose en mármol. Al final,
mientras explicaba lo del dragón, se convirtió totalmente
en una piedra. Y como los príncipes lo querían, lloraron
al verlo y lo dejaron en palacio.
Al año siguiente, la princesa tuvo un niño. Tendría
unos seis meses cuando la madre lo dejó al cuidado del
príncipe y entonces le dijo la piedra:
-Amigo príncipe, ¿me prometes hacer lo que te diga?
-Claro, te lo prometo.
La piedra le habló otra vez:
-Pues tienes que matar a tu hijo y untarme la sangre
por la piedra. De esta forma me volveréis a ver como
antes.
El príncipe, como había dado su palabra, se fue a la
cocina y cogió un cuchillo. Llorando mató a su hijo y la
sangre la puso en la piedra. Entonces, la piedra volvió a
ser el amigo zapatero.
Cuando llegó la princesa, vio al zapatero y le dio
mucha alegría.
-Ven, ven, que te voy a enseñar el niño tan precioso
que tenemos.
El príncipe no quería ir a la cuna, porque sabía que lo
había matado, pero cuando llegaron el niño estaba
despierto y riéndose.
Así, muy felices, se quedaron los cuatro juntos y
demostraron ser muy buenos amigos.
□□□
Pruebas y más pruebas jalonan este relato, desde la
condición que impone el rey a su hijo hasta la que el amigo
presenta al final y de la que, por honor y a pesar de su dureza,
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
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no puede escapar el príncipe. En medio, las situaciones propias
para desencantar a la princesa.
8. Historia del tío Juan el pescador
302
[LA VIDA EXTERNADA]
Isabel Benítez Aranega
Algeciras
Érase una vez un pescador al que llamaban el tío Juan
que vivía con su esposa y su hijo pequeño en una choza
cerca de la costa. Dependían únicamente de lo que él
pescaba, que normalmente no era mucho. Tenían también
un perrillo de largo pelo negro que todos los días salía al
encuentro de su amo cuando este volvía del acantilado.
Cierto día, después de haber lanzado el aparejo
infinidad de veces, enganchó y sacó un enorme pez rojo
que, ante el asombro y el miedo del tío Juan, le propuso
lo siguiente:
-Te daré grandes tesoros si me devuelves al mar y me
entregas a quien te venga a buscar a tu regreso. Yo te
prometo que nada malo le ocurrirá y que vivirá feliz.
El tío Juan pensó en su perro y sintió mucha pena si
tenía que deshacerse de él, pero luego recapacitó y
comprendió lo bien que le vendría a su familia aquel
dinero.
-He decidido aceptar tus condiciones –le dijo Juan-,
pero dame una prueba de la veracidad de tu oferta y
mañana temprano te entregaré a quien salga a recibirme.
El pez se sumergió en el agua dando enormes
coletazos y sacó una bolsa llena de perlas. Juan,
maravillado, se marchó loco de contento. Pero toda su
alegría se transformó en pena cuando vio venir a José, su
hijo, en lugar del perro.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Lloró y se lamentó durante toda la noche porque ya
no podía volverse atrás y al día siguiente tendría que
entregar a su querido hijo.
Así ocurrió y el pez, a cambio, le entregó una
inmensa fortuna. El muchacho fue conducido a una isla
desierta en medio del océano y allí creció y se hizo un
hombre fuerte y saludable. No le faltaba absolutamente
de nada, pero jamás veía a nadie. Era atendido por manos
invisibles.
Un caluroso día de verano paseaba José por la playa
cuando oyó una voz que le preguntó:
-¿Te gustaría volver a tu casa y ver de nuevo a tus
padres?
-Sí, sí, sería mi mayor felicidad poderlos ver aunque
fuera por poco tiempo.
-Pues prepárate porque mañana partirás, pero sólo
podrás permanecer allí un mes.
A la mañana siguiente, un gran barco estaba
esperándolo en el puerto. El joven embarcó y pronto
pudo divisar la costa de su país natal, pero una vez en
tierra no reconocía nada de aquellos lugares. La choza
donde había nacido había desaparecido y en su lugar se
levantaba una gran casa adornada de mármoles y madera.
José se acercó a un anciano y le preguntó por el tío Juan.
El hombre le respondió:
-Calle usted, joven. Ahora es el alcalde y le llaman
don Juan. Vive en la casa grande rodeado de criados y de
lujos.
El muchacho se encaminó hacia la casa y se dio a
conocer. Pasaron una jornada inolvidable contando a sus
padres cómo vivía en aquella isla.
-Me tratan admirablemente, pero no veo a nadie,
aunque tengo la impresión de no estar solo y de que en
mi habitación duerme alguien.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
71
La madre le aconsejó que se llevase una vela y que la
encendiera cuando fuese de noche. Así averiguaría de
quién se trataba.
-Me parece una buena idea.
Los días de permiso pasaron volando y se vio
obligado a regresar. Deseaba que se hiciera de noche para
hacer lo que su madre le había aconsejado. En cuanto
todas las puertas y ventanas se hubieron cerrado,
encendió la vela y se acercó a la cama contigua,
descubriendo con asombro que una joven bellísima
dormía plácidamente. Quedó tan embelesado que no se
dio cuenta de que una gota de cera cayó en la frente de la
joven. Ella gritó entonces:
-¡¡¡Perdición!!!
Y como por arte de encantamiento, el muchacho se
encontró fuera del castillo y en un lugar totalmente
desconocido para él. Caminaba perdido y ensimismado
en sus pensamientos cuando oyó una riña entre animales.
Se acercó y vio que se trataba de un león, un águila y una
hormiga que discutían por un burro muerto. José les dijo:
-Si queréis, puedo ayudaros a repartiros el botín entre
los tres.
-Bien, me parece bien –contestó el león-. Si
quedamos contentos, te obsequiaremos con algo que te
será de gran utilidad.
José procedió a repartir el burro lo mejor que supo:
dio al león todos los huesos, al águila las vísceras y a la
hormiga la cabeza, diciéndole: “Toma, aquí tienes casa y
comida”.
-Lo has hecho con mucho acierto –dijo el león-.
Ahora nosotros cumpliremos nuestra palabra. Toma unos
pelos de mi cola y cuando te veas en un apuro me invocas
y te convertirás en el león más fiero del mundo.
Con la misma recomendación, el águila le regaló
unas plumas del ala y la hormiga unos pelillos del bigote.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
El muchacho guardó celosamente aquellos obsequios y
continuó su camino. Al cabo de un rato se dijo: “Voy a
comprobar si es cierto cuanto me han dicho”. Invocó al
águila diciendo: “¡Yo soy águila!”. Al instante se
transformó en una enorme águila y, tomando la dirección
del castillo, se posó en su muralla. El espectáculo que vio
lo dejó atónito. La bella muchacha que había visto en su
cuarto estaba ahora sentada al sol acompañada de un
feísimo gigante. José, convertido en ave, dejó que la niña
lo cogiera con sus manos y lo metiera en una jaula.
Por la noche, José se transformó en hormiga, salió de
la jaula y tomó de nuevo forma humana. Se acercó a la
cama y, llamando muy bajito a la muchacha, le dijo:
-No temas, soy José y vengo a rescatarte.
-Eso es imposible. Sólo el gigante conoce el modo de
liberarme de este encierro.
-Pues mañana me dejas la jaula abierta y, cuando os
sentéis al sol, se le preguntas.
Ella no sabía cómo iniciar la conversación, pero por
fin se atrevió a decirle al gigante:
-Soy muy feliz contigo aquí, pero me gustaría saber
cómo podría salir del castillo.
-No, no te lo diré porque las paredes oyen.
-¡Anda, dímelo, si aquí no hay nadie! ¿Quién te va a
oír?
Tanto insistió la joven que al final le dijo el gigante:
-Existe un lugar llamado el Valle de las Tres
Montañas Negras donde vive un dragón con siete cabezas
que esconde en su guarida un huevo azul. Sólo podrá
vencerlo un león que sea muy fuerte. Luego, un hombre
tiene que quitar el huevo al león y estrellármelo en la
frente. Esa es la única forma de que puedas verte libre.
Pero eso nadie lo sabe y por lo tanto nadie lo podrá hacer.
El águila, que oía atentamente, empujó la puerta de la
jaula y salió volando hacia el lugar que había dicho el
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
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gigante y una vez que llegó tomó de nuevo forma
humana. Cuando anochecía, divisó a lo lejos una luz que
se encendía y apagaba. “Iré hacia allí –pensó José- y veré
si puedo pasar la noche”.
Resultó ser una granja y cuando lo vio el granjero tan
hambriento y maltrecho, lo hizo pasar y le ofreció comida
y un rincón donde dormir. El granjero tenía dos hijos y
una hija, pero necesitaba alguien que le ayudara con el
ganado, así que, a la mañana siguiente, ofreció a José
trabajo como pastor.
-Cuidarás las cabras. Podrás andar por todos los
alrededores, pero cuídate de no entrar en el prado del
Valle de las Tres Montañas Negras porque es terreno del
dragón de las siete cabezas y te devoraría a ti y a las
cabras.
José aceptó, pero, desobedeciendo a su amo, llevaba
todos los días las cabras a pastar al valle prohibido. Los
animales engordaban y daban abundante leche, así que el
granjero le dijo a su hija:
-Mañana seguirás al cabrero y me dices dónde lleva
las cabras.
Así lo hizo la niña y volvió a su casa corriendo.
-Padre, José lleva las cabras al valle. Al momento
acude el dragón, José se transforma en un león y se
entabla entre ellos una lucha feroz. Entonces, el cabrero
dice: “Si yo pillara un pan caliente, un vaso de vino y el
beso de una doncella, muerte te diera” y al instante
desaparece el dragón entre los matorrales.
El padre, asombrado, decidió ayudar al muchacho y
le dijo a su hija:
-Toma el pan y el vino. En cuanto José pronuncie
esas palabras se los entregas, le das el beso y sales
corriendo.
-Pero padre, me dará miedo acercarme.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-No te preocupes, hija, recuerda que el león es José y
no te hará daño.
La niña, aunque temblando de pánico, así lo hizo. El
dragón cayó muerto en el acto, José cogió el famoso
huevo azul y emprendió el regreso con el ganado a la
granja.
-Ya tiene usted el valle libre para sus animales.
Le dio las gracias por todo y se marchó. Mientras
tanto, el gigante enfermaba y perdía sus fuerzas día tras
día. José se volvió a transformar en águila y con el huevo
en el pico retornó al castillo.
La muchacha se acercó al pájaro, le quitó el huevo y
se lo metió en el bolsillo. Se acercó al gigante y con el
achaque de darle algún alimento, le estrelló el huevo en la
frente. Tras una gran explosión, el castillo saltó por los
aires no quedando piedra sobre piedra.
Los jóvenes quedaron libres. Caminando durante
muchos días, llegaron a la orilla del mar, justo donde
vivían sus padres. Fueron recibidos con gran alborozo y,
pasado algún tiempo, una vez que se repusieron de tantas
aventuras, se casaron y fueron muy felices.
□□□
En Tarifa, Antonio Morillo García nos refirió en 1995 un
texto similar, aunque más breve, en el que el gigante se
enamora de la madre del protagonista. Este posee una fuerza
sobrenatural cuando se coloca una faja mágica y, aunque es
cegado por el gigante, recibe la ayuda de los animales (un león,
un elefante y una hormiga) para recuperar la vista y para llegar
al esperado final feliz.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
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9. La admiración del mundo
329 + 531
[ESCONDIÉNDOSE DE LA PRINCESA + EL CABALLO
CONSEJERO]
Isabel Benítez Aranega
Algeciras
Esta singular historia ocurrió en un remoto lugar, allá
por los confines de la Tierra.
En una pequeña aldea vivía un joven llamado Juan y
al que, por ser alto y fuerte, apodaban “El largo”, aunque
por su carácter bonachón y simple sus vecinos lo
tomaban por tonto.
Un día, cansado de soportar tantas bromas, decidió
marcharse a correr mundo y a probar suerte en la vida.
Preparó sus alforjas, reunió todo el dinero que pudo y se
puso en camino. Como era muy pobre, tenía que hacer su
viaje a pie, así que anda que te andarás llegó a otra aldea
que se encontraba en feria. Pasó por el mercado de
ganado y vio a unos gitanos que querían deshacerse de un
borriquillo medio muerto. Se acercó a ellos y preguntó su
precio, pero el gitano le contestó:
-Tómalo, te lo regalo. Y que te dure mucho tiempo.
Juan cogió el burro, se fue por un ramal y se lo llevó
al campo. Como era campesino, él conocía muy bien las
propiedades curativas de algunas plantas, así que empezó
a poner cataplasmas en las heridas del animal y lo cuidó
de tal manera que, en pocos días, sanó y estuvo en
condiciones de caminar lo que fuera necesario. Loco de
contento, Juan montó en su cabalgadura y prosiguió su
camino más feliz que un rey.
Pero he aquí que vio brillar a lo lejos algo que le
llamó la atención y se acercó a verlo. Resultó ser una
preciosa herradura de plata que cogió y guardó en sus
alforjas.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-¡Cuánto te va a pesar haber cogido esa herradura! –
le dijo el burro. Y Juan, sin darle importancia a que el
animal pudiera hablar con los humanos, le contestó:
-¿Por qué? Si te parece, nos volvemos y la dejo
donde estaba.
-No, ya no es tiempo.
Continuaron su marcha y pasaron por una cerca
desde donde se podían escuchar las ramas y hojas de
unos árboles maravillosos, que sonaban como
campanillas de Pascuas.
-¡Qué árboles más fantásticos! –pensó Juan-. Cogeré
una ramita y la guardaré como recuerdo.
Al cabo de un rato, el burro le volvió a decir:
-¡Cuánto te va a pesar haber cogido esa rama!
-Volveremos y la dejaré en su sitio.
-No, ya no es tiempo.
Así, caminando y descansando lo justo para comer y
dormir, pasaban los días. Una de estas paradas la hicieron
junto a una fuente y allí, sobre uno de los caños,
encontraron un sobre cerrado en el que se podía leer:
“SOY LA ADMIRACIÓN DEL MUNDO”.
-¡Qué lástima! –dijo Juan-. Esta carta debe ser de
algún arriero que la puso aquí mientras bebía y la ha
olvidado. Me la llevaré por si lo encuentro y así le
ahorraré tener que volver hasta aquí.
Como lo pensó lo hizo. Se guardó el sobre y
emprendieron de nuevo el camino. Y lo mismo que otras
veces, el burro le recriminó por haber cogido aquella
carta que le traería problemas y sinsabores.
-Ya sabes, amigo mío, que no está en mi ánimo robar
ni hacer mal a nadie. Entonces, dime, ¿por qué estos
objetos me van a traer malas consecuencias?
-Ya verás, ya verás –contestaba el borriquillo
moviendo la cabeza.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
77
Por fin llegaron a la Corte. Amo y asno se
hospedaron en la misma posada y, al día siguiente, Juan
salió a buscar trabajo.
Coincidió que el rey había proclamado un bando
porque necesitaba un paje que fuese alto y fuerte. Juan se
presentó y fue elegido por sus cualidades. Lo bañaron,
perfumaron, le pusieron ropa y zapatos apropiados y así
empezó a trabajar. Todas las noches regresaba a la
posada y dormía junto a su querido asno, al que le
contaba todo lo que hacía y veía en palacio.
Juan era tan diestro y fiel que el rey cada día lo
apreciaba más. Tanto que los cortesanos y servidores de
palacio le tomaron tal ojeriza que decidieron jugarle una
mala pasada: en su ausencia, le registraron las alforjas y
dieron con la herradura de plata.
-Ya está –dijo uno de ellos-. Diremos al rey que Juan
se compromete a traer el caballo que calza esta herradura.
Así lo hicieron y el rey preguntó a Juan:
-¿Es cierto que has dicho tal cosa?
-¡Oh, no! Me la encontré un día en el camino.
-Pues bien, tres días te doy para que me traigas ese
caballo. Si no lo haces pagarás con tu vida.
Triste y cabizbajo, Juan fue a contárselo a su
borriquito.
-Ya te lo advertí. Pero, en fin, yo te sacaré del apuro.
Pidió al rey doscientos metros de cordón de oro y, a
la mañana siguiente, partieron hacia el sitio donde habían
encontrado la herradura. Al llegar, el burro empezó a
rebuznar de una manera especial y en aquel instante
apareció trotando y cojeando un hermoso caballo negro.
Juan, siguiendo las instrucciones del burro, lanzó el
cordón al cuello del animal y lo atrapó con un gran lazo.
Llegó a palacio y fue conducido a la presencia del
rey, que quedó maravillado al contemplar aquel
estupendo ejemplar. Inmediatamente regaló a Juan una
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
bolsa de monedas de oro, con lo que aumentó la envidia
de los cortesanos, que se apresuraron a pensar en otra
cosa para perjudicarlo. Sólo tuvieron que buscar en sus
alforjas para dar con la rama musical.
Acudieron al rey y le dijeron:
-Majestad, dice Juanito que es capaz de traer el árbol
al que pertenece esta rama que hace música.
-¿Eso es posible? ¿Tú has dicho eso?
-No, señor, yo no podría arrancar ese árbol porque es
gigantesco.
-Pues has de saber que yo tenía muchos deseos de
poseer uno de esos árboles para plantarlo en mi jardín, de
modo que, si en tres días no me lo traes, peligra tu
cabeza.
-¡Ay, borriquito mío, qué pena tengo! El rey me ha
ordenado que le traiga el árbol de hojas cantarinas.
Confío en que tú puedas ayudarme.
-También esta vez puedo hacerlo.
Partieron de nuevo muy de mañana provistos de una
larga cuerda y llegaron donde el árbol. Juan rodeó el
tronco con un extremo de la cuerda y el otro lo ató al
cuello del burro. Este dio tan tremendo tirón que arrancó
el árbol de raíz y, arrastrándolo, lo llevaron a palacio. Lo
plantaron en el jardín delante de la ventana del dormitorio
del rey. Estaba encantado. Los pájaros se posaban en sus
ramas y armonizaban sus trinos con la música de las
hojas formando unas melodías encantadoras.
Mientras tanto, los cortesanos estaban en el colmo de
su rabia y, como no estaban dispuestos a darse por
vencidos, registraron de nuevo las alforjas de Juan y se
alegraron cuando vieron la carta. Eso sí que no lo podría
superar.
El rey ya tenía noticias de una princesa de la que
decían que era la admiración del mundo. Se había
enamorado de ella sin conocerla, así que, cuando le
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entregaron aquel sobre y supo que Juan podría traérsela,
no dudó en darle un año de plazo para que la buscara, eso
sí, bajo pena de muerte.
El burro, al saberlo, le dijo:
-En esta ocasión no puedo ayudarte, sólo te
acompañaré hasta donde mis fuerzas alcancen.
Salieron sin rumbo fijo, pues no tenían ni idea de
dónde se podría encontrar la princesa. Al cabo de varios
meses, cansados de caminar sin resultados, el burro dijo a
Juanito:
-Ya no puedo más, vete solo y, si a la vuelta me
encuentras vivo todavía, volveremos juntos. Que la suerte
te acompañe y encuentres lo que buscas.
Juan, que era optimista y valiente por naturaleza,
sacó su flauta y empezó a tocar mientras se internaba en
un bosque que tenía que atravesar. Vio entonces, a la
orilla del mar, unos animales que se disputaban los restos
de un toro. Eran un león, un águila, una ballena y una
hormiga. Cuando llegó donde estaban las bestias, le habló
el león:
-Aquí estamos los cuatro porfiando sobre cómo
repartirnos esta presa. Si tú puedes hacerlo, te lo
agradeceremos y te haremos unos magníficos regalos.
Juan trató de repartir el botín. Le dio los huesos al
león, la carne a la ballena, las vísceras al águila y la
cabeza a la hormiga diciéndole: “Aquí tienes casa y
comida” .
-¿Estáis contentos?
-Sí –respondieron los animales-, así que toma los
regalos prometidos.
El león le dio unos pelos de la cola, el águila una
pluma del ala, la ballena un diente y la hormiga un pelillo
del bigote.
-Utiliza estos donativos cuando estés en peligro. Sólo
tienes que invocarnos y te ayudaremos al instante.
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Así lo haré –contestó Juan, y continuó su camino.
Aunque era optimista, Juan no sabía hacia dónde
dirigir sus pasos. Se sentó a la sombra de un árbol y se
durmió agotado. Cuando despertó no estaba solo, un
ermitaño estaba junto a él.
-¿Dónde vas por estos parajes tan alejados y
solitarios?
Juan le contó lo que iba buscando y el ermitaño se
llevó las manos a la cabeza.
-¡Pero, muchacho, eso es casi imposible! Has de
saber que todos los que lo han intentado han fracasado.
Ella está en el castillo de Irás y No Volverás encerrada
bajo siete llaves y custodiada por un temible gigante.
Aunque, ya que estás empeñado, te mostraré el camino.
Sigue por esta vereda y al final de un día de camino
encontrarás el castillo.
Esto llenó de ilusión a nuestro amigo, que recuperó la
esperanza de conseguir lo que quería. Lo primero que se
encontró fue al gigante, que le salió al paso dando unas
carcajadas como truenos. Juan le decía:
-Déjame pasar, apártate.
-¡Qué gracia me haces, muñeco! Sólo porque
demuestras ser valiente y decidido te dejaré pasar, pero
no te hagas ilusiones. Nadie, ¿me oyes?, nadie sacará de
aquí a la princesa. Toma las llaves de las siete puertas y
adelante.
Juan, con mucha paciencia, fue abriendo puerta tras
puerta hasta que llegó a la última. Cuando la abrió se
encontró con aquella bellísima joven que lo dejó
boquiabierto. Era morena, de ojos negros y rasgados, y el
pelo largo, negro y rizado le llegaba hasta la cintura.
-¿Quién tan mal te quiere que por aquí te envía? –le
preguntó ella.
-Vengo a por ti, pues mi rey desea casarse contigo.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
81
-Es muy difícil, por no decir imposible, que yo pueda
salir de aquí. Sin embargo, lo intentaremos. Mira: durante
tres días has de esconderte donde yo no te pueda
encontrar. Si lo consigues, vencerás al gigante y mi
encantamiento quedará roto.
Juan sacó la pluma del águila y pronunciando las
palabras mágicas de “Yo soy águila” voló tan alto que
casi se quema con el sol. Pero al punto de las doce, Juan
se presentó ante la princesa.
-Pero, hombre, ¿no te dije que te escondieras bien?
-Ya ves si volé alto que casi me quemo con el sol.
-Bueno, mañana volveremos a intentarlo.
Juan invocó a la ballena, que lo transportó al fondo
del océano, pero al punto de las doce volvió a presentarse
ante la princesa. Ella trató de explicarle de nuevo que así
no lo podría conseguir. Desesperado, Juan se sentó en el
jardín y oyó una vocecita que lo llamaba.
-¿Quién me llama?
-Soy yo, la hormiga que tienes en el hombro. Vengo
a ayudarte, pues he descubierto cómo te encuentra la
princesa. Mira: al punto de las doce, ella coge un libro
muy grande que guarda bajo la mesa, lo abre, lo lee y al
momento te descubre. Tenemos que conseguir que no
pueda leerlo. Yo me convertiré en una ancianita y tú en
un perrito. Y procura que no pueda abrir el libro.
La anciana se acercó a la puerta con el perrito y le
dijo al gigante:
-Vengo a regalar a la princesa este caniche.
-Pasa, pasa, así tendrá con qué distraerse.
La princesa se puso contentísima y estuvo toda la
mañana jugando con el perro. Cuando se aproximaba la
hora de buscar a Juan, intentó apartar al animal para leer
en el libro, pero el perrillo se subía en su falda y no la
dejaba hacer.
82
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-¡Apártate, chucho! ¡Qué mal hice en aceptarte!
¡Quita, quita!
Pero por más que trataba de alejarlo, el animal no
paraba de saltar a su alrededor. Total, que pasaron las
doce y la princesa no puedo leer. En aquel momento se
oyó una enorme explosión y el castillo se derrumbó y
desapareció como por encanto, llevándose por delante al
gigante. La princesa quedó entonces libre de aquel
maleficio que la tenía secuestrada, pero ella y Juan se
encontraron solos entre feroces animales que intentaban
devorarlos. ¿Qué hacer, cómo atravesar aquella espesura
llena de peligros?
Juan invocó entonces al león, que rápidamente
apareció y les dijo:
-Coge a la princesa de la mano y no te separes de mí
ni un instante. Cuando yo entre en lucha con estos
animales, corre y no mires hacia atrás. Al final, si haces
esto, seréis libres.
Una vez liberados, se encaminaron a la playa donde
había quedado el burro, pero ¡oh, sorpresa!, no los estaba
esperando un burro sino un apuesto joven, hermano
mayor de la princesa que también había sido encantado.
Los tres emprendieron el camino de regreso y
llegaron por fin al palacio del rey. Allí les esperaba otra
sorpresa no menos grande, pues el caballo negro que Juan
había cazado resultó ser el hermano menor de la princesa
y también había recuperado su forma humana. Al
parecer, eran los tres hijos de otro rey a los que una bruja
malvada, por soberbia, había tratado de aquella forma.
Y ahora viene lo bueno. El rey quiso casarse
inmediatamente con la princesa, pero ella se negó
rotundamente. Dijo que sólo se casaría con el hombre que
se había jugado la vida para rescatarla a ella y a sus
hermanos.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
83
El rey no tuvo más remedio que dejarlos marchar y
los cuatro, camino de su país, pasaron por el pueblo de
Juan y recogieron a sus padres. Cuando llegaron a su
país, se celebraron las bodas y fueron felices por siempre.
□□□
Nos encontramos ante un caso claro que demuestra que los
cuentos tradicionales se forman mediante la unión de distintos
motivos y funciones a modo de rompecabezas o mecano,
pudiendo un narrador utilizar los mismos elementos en cuentos
distintos. Isabel Benítez emplea la escena de los animales
donantes para este cuento y para su “Historia del tío Juan el
pescador” valiéndose de los mismos detalles (frases, animales,
objetos regalados). Esa unión de situaciones y motivos
mediante la propia lógica del cuento es la regla que suelen
emplear los narradores tradicionales para recordar un texto de
principio a fin, no precisando, pues, tener una gran memoria
sino una idea clara del esquema a desarrollar y un banco de
recursos compuesto por las posibles escenas que pueden o no
incluir, dependiendo de las circunstancias del momento.
84
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
La princesa y el pastor
10. La puerta de madera de hinojo
y piel de piojo
621 + 513A
[LA PIEL DE PIOJO + COMPAÑEROS SUPERDOTADOS]
Isabel Benítez Aranega
Algeciras
Hace muchos, muchísimos años, en una pequeña
aldea perdida entre montañas, vivía un matrimonio con
un solo hijo. El padre era leñador, la madre cuidaba la
casa y el muchacho guardaba las cabras.
El chico, que era muy listo y que ya se iba haciendo
un apuesto y guapo mozo, les dijo un buen día a sus
padres:
-Ya va siendo hora de que me marche a correr
mundo, a descubrir nuevos horizontes y a buscarme una
buena esposa.
Su padre le contestó:
-Bien, comprendo que es justo lo que me pides, pero
ya sabes que somos pobres y que no podemos darte gran
cosa para el viaje. De todos modos, venderemos una
cabra y podrás llevarte el dinero que nos den por ella.
Pasados unos días, la madre le preparó las alforjas
con una hogaza de pan, un queso, alguna ropa y el dinero
que habían recibido de la cabra, y el muchacho se
despidió de sus padres y se puso en camino con el
entusiasmo de la juventud.
Por aquel tiempo, la hija del rey Sabino “el Grande”
se encontraba en edad de contraer matrimonio y el rey,
que quería muchísimo a su preciosa hija, no encontraba a
nadie con los méritos suficientes para ser su esposo. Se le
ocurrió entonces una idea genial a su primer ministro:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
85
prepararía una adivinanza muy difícil y el que la acertara
se convertiría en prometido de la princesa.
Un día que el ministro se encontraba paseando por
uno de los barrios pobres del reino, vio cómo un anciano
se despiojaba sentado al sol. Se acercó a él, le pidió un
piojo y lo guardó en una cajita, después se lo llevó al
palacio y allí lo estuvo alimentando durante varios meses.
Al mismo tiempo, plantó en el jardín un esqueje de
hinojo que, lo mismo que el piojo, crecía y crecía sin
parar hasta que se convirtió en un hermoso árbol.
Cuando consideró que había llegado el momento,
cortó el árbol de hinojo y con su madera construyó una
puerta, luego mandó matar al piojo y con la piel forró la
puerta, que quedó instalada a la entrada del palacio.
Hecho esto, el rey publicó un bando donde decía:
AQUEL QUE ACIERTE
DE QUÉ MADERA
ESTÁ HECHA LA PUERTA
Y A QUÉ ANIMAL PERTENECE
LA PIEL QUE LA RECUBRE,
SEA RICO O POBRE,
SE CASARÁ CON LA PRINCESA
Empezaron a desfilar por allí todos los príncipes y
nobles casaderos de los reinos vecinos, pero ninguno fue
capaz de adivinar de qué madera y de qué animal
procedía aquella puerta.
Mientras tanto, nuestro amigo el cabrero seguía
recorriendo el mundo hasta que un día se paró junto a una
fuente para descansar un rato. Allí se encontró con un
86
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
hombre arrodillado en el suelo, inmóvil y con el oído
pegado a una piedra.
-Amigo, llevo un gran rato observándolo y me
pregunto qué estará haciendo usted en esa postura tan
incómoda.
-Pues, aunque no lo creas, estoy escuchando lo que
pasa en la corte, porque yo poseo la facultad de oír lo que
ocurre en cien kilómetros a la redonda, y estoy
admirando oyendo el gran alboroto que hay con la boda
de la princesa.
-¡Hombre, pues es buena esa cualidad que tiene!
¿Cómo se llama usted?
-Me llaman Escucha Escuchaira.
-Bien –dijo el muchacho-, como llevamos el mismo
camino iremos juntos, ¿le parece?
Aceptó el hombrecillo y después de comer
prosiguieron el camino. Amenizaban el tiempo
contándose sus respectivas andanzas por la vida, pero he
aquí que tropezaron con un individuo extremadamente
delgado y alto que apuntaba con su escopeta hacia arriba.
-Buenas tardes, amigo, ¿a qué apunta usted con tanto
interés? Porque por más que miramos no vemos ningún
blanco.
Y el hombre alto contestó:
-Si son tan amables de acompañarme a fumar un
cigarro lo comprobarán.
Efectivamente, se sentaron en la hierba a saborear el
cigarro cuando de pronto cayó a sus pies un gran pájaro
herido.
-Si no lo veo no lo creo –dijo el muchacho.
-Sí señor –aclaró aquel singular personaje-, tengo la
vista tan larga y mi puntería es tan certera que jamás fallo
un disparo.
-¿Y cómo se llama usted, amigo?
-Mi nombre es Apunta Apuntaira.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
87
-Bueno, pues si quiere acompañarnos seremos tres
que caminaremos juntos y nos ayudaremos mutuamente.
Se les hizo de noche, durmieron al raso bajo las
estrellas y al amanecer del nuevo día emprendieron de
nuevo la marcha. Camina que camina, cruzaron una aldea
y tropezaron con un enorme gentío aglomerado en la
plaza central.
-¿Qué ocurre aquí? –preguntaron a un anciano que
parecía una autoridad.
-Se trata de desviar un río que cruza la aldea porque
durante el invierno crece tanto que pone en peligro
viviendas y animales.
¿Y qué hace ese hombre casi gigante en medio del
río?
-Oh, ese es el magnífico Sorbe Sorbaira, capaz de
comer y beber más que nadie en el mundo.
-Interesante –dijo el muchacho-, podríamos
proponerle que se asociara con nosotros, ¿no os parece?
-Muy bien –contestaron a la vez Escucha y Apunta.
Y así lo hicieron.
A Sorbe le agradó la idea de unirse al grupo.
Reemprendieron su camino cuando oyeron que alguien
los llamaba con insistencia.
-¿Es a nosotros? –preguntaron los cuatro.
-Sí, he oído que vais a la corte. Yo voy también para
allá y si no tenéis inconveniente os podría acompañar e
incluso os ayudaría a llegar antes.
-¿Es que conoces algún atajo?
-No, es que yo soy Anda Arandaira y puedo avanzar
diez leguas en cada paso que doy, os puedo cargar sobre
mis espaldas y así ahorraríamos mucho tiempo.
De este modo, montados sobre Anda Arandaira se
plantaron en dos zancadas en la capital del reino. Se
hospedaron en una posada en las afueras porque fue lo
88
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
más barato que encontraron, pero se acomodaron lo
mejor que pudieron.
En la corte había mucha animación, ocasionada por
todos los que acudían a acertar las adivinanzas propuestas
por el rey para casar a su hija. Pero, de momento,
príncipes y nobles de todo el mundo habían acudido y
habían fracasado. Tanto es así que el rey extendió la
oferta a todos los hombres, pobres o ricos, paisanos o
extranjeros, jóvenes o viejos, a cualquiera que fuera
capaz de acertar la difícil adivinanza.
A la hora de cenar estaban nuestros amigos reunidos
en la posada cuando de pronto, Escucha Escuchaira, que
tenía la oreja junto a la pared, los mandó callar porque le
estaban llegando noticias interesantísimas. El primer
ministro le estaba diciendo al rey que nadie acertaría
jamás que la puerta estaba construida con madera de
hinojo y recubierta con la piel de un piojo.
En aquel momento, todos vaciaron sus bolsillos para
ver si podían reunir dinero suficiente para comprarle un
traje al muchacho. Así se presentaría bien vestido para
acertar la adivinanza.
Al día siguiente, muy temprano y vestido con sus
mejores galas, se presentó el joven y apuesto galán en la
puerta del palacio. Los guardias y cortesanos se burlaban
de él, pero no tuvieron más remedio que darle las tres
oportunidades que tenían todos los aspirantes.
-A ver, si eres tan listo, dinos de qué madera es esta
puerta.
El muchacho, con mucha parsimonia, les contestó:
-¿Será de... roble?
Todos se reían a carcajadas.
-¿Será entonces de pino?
-Ja, ja, ja, tampoco.
-Pues entonces será de... ¡hinojo!
-¡Oooohhh!
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
89
Aquella respuesta los dejó a todos boquiabiertos.
-Bueno, bueno, es verdad, es de hinojo, pero nunca
podrás acertar de qué animal es la piel que la recubre.
Y el muchacho, haciendo como que reconocía la
puerta y pensaba, les dijo:
-Me parece, me parece que se trata de la piel de un
piojo.
El rey, muy descontento porque no estaba dispuesto a
casar a su adorada hija con un campesino por muy listo
que pareciera, le impuso tres condiciones que tendría que
cumplir antes de convertirse en su yerno. La primera era
que tendría que competir con el arquero del reino.
Lanzaría cada uno una flecha y ganaría el que consiguiera
mandar a mayor distancia. Menos mal que podía
dispararla el interesado o cualquier persona que lo
representara.
-No te preocupes, tú vienes conmigo y yo lanzaré la
flecha –le aconsejó Apunta. Efectivamente, Apuntaira
disparó con su arco y la flecha cayó diez veces más lejos
que la del arquero real.
La segunda prueba consistía en ganar una carrera. El
andarín del reino era un negro que corría como el viento
y por el muchacho correría Anda Arandaira. Dieron la
señal de salida y el negrito partió como un rayo mientras
que Arandaira sólo levantó un pie. Todos se reían, pero
cuando el negrito iba llegando a la meta, Arandaira dio el
paso y ganó la carrera.
-Bien, bien –decía el rey mientras paseaba como una
fiera enjaulada-. Ahora viene la tercera condición y esta
sí que no podrás ganarla.
Tendrían que comerse un cordero asado, una canasta
de bollos, diez litros de vino y treinta melones.
-Ja, ja, ja –reía Sorbe Sorbaira-. Eso para mí sólo es
un aperitivo.
90
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Se presentó Tragaldabas, que, como su nombre
indica, tragaba sin medida. Se comió el cordero, los
bollos y el vino, pero cuando llevaba seis melones se tiró
al suelo y dijo:
-Ya no puedo más.
Entonces empezó Sorbe Sorbaira y en menos que
canta un gallo acabó con todo y pidió más. En aquel
instante el rey dijo:
-Basta, me doy por vencido. Reconozco que un
hombre que dispone de tan magníficos colaboradores
gobernará mi Estado con sabiduría y hará a la princesa
muy feliz.
El joven mandó llamar a sus padres, que ya estaban
muy ancianitos. Se celebraron las bodas, que duraron
varios meses de fiestas y banquetes donde todo el pueblo
comió, bailó y se divirtió de lo lindo. Todos vivieron en
paz, fueron felices y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
□□□
En otra versión que recogimos en Alpandeire (Málaga), los
compañeros de viaje del protagonista, que ejercen como
donantes mágicos, tienen estos nombres y cualidades:
-Podín que podía, tan fuerte que llega a cambiar el
emplazamiento de una iglesia.
-Corrín que corría, más veloz que el viento.
-Soplín que soplaba, que transporta a la gente de un lugar a
otro.
-Tirín que tiraba, capaz de lanzar las piedras de molino a
gran distancia.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
91
Las maravillas del mundo
11. La flor del aguilar
551 + 780
[HIJOS EN BUSCA DE UN REMEDIO MARAVILLOSO
PARA SU PADRE + EL HUESO CANTOR]
José Garrido Trujillo
Algeciras
Érase una vez un rey que, a pesar de ser joven
todavía, se estaba quedando ciego aquejado de una
enfermedad extraña y desconocida, según los médicos
más prestigiosos de varios países vecinos y lejanos que lo
habían visitado. Un buen día se presentó en la ciudad una
curandera y habló con la reina. Esta convenció a su
esposo el rey y aquella señora lo reconoció y dijo que
había una flor llamada la flor del aguilar que, si la hervía
y se lavaba con esa agua los ojos, se curaría. Pero ella no
podía dársela ni decir dónde estaba pues en ello le iba la
vida.
El rey tenía tres hijos varones. La curandera dijo que
ellos eran los que tenían que ir en busca de la flor del
aguilar, pero sin servidores ni acompañantes. Después de
muchas protestas del mayor de los hermanos, los tres se
pusieron de acuerdo para el viaje y el rey les dijo que el
que diera con la flor sería el futuro rey.
Salieron los tres juntos, cada uno con un caballo para
montar y otro con provisiones, se despidieron de sus
padres y emprendieron el camino. Después de dos días
llegaron a un río no muy caudaloso de donde partían tres
caminos y decidieron separarse. Aquel sería el punto de
reunión para el regreso.
El mayor cogió la vereda de la derecha, el segundo la
del centro y el menor la de la izquierda. Al día siguiente
92
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
de haberse separado, salió una anciana al mayor para
pedirle una limosna, pero como tenía tan mal genio, la
insultó y si no se aparta ligera la arrolla con el caballo. La
anciana se fue de prisa y corriendo y salió al segundo
para pedirle un poco de agua, pero este se portó igual que
el mayor y de nuevo tuvo que huir la anciana. Cuando se
encontró con el menor, este la recibió con amabilidad,
desmontó del caballo y le dio comida y agua a la sombra
de un árbol.
Ella le preguntó la causa del viaje, diciéndole él que
su padre el rey se estaba quedando ciego y que sus
hermanos y él habían salido para buscar la flor del
aguilar. El hada, pues de eso se trataba, agradecida por el
trato recibido, le dijo que iba por buen camino:
-En la montaña lejana hay un castillo encantado,
habitado por un dragón de siete cabezas que lo guarda.
En el patio está la flor del aguilar, pero ten en cuenta lo
que te vas a encontrar antes de llegar allí: cuando
empieces a subir la montaña se presentará ante ti un león,
pero no tengas miedo que no hace más que ruido. Cuando
lo pases, se presentará un gigante que te desafiará a un
duelo a muerte y llevará dos espadas, una brillante y otra
oxidada. No cojas la brillante, que es de cristal y se
romperá; coge la oxidada, que es de acero, y con ella
mata al gigante. Siguiendo tu camino, pronto verás un
precioso castillo; a la puerta te saldrá el dragón haciendo
un ruido enorme, pero tú no tengas miedo, córtale con la
espada la cabeza del centro y el dragón morirá y
explotará el castillo, quedando entre las ruinas el árbol
del aguilar.
Se despidió el príncipe del hada dándole las gracias y
rogándole que fuese su hada madrina y lo protegiera.
Continuó su camino y, como el hada le había dicho, al
iniciar la subida al monte le salió el león rugiendo, pero
él no le hizo caso.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
93
Un poco más adelante le salió el gigante desafiándolo
y le ofreció la espada de cristal, pero él no la quiso y
cogió la oxidada. Iniciaron la pelea y, al primer choque
de espadas, se partió la del gigante y el príncipe lo mató.
Siguió la ascensión de la montaña y vio el precioso
castillo. Al acercarse se escuchó un horrible ruido, se
abrió la puerta y apareció el dragón de las siete cabezas.
Como el príncipe iba preparado con la espada le cortó la
cabeza del centro, se produjo una explosión y el castillo
se derrumbó. Entre las ruinas quedó el árbol lleno de
flores. El príncipe las recogió una a una, las metió en un
saco y emprendió el camino de regreso.
A los cinco días llegó al río donde le esperaban sus
dos hermanos. Llevaban allí tres días esperando y no
habían encontrado nada. Él les contó lo que le había
pasado hasta encontrar la flor y les dijo que ya podían
regresar a casa, pero venía tan cansado que acordaron
quedarse allí esa noche y a la mañana siguiente seguirían
viaje.
El hermano pequeño se durmió enseguida y sus
hermanos aprovecharon y acordaron matarlo para ser
ellos los que llevaran la flor del aguilar.
Así lo hicieron. Enterraron su cuerpo junto al río y
regresaron a su casa diciendo que ellos habían encontrado
la flor del aguilar y que su hermano, que había cogido
otro camino, no había aparecido en el sitio acordado ni
sabían nada de él. Y aunque la vista del rey empezó a
mejorar, todos los días esperaba a su hijo llorando.
En la orilla del río donde enterraron al príncipe
nacieron diez cañas preciosas de los dedos de sus manos.
Un pastor que pasaba por allí a diario con sus ovejas y
cabras las vio y con una de ellas le hizo una flauta a su
hijo, que siempre lo acompañaba. El niño se quedó un
poco atrás y sopló la flauta. Cuál no sería su asombro
cuando sonó una voz que cantaba:
94
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Pastorcito, no me toques
y déjame descansar,
mis hermanos me mataron
por la flor del aguilar.
El niño, asustado, corrió y se lo dijo a su padre, que
cogió la flauta y al soplar quedó pasmado al oír la voz
que le decía:
No me soples más, pastor,
y déjame descansar,
mis hermanos me mataron
por la flor del aguilar.
Cuando encerraron el ganado y fueron a la casa, su
señora no creía lo que le decían, pero cogió la flauta y
escuchó horrorizada:
No me toque usted, señora,
y déjeme descansar,
mis hermanos me mataron
por la flor del aguilar.
Aquella noche, el matrimonio acordó vender el
ganado e irse por los pueblos tocando la flauta mágica,
como la llamaban. Recorriendo pueblos y pueblos
llegaron a la capital del estado y se pusieron a tocar
próximos al palacio real. Una de las doncellas de palacio,
que pasaba por allí, oyó la flauta y dijo que quería
tocarla. Por cinco céntimos la tocó y escuchó perpleja:
No me soples, doncellita,
y déjame descansar,
mis hermanos me mataron
por la flor del aguilar.
Se la devolvió al pastor y entró en palacio pálida y
desencajada. Le dijo a la reina lo que le había pasado y la
reina mandó llamar al pastor. Cuando el pastor llegó a
palacio, la reina cogió la flauta y, al soplar, perdió el
color de la cara y tembló todo su cuerpo, pues era la voz
de su hijo que le decía:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
95
No me toques, mamaíta,
ni me dejes de tocar,
mis hermanos me mataron
por la flor del aguilar.
Asustada, llamó al rey, que pensó que aquello no
eran más que hechicerías del pastor, pero al fin sopló la
flauta y la voz del hijo le cantó:
No me toques, papaíto,
ni me dejes de tocar,
mis hermanos me mataron
por la flor del aguilar.
Tan asombrado como todos, el rey mandó llamar a
sus hijos, que, al saber de qué se trataba, se negaron a
soplar, pero al fin obligaron al mayor y todos escucharon
que la flauta decía:
No me toques, hermanito,
y déjame descansar,
que tú fuiste el que me diste
la primera puñalá.
Inmediatamente obligaron al otro hermano a soplar y
se oyó la voz que decía:
No me toques, hermanito,
y déjame descansar,
que tú fuiste el que me diste
la segunda puñalá.
Fueron detenidos los asesinos y encerrados en un
calabozo y se organizó una expedición para ir a ver si
estaba enterrado el cadáver del príncipe. Cuando llegaron
al río de las cañas y empezaron a descubrir el cadáver,
vieron con asombro que el príncipe estaba dormido y que
al darle el aire despertó.
Lo llevaron a palacio con la consiguiente alegría de
sus padres, que vieron entrar a su hijo sano. Sólo le
faltaba el dedo meñique de la mano izquierda, que fue la
caña de donde el pastor hizo la flauta.
96
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
El príncipe perdonó a sus hermanos, que fueron
puestos en libertad, y el pastor fue recompensado. Desde
entonces, todos fueron felices.
□□□
De entre las más de veinte versiones que tenemos de este
cuento, hemos optado por incluir esta que recogimos por
escrito en 1993 en Algeciras. Con una caligrafía cuidada sobre
folios pautados a mano, José Garrido nos hizo llegar esta
pequeña perla. Temeroso de que su relato no sirviera a nuestras
pretensiones, incluso adjuntó una nota en la que decía: “Por
favor, corrijan las faltas de ortografía y perdonen, pues sólo
poseo una primera enseñanza de los años veinte. Gracias”. Su
relato no sólo no tiene nada que perdonar sino que resultó
generoso en cuanto a extensión y detalles, además de no haber
requerido apenas corrección. Y es que el texto nos fue
presentado por escrito, pero mantiene el estilo del lenguaje
oral, combinando así la frescura propia de lo espontáneo con la
riqueza que supone la utilización de determinados recursos,
difíciles de hallar en un relato oral si no se es un narrador nato.
Nótense, por ejemplo, las diversas formas de expresar la
reacción de quienes tocan la flauta.
Como ya hemos apuntado en la introducción, esta forma
de recogida de textos por escrito la hemos aplicado, siempre
que hemos podido, combinada con la grabación, consiguiendo
así textos más completos, sin lagunas, pero dotados de rigurosa
oralidad. De las grabaciones hemos trascrito el tono, los giros y
todo lo que constituye la parte formal del discurso; de los
textos escritos hemos aprovechado los contenidos olvidados en
el relato oral, completando lo grabado.
La flor del lililá, y no del aguilar, es el nombre más común
en el resto de versiones que tenemos, aunque también se dan
otras denominaciones que parecen ser variaciones de un mismo
término: alilán, lilová, lorán, lilá, lilán, alilá, alhelí, lirial, lilolá
y violán. Todo un muestrario de flora imaginaria.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
97
12. El hombre que entendía el habla
de los animales
670
[EL LENGUAJE DE LOS ANIMALES]
Antonia González Navarro
Algeciras
Este era un hombre que tenía la gracia de entender el
habla de los animales, pero no se lo podía decir a nadie
porque tenía la promesa de no contarlo nunca.
Un día estaba sentado y vino cerca de él su buey, que
había estado todo el día arando. Venía muy cansado y se
tiró al suelo. No quería comer de cansado que estaba. El
caballo, que lo vio, le dijo al buey:
-Quillo, qué cansado estás.
-Estoy reventado, todo el día trabajando.
-Pues tú eres tonto –le dijo el caballo-. Mírame a mí:
como bien, no trabajo, casi no salgo, sólo algunas veces
cuando mi señorito quiere que lo lleve a algún sitio...
-Vale –dijo el buey-, pero... ¿qué hago yo?
-Pues hazte el malo, no comas y acuéstate y así no te
llevarán a trabajar.
El hombre, que los había estado escuchando, le dijo a
uno de sus trabajadores:
-Mira, mañana, en vez de llevarte al buey, te llevas al
caballo para arar.
El caballo estuvo todo el día trabajando y por la
noche, cuando volvieron, el caballo llegó reventado y se
tiró al suelo. Entonces el buey le preguntó:
-Caballo, ¿qué te pasa, no quieres comer?
-¡Aaaay, no te lo quiero ni decir!
-Pero, ¿qué te ha pasado?
-Nada, que ha dicho el señorito que como tú estás
malo y no puedes trabajar, pues que te van a llevar al
matadero y te van a matar.
98
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Y el buey:
-¿Y ahora qué hago yo, por Dios?
-Mira, tú ahora te lo comes todo y así, mañana, él
verá que ya te has puesto bueno y no te llevará al
matadero.
Bueno, pues el buey comió muy dispuesto y por la
mañana se lo llevaron a trabajar. El caballo se echó a reír
y el hombre también, sobre todo de ver lo granuja que era
el caballo. Entonces su mujer le preguntó:
-¿De qué te ríes?
-De nada –contestó el hombre, que no podía romper
la promesa de no contarle a nadie que entendía a los
animales.
Y la mujer:
-Pues tú me tienes que decir por qué te ríes.
-Por nada, que me han dado ganas de reírme.
-Si tú no me lo dices en cinco días, me mato.
Pasaron cuatro días y el hombre estaba muy triste
sentado a la puerta de la casa. Y en esto que cantó el
gallo:
-Quiquiriquí.
Y el perro:
-¿No te da vergüenza cantar con lo que tenemos
encima?
-¿Y qué tenemos?
-Pues que la mujer del amo le ha dicho que si no le
dice por qué se ríe, se mata. Y mañana ya es el último
día.
-¿Sabes lo que te digo? –le contestó el gallo-. Que el
señorito es tonto porque no puede con una sola mujer. Yo
tengo cuarenta y puedo con todas.
-¿Y cómo va a poder?
-Mira, lo que tiene que hacer es darle dos o tres palos
buenos y ya ella no querrá saber nada más del asunto.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
99
El hombre, que estaba escuchando, cogió un palo. Y
qué palo le daría que su mujer le dijo:
-Ay, marido mío, ya no quiero saber nada de ti, ya no
me meteré más en tus cosas.
□□□
Cuento que combina lo maravilloso con la rudeza en la
relación conyugal, reflejando así tanto las más altas
aspiraciones del ser humano como sus más bajos instintos.
Al parecer, según el Catálogo... de Camarena-Chevalier,
estamos ante un raro ejemplar de la narrativa popular en lengua
castellana, conociéndose únicamente en la península una
versión en catalán y otra en gallego. El resto de versiones
conocidas se han recogido en América para el castellano, en
Cabo Verde para la lengua portuguesa y en enclaves judeoespañoles.
13. La olla de barro
563 + 565
[LA MESA, EL ASNO Y EL PALO + MOLINO MÁGICO]
María José Toledo Corrales
Algeciras
Era una familia muy pobre, tanto que casi no tenían
para comer. La única que conseguía algo de comida, a
cambio de lavar ropa en el río, era la hija mayor. Un día,
cuando estaba lavando la ropa, apareció de pronto a su
lado una mujer que le preguntó:
-¿Eres tú la que viene todos los días hasta el río con
estos cestos tan grandes cargados de ropa?
-Sí, es que si lavara menos no ganaría lo suficiente
para sacar adelante a mi familia.
-¿Tú sola sacas adelante a toda tu familia?
-Pues sí.
-¿Y tus padres?
100
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Mis padres están enfermos y no pueden trabajar. Yo,
que soy la mayor, tengo que echar una mano, que si no...
La mujer, viendo la muchacha tenía buen corazón, le
dijo:
-Mira, como a mí no me hace falta, te voy a regalar
esta olla de barro. Sólo tienes que decir “¡olla, cuece!” y
enseguida tendréis la comida lista. Ya verás que con ella
nunca os faltará de comer.
La niña se fue muy contenta a su casa y cuando llegó
la hora, puso la olla en el fuego y dijo: “¡Olla, cuece!”.
En ese momento, la olla se llenó de comida y comieron
todos como nunca lo habían hecho. Se pusieron muy
contentos y desde ese momento no volvieron a pasar
hambre.
Pasó un tiempo y un día pasaron por allí dos
muchachos pobres que llamaron a la puerta de la casa. La
muchacha abrió y ellos preguntaron:
-¿Podrías darnos algo de comer y cobijo para esta
noche?
-Sí, claro, pasad y sentaos en la mesa.
La niña puso la olla y dijo las palabras mágicas:
“¡Olla, cuece!”. Enseguida se llenó la olla de comida,
pero como los dos muchachos traían tanta hambre, la
familia no cenó esa noche. Entonces, uno de los
muchachos preguntó:
-¿No vais a cenar vosotros?
-No, señor, esa olla es tan generosa que no queremos
abusar de ella. La cena es para ustedes, que están más
cansados. Además, nosotros ya hemos comido muy bien
esta mañana.
El joven, que en realidad era un príncipe disfrazado
de mendigo, le contestó:
-Por fin encontré la mujer que buscaba. Tienes tan
buen corazón que mereces ser una reina. He estado
viajando por todo el reino en busca de cobijo para
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
101
conocer la hospitalidad de mi gente, pero nadie ha
querido ayudarnos. Unos decían que íbamos muy sucios,
otros no se fiaban de nuestras pintas. En fin, que en la
casa más humilde hemos encontrado lo que buscábamos.
El príncipe y la muchacha se casaron. Dicen que la
olla perdió su poder después de la boda, pero la verdad es
que ya nunca les volvió a hacer falta.
□□□
Versión posiblemente adaptada a una audiencia menuda,
de ahí su difícil clasificación, que estaría entre los tipos 563 y
565. A pesar de haber perdido algunas de sus funciones básicas
y estando teñida de un tono moralista, conserva su carácter
maravilloso a través de los motivos más elementales.
14. La jaquita de siete colores
531
[EL CABALLO CONSEJERO]
Manuela Candón
Medina Sidonia
Había una vez dos hermanos, uno bueno y otro malo.
El bueno se buscó un trabajo y su jefe estaba muy
contento con él porque era muy trabajador y buena
persona. Su hermano, sin embargo, le tenía mucha
envidia.
Cuando se acercaba la feria del pueblo, el jefe le
preguntó qué quería de regalo y él le pidió una jaquita de
siete colores. Cuando se la trajo se puso la mar de
contento.
Su hermano no resistía su felicidad, así que un día
fue a ver al jefe y le dijo que su hermano era capaz de
convertir el paso del río en un jardín frondoso. El jefe, al
enterarse de ese don, le pidió al muchacho que lo hiciera
102
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
y él se puso muy triste porque nunca podría hacer
semejante cosa. La jaquita, viendo el sufrimiento de su
dueño, le habló y le dijo:
-Coge tres cañas y montado sobre mí galopa por el
paso.
Así lo hizo y cuando volvieron, vieron el paso del río
convertido en un hermoso jardín.
Envidioso, el hermano le dijo al jefe que el dueño de
la jaquita podría echarse en una sartén de aceite hirviendo
y no se quemaría.
La jaquita le habló otra vez al hermano bueno:
-Corta siete ramas y golpéame. Con mi sudor cubre
tu cuerpo y así no te quemarás.
Así lo hizo el muchacho y no se quemó. El hermano
envidioso, viendo lo que su hermano había conseguido,
se lanzó también a la sartén y se quemó. A partir de aquel
momento, el muchacho vivió un poco más tranquilo.
□□□
Por su brevedad, echamos en falta algunos elementos,
como una tercera prueba que sí está en otras versiones más
antiguas. Otros han sido actualizados, sustituyendo al rey que
suele aparecer en este tipo de cuentos por un jefe sin
especificar, que en este caso también ejerce como donante del
objeto mágico.
15. El príncipe jardinero
532
[EL MUCHACHO QUE A TODO RESPONDÍA “NO SÉ”]
Ana Álvarez
San Pedro de Alcántara.
Había una vez un rey que tenía un hijo que quería
tener un caballo diferente a todos los demás caballos. Su
padre salía a buscarlo, pero siempre regresaba sin él
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
103
porque cuando creía haber encontrado uno diferente,
descubría que existía otro igual.
Un día, la yegua del jardinero parió una cría de color
verde. Cuando el rey la vio, se puso loco de contento
porque por fin su hijo tendría el caballo que quería.
Lo metió en las caballerizas apartado del resto de los
caballos y mandó al jardinero que lo cuidara hasta que se
hiciera grande. Pero un día el príncipe, intrigado, obligó
al jardinero a abrir las puertas y así pudo ver aquel
maravilloso animal. Y fue a pedirle a su padre que lo
dejara salir con él.
Prepararon las alforjas y se marchó. Cuando ya había
perdido el castillo de vista, el caballo echó a volar,
diciéndole al príncipe que no se asustara, que era un
caballo mágico que, además de hablar y volar, podía
hacer muchas cosas más.
Llegaron a una isla donde había un castillo en el que
vivía un rey con sus tres hijas, que estaban encantadas. El
caballo le dijo al príncipe que, cuando la gente del lugar
le preguntara algo, sólo contestara “me”. Así rompería el
encantamiento de las princesas. Y si necesitaba algo, sólo
tenía que decir “¡A mí mi caballito verde!”.
El príncipe se presentó en el castillo muy mal
vestido. Al acercársele la princesa más pequeña, él le dijo
“me” y rompió el encantamiento. Ella, en
agradecimiento, se lo llevó y se lo contó al rey, que le dio
trabajo como jardinero de palacio y lo casó con ella.
Al poco tiempo, el rey cayó enfermo y el médico real
le recetó una naranja del castillo de Irás y No Volverás.
Los dos maridos de las hermanas mayores se ofrecieron
para buscar la naranja porque ellos eran los futuros
herederos del trono, pero el príncipe jardinero también
partió en secreto, pidiéndole ayuda a su caballito verde:
“¡A mí mi caballito verde!”.
104
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
El caballo le dijo al príncipe que se agarrara y al
momento salieron volando. Cuando llegaron a la puerta
del jardín del castillo de Irás y No Volverás, el caballo le
dijo al príncipe que entrara en el momento en que se
abriera la puerta, que cogiera una naranja rápidamente y
que saliera antes de que se cerrara otra vez. Y así lo hizo.
De regreso al castillo del rey se encontró con sus dos
cuñados, que no lo reconocieron, pero viendo que el
muchacho llevaba una naranja trataron de convencerlo
para que se la vendieran a cualquier precio. El príncipe
accedió a cambio de un trocito de oreja de cada uno.
Cuando volvieron al castillo, el médico les dijo que
ahora necesitaba leche de leona para que el rey terminara
de sanar. Los yernos se marcharon y el príncipe también:
“¡A mí mi caballito verde!”. El caballo lo llevó a la selva
y, una vez allí, le puso una pata en el cuello de la leona y
así el príncipe la ordeñó rápidamente.
Cuando regresaba al castillo se encontró otra vez con
sus dos cuñados, que tampoco lo reconocieron esta vez,
pero se dieron cuenta de que él llevaba leche de leona y
se la pidieron a cualquier precio. El príncipe aceptó a
cambio de que su caballo pusiera a cada uno una
herradura en el culo.
El rey se tomó la leche y sanó, pero su país entró en
guerra con otro país vecino y el rey pidió a sus yernos
que fueran a la batalla. El príncipe salió también con su
caballo, ganando la guerra él solo. En el camino de
regreso volvió a encontrarse con sus cuñados, que
seguían sin reconocerlo, y cuando descubrieron que
llevaba el estandarte del país enemigo, trataron de
comprárselo. El príncipe accedió a cambio de quedarse
con los cordones del estandarte.
Celebraron una gran fiesta en el salón del trono para
festejar la victoria. Estaban presentes el rey, sus dos hijas
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
105
mayores, sus yernos y toda la corte. Todos menos la hija
pequeña y su marido, el príncipe jardinero.
El rey mandó a buscarlos, pero ellos llegaron en ese
momento. El muchacho pidió al rey que cerrara las
puertas del palacio y guardara las llaves en sus bolsillos.
Y entonces le preguntó:
-Majestad, ¿quién le trajo la naranja del castillo de
Irás y No Volverás?
Entonces, el príncipe les pidió a ellos que se
descubrieran para que todos vieran que les faltaban los
trocitos de oreja que él llevaba encima. Los cuñados se
negaron, pero el rey se quitó la corona y obligó a todos
los presentes a descubrirse. Así pudieron ver que era
cierto lo que el príncipe decía.
Y volvió a preguntar al rey:
-Majestad, ¿quién le trajo a usted la leche de la
leona?
El rey volvió a señalar a sus yernos, pero el príncipe
les pidió que mostraran las marcas de las herraduras de su
caballo.
-¿Y quién ganó la guerra para usted?
El rey volvió a señalar a sus yernos, pero el príncipe
sacó el cordel del estandarte enemigo, demostrando que
la guerra la había ganado él.
El rey, muy enfadado con sus yernos, preguntó al
príncipe por el castigo que quería que se les diera y él
contestó que pasaran a ser jardineros, como él era antes.
Desde ese día, el príncipe y su esposa reinaron y sus
cuñados cuidaron de los jardines.
□□□
Este cuento podría formar parte de otros ciclos como el de
la princesa encantada. Volvemos a ver en él que tantos
trasvases de temas y motivos debidos a la fragilidad del canal
oral producen mezclas que dificultan su clasificación. Así,
106
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
encontramos en esta versión elementos que lo identifican con
los tipos de los caballos maravillosos (530), el caballo
mensajero (531), las frutas curativas (610), etc.
16. La historia del pájaro sabio,
el agua saltarina y el árbol cantor
707
[EL PÁJARO QUE HABLA, EL ÁRBOL QUE CANTA Y LA
FUENTE DE ORO]
Isabel Benítez Aranega
Algeciras
En un país remoto y en medio de las montañas,
habitaba una humilde familia formada por un matrimonio
joven y sus cuatro hijas. La más pequeña era la más
agraciada y estaba tocada de grandes virtudes: era
bondadosa, caritativa y hospitalaria.
Una noche de tormentas se produjo un incendio en el
monte que alcanzó la cabaña y mató a los padres. Desde
aquel desgraciado momento, las hermanas vivían solas,
dedicadas a sus labores de cuidar la casa y los animales.
Un día que estaban las cuatro sentadas alrededor de
la lumbre, llamaron a la puerta. Eran tres hombres que,
cazando en el monte, se habían extraviado. Entraron en la
cabaña, tomaron asiento y la hermana pequeña fue la
encargada de servirles sopa caliente y algunas frutas y de
prepararles una cama donde pasar la noche.
Pues bien, pasó el tiempo y un buen día recibieron
una orden del rey para que se presentaran en palacio. Las
hermanas se asustaron mucho, pues no comprendían para
qué las citaban, pero cuál no sería su asombro cuando
descubrieron que era el mismo rey el que se había
perdido con dos de sus ministros y al que ellas habían
recibido en su cabaña. Habían sido llamadas para
pagarles el favor y manifestarles que el rey se había
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
107
enamorado de la más pequeña de las hermanas y quería
pedirla en matrimonio.
Se celebraron las bodas, que duraron varios días y
donde todo el pueblo comió y bebió hasta la saciedad y se
divirtió de lo lindo.
Pasado un año, la reina dio a luz un hermoso niño,
pero sus hermanas, que vivían en palacio disfrutando de
todos los privilegios, lo secuestraron y se lo dieron al
jardinero mayor para que lo llevara al monte y lo matara,
diciéndole al rey solapadamente que su mujer había
tenido un perro. El rey no podía creerlo, pero se
encargaron, llorando y gritando, de que lo aceptase así.
Quedó de nuevo encinta la reina y a su debido tiempo
dio a luz otro precioso niño, inmediatamente, las
hermanas cogieron al príncipe y repitieron lo mismo que
la vez anterior, diciendo al rey que su bella esposa había
tenido otro perro. El rey vociferaba y se tiraba de los
cabellos diciendo:
-¿Soy yo acaso un monstruo para que mi mujer sólo
tenga animales?
Las cuñadas lo apaciguaron y el rey acabó
perdonando a la reina. Pero, he aquí que la historia se
repite y esta vez fue una niña la que nació. Aquellas
malvadas y envidiosas mujeres dijeron al rey que la reina
había tenido un gato.
El monarca se enfureció de tal manera que mandó
castigar a la reina encerrándola entre dos paredes y
dejándole sólo un ventanillo para que todo el que pasara
por allí le escupiera en el rostro.
Bueno, ¿y qué fue de los tres pequeños príncipes?
Aquel jardinero mayor y su esposa tenían tan buen
corazón que decidieron llevar a los niños a una cabaña
oculta en el bosque de palacio y allí los criaron y
educaron como correspondía a su rango. Crecieron y se
108
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
convirtieron en dos hombres y una mujercita guapísimos,
fuertes e instruidos.
Fueron ampliando aquella cabaña hasta convertirla en
una gran mansión donde vivían disfrutando de cierto
bienestar y, sobre todo, cariño. Ellos se preocupaban de
la casa y de los jardines, que cultivaban con sus propias
manos.
Un buen día pasó por los alrededores un anciano
caminante cansado y hambriento que se acercó a la casa
pidiendo caridad. La joven lo invitó a pasar, le dieron de
comer y una cama donde pasar la noche. Al día siguiente,
al despedirse, el anciano les dijo:
-Tenéis una hermosa casa, pero estaría más completa
si tuvierais el pájaro que habla, el agua que baila y el
árbol que canta.
¿Y dónde podemos encontrar esas maravillas?
-Muy lejos, en la tierra de Irás y No Volverás, un
lugar tan peligroso del que nadie ha regresado jamás.
El hermano mayor estuvo triste durante un tiempo
pensando en aquellas cosas que le había dicho el
pordiosero, pero una mañana se levantó y dijo a sus
hermanos:
-Me voy a buscar esas maravillas que pondremos en
nuestra casa para convertirla en la mejor del reino.
Los hermanos intentaron disuadirlo, pero no lo
pudieron conseguir.
-Si dentro de un año no he vuelto, será señal de que
he muerto en el empeño.
Partió lleno de ilusiones y, al cabo de un tiempo,
llegó a una pequeña ermita.
-¿Dónde vas por aquí, muchacho? –le preguntó el
ermitaño.
-Vengo buscando el pájaro que habla, el agua que
baila y el árbol que canta.
-Vuelve a tu casa, que nadie lo ha conseguido.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
109
-Quiero intentarlo –replicó el príncipe.
-Bien. Ya que insistes, te daré las instrucciones.
Tendrás que subir hasta aquellas lejanas montañas. Toma
esta bola de plata y, cuando llegues a la mitad, la sueltas.
Cuando la bola se pare, oirás a tus espaldas voces,
insultos y amenazas. No vuelvas la cara porque quedarías
convertido en piedra.
El príncipe inició su camino pensando que nada ni
nadie le harían volver la cabeza, pero no pudo resistir la
tentación porque parecía que alguien estaba a punto de
alcanzarlo y quedó petrificado.
Pasado el año y viendo que no volvía, su hermano
decidió salir en su busca. La joven princesa lloraba y le
decía que si algo le ocurría se quedaría sola.
Nada consiguió. Después de despedirse de su
hermana, caminó sin descanso hasta que llegó a la ermita.
El ermitaño le hizo las mismas recomendaciones que a su
hermano. Empezó el ascenso a la montaña, soltó la bola
en el lugar indicado y cuando esta se paró comenzaron
las voces, los insultos y las amenazas. Tampoco pudo
resistir, aquello era aterrador. Volvió la mirada atrás y
quedó convertido en piedra.
Al comprobar que su segundo hermano tampoco
volvía pasado el año acordado, la joven princesa decidió
salir a su encuentro llena de ilusiones y esperanza. Tomó
el mismo camino que sus hermanos y, al cabo de unos
meses, por fin llegó a la ermita. El ermitaño otra vez trató
de desanimarla porque, aunque ella iba vestida de
hombre, él adivinó que era una mujer. Ella insistió en
seguir y le dijo al ermitaño que taponaría sus oídos con
algodones para no oír las voces.
-Puede que así logres lo que te propones. Por lo
menos, a nadie se le había ocurrido antes esa idea.
La joven subía la montaña despacio y con mucha
atención a todo lo que veía y oía. Cuando llegó al lugar
110
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
indicado soltó la bola. En el momento en que la bola se
paró comenzaron los ruidos amenazantes, pero ella sólo
oía un pequeño murmullo.
Así, andando, andando, llegó a la cumbre. Allí, en su
jaula de oro, estaba el pájaro hablador, que saludó a la
princesa admirando su valentía y le indicó cómo debía
coger el agua saltarina y la rama del árbol cantor.
Una vez que se hizo con los tres objetos, decidió
volver a casa, pero antes le dijo el pájaro:
-Vierte un poco de agua en cada una de las piedras
que te encuentres y todas recobrarán sus formas
primitivas. Así lo fue haciendo hasta que llegó a sus
hermanos. Llenos de júbilo emprendieron el camino a
casa, no sin antes despedirse del ermitaño, que no era
otro que el anciano pordiosero.
Inmediatamente construyeron una fuente donde
pusieron el agua maravillosa, que subía y bajaba por
medio de un surtidor. Plantaron la rama del árbol y
comenzaron a escuchar la música que producían sus
hojas movidas por el viento. El pájaro trinaba y así atraía
a toda clase de aves que le acompañaban formando
magníficos coros.
Vivieron así muy felices hasta que un día el rey, que
iba de cacería, tropezó por casualidad con la bella casa de
los príncipes. Al no tener conocimiento de su existencia,
preguntó que a quién pertenecía.
-Pertenece al jardinero mayor de vuestra majestad y a
sus hijos.
-No sabía yo que mi jardinero mayor tuviera hijos.
Entremos a conocerlos.
Entró el rey con su séquito y los dueños de la casa le
ofrecieron comida y descanso. El monarca, impresionado
por el parecido que los tres hermanos tenían con la reina,
prometió volver pronto.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
111
Cuando el rey anunció su nueva visita, la muchacha
no sabía qué ofrecerle para comer, así que preguntó al
pájaro sabio y este le dijo:
-Al pie del árbol cantor hay un cofre lleno de perlas.
Abre un pepino, quítale las semillas y rellénalo con esas
perlas. Eso es lo que debes servirle.
Llegado el momento, el rey se sentó a la mesa y le
sirvieron aquella extraña comida.
-¿Qué clase de comida es esta? Es imposible comerla
–preguntó el rey.
El pájaro tomó la palabra y le respondió:
-¿Y sí es posible que una joven y hermosa reina dé a
luz a tres animales?
El rey comprendió que aquello le había ocurrido a él
y se marchó dispuesto a aclararlo todo.
Mientras tanto, las cuñadas temblaban de miedo al
pensar que todo se pudiera descubrir. Trataron por todos
los medios de parecer inocentes y propusieron al rey
invitar a los jóvenes a comer con la intención de
envenenarlos. Los príncipes aceptaron y llegaron a
palacio con el pájaro sabio. Cuando iban a coger la
primera cucharada, habló el pájaro:
-De esa comida no comeréis porque os envenenaréis.
Al oír aquello, el rey se molestó y tachó al pájaro de
mentiroso, pero este insistió:
-Que le sirvan un poco al perro.
Y el pobre animal murió al instante.
El pájaro no paraba de hablar culpándolas de todo:
-Ellas son las culpables. Calumniaron a su hermana
por envidia. Y estos, Majestad, son sus hijos, que el
jardinero mayor ha criado y educado con todo el cariño
de su corazón.
El rey ordenó que prendieran a sus cuñadas y que las
encarcelaran condenándolas a pan y agua.
112
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Sacaron a la reina, que estaba muy débil, de su
encierro, la bañaron y le pusieron ricos vestidos. Al fin
pudo abrazar a sus hijos.
El rey le pidió perdón públicamente por el daño que
le había causado. La reina lo perdonó y todos vivieron
felices desde entonces. Al jardinero y a su esposa, que ya
eran muy ancianos, los premiaron dejándolos vivir en
palacio rodeados de sus hijos adoptivos y de criados.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
□□□
Contamos con otra versión del mismo cuento, aunque de
dimensiones más reducidas, procedente de la localidad
malagueña de Torrox. Las únicas diferencias entre uno y otro
son los nombres (que no las características) de las tres
maravillas encontradas. Estamos, pues, ante un tipo que, al
contrario que otros ciclos y debido a las relaciones que sus
motivos guardan entre sí, ha sufrido pocos deterioros, lo que
también es confirmado por el nombre del tipo al que pertenece.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
113
Niños perseguidos
17. La niña mentirosa
710
[LA AHIJADA DE NUESTRA SEÑORA]
Isabel Camacho Sánchez
Algeciras
Esto era una niña que vivía en una casita en el bosque
y era muy mentirosa, así que sus padres no le creían nada
de lo que decía. Un día se le apareció a la niña la Virgen
y le dijo que se la iba a llevar con ella al Cielo, de esta
manera intentaría quitarle de echar mentiras.
Cuando pasó un largo rato volvieron sus padres, que
habían ido al bosque a buscar leña, y la niña se lo dijo,
pero ellos no la creyeron. Al día siguiente bajó la Virgen,
envolvió a la niña en un manto y se la llevó al Cielo.
Cuando volvieron los padres y no la encontraron
pensaron que era verdad lo que su hija les había contado.
Cuando la Virgen ya tenía a la niña en el Cielo, cogió
y le dio doce llavecitas, una de cada una de las puertas
del Cielo, pero la Virgen le dijo:
-Puedes abrirlas todas menos esta -señalándole con el
dedo la que no podía abrir.
La niña las fue abriendo todas. Había cosas muy
bonitas, por lo que pensó que aún tenía que ser mejor lo
que había detrás de la puerta prohibida. Entonces la niña
abrió la puerta que no debía y al abrirla encontró un altar
con muchas luces encendidas y vino una luz fuerte y le
quemó con su llama el dedo chico de la mano, el
meñique. Cuando volvió la Virgen a preguntarle le dijo
que había abierto todas las puertas menos la que ella le
había prohibido. Pero la Virgen insistía diciéndole que si
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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
no la estaba engañando y la niña negaba siempre haber
abierto la puerta prohibida. La Virgen le preguntó:
-¿Qué te ha pasado en el dedo?
Y ella contestó:
-Nada.
De forma que la Virgen la dejó sin habla, la envolvió
en un manto y la puso en un monte muy alto donde había
muchas fieras, tantas que se tenía que subir a los árboles
más altos para que no pudieran alcanzarlas.
Un día pasó el hijo del rey con su caballo y, al verla
tan guapa y con esa melena tan larga, le preguntó si
deseaba marcharse al castillo donde él vivía con sus
padres. La niña aceptó. Transcurrido un tiempo, el
príncipe y la niña se casaron y tuvieron un hijo. Como
ella no hablaba, entonces la encerraron en una habitación
para que de este modo nadie le quitara el niño. Sólo
entraba en la habitación el hijo del rey para llevarle
comida. Un día se le apareció otra vez la Virgen
diciéndole:
-Si no me dices la verdad, me llevo a tu hijo al Cielo.
Pero ella insistía en que no había abierto la puerta
prohibida. Entonces la Virgen envolvió al niño en el
manto y se lo llevó al Cielo. Cuando el príncipe fue a
llevarle la comida y vio que no estaba el niño, pensó que
ella era una fiera en forma de criatura y decidieron
quemarla en la plaza del pueblo. Pusieron un montón de
leña y a ella la montaron encima, le metieron fuego y
cuando el calor abrasaba y notaba que se iba a quemar,
decidió que era mejor decirle la verdad a la Virgen. En
ese mismo momento apareció la Virgen con el niño. Al
verlo todos la quitaron rápidamente del fuego, la Virgen
le devolvió el habla y ella reconoció que había abierto la
puerta prohibida. Y así fue como la Virgen le entregó al
niño.
□□□
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
115
Muchos cuentos de origen ancestral han sido adaptados a
las creencias religiosas del lugar, sin perder por ello sus
elementos maravillosos fundamentales. En este sentido, en
Europa abundan relatos en los que las hadas son sustituidas por
la Virgen María y los personajes tenebrosos por el diablo de la
cultura cristiana. Este es un buen ejemplo.
18. La niña y sus siete hermanitos
451B
[LOS HERMANOS TOROS]
María Dolores Flores
Algeciras
Esto sucedió en Algatocín, pueblo que pertenece a
Málaga. Era un matrimonio que tenía siete varones.
Cuando tuvieron a los siete varones, vino una hembra.
Antiguamente, cuando venía una hembra después de siete
varones, era una deshonra, así que los siete varones se
fueron de su casa. Cuando pasaron tres años, la madre,
peleando un día con la niña, le dijo:
-Anda, que por tu culpa tengo siete pedazos de
corazón tirados por ahí.
La niña, cuando escuchó aquello, se cortó el pelo, se
puso unos pantalones y se fue de su casa. Cuando se le
hizo de noche estaba en medio del monte muertecita de
miedo. Se subió en un árbol y desde lo alto vio una
cueva. A eso de la una de la noche sintió hablar y miró
para la cueva, cuando vio que salían hombres de allí. Se
bajó poco a poco y llegó hasta la cueva. No había nadie y
entonces entró, comió de todo lo que había allí, cogió
comida para el otro día, hizo las camas y se fue otra vez
para el árbol.
Aquella mañana, cuando llegaron los hombres,
vieron que estaba todo hecho y dijeron:
116
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Pues quien haya estado aquí no nos quiere
malamente porque nos lo ha hecho todo.
Aquella noche hicieron la misma faena, pero se
quedó el más chico a ver si la podía coger. Cuando él se
quedó dormido, ella hizo la misma operación. Así fue
hasta que se quedaron todos, pero el mayor se hizo el
dormido y la dejó pasar, pero al salir le echó mano y ella
dijo:
-No me hagas daño, que soy doncella.
Entonces le dice él:
-¿Quién eres?
Y ella, en vez de decirle otra cosa le contó lo que le
pasaba y ellos se dieron a conocer:
-Pues nosotros somos tus siete hermanos.
Ya estaban los ocho juntos muy contentos y alegres,
pero un día que llovía mucho le dicen los hermanos:
-María, no vayas a coger el perejil del pozo, cógelo
del chorro.
Pero ella, como llovía tanto, lo cogió del pozo y se lo
echó a la comida y se sentaron todos a comer. Cuando
cogieron los siete hermanos las primeras cucharadas se
convirtieron en siete toritos.
Ella, llorando todos los días, salía con sus toritos al
campo y les daba de comer. Mariquita sabía cantar muy
bien y un día pasaron unos caballeros y la escucharon:
-¡No ves qué voz tan bonita! ¿Quién canta por allí?
Encontraron a Mariquita rodeada de sus siete toros y
ella en medio cantando. Y le dice uno de los hombres:
-¿Este ganado de quién es?
-Mío.
Y le dijo el caballero:
-¿Te quieres casar conmigo?
Y ella le contestó:
Aunque pobre, tengo vergüenza. Me caso pero con
una condición, que donde duerma yo tienen que dormir
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
117
mis toritos y donde coma yo tienen que comer mis
toritos.
Y se fue con el caballero llevándose sus toritos.
El caballero resultó que era un rey. Cuando llegaron
al palacio, la reina madre le dijo:
-¿Te vas a casar con una campera?
-Sí, mamá, me caso.
Prepararon la boda y se casaron al mes. Se fue el rey
a la guerra y ella se quedó sola. Tuvo un niño y la reina le
dice:
-Vamos a dar un paseo por el estanque.
Cuando iban paseando la empujó y la tiró al estanque
y pensó escribirle al hijo diciéndole que había sido una
mujer mundana y que se había ido con un panadero. Pero
la madre, pensándolo bien, lo que hizo fue coger a una
mujer muy parecida a ella y la metió en la cama. Cuando
vino el hijo y la vio, le dijo:
-¡Qué delgada estás, qué malamente!
Ella le contestó:
-No tengo ganas de comer, tengo las ganas perdidas.
-¿Qué te comerías?
-La asadura de un torito.
-¿Y tú que tanto los querías?
-Ahora se me ha antojado.
El rey cogió a un lacayo y le dice:
-Toma esta espada y ve y mata a un torito.
Coge el lacayo la espada y va a matar al toro, le pega
un pinchazo y el toro pegó una patada en la puerta del
toril y gritó:
-¡¡Hermana, favoréceme!!
Y una voz que venía del estanque le contestó:
-¿Cómo quieres que te favorezca si tengo medio
cuerpo para abajo en agua y el niño metido en la manga?
El lacayo se fue corriendo al rey y le dijo:
-Majestad, yo no mato al toro que ha hablado.
118
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Y entonces fue el rey, hizo lo mismo y le dijo el toro
igual:
-¿Cómo quieres que te favorezca si tengo medio
cuerpo para abajo en agua y el niño metido en la manga?
Fue corriendo y mató a la madre y a la otra que
estaba metida en la cama. Y abrió el estanque, la llevó a
su casa y aquella noche soñó ella que matando a su niño
le daba vida con la sangre a sus hermanos. Mató al niño y
le dio vida a sus hermanos y ya que se iban dijo:
-Voy a dar un beso al niño antes de irme.
Y cuando subió estaba jugando el niño en lo alto de
la cama con su padre.
□□□
Contado como sucedido, incluida la aportación de datos
geográficos, este ejemplo de la narrativa maravillosa encierra
interesantes motivos antropológicos, desde la transformación
en toros hasta la costumbre de rechazar a una hembra tras siete
hijos varones, pasando por el alimento tabú, la usurpación del
lecho nupcial, el enclaustramiento acuático o la sanación a
través de un sacrificio de sangre. Esta escena final también la
vemos utilizada como forma de restituir la felicidad perdida en
el cuento nº 7, “El príncipe y el zapatero”.
19. La garrafita
451B
[LOS HERMANOS TOROS]
Catalina López Mena
La Línea de la Concepción
Era una mujer que tuvo una niña y, como no la
quería, se la entregó a un panadero. El panadero salió a
trabajar y le dijo que se quedara allí esperándolo, pero se
hizo de noche y la niña empezó a llorar. Unos ancianos
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
119
que la oyeron fueron y la recogieron y se quedaron con
ella. Y la cuidaban y la querían mucho.
Un día, la niña les pidió una garrafita y ellos se la
compraron. Cuando la anciana fue al río a lavar a la niña,
se llevó la garrafita. Por el camino, un águila bajó y se la
quitó y la niña salió detrás del águila gritándole:
-Aguilita, aguilita, dame mi garrafita.
El águila le respondía:
-Andaremos, andaremos, y en la cueva de los
ladrones te la daremos.
Y así, el águila llevó a la niña hasta la cueva de los
ladrones y después desapareció. La niña se quedó en la
entrada subida en un árbol, observando todo lo que
hacían los ladrones. Y cuando ellos salían, ella entraba
para arreglar y limpiar la cueva.
Los ladrones se dieron cuenta de lo que estaba
pasando y la descubrieron. Cuando la cogieron le
preguntaron si quería ser su hermana y ella les dijo que
sí. Entonces se sacaron un poco de sangre cada uno y la
bebieron y así se convirtieron en hermanos. Ella los
cuidaba y les daba de comer.
Un día se acercó a la cueva una anciana, le dio unas
setas y le dijo:
-Toma y dale esta comida a tus hermanos, que a ellos
les gusta.
Ella se las preparó y, cuando comieron, ellos se
convirtieron en toritos. La niña lloró mucho, pero se tuvo
que conformar y empezó a cuidarlos con mucho cariño.
Más adelante pasó por allí un príncipe a caballo y
cuando la vio quedó prendado de la muchacha. Ella le
contó su vida y él le dijo:
-No llores, quédate aquí que yo hablaré con mi padre
y vendré a por ti.
La muchacha lo esperaba subida en el árbol. Todos
los días iba al río a coger agua una negrita que veía la
120
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
cara de la muchacha reflejada en el agua y cada día se
sentía más celosa por su belleza. Entonces quebraba la
jarrita que llevaba y decía:
-Tú blanca, yo negra; quiébrate, jarrita.
Esto lo hacía todos los días, hasta que un día la hizo
bajar y se subió ella al árbol. Vino entonces el príncipe,
que se extrañó al verla tan negra, pero ella le dijo:
-Estoy así porque llevo muchos días esperándote y
me he quemado con el sol.
El príncipe se la llevó, pero al cabo de unos días la
descubrió. Entonces se enojó y le hizo contar la verdad.
Enfurecido, mandó quemarla y él se fue a buscar a la
muchacha, que se casó con él y fue muy feliz el resto de
sus días.
□□□
Variante del cuento anterior con algunos olvidos como el
destino final de los hermanos-toros. Como rasgos a destacar
encontramos la forma tribal de hermanamiento y la utilización
de la escena de la usurpadora como forma de desenlace.
20. La muchacha tuerta y sin mano
706
[LA MUCHACHA SIN MANOS]
Antonia González Navarro
Algeciras
Esta era una muchacha que era muy guapa y que
tenía una madrastra. La madrastra le tenía muchos celos y
le decía:
-Yo soy más guapa que tú.
Y la niña contestaba:
-No, yo soy más guapa.
Cogía el espejito:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
121
-¿Quién es más guapa, mi entená o yo?
Y decía el espejito:
-Tu entená.
Y la madrastra pensaba: “Pues yo la tengo que quitar
de aquí para que no sea más guapa que yo”.
Un día, la madrastra le dijo al padre que llevara a la
niña al campo y la dejara allí. Y lo hizo. Pero pasaron tres
o cuatro días y la niña volvió a casa.
La madrastra volvió a preguntar al espejito y, cuando
le dijo otra vez “tu entená”, ella gritó de coraje:
-Pero si mi entená está muerta.
-¡Qué va!
Y empezó a pelearse con el marido.
-¿Ves como tú no la llevaste donde te dije? Bueno,
pues ahora llévatela, córtale la lengua y me la traes.
El padre pensó: “¿Cómo voy a hacer eso?” y la llevó
al campo pero le cortó la lengua al perro y se la llevó a la
mujer. A los pocos días, la niña regresó a la casa.
-¿Ves? Otra vez me has engañado –le dijo al marido-,
tú no le has hecho nada a la niña. Ahora la tienes que
llevar y le tienes que cortar una mano y sacarle un ojo.
El padre:
-¿Pero cómo voy a hacer eso si es mi hija?
-Pues lo tienes que hacer –le gritó la madrastra.
Fue el padre al campo y le cortó una mano y le sacó
un ojo y la ató a un árbol para que se la comieran los
bichos.
Pasó por allí un príncipe que iba de cacería y llevaba
muchos perros. Cuando echó de comer a los perros, había
una perra que se llevaba el trozo de pan y no se lo comía.
Así estuvo dos o tres días hasta que el príncipe siguió a la
perra a ver qué hacía con el pan. Entonces vio a la
muchacha amarrada al árbol sin un ojo y una mano. Pero
era muy guapa. El príncipe se la llevó a su palacio y le
122
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
dijo a su madre que se iba a casar con ella, pero la madre
le decía:
-¿Cómo te vas a casar con una mujer a la que le falta
un ojo y una mano?
Pero el príncipe se casó. Y la muchacha se quedó
embarazada.
Había por entonces una guerra y el príncipe se tuvo
que ir. La muchacha se quedó en el palacio con su suegra.
Y, mientras su marido estaba fuera, ella tuvo mellizos, un
niño y una niña.
El príncipe le escribió a su madre: “¿Qué ha tenido
mi mujer?”. Y la madre le contestó: “Ha tenido un perro
y una perra porque, mientras tú no estabas, ella se ha
acostado hasta con los perros”. “Bueno –le contestó el
príncipe-, perro o perra, tú los dejas quietos hasta que yo
vuelva”.
Mientras, la suegra le decía a la muchacha que se
fuera de allí. Y la muchacha le pidió que le hiciera dos
talegas para llevar a los niños al hombro.
La suegra le hizo dos talegas, una para cada niño, le
echó comida en un bolso y la muchacha se fue con sus
hijos.
Iba por un camino cuando se encontró con un charco
muy grande. En ese momento, uno de los niños se puso a
llorar y ella pensó que se había hecho caca. La muchacha
lo limpió, le puso un trapito limpio y se levantó para
seguir su camino. Entonces, escuchó una voz que le
decía:
-¡Mete la mano partida en el agua!
Ella la metió y enseguida le salió una mano.
La voz dijo entonces:
-Ahora échate agua en los ojos.
Ella se echó agua en los ojos y le salió otra vez el ojo
que le habían sacado.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
123
Siguió caminando y llegó a un pueblo. Fue al
ayuntamiento y explicó que llevaba dos niños pequeños,
que dónde podrían dormir. Un hombre le contestó:
-Mire, ahí hay una casa, pero todo el que se mete en
ella, por la mañana está muerto. Así que si quiere usted
meterse...
-Sí, sí, yo me meto.
Fue y se metió. En la casa había de todo. Hizo de
comer, acostó a sus niños y, cuando se quedó sola, siente
una voz que le dice:
-¿Caigo o no caigo?
Y dice ella:
-Cae.
Y cayó un cuerpo. Al ratito escucha:
-¿Caigo o no caigo?
Y dice ella:
-Pues cae.
Y cayeron dos piernas que se unieron al cuerpo. Al
ratillo:
-¿Caigo o no caigo?
Y dice ella:
-Pues cae.
Y cayó la cabeza, que se unió al cuerpo. Al ratillo
siente:
-¿Caigo o no caigo?
Y ella:
-Cae.
Y cayeron los brazos, que se unieron al cuerpo y se
formó un hombre.
-Mira, todos los que han ido viniendo a esta casa se
morían del susto, pero veo que tú no. Ve a aquella losa,
quítala y coge todo el dinero que hay.
-¿Quién es usted?
-Yo estoy penando por un dinero que robé y que
tengo ahí escondido. No me puedo ir a la gloria hasta que
124
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
alguien que no me tenga miedo quiera llevarse este
dinero.
Ella cogió el dinero. Por la mañana vino el enterrador
y los del ayuntamiento a por ella, pero se llevaron una
sorpresa:
-¡Pero si no se ha muerto!
-Pues no, no me he muerto, que estoy aquí.
-¡Ah, pues quédate en el pueblo si quieres!
Alquiló una casa grande y puso una sastrería y colocó
a muchas muchachas del pueblo para trabajar con ella.
Pasó el tiempo y los niños crecieron. Mientras tanto,
el príncipe había llegado de la guerra y le dijo a su
madre:
-¿Y mi mujer y mis hijos?
-¿Tu mujer? Tu mujer se fue, cogió a los niños y se
fue.
-Pues voy a buscarla.
Después de mucho andar, llegó al pueblo donde ella
vivía. Pero él preguntaba por una mujer a la que le
faltaban un ojo y una mano y así, claro, nadie la conocía.
Pero una mujer del pueblo le dijo:
-Mire, aquí hace poco llegó una mujer con un niño y
una niña y puso una sastrería aquí enfrente.
Él llevó tela para que le hiciera un traje y empezó a
hablarle para ver si era ella.
-Mire, yo he venido de la guerra y mi mujer se quedó
con mi madre, pero se fue de casa y la estoy buscando.
Los niños se le sentaron cada uno en una pierna. Y la
madre les decía:
-Bajarse, niños, que estáis molestando.
Y le hablaba al hombre:
-Pues mire, a mí me ha pasado un caso parecido. Mi
madrastra mandó que me sacaran un ojo y me cortaran
una mano y me amarraron a un árbol. Entonces, un perro
me llevaba pan hasta que un príncipe me llevó a su
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
125
palacio y me casé con él. Pero también se fue a la guerra
y yo me quedé con mi suegra. Ella me echó a la calle con
los dos niños.
-¡Ah, pues entonces es a ti a la que yo voy buscando,
que soy tu marido!
Se quedaron allí con el dinero que ella había cogido
de la casa y con sus niños.
Y se acabó el cuento con pera y pimiento.
□□□
Casi todas las versiones conocidas de este cuento hacen
referencia a una joven a la que se le amputan las dos manos o
los dos brazos. Esta que hemos recogido cambia los elementos,
aunque no por ello se pierde el simbolismo que supone dicha
carencia y su posterior regeneración milagrosa, motivada por el
esfuerzo de la protagonista por seguir viviendo y sacar a sus
hijos adelante.
21. Mariquita y su hermanastra
480 + 510A
[LAS MUCHACHAS AMABLE Y ANTIPÁTICA +
CENICIENTA]
Antonia González Navarro
Algeciras
Esto era un hombre viudo que tenía una hija. La
madre se había muerto hacía poco tiempo y la niña vivía
siempre muy triste.
Cuando la niña iba a la escuela, la maestra le decía:
-Mariquita, ¿qué te pasa?
-Que mi madre se ha muerto y estoy muy solita.
-Pues dile a tu padre que se case conmigo y así tú te
vienes a mi casa. Mira, yo tengo una hija como tú, si te
vienes vas a poder estar todo el día con ella y te vas a
encontrar muy bien.
126
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Llegó la noche y la niña le dijo a su padre:
-Papá, dice la maestra que te cases con ella.
-No, hija, yo no me caso con nadie, que no quiero
ponerte madrastra.
Y la niña se quedó callada. Al otro día le pregunta la
maestra:
-¿Se lo has dicho a tu padre?
-Sí, pero mi padre me ha dicho que no quiere
ponerme madrastra y que no se casa.
-Bueno, pues cuando venga esta noche de trabajar se
lo dices. Verás que cuando se lo digas muchas veces lo
hace.
Cuando vino el padre por la noche, la niña le volvió a
preguntar:
-Papá, ¿por qué no te casas con la maestra?
-Que no, niña, que no me caso.
Y así estuvo la niña tres o cuatro días más. Y a los
tres o cuatro días le pregunta:
-Papá, ¿por qué no te casas con la maestra?
-Bueno, mira, pues me voy a casar. Compra unos
zapatos y los pones ahí, y cuando se rompan los zapatos
me caso con la maestra.
Llegó la niña a la escuela y le pregunta la maestra:
-¿Qué te ha dicho tu padre?
-Se ha comprado unos zapatos y los ha puesto allí. Y
me ha dicho que cuando se rompan los zapatos se casa
con usted.
-Pues mira, esta noche te meas en los zapatos y los
pones en la candela. Así todas las noches hasta que se
rompan.
La niña lo hacía. Se meaba todas las noches en los
zapatos y los ponía en la candela. Hasta que a los zapatos
se les hicieron rajas.
-¡Papá, papá! Ya se han roto los zapatos.
-Pues dile a la maestra que voy a hablar con ella.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
127
Arreglaron el casamiento y se casaron. Los primeros
días estaban muy contentas con Mariquita: “Mariquita
esto, Mariquita lo otro...”, pero después la madrastra
empezó a darle para que fregara los platos, para que
cosiera, para que limpiara la casa, la chimenea..., y la
pobre siempre estaba que era una cenicienta, muy sucia,
muy estropeada. Y dice un día:
-Papá, la maestra es muy mala.
-¿No te lo decía yo, no te dije que las madrastras eran
muy malas? Pues ya no puedo hacer nada, tienes que
aguantarte.
Un día, la maestra le dijo a la niña:
-Mariquita, vamos a matar un cochino y tú tienes que
ir a lavar las tripas al río para hacer las morcillas.
Mataron un cochino y Mariquita preparó las tripas en
un baño y fue al río a lavarlas. Cuando las estaba lavando
sintió que lloraba un niño. Y dice:
-¡Huy! Hay un niño llorando. ¿Dónde será?
Empezó a buscar y vio una casa. Dentro estaba el
niño llorando. Lo cogió, lo cambió, lo lavó y le dio un
biberón y lo acostó. Al salir por la puerta, cuando ya se
iba, se encontró con tres mujeres, que le dijeron:
-Mariquita, muchas gracias.
-Es que estaba el niño llorando y lo he lavado.
Y las tres mujeres le dijeron:
-Yo te voy a conceder que lleves el sol en la cara y
que resplandezcas como él.
-Yo te voy a dar la gracia de que cada vez que abras
las manos eches monedas de oro.
-Y yo, que no tengas que tocar las tripas del cerdo,
que se pongan blancas sin tocarlas.
Y se fue Mariquita con las tres gracias que acababan
de darle. Llegó al río, cogió sus tripas y se fue para su
casa.
Cuando la vio llegar su hermanastra, dijo:
128
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Mamá, mira qué brillo trae Mariquita en la cara.
¡Qué guapa viene!
La hermanastra se metió en el cuarto con Mariquita.
-¿Qué quieres?
-Verte, porque hay que ver lo guapa que estás.
Mariquita abrió las manos y se lió a echar monedas
de oro al suelo.
-¡Huy, lo que ha hecho, la de monedas que ha
echado!
-Mariquita, cuéntame qué es lo que has hecho.
-Mira, yo estaba en el río y sentí a un niño llorar.
Entonces fui, le di una paliza y lo puse negro. Se había
cagado. Cogí la caca, se la refregué por toda la cara y
después me fui. Después vinieron las maris y me dieron
las gracias.
-¡Mamá, mamá, mata un cochino! Y ahora voy a ser
yo la que vaya a lavar las tripas.
La madre mató otro cochino y su hija fue a lavar las
tripas. Y sintió al niño llorar. Y le dio una paliza, le
refregó la caca y lo dejó tirado. Al salir se encontró a las
tres mujeres.
-¿De dónde vienes?
-De darle una paliza a ese niño que no para de llorar,
a ese niño cochino. Le he dado la grande.
Y las tres mujeres empezaron a hablar entre ellas:
-A ésta, yo le voy a dar que las tripas del cerdo se le
pongan negras y las tenga que tirar.
-Yo, que cada vez que abra las manos eche cagajones
de burro por todas partes.
-Y yo, que le salga un hopo en la frente y cuanto más
se lo corte más largo le salga.
La niña se volvió a su casa y llegó con un rabo en la
frente. Y su madre:
-¡Ay, hija! ¿Qué te ha pasado?
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
129
-Mamá, he hecho lo que Mariquita me ha dicho y
mira lo que me ha pasado.
Y cuando abrió las manos mientras hablaba,
empezaron a caer tantos cagajones de burro que puso la
habitación perdida. Y las tripas del cerdo, cuando las vio
su madre, las tuvo que tirar.
Después fue a la habitación de Mariquita.
-Mira, Mariquita, lo que me ha pasado.
Abrió las manos y Mariquita le dijo:
-Vete de aquí, que me vas a poner la habitación
hecha una porquería.
La niña se fue llorando al cuarto de su madre. En ese
momento, escucharon que por las calles iban anunciando
que el príncipe iba a dar una fiesta para encontrar una
novia. Y dice la maestra:
-A esta fiesta hay que ir.
-Sí, sí, mamá, yo quiero ir.
-Pero ¿dónde vas tú con ese hopo en la frente?
-Tú me lo cortas con unas tijeras a cada instante.
-Venga, vale, pero tú te estás calladita.
La maestra llamó a Mariquita.
-Mariquita, nos tienes que hacer a cada una un
vestido para ir a la fiesta.
Mariquita estuvo varios días cosiendo sin descanso
hasta que hizo los dos vestidos. Y cuando llegó el día de
la fiesta, la maestra y su hija se pusieron los vestidos, se
colgaron un bolso grande y se fueron a la fiesta.
Mariquita se fue al patio a llorar y en estas bajó una
dama:
-Mariquita, ¿por qué lloras?
-Porque todas las muchachas del pueblo se han ido a
la fiesta y yo me he quedado aquí. Mira cómo estoy.
-¿Tú quieres ir?
-Es que no tengo ropa, mira qué sucia estoy.
-Yo te traeré la ropa.
130
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Le trajo un vestido y unos zapatos preciosos y una
carroza.
-Te vamos a dejar en la puerta de palacio, pero antes
de las doce te tienes que venir
Llegó Mariquita y la enterá del hopo la conoció. Y
dice abriendo las manos:
-¡Mamá, esa es Mariquita, esa es Mariquita!
Y la madre:
-¡Ay, niña, estate quieta, que estás llenando toda la
habitación de cagajones!
Y la madre recogiendo cagajones. Pero como no
tenían dónde meterlos, tuvieron que llenar los bolsos. Y a
cada instante le tenía que cortar el hopo con las tijeras.
Mariquita bailó con el príncipe, pero miró el reloj y,
cuando vio que eran las doce, salió corriendo y de ligera
que iba se le cayó un zapato, pero no se volvió a cogerlo.
Al príncipe le había gustado Mariquita cuando bailó
con ella, así que escribió un bando en el que decía que se
casaría con la muchacha a la que le quedara bien el
zapato.
Fueron de casa en casa probándoselo a todas las
muchachas. Cuando llegó a casa de Mariquita, se lo
probó a su hermanastra, que gritó:
-¡Aaay! Me duelen mucho los dedos.
Su madre le dijo:
-Córtate un poquito los dedos y cuando ya estés en
palacio te los curas y ya está.
Se cortó un pedazo de dedo. La sangre chorreaba y el
príncipe dijo:
-No, no, este pie no es para este zapato.
Entonces, el príncipe le preguntó a la maestra:
-¿Usted no tiene más hijas?
-Yo no.
Y uno de los que venían con el príncipe dijo:
-Sabemos que tiene usted otra hija.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
131
-Pero mire usted, esta está muy sucia y no va a
ningún sitio, ella no sale.
-Bueno, sáquela usted.
Metió el pie Mariquita y le estaba que ni pintado.
-Esta es la que buscamos.
Se la llevaron a palacio y se casó con el príncipe.
Mariquita se llevó a su padre, a la maestra y a su hija. A
su hermanastra la puso a fregar el suelo, a su madrastra a
coser y al padre lo puso hecho un rey.
Y se acabó el cuento con pan y pimiento.
□□□
Unión de dos tipos bien conocidos: a la trama del baile y la
pérdida del zapato se ha añadido como punto de partida el
motivo de la hermanastra envidiosa que es castigada con
distintas desgracias. En otras versiones, los donantes son
enanos, ancianos, los meses del año (como veremos en otro
texto), la Virgen, Jesucristo o un animal. Las gracias
concedidas casi siempre son las mismas: belleza, riquezas y
objetos mágicos. Y los castigos, lo contrario que se le haya
otorgado a la muchacha amable.
Llama la atención el término utilizado por la informante
para denominar a las hadas protectoras-justicieras, un nombre
que no suele encontrarse en Andalucía pero sí en otras regiones
de España, como el País Vasco y Navarra.
22. El enano Sin Nombre
500
[EL NOMBRE DEL AUXILIADOR]
Sin datos de informante
Algeciras
Hace mucho tiempo vivió un molinero que, para
darse importancia, no paraba de decir que su hijita,
cuando hilaba, cambiaba la paja en oro.
132
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Se enteró de aquello el rey y quiso comprobarlo,
ordenando que la hija del molinero fuera a palacio a
demostrar aquella maravilla. Cuando llegó, el rey la llevó
al pajar y le dijo:
-Quiero que mañana toda esta paja esté convertida en
oro. Si lo haces te casarás conmigo, pero si no lo haces te
encerraré toda tu vida en las mazmorras del castillo.
La pobre niña se echó a llorar pensando que nunca lo
conseguiría y que sería castigada por el rey.
En ese momento se le apareció un enano en la
ventana que le dijo que le haría el trabajo si a cambio le
entregaba el primer hijo que tuviera con el rey.
La hija del molinero aceptó y el enano le convirtió la
paja en oro. Cuando el rey vio aquello, cumplió su
promesa y se casó con ella.
Pasó el tiempo y la muchacha, que ya era reina, tuvo
un hijo. Nada más enterarse, el enano apareció de nuevo
en el palacio y le pidió que le diera el niño. La reina se
puso a llorar y le suplicó que no se lo llevase, pero el
enano le contestó:
-Un trato es un trato. De todos modos, si antes de tres
días eres capaz de adivinar cómo me llamo, no me lo
llevaré. Cada noche vendré a preguntarte y a la tercera
me lo llevaré.
La reina dijo muchos nombres: “Pedro, Paco, Pepe,
Simón...”, pero ninguno era el del enano. La pobre se
echaba a llorar cada día que el enano llegaba a
preguntarle por su nombre hasta que al tercer día un paje
la vio llorar y se ofreció a buscar el verdadero nombre de
aquel malvado personajillo.
Después de mucho caminar llegó a un bosque y vio a
un enano que saltaba y cantaba junto a una hoguera. El
paje se escondió detrás de un árbol y escuchó lo que
decía:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
133
-¡El niño será mío, mío, mío! ¡Soy más listo que
cualquier hombre y nadie sabe que me llamo Sin
Nombre! Ja, ja, ja.
El paje salió rápidamente del bosque y fue a decírselo
a la reina. Cuando esa noche llegó el enano al palacio, la
reina le dijo:
-Ya sé que te llamas Sin Nombre.
El enano se puso hecho una fiera, pero no tuvo más
remedio que dejar al niño con su madre, que fue muy
feliz para siempre.
□□□
Sin Nombre, Ruidoquericto, Enano Saltarín, Perico el de
los Palotes o Quiriquitón son algunos de los nombres dados en
las diferentes versiones españolas al duende o diablillo que
ofrece la salvación a una muchacha a cambio de llevarse a su
hijo. Se trata de un relato muy extendido por toda Europa que
en la literatura escrita irrumpió de la mano de los hermanos
Grimm, que utilizaron el nombre tradicional alemán del
personaje: Rumplestilskin. Tom Tit Tot es su nombre inglés y
Whuppity el escocés. En Austria lo llaman Kruzimugeli y en
Hungría, Winterkoble. Difícil lo tiene ya el diablillo para
ocultar su nombre en cualquier país, dada su popularidad.
23. Periquito y Mariquita
720
[MI MADRE ME HA MATADO, MI PADRE ME HA
COMIDO]
Antonia González Navarro
Algeciras
Esto era una mujer que tenía un hijo y una hija
llamados Periquito y Mariquita. Un día le dijo a la niña:
-Mira, Mariquita, tú vas a ir a por agua y tú,
Periquito, vas a ir a por una poquita leña para hacer la
134
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
comida. Al que venga antes le doy de merendar pan y
queso.
Periquito corrió mucho para llegar antes y comerse el
pan y el queso. Pero cuando llegó a la casa dijo:
-Mamá, yo lo que tengo es sueño y me quiero
acostar.
-Si tienes sueño, acuéstate en la cama de tu tío.
-No, no, que tiene muchas pulgas.
-Pues acuéstate en la cama de tu padre.
-No, que la cama de mi padre está muy dura y tiene
muchas chinches.
-Pues acuéstate en la mía.
-No, que tiene muchos piojos.
-Entonces, ¿dónde te vas a acostar?
-En este lebrillo.
Entonces se metió en un lebrillo grande que tenían
para amasar. Cuando Periquito se quedó dormido, la
madre calentó una olla de agua y fue y se la echó al niño
por encima y lo quemó. Se le cayó el pelo y lo metió en
una olla.
Vino Mariquita y preguntó por su hermano:
-¡Mamá! ¿Y Periquito?
Y la madre le contestó:
-Todavía no ha venido. Mira, yo voy a un mandado.
La olla está en la candela, no la destapes.
Cuando pasó un rato, Mariquita destapó la olla y vio
a su Periquito allí metido.
-¡Ay, mi Periquito, que está en la olla!
Y se sentó en la puerta a llorar.
Entonces pasó una mujer y le preguntó:
-Mariquita, ¿qué te pasa?
-Que mi madre ha matado a mi Periquito, lo ha
metido en la olla y se está cociendo en la candela.
-Pues mira, tú no llores, y cuando tu madre se vaya a
comer a Periquito, tú no comas, tú coges todos los huesos
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
135
que vayan dejando, los pone en un cestito y los echas al
pozo.
Vino la madre y dijo:
-Venga, Mariquita, que vamos a comer.
-No, que es mi Periquito.
-¡Qué va, si Periquito todavía no ha vuelto!
La niña hizo lo que le había dicho aquella señora: no
comió y fue reuniendo todos los huesecitos que dejaban
la madre y el padre y los echó todos en el pozo.
En ese momento salió Periquito del pozo con un
canasto de flores precioso. Y dice la madre:
-¡Ay, qué flores más preciosas! Dame una, Periquito.
-No –dijo Periquito-, que me mataste, me comiste y
no me lloraste.
Y entonces dijo Mariquita:
-¡Dame una flor, hermanito!
-Tómalas todas, que tú ni me mataste, ni me comiste
y sí me lloraste.
□□□
Cuento truculento con reminiscencias mitológicas (en la
Grecia antigua, por ejemplo, encontramos los mitos de ProcneTereo y Aedona-Politecno donde madres sirven a sus maridos
la carne de su propios hijos) y similar al romance de “La
infanticida”, conocido popularmente en la zona como “El
pobre lancero”.
En otras versiones que hemos recogido son frutas, oro o
caramelos lo que saca el niño del pozo, aunque todas acaban
con la misma frase. La conversación de las camas se repite en
otra versión recogida en Castellar de la Frontera, pueblo
colindante con Jimena, aunque no la hemos encontrado fuera
de la zona. En otra versión recogida en Algeciras, un pastor da
a Mariquita tres huesos mágicos de aceituna que, al ser
arrojados al pozo, devuelven la vida al hermano y hacen
desaparecer a la madrastra.
136
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
En la provincia de Cádiz también fue recogido por Larrea
(“La madrastra y el pajarito”), Francisco Vegara (en Ruiz
Fernández, “Periquito y Mariquita”) y en las recopilaciones
coordinadas por García Surrallés (ver en Sandubete y en García
Surrallés), estas últimas con el mismo título que el nuestro.
24. La princesa de la capa de cerdo
510
[CENICIENTA]
Sin datos de informante
Los Barrios
En un país lejano y maravilloso nació una preciosa
niña, hija de los reyes del castillo. En aquel tiempo todo
el mundo era feliz. Bueno, todos menos los tíos de la
niña, que, como no podían tener descendencia, estaban
celosos de la felicidad de sus hermanos y odiaban a la
chiquilla.
Eran tan malvados que un día decidieron raptar a la
princesa y se la llevaron a unos campesinos para que la
criaran como si fuera su hija. Y les dieron una bolsa de
dinero para que nunca contaran aquello a nadie.
La niña fue creciendo cada vez más hermosa, pero la
gente se metía con ella porque siempre iba vestida con
una capa hecha con la piel de un cerdo. La piel echaba un
olor inaguantable y todo el mundo evitaba pasar por su
lado o se acercaban para reírse de ella. La muchacha se
sentía mal y se echaba a llorar.
Un día pasó por allí una mujer muy dulce y la vio
llorando. Y le dijo:
-Mira, si te bañas con estas hierbas te va a cambiar la
suerte.
La muchacha hizo lo que le dijo. Se metió en el río y
se bañó y enseguida se le fue el mal olor de la piel del
cerdo.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
137
Pasó por allí un príncipe que venía de muy lejos y
que iba de visita al castillo de los padres de la muchacha.
El príncipe se quedó prendado de ella, así que le pidió
que lo acompañara en su viaje. Ella le contestó que
también tendrían que ir sus padres, los campesinos, y eso
hicieron. Cuando llegaron a palacio, los campesinos, al
ver lo tristes que estaban los reyes desde que su hija había
desaparecido, contaron la verdad: que los tíos de la niña
les habían dado dinero para que se quedaran con ella. Los
reyes escucharon a los campesinos y abrazaron a su hija,
que, como ya no era ninguna niña, se casó con aquel rico
príncipe que había venido de visita.
Y sus malvados tíos fueron expulsados del reino.
□□□
Caso claro de profundo deterioro de un cuento
maravilloso. Conservando los rasgos más generales, este relato
ha perdido detalles significativos como la presencia de
elementos mágicos que auxilien a la protagonista (las hierbas
que recibe sólo tienen un efecto higiénico) o la forma de
resolver el problema. Desgraciadamente, este es el estado en
que se recogen actualmente muchos cuentos folklóricos
porque, aunque siguen siendo tradicionales, han perdido su
popularidad.
25. Las tres hermanas
707
[EL PÁJARO QUE HABLA, EL ÁRBOL QUE CANTA Y LA
FUENTE DE ORO]
Sin datos de informante
La Línea de la Concepción
Había una vez tres hermanas que vivían con su padre.
Un día el hombre tuvo que marcharse y las dejó solas,
pero antes les advirtió:
138
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-No salgáis mucho de casa, pues en el palacio de
enfrente vive un rey que está buscando una muchacha
para casarse con ella.
La hija mayor no dio importancia a lo que dijo su
padre, así que convenció a sus dos hermanas para que la
acompañasen al palacio. Así la vería el rey y se casaría
con ella.
Cuando el rey las vio, no se enamoró de la mayor
sino de la más pequeña. Rápidamente ordenó preparar la
boda porque a los pocos días tenía que marcharse a la
guerra. Y las dos hermanas mayores, en vez de estar
contentas, sintieron mucha envidia de la pequeña.
Se casaron y el rey se marchó a la guerra como tenía
previsto. Su esposa, al quedarse sola, llamó a sus
hermanas para que le hicieran compañía en el palacio.
Una vez allí les contó que estaba esperando un niño que
iba a tener un lucero en la frente.
Pasaron los meses y dio a luz un niño y una niña y
los dos tenían el lucerito en la frente. Las hermanas
escribieron rápidamente una carta al rey contándole que
su esposa había parido dos elefantes en vez de dos niños.
Y el rey, enojado, ordenó que encerraran a su esposa en
una celda y que sólo la alimentaran con pan y agua. Las
hermanas aprovecharon, metieron a los niños en un cesto,
les pusieron un poco de dinero y lo dejaron en el río para
que se los llevara la corriente lejos de allí.
Pero no ocurrió así. El cesto fue encontrado por un
molinero que tenía su molino un poco más abajo, muy
cerca del palacio. El molinero crió a los niños y cuando
fueron los suficientemente mayores les contó que él no
era su verdadero padre y que se los había encontrado en
el río. Con el dinero que llevaban en el cesto, que todavía
conservaba, les compró a cada uno un caballo y los dejó
que salieran en busca de sus verdaderos padres.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
139
Por el camino, los niños se encontraron con un pájaro
encantado que les contó toda la verdad. Los niños
cubrieron entonces los luceros de sus frentes con
pañuelos para no ser reconocidos. Y así decidieron ir
todos los días a palacio hasta que el rey se fijase en ellos.
Tanto visitaron el palacio que un día el rey incluso
los llegó a invitar a comer. El pájaro encantado les dijo
que tuvieran cuidado de que el rey no comiera nada
porque la comida, ese día, iba a estar envenenada.
Cuando le sirvieron la comida al rey, los niños le
avisaron y pidieron que un gato la probara antes. El gato
se murió de inmediato. El rey, agradecido, les dijo a los
niños que pidieran lo que quisieran a cambio y ellos
pidieron que llevaran otro filete a la mujer que estaba
presa.
-¿A la mujer presa? Hace mucho tiempo que no come
y se va a ahogar con el filete.
Los niños dijeron entonces:
-¿Cómo se va a ahogar con un miserable filete? Una
mujer que fue capaz de tener un niño y una niña con un
lucero en la frente no puede ahogarse con un filete de
nada.
Los niños se quitaron las vendas de la frente y todos
pudieron ver los luceros que tenían. Sus tías,
comprendiendo que se iba a descubrir todo, se tiraron por
un balcón y murieron. Los niños y el rey fueron
inmediatamente hacia el cuarto donde estaba la madre,
abrieron la puerta y la sacaron. Todos se abrazaron y el
rey le pidió perdón por haber creído a sus cuñadas. Desde
entonces vivieron felices para siempre.
□□□
Versión algo deteriorada del pájaro sabio, el agua que
canta y la fuente de oro, que ha perdido algunos de sus objetos
mágicos y que, por ello, deja el peso de la trama en la
140
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
persecución psicológica que sufre la joven reina a manos de sus
dos hermanas.
26. Los hijos de palo
707
[EL PÁJARO QUE HABLA, EL ÁRBOL QUE CANTA Y LA
FUENTE DE ORO]
Francisca Mena Guerrero
Casares
Había una vez tres hermanas modistas. Un día
estaban hablando y dijo la mayor:
-Si yo me casara con el rey, cuando tuviera un hijo le
haría una mudita con una cáscara de nuez.
Y dijo la segunda hermana:
-Pues si yo me casara con el rey, cuando tuviera un
hijo le haría una mudita de cáscara de almendra.
Y la pequeña dijo:
-Si yo me casara con el rey, tendría dos niños
mellizos que serían sabios y tendrían dos luceritos en la
frente.
Antiguamente, el rey mandaba espías por el reino
para que escucharan por las puertas. Uno de ellos
escuchó lo que la muchacha había dicho y el rey, al
enterarse, la mandó llamar.
-¿Es cierto que lo que me han dicho, que tendrías dos
niños mellizos, sabios y con luceros en la frente?
La muchacha respondió:
-Sí, majestad, es cierto.
-¿Te quieres casar conmigo?
-Sí.
Cuando se casaron, había una guerra y el rey se tuvo
que ir a luchar, así que la muchacha se quedó sola y se
llevó a sus dos hermanas a palacio. A los nueve meses
tuvo dos niños preciosos con un lucerito en la frente. A
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
141
las dos hermanas les comía la envidia, así que decidieron
mandarle una carta al rey en la que ponían que su
hermana pequeña le había engañado, que no había tenido
dos niños normales sino dos niños de palo, y que después
ella había muerto.
Las dos hermanas cogieron a los niños, los metieron
en una caja y los tiraron al mar y a la madre la metieron
entre dos paredes para que muriera asfixiada.
Cerca del palacio vivía una viejecita que iba todos los
días a la playa a recoger las cosas que las olas arrastraban
hasta la orilla. Una mañana, la vieja fue al mar y vio la
caja, la abrió con cuidado y vio a los dos niños con el
lucero en la frente. La mujer se los llevó a su casa y le
puso un pañuelo en la frente para que nadie les viera los
luceros.
Cuando los niños se iban haciendo mayores, les
fabricó unos borriquitos de madera y les sembró hierba
en el patio de la casa para que no salieran a la calle.
Desde un balcón de palacio se veía el patio de la casa
de la vieja. Cuando el rey regresó de la guerra, todos los
días se asomaba al balcón y veía a los niños jugando, que
les sorprendían mucho por llevar la frente tapada. Un día
que jugaban a darles hierba a los borriquitos de madera,
el rey les gritó desde el balcón:
-Niños tontos, niños humanos, ¿los burros de palo
comen hierba?
Y los niños le contestaron:
-Rey tonto, rey humano, ¿las mujeres de carne y
hueso tienen hijos de palo?
Al escuchar esto, el rey les preguntó:
-¿Y cómo sabéis eso?
-A usted le dijeron que nuestra madre había tenido
hijos de palo. Mi madre está encerrada, pero todavía
sigue con vida.
142
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Cuando el rey escuchó esto, se llevó a los niños y
rescató a la madre que llevaba mucho tiempo encerrada
entre dos paredes y sin comer.
Cuando la rescataron, el rey mandó matar a las
hermanas de la muchacha, pero ella y sus hijos se
opusieron, que era mejor que se las llevaran lejos de allí.
Así lo hizo y así se acabó este cuento.
□□□
En esta versión, los objetos mágicos han sido sustituidos
por la estratagema que la anciana donante utiliza para llamar la
atención del rey. El único elemento mágico que se conserva en
el relato es el lucerito en la frente de los hermanos, en este caso
marca de astucia e inteligencia más que de poderes
sobrenaturales.
27. La sirenita del mar
366 + 316
[ASADURA DEL MUERTO + LA SIRENA DE LA MAR]
Sin datos de informante
Tarifa
Había una vez un matrimonio que vivía con su hija
en una casita. El padre era pescador y conocía los
peligros que se podían encontrar en la mar. Muchas veces
había llegado a su casa contando que una enorme orca
había sacado la cabeza del agua y lo había mirado de
mala manera o que había perseguido su barco hasta
golpearlo. Precisamente por eso, como la niña era muy
desobediente, el padre la amenazaba diciéndole que un
día de esos vendría una sirena y se la llevaría al fondo del
mar. La madre se reía de esas cosas y la niña seguía sin
hacerles caso ni a uno ni a otro.
Un día, la madre la mandó a la plaza y le dijo que no
se entretuviera por el camino. La niña no hizo caso y se
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
143
fue al muelle a ver cómo sacaban las cajas de pescado de
los barcos. Cuando se vino a dar cuenta se le había hecho
tarde, así que fue corriendo a la plaza, compró lo que le
había encargado su madre y se fue por el camino más
corto, que era el de la playa. Allí le salió del agua una
sirena que le dijo:
-Mariquita, soy la sirenita del mar y a ti te vengo a
buscar.
Mariquita corrió y se alejó de la orilla, pero otra vez
escuchó la voz de la sirena que parecía que la estaba
persiguiendo:
-Mariquita, soy la sirenita del mar y a ti te vengo a
buscar.
La niña corría y corría hasta que llegó a su casa.
Entró, cerró la puerta y se lo contó a su madre, que, como
estaba muy preocupada por lo que había tardado, no le
hizo caso y la castigó en su cuarto. A esto que la niña
volvió a escuchar:
-Mariquita, soy la sirenita del mar y a ti te vengo a
buscar.
-Mamaíta mía, que es la sirenita del mar.
-Calla, niña, que ya se irá.
Pero la sirena seguía:
-No me voy, que a tu cuarto voy.
-Mamaíta mía, que me viene a buscar.
-Calla, niña, que ya se irá.
-No me voy, que en tu cuarto estoy.
Así llegó la sirena hasta el cuarto de la niña y, sin que
su madre se diera cuenta, se llevó a la niña y nunca más
se supo nada de ella.
□□□
Esta descarnada versión marinera de “La media carita” o
de “Mariquilla ura ura” (ver la incluida en Cien cuentos
populares andaluces) llama la atención sobre todo por el final,
144
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
que huye de desenlaces tranquilizadores. Se hace hincapié en el
mar como lugar temible, consideración justificada entre
pescadores y marineros de zonas con grandes temporales,
como es el caso del Estrecho de Gibraltar.
En cuanto a su catalogación, hemos considerado que se
trata del tipo 316, en el que una sirena representa el papel del
malvado secuestrador, desarrollado sobre la estructura del 366,
conocido como “La asadura del muerto”.
28. Los hijos del azafranero y el gigante
315
[LA HERMANA TRAIDORA]
Pilar Pecino Quiñones
Los Barrios
Pues señor, esto era un azafranero que se dedicaba a
vender azafrán. Una vez que había tenido un día malo,
que no había vendido nada, cuando iba de vuelta, se
encontró con un viejo que le dice:
-¿Qué hay, amigo, cómo se ha escapado hoy?
-Pues malamente.
Y le dice el viejo:
-¿Sabe usted lo que tiene que hacer? Coger a un hijo
y a una hija suyos, meterlos en un arca y echarla río
abajo. Les echa usted comida y donde se pare el arca,
pues que abran y que salgan, que ya buscarán su destino.
El hombre tenía muchos hijos. Y dice uno:
-Papá, yo me voy a meter.
Y una hija lo mismo:
-Venga, pues yo también.
Y se metieron los dos. Y pasaron muchos días dentro
del arca comiendo unas roscas de pan que les había
metido su padre. Y cuando ya se paró el arca, salieron y
se encontraron en un camino. Solamente les quedaban
tres roscas.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
145
Iban andando sin rumbo fijo y en el camino les salió
un perro grande. El muchacho halagando al perro, venga
halagarlo, y ella:
-¿Qué querrá este perro?
-A lo mejor es que tiene hambre. Vamos a echarle
una rosca de estas.
-Sí, hombre, tenemos tres y sin saber cuándo vamos a
comer, ¿cómo le vas a echar una rosca al perro?
-Anda, yo se la voy a echar.
Y le echó una rosca al perro. Y ya sólo les quedaban
dos.
Siguieron andando, andando, andando, y a los cinco
minutos, ¡otro perro! Y pasó exactamente igual. El
hermano le echó otra rosca, aunque ella no quería. Y los
dos perros se fueron con ellos. Y más adelante, otro
perro, y también le echó la rosca. Los tres perros se
comieron las tres roscas y ellos se quedaron sin nada que
comer.
Se encontraron un castillo viejo y entraron a pasar la
noche. Era todavía de día y el muchacho dijo:
-Voy a salir a ver si encuentro algo de comer, un
conejo, un pescado o algo.
Y cuando él estaba buscando la cacería, ella se quedó
sola allí y apareció un gigante que le dice:
-Mira, tú te puedes quedar, pero a tu hermano no lo
quiero aquí. Trata de deshacerte de él y tendrás aquí
comida y todo lo que tú quieras.
Y ella le preguntó:
-¿Y cómo lo hago?
El gigante le dio una porra y le dijo:
-Mira, tú te pones detrás de la puerta y, cuando él
vaya a entrar, tú le das un porrazo en la cabeza y lo
matas.
Y ella:
-Bueno.
146
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Vino el hermano y ella lo esperaba detrás de la
puerta, pero como los perros se le adelantaron, se liaron
con ella y no pudo darle con la porra. Los perros lo
habían salvado.
Al otro día, el gigante le dice:
-Tú te deshaces de él como puedas. Vete con él al
campo.
Y ella le dijo al hermano:
-Yo voy a ir contigo de cacería.
Al pasar por la vera de un pozo que no tenía ni cubo
ni nada, dice ella:
-Me ha entrado sed. Cógeme un poquito de agua
aunque sea con las manos.
Se agacha el muchacho a sacarle agua con las manos
y la hermana le dio un empujón y lo tiró al pozo. Ella
salió corriendo para el castillo y los perros rápidamente
echaron mano de las ropas del muchacho y lo sacaron. Y
ya se dio cuenta él de por qué su hermana siempre le
estaba chillando: “Esos perros, ¿por qué no los matas, por
qué no te deshaces de ellos?”. Pero a él le daban lástima
los perros.
Bueno, cuando él llegó al castillo, ella le preparó la
comida y se la envenenó. Pero él tenía la costumbre,
antes de comer, de echarles a los perros unos trocitos de
su propia comida. Y ese día los perros no quisieron
probar ni un bocado.
-¿Qué les pasará a los perros que no quieren comer?
Cuando él fue a llevarse una cucharada a la boca, los
perros le tiraron la cuchara y no lo dejaron comer. Y así
una y otra vez. Y ella quejándose:
-¡Y estos perros, que no te van a dejar comer!
Ya él se dio cuenta:
-Pues estos perros, cuando no quieren comer es por
algo.
Y ya él no comió tampoco.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
147
El gigante le dijo a ella que, como no había podido
matar a su hermano, que se fueran de allí. Y se fueron,
pero esta vez cada uno cogió por un lado. Él llegó cerca
de un pueblo y, como no tenía nada para comer, se metió
debajo de un puente a descansar. Los perros se separaron
de él y al ratito volvió uno con un pan en la boca, el otro
con una botella de vino y el otro con un plato de comida.
Por lo visto, lo habían cogido de una mesa de una casa y,
claro, la criada echó en falta el plato de comida: “Aquí
falta un plato, yo juraría que aquí había tantos platos...”
Al otro día pasó lo mismo y al otro también, así que
la criada se lo contó al dueño de la casa y él mandó seguir
a los perros, porque era algo misterioso: los perros nunca
llevan comida a nadie, ellos se comen la comida que se
les dé.
Cuando encontraron al muchacho, lo llevaron a la
casa y se enamoró de la hija del dueño y se quedó allí y
se casó con ella.
Resultó que su hermana también había llegado a
aquella casa y estaba trabajando de criada. Y la noche de
boda, la hermana le puso en la almohada unos pinchos,
unas agujas, para que se las clavara cuando se acostara.
Él se acostó y se clavó una en un lado, otra en otro y así
hasta tres, y amaneció muerto.
Ya lo tenían preparado para llevárselo cuando los
perros levantaron la tapa de la caja y empezaron a buscar
con la lengua por la cabeza del muchacho. El dueño de la
casa y todos los que allí había se quedaron mirando a ver
qué es lo que buscaban. Los perros sacaron las tres
santas, los tres clavos que se había clavado, y el
muchacho ya abrió los ojos.
En ese momento, los perros se convirtieron en tres
hombres. Los había enviado el viejo que se encontró su
padre aquel día que no había vendido nada para que lo
protegieran, porque sabía que su hermana no era buena.
148
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
A ella la deportaron y él y los demás se quedaron allí
y vivieron felices.
□□□
Encontramos en este cuento el motivo de los hijos
abandonados en el río, con la particularidad de que en esta
ocasión no se trata de niños recién nacidos, sino de jóvenes que
deciden por sí mismos. Como ya apuntáramos en otros
trabajos, las características de los personajes están llevadas al
límite con objeto de dejar muy claro lo que se busca
representar; así, la hermana lo traiciona una y otra vez con una
crueldad y frialdad extremas y él, por el contrario, permanece
ajeno a las fechorías con una enorme dosis de ingenuidad.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
149
Niños valientes
29. El viejecito y los tres hermanos
480 + 551
[LAS MUCHACHAS AMABLE Y ANTIPÁTICA + LOS
HIJOS EN BUSCA DE UN REMEDIO MARAVILLOSO
PARA SU PADRE]
Cristina Harillo Muñoz
Algeciras
Junto a un hermoso bosque vivía una familia
compuesta por un matrimonio y tres hijos: Ricardo,
Roberto y Rodrigo. Eran muy pobres, se mantenían de lo
que recogían de su huerto y de la venta de leña en una
aldea bastante alejada, de la que el padre siempre
regresaba muy agotado.
Un día, los padres cayeron enfermos y, como no
tenían nada para comer, reunieron a sus hijos. El padre
les dijo:
-Hijos míos, vuestra madre y yo estamos enfermos.
Debéis ir vosotros a buscar comida. Primero irás tú,
Ricardo, que eres el mayor, y los dos pequeños os
quedaréis en casa.
Así se hizo. A la mañana siguiente, Ricardo salió
muy temprano a buscar comida. Después de andar mucho
y no encontrar nada, se sentó en un claro del boque para
descansar y comer un poco del pan duro que su madre le
había entregado, cuando vio venir hacia él a un anciano
que caminaba descalzo apoyándose en un bastón y que
vestía una túnica muy vieja. Al llegar a él, el anciano le
dijo:
-Por favor, ¿me puedes dar un poco de pan? No como
desde hace una semana y tengo mucho frío.
Ricardo le respondió:
150
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Vete. Si tú tienes hambre yo también la tengo y mis
padres y hermanos también, y por eso he salido a buscar
comida. Déjame en paz y vete.
El anciano le dijo:
-Por tu mal corazón andarás, andarás y no
encontrarás comida. Es mejor que te vuelvas a tu casa.
Ricardo no le hizo caso y siguió su camino. Cuando
pasaron varios días, olvidando por completo al anciano,
tuvo que regresar a su casa diciéndoles a sus padres que
no había encontrado nada para comer.
El hermano mediano, Roberto, dijo entonces a sus
padres que él sí encontraría comida y se fue al bosque por
el mismo camino por el que había venido su hermano,
encontrándose al anciano. El viejecito le volvió a pedir
comida y Roberto le contestó lo mismo que su hermano,
por lo que el anciano le respondió de nuevo:
-Por tu mal corazón andarás, andarás y no
encontrarás comida. Es mejor que te vuelvas a tu casa.
Cansado Roberto de buscar sin encontrar nada,
regresó a los pocos días a su casa llorando y con las
manos vacías. Ocurrió entonces que el hermano pequeño,
Rodrigo, pidió su oportunidad:
-Dejadme ir. Soy muy pequeño, pero conozco el
bosque mejor que mis hermanos y estoy seguro de que
encontraré algo para comer.
Aunque sus padres se opusieron, tanto insistió
Rodrigo que al final lo dejaron ir, recomendándole que
tuviera mucho cuidado con los animales salvajes y que
para dormir se subiese a un árbol.
A pesar de tantas advertencias, Rodrigo iba muy
confiado y alegre. Era la primera vez que confiaban en él
y tenía la seguridad de que podría ayudar a su familia.
Cansado de andar, se sentó a beber agua y a comer
pan duro, cuando se le acercó el mismo anciano que a sus
hermanos, descalzo y apoyado en un bastón.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
151
-Por favor, ¿me puedes dar un poco de pan? Llevo
mucho tiempo sin comer y tengo mucho frío.
Rodrigo se levantó y le dijo:
-Por favor, venerable anciano, sentaos junto a mí y
compartid conmigo lo poco que tengo. Como veis, sólo
es un trozo de pan duro, y es que mis padres no tenían
nada más que darme.
El viejecito se sentó junto a él y le preguntó qué
hacía en el bosque siendo tan joven. Rodrigo le habló de
las desgracias que había en su casa y le contó que sus
hermanos habían intentado encontrar comida pero que
habían vuelto sin nada.
El anciano se levantó y le dijo:
-Ve hacia el norte por ese camino y encontrarás lo
que buscas, porque tienes buen corazón y te mereces lo
mejor.
Al decir eso, el anciano desapareció. Sorprendido,
Rodrigo echó a andar por el camino indicado y, al doblar
un recodo, se encontró de frente con una hermosa casa
que brillaba como el sol. Al acercarse a ella ¡oh,
sorpresa!, observó que era toda de oro y piedras
preciosas. Figuraos la alegría de Rodrigo: bailaba,
cantaba, gritaba.
Corriendo y sin pensarlo salió en busca de sus padres.
Cuando lo vieron llegar se asustaron, pero luego Rodrigo
les explicó lo que había encontrado y bailaron todos con
él, siendo muy felices para siempre.
□□□
Esta adaptación, posiblemente dirigida a una audiencia
infantil, puede proceder de cualquiera de los tipos que incluyen
el viaje de los hermanos para solucionar la carencia familiar,
sólo que en este caso no se busca un remedio mágico para el
padre enfermo ni el ayudante proporciona objetos
extraordinarios con los que vencer a algún ogro; tampoco
152
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
encontramos otros elementos identificadores como el encuentro
amoroso o la boda final. Estos signos de deterioro, que merman
el texto desde el punto de vista antropológico, han sido
sustituidos por recursos descriptivos y evocadores, con una
clara intención estética. No obstante, conserva elementos que
permiten ubicarlo cerca del tipo 551 de Aarne-Thompson.
30. Miguelito y el gigante
327B
[EL ENANO Y EL GIGANTE]
Sin datos de informante
Los Barrios
No muy lejos de aquí, puede que haga varios cientos
de años, vivía una familia humilde y trabajadora. El padre
era zapatero y la madre trabajaba en la casa y en el
huerto. Tenían un niño y una niña, Miguelito y Mariquita,
que ayudaban a sus padres todo lo que podían. Y
Miguelito, mientras trabajaba en el taller, escuchaba las
historias que su padre le contaba.
Un día le contó que su abuelo había fabricado una
vez unas botas para un gigante. Eran unas botas de un
material especial, tanto que aquella persona que las
tuviera podría recorrer más de mil leguas en pocos pasos.
El gigante se había hecho inmensamente rico gracias a
aquellas botas.
Miguelito se quedó prendado con aquella historia y
no dejó de pensar en ella en mucho tiempo.
Pasaron los años y su padre enfermó. El dinero
escaseaba en la casa y Miguelito, que ya no era tan niño,
decidió marcharse en busca de aquel gigante que había
conocido su abuelo. Se lo contó a su hermana y no
tardaron en ponerse en marcha, cruzando el valle y
llegando hasta el otro lado de las montañas.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
153
Allí todo era grandioso: árboles gigantescos, mucho
silencio... y a lo lejos, un enorme castillo del que
sobresalía un alto torreón.
Los dos hermanos llegaron al castillo y, llenos de
miedo, llamaron a la puerta. De pronto salió una enorme
mole. Era el gigante. Los niños se quedaron mirándolos
sin saber qué hacer, hasta que el gigante les preguntó:
-¿Qué hacéis en mis tierras?
Miguelito contestó:
-Hemos oído que las botas que le hizo mi abuelo se le
han roto.
-¡Oh, qué oído más fino tenéis! Entrad, entrad,
estaréis hambrientos.
Los niños entraron y el gigante les ofreció carne y
frutas mientras les decía:
-Mañana empezaréis el arreglo de mis botas. Ahora
podéis comer y dormir tranquilamente.
Por la noche, mientras el gigante dormía, Miguelito y
Mariquita recorrieron el castillo buscando el tesoro del
gigante hasta que dieron con él. A la mañana siguiente, se
levantaron muy temprano y se pusieron a arreglar las
botas.
Estuvieron varios días trabajando y a Miguelito se le
ocurrió un plan: cogerían el oro y lo meterían en las
botas, ellos se meterían también y saldrían corriendo.
Pero, para que el gigante no sospechara, tendrían que
hacer unas botas idénticas a las de verdad.
Aprovecharon una de las borracheras del gigante para
llenar las botas de monedas de oro y salir corriendo.
Cuando el gigante despertó, vio que los niños le habían
robado el oro y se habían marchado, así que se puso las
botas de pega y salió detrás de ellos:
-¡Os cogeré, ladrones!
Las botas de los niños pesaban mucho con el oro y el
gigante se iba acercando cada vez más. Entonces, los
154
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
niños tiraron la mitad del oro y saltaron por un precipicio
desde una montaña hasta otra. El gigante quiso hacer lo
mismo, pero como sus botas no eran las de verdad, cayó
al vacío y se murió.
Los niños llegaron al pueblo y solucionaron los
problemas de su familia y los de todos los vecinos. Desde
entonces se convirtió en un pueblo rico y Miguelito, un
día, decidió esconder las botas en algún sitio, pues ya no
le hacían falta. Lo que no se sabe es dónde.
□□□
Versión particular del popularísimo “Pulgarcito” o del
español “Periquín y el gigante”. En el nuestro no conocemos a
las hijas del ogro sino que el informante se centra en la misión
que ha llevado a los niños hasta el castillo.
31. El niño y el gigante
327B + 810
[ENANO Y GIGANTE + LAS TRAMPAS DEL DIABLO]
Dolores Villatoro Centella
Algeciras
Corrían tiempos difíciles, había mucha hambre y un
padre de familia decidió salir a buscar leña para luego
venderla y ganar algo de dinero con el que poder
alimentar a los suyos.
Buscando la leña, se fue adentrando en los dominios
de un gigante al que todo el pueblo temía porque se decía
que era un mago malvado.
¡Cuánta leña había! El hombre pensó que el gigante
no podría enfadarse por algo de leña que él cogiera. Pero,
cuando más contento estaba, apareció el gigante
malhumorado y le gritó:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
155
-¿Qué haces en mis tierras? ¿No sabes que puedo
matarte?
-Perdóneme, sólo quería un poco de leña. Le prometo
que haré lo que usted quiera.
-Yo necesito tu trabajo –gruñó el gigante-, pero te
dejaré coger toda la leña que quieras a condición de que
cuando llegues a tu casa me mandes lo primero que veas.
El pobre hombre se quedó callado por un momento,
sin atreverse a contestarle, pensando que su perro, un
animal cariñoso como pocos, siempre salía a recibirle.
Sin embargo, tenía que aceptar la condición del gigante
porque sus hijos tenían que comer, así que le dio su
palabra y le dijo que, fuera lo que fuera, lo primero que
viese al llegar a su casa se lo enviaría.
Cogió toda la leña que pudo, la cargó en su carro y se
encaminó hacia su casa soñando con el dinero que
obtendría de la venta. Pero cuando llegó a su casa, cuál
no sería su sorpresa cuando vio que esta vez era su hijo
menor quien salía a recibirle y se agarraba a sus piernas.
Su rostro se nubló de tristeza, pero su palabra estaba
dada.
El hombre volvió a las tierras del gigante y, no sin
dificultades, puedo llegar a un acuerdo con él: dejaría que
el niño viviera con su familia mientras fuera menor de
edad. Pero el tiempo pasa volando y cuando el muchacho
cumplió la mayoría de edad, vino su padre hasta él y le
explicó lo ocurrido. El pobre hijo no tuvo más remedio
que irse a vivir con el gigante.
La primera noche se detuvo en una posada. El
posadero le preguntó que a dónde se dirigía y él le
contestó que al castillo de Irás y No volverás. El posadero
le deseó suerte y le regaló un perro, diciéndole que
además de hacerle compañía le sería de gran utilidad.
Eso mismo le sucedió en otras dos posadas en las que
pasó las dos noches siguientes, pues el castillo estaba a
156
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
tres días de camino con sus tres noches. Y en las tres
posadas le regalaron tres perros que se llamaban Collar
de Plata, Collar de Oro y Cocurrillo.
Cuando llegó al castillo ya era de noche y lo recibió
el ama del gigante, que le dio de comer y lo mandó a
dormir, avisándole que al día siguiente lo recibiría el
gigante. El muchacho estaba un poco asustado, pero le
reconfortaba la compañía de sus perros, así que pensó
que nada podría pasarle mientras estuviera con ellos. Le
dio las buenas noches al ama y le ofreció sus servicios. El
ama, que era una mujer de buen corazón, se entristeció,
pues conocía las intenciones del gigante.
Bien temprano, a la mañana siguiente, ya estaba el
gigante esperándolo loco de contento, pensando que tenía
un esclavo más al que reventar trabajando. Y durante un
tiempo fue así. El muchacho obedecía y cada vez estaba
más convencido de que el gigante era así por haber
estado siempre solo, y que con el tiempo cambiaría.
Un día, el gigante quiso pegarle para descargar su ira
sobre él. Cuando estaba a punto de ponerle la mano
encima, Collar de Plata, Collar de Oro y Cocurrillo le
saltaron al cuello y no lo mataron porque el joven se
compadeció de él y mandó que se retiraran, aunque antes
le hizo prometer que nunca más abusaría de la gente. El
gigante tuvo que aceptar y, desde ese momento, todos los
esclavos que tenía recuperaron su libertad. El gigante se
quedó en el castillo como socio del muchacho, que
convirtió aquello en un lugar tranquilo y sin peligros. Por
eso es que, desde hace mucho tiempo, ya no se habló más
del castillo de Irás y No volverás. Porque todo el que iba
volvía sin ningún problema.
□□□
A pesar de encontrar aquí diversos motivos maravillosos
(animales como ayudantes sobrenaturales, castillo de Irás y No
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
157
Volverás como lugar de llegada y escenario de liberación,
gigante como personaje malvado y el pacto del padre poniendo
en peligro la vida del más pequeño de sus hijos), el desarrollo
de la historia, las acciones de unos y otros y, sobre todo, la
resolución final no responden al esquema de este tipo de
cuentos, lo que, como en otros casos, no es sino señal de
adaptación.
32. El listo de la familia
327A
[LA BRUJA ARROJADA A SU PROPIO HORNO]
Zohra Slafti
Algeciras
Había una vez una familia que estaba compuesta por
los padres y tres hijos. El más pequeño era muy listo y,
precisamente por eso, sus dos hermanos mayores lo
odiaban.
Un día los tres niños se fueron al campo con su padre
y empezaron a jugar, sin darse cuenta de que se alejaban.
La noche se les echó encima rápidamente y tuvieron que
buscar un sitio donde resguardarse del frío y de las fieras.
Empezaron a caminar y encontraron una casa muy vieja.
Cuando llamaron a la puerta les respondió una voz que
daba mucho miedo y que decía:
-¿Quién es?
Los niños querían salir corriendo, pero estaba todo
tan oscuro que no pudieron ni moverse. Se abrió la puerta
y apareció una vieja que les dijo:
-Pasad, pasad. ¿Tenéis hambre?
-Sí.
-Pues os voy a preparar la cena.
La vieja preparó una comida en la que echó unas
hierbas para que los niños se quedaran dormidos. Los dos
hermanos mayores comieron sin darse cuenta de eso,
158
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
pero el pequeño, que la había estado vigilando, se
aguantó y no comió nada, así que pudo quedarse
despierto. Entonces la vieja le preguntó:
-¿Y tú no comes?
Y el niño le contestó:
-Es que a mí me gusta la comida más caliente que a
mis hermanos. Cuando vea que se enciende esta piedra
del hogar, ya estará la comida a mi gusto.
La vieja echaba más y más leña al fuego a ver si la
piedra se encendía, pero no había manera. Entonces el
niño le preguntó a ella:
-¿Y usted cuándo va a comer?
-¿Yo? Cuando los perros empiecen a ladrar y los
caballos a relinchar.
El niño se dio cuenta de que esa era la señal que
esperaba la vieja para comérselos, así que le pidió salir
fuera para hacer sus necesidades y, cuando salió, desató a
los perros y a los caballos y los animales se escaparon. La
vieja estuvo toda la noche esperando la señal, pero, como
no se oía, se quedó dormida y el niño aprovechó el
descuido para despertar a sus hermanos y escapar de allí.
Estaba ya amaneciendo y la poca luz que había les bastó
para ver el camino de regreso a su casa.
□□□
Faltan algunos elementos, como las manifestaciones de
envidia de los hermanos (aquí sólo mencionada) o la forma de
deshacerse definitivamente de la bruja, que, según el tipo
327A, suele ser arrojándola en el fuego, y que en este caso ha
sido sustituida por una huida.
Hemos incluido este texto que procede del norte de África
como botón de muestra de los paralelismos y diferencias que
existen entre los cuentos maravillosos de uno y otro lado del
Estrecho. Así, sobre un esquema ampliamente difundido en
Europa (en torno al tipo 327 de Aarne Thompson), hallamos un
desarrollo distinto, lo que hace difícil su catalogación exacta.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
159
En un trabajo específico sobre esa zona ahondaremos en este
asunto.
33. Juanito el cabrero
550
[LA BÚSQUEDA DEL PÁJARO DORADO]
Ana Catalina Mateo Barrera
Paterna de Rivera
Juanito el cabrero era un niño que trabajaba
guardando cabras. Un día pasó un pájaro que tenía
plumas de colores y se le cayó una pluma al lado de
Juanito. Él se la enseñó a su abuela y ella le dijo:
-Llévasela al rey.
Juanito le llevó la pluma al rey. El rey lo recibió y le
dijo:
-Lo mismo que me has traído la pluma me tienes que
traer el pájaro.
Juanito volvió llorando, pero su abuela le dijo que no
se preocupara, que cogiera una jaula con muchos lazos de
colores y la pusiera en un árbol.
Cuando el pájaro entró en la jaula, Juanito jaló con
una cuerda y lo cogió. Se lo llevó al rey y este le dijo que
si había llevado el pájaro también podría llevar al dueño
del pájaro.
Juanito vino otra vez llorando. Su abuela le dijo que
no llorara y que se fuera a la playa, que allí estaba la
princesa, que era la dueña del pájaro. Y así, Juanito y la
princesa se presentaron ante el rey. Pero a la princesa se
le había perdido su anillo en la playa y el rey le ordenó
que llevara también el anillo perdido.
Otra vez se vino Juanito llorando. Su abuela le volvió
a preguntar lo que le ocurría y le dio la solución, que era
ir a la playa y hablar con el rey de los peces. Fue Juanito
y habló en el rey de los peces, que cogió una trompeta,
160
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
llamó a todos los peces y les mandó que encontraran el
anillo. Y lo encontraron.
Juanito fue y se lo llevó al rey. Cuando llegó a
palacio se enteró de que la princesa se casaría con quien
se metiera en un caldero de agua hirviendo sin que le
pasara nada. Juanito se lo contó otra vez a su abuela y
ella le aconsejó que fuera a ver al Rey de la Cólera. Fue
Juanito, habló con ese rey y volvió al castillo donde
estaban buscando al futuro marido de la princesa. Vio
entonces que un caballero se metía en el caldero caliente
y salía achicharrado.
Y la gente gritaba:
-¡Que se meta Juanito, que se meta Juanito!
Juanito se metió a la vez que decía:
-¡Rey de la Cólera, sálvame!
Salió del caldero y no le había pasado nada. Juanito
se casó con la princesa y fueron felices.
□□□
La sucesión de heroicidades llevadas a cabo por un niño de
corta edad (a tenor de su reacción ante las adversidades)
permite, con la ayuda de una figura maternal, su paso a la edad
adulta, pudiendo entregar la princesa encantada a sus padres y
competir con caballeros en la conquista amorosa. El premio a
su astucia y valentía no es sino el privilegio de entrar por la
puerta grande en la clase gobernante, casándose con la
princesa. Una trama básica de cuento maravilloso que tiene
muchos paralelismos con el texto ruso “El pájaro de fuego y la
bella Vasilissa”, del que incluso podría proceder habiéndose
reincorporado a la tradición oral desde algún libro de
Afanasiev (recordemos que la primera edición española de sus
cuentos rusos aparece en 1923). Para conocer este relato, véase
el libro de José Manuel Pedrosa El pájaro de fuego y otros
cuentos populares rusos, de la Editorial Sendoa (Oiartzun,
2000), donde incluso se aporta una versión granadina.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
161
34. Juan sin Miedo
326A
[ÁNIMA LIBERADA DEL TORMENTO]
Manuel Roldán
Algeciras
Era un muchacho que, desde chico, nunca se había
asustado con nada, era muy valiente. Por eso todos sus
amigos lo llamaban Juan sin Miedo. Un día les dijo a sus
padres:
-Me voy a conocer el mundo, a ver si por fin
encuentro algo que me asuste.
El muchacho entró en pueblos abandonados, en
castillos encantados, en cuevas... buscando el miedo, pero
nada, no encontró a nadie que le diera un susto como
Dios manda.
Un día llegó a un pueblo y el alcalde le dijo que allí
nadie se atrevía a entrar en una casa abandonada que
había al final del pueblo. Era una casa medio en ruinas
donde decían que había un fantasma que no dejaba salir
al que entrara.
Juan sin Miedo entró y se quedó allí a pasar la noche.
Como veía que iban pasando las horas y se aburría, se
puso a ordenar la habitación donde estaba y, en ese
momento, le salió por la chimenea un león rugiendo. Juan
Sin Miedo no se lo pensó dos veces y lo mató, le cortó la
cabeza y la puso en la pared de adorno. Al ratito le salió
un toro y le hizo lo mismo. Y después otra bestia y
después otra.
A eso de las doce escuchó gritos en la chimenea:
-¿Caigo o no caigo?
Y él contestó:
-Cae.
Y cayeron dos piernas solas, sin cuerpos ni ná. Al
ratito, otra vez los gritos:
162
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-¿Caigo o no caigo?
Y Juan sin Miedo:
-Pues cae.
Y cayeron dos brazos. Al rato, otra vez y cayó un
cuerpo y al final una cabeza.
-¿No tienes miedo?
-¿Quién, yo? ¿Por qué voy a tener miedo?
-Porque soy un alma en pena y ninguno de los que
han venido hasta aquí ha podido aguantar el miedo al
verme.
-Pues yo sí, fíjate.
-Entonces, muchas gracias. Ya me voy tranquilo.
-¿Tranquilo?
-Sí, porque hasta que no viniera alguien que
aguantara toda la noche no me podía morir tranquilo.
Ahora ya me puedo ir y tú te puedes quedar con la casa y
con los tesoros que hay escondidos en la casa.
Juan sin Miedo buscó y buscó hasta que encontró una
cantidad grande de dinero y de joyas. Y ya fue rico.
□□□
Esta versión del muchacho que quiere conocer lo que es el
miedo, siendo similar a otras muy conocidas, incide más en su
valentía y en la liberación del alma en pena que en la forma de
asustar al joven, hecho que suele ocurrir a manos de su esposa,
por lo general una princesa a la que conquista tras demostrar su
valor.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
163
Cristo y San Pedro en la Tierra
Cristo, San Pedro y a veces también San Juan se
guardan para sí una serie de relatos que parecen estar
hechos a su medida, a diferencia de aquellos en los que la
Virgen o un santo ejercen como sustitutos de hadas y
magos. Se trata de textos que combinan las situaciones
milagrosas con la picaresca (caso de “Juan Pipeta”) o con
la pobreza de los mortales (“Dios te lo pague”), dos
aspectos tan característicos de la narrativa popular. Como
veremos, las figuras bíblicas no se libran de las
estratagemas de los personajes con los que se encuentran
en su paseo por el mundo. En algunas versiones
recogidas en la Península, San Pedro también aparece
como un pícaro más, amigo del vino, del descanso y de
las trampas.
35. Juan Pipeta
785
[¿QUIÉN SE COMIÓ LA CABEZA DEL CORDERO?]
Antonia González Navarro
Algeciras
Esto era un hombre que no quería hacer la mili. Lo
llevaron al cuartel y él se escapó y salió por esos campos
a buscarse la vida. Caminando iba cuando se encontró a
tres hombres.
-¿Dónde van ustedes?
-Vamos buscándonos la vida por ahí.
-Pues yo me voy con ustedes.
-No, con nosotros no, que nosotros nos vamos a
quedar muy poco tiempo por aquí.
-No importa, yo me quedo con ustedes el tiempo que
sea.
164
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Y se fueron los cuatro. Por el camino vieron una casa
vacía y se metieron los cuatro. Entonces le preguntaron
los tres al hombre:
-¿Tú cómo te llamas?
-Yo, Juan Pipeta.
-Pues yo Pedro, este se llama Jesús y éste Juan.
El que se llamaba Jesús le dijo:
Mira, Juan Pipeta, ¿tú ves aquellas cabras? Pues dile
al pastor que te dé una.
-Sí, hombre, yo le voy a decir que me dé una cabra y
él me la va a dar. ¿Cómo va a ser eso si yo no lo conozco
de nada?
-Tú vas y se la pides.
-Bueno, y una vez que me la dé, ¿cómo la traigo si no
tengo cuerda para amarrarla?
-Tú la llamas y ella se vendrá detrás de ti.
-Sí, hombre, detrás de mí se va a venir la cabra.
-Anda, Juan Pipeta, ve y lo haces. Y tú, Pedro, ve a
aquel cortijo de allí y que te den pan. Y tú, Juan, tráete la
leña para hacer de comer.
Fue Juan Pipeta donde las cabras.
-Mire, que aquel que está allí me ha dicho que coja
una cabra.
-Sí, hombre, coge la que quieras.
Cogió una cabra y se la llevó adonde estaba Jesús.
Luego vino Pedro con el pan y Juan con la leña. Y dice
Juan:
-¿Quién va a guisar la cabra?
-Yo, yo –contestó Juan Pipeta-, que he sido cocinero.
-Bueno, pues tú la guisas. Nosotros nos vamos por
ahí y cuando vengamos comeremos.
Juan Pipeta encendió la candela, partió la carne y vio
que la asadura de la cabra estaba muy doradita. Cogió un
pedazo y se lo comió y al ratito dice: “Yo me voy a
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
165
comer otro trozo” y después otro y otro. Así, casi sin
enterarse, se la comió toda.
Al rato llegaron Jesús, Juan y Pedro.
-¿Ya has guisado? Pues vamos a comer.
Se pusieron los cuatro a comer y Jesús dijo:
-Oye, Juan, ¿tú te has comido alguna tajada de
asadura?
-Yo no.
-¿Y tú, Pedro?
-Yo no.
-¿Y tú, Juan Pipeta?
-Mira este. ¿Tú te crees que yo voy a mirar lo que
como? ¡Yo qué sé si me he comido la asadura o si era un
trozo de carne!
Al rato dice Jesús otra vez:
-Juan, ¿tú has cogido una tajada de asadura?
-Yo no.
-¿Y tú, Pedro?
-Yo tampoco.
-¿Y tú, Juan Pipeta?
-¿Otra vez me vas a calentar tú la cabeza con la
asadura? Te he dicho que yo como y no sé lo que como.
Cuando terminaron de comer, se entera Jesús de que
cerca de allí se estaba muriendo un hombre muy rico. Por
lo visto, todos los médicos lo habían visto ya y, al no
poder salvarla, habían acudido a algún curandero a ver si
lo podía curar. Dijo Jesús entonces:
-Voy a ir a curarlo.
Y Juan Pipeta:
-Yo voy contigo.
-No, yo tengo que ir solo, vosotros os quedáis aquí.
-No, no, no, de eso ni hablar, yo voy contigo que
seguro que tú le pides muy poco dinero.
-Bueno, le pediré una cantidad grande pero tú te
quedas aquí.
166
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Que no, que yo voy contigo.
-Bueno, venga, vente conmigo.
Llegaron a la casa y Jesús dijo:
-Vengo a curar al enfermo.
-¿Y qué necesita usted? –preguntaron los de la
familia.
-Mira, en la habitación del enfermo me ponen una
candela grande y comida para poder comer yo.
Pusieron jamón, pan, fruta y una candela muy
grande. Entonces dijo Jesús:
-Juan, tú te quedas aquí y por este boquete miras todo
lo que yo esté haciendo.
Jesús cogió al enfermo, lo puso en la candela y lo
quemó. Cogió la ceniza del enfermo, la puso en el suelo
haciendo un montoncito y apagó la candela. Después
sopló y salió el hombre muy hermoso y muy colorado. Y
Juan Pipeta, mirando por el agujerito lo que había estado
haciendo.
-Bueno, aquí está el enfermo –dijo Jesús a la familia.
Juan Pipeta le dijo a Jesús:
-Ahora no vayas a pedir una porquería, pide un
dinero bueno.
Jesús pidió una cantidad y a Juan Pipeta no le pareció
bien.
-¿Ves qué poco has pedido?
Llegaron a la casa y Jesús y sus dos amigos se
despidieron:
-Bueno, Juan Pipeta, nosotros nos vamos para el
pueblo.
-Pues yo me voy con vosotros.
-No, con nosotros no. Voy a hacer las particiones del
dinero que me han dado. Este montoncito para Juan, este
para Pedro, este para Juan Pipeta, este para mí...
Y sacó un montoncito más. Entonces saltó Juan
Pipeta:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
167
-Pero... ¿no somos cuatro? ¿Por qué haces cinco
montones?
-Calla, Juan Pipeta. Toma, Juan. Toma, Pedro. Este
para ti y este para mí.
Y otra vez Juan Pipeta:
-¿Y este para quién, eh?
Y le contesta Jesús:
-Este para el que se comió la asadura de la cabra.
-Ah, pues yo, me la comí yo.
-Bueno, pues quédate con todo el dinero, que
nosotros nos vamos.
Se fueron y se quedó Juan Pipeta solo. Entonces
escuchó que había un hombre en el pueblo que estaba
enfermo y que daban mucho dinero al que lo curara.
“Pues yo lo voy a curar, que ya he visto cómo lo hacía
Jesús”, pensó Juan Pipeta.
-Vengo a curarlo –le dijo a los familiares.
-¿Qué necesita usted?
-Pues sólo una candela y comida, mucha comida.
Juan Pipeta se metió en el cuarto del enfermo, lo
echó en la candela y lo hizo un chicharrón. Después
cogió la ceniza, la puso en el suelo, la sopló y de allí no
salía nada.
-¡Ay, madre mía! ¿Ahora cómo salgo?
Jesús, que lo había estado viendo, fue a ayudarle. Se
presentó en la habitación y sopló hasta que salió el
hombre ya curado. Juan Pipeta no paraba de decirle:
-¿Y tú para qué has venido? Ahora voy a pedir
mucho dinero por el trabajo que he hecho.
Salió Juan Pipeta y pidió una cantidad grande de
dinero. Entonces Jesús le dijo:
-Juan Pipeta, esto no lo hagas más que ya no vendré
más a salvarte.
Ya se fueron Jesús, San Juan y San Pedro y Juan
Pipeta se quedó en aquel pueblo.
168
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
□□□
Más conocido como Juan Soldado, este pícaro de la
narrativa universal sale airoso de todos los problemas donde lo
meten el hambre y el atrevimiento. Juega con la vida de los
demás y trata de tú a las divinidades del lugar, pero, lejos de
ser castigado, se gana la simpatía de los seres sobrenaturales y
de quienes cuentan y escuchan el relato, tal y como ocurría con
el Periquillo Malas de nuestra anterior recopilación. Así, es el
cuento preferido de nuestra informante o, al menos, el primero
que se le vino a la cabeza cuando le preguntamos por
encantamientos y sucesos extraordinarios.
36. Dios te lo pague
750B + 774
[HOSPITALIDAD RECOMPENSADA + CHANZAS SOBRE
JESUCRISTO Y PEDRO]
Laly Fuentes
Zahara
Era un hombre que tenía tres hijos a los que un buen
día mandó fuera a trabajar. Cuando salieron se
encontraron tres caminos y cada uno escogió uno. Y
dijeron:
-Cuando haga un año, tenemos que reunirnos aquí los
tres a ver qué nos ha pasado y qué hemos aprendido de la
vida.
Pasó el año y se vinieron para el cruce de caminos. Y
le preguntan al mayor:
-¿Tú qué has sacado, qué te han pagado?
-Pues mira, yo estuve un año y me preguntaron si
quería muchas perras o el “Dios te lo pague”. Por
supuesto, yo cogí las perras.
El segundo hermano contó exactamente lo mismo y
el tercero, que era tenido por tonto, dice:
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
169
-Pues yo cogí el “Dios te lo pague” porque creía que
eso era mejor que el dinero.
Sus dos hermanos lo despreciaron por haberse
quedado pobre y ellos se fueron tan contentos con la vida
resuelta.
El probe (que así le llamaban ellos) se casó con una
proba y quedó toda la vida ya despreciado y separado por
sus hermanos. Tenía él un borriquillo y todos los días
salía en busca de leña para tener con qué preparar la cena.
Un día, estando trabajando, pasaron por su casa tres
hombres, que en realidad eran San Juan, San Pedro y el
Señor, y le dijeron a su mujer:
-Señora, venimos a que nos den algo para comer.
-Mire usted, nosotros somos muy pobres, pero mi
marido viene a la noche, traerá la carga de leña y se la va
a vender a la vecina y a otro hombre de más abajo. Voy a
hablar con ella para pedirle algo por adelantado.
La vecina, que siempre le daba poco, esa vez le dio
pan y aceite en abundancia: en vez de un pan, le dio dos
y, en vez de un cacharro de aceite, le dio otro más grande.
Y cuando llegó el marido, le dijo:
-No le lleves la leña a nadie, pon unos fuegos aquí a
estos señores, que tienen mucho frío y ya mañana se la
llevas a la gente.
-No importa, mujer, si parece que hoy he cogido leña
para vender y para quedarnos también nosotros.
Todo parecía que le venía doble: el pan, el aceite, la
leña. Cuando estaban en la cena, San Pedro le dice a ella,
que estaba embarazada:
-Anda, María, dile a tu marido que baje a la bodega y
se traiga una botella de vino, que lo vamos a celebrar.
-¡Ay, señor, si nosotros somos muy pobres y no
tenemos bodega!
Entonces, San Pedro se dirigió al hombre y le dijo:
170
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Mira, Juan, lo que dice tu mujer, que no tenéis
bodega. Anda, anda, no le hagas caso y ve tú.
-¡Pero... si nosotros no tenemos bodega!
-Anda y ve, hombre.
Fue el marido y, como tardaba en venir, dice ella:
-¿No ve usted? Si está buscando la bodega no la va a
encontrar nunca, que nosotros no tenemos bodega.
-Eso es que se está pillando una turca de aquí te
espero y no puede subir la escalera.
-¡Oh, señor, si nosotros no tenemos escalera!
Mandó entonces a San Juan y también tardaba en
venir. Y ella:
-¿Lo ve usted? Si es que no la encuentra.
Al rato grande, aparecen los dos, San Juan y el
muchacho, con una borrachera que no se podían tener en
pie.
-¿No te lo decía yo, mujer?
Del sobresalto, se puso la mujer de parto, pero en la
casa no tenían colchones ni nada para atenderla como es
debido. Cuando el marido le dio la vuelta a un jergón que
tenían, se convirtió en un colchón.
Iba a extender un trapillo viejo encima y, sin saber
cómo, se extendió una sábana muy bonita.
Iba a extender otro trapillo y se convirtió en una
colcha preciosa.
Total, que ante el asombro del muchacho, se formó
una cama divina.
Allí mismo tuvo al niño y entre todos la asistieron.
Fueron a la iglesia y el niño llevaba un batón que daba
envidia. Y como no tenían padrino, los tres forasteros lo
apadrinaron y le dijeron a Juan:
-Ve y convida a tus hermanos al bautizo.
-Ay, mire usted, nosotros somos muy pobres y ellos
no van a querer venir.
-Tú avísalos.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
171
Fue el muchacho y los hermanos le respondieron:
-Mira el tonto este, ahora vamos a tener que ir al
bautizo y todo. ¡Anda ya!
Pero una de las mujeres de los hermanos les dijo:
-Mira, vamos a ir y, como es un bautizo de pobres,
nos reímos de ellos y ya está.
Fueron al bautizo y, cuando vieron el palacio donde
vivían y las ropas que llevaban, se quedaron con las
bocas abiertas.
Después del gran banquete, los tres hombres
decidieron marcharse y le dijeron a ella al despedirse:
-María, aquí te queda un regalito para el niño.
Cuando sea más mayorcito se lo das, que teniendo este
regalito nada te faltará.
Ella lo metió debajo de la almohada y, cuando los
hombres se fueron, le dice al marido:
-Juan, los pobres esos han dejado un regalito para el
niño. Vamos a ver qué es.
Fueron y era una bolsa con monedas de oro.
-¡Ay, Dios mío! En vez de dejar el regalito para niño,
mira lo que han dejado.
-A lo mejor son los ahorros de todo el año y se los
han dejado olvidados.
-Llévasela.
Fue el hombre a devolverles la bolsa, pero, cuando
dio con ellos, cada vez que los llamaba, más lejos se iban.
Hasta que por fin:
-¡Señor, señor!
San Pedro miró para atrás y dijo:
-San Juan, vamos a esperarnos que aquel parece que
se quiere venir al cielo con nosotros.
Y cuando se acerca ven que es el muchacho.
-Miren, que se han dejado sus ahorros de todo el año
en vez del regalito del niño.
Y San Pedro le dice:
172
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-No, hombre, este es el regalito que te dejamos para
el niño. Este es, a fin de cuentas, el “Dios te lo pague”
aquel que tu escogiste cuando te separaste de tus
hermanos, ¿no te acuerdas?
-Sí, claro.
-Pues venga, date la vuelta y márchate, que teniendo
este regalito nada te faltará. Y cuando te des la vuelta en
lo alto del monte, verás la fábrica de tu hermano mayor
ardiendo y el comercio del otro también. Irán a pedirte
perdón y se arrodillarán a tus pies. Tú no los abandones.
Vio que eso era verdad y se lo contó a María.
Entonces fue cuando se dieron cuenta de quiénes eran los
tres mendigos: San Pedro, San Juan y el Señor. Y
también descubrió lo que quería decir el “Dios te lo
pague”.
□□□
Cuento en el que el mensaje principal es de carácter moral:
Dios premia y castiga. El papel de amigo de la bebida es
atribuido aquí, al contrario que en la mayoría de las versiones
conocidas, a San Juan en lugar de San Pedro. Con respecto al
tipo al que pertenece, además de los dos señalados,
encontramos grandes similitudes con el 471, “El viaje al otro
mundo”.
37. El pobre cordelero
946D
[BUENA SUERTE Y COINCIDENCIA]
Isabel Benítez Aranega
Algeciras
En tiempos muy remotos había una aldea pequeña
situada junto al mar. Allí, en una humilde choza, vivía
José con su madre. Él se dedicaba a hacer cordeles y a
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
173
venderlos y con lo poco que sacaba iban viviendo como
podían.
Un día caluroso llegaron a la aldea dos caballeros. Al
ver la pobreza de José, que trabajaba sin parar a la puerta
de su choza, se acercaron y decidieron ayudarle:
-Muchacho, ¿te gustaría cambiar de vida?
Y José les contestó:
-¡Si tuviera dinero suficiente, ya creo que lo haría!
-Pues toma esta bolsa llena de dinero. Adminístralo
bien y dentro de un año volveremos a ver cómo lo has
invertido.
José se volvió loco de contento. Aseguró a los
hombres que no se arrepentirían de haberle ayudado y se
marchó inmediatamente a la ciudad. Allí compró carne,
frutas, pan y de todo lo que encontró. Luego guardó el
resto del dinero en el forro del sombrero para protegerlo
de los ladrones y con la intención de invertirlo en una
pequeña industria cordelera.
Cuando volvía alegremente para su casa, un enorme
pájaro le arrebató el sombrero de un picotazo. José lo
siguió hasta donde pudo, pero al ver que no lo podía
alcanzar desistió y se volvió para su casa.
Pasado un año, llegaron de nuevo los caballeros, que,
al ver a José en las mismas condiciones, pensaron:
-Este se ha gastado el dinero de mala manera y nos
ha engañado. Nos acercaremos y le preguntaremos, a ver
qué nos dice.
José le contó todo lo que le había pasado y los
caballeros, aunque casi no se lo creían, decidieron volver
a probar al muchacho entregándole una cantidad de
dinero aún mayor que la anterior.
Esta vez José cogió el dinero, apartó un poco para
comprar comida y el resto lo metió en un cántaro viejo de
barro que guardaba en un rincón, pero no se lo dijo a su
madre. Después se marchó a la ciudad para hacer sus
174
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
compras y la madre, aprovechando que su hijo no estaba
en casa, se puso a hacer limpieza y tiró aquel cántaro roto
que no le servía para nada.
Cuando José volvió a los pocos días y vio que el
cántaro no estaba en su sitio, le preguntó a su madre, que
le dijo:
-Hijo, como estaba roto lo tiré a la basura.
El pobre muchacho, desesperado, gritó y lloró hasta
que se quedó sin fuerzas, pero aquello ya no tenía
remedio.
Siguió con su mísero trabajo hasta que, pasado el
año, volvieron los dos caballeros.
-Hombre, ¿qué pasó esta vez?
José les contó la verdad, pero aquellos hombres no le
creyeron y se marcharon, pero antes, uno de ellos sacó un
trozo de plomo que llevaba en el bolsillo y se lo arrojó a
José diciéndole:
-Toma, a ver si con esto te haces rico.
José tiró el plomo al techo de su choza y se olvidó de
aquello.
Una mañana llegó un vecino a pedirle a José algo
pesado para ponerlo en su red de pesca. José se acordó
del trozo de plomo que le habían tirado los caballeros, lo
buscó y se lo dio al vecino.
-Gracias, José, te prometo que el primer pez que coja
será para ti.
Efectivamente, al día siguiente se presentó el
pescador en casa de José y le entregó un hermoso pez
rojo. Cuando fueron a cocinarlo encontraron un enorme
brillante que los deslumbró. José marchó para la ciudad
para conocer el valor de la piedra y un joyero le dio por
ella una buena suma de dinero.
“Esta vez no se me va de las manos”, pensó José. Y
lo primero que hizo fue invertir parte de lo que tenía en
maquinaria y materiales para hacer cordeles. Luego
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
175
volvió a la aldea, compró un terreno y allí se construyó
una casa y una fábrica. Pasado el tiempo, se casó, tuvo
varios hijos y se convirtió en el dueño de un próspero
negocio.
Al cabo de los años volvieron a pasar por allí los dos
caballeros, que quedaron sorprendidos al ver la
transformación que se había operado en la aldea y al
enterarse de que José era ahora el alcalde del pueblo.
Entraron en la fábrica y José los recibió con amabilidad,
invitándoles a comer a su casa.
Estaban sentados en el jardín cuando llegaron los dos
hijos pequeños de Juan con un criado. Uno de los niños
se acercó a su padre para enseñarle un nido que el criado
había cogido entre las rocas. José reconoció en el nido los
restos de su sombrero; quitó los huevos, descosió el forro
y allí estaba su dinero.
El otro niño se había caído al saltar un arroyo y se
había herido en una pierna. El criado dijo que se había
arañado con un cántaro roto que había en el agua. Al oír
lo del cántaro, José se acordó de aquel en el que él
escondió el dinero. Salió a buscarlo acompañado del
criado y cuál no sería su sorpresa cuando comprobó que
era su mismo cántaro y que dentro todavía estaba su
dinero.
Fue así como demostró que siempre había dicho la
verdad. Los dos caballeros, que no eran otros que
Jesucristo y San Pedro, se disculparon por haber dudado
de su honradez.
□□□
Vemos cómo hasta el final no se descubren los dos
caballeros donantes, que en todo el relato han podido pasar por
nobles que prueban las virtudes de sus súbditos para casarlos
con alguna princesa o acogerlos como ayudantes. Estos detalles
176
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
separan esta versión de las dos anteriores, aunque la
identificación final nos ha hecho incluirla en este apartado.
En un relato similar recogido por Fernán Caballero en su
libro Cuentos y poesías populares andaluzas (existe una
edición reciente en Miraguano Ediciones, Madrid, 1999, con el
título de Cuentos andaluces), los dos visitantes resultan ser las
personificaciones de la fortuna y el dinero, que acaban de
casarse y compiten entre sí por ver quién tiene más poder sobre
los hombres. Este detalle variaría completamente la
clasificación del texto, hecho que viene a corroborar lo ya
comentado sobre las dificultades existentes en este terreno.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
177
La ambición castigada
38. Los deseos de los viejos
555
[LA AMBICIÓN CASTIGADA]
Carmen Pozo
Algeciras
Hace ya muchísimos años vivían dos viejecitos que
siempre estaban quejándose de su suerte. En realidad era
un matrimonio acomodado, pero, en vez de darle gracias
a Dios por lo que tenían, se habían acostumbrado a
quejarse y a envidiar a los vecinos.
Un día se les apareció una dama que llevaba en sus
manos la varita de virtudes y les dijo:
-Llevo mucho tiempo escuchando vuestros deseos y
he decidido concederos uno a cada uno, a ver si así
acabáis vuestras vidas un poco más contentos. Y, como
no hay dos sin tres, también os concederé otro deseo a los
dos juntos, eso sí, sin discutir ni una chispa.
Los viejecitos, que nada más ver a la dama se habían
quedado más pálidos que el corazón de un palmito, no
supieron qué decir, así que la mujer se marchó y les
advirtió que sólo tenían un día para pedir los tres deseos.
Entonces se pusieron a pensar a ver qué le podían
pedir al hada. Y la mujer fue la primera que habló:
-¿Sabes? A mí lo que me gustaría sería poder comer
como comen nuestros compadres, que siempre tienen en
la candela una buena morcilla diciendo: “¡cómeme!”.
En ese mismo momento, apareció en su fogón una
enorme morcilla. Y el marido, al verla, se enfadó y le
gritó:
-¡Qué tonta eres! Mira lo que has hecho, has
desperdiciado tu deseo por una simple morcilla. Se te
178
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
tenía que quedar pegada en la nariz para que te acuerdes
de lo que has hecho.
Dicho y hecho. La morcilla salió volando y se pegó
en la nariz de la mujer. La pobre no podía quitársela.
Gritaba y corría por toda la casa y hasta cerraba los ojos
cuando pasaba por delante de algún espejo.
-Tú sí que eres tonto. Mira lo que me has hecho.
¿Cómo voy a salir a la calle con esta morcilla encima?
Después de discutir durante un buen rato, se dieron
cuenta de que todavía les quedaba el último deseo, pero
se acordaron de que sólo se lo darían si se ponían de
acuerdo. ¿Qué podían pedir? Pues que la dama le quitara
a la mujer aquella enorme morcilla de la nariz. Por una
vez se pusieron de acuerdo y lo desearon con tantas ganas
que eso fue lo que ocurrió. La morcilla cayó de nuevo al
fogón y se la comieron al día siguiente, pues esa noche ya
no tenían ganas de nada y se acostaron como dos mansos
corderitos.
□□□
Esta historia es de sobras conocida en Andalucía, bien de
la mano de la tradición oral o de las versiones difundidas por
Fernán Caballero y Rodríguez Almodóvar. En todas ellas suele
darse la misma situación con semejantes personajes e idénticos
resultados.
39. La mansión de los doce meses del año
480C
[LOS DOCE MESES]
Isabel Benítez Aranega
Algeciras
A la orilla de un río vivía una vez un hombre muy
bien considerado que tenía dos hijas que eran como la
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
179
noche y el día: la mayor, caprichosa, y la pequeña,
comprensiva. Cuando ya eran unas mocitas, el padre les
dijo:
-Ya sois bastante mayores y debéis casaros.
Encontraron novio y así lo hicieron. La hija mayor se
casó con el propietario de la mejor tienda del pueblo y la
menor con el zapatero del pueblo vecino, que no tenía
más fortuna que su propio trabajo. Las dos tuvieron hijos,
pero mientras una nadaba en la opulencia, la otra se las
veía y deseaba para dar de comer a su familia.
Un día, el zapatero, mientras perseguía a un venado
por el monte, se alejó de su casa más de lo que esperaba
y, cuando el sol se ocultó, no tuvo más remedio que
buscar refugio. Después de andar un rato casi a oscuras,
vio a lo lejos una luz y se dirigió hacia ella, llegando a
una gran mansión.
-¡Eh, abrid!
Nadie respondió. El hombre se acercó a la puerta. Era
enorme, de madera tallada. Llamó varias veces y viendo
que no había señales de vida, la empujó y se decidió a
entrar. ¡Nunca en su vida había visto tanta riqueza junta!
Con una mezcla de miedo y respeto se dirigió a la cocina
y, como estaba hambriento, cogió algunas frutas de
manera que no se notara demasiado. Después, rendido
por el cansancio, se durmió al calor de la chimenea. Al
instante llegaron los habitantes de la casa: los doce meses
del año.
-¿Quién eres? –preguntó Enero, que era el más joven
y atrevido. El hombre se despertó aturdido.
-Soy Samuel el zapatero. Se me ha hecho tarde y, con
todos los respetos, me he tenido que refugiar en su casa.
-No me hagas reír –dijo Febrero-, ¿quieres que creas
que no has venido a robarnos?
-No, no era esa mi intención.
180
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-¡Basta! –interrumpió Marzo-. Creo todo lo que dice,
pero tenga la amabilidad de levantarse de mi sillón.
El zapatero se levantó dando un respingo y se puso
de pie junto a la chimenea.
-Está bien –intervino Diciembre- ¿Dónde vives?
¿Qué tal te ha ido el año?
Las barbas largas y blancas de Diciembre
impresionaban al hombre.
-Pues... no puedo quejarme. Todos los meses han
sido buenos, aunque mi problema es poder dar de comer
a mi familia.
-Bien, bien –dijo Abril, el mes más alegre-. Desde
hoy no volverás a preocuparte más por eso. Reconocemos
tu franqueza y por ello te vamos a regalar esta porra y
esta bolsa. Siempre que quieras comer dirás: “¡Porrita,
componte!” y tendrás comida en abundancia. Cuando
termine,s volverás a decir: ¡Porrita, descomponte!” y todo
se recogerá. En cuanto a la bolsa, cuando quieras dinero
sólo tendrás que meterla en tu bolsillo.
El joven cogió sus regalos y se marchó muy
agradecido. Camina que camina, de regreso a su casa, se
paró bajo la sombra de un árbol y se dispuso a hacer uso
del primer regalo.
-¡Porrita, componte!
Al instante apareció una mesa con todos los manjares
que pudiera desear. Cuando hubo terminado, volvió a
pronunciar: “¡Porrita, descomponte!” y la mesa
desapareció a la velocidad de un relámpago.
Entusiasmado con aquello, decidió comprobar la
virtud de la bolsa. Se la metió en el bolsillo y al momento
se le llenó de monedas de oro tan nuevas y brillantes que
creía que estaba soñando. Recogió sus monedas, guardó
la bolsa y, feliz y contento, se echó a descansar.
Un buen rato después despertó y, dando gracias al
Cielo, emprendió el camino de regreso a su hogar. Contó
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
181
a su familia lo que le había ocurrido y les hizo una
demostración de cómo funcionaban los dos regalos. Su
mujer y sus hijos no cabían en sí de alegría, pero el
zapatero les advirtió que deberían tener mucha prudencia
y no hacer comentarios a nadie.
Pasó el tiempo y la familia del zapatero se cambió de
casa y vio cómo mejoraba su nivel de vida hasta
convertirse en una de las más ricas del pueblo.
La hermana mayor, extrañada por aquel cambio tan
afortunado, no paraba de preguntar de dónde les había
venido tanta riqueza. Tanto insistió que el zapatero, su
cuñado, le contó todo lo que le había ocurrido en aquella
maravillosa mansión. Inmediatamente habló con su
marido para que él fuera también a probar fortuna, pero
él, que no era tan ambicioso, dijo que no quería ir, que
ellos tenían ya bastante para vivir con holgura. Pero la
mujer insistió tanto que el hombre no tuvo más remedio
que salir en busca de la casa.
Siguiendo las instrucciones de su cuñado no le fue
difícil encontrar la mansión de los doce meses del año.
Sin molestarse en llamar empujó la puerta y, con las
botas llenas de barro, entró en el comedor, comió todo lo
que quiso y después se echó a dormir en la mejor cama
que halló, sin preocuparse de cerrar la puerta siquiera.
Llegaron los doce meses del año y rápidamente, con
desagrado, notaron el comportamiento de aquel hombre.
-¡Eh, buen hombre! ¡Despierte!
El hombre se despertó y les contestó de malos
modos:
-¡Déjenme dormir! Mañana hablaremos.
-Bien –respondió Diciembre, maravillado por la
actitud de aquel mortal.
A la mañana siguiente, el hombre se despertó muy
temprano y aporreó las puertas de los dormitorios de los
182
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
meses del año. Estos salieron de inmediato y le hicieron
las mismas preguntas que al zapatero:
-¿Dónde vives? ¿Qué tal te ha ido el año?
-El año no ha podido ser más malo. Yo tengo una
tienda y casi no he vendido nada. Además, no me gusta
que nadie se meta en mi vida, así que denme los regalos
para marcharme cuanto antes.
Los meses, ante la exigencia de aquel hombre, le
dieron los regalos.
-Bueno, hombre –le dijo Noviembre-. Puesto que ya
conoces el don de estos regalos y ya sabes cómo
manejarlos, toma tu porra y tu bolsa.
Él, impaciente por probar los objetos mágicos, no
esperó a tener hambre y decidió ponerlos a funcionar
inmediatamente. Y, qué sorpresa se llevó. Al pronunciar
las palabras mágicas: “¡Porrita, componte!”, la porra la
emprendió a golpes con el hombre, que quedó magullado
y lleno de moratones. Después de la paliza recibida probó
suerte con la bolsa. La metió en su bolsillo y creyó morir
del susto al ver salir tantas ranas y culebras.
El hombre estaba indignado, así que pensó castigar a
su mujer por haberle obligado a meterse en aquella
aventura. Así que, cuando llegó a su casa y escuchó:
“¿Cómo te ha ido? ¿Traes los regalos?”, el marido le
respondió:
-Coge la porra y la bolsa y entra en la sala. Y después
pronuncia las palabras mágicas.
Si grande fue la paliza que recibió el marido, más
grande fue la que tuvo que aguantar ella, sobre todo
porque de tantos golpes no se acordaba de las palabras
mágicas para mandar parar la porra.
Menos mal que el marido se compadeció de su mujer
y no la dejó probar suerte con la bolsa. Ya se dio cuenta
ella de lo que había hecho, se arrepintió y le pido perdón.
□□□
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
183
Las hermanas Ibáñez Atanasio, en La Ahumada (Tarifa),
recordaron algunos detalles de este cuento que, si bien por sí
solos presentaban grandes lagunas, sí que vienen a completar la
versión de Isabel Benítez, precisamente en la conversación del
hombre con los doce meses, que esta última sólo recordaba en
parte. Esto es lo que recogimos sobre dicha conversación:
“El muchacho, como era de campo, sabía muchas cosas de
los meses, así que fue contestando a cada uno de esta forma:
-¿Cómo te fue enero?
-El mes de enero hace al labrador caballero.
-¿Y febrero?
-En febrero busca la sombra el perro.
Y siguió así con todos los meses.
-En marzo, el perro y el amo. En abril, la perdiz. En mayo,
el caballo. Por San Juan, todos por igual, aunque junio
fresquito para todos es bendito. En julio, la hoz en el puño. Y
en agosto, agua al rostro.
-¿Y no dice la gente del campo que septiembre y marzo
son revoltosos ambos?
-Pero si en marzo truena, cosecha buena. Y septiembre es
bueno si del primero al treinta pasa sereno. Y en octubre,
estercola y cubre.
-¿Y qué me dices de noviembre?
-Dichoso el mes que entra con Tosantos y sale con San
Andrés.
-¿Y diciembre?
-En diciembre, el que no haya sembrado que siembre.”
Uniendo ambas aportaciones podríamos obtener una visión
más completa de este cuento.
40. El hacha del leñador
729 [EL HACHA CAÍDA AL RÍO]
Sin datos de informante
La Línea de la Concepción
Érase una vez un leñador muy pobre que tenía mujer
y dos hijos. Un día se fue al bosque a cortar leña para
184
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
venderla y poder así dar de comer a su familia. Estaba
cortando leña al lado de un viejo pozo cuando se le
escapó el hacha y cayó dentro del pozo. El leñador
empezó a lamentar su mala suerte cuando de pronto salió
un enano del pozo y le preguntó:
-¿Qué te pasa, buen hombre?
-Que estaba cortando leña y se me ha caído el hacha
en el pozo.
El enano dio un salto, se metió en el pozo y sacó un
hacha de oro llena de piedras preciosas.
-¿Es esta tu hacha?
-No, no, mi hacha es muy vieja y está gastada.
El enano volvió a meterse en el pozo y sacó otra
hacha de plata y volvió a preguntar:
-¿Es esta tu hacha?
-No, no, mi hacha es más vieja y está más gastada.
De nuevo se metió el enano en el pozo y sacó un
hacha muy estropeada. Cuando el leñador la vio empezó
a gritar:
-Esa, esa es mi hacha.
Por ser honrado y sincero, el enano le regaló las otras
dos hachas y una bolsa de monedas. El hombre salió
corriendo y se lo contó a su mujer y a sus hijos. Al oír
tanto revuelo, su vecino, que era un hombre rico y
avariento, fue a enterarse de lo que pasaba. El leñador se
lo contó y, a la mañana siguiente, el vecino se puso la
ropa más vieja y el hacha más estropeada que pudo
encontrar y se encaminó hacia el pozo. Hizo como si
cortara leña y al rato tiró el hacha al pozo, poniéndose a
llorar inmediatamente después.
Salió el enano del pozo y le dijo:
-¿Qué te pasa, buen hombre?
-Se me ha caído el hacha al pozo y ya no tengo con
qué cortar leña y darle de comer a mis hijos.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
185
El enano se metió en el pozo y sacó el hacha vieja e
inservible del vecino.
-Aquí tienes tu hacha, ya puedes continuar.
El vecino se quedó extrañado y le dijo al enano:
-No, no, esa no es mi hacha, mi hacha es de oro y
piedras preciosas.
El enano le dijo entonces:
-Esta es tu hacha y, por ser tan mentiroso, cuando
llegues a tu casa todas tus riquezas habrán desaparecido.
A partir de ahora tendrás que ganarte el pan con tu
trabajo. Y eso fue lo que pasó.
□□□
Hemos recogido varias versiones de este cuento. Algunas
de ellas se desarrollan en un río y otras, como esta, en un pozo.
Unas veces es un hada la que auxilia al leñador y otras, una
viejecita. Sólo en esta aparece un enano como ayudante
sobrenatural. Historias como esta y como “Los deseos de los
viejos”, entre otras, se prestan a contaminaciones importantes,
ya que recientemente han aparecido en varios libros de cuentos
populares destinados a los más jóvenes que pueden convertirse
en fuente de información. En este sentido, y aunque parezca un
tópico, lo más certero es recurrir a los más ancianos y añadir a
la grabación del texto una encuesta sobre su procedencia
(lugar, persona transmisora, momento del día...). Una
precaución que debe acompañar a cualquier trabajo de campo
pero que se hace aún más necesaria en casos como estos.
41. ¡Mariquita, caca!
571C [LA MUÑECA PEGADIZA]
Sin datos de informante
La Línea de la Concepción
Había una vez una familia que tenía diez hijos y que
eran muy pobres.
186
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Llegaron la Navidad y los Reyes y no tenían dinero
para comprarles juguetes a los niños.
Mariquita era la más pequeña de los diez hermanos y
veía cómo las niñas de su calle tenían muñecas y ella no.
Entonces se ponía a llorar. Pero un día pasó por allí un
anciano y, cuando la vio llorando, le preguntó:
-¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
La pequeña le contestó:
-Porque todas las niñas tienen muñecas y yo no.
El anciano le dijo que no llorara, que él le iba a
regalar una muñeca muy especial.
-Toma, se llama como tú y cuando te pida por la
noche: “Mariquita, caca”, pues tú la poner a hacer caca.
La niña se puso muy contenta porque era una muñeca
muy bonita y por la noche, cuando Mariquita se acostó, la
muñeca se puso a decir:
-¡Mariquita, caca! ¡Mariquita, caca!
Y Mariquita venga a poner la muñeca a hacer caca
una y otra vez.
Por la mañana, cuando Mariquita se levantó, vio
cómo todo el cuarto donde ponía a la muñeca a hacer
caca estaba lleno de montones de oro. Toda la familia se
puso muy contenta. Compraron comida, ropas, una casa
nueva. Eran muy felices, pero Mariquita tenía una vecina
que era muy envidiosa y un día le preguntó que de dónde
habían sacado tanto dinero. Mariquita se lo contó todo y a
la mañana siguiente la vecina le robó la muñeca y se la
llevó a su casa.
Por la noche se puso la muñeca a pedir:
-¡Mariquita, caca! ¡Mariquita, caca!
Y la vecina, muy contenta, pensaba: “¡Qué bien, por
la mañana seré rica!”. Pero pasó que en vez de dinero a la
vecina le llegaba la caca hasta las rodillas. Se enfadó
tanto que tiró la muñeca por la ventana. En ese momento
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
187
pasó Mariquita y la recogió. Y ya nunca más se separó de
su muñeca.
□□□
Cuento relativamente extendido por el sur peninsular.
Contamos con varias versiones de las provincias de Cádiz y
Málaga, habiéndose publicado otra versión de Algeciras en
Diario de Cádiz (13-10-1991, recogida por Del Río y Pérez
Bautista), precisamente la elegida por Camarena para su
Catálogo tipológico... García Surrallés también la recoge en su
obra Era posivé (nº 42, “La muñequita”).
42. El pescador y el jurel mágico
555
[LA AMBICIÓN CASTIGADA]
Isabel Núñez
Algeciras
En un pueblecito al lado del mar vivía un matrimonio
de viejecitos que eran muy pobres. El marido era
pescador, pero tenía tan mala suerte que, cada vez que
salía a la mar, volvía con las redes vacías. Y cuando
llegaba a su casa, su mujer le regañaba por no traer nada.
Él le decía:
-¿Qué quieres que haga? Las redes son muy viejas y
no tengo ni dinero ni fuerzas para arreglarlas.
Así un día y otro hasta que una mañana, cuando
estaba en la mar intentando pescar algo, sintió que un
bicho muy grande empujaba el barco. El pescador tiró de
la red y sacó un jurel enorme que se puso a hablar:
-Si me sueltas, te prometo que nunca más pasarás
hambre.
-¿Y eso?
-Mira, soy un jurel mágico que te puedo conceder
cualquier deseo. Como veo que eres tan pobre, a partir de
188
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
ahora no tendrás más necesidades. Vete a tu casa y lo
comprobarás.
El pescador se fue a su casa y descubrió que su mujer
se estaba poniendo las botas comiendo de todo: fruta,
marisco, carne... El hombre le contó lo que había pasado
y ella se enfadó otra vez con él:
-Mira que eres tonto. Le tenías que haber pedido
muchas más cosas, que con la comida no tengo bastante.
Ve otra vez a pescar y, cuando te encuentres con ese jurel
que dices, le pides dinero, mucho dinero, que quiero ser
muy rica. Y no vuelvas hasta que no des con él.
El pobre hombre volvió a la mar y estuvo esperando
a que el enorme jurel asomara la cabeza. Ya se había
quedado dormido cuando escuchó su voz:
-Veo que no estás contento con lo que te he regalado.
-Es que mi mujer dice que con la comida no tiene
bastante y quiere dinero.
-Bueno, vete a tu casa y encontrarás a tu mujer rica.
No puedo menos que concederte lo que me pides después
de haberme liberado de la red.
El pescador llegó a su casa y se encontró a su mujer
contando monedas y probándose toda clase de joyas.
-Mira que eres tonto. ¿Por qué no has aprovechado y
le has dicho que nos concediera una enorme mansión?
Anda, ve y pídele un palacio para que yo pueda vivir
como una reina.
Cuando el pescador fue a hablar otra vez con el jurel
mágico, este le dijo:
-Sólo puedo concederte un deseo más, pero no puedo
convertir a tu mujer en una reina. Las reinas nacen pero
no se hacen. Vuelve a tu casa y encontrarás que le he
dado a tu mujer lo que realmente se merece.
El pescador regresó a su casa y vio que todo estaba
como al principio. Su mujer no tuvo palabras para decirle
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
189
nada porque se había dado cuenta de que su avaricia lo
había estropeado todo.
Eso sí, desde ese día el pescador tuvo más suerte con
su trabajo y siempre volvía con algo para comer.
□□□
Esta versión, popularizada
a través de diversas
publicaciones, tiene la interesante variante de tratarse de un pez
propio de la zona y no de un pez rojo, una carpa o similar,
como suele aparecer en las versiones importadas. Por lo demás,
la trama es la misma.
190
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Encuentro con la Muerte
43. El hombre que se encontró
con la Muerte
332A
[LA VISITA A LA CASA DE LA MUERTE]
Antonia González Navarro
Algeciras
Era un hombre que tenía cinco hijos y que iba todos
los días con su borriquito a por leña y la vendía para
poder comer. Ganaba muy poquito y por eso tenía a los
niños desmayaditos, en cueros y descalzos. El pobre
estaba desesperado, no sabía qué hacer porque no ganaba
casi nada; con la poquita leña que vendía, comían.
Un día que estaba lloviendo y no había ganado nada,
se fue a ver lo que encontraba. Por el camino dio con una
mujer que le preguntó cómo le iba la vida y él se lo contó
todo. La mujer, que en realidad era la Muerte, le dijo
entonces:
-Mira, yo te voy a ayudar, te voy a dar para que
comáis tú y tus hijos.
Y le siguió diciendo:
-Te vas a ir para tu casa. Cuando llegues, me tienes
que traer al primero que salga a recibirte. Y yo, mientras,
te voy a dar un mantel que, sólo con decirle “¡Componte,
mantel!”, te llenará la mesa de todo lo que tú quieras
comer.
El hombre pensó que, como siempre el primero que
le salía era el perro, no era mala la idea que le había
propuesto aquella mujer, así que le contestó:
-¡Vale, vale, dentro de dos meses volveré!
Se fue el hombre y el primero que salió a recibirle
fue su hijo más pequeño.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
191
-¡Ay, Dios mío! ¿Qué he hecho? Bueno, voy a ver si
lo del mantel es verdad.
Cogió el mantel y le gritó:
-¡Componte, mantel!
Y se llenó toda la mesa de comida. Fue corriendo y le
explicó a su mujer todo lo que le había ocurrido y ella, en
vez de enfadarse, le dijo:
-No te preocupes. Como faltan dos meses, ya lo
solucionaremos.
Todos los días comían muy bien, pero pasaron los
dos meses y, como el hombre no iba a llevarle el niño a la
Muerte, ella fue a su casa y le dijo:
-Vengo a por el primero que encontraste.
-Mire, encontré al niño y es muy pequeño, él siempre
está con su madre... Si quiere, me voy yo.
-Bueno, vale, me da igual.
Y se fueron. Por el camino, la Muerte le dijo:
-Mira, veas lo que veas, no digas nada.
Como ella caminaba más de prisa, el hombre se fue
quedando atrás y vio a un leñador que intentaba colocar
la leña en la burra, pero le pesaba mucho; entonces, la
bajaba y echaba más leña y, claro, menos podía. Lo hizo
varias veces y él le dijo:
-Pero... ¡Usted está tonto! ¡Tiene que quitar, no
poner!
Y el leñador le empezó a pegar. El hombre salió
huyendo y alcanzó a la mujer:
-¡Eh, mujer! Un leñador me ha pegado porque le he
dicho que se equivocaba.
-¡Pero, bueno! ¿No te dije que, vieras lo que vieras,
no hicieras nada? Veas lo que veas, tú callado.
Y siguieron adelante. El hombre vio a una mujer
vieja subida en lo alto de una higuera que se comía los
higos verdes y tiraba los maduros.
192
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Yo no le digo nada porque me va a pegar. Aunque,
pensándolo bien, qué me va a hacer una mujer.
Se fue para la vieja y le gritó:
-¡Oiga! ¿Por qué tira los maduros y se come los
verdes?
-¿Y a usted qué le importa? –dijo la mujer, y empezó
a pegarle tortas.
Otra vez se fue para adelante y se lo contó a la
Muerte y ella volvió a replicarle:
-¿Pero no te he dicho que no te metas en nada de lo
veas?
Y siguieron adelante. Entonces que vio a un hombre
que quería que su burro anduviera para atrás.
-Ay, yo se lo diría, pero me va a pegar. Bueno, a lo
mejor este es más bueno.
Y lo llamó:
-¡Oiga, mire usted! Déle usted la vuelta y así el burro
andará hacia delante.
-¿Y a usted qué le importa? –y también empezó a
pegarle. Entonces, llamó a la Muerte:
-¡Eh, señora, espere usted! Ya me han dado tres
palizas y no puedo más.
-Ya te dije que no te metieras en nada de lo que
vieras y tú vas y te metes. Pues allá tú.
Por fin, llegaron a una casa y había muchas
mariposas apagadas, otras apagándose y otras
encendidas. La mujer cogió al hombre y le dijo:
-Yo soy la Muerte y estas mariposas son las personas.
Tú eres aquella mariposa que ya se está apagando porque
ya te vas a morir. Por eso te he traído conmigo.
Al escuchar esto, al hombre se le quitaron los dolores
de las tres palizas y gritó:
-¡Ay, no, échele usted aceite!
Salió corriendo y registró la casa hasta que encontró
una garrafa de aceite y se la echó a la mariposa, que
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
193
empezó a arder otra vez con fuerza. Así fue que no se
murió y este cuento se acabó.
□□□
Los relatos en los que la muerte aparece personificada y en
relación con sus víctimas son relativamente frecuentes en las
tradiciones cristiana y musulmana. En esta se suele presentar el
momento letal como un hecho inevitable pese a los esfuerzos
de los humanos; en la cristiana, en cambio, hay quien consigue
burlar a su verdugo indefinidamente mediante la puesta en
acción de la picaresca, al parecer el medio más eficaz de
superar las adversidades, al menos en el mundo de los cuentos
populares. El texto que presentamos pertenece precisamente a
este segundo grupo.
Observemos que la historia se inicia de nuevo con el pacto
realizado por el padre de familia con un personaje siniestro. En
este caso, la situación se resuelve reemplazando el propio padre
al hijo desafortunado. Más adelante vuelven a aparecer objetos
mágicos ya conocidos y como motivos finales encontramos la
visita que el hombre hace a la casa de la Muerte y la
oportunidad que tiene de alargar su vida después de conocer el
secreto que la mantiene.
194
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Leyendas y noticias de tesoros
La larga presencia árabe en la zona ha determinado la
abundancia y el carácter de los relatos sobre tesoros, unos
textos que combinan lo cotidiano con la ficción, el
hallazgo de riquezas con la intervención sobrenatural y la
realidad con el deseo. Precisamente, esa conexión
histórica da pie a los narradores a impregnar sus relatos
de credibilidad, apoyándolos incluso con refranes y
explicaciones como estos:
-“Por donde pasaron los moros quedaron tesoros”.
-“Los moros, en su huida, se dejaron algunas ollas de
barro con joyas y otras cosas de valor... También las
llaves de las casas porque ellos pensaban volver otra
vez”.
Unos comentarios que se extienden, ya sea en forma
de recuerdos o como leyendas, a otros pueblos que
tuvieron que huir precipitadamente de sus tierras: judíos
de España, españoles de Gibraltar, etc.
El fenómeno del bandolerismo, cómo no, también
contribuyó a la extensión de pequeñas leyendas unidas a
cuevas y tesoros escondidos.
En la presente selección encontraremos leyendas y
sucedidos muy diversos sobre tesoros: unos presentados
como cuentos, otros como breves comentarios, algunos
con la presencia de duendes y fantasmas que custodian el
lugar y muchos otros referidos a situaciones reales
sucedidas a vecinos que nunca pudimos encontrar.
Incluso, algunos informantes nos transmitieron, casi en
secreto, algunas de las formas utilizadas para ocultar los
tesoros y evitar su expolio:
-“Para guardar un tesoro se rezaban unas oraciones y
se sellaba el sitio asando sardinas justo encima”.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
195
-“Los tesoros los esconden con magia: matan a
alguna persona o a un animal y por eso se aparecen
después, para que nadie los robe”.
Otros informantes prefieren no encontrar uno de
estos tesoros legendarios ni de forma fortuita, pues su
hallazgo puede dar lugar a alguna desgracia: “Una vez,
una gallina picó en un hormiguero y salió tanto oro que la
mujer se quedó muerta en el acto”.
Vemos, pues, que leyendas, magia, supersticiones y
creencias van de la mano. Conozcamos ahora los textos.
44. El tesoro de la cueva del negrito
Francisco Castro Salvatierra
Tahivilla (Tarifa)
La cueva del negrito es una pequeña oquedad que
está a la izquierda de la carretera que va de Facinas al
Puente de Hierro.
Allá por los años de Maricastaña vivía en aquellos
parajes una familia en la que el padre era carbonero.
Tenía un niño de unos diez o doce años que cada día,
acompañado de su perro, llevaba a su padre al tajo la
comida del mediodía.
Un día, el niño vio cómo el perro ladraba, de una
forma no habitual, hacia la cueva y pensó que alguna
alimaña se habría refugiado allí, por eso le dio un poco de
miedo y se fue corriendo. Pero esto fue sucediendo muy a
menudo hasta que un día el niño se asomó entre unas
matas para ver lo que allí había. Entonces vio que en la
entrada de la cueva, en una piedra, había un hombre de
raza negra sentado. El chiquillo se volvió a asustar y se
marchó de allí y le contó a su padre lo que había pasado.
El padre conocía muy bien la leyenda de la aparición del
negrito, por lo que prohibió al niño que volviera a pasar
196
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
cerca de la cueva en previsión de que se llevara un susto
mayor. Pero al niño se le había pegado a la vista aquel
hombre tan extraño que tenía la piel como el carbón que
fabricaba su padre.
Pasados unos días, volvió a pasar por allí y miró
menos asustado, viendo que el negrito le dedicaba una
sonrisa amplia. Así fueron transcurriendo los días y el
niño se fue acercando cada vez un poquito más picado
por la curiosidad. Pero un día se acercó más de lo normal
y el negrito le dijo que se acercara, que no le haría daño,
que le tenía que contar una cosa muy importante para él.
El chiquillo se acercó con cierto recelo y el negro le
contó:
-Yo fui esclavo de un árabe muy rico. Cuando
expulsaron a los moriscos tuvo que esconder todas sus
riquezas aquí y a mí me dejó al cuidado de las mismas.
He sido tan fiel a mi dueño que incluso después de
muerto, mi espíritu sigue cuidando del tesoro.
Entonces lo llevó a un arroyo cercano que también se
conoce con el nombre de regajo del negrito y allí le
señaló una piedra y le dijo:
-Ahí, junto a esa piedra, está escondido el tesoro. Yo
estoy cansado, lo que quiero es que alguien lo saque y se
lo lleve para poder descansar. Tú me has resultado
simpático y quiero que el tesoro sea para ti, pero no le
cuentes esto a nadie y cuando seas mayor puedes venir a
hacer un hoyo profundo y lo encontrarás.
El negro, hablando por lo bajini, dijo: “Veremos a
ver qué dice ella”. Y desapareció y ya el niño no volvió a
verlo más.
El chiquillo no dijo a nadie ni media palabra de
aquello y pasó el tiempo. El niño se hizo un hombre y
aprendió el oficio de carbonero. Eran buenos tiempos
para los hombres de este gremio porque había mucha
madera, mucha leña, y el carbón se vendía bien.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
197
Siguieron pasando los años. El hombre se casó y se
cargó de hijos. Las cosas no venían ya tan fáciles.
Muchos hombres que eran de otros oficios se habían ido
al monte a fabricar carbón vegetal, así que la leña empezó
a escasear y vino una racha muy mala. La familia del
carbonero lo pasaba mal y estaba al borde de la
necesidad. Entonces este hombre, que nunca había
olvidado lo que le había dicho el negrito, pensó que la
mejor manera de solucionar su problema económico sería
buscar el tesoro y encontrarlo. Habló con un compañero
de trabajo muy amigo suyo y se fueron los dos a
buscarlo. Cogieron sus herramientas y aprovecharon la
primera luna llena que hubo para que nadie los viera
cavar de día.
Cavaron, cavaron y cavaron muchas noches de luna,
incluso de más de una luna, y el hoyo llegó a ser
profundo y amplio, pero del tesoro no aparecía nada.
Nuestros hombres estaban aburridos, desahuciados e
incluso asustados, porque algunas noches les parecía oír
como un murmullo en el que dos personas de diferente
sexo parecían discutir. Pero era algo que no acababan de
entender.
Ante todo esto, decidieron ir a consultar con la sabia
-que era el nombre que se le daba a las videntes-. Fueron
a la Línea de la Concepción donde había una que tenía
mucha fama y le contaron lo que les ocurría. La señora
consultó sus cachivaches y les dijo que, efectivamente,
allí había un gran tesoro escondido, pero que ellos no lo
iban a encontrar.
-El tesoro lo guarda una pareja de negros, hombre y
mujer. El hombre está cansado de estar eternamente
guardando el tesoro y lo que quiere es que alguien se lo
lleve, pero la mujer, que tiene la cabeza dura como una
piedra, dice que no, que ella quiere seguir siendo fiel a
quien le encargó guardar el tesoro.
198
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
A la vista de esto y dado que ellos estaban cansados y
aburridos, decidieron dejarlo y no buscar más el tesoro.
Como habían ido a pie, por el camino de regreso
hablaron mucho y pensaron que ya que se habían
entrenado cavando bajo la luna, en vez de cavar para
buscar un tesoro mejor sería dedicar esas horas de trabajo
extra a cortar leña para fabricar carbón. Era menos
esperanzador pero más rentable.
Así lo hicieron. Y con esto y el cesto lleno con pan y
pimientos y rabanillos tuertos se acaba este cuento.
□□□
Así debieron contarse las leyendas en tiempos en los que
las prisas no eran conocidas y en los que la palabra tenía un
gran valor. El lugar donde sucede esta historia existe realmente
en el término municipal de Los Barrios.
Preguntando a la gente de la zona hemos comprobado que
otros lugares de nombres tanto o más evocadores de historias
no han corrido la misma suerte que este. Así, la Cueva del
Moro, el Cerro de la Fantasía, la Silla del Papa, el Puerto del
Infierno o la Laja de las Brujas carecen de leyendas populares
o, si las tuvieron, no se han mantenido vivas en la tradición oral
hasta hoy. No obstante, incluimos algunas historias
fuertemente vinculadas a nombres de lugares.
45. El cabrero que hacía un botijo
José Sánchez Sánchez
Algeciras
Había un cabrero que estaba todo el día alrededor de
sus cabras, como es natural.
Un día se subió en lo alto de una piedra bastante
gorda y se puso a hacer un botijo de esos que les ponen a
los chivos para que no mamen. Empezó a desbastar el
botijo y cuando se cansó clavó el hacha en una hierbecilla
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
199
que tenía la piedra y entonces vio con sorpresa que el
hacha se le colaba por un agujero. Empezó a escarbar y a
escarbar y después de un rato sacó una olla de oro como
un demonio.
El cabrero la cogió, pero no dijo ni pío. Llevó las
cabras a su sitio, metió el oro en uno de los cántaros de la
leche y se fue de donde vivía. Y todavía lo están
esperando.
46. El tesoro de la Fuente Nueva
Sin datos de informante
Algeciras
En la calle Fuentenueva había una fuente que hace
poco han puesto otra vez. Pues detrás de los ocho caños
de la fuente había unos escalones que llegaban a una
cueva grandísima. Dicen que allí habían estado
escondidos muchos moros que no quisieron irse cuando
los echaron y pudieron aguantar mucho tiempo gracias a
que tenían el agua allí mismo. Cuentan que entre aquellos
moros había mujeres y hombres y que alguna gente les
llevaba comida para que aguantaran más.
No sé cuánto tiempo estuvieron ahí metidos, pero
esos moros dejaron en la cueva una cantidad enorme de
monedas sueltas y cuando los albañiles fueron en una de
las veces que arreglaron la fuente, pues se las
encontraron.
47. El tesoro de La Peña
Tomás Márquez Esteban
Algeciras
Cuando terminó la guerra hicieron una cantera donde
está La Peña, en Tarifa. Había unos doscientos hombres,
200
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
pero uno se encontró con un tesoro y, para que no lo
vieran, lo tapó y siguió trabajando. Aquella misma noche,
cuando ya no había nadie en la cantera, volvió y se lo
llevó a Facinas, que es de donde él era.
Desde ese día ya no fue más a trabajar, pero un día le
dio por venir a Algeciras con un par de lingotes para
venderlos en una joyería. A los cuatro o cinco días fueron
a buscarlo unos hombres diciéndole que querían
comprarle más oro. Él lo sacó y cuando estaba todo fuera
le dijeron: “¡Eh, policía!” y lo apresaron. Los lingotes los
pusieron en la tienda de Villanueva en Tarifa para que
todo el mundo lo viera.
□
Juan Quero González
Facinas (Tarifa)
Esto pasó de verdad. Era un hombre que estaba
trabajando en la zona de la Torre de la Peña sacando
piedras. Un día encontró un tesoro y, sin que nadie se
diera cuenta, lo escondió. A la noche fue a desenterrarlo
y, cuando se lo llevó a su casa, ya no fue más a trabajar.
Dicen que desde entonces, su hermana y él se liaron a
lucir joyas de todas clases y, claro, así se fue dando
cuenta la gente de que habían robado o se habían
encontrado algo.
Dieron cuenta a la guardia civil y fueron a su casa:
-Mire, que nos hemos enterado de que usted tiene un
tesoro y se lo vamos a cambiar por dinero.
Cuando lo sacó, se llevaron el tesoro y a él lo
metieron preso.
□□□
Estos testimonios no son aislados. El hecho ocurrió hace
relativamente poco tiempo (unos sesenta años) y lo recuerdan
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
201
muchos ancianos del lugar. Algunos incluso nos invitaron a ir
al lugar donde ocurrió y otros prometieron presentarnos al
descubridor del oro, cuyo nombre y apellidos incluso nos
dieron. Lo cierto es que podemos encontrarnos ante el punto de
partida de una leyenda, según los derroteros que tome la
transmisión oral.
48. La cabeza del toro
Lorenzo García Domínguez
Jimena de la Frontera
En la Pilita la Reina [enclave de la Sierra del Aljibe]
había una piedra con forma de cabeza de toro adonde
todo el mundo se acercaba para buscar un tesoro. Al lado
habían puesto un letrero bien grande que decía:
EN FRENTE DE LA CABEZA DEL TORO
ESTÁ EL TESORO
Pues, claro, todos iban enfrente cargados con
espiochas y barras para excavar zanjas y ver qué es lo que
podían sacar. Después de tanto tiempo había unas zanjas
tan hondas que ni aquellas sepulturas que tú te montas
encima de otro y no se ve. Pero de allí nadie sacaba nada.
Y ahora, pues de los muchos que llegaban hasta allí
vino uno que estaba medio tonto y bajó solo a la zanja a
cavar. Estuvo todo el día cavando hasta que al final cogió
un porro de hierro y dijo: “Ya esto se va a acabar, esto de
que enfrente de la cabeza del toro está el tesoro se va a
acabar”. Y con las mismas le pegó en la cabeza a aquel
toro de piedra con el porro y empezaron a salir joyas y
monedas. Y es que el tesoro estaba allí metido, en frente,
en la frente del toro estaba el tesoro. Pero la gente iba a
cavar enfrente de la piedra y nunca pensaron que estaba
en la frente del toro.
Esto pasó hace muchos años, tantos que ninguno de
los que estamos aquí habíamos nacido, ni los que están
202
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
muertos habían pensado en nacer. Y pasó en verdad allá
en la Pilita la Reina. Hay cosas que son mentiras, pero
esta no.
□□□
Pocas personas mayores no habrán oído hablar alguna vez
de esta manera de custodiar los bienes. Más de veinte relatos
hemos podido recoger de esta extendidísima leyenda que
aparece prácticamente en todos los pueblos del país. De entre
todas ellas, resaltamos la que hace referencia a un personaje
histórico relativamente reciente, Blas Infante. Isabel Baladé
nos la contó en Guadiaro, donde ahora reside, aunque la
escuchó en su localidad natal, Casares: “Esto era un hombre
que se llamaba Blas Infante y que escarbaba en un sitio que le
llaman el Torrejón porque había muchas cosas enterradas (por
lo menos, eso es lo que me contaba mi madre). Este hombre
siempre decía que enfrente de la cabeza del toro estaba
escondido el tesoro. Dicen que él encontró el toro, que
encontró una galería, pero que el tesoro no lo encontraron
nunca.”
De igual forma, en pocos relatos encontraremos un mayor
grado de apropiación local. Como ejemplo de fuera de la zona,
remitimos al libro Leyendas de los castillos de Jaén de Juan
Eslava Galán (Ediciones Osuna. Armilla, 1998), donde
podremos encontrar este mismo relato.
49. El tesoro de la orza-1
Ana Pérez Navarro
Jimena de la Frontera
Dicen que había un hombre que estaba escondiendo
en su patio una orza llena de monedas y de joyas y un
vecino lo vio desde su azotea. Una noche, el vecino entró
en el patio y la robó.
Dicen que se puso rico, pero el dueño de la orza, por
lo visto, echó una maldición a quien se la había robado y
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
203
dicen que el final no fue muy bueno porque el ladrón se
ahorcó. Yo sabía hasta el nombre del que la escondió,
pero ya no me acuerdo. Creo que fue en la calle Sevilla.
50. El tesoro de la orza-2
José Sánchez Molina
Algeciras
En Jimena, en la placita que hay entre las calles
Sevilla y La Loba, había antiguamente una iglesia.
Cuando ya era una ruina, una vez una mujer soñó que
había una orza llena de monedas de oro escondida en una
de las ventanas. Al día siguiente, cuando salió a la calle,
le contó el sueño al dueño de una tienda que había
enfrente de la iglesia, pero el hombre no le hizo mucho
caso y le quitó importancia. La mujer se fue a su casa
convencida de que allí no podía haber nada, pero al día
siguiente se encontraron que alguien había hecho un
agujero junto a la ventana y lo había saqueado.
51. El tesoro de la cabra negra
Lorenzo García Domínguez
Jimena de la Frontera
Había un hombre que vivía aquí al lado, en el Puente
de las Cañillas, y tenía al compadre en Barcelona.
Una noche, el compadre de Barcelona soñó tres veces
que encontraba un tesoro debajo de una piedra donde se
montaba una cabra negra y el hombre se quedó muy
impresionado con ese sueño, así que se vino para acá y le
contó a su compadre lo que había soñado. Pero él no lo
creyó:
-¡Anda ya, venir de Barcelona por un sueño!
204
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Pero es que la piedra era como esa que tienes tú en
el corral.
-Sí, ahí siempre se monta una cabra negra pero ahí no
hay tesoro que valga.
Y tanto que le insistió, que tanto, que tanto, que
cuando fueron pues cortaron la piedra y allí estaba el
tesoro.
Parece que era el tesoro de una gobierna que se
llamaba doña Josefa Ramírez. Yo no lo sé, pero vamos,
eso pasó, le pasó a uno que vivía aquí, pero de esto hace
ya siglos. No ha sido hará cuarenta o cincuenta años,
hace mucho más tiempo.
Y esas son las cosas. Pero para que sea verdad hay
que soñar el mismo sueño tres veces. Y no contárselo a
nadie ni a la segunda vez. Este lo soñó tres veces y fue
verdad.
□□□
Como se ve, esta historia nos fue contada como cierta por
el informante, aunque se trata de un cuento conocido en
muchos lugares. Lo interesante del caso es que, una vez más, el
informante se apropia de relatos universales situándolos en su
entorno con la intención de hacerlos verosímiles y de captar el
interés de cierto tipo de audiencia poco aficionada ya a los
cuentos. La misma trama nos la refirieron en Jimena situando
la acción en Ronda, ciudad preferida por algunos narradores
para ubicar distintos hechos extraordinarios.
Es también un relato que se suele relacionar con tesoros
escondidos por bandoleros, habiéndose publicado una
adaptación dirigida a jóvenes lectores (Rafael Estrada, El
tesoro de Caramujo. Editorial Bruño) y otra de gran
popularidad de la mano de Paulo Coelho, titulada El
alquimista.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
205
52. En Osuna está la fortuna
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Una vez un hombre tuvo un sueño que se le repitió por tres
veces. La gente siempre ha dicho que si se repite tres veces un
sueño es que es verdad, así que el hombre creyó en ese sueño.
Y era que alguien le decía: “En Osuna está la fortuna”. El
hombre, a la tercera, no esperó más y se fue para Osuna, a ver
si se encontraba allí con algún tesoro. Cuando llegó, después de
estar todo el día buscando sin hallar nada, le salió uno diciendo
que no hiciera caso de esas cosas, que él había soñado también
tres veces que había un tesoro debajo de una piedra muy
grande donde todos los días se subía una manada de cabras, y
que en medio de esa manada había una cabra negra muy
inquieta.
El hombre se acordó de que todos los días su manada
de cabras hacía exactamente eso, mientras la negra se
ponía a saltar muy nerviosa en medio de las demás.
Volvió a su casa, removió la piedra y allí encontró el
tesoro. Había ido a Osuna a buscar la fortuna y la
encontró; bueno, lo que encontró allí fue la pista para dar
con el tesoro que tenía muy cerca de su casa.
También sé yo que han encontrado tesoros en los
Tajos del Sol, muy cerca de donde están las tumbas de las
piedras, y en la Pasá de Sabino; aquí encontraron una
orza llena de monedas de oro.
53. Quien me vuelva al otro lado
será afortunado
José Sánchez Molina
Algeciras
Mi madre, Remedios Molina Gómez, me contaba que
en el puente de Las Cañillas, allá por los años treinta,
206
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
había una piedra que tenía una frase escrita a golpe de
cincel. Esa frase decía:
QUIEN ME VUELVA
AL OTRO LADO
SERÁ AFORTUNADO
Todo el mundo había probado suerte dándole la
vuelta a la piedra. Pero un día merodeaban por allí unos
forasteros que se quedaron mirándola y, a la mañana
siguiente, la piedra apareció partida en dos y hueca por el
centro.
Lo que había pasado es que el tesoro lo guardaba
dentro y no por detrás. Todos habían creído que había
que darle la vuelta a la piedra para encontrar algo de
suerte y tuvieron que venir unos de fuera para dar con el
truco. Esas frases hay que entenderlas bien y no a la
ligera.
54. El tesoro del Sauzal
Ignacio Morales Trujillo
Betijuelo (Tarifa)
Dicen que en El Sauzal encontraron un tesoro que se
habían dejado los moros.
Todo el mundo sabe que los moros, cuando salieron
huyendo, dejaron cosas escondidas para cuando
volvieran.
Esta vez las dejaron junto a la piedra que recibía el
primer rayo de sol. Y un poquito más allá, en La
Sauzaílla, cerca de El Chaparral, lo dejaron dentro de un
horno.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
207
55. La fortuna de los viejecitos
Catalina Caballero Ayala
Jimena de la Frontera
Esto pasó en la Estación de Jimena. Había una pareja
de viejecitos que ni comían bien con tal de ahorrar.
Vivían como pobres, todo el mundo sabía que ganaban
dinero pero nadie tenía idea de dónde lo guardaban.
Un día se les hundió en el suelo la pata de la cama y
la criada que tenían descubrió que habían estado
guardando todo el dinero debajo de una losa, que todas
las noches tapaban con la pata de la cama. Lo que no se
sabe es si la criada se llevó el dinero o qué es lo que pasó.
□□□
Incluimos este testimonio, que nos fue contado como real,
por ser un buen botón de muestra de la gran cantidad de
sucedidos sobre fortunas enterradas por los vecinos pudientes
de cualquier pueblo. No sólo los árabes y judíos, en su huída,
dejaron escondidos sus tesoros. La gente que quedó aquí siguió
con la misma costumbre, llegando incluso a sellar el lugar del
escondite por medio de oraciones y prácticas diversas, como la
referida en la introducción de este capítulo.
56. Tres tesoros custodiados
Alfonso Pérez Sánchez
Jimena de la Frontera
En el puente de Garcibravo, en el arroyo del Canario,
habían enterrado un tesoro hacía mucho, mucho tiempo,
pero la gente no se atrevía a parar en aquel sitio, todos
pasaban lo más deprisa que podían. Por lo visto, si
alguien se paraba a husmear, le salía una vieja del puente
que daba tanto miedo que no le entraban ganas de volver
a pasar por allí.
208
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Lo mismo pasaba en el cortijo de los Morcillos. Una
vez estaba yo trabajando allí y tenía que pasar la noche
dentro. Yo pasaba cerca de un pozo donde contaban que
habían hecho un boquete y había un tesoro escondido. Yo
iba con reservas, por si salía la vieja. Y, justo al pasar, se
cayó la tapa del pozo y yo subí la cuesta que me las
pelaba. Al llegar al cortijo me dicen:
-¿Qué te pasa, chiquillo?
-Que la vieja me ha salido y ha tirado hasta el cubo
del pozo.
También en un sitio que le dicen La Coronilla había
huerto donde habitaba un susto. La gente pasaba por la
vereda muy asustada, sobre todo cuando llegaban a una
casita caída que había allí, donde los esperaba otro susto
que guardaba algún tesoro.
□□□
La historia de la anciana-duende que custodia un tesoro la
hemos recogido también en Alcalá de los Gazules referida al
lugar conocido como la Pasada de Magaña. Nos la contó Pedro
Sánchez.
57. Indicios de oro escondido
José Sánchez Molina
Algeciras
En casa de mi abuela Pilar se escuchó durante algún
tiempo el tictac de un reloj por distintas partes: unas
veces en el jarrón, otras en la pared, en los cuadros...
Escuchar el tictac de un reloj es señal de que hay oro
escondido en esa casa.
Ella, harta de escucharlo, preguntó una noche que
estaba sola:
-Si eres alma del otro mundo dime lo que quieres.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
209
En ese momento se iluminó la casa como si fuera de
día y mi abuela salió corriendo asustada.
Los vecinos, que la sintieron, salieron a la calle y le
preguntaron:
-¿Qué te ha pasado, Pilar?
Y ella contestó:
- La gran puñeta.
Se ve que no tenía ganas de hablar del asunto, aunque
cuando pasó el tiempo se lo fue contando a sus hijos.
Desde ese día, ya no se volvió a escuchar el ruido,
pero mi abuelo empezó a soñar que había un tesoro
escondido en el establo.
Después de lo de mi abuela, no era cuestión de pasar
por alto ese sueño, así que estuvo excavando y buscando.
Pero nunca encontró nada.
58. El tesoro de la Misericordia
Alfonso Pérez Sánchez
Jimena de la Frontera
En la iglesia de la Misericordia también he escuchado
yo que había un tesoro y que estaba guardado por un
alma en pena.
Mi abuelo me contaba que el alma salía todas las
noches abrazada a unas cadenas a rastras, y la gente del
pueblo estaba asustadita perdida.
Donde está el bar de Vargas, una noche llegó un tío
con mucho valor y esperó hasta que el fantasma
apareciera. Cuando lo vio le pegó dos tiros y lo dejó allí.
Después le miraron la cara y resultó que era el cura, que
por lo visto se disfrazaba todas las noches para que nadie
le robara el tesoro que guardaba en la iglesia.
210
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
59. El tesoro del Tajo de las Corzas
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Dicen que cerca del Tajo de las Corzas un hombre
compró un terreno porque decían que allí había un tesoro
escondido. Y contrató a una cuadrilla de hombres para
que removieran el terreno a ver qué había.
Un pastor que llevaba sus cabras por allí, viendo la
que estaban armando y oliéndose que allí buscaban algo,
se acercó a una piedra que no estaba puesta de forma
normal, que parecía colocada para tapar algo. Se subió en
la piedra y allí se quedó sentado todo el día. Los hombres
cuchicheaban entre ellos:
-¡Hay que ver el tío ese, que no se ha movido en todo
el día de la piedra!
Cuando llegó la noche, el pastor la levantó y encontró
debajo un tesoro. Al día siguiente se encontraron con la
piedra movida y del pastor ya no se volvió a saber nada
más.
60. El Cerro Redondo
Juana López
Guadiaro (San Roque)
Dicen que el Cerro Redondo está totalmente hueco y
que desde allí bajaba un pasadizo por donde todos los
días iba la reina mora a bañarse al río. El pasadizo sigue
ahí, pero no sabemos lo que hay dentro. Lo que sí sé es
que no paran de encontrar monedas, tumbas de metal,
trozos de vasijas...
Una prueba de que está hueco es lo que le pasó a un
hombre. Estaba arando en el Cerro y se hundió la tierra.
El hombre cayó dentro del Cerro con su vaca y se murió.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
211
Desde entonces, dicen que todos los años por San Andrés
se escucha la campanilla de la vaca.
61. El tesoro de la Fuente Chica
Federico Sánchez Tundidor
San Pablo (Jimena)
En el huerto que hay frente al lugar de Marchenilla
(término de Jimena) hay una fuente que le llaman la
Fuente Chica. Justo al lado hay una piedra de arenisca
que llama la atención porque tiene una hendidura de tanto
ser golpeada. Y es que se cuenta que esa piedra guarda un
tesoro que sólo se puede conseguir golpeando la piedra
convenientemente y en el lugar apropiado. Esto me lo
contó Javier Pajares, un vecino de Marchenilla.
62. El cofre de las tres llaves
Juan Macías y señora
Los Barrios
Era un señor que tenía una fortuna muy grande
guardada en un cofre, pero sus hijos siempre andaban
peleándose y el señor consideraba que no se merecían su
fortuna.
Cuando el señor vio que ya se iba a morir, llamó a los
tres hijos y les dijo:
-Todo lo que tengo será vuestro el día que os
reconciliéis y os llevéis bien.
Los hijos no creyeron lo que el padre les decía, pero
cuando murió recibieron cada uno una llave. Fueron a
abrir el cofre y descubrieron que hacían falta otras dos,
precisamente las que tenían sus hermanos.
Cuenta la leyenda que, por no dar su brazo a torcer,
todavía anda el cofre en alguna ciudad de Andalucía, creo
212
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
que en Antequera, esperando que los nietos o los
tataranietos de los tres hermanos se pongan de acuerdo y
lo abran.
63. El tesoro del cencerro de los López
Pedro Sánchez
Alcalá de los Gazules
Los López eran una familia un poquito bruta. Uno de
los sobrinos andaba por el monte desnudo metiéndose por
las zarzas y las aulagas, pero no se pinchaba. Y cuentan
que uno de ellos se encontró una vez con un tesoro de
esos que habían dejado los moros. Lo llevó a su casa y,
como no sabían dónde lo podían meter, lo escondieron en
el cencerro del toro más bravo que tenían. Después se lo
fueron contando a todo el mundo, pero a ver quién se
atrevía a coger el tesoro del sitio donde estaba. Yo creo
que ha sido el tesoro más a la vista que ha habido.
64. El tesoro del Madroñal
Luis González
La Ahumada (Tarifa)
Aquí hay una historia de un tesoro que dicen que
había, un tesoro que aparece y después no vuelve a
aparecer.
Pasó en una cueva del Madroñal. El Madroñal está
más arriba de El Palancar. No han podido cogerlo porque
tendrá una puerta de cal y no llevan herramientas. Pero
cuando las llevan ya no encuentran el tesoro ni la pared.
Una vez, “El Pelao”, un cepero que había por aquí, le
dijo a mi padre:
-A ver si eres capaz de ver el tesoro del Madroñal.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
213
Pero él siguió arrancando cepas, así que tampoco él
lo pudo encontrar.
□□□
Ramón Tapia también nos habló de un tesoro que sólo
queda al descubierto un día al año. Aunque no nos dijo qué día,
casi todos nuestros informantes coinciden en señalar varios
días claves para este tipo de encantamientos: jueves y viernes
santo, solsticios de verano e invierno y noche de San Juan.
65. El sueño del capataz
Luis González
La Ahumada (Tarifa)
Eran unos que estaban haciendo carbones. Y el
capataz llegó diciendo que había soñado que en un
acebuche había una turutá llena de oro. Total, que, como
lo mandaba el capataz, cortaron el acebuche y dentro
encontraron un cuerno lleno de monedas. Lo que no sé es
quién había dejado eso ahí, pero eran monedas antiguas.
Una turutá era un cuerno que se tocaba a los viudos
que se volvían a casar.
214
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Leyendas de sucesos
extraordinarios, lugares encantados
y personajes fabulosos
De entre los muchos sucedidos y leyendas que sobre
estos temas campean entre las conversaciones de la gente
de la zona, hemos seleccionado veintidós relatos
presentados con muy diversos estilos, desde el detallado
texto que aporta Francisco Castro, narrado de nuevo
como un cuento, hasta los lacónicos testimonios
referidos por otros informantes. Duendes y diablillos,
damas blancas,
fantasmas, seres encantados o
durmientes, hechiceros y animales fabulosos son los
personajes que aparecen y desaparecen de estas historias
con la misma facilidad que los lugares que habitan.
No vamos a incluir en este capítulo determinadas
leyendas más conocidas a través de obras escritas que de
la transmisión oral, como la separación del Estrecho de
Gibraltar por parte de Hércules o la situación de ciertos
lugares míticos (Atllantis, Tartessos) en este particular
finis terrae donde se han recogido los textos.
Tampoco tendremos en cuenta algunas referencias
que nos han llegado a través de historiadores locales que
escribieron o nos hablaron sobre hechos más o menos
mágicos relacionados con enclaves como Baelo Claudia,
la necrópolis de los Algarbes o la Algeciras musulmana.
Estas aportaciones, si bien interesantísimas, no pasan de
boca en boca entre la gente del lugar, pues suelen
proceder de antiguos trabajos (históricos o literarios)
sobre la zona o ser conjeturas que los propios estudiosos
realizan en base a piezas o documentos encontrados. Así,
si alguna vez han llegado a referírnoslas nuestros
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
215
informantes, hemos podido comprobar que suelen
proceder de lecturas de publicaciones locales.
Sí que habría que señalar en este apartado la
existencia de una serie de personajes imaginarios
utilizados por los adultos para asustar a los niños: el
susto, el coco, el bujo, el sacamantecas, el chupasangre,
el tío del maíz, el de los caramelos, el tío Camuñas, el
hombre del saco, la marimanta, la mano negra, el
monstruo del armario, el del cuarto oscuro o el que habita
debajo de la cama, el tragaldabas, etc., etc., etc. Unos
seres que aún campean, aunque menos, por las
conversaciones nocturnas de algunas familias y que han
causado no pocos traumas infantiles. Para saber más
sobre ellos, consúltese el libro de Jesús Callejo “Los
dueños de los sueños” de la editorial Martínez Roca.
66. El mago avariento
Francisco Castro Salvatierra
Tahivilla (Tarifa)
Esto era una mujer que, cuando se casó, no sabía que
su marido era un mago. En realidad, de su marido sabía
muy pocas cosas porque el hombre, además de que como
mago no era ningún lumbreras, como persona también
dejaba mucho que desear: era muy avaricioso, tacaño, no
le daba a su mujer ni una perra gorda para nada y,
además, era tremendamente celoso.
Su mujer era una señora de muy buen ver, muy
elegante, guapísima, quizás por eso el mago sentía celos
y la maltrataba. Por todas estas cosas ella decidió
abandonarle.
Adivinó el mago sus pensamientos y, para que no
pudiera hacerlo, preparó un embrujo y la convirtió en un
ser invisible. Entonces se dio cuenta de que, claro,
216
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
estando su mujer en una dimensión diferente, en un
estado invisible, y él en su estado natural, normal, de
persona humana, pues no la podría vigilar, que era lo que
a él más le interesaba. Así, un poco nervioso, a toda prisa,
preparó unos potingues, inhaló sus vapores y se convirtió
también en un ser invisible.
Las gentes del lugar, como habían dejado de verlos,
pensaron que a lo mejor se habían ido a Buenos Aires,
que entonces estaba muy de moda y que la casa la habían
abandonado. Pero nadie se atrevió a ocuparla ya que todo
el mundo sabía de las malas pulgas que gastaba el mago.
Fue corriendo el tiempo, la casa se fue deteriorando
y, a la vuelta de pocos años, se convirtió en un edificio en
ruinas. Surgieron entonces rumores de que en los
alrededores de la casa se oían sollozos y lamentos de
mujeres maltratadas y de que en aquella zona aparecían
animales salvajes de una naturaleza nunca vista. Todo
esto hizo que la gente rehuyera pasar por allí. Tenía que
ser alguien con mucha necesidad para pasar cerca de
aquella casa. Como aquel contrabandista mochilero que
aprovechaba que era un lugar deshabitado para tomarlo
de camino tanto cuando iba cargado como cuando volvía
de vacío.
Cierto día, cuando pasaba este contrabandista junto a
un trozo de muro del patio que aún quedaba en pie, vio
una gallina seguida de muchos pollitos chicos. Todos
sabemos que las gallinas son muy dadas a buscar un nido
entre las matas y a poner allí sus huevos. Esto fue lo que
pensó este hombre. Y como no sabía quién podría ser el
dueño, pensó llevárselos y devolverlos cuando
apareciera. Cogió los pollitos y, como no tenía otro sitio,
los puso en el sombrero con mucho cuidado porque
estaban recién nacidos. Eran muchos y estaban
apretadillos, pero consiguió colocarlos todos. Después
fue a coger la gallina, pero, nada más tocarla, el animal
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
217
desapareció por completo, se perdió de su vista. El
hombre miró el sombrero y vio que los pollitos tampoco
estaban, también habían desaparecido. El hombre,
lógicamente, se escamó un poco, relacionó el asunto con
la historia del mago y se marchó de allí.
Desde entonces, siempre que tenía necesidad de pasar
por aquella casa en sus viajes, miraba por si veía algo
extraordinario, porque aquello de ver una gallina que
desaparecía lo tenía algo preocupado. Y así fue como un
día consiguió ver una gata en lo que había sido la puerta
de la casa. Él dedujo que era una gata porque, además de
que era muy lustrosa y bonita, tenía el pelaje de tres
colores y había un refrán que decía que “de tres pelos, ni
gato ni perro”, tenía que ser gata o perra. Era una gata
blanca, negra y con un rojo lleno de matices muy bien
repartidos, una gata preciosa.
Empezó la gata a maullar y a ronronear como suelen
hacer cuando los gatos están contentos y el hombre se
acercó para acariciarla. Pero nada más mover un pie, la
gata desapareció.
-Caramba, otra vez un animal que desaparece.
Pero no duró mucho su extrañeza porque donde
estaba la gata apareció una mujer de cuerpo perfecto,
bellísima, una mujer como él no recordaba haber visto
ninguna en su vida. Temeroso de que con esta aparición
ocurriera como con las anteriores, que se habían
esfumado, el hombre, sin moverse, le rogó que no se
fuera, que él estaba muy contento de verla, que tenía
necesidad de hablar con ella y de saber qué hacía en
aquel lugar.
La mujer le dijo:
-Soy la esposa del mago avariento, mi marido me
volvió invisible y él también está así para poder vigilarme
constantemente.
218
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
-Pero... habrá alguna forma de romper este
encantamiento –dijo el joven.
-Este embrujo sólo podrá romperse si aparece un
hombre dispuesto a luchar con el mago y a vencerle. No
tendrá que quitarle la vida, bastará con que le haga
sangre.
Dicho esto, la mujer continuó:
-Quien venga tendrá que hacerlo en la noche de San
Andrés a las doce y media en punto de la madrugada. Y
ahora no tengo más remedio que marcharme.
Y desapareció. Nuestro hombre se quedó aún más
preocupado que nunca, incluso pateaba el suelo pensando
por qué le tenían que ocurrir a él aquellas cosas de seres
que aparecían y desaparecían. Cuando se serenó, pensó:
“Bueno, estamos a mediados de noviembre, la noche de
San Andrés no tardará tanto en llegar”. Y, como él estaba
decidido a ir allí a luchar con el mago, pues esperó hasta
que llegara la noche de San Andrés.
A la hora que le había dicho la mujer, estaba allí
nuestro hombre. No llevaba ningún arma, sólo aquella
navaja que siempre le acompañaba metida en uno de los
bolsillos del pantalón. Cuando el hombre llegó allí, el
bosque estaba en un profundísimo silencio, algo anormal
porque ni el viento hacía ruido moviendo las ramas de los
árboles. Dieron las doce y media y oyó como si algo se
arrastrara por entre las matas. Enseguida se presentó ante
él una enorme serpiente tremendamente grande y
repulsiva. Venía en un plan bastante agresivo, traía la
cabeza y parte del cuerpo levantados del suelo, silbando
constantemente y sacando una lengua roja como el fuego
que terminaba en dos puntas. Llegó a nuestro hombre y
empezó a darle vueltas a sus pies, a enroscarse en sus
piernas hacia arriba.
Nuestro hombre, que no era persona de miedo, era
consciente de que su vida corría un gran peligro, pero
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
219
pensaba también que aquella mujer a la que ya él amaba
debía regresar a su estado natural. Sin embargo, no movía
un solo dedo, como si una fuerza maligna y misteriosa lo
tuviera totalmente paralizado. El reptil seguía
enroscándose hacia arriba y tenía la cabeza a la altura de
su pecho. Hubiera bastado uno de esos movimientos
rápidos de estos animales para morderle la garganta o la
nuca y quitarle la vida. Ante estos pensamientos, el
hombre intentó reaccionar y se llevó la mano al bolsillo
para sacar la navaja, pero comprobó que uno de los
anillos de la serpiente se lo impedía.
Entonces ocurrió algo inesperado y rápido como el
rayo: desde las matas cercanas, una criatura con una
habilidad propia de los felinos, saltó sobre los anillos de
la serpiente y, con una furia tremenda, como si fuera un
animal rabioso, empezó a morder y a arañar al reptil. De
las heridas, aunque no eran profundas, empezó a brotar
sangre y el reptil se esfumó. No cayeron sus anillos
inertes a los pies de nuestro amigo ni tampoco se fue
como había venido, sino que desapareció.
En aquel momento, el bosque recobró su punto. Se
oyó el grito de la corneja, el ulular del búho, el extraño
ladrar de la gandana y un ejército infinito de grillos
entonó su chirriante canto. El mago había sido vencido y
el encanto se había roto.
En la puerta de lo que había sido la casa del mago
apareció la mujer que ya conocemos, pero esta vez era
más elegante, radiante y guapa y venía en carne mortal.
Traía en su cuadril derecho una canasta de mimbre de
tamaño grande con dos asas y en ella traía su ropa.
Se miraron con una alegría infinita, se acercaron el
uno al otro y se saludaron cariñosamente. Como deseosos
de abandonar pronto aquel lugar, empezaron a caminar
llevando la canasta entre los dos, cada uno de un asa.
220
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
No habían andado muchos pasos cuando oyeron tras
de sí un insistente “pío, pío, pío, pío”. Eran la gallina y
los pollitos que les venían siguiendo. Sintieron lástima de
aquellos animalillos y, para que no fueran pasto de los
bichos montunos, decidieron llevárselos en la canasta.
Los colocaron dentro y, para más seguridad, los
cubrieron con una prenda de ropa de la mujer.
Caminaron de nuevo llevando la canasta entre los
dos, pero, a poco que habían andado, se dieron cuenta de
que la canasta cada vez pesaba más y más y más. Y ya,
cuando habían caminado un buen trecho, llegó un
momento en que casi no podían con ella. La pusieron en
el suelo antes de que se rompieran sus asas, levantaron la
prenda de ropa y vieron que allí de gallina y de pollitos
no había nada. Lo que había eran muchas, muchísimas
relucientes monedas de oro. Era todo lo que el mago
había ido ahorrando con su tacañería y su avaricia
durante toda su vida.
Como es natural, nuestros amigos no cabían en sí de
contentos. El hombre dejó el contrabando y vivió muy
feliz acompañado de su mujer y de aquella preciosa gata
de tres pelos, que no era otra que su hada protectora. Y
con esto y un cesto con pan y pimientos y rabanillos
tuertos, termina este cuento.
□□□
Si han seguido con cierto detenimiento los relatos de la
primera parte de este volumen, habrán podido comprobar que
este texto guarda muchas similitudes con los cuentos de
tradición oral. Sin embargo, si lo analizamos un poco echamos
en falta las imprescindibles “funciones de Propp” y además, a
pesar de que aparecen determinados motivos coincidentes, la
razón de ser de esta leyenda no es la misma que la de los
cuentos.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
221
67. La Piedra del Soldado
Ignacio Morales Trujillo
Betijuelo (Tarifa)
Aquí cerca hay un sitio que tiene un encanto. Se
llama la Piedra del Soldado. Antes la gente no quería
pasar por debajo y se iban por otro camino que había más
arriba. Mi madre, cuando tenía que ir al Chaparral con la
ropa, le decía a mi padre:
-Llévame, Andrés, hasta la piedra del soldado. Tú te
quedas cazando y me esperas a que vuelva.
Era el sitio donde se había matado un soldado moro,
cuando ellos andaban por aquí.
68. Cuevas de durmientes en
la Sierra de Betis
Ignacio Morales Trujillo
Betijuelo (Tarifa)
Por aquí hay dos cuevas de durmientes. Son dos
cuevas con una laja muy grande cada una. De chicos nos
mandaban a meter los burros dentro y nos contaban que
allí había durmientes, que son gente que no está ni viva ni
muerta, que se aparecen.
También en El Chaparral, justo detrás de la Piedra
del Soldado, estaba el Picorucho del Sauzal, que era una
piedra de durmientes que medía por lo menos treinta
metros de alta. Era de color rojo, igual que otra que había
en el Cortijo Las Piñas. Pero ya han desaparecido, ahora
sólo podemos encontrar trozos rojos de la piedra tirados
por ahí.
Estas cosas me las contaba sobre todo mi abuela, Ana
Lara, que era muy aficionada a buscar tesoros.
222
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
69. ¿A dónde vais?
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Antes se hacían hornos de carbón en el monte, hornos
para fabricar carbón. Todas las noches había que estar
pendiente y, claro, a las cuatro o las cinco de la
madrugada, andaba gente por el campo.
Y cuentan que había uno que todas las noches sentía
una voz que le decía:
-¿A dónde vais?
Pero él no le hacía caso. Pero una noche, cagadito de
miedo, cuando la voz de volvió a decir: “¿A dónde
vais?”, él contestó:
-¡A hacer puñetas vais!
En ese momento sintió que algo le tocaba en el talón
y salió corriendo que se las pelaba. Claro, contestó tan
mal que a lo que fuera no le sentó muy bien lo que le
dijo.
70. El Molino del Duende
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
De Tarifa para arriba, en un sitio que le dicen La
Molinilla, está el Molino del Duende. Allí siempre se ha
dicho que vive un duende.
Dicen que una noche venía un hombre para arriba
montado en un mulo y se cruzó con un chiquillo, y le
dijo:
-¿Dónde vas, chiquillo?
-Ahí voy p’arriba.
-Anda, móntate.
Al ratito sintió unas palmas muy altas y, al mirar para
atrás, vio que al chiquillo le estaban arrastrando las
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
223
piernas. El hombre, sin pensárselo dos veces, hizo así y lo
tiró. Y es que no era un niño, era el duende, que se volvía
todo lo que quería.
□□□
Mª Luz, una vecina de Candelaria, da fe del relato que
acabamos de contar: “Eso me lo contaba a mí mi abuelo y
decía que le había pasado a él. Él decía que no era un chiquillo
al que montó, que era un hombre y que cuando lo montó en el
caballo no podía de lo que pesaba. Entonces le dio por mirar
para atrás y vio cómo las piernas le iban arrastrando por el
suelo.”
71. El duende del Puente de la Vieja
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
En el Puente de la Vieja dicen que aparecía una vieja
sentada. Mi padre pasó una noche por allí y pensó:
“Ahora me tenía que salir el duende”.
Vio un caballo en el borde de la carretera. Y dicen
que el sombrero se le levantaba. Entonces pensó: “¿Y
ahora cómo paso? Yo no me arrimo al caballo”. Y le
gritó:
-¡¡¡Cabaaallo!!
El caballo se apartó y después, cuando mi padre lo
contó, todo el mundo le decía que era el duende y que por
eso se le levantaba el sombrero.
El duende se volvía todo lo que quería, se convertía
en caballo o en niño, pero sobre todo en vieja, por eso se
llama así el puente. También se veía como una gallina
con unos pollitos que cuando ibas a cogerlos
desaparecían. Y si iban dos personas juntas, sólo una lo
veía. A Curro el Huérfano le pasó que lo vio como una
224
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
lombriz reluciendo, muy brillante; salió corriendo y llegó
a su casa asfixiadito. Y a Rafaelilla la de Tomás también
le pasó lo mismo, pero no en el Puente de la Vieja, sino
en casa de María Gómez.
72. El duende del perol
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Era una familia de por aquí que se tuvo que mudar de
casa porque continuamente echaban de menos cosas.
Cuando iban a echar mano de algo se encontraban el
sitio. Y eso, una vez y otra vez, te hace pensar que
alguien te está robando o que pasa algo raro.
Cargaron los muebles en un carro que tenían y tiraron
camino adelante, pero cuando llegaron a la casa nueva,
dice el padre:
-Anda, se nos ha olvidado el perol.
Y desde el carro salió un hombrecillo y le dijo:
-Por el perol no preocuparse, que lo he traído yo.
Y era el duende el que le había estado quitando las
cosas y encima se lo habían traído a la casa nueva.
□□□
En otros textos que hemos recogido, lo que se pierde son
las trébedes o una pequeña sartén. Disponemos de una versión
de Ardales (Málaga) en la que el duende se convierte en un
chivo que el protagonista coge a hombros y transporta hasta la
nueva casa; en el momento en que el hombre le mira a la cara,
el chivo le enseña su dentadura y le dice socarrón: “¿Tiene tu
padre tantos dientes como yo?”.
Es un relato que hemos recogido como cuento (sin lugar ni
personajes definidos) y también como leyenda, referida a
personas del lugar, aunque hemos optado por incluirlo en este
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
225
apartado. Espinosa hijo lo recogió también en Peñaranda de
Duero en 1936 con unos cedazos como objetos olvidados.
73. La dama blanca
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Este era un pastor al que todos los días, cuando iba a
guardar el ganado, le salía una mujer muy blanca, que en
realidad no era una persona, sino el espíritu de alguien
que habían enterrado viva. Eso lo hacían los de la Santa
Inquisición.
Dicen que le salía de una pared, se sentaba en una
piedra y lo llamaba. El muchacho llegaba a su casa
asustado y se lo contaba a su madre. La madre le dijo un
día:
-Tú háblale, háblale, ya verás que no te va a pasar
nada.
Y así, uno de esos días, él le habló y la dama blanca
le contó lo que le pasaba:
-Sólo me puedo liberar si una persona pasa mis
pruebas. Pero mira, ya estoy cansada. Llevo muchos años
así, buscando a alguien que me quiera ayudar. Si tú
quisieras, yo me iría a descansar y tú te quedas con el
tesoro que tengo guardado.
El muchacho no sabía qué decir y, como se quedó
callado, y a ella le pareció que estaba de acuerdo, así que
le puso tres pruebas. La mujer blanca le dijo:
-Mira, tendrás que venir tres noches solo a este pozo.
La primera noche te van a salir unas llamas que llegarán
hasta el cielo, pero no te asustes que soy yo. Luego te
saldrá un toro y tendrás que aguantar sin asustarte, pero
tampoco te asustes que soy yo. Y lo último será una
serpiente que se enredará por tu cuerpo. Si eres capaz de
aguantar hasta que se enrosque en tu cintura, ella te dará
226
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
la llave y ya podrás sacar el dinero de los tres cajones
donde está guardado.
El muchacho fue la primera noche y aguantó, fue la
segunda y aguantó, pero a la tercera se lo dijo a un vecino
no fuera a pasarle algo, así que no cumplió la palabra que
le había dado a la dama blanca, que era que tenía que ir
solo. Fueron los dos a las doce de la noche y cuando vio
la serpiente salieron corriendo.
Al día siguiente, la mujer blanca se le apareció a las
doce del día, le dio una paliza y le dijo:
-Me engañaste, me dijiste que ibas a venir solo y no
viniste solo.
Así estuvo varios días, dándole palizas a las doce de
la mañana, hasta que un día se lo encontraron muerto en
el pozo, ahogado.
Todavía se aparece la mujer blanca a alguna gente de
aquí. Si no, preguntadle a Salero, un cabrero que vive ahí
más arriba.
□□□
Esta es la alusión más cercana a apariciones de hadas
encontrada en la zona. La presencia de estos seres
sobrenaturales en la tradición oral se fue debilitando hace ya
muchas décadas, debido sobre todo a la presión de las
autoridades religiosas, que consideraron paganos estos relatos y
demoníacos a sus protagonistas y divulgadores, no
produciéndose, como en el caso de los cuentos, una adaptación
cristiana de los textos. Ya en el siglo XIV, en la corte de
Alfonso XI, se escribió un Tratado contra las hadas,
conservado actualmente en la biblioteca de El Escorial. Así,
pues, y valga la expresión, es casi un milagro que el hecho
narrado en este texto sea recordado todavía.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
227
74. La cueva que aparecía y desaparecía
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Había dos cabreros cuidando cabras y un día, cuando
se separaron, uno de ellos encontró una cueva justo al
lado del camino. Al día siguiente se lo dijo al otro y
fueron a verla, pero no dieron con ella. El pobre hombre
estaba muy apurado y juraba que él la había visto el día
antes, pero el otro le decía que se dejara de embustes.
Entonces se le ocurrió que, si dejaba una señal en la
entrada el día que la viera otra vez, a lo mejor ya no la
perdía más de vista. Así lo hizo. Al día siguiente la volvió
a ver y dejó en la entrada una muruquita [montoncito]
hecha con piedras.
Cuando al otro día volvió, no estaba ni la cueva ni la
muruquita y nunca más volvió a ver la cueva. Si yo
hubiera ido, pongo una pila de tajos en la entrada y eso
no se lo lleva nadie.
Esto pasó por los Hondillos (o más arriba, hacia la
sierra) a dos cabreros de por aquí, y a uno de ellos
todavía le viven los hijos.
□□□
Podemos ver un relato similar (y, además, recogido en el
mismo lugar) en el número 64, “El tesoro del madroñal”.
75. El cabrero que se perdió en el monte
Ernesto Pacheco
La Línea de la Concepción
Hace ya muchos años pasó un suceso extraño. Un
cabrero llamado Juan llevaba cada mañana su rebaño de
cabras a pastar al monte. Un día se le extravió una cabra
228
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
y la buscó hasta que dio con ella. La cabra estaba sentada
junto al muro de unas ruinas. Cuando Juan fue a cogerla
se encontró un agujero y él no se lo pensó dos veces y se
metió. Pasó por unos pasillos muy largos y oscuros hasta
que se topó con un hombre que le dijo que lo siguiera,
que le iba a mostrar una cosa que nunca había visto.
Juan siguió al hombre y llegaron a un valle
desconocido para él. Le contaron que allí no pasaba el
tiempo y que todo se mantenía igual durante todo el año,
la gente vivía muy feliz y no había problemas para nadie.
Más tarde le presentaron a unos ancianos muy simpáticos
que lo invitaron a tomarse un vasito de vino. Juan bebió
mucho de aquel vino que le sabía a gloria, pero no estaba
acostumbrado a beber y se quedó dormido
profundamente.
Cuando se despertó sintió algo raro, como si hubiera
dormido más de la cuenta. Se despejó y fue a buscar a su
rebaño, pero por más vueltas que daba no lo encontró.
Decidió entonces irse a su casa, pero encontró el pueblo
muy cambiado, así que no encontró su casa y preguntó a
alguien por la calle por su familia. Le respondieron que
su mujer hacía ya tiempo que había muerto y que a él lo
habían buscado durante muchos años. En ese momento,
Juan se dio cuenta de que había envejecido de repente y
lo achacó al vino que había bebido.
Sin familia y sin casa, Juan decidió marcharse del
pueblo, pero una mujer se le acercó y le dijo:
-Soy tu hija María y este es tu nieto.
El cabrero se quedó al final a vivir con ellos y se
prometió a sí mismo que nunca más volvería a beber.
□□□
Lo que nos han contado como leyenda está catalogado
como cuento de carácter mágico-religioso con el número 471
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
229
A, “El monje y el pájaro”, del que se han difundido varias
versiones literarias.
76. La serpiente listilla
Ana (sin datos de apellidos)
Algeciras
Cuentan que, antiguamente, las madres que daban el
pecho a sus bebés tenían que tener mucho cuidado con
las serpientes listillas.
Una vez, una madre que tenía un niño chico se
extrañaba de que no le engordaba nada y para colmo
amanecía con los labios morados. Se lo comentó a una
vecina y esta le dijo que podría tratarse de la serpiente.
La mujer se asustó mucho, pero la vecina la tranquilizó
diciéndole que esa noche ella y su marido se quedarían de
guardia.
Cuando llegó la noche y la mujer se quedó dormida,
el niño empezó a llorar. Al momento, del techo de la
habitación, que era de paja, se deslizó una serpiente. La
muy lista metía su cola en la boca del niño para que se
callara y, mientras tanto, la muy tragona le mamaba la
teta a la madre.
Lo que no sabía la serpiente era que la vecina y el
marido la estaban vigilando y en un descuido la cogieron
y la mataron.
□□□
Candelaria Ibáñez, en La Ahumada (Tarifa) añade que lo
mismo le pasó a una amiga de su madre y, para saber dónde se
escondía la serpiente, echaron acemite (afrecho) por el suelo.
Al final la encontraron dentro del colchón.
Según esta señora, se le tenía tanto odio a las serpientes
por este y otros motivos que las mujeres, cuando alguien las
nombraba en su presencia, solían protegerse con esta
230
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
expresión: “Lagarto se vuelva”. Y todavía dice la gente del
lugar que “si la serpiente oyera y la víbora volante viera, no
habría hombre que al campo saliera”.
El profesor Enrique Emberley, en un trabajo sobre
animales mitológicos de la zona (ver bibliografía), escribe al
respecto: “Suponemos que esta creencia está fundada en el
pánico terrible que puede llegar a sufrir una mujer que
descubre a una serpiente en los alrededores de su cama y cerca
de su bebé e intenta dar una explicación ‘lógica’ de lo que
puede estar buscando dicho animal en su lecho. De hecho es
imposible que las serpientes tengan en su repertorio genético
de conductas el reflejo de succión necesario para poder mamar
e, incluso, en el hipotético caso que lograran extraer leche de
un seno femenino, no poseen los fermentos digestivos
necesarios para poder metabolizar la leche, por lo que les
resultaría indigesta, tóxica o cuando menos anutricional.”
Emberley describe en su estudio un total de diecisiete
animales fabulosos y comportamientos anormales de animales
reales entre los que, por su coincidencia con nuestras
informaciones, destacamos los siguientes:
La serpiente peluda; la serpiente con cerdas; el alicante,
nombre dado a cualquier reptil que resulte extraño; la serpiente
que mama, que no es otra que nuestra serpiente listilla; la
víbora volante; la serpiente gigante; la serpiente látigo.; el
lagarto que tiende a morder a las mujeres cuando hacen sus
necesidades en el campo; la gallina decapitada y el sapo
escupidor. Creencias, mitos y leyendas que van de boca en
boca entre la población rural y que, según el autor del estudio,
apenas soportan la aplicación de la lógica científica.
77. Los gentiles
Ignacio Morales Trujillo
Betijuelo ( Tarifa)
Cuando estaban los bárbaros del norte por aquí,
vivían por estos campos unos gigantes que se llamaban
los gentiles. Son los que hicieron la cantera que hay aquí
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
231
detrás. Pero entraron unos vientos muy grandes de
Levante y, no pudiendo guerrear, se fueron fugitivos.
Mi padre y mi abuelo me contaron que existieron,
que fue en una época en que los vientos no se quitaban,
justo antes de que vinieran los moros.
(Ignacio también nos habla de algunos restos
megalíticos como los dólmenes que asoman en los
alrededores de su casa, que él relaciona con los gentiles.)
□
Antonio, guarda de la Huerta Esquivel- Jimena de la Frontera
Por aquí, por el río, dicen que pasaban los gigantes y
un poquillo más arriba hay una huella de un pie que la
dejaron ellos.
(Este señor nos acompañó a ver la huella, que resulta
ser una hendidura de un metro de largo practicada en una
gran roca en un remanso del río Hozgarganta.)
□
Juan Quero
Facinas (Tarifa)
La Sierra de la Plata y la del Retín se me representan
como dos grandes focas que hubieran venido del mar y se
hubieran convertido en tierra, dejando las colas dentro del
agua. Es una forma que recuerda a los gentiles que
vivieron por aquí hace miles de años. Esas tumbas que
hay por estas sierras, en Betis, en las Momias, eran de
una raza antigua muy grande de estatura que se tuvieron
que ir por el viento de Levante.
□□□
Relatos de todo el mundo nos hablan de seres
descomunales que convivieron con los humanos en un pasado
232
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
remoto. Veamos esta versión de una conocida leyenda básica
irlandesa titulada “Tir Na N’óg” (El país de los siempre
jóvenes), recogida en Málaga a la familia Keown. Obviamente,
hemos respetado la forma de expresión de la informante:
“Había un guerrero que se llamaba Oisín. Fue muy querido de
todos. Un día encontró una princesa muy bonita y estaba muy
enamorado con ella. Le dijo que tenía que irse de su país e irse
a la suya que se llamaba el país de los siempre jóvenes. Tenía
pena de irse, pero quería estar con ella. Estaba muy alegre en
su país nuevo, pero después de una cantidad de años quería
volver a Irlanda a ver a su familia. La princesa Niav decía que
no debía tocar el suelo porque si lo hace se rompía el hechizo y
no puede volver a ella. Fue en su caballo blanco y cuando llegó
a Irlanda encontró que trescientos años habían pasado y no
reconocía a nadie. Vio unos hombres enormes moviendo unas
rocas grandes y ofreció ayudarles. El cinturón de su silla se
rompió y cayó al suelo. Y en un instante era un hombre viejo.
Nunca vio a la princesa otra vez y murió de un corazón roto.”
(recogido en el colegio Los Olivos, 20-01-1999)
Uwe Topper, en Cuentos populares de los bereberes,
incluye algunos relatos sobre gigantes que se narran en la otra
orilla del Estrecho y que nos remontan a la mitología griega
(“Sidi Ahmed y Musa en la cueva del gigante”). También
señala la importante presencia de gigantes en el imaginario
popular de la zona: “A los gigantes -en lengua tachelheit
‘Rausn’- los imagina la gente como raza anterior a la humana,
y se cree que los había en la región hasta hace bien poco.
Vivían en cuevas, robaban ganados y, de vez en cuando, niños.
Así lo cuenta la gente. Todavía hoy se les teme. También hay
relatos de la extinción de los últimos gigantes: se encendieron
grandes fuegos en las entradas de sus cuevas”. Podría ser que
cada pueblo tuviera una razón para explicar la desaparición de
estos seres; también, y así nos lo han hecho saber en un par de
ocasiones nuestros informantes, que los gigantes huyeran desde
aquí hasta la otra orilla motivados por el tremendo viento de
Levante y que allí murieran a causa del fuego. Lo cierto es que,
a este lado del Estrecho, la memoria popular nos dice que la
marcha de los gigantes supuso el final de una cultura (la de “los
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
233
bárbaros del Norte” que refiere Ignacio Morales) y el inicio de
la dominación musulmana.
78. Dos extraños sucesos en San Roque
Manuela Díaz y Sebastiana Lobillo
San Roque
Hubo un tiempo, cuando nosotras éramos chicas, que
la gente no quería pasar por la ermita de San Roque
porque decían que les salía un fantasma. Ya no se habla
de eso, pero lo que pasó es que allí se había ahorcado un
hombre y su espíritu anduvo mucho tiempo por los
alrededores.
Otra vez, cuando yo estaba embarazada de mi hijo,
estaba asomada al balcón con mi suegra y me llegaban
piedras desde la calle. Y lo mismo pasaba en otras calles
y plazas: por los Cañones, por la calle Larga, por la calle
Nueva, por todos lados. La gente venga a gritar y decían
que estaba llegando el diluvio. Y resultó que era una
mujer que tenía un querido y él tiraba piedras por las
calles que iba a pasar para que la gente se fuera de allí.
79. El Cristo de la bisabuela
Silvia Grimaldi Pecino
Los Barrios
En la cabecera de la cama de mi bisabuela hay
colgado un gran cuadro donde aparece Jesucristo sentado
en la ribera de un río contemplando la naturaleza. Este
cuadro es muy antiguo, se puede observar que su madera
está agujereada por las polillas, pero lo más interesante
no es el cuadro sino el Cristo que hay en él, porque tiene
su propia historia, que mi bisabuela nos cuenta por las
noches en casa de mi abuela. Todos la conocemos de
sobra, pero todavía nos resulta curiosa.
234
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
Era por los años cuarenta, esos que dice ella “los
años del hambre”. Mi bisabuelo Antonio el Barbero
estaba en la cárcel por pensar diferente a los que
mandaban entonces. Ella tenía que ir todos los días en el
tren desde la estación de Los Barrios hasta la de Setenil
de las Bodegas para poder mantener a tres hijas que tenía.
En Setenil compraba garbanzos, chorizos, morcillas,
aceite y tocino. Esa era la carga que traía para Los
Barrios y que vendía en una tiendecita que tenía en la
calle Corredera. Sin embargo, lo que llevaba para Setenil
era diferente, solía ser tabaco, azúcar, sacarina..., cosas
que sólo se podían encontrar en Gibraltar.
Un día de esos que estaban en Setenil haciendo noche
(digo estaban porque siempre iba con una amiga suya
también de Los Barrios, María Espinosa Ladrón de
Guevara), mi bisabuela soñó que el Cristo de la cabecera
de su cama le dijo:
-Manuela, no salgas mañana para Los Barrios porque
los de la brigadilla de Ronda te van a confiscar todas las
cosas.
Mi bisabuela le contó el sueño a su amiga María,
pero esta le contestó:
-Tú estás tonta, Manuela, siempre con las mismas
chalaúras.
Así que las dos partieron de Setenil con rumbo a Los
Barrios. Pero llegando a Ronda se montó la brigadilla y,
acercándose a mi bisabuela, uno le dijo:
-Oiga, señora, estos bultos que están en el pasillo, ¿de
quién son?
-Pues son nuestros, señor guardia.
-Pues quedan confiscados ahora mismo.
En ese momento, mi bisabuela dio un tremendo grito:
-¿Qué te dije, María, qué te dije que me había dicho
el Cristo?
-Señora, dígame lo que le dijo el Cristo.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
235
-Que se lo diga ella, si no creerá usted que me lo
estoy inventando.
-Pues dígamelo usted.
-Que esta mañana me dijo que había visto al Cristo
de su cama y que le había dicho que la brigadilla de
Ronda nos iban a confiscar todas las cosas.
-Bueno, señoras, cojan ahora mismo esos bultos y
quítense de en medio, que hoy me han cogido de buenas.
Esta es una muestra de la relación de mi bisabuela
con el Cristo que tiene en la cabecera de su cama, pero no
es la única, pues también cuenta que un día antes de que
mi bisabuelo saliera de la cárcel, también se le apareció el
Cristo para decirle que iba a venir.
Mi bisabuela se llama Manuela Azuaga, tiene ahora
85 años, nació en la calle Corredera de Los Barrios y
lleva sesenta años en Palmones, donde tiene tres hijas,
diez nietos y once bisnietos.
80. La leyenda de la retama
Sin datos de informante
Algeciras
Los habitantes de un pueblo de la Sierra de Ronda
conocen la leyenda de la retama, una planta enorme que
ha crecido en la entrada de una cueva a las afueras del
pueblo. Todos los vecinos que pasan por su lado le hacen
un nudo y le rezan un padrenuestro, pero sólo pasan de
día, pues de noche no se atreven porque dicen que se les
puede aparecer un fantasma que se los llevaría al otro
mundo.
Cuentan que hace mucho tiempo, en la entrada de la
cueva, se le desbocó el caballo a un cura que salía del
pueblo y murió allí mismo. Por lo visto, el cura no había
sido muy humano con la gente y, como murió antes de su
tiempo, su alma se quedó vagando por el lugar esperando
236
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
que alguien se apiadara de él. Pero la gente le temía
porque creía que era un espíritu con malas intenciones.
Cuando pasó algún tiempo, volvió de la guerra un
soldado que ya no recordaba aquella historia y, cuando se
la contaron, él contestó que después de haber pasado lo
suyo en la guerra le tenía más miedo a los vivos que a los
muertos, así que se preparó para pasar allí la noche y
encontrarse con aquel fantasma. Rezó en la ermita que
había allí cerca y preparó su espada por lo que pudiera
pasar.
A eso de las doce de la noche vio que se le acercaba
una sombra muy despacio. Él le ordenó:
-Alto ahí, ¿quién va? ¿Qué queréis de mí?
Y la sombra le contestó:
-No quiero hacerte ningún mal. Mi caballo se
desbocó y morí en este mismo lugar. Como estaba en
pecado, todavía estoy vagando por este mundo. Ve y dile
a los vecinos del pueblo que se apiaden de mí y que recen
por mi alma.
El soldado regresó al pueblo y contó lo que había
visto. Desde entonces, ya nunca más se apareció el alma
del cura, pero la gente, por si acaso, evita pasar por allí de
noche.
Eso sí, de día, cuando pasan, todos le rezan su
padrenuestro y hacen un nudo a la retama para que conste
que han pedido por él.
□□□
Esta leyenda la conocimos por primera vez en 1994 en
Alpandeire, pueblo de la Serranía de Ronda, donde nos
mostraron el lugar donde presuntamente ocurrieron los hechos.
La madre de uno de nuestros alumnos nos la contó
posteriormente en Algeciras tal y como allí la habíamos
escuchado, aunque sin referirla a un pueblo determinado.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
237
81. La defensa del castillo de Jimena
Antonio Gutiérrez García
Algeciras
A mí siempre me han contado que un antepasado de
mi abuela paterna consiguió detener a los moros cuando
estos querían tomar el castillo de Jimena.
La cosa sucedió así: al parecer, los que venían a
conquistar el castillo eran más en número que los que lo
defendían y a él se le ocurrió esperar a que llegara la
noche y colocar una lamparilla encendida en cada cuerno
de los machos cabríos que guardaban en el castillo.
Como tenían bastante ganado, pues lograron reunir
un buen número de cabezas y estas multiplicadas por dos
hicieron parecer que había en el castillo mucha gente
dispuesta a defenderlo. Se juntaron los habitantes del
castillo con las cabras y empezaron a bajar por las laderas
del monte. Los moros se asustaron y huyeron. A mi
antepasado, el que capitaneó este grupo, le pusieron de
apodo “El macho”.
□□□
Esta peculiar forma de defender un castillo la encontramos
en distintas tradiciones de la Península, casi siempre utilizada
para repeler un ataque musulmán. Si fue un hecho real o no,
queda en el aire, pero lo cierto es que se convirtió en leyenda
que fue aplicada para elevar la moral del pueblo y de la tropa.
82. La Garganta del Capitán
José María Herrera Otero
Algeciras
Dicen que hubo un capitán de bandoleros que se
mató con el caballo en ese sitio, muy cerca del molino. Si
238
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
van allí verán una piedra donde hay una cruz que señala
el sitio exacto donde se mató. He escuchado a alguna
gente de por aquí que a varios se les apareció el espíritu o
el fantasma del capitán, pero no vayan a creerse ustedes
que esto pasó de verdad, son cosas que cuenta la gente.
□□□
El suceso de la muerte imprevista del referido capitán es
real. En la cruz, esculpida sobre una gran roca de arenisca,
puede leerse que el hecho acaeció el 13 de junio de 1834 y que
el personaje, de nombre Gabriel Moreno, tenía 74 años. Sobre
la causa de la muerte nos han llegado diferentes versiones
enriquecidas por el tiempo y la fantasía: que huía de los
migueletes cuando resbaló, que él perseguía a un zorro y
tropezó, que alguien le empujó para robarle un botín o que
simplemente murió de viejo en un molino cercano después de
una agitada vida .
Ya vemos que del hecho a la leyenda sólo hay pequeños
pasos: imaginar, contar, hacer correr la voz y mantener el
interés del relato entre la gente del lugar.
83. Sucesos extraños
en el monasterio del Cuervo
Varios informantes
Algeciras
(Desde pequeños, quienes firman este volumen han
oído diferentes sucedidos relacionados con el monasterio
del Cuervo, situado en el término de Benalup-Casas
Viejas. Los más llamativos son dos: el que nos habla de
las facultades sobrenaturales que poseía el guarda de la
finca, que pudo incluso prever la fecha de su muerte y
dedicar los últimos años de su vida a fabricar su propio
ataúd (falleció justo cuando lo había acabado) y el que
nos habla de apariciones de monjes paseando por los
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
239
pasillos derruidos del monasterio, comunicándose incluso
con quienes osaban pasar la noche dentro o en las
inmediaciones del edificio. Hay quien dice que en algún
lugar subterráneo se encuentra la mayor parte del tesoro
del monasterio, que no pudo ser expoliado.)
84. El fantasma del soldado
María Gallardo
Los Barrios
Dicen que había una señora que tenía un hijo
enfermo y se enteró de que había en Algeciras un soldado
enterrado que hacía milagros. Entonces, esta señora fue a
pedirle a Antonio (el que está en el cementerio) por su
hijo y de pronto sintió una mano en el hombro que le
acariciaba y le dijo:
-No te preocupes, que tu hijo se va a curar.
Al mirar para atrás para darle las gracias, se dio
cuenta de que era Antonio y se lió a dar gritos:
-¡Ay, Antonio!
Y al armar tanto alboroto, se la llevaron a Madrid
para hacerle una hipnosis, pero esta señora, después,
seguía repitiendo lo mismo que había visto.
□□□
Desde hace pocos años corre de boca en boca una cadena
de encuentros con el fantasma de un soldado enterrado en el
cementerio antiguo de Algeciras. Se trata de un hecho que va
cobrando adeptos y detractores, pero que se ha convertido, por
lo menos en cuanto a lo que nosotros nos interesa, en un relato
de transmisión oral que podría dar lugar a una leyenda. Otros
informantes nos cuentan que el fallecido se suele aparecer a los
visitantes del cementerio para pedirles, sobre todo, que arreglen
su tumba y la decoren con flores. Cuando van a responderle,
descubren que ha desaparecido.
240
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
85. Los monos de Gibraltar
Varios informantes
La Línea de la Concepción
(Dos son las leyendas que corren de boca en boca
sobre los monos de Gibraltar. La primera, menos
conocida, es que algunas madres amedrentaban a sus
hijos cuando no se querían dormir diciéndoles que todas
las madrugadas salían los monos de Gibraltar y
secuestraban a algún niño que se encontrara despierto.
Después no había manera de recuperarlo porque las
monas lo llevaban en brazos y corrían más que las
personas.
La otra hace referencia al deseo español de recuperar
la colonia inglesa y es tan conocida que todo al que se le
pregunta la da por sabida y no la relata con detalles, de
ahí que sólo la mencionemos. Cuenta que el día que los
monos de Gibraltar se extingan, la colonia inglesa pasará
a ser territorio español. No deja de ser curiosa esta
apreciación mágica sobre un contencioso político. Quien
inventara dicho relato (que roza el rumor o la leyenda
urbana) enganchó perfectamente con el sentir de uno de
los lados de la frontera, de ahí que se tenga como hecho
probable.)
86. Por qué existen los pobres
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Dicen que una vez llegó Jesús a una casa donde había
pobres y ricos. Los ricos lo recibieron con muchas
atenciones, pero los pobres, como no querían que los
viera tan mal vestidos, se escondieron debajo de una
mesa y Jesús no los vio. Entonces Jesús les dio la
bendición a todos los que veía y dijo que nunca pasarían
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
241
necesidades. A los que no vio no les dijo nada y desde
entonces todos sus hijos y nietos y bisnietos son los
pobres que hay ahora.
□□□
Este texto y el siguiente son dos pequeñas leyendas que
intentan explicar el origen de situaciones muy cercanas. Entran
en la categoría de relatos etiológicos, en esta ocasión reducidos
a la mínima expresión. Curiosamente, ambos están
relacionados con la vida de Jesús.
87. Por qué las mulas no paren
Candelaria Ibáñez Atanasio
La Ahumada (Tarifa)
Hay una canción que dice: “La Virgen va caminando
/ en la mula de los moños / y San José va detrás / dándole
al niño madroños. / La mula gruñe y el buey bala...”
Ahí dice que la mula le gruñó al Niño Jesús. Y por
eso las mulas no paren, como castigo por gruñirle al
Niño. Y si un mulo coge a una yegua, esta no pare hasta
los siete años. Por eso a los mulos los capan enseguida.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
243
ÍNDICE DE
INFORMANTES
Se han incluido los siguientes datos de las personas que
nos han proporcionado los textos:
1. Nombre y apellidos.
2. Año de nacimiento.
3. Lugar donde se ha recogido el texto.
4. Cuento aportado (indicando la numeración).
5. Sólo en caso de que sea distinto del de recogida,
municipio de procedencia del texto (lugar donde lo escuchó,
que suele coincidir con el de nacimiento).
Todos los textos fueron recogidos entre 1984 y 2004.
ƒ Ana (sin datos de apellidos). 1960. Algeciras. Nº 76.
Gaucín.
ƒ Ana Álvarez. 1938. San Pedro de Alcántara. Nº 15.
Estepona.
ƒ Isabel Benítez Aranega. 1922. Algeciras. Nº 8, 9, 10,
16, 37, 39.
ƒ Catalina Caballero Ayala. 1930. Jimena de la Frontera.
Nº 55.
ƒ Isabel Camacho Sánchez. 1966. Algeciras. Nº 17.
ƒ Manuela Candón. 1935. Medina Sidonia. Nº 14.
ƒ Francisco Castro Salvatierra. 1927. Tahivilla (Tarifa).
Nº 44, 66. Los Barrios.
ƒ Manuela Díaz. h. 1925. San Roque. Nº 78.
244
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
ƒ María Dolores Flores. 1950. Algeciras. Nº 18.
Algatocín.
ƒ Laly Fuentes. 1928. Zahara. Nº 36. Plasencia.
ƒ María Gallardo. 1940. Los Barrios. Nº 84. Algeciras.
ƒ Lorenzo García Domínguez. 1926. Jimena de la
Frontera. Nº 48, 51. Algeciras.
ƒ José Garrido Trujillo. 1920. Algeciras. Nº 11.
ƒ Luis González. 1955. La Ahumada (Tarifa). Nº 64, 65.
ƒ Antonia González Navarro. 1914. Algeciras. Nº 3, 12,
20, 21, 23, 35, 43. Jimena de la Frontera.
ƒ Rosa González Ruiz. 1933. Algeciras. Nº 2. Zahara de
los Atunes (Barbate).
ƒ Silvia Grimaldi Pecino. 1988. Palmones (Los Barrios).
Nº 79. Los Barrios.
ƒ Antonio Gutiérrez García. 1960. Algeciras. Nº 81.
Jimena de la Frontera.
ƒ Cristina Harillo Muñoz. 1970. Algeciras. Nº 28.
Canillas de Aceituno.
ƒ José María Herrera Otero. 1918. Algeciras. Nº 82.
ƒ Candelaria Ibáñez Atanasio. 1930. La Ahumada
(Tarifa). Nº 52, 59, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 86, 87.
ƒ Sebastiana Lobillo. h. 1930. San Roque. Nº 78
ƒ Juan López. h. 1930. Guadiaro (San Roque). Nº 60.
ƒ Catalina López Mena. 1916. La Línea de la
Concepción. Nº 19. Casares.
ƒ Juan Macías. h. 1962. Cortijo La Granja (Los Barrios).
Nº 62. Los Barrios.
ƒ Tomás Márquez Esteban. 1932. Algeciras. Nº 47.
Tarifa.
ƒ Ana Catalina Mateo Becerra. 1932. Paterna de Rivera.
Nº 33.
ƒ Francisca Mena Guerrero. 1926. Casares. Nº 26.
ƒ Ignacio Morales Trujillo. 1930. Betijuelo (Tarifa). Nº
54, 67, 68, 77.
ƒ Isabel Núñez. 1965. Algeciras. Nº 42.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
245
ƒ Ernesto Pacheco. 1924. La Línea de la Concepción. Nº
75.
ƒ Ana Pérez Navarro. 1930. Jimena de la Frontera. Nº 49.
ƒ Alfonso Pérez Sánchez. 1923. Jimena de la Frontera.
Nº 56, 58.
ƒ Carmen Pozo. 1970. Algeciras. Nº 38.
ƒ Juan Quero González. 1917. Facinas (Tarifa). Nº 47,
77.
ƒ Manuel Roldán. 1913. Algeciras. Nº 34. El Gastor.
ƒ Pedro Sánchez. 1950. Algeciras. Nº 63. Alcalá de los
Gazules.
ƒ José Sánchez Molina. 1956. Algeciras. Nº 50, 53, 57.
Jimena de la Frontera.
ƒ José Sánchez Sánchez. 1926. Algeciras. Nº 45. Tarifa.
ƒ Federico Sánchez Tundidor. 1956. San Pablo de
Buceite (Jimena). Nº 61. Marchenilla (Jimena).
ƒ Zohra Slafti. 1965. Algeciras. Nº 32. Marruecos.
ƒ María José Toledo Corrales. 1968. Algeciras. Nº 13.
ƒ Pilar... 1915. Los Barrios. Nº 4, 5, 37.
ƒ Dolores Villatoro Centella. 1937. Algeciras. Nº 31.
Castro del Río.
ƒ Otros (datos incompletos): nº 6, 7, 22, 24, 25 (señora de
San Roque, 1913), 27 (señora de Tarifa), 30, 40, 41
(señora de La Línea, 1950), 46 (señora de Algeciras, h.
1940), 77 (Antonio, guarda de la Huerta Esquivel), 80
(procedente de Ronda).
246
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
ÍNDICE DE
RECOPILADORES
Hemos contado con las aportaciones de las siguientes personas:
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
Ana Mª Boyero: nº 15.*
María Isabel Candón: nº 14.*
Juana Mª Cebada: nº 33.*
Mª Luz Díaz: nº 1.
Rufina García: nº 7.*
Domingo Mariscal: nº 4, 5 y 28.
Tomasa Martínez: nº 41.*
Manuel Ragel: nº 6.*
Mª Luisa Ramírez: nº 19 y 40.*
Rosa Viñas: nº 25.*
Ana María Martínez y Juan Ignacio Pérez: resto de los
textos.
* Recogidos en el transcurso de cursos-talleres que impartimos
en los Centros de Profesorado de Campo de Gibraltar,
Marbella-Coín y Jerez de la Frontera entre 1994 y 2002.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
247
BIBLIOGRAFÍA
(Selección)
▪Aarne, Anti y Thompson, Stith. THE TYPES OF THE
FOLK-TALE (A CLASSIFICATION AND BIBLIOGRAPHY). Academia Scientiarum Fennica. Helsinki,
1964. Catálogo en el que se clasifican por tipos y motivos
los cuentos de tradición oral universales. Imprescindible
para la realización de estudios comparativos.
▪Agúndez García, José Luis. CUENTOS POPULARES
SEVILLANOS EN LA TRADICIÓN ORAL Y EN LA
LITERATURA (2 vol.). Coedición de la Diputación de
Sevilla y la Fundación Machado. Sevilla, 1999. De los
303 cuentos que forman esta obra, una treintena son de
contenidos mágicos. A destacar los comentarios que,
sobre argumentos, catalogación, temas y versiones,
acompañan a los textos.
▪Camarena, Julio y Chevalier, Maxime. CATÁLOGO
TIPOLÓGICO
DEL
CUENTO
FOLKLÓRICO
ESPAÑOL (CUENTOS MARAVILLOSOS). Editorial
Gredos. Madrid, 1995. Obra en la que se tipifican los
cuentos de encantamiento españoles conocidos hasta la
fecha, de acuerdo con el índice de Aarne-Thompson.
▪Camarena, Julio y Chevalier, Maxime. CATÁLOGO
TIPOLÓGICO
DEL
CUENTO
FOLKLÓRICO
ESPAÑOL (CUENTOS RELIGIOSOS). Centro de
Estudios Cervantinos. Alcalá de Henares, 2003. Cuentos
248
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
populares de carácter religioso catalogados según AarneThompson.
▪Emberley, Enrique. “Aproximación a la fauna mítica del
Campo de Gibraltar” en SEÑAS DE IDENTIDAD DEL
CAMPO DE GIBRALTAR, Centro de Profesorado del
Campo de Gibraltar. Algeciras, 2002. Apuntes sobre
diecisiete animales fabulosos que pueblan la imaginación
de la población rural de esta comarca.
▪Espinosa, Aurelio M. (hijo). CUENTOS POPULARES
DE CASTILLA Y LEÓN. Servicio de publicaciones del
CSIC. Madrid, 1996 (volumen I) y 1988 (volumen II). Es
en el segundo volumen donde podemos encontrar más
relatos de la categoría elegida para nuestro libro.
▪Espinosa, Aurelio M. (padre). CUENTOS POPULARES
ESPAÑOLES. . Servicio de publicaciones del CSIC.
Madrid, 1946. Tres volúmenes que incluyen el trabajo de
campo realizado por este profesor americano alrededor de
1920. El primer volumen corresponde a los textos y los
otros dos a notas comparativas.
▪García Surrallés, Carmen (coord.). ERA POSIVÉ...
CUENTOS TRADICIONALES GADITANOS. Edición
de la Universidad de Cádiz. Cádiz, 1992. En esta obra se
pueden encontrar un total de 115 cuentos de distintas
categorías recogidos en toda la provincia.
▪Gil Grimau, Rodolfo y Ibn Azzuz, Mohammed. QUE
POR LA ROSA ROJA CORRIÓ MI SANGRE
(ESTUDIO Y ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA
ORAL EN MARRUECOS). Ediciones de la Torre.
Madrid, 1988. 143 cuentos y cuentecillos no clasificados
que nos pueden servir para comprobar el diverso
tratamiento de un mismo esquema a uno y otro lado del
Estrecho de Gibraltar.
▪Larrea Palacín, Arcadio de. CUENTOS GADITANOS I
Servicio de publicaciones del CSIC. Madrid, 1959. En
este libro se publican cuarenta de los más de ciento
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
249
ochenta cuentos que, según el propio Larrea, recogió en
distintas localidades de la provincia de Cádiz como
Chiclana, Jerez y Vejer hacia 1950.
▪Pérez, Juan Ignacio. “Los cuentos de tradición oral en el
Campo de Gibraltar”. Revista ALMORAIMA, nº 16, pp.
105-115. Mancomunidad de Municipios del Campo de
Gibraltar, 1996. Un primer acercamiento a la colección
de cuentos que hemos recogido en esta comarca.
▪Pérez, Juan Ignacio y Martínez, Ana María. DEBAJO
DEL PUENTE (ADIVINANZAS TRADICIONALES
RECOGIDAS EN EL CAMPO DE GIBRALTAR.)
Asociación Lit.Oral. Algeciras, 2002. Incluye un capítulo
con cuarenta y un cuentos con acertijos en los que
podemos encontrar motivos de relatos maravillosos.
▪Pérez, Juan Ignacio y Martínez, Ana María. CIEN
CUENTOS POPULARES ANDALUCES. Asociación
Lit.Oral. Algeciras, 2003. Algunos de los textos incluidos
en este libro de cuentos costumbristas son versiones de
cuentos maravillosos adaptados a la vida cotidiana.
▪Propp, Vladimir. MORFOLOGÍA DEL CUENTO. LAS
TRANSFORMACIONES
DE
LOS
CUENTOS
MARAVILLOSOS. Editorial Fundamentos. Madrid,
1977. Se analiza la composición interna de los cuentos
maravillosos rusos y se define la estructura de funciones
presente en los cuentos universales.
▪Rodríguez Almodóvar, Antonio. CUENTOS AL AMOR
DE LA LUMBRE (2 vol.). Editorial Anaya. Madrid,
1983. En esta obra podemos encontrar sesenta cuentos
maravillosos españoles, algunos de ellos reconstruidos de
acuerdo con el esquema de Propp (lo que denomina
“arquetipo”). Actualmente agotado, ha sido reeditado en
formato de bolsillo por Alianza Editorial (1999).
▪Rodríguez Almodóvar, Antonio. LOS CUENTOS
MARAVILLOSOS ESPAÑOLES. Editorial Crítica.
Barcelona, 1982. Veintidós cuentos maravillosos de
250
JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ
diferentes recopiladores que pretenden mostrar los
arquetipos básicos de la narrativa folklórica hispánica.
▪Ruiz Fernández, Mª Jesús. LA TRADICIÓN ORAL
DEL CAMPO DE GIBRALTAR. Edición de la
Diputación de Cádiz. Cádiz, 1995. Incluye un capítulo
dedicado a los cuentos en el que podemos encontrar 35
textos de diversos tipos.
▪Sánchez Pérez, José Augusto. CIEN CUENTOS
POPULARES ESPAÑOLES. José J. de Olañeta Editor.
Palma de Mallorca, 1994. Cuentos y cuentecillos de muy
distinto signo y ordenados por su extensión integran este
volumen que vio la luz por primera vez en 1942.
▪Sandubete, Juan José. CUENTOS DE LA TRADICIÓN
ORAL RECOGIDOS EN LA PROVINCIA DE CÁDIZ.
Escuela Universitaria “Josefina Pascual”. Cádiz, 1981.
Edición no venal compuesta por 32 cuentos incluidos
también en la colección de García Surrallés.
▪Topper, Uwe. CUENTOS POPULARES DE LOS BEREBERES. Ediciones Miraguano. Madrid, 1993. Libro
con 55 textos donde destacan leyendas, cuentos de
animales y relatos de personajes sobrenaturales.
LEYENDAS Y CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
251
ESTE ES UN LIBRO
INACABADO
Seguramente, el lector estará pensando que otros muchos
textos podrían haberse incluido en este libro. Claro que sí.
Algunos los hemos dejado para un próximo volumen, pero
otros no nos los llegaron a contar.
Por eso, con objeto de completar el repertorio de la zona,
animamos a los lectores a realizar un pequeño esfuerzo
memorístico o un sencillo trabajo de campo en su entorno más
cercano y a ponerse en contacto con la Asociación LitOral,
donde clasificaremos sus textos y les daremos difusión en
próximas ediciones.
No olvide recoger datos referentes a la persona informante
(nombre y apellidos, lugar y fecha de nacimiento...), así como
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Asociación LitOral
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LEYENDAS Y CUENTOS
DE ENCANTAMIENTO
recogidos junto al Estrecho de Gibraltar
En un cruce de caminos como el Estrecho de Gibraltar,
azotado por tantos vientos y circunstancias, no es de
extrañar que echaran raíces, desde los tiempos más
remotos, los textos orales que han servido a la humanidad
para entender lo inexplicable. Relatos unidos a la necesidad
de comunicación y a la fascinación de la palabra, que
integran mitos, leyendas y personajes sobrenaturales en la
vida cotidiana del lugar. Textos que la gente mayor poseía
en los repliegues más íntimos de su memoria y que ha
habido que recuperar.
Desde 1984, Juan Ignacio Pérez y Ana María Martínez
recorren los pueblos, ciudades y cortijos de la zona del
Estrecho de Gibraltar escuchando a sus moradores y
recopilando todo tipo de textos orales. El material recogido,
sorprendentemente rico, se asoma ahora a través de esta
colección de pequeños libros para que investigadores,
vecinos y curiosos puedan conocerlo, disfrutarlo y, por qué
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