PILDORA 183

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EDICIÓN 183
Septiembre–Octubre 2016
Director Alberto Gómez Aristizábal
Cortesía de PROMEDICO
PUBLICACIÓN INDEPENDIENTE
Licencia 01188
LA ESPERA ETERNA POR UN ESPECIALISTA
CARLOS E. CLIMENT (Comportamiento Humano)
L
as demoras en la atención de pacientes son del conocimiento público y llegan a
niveles verdaderamente aberrantes entre los usuarios de! POS o las EPS. Pero
tales fallas existen también para la atención particular donde conseguir una cita con
el especialista de moda puede llegar a convertirse en misión imposible.
El tiempo transcurrido desde el momento en el que surge la necesidad de la cita
médica hasta el momento en el cual se logra, es tan prolongado que muchas veces
se convierte en una espera eterna. Escenario habitual: " -El Dr. no tiene citas sino
hasta dentro de tres meses".
Comentario inexacto y pretencioso que podría ser aceptable en los restaurantes con estrellas Michelin (donde
tampoco suele ser verdad) pero no en el sagrado ejercicio de una profesión como la medicina. "Pero señorita
para entonces ya me habré muerto". "No hay nada que pueda hacer... siguiente por favor".
Antes, las quejas eran porque el médico no tenía tiempo o no se dignaba levantarse del asiento para saludar o
despedirse. O porque prestaba atención a otros menesteres mientras hacía la consulta. O porque su ojos vaga
ban de la pantalla de su computador a su reloj o al teléfono que sonaba varias veces durante cada consulta. O
a que hacía pronunciamientos prepotentes que le hundían el ánimo a cualquiera. O a que no se disculpaba
por la demora en recibirlo en consulta.
Estas circunstancias siguen idénticas, pero han pasado a un segundo plano porque hoy, simplemente, no hay
manera de llegar al médico cuando se lo necesita.
Entonces, para aliviarse de las dolencias, hay que estar en gracia de Dios o en su defecto caer en una de las
siguientes circunstancias :

Que el tema a consultar sea tan insignificante que se resuelva solo o que lo solucione la Droguería de la
esquina.
--1--



Que el caso leve se haya convertido en grave y no sea para una consulta ambulatoria sino para una
ambulancia que lo traslade a urgencias.
Que el caso se haya complicado de tal manera que la consulta ya no es necesaria, simplemente porque
el paciente se muró esperando la cita.
Que se tenga una palanca muy especial, que generalmente depende de la impor
tancia del paciente. Recordando que la palanca no se utiliza con el ocupadísimo
profesional sino con su antipático cordón de seguridad secretarial que es el que
verdaderamente decide la disponibilidad.
Una espera tan dilatada nunca es justificable. Un buen médico no se da
tanto tono. Si no tiene la cita disponible al menos muestra interés por las
necesidades del paciente, evalúa la urgencia, propone alternativas, delega a colegas menos ocupados,
pero se constituye siempre en una voz de esperanza.
La solución definitiva para esta odiosa situación no la tiene nadie pero sería un ali
vio si el médico tomara el control de su propia agenda y estudiara cada solicitud de cita de acuerdo a
algunos datos básicos ( pre consulta ) Esta acción determinaría el grado de severidad o urgencia de
cada caso particular y evitaría que quien no está calificado tome decisiones que no le corresponden.
( El País )
William Shakespeare decía:
Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué?
Porque no espero nada de nadie; esperar siempre duele.
Los problemas no son eternos, siempre tienen solución,
lo único que no se resuelve es la muerte.
No permitas que nadie te insulte, te humille o te baje la autoestima.
Los gritos son el arma de los cobardes, de los que no tienen la razón.
Por eso disfruta la vida porque es muy corta,
por eso ámala, sé feliz y siempre sonríe,
sólo vive intensamente para ti y por ti. recuerda:
Antes de discutir . . . Respira.
Antes de hablar . . . . Escucha.
Antes de criticar . . . .Examínate
Antes de escribir. . . .Piensa
Antes de herir . . . . ..Siente
Antes de rendirte . . . Intenta
Antes de morir . . . . . . . VIVE . . ! !
-O B I T U A R I OEn trágico accidente falleció el pasado mes el colega JORGE ENRIQUE NAVIA GIRALDO, egresado de la universidad
del Valle, quien se desempeñaba como médico cirujano y ortopedista oncólogo primordialmente en atención infantil.
Desde 1980 prestaba sus servicios profesionales al Hospital Universitario del Valle.
Enviamos a su señor padre nuestro ilustre colega Hugo Navia, a su esposa y familiares nuestra sentida voz de pesar.
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Ya no las preñan las nubes, las plumas ni los vientos…
¿QUIÉN EMBARAZA A LAS MUJERES?
ALBERTO GÓMEZ ARISTIZÁBAL
¡Qué gran misterio les fue planteado a los hombres primitivos que habitaban las cavernas!
Sus mujeres y las hembras de los animales parían sus retoños. ¿Por qué? ¿Quién hacía el milagro?
La primera respuesta fueron los seres misteriosos dueños de la vida. Primero pensaron y adoraron
a las serpientes. Fueron sus primeros dioses. Los gatos, por mucho tiempo, fueron seres misteriosos
dueños de los fenómenos de la naturaleza. Aún hoy existe en Oriente una religión que adora como
dioses a los gatos Siameses. Caminan por el templo como Pedro por su casa. En el antiguo Egipto
fueron tan venerados que se han encontrado miles de sarcófagos con gatos momificados y quien
matase a uno de estos felinos, así fuera sin culpa alguna, era sentenciado a la pena capital. Al morir
un gato familiar todos los miembros del clan se depilaban las cejas en señal de duelo.
Más adelante, principalmente en Grecia, dieron los hombres nacimiento a un Olimpo como hábitat de los dioses
nutridos de las mismas pasiones de los humanos pero revestidos de unos poderes sobrenaturales capaces de alta
magnificencia y bajas acciones. Los hombres deseaban conocer el misterio de la preñez. Entonces empezaron las
mágicas explicaciones: el dios Atis nació de la semidiosa Nana después de que esta pusiera una almendra en su pecho.
Los hombres, principalmente los grandes poderosos, tenían nacimientos sorprendentes: Mitra, el gran héroe divino
persa, quien además era el dios de la luz, nació de una gran roca cercana a un arroyo sagrado llamada Petra Generatrix.
Atenea, ya bien conformada, nació de la frente de Zeus y de un muslo de este gran dios nació Dionisio.
Siempre, principalmente para los grandes hombres, se acudía a la ayuda genésica de los dioses. Pitágoras y Alejandro
Magno, según sus contemporáneos, habían nacido con la ayuda de los dioses, por esta razón eran considerados como
hijos de Dios.
En varias religiones se celebran ritos, principalmente como ofrenda a la diosa de la fertilidad. Durante estos ritos los
sacerdotes poseían sexualmente a las llamadas vírgenes del templo, mientras los fieles cantaban alabanzas.
El autor de Protoevangelio sostiene que “Joaquín, el marido de Ana (los padres de María) había salido a pasar cuarenta
días en el desierto cuando María fue concebida”. Leemos, textualmente, esta cita de este Protoevangelio: “Y Ana, mujer
de Joaquín, se deshacía en lágrimas, y lamentaba su doble aflicción, diciendo: Lloraré mi viudez, y lloraré también mi
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esterilidad (…) Y he aquí que un ángel del Señor apareció, y le dijo: -Ana, Ana, el Señor ha escuchado y atendido tu
súplica. Concebirás y parirás y se hablará de tu progenitura en toda la tierra. (Protoevangelio 1,2,1 y ss, ANT)”. Allí
Joaquín no intervino pues estaba 40 días en el desierto.
Cosas asombrosas que no ocurren ahora. Leamos esta cita del Génesis 17,15-17: “Dijo
también Dios a Abraham: A Sarai, tu mujer, ya no llamarás Sarai sino Sara. Yo le daré mi
bendición, y te daré de ella un hijo, a quien he de bendecir también, y será origen de
muchas naciones, y descenderán de él reyes de varios pueblos. Abraham se postró sobre
su rostro, y sonriéndose, diciendo en su corazón: ¿Con que a un viejo de cien años le
nacerá un hijo? ¿Y Sara de noventa ha de parir?”
¿De qué manera nació el semidios griego Perseo? El rey de Argos, Acrisio, había sido notificado que le matarían al hijo
que tuviera su hija Dánae. Entonces el rey construyó una torre de bronce, infranqueable, y allí escondió a su hija para
protegerla de esa amenaza que había anunciado el oráculo. Ni corto ni perezoso, el dios Júpiter se acostó con la doncella
en forma de nube de oro y así procrearon a Perseo (¡Qué maravilla!).
Y si por allá por el viejo continente llovía, por acá no escampaba. La Azteca Coatlicue, conocida como la
mujer de la falda de serpientes, salió a la campiña a recoger flores, bajó del cielo una bolita de plumas,
que ella muy delicadamente escondió en su pecho y de allí nació el dios azteca Huitzlopochtli. Muy similar
fue el nacimiento del fundador de la dinastía Manchú de China. En Corea, la hija del río Ho fue fertilizada
por los rayos del Sol.
Cuando no se sabe el origen de muchas verdades, la imaginación juega un papel preponderante, echan
mano de lo poético y sobrenatural y encuentra dómines que les dan carta de ciudadanía a esas creencias imaginativas.
En la Costa de los Esclavos, en África, aún creen que los niños proceden de los espíritus de los antepasados.
Para no abundar en centenares de ejemplos, digamos que a orillas del río Proserpine, un ser misterioso y
sobrenatural llamado Kunya introduce los bebés a las mujeres mientras se bañan en sus aguas. Se relata
que si esas mujeres se bañan por largo rato pueden procrear gemelos o trillizos.
No nos extrañemos mucho sobre esas creencias. La ciencia aún no había encontrado el
origen de los embarazos. Por ejemplo, Galeno, uno de los adalides de la historia de la medicina, nació en
Pérgamo, Grecia, en el año 130 después de Cristo y quien se dedicó primordialmente a practicar
disecciones y estudios sobre los riñones y la médula espinal, concluyó que el embarazo se debía a una
secreción de la médula espinal.
Cuando ya la ciencia demostró que de la unión del espermatozoide masculino con un óvulo femenino aparecía la
gestación, desaparecieron automáticamente los embarazos atribuidos a las nubes de oro, a las plumas, a las aguas del
río Proserpine, a la frente y a los muslos de los dioses. Ahora ya la cosa es: “Tú y Yo”.
Terminemos citando a Albert Einsten en carta de 1954:
“Tengo la convicción de que algunas actividades y prácticas políticas y sociales de las organizaciones
católicas son perjudiciales, y hasta peligrosas para la comunidad en conjunto, aquí y en todas partes.
Sólo citaré la lucha contra el control de la natalidad en un momento en que en muchos países la
superpoblación se ha convertido en un grave riesgo para la salud de la gente y en un grave obstáculo
para cualquier tentativa de organizar la paz en este planeta”.
Esto lo manifestaba Einstein en 1954.
Ahora, en 2016, Roma “Nanai Cucas” a los preservativos y métodos anticonceptivos.
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Colmaba aquel templo
Como si cantasen
Los coros del Cielo.
CONVENCION
(Norte de Santander)
Deseo hacer un diario
Con receso al tiempo,
De mis mocedades
Y de todo aquello
Que en años felices
Disfruté risueño.
Un diario sin fechas,
Sin horas, cual sueños,
Lleno de recuerdos
Cual si fuese un álbum
De hechos eternos.
Cuando enamorado
Compuse un soneto
Feliz había hecho
Mis primeros versos!
Eran balbucientes
Y de trinos llenos,
De aromas sutiles,
De murmullos plenos
Como las campiñas
Frescas de mi pueblo.
Al llegar las lluvias
Llegaba el invierno,
Se cubrían las calles
De un verdín siniestro
Y los empedrados,
Cual si fuese un cuento,
Simulaban mantos
De esmeraldas llenos…
La madre adormita
Su niño en el pecho
Y le canta nanas,
Le refiere cuentos
De falsos guerreros,
De animales fieros,
De bellas princesas,
De Príncipes buenos
Y el niño se duerme
En edén de ensueños
Como Blanca Nieves
Dormida en el huerto.
CONVENCION, mi pueblo!
De cafetos lleno,
De cañaduzales,
Centro panelero,
De claras quebradas
Sembradas de helechos,
Por tus empinadas
Y empedradas calles
Surcan mis recuerdos…
Por unos abismos
De peligros llenos
Sobre mansas bestias
Nos fuimos del pueblo.
De Ocaña a Gamarra
Por el cable aéreo,
Por el Magdalena
De caimanes lleno…
La Costa Caribe
Colmó nuestro anhelo.
Mi Madre, una Santa,
Mi Padre era bueno,
Mi Madre una Virgen
De cabellos negros.
Mi Padre un Patriarca
Honesto, como esos
Que a Moisés siguieron
Por aquel desierto.
Un chal de neblinas
Revestía mi pueblo
Y un frío mañanero
Calaba los huesos.
Había que abrigarse
Para ir al Colegio.
La vida es un cofre
De recuerdos lleno
Que sólo lo abre
La llave del tiempo…
Todos los domingos,
Cuando las campanas
Rompían el silencio,
Yo me iba a la misa
con todo el Colegio.
Un eco de cánticos
RAMÓN VILLALOBOS MD
--5---N--
Los hombres en la cocina...
Pablo Mejía Arango
L
os derechos de los menores se han convertido en un dolor de cabeza para los
padres de familia, porque ante cualquier desavenencia el retoño
procede a demandarlos penalmente. Es común que en ese tipo de
querellas a quien favorece el fallo es al vástago, mientras sus progenitores
quedan atados de manos y trinando de la ira. Lo mismo sucede con
profesores y afines, quienes no pueden siquiera ponerle una mano en el
hombro a un alumno porque se los traga la tierra; ni hablar de castigarlo o
zamparle un coscorrón.
En la actualidad cualquier discrepancia que se tenga con un menor, un suceso simple
y cotidiano, una molestia ínfima, puede causarle traumas. De ser así,
quienes pertenecemos a generaciones anteriores seríamos personas
traumatizadas en grado sumo. Porque a la crianza nuestra le aplicaron
muy poquita sicología, aparte de que no conocimos terapeutas, tutores
y demás profesionales que asisten ahora a los muchachitos. Por ser
tantos hijos recibíamos poca atención, ya que el papá dedicaba el
tiempo a trabajar y la mamá a cuidar los más chiquitos.
De manera que crecimos en la calle, con hermanos, familiares y amigos, y la ley de la
vida nos enseñó a defendernos. Si a un menor lo matoneaban debía
enfrentar el problema, darse trompadas o tranzar con sus enemigos,
porque a los papás no podía irles con lloriqueos. Para cualquier situación
existían mitos y creencias que nacían del imaginario popular, y los
mismos adultos inventaban cuentos que apelaban al miedo para
obligarnos a obedecer.
Decían por ejemplo que si nos tragábamos las pepas de una fruta, al otro día nos
retoñaba un árbol por debajo de la lengua. O que por tragarnos los chicles se formaba
una gran bola en la barriga, la cual crecería hasta llegar a no dejarnos alimentar.
Quien se arrimara mucho a la candela empezaría a orinarse todas las noches en la
cama, para lo cual no quedaba sino sentar al mocoso en un ladrillo hirviente para que
dejara ese vicio tan cochino.
La mayor prueba de nuestra resistencia a los traumas se dio
cuando muy de vez en cuando nos llevaban a bañar en una
piscina, a la que nos metíamos desde que nos bajábamos del
carro hasta el momento de devolvernos para la casa, y
después de almuerzo nos advertían que debíamos reposar
una hora, por reloj, porque al que se metiera al agua le daba
un derrame cerebral. La amenaza para quien se portara mal era que en diciembre,
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mientras el Niño Dios repartía regalos para los demás, a él le traería un tarro lleno de
ceniza.
Los hombres en la cocina huelen a rila de gallina, decían cuando un varón invadía un
territorio que era exclusivo de las mujeres; entre los campesinos el niño no podía
recoger siquiera un plato de la mesa, porque arriesgaba volverse afeminado. De
educación sexual nunca nos dijeron una palabra y si un muchachito jugaba con una
niña y se tocaban con las manos, con esta admonición les advertían que suspendieran
Juegos de manos, juegos de villanos.
Seríamos tan inmunes a los traumas, que ni siquiera la religión y los
curas lograron desequilibrarnos. Ese terror infundado, la amenaza del
fuego eterno, una cantaleta parejita que todo lo que hacíamos era
pecado mortal; que si un infante moría sin estar recién confesado se
iba derecho para los profundos infiernos. Y uno que se acusaba de
pecados menores, de pendejadas que inventaba mientras hacía la fila
del confesionario, porque a nadie se le ocurría decirle al padre Uribe
que le gustaba acariciarse el cacao. ¡Ni riesgos!
ESTUDIANTES DE MEDICINA Y PROMÉDICO
U
n proyecto loable de PROMEDICO y en el cual el actual gerente está muy interesado
es el de promocionar entre los estudiantes de medicina, principalmente entre los de
los años superiores, la existencia de esta entidad para que, de esta manera, puedan asistir
a las conferencias médicas que periódicamente se programan, lo mismo a los actos culturales.
Conocerán igualmente los beneficios para los graduados en lo referente a especializaciones médicas y los servicios para
los médicos afiliados. Se harán conocer los Boletines, la Revista Cultural y se escucharán y estudiarán las ideas que nos
puedan aportar. Hoy, más que nunca en el ejercicio médico, se requiere la unión y solidaridad de estos profesionales
ante los cambios que frecuentemente debe afrontar la profesión médica.
Doctorados Honoris Causa en Salud
La Universidad del Valle en el pasado mes de agosto otorgó el Doctorado HONORIS CAUSA EN SALUD
al médico patólogo PELAYO CORREA y a la médica epidemióloga NUBIA MUÑOZ. Les enviamos nuestra cálida felicitación por tan merecido homenaje.
Agradecemos los mensajes telefónicos, en e-mail y personales que nos han enviado
los lectores de esta revista digital. Sabemos que cada vez es mayor el número de lectores de
“La Píldora”.
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Luis Fernández Plaza
La habitación de una clínica privada.
El señor De La Hoz yace en la cama, a su lado, sentada sobre ella, le acompaña su hija Elizabeth.
Entra el enfermero jefe. Por un momento quedó deslumbrado ante la imagen de Elizabeth, una mujer rubia de
ojos azules, oscuros como el color del mar que rodea la isla de Capri. Ella lo percibe.
Recuperado del impacto, saluda y se presenta como el enfermero jefe del piso. Al padre
le pregunta cómo se siente, e intenta tranquilizarlos respecto a la cirugía que se le
realizará el día siguiente. Les ofrece estar a sus órdenes cuando lo requieran. Se despide
del señor De La Hoz estrechándole una de sus manos entre dos de las suyas. Mira hacia
los ojos de Elizabeth y se despide de ella con una reverencia. Ella le sonríe y le da las
gracias.
Mientras camina hacia la estación de enfermería, cae en la cuenta de que había omitido darles su nombre. La
imagen de Elizabeth, que gravitaba alrededor de sus circunvoluciones cerebrales, le había confundido.
Elizabeth se quedó pensando que el jefe era una persona físicamente atractiva, elegante y de maneras
delicadas. Es un hombre de clase, se dijo.
El jefe Pedro Nel Rivera procede de una clase socioeconómica media baja. Su
padre fue uno de los hijos del sastre de Corinto, un pueblo del norte de
departamento del Cauca. Él aprendió su oficio y le ayudaba a trabajar, pero
acosado por las extorciones de los guerrilleros y el temor de que le fueran a
reclutar, debió abandonar el pueblo. Llegó a uno de los asentamientos de
desplazados en la periferia de Cali, pero, paso a paso, alcanzó hasta llegar a un barrio donde había calles bien
definidas, algunas asfaltadas, y donde las casas eran de bahareque o de ladrillo. En una de esas casas encontró
una pieza externa, grande, con entrada independiente. Con baño. La tomó en alquiler. Allí instaló su vivienda y
la sastrería. No tardó en conseguir clientela por su honorabilidad, cortesía y generosidad. Esas cualidades las
había adquirido a través de las enseñanzas de su padre. Él le había contado que procedían de una familia de
hugonotes que había huido de España en la época de la Inquisición para evitar ser llevados a la hoguera y que,
por generaciones, sostenidos en esos tres pilares, habían logrado sobrevivir con decoro en América.
Su clientela era de personas de bajos ingresos, no obstante, ganaba lo suficiente para vivir sin afanes
económicos.
Un día entró a su negocio una hermosa joven negra, de porte elegante. Llevaba una tela para que le hiciera
una camisa para su padre que cumpliría años y, de muestra, para la talla, una camisa vieja, raída, de una
persona robusta. El extendió la tela y supo que no le alcanzaría para hacer una camisa de ese tamaño. No se lo
dijo. Le prometió que se la tendría para la fecha indicada. Ella le preguntó cuál sería el costo de la confección.
Él le contestó que no le tendría que pagarle con dinero, que ya le estaba pagando con el privilegio de poder
mirarla.
Antes de que ella alcanzara a marcharse se desató una tormenta. Se interrumpió la energía, las calles se
convirtieron en arroyos. Eran apenas las 5 de la tarde, pero estaba tan oscuro que debió encender dos velas.
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Se sentaron a conversar mientras esperaban que amainara la lluvia. Él le brindó café que guardaba en un
termo para estar tomando mientras trabajaba. Conversaron sobre sus vidas. Ella era oriunda de la Costa
Pacífica colombiana. La menor de una familia de 6 hijos que debió huir de la región por el acoso de la guerrilla.
Ella no estaba presente en el momento de la huida, su padre la había internado en un colegio de monjas en
Buenaventura. Quería protegerla, no soportaría que alguien pudiera mancillarla. Le decía: “Mi niña linda, eres
mi princesa”. Entonces contaba 8 años de edad. Tuvo muy buena acogida entre
las monjas dada su disciplina y su laboriosidad. En especial, una monja le tomó un
especial afecto. Como su padre, le llamaba la “la princesa”. Se ocupó de enseñarle
a caminar erguida, a sentarse en la mesa, a manejar los cubiertos como una dama,
a manejar el lenguaje, a respetar y hacerse respetar. Mirándola crecer, le dijo
alguna vez: “Mi niña querida, un día dejarás de ser una princesa, serás una reina”.
Aquella monja era quien se ocupaba de la costura en el colegio. La hizo su
ayudante y le enseñó a tejer y a coser, incluso, a cortar y confeccionar.
¿Eres modista? Le preguntó él. -Sí, le respondió- ¿Y por qué no le hiciste la camisa a tu padre? –Porque como
no he cosido ninguna camisa para hombre, temí que si dañaba la tela no tendría dinero con que comprar otra.
Sus padres llegaron con sus hermanos a un asentamiento de desplazados. Ellos eran agricultores que vendían
sus productos en Buenaventura, sabían del negocio, y con el escaso dinero que les quedaba se dedicaron a
comprar y revender en las plazas de mercado. De esa manera fueron saliendo de la periferia hacia el centro.
Pero ella debió abandonar el colegio, estaba ya en cuarto año de secundaria. Tenía un hermano con parálisis
cerebral y no tenían quien lo cuidara. Además, ella podría contribuir al sostenimiento de la familia trabajando
como modista.
El día convenido para la entrega de la camisa ella llegó a recogerla. Él se la entregó doblada dentro de una
chuspa. Ella no pudo soportar la curiosidad. La sacó y la extendió sobre la mesa. Él había confeccionado una
hermosa guayabera. Ella, que sabía de costura, apreció la finura del trabajo. Le abrazó con mucha gratitud y
lloró. Él también la abrazó. Pocos días después, ella le llevó a regalar una cocada, producto de su tierra. Ese
mismo día se hicieron novios. Cuando caminaban por la calle los hombres le envidiaban a él, las mujeres a ella,
pocas personas decían que hacían una hermosa pareja. Hubo racistas que los criticaban. Un año después se
casaron por el rito católico. Él aceptó hacerlo así por su gran amor. Tenía un pésimo concepto de la Iglesia
Católica por los sufrimientos que padecieron sus ancestros por su culpa.
Montaron un negocio de sastrería y modistería que hoy tiene cierto renombre.
El enfermero jefe Pedro Nel Rivera fue el producto del amor de esta pareja, que tuvo en total 4 hijos. Él fue el
menor.
Pedro Nel quería ser médico, pero para su familia que estaba pagándole estudios
universitarios a sus tres primeros hijos, le resultaba muy onerosa la carrera de Medicina. Un
médico que sólo vestía la ropa que le confeccionaba su padre, lo recomendó a su esposa,
una enfermera jefe. Ella le ayudó a conseguir una beca para la Facultad de Enfermería.
Pedro Nel la aceptó, corresponde al área de la salud, se dijo, para su consuelo. Y se hizo un
excelente profesional. Le quieren sus subalternos porque los trata con respecto. En especial
le quieren los médicos. Cuando él advierte que han cometido algún un error o han tenido
una omisión, con mucho tacto se los hace saber. Ellos se lo agradecen mucho. En general, sus colegas, la
mayoría mujeres, también le aprecian, aunque no faltan algunas que le envidian.
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El señor de la Hoz estuvo 7 días hospitalizado, salió bien de la cirugía, pero su evolución
fue un tanto tormentosa. Pedro Nel todas las mañanas le pasaba revista con las auxiliares
y más tarde regresaba de nuevo a verlo. Siempre se encontraba con Elizabeth. Frente a
ella su perturbación era tan evidente que en parte se la contagió a ella. Elizabeth comenzó
a inquietarse cuando él se demoraba.
El día que le dieron de alta al señor De La Hoz, a la salida, Elizabeth le pidió el teléfono a Pedro Nel, pero no le
dio el suyo. Con la mirada quisieron decirse tantas cosas, que ninguno de los dos atinó a precisar cuáles eran
las más importantes.
El señor De La Hoz fue un campesino que por su talento para los negocios llegó a ser un empresario de la
agricultura y la ganadería en Antioquia, su tierra natal. Se casó con una médica sueca, que fue secuestrada por
la guerrilla. En el cautiverio ella se suicidó. Un guerrillero desmovilizado declaró que ella se había enterrado un
tenedor en el corazón. Tuvieron dos hijos, Philip que vive en Suecia, abandonó el país después de la muerte de
su madre. Elizabeth quiso acompañar a su padre que se prometió no abandonar el país, aunque corriera el
riesgo de ser asesinado.
Elizabeth estudió economía y negocios y se ocupa de ayudar a su padre en el manejo de las empresas. Se casó
con un empresario amigo de su padre, que resultó ser una persona ambiciosa e intolerante. Tuvieron un hijo.
Aunque lo intentó, no consiguió humillar a Elizabeth.
El jefe Pedro Nel, después de que salió el señor de la Hoz de la clínica, recibe llamadas misteriosas que le
escuchan contestar Hola, Hola, Hola y después le cuelgan.
En una habitación de la misma clínica privada 5 años después.
El señor D’Alesandro yace en la cama, acaba de ser trasladado de la UCI, donde estuvo hospitalizado durante 8
días por un infarto del miocardio. El jefe Pedro Nel entra con el grupo de enfermería a pasar revista. Ve al lado
de la cama sentada en una silla a Elizabeth, de nuevo queda deslumbrado, las auxiliares saludan, él tarda un
poco más en hacerlo. Elizabeth permanece muda, con la mirada extraviada. El jefe le dice al señor
D’Alesandro, que sus signos vitales están muy buenos y que su buen aspecto le hace pensar que el médico
podría definir su salida en no mucho tiempo.
Sale de la habitación muy nervioso, aunque pensaba que nunca volvería a ver a Elizabeth, su imagen había
seguido girando alrededor de sus circunvoluciones cerebrales.
Esos ojos azules… ¡No!
Le llaman de la habitación. Elizabeth le dice que su niño está fuera de la Clínica y no lo dejan entrar, le
pregunta cómo podría ayudarla. Él le explica que es una regla que se ha establecido a favor del niño, podría
con facilidad contagiarse de alguna infección intrahospitalaria.
El señor D’Alesandro que está escuchando se enfurece ¡Pura mierda! grita. Se arranca la infusión intravenosa,
sale enfurecido, baja los tres pisos por las gradas, cuando llega a último escalón, da dos pasos y cae muerto.
El jefe Pedro Nel, en su interior, se sentía culpable. No había tenido la suficiente presteza para detenerlo, ni
siquiera había conseguido gritar. Pero cuando el escándalo menguó, Elizabeth fue en su apoyo, se abrazaron y
lloraron juntos.
Seis meses después Pedro Nel recibe una llamada de Elizabeth. Le dice: - necesito verte.
--10--
Se sentaron frente a frente en una cafetería cercana a su oficina. Ella fue muy
directa, le dijo sin ambages:
-Te he hecho venir porque quiero decirte que te amo y que estoy segura de que
tú me amas.
El abrazo en la clínica, el haber llorado juntos, lo había dicho todo.
Ella lo llevó a saludar a su padre, él recordaba a Pedro Nel con cariño. Muchacho, le dijo, desde la primera vez
que entraste a la habitación de las clínica supe que Elizabeth te había flechado. Cuenten con mi bendición.
Él la llevó a conocer a sus padres. Elizabeth quedó sorprendida de su dignidad. En su sencillez la madre parecía
una reina.
Se casaron. La única exigencia de Pedro Nel, antes de casarse fue que hicieran separación de bienes. Elizabeth
era muy rica, Pedro Nel sólo poseía la vida.
REFLEXIÓN MATRIMONIAL:
-Dice ella: "Se ha muerto el cura que nos casó"
-Responde él: "El que la hace, la paga”
--11--
DESCOCADA
Monos gringos que acusáis
a Colombia sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿Por qué queréis que obre bien
si tú la incitas al mal?
En esta pasión errada
cual mayor culpa ha tenido:
¿la que se cae drogada
o que la droga ha metido?
Aunque cualquiera mal haga
cuál acción es la más loca:
¿el que COCA por la paga
o el que paga por la COCA?
MAGO
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ESTUDIANTES Y REDES SOCIALES
Temen que su vida sin celular sea vacía y aburrida
Un estudiante universitario común se levanta y pasa los primeros minutos de su
día revisando sus redes sociales, sus mensajes, las llamadas y cuanta aplicación
tenga que se actualice durante la noche. Sus dosis diarias de noticias, escándalos
y otros temas les dan la falsa ilusión de estar informados y conectados con el
mundo. Los jóvenes ven su celular cada vez que pueden. Literalmente. En el
bus, en la calle, en el restaurante, en un bar, mientras miran fútbol, mientras hablan entre ellos y durante las
clases.
En la década de los 2000 los fabricantes de celulares se empeñaban en crear el celular más pequeño, una
década más tarde el juego ha cambiado sustancialmente y ahora la calidad de un Smartphone se mide por el
tamaño de su pantalla. Entonces, no es de extrañar que las nuevas generaciones estén imantadas a las
pantallas de sus celulares la mayor parte del día. El contacto personal se ha perdido y esto ha generado
problemas adictivos que pueden tener una trascendencia problemática.
La Fundación Universitaria del Área Andina desarrolló una investigación en donde se
analizó la dependencia del uso del celular y su influencia en el rendimiento académico
de los jóvenes universitarios. El creciente uso de los Smartphones está desviando la
atención y la prioridad ante la preparación académica, lo cual se ve reflejado en el
rendimiento estudiantil.
Para ilustrar esta dependencia se consultó a 462 estudiantes, de los cuales 62,1% revisa
todos los días de su vida el celular antes de ir a dormir. 42,6% lo hace mientras estudia o realiza tareas y 61,3%
ignora a otras persona para concentrarse en su celular. Más angustiante aún, casi un cuarto de los
entrevistados revisa de manera obsesiva llamadas, correos, redes sociales y mensajes de texto.
El problema está claro pero, ¿cuál es la solución? (Texto de Internet)
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¿De todas las cosas que te
hago que es lo que más te
gusta?
¡EL
DESAYUNO!
MAKUKO: "Antiguamente las mujeres cocinaban
igual a su mamá......Hoy están bebiendo igual que su papá!"
ES BUENO DEJAR
-- EL TRAGO
LO MALO ES NO RECORDAR DONDE
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